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Lucifer –una vez el ángel más encumbrado del cielo, y después transformado por
su propio egoísmo en Satanás, el diablo, tal vez podría creer que de algún modo
pareciera que está ganando la batalla que él mismo empezó. No sólo arrastró con él
a la tercera parte de los ángeles, sino que desde el mismo principio ha colocado de
su lado a un gran número de los seres humanos.
Satanás escogió. Adán y Eva escogieron. Caín y Abel también lo hicieron. Desde el
principio, a cada persona que haya jamás nacido en el mundo se le ha dado la
misma oportunidad de escoger. Y, hoy nosotros, los que vivimos en el siglo XXI,
los casi 7.300 millones de seres humanos estamos eligiendo cada día o a Dios o a su
enemigo.
Pero los verdaderos y leales seguidores de Dios siempre han sido y serán una
minoría. Los fieles siempre han sido pocos. (Por ejemplo Noé) estrecha es la
puerta y ascendente el camino, son los que están de parte de Dios, no importa el
precio que tengan que pagar.
Mateo 7:14 Pero estrecha es la puerta y angosto el camino que lleva a la vida, y
pocos la hallan.
La lista de fieles que comenzó con Adán y Set, que continuó con los patriarcas
Enoc, Matusalén, Noé, Abrahán, Isaac y Jacob–, ahora abarca a una nación entera
especialmente escogida por Dios para representarlo sobre la tierra. Una cadena
inquebrantable de fieles ha existido a través de los siglos hasta el presente.
También vemos que la visión y la misión de los verdaderos seguidores de Dios
nunca han cambiado. Su tarea es defender y compartir las verdades eternas de
Dios.
El pueblo de Israel al llegar a las fronteras de Canaán tenía una misión por
cumplir…
“Después de la muerte de Moisés, siervo de Dios, el Señor dijo a Josué hijo de Nun,
ayudante de Moisés:
La palabra siervo indica una persona que está completamente sujeta a su amo, aquí
entonces señala a Moisés como uno totalmente sometido a Dios y que acata sus
órdenes. Pero ahora que él había muerto, Josué fue confirmado por Dios como
dirigente de Israel. Su fidelidad y humildad habían demostrado que estaba
capacitado para ser sucesor de Moisés. Josué había nacido unos pocos años antes
de que Moisés huyera de Egipto para alojarse en el desierto de Madián. En ese
momento parecía imposible que Moisés llegase a ser el dirigente de una nación,
pero la providencia de Dios lo estaba preparando. Tampoco los padres de Josué
que en ese tiempo se llamaba Oseas, pensaban que su hijo sería el sucesor de una
gran líder, pero Dios hace providencia de instrumentos que no conocemos hasta
que llega el tiempo. Cuando muere un Moisés Dios tiene preparado un Josué.
“Mi siervo Moisés ha muerto, prepárate, pues, ahora, tú y todo este pueblo, para
pasar el Jordán, a la tierra que doy a los israelitas”.
Grande había sido el liderazgo de Moisés para con el pueblo de Israel, pero ahora
era historia! Moisés había fallecido y le correspondía a Josué liderar al pueblo.
Tanto había querido entrado Moisés a la tierra prometida pero ahora ya no estaba,
era el turno del pueblo. Tanto quisieron los discípulos de Cristo vivir en el tiempo
del fin, pero la oportunidad es nuestra. Los grandes hombres de fe han muerto,
Martín Lutero falleció, Elena Garmon de White fue llamada al descanso, los
fervientes pioneros de la Iglesia Adventista ya se encuentran durmiendo, ahora es
el turno de los que tenemos el privilegio de vivir los últimos años de la historia,
qué estamos haciendo por Cristo?
Ahora bien, como los que corren en una carrera de relevo, la antorcha está a punto
de pasarse a manos del último relevo.
Dios ha llamado a un pueblo, remanente, último, para que defienda su verdad, y
su verdad en los últimos días de la historia de esta tierra. Dios le dará a este último
relevo la más importante misión de todas.
Estamos llamados a recobrar muchas verdades perdidas y olvidadas como el
sábado, el ministerio de Cristo en el santuario celestial, la naturaleza del hombre en
la vida y en la muerte, y también, el inminente regreso de Cristo a la tierra. Pero
también le da a este remanente los tres más urgentes y vitales mensajes jamás
dados al mundo: el mensaje de los tres ángeles, tales y como se hallan en las
profecías del libro de Apocalipsis.
“De todos los cristianos profesos”, escribió Elena de White, “los Adventistas del
Séptimo Día debieran ser los que más exalten a Cristo ante el mundo” (Obreros
Evangélicos p.150).
“Entonces el dragón fue airado en contra de la mujer, y se fue a hacer guerra contra
el remanente de la simiente de ella, los cuales guardan los mandamientos de Dios y
tienen el testimonio de Jesucristo”. Apocalipsis 12:17
Tenemos una tarea urgente y absolutamente vital que cumplir. Tenemos que
exaltar a un Salvador ante aquellos que nos rodean. A usted Dios le ha invitado a
ocupar su lugar en la larga lista de sus fieles. Es momento de suceder a los que
nos antecedieron, tomemos la antorcha y recorramos la etapa final de la
competencia. Así, ya sea que vaya a clases, o al trabajo, cumpla con sus deberes,
cuide a sus niños, viva el tren de vida que le ha tocado, dispóngase a ser usado por
Dios hoy. Sea un canal de bendición. Sea la voz de Dios. Permita que el amor fluya
a través de su persona a favor de los perdidos, los confundidos y los desesperados.
Crea en las “citas divinas”. Dios las ha preparado para usted. Esté listo a compartir
su misericordia.