En su texto “De una a otra Venezuela” (1996), Arturo Uslar Pietri desarrolla como tema

específico nuestra dependencia económica del petróleo. Para esto, el autor elabora un texto
argumentativo, en el que expone y defiende su opinión acerca de esta problemática para
convencer al lector de su postura. Uslar Pietri afirma que el manejo de la renta petrolera ha
generado una Venezuela que no puede sobrevivir al petróleo: un país ‘artificial’, no
duradero, debido a que la economía nacional se basa principalmente en la explotación de tal
hidrocarburo y a que se han construido obras muy importantes para la salud y la educación
que no pueden mantenerse sin los dólares generados por el petróleo. Además, el ensayista
señala que nuestra capacidad de producción es inferior a las necesidades que han surgido en
esta nación del disimulo, caracterizada por el derroche de la riqueza petrolera.
En concordancia con el autor, opinamos que los ingresos provenientes del petróleo han
permitido un aparente crecimiento del país que es insostenible en el tiempo. Lo anterior se
debe, en parte, a que ese desarrollo parcial necesita de una constante reinversión y dotación
de recursos para que las diversas instituciones u obras creadas puedan seguir funcionando
con normalidad (sean estas hospitales, puertos u otros servicios). Adicionalmente, el
petróleo no es un recurso renovable y tampoco eterno, a pesar de que según el Informe de
Gestión 2010 de PDVSA, las reservas probadas de crudo en Venezuela se contabilizaron
como las más grandes del mundo, con 297.570.543 millones de barriles netos.
En lo que a nosotros respecta, otro factor que debe ser considerado es que los precios
del petróleo fluctúan según el mercado internacional, es decir, estos ingresos no son
estables. Es así como el precio del barril venezolano, según cifras del Ministerio del Poder
Popular de Petróleo, cerró en octubre del presente año en 38,81 dólares, mientras que para
el mes de septiembre alcanzó los 43,03 dólares. Aunado a esto está el hecho de que nuestra
economía es monoproductora y se basa enteramente en la exportación del crudo, mientras
que el sector industrial en general se encuentra estancado. Esto último implica que, cuando
los precios del petróleo descienden, la economía se paraliza y el país no cuenta ni siquiera
con el dinero suficiente para mantener el abastecimiento de los productos básicos, mucho
menos para continuar el financiamiento de inversiones sociales o de infraestructura, tal y
como está sucediendo actualmente.
Desde nuestro punto de vista, el lenguaje utilizado por el autor es pertinente, pues
permite establecer relaciones de causa y efecto entre la dependencia de la renta
petrolera y sus consecuencias para el país, siempre con intención explicativa y
esclarecedora. Además, Uslar Pietri emplea estrategias de justificación que sirven para
demostrar su crítica y que responden a la naturaleza argumentativa de su texto:
razonamientos lógicos, preguntas retóricas y ejemplificaciones, entre las más
importantes. Si bien estos recursos sustentan de forma conveniente sus ideas, nos
parece que también pueden introducirse algunas cifras o estadísticas sobre la
administración del petróleo venezolano que contribuyan a entender la real dimensión
de este problema (costos, caídas, déficits). Más allá de esto, para nosotros, es evidente
la correspondencia entre las ideas expuestas por Uslar y la manera en cómo las
presenta y sustenta, pues a cada juicio o señalamiento, el escritor introduce una
estrategia y una ampliación que desarrolla su visión del asunto. Precisamente, esto
último le permite llevar a cabo uno de sus propósitos más elementales: examinar una
problemática nacional, que él mismo cataloga como ‘crisis petrolera’.
Por todo lo anterior, coincidimos con Uslar Pietri en que es necesario construir una
Venezuela que perdure en el tiempo. Consideramos que una forma de lograr esto es
fortaleciendo la economía de la nación, ya que en la medida en que nuestra economía
sea sólida, se podrá lograr un desarrollo sostenible del país.