Вы находитесь на странице: 1из 9

ALUMNO:

Amoz Hidalgo Acosta

GRUPO:

Sebimext por extensión

MATERIA:

Formación y desarrollo de líderes

DOCENTE:

Mtro. Victor Manuel de la Cruz Gutiérrez

ACTIVIDAD:

“Ensayo del tema: La Importancia de una Visión Específica en Nosotros como


Líderes”

1
INDICE

Introducción…………………………………………………………..……. 3

Desarrollo

I.- Liderazgo………………………………………………………………… 4

II.- Visión………………………………………..….. ……………………….5

III.- Liderazgo con una Visión Específica………………………….……. ….6

Conclusión…………………………………………………………..……… 8

Bibliografía………………………………………………………….……… 9

2
INTRODUCCIÓN

El apóstol Pedro en su primera carta nos recuerda que todo creyente es en


potencia un líder. Que todos formamos parte del llamado corporativo para “Anunciar las
virtudes de Aquel que nos llamó de las tinieblas a su Luz Admirable” (1 Pedro 2:9 Reina
Valera 1960). Por lo tanto, el concepto de -líderes forjadores de otros líderes- no es una
opción sino un deber que todos y cada uno de nosotros tenemos. Sin embargo, la Iglesia,
necesita apremiantemente de liderazgos relevantes, oportunos y eficaces a nuestro aquí y
ahora. Ciertamente hay muchos líderes que no están activos, no por falta de cualidades y
dones; puesto que todos los que hemos venido al encuentro de nuestro Señor Jesucristo,
somos “Linaje Escogido, Real Sacerdocio, Nación Santa, Pueblo adquirido por Dios” (1
Pedro 2:9), lo que nos lleva a pensar que desde la lupa del cielo, todos tenemos un potencial
al servicio de la obra de Dios, he aquí la importancia del liderazgo en nuestras iglesias.
Porque muchos de los que actualmente forman parte de nuestras congregaciones,
ciertamente saben que la iglesia debe proclamar el evangelio, esto responde al QUE,
también saben que dicha proclamación es través del buen testimonio, del evangelismo, del
discipulado, etc. Esto responde al COMO, y prácticamente todos los miembros en nuestras
iglesias son conocedores en la teoría de la gran comisión, pero réprobos en la praxis, puesto
que la desconexión que la mayoría tiene no es en el QUE ni en el COMO, sino en el
PORQUE, es decir, ¿Por qué debemos proclamar el evangelio, porque debemos predicar,
porque debemos hacerlo?, aquí es donde entra en acción el liderazgo relevante y eficaz. Un
líder que abraza, encarna y promueve una visión específica, podrá poner en marcha a una
iglesia que, no solo sabe el QUE y el COMO, sino que también entiende el PORQUE de su
trabajo misional aquí en la tierra.

3
¿PORQUE NECESITAMOS SER LÍDERES CON UNA VISIÓN
ESPECÍFICA?

I.- LIDERAZGO

La Iglesia tiene una misión especial y específica que debe cumplir aquí en la tierra, a
la iglesia Dios la ha puesto para ofrecer sanidad a las almas, pues la Iglesia es la esperanza
del mundo. Por lo tanto, al entender la inminente necesidad espiritual que adolece en
nuestro alrededor, y que el futuro de nuestro mundo depende en gran parte, de que nosotros
como líderes entendamos la misión que nos corresponde, asumiendo que; “El liderazgo es
una decisión que usted toma, no un lugar donde usted se sienta” (C, Maxwell, 200,7), el
amor y el servicio es lo que debe caracterizar nuestro ministerio como líderes.

Los líderes de la Iglesia local tienen el potencial de ser la fuerza más


influyente sobre el planeta tierra. Si lo logran y persisten, las iglesias pueden
llegar a ser los centros redentores que Jesús quiso que fueran. Enseñanza
dinámica, adoración creativa, comunión profunda, adoración eficaz y servicio
gozosos se combinarán para renovar los corazones y las mentes, tanto de
buscadores como de creyentes; fortaleciendo familias, transformando
comunidades y cambiando el mundo. (Hybels, 2002,10)
La trascendencia y la relevancia de la Iglesia para nuestro contexto, es el fruto y la
consecuencia de la cosmovisión de nosotros como líderes. En Hechos capítulo 2, versículo
42, encontramos a una comunidad cristiana que “perseveraban en la doctrina de los
apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones”
(Reina Valera 1960), una comunidad que reflejaba la entrega y el amor hacia Dios tanto en
lo vertical como en lo horizontal, es decir, amando al prójimo a través de la comunión, el
partimiento del pan y una vida devocional de oración. Esta comunidad de la iglesia
primitiva, revela como los que tenían más compartían con los que tenían menos, haciendo
desaparecer las barreras socioeconómicas entre ellos, además de que esta iglesia, ofertaba a
los no creyentes, una visión de la vida tan hermosa que asombraba a todos, tanto así que;
“Cada día el Señor añadía al grupo los que habían de ser salvos” (2:47).

Que importante es entender y reconocer que la iglesia de Cristo posee un poder para
transformar el corazón de las personas, un poder transformador que no se puede encontrar
en ningún otro lugar, ni con el mejor siquiatra, psicólogo, ni el mejor terapeuta, ningún
recurso humano puede cambiar un corazón, ni sanar un alma herida, ni transformar el odio
en amor, ni mucho menos traer arrepentimiento, ni producir el perdón ni la reconciliación,
ni traer la paz. Es decir, ninguna solución alternativa propuesta por el ser humano, puede
llegar al corazón del problema existencial del ser humano, solo Cristo puede transformar las
vidas, y esa es la tarea precisa y específica de la Iglesia, revelar y atraer las almas a Cristo,
a través de la obra del Espíritu santo, y en obediencia a la gran comisión, tarea específica de

4
nosotros como iglesia. Responsabilidad que pone sobre nuestros hombros; consolar al
afligido, sanar al quebrantado, ofrecer la verdad al confundido, brindar recursos a los
necesitados, consolar al olvidado, ayudar al cansado y al desilusionado, romper las ataduras
de las adicciones, liberar a los oprimidos y abrazar al marginado. Es decir que, cualquiera
que sea la necesidad y el sufrimiento humano, la iglesia debe responder con sanidad y
restauración, esto responde al PORQUE de nuestra razón de ser como Iglesia misional, en
propósito y existencia, puesto que ninguna otra organización en la tierra es como la Iglesia,
y nosotros como líderes y parte del cuerpo de Cristo debemos asumir nuestra
responsabilidad.

Nosotros como líderes, debemos ver y comprender el panorama completo de lo que


atañe la gran comisión, desde la perspectiva bíblica, a fin de ayudar a otros a encontrar su
lugar y utilidad dentro del reino de Dios. Pablo el apóstol, en el capítulo 12 a los romanos,
nos advierte de los deberes cristianos a fines al liderazgo, entendiendo que, nosotros
debemos desempeñar nuestro ministerio siempre con esmero, porque la iglesia, de la cual
depende el destino eterno del mundo, florecerá o fracasará en gran manera según sea
nuestro liderazgo. Nunca debemos olvidar que la iglesia es la esperanza del mundo, y que
nosotros somos los pies y las manos de aquel que nos llamó a ser luz entre tinieblas. Y si la
iglesia pareciera no entender su razón existencial, muchas veces lo es por la falta de
liderazgo relevante, ciertamente, pero aún más, por la falta de una visión específica en
nosotros como líderes.

II.- VISIÓN

Sin duda alguna, la visión es el arma más poderosa para cambiar el mundo. La visión
debe ser no una parte de nuestro ministerio sino el corazón y el motor de nuestro servicio
en la obra de Dios y de nuestro liderazgo, entendiendo cual fue la visión de Jesús y
encarnar esa misma visión en nuestras vidas, tal como lo hizo él con sus discípulos; “El
deseo de un verdadero líder es que los demás mejoren, hacerlos más fuertes, más eficaces y
más motivados” (J, Macarthur, 2006, 37). La visión debe ser en nosotros el combustible
que nos lleve a la acción, el fuego que encienda la llama de nuestra pasión por almas, y aquí
es donde empieza el verdadero cambio del mundo, a través de nuestra cosmovisión y/o
cambio de mentalidad; “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la
renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cual sea la buena voluntad de
Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12:2 Reina Valera 1960). Vayamos pues,
cristalizando la idea, la visión, de acuerdo a la definición de Bill Hybels es la siguiente;
“Visión es una imagen del futuro, que produce pasión” (Hybels, 2002, 32). Lo cual no solo
es acertado sino pertinente a la vez, ¿Por qué a la Iglesia, La Esposa de Cristo pareciera que
la sola idea de la responsabilidad que conlleva la gran comisión no produce pasión en
nosotros? Es obvio, una iglesia sin visión es una iglesia sin pasión.

5
Dondequiera que haya necesidad hay un llamado para nosotros, para nuestro
liderazgo, para una visión específica. Mientras haya niños hambrientos habrá necesidad de
suplir de alimentar, mientras haya matrimonios al borde del fracaso, habrá necesidad de
restauración de aconsejar, mientras haya mujeres, adultos mayores y niños maltratados,
habrá necesidad de compasión de amar, mientras haya suicidio y violencia habrá necesidad
de aconsejar de orar, es decir, mientras Cristo no regrese por su Iglesia, nosotros debemos
intencionalmente ser la respuesta a este mundo que agoniza, y aunque muchas veces
tenemos líderes activos, la iglesia en su mayoría sigue pasiva, porque no hemos
comprendido aún, que sin una visión específica y sin un líder que transmita y encarne esa
visión, la iglesia seguirá en su letargo. Por lo tanto, nosotros como líderes debemos primero
ver la visión, ver esa imagen del futuro transformadora de vida, esa visión que acelere
nuestro pulso, con la cual demos respuesta específica a una necesidad específica y que en
esa necesidad nos veamos a nosotros mismos siendo usados poderosamente por Dios para
traer solución y ser de bendición, de tal manera que no solo se produzca la satisfacción de
estar siendo útiles en el reino de Dios, sino que haya una firme convicción en nuestro
espíritu de poder descubrir el propósito por el cual Dios nos ha permitido nacer en este
tiempo, y no tan solo aventurarnos a decir; “Creo que puedo dedicar mi vida a esto” sino
que la visión que Dios haya puesto en nosotros, nos lleve a decir con toda seguridad; “sin
duda para esto nací”. Porque si nosotros como líderes no sabemos hacia dónde vamos,
mucho menos lo sabrá la iglesia local. Es decir, la gran comisión es una tarea concerniente
a toda la iglesia universal, pero precisamente la labor de nosotros como líderes, es
aterrizarlo a nuestra iglesia local, a nuestro contexto, a nuestro aquí y ahora, esto es a una
visión específica.

III.- LIDERAZGO CON UNA VISIÓN ESPECÍFICA

Nosotros como líderes, debemos ser los primeros en ver y sentir la visión,
encarnándola, para luego inspirar a otros a que se sumen a la causa. El apóstol Pablo estaba
completamente seguro de su misión y propósito aquí en la tierra; “Pero de ninguna cosa
hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con
gozo y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la
Gracia de Dios” (Hechos 20: 24 Reina Valera 1960). La visión específica es sin duda
cuestión prioritaria, o al menos así debería serlo. Todo líder tiene un llamado específico
dentro del reino de Dios, nuestra tarea es encontrar nuestro lugar dentro de nuestra iglesia,
y dedicar toda nuestra vida a ello, pues al algún día a todos se nos pedirá cuenta de ello.
Porque sin vacilar, sabemos qué; “Todos pierden cuando la visión de una iglesia es
confusa” (Hybels, 2002, 43). Por lo tanto, nosotros al exponer, transmitir y compartir la
visión específica que Dios nos ha dado para nuestra iglesia local, lo debemos hacer de una
forma sencilla, accesible, digerible y cien por ciento, práctico.

6
Es decir, que todo creyente y miembro de nuestra iglesia después de oírnos compartir
la visión, no tan solo debe saber, el QUE, y el COMO, sino también el PORQUE, y en ese
sentido de pertenencia, también deber arder en ellos la pasión por la visión, de igual forma
que arde en nosotros. Como bien nos lo recuerda Rafael Pola; “Tener una visión enfoca tu
futuro, en términos de resultado. Comunicar adecuadamente la visión hace posible que
tengas seguidores”. (Pola, 2010, 21). De tal forma que nuestra visión nos lleve
directamente a la acción.

La visión pone el fósforo al combustible que la mayoría de personas tienen


alrededor de sus corazones, anhelando que alguien lo encienda. Los líderes debemos
continuar encendiendo ese fósforo, pintando cuadros convincentes del reino. Además,
el don de liderazgo es el único que brinda esa chispa de energía a la iglesia. Así que
debemos hacer lo bien. (Hybels, 2002, 48)

La visión específica no es un sueño utópico, sino más bien un plan, una explicación
paso a paso de cómo pasar del ensueño futuro a la realidad, donde todos caben y todos
somos importantes, donde todos somos útiles y líderes potenciales. Por lo tanto, los
resultados de nuestra visión específica no solo deben llevar a las personas involucradas en
acrecentar su fe en Dios, sino que también los debe desarrollar en su madurez espiritual, en
su compromiso con el evangelismo y con la expansión del reino, a través de metas a corto y
largo plazo, esa es la tarea de nuestro liderazgo, nuestra visión específica provee una
identidad que funciona bíblicamente y que honra a Dios, y nos recuerda que fuimos creados
por Dios con un propósito especial. Para lograr el total potencial redentor de nuestra iglesia
local, necesitamos más que proyectar una declaración de nuestra visión, encarnar metas
claras y objetivos específicos, conectando a cada uno de nuestros miembros a su función
específica, porque somos un cuerpo y Cristo es la cabeza, de tal forma, que nuestra iglesia
esté vinculada tanto de medio tiempo como de tiempo completo con nuestro plan
estratégico de nuestra visión específica, de tal manera que, todos y cada uno de nuestros
miembros, puedan sentirse responsables del futuro de nuestra iglesia como un todo, y no
como en la mayoría de los casos, donde la responsabilidad solo recae en los líderes.

Nuestro líder por excelencia es Jesucristo, él puso en marcha un plan estratégico de


tres años que incluía la selección y el desarrollo de los doce discípulos. Aunado a esto,
Jesús tenía una estrategia de evangelización bien planeada, que se movía de adentro hacia
afuera; primero Jerusalén, luego Judea, después Samaria y así hasta lo último de la tierra.
Por lo tanto aunque nuestra visión es ciertamente global, nuestro punto de partida debe ser
nuestra Jerusalén, nuestra iglesia local. Debemos escanear las necesidades de nuestro
entorno, priorizar y enfocarnos en ser respuesta a dichas problemáticas de nuestro contexto
cercano, apuntar al blanco, crear estrategias, y uno a uno, paso a paso, avanzar en la
expansión del reino.

7
Nosotros como líderes, al igual que Jesús debemos tener en claro la visión global,
apuntar hasta los confines de la tierra, pero aterrizarlo primeramente a nuestra Jerusalén, es
decir, buscar discípulos que abracen nuestra visión y que a su tiempo sean líderes que
avancen hacia el siguiente paso, hacia Judea. Debemos descubrir que necesidades hay con
los jóvenes, con los niños, con los matrimonios, etc., y formar los líderes que desarrollarán
su potencial de liderazgo en dichas áreas, es decir, acompañarlos en este proceso, así como
Jesús pasó tiempo con sus discípulos, y estos a su tiempo, continuaron con el ministerio del
maestro, Jesús. Así también nosotros, al igual que Jesús empapó a sus discípulos con la
visión, nosotros debemos empapar de la visión específica a los líderes bajo nuestra
supervisión y mentoreo, y ellos a su vez empaparán de la visión a los demás, a fin de que la
visión no sea solo de los líderes, sino de toda la iglesia, unánimes como lo era la iglesia
primitiva; “Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros,
en el partimiento del pan y en las oraciones” (hechos 2:42 Reina Valera 1960).
Recordemos, pues, que la iglesia debe abordar cada una de las necesidades más profundas
del ser humano, dirigiendo a las personas a una manera totalmente nueva de vivir, amar y
servir, transformando así nuestra toda sociedad. Sin duda alguna, ser líder es una gran
bendición pero también una gran responsabilidad.

CONCLUSIÓN

Si damos por entendido que la iglesia local es la esperanza del mundo, es decir, “La
agencia redentora ordenada por Dios, sobre la cual descansa el destino del mundo entero”
(Hybels, 2002, 34). Y que el arma más poderosa con la cual, Dios ha dotado a la iglesia,
para transformar el mundo, es la visión, y que la única manera de que dicha visión sea
puesta en marcha es a través de nuestro liderazgo, a fin de atraer el futuro hacia nuestro
presente, puesto que lo que hace realmente poderosa a la visión, es precisamente aterrizarlo
a nuestro contexto, a nuestra iglesia local, a una visión específica, siendo ésta no
simplemente la imagen del futuro, sino más bien, la energía y la pasión que brota desde lo
más profundo de nuestro ser, accionándonos hacia ella. Jesús a sus doce años estaba
convencido de su papel mesiánico sobre la tierra, de su misión y de su visión; “¿No sabías
que en los negocios de mi padre me es necesario estar?” (Lucas 2:49 Reina Valera 1960).
Nosotros de igual manera debemos estar completamente seguros de la visión que Dios ha
depositado en nosotros. Parte de la razón de que los discípulos de Jesús voltearan al mundo
al revés, es que el más grande líder del mundo les había comisionado la meta más clara y
más emocionante alguna vez establecida; La redención del mundo por medio del ministerio
de la Iglesia. Nunca debemos olvidar lo siguiente: “Así que hermano míos, estad firmes y
constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el
Señor no es en vano” (1 Corintios 15:58).

8
BIBLIOGRAFÍA

 C, Maxwell, John (2005), Líder de 360°, Nashville, Grupo Nelson


 Macarthur, John, (2006), Liderazgo, Nashville, Grupo Nelson
 Hybels, Bill, (2002), Liderazgo Audaz, Miami, Editorial Vida
 Pola, Rafael, (2010), El pequeño libro de un gran líder, México, Casa Armonía
 Santa Biblia, Reina Valera 1960

Вам также может понравиться