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¡A LA MIERDA EL TRABAJO!

El artículo de James Livingston como poco, creo que intenta que nos plateemos muchas
preguntas a un hecho que probablemente muy pocos se hayan parado a pensar mientras todo
fluía y todo funcionaba o al menos eso nos hicieron creer, porque como el trabajo lo es todo
para nosotros, o al menos eso es lo que señala el autor Y lo que es peor, el futuro del trabajo
parece desesperanzador para el autor.

Nos han educado de una forma marcada por el miedo a no encontrar trabajo y también nos
han hecho mucho hincapié en que el trabajo nos define. Pero como bien escribe James, ¿qué
sucede entonces cuando no tenemos trabajo o no haya ofertas de trabajo para todos? Si nos
han hecho creer que nuestro fin es trabajar, que el trabajo nos da sentido, propósito, nos hace
sentirnos capaces y válidos, que construimos nuestras vidas con el trabajo, si no lo tenemos,
¿ya no tiene sentido nuestra vida? ¿Nos quedamos sin propósitos? ¿No somos capaces ni
válidos? ¿La vida se rompe? ¿Somos barcos a la deriva?

Son creencias que nos persiguen desde bien pequeños que hacen que aceptemos cualquier
trabajo a cualquier precio aunque nos denigre como persona y encima, de forma gratuita, te
haga creer que esto es lo que te ha tocado vivir.

Apunta que todos los políticos tienen un objetivo y es que la tasa de desempleo sea la más
baja posible por ello el fomento del “pleno empleo”. Hasta ahí todos conformes porque las
personas “ganan” dinero y por consiguiente de dan “carácter a su vida”, el estado recauda
impuestos y minora la salida de dinero destinado a las ayudas, las facturas se pagan… ¡Qué
bonito! Todos ganan, pero, ¿a qué precio y por qué ese precio?

Me gustaría nombrar la siguiente frase del artículo para después explicar su significado:
“Trabaja duro, acepta las reglas y saldrás adelante” o lo que es lo mismo: Jornadas de horas
infinitas, no se aceptan quejas, esto es lo que hay y si quieres más dinero, pues trabaja un poco
más, eso sí a cambio de vivir para trabajar. Parece ser que ese es el fin para el ser humano,
pero no para todos, ¡claro!

Para el autor, en general todos los mercados han fracasado y en particular el mercado laboral y
es que considera que la solución no es subir, al salario mínimo una insultante cantidad dado
que siguen habiendo personas que viven en el umbral de la pobreza. De nada sirve trabajar a
cambio de una cantidad de dinero que ni siquiera te deja vivir dignamente.

Apunta que ya se habla incluso de excedentes humanos. Algo incongruente si el objetivo es


que todos tengan empleo y se esté hablando que no lo habrá para todos.

Para el autor, el motivo de la crisis económica, que no ha terminado para él todavía, es una
crisis de valores. Duda de si debemos aspirar a imprimir carácter y a hacerlo a través del
trabajo, quizás, si ese no fuera el objetivo probablemente dejáramos el trabajo y realizaríamos
otros “trabajos” para encontrar la vida plena.

Pero tenemos fe en el trabajo, deseamos que imprima carácter pero a la vez deseamos que se
asignen los ingresos justos por los esfuerzos realizados y las habilidades aprendidas. Debería
haber una relación con los esfuerzos realizados, las habilidades aprendidas y la recompensa
económica recibida.
Vuelve a nombrar el carácter cuando reflexiona en el momento en el que observa que
nuestros salarios no tienen relación con la producción de valor real, o con los bienes duraderos
y vuelve a dudar en que el carácter sea consecuencia del trabajo duro. Es más, piensa que es
irracional la participación en el mundo laboral y que sale más rentable ser un gánster como lo
son quienes nos dirigen desde arriba.

Tras una serie de preguntas que lanza al aire en las que se pregunta qué sucedería si no fuese
necesario diferenciar el ocio con el trabajo, si nos pudiéramos ganar la vida sin trabajar de la
forma en que lo hacemos hoy en día y hacerlo de manera voluntaria y como consecuencia
recibir algo a cambio, no tendríamos ese vacío cuando no tuviéramos trabajo.

Todo es miedo es debido porque hemos apostado mucho por el trabajo como importancia
social, cultural y ética y que cuando falla el mercado laboral no sabemos encontrar un
significado diferente a nuestras creencias en el significado del trabajo.

Vuelve a incidir en cómo nos han educado y la propaganda que hacen para que así sea, que no
es otra, que la de hacernos creer que el trabajo, tener trabajo, significa disfrutar de una vida
plena sin importar el cómo, de qué manera y a cambio de qué.

Como comentaba en líneas anteriores, nos han educado con esa forma de pensar y por ello de
actuar: el trabajo determina nuestro valor en la sociedad pero nos pone un ejemplo entre los
hombres y las mujeres por eso de llegar a tener una compensación por no producir un bien o
por el mantenimiento de una familia y el hecho de sí hacerlo. ¿Sólo debe recibir una
compensación económica aquella persona que produzca un bien con valor? También pone
como ejemplo que antes el trabajo socialmente necesario (ejercido por las mujeres) hoy en día
es la industria primaria y es necesario.

Vuelve a la misma idea que desde un principio nos viene narrando y es que, en el caso de solo
por ser hombres o mujeres, por ser de distinto color hace que no puedas aspirar a más y estás
abocado a la exclusión de trabajos no remunerados y desterrados a vivir en guetos, cuando los
evangelistas, también excluidos, no pueden trabajar y por ello habían perdido la narrativa de
sus vidas, entonces, nos vuelve a lanzar la misma pregunta: Si el objetivo para identificarnos en
una sociedad, ganarnos la vida, ser alguien, imprimir ese carácter nos lo da el trabajo, ¿qué
sucede si no hay trabajo para todos?

Para finalizar su artículo nos plantea, de nuevo, una serie de cuestiones relacionadas con el
mismo tema. Habla de que si el amor pudiera superar al trabajo y con él alcanzar la vida plena,
si recibir una prestación fuera posible aunque no produzcas un bien con valor, si elimináramos
de la lista que para entablar una conversación o iniciar una relación con alguien la pregunta
relacionada con el trabajo, si todo esto fuera posible, ¿qué pasaría?

Como punto y final a su artículo nos sumerge en una inquietante respuesta a todas sus
respuestas planteadas donde apunta que no tendremos respuesta a todas las cuestiones que
ha lanzado hasta que no nos demos cuenta de que todavía creemos que el trabajo lo es todo
para nosotros y que ya no podrá ser así a partir de ahora.

A título personal debo reconocer que me seduce la idea de percibir una compensación
económica por un “trabajo” que no sea necesario tener un fin de creación de un bien con valor
económico y sí por un bien, con valor también, pero social.
Por experiencia personal reconozco que siempre me han inculcado que hay que trabajar para
ganarse la vida y que cuando vienen las vacas flacas hay que hacer lo que sea para poder
subsistir. Que el trabajo es necesario y que nos aporta más que nos resta. Estoy conforme y no.

Necesitamos el trabajo porque todo te cuesta dinero y es con lo único que puedes pagar, con
dinero: un techo donde vivir, unos alimentos que comer, un agua para hidratarte, ropa para
vestirte, impuestos que poder pagar, intereses que poder pagar y un largo etcétera pero,
cuando te das cuenta que el dinero que pagas por todo las innumerables cosas lo derivan a los
bolsillos de unos pocos y que no se preocupan por la sociedad, que el fin es lucrase a costa de
la clase trabajadora, que nos mienten y nos hacen creer ideas con el único objetivo de
manipularnos y tratarnos como marionetas en sus sucias manos, entonces, es cuando luchas
entre seguir llevando a cabo tu presencia en la sociedad mediante tus valores de ser humano
que son inherentes o subirte al barco de la mediocridad en la que vivimos donde los valores se
han perdido y predomina el lucro antes que el bien del prójimo.

Pagamos nuestros impuestos para nuestro bienestar y el de nuestro planeta pero coincides
con muchos y tras reiterarlos con hechos, que no les importamos. Únicamente les seduce el
poder, el dinero y el bien de unos pocos. Lo que es lo mismo, mil y una formas de apropiarse
de lo que es de todos.

Unas leyes que no nos protegen a todos por igual, unas penas que no alcanzan a todos con la
misma dureza solo por ganarte la vida de una forma u otra porque según esta característica
tienes más o menos posibilidades de poder vivir una vida plena con más o menos miedo.

Yo pienso que deberíamos exigir porque me siento responsable, el cambio en la forma de


gobernar dado que si son los mismos los que crean las leyes y los que deben velar por la
calidad de la vida de todos nosotros, la sociedad, tal y como se está viendo hoy en día, estamos
destinados al fracaso, como aborda el autor del artículo. Se debe sustituir el objetivo de
llenarse los bolsillos, querer poder y manipular por el fin común del planeta y de los que lo
habitamos.

Tampoco creo que subiendo las cuotas de le SS y los impuestos a las empresas terminamos
con este problema ya que no se invierte en un bien social, más bien se hace, como fin
lucrativo.

Para mí, una buena solución sería utilizar como premisa indispensable en la toma de
decisiones en cualquier materia lo mejor para el ciudadano, lo mejor para nuestro planeta y
que no sea como hasta el día de hoy con el único objetivo que es el lucro.

Por ejemplo, ¿de qué nos vale fabricar un bien material si perjudica al planeta únicamente
para que la economía no decaiga? ¿Por qué permitimos que otros pongan precio a nuestra
aportación diaria en nuestros trabajos? Por ejemplo, ¿por qué debe recibir un sueldo muy
inferior la persona que recoge del campo los alimentos que vamos a comer, que necesitamos
para subsistir que el que trabaja desarrollando una plataforma web? Pero, ¿qué clase de
insulto es ese?

Siempre me he preguntado, ¿por qué, si necesitan de mano de obra las empresas para llevar a
cabo sus negocios, permitimos que nos den a cambio una miseria por nuestro trabajo? Son
ellos los que también nos necesitan. Nosotros necesitamos dinero pero ellos necesitan de
nuestra mano de obra para poder seguir adelante con sus negocios y, aun así, aceptamos los
salarios y horarios tan tristes e insultantes.
Por desgracia, el sistema está montado de tal forma para que no puedas vivir más de un mes
sin trabajar.

En nuestra responsabilidad percibir esa manipulación antes de ser afectados por ella y no
aceptarla. Pero nuestra libertad está en manos de corruptos.

Así que, mientras el Estado tenga poder ilimitado esta situación no creo que cambie nunca a
nuestro favor. Y citando al autor: “Trabajos de mierda no son la solución a los problemas que
tenemos”.

Deberíamos recuperar, nosotros, el poder de hacer las leyes para el interés general.

Vanessa Muñoz Alcaraz– PIAC - AF2N

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