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misma: para una ejecución lograda será necesario que la nes y de los problemas familiares muy diversas y contra-
orquesta lo siga y que su entrega a la función que se le puestas. No es sino contraponiendo el terapeuta una ima-
atribuyó no le impida contribuir con su instrumento al gen diferente de la que proporciona la familia como con-
desarrollo del tema musical. sigue que aflore la tensión sustentadora del proceso te-
El terapeuta enfrenta tres dificultades: la primera atañe rapéutico.
a la necesidad de individuar la función que la familia pre- Para los fines diagnósticos, también la reunión de infor-
tende atribuirle. Así como no pocos padres anticiparon maciones adquiere, por lo mismo, una estructura diferente
en su fantasía la misión y la función del hijo cuyo naci- de la tradicional: las preguntas ya no se hacen siguiendo
miento esperan, de igual manera la familia fantasea la la inspiración del momento, para obtener una masa de
tarea y la función del terapeuta aun antes de que empiece informaciones en que se confunden datos importantes con
el tratamiento. Si el terapeuta no quiere quedar prisio- los triviales; apuntan a los elementos que son testimonio
nero de las expectativas que en él se depositan, debe tener del conflicto entre tendencia a la cohesión y tendencia
la capacidad de deslindar sus propias fronteras de las fron- a la diferenciación. La nueva imagen que se crea se con-
teras de la familia, oponiéndosele desde el comienzo en vierte en el lugar de definición de las relaciones del siste-
la definición de la estructura terapéutica (Whitaker, 1977). ma terapéutico. Si la familia sigue reproponiendo infor-
La segunda dificultad atañe a la búsqueda de imáge- maciones ligadas con la imagen que se ha formado de sus
nes y definiciones que correspondan a las funciones des- propios problemas, al terapeuta le incumbe crear otra
empeñadas por cada uno de los miembros de la familia, imagen capaz de romper los circuitos repetitivos del sis-
así como a la trama en que se insertan; sólo así se logrará tema familiar.
penetrar en lo vivo de las perplejidades familiares. Em- El terapeuta utilizará entonces esta nueva imagen como
pero, no se trata de identificar los lazos, las reglas o las input desestabilizador, para investigar el modo en que el
funciones «verdaderas» que cada uno cumple, sino de cons- sistema reacciona frente a ella. La respuesta de la familia
truir en el contexto terapéutico una «verdad propia» que a esta operación terapéutica, y su capacidad para iniciar
cuestione a la programada por la familia. Al terapeuta le o no un cambio, proporcionan indicaciones importantes
toca, por medio de su percepción de lo que sucede en el para evaluar su grado de rigidez. El peligro de que la
momento mismo de su interacción con el grupo familiar, familia eventualmente reabsorba la intervención nos obliga
inventar con este una verdad nueva. a redefinir de continuo nuestra hipótesis diagnóstica, en
La tercera dificultad proviene de la necesidad de eva- lugar de aferramos a una definición. Debemos ser capa-
luar la intensidad, la fuerza con que se debe introducir ces de conceder valor parcial a nuestra hipótesis (Selvini
el input desestabilizador para que las intervenciones del Palazzoli, 1980), no afirmarla como verdad, sino utilizarla
terapeuta sean aceptadas por la familia. Importa mucho para introducir una complejidad nueva que ponga de ma-
la respuesta de la familia a la imagen que aquel le propo- nifiesto posibilidades y alternativas ya presentes en el sis-
ne tras recoger algunos elementos contextuales que aflora- tema. Con este procedimiento, el terapeuta introduce
ron en la interacción. De hecho, de la masa de informa- imprevisibilidad y alternativas, pero es la familia la que
ciones verbales y no verbales, el terapeuta escoge los ele- «verificará» la hipótesis diagnóstica reorganizándose sobre
mentos que sobresalen por su riqueza de significado. Se contenidos y valores que forman parte de su patrimonio
trata de elementos referibles a interacciones, actitudes o existencial.
conductas a menudo ambiguas y contradictorias. Por ello Trataremos de explicarnos mejor describiendo primero
mismo, al terapeuta le resulta más fácil escoger una ima- lo que a nuestro parecer mueve a la familia a demandar
gen diferente de las que tienen presencia habitual en la terapia, y después las posibles respuestas del terapeuta
familia. Ciertos datos que esta aporta, en el nivel tanto a las expectativas del sistema familiar.
verbal como no verbal o contextual, se pueden volver muv Ya dijimos que en las familias en que los cambios re-
significativos justamente porque chocan entre sí; de ese laciónales impuestos por el proceso de des'arrollo se per-
modo se prestan para construir imágenes de las relacio- ciben como una amenaza, se genera una rigidez cada vez
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mayor de los esquemas interactivos y de las funciones le asignarán en el interior de la nueva estructura terapéu-
que cada miembro desempeña, hasta llegar a la expresión tica. También él debe entrar en la representación de los
de una patología individual tanto más acusada e irrever- papeles como un actor más en quien se puedan proyectar
sible cuanto más indispensable se experimente la estabili- algunas de las funciones originariamente encarnadas por
dad del sistema en su conjunto. En efecto, este se trasfor- un miembro de la familia (Andolfi y Angelo. 1980). El ob-
ma para no cambiar. Los roles, las funciones, las relaciones, jetivo es el mismo: evitar también en la interacción tera-
los espacios de interacción se vuelven rígidos. El sistema péutica las contradicciones que cada uno teme vivir en el
remplaza el stress propio de todo cambio evolutivo por nivel personal.
una tensión de otro tipo, la que gira en torno del comporta- Contactos telefónicos con este o aquel miembro del sis-
miento sintomático de uno de sus miembros, el paciente tema, cartas de presentación, comunicaciones directas o in-
designado, en quien se canalizan las preocupaciones y las directas de otros profesionales, instituciones asistenciales o
angustias de todos (Nicoló Saccu, 1979). El paciente desig- amigos de la familia, he ahí algunos de los instrumentos,
nado representa de este modo la imposibilidad del cambio en apariencia neutros, con que el sistema familiar puede
y al mismo tiempo la única fuerza para este. Su comporta- planificar anticipadamente las reglas de la relación y los
miento obtiene el resultado de congelar, en sus aspectos papeles que cada uno deberá representar. Esta programa-
contradictorios, procesos que evolucionan en dirección opues- ción será tanto más previsible cuanto más rígida sea la
ta, pero a la vez da ocasión a un input nuevo, la interven- trama relacional del grupo familiar, que tenderá a encasi-
ción terapéutica. Garante de la estabilidad del sistema y llar al terapeuta en su propia estructura de reglas y fun-
potencial punto de ruptura de ella, la conducta del paciente ciones aun antes del primer encuentro. Si lo que la fa-
designado representa una suerte de metáfora del dilema de milia teme es cambiar y no lo contrario, paciente y fami-
una familia que querría moverse permaneciendo inmóvil. liares se presentarán unidos en la propuesta de un progra-
A la luz de estas premisas es más comprensible la con- ma de trabajo que no modifique los equilibrios adquiridos.
tradicción que la familia trae consigo a la terapia: la de- Si el terapeuta lo acepta, o si de algún modo se enreda
manda de intervención parece brotar del dilema que aca- en él, terminará por ser un elemento de refuerzo de la
bamos de describir, pero con el agregado de una entidad condición estática-patología de la familia. Por otro lado,
nueva, el terapeuta, que debería hacer suya la paradoja cada vez estamos más convencidos de que la facilidad con
presentada por la familia y, por lo tanto, ayudarla a mo- que muchos terapeutas caen en el juego de los papeles
verse haciendo que permanezca inmóvil (Angelo, 1979). asignados no obedece sólo a su inexperiencia, sino, en
muchos casos, a exigencias del terapeuta semejantes a las
Ahora bien, para aprehender la complejidad de la situa-
exigencias de la familia; nos referimos o la programación
ción terapéutica debemos imaginar que dentro de familias
de una relación estable en grado sumo, que no ponga en
con designación rígida se genera en cada miembro una in-
peligro sus propias inseguridades. Con este proceder la
capacidad para reapropiarse de condiciones conflictivas y
familia no aprende nada sustancialmente nuevo: sólo utiliza
de contradicciones (moverse o permanecer inmóvil, depen-
con mayor refinamiento sus propios esquemas disfunciona-
der o separarse), temibles a punto tal que requieren su
les, manteniendo intactos los roles asignados a cada miem-
negación. En esa situación, cada miembro se adapta a una
bro. Esto en perjuicio de la identidad personal de todos,
visión de la realidad que es complementaria de la visión
que es sustituida por funciones repetitivas y previsibles
de los demás: existen el enfermo y el sano, el agresor y
en alto grado (Piperno, 1979). En un contexto así, será
la víctima, el sabio y el incompetente, y existen de manera
también repetitiva y previsible la función desempeñada
rígida y al mismo tiempo armónica, tanto por lo que toca
por el terapeuta si siente parecido temor de cambiar y de
a los momentos como a los lugares en que las funciones
descubrir en sí mismo expresiones nuevas que pueda repre-
respectivas se deben cumplir. Así como en la familia está
sentar en la relación con los demás.
el que actúa la tendencia a moverse y el que en cambio
personifica la inmovilidad, del mismo modo se prefiguran En otros casos, el ámbito en que se desenvuelve el en-
los papeles que el terapeuta deberá desempeñar y que se cuentro puede definir de manera tan rígida las reglas
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porque la relación se define mucho más rápidamente: si misma línea de la demanda de la familia, puede determi-
el terapeuta consigue «entrar», ello sucede en las prime- nar el nacimiento de un fuerte vínculo: el terapeuta en-
ras sesiones o aun en la primera consulta. Y si no con- trará en los ámbitos más privados de la familia justa-
sigue entrar en relación con partes vitales de la familia, mente porque es capaz de neutralizar sus defensas sin
sea porque están demasiado escondidas o por el miedo quedar prisionero de ellas.
que él tiene de arriesgarse en su trama relacional, es pro- Si el terapeuta elige hacer terapia contemplando los
hable que el sistema terapéutico no se forme o que la fa- problemas de la familia desde adentro, deberá entrar en
milia no regrese. En algunos casos, esta interrumpirá pre- los espacios familiares más recónditos pero también tomar
cozmente la terapia aunque el terapeuta haya logrado al- distancia y regresar a sus propios espacios. Este entrar y
canzar en lo vivo condiciones de conflicto y contradiccio- salir, participar y separarse, empleado como modelo de en-
nes importantes, como si temiera más los efectos de la cuentro, exige del terapeuta que se sienta a la vez entero
redescubierta vitalidad de sus miembros que los de su y divisible, y que madure técnicas y estrategias en el in-
aparente muerte psicológica. terior de sí en lugar de emplearlas para evitar individuarse
Si la rapidez y la intensidad de la relación que propo- en el contexto terapéutico (Whitaker et al., 1969). Esto
nemos a la familia aumentan el riesgo de una interrupción significa colocarse en el nivel de la familia o bien en un
precoz, disminuyen la probabilidad de que el terapeuta metanivel respecto de ella; significa ejercitar una función
quede entrampado en una relación completamente impro- terapéutica sin estar identificado con ella.
ductiva: cuanto más rápida sea su acción redefinidora, Tratemos de hacer más concreto, con un ejemplo, cuan-
más incisiva será la intervención reestructurante. I Salvo que to venimos diciendo. Tony era un adulto joven puesto en
demorarse en detalles inútiles persiga el propósito de con- terapia porque presentaba un comportamiento psicótico con
fundir a la familia o de distraer su atención de otras ma- fases alternadas de catatonía. La madre, en un primer
niobras terapéuticas, mantenerse a la espera de «momen- contacto telefónico, refirió eme desde hacía algunos meses
tos mejores» hará previsibles los pasos del terapeuta, lo él había adoptado una actitud muy extraña: no salía de
que impedirá el aumento de la tensión. Tanto es así, que casa, rehusaba toda relación con ella y con los hermanos
se puede suponer que para cada sistema existe un límite hasta el punto de refugiarse en un mutismo total. La
de tiempo dentro del cual puede alcanzar éxito una in- madre presentó la situación como desesperada, pero de-
tervención determinada. Traspuesto ese límite sin que me- claró confiar en que «el terapeuta lograría convencer al
dien cambios, se admitirá que la velocidad con que la fami- hijo de que volviera a la normalidad». En la entrevista
lia es capaz de aprender y prever las reglas con las cuales participaron Tony, la madre, el hermano mayor, dos her-
se mueve el terapeuta, y las contramaniobras consiguientes, manas y la hija de cinco años de una de ellas. Tony asu-
alcanza para anular cualquier efecto desestabilizador. mió enseguida el papel central de paciente designado:
Comoquiera que fuere, aclaremos que adoptar la lógica empezó a recorrer la sala de arriba abajo, lentamente, a
que aprisiona a la familia y que impide a sus miembros la vez que de tiempo en tiempo, con los ojos desorbita-
crecer e individuarse no es sólo una técnica, un sis- dos, arrojaba miradas a sus familiares, que permanecían
tema meramente eficaz para responder con una contra- sentados en un diván, acurrucados, como a la espera de
paradoja a la paradoja de la familia, sino más bien el re- una respuesta resolutiva de parte del terapeuta. Este, en
sultado del modo en que el terapeuta concibe su práctica lugar de ignorar el ostentoso paseo de Tony, prefirió per-
de relación con el prójimo (Minuchin y Fishman, 1981). manecer de pie en un ángulo de la sala, como queriendo
Si logra aceptar la exigencia de la familia de cambiar comunicar a los presentes que sólo Tony tenía el derecho
y no cambiar, de pedir avuda y al mismo tiempo negarlo, de decidir cómo y cuándo podía comenzar la consulta.
es probable que la expresión paradójica de la familia se De hecho, el comportamiento del terapeuta tenía por efec-
vuelva más comprensible y se convierta en ocasión de to amplificar la tensión ya presente y trasformarla en
encuentro, más que de juicio. Al mismo tiempo, una res- un stress de interacción; en lugar de sufrirla o distenderla,
puesta en dos niveles («Sí, te ayudo sin ayudarte»), en la él mismo se convertía en su sostenedor.
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Tras unos minutos de silencio cargado de significados se habría reforzado la expectativa familiar, que quiere ver
recónditos. Tony decidió tomar asiento; de vez en cuando fracasar al terapeuta para confirmar la ineluctabilidad de
arrojaba penetrantes miradas a sus familiares, cada vez la situación. En cambio, si se hubiera puesto a hablar
más acoquinados en el diván. Fue entonces el turno del de Tony con la madre y los hermanos, inevitablemente
terapeuta, quien se sentó frente a él en el lado opuesto habría ahondado el foso entre los normales —los que ha-
del diván. Rompió el silencio, y volviéndose a los fami- blaban— y el atípico que se negaba a hablar. Con su pe-
liares de Tony declaró con tono decidido: «Tengo un pro- dido de ayuda dirigido a los familiares, y justamente en el
blema y no creo poder ser útil si antes no me ayudan a campo en que se perfilaba su fracaso, el terapeuta desarti-
resolverlo: quiero que cada uno de ustedes trate de en- culaba cualquier programa que la familia pudo pretender
tender bien lo que Tony está diciendo». Los invitó en- poner en escena en la sesión. De este modo, la negativa
tonces, empezando por la madre, a buscar una posición de Tony a hablar se definía implícitamente como un modo
mejor para entrar en contacto visual con Tony de manera diferente de comunicarse el muchacho; en consecuencia,
de escuchar lo que quería decir. Y todos debían desempe- se obligaba a los demás a renunciar al papel de especta-
ñarse en esta tarea sin recurrir a palabras. dores para convertirse en protagonistas de una acción que
¿Qué propósito buscaba el terapeuta con este comienzo? exigía de ellos una exposición directa. «Escuchar» aten-
Tras convertir en interactiva una tensión que inicialmente tamente a Tony, que no hablaba, y referir después al tera-
sólo apuntaba a él, se hizo todavía más impredecible presen- peuta lo comprendido, constreñía a los demás miembros
tándose como una persona que tenía un problema. Si su de la familia a sacar a luz sus fantasmas personales, en
problema precedía a todos los demás, tocaba a la familia lugar de atrincherarse en informaciones prefabricadas e
ayudar al terapeuta, y no a la inversa (Andolfi y Angelo, impersonales, limitadas a la conducta del joven.
1980). Es un ejemplo de adopción de la lógica paradó- Pedir a los familiares que colaboraran, y pedírselo uti-
jica de la familia; así se declaraba la disposición a ayu- lizando los mismos instrumentos que traían apercibidos
darla, pero sin ayudarla, a saber: por el recurso de rede- para la defensa del statu quo, era un modo de romper los
finir las expectativas hasta el punto de invertir los papeles esquemas rígidos que impedían a cada uno de ellos indi-
entre quien se suponía debía ayudar y quien, en cambio, viduarse, y que no permitían que el paciente designado
debía ser ayudado. Si el terapeuta no auiere permanecer se librara del papel de centinela de la fortaleza familiar.
enredado en una trama de final ya contado, debe partici- Por otra parte, esto mismo es lo que la familia querría si
par en la acción cambiando la definición del rol de cada no tuviera miedo de perder las seguridades adquiridas
quien, incluido el propio. merced a la artificiosa descomposición de la realidad en
recuadros separados.
Su acción es aceptada por el grupo familiar si atina a Si los familiares se resistían declarando que era impo-
discernir en la sesión los elementos nodales que le permi- sible comunicarse con Tony sin utilizar palabras, el tera-
tan proponer una estructura de remplazo. Esos elementos peuta habría podido replicar que, si Tony era capaz de
se pueden tomar de los datos contextuales que atañen a hablar con la mirada, ellos también podían aprender algo
la trama funcional del sistema y a la relación que cada que él parecía hacer con tanta facilidad. En este sentido,
miembro trata de establecer con el terapeuta. Ahora bien,
el problema del rehusamiento a hablar se redefiniría como
este rastreo no es fácil, porque a menudo la familia se des-
una capacidad, esto es, hablar sin palabras, que también
vive para definir como significativas las informaciones en
los demás podían aprender. Nadie podría negarse a hacer
mayor medida predecibles y a sugerir nexos que eviten
la prueba, porque ello significaría asumir un papel explí-
un compromiso personal (Andolfi y Angelo, 1980).
cito de no colaboración, contrario al deseo de cambiar.
En el caso de Tony, nos pareció elemento nodal el he- En este nuevo contexto, tampoco el paciente designado
cho de que el joven se rehusara a hablar, y el pacto de quedaba en libertad de representar su propia negativa a
silencio de todo el grupo familiar. Si el terapeuta se hu- hablar; en efecto, el terapeuta le habría podido pedir lo
biera vuelto hacia Tony y él también recibía un rechazo. mismo que pidió a los demás, a saber, que «se comuni-
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T.: Pero no, debes apoyarlo en el suelo, así. (Corrige un consiguiente, ya la modalidad de recopilación de las infor-
poco la posición del paciente, volviéndola más innatural maciones importa una tentativa de redefinición.
todavía.) Los diálogos que hemos reproducido ponen de mani-
T. (a los padres): ¿Quién de ustedes dos piensa que este fiesto que, a diferencia de otras técnicas, el objetivo no
hijo es más un actor o más un tonto? ¿Cuál de las dos es lograr que los miembros de la familia se comuniquen
cosas? mejor entre sí o de manera más comprensible; en efecto,
Padre: En este momento está... la comunicación siempre es mediada por el terapeuta,
T.: No, le pido una respuesta simple. quien escoge el input que introducirá, recurriendo a pre-
Padre: Bueno, mitad v mitad, porque esperamos que sea guntas que lo vehiculizan. No consideramos necesario un
algo pasajero. Porque antes estaba bien, hace dos años cotejo o un diálogo entre las personas que asisten a la
era normalísimo. sesión, como no sea para permitir al terapeuta recopilar
T.: Sí, ¿pero hoy? (Repite la pregunta.) datos con miras a sus intervenciones o para imprimirles
Padre: Tenemos casi la misma opinión. mayor fuerza, utilizando lo que ha salido a la luz en el
Madre: Pero quizás él es más optimista. curso de las interacciones. Es posible que los intercam-
T.: ¿Qué significado tiene ese optimismo? ¿Se inclina más bios más útiles se produzcan de manera espontánea fuera
al tonto o al actor? de las sesiones, por vía de la elaboración posterior de las
Padre: Al actor, sin duda. «definiciones» que el terapeuta dio de lo sucedido. De
hecho, el cambio consiste en el trabajo continuo que cada
Como se advierte, la redefinición del terapeuta no ten- miembro realiza para definirse respecto de la definición
día sólo a ridiculizar la conducta del paciente y a disipar dada por el terapeuta, lo que llevará a una mudanza de
el clima de tragedia y de angustia con que se la vivía en los modelos de relación y de los valores en juego. Esto
la familia, sino, además, a crear un contexto que diera importa modificar la distribución y la amplitud de los es-
congruencia a sus acciones, confiriendo un significado pre- pacios personales, y liberar las valencias que hasta ese
ciso y una connotación de conducta voluntaria a sus ex- momento permanecían ocupadas en funciones estereotipa-
travagancias. Y al mismo tiempo, demandaba al paciente das de interacción.
que definiera su relación con el terapeuta; por vía indirec-
ta le comunicaba: «Si quieres establecer una relación fe-
cunda conmigo, debes explicarte más, debes hablar de tus
problemas de manera comprensible, sin recurrir a estrata- Redefinición del contexto
gemas infantiles. Si has conseguido engañar a tus padres,
has de saber que no lograrás lo mismo conmigo». Este Cada uno da una definición de sí no sólo por lo que
mensaje alcanzaba al propio tiempo a los padres en la dice, sino por las acciones que realiza, los instrumentos
forma de una invitación implícita a no dejarse «tomar el o los objetos que emplea, el modo en que los usa o el sig-
pelo», moviéndolos a que apreciaran de otra manera la acti- nificado que les atribuye: todos estos ingredientes con-
tud del hijo. tribuyen a la creación del contexto en que se desenvuelven
Aun en los casos en que la demanda del terapeuta de los intercambios de interacción, al par que, de rechazo,
obtener informaciones diferentes de las proporcionadas en son condicionados por este.
ese momento por los pacientes parece solamente destina- Esto es válido también en terapia, y se puede ob-
da a precisar un problema o una determinada conducta, servar que conductas, objetos de uso común o personal,
en realidad pone esa conducta en relación con el modo en así como actos ritualizados, se utilizan para manifestar las
que actúan los demás. Por medio de preguntas que se propias intenciones, comentar conductas de los demás y,
insertan en una «sintaxis» relacional, las diferencias entre en definitiva, proponer contextos para la inserción de los
los diversos miembros del sistema adquieren un valor im- intercambios relacionales. En ocasiones basta con introdu
portante como informaciones (Selvini Palazzoli, 1980). Por cir un elemento nuevo —p. ej., realizar una acción diferen-
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te, producir un desplazamiento espacial de las personas, Madre: Justamente, todo es una gran confusión.
modificar el ritmo de las interacciones intercalando silen- T.: Pero, ¿por qué en vez de hablar no desmenuza? ¿Se
cios o proponer intercambios entre ciertos miembros del sirve otra? (le ofrece, en la palma de la mano, otras colillas).
sistema— para obtener un cambio del contexto (Selvini Madre: Entonces, ¿qué deben hacer estas personas además
Palazzoli, 1970; Andolfi, 1977); y este cambio, a su vez, de pedir asistencia?
condicionará las interacciones posteriores. De este modo, T.: Desmenuzar...
actuando sobre esos elementos y por medio de ellos, el Madre: Pero en algún momento se termina de desme-
terapeuta tiene la posibilidad de redefinir las relaciones nuzar. ..
en diversos niveles. Veamos un ejemplo. T.: No; de estas hay muchísimas, se las encuentra por
Era una sesión con la familia de una paciente anoré- todas partes. Y están los que desmenuzan con las manos,
xica de veinte años, que participaba en la terapia junto los que desmenuzan con el cerebro, desmenuzan siempre.
con sus padres y una hermana menor. El contexto era de Están los que han desplazado todo dentro de las células
falsa colaboración, y la familia utilizaba un repertorio cerebrales. (Indica a la paciente anoréxica, y alude al he-
«interpretativo» adquirido en el curso de una experiencia cho de que «se hace la intelectual».) Hasta el punto de
terapéutica anterior; esto creaba un clima de debate for- comer con las células cerebrales, orinar con las células ce-
mal. La madre era quien se mostraba más empeñada en rebrales, defecar con las células cerebrales y lamer las mi-
esta actividad, al tiempo que controlaba que no afloraran gajas de los otros con las células cerebrales.
emociones demasiado intensas. Hacia la mitad de la se-
sión, el terapeuta empezó a juguetear con el cenicero que Por medio de una conducta no verbal, poco a poco se
tenía junto a sí; tomó unas colillas de cigarrillo, empezó modificó el contexto en que se desenvolvía la sesión, lo
a desmenuzarlas lenta y metódicamente, sin hablar, y con que hizo que las interacciones posteriores cambiaran de
aire absorto dejaba caer los pedacitos al suelo; la familia significado. Las colillas en las manos del terapeuta y lo rít-
continuaba hablando, pero sus miembros prestaban aten- mico de su desmenuzamiento ponían de manifiesto la
ción, como fascinados, a lo que sucedía, y lo hacían por verbosidad de la familia y revelaban una dimensión tem-
períodos cada vez más prolongados. Sobrevino un car- poral que por su lentitud determinaba una atmósfera de
gado silencio. mortal aburrimiento. En el momento mismo en que cabía
esperar que prestara la máxima atención a los esfuerzos
T. (dirigiéndose a la madre, pero con la vista fija en las que la familia hacía por parecer convincente y coopera-
colillas que desmenuza): ¿Por qué no prueba de hacer lo dora, el terapeuta se abstrajo de lo que ocurría y se dedicó
que yo hago? Si lo hiciera, quizá lograría sentir en lugar a una operación aparentemente sin sentido, desligada por
de permanecer prisionera del mar de palabras que viene completo del contexto planteado. Era como si comunica-
vomitando desde hace tantos años. (Le alcanza una coli- ra, por el canal no verbal: «No me interesa absolutamente
lla de cigarrillo, que la madre empieza a desmenuzar au- nada lo que están diciendo, porque sé que no corresponde
tomáticamente.) a los sentimientos reales de ustedes y, sobre todo, no es lo
Madre (tras un largo silencio): ¿Que lo estoy desmenu- que en este momento los preocupa principalmente. Los
zando todo? ¿ E s lo que quiere decir? discursos de ustedes dejan traslucir que han perdido la fe
T.: Es lo que yo siento si me pongo en su lugar. en la posibilidad de tener una relación satisfactoria con
Madre: Justamente, que se está desmenuzando todo. Que los demás. Sólo si aceptan vivir su sentimiento de impo-
todo lo que digo es inútil; que está equivocado lo que tencia pueden esperar obtener algún elemento útil de esta
digo, que quizá sin darme cuenta de lo que hago, sólo terapia».
pienso en mí misma y no en los demás. Que entonces voy El nuevo contexto no sólo redefinía las relaciones en el
por un camino equivocado, no s é . . . interior del sistema familiar, sino las relaciones entre este
T.: Pero vaya a descubrir cuál es el pedacito que perte- y el terapeuta. Este recurrió a un quehacer marginal para
nece a la mamá, cuál al papá, cuál a las hijas. escapar del contexto inicial y crear uno diferente, en que
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