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Introducción
El término Condropatía debe utilizarse para describir la lesión del cartílago articular de la rótula
observado mediante artroscopia, artrotomía o sospechado por la clínica (síntomas).
En una rodilla sana, el movimiento de la rótula sobre el fémur se realiza de forma simétrica y el
movimiento es suave. En los individuos con CR, la rótula roza de forma irregular con el fémur, lo
que se traduce en inflamación, degeneración y dolor.
Causas
La causa de este daño puede ser aguda o debida a una lesión por uso excesivo (sobrecarga) de
larga evolución. Las lesiones agudas normalmente se producen cuando la parte delantera de la
rodilla sufre un traumatismo, tal como una caída directamente sobre ella o al ser golpeada
frontalmente, dando como resultado pequeños desgarros o formación de irregularidades en el
cartílago. En los casos por uso excesivo (sobrecarga), la causa del daño es generalmente el roce
repetitivo de una parte del cartílago contra el hueso subyacente por causas diferentes. El término
condromalacia idiopática se reserva para aquellos casos de daño cartilaginoso sin alteraciones
biomecánicas ni antecedentes traumáticos.
Sin existir traumatismo previo, el origen más habitual de la condromalacia es, generalmente, la
posición de la propia rótula. La rótula realiza un mal tracking (deslizamiento), un movimiento
irregular al deslizarse a lo largo del surco femoral (tróclea).
La causa más habitual es que la rótula se posiciona demasiado lateral (hacia el exterior) en el
surco femoral sobre el que debe realizar su desplazamiento. Este problema es causado
normalmente, aunque no siempre, por desequilibrios musculares, donde la musculatura
cuadricipital lateral (vasto externo) y otros tejidos tales como el retináculo lateral son más fuertes y
ejercen más presión y el músculo vasto medial es débil. Otros problemas estructurales incluyen
mala alineación o displasia como rótula alta, rótula baja, surco femoral plano, aumento de la
anteversión femoral y rotación tibial externa compensatoria y malas alineaciones rotulianas por un
eje anormal en la carga habitual que alteran los ángulos normales para un funcionamiento normal
en la rodilla al moverse.
La condropatía rotuliana puede aparecer en atletas jóvenes que no asocian otras lesiones. Su
incidencia es también mayor en las mujeres debido a su mayor ángulo Q a nivel de miembros
inferiores. También es más común en aquellos que han sufrido lesiones de rodilla previas
traumáticas como fracturas y luxaciones. (Delgado, 2013)
Etiología
Además, la causa no es siempre obvia y se puede encontrar asociada a otras patologías como
subluxaciones de rótula o síndrome de hiperextensión lateral. (Ramírez et al., 2000)
Sintomatología
Cursa con dolor localizado en la parte anterior de la rodilla, en la rótula, habitualmente bilateral y
a veces, poco definido. Suele iniciarse en el borde rotuliano externo, y a veces con afectación de la
zona posterior de la rodilla. Este dolor aparece por permanecer con las rodillas flexionadas durante
largos periodos de tiempo y desaparece con leves movimientos tras abandonar esa postura. A
medida empeora esta patología, el dolor se presenta también durante la actividad: sobre todo al
bajar escaleras, y en flexión máxima (cuclillas) donde la articulación se ve sometida a mayores
cargas.
Sensación de inestabilidad.
Sensación de rozamiento o “cepillo” cuando se extiende la rodilla.
Rigidez a la flexo-extensión.
Puede encontrarse una mayor sensibilidad a la palpación en la superficie medial de la rótula
(Sheehan et al., 2010), aunque se observó que es el signo más poco fiable de esta
patología.
En un 50% de los pacientes se aprecia una crepitación, crujidos o chasquidos, también
palpables, en los movimientos de flexo-extensión de la rodilla.
Es raro que aparezca líquido libre en la articulación de la rodilla.
Sí puede mostrarse un edema de los cuádriceps y atrofia del mismo, en etapas muy
avanzadas puesto que el dolor limita la función de los cuádriceps y se vuelve hipotónico.
Estadíos
Según Outerbridge, los grados de la condromalacia, según las características del cartílago son
tres. De hecho es la escala más sencilla y utilizada. No obstante, Goodfellow y Hungerfood,
fijándose en la artroscopía, dividen los estadíos también en cuatro, al igual que Bentley, quien lo
modificó a cuatro teniendo en cuenta la extensión de la fibrilación. (Polanco-Martínez, 2002)
Grado I: reblandecimiento del cartílago articular, con pequeñas áreas con edema. 0,5 cm
de afectación.
Grado II: fisuración y fragmentación en un área menor de 1,3 cm. (Según Bentley entre
0,5-1 cm).
Grado III: fisuración y fragmentación en una zona mayor de 1,3 cm. (Entre 1-2 cm).
Grado IV: fisuración que excede los 2 cm y exposición del hueso subcondral. (Para Bentley
sólo cuenta el tamaño de la superficie afectada).
Diagnóstico y valoración
Prueba de movilidad lateral-medial con una flexión de rodilla de 30°. Es más frecuente una
inestabilidad lateral que medial.
Prueba de la subluxación medial de la rótula de Fulkerson. Se aplica una prensión hacia
medial sobre la rótula con la rodilla en extensión completa. Si a la flexión pasiva aparece
dolor y se reproducen los síntomas, es positiva.
Prueba de aprensión patelar de Fairbank. En supino, desplazamiento lateral de la rótula
desde la extensión a leve flexión de rodillas. Provoca dolor y defensa. No es muy fiable y
hay que tener cuidado al realizarla. (Ramírez et al., 2000)
Estas maniobras son difíciles de repetir con exactitud, por lo que ante la duda, se realizan
mediciones bajo anestesia para valorar si la rótula es inestable o luxable. (Ramírez et al., 2000)
Decúbito supino y con la rodilla en extensión, se comprime la rótula en sentido caudal contra el
fémur a la vez que se contrae activamente los cuádriceps. Es muy específico pero poco sensible.
En supino, de una extensión relajada de rodilla, se hace una flexión completa y se mantiene en
esa posición. A los 15”-30” puede resultar dolorosa en los casos positivos.
Material y métodos
La búsqueda electrónica de los artículos relacionados con el tema fue llevada a cabo en las
bases de datos Pubmed, Medline, Science Direct, Pedro, Scopus, Cochrane, Cinahl, Cuiden.
Han sido utilizadas también otras fuentes de información: libros, revistas electrónicas
(efdeportes.com) y sobre todo, referencias de los artículos encontrados.
Los criterios de inclusión fueron todos aquellos artículos relacionados con la condropatía
rotuliana, su prevención y tratamiento conservador y actividad física recomendada.
Los criterios de exclusión fueron aquellos artículos que hacían referencia a métodos quirúrgicos
en el tratamiento de la condropatía rotuliana u otros aspectos no relacionados con el objetivo del
estudio.
De todos los artículos encontrados, los seleccionados se encuentran en las bases de datos
Cinahl, Science Direct, Pubmed.
En la base de datos cinahl han sido elegidos 15 artículos utilizando como palabras clave
“chondromalacia patellar”, “chondropathy patellar”.
En science direct se ha seleccionado 1 artículo, realizando la búsqueda con las palabras clave:
“exercises in patellofemoral syndrome”.
Todos los demás artículos seleccionados fueron encontrados en revistas como efdeportes.com ó
publicaciones de fisioterapia, revistas de traumatología y cirugía ortopédica, revistas de podología y
reumatología, cuyas referencias aparecen especificadas en la bibliografía.
También fueron desestimados algunos artículos por no poseer suficiente relevancia, falta de
acceso ellos o porque no se relacionaban con el tratamiento conservador, prevención y actividad
física en la condropatía rotuliana, si no con otros aspectos de la misma.
Resultados
La debilidad de los cuádriceps acompaña habitualmente al dolor anterior de rodilla y puede ser
causa o resultado del mismo. El restabalecer la fuerza y la flexibilidad de los cuádriceps es crítico
para mejorar el soporte de carga. Esto es porque el cuádriceps se encarga de absorber energía de
impacto; si no funciona bien, se sobrecarga el hueso subcondral rotuliano y da lugar a un
estiramiento excesivo de los tejidos blandos perirrotulianos. Por esto, el tratamiento se dirige a
mejorar la fuerza y la flexibilidad de las extremidades inferiores, eso sí, sin sobrecargar el sistema
pues debe mantenerse una cobertura funcional que no termine fracasando.
El músculo vasto interno de los cuádriceps se inserta en la rótula en un ángulo de 50-55º desde
el plano sagital. Es el único músculo que trabaja durante todo el rango articular. Por lo tanto la
insuficiencia de éste contribuye directamente al desplazamiento lateral externo de la rótula ya que
hay un desequilibrio de fuerzas para centrarla. Por otro lado el dolor inhibe la actividad muscular de
forma que hay un círculo vicioso sin salida. Hay estudios que demuestran que el músculo más
afectado en este sentido es el vasto interno. Como resultado, el cuádriceps es prioritario en todas
sus facetas sin olvidar la musculatura antagonista.
Se aconseja no realizar aquellas actividades que impliquen una actuación intensa de los
cuádriceps e isquiotibiales, y en las que hay cambios de dirección y/o frenadas bruscas: fútbol,
baloncesto, esquí, tenis, pádel, balonmano. En el caso que el deportista con condropatía decida
practicar una de estas actividades, se aconseja que lo haga con la mínima frecuencia semanal, que
continúe con las actividades físicas que se han aconsejado para fortalecer la rodilla y que cese el
deporte en cuanto note dolor. (Delgado, 2013)
Repeticiones
Se diferenciarán según los dos tipos de ejercicios incluidos en el programa siguiendo siempre el
criterio que los ejercicios de fortalecimiento precisan más repeticiones y menos tiempo de ejecución
y los ejercicios de flexibilización precisan menos repeticiones y mayor tiempo de ejecución; de
forma general se realizarán:
Frecuencia
Se recomienda la realización del programa de ejercicios con una frecuencia media que oscile
entre 3 a 5 días a la semana.
Duración
Se considera el plazo de 6 semanas como válido para experimentar la mejoría clínica, pero se
establece como término medio la necesidad de mantener el programa por un periodo mínimo de 8 -
12 semanas antes de ser revisado y certificar su eficacia.
Progresión
Modo de ejecución
Quisiéramos apuntar que en los últimos años parece cobrar fuerza la posibilidad de que sea una
posible disfunción neuromuscular, con la alteración consiguiente del patrón de reclutamiento
sincrónico del vasto interno y del vasto externo de los cuádriceps, como la causa inicial de la CR al
producirse con ello un aumento significativo de las fuerzas de desplazamiento y de presión lateral
de la rótula durante cada contracción del cuádriceps. Por ello parece razonable la recomendación
de solicitar al paciente la realización de una manera lenta y controlada de los tres tiempos de la
contracción muscular en cada uno de los ejercicios de fortalecimiento muscular de los cuádriceps:
Fase concéntrica, fase isométrica y fase excéntrica. Es más, algunos autores enfatizan la
importancia del entrenamiento excéntrico de los cuádriceps, al apreciar en su debilidad un hallazgo
clínico habitual en pacientes con CR, para lo cual se propone de manera más implícita su demanda
inherente en aquellos ejercicios que se realizan en cadena cinética cerrada.
Ejercicios propuestos
Para ejercitar el vasto medial, es necesario que el paciente, en decúbito supino, haga una
rotación externa de cadera y apoye la pierna en la camilla por su parte lateral. Para evitar la
extensión total de la rodilla, se coloca un rodillo o cuña en el hueco poplíteo. Se le pide la
contracción del vasto medial, sin necesidad de estirar la rodilla o mover la rótula. Es difícil separar
este vientre muscular de los músculos cuádriceps entero, por eso con una pequeña contracción,
bien diferenciada, sirve.
A medida que gane fuerza y precisión, se puede colocar una pelota o un saquito de arena debajo
del hueco poplíteo para que el paciente lo aplaste contra la camilla.
El recto anterior de los cuádriceps puede ejercitarse en isométrico también con una pelota, pero
con la cadera en posición neutra.
Aunque los ejercicios en cadena cinética cerrada proporcionan mayor estimulación propioceptiva,
ocasionan menos dolor, y se asemejan más al gesto deportivo, no hay que descartar los ejercicios
en cadena cinética abierta.
De cadena cinética cerrada, se pueden realizar sentadillas o lo que es lo mismo, levantarse y
sentarse de una silla en un movimiento controlado para practicar el excéntrico de los cuádriceps.
Monopodalmente también se realiza bastante.
Además, el excéntrico de los cuádriceps también se puede practicar durante la marcha, en una
cinta rodante, en un plano levemente inclinado hacia abajo.
En bipedestación, se puede adelantar la pierna a ejercitar flexionada, y llevar el peso hacia ella,
hacia delante, para realizar un excéntrico.
Estudios encontrados muestran mayor evidencia en los ejercicios excéntricos con aumento de
cargas progresivo para la recuperación funcional y del dolor.
No hay que olvidar potenciar los rotadores internos y aductores de cadera, por su acción
correctora del valgo y de la rotación externa de la tibia. Un ejemplo de ejercicio para los aductores
sería juntar las piernas mientras hay una resistencia interna.
Cuando el sujeto haya ido avanzando en la consecución de los ejercicios citados de recuperación
de su rodilla, podrá participar en actividades físicas que no estén relacionadas con la rehabilitación
que antes hemos mencionado.
Un factor importante es el descenso de peso a través del entrenamiento aeróbico en piscina,
podrá realizar largos en estilo crol y espaldas con Pull entre las piernas. De esa manera no habrá
flexión de rodillas, estará trabajando la musculatura de forma isométrica y conseguirá el objetivo
prioritario de mejorar su resistencia y calidad cardio-pulmonar. Podrá empezar con series de 25
metros, alternando los dos estilos antes mencionados, para ir pasando progresivamente a series
más largas y mayor volumen de metros en cada entreno. En caso de contar con pulsómetro
acuático, la intensidad del ejercicio no deberá superar nunca el 85% de la frecuencia cardiaca
máxima (López, 2007). Esto va a provocar menor tensión en rótula. La dieta también tiene un
papel muy importante en este proceso (Zhelyazkov, 2001).
Las actividades libres que puede hacer el sujeto, una vez que se encuentre mejor y siempre que
su médico lo crea conveniente pueden ser: andar, correr (por superficie blanda), montar en
bicicleta (elevando un poco más el sillín para evitar excesiva flexión y utilizando desarrollos que le
permitan pedalear sin mucho esfuerzo. En llano, evitando cuestas), golf, patinaje en línea, y todas
aquellas actividades que no le supongan estrés y presión a la rótula.
Por otro lado habrá que huir de aquellas actividades que soliciten una actuación intensa de los
cuádriceps e isquiotibiales, y en las que hay cambios de dirección y/o frenadas bruscas: futbol-sala,
baloncesto, esquí, squash, tenis, pádel. En el caso que el deportista con condromalacia decida
practicar una de estas actividades, se aconseja que lo haga con la mínima frecuencia semanal, que
continúe con las actividades físicas que se han aconsejado para fortalecer la rodilla y que cese el
deporte en cuanto que haya dolor (López Chicharro, 2006).
Como se ha dicho anteriormente, esto es sólo una propuesta que deberá ser adaptada por un
profesional de la salud y/o de la actividad física a las características del paciente según su estado
de forma, edad, otras patologías, etc. Pero que, en cualquier caso, abre posibilidades a una
patología que, en muchos casos, desencadena en el abandono de la actividad física, por lo que
habrá que educar y reforzar la importancia del mantenimiento de estos ejercicios y de una actividad
física recomendada, ya que se ha demostrado la eficacia del tratamiento conservador. (Pastor y
López, 2010)
Conclusiones