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UNIVESIDAD NACIONAL DE TRUJILLO

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES


ESCUELA PROFESIONAL DE ARQUEOLOGÍA

ARQUEOLOGIA DEL VIEJO MUNDO

UNIDAD 2
GRECIA

TEMA
LA HEGEMONIA MACEDONICA, CRONOLOGIA CARACTERISTICAS Y
PRINCIPALES EVENTOS HISTORICOS

DOCENTE

HORNA CLAVO, JOSE ROLANDO

INTEGRANTES
COTRINA RONCAL TIRZA CELENI
CUBAS FUENTES JHEYSON
SOLORZANO CERVAN TOMAS
VERA MUÑOZ ANGIE CRISTINA

FECHA
17 DE JULIO DE 2018

TRUJILLO – PERU

1
INTRODUCCIÓN

Tras muchos años de continuas batallas por ver quién sería y se establecería
como la potencia hegemónica de Grecia, los beligerantes principales, es decir,
Atenas, Esparta y Tebas, habían quedado muy debilitadas. Este debilitamiento de
las grandes polis griegas no duraría mucho puesto que su lugar lo ocuparía una
nueva potencia emergente que marcaría el inicio de una nueva época que pondría
fin al período clásico griego. Sería en el norte del Egeo, en Macedonia, donde
surgiría una destacada figura que había alcanzado el poder y se convertiría en el
árbitro de la autonomía griega. Esta figura sería la de Filipo II de Macedonia que
comenzaría un cambio radical en el mundo antiguo, aunque finalmente la
responsabilidad recaerá en su hijo y sucesor Alejandro.

Antes de Filipo II, 20 años atrás, existió en el norte de Grecia un monarca


absoluto, Jasón de Feras. Con rapidez e inteligencia logró dominar y unir a todas
las regiones de Tesalia, incluso, tenía la ambición de emprender una gran
expedición contra los persas. Sin embargo, su asesinato en el 370 pondría fin a su
proyecto, pero las intenciones eran aquellas que luego más tarde se conseguirían.
Macedonia, al igual que Grecia, no era un estado unitario. Así, cuando hubo alguien
capaz de imponer una sólida estructura central al estado macedonio, se encontraría
recompensado con la adquisición de una situación preeminente en el mundo egeo.

2
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN ................................................................................................................................... 2
ÍNDICE.................................................................................................................................................. 3
MARCO CONCEPTUAL ......................................................................................................................... 4
CRONOLOGÍA .................................................................................................................................. 4
CARACTERÍSTICAS............................................................................................................................ 6
ORGANIZACIÓN SOCIAL............................................................................................................... 6
EL REY .......................................................................................................................................... 6
LA SUCESIÓN ............................................................................................................................... 6
ASPECTOS ECONÓMICOS ............................................................................................................ 7
EL EJÉRCITO ................................................................................................................................. 8
LA ASAMBLEA ............................................................................................................................ 11
EL CONSEJO ............................................................................................................................... 12
MACEDONIA, FILIPO Y LA CONQUISTA DE GRECIA ....................................................................... 13
ANTECEDENTES: MACEDONIA ANTES DE FILIPO II .................................................................... 13
EL ASCENSO DE FILIPO II............................................................................................................ 15
LA CONQUISTA DE GRECIA ........................................................................................................ 16
ALEJANDRO MAGNO: NACIMIENTO Y LLEGADA AL PODER .......................................................... 19
ALEJANDRO MAGNO: REYNADO Y CONQUISTAS ...................................................................... 22
MUERTE Y DIVISION DE SU IMPERIO......................................................................................... 28
DESPUÉS DE ALEJANDRO........................................................................................................... 30
CONCLUSIÓN ..................................................................................................................................... 32
BIBLIOGRAFIA .................................................................................................................................... 32

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MARCO CONCEPTUAL

CRONOLOGÍA

En la época más antigua eran tribus de pastores, parcialmente nómadas,


dotadas cada una de su rey, a la vez jefe guerrero y religioso, posteriormente, se
convertirían en agricultores, fue un estado aristocrático, en el que los jefes de las
grandes familias jugaban un papel importante al lado del rey.
En la Macedonia clásica no había mucha urbanización antes de la Guerra del
Peloponeso. Había ciudades griegas en el norte del Egeo, pero muchas eran
colonias de Eubea o de Corinto.
El primer rey destacado de Macedonia fue Alejandro I Filoheleno (498-454
a.C.) que extendió sus dominios por la orilla occidental del río Estrímón. En política
interior, trasladó la capital a Pella, rediseñó y amplió el ejército, expandió su territorio
y trajo eruditos griegos a su corte. Durante su reinado, el rey Alejandro I, abandonó
la alianza con el Imperio persa heredada de su padre y llevó a cabo una política de
acercamiento a los pueblos griegos y de helenización, razón por la cual recibe el
sobrenombre de Filoheleno.
Los sucesores de Alejandro I prosiguieron su política con dos objetivos
principales: Unir a las tribus macedónias y extender sus dominios territoriales.
Entre ellos destacó Arquelao I (413-399), que fue el noveno de los reyes
macedónios. Este rey mandó asesinar a todos los parientes que podían disputarle
el trono, construyó fortificaciones y llevó a cabo mejoras en las carreteras, además
de reorganizar el equipamiento del ejército y sobre todo de la famosa caballería
macedónica. Él fue el que trasladó la capital, desde la antigua Egas, a Pella (o Pela),
que comunicaba con el mar por el curso del río Loudias, indicativo, tal vez, de las
aspiraciones de los reyes macedonios sobre Tracia y abrió su corte a artistas tan
conocidos como el pintor Zeuxis y el poeta trágico Eurípides.
Asesinado Arquelao I en el año 399, su muerte dejó aplazada durante cuarenta años
la unificación de los Balcanes y Tesalia bajo un rey macedonio, al no dejar un
sucesor fuerte, pues durante los siguientes seis años reinaron sucesivamente en
Macedonia varios reyes: Orestes, Aeropo II, Amintas II el Pequeño y Pausanias,
situación de la que se aprovecharon las demás potencias vecinas tanto grandes
como pequeñas, griegas o bárbaras.
La expansión macedónica inició con el gobierno de Filipo II, en los años de
357 a 336 a.C., el cual tuvo como primer objetivo deshacerse de sus enemigos en
la Península Balcánica y así obtener una salida al mar para Macedonia. En este
periodo era un pequeño reino que conquistó las ciudades griegas en la guerra del
Peloponeso. Conquistó Tracia, que organizó, como una satrapía persa y que pasó
a depender directamente de Filipo II y se alió con Neoptolemo, rey de los Molosos,

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pueblo que vivía al norte de Épiro. También entabló relaciones con Atenas. A
comienzos del año 345, la posición de Filipo II en Grecia había avanzado
considerablemente. Dominaba el paso de las Termópilas, que abría el camino hacia
la Grecia central, había sido elegido Arconte o lagos de la liga Tesalia y dominaba
la Anfictionía de Delfos

Filipo II quiso dejar aclarados definitivamente los asuntos de Grecia central,


para lo que invitó a una reunión en Corinto a los delegados de los Estados griegos,
creándose una Confederación de Estados griegos (o liga de Corinto), fundada en el
año 337. Todos excepto Esparta, concluyeron un tratado con Filipo II de Macedonia,
que establecía una paz común, bajo ciertas condiciones mutuas y el objetivo común,
materializado en la declaración de guerra contra los persas para vengar el sacrilegio
cometido el siglo anterior por el rey persa Jerjes contra los templos griegos. Sólo el
asesinato de Filipo II, en el año 336 a.C., detuvo la expedición a Persia.
Macedonia alcanzó una posición dominante en Grecia. Bajo su hegemonía se creó
la Liga de Corinto que reunía a todas las ciudades-Estado griegas, con excepción
de Esparta.

Su hijo Alejandro Magno le sucedió tras su muerte en el año 336 a.C. hasta
su muerte en 323 a.C., él unificó las ciudades griegas para así poder conseguir la
conquista del imperio Persa; conquistó un inmenso territorio que se extendía desde
su Grecia natal hasta las puertas del subcontinente indio. Difundió la cultura griega,
que, fusionada con las culturas de las regiones sometidas, impregnó el lenguaje, la
política, el arte, la literatura y la religión.

La temprana muerte de Alejandro Magno, le impidió consolidar el imperio que


había creado y relanzar sus conquistas. El imperio no sobrevivió a la muerte de su
creador, pues antes de morir, se le pregunto quíen le sucedería, pero nadie le
comprendió y se desencadenaron luchas sucesorias y ciertos personajes fueron
víctimas mortales del odio del despiadado y ambicioso Casandro, su sucesor en el
poder, hasta que el imperio quedó repartido entre sus generales (los diádocos):
Seleuco, Ptolomeo, Antígono, Lisímaco y Casandro. Los Estados resultantes fueron
los llamados reinos helenísticos, que mantuvieron durante los siglos siguientes el
ideal de Alejandro de trasladar la cultura griega a Oriente, al tiempo que
insensiblemente dejaban penetrar las culturas orientales en el Mediterráneo.

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CARACTERÍSTICAS

ORGANIZACIÓN SOCIAL

La organización política del Reino de Macedonia formaba una pirámide de tres


estratos: arriba estaban el rey y la nación, abajo, las organizaciones cívicas
(ciudades y éthnē), y entre ambos, los distritos. El estudio de las diferentes
instituciones se ha renovado considerablemente gracias a la epigrafía, que ha dado
la posibilidad de releer las indicaciones que dejaron los autores clásicos, como Livio
y Polibio. Estos muestran que las instituciones macedonias se parecían a las de las
alianzas de las ciudades-estado griegas, como por ejemplo la Liga Etolia o la Liga
Aquea, cuya unidad, ente caso, era reforzada por la presencia de un rey.

EL REY
El rey (Βασιλεύς) llevaba la administración central del reino. Gobernaba desde la
capital del reino (que fue primero Egas, y luego, desde el reinado de Arquelao I en
adelante, Pella) y en su palacio real se conservaba el archivo del estado. El
secretario real (βασιλικὸς γραμματεύς) le ayudaba en el gobierno, por lo que era de
vital importancia, así como el Consejo.
El rey era el jefe del ejército, cabeza de la religión macedonia y el encargado de las
relaciones diplomáticas con otros reinos. Por ello, sólo él podía establecer tratados
y, hasta el reinado de Filipo V, ordenar la acuñación de monedas.
El número de funcionarios civiles era limitado: el rey dirigía su reino de una forma
casi indirecta, apoyándose en los magistrados locales con los que mantenía
frecuente contacto.

LA SUCESIÓN
La sucesión real en Macedonia era hereditaria y patrilineal, y generalmente
respetaba el principio de primogenitura, pasando la corona al primer hijo varón del
rey. También había un elemento electivo: cuando el rey moría, su heredero, que
sería generalmente pero no siempre su hijo mayor, tenía que ser aceptado primero
por el Consejo y posteriormente presentado ante la Asamblea general para ser
aclamado rey y hacer el juramento de fidelidad.
Como puede verse, la sucesión estaba lejos de ser automática, considerando que
muchos reyes macedonios murieron de forma violenta, sin haber decido quién les
sucedería, o sin haber asegurado que sus sucesores serían respetados. Es el caso
de Pérdicas III, asesinado cruelmente por los ilirios, Filipo II, asesinado por
Pausanias de Orestis, Alejandro Magno, que murió de una repentina enfermedad,

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etc. Las crisis por la sucesión eran frecuentes, especialmente a partir del siglo IV a.
C., en el que las familias prominentes del norte de Macedonia aún tenían la ambición
de derrocar a la dinastía argéada y ascender al trono.

ASPECTOS ECONÓMICOS

En cuanto a los aspectos económicos, el rasgo más significativo es la


autosuficiencia de Macedonia'", con un amplísimo territorio -sobre todo en
comparación con las poleis del Sur- dotado de riquezas enormes y con un potencial
que se puso de manifiesto cuando Filipo logró una situación interna estable.
Así, el estado macedonio cuenta con una agricultura rentable, con suelos
moderadamente fértiles, una ganadería trashumante favorecida por la existencia de
pastos de montaña y de llanura, así como metales preciosos, oro y plata, aunque
no en el núcleo originario del reino, sino en los progresivamente anexionados.
Pero quizás el recurso más valioso a lo largo de la historia fue la madera,
probablemente la mejor y más abundante de Grecia, lo que la hacía imprescindible
para la construcción de barcos sobre todo, junto con la resina". Se conocen
acuerdos concretos con Atenas, pero sin duda Macedonia comerciaba con otros
estados y hay poca duda de que utilizaba la madera como instrumento político,
concediéndola a amigos y negándola a adversarios.
A partir del discurso pronunciado por Alejandro en Opis para reprimir el conocido
motín'^, algunos historiadores han concluido que Filipo llevó a cabo una auténtica
"revolución económica y social. De acuerdo con esta tesis, el rey macedonio
convirtió la vida seminómada y pastoril de la Alta Macedonia en vida sedentaria con
base agraria; amplió las tiertas fértiles mediante el drenaje de zonas deforestadas,
como en las llanuras en tomo a Filipos y en la costa del Golfo Termáico; promovió
grandes obras púbhcas, como el canal artificial que unía el Golfo con Pela, lo que
desartolló el comercio; y redistribuyó la población macedonia, tanto por razones
defensivas, asentando macedonios en zonas fronterizas o recién conquistadas,
como de mejor aprovechamiento económico. Con respecto a esta última actividad,
sabemos que efectivamente fundó algunas ciudades en diversas zonas de los
territorios anexionados: entre otras Heraclea Lincestis; Filipos, sobre la anterior
Crenides; quizás Damastium; Astrea y Dobera en Bordea; Filipópolis entre Bisaltia
y Monte Orbelo.
Asimismo, dividió entre macedonios el territorio de Metone, repartió tierra de Potidea
y algunos de sus súbditos fueron asentados en Anfípolis.
Una de las acciones que tuvo una mayor repercusión económica fue la ampliación
de la riqueza minera del reino, mediante la conquista de las minas de Damastio, las
del Pangeo y otras de plata en Tracia. Con ello, Filipo pudo intensificar y modificar

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la acuñación de moneda. Por una parte, acuñó plata (con el patrón tracio) en Pela
desde el comienzo de su reinado, siguiendo el ejemplo de sus predecesores, y abrió
una segunda ceca en Anfípolis. Strauss" ha indicado recientemente que la
producción de plata macedonia no hundió el mercado ni perjudicó gravemente a los
inversores del Laurión, que no fueron hostiles como grupo a Filipo, y que la moneda
de plata macedonia no suplantó a la "lechuza" ateniense como se ha dicho
tradicionalmente, puesto que las áreas de circulación no eran las mismas.
Por otra parte, se ha aceptado como algo seguro que acuñó oro desde 356, cuando
conquistó el Pangeo, y que éste fue un factor fundamental en el ascenso
macedonio. Aunque ésta sigue siendo la tesis más aceptada. Le Rider ha intentado
demostrar que no lo hizo antes de 345 o incluso más tarde (342-340), en Pela,
coincidiendo con un incremento de la acuñación de plata, probablemente por un
aumento en la necesidad de numerario y, en el caso del oro, tal vez por un deseo
de rivahzar con el "dárico" del Gran Rey, quizá también como medida de prestigio
del rey macedonio. En todo caso, la gran novedad son esas estáteras de oro (para
las que adoptó el patrón ático), metal no acuñado hasta entonces en Macedonia y
muy escaso en el mundo griego, pero que fueron muy poco abundantes en vida de
Filipo. De hecho, la mayor parte de series que se conservan son con seguridad
postumas, lo cual no impidió que esa moneda se convirtiera a final del siglo IV y al
comienzo del III en la medida de los intercambios en la región de los Balcanes y el
Danubio, con una enorme trascendencia económica.
El problema en lo que respecta a la economía es que hay una casi total falta de
información y no existen otras fuentes con las que comparar el texto de Arriano
antes citado, pero probablemente haya que relativizar éste, así como las
conclusiones de Hammond. Es decir, la economía no estaba tan planificada como
este investigador ha pensado, ni se concibió como un paso previo a la conquista de
Grecia, ni se puede hablar de una "revolución" (los recursos naturales ya estaban
allí, la agricultura debía de ser ya antes floreciente, etc.), pero no hay duda de que
Filipo aumentó tales recursos y mejoró su explotación, que incrementó
extraordinariamente el aflujo de riquezas a Macedonia mediante el botín de guerra,
que fomentó la urbanización y con ella la sedentarización en zonas donde existía el
seminomadismo, prefigurando la política que luego continuaría Alejandro. En
definitiva, logró un notable florecimiento económico que alcanzó a la mayor parte de
los macedonios, lo que sin duda posibilitó un aumento demográfico, del que se
aprovecharía sobre todo Alejandro, en cuyo reinado debió de existir un notable
aumento de jóvenes en edad militar o disponible como mano de obra.

EL EJÉRCITO
Sin duda, el gran pilar sobre el que se asienta el auge de Macedonia es el ejército.
El análisis de su composición y de su organización permite conocer, no sólo el arma

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de guerra que llevó a Filipo a dominar toda Grecia, sino también la estratificación
social sobre la que se apoya.
El momento clave es el inicio del reinado de Filipo. Se encuentra con un estado
derrotado, a merced de los enemigos extemos, sobre todo de los ilirios de Bardilis,
y con graves disensiones internas. De hecho, sus primeras acciones van dirigidas
a la consolidación interna del reino, logrando la integración definitiva de la Alta
Macedonia, con lo que amplía la clase dirigente -la nobleza de la Alta Macedonia
pasa a formar parte de los Compañeros- y aumenta considerablemente el número
de macedonios en edad de ser reclutados, de manera que también en hombres era
autosuficiente Macedonia.
Esto y unas posibles tempranas reformas en armamento y organización^"
favorecieron las rápidas conquistas en Tracia, en Iliria y en la Calcídica, lo que
permitió asegurar las fronteras casi definitivamente y obtener abundantes tierras
fértiles que ofrecer a la nobleza y a los veteranos macedonios.
En un tercer momento de esa fase inical, Filipo aseguró no sólo la alianza con
Tesalia, sino su preeminencia sobre este territorio, al ser nombrado arconte, con lo
que creaba un auténtico colchón defensivo frente a las polis del sur, al tiempo que
el ejército macedonio pasaba a disponer de una potente caballería, la tesalia, y una
fuente de inmejorables caballos para la suya propia.
Pero la principal y más decisiva característica del ejército macedonio en la época
de Filipo fue su carácter mayoritariamente nacional: los macedonios, tanto los de la
Alta como los de la Baja Macedonia, tenían la obligación hacia su rey de servir en
el ejército y el reclutamiento se realizaba sobre base territorial. Con las
incorporaciones territoriales citadas, Hammond calcula que la infantería macedonia
ciudadana aumentó de unos 10000 en 358 a unos 24000 en Queronea, y la
Caballería de los Compañeros de 600 a unos 2800. No solamente ninguna polis por
sí sola podía aspirar a reclutar tal cantidad de hombres, sino que en las poleis los
ejércitos cada vez estaban formados en mayor número por mercenarios, lo que los
convertía en más caros y menos fieles. En Macedonia, a pesar de lo dicho una y
otra vez por Demóstenes, había muy pocos mercenarios (equivocadamente, Parker
consideró mercenarios incluso a los Compañeros, lo cual, de ser aceptado,
impediría entender toda la estructura social macedonia, basada en lazos
tradicionalmente de índole moral) por innecesarios, y sólo los encontramos citados
en las fuentes en relación con tareas secundarias o para guarniciones más o menos
permanentes. Únicamente en la expedición de Parmciuon a Asia Menor en el 336,
podemos hablar de varios miles de mercenarios. No obstante, los macedonios
solían ciertamente recibir como recompensas de las tierras, parte del botín y,
ocasionalmente, recompensas en metálico.
En definitiva, esto suponía por una parte que el ejército macedonio era más barato,
con lo que Filipo podía dedicar la mayor parte de sus riquezas a otros menesteres.
Por otra parte, su composición nacional le daba un mejor espíritu, porque constituía
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una manera de promocionarse en la sociedad y de obtener tierras. Finalmente,
como se verá, contaba con novedades en su panoplia que lo hacían superior.
Su composición estaba organizada en función de la jerarquía social, de modo que
a su cabeza figuraban los hetairoi o Compañeros del Rey, quienes desde el punto
de vista militar formaban la caballería pesada. Constituían la nobleza del reino y
como tales podían en un momento dado actuar como consejeros del rey, al que le
unía un vínculo indeleble de fidelidad, tanto en lo político como en lo militar. Eran
grandes terratenientes y pertenecían a las más importantes familias macedonias,
por lo que su condición era hereditaria, aunque siempre dependiendo de la voluntad
del rey, que podía elegir otros Compañeros, según su capacidad (por ejemplo, el
dramaturgo Eurípides fue nombrado Compañero por el rey Arquelao a finales del
siglo V). En concreto, Filipo incluyó entre sus hetairoi nobles de la Alta Macedonia
e incluso de Tesalia, con el fin de consolidar su posición interna al ampliar la nobleza
tradicional.
La relación personal establecida entre hetairoi y Rey tenía incluso un cierto carácter
sagrado, como se demuestra en la existencia del festival de las Hetairíadas,
presidido por el rey macedonio y dedicado a Zeus Hetaireo.
Según Arriano, existía al menos desde Filipo, tal vez ya desde el siglo V^', una
escuela de Pajes Reales (los denominados basilikoi paides), en la que los hijos de
los hetairoi y en general de las más importantes familias macedonias recibían una
educación a cargo del estado, no sólo militar especializada, sino también filosófica
(Hammond la llama paideia macedonia). Educados en la fidelidad al rey, estaban
destinados a servir primero como cuerpo de guardia del monarca y luego, los más
adecuados, en la Caballería de los Compañeros. Aunque ha sido vista en ocasiones
como una forma benigna de obtener rehenes, era sin duda un honor y una forma de
mantener incólume la estructura social que permite la estabilidad del estado y de la
monarquía, así como de la dinastía en sí misma.
Como complemento, existía un reducido cuerpo de caballería ligera, los prodromoi
o exploradores, y los sarissophoroi o lanceros.
La infantería contaba con dos cuerpos bien diferenciados. Por un lado, los pezetairoi
o "Compañeros de a Pie", que formaban la base tradicional de la infantería pesada.
Debían de ser pequeños y medianos campesinos, la mayor parte de la población
macedonia. Hay un acuerdo prácticamente generalizado entre los investigadores en
el sentido de que serían reclutados en la Baja Macedonia, el ámbito tradicional del
reino, y que existirían ya antes de Filipo^^. Por otro lado, los asthetairoi, de los que
se discute el significado exacto de la palabra. Al margen de cuestiones filológicas,
hay un cierto acuerdo en que constituirían la infantería reclutada en la Alta
Macedonia, para diferenciarlos de los pezetairoi, pero con semejantes funciones.
Finalmente, los hypaspistai, para los que tampoco existe seguridad ni sobre su
función exacta, ni sobre el momento de su creación.

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Juntó a estas tropas nacionales y a la ya citada escasa participación de
mercenarios, el ejército macedonio se nutría asimismo de tropas auxiliares
formadas por aliados: tesalios, fundamentalmente para la caballería, tracios,
peonios, molosos e ilirios.
Su sistema de combate era el de formación compacta en falange, combinado con
el uso oblicuo de la caballería para romper las líneas enemigas, pues no hay que
olvidar que Filipo fue durante su juventud rehén en Tebas y allí conoció
personalmente a Pelópidas y Epaminondas, de los que con toda probabilidad copió
métodos de combate. Sin embargo, la mayor innovación introducida por Filipo fue
el propio armamento de los falangistas, quienes portaban un escudo ligero sujeto a
los hombros (lo que permitía que la formación fuera más compacta que la hoplítica
tradicional) y una larga pica, la sárissa, con una longitud de entre cinco y seis
metros, la cual era manejada por los soldados con las dos manos. Su tamaño y la
mayor movilidad de los macedonios les permitían llegar al cuerpo de los hoplitas
enemigos mucho antes de que éstos pudieran ni siquiera acercarse al núcleo de la
falange. Por otra parte, el equipo era mucho más barato, con lo que más gente podía
proveerse de él con sus propios medios. Tanto desde el punto de vista económico
como estratégico, ésta fue una de las claves para convertir al ejército macedonio en
casi invencible.
Finalmente, también Filipo desarrolló una marina de guerra, así como las técnicas
de asedio, aunque simplemente apuntando algunos elementos que Alejandro se
encargaría de perfeccionar.
De acuerdo con la descrita composición nacional del ejército y en función de las
continuas campañas militares emprendidas por Filipo, debió de producirse durante
su reinado una movilización de gran número de tropas ciudadanas durante largos
períodos. Eso plantea un problema, no resuelto satisfactoriamente hasta ahora, el
de quién trabaja la tierra en esos períodos o habitualmente, dado que la agricultura
era naturalmente la base de la estructura económica.

LA ASAMBLEA
Todos los ciudadanos/soldados se reunían en una asamblea popular al menos dos
veces al año, en primavera y en otoño, al principio y al final de la temporada militar.
Esta asamblea, en la que acudía el ejército en tiempos de guerra, y el pueblo en
tiempos de paz, la convocaba el rey y tenía un importante papel en el nombramiento
de nuevos monarcas y en juicios importantes; podía ser consultada (sin ningún tipo
de obligación) para asuntos exteriores (declaraciones de guerra, tratados) y para
ascender a altos oficiales del estado. En la mayoría de estas ocasiones, la
Asamblea no hacía más que ratificar las propuestas de un órgano menor, el
Consejo. Fue abolida por los romanos cuando reorganizaron Macedonia en el 167
a. C., para prevenir, según Tito Livio, que un demagogo hiciera uso de ella para
rebelarse contra su autoridad.

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EL CONSEJO
El Consejo era un grupo restringido de personalidades importantes del reino,
elegidas y reunidas por el rey para secundarle en el gobierno. No era una asamblea
representativa, sino que era ampliado en ciertas ocasiones con representantes de
las ciudades y unidades cívicas del reino.
El rey tenía menos libertad de lo que podríamos pensar para elegir la composición
del Consejo, puesto que muchos miembros de la alta aristocracia del reino eran
miembros de derechos ex officio.
El Consejo ejercía esencialmente una función probouléutica con respecto a la
Asamblea: elaboraba y proponía las decisiones que esta debía luego debatir y votar,
en numerosos dominios, tales como la designación de los reyes y regentes, pero
también de los grandes administradores, y las declaraciones de guerra. El Consejo
estaba encargado de la instrucción judicial de los procesos capitales. Era también
la primera y la última instancia para todos los casos que no entrañaban la pena
capital.
El Consejo se reunía a menudo y constituía el principal órgano de gobierno.
Cualquier decisión importante del rey era primero objeto de una deliberación.
En el interior del Consejo reinaban los principios democráticos de isegoria (igualdad
de palabra) y de parresía (libertad de uso de la palabra), a los cuales el rey se
sometía como los otros miembros.
Después de la destrucción de la monarquía antigónida por los romanos en el 167 a.
C., es posible que el synedrion subsistiera, al contrario que la asamblea, y quedara
como la única instancia federal de Macedonia dividida en cuatro.

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MACEDONIA, FILIPO Y LA CONQUISTA DE GRECIA

ANTECEDENTES: MACEDONIA ANTES DE FILIPO II

En primer lugar, hay que situar la región de Macedonia. Se encuentra al


norte de Tesalia, en la parte septentrional de la península balcánica. Por el oeste
limitaba con Iliria; por el sur y sudoeste con el Epiro, Tesalia y la península Calcídica;
por el este con Tracia. De todos los estados griegos, Macedonia era el más extenso
de todos, sin embargo, apenas tenía organización, sin cohesión política, económica
y cultural, lo cual, la hacía muy vulnerable ante sus pueblos vecinos.

En algunas ocasiones, los propios griegos incluían a los macedonios entre


los pueblos que consideraban bárbaros puesto que sus costumbres y organización
política eran diferentes de las de las ciudades griegas, aunque, por otra parte, los
macedonios hablaban griego, pero que estaba poco evolucionado en comparación.

Remontándonos al s. VII a.C., los ricos territorios de Macedonia, se


encontraban poblados por gentes muy diversas, aunque con reyes no muy distintos
a los griegos. El principal problema que presentaban estos pueblos es que no tenían
ningún tipo de cohesión entre ellos, estaban fragmentados por lo que en conjunto
eran muy débiles. Así, en el s. VII se asentó la tribu de los Argéadas que pondría su
dominio sobre parte del territorio, aunque, sin embargo, las gentes oriundas del
lugar se negaron a reconocerles, por lo que surgieron diversas luchas internas.

Como primer rey destacado de la dinastía de los Argéadas tenemos a


Alejandro I (498-454 a.C.). Este monarca buscó la consolidación del poder real así
como la extensión de sus dominios. Para ello, realizó una reforma del ejército para
convertirlo en un instrumento eficaz en sus pretensiones. De este modo, añadió al
ejército, además de los nobles que combatían a caballo, a los campesinos como
infantería ligera. Algunos de su logros militares fue el de someter la región de los
bisaltas situados en la orilla occidental del río Estrimón. Además, es destacable es
hecho de que fuera el primer rey macedonio que sería admitido y reconocido por los
griegos como descendiente de una estirpe griega, para lo cual, le admitieron en la
participación de los Juegos Olímpicos.

Además, durante su reinado, Macedonia comenzó a acuñar monedas propias.


La abundancia de emisiones de plata demuestra el buen desarrollo de las relaciones
comerciales del país durante la primera mitad del s. V a.C.

13
Tras la muerte de Alejandro I, sus hijos Filipo, Alcetas y Perdicas se
enfrentaron entre ellos, hasta que la influencia de Perdicas prevaleció sobre las
demás. Tras la muerte de este en el 413, dejó un reino bastante consolidado que
sería heredado por su hijo Arquelao I (413-399 a.C.). Se trató de un rey muy
destacado por toda la serie de reformas que emprendió para el afianzamiento del
poder central y la consolidación de todo el país. Consiguió dotar al reino de unas
bases económicas sólidas; reorganizó el ejército; creo toda una red de caminos para
que las tropas se desplazasen más rápido y el comercio fuera más fluido.

Trasladó la capital a Pella donde atrajo desde Grecia a su corte toda una serie
de referencias culturales de la época como al poeta Eurípides o el pintor Zeuxis.
Con Atenas mantuvo buenas relaciones, la cual, le ayudo en las revueltas que hubo
en varias ciudades macedónicas en contra del rey; además, gracias a estas buenas
relaciones, establecieron un comercio fluido.

En el año 399 el monarca sería asesinado. En los 9 años siguientes, entre el


399-390 a.C., se sucedieron tres reyes: Arquelao II, Amintas II y Pausanias.

Así, el siguiente monarca importante será Amintas III (390-370 a.C.), el cual,
se encontrará un país con gran inestabilidad interna y externa. Nada más comenzar
su reinado tendrá que hacer frente a los ilirios, que bajo el rey Bardilis entraron en
Macedonia ocupando parte del territorio, concretamente, la región de Lincéstida.

Esta confrontación, incluso, llegó a hacer que el rey Aminitas tuviera que salir
del país. Así, pidió ayuda a la Confederación Calcídica, la cual, le restableció en el
poder y además recuperó sus territorios. Sin embargo, pretendían quedarse algunas
ciudades del litoral por lo que, gracias a la intervención de Esparta, pasaron
definitivamente a Macedonia. Por tanto, la política exterior de Amintas III nos da
testimonio de los vínculos establecidos entre Macedonia y las polis griegas ya
durante el primer cuarto del s. IV a.C.

Tras la muerte de Amintas III en el 370 a.C., durante algunos años, se


produjeron luchas internas entre los pretendientes al trono, es decir, entre sus hijos
Alejandro, Perdicas y Filipo. El primero de ellos, Alejandro II se haría con el poder
un breve espacio de tiempo, durante el cual intervino en los asuntos internos de
Tesalia en un intento de ampliar su influencia exterior, ocupando las ciudades de
Larisa y Cranón bajo el pretexto de expulsar a su gobernante. Así, las ciudades de
Tesalia pidieron ayuda a Tebas, la nueva potencia hegemónica, cuyas tropas
obligaron a Macedonia a retirarse. Finalmente, Alejandro II sería asesinado en el
368 a.C.

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Antes de que su sucesor alcanzara la mayoría de edad para gobernar, un
regente se hizo cargo del gobierno, hasta que el 365 a.C. accedió al trono Perdicas
III (365-359 a.C.). Aunque el reinado de este monarca también fue bastante breve,
fue a su vez importante. En política interior logró terminar con la autonomía de la
región de Lincéstide, mientras que en política exterior debilitó a la Confederación
Calcídica aunando fuerzas con Atenas en la conquista de Torone y Potidea. Sin
embargo, entraría en conflicto abierto con Atenas porque ésta quería contra la
ciudad de Anfípolis. Sin embargo, el mayor peligro vino de los ilirios, los cuales
derrotaron al ejército macedónico, muriendo 4.000 soldados junto con el propio
Perdicas.

EL ASCENSO DE FILIPO II

Filipo nació en el 382 a.C. Era el tercer hijo de Amintas III y llegaría al poder
muy joven, con tan solo 23 años, como regente de su sobrino ya que Amintas IV,
hijo de Perdicas III, era todavía un niño. Filipo se haría cargo del reino en un
momento muy delicado, puesto que su hermano acababa de morir en su
enfrentamiento con los ilirios en el 359 a.C. Macedonia se encontraba en un
momento muy difícil, con amenazas externas y luchas internas, para lo cual, Filipo,
no solo logró permanecer en el trono sino que además consolidaría la monarquía,
convirtiendo a Macedonia en un país unido, poderoso y próspero. De este modo,
sabía que tenía que expulsar a los ilirios de su territorio e intentar firmar una alianza
con Atenas para que este no hiciera incursiones por la costa desde Anfípolis.

Para conseguir sus objetivos, lo primero que hizo fue hacer una profunda
reforma del ejército. Durante los tres años que había permanecido con rehén en
Tebas pudo conocer de primera mano las tácticas bélicas de Pelópidas y
Epaminondas. Mejoró el armamento macedonio y la disposición de las tropas
creando nuevas falanges de compactas filas armadas con las sarissas, es decir,
lanzas largas de casi 5 metros, y flanqueadas por una gran caballería y tropas
ligeras. Igualmente innovador fue en el ámbito de la maquinaria bélica, creando
nuevas máquinas de guerra. Así, conseguiría un poderoso ejército formado por unos
20.000 soldados de infantería ligera y 8.000 soldados más entre jinetes y tropas
auxiliare, con el que iniciaría un ambicioso proyecto de conquistas.
Por otra parte, además, fortaleció los lazos de la monarquía con las familias
nobles, atrayendo a los mismos como consejeros, participando como caballeros en
sus conquistas e incluyendo en la corte a los hijos de estos para educarlos y a su
vez tenerlos como rehenes ante algún posible levantamiento. Al mismo tiempo, con
estas acciones, conseguía deshacerse de posibles rivales y reunir en su entorno a
fieles servidores.

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LA CONQUISTA DE GRECIA

Tras arreglar los asuntos internos, Filipo se embarcaría en la empresa de


extender sus dominios. Así, a finales del 359 a.C. aplastó a los peonios del rey
Liceo, situados en el norte, y en el 358 a.C. derrotó al ejército ilirio de Bardilis para
recuperar los territorios perdidos ante este monarca.

Tras estas conquistas, Filipo realizaría la primera campaña de Tesalia, en la


cual, conseguiría apoderarse de las minas de oro del Pangeo. En la primavera del
357 a.C. conseguiría la ciudad de Anfípolis.

Sin embargo, para poder entender como comenzó la conquista de Grecia


por parte de Filipo II, en primer lugar hay que relatar unos hechos que estuvieron
estrechamente relacionados. Estos son los que se refieren a la llamada Tercera
Guerra Sagrada (357-346 a.C.). Desde tiempo atrás, los focidios habían sido
enemigos de los tebanos, mientras que los habitantes de Delfos lo eran de los
focidios. Tras la batalla de Leuctra (ver cita nº 8), los focidios se vieron obligados a
aceptar la supremacía tebana. Tebas intentó imponer una multa desorbitada sobre
los focidios por haberse aprovechado de forma sacrílega de las tierras del templo
de Delfos. Así, estos se negaron a pagar y ocuparon Delfos. Tebas, ante tal acto,
declaró la guerra a los focidios liderados por Filomeno, junto con otras ciudades. A
la muerte de Filomeno, le sucedería Onomarco. Otras ciudades, la de Tesalia, se
sumaron en contra de Onomarco, siendo estas las que pedirían ayuda a Filipo. En
principio, Filipo será derrotado, sin embargo, en el 352 a.C. entró en Tesalia
derrotando definitivamente a Onomarco. Filipo impondría su autoridad en Tesalia,
aunque la guerra no podía darse por terminada entre estas ciudades hasta más
adelante.

El siguiente objetivo de Filipo será Tracia. Esta región se encontraba dividida


en tres reinos. Así, tanto Macedonia por proximidad y Atenas por motivos
comerciales, tenían intereses en la región. Tanto Atenas como Macedonia, por sus
intereses, les convenía mantener la fragmentación política del territorio tracio. De
este modo, en principio, la situación en Tracia se mantendría durante algunos años.

Desde el 351 a.C. los atenienses veían como Macedonia cada vez cobraba
más importancia. En este año, Filipo entró en la ciudad de Epiro y obligó a que se
respetaran los derechos al trono de su cuñado Alejandro y a su vez quitarles el
territorio de Paravea, fronterizo con Iliria. Por tanto, los atenienses veían como sus
intereses comerciales cada vez estaban más afectados, puesto que Filipo también
había incrementado su poder por mar.

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Y así, pronto las ciudades de la Confederación Calcídica sufrirían también
las consecuencias de la nueva expansión macedónica. La ciudad hegemónica de la
misma, Olinto, al ver el aumento de poder macedónico, buscaron un acercamiento
a Atenas. En el 349 a.C., finalmente, Filipo decidió pasar a la ofensiva. Los olintos,
ante esta amenaza, pidieron ayuda a Atenas, los cuales, enviaron tropas de apoyo.
Sin embargo, un giro de los acontecimientos haría que Atenas se viera inmersa en
dos enfrentamientos a la vez, puesto que la ciudad de Eubea se había sublevado,
por lo que dieron prioridad a esta última. Las tropas atenienses acudieron a Eubea,
pero, tras varios enfrentamientos tuvieron que retirarse en el 348 a.C. y aceptar la
independencia de los eubeos. Para cuando los atenienses habían sofocado la
revuelta, enviaron tropas a Olinto pero esta ya había caído en manos de Filipo al
igual que el resto de la Calcídica.

Los fracasos cosechados en Eubea y en Olinto y la creciente superioridad


de Macedonia, habían creado en Atenas la opinión de entablar negociaciones de
paz. En el 346 a.C., tras sucesivos fracasos de intentar diseñar un frente común con
otras ciudades, salió hacia Pela una embajada de atenienses, Filócrates, Esquines
y Demóstenes, que negociaron la llamada Paz de Filócrates sobre la base del statu
quo existente en el momento de la firma, con la que Filipo se reservaba el derecho
de solucionar el problema de la Fócide, enzarzada todavía en la ya mencionada
Tercera Guerra Sagrada contra los tebanos.

Ni los focidios ni los tebanos tenían la suficiente fuerza militar como para
terminar con el conflicto. Ante esta situación, los tebanos pidieron ayuda a Filipo
que envió un pequeño contingente. Así, ya en la primavera del 346 a.C. la situación
mejoró a favor de los intereses de Filipo, puesto que en Fócide estalló una
revolución que permitió a Falaceo hacerse con el poder. Así, Filipo se dirigió hacia
la zona consiguiendo que Falaceo se rindiera. Con el fin de la guerra, faltaba por
determinar los términos de la condena a los focidios. Los miembros de la anfictionía
de Delfos fueron convocados para determinar el castigo: además de las sanciones
económicas pertinentes, la acción más destacada es que el voto y lugar que
ocupaba Fócide en la anfictionía sería entregada a Macedonia. De este modo, no
solo se reconocía a Macedonia como otro estado griego digno de ser escuchado en
las asambleas anfictiónicas sino que además tuviera la capacidad de designar a sus
delegados para el Consejo. En conclusión, ahora, Filipo tenía entre sus manos la
capacidad de actuar legítimamente en muchos de los problemas griegos.

A partir del 342 a.C. y con el objetivo de asegurar las fronteras orientales
macedónicas hasta el Danubio, Filipo comenzó la conquista de esta región. Tal acto
suponía una amenaza para los intereses de los atenienses en la zona del

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Quersoneso. Así, los atenienses enviaron un contingente de mercenario que
atacaría aliadas de Filipo como Cardia y además, sometieron a saqueos muchas
ciudades tracias. Ante esta situación, Filipo exigió de inmediato su regreso, a lo cual
se negaría. Filipo reaccionó, y, mientras un convoy de suministros se dirigía a
Atenas, lo atacó y se apoderó de su cargamento. De este modo, los atenienses
declararían oficialmente la guerra a Macedonia.

Atenas contaba son superioridad marítima, no así terrestre. De ahí, la


importancia de la postura que tomaría Tebas puesto que podía estorbar en el
avance del ejército macedónico por la Grecia central. Sin embargo, la situación cada
vez se fue haciendo más compleja a raíz de ciertos acontecimientos: en el 339 a.C.
Atenas, en la anfictionía délfica fue acusada por los locrios de Anfisia de haber
cometido sacrilegio. Al mismo tiempo, el enviado ateniense denunció a Anfisia por
haber cultivado por su cuenta tierras consagradas al dios Apolo. Los miembros de
la anfictionía enviaron un contingente contra Anfisia. Mientras, los tebanos
aprovecharon para tomar la fortaleza que controlaba las Termópilas pensando que
así impedirían el acceso de Filipo a la Grecia Central ya que había recibido de la
anfictionía el encargo de conducir la guerra contra Anfisia.

Sin embargo, Filipo entraría en Grecia central y se apoderaría de la fortaleza


tebana de Elatea. Ante esta situación, Atenas pacto una alianza con Tebas en la
que esta última dirigiría las tropas. Los atenienses establecieron una línea defensiva
en Beocia, y al mismo tiempo, pidieron ayuda a otras ciudades griegas para impedir
el paso de Filipo. Sin embargo, el ejército de Filipo consiguió tomar Anfisia, Quereto
y Naupacto. La batalla de Queronea del 338 a.C. supondrá una gran victoria para
los macedonios.

Tras la derrota ateniense en esta última batalla, Filipo ofreció la paz,


devolviendo incluso a los prisioneros griegos.

Después de estos tumultuosos acontecimientos, Filipo, con una gran


capacidad diplomática, fue haciéndose con el control, de una forma u otra, de la
mayor parte del territorio griego. Así, en el 337 a.C. se reunió en Corinto un congreso
de todas y cada una de las comunidades griegas. Los estados que enviaron
representantes a Corinto formaron una Liga con poderes para declarar la guerra y
la paz, imponer tasas y decretar la movilización de las tropas, para lo cual, se eligió
a Filipo jefe supremo del ejército que debía dirigirse a Asia para luchar contra los
persas, lo cual había ambicionado durante mucho tiempo el monarca macedonio,
una Grecia que hiciera frente común contra los persas que tantos agravios les

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habían causado durante tanto tiempo. Sin embargo, poco duraría su entusiasmo
puesto que en el 336 a.C. sería asesinado.

ALEJANDRO MAGNO: NACIMIENTO Y LLEGADA AL PODER

En primer lugar, Alejandro III de Macedonia, más conocido como Alejandro


Magno, nació el 20 de septiembre de 356 a. C. en Pela, antigua capital de
Macedonia. Fue hijo y sucesor a su vez de un militar de gran mérito, Filipo II rey
que engrandeció Macedonia y unifico Grecia. Su madre fue una enigmática mujer,
Olimpia, hija de Neoptólomeo I de Epiro y princesa de Epiro. Fue el rey de
Macedonia desde 336 a,C. hasta su temprana muerte en el 323 a.C. Desde su
niñez, su padre Filipo lo había preparado para reinar, proporcionándole una
experiencia militar y encomendando a Aristóteles como tutor personal para su
formación intelectual y un gran dominio de la oratoria.

Alejandro tenía el hábito de inclinar ligeramente la cabeza sobre el hombro


derecho, de baja estatura con cutis blanco, cabello ondulado de color castaño claro
y ojos heterócromos, el izquierdo marrón y el derecho gris, que no se sabe si eran
de nacimiento o por un traumatismo craneal.

Su educación fue inicialmente dirigida por Leónidas, pariente de Olimpia y


estricto maestro macedonio que daba clases a los hijos de la más alta nobleza, que
lo inició en la ejercitación corporal pero también se encargó de su educación.
Lisímaco, un profesor de letras bastante más amable y que se ganó el cariño del
Magno llamándole Aquiles y a su padre, Peleo. Sin embargo, a los 14 años fue
puesto bajo la tutela de Aristóteles, que sería su maestro en un retiro de la ciudad
macedonia de Mieza y le daría lecciones sobre política, elocuencia y la historia
natural. Alejandro sabía de memoria los poemas homéricos y todas las noches
colocaba la Ilíada debajo de su cama.

Muy pronto su padre lo asoció a tareas del gobierno nombrándolo regente, a


pesar de su juventud. En el 338 a. C. dirigió la caballería macedónica en la la batalla
de Queronea, siendo nombrado gobernador de Tracia ese mismo año. Desde
pequeño, Alejandro demostró las características más destacadas de su
personalidad: activo, enérgico, sensible y ambicioso. Es por eso que, a pesar de
tener apenas 16 años, se vio obligado a repeler una insurrección armada. Se afirma

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que Aristóteles le aconsejó esperar para participar en batallas, pero Alejandro le
respondió: «Si espero perderé la audacia de la juventud.»

Se cuentan numerosas anécdotas de su niñez, siendo la más referida aquella


que narra Plutarco: El primer encuentro de Alejandro con Bucéfalo fue cuando aquel
tenía solo doce años. Cuando su padre, el rey Filipo de Macedonia, estaba a la
compra de caballos, le trajeron a Bucéfalo, que empezó a actuar de una manera
salvaje, saltando y coceando a su alrededor. Como nadie parecía capaz de
someterle, Filipo ordenó que se lo llevaran de allí, por imposible. Y Alejandro
exclamó: “Qué pena que un ejemplar tan magnífico se pierda por la incompetencia
de algunos”. Filipo respondió: “¿Crees que tú podrías hacer lo que estos hombres
con más edad y experiencia no han podido?”. Y Alejandro respondió: “Yo seré capaz
de hacerlo”. Nadie le creyó. Pero Alejandro observó que el caballo estaba asustado
de su propia sombra, y le colocó de forma que se enfrentara al sol. Entonces
Alejandro se agarró a la crin y saltó sobre la grupa de Bucéfalo. Acariciándolo y
hablándolo suavemente, Alejandro lo cabalgó enfrente de su padre con mucho
orgullo. Filipo, impresionado, pagó un buen precio por el caballo y se lo dio a su hijo
Alejandro, diciéndole: “Hijo, busca un reino que se iguale a tu grandeza, porque
Macedonia es pequeña para ti.”. A partir de entonces, Bucéfalo dejó a los criados
que se ocuparan de él, pero sólo consintió a ser montado por Alejandro.

Tras la batalla, un nuevo matrimonio de Filipo con la joven macedónica


Eurídice, relegando a Olimpia, que podría llegar a poner en peligro el derecho de
Alejandro al trono, hizo que Alejandro se enemistara con Filipo. Es famosa la
anécdota de cómo, en la celebración de la boda, el tío de la novia, llamado Atalo,
ofendió a Alejandro porque dijo que del matrimonio de ambos diera un heredero
legítimo al rey, en alusión a que la madre de Alejandro era una princesa de Epiro y
que la nueva esposa de Filipo, siendo macedonia, daría a luz a un heredero
totalmente macedonio, con lo cual sería posible que se relegara a este último la
sucesión. Alejandro se enfureció y le lanzó una copa, espetándole: «Y yo ¿qué soy?
¿un bastardo?» En ese momento Filipo, se acercó a poner orden queriendo
desenvainar su espada contra su propio hijo, pero debido a su estado de
embriaguez, se tropezó y cayó al suelo, lo que le granjeó una burla de Alejandro:
«He aquí el hombre que quiere cruzar Asia, pero ni siquiera es capaz de pasar de
un lecho a otro sin caerse.» La historia le valió la ira de su padre, por lo que
Alejandro tuvo que irse a Epiro junto a su madre. Sin embargo, Filipo terminaría por
perdonarle.

Aunque el papel de Alejandro Magno es indiscutible, para entender mejor la


figura de Alejandro, no está de más que tratemos de considerar el peso decisivo de
su herencia macedonia. Muchos de los comportamientos de Alejandro a lo largo de
su corta existencia no se entenderían correctamente sin tener en cuenta el papel

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desempeñado por su progenitor. Filipo II consiguió hacer de Macedonia un estado
fuerte y poderoso, capaz de albergar serias aspiraciones a ocupar un lugar de
privilegio dentro del concierto internacional de la época, pues sometió a la
aristocracia al poder real, reorganizo el ejército y la explotación de las minas de oro
en el Pangeo. El rey había cambiado del todo la vida de los macedonios y había
convertido a Macedonia en la potencia dominante de la Helade.

Las condiciones naturales y sociales antes de la llegada al trono de Filipo, no


eran similares a las del resto del mundo helénico. Continuaban viviendo a la manera
tradicional, muy diferente al modo de vida griego. Sufría inestabilidad continuada de
sus fronteras exteriores. Su cercanía con poblaciones nómadas que basaban sus
formas de vida en el pillaje de los territorios más próximos la situaba como blanco
perfecto de sus repetidas y estacionales incursiones en busca de botín. Esta
inestabilidad de sus fronteras era una amenaza permanente para la seguridad de
sus habitantes y tuvo también siempre un peso determinante sobre la cohesión
interna del reino y sus expectativas de futuro. Desde el punto de vista interno, la
situación en Macedonia era confusa e inestable.

La situación desigual del país favorecía el desarrollo de noblezas locales muy


poderosas que controlaban sus respectivos territorios frente a las demandas
centralizadoras de la dinastía reinante.

Los intereses cruzados de la casa real reinante y de los otros clanes


nobiliarios entraban en constante pugna. Había una necesidad urgente de
asegurarse las espaldas ante posibles conjuras en un medio en el que el carácter
implacable de la lucha interna por el poder era una nota dominante.

La cohesión de Macedonia como un Estado fuerte se veía también


amenazada desde la órbita griega, pues una Macedonia fuerte y estable en el norte
perjudicaba seriamente los intereses y perspectivas de unos y otros. Por eso
decidieron tomar parte activa, sobre todo los atenienses, en los conflictos internos
que asolaban el reino macedonio.
Filipo tuvo que afrontar de forma inteligente y decidida esta situación. Tomó
parte interesada en las guerras sagradas y pudo ocupar un lugar privilegiado en la
anfictionía. Esto le proporcionó un cierto prestigio y aseguraba un lugar de relieve
para Macedonia dentro del panorama griego.

Además, Filipo construyó un ejército impresionante: la casi toda poderosa


falange, que estaba formada por soldados fuertes y disciplinados, curtidos en las
duras campañas contra los bárbaros del norte y que portaban unas largas lanzas
de casi cinco metros y combatían en formación compacta y cerrada.

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Utilizó como instrumento militar decisivo la célebre caballería compuesta por
el grupo privilegiado de los “compañeros del rey”, un grupo elegido de jóvenes que
se habían formado conjuntamente desde niños en el ejercicio de las armas. Así
tenían fuertes lazos de solidaridad interna y una devoción inquebrantable hacia la
persona del monarca. Una especie de “primus inter pares”.

Consiguió también reunir un importante contingente de tropas auxiliares los


componentes de las primeras filas enarbolaban hacia el frente las lanzas y, de forma
sucesiva, el resto de las filas las inclinaban hacia el cielo en ángulo creciente
construyendo un caparazón defensivo.

Otras innovaciones fueron la formación en cuña de la caballería, el tren de


asedio, la catapulta de torsión. Filipo siempre estuvo al lado de sus tropas, tanto en
las primeras filas de combate como en las celebraciones y festejos.
Para la conquista del imperio persa había constituido un ejército imponente,
dotado de un armamento contundente y de una maquinaria de guerra importante.
Había formado un cuerpo militar dirigente perfectamente coordinado entre sí. Se
había asegurado también sobre bases firmes sus dominios egeos, creando una
retaguardia sólida.

La concreción de apoyos institucionales como la liga de Corinto, hacía


presagiar una campaña exitosa contra los persas, un enemigo que siempre había
parecido soberbio y espectacular a los ojos de los griegos.

En la primavera del año 336, iniciada ya la invasión de Persia, el rey Filipo


fue asesinado por un noble macedonio y capitán de su guardia, Pausanias. Nunca
se supo si este asesinato fue como resultado de una conspiración atribuida a una
historia amorosa de Filipo, aunque se sospecha que pudo ser Olimpia o los persas.
Aunque Pausanias tenía sus propios motivos para dar muerte al rey, su rápida
captura y ejecución hicieron imposible aclarar las circunstancias del magnicidio.
Alejandro, a la temprana edad de 20 años, fue coronado rey de Macedonia.

ALEJANDRO MAGNO: REYNADO Y CONQUISTAS

Tras el asesinato del rey Filipo II, por Pausanias, Alejandro fue nombrado rey
de Macedonia a la edad de 20 años.
Tras suceder a su padre, Alejandro se encontró con que debía gobernar un
país radicalmente distinto de aquel que heredó Filipo II 23 años antes, ya que
Macedonia había pasado de ser un reino fronterizo, pobre y considerado de
segunda fila por los griegos, a convertirse en un territorio que durante el gran

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reinado de Filipo se consideraba como parte de la Hélade y un poderoso Estado
militar de fronteras consolidadas, con un gran ejército experimentado como era la
falange y su célebre caballería, y que dominaba indirectamente a Grecia a través
de la Liga de Corinto.

La muerte del gran Filipo supuso que algunas polis griegas, capitaneadas por
Tebas y Atenas sometidas por él se alzasen en armas e hicieran una rebelión contra
Alejandro ante la aparente debilidad de la monarquía macedonia. No obstante,
Alejandro demostró rápidamente su destreza militar atravesando Tesalia para
someterla nuevamente y acto seguido venció a los griegos tomando, destruyendo y
arrasando Tebas y reduciendo a sus habitantes a la esclavitud, aunque perdonó a
Atenas, les obligo a reconocer su supremacía haciéndose nombrar Hegemon,
comandante supremo de la Liga Helénica, comandante en jefe de la Liga de Corinto
y presidente de la Liga Tesalia. De esta manera se ponía de manifiesto que el joven
rey era el dueño absoluto de Grecia, continuando la política expansionista de su
padre, de quien heredó la inteligencia política y la energía. Las tropas estaban
dispuestas para la lucha. Las temidas falanges macedonias, constituidas por
aguerridos y fieros combatientes en formación compacta, armados con lanzas de
casi cinco metros, la poderosa caballería y los contingentes de tropas auxiliares
estaban preparadas para ponerse a disposición de su rey, que iría al frente de ellas,
participando en la batalla como un combatiente más.

Inmediatamente después, en el 334 a. C. Alejandro se dispuso a cumplir su


siguiente proyecto: inicio la campaña militar por la que será más conocido: la
conquista del inmenso y poderoso imperio persa, enemigo histórico y continuando
así la empresa que su padre había iniciado poco antes de morir. El proyecto ya
estaba en la mente de Filipo, quien había establecido posiciones en los territorios
de la Tracia y el norte del mar Egeo, excelentes puntos de partida para futuras
expediciones. Alejandro cogió el testigo y convenció a las demás ciudades helénicas
de los beneficios de la empresa asiática, dotando la campaña de un significativo
panhelenismo. La conquista de los territorios del Imperio Persa solventaría buena
parte de los problemas de la población helena, a la vez que se vengarían las
afrentas sufridas a manos de los persas en el siglo V a. C. En la primavera de 334
a. C. Alejandro salió de la ciudad de Pella, capital de Macedonia, y durante once
años se dedicará a conquistar todas las regiones de Asia. Antípatro quedo como
regente de Macedonia, provocando una manifiesta tensión con Olimpia.

El ejército de Alejandro estaba constituido por unos 25.000 infantes, 5.000


jinetes, 7.000 arqueros y 900 unidades de tropas auxiliares. El Imperio Persa
contaba con un ejército infinitamente superior; unos 50.000 mercenarios griegos y
más de 30.000 soldados procedentes de las levas, junto a la famosa guardia
personal del rey, llamados los Diez Mil Inmortales, y las tribus de las montañas. Las

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provincias imperiales más alejadas estaban controladas por puestos fortificados y
los recursos imperiales eran casi ilimitados, producto del ajustado engranaje de la
maquinaria política y administrativa persa. A pesar de las contundentes diferencias,
Alejandro Magno se impuso invariablemente sobre sus enemigos, merced a su
excelente organización y adiestramiento, así como al valor y al genio estratégico
que demostró; las innovaciones militares introducidas por Filipo (como la táctica de
la línea oblicua) suministraban ventajas adicionales.

Las tropas helénicas llegaron a Asia Menor con la confianza de contar con la
ayuda de las ciudades griegas ocupadas por los persas desde hacía bastante
tiempo. Sin embargo, en estas ciudades se había producido una significativa
prosperidad económica, que era amenazaba con la llegada de las tropas de
Alejandro. Esta es la razón por la que en ciudades como Mileto o Halicarnaso el
monarca helénico se encontró con una encarnecida resistencia hasta su definitivo
sometimiento. La primera victoria sobre los persas tuvo lugar en la batalla de
Gránico, en el mes de junio de 334. Alejandro obtenía además una importante
victoria moral y el apoyo de algunas ciudades griegas de Asia. La campaña no había
hecho nada más que empezar. En abril del año 333 Alejandro llega a la ciudad de
Gordion, donde existía una curiosa leyenda. Quien desatara el nudo del yugo del
carro de Midas se convertiría en el dueño de Asia. Sacando su espada, Alejandro
cortó el nudo. Esta anécdota, quizá falsa, será aprovechada como propaganda de
las futuras conquistas a realizar. Desde allí se encaminará hacia el sur, llegando a
la ciudad cilicia de Tarso, donde Alejandro cae enfermo tras tomar un baño frío
cuando estaba agobiado por el calor.

La siguiente campaña se inició tras el paso de las Puertas Cilicias, que


franqueaban el acceso hacia la costa fenicia y Mesopotamia. En noviembre del año
333 tuvo lugar la famosa batallas de Issos. Las tropas persas eran dirigidas
personalmente por el rey Darío III Codomano, pero un error táctico y la valentía de
los helenos dieron la victoria definitiva a Alejandro. Darío huyó, mientras su familia
era capturada. Su madre, Sisigambis, su esposa, Estatira, sus hijas Estatira y
Dripetis y un varón llamado Oco caían en manos del rey macedonio, siendo tratadas
con especial dedicación, concediéndoles las atenciones propias de su realeza y sus
atributos. En Damasco se hizo con el tesoro real persa, aportando una necesaria
inyección económica a los escasos fondos con que contaba Alejandro. Darío intento
llegar a un pacto con Alejandro, lo que colocaba a ambos mandatarios en una cierta
situación de paridad.

Siguiendo una política de acercamiento con los pueblos vencidos, Alejandro


mantiene una estrecha relación, aunque no se habla de matrimonio, con la noble
persa Barsine, viuda de Memnón e hija de Artabazo.

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El monarca macedonio empezaba a ser considerado como una seria
amenaza para los persas. Sin embargo, Alejandro decidió dirigir sus pasos hacia
Fenicia y Palestina. En Tiro y Gaza encontró una contundente resistencia. La
primera ciudad sufrió un asedio de seis meses, mientras que la segunda resistía
durante dos meses. Alejandro resultó herido en un hombro y sus tropas tuvieron
numerosas bajas, lo que se reflejó en el inmisericorde trato que recibieron los
derrotados. Los habitantes de las ciudades que sobrevivieron a la masacre fueron
vendidos como esclavos.

Desde Palestina pone Alejandro rumbo a Egipto, campaña en la que apenas


encontró resistencia por parte de las guarniciones persas. El macedonio fue recibido
en Egipto como un auténtico héroe, ya que les liberaba de la sumisión persa,
especialmente odiada por la población local en el plano religioso. El macedonio sacó
partido de estas diferencias, ya que adoró a los dioses egipcios y reconstruyó
algunos templos que se encontraban en delicada situación. Con estos gestos acabó
por ganarse la voluntad del pueblo egipcio, especialmente del clero. Se hizo cargo
del gobierno del país, nombrándose faraón y dividiendo el territorio en tres zonas
dirigidas por funcionarios egipcios, aunque la fuerza militar que supervisaba la
seguridad era macedonia. En el delta del Nilo, Alejandro fundaba la famosa ciudad
de Alejandría, la primera que llevaría su nombre.

Una vez dueño de Egipto, el rey macedonio decidió emprender la acción más
impactante de su aventura asiática: tomar el corazón del Impero Persa. Se dirigió
hacia el curso alto del Eufrates, donde fundó Niceforio, y llegó hasta el Tigris sin
apenas encontrar resistencia. Darío ofreció 10.000 talentos de oro por el rescate de
su familia, así como el control de todos los territorios al oeste del Eufrates. Alejandro
rechazó esta oferta, lo que provocó tensiones con algunos generales. El rey persa
pasó a la ofensiva y organizó un potente ejército con el objetivo de rechazar a tan
peligroso y altanero enemigo. Reclutó un amplio número de tropas en la zona
oriental de su Imperio y se fue al encuentro de los macedonios. En el mes de octubre
del año 331 tuvo lugar la definitiva batalla de Gaugamela. Alejandro atacó el centro
de las tropas persas, lo que rompió sus líneas, provocando la huida de Darío y una
desbandada generalizada. La nobleza persa veía cómo su rey era vencido por
segunda vez consecutiva y decidió prescindir de él. Darío fue asesinado y Alejandro
se prestó a un paseo triunfal por el maltrecho imperio.

En Babilonia fue recibido como un libertador y colmado de honores. Desde


allí se dirigió a Susa y Persépolis, las capitales imperiales. Persépolis fue
incendiada, en un gesto difícil de entender y que fue duramente criticado por
Parmenión, uno de sus más importantes generales. La captura del tesoro real
permitió a Alejandro la contratación de nuevos mercenarios, dirigiéndose hacia un

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nuevo objetivo: la ciudad de Ecbatana. Allí licenció a las descontentas tropas
griegas de la Liga de Corinto, aunque la expedición conquistadora continuaba.

Las satrapías superiores de Bactriana y Sogdiana serán los siguientes


objetivos, ya que hacía allí se habían dirigido los asesinos de Darío. Esta parte de
la campaña militar de Alejandro será la más complicada, debido al rigor del clima,
los ataques de las tribus montañesas en forma de guerrilla y lo desconocido del
terreno. La dureza del avance provocó una sensación de descontento entre las
tropas macedonias, aumentando el ambiente contrario al rey, reflejado en las
crecientes conjuras contra Alejandro que se empiezan a suceder. Otro de los
motivos de la distancia abierta entre el rey y sus tropas será la política de alianzas
con la nobleza irania establecida por Alejandro. Dentro de esta política encontramos
la boda con una princesa irania llamada Roxana, hija de Oxiartes, con quien tendrá
un hijo póstumo llamado también Alejandro. Plutarco nos cuenta que Alejandro se
casó profundamente enamorado, aunque no debemos dejar de lado el carácter
diplomático del enlace. Con este matrimonio reforzaba la orientalización de su
política, lo que aumentó la desconfianza de un amplio sector de militares
macedonios.

Los territorios más septentrionales del Imperio Persa eran ocupados en el


328, alcanzando la frontera del río Jaxartes. Desde allí Alejandro decidió descender
hasta la India. Para ello reforzó con tropas persas su contingente militar, cada vez
más cansado y mermado de sus originales efectivos. Se alió con algunos reyes
indios para facilitar la conquista del territorio, aunque no consiguió reducir la dureza
de la campaña debido la pertinaz resistencia de los indígenas. Uno de los
encuentros más duros tuvo lugar con el rey Poro, una especie de gigante con el que
Alejandro se enfrentó en el 326, a orillas del río Hidaspes. La victoria cayó del lado
del macedonio y Alejandro pensó en continuar con su expedición conquistadora
dirigiéndose hacia el Ganges, una vez superado el Indo y llegado al río Hífasis. Pero
las tropas estaban cansadas tras más de ocho años de aventura, por lo que el
regreso se convertía en la mejor medicina para todos, excepto para el ambicioso
Alejandro. Siguiendo el curso del Hífasis llegaron hasta la ciudad de Patala,
luchando duramente con los indígenas y sufriendo la rebelión de los reyezuelos
anteriormente sometidos.

Desde Patala se organizó el regreso, dividiéndose el ejército en tres cuerpos,


dirigidos por Crátero, Nearco y Alejandro. En los diferentes territorios conquistados
se realizarán continuas fundaciones de ciudades, llamadas Alejandría, que servirían
para un estricto control de la zona donde se asentaban.

Arriano hace referencia a continuos escarceos amorosos de Alejandro en


estos años, posiblemente motivados por la ausencia de heredero. Quizá sea ésta la
causa de la boda con Barsine en el año 324. Alejandro descubrió el grado de
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civilización de los orientales, a los que antes había tenido como bárbaros. Concibió
entonces la idea de unificar a los griegos con los persas en un único imperio en el
que convivieran bajo una cultura de síntesis. Para ello integro un gran contingente
de soldados persas en su ejército, organizó en Susa “La boda de Oriente con
Occidente” es decir, el matrimonio simultáneo de miles de los militares macedonios
más destacados con princesas persas. Barsine era la hija mayor de Darío III y fue
asesinada por Roxana antes del nacimiento de Alejandro IV. Según Aristobulo, en
esta multitudinaria ceremonia también se casó con Parisátide, la hija de Oco.

Una vez conquistada la capital de los persas, Alejandro licenció a las tropas
griegas que le habían acompañado durante la campaña y se hizo proclamar
emperador ocupando el puesto de los Aqueménidas. Enseguida lanzó nuevas
campañas de conquista hacia el este: derrotó y dio muerte a Bessos y sometió
Partia, Aria, Drangiana, Aracosia, Bactriana y Sogdiana. Dueño del Asia central y
del actual Afganistán, se lanzó a conquistar la India (327-325), albergando ya un
proyecto de dominación mundial. Aunque incorporó la parte occidental de la India,
que culminó con la victoria sobre el rey indio Poros, tras esto Alejandro tuvo que
renunciar a continuar avanzando hacia el este por el amotinamiento de sus tropas,
agotadas por tan larga sucesión de conquistas y batallas, querían volver a sus casas
a ver a sus mujeres e hijos pues habían pasado muchos años sin saber de ellos.

La reorganización de aquel gran Imperio se inició con la unificación


monetaria, que abrió las puertas a la creación de un mercado inmenso; se impulsó
el desarrollo comercial con expediciones geográficas como la mandada por
Nearcos, cuya flota descendió por el Indo y remontó la costa persa del Índico y del
golfo Pérsico hasta la desembocadura del Tigris y el Éufrates. También se
construyeron carreteras y canales de riego. La fusión cultural se hizo en torno a la
imposición del griego como lengua común (koiné). Y se fundaron unas 70 ciudades
nuevas, la mayor parte de ellas con el nombre de Alejandría (la principal en Egipto
y otras en Siria, Mesopotamia, Sogdiana, Bactriana, India y Carmania).

Bucéfalo fue el caballo más famoso de la Antigüedad. Su nombre significa


‘cabeza de buey’, y se le llamó así a causa de la anchura de su frente, con una
estrella blanca, y su cara algo redondeada. Aunque no de una estatura elevada, se
hizo famoso por haber llevado a su amo, Alejandro Magno, a través de todas sus
campañas en Asia. Finalmente murió a causa de heridas recibidas en una batalla,
el año 327 a. C. Tenía entonces 30 años. En su honor, Alejandro celebró un solemne
funeral y fundó una ciudad en su nombre. Alejandro reconocía que a Bucéfalo se
debía una gran parte de su éxito en las guerras de Asia.

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MUERTE Y DIVISION DE SU IMPERIO

Los últimos años de Alejandro están caracterizados por las continuas purgas
realizadas entre sus estrechos colaboradores, como se pone de manifiesto en el
proceso y ejecución de Filotas. Filotas era hijo de Parmenión, dos de los más
insignes militares del ejército macedonio. Se convirtió en un estrecho colaborador
del rey, despachando en su tienda dos veces al día. Pero la relación entre ambos
se fue distanciando y Filotas no informó a su señor de una conjura que tuvo lugar
en la ciudad egipcia de Frada. Esta actitud provocó su detención y posterior proceso
por traición. Condenado a muerte, fue ejecutado junto a otros personajes acusados
de participar y ocultar la conjura. El propio Parmenión también será asesinado.
Algunos especialistas intentan explicar estas crueles respuestas de Alejandro
basándose en la peculiar situación de su Macedonia natal, donde el poder nobiliario
provocaba continuos enfrentamientos con la monarquía, que debían ser sofocados
de manera ejemplar. Las revueltas de en el seno de las tropas, víctimas del
agotamiento y de la continuada ausencia de sus lejanos hogares, también serán
características de estos momentos finales.

Durante la celebración de los Juegos Olímpicos de 324 Alejandro anunció


una de sus medidas más controvertidas: el obligatorio regreso a las ciudades
griegas de los exiliados. De esta manera conseguía un amplio número de
incondicionales, dispuestos a defender la política del rey ante los posibles conatos
de rebeldía que se produjeran en las polis. Sin embargo, el decreto era una
auténtica bomba, ya que amenazaba la estabilidad política y económica de toda la
Hélade. Alejandro era visto por todas las ciudades griegas como un auténtico tirano,
el peor cáncer para Grecia, consiguiendo un amplio número de enemigos que no
llegaron a actuar por la temprana muerte del rey. Aquí debemos encontrar las bases
para el desarrollo de una auténtica leyenda negra y muchísimas críticas en torno a
la figura de Alejandro, presentado desde ese momento a Alejandro como una
persona excesivamente aficionada a la bebida, de promiscua ambigüedad sexual,
cruel y megalómana.

Alejandro Magno murió en la ciudad de Babilonia en el 323 antes de Cristo.


Su fallecimiento, a los 32 años llegó tras dos semanas de fuerte fiebre, diafóresis,
dolor abdominal agudo y periodos de debilidad unidos a otros de delirio. Desde
aquel momento se empezó a especular con las causas de su muerte y hoy, más de
2.300 años después, siguen apareciendo datos que dan luz a uno de los sucesos
que han abierto más incógnitas en la historia.

El palacio exacto donde murió no se sabe, aun no se conoce muy bien acerca
de Babilonia y sus palacios, en fin, Alejandro muere en junio del 323 a.C. le faltaba
poco más de un mes para cumplir los 33 de una supuesta neumonía, aunque

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abundan teorías como que murió después de sobrepasarse en sus banquetes con
el alcohol, otra de un posible envenenamiento ejercido por sus generales más
ambiciosos por parte de los hijos de Antípatro (Casandro y Yolas, siendo éste último
copero de Alejandro) u otros, enfermedad (se sugiere que pudo ser la fiebre del
Nilo), o una recaída de la malaria que contrajo en el 336 a. C o el largo viaje junto a
los diferentes climas y lugares por los cuales había pasado él, entre ellos la India y
las heridas que llevaba lo debilitaron, contrayendo tifus en la India y empeorando su
enfermedad al llegar a Babilonia.

Envenenamiento, infección, fiebre tifoidea… muchas han sido las hipótesis


sobre la muerte de Alejandro Magno. Investigadores han incorporado una nueva
teoría: el virus del Nilo. Argumentan su hipótesis por los síntomas descritos y por el
fallecimiento abundante de córvidos durante su llegada a Babilonia.

Esta enfermedad no había sido considerada como causa de la muerte de


Alejandro debido a que sólo hace unos pocos años ha sido conocida globalmente.
El Flaviviridae Flavivirus fue aislado por primera vez en un paciente ugandés en
1937, y es uno de los numerosos virus que causan encefalitis, una infección que se
caracteriza por la fiebre, cambios cognitivos, dolor abdominal y en algunos casos
desemboca en estado comatoso. El virus del Nilo, transmitido por mosquitos, utiliza
como reservorios naturales a los pájaros. Su distribución depende en gran medida
de las migraciones de aves, que al llegar a su destino y al ser picadas por mosquitos
transmiten la infección a los humanos.
En la antigüedad, el comportamiento de las aves era signo de augurio; por
eso, antes de las batallas o cualquier suceso destacado se observaban sus
movimientos. Los investigadores releyeron las crónicas de Plutarco, en especial la
dedicada a la entrada de Alejandro en Babilonia. El historiador escribe: “cuando
Alejandro llegó, en las murallas de la ciudad se vieron a muchos cuervos picándose
unos a otros, multitud yacían muertos y otros caían a su paso…”. Plutarco anotó
este comportamiento anómalo de los animales como un preludio de la muerte de
Alejandro que se produjo semanas después. Falleció tras dos semanas con fiebre
y los signos externos hacen pensar que se trató de una encefalitis, según las
narraciones de Plutarco, que interpretó como un mal augurio la muerte masiva de
aves. En este caso, tal vez los augurios fueran acertados.

La teoría del envenenamiento deriva de la historia que sostenían en la


antigüedad Justino y Curcio. Según ellos, Casandro, hijo de Antípatro, regente de
Grecia, transportó el veneno a Babilonia con una mula, y el copero real de Alejandro,
Yolas, hermano de Casandro y amante de Medio de Larisa, se lo administró.
Muchos tenían razones de peso para deshacerse de Alejandro. Las sustancias
mortales que podrían haber matado a Alejandro en una o más dosis incluyen el
heléboro y la estricnina.
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Otra versión también muy probable fue la de su enfermedad gástrica (citada
en “Las Vidas Paralelas” de Plutarco) que lo hizo depender durante toda su vida de
una medicina que preparaba especialmente su antiguo maestro Aristóteles, quien
lo educó y a quien durante toda su vida le envió plantas y especies exóticas para
examinar durante sus conquistas en el lejano Este. Esta medicina que preparaba
Aristóteles especialmente para él pudo contener algún ingrediente que pudiera ser
tóxico y que le podría haber dañado gradualmente algún otro órgano vital.

Parece ser que ahora algunos investigadores sostienen que el conquistador


macedonia fue asesinado por su última esposa, la princesa bactriana Roxana, quien
le suministró una dosis letal de estricnina, quizás llevada por un sentimiento de
venganza ante las continuas infidelidades de su cónyuge. Afirman que las fiebres
que asaltaron a Alejandro coinciden con la sintomatología de la estricnina, entonces
un veneno poco conocido, pero que Roxana pudo haber descubierto en la India.

En otra hipótesis, indican que tras una de las bacanales fiestas hartas de
excesos que le eran habituales, después de practicar su desmedida afición a la
ingesta de alcohol en la copa de Hércules y descuidando los cambios de
temperatura, cayó enfermo y falleció al poco a causa de una Neumonía.

DESPUÉS DE ALEJANDRO

La temprana muerte de Alejandro Magno, le impidió consolidar el imperio que


había creado y relanzar sus conquistas. El imperio no sobrevivió a la muerte de su
creador, pues antes de morir, se le pregunto quíen le sucedería, pero nadie le
comprendió y se desencadenaron luchas sucesorias y ciertos personajes como
familiares y herederos como su madre Olimpia, su esposa Roxana, su hijo
Alejandro, su amante Barsine y su hijo Heracles, fueron víctimas mortales del odio
del despiadado y ambicioso Casandro, su sucesor en el poder, y su probable
asesino. , hasta que el imperio quedó repartido entre sus generales (los diádocos):
Seleuco, Ptolomeo, Antígono, Lisímaco y Casandro. Los Estados resultantes fueron
los llamados reinos helenísticos, que mantuvieron durante los siglos siguientes el
ideal de Alejandro de trasladar la cultura griega a Oriente, al tiempo que
insensiblemente dejaban penetrar las culturas orientales en el Mediterráneo.
Dichos personajes eran: Filipo Arrideo, (que llegó a ser por poco tiempo Filipo
III de Macedonia), hijo de Filipo II y hermanastro de Alejandro, más su esposa
Eurídice (joven macedonia, mandada asesinar por Olimpia de Epiro después de la
muerte de Filipo Arrideo). Roxana, princesa bactriano-persa viuda de Alejandro,
embarazada; fue su última esposa. (Mandada asesinar por Casandro). Más tarde
nació su hijo llamado también Alejandro, que llegó a ser Alejandro IV por poco

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tiempo, pues a los 13 años fue también asesinado por orden de Casandro. Había
asimismo dos viudas más de Alejandro, hijas del rey Dario, Estatira (su primera
esposa con quien concibió un hijo, cuyo embarazo no llegó a término) y su hermana
Barsine. Aquí ocurre una paradoja pues el primer gran amor de Alejandro, se llamó
también Barsine. Era esposa de Memnón, mercenario griego que luchaba por Dario,
quien fue muerta por miembros de su guardia intentando defenderla en la batalla de
Gaugamela. En el transcurso de unos pocos años, no quedó ningún miembro de la
familia de Alejandro Magno. El reino también sufrió grandes divisiones a causa de
disputas entre los generales más cercanos a Alejandro, muchos trataron de
mantener el imperio unido pero bajo su mando, lo que generó una sucesión de
batallas y campañas que derivaron en la división en varios reinos independientes
que fundaron sus dinastías.

Dinastía Ptolemaica: Ptolomeo estuvo desde un primer momento en Egipto,


donde se mantuvo aislado y se estableció desde un primer momento.

-Dinastía Antigónida: Ubicada en Macedonia como centro y con Casandro como


rey, esta dinastía ocupó también Grecia.

-Dinastía Seleúcida: Con su base en Babilonia y Siria, Seleuco dominó después un


territorio más amplio, ya que se adueñó de Asia que estaba en poder de Antígono
Monoftalmos.
-Lisímaco obtuvo Tracia y Asia Menor pero no logró una sucesión.

Su cuerpo iba a ser llevado a Egipto, no sin antes sus propios generales se
pelearan por su cuerpo, peleando entre sí, al final Ptolomeo se lo llevo a Egipto y al
principio se cree que fue enterrado en un mausoleo vacío de un faraón en Menfis,
después cuando Alejandría ya era una ciudad más grande, Ptolomeo II traslado el
cuerpo a la ciudad, ahí permanecerá durante siglos, visitándola grandes personajes
como Cleopatra, Julio Cesar, Augusto, Calígula y Caracalla. Finalmente, hacia el
siglo III Alejandría fue saqueada, entre terremotos y guerras es posible que su
cuerpo este en alguna parte de Alejandría, otra teoría es la de San Marcos, en 828
un grupo de comerciantes venecianos saco el cuerpo momificado de San Marcos
de Alejandría, existe un gran debate y se piensa que esa momia no es otra que la
de Alejandro, pero la iglesia no ha permitido analizar la momia para ver su
antigüedad.

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CONCLUSIÓN

 Filipo había sido un gran rey para Macedonia. En los 24 años de su reinado
transformó el país, extendió y afirmó sus fronteras, consolidó una monarquía
al borde de la desintegración y un Estado unificado, organizó un poderoso
ejército permanente y con él forjó un Imperio desde el Danubio hasta el sur
de Grecia. Aunque, si es cierto, que no fue muy beneficioso para los griegos
puesto que destruyó varias ciudades en la Calcídica, actuó al servicio de su
conveniencia con una grandísima ambición política, y con sus campañas
bélicas acarreó numerosas muertes. No se puede saber si sus ambiciones
de extender su poder por Así llegaban tan lejos como llegaron las de su hijo
Alejandro, pero, si es cierto que, sin su legado de una Macedonia unida y la
hegemonía griega, así como el formidable ejército con el que había sometido
y pacificado toda Grecia, las futuras hazañas del gran Alejandro no hubieran
sido posibles.

BIBLIOGRAFIA

BLÁZQUEZ, José María; LÓPEZ, Raquel; SAYAS, Juan José. Historia de Grecia
antigua. Madrid, Cátedra, 1989.

FERNÁNDEZ NIETO, Francisco Javier. El mundo griego y Filipo de Macedonia.


Madrid, Akal, 1989.

HIDALGO, María José; SAYAS, Juan José; ROLDÁN, José Manuel. Historia de la
Grecia antigua. Salamanca, Universidad de Salamanca, 2008.

RUIZ-DOMENEC, José Enrique (coord.): Tomo 9: El Imperio de Alejandro.


Barcelona, Editec, 2013.

STRUVE, Vasili V. Historia de la Antigua Grecia vol. 2 y vol. 3. Madrid, edaf, 1974.

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