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Carolina Tobar García"
Gómez, Camila.
Periodo independiente:
1806 a la actualidad, con gran variedad de cambios.
1827-1852 época de federalismo y construcción de la Unión Nacional.
En cuanto a la educación y su quehacer este periodo lo comprende la
etapa 4, reforma y restauración.
1827 – 1854
(Periodo sin Presidentes
17 de agosto de 1827 – 5 de marzo de 1854)
Contexto histórico
LA EDUCACIÓN EN EL INTERIOR:
Los caudillos y la educación.
Así como hubo caudillos con tendencias vandálicas y disolventes, también los hubo cultos y
progresistas que realizaron verdaderos esfuerzos por organizar las provincias a su cargo,
dándoles una constitución, fundando establecimientos educacionales y favoreciendo el
desarrollo y la difusión de las más variadas manifestaciones culturales. Es importante no
olvidar que Justo José de Urquiza, el organizador de la Nación, fue un caudillo.
No existió una diferencia fundamental en el panorama educacional del país antes y después
de 1852. Caída la tiranía, en algunas provincias la educación continuó casi completamente
abandonada por sus gobiernos; en otras, en cambio, siguió recibiendo nuevos impulsos y se
fueron echando las bases de su organización, que sólo alcanzaría pleno desarrollo en la
época constitucional.
Educación elemental:
Frente a este panorama de general estancamiento de la enseñanza de las primeras letras,
se destaca la acción educacional desarrollada en Entre Ríos por los gobiernos de Pascual
Echagüe y Justo José de Urquiza.
Con el gobierno de Echagüe cesaron las convulsiones internas que hasta entonces habían
perturbado profundamente el funcionamiento de los establecimientos de educación. Se
crearon escuelas y se estableció la inspección escolar, designándose al procurador de la
ciudad para que, en compañía de dos vecinos, verificara el adelanto de los niños y
observara la conducta de los maestros. Se realizaron gestiones para “hacer venir de Europa
algunos religiosos de la Compañía de Jesús, con el importante objeto de regentar los
diferentes ramos de la educación pública”; pero el proyecto no llegó a realizarse, ya que se
había prohibido, por decreto, el establecimiento de conventos religiosos en el territorio de la
provincia.
Nuevo impulso recibió la educación elemental con el gobierno de Urquiza. Se crearon
nuevas escuelas primarias, empezaron a funcionar establecimientos particulares y se
constituyeron, en casi todos los partidos de la provincia, comisiones protectoras encargadas
de remediar las necesidades de la educación y levantar suscripciones populares destinadas
a reunir fondos para construir edificios escolares.
A la extraordinaria difusión de escuelas de primeras letras se agregó la tarea de
organizarías, que Urquiza confió a Marcos Sastre, a quien designó Inspector General de
Escuelas.
El Reglamento de Marcos Sastre: Por primera vez apareció la definición de la función
pedagógica de la escuela y del maestro en el Reglamento que Marcos Sastre, educador
uruguayo de amplia y destacada actuación en nuestro país, dictó para las escuelas de Entre
Ríos.
Determinó que la escuela debía tender a modelar el carácter del futuro hombre, donde la
educación debía preocuparse por orientar las inclinaciones naturales del niño, no
contrariando sus sentimientos naturales, en especial el de la justicia que es el más
arraigado y el que está más expuesto a sufrir las influencias de una mala dirección. Pero, al
mismo tiempo, la educación debía corregir los defectos del pequeño, cuidando siempre, de
obrar con la mayor prudencia.
Tal concepción educativa llevaba, a la abolición de los castigos corporales. También llevaba
a la supresión de los premios de valor, de los honores y condecoraciones.
El maestro fue tenido en cuenta en el Reglamento, que se ocupó de su designación,
cualidades y obligaciones. Para ser maestro o ayudante se establecieron como requisitos:
● Profesión de fe católica..
● Buenas costumbres.
● Buen carácter.
● Instrucción suficiente.
Los candidatos que reunieran tales condiciones debían ser designados, previo examen o
concurso efectuado ante las comisiones inspectoras o la Junta Directora de la Enseñanza.
Las obligaciones del maestro eran: puntualidad, dedicación y asistencia constante. Se
establecía como regla para su desempeño que: “Todo lo relativo a su profesión, que pueda
hacerse fuera de las horas de escuela, no lo hagan dentro de ella, y no hagan en la escuela
nada que no sea dirigir o enseñar a sus discípulos”.
Respecto del contenido de la enseñanza, se estableció una diferencia según se tratase de
escuelas elementales que funcionaran en ciudades o en la campaña. En las primeras la
enseñanza debía comprender: doctrina cristiana explicada e instrucción preparatoria para
recibir los sacramentos, moral y urbanidad, lectura, escritura, elementos de aritmética
comercial y gramática castellana. En las escuelas de la campaña se debía reducir la
aritmética a la enseñanza de las cuatro operaciones fundamentales.
El Reglamento contuvo otras referentes a cuestiones administrativas, como las que se
ocupan de los registros que debía lleva cada maestro.
Marcos Sastre determinó también la edad escolar, fijando sus límites entre los siete y
quince años para los varones y los seis y catorce para las niñas.
Se fijó además la cuota de ocho reales que cada alumno debía abonar mensualmente por la
enseñanza, pero al mismo tiempo se eximió todo gasto a aquellos que certificaran su
pobreza.
Cuando por la distancia de sus hogares, los niños no pudieran frecuentar regularmente la
escuela, sus padres debían colocarlos como pupilos del maestro. También estipuló que en
los casos de indigencia de los padres, el gobierno pagará la pensión correspondiente,
debiendo los niños ocuparse en sus horas libres en el cultivo del huerto o en el desempeño
de un oficio, bajo la dirección del maestro, con el objeto de costearse las ropas y sufragar
los demás gastos.
Estableció la duración de la jornada escolar en seis horas para los varones y siete para las
niñas, distribuídas en dos turnos, de mañana y de tarde, y fijó el período de vacaciones
entre el 22 de diciembre y el 6 de enero.
La enseñanza secundaria:
A excepción de Entre Ríos, Corrientes, Salta y Santa Fe, en las demás provincias se
realizaron pequeños progresos en el desarrollo de la enseñanza secundaria y los colegios
de los conventos (el de San Francisco, en Catamarca, siguió siendo uno de los centros más
importantes para cursar los estudios preparatorios).
En Santa Fe, en 1832, Estanislao López creó el Instituto Literario de San Jerónimo que, en
sus comienzos, se limitó a la enseñanza de latinidad. Tres años después de su fundación
fue organizado, designándose rector al sacerdote doctor José Amenábar. Funcionó hasta
1838, cuando fue cerrado. Reabierto en 1845, dictó la primera clase el general Pascual
Echagüe, que además de gobernador de la provincia era rector del Instituto. La vida del
establecimiento continuó siendo sumamente limitada.
Corrientes, por iniciativa del gobernador Ferré, ordenó la creación del Instituto de
enseñanza secundaria, bajo la denominación de Colegio de Nuestra Señora de las
Mercedes, y de la Universidad de San Juan Bautista, de la que fue designado rector, el
doctor Santiago Derqui. Ambas creaciones no se concretaron por falta de recursos y se
redujeron, en 1842, a la inauguración de un aula de latinidad. Basado en ella, en 1850, el
Colegio Argentino, que favorecido por los sucesivos gobiernos tuvo vida próspera hasta su
nacionalización en 1860.
Con la protección del gobierno de Salta, el ex jesuita Agustín Bailón estableció en la capital,
el Colegio de la Independencia, en el que se dictaron, a partir de 1847, clases de latín,
geografía, historia universal, inglés, francés y música.
En 1850 se ampliaron sus enseñanzas con la incorporación de cursos de filosofía y de
matemáticas. Este colegio gozó de prestigio y sus aulas fueron frecuentadas por alumnos
de Salta, tucumán y Jujuy.
La acción del general Urquiza en el gobierno de Entre Ríos tendió a favorecer la educación
de la juventud, en ella veía el medio de “difundir y propagar la civilización, elevar a la
provincia y si se quiere a la Confederación, a más alto grado de progreso y adelanto”.
Su primera creación de enseñanza secundaria fue el Colegio de Estudios Preparatorios, de
Paraná, la cual le confió la organización al presbítero Manuel María Erausquin. Al año
siguiente se produjo la destitución del rector, se planteó el problema de buscar un
reemplazo. Todas las gestiones fracasaron y, a poco de fundado, el nuevo establecimiento
comenzó a decaer.
En 1849 se instaló en Concepción del Uruguay, bajo la dirección del sacerdote Lorenzo
Jordana, que fue oficializado el 28 de Julio de 1849. Su existencia, simultánea con el
Colegio de Paraná, determinó a Urquiza a refundirlos con el fin de evitar la realización de
los grandes sacrificios económicos que su sostenimiento implicaba.
Clausurado en 1850 el establecimiento de Paraná, sus alumnos y los del Colegio de
Concepción del Uruguay se incorporaron al que empezó a funcionar en esta ciudad el
“Colegio Histórico”, que resultó de la refundición de dos colegios de estudios preparatorios
existentes. Para dirigirlos fue designado el presbítero Erausquin y Jordana fue nombrado
vicedirector.
Lo que dió significación a esta creación del general Urquiza fue el carácter nacional, en
cuyas aulas fueron admitidos alumnos de todas las provincias. El valor extraordinario del
colegio de Concepción del Uruguay recidió en el hecho de haber sido un eslabón de unión
nacional.
Educación y democracia:
La educación era para Etcheverría el medio de lograr la emancipación del espíritu
americano, pues al emanciparnos de las tradiciones coloniales, nos haría verdaderamente
libres. Hasta ese momento éramos independientes pero no libres. Sostuvo que el país solo
experimentó una transformación superficial, como consecuencia de la Revolución de Mayo.
El principio de la democracia no se había incorporado a la educación, por eso, ineducado el
pueblo, fue víctima de los que lo extraviaron, haciéndolo servir de instrumento para sus
ambiciones egoístas o sus intereses de partido, surgiendo un choque entre el principio
democrático de Mayo y el principio colonial. Echeverría, se refiere, al pueblo, que no puede
ser transformado "de un soplo, no cambia sus hábitos, sus modos de ver y de sentir, sino
después de una larga y laboriosa educación", "¿Por qué la democracia, hija primogénita de
Mayo, no ha logrado convertirse en inconstrastable y reguladora institución, y peleamos aún
por asegurar su imperio? Porque la tierra donde Mayo desparramó sus principios estaba
inculta, porque el pueblo no la comprendía y no supo apreciar los derechos y obligaciones
de su nuevo rango social; y porque nuestros gobiernos... descuidaron iniciarlo en ese
conocimiento, proporcionándole la educación necesaria". Esa falta de educación era la
causante del cuadro que a sus ojos presentaba el país dominado por la tiranía de Rosas:
"ignorancia supina, pobreza suma, hábitos de inercia, desenfreno de todas las pasiones
bestiales". De ahí su reclamo de la labor que le pareció más urgente: "Educar al pueblo,
preparar el corazón y el cerebro de los hombres del futuro".
Finalidad de la educación pública: El problema argentino, visto por Echeverria, fue un
problema esencialmente educativo, formar el pueblo para la democracia, donde "el régimen
de la libertad, fundado sobre la igualdad de clases". La resolución no se daría solo abriendo
establecimientos de enseñanza para solventar la necesidad del país, sino que debían
tuviera un fin social dado y reconocido, pues la misión del Estado "no es instruir por instruir
únicamente, sino educar con una mirada de progreso y de sociabilidad". para eso es
necesario que sastifaga dos condicione:
1. que sus enseñanzas "sean esencialmente prácticas, que nada tengan de
especulativo, de irrealizable".
2. "que estén animadas del espíritu democrático, que es el principio de vida de nuestra
sociedad".
Educación del pueblo para la democracia debía ser, a su juicio, "la bandera, el símbolo, la
religión social de los hombres de inteligencia de ambas orillas del Plata".
BIBLIOGRAFÍA:
● Arata,Nicolás; Mariño, Marcelo. (2013). “La educación en (a Argentina Una historia
en 12 lecciones”. Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Centro de Publicaciones
Educativas y Material Didáctico.
● Solari, Manuel Horacio. (1991). “Historia de la educación argentina”. Editorial Paidós
SAICF Defensa 599; Buenos Aires.
● Puiggrós Adriana. (2003). “Qué pasó en la educación : breve historia desde la
conquista hasta e! presente”. Buenos Aires: Galerna.
● Canal Encuentro. Historia de los Partidos Políticos: Unitarios y Federales.
https://www.youtube.com/watch?v=TVkZv5lxiAk