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Tal vez por la forma en que nuestro cerebro se ha desarrollado desde que el ser humano
se separó de nuestros hermanos animales o por que necesitamos representar la realidad de
una forma simbólica y simple para soportar la incertidumbre de la existencia es que una
nuestro enfoque de la estrategia y su posterior planificación no rinde los frutos que
deseamos.
Gracias al método científico que tenemos casi grabado a fuego, los términos derivados
del análisis y la perspectiva reduccionista con que leemos la realidad. Esta manera en que
percibimos y evaluamos el entorno es uno de los principales problemas a la hora de
diseñar una estrategia. Tanto en una estrategía de negocios, una militar, una estrategía de
vida, o una estrategía de juegos; la forma en que leemos, percibimos e intentamos
comprender el ecosistema social, cultural y natural en el que estamos inmersos es la
limitante principal para estrategar con conocimiento y eficiencia.
Edgard Morín, riguroso y creativo pensador, ha desarrollado su obra integrando una gran
cantidad de campos del conocimiento y diferentes disciplinas. Este pensador
contemporáneo nació en París en 1921. Es licenciado en historia y derecho y en su vida
se ha paseado desde la resistencia francesa durante la invasión nazi hasta la investigación
académica como la desarrollada desde 1951 en el Centre National de la Recherche
Scientifique (CNRS). Posteriormente se dedicó a estudiar lo que denomina el hombre
imaginario, o lo que él denominó la relacion entre lo real y lo imaginario. Morín
tambien formó parte del equipo multidisciplinario denominado “Grupo de los Diez”.
En su ponencia frente al Consejo de Europa en colaboración con la Fundación Europea
para las Ciencias , las Artes y la Cultura – coloquio denominado “G. Orwell, Big Brother,
un desconocido familiar, 1984” – desarrolló el concepto de ‘Inteligencia Ciega’, en la
cual expresó:
¿Es posible cambiar estos lentes tinteados que nos presentan un mundo simplificado por
otros que nos presenten un mundo mas interrelacionado y complejo?
Para superar la limitaciones y deformaciones que el paradigma de la simplicidad nos
induce, Morín plantea que es necesario recurrir al pensamiento complejo. Según éste, el
estudio de un fenómeno se puede hacer desde la dependencia de dos perspectivas: la
Holística y la Reduccionista; La Holística, se refiere a un estudio desde el todo o
todomúltiple; y la segunda, a un estudio desde las partes. El pensamiento complejo es
entonces un enfuerzo por interrelacionar el orden y el desorden, así como la organización
y el caos, para de esta forma comprender la realidad, pudiendo ser ésta tanto fisica como
biológica o social. En escencia el pensamiento complejo integra la incertidumbre y
contempla también la organización. Es capaz de vincular y contextualizar, de globalizar
pero reconociendo lo singular y lo concreto.
Durante el siglo XXI, Morín sostiene que debería abandonarse la visión unidemsional
que define hoy al ser humano cambiandola por el tejido que se conforma por la
conjunción de la racionalidad (homo sapiens), la técnica (homo faber), las actividades
utilitarias (homo economicus), las necesidades obligatorias (homo prosaicus) pues el ser
humano es complejo y multidimensional e integra consigo de modo bipolarizado
caracteres antagónicos como:
Los tiempos que vivimos han sido calificados de diversas formas, como por ejemplo; de
sociedad posmoderna o de modernidad tardía, de sociedad de la comunicación, de
sociedad del acceso o de la información, de sociedad del conocimiento o sociedad de la
informática, entre otras muchas denominaciones. Sólo Ilya Prigogine, Premio Novel de
Química, ha dado con la más cercana apreciación de los tiempos que vivimos. Ilya
describe el estado actual de la ciencia como ‘El fin de las certidumbres’. Si asumimos
esto como un postulado, debemos pensar la estrategia asumiendo que nos movemos en un
terreno movedizo, cambiante, sin leyes o formulas estables y que debemos ser un buen
malabarista y equilibrista de la estrategia. Debemos ser capaces de estrategar sobre lo
incierto y lo inestable, sobre lo cambiante y lo volatil. Previamente tendremos que asumir
que; cumplir este postulado en un 100% es utópico y que debemos acercarnos a la
realidad desde sus relaciones, interacciones y dependencias, desde el pensamiento
complejo. Ahora bien, el pensamiento complejo no excluye al pensamiento simplificante,
lo integra.
Pensando la complejidad
Morín plantea tres principios los cuales pueden ayudar a pensar en la complejidad:
1.- Dialógico: Considerar la dualidad en cada unidad. Considerar a la vez términos
complementarios y antagónicos, ya que si bien pueden parecer contradictorios, la
existencia de uno imposibilita o colabora en la existencia del otro. Debemos tomar en
cuenta la dualidad en las propiedades tanto de las partes como del todo.
2.- Recursividad Organizacional: Un proceso recursivo es aquel en que los productores y
los efectos son al mismo tiempo causas y productores de aquello que los produce. Este
concepto rompe la idea de linealidad de la causa/efecto, por que todo afecta y se vuelve
sobre lo que lo ha producido, en un ciclo auto-organizador, autoproductor y
autoconstitutivo. Debemos considerar que las partes y el todo se interrelacionan y se
afectan mutuamente como parte del proceso.
3.- Hologramático: Así como la parte está en el todo, el todo está en la parte. Cada una de
nuestras células contiene la totalidad de la información genética de nuestro organismo. La
idea aunque pueda parecer paradojica, consiste en trascender, tanto al reduccionismo
como al holismo, dejando de ver solamente las partes o exclusivamente el todo y
considerar la inclusión de el todo y la parte en ambos. Pascal formuló la idea: “No puedo
concebir al todo sin concebir a las partes y no puedo concebir a las partes del todo sin
concebir al todo.”
La maquina no trivial
Una máquina es trivial cuando conocemos todos sus imputs ya que de esta forma
conoceremos todos sus outputs. De una máquina así podremos predecir su
comportamiento y en cierta forma, nosotros tambien somos máquinas triviales sobre las
cuales es factible predecir comportamientos y outputs en ciertos eventos o situaciones.
Sobre todo es la vida social la que exige que nos comportemos como máquinas triviales y
respondamos con el output culturalmente esperado en cada situación.
¿Que sucede en momentos de crisis, en momentos de decisión? Es en esos momentos
cuando la máquina se vuelve no trivial actuando de una manera que no podemos
predecir. Nuestras sociedades son tambien máquinas no triviales desde el momento en
que cruzan continuamente por crisis de toda índole. Tanto las crisis económicas, sociales
o políticas brindan la entropía suficiente para que nuestra máquina social no trivial tienda
a buscar el equilibrio y comience a ofrecer outputs inesperados.
Una vez que la máquina no virtual ha tomado una acción, entra en juego el concepto de
ecología de la acción, en el cual cada vez que un individuo toma una acción, ésta
comienza el proceso de escapar de sus intenciones hasta el punto en que es el ambiente y
su universo de interacciones el que toma posesión, en tal forma que puede incluso
volverse contrario a la intención original. Toda acción entonces debe suponer
complejidad ya que en ella participan elementos aleatoreos, el azar, la inniciativa,
decisión, la conectividad, redes, la incertidumbre y la conciencia de éstas perspecitivas y
de sus transformaciones. De una forma dramática, podemos identificar que la estrategia y
las acciones que ésta produzca deberán contemplar la complejidad de la ecología de la
acción, aceptando las posibilidades de que cada una de éstas acciones deba ser corregida
sobre la marcha si desvía el curso esperado. Esto es una realidad compleja pensada desde
la perspectiva del pensamiento complejo.
La complejidad puede ser considerada como un denso relato el cual considera un inner
speeech dentro de cada discurso, parte, elemento o sujeto y somos cada uno de nosotros
quienes negamos esta complejidad ignorando o desconociendo partes importantes de
nosotros mismos. Este fenómeno la Self-deception, es el engaño de si, que nos hace
conocer sólo una apariencia o imagen de nosotros mismos. Es esta apariencia de nosotros
la que proyectamos y a la vez es la apariencia de la realidad la que estamos limitadamente
costumbrados a ver. No es posible estrategar sobre una apariencia, debemos poder ver la
completitud.
¿Pero qué es la co mplejidad? Contraviniendo a Morín, podríamos simplificar la
respuesta definiéndola como; “…un fenómeno cuantitativo, una extrema cantidad de
interacciones, interferencias y dependencias entre un número muy alto de unidades. Es
con Wiener y Ashby, los fundadores de la Cibernética, que la complejidad se hace
complejamente visible. Este pensamiento complejo, es una ida y vuelta incesante entre
certezas e incertidumbres, entre lo elemental y lo global, entre lo separable y lo
inseparable. Consiste en integrar los conceptos de la ciencia clásica de orden,
separabilidad y lógica a un esquema más amplio y mas rico cuyas bases están construidas
por los cimientos de las teorías de la información, de la cibernética y la teoría de
sistemas.
Reformando el pensamiento
“La dificultad del pensamiento complejo es que debe afrontar el juego infinito de
las inter- retro-acciones, al igual que la solidaridad de los fenómenos entre sí, la
bruma, la incertidumbre, la contradicción, lo entramado. Pero toda estrategia,
nos dice Morin, debe surgir y trabajar con y contra el juego múltiple de las
interacciones y las retroacciones con y contra lo incierto, lo aleatorio. Un
fenómeno complejo exige de parte del sujeto una estrategia de pensamiento, a la
vez reflexiva, no reductiva, polifónica y no totalitaria/totalizante. “
Morin, Edgard, Introducción al pensamiento complejo. La inteligencia ciega,
Editorial Gedisa, Barcelona, 1994.
Conclusiones
La realidad, este sistema complejo sobre el cual debemos estrategar día a día, se ha ido
develando con el tiempo y sobre todo hoy, con preceptos propios de la cibercultura como
la conectividad simultánea (Lévy 24-27) y modelos como los de marcos nos permiten
hoy entender como el pensamiento licúa los horizontes de la experiencia en la lectura y el
relato hipertextual. Este relato digital, impregnado de líneas de fuga se percibe como un
desorden o caos al cual nuestra cultura occidental ha intentado siempre presentar como
nociones antagónicas (Calabrese).
La realidad como relato y el relato digital como tal podemos definirlo como un libro
‘rizoma’ el cual es cuenta con seis condiciones identificadas por Deleuze y Guattari:
Un libro-rizoma conecta cualquier punto con otro punto cualquiera; Cada uno de sus
rasgos no remite necesariamente a rasgos de la misma naturaleza (no es necesaria una
unidad coherente, sino que mas buen promociona la heterogeneidad); Pone en juego
regímenes de signos muy distintos; no está hecho de unidades, si no de dimensiones, no
tiene principio ni fin, es múltiple; Establece rupturas significantes; Es cartográfico dado
que está hecho de líneas de fuga nofiliables, como en arborescencia; Contrariamente a los
parámetros miméticos, el rizoma está relacionado con el mapa que debe ser producido,
desmontado, conectable y alterable continuamente. No responde a modelos estructurales
o genéricos ya que no confluye, diverge. Es un modelo acentrado. Tanto los modelos de
redes semánticas, que nos permiten comprender la manera en que conectamos nodos de
realidad, como la inteligencia conectiva definida por Kerckhove (32-34) como una
condición de la mente que nace de la asociación espontánea o deliverada de numerosas
personas en grupos, parecen verse favorecidas por la sinergia de los procesos de
conocimiento descentralizado, de nuestra nueva conciencia de realidad multidimensional.
Debemos ser capaces de aprehender en conjunto tanto el texto como el contexto, tambien
el ser y su entorno, lo local y lo gobal, lo multidimensional.
Antes de estrategar, antes de diseñar la estrategia, incluso antes de identificar los actores,
debemos pensar nuestra realidad como un sistema complejo, y la única forma de
abordarlo es modificando nuestra forma de pensar la realidad. El pensamiento complejo
se nos presenta entonces como una herramienta para seguir las hebras e identificar sus
tejidos, debemos poder ‘ver’ en su real complejidad el entorno, sus significados,
relaciones y dependencias. Este modelo implica ver la complejidad, no como un
problema sino como la verdadera cara de nuestra realidad, una realidad compleja e
hiperconectada y en donde tomarán cuerpo y se ejecutarán con mayor o menor éxito las
acciones que como partes de la estrategia diseñemos.
“La antigua patología del pensamiento daba una vida independiente a los mitos y
a los dioses que creaba. La patología moderna del espíritu está en la hiper-
simplificación que ciega a la complejidad de lo real. La patología de la idea está
en el idealismo, en donde la idea oculta a la realidad que tiene por misión
traducir, y se toma como única realidad. La enfermedad de la teoría está en el
doctrinarismo y en el dogmatismo, que cierran a la teoría sobre ella misma y la
petrifican. La patología de la la razón es racionalización, que encierra a lo real
en un sistema de ideas coherente, pero parcial y unilateral, y que no sabe que una
parte de lo real es irracionalizable, ni que la racionalidad tiene por misión
dialogar con lo irracionalizable. “
Edgard Morín, El método, La naturaleza de la naturaleza, Editorial Cátedra,
Madrid, 1993.
Bibliografía: