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FILOSOFIA MORAL

Autor: ROGER BACON


Traductor: Sebastian I. Jofre Contreras
Biografía de Roger Bacon:
Fue un filósofo medieval (1214 - 1293 aprox.) de origen inglés y uno de los
primeros en el Occidente cristiano en leer y comentar las obras recién
recuperadas de Aristóteles sobre filosofía natural, física y metafísica.
Nacido en Somerset y educado tanto en la Universidad de Oxford como
en la de París, donde obtuvo en torno a 1237 la licenciatura de Filosofía y
Letras y donde ejerció la docencia durante un periodo de
aproximadamente diez años. En 1247 abandonó las aulas para dedicar sus
energías a investigar y promover temas de estudio que él consideraba
postergados pese a su importancia para el conocimiento de Dios. El
«experimentalista» inglés Grosseteste, el francés Pierre de Maricourt, quien
realizara trabajos innovadores sobre magnetismo, y el autor del pseudo-
aristotélico Secretum secretorum influyeron todos ellos en la nueva
orientación de Roger Bacon. En 1257, y debido parcialmente al
agotamiento, Roger Bacon decidió interrumpir su trabajo para ingresar en
la orden franciscana en Inglaterra. Sin embargo, y para su consternación,
nunca obtuvo en la orden el respeto y la libertad para escribir y enseñar
que él había esperado.

Durante los primeros años de la década de 1260 las opiniones de Roger


Bacon acerca de la reforma del currículo universitario llegaron a oídos del
cardenal Guy le Gos de Foulques, quién, tras convertirse en el papa
Clemente IV en 1265, los reclamó para su estudio. En respuesta a este
interés, Roger Bacon redactó la Opus maius (1267), un trabajo de tipo
enciclopédico que sostiene, entre otras cosas que, a) el estudio del hebreo
y el griego es indispensable para entender la Biblia, b) que el estudio de las
matemáticas (incluyendo geometría, astronomía y astrología) es, junto con
la experimentación, la clave de todas las ciencias y un instrumento para la
teología, y c) que la filosofía puede servir a la teología ayudando en la
conversión de los infieles. Roger Bacon creyó que aunque la Biblia es la
base del conocimiento humano es posible hacer uso de la razón al servicio
de ese conocimiento. No se trata de que la argumentación racional
pueda suministrar, desde este punto de vista, prueba definitiva de
cualquier cosa, sino, más bien, que es con su ayuda como uno puede
formular hipótesis acerca de la naturaleza que luego puedan ser
confirmadas por la experiencia. Según Roger, el conocimiento obtenido de
este modo conduce a aquel otro relativo a la naturaleza del creador.
Cualquier empresa filosófica, científica o lingüística es valiosa en última
instancia por el servicio que pueda prestar a la teología. Roger Bacon
resumió y desarrolló sus puntos de vista acerca de estas cuestiones en la
Opus minus y en la Opus tertium, elaboradas ambas un año después de la
Opus maius.

Roger Bacon se mostró totalmente decidido en el asunto relativo a la


reforma del currículo. Aprovechó cualquier oportunidad de vituperar a
muchos de sus contemporáneos más celebrados (por ejemplo, Alejandro
de Hales, Buenaventura, Alberto Magno y Tomás de Aquino) por carecer
de un correcto adiestramiento filosófico y por contribuir a la defunción de
la teología leyendo las Sentencias de Pedro Lombardo en lugar de la
Biblia. También redactó sendas gramáticas griega y hebrea, realizó un
importante trabajo en óptica y defendió la reforma del calendario
basándose en sus investigaciones de astronomía –reconocidas como no
originales–. No debe pensarse, sin embargo, que Roger Bacon fuera un
buen matemático o un buen científico natural. Aparentemente, nunca
estableció un solo teorema o demostración matemática, tampoco se le
puede considerar un buen árbitro en temas de astronomía (prefirió a al-
Bitrujı a Ptolomeo) y tuvo una elevada consideración de la alquimia, pues
creía que los metales básicos podían ser transmutados en oro y plata.
Algunos han llegado incluso a sostener que la fama de Roger Bacon en la
historia de la ciencia ha sido considerablemente exagerada debido al
hecho de haber sido erroneamente entroncado con los calculadores
oxonienses del siglo XIV, quienes obtuvieron un considerable respeto al
haber allanado el camino hacia determinados descubrimientos de la
ciencia del siglo XVII.

La dedicación de Roger Bacon al asunto de la reforma del currículo pudo


haber sido responsable de su encarcelamiento por Jerónimo de Ascoli (el
que luego fuera papa Nicolás IV) probablemente entre los años de 1277 y
1279. Las clases de Roger Bacon fueron tachadas de contener
«sospechosas novedades». A juzgar por la fecha de su encarcelamiento,
estas novedades pueden referirse a un cierto número de proposiciones
condenadas por el obispo de París, Étienne Tempier, en 1277. Pero puede
haber tenido también algo que ver con el enfado que sin duda provocó
con sus constantes protestas ante los miembros de su orden por la forma en
que estos entendían la educación, o por sus controvertidas opiniones
joaquinitas acerca del apocalipsis o la inminente venida del Anticristo.
Dado su interés en la reforma de la educación y su habilidad para la
sistematización, no es raro que lograse estar a la altura de su época y que
tuviese algo que decir acerca de los principales debates filosóficos del
momento. Debido a esto, es muy posible que sus escritos constituyan una
importante fuente de información sobre la filosofía escolástica del siglo XIII
en general. En conexión con esto, investigaciones recientes han revelado,
por ejemplo, que muy bien podría haber desempeñado un importante
papel en el desarrollo de la lógica y la filosofía del lenguaje durante el siglo
XIII y los primeros años del siglo XIV. En el transcurso del desafío sostenido
frente a ciertas personas (algunas de las cuales han sido hipotéticamente
identificadas como Richard de Cornwall, Lambert de Auxerre, Sieger de
Brabant, Enrique de Gante, Boecio de Dacia, William Sherwood y el
Maestro Abstractionum) sobre la naturaleza de los signos y del modo en
que las palabras actúan como signos, Roger Bacon desarrolla y defiende
puntos de vista que parecen ser originales. Los textos pertinentes a este
respecto incluyen la Sumule dialectices (ca. 1250), el De signis (incluido en
la 3.ª Parte de la Opus maius) y el Compendium studii theologiae (1292).
Por ejemplo, y en conexión con el problema de si Jesús podría ser
calificado como hombre durante el periodo de tres días que permaneció
sepultado (y así, en conexión con el problema anejo de si un hombre
puede ser calificado como animal cuando el hombre ha dejado de existir
y con el sofisma «Éste es un hombre muerto, por tanto, esto es un hombre»),
Roger Bacon no se contentó con separar las palabras del resto de los
signos como había marcado la tradición. Él vino a distinguir entre signos
originados por la naturaleza y originados por el espíritu y entre la
significación natural y la convencional (ad placitum) que resulta expresa o
tácitamente de la imposición de significado por parte de uno o más
individuos. Sostuvo que las palabras significan entidades existentes y no
existentes sólo de forma equívoca, ya que las palabras
convencionalmente sólo significan cosas actualmente existentes. Desde
este punto de vista, el término «hombre» no es usado de forma unívoca
cuando se aplica a un hombre existente y a uno muerto.
Fuente: Huberto Marraud y Enrique Alonso. (2004). DICCIONARIO AKAL DE FILOSOFÍA. España:
Editorial AKAL.
Presentación:

Lo que a continuación se presenta es la traducción integra al español, de


la sección de filosofía moral, que se encuentra en la obra Opus Majus de
Roger Bacon. El texto se obtuvo a partir de la traducción al inglés realizada
por ROBERT BELLE BURKE en 1962.

Esta traducción se realizó con el único fin de que algo del pensamiento de
este filósofo estuviera en el idioma español.
Parte I:
He demostrado en lo que precede que el conocimiento de los idiomas, las
matemáticas, la perspectiva y la ciencia experimental son muy útiles y
necesarios en la búsqueda de la sabiduría. Sin estas ramas, nadie puede
avanzar como debería en la sabiduría, tomada no solo en un sentido
irrestricto, sino también en relación con la Iglesia de Dios y con las otras tres
actividades ya descritas. Ahora me propongo revelar los principios de una
cuarta ciencia que es mejor que todas las mencionadas anteriormente y
más nobles. Esta ciencia es preeminentemente activa, es decir, formativa,
y se ocupa de nuestras acciones en esta vida y en la otra.

Para todas las demás ciencias que se llaman especulativas. Porque


aunque ciertas son activos y formativos, se preocupan por las acciones del
arte y la naturaleza, no por la moral, e investigan las verdades de las cosas
y de las actividades científicas que hacen referencia al intelecto
especulativo y no se preocupan por las cosas pertenecientes al intelecto
activo, que se llama activo porque dirige la acción, es decir, la acción
buena o mala. Por lo tanto, el término activo se toma aquí en un sentido
restringido como aplicable a las acciones de conducta, de acuerdo con
las cuales somos buenos o malos; aunque si tomamos el término activo en
un sentido amplio para toda la ciencia formativa, muchas otras ciencias
están activas. Pero esta ciencia se llama activa de manera autoexplicativa
debido a las principales acciones del hombre, que se relacionan con las
virtudes y los vicios, y con la felicidad y la miseria de la otra vida. Esta
ciencia activa se llama ciencia moral y ciencia civil, que instruye al hombre
sobre sus relaciones con Dios, con su prójimo y consigo mismo, y prueba
estas relaciones, nos invita a ellas y nos influye poderosamente. Porque esta
ciencia se ocupa de que la salvación del hombre se perfeccione a través
de la virtud y la felicidad; y esta ciencia aspira a esa salvación tan lejos
como la filosofía pueda. De estas declaraciones generales es evidente que
esta ciencia es más noble que todas las demás ramas de la filosofía. Ya
que es el propósito interno final de la sabiduría humana, y dado que el
propósito es la parte más noble de cualquier cosa, esta ciencia es
necesariamente la más noble.

De manera similar, esta ciencia sola o en su mayor medida se ocupa de las


mismas preguntas que la teología; porque la teología considera solo los
cinco mencionados anteriormente, aunque de manera diferente, a saber,
en la fe de Cristo. Esta ciencia, además, contiene una gran cantidad de
excelente testimonio con respecto a esta misma fe; y desde lejos supone
sus artículos principales para la gran ayuda de la fe cristiana, como lo
dejará en claro lo que sigue. Como la teología es la más noble de las
ciencias; por lo tanto, la ciencia que está más estrechamente relacionada
con ella es más noble que las demás. Pero para que la gran utilidad de
esta ciencia pueda ser evidente, debemos investigar sus partes, hasta el
final, para poder extraer lo que deseamos de las partes y del todo.

Dado que, además, la filosofía moral es el fin de todas las ramas de la


filosofía, las conclusiones de las otras ciencias son los principios en ella de
acuerdo con la relación de las ciencias precedentes con las que siguen;
porque las conclusiones de las ciencias anteriores se asumen naturalmente
en las que siguen. Por esta razón, es apropiado que estas conclusiones en
las ciencias anteriores se prueben y certifiquen cuidadosamente, de modo
que puedan ser dignas de aceptación en las ciencias que siguen, como es
evidente por la metafísica. Por lo tanto, los principios de la filosofía moral
están atestiguados en las ciencias anteriores; y por esta razón, estos
principios deben extraerse de las otras ciencias, no porque pertenezcan a
estas ciencias, sino porque estas ciencias los han preparado para su
amante. Por lo tanto, donde sea que se encuentren, se les debe atribuir a
la filosofía moral, ya que en esencia se relacionan con la moral. Y aunque
pueden afirmarse en otras ciencias, esto es por gracia de la filosofía moral.

Por lo tanto, todos estos deben considerarse en relación con la filosofía


moral y atribuirse a ella. Por lo tanto, si deseamos usarlos como se
pretendían, se deben recopilar en ciencias morales todas las demás
ciencias. Tampoco es extraño que los filósofos a través de toda la filosofía
especulativa hayan difundido principios éticos, porque sabían que estos
estaban relacionados con la salvación del hombre; y, por lo tanto, en
todas las ciencias han difundido hermosos pensamientos, para que los
hombres siempre puedan ser dirigidos a la bendición de la salvación, y
para que todos sepan que las otras ciencias son buscadas solo por el bien
de esa ciencia que es la amante de la sabiduría humana.

Por lo tanto, si aduzco de otros lugares autoridades distintas a las


contenidas en los libros de moral, deberíamos considerar que estos
deberían ser colocados adecuadamente en esta ciencia. Tampoco
podemos negar que han sido escritos en libros de esta ciencia, ya que en
latín no poseemos, excepto en partes, la filosofía de Aristóteles, Avicena y
Averroes, que son los autores principales de este tema.

Porque así como la teología percibe que las verdades que traen salvación
le pertenecen, donde sea que las encuentre, como dije al principio y
mencioné más tarde, también lo hace la filosofía moral como derecho de
lo que sea que encuentre escrito en otra parte relacionado con ella.

Esta ciencia es llamada ciencia moral por Aristóteles, y por otras ciencias
civiles, porque muestra los derechos de los ciudadanos y los estados.

Y como las ciudades solían dominar a los países cuando Roma gobernaba
el mundo, esta ciencia se llama civil de la ciudad [civitas], aunque formula
los derechos del reino y el imperio.

Esta ciencia, además, en primer lugar nos enseña a establecer las leyes y
obligaciones de la vida; en segundo lugar, enseña que se debe creer y
aprobar esto, y que se debe instar a los hombres a actuar y vivir de
acuerdo con esas leyes. La primera parte se divide en tres cabezas; porque
primero viene naturalmente el deber del hombre hacia Dios y con respecto
a los seres angelicales; en segundo lugar, su deber hacia su vecino; y en
tercer lugar, su deber consigo mismo, tal como lo dice la Escritura. En
primer lugar, en los libros de Moisés están los mandamientos y las leyes con
respecto a Dios y la adoración divina. En segundo lugar, están aquellos
relacionados con la relación de un hombre con su vecino en los mismos
libros y en los que siguen.

En tercer lugar, la instrucción se da en la moral, como en los libros de


Salomón. De manera similar en el Nuevo Testamento, estos tres solo están
contenidos. Porque un hombre no puede asumir otros deberes.

No solo por lo primero, sino por todo lo que sigue, es necesario que los
principios de esta ciencia, por los cuales se verifican los demás, se
establezcan al principio. Algunos de estos principios son puramente
principios y pueden expresarse solo metafísicamente. Otros, aunque son
principios con respecto a lo que sigue, son las primeras conclusiones de
esta ciencia, o aunque se regocijan en algún privilegio de un principio,
pero debido a su gran dificultad y porque se encuentran con menos
contradicciones, y porque de su gran utilidad con respecto a lo que sigue,
debe demostrarse suficientemente.
Así como Aristóteles al comienzo de su filosofía natural prueba el primer
principio de esa ciencia, a saber, que hay un movimiento en oposición a
aquellos que sostuvieron que solo hay uno inamovible. Pero debemos notar
que la metafísica y la filosofía moral están estrechamente aliadas; porque
cada uno se preocupa por Dios, los ángeles, la vida eterna y muchas
preguntas de este tipo, aunque de diferentes maneras. Porque la
metafísica a través de los principios comunes de todas las ciencias
investiga las cualidades metafísicamente, y a través de lo corpóreo
investiga lo espiritual, y a través de lo creado descubre al Creador, y a
través de la vida presente trata con la vida futura, y proporciona mucha
materia introductoria a la filosofía moral.

La metafísica investiga estos temas debido a la ciencia civil, por lo que


tenemos el derecho de unir esta ciencia con la metafísica, a fin de que los
principios que deben explicarse en la metafísica puedan asumirse aquí,
para no confundir las ciencias entre sí. Si intento demostrar en esta ciencia
lo que pertenece propiamente a la metafísica.

Por lo tanto, afirmo que Dios debe existir así como este hecho debe
probarse en la metafísica; segundo, que la existencia de Dios es
naturalmente conocida por cada hombre; y tercero, que Dios es de poder
infinito y de bondad infinita, y junto con esto que él es de sustancia y
esencia infinitas, de modo que se deduce que él es el mejor, el más sabio y
el más poderoso. Cuarto, que Dios es uno en esencia y no más de uno.
Quinto, que Dios no solo es uno en esencia sino trino de otra manera, que
en general debe ser explicado por el metafísico, sino que debe
desarrollarse en una forma doctrinal especial. Sexto, que ha creado todas
las cosas y reglas en el ámbito de la naturaleza.

Séptimo, que además de las cosas corporales, ha creado sustancias


espirituales que llamamos inteligencias y ángeles; porque inteligencia es un
término que denota una naturaleza, pero ángel es un término que denota
una oficina. Esta ciencia también pregunta cuántos hay y cuáles son las
actividades de estas inteligencias, de acuerdo con su relación con la
metafísica, en la medida de lo posible para que sean conocidas por la
inteligencia humana. Octavo, que además de los ángeles ha hecho otros;
sustancias espirituales que son las almas racionales en los hombres.
Noveno, que los ha hecho inmortales. Décimo, que la felicidad de la otra
vida es el bien más elevado. Undécimo, ese hombre es capaz de esta
felicidad.

Duodécimo, que Dios tiene la dirección moral de la raza humana, tal


como dirige todo lo demás en el ámbito de la naturaleza.

Decimotercero, que a aquellos que viven correctamente de acuerdo con


la dirección de Dios, Dios promete felicidad futura, tal como Avicena
enseña en el décimo libro de la Metafísica, y que a quienes viven una vida
malvada se les debe una horrible infelicidad futura. Decimocuarto, esa
adoración se debe a Dios con toda reverencia y devoción.

Decimoquinto, que así como la conducta de un hombre hacia Dios está


regulada por la reverencia requerida, también lo está su conducta hacia
su prójimo regulado por la justicia y la paz, y su deber hacia sí mismo por la
integridad de la vida. Decimosexto, que un hombre no puede por su
propio esfuerzo saber cómo agradar a Dios con la adoración requerida, ni
cómo debe comportarse con respecto a su prójimo y a sí mismo, pero
requiere que se le revele la verdad en estas cosas. Decimoséptimo, esa
revelación debe hacerse solo a uno; que este debe ser el mediador de
Dios y la humanidad, y el vicario de Dios en la tierra, a quien está sujeta
toda la raza humana, y a quien se debe creer sin contradicción cuando se
ha demostrado con certeza que él es tal como acaba de ser sido descrito;
y él es el legislador y el sumo sacerdote que en las cosas temporales y
espirituales tiene pleno poder, por así decirlo, un Dios humano, como dice
Avicena en el décimo libro de la Metafísica, a quien es lícito adorar a Dios.

Por estos principios, la metafísica está unida a la filosofía moral, y la aborda


como su propósito final. Avicena se une así maravillosamente al final de su
Metafísica, pero los principios restantes pertenecen a esta ciencia y no
deben explicarse en la metafísica, aunque Avicena agrega varios de ellos.
Pero al comienzo de su libro, da una razón para esto el hecho de que no
había terminado su filosofía moral y no sabía si la completaría; y, por lo
tanto, mezcló con estos principios muchos que pertenecen propiamente a
la filosofía moral, como es evidente para el investigador. Después de que
estos hayan sido considerados, el legislador al principio debe asumir las
propiedades de Dios en particular, y de los ángeles, y la felicidad y la
miseria de la otra vida, y la inmortalidad de nuestros cuerpos después de la
resurrección, y temas similares a los cuales El metafísico no podía aspirar.
Porque él está interesado en todos estos asuntos principalmente con la
cuestión de la existencia; porque es su función especial aclarar esta
cuestión con respecto a todos los asuntos, porque considera la entidad y el
estar en sus propiedades comunes. Pero otras ciencias toman las otras
preguntas involucradas en las cosas; a saber, qué es cada uno, de qué
tipo y tamaño, y similares, de acuerdo con las diez categorías.

El filósofo moral, sin embargo, no debe explicar todos los secretos de Dios y
de los ángeles y de otras preguntas; pero él debería explicar aquellas
cosas que son necesarias para la multitud, y en las que todos los hombres
deberían estar de acuerdo, para que no caigan en dudas y herejías, como
Avicena enseña en los Principios de Filosofía Moral.

Digo, por lo tanto, que la filosofía moral en primer lugar explica la


naturaleza trina de Dios, una verdad que el legislador sostiene a través de
la revelación más que a través de la razón. Pero la razón, la fuente de la
cual los filósofos han hecho muchas declaraciones con respecto a cosas
divinas en particular que trascienden la razón humana y caen bajo la
revelación, ya ha sido mencionada en la sección de matemáticas. Allí se
les mostró cómo podían poseer muchas nobles verdades acerca de Dios,
que fueron reveladas por una revelación que se les hizo, como dice el
apóstol: "Porque Dios reveló estas cosas". Pero los reveló más bien a los
patriarcas y profetas, quienes, según se acuerda, tuvieron una revelación y
de quienes los filósofos aprendieron todas las cosas, como se demostró
claramente anteriormente. Porque los patriarcas y los profetas manejaban
las cosas divinas por los métodos de la teología o la profecía, pero también
por los de la filosofía, porque descubrieron toda la filosofía, como se ha
demostrado en la segunda parte de este trabajo. Además, el metafísico
fue capaz de enseñar aceptablemente que Dios existe, y que él es
naturalmente conocido, y que tiene un poder infinito, que es uno y que es
trino. Pero el modo en que existe la trinidad no fue capaz de explicarlo
completamente; y por lo tanto esto debe ser atestiguado aquí.

Existe, entonces, la bendita Trinidad, el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo.


Para Claudio, uno de los expositores de la Sagrada Escritura, en ese libro en
el que combate esta herejía, Dios no siente nada con un sentido de pasión
sino con un sintiendo compasión, dice: "Platón con audacia digna de
alabanza, genio maravilloso y propósito inmutable buscó, encontró y
proclamó a tres personas en la Deidad; Dios el Padre, también la mente
paterna, el arte o la sabiduría, y el amor mutuo de ambos. " No solo enseñó
que debemos creer en una Divinidad suprema e indivisible en tres Personas
iguales, sino que demostró que existe de esta manera. Estas verdades son
evidentes en su libro sobre las cosas divinas. Porfirio, además, como dice
Agustín en el décimo libro sobre la Ciudad de Dios, capítulo XXIX,
predicaba un Padre y su Hijo, a los que llamó intelecto y mente paternos, y
el medio de estos, que, como dice Agustín, pensamos él mismo llama al
Espíritu Santo, y siguiendo su costumbre los llama tres dioses, donde,
aunque emplea sus términos libremente, todavía percibe que la verdad se
mantiene. Agustín, además, en el mismo libro, en el capítulo XXXII, declara
que cierto filósofo platónico, cuyo nombre no menciona, recitó el
comienzo del Evangelio según Juan hasta la Encarnación de Cristo, en el
que la distinción en las personas divinas están claramente establecidas.
Agustín también en el décimo libro sobre la Ciudad de Dios, capítulo XXXVI
y capítulo XXXVII, afirma que Porfirio declara en el primer libro sobre el
Retorno del Alma que los pecados no pueden ser purgados excepto por el
Hijo de Dios.

Aristóteles afirma al comienzo de los Cielos y el Mundo que en la adoración


divina nuestro objetivo es magnificar a un Dios a través del número tres,
excelente por las propiedades de las cosas que se han creado. Y por lo
tanto, dado que cada criatura, como es evidente por la metafísica, es un
vestigio de la Trinidad, debe haber una Trinidad en el Creador. Y dado que
Aristóteles completó la filosofía de sus predecesores en la medida en que
sus tiempos lo permitieron, debe haber tenido una percepción mucho más
definida con respecto a la bendita Trinidad de las Personas, para confesar
al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Por esta razón en la ley de Aristóteles
hubo tres sacrificios y tres oraciones, como dice Averroes en su comentario
sobre el comienzo de los Cielos y el Mundo. Esto también queda claro por
la política de Aristóteles, que es el Libro de las Leyes. Avicena, además, el
principal expositor de Aristóteles, mantiene en los principios de la filosofía
moral que existe un Espíritu Santo.

Pero pudo percibir la verdad mucho más claramente sobre el Padre y el


Hijo, porque es más difícil entender la procesión del Espíritu Santo de dos
personas distintas que la generación de uno de estos a partir del otro. Por
esta razón, los filósofos eran más deficientes en su comprensión del Espíritu
Santo que en su conocimiento del Padre y del Hijo. Y por lo tanto, aquellos
que pudieron obtener un conocimiento del Espíritu Santo sabían mucho
más acerca de las otras Personas. Ethicus, el filósofo en su libro sobre las
cosas divinas, humanas y naturales, sostiene que en Dios están el Padre, y
la Palabra del Padre, y el Espíritu Santo; y que hay tres Personas, a saber, el
Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Este dogma también debe ser sostenido
por la razón.

Sin embargo, este razonamiento no debería haberse dado antes de


aquellas cosas que deben expresarse con respecto a Dios en particular, ni
ante las autoridades de los grandes filósofos, que se introducen con este
mismo propósito en esta ciencia como en un lugar apropiado para ellos.

Digo, por lo tanto, que Dios es de poder infinito, y que el poder infinito es
capaz de acción infinita; por lo tanto, Dios puede hacer algo infinito, pero
nada por sustancia, porque en ese caso podría haber una pluralidad de
dioses. Lo contrario a esto se ha demostrado en la sección de
matemáticas.

Por lo tanto, lo que es engendrado por Dios debe ser Dios, ya que tiene la
naturaleza esencial del engendrador; Sin embargo, es diferente en
persona. Y dado que lo engendrado tiene un poder infinito, ya que es una
bondad infinita, es capaz de producir bondad infinita; por lo tanto es
capaz de presentarlo en otra persona. Entonces, por lo tanto, o el Padre
da a luz a la misma persona; y en ese caso, el Espíritu Santo procederá de
ambos, o saldrá solo del Hijo; y luego no se apegará al Padre, ni habrá una
relación plena, y en ese caso no habrá un acuerdo completo en las
Personas divinas, lo cual es contrario a la razón. Además, según este punto
de vista, no puede haber paridad de amor, porque el Padre amaría al Hijo
más de lo que ama al Espíritu Santo, porque engendra al Hijo y no produce
el Espíritu Santo. Pero como el Espíritu Santo es Dios, porque tiene la
naturaleza divina, se le debe un amor infinito; y, por lo tanto, el Padre lo
amará tal como lo hace al Hijo con un amor infinito. Y también dado que
el amor del Padre no puede ser menos que un amor infinito, porque su
amor está de acuerdo con su poder, queda, entonces, que el amor del
Padre por el Espíritu Santo será tan grande como el del Hijo por el Espíritu
Santo Por lo tanto, tanto el Espíritu Santo como el Hijo deben ser sacados
del Padre.

Que, además, no hay ni puede haber más personas, no se puede ni se


debe explicar aquí, sino que se debe suponer, hasta que se demuestre en
la cuarta parte de esta ciencia, en la que se medirá la totalidad del
argumento persuasivo otorgado. Pero era necesario que la trinidad de las
Personas, a saber, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, se probara y exponga
aquí, porque es el principio fundamental en esta ciencia para establecer
la adoración divina y para muchas otras cosas. Tampoco debe afirmarse,
por otro lado, que ninguna ciencia debe probar sus principios. Ya se ha
explicado cómo se debe entender esto. Pero las otras preguntas que se
pueden hacer con respecto a Dios y en las que debería haber dudas
probables, son las conclusiones de la cuarta parte, y por lo tanto se
determinarán allí.

No solo los filósofos han hablado de Dios sin restricciones, sino de Dios
encarnado, quien es el Señor Jesucristo, y de aquellas cosas que le
pertenecen. Para las verdades de esta naturaleza son necesarias para la
raza humana, y no hay salvación para el hombre, excepto a través del
conocimiento de estas verdades. Y por lo tanto, era necesario para la
salvación de todos desde el principio del mundo que las verdades de este
tipo se conocieran en la medida de lo suficiente para la salvación. Declaro
este hecho porque algunos hombres tienen más conocimiento, otros
menos, de verdades de este tipo. También era apropiado que los filósofos
dedicados a la sabiduría supieran algo de esta verdad, tanto si debían
salvarse como si no; para que el mundo pueda estar preparado y
preparado para esta verdad perfecta, a fin de que pueda recibirse más
fácilmente cuando llegue el momento. Y la súplica con respecto a ella se
declaró con mayor plenitud en una sección anterior, y por esta razón una
súplica general es suficiente aquí, para que por experiencia podamos
aprender que los filósofos tenían conocimiento de muchos hechos
notables con respecto a Cristo y al Gloriosa Virgen. Además, en la sección
de astronomía, el juicio formal de Albumazar fue citado del sexto libro de la
Introducción más grande, donde afirma, desde el principio de la filosofía,
la autoridad de todos de que una Virgen debería dar a luz un hijo que sería
llamado Jesucristo. Además, en el libro de Conjunciones hizo una
declaración similar. Pero este juicio, aunque se afirma en la sección de
Astronomía y allí se verifica como una conclusión, es propiamente un
principio en esta ciencia. Por lo tanto, esta ciencia recibe este noble
principio que ha sido probado en astronomía; y de esta manera esta
ciencia es servida, como amante, por su sirvienta.

Lo mismo es cierto en ciertas otras ciencias, como notamos de lo que


precede, y como indicaremos a continuación. Porfirio, además, dijo que
los pecados no pueden ser quitados excepto por el Hijo de Dios, como se
indicó anteriormente. Además, en esa declaración, "Su divinidad se
demostró a partir de las instrucciones de los eruditos de Platón", el expositor
dice que en la tumba de Platón se encontró en su pecho una declaración
escrita en letras doradas que contenía estas palabras: "Creo en Cristo
quien será nacido de una virgen, sufrirá por la raza humana y resucitará al
tercer día". Pero el filósofo Ethicus también en el libro ya mencionado dice:
"Los justos merecerán ver a su Señor Cristo y su Rey y las marcas y huellas
de las uñas, y la Palabra del Padre y el Principio, creando todas las cosas
con él. " Se puede influir en la mente humana para que acepte la verdad
del nacimiento virginal, porque ciertos animales que permanecen en un
estado de virginidad conciben y crían crías, como, por ejemplo, buitres y
simios, como afirma Ambrose en el Hexaemeron. Además, las yeguas en
muchas regiones conciben solo en virtud de los vientos, cuando desean al
macho, como dice Plinio en el quinto libro de Historia Natural, y Solino nos
lo dice en su libro sobre las Maravillas del mundo. Aristóteles sostiene en el
segundo libro sobre Vegetación que los frutos de las palmas femeninas
maduran de un olor proveniente de los árboles masculinos.

Como el conocimiento del Anticristo pertenece a la fe cristiana, porque


esta fe sostiene que el Anticristo vendrá, a quien Cristo destruirá, por lo
tanto, la declaración se ha agregado a los artículos de la fe de que
creemos que el Anticristo vendrá.

Por lo tanto, un principio de esta ciencia se refiere a la venida del Anticristo


en la confirmación de las cosas relacionadas con la fe cristiana. Ethicus el
filósofo, por lo tanto, declara que alrededor del tiempo del Anticristo habrá
una raza de la población de Gog y Magog frente a los distritos fértiles del
Norte alrededor del Mar Negro, la peor de todas las naciones, que en
compañía de la peor semilla de aquellos encerrados detrás de las puertas
del Caspio de Alejandro causarán una gran devastación en este mundo, y
se encontrarán con el Anticristo y lo llamarán Dios de los dioses. Albumazar
también en el libro de Conjunciones verifica de manera similar este
principio, declarando y mostrando que un líder vendrá con una ley sucia y
mágica después de la ley de Mahoma, quien destruirá las otras leyes por
un tiempo. Pero no durará mucho, debido a la magnitud del mal. Esto se
ha explicado anteriormente. Sin duda, se debe considerar
cuidadosamente este principio de esta ciencia. Porque la raza de los
tártaros ha surgido de esos lugares, como sabemos, ya que habitaban
detrás de esas puertas hacia el noreste, encerrados en las montañas del
Cáucaso y del Caspio, y lideran con ellos pueblos que ya son maestros
desde las montañas mencionadas hasta los confines de Polonia, Bohemia
y Hungría, países muy alejados de este lado de las fértiles tierras del norte.
Porque es cierto que otras razas han emigrado de esos lugares y han
invadido el mundo hacia el sur hasta Tierra Santa, tal como lo están
haciendo los tártaros ahora, como Jerome escribe en sus cartas y las
historias nos cuentan. Además, la raza de los godos y de los vándalos que
más tarde invadieron el sur proviene de las regiones del norte. Por lo tanto,
la invasión de los tártaros no es suficiente para fijar el tiempo de la venida
del Anticristo, pero se requieren otros hechos, como se explicará a
continuación.

Otro principio se refiere al juicio por venir. Porque un artículo de la fe


cristiana se refiere a esto, respecto del cual el filósofo Ethicus ha dicho: "El
demonio, que se había establecido en el principio y había sido el primero
en caer, será castigado ante todos los hombres malvados y será cállate en
el infierno.

Dado que brilló primero en el orden de la creación, y fue ilustre como un


milagro de los caminos de Dios, él será el primero en sufrir todas las
penalidades en el último juicio terrible por venir, como las que le fueron
designadas desde el principio en el hueco del lago, y han sido reservados
para el juicio ante el tribunal del rey, a fin de que los malvados puedan ver
al autor muy truculento de su muerte".

Otro principio se relaciona con la creación, que, dado que requiere


prueba en metafísica, es conocida; por lo tanto, debe mencionarse aquí
solo en lo que respecta a la moral. Aristóteles en su libro sobre el Régimen
de reinos lo asume expresamente y nombra a Adán y Enoc, y por lo tanto
sabía del primer hombre y el comienzo del mundo. Albumazar, además, en
su libro sobre Conjunciones, que hace un excelente servicio a la filosofía
moral, asume un primer hombre, a saber, Adán, y muestra cuánto tiempo
transcurrió desde él hasta el diluvio, y cuánto tiempo desde el diluvio hasta
Cristo, y cuánto tiempo desde Cristo hasta Mahoma, y cuánto tiempo
desde él hasta la ley sucia. Avicena también asume explícitamente la
creación. Además, el filósofo Ethicus dice: "En primer lugar, Dios hizo a
todas las criaturas, y con un esfuerzo supremo formó un todo masivo, y las
cosas que hizo de la nada amplificó de muchas maneras". Trismegisto
también en su libro sobre la Deidad le dice a Asclepio: "En el Creador están
todas las cosas antes de haberlas creado", de modo que está de acuerdo
con Juan el Evangelista que dice: "En sí mismo estaba la vida de lo que se
hizo. " Sin embargo, este Trismegisto vivió cerca del tiempo de Moisés y
Josué, como afirma Agustín en su libro sobre la Ciudad de Dios.

Con respecto a los seres creados por primera vez, encontramos otro
principio de esta ciencia; de este tipo son los ángeles, buenos y malos.

En primer lugar, por lo tanto, debido a los movimientos de los cuerpos


celestes, que han descubierto que son unos sesenta, los filósofos han
asumido que hay muchos ángeles buenos, porque esos movimientos son
voluntarios y, por lo tanto, son causados por los ángeles. Esto, además, es
evidente en la Metafísica de Aristóteles y de Avicena. En segundo lugar,
han pasado a una consideración adicional y han encontrado un número
casi infinito que nos corresponde, al igual que los individuos en este mundo
a continuación se multiplican bajo una especie, y se distinguen entre sí en
número, como individuos sensibles, como encontramos en el libro sobre
Causas; con una diferencia, sin embargo, porque los ángeles están
separados unos de otros de una manera que no sufren corrupción, sino
que permanecen en un ser estable. Sin embargo, estos individuos que
conocemos están separados unos de otros de una manera que finalmente
sufren corrupción. Además, si deseamos preguntarnos más sobre las
palabras de Ethicus, podemos afirmar, como él mismo en su libro, que hay
veinte órdenes de ángeles; quien él también asumió pararse en la gloria
celestial.

Pero mucho más se debe admirar a Apuleio de Mandara en su libro sobre


el Dios de Sócrates, en el que en su exposición de muchas cosas
maravillosas con respecto a la naturaleza de los ángeles transcribe la
opinión de Platón en el Simposio, a saber, que a cada hombre hay un
ángel designado para protegerlo de todos los males, y para instarlo y
despertarlo a lo que es bueno. Y después de que el alma ha sido
separada, el ángel se convierte en testigo ante Dios como el juez de todas
las cosas buenas y malas que esa alma hizo en el cuerpo. Afirma, además,
que los ángeles llevan las peticiones de los hombres a los seres celestiales y
traen regalos de ellos a los hombres; y ese ángel está encargado de un
deber, otro con otro; y él hace muchas declaraciones de este tipo en las
siguientes palabras: "Hay ciertos poderes divinos en un estado intermedio
entre hombres y dioses, a través de los cuales nuestros deseos y méritos
alcanzan a los dioses. Ellos son portadores de oraciones y de allí de regalos,
que lleve rápidamente nuestras peticiones a la región más allá, y de allí
traiga las respuestas; o son ciertos agentes que actúan para ambas partes,
y cada uno de ellos, de acuerdo con su función especial, establece que
estos mensajeros nos traigan la salvación, ya sea por confirmando sueños,
o dirigiendo a los que están sobre nosotros, o aclarando lo que es
demasiado oscuro para nosotros, o inspirando profetas, o por otros medios
que reconocemos como de Dios. Debemos juzgar que todas estas cosas
son hechas por lo divino voluntad, poder y autoridad, pero por el ministerio
y la actividad de los ángeles. De los ángeles, Platón afirma que uno es
asignado a cada hombre durante su vida como testigo y tutor, quien,
manifestado a la mente, siempre está presente como juez no solo de sus
actos sino también de sus pensamientos. Y cuando nuestra vida ha
terminado, ese mismo ángel que nos fue asignado debe apresurarse hacia
allí y llevar como si fuera su tutela al juicio; y él debe ayudar allí para
defender el caso y la sentencia debe ser dada de acuerdo con su
testimonio.” "Entonces les amonesto a todos los que escuchan esta opinión
divina de Platón según mi versión, así que formulen sus mentes con
respecto a todos sus actos y pensamientos, para que sepas que un hombre
no tiene nada secreto en su alma ni más allá debido a esos guardianes.
No, tu ángel cuidadosamente percibe todas las cosas, las ve y las
comprende, este guardián, supervisor individual, observador doméstico,
defensor personal , defensor íntimo, vigilante constante, juez personal,
testigo inseparable, condenador de lo que es malo, aprobador de lo que
es bueno, proveedor de sus incertidumbres, previsor de sus dudas, defensor
de sus peligros, ayuda en sus necesidades, quien puede soñar , y en signos,
y en persona cuando la necesidad lo requiera, para reducir sus males,
prosperar su bien, controlar la prosperidad, aliviar la adversidad ".

Porque esta es una declaración maravillosa y totalmente favorable para el


cristiano, y no contiene nada indigno ni en la carta ni en el espíritu. Que
podamos ver claramente que contiene artículos bien conocidos que
pertenecen a la fe; ni el filósofo debe interpretarse aquí en un sentido peor,
ya que su declaración evidentemente no contiene nada excepto lo que
es consistente con la verdad, de una manera maravillosa. Hago esta
declaración porque otros a veces tratan de ocultar los sentimientos
católicos encontrados en los libros de los filósofos. Pero deberíamos recibir
con gusto tal declaración en testimonio de nuestra fe; y como es seguro
que estos hombres los aprendieron a través de una revelación hecha a
ellos y a los santos patriarcas y profetas, como ya hemos demostrado.

Porfirio, además, como afirma Agustín en el décimo libro de la Ciudad de


Dios, dijo que hay ángeles que descienden de lo alto proclaman mensajes
divinos a los hombres, y que hay otros que en la tierra declaran esas cosas
que pertenecen al Padre y al estado. Su majestad y profundidad. Sobre el
diablo y sus ángeles, los filósofos han dicho muchas cosas. Para el filósofo
Ethicus ha expresado una opinión confiable sobre él, como se indicó
anteriormente, con respecto a su creación, su pecado y su condenación
primordial y final después del juicio. También se ha aventurado a decir que
la décima orden cayó después del pecado en el castigo del infierno.
Apuleyo y Platón y otros distinguen dos tipos de demonios, ya que daemon
en griego es lo mismo que sciens [versado] en latín. Por lo tanto, también
hay calo-daemones y caco-daemones, es decir, demonios buenos y
malos. Calon significa bueno y cacon significa malo. En cuanto al bien,
debemos comprender lo que se ha dicho con referencia a la tutela de los
hombres. Pero los malvados son demonios por nombre y ceden a las
pasiones irracionales de la mente, según Apuleyo; de donde están sujetos
al disgusto y al tormento de la mente y el placer del mal y la rabia y los
otros impulsos malignos. Estos son de quienes hablan los poetas, como dice
Apuleyo, y a quienes representan para ser dioses y amantes de algunas
personas y odiosos para otros; y algunos de ellos son incubas y llevan a los
hombres a pecados y vicios, y luego a castigo del infierno, del que hablan
Hermes Trismegisto y el filósofo Ethicus.

La inmortalidad del alma es tocada en la metafísica. Pero debemos


mencionarlo aquí en referencia a la moral y particularmente en referencia
a la resurrección del cuerpo, respecto del cual el metafísico no podía
expresar una opinión, ya sea general o particular. Además, no solo
Aristóteles y Avicena han dado condiciones generales para la inmortalidad
de las almas de las que se hizo mención anteriormente, sino que los
filósofos en el tratamiento de la moral han hablado de ello. Porque, en
primer lugar, Cicerón en las disputas de Tusculana declara como una
proposición filosófica la inmortalidad del alma, y a través de todo el libro lo
investiga, y considera varios argumentos para ello que se manifiestan en
ese libro, ni pueden darse aquí debido Su gran longitud. Y de manera
similar en su libro sobre la vejez, Marco Tulio resuelve esta misma cuestión
de inmortalidad. Además, en su libro sobre la naturaleza divina, Hermes
Mercurio dice bellamente: "El Dios y padre de todos y señor, y el que es
todo en todo, se revela alegremente; no, sin embargo, no se refiere a su
localidad, ni a la calidad ni a la cantidad; pero solo la inteligencia de la
mente ilumina al hombre que, con la oscuridad del error dispersada y el
brillo de la verdad percibida, se identifica con un sentido pleno de la
inteligencia divina.

Liberado por su amor por esto de la parte de la naturaleza en la que es


mortal, concibe una creencia segura en una inmortalidad futura". Además,
Avicena dice en la Moraleja que Mahoma habló de la gloria del cuerpo;
pero sabemos, como él dice que la gloria de nuestras almas es mayor, ya
que no somos imbéciles, considerando solo las delicias del cuerpo; y por lo
tanto, encuentra fallas en su propio legislador y desea que otro investigue
quién promete no solo la gloria de nuestros cuerpos, sino más bien el de
nuestras almas. En esto Séneca está de acuerdo en todo momento, y
Sócrates y Platón, como es evidente en el Phaedo. Avicena, además, dice
en la Moraleja que la resurrección de nuestros cuerpos debe ser asumida,
ya que todo el hombre será glorificado en alma y cuerpo si obedece los
mandamientos de Dios. No solo Avicena y otros de la escuela de Aristóteles
han percibido esta verdad, sino también Demócrito, que perteneció a una
edad más temprana y fue un filósofo de gran reputación, como afirma
Plinio en su libro Natural. Historia, libro VII. Mor además, el propio Platón
también ha dicho que las almas no pueden existir para siempre sin
cuerpos, sino que regresan a ellas, tal como Agustín enseña en el vigésimo
segundo libro de la Ciudad de Dios. Varro también en su libro sobre La
Raza del Pueblo Romano afirma que muchos filósofos han dicho que la
misma alma volverá por fin al mismo cuerpo idéntico. Si, por lo tanto,
Platón sostuvo que las almas regresan a los cuerpos, y Varro que el alma
regresa al mismo cuerpo, y si Porfirio, el más grande de los filósofos según
Agustín, sostiene que un alma purgada nunca irá al mal ni a este mundo
sino a Dios el Padre; la resurrección debe entonces seguir de las
declaraciones de los filósofos.

Esta conclusión, además, es necesaria, ya que de la fuente de la filosofía


han sacado el hecho de que la virtud pertenece a toda la unión formada
por el alma y el cuerpo, es decir, el hombre, no solo al alma ni al alma en el
hombre, sino a el hombre a través del alma, al igual que la comprensión y
la construcción, como dice Aristóteles en el primer libro sobre el Alma. Y,
por lo tanto, han asumido que la felicidad pertenece a toda la unión, de
donde no han asumido que el hombre es un alma en un cuerpo sino en
realidad está compuesto de alma y cuerpo, de modo que la esencia del
hombre está formada de alma y cuerpo, y que su esencia no es alma sola
en un cuerpo. Por lo que es más noble en lo que respecta al hombre, han
asumido que es el sujeto preciso de la virtud y la felicidad, pero esta es una
unión, en la medida de lo posible, de este tipo, ya que el mismo que está
compuesto de alma y cuerpo es una sustancia noble. Y aunque la
felicidad espiritual y la virtud están en el hombre por razón de su alma, no
pertenecen al alma, por lo que tienen su lugar allí, sino que están en el
hombre debido al hombre unido; y, por lo tanto, han mantenido esa
felicidad, que es la meta del hombre, completa al hombre completo,
tanto en lo que respecta al cuerpo, como a él, y en lo que respecta al
alma. Y, por lo tanto, han sostenido que el cuerpo está por fin unido con el
alma, para que ambos puedan perfeccionarse de acuerdo con su
carácter especial. Para ellos, sabía por razón que la forma es apropiada
por su propia materia, y al contrario. Y por lo tanto, la forma incorruptible se
apropia de la materia incorruptible, y al contrario. Porque sabían que el
deseo de la forma no se satisface sino en su propia materia. Y han asumido
que el deseo del alma está totalmente satisfecho por la felicidad. Por lo
tanto, han asumido que sería en un cuerpo.

Los razonamientos y argumentos persuasivos de los filósofos sobre este


punto son de esta naturaleza. Porque sabían que el poder de Dios es
infinito y, por lo tanto, puede hacer que el mismo cuerpo regrese. Y el
agente del poder finito puede hacer lo mismo en las especies, ya que, por
ejemplo, la naturaleza de una semilla corrupta produce otras semillas de la
misma especie. Por lo tanto, mucho más, el agente del poder infinito podrá
hacer lo mismo en número [es decir, el mismo individuo]. Porque el poder
infinito excede infinitamente el poder finito. Pero la producción de la
misma cosa según el número excede infinitamente la producción de la
misma cosa según la especie. Pero Aristóteles dice en el noveno libro de la
Metafísica que los vivos se forman a partir de los muertos si se resuelve la
primera cuestión. Como, por lo tanto, Dios puede causar esta resolución,
como es evidente, puede tener lugar una resurrección. Del mismo modo,
tenemos un fuerte argumento de apoyo en el fénix, que después de ser
reducido a sus propias cenizas vuelve a la vida y se convierte en un fénix.
Pero uno más fuerte se extrae del gusano, que después del nacimiento
muere rápidamente y vuelve a la vida sigue siendo inmortal, como afirman
los filósofos y escritores sagrados, y como aprendemos de los libros del
Hexaemeron que determinan las obras de los seis días.

Con respecto a la felicidad de la otra vida y la miseria preparada para el


mal, el filósofo moral debe asumir principios además de lo que se ha
mencionado en la metafísica.

Para estas preguntas hay que tener en cuenta la metafísica en general,


pero aquí en particular. Porque los filósofos determinan de manera
excelente las causas por las cuales se nos impide conocer la vida eterna.
Estos obstáculos son cuatro: pecado, cuidado del cuerpo, problemas del
mundo sensible y falta de revelación. Porque la revelación no es un asunto
dentro de nuestro poder. Pero sobre la cuestión de si habrá una promesa
eterna, han podido obtener algún conocimiento, como he dicho, y
también en general sobre la cuestión de la realidad y la naturaleza de esta
vida futura. Sin embargo, no han podido darnos una instrucción particular y
definitiva sobre este tema, principalmente debido a las cuatro razones
expuestas por primera vez. Por lo tanto, Avicena en los Fundamentos de la
filosofía moral después de muchas declaraciones concluye: "Nuestra
condición con respecto a estos asuntos es como la de un hombre sordo
que nunca ha escuchado en su privación el poder de imaginar el deleite
de la armonía, aunque puede estar seguro de la realidad y la naturaleza
de su dulzura". Y no solo el intelecto en esta condición es saber, sino
también el deseo y la voluntad de anhelar, amar, saborear o disfrutar de la
dulzura de la vida eterna, para citar las palabras de Avicena. Porque él nos
compara con un paralítico a quien le traen comida deliciosa, pero no
percibe su dulzura hasta que se cura de su parálisis y le quitan la
enfermedad. Tal es nuestra condición, dice, con respecto a la dulzura de
la vida eterna, tanto por nuestros pecados como por nuestra unión con un
cuerpo mortal; porque los pecados afectan el deseo del alma racional, y
el peso del cuerpo lo carga. Por lo tanto, Avicena dice con gracia que
nosotros, en nuestra era y en este cuerpo, hemos sido sumergidos en
muchos vicios y, por lo tanto, no percibimos ese deleite, aunque hay en
nosotros algunas de sus causas. Y, por lo tanto, no lo buscamos ni nos
sentimos atraídos por él, hasta que hayamos quitado de nuestros cuellos el
yugo del placer y la ira, y sus vicios hermanos, y así probaremos algo de
ese deleite; y, por lo tanto, quizás tengamos una percepción demasiado
leve de ello, como a través de algo interpuesto, porque la revelación
todavía es necesaria. Por lo tanto, dice que entonces tendremos una
percepción más clara, especialmente cuando las preguntas sobre Dios, y
la felicidad e inmortalidad de nuestras almas, y la resurrección de nuestros
cuerpos se hayan resuelto; y verdades similares de gran importancia nos
han sido reveladas. Entonces, como dice Avicena, “La comparación de
nuestro deleite perfecto con nuestro imperfecto será como una
comparación de deleite de nuestros sentidos al oler los olores de deliciosos
alimentos con el deleite que experimentamos al comerlos”.

Pero la atención que el alma presta al cuerpo, como él dice, hace que el
alma se olvide de sí misma y de lo que debe amar; así como un hombre
débil olvida lo que es necesario restaurar en lugar de lo que le es quitado.
Porque, como él mismo afirma, el cuerpo se apodera de la sustancia del
alma y la vuelve tonta, y hace que olvide su deseo natural y busque la
perfección que le corresponde, y su percepción del deleite de su propia
perfección. No es que el alma haya quedado impresa en el cuerpo e
inmersa en él; pero porque hay un vínculo entre estos dos, que es el deseo
natural de dirigir el cuerpo y excitar sus afectos.

El tercer obstáculo es la atención que se le otorga a este mundo de los


sentidos, aunque un hombre no puede pecar ni estar ocupado con
intereses corporales. Ya que somos entregados al mundo de los sentidos,
descuidamos el mundo insensible y espiritual, como lo muestra Avicena. En
estas declaraciones él toca clara y convincentemente las causas que nos
impiden nuestra consideración y amor por la felicidad.

Por otro lado, sus palabras nos señalan cuáles son nuestras ayudas para
conocer, amar y saborear el deleite de la felicidad futura. El primero de
ellos es la purificación del alma de los pecados. Y el segundo es la retirada
del alma de su deseo natural de dirigir el cuerpo. Y el tercero es la
elevación de la mente de este mundo de los sentidos, para que pueda
unirse al mundo de la inteligencia. Y el cuarto es la certificación a través de
la revelación y la profecía con respecto a aquellas cosas sobre las cuales
la mente humana no puede formar juicio, como las preguntas de gran
importancia de las que está hablando. Porque en tales asuntos, como él
dice, "Creemos en el testimonio del profeta y del legislador que recibe la
ley de Dios". El que posee estos cuatro no colocaría la felicidad en este
mundo sino la miseria y la muerte, como se explicará claramente a
continuación; y con Aristóteles, Teofrasto y otros filósofos verdaderos
tendrían tiempo para contemplar la felicidad futura, en la medida de lo
posible, para que un Dios bueno y misericordioso pudiera revelar la verdad
en mayor medida, tal como hemos demostrado que él se lo reveló a otros
además de aquellos que nacieron y se criaron bajo la antigua
dispensación o la nueva, como debe afirmarse en la metafísica.

Dado que, además, percibieron que para conocer la felicidad es


necesario separarse de los pecados y del amor excesivo del cuerpo y del
mundo, para poder recibir de Dios la cuarta ayuda, a saber, la iluminación,
adentro, para que puedan entender los artículos de las verdades de la fe,
dejando a un lado todo lo demás, se entregaron a una sabia
contemplación de la felicidad futura.

Porque la sabiduría, como afirma Aristóteles en el cuarto libro de Ética, es


casi lo mismo que la felicidad, ya que la sabiduría no es un mero
conocimiento sino una fuerza intelectual, como él mismo determina,
produciendo más bien un afecto por la felicidad futura que una
comprensión y un principio de esto, ya que ambos son el conocimiento y el
amor de Dios. Pero la sabiduría posee ambos en la medida de lo posible
en esta vida, y la felicidad los comprende imperfectamente.

Por este mismo hecho es evidente con respecto a la felicidad y se


manifiesta con respecto a la sabiduría por el primer libro de la Metafísica y
por los libros sexto y décimo de la Ética. Por lo tanto, el propio Aristóteles, el
más excelente de todos los filósofos, renunció a todas las cosas, para tener
tiempo libre para la contemplación adecuada para un sabio, porque esta
vida se parece a la vida divina; y, por lo tanto, el sabio consideró que era
el más digno, como escribe Cicerón en referencia a Aristóteles en el quinto
libro de la Academia; y de manera similar en referencia a Teofrasto, su
sucesor en filosofía.

Después de estar preparados para la iluminación divina y haberla recibido,


sostuvieron que esta felicidad es una bienaventuranza de todo el hombre,
tanto en cuerpo como en alma, que el ojo no ha visto ni oído escuchado,
como dice Avicena. Esta felicidad es un estado perfecto en la agregación
de todas las cosas buenas, como lo enseña la filosofía de Boecio en el
tercer libro de la Consolación. Además, en el mismo libro demuestra que
esto solo puede ser a través de la participación en el bien supremo, que es
Dios, porque la participación completa en el bien no existe, excepto en
una participación en Dios que es el bien perfecto. Por lo tanto, los hombres
no pueden ser bendecidos y felices excepto disfrutando de la bondad de
Dios. Por lo tanto, su filosofía contiene un noble corolario, a saber, que los
benditos son dioses; pero solo hay un Dios de la naturaleza con muchos, a
saber, todos los bendecidos, compartiendo su deidad. Aristóteles, además,
en el primer libro de la Filosofía Moral enseña que el deseo humano no
puede tener su límite en ningún bien, excepto en el bien más elevado por
el cual se termina; porque el deseo del alma racional trasciende todo bien
finito y pasa al bien infinito. Por lo tanto, necesariamente participa en el
bien más elevado e infinito, que es Dios, si su deseo debe ser satisfecho.
Pero evidentemente debe satisfacerse mediante la felicidad, por lo que el
alma debe disfrutar a Dios para siempre. Y luego, con respecto al intelecto
especulativo, el alma se convertirá, según Avicena, en un mundo
inteligible, y se describirá en él la forma de todo el universo y el orden de
todas las cosas desde el principio, es decir, Dios, tanto a través de todas las
sustancias espirituales y los cielos, etc., hasta que se perfeccione en él la
disposición del universo, para que así pueda pasar al mundo del intelecto,
percibiendo lo que es la belleza perfecta y la verdadera gracia. Y en lo
que respecta al intelecto activo, dice que se perfeccionará en pura
bondad, y su deleite no será del tipo de deleite perteneciente a los
sentidos, que se produce solo al unir las superficies de los cuerpos sensibles
que afectan nuestros sentidos; no, entra en el alma, se infunde en su
sustancia y es una delicia acorde con la disposición natural que se
encuentra en las sustancias vivas puras y espirituales. Es, además, más
excelente y más noble que cualquier otra delicia; y este es el deleite de la
felicidad, como él afirma.

No solo han hablado de la felicidad, sino también de la miseria de la otra


vida que está reservada para los malvados. Por eso han sostenido que Dios
ha preparado para quienes le obedecen una felicidad prometida que el
ojo no ha visto ni el corazón del hombre aprehendido; y para los
desobedientes un castigo terrible, como afirma Avicena. Además, Cicerón,
Trismegisto, Sócrates y muchos otros han hablado expresamente de estas
promesas. Por lo tanto, Cicerón dice en el primer libro de Disputas
tusculanas que dos caminos y dos cursos están abiertos a los hombres.
Aquellos que se han mantenido rectos y puros y han tenido el menor
contacto posible con el cuerpo y en sus cuerpos humanos han imitado la
vida divina, encuentran fácil el retorno de aquel de quien salieron, es decir,
a Dios. Pero el camino de aquellos que se contaminaron con vicios
humanos está muy lejos del consejo de Dios. Hermes Mercurio en su libro
sobre la Naturaleza Divina habla de la siguiente manera: "Después de que
se ha producido la separación del alma del cuerpo, el juicio y la prueba de
su mérito pasan al poder supremo, que al percibir que el alma es buena y
justa permite que permanezca en lugares adecuados para él, pero si este
poder supremo percibe que el alma está manchada con las manchas de
fallas y estropeado con vicios, empuja el alma a las profundidades y la
entrega a castigos eternos, de modo que en este caso la eternidad es una
desventaja para el alma que ha sido puesta bajo el yugo del castigo
eterno por una oración inalterable aprende que debemos asombrarnos y
temer, y estar en guardia para no ser atrapados por estas cosas, porque los
no creyentes después de sus transgresiones se verán obligados a creer no
con palabras sino con ejemplos, no con amenazas, sino con el sufrimiento
real de los castigos.

Ethicus el filósofo y Alchimus en sus libros enseñan que los malvados deben
sufrir en el infierno con el demonio, para que los impíos puedan ver al muy
salvaje y furioso autor de la muerte, a quien siguieron en muchos deseos
inútiles y dañinos. Los justos merecerán ver a su Señor Dios, como expliqué
anteriormente.

Habiendo sido establecidos los principios con respecto a lo que sigue,


aunque son conclusiones con respecto a las declaraciones dadas
previamente, y con respecto a otros de este tipo, ahora debemos pasar a
las leyes de adoración divina antes de considerar los otros derechos
públicos o privado, en la sociedad humana. Además, es evidente que
debido a nuestra reverencia a Dios, se le debe una adoración sin fin. Esto
se debe también a él por la bendición de nuestra creación, que es el
efecto de su poder infinito, árido debido a la felicidad futura. Por lo
primero, Avicena dice en sus Principios morales que la obediencia a los
preceptos de Dios es su derecho; Por lo segundo, dice que debe obedecer
los mandamientos de aquel a quien pertenece la creación.

Por el tercero, dice que Dios ha preparado una felicidad prometida para
aquellos que le obedecen y para los desobedientes un terrible castigo
futuro. La adoración también se le debe por la limpieza de la raza humana
de los pecados por el Hijo de Dios, una limpieza de la que ha hablado
Porfirio, ya que esto es más que el mero acto de crear. También por la
aceptación de nuestra humanidad en la unidad de la Persona Divina, de
la que han hablado Albumazar, Platón y Ethicus, porque esto debe ser una
alegría infinita para nosotros, y por las huellas de las uñas y la pasión y la
redención, que Platón y Ethicus han afirmado. Y no solo esto, sino todo lo
que se ha dicho anteriormente, influye en los hombres para adorar a Dios y
los lleva a concluir que esta adoración debe hacerse.

Por esta razón, Marco Tulio en el primer libro de Disputas tusculanas dice:
"¿Qué otra cosa es, de hecho, la filosofía, la madre de todas las artes? Si
no, como dice Platón, el regalo, como digo, la invención de Dios, nos
enseñó en primer lugar su culto, y luego los derechos de la humanidad en
los que se basa la sociedad humana". El mismo escritor también dice en el
segundo libro sobre la Naturaleza Divina: "La mejor y más sagrada, la más
pura y piadosa adoración de Dios es que lo reverenciemos siempre con
una mente y voz puras, sin mancha y sin contaminación no solo los filósofos
sino también nuestros antepasados han separado la superstición de la
religión. Para aquellos que solían rezar días enteros y sacrificarse, para que
ellos mismos y sus hijos pudieran sobrevivir, se llamaban supersticiosos, una
palabra que luego se hizo más general, aquellos que prestaron atención
diligente a todo lo relacionado con la adoración a Dios y, como podemos
decir, leyeron nuevamente estos asuntos fueron llamados religiosi,
religiosos, desde relegendo (re eligiendo), leyendo de nuevo; como
elegientes (eligientes), aquellos que eligen, desde el eligendo, haciendo
una elección: legentes, lectores, de legendo, lectura, e intelectuales,
inteligentes, de inteligente, comprensión. Uno es un término de reproche, el
otro de alabanza". Para Agustín en el cuarto libro sobre la Ciudad de Dios
acepta y explica esta opinión de Cicerón con respecto a la superstición y
la verdadera religión, y en el octavo libro de la misma obra, su opinión
sobre la religión y lo religioso; manteniendo que fueron llamados religiosos
porque eligen a Dios y lo veneran, una y otra vez haciendo la elección a
través de una adoración verdadera y continua.

Además, en esta adoración, según Avicena y otros, se deben nombrar


templos, oraciones, oblaciones, sacrificios, y ayunos, y también grandes
peregrinaciones a la sede del legislador, para que pueda mantenerse en
la memoria y retenido en veneración. Aristóteles también en sus
consideraciones sobre esta adoración dice que nunca debemos ser más
modestos que cuando estamos comprometidos en la adoración divina; si
entramos en los templos, seamos serenos, si estamos a punto de
acercarnos al sacrificio, bajemos el semblante, si en nuestra oración
debemos dar una indicación de modestia. Por lo tanto, Avicena dice: "El
maestro debe instruir a alguien que reza por los medios adecuados para
estar preparado para la oración, así como un hombre no se prepara para
encontrarse con un rey humano en la limpieza y con una apariencia cada
vez mayor.

Tal maestro debe hacer que su alumno forme el hábito de la limpieza y de


presentar una apariencia de transformación, y debe entrenarlo a la
manera de un hombre que se prepara para encontrarse con un rey con
humildad y mirada abatida, con las extremidades restringidas y sin
necesidad de girar el cuerpo y las molestias".

Filósofos como Avicena y otros deciden que se deben nombrar grandes


festivales, por la razón de que hacen que las naciones se reúnan y les den
valentía en la ley e inspiren una emulación de la misma. Tales festivales
también dan la oportunidad de que las oraciones de la multitud sean
escuchadas; y gracias a estos festivales descubren las bendiciones de Dios.
Y de manera similar por las mismas razones, se deben formar fraternidades
generales.

Cómo, además, en particular, la oración puede ofrecerse


adecuadamente Hermes Mercurio enseña en su libro sobre Asuntos Divinos,
comenzando así: "Dios mismo no carece de nada excelente, pero
adoremos a él dando gracias. Porque las gracias de los mortales son el
incienso más elevado de Dios". También dice: “Gracias a ti, tu Ser supremo
y excelente, solo por tu gracia hemos obtenido la luz de tu conocimiento.
¡Oh, nombre sagrado y el único nombre a ser honrado, por el cual solo Dios
debe ser bendecido a causa de una religión paterna, ya que te diste a dar
a todos el cuidado paterno y la religión y el amor y todas las cosas que
tienden a hacer la vida más dulce y nos conceden sentido racional e
inteligencia. Sentido para que podamos llegar a conocerte; razón por la
que podemos buscarte más claramente; inteligencia para que podamos
regocijarnos en conocerte, y también que después de ser salvados por tu
poder divino podamos regocijarnos, porque te has revelado
completamente a nosotros. Alegrémonos porque has visto conveniente
consagrarnos a la eternidad mientras todavía estamos en nuestros cuerpos.
Porque el conocimiento de tu majestad es la única fuente de regocijo
humano.

¡Oh verdadera vida de vida! ¡Oh productividad universal de la naturaleza!


te conocemos, eterna en tu duración. Por lo tanto, en toda esta oración
que te adoramos, te pedimos esto solo para que nos mantengas siempre
enamorados de saber de ti y nunca permitas que nos separemos de este
tipo de vida. Con esta oración nos convertimos en una cena pura libre de
comida animal".

En los sacrificios, oblaciones y ceremonias de estas personas no


necesitamos insistir, porque eran supersticiosas e inútiles en su mayor parte,
excepto en la medida en que tomaron algunas cosas de los sacerdotes de
la ley judía. De ahí que los filósofos mismos practicaran tales costumbres
debido a los estatutos civiles y al prejuicio popular, no a su verdad, como
afirma Séneca en el libro que compuso contra las supersticiones. Porque
aunque como senador se vio obligado a disimular con respecto a los
estatutos públicos, dice que las ceremonias de este tipo no se refieren a la
ventaja sino a la costumbre de la gente en general; y que ninguna
persona de discernimiento debe considerarlos en su vida privada. También
la observancia de los judíos que él consideraba absurda e impropia un
hombre sabio, así como Dios también les permitió tener estas ceremonias
en lugar de que se convirtieran en idólatras que por su verdad, como lo
atestiguan los escritores sagrados. Y así se ponen fin a los fundamentos de
la primera parte de la filosofía moral.
Parte II
CAPÍTULO I

En cuanto a la observancia de las leyes del matrimonio y del estado.

La segunda parte trata de las leyes y estatutos que regulan las relaciones
humanas. En primer lugar, la preservación de la especie humana se
considera en la línea de propagación con el fin de obligar a las personas
por las leyes en su aumento.

Por lo tanto, los legisladores dan las leyes del matrimonio y determinan
cómo se deben hacer y cómo se pueden eliminar los obstáculos; y
especialmente decretan que los fornicarios y sodomitas sean excluidos de
los estados, que son enemigos del tejido del estado, ya que alejan a los
hombres de lo que es mejor en los estados, a saber, el matrimonio, como
sostienen Avicena y otros.

En segundo lugar, se dan leyes de acuerdo con las cuales se arregla la


relación mutua que existe entre súbditos, prelados y príncipes, y entre
esclavos y sus amos con respecto a cada clase de servidumbre y
propiedad.

Las leyes también se dan de acuerdo con las cuales los padres de las
familias deben vivir para dirigir a su descendencia y familia, y al maestro
con respecto a sus alumnos. Luego, se nombran maestros y artífices en las
diferentes ciencias y artes; y de los jóvenes que deben ser instruidos, se
seleccionan los que mejor se adaptan para realizar estudios y realizar
tareas de este tipo de acuerdo con el consejo de los sabios; y el resto está
asignado al deber militar de ejecutar justicia y controlar a los malhechores.
Y es necesario, como dice Avicena, que al instituir la ley esta debería ser la
primera intención, a saber, organizar el estado en tres partes, los que
administran, los que sirven y los expertos en la ley, y eso en cada uno de
ellos se designará a estos grupos un dignatario.

Después de él, se deben nombrar otros dignatarios inferiores a él, y después


de estos otros hasta que se incluyan casi todos, para que nadie sea inútil
en el estado, sino que cada uno pueda tener un estatus honorable, y que
de cada beneficio puede ser derivado por el estado. Por lo tanto, en
Platón se dice que ese estado está más justamente organizado en el que
cada ciudadano llega a conocer su función adecuada. Por lo tanto,
como dice Avicena, el príncipe de un estado debería prohibir la ociosidad
y la falta de ocupación. Además, aquellos que no pueden ser restringidos
deben ser expulsados del estado, excepto en el caso de enfermedad o
vejez; y luego se debe asignar un lugar en el que las personas de este tipo
deben permanecer y tener un guardián designado sobre ellos. Además, es
necesario que en el estado haya un medio para recaudar un fondo
público, que en parte debe cumplir con la ley que rige los contratos, en
parte por multas infligidas por enjuiciamiento malicioso, en parte por las
propiedades y el botín de los rebeldes, en parte de otras fuentes; y que
este fondo público debe estar asegurado en parte para aquellos que no
pueden ganarse la vida debido a enfermedades y vejez, y en parte para
maestros de derecho y medicina, y en parte para usos públicos.

Y luego el legislador enseña a los hombres a enmarcar leyes relacionadas


con patrimonios, herencias y voluntades; porque Avicena dice que la
sustancia necesaria para la vida es en parte rama, en parte raíz. Pero la
raíz es patrimonio y todo lo que se lega y se da por voluntad, de los cuales
el patrimonio de tres raíces es el más seguro.

Pero la rama de la sustancia proviene de las ganancias derivadas de los


diversos tipos de negocios. Luego, deben publicarse leyes sobre contratos
en todo tipo de negocios, compra, venta, entrega y toma de contratos,
préstamos, gastos, ahorros y similares, de modo que en los contratos todo
lo que pueda hacer daño pueda ser excluido, como dice Avicena.

Luego, las leyes deben enmarcarse de acuerdo con las cuales, en todas
las causas y casos, se puede mostrar justicia y cerrar los casos, de modo
que se pueda fomentar la paz y la justicia entre los ciudadanos.
Posteriormente, como dice Avicena, se deben prohibir las actividades por
las cuales se pierden herencias y propiedades, y se altera la paz y la
concordia de los ciudadanos; y quienes practican estas actividades son
personas que desean obtener la ventaja en el caso de alguna ganancia,
como, por ejemplo, el luchador, el jugador y similares. Del mismo modo, se
deben prohibir las actividades que se opongan a lo que es ventajoso,
como lo demuestra en su instrucción con respecto al robo, el saqueo y
otros actos de este tipo.

Y deben promulgarse nuevas ordenanzas, como afirma Avicena, que los


hombres deben ayudarse y defenderse unos a otros, y unirse contra los
enemigos de la ley en un esfuerzo por someterlos. Si, además, otro estado o
gobierno tiene buenas regulaciones y leyes, por lo tanto, no se ataca,
excepto que llegará el momento en que no debe haber otra ley que esa,
cuyo establecimiento, dado que es el mejor, entonces debe extenderse a
todo el mundo. En esta declaración se insinúa la ley cristiana, como se
explicará a continuación. Si, además, hay algunos de estos que están en
desacuerdo con la ley, primero corríjalos, para que puedan volver a sus
sentidos; pero si no están dispuestos a hacerlo, déjenlos morir.

CAPITULO II

El último punto requerido aquí es que el legislador debe hacer arreglos


para su sucesor. Esto se hace, según Avicena, de esta manera. Porque él
debe hacer esto con el consentimiento de los nobles y de la gente; y debe
elegir un hombre que pueda gobernar bien y sea prudente y de buena
moral. Debería ser valiente, amable, experto en gestión y en derecho, que,
de hecho, nadie es más experto, y este hecho debería ser evidente para
todos. Pero si después de esto los hombres estuvieran tan en desacuerdo
que desean elegir a otro, en realidad han negado a Dios, y por esta razón
el legislador debería colocar en sus leyes promulgaciones que todo el
estado debería atacar y matar a cualquiera que desee obstruir por poder
o dinero. Pero si tienen el poder de hacer esto y no lo han hecho, en
realidad han contradicho a Dios, ni él es culpable de sangre por matar a
esos hombres, siempre que los hechos ya sean conocidos por la gente.

Pero si el hombre que debería recibir el cargo no es digno y este hecho ha


sido probado, que se nombre a otro. Así termina la declaración de la
aplicación de los principios de la segunda parte con lo que sigue como
consecuencias para los principios en general. En esta parte se incluye el
derecho civil, que ahora está en vigencia entre los latinos, como se
desprende de los principios de esta parte. Además, es cierto que los latinos
recibieron sus derechos y leyes de los griegos; a saber, de los libros de
Aristóteles y Teofrasto su sucesor, con la excepción de las leyes de las doce
tablas que, en primer lugar, provenían de las leyes de Solón el ateniense.
Parte III
CAPÍTULO I

Con respecto a la guía de un hombre en referencia a sí mismo.

La tercera parte de la ciencia moral y civil se ocupa de la conducta


personal, con el fin de que cada uno mantenga su vida pura y libre de la
inmundicia de los vicios causa de la felicidad futura y el horror del castigo
eterno.

Es claramente evidente que esta debería ser la tercera parte, ya que está
claro que la parte que contiene la adoración a Dios es la primera, como
he dicho. Pero el bien público tiene prioridad sobre el bien privado, como
dice Aristóteles en el primer libro de la Metafísica. Pero la parte anterior
contiene el bien público; Esta parte urge a los hombres el bien privado.
Porque el amor es la mayor virtud, y está ordenado para el bien común, y
la paz y la justicia son sus compañeras, virtudes que trascienden la moral
de los individuos. Porque el hombre es un animal social y está de acuerdo
con su propia naturaleza, como dice Avicena en el quinto libro sobre el
Alma, que no debe vivir solo como una bestia que en su vida es suficiente
solo. Por lo tanto, las leyes que regulan a los hombres con respecto al
último tema son muy importantes.

Según Aristóteles y Averroes, en el décimo libro de la Metafísica, un


ermitaño que no es parte del estado, pero vive solo, no es bueno ni malo. Y
Cicerón en su libro sobre Deberes, citando las palabras de Platón, elogia su
declaración de que no nacimos para nosotros solos. Nuestro país reclama
parte de nuestro origen, y los amigos una parte, y como es un principio de
los estoicos que todas las cosas son creadas para el uso de los hombres,
enseñaron que los hombres fueron generados por el bien de los hombres,
para que pudieran ser capaces de beneficiarse unos a otros. Como el
propio Cicerón dice en el quinto libro de La académica, "Nada es tan
noble como impartir beneficios". Porque es innato en el hombre tener una
sociedad organizada, una relación expresada por los griegos en la palabra
politicon. Por lo tanto, en su libro sobre la vida feliz, Séneca dice: "Esta
declaración se requiere de un hombre, que se beneficie a todos si se
puede hacer, o muchos; si no, unos pocos; si no, sus parientes más
cercanos; si no, él mismo". Por lo tanto, la segunda parte principal de la
filosofía moral debe estar relacionada con las leyes públicas, como he
dicho; y la tercera parte se ocupará de la vida y la integridad que cada
uno debe luchar. Esto, además, es la disposición adecuada de acuerdo
con la dignidad de la naturaleza y la simplicidad de la declaración,
aunque Aristóteles no adopta este método en sus libros; porque procede
por el camino de la investigación y, por lo tanto, de lo que conocemos
mejor, no de la naturaleza. Pero como hemos sido informados a través de
él y otros sobre el poder de esta ciencia, podemos organizar sus divisiones
de acuerdo con el orden que exige la dignidad de la naturaleza.

Además, bajo este título, los filósofos han dicho muchas cosas admirables
con respecto a las virtudes y los vicios, de modo que todo cristiano puede
confundirse cuando percibimos que los no creyentes tenían una
concepción tan elevada de las virtudes, y parece que básicamente nos
quedamos cortos de la gloria de Las virtudes. Pero deberíamos estar muy
animados a aspirar a la cima de la virtud, e inspirados por ejemplos nobles,
deberíamos producir frutos aún más nobles de las virtudes, ya que tenemos
una mayor ayuda en la vida que los propios filósofos, y estamos seguros de
que recibimos incomparablemente mayor asistencia por la gracia de Dios.
Primero citaré ciertos pasajes relacionados con las virtudes y los vicios en
general, y luego pasaré a ramas especiales.

CAPÍTULO II

Aristóteles muestra en el primer libro de Ética que la virtud es doble; uno,


según él, está en la parte sensible del alma, en la medida en que es
obediente a la razón, o la razón domina las partes del alma sensible, y las
regula de tal manera que obedecen su regla. Virtud de este tipo se llama
moral y habitual, por el cual los hombres forman buenos hábitos morales.
Además, enseña en el segundo libro de Ética que hay doce virtudes
morales, y las trata en el cuarto libro y las llama medios, porque cada una
de ellas es una media entre dos vicios opuestos entre sí y virtud. Porque un
extremo está a la altura de la virtud y el otro va más allá; como es el caso
con la avaricia, que no alcanza la liberalidad, y con la prodigalidad, que
la excede. Porque el hombre liberal da solo lo que debe dar, el avaro no
da nada o muy poco; el pródigo dispersa en el extranjero su todo. Tal es el
caso también con los vicios que forman los extremos para los otros medios.
Estos doce según Aristóteles son los siguientes. Primero está la fortaleza para
atacar lo que es terrible y soportar lo que es adverso. En segundo lugar, la
castidad, tanto en las cosas relacionadas con el gusto como en las
relacionadas con el tacto. El tercero es la liberalidad en relación con los
gastos moderados. La cuarta virtud es la munificencia, que se ocupa de
asuntos importantes, como templos, adoración divina, hospitales y otras
bendiciones públicas. Y así como la munificencia y la liberalidad difieren
con respecto al dinero, también lo hacen la magnanimidad y una cierta
otra virtud con respecto al mérito y honor de la virtud. Por lo tanto, el
hombre magnánimo es aquel que no está abatido por la adversidad ni
hinchado por la prosperidad, sino que se gloría solo en la virtud. Por lo
tanto, la magnanimidad es el adorno de todas las virtudes, como dice
Aristóteles, por el cual un hombre eleva su mente sobre todas las cosas
humanas, y esta virtud tiene un valor merecido en todos, ni el hombre
magnánimo medita en lesiones o enemistades. Porque él no considera la
venganza de las heridas, ni conserva la memoria de los males, ni se digna a
considerar nada digno de su ira, ni se preocupa por la locura y la
negligencia de los hombres, sino que pasa por alto todas las cosas, la
grandeza de su mente; ni se regocija con respecto al honor que le ha
hecho, o solo moderadamente, ya que por la virtud perfecta, como dice
Aristóteles, no se encuentra una reverencia igual a ella, ni tanto como se
merece; ni le molesta nada, ya que no hay nada que sea extraordinario a
su vista, preparado como está para las retribuciones y los beneficios, como
Dios tanto como un hombre puede estar.

La sexta, que tiene la misma relación con la liberalidad que la liberalidad


con la munificencia, no tiene nombre en latín, pero se ocupa de asuntos
de menos mérito que la magnanimidad, y se convierte en cualquier
hombre según su posición. La séptima virtud es la gentileza, que frena las
pasiones enojadas. El octavo es la amistad en las relaciones sociales, hasta
el punto de que un hombre sea agradable a su prójimo sin adulación, y
que no sea envidioso o desagradable, sino tolerante. La novena es la
sinceridad, que elimina de un hombre la simulación y el engaño, de modo
que él está tan en su corazón como aparece en el mundo exterior. La
décima consiste en animar a los demás de la manera adecuada, hasta el
final, para que se excluya la escurrilidad y que un hombre no sea grosero,
inquieto y desanimado hacia los avances amistosos de los demás. Para la
relajación tranquila y la alegría amigable con una vena de humor son
necesarios en las relaciones humanas, como dice el filósofo. El undécimo
es una sensación de vergüenza por los pecados, lo cual es especialmente
necesario para los jóvenes, de modo que no puedan inclinarse fácilmente
a los vicios. Por lo tanto, Aristóteles dice: "Alabamos a los jóvenes con un
sentido de vergüenza". Para Séneca, en su libro de las primeras Cartas,
relata la historia de un joven que pecó, y cuando un sabio preguntó si el
joven tenía un sentido de vergüenza, y recibió la respuesta que tenía, dijo:
"Bueno, entonces la situación está salvada "El duodécimo es justicia.

Y además de estas virtudes, hay otras más nobles que no dependen del
sentido, sino que pertenecen absolutamente a la razón pura y, por lo
tanto, se llaman virtudes intelectuales, que son intelecto, conocimiento,
arte, prudencia y sabiduría. Pero estos pueden considerarse puramente en
la región de la especulación, cuando se dirigen solo a la verdad. Y desde
este punto de vista, no son virtudes, sino actitudes intelectuales y cognitivas
de la mente, o pueden ser dirigidas a asuntos de práctica, y en
consecuencia tienen como objeto el bien. Y, por lo tanto, son virtudes, es
decir, cuando apuntan a la salvación del alma; y este es el caso cuando
se preocupan por la adoración divina y el bien público entre los
ciudadanos, y la integridad de la vida y la moral, y la consideración de la
vida eterna y de asuntos similares. El intelecto es una condición mental
adquirida relacionada con los principios subyacentes a la práctica, y el
conocimiento es una condición mental adquirida relacionada con las
conclusiones. El arte es el conocimiento de las buenas obras en su
resultado, y la prudencia es la condición mental adquirida que dirige tales
obras. Pero la sabiduría es el conocimiento perfecto de las bendiciones
espirituales junto con la dulzura del amor, una dulzura en la que hay paz de
la mente humana en la medida en que es posible para la mente disfrutarla
en esta vida; y, por lo tanto, este es el comienzo de la felicidad futura, y es
casi lo mismo que la felicidad, como dice Aristóteles en el sexto libro de
Ética.

En el mismo libro, afirma que en cada tipo de virtud hay una que es natural
y otra que se adquiere, así como encontramos a un hombre casto por
naturaleza y valiente, y lo mismo es cierto con respecto a las otras virtudes.
También hace una distinción similar al final del décimo libro; y allí dice que
las virtudes naturales no se derivan de nosotros mismos, sino que nos son
dadas por la gracia divina. Esta es una declaración maravillosa. Por lo
tanto, aún más son las virtudes adquiridas derivadas de Dios, que son
mucho más nobles, aunque el hábito de la acción virtuosa las preserva y
las fortalece, por lo que se les llama virtudes del hábito y se dice que
dependen de nuestras acciones.

Los filósofos antiguos sostienen la virtud como el bien total y el único bien
del hombre en esta vida, como Séneca enseña en su libro sobre la vida
feliz, y Cicerón en todas partes en el quinto libro sobre las disputas
tusculanas. También nos asegura solemnemente en su libro sobre las
paradojas que nunca considerará nada bueno excepto la virtud. Confirma
el punto de vista por el juicio de uno de los Siete Sabios. Cuando todos sus
conciudadanos huían de sus hogares debido a un ataque hostil, y le
preguntaron por qué no llevaba sus posesiones con él como lo hacían los
demás, respondió: "Estoy llevando todo conmigo"; lo que significa que
nada era suyo excepto la virtud. Este hombre era un sesgo de Priene,
como nos informa Valerius Maximus en el cuarto libro. Séneca también en
su libro a Serenus sobre el tema "Cómo no le ocurre daño ni contundencia
a un hombre sabio", afirma que el filósofo Stilbon, al ser preguntado por el
tirano que había invadido su estado y se había apoderado de todas sus
posesiones temporales si él había perdido algo, respondió: "Nada, porque
mi todo está conmigo"; y dio testimonio de que no solo no había sido
vencido sino que no había sufrido ninguna pérdida. Porque tenía con él sus
verdaderas bendiciones, sobre las cuales no se imponía ninguna mano.
Pero esas cosas que fueron esparcidas y llevadas como saqueo no las
consideró suyas, sino los meros accidentes de fortuna que siguieron a su
asentimiento.

Además, la virtud es la vida del hombre: como Séneca dice en las Primeras
Cartas que los hombres mueren antes de comenzar a vivir, hablando de
aquellos que se dedicaron a pecar hasta el momento de su muerte
natural. Por esta razón, el muy noble Apuleyo en su libro sobre el Dios de
Sócrates expresa asombro de que a los hombres no les importen sus almas
para que puedan vivir. Él dice: "No me sorprende tanto nada como el
hecho de que, aunque los hombres desean vivir de la mejor manera y
aunque saben que viven solo en la mente y que no pueden vivir de la
mejor manera sin cultivar la mente, sin embargo, no cultivan su mente. Por
lo tanto, si un hombre desea ver claramente, él debe cuidar sus ojos; si
desea correr rápidamente, debe cuidar sus pies; de manera similar, cada
uno de sus miembros debe recibir un cuidado especial.
Cuando veo que todos los hombres actúan según este principio, no sé
cómo explicarme adecuadamente y expresar mi asombro por qué no
también cultivan su mente por medio de la razón. El arte de vivir es
igualmente necesario para todos, no así el arte de pintar y tocar el arpa; y
lo mismo es cierto para las otras artes, no para atravesarlas todas, lo cual
puedes ignorar sin vergüenza. Pero cuando dices, no me avergüenzo de
mi ignorancia de la forma correcta de vivir, pero nunca te aventurarás a
decir esto. Y, sobre todo, debemos preguntarnos que aquellas cosas de las
que menos desean parecer ignorantes, no dejan de aprender, y no
aprenden este mismo arte y al mismo tiempo tener una ignorancia de lo
que es reprobable”.

Esta declaración está dirigida principalmente contra aquellos que se


hacen pasar por modelos y maestros de moral para otros; de los cuales
Aristóteles dice en el Elenchi: "Hacen muy buenos discursos, pero sus deseos
están en desacuerdo con sus palabras". Cicerón, en el segundo libro de las
Disputas tusculanas, pregunta con respecto a esas personas: "¿Cuán pocos
de estos filósofos encontrarás cuya vida y modales sean conformes con los
dictados de la razón? Que consideran su profesión, no como un medio de
mostrar su aprendizaje ¿Pero como regla para su propia vida? ¿Quiénes se
ajustan a sus propios preceptos y obedecen sus propios decretos? Puede
ver a algunos dejarse llevar por tal ligereza y vanidad, que hubiera sido
mejor para ellos haber permanecido ignorantes; algunos codiciosos de
dinero, otros ansiosos de gloria, muchos esclavos de sus lujurias, de modo
que su discurso está extrañamente en desacuerdo con su modo de vida, lo
que de hecho me parece una cosa muy vergonzosa, ya que, como si un
profesor de gramática profeso hablara de manera no gramática; o si el
que desea ser considerado un músico canta fuera de tono, tal
inconsistencia es peor ya que cada uno de ellos falla en el mismo tema en
el que profesa ser experto; entonces un filósofo que falla en la conducta
de su vida es el más deshonrado, porque se equivoca en la misma rama
que dice enseñar, y no regula su propia vida por las reglas que profesa
enseñar ". Cuando Zaleuchus, el legislador de los locrianos, con notable
justicia y celo por la virtud, deseó que la ley que él había hecho infligiendo
la pérdida de ambos ojos como castigo por adulterio se cumpliera en el
caso de su propio hijo, el estado se negó por la integridad del padre. Pero
el juez justo sacó uno de sus propios ojos y un ojo de su hijo para evitar
violar la ley que había hecho. Valerius Maximus registra estos hechos en el
sexto libro.

Pero todos los filósofos sostienen que la gracia de la virtud por su propia
belleza maravillosa debería atraer a cada hombre, ya que se está
convirtiendo, como dice Cicerón en su libro de Deberes, en que por su
propio poder nos atrae y nos seduce por su propio valor. Apuleyo también,
en el tercer libro sobre la Enseñanza de Platón, dice que la virtud es la
belleza de la mente. Cicerón en el cuarto libro sobre las Disputas
tusculanas dice: "Como en el cuerpo hay una cierta formación adecuada
de extremidades, junto con una cierta dulzura de tez, que se llama belleza,
así que en la mente la belleza consiste en una imparcialidad y constancia
de opiniones y juicios, unidos a una cierta firmeza y estabilidad, siguiendo
la virtud o la virtud anterior". Apuleyo dice que la virtud no es solo la belleza
de la mente sino también la salud y la fuerza. Cicerón también tiene las
mismas opiniones, como es evidente en muchos pasajes en los libros
segundo, tercero, cuarto y quinto sobre las Disputas tusculanas.

Aunque es imposible o difícil para el hombre que se ha endurecido en


hábitos viciosos experimentar un cambio de corazón, como dice Aristóteles
al final de la Ética, Seneca dice en el segundo libro sobre Ira: "No hay nada
tan difícil y tan complejo que la mente humana no puede dominarlo y
familiarizarlo con la práctica constante. Porque ninguno tiene un corazón
tan férreo y una mentalidad tan independiente que la disciplina no pueda
controlarlo se ha logrado. Algunos han ganado el control de sí mismos
como para nunca reír. Otros han prohibido a sus cuerpos el uso de vino o
líquidos de cualquier tipo. Otros satisfechos con un sueño corto prolongan
el período de vigilia incansablemente. Algunos han aprendido a correr
sobre cuerdas muy delgadas y empinadas, y llevar grandes pesos más allá
de la fuerza ordinaria del hombre, y sumergirse en el mar a una gran
profundidad sin ningún cambio de aliento. Hay miles de otras cosas en las
que perseverancia supera todos los obstáculos". Y muestra que nada es
difícil si la mente ha ordenado paciencia sobre sí misma.

Como dice Averroes en el segundo libro de Física, muchos se han


acostumbrado a alimentarse de veneno, como escribe Aristóteles en el
libro de los Secretos. Porque él mismo descubrió que una hermosa niña
enviada a Alexander con otros regalos había sido alimentada con veneno.
Por lo tanto, el trabajo persistente conquista todas las cosas, como dice
Virgilio.

Entonces, no hay dificultad en la virtud para el que la ama. Porque la virtud


está ansiosa por el peligro. La virtud considera el fin que tiene a la vista, no
lo que tendrá que sufrir, como Séneca escribe en su trabajo De Copia
Verborum, y hace la misma declaración en otro libro en el que pregunta
por qué muchas desgracias suceden para el bien. Y hace allí la
declaración adicional: "Dado que lo que está destinado a sufrir es parte de
la gloria. Los soldados se glorían en sus heridas y se alegran de mostrar que
su sangre fluye de heridas que no son mortales. El que regresa herido atrae
más atención que aquellos que regresan ilesos de la línea de batalla,
aunque han estado en el mismo compromiso". Afirma, además, en el
séptimo libro sobre Beneficios que es fácil conocer y poseer las virtudes, en
lo que a ellos mismos y a la naturaleza se refiere; y agrega: "Lo que sea
para hacernos mejores y felices, la naturaleza ha puesto a la vista o al
alcance de la mano, si un hombre ha consagrado su mente a la virtud. Y
cualquiera que sea la virtud que convoque, él considera que el camino es
fácil, si es un animal social y ve el mundo creado para el bien común como
un hogar, y siempre vive como si fuera público, más temeroso de sí mismo
que de los demás. Tal hombre retirado de las tormentas de tribulaciones ha
puesto su pie en un suelo firme y pacífico. Ha hecho suyo el conocimiento
útil. Porque de ninguna manera es difícil el descubrimiento, excepto aquel
cuya única recompensa cuando se descubre está en el descubrimiento
mismo". Y esto reside en el dominio de lo puramente especulativo, no en
asuntos que pertenecen directamente a la vida feliz. Séneca, además, en
el segundo libro sobre la ira, refutando a aquellos que buscan el consuelo
del vicio en lugar del difícil camino de la virtud, dice lo siguiente: "No hay
nada en los vicios que puedas decir que no pueda eliminarse; estamos
enfermos de enfermedades curables, y la naturaleza nos ayuda, creados
como íbamos a ser completos, si deseamos curarnos. Tampoco el camino
a las virtudes es duro y áspero, como les ha parecido a algunos;
avanzamos por un camino fácil ya que Dios mismo es nuestra ayuda.
Mucho más difícil es hacer lo que estás haciendo. ¿Qué es más tranquilo
que la tranquilidad, qué más laborioso que la ira? ¿Qué más suave que la
tolerancia, qué más irritante que la crueldad? La castidad disfruta del ocio,
la lujuria está muy preocupada. Finalmente, la custodia de todas las
virtudes es fácil, los vicios se cultivan a un gran costo". Cicerón, además, en
el tercer libro sobre las Disputas tusculanas dice:" El conocimiento de las
virtudes es innato y, si se permite que aumente, la naturaleza misma nos
conduciría a la vida feliz". Séneca expresa el mismo sentimiento en el libro
de las Primeras Cartas. Sin embargo, esa virtud, como dice en el primer
libro sobre la ira, es la más segura, la cual ha desconfiado mucho durante
mucho tiempo y se ha controlado y ha avanzado lenta e
intencionalmente.

CAPITULO III

Discuten sobre el pecado en común como lo hacen sobre la virtud. Para


Cicerón en el quinto libro sobre las disputas dice: "Nadie tiene permitido
pecar"; porque los pecados obstaculizan la perfección total de la mente y
la adquisición de la felicidad eterna, ya que Algazel dice en la lógica que
esta felicidad proviene de la perfección del alma. Ahora la perfección del
alma consiste en dos cosas, limpieza y adorno. La limpieza es la
purificación del alma de los hábitos sucios y la santificación de las malas
impresiones; El adorno consiste en representar en el alma la certeza de la
verdad divina y el ser del universo entero en su secuencia, por medio de
una revelación en la que no hay error ni ocultación; como un espejo, por
ejemplo, que no posee perfección a menos que una forma hermosa sea
evidente en él; pero esto no es posible a menos que se haya limpiado por
completo de la suciedad y el óxido, y luego se hayan colocado hermosas
formas antes. El alma, entonces, es como un espejo; porque en él se
representan las formas de todo el universo cuando está limpio y se ha
liberado de los malos hábitos, estas son las palabras de Algazel.

Los pecados, por lo tanto, dejan a un hombre ciego, porque todo hombre
malvado es ignorante, como dice Aristóteles en el segundo libro de Ética.
Sócrates dice que no es posible que nadie haga un acto de base excepto
por ignorancia; desde que cuando alcanza el estado de deseo de pecar,
pierde su conocimiento y su intelecto está en suspenso. Tan grande es la
depravación y la depravación del pecado que el filósofo ha dicho: "Si
supiera que los dioses perdonarían y que los hombres perdonarían, aun me
negaría a pecar". Por esta razón, Cicerón dice en el segundo libro de los
Académicos que los hombres seleccionan la oscuridad y la soledad para
cometer pecados, porque la miseria del pecado disuade con su maldad.
Séneca, además, en el quinto libro sobre Preguntas Naturales dice que
debido a su vergüenza los crímenes evitan verse a sí mismos, por ocultar
que ninguna noche es lo suficientemente oscura. Apuleyo también, en el
tercer libro sobre la bienaventuranza de Platón, dice: "El mal o el pecado
es inmundicia del alma, y no solo esto, sino debilidad y enfermedad".
Cicerón expresa el mismo pensamiento de muchas maneras en las
Disputas tusculanas.

El pecado no solo ciega, contamina y debilita el alma racional, sino que la


baja al nivel de los brutos, como lo demuestran los filósofos en muchos
pasajes. Por lo tanto, Séneca en su libro sobre la Vida feliz dice: "Coloco a
los hombres en la misma clase a quienes la naturaleza aburrida y la
ignorancia de sí mismos han reducido al nivel de brutos.

No hay diferencia entre ellos, ya que los brutos no tienen ninguna razón, y
esos hombres tienen una razón depravada y una que es inteligente para su
propio dolor y en la dirección equivocada". Además, la filosofía prueba en
el cuarto libro de las Consolaciones que los hombres malvados pierden su
identidad, porque la identidad de una cosa consiste en retener su orden y
preservar su naturaleza. Pero el pecado es contrario al orden de la
naturaleza, por lo tanto, los hombres malvados dejan de retener su
identidad. Es necesario, por lo tanto, derribar debajo del rango de la
humanidad, aquellos a quienes su maldad excluye del estatus humano. El
resultado es, entonces, que no puedes considerar como ser humano al
hombre que ves transformado por vicios. Y el filósofo infiere que lo
compararías con un lobo, el ladrón quien está inflamado por la codicia y
emplea la violencia para poseer las propiedades de otras personas.

Lo compararás con un perro que es insolente y mueve una lengua


pendenciera. El que acecha por cierto y se deleita en robar está en
igualdad con los zorros. Si un hombre ruge con ira descontrolada, puede
considerarse que tiene la inteligencia de un león. El que es tímido y está
listo para huir, temiendo lo que no debe temer, puede ser considerado
como un venado. El tonto perezoso y estúpido vive la vida de un asno. El
hombre inconstante e inconstante que cambia sus actividades no difiere
en nada de los pájaros.

El que está sumido en la profanación y la lujuria inmunda es poseído por el


placer de un cerdo. Por lo tanto, sucede que el que deja de ser hombre
por la pérdida de su bondad se convierte en una bestia.
Dado que, además, con mucho gusto disculpamos en la medida de lo
posible nuestros pecados, ya sean pequeños o grandes, muchos o pocos,
Seneca en el segundo libro sobre la ira pregunta: "¿Qué vicio, ora, no ha
tenido un abogado?" pero no excusamos los vicios de los demás. Porque
en el mismo libro dice: "Mantenemos los vicios de los demás a la vista, pero
los nuestros en el fondo". Y como con el santo serás santo y con el hombre
inocente serás inocente, Séneca dice en el libro de las Segundas Cartas:
"Nada más viste nuestras mentes con las vestimentas de respetabilidad y
recuerda a la rectitud a los que vacilan e inclinándose al mal como
asociación con hombres buenos "Y en el tercer libro sobre la ira," Formamos
nuestros hábitos a partir de nuestros asociados, y como ciertas
enfermedades del cuerpo pasan de una persona a otra por contacto, la
mente transmite sus males a aquellos con quien entra en contacto El
borracho inspira a sus compañeros de cama con un amor por el vino. La
asociación con lo impuro debilita el carácter incluso de un hombre fuerte,
si se lo permite. La avaricia transmite su veneno a quienes están cerca de
la misma acción para suavizar todo lo que tienen que hacer. Una región
templada y un clima más saludable no confieren un beneficio tan grande
para la salud corporal como el derivado de los moralmente débiles con la
asociación con mejores personas. Comprenda cuán fuerte es esa
influencia si ve que los animales salvajes se vuelven mansos al vivir con
nosotros, y que ninguna bestia salvaje conserva su ferocidad si ha vivido
durante mucho tiempo en la habitación del hombre. Existe el hecho
adicional de que un hombre que vive con hombres pacíficos no solo
mejora con su ejemplo, sino que no encuentra ocasiones para su vicio y no
lo practica".

Además, en el mismo libro para la corrección de todos los vicios, dice que
todos los sentidos deben ser llevados a una condición de estabilidad. Son
pacientes si la mente, que debe ser llamada diariamente para rendir
cuentas, ha dejado de corromperlos. Sextius siguió la práctica, cuando
terminó el día y se retiró para descansar por la noche, cuestionando su
propia mente: "¿Cuál de tus fallas has corregido hoy? ¿Qué vicio has
resistido? ¿De qué manera estás mejor? ¿Puedes cualquier cosa sea mejor
o más fina que este hábito de examinar todo el día. Qué maravilloso es ese
sueño que sigue al autoexamen; qué tranquilo, profundo y libre es después
de que la mente ha sido alabada o amonestada; y como espía y censor
secreto de se entera de su propio comportamiento". Y en el mismo libro
dice sobre sí mismo: "Aprovecho esta oportunidad y diariamente antes de
defender mi caso cuando la lámpara ha sido retirada. Me paso todo el día
conmigo mismo y considero lo que he dicho y hecho, no le oculto nada a
Mysel, no paso nada por alto. ¿Por qué debería tener miedo de mis errores,
cuando puedo decir: ¿Ves que no lo vuelves a hacer? ¿Te perdono esta
vez?"

Además, dado que ese hombre está feliz de golpear a sus pequeños
contra las piedras, Séneca le dice a Marcia: "Todos nuestros vicios se
arreglarán dentro de nosotros, a menos que sean aplastados a medida
que surjan. La violencia de una enfermedad debe verificarse en su lugar,
brote de un remedio suave, pero debemos tomar medidas más enérgicas
contra los trastornos crónicos. Las heridas se curan fácilmente mientras
están frescas con sangre". Y dado que este asunto debería recibir una
atención particular en el período de nuestra juventud, Aristóteles dice en el
segundo libro de Ética que no hace poca diferencia que estemos
entrenados de esta manera o de esa juventud. Porque compara la
inocencia de la juventud con una ramita verde, que puede doblarse en
todas las direcciones y su curvatura se elimina fácilmente.

Y Séneca dice en el segundo libro sobre Ira: "Es fácil moldear las mentes
mientras todavía están tiernas; porque con dificultad nos liberamos de los
vicios que han crecido junto con nosotros". Séneca también le dice a
Helvia: "En este caso, moldea tanto los modales como la naturaleza de la
joven. Los preceptos que se imprimen a una tierna edad se hunden más
profundamente. Le otorgarás mucho incluso si no le das más que tu
ejemplo". Y por lo tanto, en el segundo libro sobre la ira, dice: "Todo lo que
es tierno se aferra a las cosas más cercanas y crece para parecerse a ellas.
Los modales de la juventud pronto repiten los de sus enfermeras y tutores.
Un niño criado en la casa de Platón, Al regresar y ver a su padre
vociferando y gritando, dijo: "Nunca vi esto en la casa de Platón. No dudo
que hubiera imitado más fácilmente a su padre que Platón, si hubiera sido
criado en la casa de su padre".

CAPITULO IV

Si consideramos lo que los filósofos han dicho y hecho en particular con


respecto a los hábitos de este tipo, nos parece mucho más agradable.
Todas sus enseñanzas se reducen a un desprecio de las riquezas en
oposición a la avaricia, o al desprecio de los honores en oposición del
orgullo, o al rechazo de los placeres en oposición del lujo y la gula, o tienen
referencia a los sentimientos y pasiones violentos la mente y se dirigen
contra la ira, la envidia y la pereza; hasta el final para que así los siete
pecados mortales puedan ser evitados. Todos estos pecados, excepto la
ira, se relacionan con la prosperidad.

Porque la mente se debilita en medio de las riquezas y los placeres


mientras se deleita en estos pecados. En cuanto a la avaricia, el orgullo, el
lujo y la glotonería, es evidente que se despiertan por un fuerte deseo de
disfrute. La envidia también brota del bien y la prosperidad de otro. La
pereza, sin embargo, debe su ser al hecho de que la mente está absorta
en los placeres y en los otros intereses relacionados con la prosperidad.
Porque en tales circunstancias un hombre pierde interés en el verdadero
bien que consiste en la virtud, y encuentra cada esfuerzo virtuoso
desagradable. Inerte y perezoso se convierte en el hombre para quien la
muerte del alma está en los portales, para cerrar rápidamente su vida
espiritual. La ira por sí sola no tiene en cuenta la prosperidad y las batallas
en la adversidad. Por esta razón, tocaré primero sus declaraciones sobre el
desprecio por la prosperidad; entonces consideraré cómo no se debe
temer a la adversidad.

Aristóteles, el más grande de los filósofos, es el ejemplo más conspicuo,


quien en desprecio del mundo con todas sus riquezas, honores y placeres
abandonó su tierra natal y terminó su vida en el exilio. Teofrasto, su notable
sucesor en filosofía, hizo lo mismo, como dice Cicerón en el quinto libro
sobre las Disputas tusculanas. Pero estos no fueron los únicos casos, pero
hubo muchos otros entre los filósofos y padres de filósofos más notables,
como Xenocrates, quien era el jefe de la antigua Academia, según
Censorinus en su libro sobre el Día de Natal, y Carneades, quien fundó La
tercera Academia llamó a la nueva. Los discípulos de Platón fueron
llamados los académicos del lugar en el que estudió Platón, y se dividieron
en muchas escuelas después de la muerte de su maestro. Pero estos no
fueron los únicos; había muchos otros hombres famosos, a quienes Cicerón
nombra con dieciséis años, y aún otros en un sinfín de números, como él
mismo dice, pasaron sus años en el exilio y en viajes constantes al
extranjero, que una vez que se habían marchado nunca volvieron a casa.
Sócrates, al ser preguntado de qué país era ciudadano, respondió: "Soy
ciudadano del mundo"; porque consideraba que era un habitante y un
ciudadano de todo el mundo, como Cicerón afirma en el quinto libro
sobre las Disputas tusculanas. En consecuencia, Séneca le dice a Marcelo
en el exilio: "No es una desgracia si no estás en un país. Fuiste entrenado
para saber que cada lugar es la tierra natal de un filósofo. La humilde
cabaña contiene las virtudes.

Será más hermoso que cualquier templo ya que veremos en él justicia,


continencia, prudencia, piedad, un plan de deberes debidamente
coordinado, un conocimiento de las cosas humanas y divinas.

Ningún lugar es estrecho que contenga este número de virtudes tan


grandes. "Ptolomeo también, en las máximas dadas en el Almagesto, dice:"
Él es superior entre los hombres a quienes no les importa de quién sea el
poder del mundo". Tampoco es extraño que este filósofo hable así y haya
gastado la mayor parte de su trabajo en aprender sobre los cuerpos
celestes y las principales divisiones del mundo, porque demuestra en el
primer libro del Almagesto que toda la tierra no tiene un tamaño sensible
en comparación con los cielos, un hecho establecido más completamente
arriba. Séneca le dice a Helvia: "La mente Es estrecho lo que deleitan las
cosas terrenales. Para los hombres más altos que levantan sus torres, y
cuanto más grandes construyen los techos de sus comedores, más cierran
los cielos". Jenofonte, el alumno de Sócrates, dijo, según Censorinus, que no
necesitar nada es una característica de Dios, y necesitar lo menos posible
es lo más próximo a Dios.

Séneca en el quinto libro de las preguntas naturales, juzgando


correctamente la tierra como un punto con respecto a los cielos, un hecho
probado por la astronomía, no considera ningún momento y reduce a
nada todas las cosas que se distribuyen en este mundo entre los hombres,
en comparación con el cielo para el cual fue hecho el hombre. En
consecuencia, dice: "El que ahora amplía y prepara su mente y la hace
digna de la comunión con Dios, posee el bien completo y perfecto de la
suerte humana; al pisar cada maldad busca lo que está arriba y entra en
el seno de la naturaleza, delicias que deambulan entre las mismas estrellas
para ver los pavimentos de los ricos y de toda la tierra con su oro, no solo lo
que ha producido, sino lo que reserva en secreto para la avaricia de la
posteridad ". "Este es un mero punto que está dividido por espada y fuego
entre tantas naciones.
¡Oh, qué ridículos son los límites de los mortales! El Daciano no puede pasar
más allá del Ister. El Éufrates debe contener a los partos, y el Danubio
divide los territorios de Sarmata y los romanos, el Rin debe establecer un
límite para Alemania.

Los Pirineos deben criar su cresta entre la Galia y España. Entre Egipto y
Etiopía debe encontrarse una vasta extensión de arena deshabitada. Si
alguien les diera entendimiento humano a las hormigas, ¿no dividirán un
hormiguero en muchas provincias? Cuando ves ejércitos marchando con
banderas ondeando y la caballería ahora explorando hacia adelante,
ahora desplegada desde los flancos, eso es simplemente el correr hacia
adelante y atrás de las hormigas ocupadas en su angosto camino. ¿Qué
diferencia hay entre ellos y nosotros, excepto la extensión de un cuerpo
pequeño? Este es solo un punto en el que navegas, en el que reinas, en el
que haces la guerra.

Arriba están los vastos espacios en cuya posesión se admite la mente; y


como liberado de las cadenas vuelve a su origen. Y esta es una prueba de
su origen divino de que las cosas divinas lo deleitan e interesan, no como
cosas ajenas a él sino como sus propias posesiones. Entonces despreciará
los estrechos confines de su antigua morada. El espacio desde las partes
más remotas de España hasta la India se atraviesa en muy pocos días si el
barco tiene un viento favorable. Pero esa región celestial requiere un viaje
de treinta y seis mil años para la estrella más rápida".

Además, Apuleyo en su libro sobre el Dios de Sócrates dice que todas las
cosas buenas, externas y pertenecientes al cuerpo, deben ser
despreciadas y no deben tenerse en cuenta al alabar a un buen hombre.
Sus palabras son: "Al considerar a los hombres, no le dan ningún valor a las
cosas que realmente no les pertenecen, sino que consideran al hombre en
sí mismo, lo ven como mi pobre Sócrates. Ahora llamo a esas cosas no
realmente suyas las que sus padres adquirieron, y qué fortuna otorgó,
ninguno de los cuales me uno a los méritos de mi Sócrates, ni el nacimiento
elevado, ni el linaje prolongado, ni las riquezas que causan envidia de los
demás. Por lo tanto, puede contar todos los dones juntos; ¿Él es un nacido
alto? Estas alabando a sus padres ¿Es rico? No confío en la fortuna.
Tampoco enumero más tales regalos. ¿Tiene buena salud? Se cansará de
la enfermedad. ¿Está activo? Pasará a la vejez. ¿Es guapo? Espere un
momento y no lo estará. Pero, ¿está entrenado en las artes liberales y es
especialmente erudito y sabio, en la medida en que se le permite a un
hombre, y de buen consejo? Finalmente, ahora está alabando al hombre
mismo. Porque esto no es una herencia de su padre, ni depende del azar ni
de la asistencia según la voluntad de los demás, ni es algo transitorio del
cuerpo, ni cambia con la edad. Todas estas cosas tenía mi Sócrates, y por
esta razón despreciaba la posesión de todo lo demás". Por lo tanto,
Cicerón en su libro sobre las paradojas se gloría en el hecho de que nunca
contó el oro, la plata, el honor o cualquier cosa que pertenezca a este
mundo entre las bendiciones. Salustio, además, en su libro sobre Catilina
dice: "La fortuna hace que todas las cosas sean famosas según su capricho
y no de acuerdo con los hechos. Primero estaba el deseo de dinero, luego
del imperio. Estos se convirtieron en las fuentes de todos los males. Porque
la avaricia ha destruido la fe, la probidad y las otras buenas cualidades; en
lugar de esto, nos ha enseñado orgullo, crueldad, negligencia de Dios, y a
considerar que todas las cosas deben comprarse y venderse. La avaricia
es aficionada al dinero, lo que ningún filósofo ha deseado. Este vicio
impregnado de venenos nocivos debilita el cuerpo y la mente del hombre;
siempre ilimitado, insaciable, no disminuye ni por la abundancia ni por la
necesidad". Y Séneca en el tercer libro sobre la ira dice:" En lo que respecta
al dinero, existe la mayor vociferación; esto agota los foros, mezcla
venenos, coloca espadas en manos de hombres, esto se extrae de nuestra
sangre, por eso la multitud presiona sobre los tribunales de los magistrados,
los reyes enfurecen y derrocan estados: los tribunales de justicia resuenan
con el rugido de los casos, los jueces convocados desde regiones muy
lejanas se sientan para determinar cuál de los dos litigantes tiene la
avaricia más justa ". Y en su trabajo De Copia Verborum dice:" La única
acción correcta del hombre avaro se realiza cuando muere". El libro
mencionado anteriormente dice: "La ambición por el poder ha obligado a
muchos hombres a volverse falsos; tener una cosa encerrada en su
corazón y otra lista en su lengua. Y cuando los hombres pasaron sus vidas
en la tierra sin codicia, todos quedaron satisfechos con lo que tenían.

Pero cuando apareció la insolencia del poder, la fortuna cambia junto con
el carácter". Por lo tanto, Séneca, dirigiéndose a aquellos que estaban
orgullosos por la bendición de la fortuna, dice:" Todas las cosas que te
obligan, hinchado de orgullo y superior al común, a olvidar el tuyo.
fragilidad, cosas que guardas con barras de hierro, que saquearon de la
sangre de otros que defiendes con las tuyas, debido a que después de la
ruptura tan a menudo de los lazos de matrimonio, amistad y
compañerismo, el mundo fue aplastado entre los dos contendientes, Todas
estas cosas que digo no son tuyas.

Ya están buscando a otro dueño; ya sea un enemigo, o un sucesor hostil, o


fuego u otra desgracia los atacará. ¿Pregunta cómo va a hacerlos suyos?
Al otorgarlos como regalos. Piense entonces en sus posesiones y haga que
su propiedad sea segura e inexpugnable; los hará no solo más respetables
sino más seguros.

Aquello en el que te consideras rico y poderoso, mientras estés en


posesión, descansa bajo un nombre sórdido; es casa, esclavo o dinero.
Cuando lo ha donado, se convierte en un beneficio". Y, por lo tanto,
pregunta en el libro de las Primeras Cartas:" ¿Quién es digno de Dios,
excepto el hombre que ha despreciado las riquezas?

CAPITULO V

Con respecto a los placeres sensuales, los filósofos hacen muchas


declaraciones excelentes. Cicerón en su libro sobre la vejez dice lo
siguiente: "Dado que Dios no le ha dado al hombre nada más excelente
que la mente, nada es más hostil a este don divino que el placer sensual.
Porque ese placer obstaculiza la deliberación, es hostil a la razón y vena los
ojos, ojos de la mente. Para el gran Archytas de Tarentum, un pitagórico y
un maestro de Platón, era de la opinión de que nadie puede dudar de que
un hombre mientras disfruta del placer sensual es incapaz de manejar
cualquier asunto que requiera pensamiento, razón, y la reflexión, ya que tal
placer, si se permite demasiado o demasiado tiempo, extingue
completamente la luz del alma". Por lo tanto, Cicerón en el tercer libro
sobre las Disputas tusculanas dice: "Pero estos definidores dicen que la
fuente de estos disturbios es la falta de moderación, que es una deserción
de todo el intelecto y del razonamiento correcto, un estado tan contrario a
los dictados de la razón que los apetitos de la mente de ninguna manera
pueden ser gobernados y restringidos".

Además, Plinio por esta razón dice en el decimocuarto libro de Historia


Natural, "Después de que el placer ha comenzado a vivir, la vida falla".
Aristóteles también en su libro sobre el régimen de la Vida le dijo a
Alejandro: "Evita las inclinaciones hacia los placeres bestiales, porque los
apetitos carnales inclinan la mente al placer corruptible del alma bestial si
no se usa la discreción. Por lo tanto, el cuerpo corruptible se regocijará, y el
intelecto incorruptible se entristecerá. Por lo tanto, la inclinación al placer
carnal genera amor carnal. Pero el amor carnal genera avaricia; la
avaricia genera el deseo de riquezas; el deseo de riquezas genera
desvergüenza; la desvergüenza genera presunción, y la presunción genera
infidelidad. Y por lo tanto el placer trae consigo manchas en el alma del
hombre, por lo que el alma se oscurece". Por este motivo, Aristóteles
también dice en el libro de Problemas que somos llamados incontinentes y
culpables más por el gusto y el tacto que por los otros sentidos, ya que
somos superados por los placeres más bajos y aquellos en los que
participamos con los brutos. . Para el último no se deleita en ver, oír y oler,
como lo hace el hombre. Porque no buscan un olor por sí mismos, sino por
la comida a la que son conducidos por el olor. Pero un hombre que no
padece hambre se deleita con un perfume, como en el caso de las rosas y
otras flores olorosas. También se deleita mucho al oír y al ver; pero los brutos
se complacen solo en lo que se sabe que pertenece al gusto o al tacto.
Por esta razón, se establecen normas e instrucciones para una vida
correcta con respecto al placer del gusto y el tacto; y nos elogian más
cuando nos abstenemos de estos placeres, y se nos culpa por ellos, ya que
son bajos y bestiales. Además, Séneca dice en el segundo libro sobre Ira:
"Cuando los placeres han corrompido tanto la mente como el cuerpo,
ninguna forma de adversidad parece tolerable, no porque sea difícil, sino
porque un hombre blando la está soportando" Por esta razón, ya que hay
dos modos principales de placer, uno en lujuria, el otro en intoxicación y
embriaguez,

Cicerón pregunta en el quinto libro de las Disputas de tusculanas: "¿Por qué


no llamar a ese hombre más miserable a quien vemos furioso e inflamado
de pasiones lujuriosas, ansiando locamente todas las cosas con un deseo
insaciable, y sed más aguda y ardientemente más profunda él bebe en
todas partes de la taza de placer? "Séneca, además, dice en el séptimo
libro sobre Beneficios que" el placer es frágil, breve, expuesto al asco,
cuanto más ansiosamente sufre, más rápidamente se sumerge en lo
contrario, algo de lo que debemos o arrepentirse o avergonzarse, en el
que no hay nada espléndido ni acorde con la naturaleza del hombre junto
a Dios, algo que pertenece poco a los miembros de nuestra base, al final
es asqueroso". Y Séneca en el segundo libro de las Declaraciones dice: "El
joven peca, el viejo voluptuoso está loco, porque deshonra su vejez y hace
que la edad de la juventud sea más imprudente". Y Cicerón en el cuarto
libro sobre las Disputas de tusculanas, que enseña cómo curar a esta
persona lujuriosa, muestra la inutilidad de tal placer en estas palabras,
"Ahora la cura para alguien que se ve afectado de esta manera, es
mostrar cuán ligero, cuán despreciable, cuán insignificante es en lo que
desea; cómo puede convertir sus afectos en otro objeto, o cumplir sus
deseos por algún otro medio; o de lo contrario persuadirlo de que puede
ignorarlo por completo: a veces debe ser llevado a objetos de otro tipo,
para estudiar, hacer negocios u otros compromisos e inquietudes
diferentes: muy a menudo la cura se efectúa por el cambio de lugar, ya
que las personas enfermas que no han recuperado su fuerza se benefician
con el cambio de aire, se debe advertir qué es la locura del amor: porque
de todas las perturbaciones de la mente no hay nadie más vehemente;
porque (sin acusarlo de libertinaje, adulterio o incluso incesto, la bajeza de
cualquiera de estos es muy culpable le; No digo, por mencionar estos,) la
perturbación de la mente en el amor es la base de sí misma, ya que, para
pasar por alto todos sus actos de locura, ¿qué debilidad no discuten esas
mismas cosas que se consideran indiferentes, lesiones? , las sospechas, la
hostilidad, la guerra, luego la paz nuevamente renovada, todo lo cual
sigue a los hombres inspirados por la lujuria?

Por lo tanto, se deduce que:

"El hombre que busca arreglar

Estos sentimientos inquietos, y para subyugar

Según una ley regular, es igual de sabio

Como alguien que trataría de establecer reglas por las cuales

Los hombres deberían volverse locos.

¿Ahora, esta inconstancia y mutabilidad mental no es suficiente para


disuadir a nadie por su propia deformidad? Demostraremos, como se dijo
de cada perturbación, que no existen tales sentimientos que no consisten
enteramente en opinión y juicio, y que no se deben a nosotros mismos
Porque si el amor fuera natural, todos estarían enamorados, y siempre así;
ni uno sería disuadido por la vergüenza, otro por la reflexión, otro por la
saciedad”. Por esta razón, Aristóteles en los Secretos le dice a Alexander:"
Amable Emperador, no cedas al deseo de tener relaciones sexuales con
mujeres, ya que tal relación sexual es una característica de los cerdos.
¿Qué gloria tiene para ti si practicas un vicio que es característico de
animales irracionales y sigues las acciones de los brutos? Créanme sin
ninguna duda que las relaciones sexuales implican la destrucción de
nuestros cuerpos, el acortamiento de la vida, la corrupción de las virtudes,
la transgresión de la ley y la adopción de modales afeminados. "Por lo
tanto, para evitar cualquier defecto de carácter, Séneca le dice a Helvia:
"Si consideras que el deseo sexual se le dio al hombre no para su disfrute,
sino con el propósito de propagar la raza, cualquier otro deseo pasará por
ese hombre ileso a quien esta secreta y ruinosa pasión está profundamente
arraigada en nuestros vitales, no lo ha dañado ".

Con respecto al placer de la glotonería, Séneca le habla a Helvia: "Oh,


qué miserables son aquellos cuyo apetito no se excita, excepto a la vista
de los alimentos caros. Pero no su sabor fino o el placer que le dan al
paladar, sino su rareza y la dificultad al procurarlos, hacen que tales
alimentos sean queridos. De lo contrario, si les importa regresar a un estado
mental sano, ¿qué necesidad hay de tantas artes que ministran en el
vientre? ¿Qué necesidad de devastar los bosques, qué necesidad de
buscar en las profundidades?

En todas partes están los diferentes tipos de alimentos, que la naturaleza ha


distribuido en todos los lugares. Pero los hombres pasan por allí como si
fueran ciegos,. . . y aunque pueden calmar su hambre a un pequeño
costo, lo hacen a un gran precio. Desde todas partes reúnen todo lo que
se sabe de la glotonería mimada; y transportan desde un océano remoto
lo que es admitido con dificultad a un estómago debilitado por las
golosinas. Que Dios confunda a aquellos, cuyo lujo de la glotonería pasa
más allá de los límites de su propia tierra". Además, Séneca dice en el libro
de las Primeras Cartas sobre la intoxicación y la embriaguez," ¡Oh, cuántas
cosas hacen los hombres cuando están intoxicados por lo que sonrojarse
cuando sobrio! Considere que la embriaguez no es otra cosa que locura
voluntaria. Prolongue el estado del borracho a varios días, ¿tendrá alguna
duda de su locura? La embriaguez indudablemente provoca, enciende y
revela cada vicio; elimina el sentimiento de vergüenza que obstaculiza
nuestros propósitos malvados . . . Cuando el poder del vino domina la
mente, todo mal oculto sale a la vista. Es entonces cuando el hombre
lujurioso no admite demora en satisfacer las demandas de sus pasiones, es
entonces cuando el hombre incauto proclama su enfermedad; es
entonces cuando el hombre de mal carácter no restringe su lengua o su
mano. "Y como tal es el caso de Aristóteles dice en el segundo libro de
Ética que una maldición doble se debe al borracho. Y después de muchas
declaraciones sobre este tema Séneca dice en el lugar citado
anteriormente: "La crueldad generalmente sigue al consumo de vino, ya
que la sensatez mental de un hombre se corrompe y se vuelve salvaje.
Como las enfermedades prolongadas dificultan que los ojos soporten
incluso un rayo de sol muy débil, los continuos episodios de embriaguez
bestializan la mente. Porque cuando las personas están frecuentemente
fuera de sí, el hábito de la locura se vuelve fijo, y los vicios producidos por
el vino conservan su ascendencia sin él". Además, Séneca, en el primer
libro sobre Preguntas Naturales, escribe en contra de aquellos con un gusto
lujoso y pervertido en la bebida dice: "¡Dios mío, qué fácil es saciar una sed
natural! ¿Considera usted tal sed de voluptuos (placer)? "Como si fuera a
decir que su sed no es sed sino fiebre. "Y, de hecho, es más grave de esta
manera porque no se detecta al tocar las venas ni por el calor difundido
sobre la piel; pero el lujo seca el corazón mismo, un mal inconquistable".

Ahora, al final, deseo agregar a los autores una carta del filósofo
Anacharsis atacando el placer, que escribió al rico Hammo en estas
palabras: "Anacharsis al saludo de Hammo. Mi ropa es la misma que la que
cubren a los escitas, ellos mismos; la dureza de mis pies suple la falta de
zapatos; el suelo es mi cama, mi hambre; mi comida, leche, queso y carne.
Así que puedes venir a mí como a un hombre que no necesita nada. Pero
en cuanto a esos regalos que tanto disfrutas, puedes disponer de ellos para
tus propios ciudadanos, o para los dioses inmortales". Cicerón en el quinto
libro de Disputas tusculanas cita esta carta con aprobación. Séneca en el
libro de las Primeras Cartas dice: "El que salga a la luz de este mundo, debe
contentarse con vivir con pan y agua". Y en su libro sobre el tema: ¿Por qué
muchos males suceden a los hombres buenos? Él nos exhorta a evitar el
lujo, "Evite el lujo, evite una prosperidad enervada, por la cual la mente se
empalague, y a menos que algo suceda para amonestar a nuestra suerte
humana, cae en un estado de letargo como borrachera continua".
Además, en el Fedón de Platón leemos que el que libera lo más posible su
alma de la asociación con el cuerpo y la influencia de los placeres
carnales es manifiestamente un filósofo.
La meditación de los filósofos es la libertad y la separación del alma del
cuerpo. Nos enseña que el hombre tiene confianza en su propia alma, que
permite que los placeres carnales se vayan como si fueran extraños, y
adorna su mente con un adorno que es extraño pero con uno que le
pertenece, la templanza, la justicia, la fortaleza, liberalidad y virtud.

Por lo tanto, Cicerón en su trabajo sobre la Inmortalidad del Alma concluye


por muchas razones que "toda la vida de los filósofos es una meditación
sobre la muerte"; para separar el alma del cuerpo, ¿qué más es, que
aprender a morir? y, por lo tanto, continúa: "Separémonos, por lo tanto, de
nuestros cuerpos, es decir, acostumbrémonos a morir, y así mientras
permanezcamos en la tierra estaremos disfrutando de una vida como la
del cielo, y cuando nazcamos de allí estas cadenas ... entonces,
finalmente, viviremos .” Porque esta "vida en realidad es muerte", como él
mismo lo plantea con elegancia. Además, Séneca le dice a Marcia:
"Esperar en el cuerpo nunca es querido para las grandes almas; anhelan
ardientemente salir y soltarse, soportan con dificultad estos estrechos
límites, deambulan como lo hacen por todo el universo y se acostumbran
desde su elevado pináculo a despreciar los asuntos humanos. De ahí que
Platón exclame que toda el alma del filósofo llega a la muerte, la desea,
medita en ella, siempre se deja llevar por ella"." Estas cosas que ves sobre
nosotros, huesos, tendones y piel estirados sobre ellos, cara y manos
ministrantes, y todo lo demás con el que nos hemos envuelto, son cadenas
de nuestras almas y sombras; por estos, el alma queda abrumada,
enrutada, manchada, alejada de la verdad y de lo que es propio, y
llevada a lo que es falso; toda su lucha es con esta carne que la agobia;
avanza hacia ese lugar desde donde fue enviado; allí lo espera el
descanso eterno". Por lo tanto, Avicena dice en su Moraleja:" Un hombre
no será liberado de este mundo y sus atractivos, a menos que después de
volverse completamente dependiente de ese mundo celestial, desee lo
que está allí, y el amor de aquellos las cosas que están allí lo retiran
completamente de la consideración de lo que está detrás de él ".

CAPITULO VI

He hablado de prosperidad y de cómo los seis pecados mortales se nutren


de ella. Ahora debo hablar de la adversidad y de cómo la ira lucha con
ella, aunque la ira sufre una derrota básica. En primer lugar, expondré los
principios con respecto a los asuntos que deben considerarse en relación
con el remedio para la ira, y en segundo lugar, abordaré los puntos
principales con respecto a la gloriosa resistencia de la adversidad. El primer
paso para resistir el enojo es la comprensión de nuestra parte de sus
horribles consecuencias, de modo que cada uno de nosotros que tenga
esto en mente haga de la evitación de este vicio su estudio especial. La ira
es un muy grave pecado. Porque el hombre enojado blasfema contra
Dios, pierde a su prójimo, se confunde, dispersa en el extranjero sus
bendiciones temporales, y no se desanima en desahogar su ira por el
temor de descuidar su bien eterno y hacerse responsable de los castigos
del infierno. Primero, entonces, debemos considerar que la ira es contraria
a toda la naturaleza humana. La descripción del hombre que lo marca
como tal es que es un animal amable por naturaleza. Por lo tanto, Séneca
en el primer libro sobre la ira demuestra que la ira es contraria a la
naturaleza humana de esta manera: "Si consideramos al hombre, ¿qué
encontramos más suave de lo que es mientras está en el estado de ánimo
adecuado? Pero ¿qué es más cruel que la ira? "Continúa," la ira está
ansiosa por infligir castigo, pero la presencia de tal deseo en el seno
pacífico del hombre no está de ninguna manera de acuerdo con su
naturaleza". Pero en otras partes razona así: "El hombre nace para ayudar
a su prójimo, pero la ira es fundamental en su ruina". Él, es decir, el hombre
"desea asociarse con su prójimo, la ira trata de separarlos, desea
beneficiarse, la ira desea dañar, desea ayudar incluso a aquellos que no
conoce, la ira desea destruir a aquellos que son los más queridos, está listo
para gastarse en aliviar las desgracias de los demás, la ira está preparada
para correr peligro, siempre que pueda involucrar a otros. ¿Quién es
entonces más ignorante de la naturaleza que el que asigna este vicio
salvaje y destructivo al mejor y más impecable trabajo de la naturaleza, el
hombre? "Porque la vida humana consiste en favores, y está unida en
comunión y asistencia común por concordia, y no por miedo sino por amor
mutuo". Y en el primer libro compara a los hombres enojados con las
bestias, que son diferentes de los hombres en su naturaleza. Él dice: "La ira
se muestra y aparece en la cara; y cuanto mayor es, más manifiesta es su
expresión.

¿No ves que en el caso de todos los animales, tan pronto como se
levantan para atacar, los signos preceden y todo su cuerpo deja de
mantener su hábito tranquilo habitual? Las mandíbulas del jabalí están
cubiertas de saliva, sus dientes se afilan al frotarlos, los cuernos del toro se
lanzan al aire y el polvo se esparce por el golpeteo de sus pies, el rugido
del león y el cuello de la serpiente enojada se hincha, la mirada del perro
desatado es prohibitiva. "Además, expresa la opinión en su tercer libro de
que los hombres enojados están más alejados de la bondad humana que
otras bestias". La cara, créeme, de una bestia salvaje, ya sea boba por
hambre o por el dardo que atraviesa sus signos vitales, incluso cuando está
medio muerto y ataca con sus fauces al cazador, es menos repulsivo que
la cara de un hombre inflamado de ira. "Además, la ira es contraria a la
naturaleza del hombre, porque primero destruye y confunde su propia
sustancia. Porque, en primer lugar, altera externamente a un hombre con
respecto a todo su cuerpo en una apariencia horrible y feísima. Por lo
tanto, Séneca en la parte inicial de su libro escribe lo siguiente: "Me has
preguntado, Novato, para escribir cómo se puede controlar la ira, y No sin
razón, me parece haber temido este estado mental especialmente
desagradable e ingobernable. En otras pasiones hay un elemento de
descanso y paz, pero este estado mental está marcado por la agitación
violenta y la pasión por el dolor".

Y en el segundo libro sobre Ira dice: "Nada, sin embargo, se beneficiará


tanto como antes que nada para ver lo horrible de la cosa. Ni la aparición
de ninguna otra pasión es más repulsiva. Contamina la cara más bella,
hace que sea salvaje la ceja más tranquila. Toda la belleza se aparta de
los enojados; y si están bien vestidos, al dictado de la ira, se tirarán de las
prendas y no prestarán atención a sus personas; y su cabello suave, ya sea
por naturaleza o por arte, se vuelve áspero junto con su mente
desordenada. Sus venas se hinchan, sus senos se agitan con su respiración
rápida, la enojada eyaculación de la voz distorsiona la garganta. Luego las
extremidades se ponen inquietas, las manos tiemblan, todo el cuerpo está
agitado. ¿En qué estado se supone que la mente es cuya apariencia
externa es tan repulsiva? ¿Cuánto más terrible es su aspecto dentro del
seno, cuánto más agudo es su espíritu, más ansiosa su pasión, destinado a
estallar a menos que encuentre una expresión externa? Se asemejan a los
monstruos que escupen fuego que los poetas han imaginado en la ira del
mundo inferior, que alza su voz con silbidos, bramidos y ruidos estridentes,
que trabaja bajo el odio universal hacia sí mismo, estando especialmente
ansioso, si no puede hacer daño, de lo contrario, traer ruina a tierras, mares
y cielo ". Y en el tercer libro dice: "Es necesario, por lo tanto, exponer su
maldad y ferocidad y poner ante nuestros ojos cuán monstruoso es el
hombre enfurecido contra el hombre"; y "cómo hemos descrito el
semblante del hombre enojado como feroz y ahora pálido con la sangre
extraída y desterrada de la superficie, y ahora roja con todo el color y la
energía traída a la cara como si estuviera cubierta de sangre, las venas
hinchadas y el ojos ahora inquietos y que salían disparados de sus cuencas,
ahora fijos y fijados en una mirada fija. Agregue el sonido de sus dientes
mientras chocan sin diferir del ruido hecho por los jabalíes que afilan sus
armas al rechinarlas. Agregue el crujido de sus articulaciones como su sus
manos se aplastan y su pecho a menudo herido, su respiración rápida y sus
profundos gemidos, su cuerpo tambaleante, palabras inciertas, sus labios
temblando con exclamaciones repentinas y a veces comprimidos, y
silbando una terrible imprecación". Además, la ira es contraria a la
naturaleza del hombre porque daña al cuerpo con muchas aflicciones y lo
azota con deformidades. Pues Séneca dice al final del segundo libro:
"Debemos ver cuánta ira ha herido por su propia acción. Algunos se han
roto las venas por exceso de pasión, y un grito que se eleva más allá de la
fuerza de uno ha causado una hemorragia, y se descargó el humor en los
ojos con demasiada fuerza ha destruido la vista, y los enfermos han sufrido
una recaída." Y hemos visto con frecuencia a hombres sanos bajo la
influencia de la ira violenta es atacado por diversas enfermedades. Pero
de manera similar, la ira no es natural en el hombre con respecto a su
alma. Porque el alma intelectual tiene dos divisiones; uno es especulativo y
emplea la razón; el otro es activo y apto para el amor a la virtud. La ira
perturba al primero y es especialmente hostil, y con frecuencia lo reduce a
la locura. Porque en el segundo libro, Séneca dice: "La razón da tiempo a
ambos lados de una pregunta y busca tiempo para investigar la verdad.
La ira es precipitada. La razón desea que la decisión se tome de acuerdo
con la justicia. La ira no se preocupa por la decisión justa dada por la
razón. La razón no considera nada excepto el caso en cuestión. La ira está
influenciada por asuntos tontos e irrelevantes. La ira no toma el control; se
enoja con la verdad misma si la verdad parece oponerse a su deseo. Con
gritos y alboroto y sacudidas del cuerpo persigue con insultos y maldice los
objetos de su odio. La razón no actúa de esta manera, pero, si es
necesario, la razón destruye silenciosamente a las familias, incluidas las
esposas y los niños que son peligrosos para el estado, derriba casas y los
nivela al suelo, y arranca nombres que son enemigos de la libertad. Todas
estas cosas que la razón hace sin rechinar los dientes y sacudir la cabeza o
cualquier otro acto indecoroso".

Además, la ira reduce la razón a la locura. Para Séneca, al final del


segundo libro sobre la ira, dice: "No hay un camino más rápido hacia la
locura. Muchos, en consecuencia, han continuado en su estado de pasión
y nunca han recuperado su razón desterrada. La locura llevó a Ajax a la
muerte, la ira lo llevó a la locura". Y en el tercer libro dice: "¿Entonces qué?
¿Alguien que llame a ese hombre cuerdo que fue atrapado por una
tempestad no camina sino que es arrastrado por él, y esclavizado por una
pasión maligna no confía a otro su venganza, pero lo exige él mismo, ¿loco
de mente y de hecho? Y en el primer libro dice: "Para que sepas que
aquellos que no son cuerdos y que los posee la ira, mira su apariencia. Ya
que hay indicios definitivos de locura, la mirada audaz y amenazante, la
ceja sombría, la cara salvaje, el paso apresurado, las manos inquietas, el
color cambiante, los suspiros frecuentes y laboriosos, son los mismos signos
visibles de ira: los ojos arden y destellan, un rubor profundo cubre toda la
cara mientras la sangre brota de las profundidades del seno; los labios
tiemblan, los dientes se presionan, el cabello es áspero y erecto, la
respiración es laboriosa y estridente, las articulaciones emiten un sonido al
doblarse, con gemidos y bramidos y un discurso brusco en palabras que
ofrecen poca explicación y manos con frecuencia aplaudía y golpeaba el
suelo con los pies y todo el cuerpo agitado y amenazando terriblemente,
con la cara sucia y horrible a la vista ... Usted tiene dudas sobre si el vicio es
más detestable u horrible ". Finalmente, la ira no es del todo natural en el
hombre, ya que el hombre enojado no evita exponerse a todo tipo de
peligro y no teme a la muerte, sino que corre libremente el riesgo de morir
para vengarse. Por lo tanto, al final del segundo libro, dice: "Los hombres
enojados están preparados tanto para luchar con espadas como para
caer sobre ellas". Y al comienzo del tercer libro dice: "El hombre enojado es
destructivo no sin su propia destrucción y hunde esas cosas que no pueden
hundirse excepto con el que las hunde".

No solo se destruye a sí mismo sino que pierde a su vecino; y no solo


conduce a la muerte a sus enemigos, sino que es la causa de la muerte de
sus amigos. Séneca en el segundo libro nos da un excelente ejemplo que
ilustra este asunto. Un tiranicida al ser capturado por el tirano lo engañó
con tanta precaución que el tirano mismo mató a todos sus amigos; y el
tirano al fin muere. Séneca dice: "El incidente del tiranicidio es bien
conocido y, al ser frustrado en su intento y capturado, fue torturado por
Hippias, para que pudiera revelar a sus asociados. El tiranicida llamó a los
amigos del tirano que lo rodeaban, a quienes conocía con seguridad que
para el tirano eran especialmente importantes: después de ordenar que
todos los que habían sido nombrados fueran asesinados, el tirano preguntó
si había algún otro sobreviviente.

Tú solo, dijo el tiranicida. Porque no he dejado a nadie más a quien seas


querido. Su ira, por lo tanto, hizo que el tirano ayudara al tiranicida y
matara con su propia espada a su guardia".

Así como la ira confunde la parte especulativa del alma y no es natural


para ella, también afecta a la parte activa y mucho más. Porque esta
parte del alma tiene la virtud como su dote, y en ella la virtud tiene su
lugar; y la ira es un vicio. Como, por lo tanto, según Séneca en su libro de
las Primeras Cartas, y según Cicerón en su libro sobre Deberes, y según el
mismo autor en el segundo libro sobre las Disputas tusculanas, todas las
virtudes están interconectadas; de modo que el que tiene uno los tiene a
todos debido a las condiciones generales de su asociación, aunque
difieren en sus condiciones especiales, necesariamente la ira no permite
que ninguna virtud lo acompañe, ya que la ira excluye la bondad que se
une principalmente a otras virtudes. Esto es lo que Séneca dice en el
segundo libro sobre la ira: "Primero debes eliminar la virtud de tu mente,
antes de entretener la ira, ya que los vicios no se asocian con las virtudes; y
un hombre ya no puede estar al mismo tiempo enojado y ser bueno, y que
pueda estar enfermo y bien".

Finalmente, la ira destruye las virtudes más nobles, a saber, amabilidad,


clemencia, magnanimidad, piedad, alegría y tranquilidad. Para Aristóteles
en el cuarto libro de Ética, la bondad es una virtud opuesta a la ira. Y
Séneca dice en el primer libro sobre Clemencia, que ninguna de las
virtudes es más apropiada para el hombre que la clemencia, ya que no
hay nadie más humano. Pero la ira excluye la clemencia, porque
degenera en crueldad; y la crueldad es justamente lo contrario de la
clemencia, como dice Séneca en el segundo libro.

Aunque la clemencia es adecuada para todos, sin embargo, como dice


Séneca, la clemencia no corresponde a nadie más que a un rey y un
príncipe. Porque los reyes de Israel son clementes, dice la Escritura. Como
dice Séneca, "Tener poder para herir es una fuerza perniciosa; la grandeza
de ese hombre es firme y segura a quien la gente sabe que es tan
verdaderamente para ellos como él está por encima de ellos: de quien a
medida que avanza no huyen, como si fuera un animal peligroso, pero
ellos emuladamente corren hacia él como una estrella brillante y
benéfica"; y agrega, ya que "la ira salvaje e inexorable no corresponde a
un rey". "Es apropiado que un príncipe mantenga la misma posición con
referencia a sus súbditos como lo hace Dios con él". "Si Dios perdona y no
sigue inmediatamente las faltas de los pecadores, cuánto más difícil es
para un hombre puesto sobre los hombres ejercer su poder con clemencia,
y considerar si el aspecto del mundo es más agradable a la vista y más
hermoso en un día tranquilo y despejado o cuando todas las cosas se ven
sacudidas por frecuentes truenos... y, sin embargo, ¡la apariencia de un
gobierno tranquilo y bien ordenado no es diferente de la de un cielo
tranquilo y brillante!" "Esta es la verdadera clemencia", como infiere, "no
manchar una clemencia que no tuvo su origen en el arrepentimiento de la
crueldad. Esto está en medio del mayor poder, la verdadera moderación
mental. La clemencia hace que los príncipes no solo sean más honorables"
pero más seguro. Los tiranos se enfurecen a voluntad; los reyes no a menos
que con razón y por necesidad. La clemencia crea una gran distinción
entre un rey y un tirano. Nadie puede tener sirvientes fieles y dispuestos, a
los que usa de otra manera que como bestias". Por severidad continuada
larga pierde autoridad. "Por otro lado, está el hombre en cuya mente no
hay nada hostil, nada salvaje; que ejerza su poder pacíficamente y
beneficiosamente; afable en su discurso, fácil de abordar, amable de
semblante que especialmente gana el favor popular... a quienes los
hombres hablan lo mismo en privado que en público".

Además, Séneca cita un buen ejemplo. Él dice: "La naturaleza inventó la


idea de un rey, ya que podemos aprender tanto de otros animales como
de las abejas, cuyo rey tiene un amplio sofá en medio y en el lugar más
seguro. Como el superintendente del trabajo de otros lo hace ninguno él
mismo, y al perder a su rey, todo el enjambre se separa, ni permiten más de
un rey a la vez, y por medio del combate descubren al mejor candidato. El
rey se distingue en apariencia y, a diferencia de los demás, en ambos
tamaño y belleza. Las abejas están muy sujetas a la ira y por su tamaño son
muy pugnaces, y dejan sus aguijones en la herida: el rey mismo no tiene
aguijón.
La naturaleza no deseaba que fuera salvaje ni buscara una venganza que
sería tan costosa, le quitó su arma y dejó su ira desarmado: este es un
ejemplo importante para los grandes reyes. . . ya que la mente de los
hombres debería estar más bajo control que ser capaz de causar daños
más graves. Ojalá la misma ley se aplicara al hombre, para que su ira se
rompiera con su arma, y que no pudiera hacer daño más de una vez. "Y él
infiere:" Es un error quién piensa que un rey está a salvo cuando nada está
a salvo del rey. La seguridad debe obtenerse por seguridad mutua. No hay
necesidad de que un rey se cubra con muros y torres. . . la clemencia hará
que un rey esté a salvo a la intemperie. El amor de sus súbditos es una
fortificación inexpugnable. ¿Por qué es más hermoso que vivir con la
buena voluntad de todos?" "Exhortamos, por lo tanto, que si está
claramente lesionado, él retiene su autocontrol y remite la penalidad, si
puede hacerlo con seguridad, y que sea mucho más dispuesto a
perdonarse las lesiones a sí mismo que a los demás. Porque como él no es
generoso, es liberal con lo que le pertenece a otro, sino el que le quita lo
que le otorga a otro, así que llamaré clemente, no al hombre que es fácil
de tratar con el dolor de otro, sino el que cuando se agita con los
aguijones aplicados a él no salta hacia adelante."

Y nuevamente, Séneca dice: "El mero acto de clemencia por parte de un


gobernante provoca un sentimiento de vergüenza por hacer algo malo". "Y
no menos vergonzoso para un príncipe son muchos actos de castigo que
muchas muertes para un médico". Porque "por naturaleza, la mente
humana es obstinada y resiste lo que es desagradable y difícil, y sigue más
fácilmente en lo que es guiada. Y como los caballos enérgicos de la
nobleza se controlan con una ligera rienda, la integridad de su propio libre
albedrío y movimiento sigue la clemencia." Y al final, dirigiendo su discurso
al príncipe romano, dice: "La amabilidad de tu disposición se transmitirá y
se difundirá gradualmente en todo tu imperio, y todas las cosas se
formarán a tu semejanza, como la salud derivada de una fuente excelente
se extiende entre todos los hombres".

Por lo tanto, he introducido ciertos hechos para mostrar la belleza y


nobleza de la clemencia, para que la proposición principal pueda quedar
clara, a saber, la locura de la ira, que destruye esta gloriosa virtud y la
convierte en crueldad. Ahora deseo hacer algunas declaraciones con
respecto a las otras virtudes enumeradas anteriormente con clemencia,
todo lo cual destruye la ira frenética. El que está especialmente unido a la
clemencia es la magnanimidad, que, como enseña Aristóteles en el cuarto
libro de Ética, es el adorno de todas las virtudes. Es característico de esta
virtud que el que la posee se olvida de las lesiones y las ignora, como se
indicó anteriormente, y no se digna para dar paso a la ira ni considera a
nadie digno de su ira. Por lo tanto, Séneca dice en el segundo libro sobre la
ira: "Es la marca de una gran mente desdeñar las heridas; la forma más
insultante de vengarse es no dejar que quien nos ha lastimado parezca
digno de nuestra venganza". Y en el libro sobre las cuatro virtudes
cardinales, Séneca dice; "Si eres magnánimo, nunca considerarás que se
te ha ofrecido un insulto. Dirás que tu enemigo no me hizo daño, pero que
tenía la intención de hacerlo: y cuando lo veas en tu poder, lo harás
piensa que has sido capaz de vengarte. Porque debes saber que perdonar
es el tipo de venganza más noble y más grande". Y en el segundo libro
sobre la ira, dice: "Es característico de la persona pequeña y lamentable
atacar a quien lo hiere. Ratones y hormigas, si mueves tu mano hacia ellos,
vuelven la boca; las criaturas débiles piensan que son heridas si son
tocadas". En consecuencia, en el primer libro dice: "Los más irritables son los
bebés, los ancianos y los enfermos; y todo lo que es impotente es
quejumbroso por naturaleza".

Y en el tercer libro dice: "Las personas enfermas nunca son tocadas sin una
queja. La ira es pequeña y estrecha. Porque ningún hombre no es inferior a
él por quien se considera despreciado. Pero la gran mente y el verdadero
evaluador de sí mismos, es que sí no tome venganza por una lesión, es
porque no siente ninguna. Como los misiles vuelan desde un objeto duro, y
los sólidos golpean con dolor al que los golpea, por lo que ninguna lesión
causa que una gran mente lo sienta, ya que es más débil que lo que
ataca. ¡Cuánto más noble como impenetrable para cada arma rechazar
todas las heridas e insultos! Vengarse es una confesión de que uno está
herido; no es una gran mente inclinada por la herida.

Si un hombre más fuerte o uno más débil te hiere; si es más débil,


perdónalo; Si es más fuerte, perdónese. No hay prueba más segura de
grandeza que no dejarse conmover por nada que pueda suceder "Porque
quien se abandona a la queja y la locura personal no deja de lado su
sentido de la vergüenza primero? ¿Quién en su carrera ciega y asalto a
otro no ha desechado lo que sea sentimiento de vergüenza?
Como, por lo tanto, nada le conviene más a un hombre que la
magnanimidad, como dice Séneca en el segundo libro sobre Clemencia, y
dado que la ira confunde y anula esta virtud tan gloriosa, el hombre
debería eliminar completamente la ira de su mente, y esto es
especialmente cierto de una regla. Como en el primer libro, Séneca dice
que "es la marca de una gran mente soportar las heridas aunque posee el
mayor poder, ni hay nada más glorioso que un príncipe que se niega a
castigar los delitos personales".

Y en el segundo libro sobre Ira, cita un ejemplo pertinente a este punto:


"Ese príncipe es magnánimo y firme que, como una poderosa bestia
salvaje, escucha impasible los ladridos de sus súbditos". Agrega, además,
en el tercer libro: "No hay duda de que el que desprecia a sus asaltantes se
liberará de la multitud y se mantendrá en un terreno más elevado, porque
es parte de la verdadera grandeza no sentir que uno ha sido asaltado. Así,
la enorme bestia salvaje mira indiferentemente los ladridos de los perros”.
Porque el león no se dignó apresurarse a los gritos y estruendo de los
cazadores. "Así, en vano, la ola asalta la enorme roca”.

El que no se enoja, permanece inmóvil por la herida; pero el que cede a la


ira ha sido conmovido. "Por lo tanto, este es el consejo que da contra la
ira:" Ten cuidado de que tu magnanimidad y fuerza en las que la mayoría
de los hombres fracasen "; más en particular, tiene en mente a aquellos
que poseen una gran autoridad.

Y en el tercer libro dice: "La parte más alta del mundo y la que es más
ordenada y más cercana a las estrellas nunca se reúne en una nube ni se
conduce a una tormenta ni se confunde; está libre de disturbios de
cualquier tipo. Son las partes de abajo las que están cubiertas de rayos. De
la misma manera, la mente elevada, siempre serena e inmóvil en su
tranquilidad, que controla cada disposición en sí misma hacia la ira, es
modesta, impone respeto y está dispuesta adecuadamente, no encuentre
ninguna de estas cualidades en un hombre enojado". Por lo tanto, la ira no
tiene grandeza, como dice en el primer libro. "No debemos pensar que la
ira contribuye a la magnanimidad. Porque la ira no es grandeza sino una
mera inflamación de la mente. Ni para los cuerpos ya tensos por un
suministro de líquido nocivo es la enfermedad un mero aumento, sino una
abundancia destructiva. Todos los que una mente demente se eleva por
encima de los pensamientos humanos creen que están respirando algo
elevado y sublime: pero no hay nada sólido debajo; Esas cosas son
propensas a caer y han aumentado sin fundamentos. La ira no tiene nada
sobre lo que sostenerse: no surge de lo que es firme y destinado a ser
permanente; pero está lleno de viento y locura "." Al igual que los cuerpos
ulcerados y enfermos que gimen ante el toque más ligero, la ira es
especialmente el vicio de las mujeres y los niños. . . . No hay razón por la
que debas creer las palabras de los hombres con ira cuyo estruendo es
grande y amenazante; dentro de su mente es muy tímido, porque están
perturbados y lastimados en las bagatelas. Por lo tanto, un hombre
enojado se parece mucho a un cocodrilo, un animal que es muy audaz
cuando uno es tímido y muy tímido cuando uno es audaz. Porque huye de
quien lo persigue y persigue al que huye de él: exactamente lo que sucede
en el caso de aquellos que están sujetos a ataques de ira. Porque se
elevan sobre aquellos que son sumisos a ellos, pero se encogen cuando
son resistidos con espíritu. Por lo tanto, no se inquietarían con tanta
frecuencia en las pequeñeces a menos que sus mentes fueran débiles.
Como, por lo tanto, la ira es incompatible con la magnanimidad, una
virtud muy digna de honor, la ira debe ser desterrada por completo de
nuestros corazones”.

Y no solo es esto cierto debido a esta virtud de la magnanimidad y las


virtudes restantes mencionadas anteriormente, sino también a otras
virtudes, a saber, la misericordia, la piedad, la paciencia, la alegría y la paz
del corazón. Cicerón en su súplica al César para que perdonara a Marcelo
dice: "Ninguna de sus muchas virtudes es más admirable o agradable que
su calidad de misericordia; los hombres de ninguna otra manera se
acercan más a Dios que otorgando la liberación a sus semejantes. Su
fortuna no tiene nada más grande que lo que debería poder, su
naturaleza nada mejor que lo que desea, para salvar a muchos". Por lo
tanto, en el caso de cada uno de nosotros, Séneca dice en el tercer libro:
"¿Quién soy? Cuyos oídos es un crimen contra el cielo herir. Muchos han
perdonado a sus enemigos; ¿no voy a perdonar a los perezosos, los
negligentes, los habladores? "El joven excusa al niño, el sexo a la mujer, la
libertad al extraño, la familiaridad al hogar".

"Él es un amigo: hizo lo que no deseaba hacer: no es un amigo, hizo lo que


debería haber hecho. Cedamos ante alguien más prudente: perdonemos
a uno que sea más tonto". En nombre de cada delincuente, respondamos
a nosotros mismos que los hombres más sabios cometen muchas faltas;
que nadie es tan circunspecto que a veces no se olvida su cuidado ...
nadie tan temeroso de las ofensas como para no caer en ellas mientras él
está tratando de evitarlos. Pero si es el pecado más prudente, ¿quién no
tiene una buena excusa para su error? Es injusto quien reprocha a las
personas un vicio general. El color del etíope no es evidente entre los de su
propia raza. , ni el pelo rojo recogido en un nudo indecoroso en un
alemán.

No juzgará nada notable o impropio en un individuo que es habitual en su


raza. Estas peculiaridades que he mencionado están justificadas debido a
la costumbre de algún distrito y rincón particular del mundo; considere
ahora cuánto más razonable es el perdón en el caso de fallas que son
comunes en toda la raza humana. Todos somos desconsiderados y
descuidados; Todos somos poco confiables, quejumbrosos, solícitos. ¿Por
qué bajo palabras más suaves escondo una úlcera pública? Todos somos
malvados; por lo tanto, cada uno de nosotros encontrará en su propio
seno aquello de lo que se queja en otro".

"Seamos más considerados el uno con el otro: somos hombres malvados


que viven entre hombres malvados. Una cosa puede hacernos pacíficos,
un acuerdo para observar afabilidad mutua. Ese hombre ya me ha hecho
daño, todavía no lo he hecho. Pero tú ya quizás haya herido a alguien,
pero lo hará. No considere solo esta hora, este día. Observe todo su hábito
de pensar; incluso si no ha hecho el mal, tiene la capacidad de hacerlo.
Cuánto mejor ¡Es un mal ser curado que vengado! La venganza consume
mucho tiempo, se expone a muchas heridas, mientras que sufre menos de
una.

Estamos enojados por más tiempo que heridos; ¡cuánto mejor es ir en la


dirección opuesta y no oponer vicios a vicios! ¿Sería un hombre bastante
consistente si buscara la satisfacción de una mula con los talones y de un
perro con los dientes? Esas criaturas, dices, ignoran que están ofendiendo.
En primer lugar, cuán injusto es él ante cuyos ojos el hecho de que el
delincuente sea un hombre es un obstáculo para obtener el perdón.

En el segundo, si el hecho de que otros animales carecen de sentido los


protege de tu ira, deja que cualquiera que no tenga sentido tenga el
mismo privilegio. ¿Qué diferencia tiene si tiene otras cualidades diferentes
a las de los brutos, si le gustan los brutos lo que los defiende en toda falta,
es decir, la oscuridad de la comprensión? Ha ofendido; bueno, esta es la
primera vez. ¿Es este el último? Ofenderá, y otro cometerá un delito contra
él, y toda la vida se revolcará en medio de los errores".

Por lo tanto, dice en el segundo libro: "No te enfades con los individuos,
debemos extender un perdón general: la indulgencia debe mostrarse a la
raza humana". "¿Alguien se enoja con los niños cuyos años de juventud
todavía no conocen las distinciones en las cosas? La excusa es más
importante y más justa cuando el delincuente es un hombre que un niño".
"Lo que elimina la ira de un hombre sabio. La multitud de delincuentes. Él
percibe lo injusto y peligroso que es estar enojado con un vicio que es
general". "El hombre sabio no se enojará con los pecadores, porque sabe
que nadie nace sabio.

También sabe que muy pocos en cualquier edad resultan ser sabios, ya
que tiene la condición de la vida humana bajo observación. Ningún
hombre cuerdo se enoja con la naturaleza. Por qué si él toma una idea
para sorprenderse de que las manzanas no crecen en matorrales no
cultivados. ¿Qué pasaría si se sorprendiera de que las espinas y las zarzas
no se hinchen con alguna fruta útil? Nadie se enoja cuando la naturaleza
defiende un vicio. El hombre sabio, por lo tanto, está tranquilo y se
equivoca, no es el enemigo sino el corrector de los pecadores, mira a
todos los hombres de la misma manera que un médico lo hace a los
enfermos". Es evidente, por lo tanto, que la misericordia y la ira no pueden
estar de acuerdo.

Del mismo modo, las otras virtudes nobles, la piedad, la paciencia, la


alegría y la paz de corazón, son incompatibles con la ira. Y dado que no
hay dudas sobre esto, y nuestra discusión sobre las otras virtudes que están
relacionadas con estas ha sido extensa, no hay necesidad de detenerse
en ellas. La piedad que es efectiva en todas las cosas, según Aristóteles, es
destruida por la ira, porque la mente de una persona enojada es impía y
cruel debido a un deseo excesivo de venganza. Que destruye la
paciencia y la tranquilidad es evidente; y por lo tanto elimina y apaga
todo bien, y rompe toda protección contra la adversidad. Mientras el
hombre conserve la paciencia y la felicidad de la mente y la paz, no le
teme a nada, no le molesta de ninguna manera, no siente ninguna herida,
pero el amo de su propia mente despreciará lo que se considere adverso.
Por lo tanto, el hombre enojado por su ira se destruye a sí mismo tanto en el
alma como en el cuerpo de esta manera que la ira en sí misma actúa
sobre su propio tema al destruir lo que sea loable en él. Pero las personas
enfadadas no solo incurren en peligro, sino que incluso cuando son
abrumadas por la pasión y frenéticas por el deseo de venganza exponen
su vida a todos los peligros, y sin temor a la muerte se oponen
impetuosamente a los ataques de sus enemigos, y están listas para
enfrentarse a ellas, pelea con espadas y cae sobre ellas, como dice
Séneca en el segundo libro. Y no solo se pierden a sí mismos sino a los más
cercanos a ellos; y no solo aquellos a quienes consideran hostiles acerca
de quienes no hay duda, sino también aquellos que son amigables.
Porque, como dice Séneca en el segundo libro, "los hombres enojados
invocan la muerte sobre sus hijos, son hostiles con sus amigos más cercanos
y deben ser evitados por aquellos que más les quieren". Él dice: "La ira ha
causado dolor a un padre, divorcio a un esposo y odio a un magistrado". Y
cita acertadamente casos en los que hombres con ira han atacado a sus
propios amigos.

Además, en el tercer libro, afirma que Praexaspes, uno de los amigos más
queridos de Cambises, aconsejó al monarca, que era adicto a la
indulgencia excesiva en el vino, que bebiera con más moderación,
diciendo que la embriaguez es vergonzosa en un rey, a quien los ojos y los
oídos de todos toman nota de. Pero el rey ordenó al hijo de su monitor que
avanzara más allá del umbral, inclinó su arco y atravesó el corazón del
joven. Y él infiere: "No dudo que Harpagus le dio algún consejo al Rey
persa, por lo que se ofendió, y sirvió a Harpagus a sus propios hijos como un
banquete" "Y Darío, quien fue el primero en obtener el trono persa después
de que el Reino había sido arrebatado del Mago, al pedirle el anciano
noble Oeobazus que dejara como consuelo a su padre uno de sus tres hijos
y que empleara los servicios de los otros dos, dijo que se los enviaría a
todos. , y los arrojó muertos a la vista de sus padres ". Y continúa: "Te citaré
el caso del rey Alejandro, alumno favorito de Aristóteles, que mató en un
banquete a Clito, un amigo muy querido que se había criado con él;
Alejandro también le arrojó un león a Lisimaco, un amigo igualmente
querido para él. Lisímaco, además, mutiló severamente a su amigo
Telesforo cortándole las orejas y la nariz, y lo mantuvo durante mucho
tiempo en una jaula como si fuera un animal extraño y muy raro". Cuando
Alejandro viajó por todo el mundo, bajo la guía de Aristóteles y Calistenes,
mató a Calistenes, uno de sus grandes hombres, como afirma Séneca en
su libro sobre Preguntas Naturales. Además, provocó a Aristóteles hasta tal
punto, que se vio obligado a liberarse a sí mismo y al mundo por el veneno
que había enviado a beber a Alejandro, como narra Plinio en el trigésimo
libro de Historia Natural. Pero estos pocos ejemplos son suficientes, porque
son bien conocidos y se han escrito con respecto a los asuntos que se
están discutiendo.

CAPITULO VII

La ira no solo destruye su propio tema y pierde para él a su vecino y sus


amigos, sino que disipa su riqueza, lo hace negligente con respecto a su
buen nombre y descuidado de honor. Porque el amor a la venganza
supera cualquier otro afecto de la mente y domina cada vicio. Como
Séneca dice al final del segundo libro sobre la ira, "la ira ha rechazado la
avaricia, el mal más duro y menos flexible, forzándolo a dispersar su riqueza
y prender fuego a la casa y las posesiones reunidas en un solo montón. El
hombre ambicioso en el hecho ha desechado insignias valoradas a un
gran precio y ha rechazado un honor otorgado. No hay pasión de la
mente sobre la cual la ira no pueda influir". Y no solo el hombre enojado se
destruye a sí mismo, a su prójimo, las bendiciones de la fortuna, sino que
ofende y pierde a Dios. No tanto porque la ira es un pecado, sino porque
en particular los hombres enojados blasfeman contra Dios, de los cuales
hay innumerables ejemplos, y los ha habido y los habrá. Y en contraste con
esas personas, Séneca en el segundo libro sobre la ira dice: "Dios no quiere
dañar ni puede hacerlo.

Porque su naturaleza es suave y pacífica, tan lejos de hacer daño a otro


como a sí mismo. Por lo tanto, los locos y los ignorantes de la verdad le
atribuyen la furia del mar, las tormentas violentas y la persistencia del
invierno. . . . Nada de esto sucede con el propósito de herirnos, no, no hay
nada que no sea para nuestra preservación". Por lo tanto, afirma en el
primer libro que" Cayo César porque su juerga fue perturbada por los rayos,
desafió a Dios a combatir. Qué grande fue tal locura. Pensaba que Dios no
podía dañarlo ni que podía dañar a Dios".

Aunque se han declarado muchos males que surgen de la ira, ya que un


hombre pierde su cuerpo, su razón, su virtud, su prójimo, sus posesiones, su
honor y su Dios, sin embargo, su calidad excepcionalmente mala puede
demostrarse aún más en lo que supera todos los demás pecados. Por lo
tanto, Séneca dice en el tercer libro: "La ira debe compararse con los
peores vicios, para que su naturaleza se haga evidente. La avaricia
adquiere y atesora lo que un hombre mejor podría usar. Sin embargo, el
hombre enojado pierde más su ira" que el mero objeto de su ira. La ira es
peor que la extravagancia, ya que este disfruta de sus propios placeres, el
primero es el dolor de otro. La ira supera la malignidad y la envidia; porque
desean que un hombre se vuelva infeliz, la ira desea realmente hacerlo
sentir así. Están complacidos con enfermedades fortuitas; la ira no puede
esperar fortuna. La ira desea dañar el objeto de su odio, no solo el hecho
de que alguien más o la fortuna lo lastimen". Y al principio del libro, dice:
"La ira no perturba las mentes de los hombres a la manera de otros vicios”,
su violencia impetuosa y precipitada no se produce gradualmente: la ira es
apresurada y no ataca solo a los objetos que apunta, porque desata su
furia sobre todo lo que se cruza en su camino. Otros vicios incitan a
nuestras mentes, la ira los lleva de cabeza. Incluso si un hombre no puede
oponerse a sus bajos impulsos, los impulsos pueden cesar por sí mismos los
rayos y los huracanes y todas las demás cosas irrevocables, porque no
proceden sino que caen, ejercen su fuerza cada vez más. Otros vicios se
desvían de la razón, pero este vicio de la cordura.

Otros vicios tienen medios suaves para acercarse y crecer sin llamar la
atención; En la ira hay un derrocamiento de nuestras mentes. Por lo tanto,
nada impulsa a un hombre más que la ira, frenética como es, y sujeta a su
propia violencia, insolente cuando tiene éxito, enloquecida cuando se
frustra. Reducido a un estado de cansancio, ni siquiera por un rechazo,
cuando la fortuna salva a su adversario, la ira pone los dientes en su
contra. No importa qué motivo haya despertado la ira, ya que pasa de
insignificantes a los mayores excesos. No pasa por ningún período de la
vida, no exceptúa a ninguna clase de hombres. Para ciertas razas, gracias
a su pobreza han escapado de la vida lujosa. Ciertas razas debido a su
vida activa y errante han escapado de la pereza. . . . No hay carrera que
la ira no incite. . . . Finalmente, otros vicios se apoderan de los individuos.
Esta es la única pasión que a veces se apodera de un pueblo. En ninguna
parte ha ardido un pueblo entero con pasión por el sexo femenino, ni un
estado entero ha construido su esperanza sobre el dinero o las ganancias.
La ambición se apodera de los individuos. Con frecuencia la ira se
apodera de los hombres en un cuerpo. Los hombres, las mujeres, los viejos,
los niños, los príncipes y los bienes comunes han tenido un solo sentimiento,
y toda la multitud despertada por unas pocas palabras ha superado al
hombre que las incitó. Se apresuraron inmediatamente a buscar armas y
marcas de fuego. Y en el primer libro dice:" Si ahora te interesa ver los
efectos de este vicio, encontrarás que ninguna pesadilla ha costado más
caro a la raza humana. Contemplarás asesinatos y venenos, y la bajeza
mutua de las partes en una acción y la ruina de las ciudades, y la
destrucción de razas enteras. . . incendios no confinados dentro de los
muros de las ciudades, sino vastos tramos de campo iluminados con llamas
hostiles.

Contempla los cimientos de las ciudades más nobles apenas perceptibles;


la ira los ha abatido. He aquí tratados solitarios y desiertos durante millas sin
un habitante: la ira los ha despoblado". Y como Séneca dice en el tercer
libro," Nos protegeremos de la ira, si nos representamos de vez en cuando
todos sus males. . . debe ser acusado ante nosotros y condenado. Por lo
tanto, sus males deben ser examinados y sacados a la luz "; por esta razón,
en lo que precede, he contado todos los males fundamentales de la ira
hasta el final para que pueda ser completamente desarraigada y que no
quede ningún vestigio de ella en nuestros corazones.

CAPITULO VIII

Una consideración de estos males no solo nos advierte que renunciemos a


la ira, sino que citaré algunos ejemplos notables de filósofos y de príncipes
ilustres que tienen el efecto de calmar a cualquier hombre que está
enojado y desterrar la ira de su mente. Solinus en su libro sobre las
Maravillas del Mundo afirma, entre otras maravillas, que Sócrates, el padre
de los grandes filósofos, nunca cambió el semblante, sino que siempre
mantuvo el mismo hábito mental y facial. Y Séneca en el segundo libro
sobre la ira afirma el mismo hecho con respecto a Sócrates. Y Jerome
escribiendo contra toques jovinianos sobre el tema de la mala esposa de
Sócrates. Cuando se le preguntó a Sócrates por qué no se alejaba de su
esposa, dijo: "Estoy siendo entrenado en casa para poder soportar más
fácilmente las lesiones y los abusos en el extranjero". Y en el mismo lugar,
Jerome relata que en cierta ocasión Sócrates se empapó con agua sucia
de arriba después de una reprimenda prolongada de su esposa, pero
simplemente comentó: "Sabía que la lluvia seguiría a ese trueno". Cassianus
nos dice en su libro de Diálogos de alguien que reprochó a Sócrates
porque era un corruptor de niños; pero cuando sus alumnos quisieron
atacar a este detractor, Sócrates los contuvo con las palabras: "Bueno, lo
estoy, pero me mantengo bajo control".

Séneca en el segundo libro sobre Ira dice: Sócrates le dijo a su esclavo: "Te
golpearía si no estuviera enojado". Y en el tercer libro dice: "Los hombres
dicen que Sócrates al recibir un brazalete en la oreja simplemente
comentó que era molesto que los hombres no supieran cuándo debían
salir con un casco". Platón, el alumno de Sócrates, cuando estaba a punto
de golpear a un esclavo con su propia mano se dio cuenta de que él
mismo estaba enojado y mantuvo su mano suspendida y se puso en la
actitud de uno a punto de atacar. Al ser preguntado por un amigo qué
estaba haciendo Platón respondió: "Estoy exigiendo el castigo de un
hombre enojado". "Ya se había olvidado del esclavo porque había
encontrado a alguien más merecedor de castigo”. Seneca cuenta esta
historia en el tercer libro sobre la ira, y luego presenta otro ejemplo. "Debido
a una cierta ofensa, Platón se exasperó considerablemente:" Entonces,
Speusippus, corrige a este joven esclavo con golpes; porque estoy
enojado". Por esta razón no lo azotó "Estoy enojado", dijo," Haré más de lo
que debería, iré demasiado lejos; este esclavo no debería estar en el
poder de un hombre que no es dueño de sí mismo "." Y en el segundo libro
da un ejemplo que se citó anteriormente, con respecto a un niño criado en
la casa de Platón, que al regresar a su propia casa y al encontrar a su
padre en voz alta, dijo que no veía tal comportamiento en Platón. Y
Archytas de Tarentum, el otro maestro de Platón, enojado con su
mayordomo, dijo: "¡Cómo te habría tratado si no estuviera enojado!"
Cicerón cita estas palabras en el cuarto libro de Disputas tusculanas. Por
otra parte, Eusebio en las Crónicas dice que Jenofonte, el alumno de
Sócrates próximo en importancia a Platón, le dijo a alguien que lo
vilipendió por cierto asunto: "Tú me insultas: yo, en el testimonio de mi
conciencia, he aprendido a despreciar el abuso". Diógenes el filósofo,
como Séneca relata en el tercer libro sobre la ira, cuando un joven
delantero le escupió mientras hablaba de la ira, soportó el insulto
mansamente y como un filósofo. "No estoy realmente enojado" dijo él,
"pero tengo dudas, sin embargo, si debería estarlo". Y Séneca continúa:
"Cuánto mejor parece la respuesta de ese sabio que, mientras estaba
defendiendo un caso, había descargado en el centro de su frente una
bocanada de saliva espesa por Lentulus, un individuo turbulento. Se secó
la cara y dijo:" Estoy en posición, Lentulus, de decir a todos los hombres que
aquellos que están equivocados dicen que no tienes boca " [efusión de
feudo], Demócrito el filósofo se parecía a Sócrates en la serenidad de su
semblante. Como nos dice Séneca en el segundo libro sobre la ira, "nunca
apareció en público sin reírse: de hecho, nada le pareció serio de todo lo
que se estaba haciendo con intención seria". Pero Heráclito el filósofo,
como dice Séneca en el mismo pasaje, cada vez que salía y veía a una
multitud tan grande de personas a su alrededor que vivían
miserablemente, más bien, perecerían miserablemente, llorarían y se
compadecerían de todo.

Ahora estos ejemplos y similares se refieren a los filósofos. Pero también hay
hechos de otros que deberían ser imitados. Cuando Cambises, un rey muy
malvado, había disparado una flecha al corazón de un niño y le preguntó
al padre del niño si tenía una mano segura, el padre respondió que Apolo
no disparó una flecha con un objetivo más verdadero; no injurió al rey ni
pronunció una palabra de tristeza, aunque se dio cuenta de que su propio
corazón había sido perforado al igual que el de su hijo. Porque si hubiera
dicho algo como un hombre enojado, no podría haber hecho nada como
padre.

Séneca relata esta historia en el tercer libro sobre la ira. Y continúa:


"Cuando el rey persa sirvió a su amigo Arpagus como banquete a los hijos
de este último y le preguntó al padre si estaba satisfecho con la comida,
Arpagus respondió: 'En la mesa de un rey cada cena le agrada'. Infiero
que la ira que surge de los grandes errores puede ocultarse y obligarse a
pronunciar palabras en desacuerdo con el pensamiento".

Agrega, además, "pero aunque para quienes sirven al control de sus


pasiones y especialmente de este salvaje y desenfrenado es ventajoso, lo
es aún más para los reyes. Porque todo se pierde cuando la fortuna
permite que un hombre llegue tan lejos como la ira dicta ". "Por lo que fue
más fácil para el Rey Antígono que ordenar que se adelantaran dos
soldados, quienes mientras se apoyaban contra la tienda del rey estaban
haciendo lo que los hombres hacen con el mayor riesgo y también con la
mayor satisfacción que están descontentos con su rey". Antígono lo había
escuchado todo, ya que entre el orador y el oyente solo había una cortina.
Suavemente apartando la cortina, dijo: "Aléjate para que el rey no te
escuche". El mismo rey al escuchar que algunos de sus soldados gritaban
maldiciones a su rey por llevarlos a ese camino en particular y al barro del
que no podían salir, se acercó a los que estaban en la dificultad más seria
y les dijo: "Ahora maldice a Antígono, por cuya culpa has caído en estas
dificultades, pero bendice al que te ha rescatado de este pantano".
Antígono llevaba los insultos tan tranquilamente tanto de sus enemigos
como de sus súbditos.

En consecuencia, cuando los griegos fueron asediados en cierta fortaleza


pequeña, y confiando en la fuerza de su posición despreciaba al enemigo
y pasaba muchas bromas sobre la fealdad de Antígono, ahora burlando su
pequeña estatura y ahora su nariz chata, dijo: " Me alegro y espero que
sea un buen augurio si tengo un Silenus en mi campamento". Después de
conquistarlos con hambre, inscribió en sus cohortes a aquellos útiles para la
guerra, el resto lo vendió; y dijo que no habría hecho esto si no fuera por el
hecho de que era conveniente para estos hombres que tenían tan mala
lengua de tener un maestro".

"Si hubo", como dice Séneca en este pasaje, "cualquier virtud en el rey
Felipe, padre de Alejandro, fue su paciencia bajo los insultos, una gran
ayuda para proteger un reino. Cuando los enviados atenienses acudieron
a él y se les preguntó qué los atenienses le deseaban, uno de ellos
respondió: que te ahorques". Y cuando la indignación de los presentes se
encendió con una respuesta tan grosera, Felipe les ordenó que se callaran
y que el enviado fuera despedido sano y salvo. "Pero ustedes otros
enviados" dijo él, "deben informar a los atenienses que aquellos que
exhiben mucha más arrogancia que hacen tales declaraciones que
aquellos que los escuchan sin exigir venganza".

"Alejandro el macedonio, nieto de Antígono e hijo de Felipe, aunque era


arrogante y malvado en sus formas, sin embargo, como dice Séneca en el
segundo libro", después de leer una carta de su madre, en la que ella le
advirtió que tuviera cuidado veneno a manos de su médico Philip, recibió
la poción y la bebió sin miedo. Se basó en su propio juicio más bien con
respecto a su amigo. Elogio esto en Alexander, porque ningún hombre
estaba más sujeto a la ira. Cuanto mayor es la moderación en los reyes,
más es para ser alabado '' Séneca en el tercer libro dice: "Está registrado
de Pisistratus el tirano ateniense que cuando un borracho compañero de
mesa había declarado vigorosamente contra su crueldad, y no faltaban
esos deseoso de ofrecer su mano a Pisistratus, y primero uno y luego otro
intentaron inflamar su resentimiento, calmó la afrenta con calma y
respondió a los que lo instaban a decir que no estaba más indignado de lo
que hubiera estado si su detractor se hubiera topado con los ojos
vendados ". Séneca en el segundo libro relata la siguiente anécdota con
respecto a Marcus Cato, quien según las historias era insuperable en virtud
y en sabiduría era el más importante entre los romanos: "Cuando un
hombre ignorante de su identidad golpeó involuntariamente a Cato en el
baño (para quien a sabiendas le habría hecho una lesión.) y ofreció una
disculpa, Cato respondió: "No recuerdo que me golpearon": pensó que era
mejor no reconocer la lesión que vengarla". Y en el tercer libro dice:
"Augusto deificado hizo y dijo muchas cosas dignas de ser recordadas, de
las cuales vemos que la ira no tenía control sobre él. Timagenes, un escritor
de historias, había hecho ciertas declaraciones contra Augusto, contra su
esposa y toda su casa, y sus bromas no se perdieron. Porque las bromas de
un tipo audaz se transmiten libremente de boca en boca. César
frecuentemente le advirtió que fuera más cauteloso en su discurso. Soportó
pacientemente el abuso; nunca se quejó a Pollio, el anfitrión de su
enemigo. Simplemente le dijo esto a Pollio: "Disfrútalo, mi querido Pollio,
disfrútalo". Y Séneca concluye: "Por lo tanto, cada uno debe decirse a sí
mismo: ¿Soy más poderoso que Felipe? un insulto que le ofrecieron no fue
castigado. Tengo más poder en mi hogar que el deificado Augusto en
todo el mundo. Sin embargo, se contentó con retirarse de su traductor".

CAPITULO IX

Sin embargo, tenemos remedios contra la ira extraídos de una


consideración de los males inherentes a ella: además, estamos
influenciados por los ejemplos de los sabios y poderosos. Además de estos
Seneca nos enseña remedios más directos contra este vicio. Una de ellas
es el conocimiento de los hechos antes de dar paso a la ira. Porque, como
dice en el segundo libro, "De esas cosas que nos ofenden, algunas nos son
contadas, otras las escuchamos o vemos nosotros mismos. No debemos
dar crédito a todo lo que se nos dice; porque muchos mienten para
engañar, muchos porque han sido engañados”.
Uno intenta ganar el favor con una acusación y finge una lesión para que
parezca haber deplorado su comisión. Está el hombre maligno y el que
desea separar amistades firmemente unidas. . . . La cuestión de una suma
insignificante no se resolvería si actuaras como juez, sin un testigo.

El testigo no tendría derecho, excepto bajo juramento. Le dará a ambas


partes la oportunidad de exponer el caso, les dará tiempo, escuchará el
caso más de una vez. Para que la verdad sea más evidente, a menudo se
revisa el caso. ¿Condenas a un amigo de inmediato? Antes de escucharlo,
antes de interrogarlo, antes de que se le permita saber quién es su
acusador o el cargo, ¿va a dar paso a la ira? . . . El mismo hombre que le
dijo que dejará de hacer la declaración si se le requiere que lo pruebe. "No
hay razón." él dice, "para arrastrarme a eso. Si me traen, lo negaré todo;
nunca te diré nada en el futuro". Al mismo tiempo, él te impulsa y él mismo
se retira del concurso y la lucha. El que no está dispuesto a hablar con
usted, excepto en privado, está casi en la posición de alguien que no
habla en absoluto. Lo que es más injusto que creer en privado y enojarse
en público "Y nuevamente dice:" La credulidad causa mucho daño. En
muchos casos ni siquiera deberíamos escuchar, ya que en algunas cosas
es mejor ser engañado que desconfiar". De algunas cosas somos testigos,
pero" la sospecha y la conjetura, dos de los provocadores más engañosos,
deben eliminarse de la mente. . . . Ese hombre me saludó con poca
cortesía. Este no me abrazó. Otro más interrumpió abruptamente la
conversación que habíamos comenzado. Este hombre no me invitó a
cenar. Noté aversión en el rostro de ese hombre "." La sospecha nunca
carecerá de una razón: necesitamos franqueza y un juicio amable en
todas las cosas; no deberíamos creer nada, excepto lo que nos parece y
se manifiesta; y tan a menudo como nuestra sospecha parezca infundada,
culpemos a nuestra credulidad. Porque tal corrección formará en nosotros
el hábito de no creer una historia sobre evidencia insuficiente". Y por esta
razón, dice en el tercer libro, "Encontraremos a muchos inocentes si
comenzamos a investigar antes de ceder ante la ira. Pero ahora seguimos
nuestro primer impulso; entonces, aunque nuestra sospecha es infundada,
persistimos, para que no parezcamos haber comenzado sin causa; y lo más
injusto de todo es el hecho de que la injusticia de nuestra ira nos hace más
obstinados. Porque conservamos y aumentamos nuestro sentimiento de ira,
como si el exceso de nuestra pasión fuera una prueba de su justicia. . . .
Encontrarás lo mismo en el hombre que ves suceder en los brutos. . . . El
color rojo excita al toro, la víbora se levanta a la sombra, una servilleta
enfurece a los osos y leones. Todos los animales que son salvajes están
perturbados por las bagatelas". Y de manera similar, dice en el segundo
libro, “Las bagatelas son un terror para los que no tienen estabilidad en sí
mismas. El movimiento de un carro y el cambio en la apariencia de las
ruedas lleva a los leones a su guarida. El chillido de un cerdo aterroriza a los
elefantes". Y en el tercer libro dice: 'Lo mismo sucede en el caso de
naturalezas estúpidas e inquietas. Las sospechas los golpean hasta tal
punto que llaman lesiones a los favores moderados. En los favores se
encuentra la fuente de ira más frecuente, en todo caso la más amarga.
Porque nos enfadamos con nuestros amigos más queridos porque nos han
dado menos de lo que esperábamos, menos de lo que han otorgado a
otro. . . . “Tengo menos de lo que esperaba. . . de lo que merecía. Esta
fuente de ira es especialmente temible; de él surgen las enemistades más
destructivas y las que pueden atacar todo lo que es más sagrado”.

Más amigos que enemigos mataron al deificado Julio, amigos cuyas


insaciables esperanzas no había logrado satisfacer. . . . Porque nadie ha
hecho un uso más generoso de la victoria de la que no reclamó nada para
sí mismo, excepto el poder de regular. Pero, ¿cómo podría haber
satisfecho esos deseos insaciables, ya que todos midieron sus deseos en
toda la extensión del poder de un solo individuo? . . . Esto ha vuelto los
brazos de sus propios súbditos contra reyes, y ha llevado a los adherentes
más fieles a planear la muerte de aquellos por quienes antes habían
prometido morir.

Ningún hombre está contento con su propia suerte cuando considera la


de su vecino. . . . Tan grande es la injusticia de los hombres, que aunque
han recibido mucho, el hecho de que podrían haber aceptado más
consideran una ofensa. Me dio un pretorismo, pero esperaba un
consulado. Me ha dado lo que tenía que darle a alguien: no ha aportado
nada propio. Ven, sé agradecido por lo que has recibido. Espera el resto y
alégrate de que aún no estás lleno. Deberíamos considerar entre nuestros
placeres que todavía queda algo por lo que esperar. . . . Considera
cuántos más precedes de lo que sigues.

El segundo remedio es la demora en exigir el castigo. Por lo tanto, Séneca


dice en el segundo libro: "El mejor remedio contra la ira es la demora. Al
principio, la mendicidad no es que perdone, sino que juzgue; se calmará si
espera". Y en el tercer libro dice: "No te des licencia mientras estás
enojado. ¿Por qué? Porque deseas una licencia gratuita en todas las
cosas. Lucha contigo mismo: si no puedes vencer tu ira, está empezando a
conquistarte. Si está oculto, si no se le da una salida, destruyamos sus signos
y lo mantengamos lo más oculto y secreto posible. Esto nos resultará una
gran prueba.

Porque la ira está ansiosa por saltar e inflamar los ojos y cambiar la cara.
Pero si hemos permitido que se manifieste en nuestro exterior, triunfa sobre
nosotros. Que se oculte en las profundidades más bajas de nuestro seno:
que lo llevemos, que no nos lleve. No, convirtamos todos los signos en sus
opuestos. Que nuestro aspecto sea suave, nuestra voz más suave de lo
habitual, nuestro paso más lento. Gradualmente, el hombre interno se
conforma con el externo. En Sócrates, una voz baja y un discurso
moderado indicaban ira. Era entonces aparente que se estaba
manteniendo bajo control. . . . Roguemos a todos nuestros amigos más
íntimos para que nos traten con la mayor franqueza cuando estemos en
condiciones de tolerarlo y no prestarnos a nuestra ira. Contra este mal
poderoso y uno que nos agrada. . . es mejor estar atento a los obstáculos
con los que nos oponemos a nuestros vicios conocidos, y antes que nada,
para ordenar nuestra mente, que incluso cuando se sacude
repentinamente y golpes muy graves puede que no tenga sensación de
enojo, o que entierre ese sentimiento si está excitado por alguna ofensa
grande e inesperada en las profundidades del corazón y no manifiesta su
dolor".

En el segundo libro también combina los dos remedios que acabamos de


mencionar de una manera adecuada y útil. Él dice: "Por lo tanto, contra las
primeras causas debemos luchar: porque la causa de la ira es el
pensamiento de que hemos sido heridos. Sin embargo, a este pensamiento
no debemos dar una aceptación inmediata. Ni siquiera debemos a lo que
está abierto y manifiesto, acceda de inmediato. Para algunas falsedades
tienen la apariencia de la verdad. El tiempo siempre debe darse; el tiempo
revela la verdad. No prestemos oídos listos a aquellos que prefieren cargos:
dejemos que este vicio de la naturaleza humana sea notado y
sospechado, porque creemos voluntariamente lo que no estamos
dispuestos a escuchar, y cedemos a la ira antes de juzgar el asunto. ¿Qué
pasa con el hecho de que no solo estamos influenciados por cargos sino
por meras sospechas? Y nos enojamos con personas inocentes por
malinterpretar ¿una mirada o una risa? Entonces debemos defender la
causa del ausente contra nosotros mismos y mantener en suspenso nuestra
ira. Porque se puede imponer un castigo demorado; no se puede recordar
un castigo exacto". Y él, además, dice en el tercer libro: "No es
conveniente ver todas las cosas, escuchar todas las cosas; dejar pasar
muchas heridas sin ser notadas, la mayoría de las cuales no recibe a
quienes las ignoran. ¿No desea estar enojado? Entonces no seas inquisitivo.
El hombre que pregunta qué se ha dicho sobre él, el que desentierra
comentarios maliciosos aunque en secreto, se inquieta. Nuestra
interpretación nos lleva a ver ciertas cosas como heridas; por lo tanto,
algunos de ellos se deben posponer, otros se ríen y otros se perdonan. La
ira debe ser contenida de muchas maneras: muchas cosas pueden
convertirse en una risa o una broma". Y además de todo esto, expone un
argumento triple contra la ira en el segundo libro: porque argumenta lo
siguiente: "Está mal dañar a su país; por lo tanto, también está mal dañar a
un conciudadano, porque él es parte de su país. Las partes son sagradas si
el todo es digno de veneración. Por lo tanto, está mal dañar a cualquier
hombre, porque él es su conciudadano en la ciudad más grande, es decir,
en el mundo". El segundo argumento se extrae de un símil en referencia a
los miembros del mismo cuerpo, y es el siguiente: "¿Qué pasa si las manos
desean dañar los pies y los ojos las manos?

Como todas las partes están de acuerdo, porque la conservación del todo
depende de la preservación de los miembros individuales, los hombres
deberían perdonar a sus semejantes, porque nacieron para formar una
sociedad". El tercer argumento es muy apropiado y excelente, la
conclusión de la cual coloca primero. Él dice: "Por lo tanto, debemos
abstenernos de la ira; o el hombre es un igual al que atacarás, o un
superior o un inferior. Luchar con un igual es un asunto dudoso, con un
superior es una locura, con un inferior es la palidez". Y dice: "¿Es un buen
hombre el que ha infligido una lesión? No lo creo. ¿Es un mal hombre? No
lo imites. Pagará el castigo por otro, el que le debe a usted, y el que ha
pecado se ha pagado el castigo a sí mismo". Muchos otros asuntos deben
considerarse con referencia a la ira, todos los cuales se abordan
principalmente en los libros de Séneca sobre Ira y clemencia, pero como la
discusión en el presente caso es de una súplica y no de una presentación
completa, por esta razón estoy concluyendo en este punto. He hablado
más completamente sobre este vicio, ya que lo hará siempre herir y
confundir a toda la raza humana, siempre y cuando el hombre conserve su
estado mortal. Porque el vicio es muy malo y particularmente antinatural
en el hombre, explotando en peligro. Por esta razón, he escrito con mayor
detalle y más detalle en cuanto a eso.

CAPITULO X

Ya que el tema de la ira acaba de ser considerado; para la lucha contra la


adversidad y su conquista, se tocarán algunas virtudes que vencerán la
adversidad y no pensarán en la prosperidad de este mundo. Séneca
compuso un libro para Lucilio cuyo título es: Dado que el mundo está
gobernado por la providencia, ¿por qué le pasan tantos males a los
hombres buenos? en él dice: "Cuando ves hombres buenos y personas que
complacen a Dios trabajando, sudando, montando el camino empinado,
pero los hombres malvados quieren y se llenan de placeres, considera que
estamos complacidos con el comportamiento modesto de nuestros hijos,
pero con la pertinencia de los esclavos nacidos en el hogar: que los
primeros están restringidos por un entrenamiento más riguroso, y los
segundos son alentados por su pertinencia. Dios trata a un buen hombre
como favorito, lo prueba, lo endurece, lo prepara para sí mismo.

Ningún mal le puede pasar a un buen hombre; los opuestos no se mezclan.


Como tantas corrientes, una gran cantidad de agua de lluvia y tanta
abundancia de manantiales medicinales no cambian el sabor del mar, ni
siquiera lo alteran; entonces el impacto de la adversidad no perturba el
espíritu de un buen hombre. Él permanece impasible y le da a cada
evento el color de su propio personaje: porque es superior a todos los
acontecimientos externos. No digo que sea insensible a estas cosas; pero él
los conquista, y su naturaleza tranquila y plácida se apoya contra toda
adversidad. Considera todas las cosas adversas como parte de tu
entrenamiento. . . . La virtud se debilita sin un adversario. Entonces son su
grandeza y su capacidad aparente cuando muestra su poder de
resistencia.

Pase lo que pase, los hombres deberían tomar una buena parte y
convertirse en buenos. Lo que importa no es lo que soportas sino cómo lo
soportas. ¿No ves cuán diferentes padres y madres muestran su afecto? Los
primeros le piden a sus hijos que se levanten temprano y comiencen sus
estudios, no les permiten estar inactivos en vacaciones y les quitan el sudor,
a veces lágrimas. Pero las madres desean acariciar a sus hijos y
mantenerlos a la sombra: están ansiosos por salvarlos de las lágrimas, el
trabajo y la tristeza.

Dios ve a los hombres buenos como un padre, y los ama intensamente, y


dice: “Déjelos entrenar con dificultades, dolores, pérdidas para desarrollar
la verdadera fuerza. Los animales engordados por la inactividad se
debilitan: sucumben no solo por el trabajo, sino también por el movimiento
y su propio peso. Una felicidad intacta no puede soportar ningún golpe.
Pero después de librar un conflicto incesante con sus propias desgracias,
un hombre se vuelve insensible por las heridas que recibe, no cede ante el
mal, pero incluso si cae, todavía lucha de rodillas. . . . He aquí dos
campeones que merecen la atención de un dios, un hombre valiente
combinado con una mala fortuna".

"Nada me parece más desafortunado que el hombre que nunca ha sido


tocado por la adversidad. Porque nunca ha tenido la oportunidad de
probarse a sí mismo. . . No se le considera apto para ganar una victoria
sobre la fortuna; como si la fortuna fuera decir: "¿Debo tomar a ese
hombre como mi oponente? Bajará los brazos de inmediato. No hay
necesidad de ejercer todo mi poder contra él. . . no puede mantener mi
mirada. . . Me da vergüenza pelear con un hombre que está listo para ser
conquistado". Un gladiador considera que es una desgracia enfrentarse a
un inferior, y él sabe que un oponente es conquistado sin gloria cuando es
conquistado sin peligro. La fortuna razona de la misma manera: ella busca
a los más valientes como sus antagonistas, pasa por alto con asco, ataca
a los más firmes y rectos, contra ella puede dirigir su fuerza. Es solo la
adversidad la que descubre el brillante ejemplo. . . Cuanto mayor sea el
sufrimiento, mayor será la gloria: . . . la prosperidad recae en la manada
común y en los hombres de habilidades malas".

"Pero es característico de un gran hombre superar las desgracias y los


terrores comunes a los mortales. Pero el que siempre es afortunado y pasa
su vida sin irritación mental ignora el otro lado de la naturaleza. Eres un
gran hombre; pero ¿Cómo lo sé si la fortuna no te da la oportunidad de
demostrar tu excelencia . . . Te considero un hombre infeliz porque nunca
has sido infeliz. Has pasado tu vida sin un oponente. Nadie sabrá lo que
puedes hacer; ni siquiera tú mismo, porque no puedes conocerte sin juicio.
Ningún hombre ha aprendido su propia habilidad sin esfuerzo. Por lo tanto,
algunos se han expuesto voluntariamente a la adversidad, que parecía
haberlos olvidado, y han buscado su virtud, destinada a pasar sin previo
aviso, una oportunidad para mostrarse. Los grandes hombres ", dice," se
regocijan a veces en la adversidad como valientes soldados en las guerras.
. . . El valor está ansioso por el peligro; piensa en su objetivo, no en lo que es
sufrir en el camino: ya que lo que está llamado a sufrir es parte de la gloria.
Los soldados se enorgullecen de sus heridas; y alegremente muestran su
sangre fluyendo de heridas que no son mortales. Aunque los que regresan
ilesos de la batalla se han encontrado con el mismo peligro, el que regresa
herido recibe una mayor admiración. . . . Percibes la calidad del piloto en
la tormenta, del soldado en la batalla. ¿Cómo voy a saber qué fortaleza
tienes contra la pobreza si te estás revolcando en la riqueza? ¿Cómo voy a
saber tu firmeza cuando eres objeto de ignominia, calumnia y odio popular
si estás envejeciendo en medio de aplausos?. . . No tengas miedo de esas
cosas que Dios aplica como aguijones a nuestros personajes: la desgracia
es la oportunidad de la virtud. Con razón podemos llamar a aquellos
miserables que se vuelven tórpidos por la buena fortuna excesiva, a
quienes, como en un mar agitado, detiene una calma sin vida. . . la
adversidad presiona más fuerte como nunca la ha experimentado; el yugo
es pesado en cuellos tiernos. El recluta palidece al pensar en una herida; el
veterano ve su propia sangre sin desmayo; él sabe que a menudo ha
salido victorioso después de que su sangre fue derramada".

"Dios, por lo tanto, endurece. . . entrena a los que él estima, a los que ama.
Pero a aquellos a quienes les parece indulgente, se está ablandando por
los males que están por venir. Estás en un error si crees que alguien está
exento: su propio turno vendrá para el hombre que ha disfrutado de la
prosperidad durante mucho tiempo. El que parece exento es simplemente
diferido. ¿Por qué Dios aflige a todas las personas buenas con mala salud o
dolor u otras desgracias? Porque en el campamento también se ordena a
los más valientes que incurran en los mayores peligros, a sus mejores tropas
para atacar al enemigo por la noche. . . Ninguno de los que marchan dice
"El general me ha hecho una injusticia", pero cada uno "Tiene una buena
opinión de mí". Esos deberían decir lo mismo a quienes se les ordena sufrir
aflicciones que lleven las lágrimas a las almas tímidas y malvadas. Evite el
lujo, huya de la buena fortuna debilitándose en nuestra fibra moral, en la
cual nuestras almas se empapan y, a menos que algo nos advierta de
nuestra suerte humana, permanecemos en un estado de letargo que se
asemeja a una intoxicación duradera. . . Como todas las cosas que han
pasado más allá de una medida debida son dañinas, la buena fortuna
excesiva es lo más peligroso. . . Dios sigue el método en el caso de buenos
hombres que los maestros emplean con sus alumnos, exigiendo más
trabajo de aquellos que son más prometedores. . . Nunca el aprendizaje
de la virtud es leve. La fortuna nos azota y nos lacera. Seamos pacientes:
no es mera brutalidad, es un concurso, cuanto más a menudo ingresamos,
más fuertes nos volvemos. Esa parte de nuestro cuerpo es más robusta
porque la hemos ejercido más.

Debemos ofrecernos a la fortuna, para que podamos ser endurecidos


contra ella por su propio entrenamiento. Gradualmente ella nos hará una
pareja para ella. El peligro constante nos dará desprecio por los peligros.
Así, los cuerpos de los marineros se endurecen por soportar el golpeteo del
mar; así se desgastan las manos de los granjeros, los brazos de los soldados
adquieren fuerza para lanzar sus armas, las extremidades de los corredores
se vuelven ágiles; ese miembro en cada uno de ellos es el más fuerte
porque lo ha ejercitado. La mente por resistencia llega a un punto donde
puede despreciar el poder de las desgracias. ¿Por qué sorprenderse de
que los hombres buenos sean sacudidos?, si es para que puedan ser firmes

El árbol no es firme ni fuerte a menos que esté sujeto a frecuentes ataques


del viento. Porque por el simple temblor se coloca firmemente y se enraíza
más seguramente. Frágiles son los árboles que han crecido en el valle
soleado. Por lo tanto, es para la ventaja de los hombres buenos mismos,
para que no se desanimen, entrenarse en medio de la adversidad y
soportar con ecuanimidad aquellas cosas que no son malas, excepto para
el hombre que las tiene enfermos "." Este es el propósito de Dios que le
mostraría al sabio. . . Los hombres buenos trabajan, sacrifican y son
sacrificados y eso también por su propia voluntad; la fortuna no los arrastra,
la siguen y la siguen. Si lo hubieran sabido, la habrían precedido. . . . Solo
puedo pronunciar una queja sobre ti, oh Dios; no me hiciste conocer tu
voluntad antes; porque habría asumido esas tareas antes, lo que supongo
después de haber sido convocado. . . ¿Deseas alguna parte de mi
cuerpo? Tómelo, no estoy ofreciendo una gran cosa. Pronto lo dejaré todo
atrás. ¿Deseas mi espíritu? No te impediré recibir de nuevo lo que has
dado. Recibirás de una mano dispuesta todo lo que pidas. ¿Entonces qué?
Debería haber preferido ofrecerlo en lugar de entregarlo. Hemos recibido
lo que es tan perecedero como nosotros. Siempre alegres y firmes,
creamos que nada de lo que perdemos es nuestro. ¿Qué debe hacer un
buen hombre? Para ofrecerse al destino. Es un gran consuelo dejarse llevar
por el universo. . . . El fuego prueba el oro; desgracia hombres buenos".

"Sin embargo, ¿por qué Dios permite que caiga algún mal sobre los
hombres buenos? Porque elimina todos los males de ellos, crímenes,
desgracias, pensamientos malvados, diseños codiciosos, lujuria secreta y
avaricia que amenaza la propiedad de otro. Dios los protege y los libera. . .
Demócrito desechó sus riquezas, considerándolas como una carga para
una mente virtuosa. Entonces, ¿qué? ¿Te sorprende si Dios permite que eso
le suceda a un buen hombre que un buen hombre a veces desea suceder
a sí mismo? por lo tanto, que Dios te dice, ¿qué queja tienes de mí, tú que
has elegido la virtud? He rodeado a otros con falsas bendiciones, y me he
burlado de sus mentes vacías con lo que puedo llamar un sueño largo y
engañoso; los adornó con oro, plata y marfil; en su interior carecen de
bien. Aquellos hombres a los que consideras afortunados, si los ves de lado
se esconden y no en lo que muestran, son miserables, sórdidos, bajos,
después de la similitud de sus propios muros adornados en el exterior, la
licitación no tiene una base firme y existe solo en apariencia. Es solo una
concha y una delgada, por lo tanto, aunque se les permite pararse y
aparecer a los hombres como ellos mismos lo desean, son figuras brillantes
e imponentes sobre sus semejantes. Cuando sucede algo que los perturba
y revela, entonces se hace evidente cuánta deformidad profunda y real
está oculta por un esplendor que no es el suyo. Las bendiciones que le he
dado son seguras y duraderas, cuanto más las considere e investigue en
todos los sentidos, mejores y mayores aparecerán. Te he permitido
despreciar lo que otros hombres temen y despreciar lo que desean. No
brillas por fuera, tu excelencia está dentro. Así, el universo desprecia todo
fuera de sí mismo y se regocija en su propio espectáculo.

Cada bendición ha sido colocada dentro. Tu felicidad consiste en no


necesitarla: pero dirás que suceden muchas cosas de naturaleza triste,
terrible y difícil de soportar. Como no pude retirarte de ellos, he armado tus
mentes contra todos ellos. Valientemente los soportan; en esto eres superior
a Dios; está exento de la resistencia de los males; aguantas y triunfas sobre
ellos. Mientras se reza por la vida, aprende de la muerte".
CAPITULO XI

Séneca, además, en su libro a Serenus sobre el tema: ¿Por qué un filósofo


no se ve afectado por una lesión o un insulto? Sostiene que un filósofo no
puede recibir daño o insulto. Y lo demuestra con la declaración: "No he
querido atribuirle al sabio un honor imaginario, sino colocarlo en una
posición tal que no pueda recibir ninguna herida. ¿Qué, entonces? ¿No
habrá nadie para atacarlo, no? ¿Alguien para molestarlo? No hay nada
en la naturaleza tan sagrado como para no estar sujeto a sacrilegio: pero
las cosas divinas por este motivo no están en un plano menos elevado. . .
Eso no es invulnerable, lo que no es golpeado, sino lo que es no lesionado:
esto te digo que es la marca distintiva del sabio. ¿No es seguro que puedes
depender más de la fuerza que no es conquistada que de la que no es
atacada, ya que los poderes no probados son dudosos, pero con razón
consideras que ¿Qué fuerza de carácter es la más confiable que resiste
con éxito todos los asaltos? Por lo tanto, puede estar seguro de que el
sabio es de una naturaleza más fina si no es dañado por ninguna herida,
que si no le ocurre ninguna herida. Llamaré valiente a ese hombre a quien
hacen las guerras no someter ni atemorizar la fuerza hostil cuando se dirige
a contra él; No llamo valiente al hombre que disfruta de una comodidad
lujosa entre las personas indolentes. Esto, por lo tanto, mantengo que el
sabio no está sujeto a ninguna lesión. En consecuencia, no importa
cuántos ejes se le arrojen, ya que es invulnerable para todos ellos. Se
asemeja a la dureza de ciertas piedras que no ceden al hierro. El diamante
no se puede cortar, marcar o desgastar, pero en realidad desafila cada
herramienta que se le aplica. Se le puede comparar con ciertas sustancias
que no pueden ser consumidas por el fuego, pero incluso cuando están
envueltas en llamas conservan su rigidez y forma; o hacia rocas que se
proyectan hacia las profundidades que rompen las olas ni muestran rastros
de la violencia del mar, aunque han sido azotados durante tantas
edades".

"Así es la mente del sabio firme y reúne tal fuerza, que está tan a salvo de
lesiones como los objetos con los que lo he comparado. . . Porque el sabio
está demasiado alejado del contacto con cosas más bajas como
cualquier violencia hostil, como para gastar su fuerza sobre él. Todos los
ataques de desvergüenza, mala voluntad y orgullo dirigidos contra el sabio
se hacen en vano".
"Distingamos, si apruebas, Serenus, la lesión del insulto. El primero es de
naturaleza más severa, el segundo es más leve y grave solo para los
débiles. Los hombres no se ven perjudicados por el insulto, solo se ofenden.
Tales son la debilidad y la vanidad de las mentes de algunos hombres, que
no consideran nada más amargo: así encontrarás un esclavo que prefiere
ser golpeado con un látigo en lugar de una bofetada, y que considera
que la muerte y las rayas son más tolerables que las palabras de insulto
nuestra locura de afligirnos no solo con dolor sino también con pensarlo.
Somos como niños que temen una sombra o la fealdad de las máscaras o
una cara mal favorecida. . . La lesión tiene la intención de dañar a algunos
uno. Pero la sabiduría no deja lugar para el daño. A la vista de la sabiduría,
solo hay una cosa que daña, a saber, la bajeza del pecado, que no
puede entrar donde la virtud y la integridad ya están establecidas. Toda
lesión es una pérdida para el que es sujeto a ello, ni nadie puede recibir un
daño y sin alguna pérdida de prestigio, en persona o en intereses externos.

Pero el sabio no puede perder nada. Porque ha guardado todo en sí


mismo, no confía en nada para la fortuna, tiene sus posesiones en
seguridad, contento con la virtud, que no necesita cosas fortuitas y, por lo
tanto, no se puede aumentar ni disminuir. Porque la virtud en posesión del
bien supremo no puede aumentar más, y la fortuna no arrebata nada
excepto lo que ha dado. Pero la fortuna no otorga virtud y, por lo tanto, no
la quita. Porque la virtud es libre, inviolable, inamovible, inquebrantable. La
virtud endurece tanto al hombre contra las desgracias, que ni siquiera
puede doblarse, y mucho menos ser conquistado. . . La virtud no baja los
ojos ni cambia su expresión a la vista de la adversidad o la prosperidad. Por
lo tanto, el sabio nunca experimentará una pérdida de la cual será
sensible.

Porque él está en posesión de la virtud sola, de la cual nunca puede ser


privado. Utiliza todo lo demás como prestado: ¿pero a quién le molesta la
pérdida de lo que no es suyo? Pero si la herida no puede dañar a nadie de
las posesiones del sabio, porque están protegidas por su virtud, la herida no
puede caer sobre el sabio. El rey Demetrio, de apellido Poliorcetes, había
capturado a Megara. Cuando Demetrio le preguntó al filósofo Stilbon si
había perdido algo, respondió: "Nada; tengo todas mis posesiones
conmigo". Y sin embargo, su patrimonio había sido saqueado, sus hijas
llevadas por el enemigo, su país reducido a un yugo extranjero, y él mismo
interrogado por un rey entronizado en las alturas y rodeado por los brazos
de un ejército victorioso. Pero el filósofo le robó al rey su victoria y dio
testimonio de que, aunque su ciudad había sido capturada, él mismo no
solo no fue conquistado, sino que no sufrió ninguna pérdida: porque tenía
en su poder las verdaderas riquezas, sobre las cuales ningún hombre podía
poner la mano.

Pero esas cosas que habían sido saqueadas y destruidas no las


consideraba suyas, sino extrañas y sujetas al capricho de la fortuna; por lo
tanto, no había puesto su corazón en estas cosas como si fueran suyas.
Porque la posesión de todo lo que nos llega desde afuera es peligroso e
incierto. El sabio mira la adversidad. . . y lleva prosperidad con
moderación, sin ceder ante lo primero ni depender de lo segundo. Es uno y
el mismo en todas las circunstancias, y no considera nada suyo, excepto la
mejor parte de sí mismo. . . . Esas defensas que protegen al sabio están
protegidas de las llamas y de cada asalto; no ofrecen entrada, ¡son
elevados, inexpugnables, iguales a Dios! "

"No puede hacer su declaración habitual de que este sabio nuestro no se


encuentra en ninguna parte. Un personaje humano tan hermoso no es
mera ficción; ni estamos imaginando a un ser exaltado que no tiene
existencia, sino uno cuya existencia es un hecho asegurado y ha sido
demostrado por nosotros. . . rara vez se encuentra, y luego solo después de
un lapso de muchos años. Por fenómenos grandes y excepcionales no
ocurren con frecuencia. Por lo demás, me temo que Marcus Cato es
incluso superior a nuestro sabio modelo. Finalmente, eso Las lesiones deben
ser más fuertes que las heridas.

Pero la maldad no es más fuerte que la virtud: por lo tanto, el sabio no


puede ser herido. Solo las personas malvadas intentan dañar a los buenos.
Los hombres buenos viven en paz unos con otros. Los hombres malvados
no son tan perjudiciales para el bien como lo son para los demás. Pero si
solo el hombre más débil puede ser herido, pero el hombre malvado es
más débil que el bueno. . .la lesión no puede caer sobre el sabio. Porque
no necesitas recordar que nadie es bueno excepto el sabio. Si Sócrates,
usted dice, fue condenado injustamente, recibió una lesión.

Es necesario observar aquí que puede suceder que alguien me haga una
lesión y yo no la reciba; como, por ejemplo, si un hombre coloca en mi
casa de la ciudad un artículo que ha robado de mi casa en el campo, ha
cometido un robo, pero no he sufrido ninguna pérdida. . . . Si un hombre
tiene relaciones sexuales con su propia esposa bajo la impresión de que
ella es la esposa de otro, él será un adúltero, aunque ella no será una
adúltera. Alguien me ha dado veneno, pero ha perdido su eficacia debido
al hecho de que se ha mezclado con alimentos; Al administrar el veneno
se hizo culpable de un crimen, aunque no hizo daño. . . . Todos los delitos
son hechos consumados, en lo que respecta a su culpa, incluso antes de
que hayan producido su efecto. . . . Si recibí una lesión, necesariamente se
me debe haber hecho. Si se ha hecho una lesión, no necesariamente se
deduce que la recibí; porque pueden pasar muchas cosas para evitar
lesiones".

"Además, la justicia no puede sufrir nada que sea injusto, porque los
contrarios no pueden unirse. . . Por lo tanto, la lesión no puede caer sobre
el sabio. Tampoco hay ninguna razón por la que deba sorprenderse de
esto: si nadie puede hacerle una lesión, nadie puede conferirle incluso un
beneficio. El sabio no carece de nada que se le pueda conferir como un
regalo. . . Por lo tanto, nadie puede dañar o beneficiar al sabio, ya que lo
que es divino no necesita ayuda ni puede sufrir daños. El sabio se acerca a
Dios, es como Dios, con la excepción de que es mortal. Se esfuerza por
montar a esos seres en lo alto, bien ordenados, inaccesibles al miedo,
siempre moviéndose en un curso igual y armonioso, tranquilo, benéfico,
creado para el bien general. , saludable para sí mismo y para los demás, el
sabio pondrá su corazón en nada humilde; no sufrirá ninguna aflicción que,
apoyado por la razón, atraviesa las vicisitudes humanas con un valor
divino. No hay ninguna fuente de la que pueda recibir una herida creo
que me refiero solo por una herida recibida del hombre? Me refiero a que
ni siquiera uno recibió de la fortuna que después de una competencia con
la virtud siempre ha sido peinada. . . . Y si el sabio soporta con
ecuanimidad las heridas de la fortuna, ¿cuánto más soportará las de los
hombres en el poder que sabe que son los instrumentos de la fortuna?

"Ahora existe el hecho adicional de que nadie recibe una lesión con una
mente no perturbada, sino que se perturba cuando la experimenta. Pero el
hombre recto está libre de perturbaciones. Es dueño de sí mismo y de su
reposo profundo y tranquilo. Por si la lesión lo toca, está perturbado y
obstaculizado por eso, pero el sabio está libre de ira que excita la
aparición de una lesión, ni estaría libre de ira a menos que también esté
libre de lesiones, lo que sabe que no puede sucederle. Por esta razón es
tan firme y tan feliz, por esta razón constantemente eufórica de alegría.
Tan lejos está de entristecerse por los ataques que le han hecho los
hombres y otras cosas, que ve una lesión como un medio para
experimentar en sí mismo y probar su virtud".

"Después de haber pasado por la primera parte, pasemos a la segunda", a


saber, insulto "Un insulto es menos grave que una lesión: podemos
quejarnos de él en lugar de castigarlo exactamente, y las leyes no lo han
considerado digno de una pena.

El resentimiento que excita es el efecto de una mente abyecta, que una


acción o una palabra es capaz de deshonrar. Cierto hombre se negó a
recibirme en su casa hoy, aunque admitió a otros: escuchó con un aire
desdeñoso lo que tenía que decir, o se rió abiertamente de ello. . . y otros
ataques de este tipo, que solo puedo llamar las quejas de una mente
aprensiva. Los afectados por tales insultos son, en general, hombres
mimados por el lujo y la prosperidad. Los personajes débiles y afeminados
en la naturaleza debido a demasiada facilidad, y desenfrenados por la
falta de provocación real, son despertados por los afrentados, la mayor
parte de los cuales se toman como tales debido a una interpretación
defectuosa de su intención. Así, el que se ve afectado por un insulto
muestra que no posee ni prudencia ni confianza en sí mismo.

Porque no duda de que ha sido despreciado, y este sentimiento no puede


dejar de bajarlo y deprimirlo en su propia estimación. Pero el sabio no es
despreciado por nadie. Él conoce su propia grandeza y está convencido
de que nadie está en posición de despreciarlo, y no supera todo esto, no
los llamaré miserias de nuestras mentes, sino más bien plagas, no, ni siquiera
las siente. Sin embargo, hay otras cosas que atacan al sabio, incluso si no lo
derrocan, como, por ejemplo, el dolor físico y la debilidad, o la pérdida de
amigos y niños, y la ruina de su país en las llamas de la guerra. . . No niego
que el sabio sienta estas desgracias. Porque no le estamos atribuyendo la
dureza de la piedra o el hierro. No hay virtud en soportar las desgracias
que uno no siente. ¿En qué consiste, pues, la virtud del sabio? Recibe
ciertos golpes, pero supera los recibidos y los cura y los controla. Pero estos
males menores, es decir, los insultos, ni siquiera siente, ni emplea contra
ellos esa virtud con la que está acostumbrado a soportar dificultades, pero
no los nota o los juzga meramente dignos de una risa".
'' Además, dado que la mayoría de nuestras ofensas son ofrecidas por
hombres orgullosos e insolentes, que no pueden soportar la prosperidad, el
sabio puede repeler ese orgullo con esa nobleza de virtudes.

Pasa por alto tales pequeñeces, considerándolas simplemente como


sueños ociosos y visiones de la noche sin realidad. . . . Contumelia [insulto]
proviene del desprecio, ya que los hombres insultan solo a aquellos por
quienes tienen desprecio. Pero nadie realmente desprecia a un hombre
mejor, incluso si se comporta de la misma manera que los que desprecian.
Los niños abofetean la cara de un padre, y el niño se desorganiza y tira del
cabello de la madre, y escupe sobre ella, o expone a la vista de sus padres
lo que debe permanecer cubierto, y usa expresiones obscenas.

No llamamos a ninguno de estos actos un insulto. ¿Por qué? Porque el que


los ha cometido no está en posición de despreciar. . . . Pero, ¿qué locura
es en un momento estar complacido, y en otro estar molesto por las
mismas acciones, y llamar a un comentario hecho por un amigo una
afrenta, pero si un joven esclavo lo hace un poco tonto? "

"El mismo sentimiento que tenemos hacia los niños que el sabio tiene hacia
todos los que, incluso después de la juventud y las canas, siguen siendo
como niños. ¿Han asegurado esos hombres alguna ventaja, cuyas mentes
son malvadas y cuyos errores han aumentado, quienes difieren de los niños
simplemente en el tamaño y la forma de sus cuerpos, pero no son menos
inconstantes y poco confiables, hombres ansiosos de placeres sin
discriminación, seres inquietos y callados, no por su naturaleza sino por
miedo. Nadie diría, por lo tanto, que existe una diferencia entre tales
hombres y niños, ya que estos últimos muestran avaricia por los huesos de
los nudillos, nueces y pequeños cambios, mientras que los primeros
codician el oro, la plata y las ciudades. . . Por lo tanto, los niños y los más
avanzados en años están igualmente equivocados, pero con la diferencia
de que estos últimos caen en otros males mayores y, por lo tanto, con
razón, el sabio considera sus afrentas como simples bromas.

Y a veces los amonesta y castiga como si fueran niños, no porque haya


sufrido una lesión, sino que los corrige porque han infligido una, y con la
idea de que dejarán de actuar de esta manera. Porque así también se
domina el ganado con el látigo, ni nos enojamos con ellos cuando se
niegan a ser montados, sino que los frenamos, para que el dolor pueda
vencer su obstinación. Por lo tanto, percibirá que la objeción ha sido
eliminada. . . ¿Por qué, si el sabio no ha sufrido una herida o un insulto,
castiga a quienes los han infligido? Porque no se está vengando, sino que
los está corrigiendo".

"¿Se enoja un médico con un paciente loco?. . . El sabio tiene la misma


actitud mental hacia todos los hombres que el médico tiene hacia los
enfermos bajo su cuidado. El sabio sabe que todos estos personajes graves
que pasan antes que él se visten de púrpura y cuyo rostro proclama buena
salud son de mente insegura. Él los mira de la misma manera que a los
hombres enfermos que carecen de autocontrol. En consecuencia, ni
siquiera se irrita si en su enfermedad se han aventurado a maltratar al que
está tratando de curarlo, ellos, y él muestra el mismo buen sentido al
considerar que no tienen importancia tanto sus dignidades como sus
depravaciones, ya que no se sentirá halagado por las atenciones de un
mendigo, ni lo considerará un insulto si un hombre de las heces de la gente
no le devuelve el saludo, así que no sentirá orgullo si muchos hombres ricos
le rinden honor. Porque él sabe que no se diferencian en absoluto de los
mendigos, no, que son más miserables. Para los primeros necesitan poco,
mientras que las necesidades de estos últimos son grandes. Y nuevamente,
el sabio no se verá afectado si el Rey de los medos o el Rey de Atalo de
Asia lo cruzan en silencio y con una mirada altiva mientras se inclina.
¿Debo estar molesto si uno de esos?, cuyas tiendas están llenas de una
horda de los peores tipos de esclavos, ¿no ha podido saludarme por mi
nombre? No, sin dudas. . . . Por lo tanto, el sabio no se verá afectado por el
insulto de nadie. Porque todos difieren entre sí, pero el sabio los considera
en igualdad debido a la igualdad de su locura. Porque si alguna vez se
bajara al punto donde se ve afectado por una lesión o un insulto, nunca
podrá estar seguro.

Pero la seguridad es la bendición particular del sabio, ni él consentirá en


honrar al hombre que lo ha insultado al sentir que se le ha infligido un
insulto. Porque uno necesariamente debe valorar la estima del hombre
cuyo desprecio duele".

"¿Pero qué debe hacer el sabio si recibe una bofetada en la cara? Debe
hacer lo que hizo Cato cuando fue insultado de esta manera; no voló
hacia una pasión, no buscó venganza, ni siquiera perdonó la lesión, pero
dijo que no se había hecho.
Mostró una mayor elevación del alma al rechazar la lesión que al
perdonarla. ¿Quién ignora que el sabio no tiene la opinión ordinaria con
respecto a lo que se cree que es malo o bueno? ... No presta atención a lo
que los hombres en general consideran vergonzoso o miserable. Pero a
medida que las estrellas se abren camino en una dirección opuesta a la de
nuestro mundo, el sabio avanza en oposición a la opinión popular".

"Después de calcular lo que crees que puedes soportar, asignas un límite


un poco más a la paciencia del sabio, pero su virtud lo ha colocado en
otro mundo en el que no tiene nada en común contigo. Esto, concedido,
la multitud de penurias y dificultades difíciles de soportar y de cosas
repugnantes para el oído y el ojo no abrumarán al sabio; ofrecerá la
misma resistencia a todos que a cada uno en particular. El que pretende
determinar lo que el sabio puede o no puede soportar, el que limita la
grandeza del alma del sabio dentro de ciertos límites, está haciendo mal:
la fortuna nos vence a menos que sea completamente vencida. . . La casa
del sabio es pequeña, sin lujos, sin alboroto, sin equipo suntuoso, no está
protegida por los conserjes; pero sobre este umbral tendido por ningún
portero, la fortuna no pasa. Ella sabe que no tiene ningún lugar allí donde
nada sea suyo".

"Epicuro dijo que las heridas son soportables por el sabio; decimos que no
sufre heridas. Tampoco puede decir que esto es repugnante para la
naturaleza. No negamos que sea una desventaja ser azotado y golpeado,
y perder uno de nuestros miembros, pero nos negamos a considerar todas
esas cosas como lesiones. No les quitamos una sensación de dolor, pero
eliminamos el nombre de la lesión, que no puede aceptarse sin
menoscabar la virtud. . . Nos enseñan estos dos ejemplos para despreciar
las lesiones y los insultos que puedo llamar similitudes y sospechas de
lesiones. Para despreciar a alguien así, no es necesario que sea un sabio,
sino simplemente un hombre de discernimiento. . . Si me hubiera merecido
que me ocurrieran estas cosas, yo soy justamente castigado. Si no soy
culpable, debería sonrojarse quien comete una injusticia. . . El fruto de un
insulto consiste en el sentimiento de indignación que excita en el que está
sujeto a ella".

"Tomemos como modelos a aquellos cuya paciencia elogiamos. Imitemos


a Sócrates que tomó de buen humor los sarcasmos lanzados contra él en
las comedias, y se rió tan alegremente como lo hizo en la ocasión en que
su esposa le roció el agua sucia, Xanthippe. Cuando a Antístenes le
reprocharon el hecho de que su madre era bárbara y tracia, él respondió
que la madre de los Dioses había nacido en el monte Ida".

"No debemos involucrarnos en disputas y conflictos. . . Todo lo que hagan


los tontos debe ser ignorado, y los honores y las lesiones que tienen su
origen en la multitud vulgar deben ser vistos en la misma clase; no
debemos llorar por él, este último ni se regocijará con el primero. . .
Además, la libertad no consiste en la exención del sufrimiento. La libertad
es una superioridad de la mente a las lesiones ''.

CAPITULO XII

Séneca en su libro dirigido a su madre Helvia habla sobre los remedios no


solo para el dolor y el sufrimiento, sino también para la pobreza, el exilio, el
insulto y muchas otras desgracias de este tipo. Por lo tanto, él le propone el
siguiente remedio en ocasión de una aflicción que ella encontró difícil de
soportar: "De acuerdo con ello, exhibiré a ese corazón todos sus propios
dolores y aflicciones. Esto causará una cura no por medios suaves, sino
quemándolos y cortando. ¿Qué final tengo en mente? Para que la mente
victoriosa sobre tantas penas se avergüence de no soportar con valentía
una sola herida en un cuerpo marcado por las cicatrices de tantos.
Dejemos, por tanto, lágrimas y lamentos en esas mentes débiles, tan
enervados por un largo período de prosperidad, que la menor conmoción
de la adversidad los derriba; pero que aquellos cuya vida entera ha
pasado en la adversidad, soporten penas, incluso las más severas con una
constancia firme e inalterable. La desgracia constante tiene la ventaja de
finalmente endurecer a quienes está atacando".

"Mientras los reclutas claman por heridas insignificantes y tienen más miedo
de la mano de un médico que de una espada, pero los veteranos, aunque
gravemente heridos, permiten que sus heridas sean tratadas con
paciencia y sin un gemido, como si sus cuerpos pertenecieran a otras
personas". . . y, por lo tanto, le cuenta a su madre todas las desgracias que
ha sufrido con paciencia, para que él pueda eliminar su dolor por su hijo.

Luego, Séneca desea consolarla con su propio ejemplo de la siguiente


manera: "Pero creo que superaré mi pena, primero si demuestro que no
estoy sufriendo nada que pueda convertirme en un objeto de lástima. . .
Digo que estoy no infeliz. Agregaré para aliviar su ansiedad que ni siquiera
puedo ser infeliz". Y prueba su afirmación de la siguiente manera:
"Nacemos en condiciones que serían favorables si no los abandonáramos.
La intención de la naturaleza era que no se necesitara una gran
magnificencia para que la vida sea feliz. Todos pueden ser felices". El
poder de cambiar la balanza es leve en las cosas externas y ejerce poca
influencia de una forma u otra; el sabio no se deja llevar por la prosperidad
ni lo derriba la adversidad, porque siempre se ha esforzado por confiar
completamente en sí mismo y buscar toda su alegría dentro de sí mismo.
¿Entonces qué? ¿Digo ser un sabio? De ninguna manera. Porque si pudiera
hacer tal declaración, no solo debería negar que soy infeliz, sino que
debería declararme como el más afortunado de los hombres y casi el
mismo Dios: como es, he hecho lo que es suficiente para suavizar todas las
asperezas, me he puesto en manos de los sabios y, demasiado débil para
mi propia defensa, he huido a el campamento de los que se defienden
con facilidad a sí mismos y a sus amigos. Me ha pedido que permanezca
constantemente en guardia y que prevea todos los intentos de fortuna y
todos sus asaltos mucho antes de que sucedan. Ella es peligrosa para
aquellos que no la esperan: su ataque es sostenido fácilmente por él, que
siempre está atento. Porque la llegada del enemigo consterna a los únicos
a quienes ha quitado la guardia; pero aquellos que se han preparado de
antemano para la guerra, con calma y facilidad sostienen el primer asalto
que es el más violento. Nunca he confiado en la fortuna, incluso cuando
parecía traer paz. Todas esas cosas que su favor me confirió, dinero,
honores, influencia, las puse donde podía recordarlas sin moverme. He
dejado un gran intervalo entre ellos y yo. Por lo tanto, me los ha quitado,
no los ha arrancado. La fortuna adversa nunca aplasta a un hombre a
menos que la buena fortuna lo engañe primero. Aquellos que han puesto
su corazón en sus regalos como si fueran sus propias posesiones
permanentes, que han deseado ser admirados por ellos, se sienten
humillados y angustiados, cuando sus mentes vacías e infantiles, ignorantes
de toda felicidad estable, se ven privadas de placeres engañosos y
transitorios. Pero el hombre que no se ha inflado con prosperidad tampoco
se derrumba cuando cambia la fortuna; hacia ambas condiciones, posee
una mente de firmeza probada: porque en medio de la prosperidad ha
probado su propia fuerza contra la adversidad. Por mi parte, nunca he
creído que la verdadera felicidad se encuentre en aquellas cosas que
todos los hombres desean: además, las he encontrado vacías. . . y
manchado con un engañoso colorete, sin nada en el interior
correspondiente a su exterior."

Más tarde retoma la consideración de males particulares, a saber, el exilio,


la pobreza, el insulto, como sigue: "Ahora, en estas cosas que se
denominan males, no encuentro nada tan terrible y tan difícil de soportar
como la idea popular me llevó a aprehender. [...] Pero las decisiones de la
gente en gran medida son derogadas por los sabios".

"Sin tener en cuenta el juicio de la mayoría, a quien la apariencia externa


en tales asuntos sin un examen más profundo nos lleva por mal camino,
veamos qué es realmente el exilio: es asegurar un cambio de lugar.
Permítanme agregar que tal vez no parezca que al reducir su efecto, y al
aliviarlo de sus peores características, hay muchas desventajas asociadas a
este cambio de lugar: pobreza, ignominia, desprecio. . . Deseo considerar
en primer lugar qué dificultad impone el simple cambio de lugar ".

"Considere, si lo desea, esta multitud para la cual las viviendas de una


ciudad inmensa (se refiere a Roma) apenas son suficientes: la mayor parte
de esta multitud se ve privada de su país. . . Solicite que se convoque a
todas estas personas y pregunte a cada uno dónde su hogar es:
descubrirá que la mayoría de ellos han dejado sus propias moradas y han
venido a la ciudad más grande del mundo, pero a una ciudad que no es
la suya. Luego, abandone esta ciudad que, en cierto sentido, puede
pertenecer a todos. Visite todas las demás ciudades; ninguna de ellas no
contiene una gran población extranjera".

Su segunda razón se extrae de la naturaleza del alma. Él dice: "Se le ha


dado una mente inquieta e inquieta al hombre: nunca permanece en
reposo, es omnipresente y dirige sus pensamientos a todas las cosas
conocidas y desconocidas. La mente del hombre siempre está en
movimiento, los objetos a la inacción, y se deleita al máximo con la
novedad constante. No tiene por qué sorprenderse si considera su origen;
no está formado por un cuerpo terrenal y lento; su descendencia proviene
del espíritu celestial puro. Pero el movimiento perpetuo es característico de
los cuerpos celestes que nacen en su curso rápido. Contemplan las
estrellas que dan luz al mundo; ninguno de ellos es estacionario. . . Qué
inactivo, entonces, suponer que la mente del hombre sufre con pesar una
transición y un cambio de lugar, ¡aunque la naturaleza se deleita o se
preserva mediante un cambio continuo y muy rápido!"
Él saca su tercera razón de la experiencia de todas las naciones. Él dice:
'Dirige ahora tus pensamientos de los cuerpos celestes a los asuntos de los
hombres: verás que naciones enteras han cambiado sus moradas. ¿Cómo
podemos explicar las ciudades griegas en medio de tierras bárbaras?
¿Qué hay del discurso de Macedonia entre los indios y los persas? Escitia y
todo ese tramo de tierras habitadas por razas salvajes e invencibles
muestran ciudades griegas plantadas a orillas del Mar Negro. Todo el lado
de Italia que es bañado por el mar Tirreno fue la gran Grecia. Asia reclama
a los toscanos. Los tirios habitan en África. Los cartagineses emigraron a
España, los griegos a la Galia, los galos a Grecia. Los Pirineos no ofrecieron
ningún obstáculo para el paso de los alemanes. El espíritu errante del
hombre ha cortado por sí mismo caminos a través de lo desconocido.

Algunos después de las pruebas de un largo viaje han seleccionado una


morada, cediendo a su fatiga en lugar de tomar una decisión deliberada. .
. . Esto al menos es manifiesto de que nada ha quedado en el mismo lugar
en el que tuvo su origen.

"Luego regresa a su argumento en las palabras:" ¿Pero qué más son todas
estas migraciones de naciones sino exiliados por parte de los pueblos?" "Se
tienen debidamente en cuenta todas las demás desventajas que son
inseparables del exilio, Varro, la mayoría. Aprendí de los romanos, comenta
como un consuelo suficiente para el cambio de lugar, que donde quiera
que vayamos estamos obligados a encontrar la misma naturaleza.

Marcus Bruto considera suficiente que su propia virtud acompañe al exilio


donde quiera que vaya. Si cada uno de estos métodos de consuelo,
tomados por separado, no es suficiente para el exilio, no podemos dudar
de su eficacia cuando están unidos. ¿Por qué insignificante es nuestra
pérdida? Siempre nos acompañarán dos cosas excelentes: la naturaleza
universal y la virtud personal. Pero si dice que la naturaleza universal
consiste en lo que sea mejor, esto queda fuera de los poderes del hombre:
no se puede dar ni quitar. Hablo de este mundo, la más grandiosa y
magnífica de las obras de la naturaleza; de esta mente hecha para
contemplar y admirar el mundo, del cual es la parte más noble, la nuestra
como una posesión duradera destinada a permanecer con nosotros
mientras nosotros mismos perduremos. Apresurémonos entonces con
prontitud y resolución por cualquier circunstancia que pueda dirigir. . . .
Desde todos los lugares, alzamos nuestros ojos al cielo, todas las cosas
divinas están separadas por intervalos iguales de todas las cosas humanas".

"Estrecha es la mente del que las cosas terrenales deleitan", como se citó
anteriormente en este libro. "Bruto en su trabajo sobre la virtud dice que vio
a Marcelo en el exilio en Mitylene viviendo tan felizmente como lo permite
la naturaleza humana, y nunca más interesado en las artes liberales que en
ese momento. . . Bruto agrega que sintió cuando estaba a punto de volver
sin Marcelo que era él quien se exiliaba, y no Marcelo quien se quedaba
en el exilio.

¡Cuánto más afortunado fue Marcelo cuando mereció los elogios de Bruto
por su exilio, que cuando ganó los elogios de la república por su
consulado! . . . Has entrenado tanto tu mente, Marcelo, mediante estudios
metódicos, que sabías que cada lugar para el sabio era su tierra natal".

"Marcelo entonces apoyó bien el exilio, y el cambio de lugar no produjo


ningún cambio en su mente, aunque la pobreza lo siguió. Ningún hombre
considera la pobreza como un mal, a menos que haya alcanzado ese
punto de locura que permita que la avaricia y el lujo subviertan todas las
cosas". . . . Los deseos del cuerpo son pocos: alivio del frío, el hambre y la
sed. El que desea más que estos esfuerzos para servir, no sus necesidades,
sino sus vicios. No es necesario saquear cada mar, ni cargar el estómago
por la matanza de animales, ni desenterrar mariscos de la costa
desconocida de un mar remoto: que los dioses y las diosas destruyan a
aquellos cuya extravagancia traspasa los límites de un imperio expuesto al
odio. . . De cada tierra todas las cosas las que son conocidas por un
paladar mimado son traídos a Roma. Lo que es admitido con dificultad por
un estómago debilitado por delicias se transporta desde un océano
remoto. Vomitan para poder comer, y comen para vomitar, y no se dignan
ni siquiera a digerir en las fiestas que hay. Requerimos una búsqueda de
todo el mundo por sus viandas. ¿Qué daño hace la pobreza al hombre
que desprecia esos lujos? . . . Gente infeliz "como se señaló anteriormente;
y él continúa;" Estoy dispuesto a decir:

¿Por qué lanzas barcos? ¿Por qué brazaletes contra bestias salvajes y
contra hombres? ¿Por qué correr de un lado a otro con tanta conmoción?
¿Por qué acumular tesoros en tesoros? ¿Nunca te detienes a pensar cuán
pequeños son tus cuerpos? ¿No es el colmo de la locura y la locura,
cuando puedes sostener tan poco, desear mucho? Por lo tanto, aunque
puede aumentar su calificación y ampliar sus límites, nunca le dará a sus
cuerpos una mayor capacidad. . . . Tal es la suerte de los hombres cuando
miden la riqueza no por el estándar de la razón, que tiene límites fijos, sino
por el de un hábito de vida degradado, cuyos caprichos son insaciables e
incomprensibles. Para la codicia nada es suficiente, para la naturaleza,
incluso un poco es suficiente".

"Todo lo que la naturaleza ha hecho necesario para el hombre, ella lo ha


facilitado para que él lo obtenga. . . Ese hombre es pobre, no por culpa de
la fortuna sino por la suya ... El que, en consecuencia, se mantiene dentro
de los límites prescritos por la naturaleza. , no tendrá un sentido de
pobreza; el que ignore estos límites será perseguido por la pobreza incluso
en medio de la mayor riqueza ". Porque el "exilio" siempre es capaz de
proporcionar lo necesario, pero ni siquiera un reino es suficiente para
suministrar cosas innecesarias. Es la mente la que enriquece a los hombres.
Esto acompaña al exilio, y en medio de las soledades más crueles, después
de que ha encontrado suficiente para sostener el cuerpo, se desborda con
sus propias bendiciones y las disfruta; el dinero no tiene más que ver con la
mente que con el Dios inmortal. Todas estas cosas. . . piedras, oro, plata y
grandes mesas circulares son cargas terrenales, que la mente no
contaminada no puede amar, recordando como lo hace su propia
naturaleza, ligera, libre de contaminación, y lista para saltar en lo alto
cuando sea liberada: mientras tanto, en toda su extensión, permitida por
obstaculizar las extremidades y la carga que recae sobre nosotros, la
mente en las alas del pensamiento atraviesa los reinos de los dioses. Por lo
tanto, la mente nunca puede ser exiliada, la mente que es libre y está
relacionada con Dios e igual a todo el espacio y todo el tiempo. . . Este
cuerpo débil, la prisión y la cadena del alma, es arrojado de aquí para
allá. Es en contra de esto que los castigos, robos y enfermedades hacen lo
peor; la mente misma es sagrada y eterna, y la mano de la violencia no
puede ser puesta sobre ella".

"Considere que los pobres, que forman la mayor parte de la humanidad,


no tienen un aire más sombrío o ansioso que los ricos; no, me inclino a
pensar que están más alegres debido al hecho de que su mente está
distraída por menos preocupaciones. . . . En cuanto a mí, cuando miro
hacia atrás en instancias en el pasado, me da vergüenza sacar algún
consuelo de la pobreza. El lujo ha aumentado tanto en nuestros días, que
la provisión para exiliados excede el patrimonio del jefe hombres del
estado en tiempos pasados. Sabemos que Homero tenía un solo esclavo,
Platón tres, Zenón, fundador de la filosofía inflexible y viril de los estoicos, no
tenía ninguno. ¿Alguien dirá por lo tanto que estos filósofos vivieron de una
manera miserable, sin parecer ser el más miserable de todos los hombres
en este sentido?" "La respuesta puede hacerse: ¿Por qué separas de forma
no natural estos males, que pueden ser soportados individualmente, pero
cuando unidos no pueden ser soportados? El cambio de lugar es
soportable si uno cambia simplemente su lugar de residencia. La pobreza
es soportable, si no se agrega la desgracia, que incluso por sí sola no suele
aplastar el espíritu de los hombres. Al que busca aterrorizarme con una
agregación de males, debo responderle: la mente que es superior a
cualquier fase de la fortuna será superior a todos ellos. La mente una vez
endurecida por la virtud es invulnerable a cada asalto. Si la avaricia, una
pesadilla muy mortal de la raza humana, ha relajado su control sobre
usted, la ambición no lo retrasará. Si no considera su último día como un
castigo, sino como una ley de la naturaleza, el miedo a nada más se
aventurará a entrar en ese seno del cual ha expulsado el temor a la
muerte. Si consideras que el deseo sexual se le dio al hombre no por el
placer sino por el propósito de propagar la raza, cualquier otro deseo
pasará sin ser tocado por aquel a quien esta pasión ruinosa que está
profundamente arraigada en nuestra vida, no ha dañado. La razón no
triunfa sobre los vicios individualmente sino sobre todos ellos juntos; su
victoria es general". Y él continúa con respecto a la desgracia:" ¿Supones
que el sabio está perturbado por la desgracia, que depende totalmente
de sí mismo y que está libre de las opiniones de la manada común? Una
muerte ignominiosa es más que una desgracia. Sin embargo, Sócrates con
la misma mirada con la que había tratado a los treinta tiranos con falta de
respeto en cierta ocasión, ingresó a la prisión, destinado a eliminar la
desgracia incluso de ese lugar. Porque esa morada no podía parecer una
prisión en la que se encontraba Sócrates. . . . Ningún hombre es
despreciado por otro a menos que haya sido despreciado por él mismo.
Una mente que se arrastra y abyecta está expuesta al insulto; pero el que
se eleva por encima de las desgracias más crueles y triunfa sobre los males
por los cuales otros hombres son aplastados, considera las desgracias
mismas como una insignia de distinción, ya que "sin duda" nuestra
disposición es tal que nada desafía nuestra admiración.
Más que un hombre valiente en la adversidad. Mientras Aristeides estaba
siendo castigado en Atenas, todos los que lo conocieron bajaron los ojos y
gruñeron ante el destino, no de un hombre justo, sino de la justicia misma.
Un hombre, sin embargo, al pasar, escupió en la cara de Aristeides. . . pero
Aristeides se secó la cara y, con una sonrisa, le dijo al magistrado que lo
acompañaba: advierta a ese tipo que no bostece tan ofensivamente. . . .
Si un gran hombre ha caído, conserva su grandeza; No es más un objeto
de desprecio que las ruinas de los templos cuando son pisoteados. A tales
ruinas los devotos les rinden el mismo respeto que a los templos que aún
están en pie".

Después de darle a su madre estos remedios contra la adversidad, él


retoma todas las desgracias que le han sucedido, para que pueda
enseñarle cómo es victorioso quien ya ha vencido tantos males por la
fuerza del carácter. Él dice en consecuencia: "Pero cuanto más duras sean
estas pruebas, mayor será el coraje que debes convocar en tu ayuda; es
un enemigo conocido y a menudo vencido, contra el cual debes luchar
con un nuevo ardor. La sangre en este caso ha fluido de un cuerpo que ya
ha sufrido heridas, a través de cuyas cicatrices te han apuñalado".

CAPITULO XIII

Escribiendo a Gallio sobre los remedios para las desgracias, Séneca dice:
"Vas a morir, la muerte es natural para el hombre y no debe considerarse
como un castigo. Entré en el mundo con la condición de que lo dejare. Es
una tontería temer lo que no puedes evitar. . . vas a morir, no soy el primero
ni el último: muchos me han precedido, todos me seguirán. . . ¿Soy
ignorante de que soy un animal racional y mortal? "

"Los hombres piensan mal de ti. Pero son hombres malvados. Ahora,
disgustar a los hombres malvados es digno de elogio. Una opinión no
puede tener peso cuando el que condena es digno de condena. . . Los
hombres están hablando mal de ti, deberían estar perturbados, si
actuaban con buen juicio; tal como están las cosas, su acción es
provocada por un estado mental enfermo. No saben cómo hablar bien de
un hombre. Actúan como lo hacen, no porque lo merezca, sino porque tal
es su hábito. . . "
"Sufrirás el exilio. Estás equivocado; solo hay un país para todos nosotros. No
tengo prohibido vivir en mi tierra natal sino en una determinada localidad. .
. Ninguna tierra extranjera es un lugar de exilio, sino simplemente otro país".
. . . El país de un hombre es donde le va bien. Pero el bienestar está en el
hombre mismo, no en su ubicación. . . Si es un sabio, simplemente está
viviendo en el extranjero; si es un tonto, él está sufriendo el exilio ".

"El dolor amenaza. Si es leve, aguantémoslo, la paciencia es un asunto


pequeño. Si nuestro dolor es severo, aguantemos, la gloria no es un asunto
pequeño. El dolor es algo difícil. No, eres suave, pocos han sido capaces
de soportar el dolor. Seamos unos de los pocos". "La pobreza es grave para
mí. No, tú eres grave para la pobreza. La culpa no está en la pobreza sino
en el hombre que la padece. La pobreza está libre de gravamen,
despreocupación, seguridad. . . Eres pobre porque crees que eres "Las
aves no carecen de nada. Las bestias del campo viven por el día. . . Ese
hombre ha recibido una gran suma de dinero. Por lo tanto, el orgullo
también. . . ¿Lo consideras un hombre? Es un cofre de dinero". ¿Quién tiene
envidia de una tesorería o de arcas llenas? Él es simplemente el cofre a
quien consideras el dueño del dinero. Si es pródigo, no lo tendrá; si es un
avaro, no lo tiene usted considera afortunado, a menudo se lamenta, a
menudo suspira. Muchos lo acompañan. Las moscas siguen a la miel, los
lobos carroña, las hormigas el grano. Esa multitud está detrás del botín, no
el hombre". La muerte, el exilio, el dolor, sufrimiento y demás no son los
castigos sino los tributos de la vida.

CAPITULO XIV

Consolando a Marcia por la muerte de su hijo, Séneca escribe lo siguiente:


"El dolor se renueva y se fortalece a diario. . . y el dolor se convierte en el
placer de una mente infeliz. No lo imagine un gran logro para preservar
una actitud valiente en medio de prosperidad cuando la vida avanza
propiciamente.

Un mar en calma y un viento favorable no muestran la habilidad del piloto;


debe ocurrir algo adverso para probar su coraje. . . . La envidia de la
fortuna no se despierta por nada más que la tranquilidad de la mente. El
timonel del barco está deshonrado y permite que el timón sea arrebatado
de las garras, que abandona las velas hacia el vendaval y entrega el
barco a la tempestad. Pero debemos alabarlo incluso en el naufragio a
quien el mar ha abrumado mientras aún retiene su barco y lucha por
salvarlo".

"Anhelar lo propio es natural. ¿Quién niega esto, siempre y cuando sea con
moderación?. . . Pero nuestro sentimiento va mucho más allá de los
requisitos de la naturaleza. Considere cuán violento es el dolor de los
animales y cuán breve. Bestias salvajes después Siguiendo las huellas de sus
crías, al regresar a sus guaridas saqueadas, su ira desaparece en poco
tiempo. Las aves con fuertes gritos lloran por sus nidos vacíos, pero en un
breve espacio de tiempo reanudan su vuelo en silencio; el hombre, único
animal que sufre una pena prolongada por la pérdida de sus crías. . . Pero
para convencerte de que no es natural sucumbir a nuestras penas,
considera que la misma pérdida inflige una herida más profunda en las
mujeres que en los hombres, en los bárbaros que en las naciones cultas, en
los ignorantes que en los eruditos. Pero las cosas que han derivado su
fuerza de la naturaleza conservan lo mismo. Es evidente que lo que varía
no es natural. El fuego quema a todas las edades, los ciudadanos de todas
las ciudades, los hombres y las mujeres por igual. Mostrar su poder para
cortar en cada cuerpo. ¿Por qué? Porque ha derivado sus poderes de la
naturaleza. . . . Cada uno a su manera siente pobreza, pena, ambición, de
acuerdo con la impresión de hábito sobre él; y de acuerdo con una terrible
idea preconcebida con respecto a cosas que no deben temer, una idea
que lo ha vuelto débil e incapaz de resistencia".

"En segundo lugar, lo que es natural no disminuye con el tiempo; el dolor,


sin embargo, se consume con el tiempo. Pero dirán: 'No pensé que
sucedería'. ¿Crees que no sucederá algo que sabes que puede sucederle
a muchos y que ves que realmente le sucedió a muchos? Una máxima
excelente y digna de ningún origen común es la línea,

Lo que le puede pasar a cualquiera le puede pasar a cada uno.

Ese hombre ha perdido a sus hijos; También puedes perder el tuyo. Este
hombre ha sido condenado; y su vida inocente está en peligro inminente.
Este error engaña,. . . Él roba a los males presentes de su poder que ha
previsto que estaban arrinconando".
"Todo este esplendor accidental que nos rodea, Marcia, niños, honores,
riquezas, salones espaciosos, multitud de clientes, vestíbulos abarrotados. . .
y todo lo demás que depende de una fortuna incierta y caprichosa es
propiedad de otro y son simplemente prestado a nosotros. Ninguna de
estas cosas se nos da. Son como esas decoraciones prestadas que
embellecen nuestros teatros, que deben devolverse a sus dueños, algunas
el primer día, otras el segundo, mientras que algunas quedan para el final
de la obra. Por lo tanto, no hay ninguna razón por la que debamos admirar
estas cosas como si estuviéramos ubicados entre nuestras propias
posesiones. El uso y disfrute de ellas es nuestro. Es Dios quien da estos
juegos, quien determina el momento de la restitución. Debemos tener en
preparación lo que se nos ha dado por tiempo indefinido, y cuando se nos
solicite, debemos hacer una restitución sin quejas.

Es solo un deudor muy malo el que desprecia a su acreedor. . . A menudo


se debe amonestar a la mente para que ame los objetos destinados a
dejarnos, no, como ahora. Debes poseer las bendiciones de la fortuna sin
un reclamo permanente. . . . No tienes ninguna promesa para la noche
que viene, ninguna para la hora actual. Debes apresurarte; estás
amenazado desde atrás. . . . Todas tus posesiones están sujetas a saqueo;
son ignorantes, pobres miserables, que su vida es solo un vuelo".

"¿Por qué deberíamos llorar por los detalles de la vida? Es deplorable en su


conjunto. Nuevas desgracias te presionarán, antes de que hayas
terminado con lo viejo. . . ¿Qué es el hombre? Un jarrón frágil destrozado
por cualquier frasco. Hay no necesitas una gran tempestad para
destrozarte. Te descompondrás ante cualquier conmoción. ¿Qué es el
hombre? Un cuerpo débil y frágil, desnudo, sin defensa natural,
dependiente de la ayuda de otros, expuesto a todos los atropellos de la
fortuna. . . la presa y la víctima de cualquier bestia salvaje. . . incapaz de
soportar el frío, el calor, el trabajo. . . Un olor, un sabor, insomnio. . . y la
comida y las cosas sin las cuales el hombre no puede vivir, le resultan
mortales. . . . No es capaz de soportar cada clima, cambio de agua y la
explosión de un aire al que no está acostumbrado; en una palabra, las
causas más insignificantes lo enferman. . . mientras tanto, qué gran
conmoción se agita ¡por este animal tan despreciable! ¡En qué grandes
pensamientos se entrega, olvidando su propia condición! Sus proyectos
son ilimitados, eternos. Todos sus planes incluyen nietos y bisnietos. Pero en
medio de sus grandes diseños, la muerte lo abruma. Lo que llamamos vejez
es simplemente el circuito de unos pocos años".

"Como regla general, las grandes y duraderas bendiciones no caen en


manos de nadie. La buena fortuna no dura ni continúa hasta el final a
menos que sea moderada". Y presenta ejemplos de paciencia para
soportar la pérdida de hijos. "Grecia no es la única nación que se
enorgullece de un padre que, en medio de un sacrificio al enterarse de la
muerte de un hijo, simplemente le ordenó al flautista que se callara, se
quitó la coronilla de la cabeza y completó debidamente el resto de la
ceremonia. Pulvillus el pontífice actuó de manera similar cuando se le
informó de la muerte de su hijo mientras estaba consagrando el Capitolio.
Fingió no escuchar lo que le habían dicho y repitió las palabras solemnes
del ritual, sin sufrir un gemido para interrumpir su oración".

"Cornelia, hija de Escipión, madre de los Gracchi, recordó a sus doce hijos
con la misma cantidad de muertes. . . Los Gracchi, a quienes se niega el
título de buenos ciudadanos pero no el de grandes hombres, la madre fue
asesinada y privada de sepulcro. A aquellos que le ofrecieron consuelo y la
llamaron infeliz, ella dijo: "Nunca me llamaré infeliz, yo que he dado a luz a
los Gracchi". Octavia y Livia, una hermana de Augusto y la otra su esposa,
perdieron a sus hijos, la flor de su juventud, y ambos considerados como un
futuro emperador. Octavia rechazó todo consuelo. . . Durante el resto de
su vida dio paso a su dolor como lo había hecho en el funeral. Lo habría
considerado una segunda pérdida, si había dejado de llorar, no deseaba
ningún retrato de su amado hijo, no permitió que su nombre fuera
mencionado en su presencia. . . Livia mostró la sensibilidad de una madre y
la firmeza de la esposa de un emperador.

No dejó de celebrar el nombre de su hijo, de retratarlo en privado y en


público, de hablar de él y de escucharlo mencionar con el mayor placer".

"La vida humana es asaltada por males de todo tipo; nunca nos conceden
una paz larga, apenas una tregua. . . De hecho, es la naturaleza de los
mortales que nada es más agradable que lo que han perdido".

"Es entonces la opinión la que nos atormenta; somos nosotros mismos


quienes ponemos la estimación en nuestra desgracia. El remedio está en
nuestras manos".
"Todas las obras del hombre son perecederas y de corta duración; no
ocupan ningún lugar en la inmensidad del tiempo. . . cuyo incremento, por
grande que sea, será insignificante. Solo hay una forma de vivir durante
mucho tiempo, vive lo suficiente. . . No encontrarás diferencia entre la vida
más larga y la más corta si comparas el tiempo que uno ha vivido con el
que no ha vivido ".

"¿Te quejas, Marcia, de que tu hijo no vivió tanto como podría haber
vivido? ¿Cómo sabes si una vida más larga hubiera sido beneficiosa para
él? ¿Si su propio interés no exigiera su muerte? ¿Qué hombre puedes?” Ser
encontrados hoy cuyos intereses tienen una base tan segura, que no tiene
nada que temer a medida que pasa el tiempo. Los asuntos humanos
siempre están sujetos a cambios, nunca son estables. . . y por esta razón, la
gente que más desea la muerte, es afortunada, porque en tal estado de
inestabilidad y en una condición tan desordenada de las cosas, el pasado
solo es seguro. Nada es tan engañoso como la vida del hombre, nada tan
insidioso; nadie lo hubiera aceptado si hubiera conocido la naturaleza de
ese don."

"Además de esto, ya que todo en el futuro es incierto y amenazante, el


camino hacia los dioses es más fácil para las almas que han sido liberadas
en el mejor momento posible de la relación humana. Porque han
contraído muy poca contaminación y lentitud, ya que son liberadas antes
del carácter terrenal. Vuelan de regreso en un ala más ligera a su origen. . .
una larga estadía en el cuerpo nunca es agradable para las grandes
mentes".

CAPITULO XV

He tratado esta tercera parte de la Filosofía Moral con mayor extensión de


lo que me propuse al principio. Pero la belleza de los sentimientos morales
nos deleita; y especialmente estos principios son presentados con gran
claridad de pensamiento por los esfuerzos de los filósofos. Y deberíamos
aceptarlos con mayor entusiasmo ya que los filósofos cristianos no sabemos
cómo razonar sobre el tema de la moral, ni podemos hacer un
llamamiento tan elocuente. Ojalá pudiéramos aprobar con nuestra
conducta aquellos principios que los filósofos propusieron tan sabiamente.
Porque aunque con respecto a las virtudes que otorgan la gracia, a saber,
la fe, la esperanza, el amor y similares, podemos percibir verdades de las
cuales incluso los filósofos son ignorantes, pero en las virtudes que en
general son necesarias para la integridad de la vida. Para la relación de la
sociedad humana, tanto en palabras no somos rival para ellos, y en los
hechos somos menos eficientes, como lo demuestra claramente la
consideración de la sabiduría enseñada por ellos. Esto es bastante digno
de culpa en nosotros y digno del desprecio de todos los hombres. Por lo
tanto, debería ser necesario que los filósofos cristianos consideren la gloria
sin nubes exhibida por los filósofos. Además, nos alientan los ejemplos de los
escritores sagrados.

Porque aplicaron diligentemente a las cosas divinas la enseñanza de los


filósofos, y especialmente aquellos principios relacionados con la moral y
las reglas de la vida correcta. Pero hay una razón particular por la que me
detengo en estas obras de Séneca, ya que aunque he buscado libros de
este tipo desde mi infancia, nunca he tenido éxito en encontrarlos hasta la
actualidad. Me refiero a De Ira, Ad Helviam, Cur bonis mala accidunt, An in
sapientem cadunt contumelia et injuria, Ad Marciam, y los tres trabajos
siguientes. Como no sé si estos libros han sido vistos por su excelencia, he
intentado citarlos aquí con cierta libertad.

Capitulo XVI

Séneca comienza su consuelo dirigido a Paulino sobre la brevedad de la


vida humana de la siguiente manera: "La mayoría de los hombres se
quejan de la injusticia de la naturaleza, porque nuestra vida es corta. . . No
tenemos muy poco tiempo, lo desperdiciamos demasiado". La vida sería lo
suficientemente larga y sería suficiente para completar las grandes
empresas, si estuviera debidamente organizada como un todo. Pero
cuando la vida se ha disipado en extravagancia y en descuido de las
oportunidades, cuando se dedica a ninguna ocupación útil, por lo general
inspirando la última necesidad sombría, percibimos que la vida ha pasado
sin nuestra percepción de su paso. El hecho es que no se nos ha
concedido una vida corta, la hemos hecho corta. Como las riquezas que
caen en malas manos se disipan en un momento; mientras que una
modesta fortuna si se le confía a un buen tutor se incrementa por su
cuidado; aun así, nuestra vida si está bien empleada se extiende durante
un largo período. "La vida es larga si sabes cómo usarla. Pero uno está
poseído por una avaricia insaciable, otro se dedica constantemente a
esfuerzos superfluos, otro más está lleno de vino; y otro se estanca por la
pereza. . . . Todo el período no es vida sino tiempo. Los vicios nos rodean y
nos presionan desde todos los lados, ni nos hacen levantar o alzar los ojos
para examinar la verdad, sino que nos presionan y se aferran a nuestra
lujuria.

Nunca se nos permite recuperarnos; cuando tengamos algunos momentos


de respiro, nuestras pasiones nunca nos permiten estar perfectamente
tranquilos; somos como el mar cuyas olas continúan en movimiento incluso
después de que el viento ha cesado. Ese hombre está apegado a tal
persona, mientras que este hombre está apegado a otra persona. Ningún
hombre se pertenece a sí mismo".

"Aunque todos los genios que han iluminado el mundo de común acuerdo
expresan su asombro ante esta única cosa, nunca expresarán
adecuadamente su asombro ante esta ceguera del espíritu humano. No
se encuentra a nadie que esté dispuesto a distribuir su dinero; entre cómo
¿Cuántos de nosotros distribuimos su vida? Son cuidadosos al proteger su
patrimonio; pero son pródigos cuando se trata de perder el tiempo, lo
único en lo que la avaricia es loable. . . Este es tu centésimo año o más.
Ven, cuenta tu vida, dime cuánto de este tiempo ha consumido el
acreedor, cuánto ha consumido la amante, el patrón, el cliente, cuánto en
la coacción de los esclavos, cuánto correr para complacer a tus amigos,
hemos traído sobre nosotros. Agregue también el tiempo que no hemos
utilizado: verá que tiene menos años de los que cuenta. Recuerde cuántas
veces fue firme en su resolución. . . cuando hizo uso de tu propio ser,
cuando permanecí sereno y tu espíritu se desanimó. . . cuántos han
saqueado tu vida sin que hayas percibido lo que estabas perdiendo. . .
percibirás que tu muerte es prematura. ¿Cuál es entonces la razón? Vives
como si esperaras vivir siempre. Tu fragilidad nunca se te ocurre. Como los
mortales temes todas las cosas, como los inmortales lo deseas todo.
Escuchará a muchos decir: '¡A los cincuenta me retiraré! Mi sexagésimo
año me liberará de los negocios. . . . ¿Quién permitirá que esos planes
tuyos maduren mientras los organizas ahora? ¿No te da vergüenza reservar
para ti solo el remanente de tu vida y destinar para el bien de tu alma solo
ese tiempo que no puedes emplear de ninguna otra manera? Cuán tarde
es comenzar a vivir en un momento en que debemos dejar de existir. . .
posponer consejos sanos y desear comenzar la vida es un límite que pocos
han alcanzado".

"Escucharás a los personajes más poderosos y exaltados decir que desean


descansar; encontrarás que lo alaban y lo prefieren a todas las
bendiciones que disfrutan. Mientras tanto, desean descender de su
elevada posición si pueden hacerlo con seguridad". Porque la fortuna se
derrumba sobre sí misma aunque no sea asaltada ni sacudida por una
fuerza externa. El deificado Augusto, a quien Dios otorgó más que a
cualquier otro príncipe, oró sin cesar por el reposo y buscó alivio de los
asuntos de estado y volvió a este tema, su esperanza de descanso. Con
este dulce pero engañoso consuelo que solía consolar sus labores. . . Pero
esas cosas se pueden lograr con más gloria de lo prometido. . . Reposar
parecía tan deseable que no ser capaz de disfrutarlo, de hecho, lo
imaginó en la mente: el que veía todas las cosas dependientes de sí
mismo, que regulaba los destinos de los hombres y de las naciones,
consideraba el día en el que debía dejar a un lado su grandeza. El más
feliz de su vida. La experiencia le había enseñado cuánto esfuerzo
costaban esos beneficios que extendían tanto brillo por todo el mundo,
cuánta inquietud cubrían", pero no eliminaron.

"Marcus Cicerón. . . mientras conducía de un lado a otro con la República


y mientras intentaba evitar que se arruinara. . . ¿cuántas veces había
tenido razón para maldecir ese consuelo suyo, que había elogiado no sin
causa sino sin fin? Cuán llorosas son las palabras que pronuncia. . . Es inútil
recordar aquí los ejemplos de muchos que, con fama de ser muy felices,
han dado un verdadero testimonio contra sí mismos en su odio total a
cada acto de sus vidas. . . Aunque su vida se extiende más allá de mil
años, se reducirá a un lapso muy corto".

"En primer lugar, enumero a aquellos que tienen tiempo libre para nada
excepto el vino y la lujuria. Porque ninguno está ocupado de manera más
vergonzosa. En cuanto al resto, aunque están poseídos por una vana idea
de gloria. . . erran de una manera más varonil; es una vergonzosa
enfermedad degenerativa lo que aflige a los hombres abandonados a la
lujuria. . . Finalmente, todos están de acuerdo en que nada puede ser
manejado adecuadamente por un hombre preocupado por otros asuntos;
uno no puede cultivar la elocuencia o las artes liberales, cuando su mente
está distraído por otros intereses y es incapaz de recibir una impresión más
profunda, y rechaza todo lo que se le impone. Nada está en posesión del
hombre más preocupado que su propia vida; no hay ciencia más difícil
que la de la vida, las otras artes tienen a muchos preparados para
enseñarlas. Los simples niños parecen haber dominado algunas de ellas
hasta tal punto que incluso podrían enseñarlas: requerimos toda la vida
para aprender a vivir; y lo que quizás te sorprenda aún más, es que
requerimos toda la vida para aprender a morir. Tantos hombres grandiosos,
después de liberarse de todos los obstáculos, después de renunciar a las
riquezas, ocupaciones y placeres, hasta el final de sus vidas han tratado de
aprender a vivir. Sin embargo, muchos de ellos partieron de esta vida
confesando que aún ignoraban este arte. . . . Es la marca, créanme, de un
gran hombre que está muy por encima de los errores humanos para no
perder su tiempo. Por lo tanto, su vida es muy larga, ya que sea cual sea su
duración, ha estado totalmente a su servicio. Ninguna parte de ese tiempo
estaba desempleada o desperdiciada en la ociosidad, ninguna parte
estaba bajo el control de otra. Un economista rígido de su tiempo, no
encuentra nada digno de ser recibido a cambio de ello. Por lo tanto, su
tiempo asignado le bastaba, pero necesariamente el tiempo les falló a
aquellos, de cuya vida el público tomó una gran parte ", y sus vicios les
robaron aún más. . ." Cuente, digo, y examine detenidamente los días de
su vida; verá que muy pocos de ellos quedaron a su disposición. . . . Pero el
que emplea parte de su tiempo para su propio beneficio, que organiza
todos sus días con vistas a la vida misma, ni desea el día siguiente ni lo
teme; en realidad dirige la fortuna como quiere; su vida está a salvo. No se
le puede agregar nada, nada se le puede quitar.

Tal adición es como una porción de comida dada a un hombre ya


saciado y lleno; recibe lo que no desea. En consecuencia, no debe pensar
que un hombre ha vivido mucho tiempo debido a sus canas y arrugas; no
ha vivido mucho tiempo, pero ha existido mucho tiempo. ¡Entonces que!
¿Crees que ha hecho un largo viaje al que el salvaje vendaval atrapó al
abandonar el puerto y lo llevó de un lado a otro? ¿O también el que los
vientos cambiantes y furiosos han conducido en círculo sobre el mismo
lugar? Tal hombre no ha hecho un largo viaje, pero ha sido abrumado".

"Estoy constantemente sorprendido de ver a la gente preguntando por el


tiempo de los demás; también estoy sorprendido por aquellos que otorgan
solicitudes de este tipo con tanta disposición. Ambos consideran el motivo
de la solicitud, ni prestan atención a lo solicitado; como si nada se pide,
como si nada se diera, se hace una broma de lo más precioso del mundo.
Los engaña porque es incorpóreo, porque no se les ve a los ojos ". . . . Pero
"nadie le da valor al tiempo. Lo emplean como algo sin valor. Pero
contemple a estos mismos hombres, cuando están enfermos y se creen en
peligro de muerte, abrazando las rodillas de sus médicos; si temen la pena
capital, míralos listos para gastar todo, para que puedan vivir; tan grande
es la discordia de sus pasiones. Pero si cada uno de nosotros pudiera saber
el número de sus años en el futuro como lo hace en el pasado, cómo
¿Quisiéramos temblar aquellos de nosotros al ver que les quedaba poco,
cuán ahorradores serían de ellos? Y, sin embargo, es fácil regular lo que es
seguro a pesar de que es pequeño, debemos cuidar con mayor cuidado
lo que nos puede fallar en cualquier momento."

"Arreglan su vida a expensas de la vida. Dirigen sus pensamientos lejos. El


aplazamiento es responsable de la mayor pérdida de la vida. . . nos roba
nuestro presente mientras promete lo que es más remoto. El mayor
obstáculo de la vida es la expectativa que depende de mañana y pierde
hoy. Haces disposición para lo que se ha puesto en la mano de la fortuna;
pierdes lo que se ha puesto en lo tuyo. ¿Hacia dónde diriges tu mirada, a
qué punto te estás esforzando? Todo lo que está por venir es incierto,
comience a vivir ahora. He aquí, el mayor de los bardos nos advierte. . . "El
mejor día en la vida de los mortales infelices es el que huye primero".

"¿Por qué demoras? A menos que lo aproveches, se habrá ido. Y cuando


lo hayas aprovechado, todavía estará en vuelo. Por lo tanto, debes
combatir la rapidez del tiempo con prontitud para usarlo. El poeta parece
reprochar admiramos admirablemente nuestra infinita planificación para el
futuro al decir que no es la mejor edad la que huye primero, sino solo que
es el mejor día. Es el día en que el poeta te habla, de este mismo día que
está en fuga No hay duda, entonces, que el mejor día es el primero que
despega para los mortales infelices, es decir, para los mortales agobiados
por las preocupaciones de la vida, cuyas mentes, aún las de meros niños,
son aplastadas por la vejez, han llegado sin preparación e indefensos.

Porque no han hecho provisión; la vejez los asalta repentinamente, en un


momento en que no lo esperaban". "Fabianus, no uno de los filósofos
pedantes, sino un verdadero filósofo del viejo tipo, solía decir: "Debemos
combatir las pasiones con fuerza, no con sutileza; debemos rechazar su
banda malvada no con golpes leves sino con un asalto vigoroso". . .
Cuando reprochamos a los hombres sus errores, debemos enseñarles y no
simplemente lamentar su ceguera. El tiempo se divide en tres partes,
pasado, presente, futuro. De estos, lo que estamos haciendo es breve: lo
que vamos a hacer, dudoso: lo que hemos hecho, seguro. La fortuna ha
perdido sus derechos en el último, ya no está a disposición de nadie. Es el
pasado que pierden los hombres que están envueltos en sus propios
asuntos. Porque no tienen tiempo libre para revisar el pasado; y si deben
tener el tiempo libre, no es agradable recordar algo de lo que se
arrepientan. Por lo tanto, a pesar de sí mismos, recuerdan los tiempos que
se han gastado mal, ni se aventuran a volver a aquellos temas cuyas fallas
son evidentes en la revisión. El hombre cuya conciencia, siempre un juez
infalible, ha censurado todas sus acciones, es el único que mirará el
pasado con placer. Pero aquel cuya ambición ha sido desmesurada, cuyo
orgullo lo ha hecho despectivo, insolente en su éxito, que ha engañado
insidiosamente, robado con avidez, derrochado prodigiosamente,
necesariamente teme su propia memoria.

Sin embargo, esta es la porción de nuestro tiempo que es sagrada y


consagrada, más allá del alcance de todos los accidentes humanos,
retirada del reino de la fortuna, que no quiere ni teme ni ataca
enfermedades. Esto no puede ser perturbado ni arrebatado; su posesión es
duradera e inquebrantable. Cada uno de nuestros días está presente solo
momento a momento, pero los días que han pasado se presentarán a
nuestra voluntad y se someterán a inspección y detención de acuerdo con
nuestra voluntad. . . . Es la mente tranquila y serena que puede examinar
todas las porciones de su vida; Las mentes de los preocupados, como si
estuvieran bajo un yugo, son incapaces de volverse y mirar hacia atrás. La
vida de tales hombres, por lo tanto, pasa a la oscuridad. . . por lo tanto, no
importa cuánto tiempo se les conceda. . . pasa por mentes destrozadas y
plagadas de agujeros. El presente es muy breve; tanto, de hecho, que
algunos no piensan que tiene alguna existencia. Porque el tiempo siempre
está en el ala, fluye y acelera, termina antes de llegar. . . . El presente,
entonces, es el único momento que concierne a los preocupados, pero es
tan breve que no puede ser aprovechado y se pierde en la medida en
que les afecta".

"¿Deseas, entonces, una prueba de la brevedad de su vida? Considera


cómo desean prolongar su vida. Los viejos decrépitos ruegan en sus
oraciones por algunos años adicionales. Fingen que son más jóvenes de lo
que son. Se engañan a sí mismos con la mentira, y voluntariamente se
engañan a sí mismos, como si estuvieran engañando al destino al mismo
tiempo. Cuando por fin alguna enfermedad les advirtió de su mortalidad,
¿con qué gran temor mueren?, no como si se estuvieran alejando de la
vida, sino como si estuvieran siendo arrastrados fuera de ella. Gritan que
han sido tontos por no haber vivido, y que si solo pueden recuperarse de
esa enfermedad, vivirán en reposo. Entonces se dan cuenta de cuán vano
ha sido su preparación de cosas que no debían disfrutar, lo inútil que
resultó todo su trabajo. Por otro lado, cuán amplia es la vida que se pasa
lejos de toda distracción. . . ninguna parte de ella se disipa. . . nada está
sujeto a la fortuna. . . nada se pierde a través de negligencia. . . Nada es
superfluo. . . . Por lo tanto, no importa cuán corta sea la vida, es suficiente,
y cuando llegue el último día, el sabio no dudará en avanzar hasta la
muerte con un paso firme".

Y desde que Séneca concibió al sabio como en un estado de reposo, y a


los necios y viciosos como preocupados y no disfrutando del reposo, los ha
dividido en tres clases.

Para algunos, los hombres tienen mentes ocupadas con los cuidados que
imponen los pecados y las vanidades, aunque no cometen tales o al
menos solo unos pocos, posiblemente porque no pueden hacerlo. De estos
hombres, Séneca dice: "Algunos tienen un tiempo libre ocupado; en su
casa de campo, en su cama, en medio de la soledad. Porque aunque se
han retirado de los hombres, son una carga para ellos mismos, cuya vida
no debe llamarse uno de ocio, pero si de una ocupación negligente".
Aquellos que no disfrutan del ocio cuyos deseos abarcan muchos
proyectos. Séneca dice: "Este hombre no disfruta del ocio. Debería
emplear otro término en su caso. Está enfermo, no, está muerto". De
aquellos que no son adictos ni en pensamiento ni en hechos a tales
pecados de la carne, pero que se deleitan con curiosos detalles triviales de
aprendizaje, Seneca dice: "Nadie duda de que" cuando "te dedicas a la
erudición de una tierra inútil, tú y los esfuerzos laboriosos no tienen ningún
valor real. . . Si te guardas estos resultados para ti, tu hombre interior no
estará mejor; si los publicas, pareces no más erudito sino más aburrido. Un
celo inútil por tal información ha atraído a los romanos también. . . Escuché
recientemente un cierto recuento sabio de lo que cada uno de nuestros
generales romanos había sido el primero en inaugurar: Curius Dentatus fue
el primero en liderar a los elefantes en un triunfo. . . ¿Quién fue el primero
en persuadir a los romanos? ¿Ir a bordo de un barco? Era Claudio, de
apellido Caudex por esta razón, porque con esta palabra los antiguos
designaban un marco de muchas tablas. Por la misma razón, los registros
públicos se llaman códices y barcos que, siguiendo un uso antiguo, llevan
provisiones en el Tíber se llaman Odicariae. Tal conocimiento no es
probable que nos beneficie. . . . ¿Sufrirá que alguien se preocupe por el
hecho de que Lucius Sulla fue el primero en poner leones desatados en el
circo para ser asesinados por los lanzadores de jabalina enviados por el
Rey Boco, mientras que en general fueron presentados atados? . . . ¿Qué
beneficio tiene saber que Pompeyo fue el primero en mostrar en el circo un
combate de dieciocho elefantes con criminales? . . . Consideró que era un
tipo notable de espectáculo destruir a los hombres de una manera
novedosa. . . . Era mejor que se olvidaran cosas como estas, para que
algún hombre en el poder no supiera de ellas y se sintiera tentado a imitar
su crueldad inhumana. . . . Luego hay una serie de otras cosas que son
ficciones o se asemejan a mentiras.

Séneca ha citado estas cosas para ilustrar su significado, y las incluye como
cosas a evitar. Pero los he presentado más bien por su valor al explicar
palabras antiguas, en las que todos cometemos errores con respecto a su
significado no solo en los escritos profanos sino también en los sagrados.
Porque, omitiendo cualquier consideración de las otras palabras,
aprendemos de este pasaje el significado de la palabra Circo, del cual se
deriva ludi circenses [concursos en el Circo Máximo], de los cuales
Jerónimo hace mención en su Epístola a Paulino que sirve como un
Prefacio a la Biblia. Los concursos no se llaman circenses porque son
alrededor de un círculo [que tiene que ver con espadas], aunque Isidoro
da esta explicación en el decimoctavo libro de las Etimologías, ni se
sugiere la verdadera explicación en ninguno de los otros. Pero los
concursos se llaman circenses del circo [círculo], que era un lugar de forma
circular, en el que los gladiadores y los lanzadores de jabalina solían pelear
con las bestias salvajes como espectáculo público, como todavía es
costumbre en muchas provincias donde los hombres se reúnen en un
círculo alrededor de los que luchan con bestias salvajes.

Pero debemos volver con Séneca a nuestro tema, él dice: "Solo todos los
hombres que disfrutan del descanso que tienen, su tiempo libre para la
sabiduría; viven; porque no solo conservan cuidadosamente su propio
tiempo" sino que "juzgan que todas las edades son suyas. Todos los años
que los han precedido son su posesión. A menos que seamos muy
desagradecidos, reconoceremos el hecho de que son para nosotros
aquellos autores muy ilustres de pensamientos considerados con
reverencia que han nacido y han preparado la vida. Somos conducidos
por el trabajo de otros a cosas muy hermosas que han sido atraídas por
ellos desde la oscuridad hacia la luz.

No se nos prohíbe la edad, se nos admite a todas las edades. Y si tenemos


suficiente grandeza de espíritu para salir de los estrechos confines de la
debilidad humana, vemos abierto un amplio período de tiempo. Podemos,
si lo deseamos, disputar con Sócrates, dudar con Carneades. . . conquista
la naturaleza humana con los estoicos, escapa de ella con los cínicos, ya
que la naturaleza nos permite entrar en la comunidad de todos los
tiempos. ¿Por qué no transferirnos de todo corazón de este paso del
tiempo estrecho y fugaz a esos espacios ilimitados y eternos que nos
ofrecen comunión con hombres más nobles? . . . Aquellos que desean
tener a diario a Zenón, Pitágoras, Demócrito y los maestros restantes de las
artes liberales, y Aristóteles y Teofrasto como sus amigos más íntimos. . .
recibirán de ellos lo que deseen. Los hombres tendrán su permiso completo
para beber hasta saciarse. ¡Qué felicidad, qué noble vejez espera al
hombre que se ha convertido en su cliente! Tendrá consejeros con los que
podrá consultar sobre los asuntos de menor y mayor momento, cuyo
consejo puede pedir diariamente sobre sí mismo, de quien puede
escuchar la verdad sin ofender. . . en cuya semejanza puede moldearse. . .
. Estos hombres te mostrarán el camino que conduce a la eternidad, y te
elevarán a ese lugar desde el cual nadie es rechazado, esta es la
verdadera forma de extender tu vida mortal. . . . Honores, monumentos,
todo lo que la ambición ha ordenado por sus decretos o sus esfuerzos han
sido rápidamente derrocados. . . . Lo qué sabiduría ha consagrado
ninguna edad destruirá. . . . La vida del sabio, por lo tanto, tiene un amplio
rango.

Su vida no está cerrada por el mismo límite que limita la vida de otros
hombres. Él solo se libera de las limitaciones humanas. Todas las edades le
prestan servicio como si fuera un dios. El tiempo que ha transcurrido lo
capta con memoria, lo que está presente que utiliza, lo que está por venir
que anticipa y organiza. . . La vida de aquellos que es muy corta, es de
quienes olvidan el pasado, descuidan el presente, y temen por el futuro. . .
. Sus alegrías también carecen de tranquilidad; porque no descansan
sobre cimientos sólidos, sino que están preocupados por la misma
inseguridad de la que surgen. . . . Todas sus mayores bendiciones son
fuentes de ansiedad, y la mayor buena fortuna es siempre la menos
confiable. Para salvaguardar la buena fortuna se requiere buena fortuna
adicional, y se deben ofrecer oraciones por las oraciones que acaban de
ser respondidas. Porque todo lo que viene como regalo de fortuna es
inestable.

Cuanto mayor es la fortuna, más probable es que caiga. Lo que amenaza


la ruina no puede ser una fuente de placer para nadie. Por lo tanto, lo más
miserable, así como muy breve, debe ser la vida de quienes aseguran con
gran trabajo lo que retienen con un esfuerzo aún mayor. Adquieren
laboriosamente lo que quieren, retienen con ansiedad lo que han
adquirido. . . . Sustituyen las nuevas ocupaciones por las antiguas. La
esperanza excita la esperanza, la ambición suscita aún más ambición. No
se busca el fin de sus problemas, solo se cambia la causa de ellos. . . .
Nunca faltarán causas de cuidado desafortunadas o desgarradoras, todo
el reposo se roerá, por así decirlo, por las ocupaciones de la vida. El repose
nunca será disfrutado. La vida siempre será deseada".

"Separarse, entonces, de la multitud común, querido amigo, y retirarse por


fin a un refugio más pacífico, después de su tormentoso viaje que ha
durado más de uno de sus años debería esperar razonablemente.
Considere cuántas olas ha cruzado, cómo muchas tormentas que ha
sufrido, algunas de las cuales se ha encontrado como ciudadano privado,
mientras que otras en su capacidad pública las desvió del estado hacia
usted.

Ha dado una prueba suficiente de la calidad de su virtud en trabajos y


dificultades: ahora pruébelo en condiciones pacíficas. La mayor parte de
su vida, ciertamente la mejor parte, se ha dedicado al estado; dedique
parte de su tiempo también a usted mismo. . . . Usted administra los asuntos
del mundo entero tan desinteresadamente como los de los demás, tan
diligentemente como los suyos, tan fielmente como los de la república. En
tu posición pública en la que es difícil evitar el odio, ganas afecto.

Pero, créanme, es mejor conocer el valor de la propia vida que el del


suministro público de granos.
"Debemos seguir adelante para mejorar las cosas mientras nuestra sangre
está caliente y todavía estamos en nuestro mejor momento. En este nuevo
tipo de vida experimentas el disfrute de todas las artes liberales, el amor y
el ejercicio de la virtud, el olvido de las pasiones, el arte de vivir y morir, un
profundo descanso. El estado de todos los hombres preocupados por los
asuntos mundanos es realmente infeliz, pero lo más miserable es la suerte
de aquellos que trabajan sin beneficio para sí mismos, cuyo sueño está
sujeto al sueño de otros, cuyo paso debe adaptarse al paso de otro. . . Si
estos hombres desean saber cuán corta es su vida, deberían considerar
cuán pequeña es una parte de la suya ".

"A los cincuenta años de edad, la ley exime al soldado del servicio, a los
sesenta no convoca al senador. Los hombres obtienen más fácilmente de
la ley que de sí mismos el fin de sus labores".

CAPÍTULO XVII

Como consuelo para la muerte de un hombre y la de sus seres queridos,


Séneca dice elocuentemente: "¿Quién es tan vanidoso, tan presuntuoso,
como para desear que él y los suyos sean los únicos exentos de las leyes de
una necesidad por la cual la naturaleza convoca a todos? ¿Las cosas
vuelven al mismo fin? ¿Quién fingirá proteger a su familia de una
destrucción que amenaza al mundo mismo? Por lo tanto, es el mayor
consuelo pensar que nada nos ha sucedido excepto lo que todos antes de
nosotros hemos sufrido y todos están destinados a sufrir. Y, en
consecuencia, la naturaleza parece haber asestado su golpe más severo
a todos los hombres por igual, para que la igualdad de nuestro destino nos
consuele por su severidad".

"Podemos acusar al destino una y otra vez, pero no podemos alterarlo. . .


¿Pero qué es tan abyecto y afeminado como para dejarse consumir por el
dolor?" Y dado que el hombre era excelente con quien estaba hablando,
dice: "No se te permiten muchas cosas, que son permitidos a los hombres
en una posición humilde y oscura. El alto rango implica una gran
esclavitud. Es más feliz, créeme, por quien la fortuna es innecesaria que el
hombre que la tiene bajo su mando. Todas esas bendiciones que nos
deleitan con su engañoso placer, dinero, rango, poder y muchas otras
cosas que excitan la admiración y la codicia de los mortales ciegos, se
conservan con esfuerzo y son vista con envidia, y aplasta a esos mismos
hombres a quienes adornan. Amenazan con más maldad que con bien.
Son peligrosos e inciertos. Nunca estamos en posesión segura, por suponer
que no debemos temer por el futuro, aún la mera custodia de una gran
riqueza está llena de ansiedad. Si desea considerar a aquellos con una
visión más profunda de la verdad, toda vida es un castigo, arrojado sobre
este mar profundo e inquieto, con su cambio de flujo y reflujo, en un
momento somos lo alto en la cresta de la ola y en el siguiente se precipitan
en su valle; Estamos constantemente abofeteados y no tenemos un lugar
de descanso seguro. Estamos en suspenso y flotamos de aquí para allá,
uno chocando con otro, y en algún momento u otro sufrimos el naufragio
del cual estamos en constante temor. Para aquellos embarcados en este
mar turbulento, expuesto como está a cada tormenta, no hay refugio
excepto la muerte. . . . Hay, créeme, una gran felicidad en la mera
felicidad de morir. Nada es seguro por un día entero. Donde la verdad es
tan complicada y difícil de ver, ¿quién puede adivinar si la muerte ha
envidiado al moribundo o ha tratado amablemente con él?

"Es injusto el que no le deja al donante el poder de lidiar con su don; es el


hombre que trata con mérito como ganancia lo que ha recibido, y
menosprecia lo que ha devuelto. Ingrato es el hombre que llama la
terminación de un placer una herida, tonto el que encuentra ganancias
solo en las bendiciones actuales. . . ¿No debe ser considerado como un
hombre injusto que está molesto por haber devuelto dinero prestado,
especialmente cuando fue prestado sin intereses? ha dado vida y luego,
ejerciendo su propio derecho, se la quita. Tampoco es culpa de la
naturaleza cuyos términos eran bien conocidos, sino la codiciosa
esperanza de la mente mortal, una esperanza que constantemente pierde
de vista lo que es la naturaleza, y nunca recuerda su lote propio, excepto
cuando se advierte.

Cuánto júbilo fue el que, cuando se le anunció la muerte de su hijo,


expresó un sentimiento digno de un gran hombre: "Cuando lo traje al
mundo supe que debía morir". . . . Alegrémonos por lo que se nos dará, y
regresemos a pedido. . . . No sé si es más tonto ignorar la ley de la
mortalidad o más descarado negarse a someterse a ella".

El deificado Augusto perdió a su querida hermana Octavia. . . yernos, hijos,


nietos; y durante toda su vida nadie se dio cuenta más que él de que era
un simple mortal. Sin embargo, su corazón, capaz de confrontar todas las
cosas, dominó todas estas aflicciones, y el deificado Augusto se convirtió
en vencedor no solo sobre las naciones extranjeras sino también sobre sus
propias penas”. "Pero para pasar por alto todas las demás instancias. . . dos
veces la fortuna me asaltó con pena por un hermano, dos veces percibió
que podía ser herido, pero que no podía ser vencido. . . . Por lo tanto, sin
embargo, he controlado mis sentimientos, que no dejé deshacer nada de
lo que debería exigirse a un hermano amoroso, ni hice nada que pudiera
ser censurado en un príncipe "." No prever las desgracias de uno es indigno
de ser humano, y no soportarlo es indigno de un hombre".

CAPITULO XVIII

Ahora debemos considerar las opiniones de Séneca sobre la vida


bendecida y la paz mental. Porque las declaraciones en esos libros
fortalecen la mente contra la adversidad, y la descuidan de la prosperidad
externa. Séneca, un maestro de los preceptos morales, comienza su
ensayo dirigido a Gallio sobre la Vida Bendita de la siguiente manera:

"Todos los hombres, hermano Gallio, desean vivir felices, pero no tienen una
visión clara cuando se les pide que determinen qué hace feliz la vida. . . De
modo que si uno se pierde, su movimiento simplemente aumenta su
distancia desde su destino", ya que él está en un camino que conduce en
la dirección opuesta. . . Pero mientras paseemos sin otra guía que el
alboroto y los gritos discordantes de aquellos que nos convocan en
diferentes direcciones, la vida pasará en medio de errores, la vida que es
corta, incluso si trabajamos día y noche con excelentes intenciones. . . ya
que las condiciones en este caso no son las mismas que en nuestros otros
viajes. En este último hay un camino bien definido, y los nativos de esa
localidad nos piden que no suframos y que nos vayamos por mal camino.
Pero en la vida, todos los caminos más transitados y frecuentados nos
llevan más lejos y por mal camino. Por lo tanto, debemos tener el máximo
cuidado de no seguir como ovejas al rebaño que está adelante, que
avanza no en la dirección requerida pero a lo largo del camino. Y, sin
embargo, no hay nada que nos involucre en enfermedades mayores que
prestar atención a un mero rumor, teniendo en cuenta que hacemos las
mejores cosas que han recibido el consentimiento general".
Las otras causas de error que he recopilado y anotado en su lugar
apropiado en la primera parte de este trabajo. "Somos perjudicados al
unirnos a aquellos que avanzan por delante de nosotros, mientras
preferimos confiar en los demás en lugar de juzgar por nosotros mismos, no
formamos ningún juicio con respecto a la vida. . . Nuestra cura depende
de nuestra separación de la multitud." "No hay ocasión para su respuesta
en el camino convencional; Este lado parece tener la mayoría; ya que por
esta misma razón está equivocado. Los asuntos humanos no están tan bien
ordenados, que los mejores consejos atraen a la mayoría ", y Séneca hace
otras declaraciones como las anteriores". Busquemos descubrir qué
conducta es la mejor, no cuál es la más habitual; y lo que nos pondrá en
posesión de la felicidad, no lo que ha ganado la aprobación de la
multitud, el peor juez de la verdad. . . . Tengo una luz mejor y más segura
para distinguir lo verdadero de lo falso; deja que el alma descubra las
buenas cualidades del alma. Si el alma alguna vez tiene tiempo para
respirar y retirarse a sí misma, cómo se va a confesar la verdad a sí misma
después del autoexamen y dirá: 'Todo lo que he hecho hasta el momento
actual preferiría deshacerlo. . . . Todavía no soy un amigo para mí. . . Esas
cosas que llaman la atención, en las cuales los hombres hacen una pausa,
que un hombre señala a otro con admiración, son brillantes y bellas
externamente, pero por dentro son horribles''.

"Busquemos algún bien que posea, no una mera apariencia, sino un valor
sólido y duradero, uno que sea más hermoso en lo que es menos visible
para el ojo. . . ni es una bendición tan remota a nosotros; se encontrará. Es
solo necesario saber en qué dirección extender su mano; ahora pasamos
como en la oscuridad lo que está cerca. . . Pero no para llevarlo por un
circuito demasiado largo. . . Doy mi consentimiento a la naturaleza. La
sabiduría consiste en mantenerse cerca de la naturaleza y formarse de
acuerdo con su ley y modelo. Feliz entonces es la vida que está en
armonía con su propia naturaleza. Tal vida no puede realizarse a menos
que la mente esté sana y en constante posesión de su cordura; debe
además poseer coraje, fuerza, magnanimidad, paciencia, renuncia a las
circunstancias. El cuidado del cuerpo y de lo que le concierne no está
excluido, pero no debe ser una fuente de ansiedad. Podemos adquirir los
bienes de la vida sin ser molestados por ninguno de ellos; podemos usar los
dones de la fortuna pero no debemos ser esclavizados por ellos. Usted
percibe, incluso si no agrego, que la paz y la libertad perpetuas son el
resultado cuando se eliminan esas cosas que nos irritan y aterrorizan.
Porque en lugar de placeres y en lugar de lo trivial y perecedero. . . una
gran alegría, constante e inalterable, triunfa, también paz y armonía de
mente y grandeza unidas con amabilidad".

"También podemos dar otras definiciones de nuestro bien en diferentes


términos pero con el mismo significado. . . El mayor bien es una mente que
desprecia todo lo que depende de la fortuna, una mente que se regocija
en la virtud; o, es una fuerza invencible mental, fortificado por la
experiencia, calma en acción, dotado de mucha benevolencia y respeto
por los semejantes. También podemos definir al hombre feliz como aquel
para quien no hay bien y no hay mal excepto una mente buena y una
malvada. Tal hombre fomenta lo que es honorable, está contento con la
virtud y no es exaltado por los favores de la fortuna ni quebrantado por sus
rechazos. No conoce un bien (cosa) superior al que puede otorgarse a sí
mismo; su mayor placer es el desprecio de los placeres. . . . ¿Por qué no
deberíamos definir la vida feliz como la posesión de una mente libre, recta,
inmaculada, firme, colocada más allá del miedo, más allá del deseo, cuyo
único bien es la integridad, cuyo único mal es la vergüenza, de ningún
momento todas las demás cosas, que tampoco toman de la vida feliz ni
añadir a ella, que van y vienen sin aumentar y disminuir el bien supremo. La
felicidad constante y la alegría profunda deben atender al hombre con
tales principios, ya que encuentra su felicidad en lo que tiene y no anhela
más de lo que posee en su propia tienda. . . . El desprecio de la fortuna solo
puede otorgar esta libertad; entonces surgirá una paz mental basada en la
seguridad, una elevación de pensamiento, una alegría grande e
inalterable del conocimiento de la verdad después de que los temores
hayan sido desterrados, y una afabilidad y serenidad mental, que deleitará
al sabio no como meras bendiciones pero como bendiciones que surgen
de su propia bondad".

"La vida feliz se basa en un juicio correcto y cierto y es inmutable. Porque


entonces la mente es pura y libre de todos los males cuando ha escapado
no solo de las laceraciones sino incluso de las picaduras, resuelta siempre a
mantenerse firme y mantener su posición incluso contra una fortuna
enojada y hostil".

Y muestra que el placer carnal no es el bien supremo en la siguiente


declaración: "El placer entra en la peor vida, pero la virtud no admite una
vida malvada. . . El placer en sí mismo es una fuente de infelicidad del
hombre, lo que no podría ser si la virtud y el placer podría mezclarse,
porque la virtud a menudo carece de placer, pero nunca la necesita. ¿Por
qué juntar disimiles, más bien, opuestos? La virtud es algo elevado, superior,
real, invencible, infatigable; el placer es bajo, servil, débil, perecedero,
cuya publicación y la morada son burdeles y tiendas de cocina.
Encontrará virtud en el templo, en el foro, en la casa del senado con las
manos endurecidas por el trabajo; descubrirá placer con mayor
frecuencia escondiéndose y ansioso por refugios oscuros alrededor de los
baños públicos y sudaderas. . . . empapado en vino y perfume". Del mismo
modo, dice: "El bien supremo es inmortal. . . no contiene saciedad ni
arrepentimiento. Una mente recta nunca varía, ni se vuelve odiosa consigo
misma. . . Pero el placer se desvanece en el momento en que más se
deleita. El placer tiene bordes estrechos y los llena rápidamente, luego se
cansa y languidece después de que se pasa la primera impresión.
Tampoco es seguro cuya naturaleza esencial es el movimiento. Por lo
tanto, ni siquiera es posible que haya algo real en algo que viene o pasa
con la mayor rapidez, destinado a perecer en su propio uso. Porque en el
punto donde llega el placer, cesa, e incluso al comienzo está cerca de su
fin".

Del mismo modo, "¿Qué pasa con el hecho de que el mal disfruta tanto del
placer como del bien? Los viciosos encuentran tanto placer en su
vergüenza como virtuosos en su rectitud moral. Es por esta razón que los
sabios de la antigüedad han enseñado que los hombres deberían llevar la
mejor vida, no la más agradable, hasta el final, que el placer no debe ser
la guía, sino la compañera de las buenas y honorables intenciones, porque
es la naturaleza la que debemos tomar como nuestra guía; es a ella a
quien sigue la razón. Es lo mismo, entonces, vivir felizmente y vivir de
acuerdo con la naturaleza. Ahora explicaré mi significado. Si conservamos
con cuidado pero sin temor nuestros dones corporales y las cosas que se
ajustan a la naturaleza, considerándolas como dadas, pero por un día y es
probable que despeguemos, si no nos esclavizamos a ellos, ni nos
permitimos codiciar las posesiones de los demás, si consideramos que todo
lo que es agradable para el cuerpo y todo lo que nos viene desde afuera
es como, entonces para hablar, meramente tropas auxiliares y de armas
ligeras en el campamento, viviremos según la naturaleza. Esas cosas
deberían servir, no dominarnos; entonces se vuelven útiles para la mente.
Un hombre debe ser incorruptible e invencible en lo que respecta a las
cosas externas, y debe admirarse solo, confiado y preparado para
cualquiera de las dos contingencias, el artífice de su propia vida. Su
confianza no debe ser sin conocimiento, su conocimiento no sin
constancia; sus decisiones deben mantenerse, ni debe haber ninguna
alteración en sus decretos.

Es evidente, incluso si no afirmo el hecho, que tal hombre estará bien


constituido y debidamente regulado, y en toda su conducta muestra
grandeza combinada con alegría. . .Deje que regrese a sí mismo. Para este
mundo que también abarca todas las cosas, este Dios que gobierna el
universo se extiende hacia afuera, pero regresa completamente a sí mismo
desde todas las direcciones. Nuestra mente debe hacer lo mismo: cuando
la mente que sigue sus sentidos se ha extendido con su ayuda a objetos
externos, debe ser dueña de ellos y de sí misma. De esta manera, se
producirá una sola fuerza y un poder en armonía consigo mismo, y surgirá
la razón pura, segura en sus conclusiones y sin inconsistencia o vacilación
en sus ideas. . . . La mente que se ha organizado correctamente, que ha
coordinado sus propias partes y las ha puesto a tono, por así decirlo, ha
alcanzado el bien más elevado. Para nada básico, no queda nada
resbaladizo en el que pueda tropezar o caer. Tal mente hará todas las
cosas a su propia voluntad, no se encontrará con nada inesperado, pero
fácilmente, sin duda, convertirá cada acto en bueno. Por inacción e
irresolución indican falta de armonía e inconstancia dentro. Por lo tanto,
puede declarar con confianza que el mayor bien consiste en la
tranquilidad. Porque las virtudes deben estar presentes donde prevalecen
la armonía y la unidad; los vicios siempre están en desacuerdo entre sí".

"Pero usted mismo, dicen, cultiva la virtud por ninguna otra razón que su
deseo de obtener algún placer de ella. . . Si la virtud nos garantiza placer,
la virtud no es buscada por esta razón. . . sino por el esfuerzo de la virtud;
aunque dirigido a otro objeto, también nos garantizará placer. Al igual que
en un campo que ha sido arado por un cultivo de grano, las flores brotan
en medio del grano, sin embargo, no se ha gastado tanto trabajo en su
nombre, aunque lo hacen por favor, el sembrador tenía algo más a la
vista, las flores venían simplemente como un accesorio.

Así también el placer no es la recompensa ni la causa de la virtud, sino el


accesorio. . . . El bien supremo consiste únicamente en el juicio y el hábito
de una mente virtuosa. Cuando una mente así ha redondeado su propia
bondad y se ha encerrado dentro de sus propios límites, ha alcanzado el
bien supremo y no desea nada más. Pues nada excede el todo, ni se
extiende más allá del fin. Por lo tanto, comete un error cuando pregunta
qué motivo oculto tengo para buscar la virtud; porque estás pidiendo algo
más alto que la cumbre. ¿Me preguntas qué estoy buscando de la virtud?
Estoy buscando la virtud misma.

La virtud no tiene nada mejor que darme; La virtud es su propia


recompensa.

Porque cuando te digo que el bien supremo consiste en la firmeza, la


previsión, la agudeza, la cordura, la libertad, la concordia y la belleza de
una mente fuerte; ¿Por qué me hablas de placer? Estoy buscando el bien
del hombre".

Y dado que el objetor diría de inmediato que no está hablando de carnal


sino de placer espiritual y mental, Séneca por esta razón introduce una
declaración del supuesto objetor que excluye el placer carnal para asignar
otro placer a la virtud. Debido a este otro placer, entonces, el objetor dice:
"No busco el placer del vientre, un órgano que es más grande en los
animales domésticos y en las bestias salvajes. Profesas ignorar mi
significado", dice, que nadie puede vivir placenteramente a menos que al
mismo tiempo él también viva virtuosamente. Tal vida no es posible para los
animales tontos ni para los hombres que miden su bien en términos de
comida. Yo afirmo claramente y abiertamente que esta vida lo que yo
llamo agradable es inseparable de la virtud". Pero Séneca responde a la
objeción con la afirmación de que el placer se encuentra no solo en la
gula y el libertinaje, sino también en otros vicios espirituales, ya que los
hombres disfrutan de estos otros vicios, así como de los mencionados
anteriormente. Y, por lo tanto, la virtud no puede existir por el placer
mental, ya que el placer acompaña tanto a los pecados como a la virtud,
siendo de hecho común tanto a la virtud como al pecado, porque los
hombres se regocijan y encuentran placer tanto en el mal como en el
bien. Esta es su declaración adicional: "¿Quién no sabe que todos los
hombres con el menor sentido son los más saciados de los placeres? ¿Y
que la maldad está llena de cosas placenteras? ¿Que la mente misma
proporciona muchos tipos bajos de placer? El principal de ellos es la
arrogancia, una opinión demasiado alta de uno mismo, una superioridad
imaginada sobre los demás y un amor ciego y descuidado por la propia
posesión". Desde entonces, se puede responder que el hombre bueno al
menos experimenta placer y alegría y, por lo tanto, tiene placer mental,
dice: "La virtud juzga los placeres antes de admitirlos, ni valora mucho lo
que aprueba, porque ella simplemente los admite, y no se regocija en el
uso que hace de ellos, sino en los límites que prescribe ".

Y él le dice al objetor: "Aceptas el placer, me refiero. Lo disfrutas, lo usa. Lo


consideras el mayor bien, ni siquiera un bien. Haces todo por placer, no
hago nada".

"No llamo a ese hombre un sabio para quien algo es superior, y menos aún
si esto es un placer. Porque, dominado por el placer, cómo resistirá el
trabajo, el peligro y el deseo. . . cómo resistirá la vista de ¿muerte, dolor?
¿Cómo soportará las convulsiones de la naturaleza y tantos enemigos
amargos, el que ha sido vencido por un adversario tan débil? " Y debido a
que el objetor todavía puede presionar su punto, Seneca continúa con su
oposición: "¿No ve cuántos consejos puede dar el placer?" "No podrá dar
malos consejos ya que está unida a la virtud", es la respuesta del objetor.
Pero Séneca refuta así la afirmación: "¿No ves cuál sería la naturaleza de
un bien supremo que requiere un guardián, para que pueda ser un bien?
Pero, ¿cómo gobernará la virtud el placer que sigue, ya que incumbe a
quien obedece seguir, y a quien ordena gobernar? ¿Colocas a tu general
en la retaguardia? La función eminente de la virtud en tu sistema es probar
de antemano los placeres. . . y, como les sucede a muchos, están locos
con una jovialidad, locura y risa en su delirio. Pero los placeres del sabio son
suaves y moderados y casi indiferentes. Se mantienen bajo sujeción y
apenas se notan, ya que vienen sin ser buscados, y cuando se presentan,
no son recibidos con honor ni bienvenidos con alguna alegría por parte de
quienes los experimentan. Porque los mezclan y los entremezclan a través
de la vida como juegos y bromas en medio de asuntos serios. Dejen que
cesen, entonces, para tratar de aliar dos cosas que son incompatibles, a
saber, combinar placer con virtud, un error por el cual pagan los más
corruptos. El hombre corrupto, absorto en sus placeres, siempre
sobrealimentado y borracho, cree que está viviendo virtuosamente ya que
está viviendo placenteramente. Porque se le dice que el placer no puede
separarse de la virtud; luego le da a sus vicios el nombre de la sabiduría y
hace una exhibición de lo que debe ocultar.
Por lo tanto, empapados de vicios, buscan un poco de defensa y un
manto para sus deseos, y pierden lo único bueno que poseían entre sus
males, a saber, su sentimiento de vergüenza por las malas acciones. . . "

"Lo que es suficiente para la naturaleza es insuficiente para el desenfreno. .


. El que ha dado su asentimiento a la virtud ha dado la apariencia de
cualidades nobles. El que sigue el placer parece suave, sin vigor,
degenerado, un hombre destinado a caer en malos caminos, a menos
que alguien distingue para él entre los placeres, a fin de saber cuáles de
ellos se limitan dentro de los límites del deseo natural, que son
incontrolados y sin restricciones y cuanto más se sacian, más insaciables se
vuelven. . . No se carga el bien, por su propia grandeza".

"Y si esa unión de virtud y placer te agrada, deja que la virtud preceda,
deja que el placer la atienda y sea como la sombra del cuerpo. . .
tendremos placer, pero seremos sus amos y controladores. Cualquier
placer que asegure de nosotros se nos ganará suplicando, no por
compulsión, pero aquellos que han confiado el placer con el liderazgo se
han privado de ambos; pierden la virtud y no poseen el placer, sino que el
placer los posee, víctimas igualmente de su ausencia que los atormenta, y
de su exceso que los asfixia; miserables si están abandonados por él, aún
más miserables si están abrumados. . . Cuanto más grandes y más
numerosos son, más pequeño es aquel a quien el mundo llama feliz, y el
esclavo de muchos maestros. . . El que sigue el placer, renuncia primero a
la libertad y se gasta por el bien de su estómago; no compra placer para sí
mismo, sino que se vende a sus placeres. Sin embargo, lo que impide, pide,
la virtud y placer ser unidos en uno, y el bien supremo se forma de tal
manera que se vuelve al mismo tiempo honorable y agradable. Porque
ninguna parte de los honorables puede ser deshonrosa. El bien supremo
tampoco conserva en sí mismo su propia pureza, si contempla en sí mismo
algo inferior. . . .

Pero el que asocia la virtud y el placer debilita cualquier vigor encontrado


en el bien por la fragilidad en el segundo, y envía bajo el yugo esa libertad
invencible de la que nada se sabe que sea más precioso. Porque
comienza a necesitar fortuna, que es la peor esclavitud. . . . Por lo tanto, no
otorga a la virtud una base sólida e inamovible, sino que le ofrece a la
virtud una posición cambiante e incierta. ¿Por qué son tan inciertas como
la expectativa de lo fortuito y la diversidad de cuerpos y de cosas que
afectan al cuerpo? ¿Cómo puede este hombre obedecer a Dios y
aceptar con una mente tranquila lo que suceda? . . . ¿Cómo puede poner
una construcción favorable a sus propios males si es sensible a las menores
incitaciones de placer y dolor? Pero ni siquiera en su país es un buen
guardián y vengador, ni es un defensor de sus amigos si se entrega a los
placeres. Entonces, que el bien supremo se monte en un punto desde el
cual ninguna fuerza puede arrastrarlo hacia abajo, hasta un punto
inaccesible para el dolor, el miedo, la esperanza y todo lo demás que
pueda afectar los derechos plenos del bien supremo. Pero la virtud sola
puede subir a esta altura; ese ascenso puede ser dominado por ella sola.
Ella se mantendrá firme y soportará cualquier cosa, no solo con paciencia
sino también con placer, y se dará cuenta de que todas las dificultades
están de acuerdo con la ley de la naturaleza. Ella es como el valiente
soldado que sufre sus heridas, cuenta sus cicatrices, y atravesado por
dardos muere aun amando al comandante por quien cae. Tendrá en
cuenta ese viejo precepto, seguir a Dios. Quien se queja, lamenta y gime,
se ve obligado a obedecer y, a pesar de su resistencia, a ejecutar las
órdenes que se le imponen. ¡Pero qué locura es ser arrastrado en lugar de
seguir! Es tanto la ignorancia de la condición de uno como la locura de
llorar. . . estar asombrado e indignado por las cosas que le suceden tanto
al bien como al mal. Encontremos con gran valor todo el orden universal
que nos exige soportar. Hemos sido obligados a prestar este juramento
para soportar la gran cantidad de mortales y no ser perturbados por
aquellas cosas que no está en nuestro poder evitar. . . . La obediencia a
Dios es libertad".

'La verdadera felicidad, entonces, descansa en la virtud. ¿Qué consejo te


dará esta virtud? No consideres nada como bueno o malo que no
proceda de la virtud o el vicio. Ella (la virtud) le aconsejará además que
sea firme y contrario al mal para formar el bien de Dios, en la medida en
que lo haga de acuerdo con la voluntad divina. ¿Qué te promete para tal
empresa? Grandes bendiciones e iguales a las que poseen los dioses; no
sufrirás compulsión, no te faltará nada, serás libre, seguro y protegido de
pérdidas. Nunca intentarás nada en vano, nunca serás arrestado por
ningún obstáculo, todas las cosas te sucederán de acuerdo con tu deseo.
No ocurrirá nada adverso, nada contrario a sus expectativas. . . . Entonces
¿Qué? La virtud es suficiente para una vida feliz. ¿Por qué no debería ser
suficiente? No, es más que suficiente. ¿Para qué puede faltar un hombre
sin deseos? ¿Qué necesidad de cosas externas puede tener el que ha
reunido todas las cosas en sí mismo?

Pero como ningún hombre o al menos muy pocos alcanzan tal excelencia
moral, y como Séneca podría ser objeto de críticas por ciertas
imperfecciones propias, al no conformarse como maestro de la virtud
todas sus acciones a los requisitos de la virtud, Séneca responde cuando la
crítica de este tipo se dirige contra él de la siguiente manera: "Ahora te
respondo; no soy un sabio y, para agregar más combustible a tu ardiente
crítica, no me convertiré en uno. Exacto de mí, por lo tanto, no es que
Igualo a los mejores, pero que soy mejor que los hombres malvados, esto
me basta a diario para disminuir un poco mis vicios y corregir mis errores. . .
Preparo paliativos en lugar de curar mi gota, contenida si regresa con
menos frecuencia y es menos doloroso: soy un corredor débil en
comparación con tus poderes".

"Tu discurso y tu vida no se corresponden, dices. Platón y Zenón fueron


sometidos a este mismo reproche. Todos esos maestros solían decir no
cómo vivían ellos mismos, sino cómo deberían vivir. Estoy hablando de la
virtud, no de mí mismo, cuando abuso de los vicios. . . Ni esa malevolencia
tuya, impregnada de mucho veneno, me disuadirá de lo mejor. Ni siquiera
ese veneno con el que atacas a los demás, con el que te matas, me
impedirá continuar alabando la vida, no porque yo esté guiando, sino a la
que sé que debo liderar. Tampoco me impedirá adorar la virtud y
arrastrarme detrás de ella a gran distancia".

"Los filósofos son útiles en sus declaraciones con respecto a la virtud. . .


Porque si actuaran de acuerdo con sus enseñanzas, ¿qué vida podría ser
más feliz que la de ellos? Mientras tanto, no hay razón para despreciar las
buenas palabras y los corazones llenos de buenos pensamientos". La
búsqueda de estudios útiles debe ser elogiada aparte de su resultado. ¿Es
sorprendente que por caminos tan difíciles los hombres no lleguen a la
cumbre? Pero reconozca los poderes que intentan grandes cosas aunque
fracasen.

Es una cosa noble intentar cosas elevadas y concebir en la mente


proyectos demasiado grandes incluso para que una gran alma lo logre. Tal
hombre se ha propuesto esta línea de conducta, veré la muerte a su
llegada con la misma mirada que tengo cuando escucho que se
menciona. Me resignaré a los trabajos, por muy buenos que sean,
apoyando mi cuerpo con mi mente; Seré igualmente despectivo de las
riquezas, ya sea que las tenga o me falten, ni más triste si sé que están en
posesión de otros, ni más orgulloso si las encuentro arrojando su brillo sobre
mí; miraré con indiferencia a la fortuna si ella va o viene; veré todas las
manos como pertenecientes a mí, y las mías como pertenecientes a todas
las demás personas, viviré persuadido del hecho de que he nacido para
otros. . . .

Ella me ha dado a todo y todo a mí; todo lo que poseo no lo guardaré de


manera insignificante ni lo esparciré lujosamente, creeré que no poseo
nada más que lo que he otorgado con discernimiento, no contaré mis
beneficios, no los pesaré, ni los valoraré excepto de acuerdo con el mérito
del que los recibe. Si él es digno de ellos, no pensaré que he hecho mucho.
Nunca tomaré una opinión, sino mi conciencia, como el motivo de todo lo
que hago; creo que todo lo que hago, cuando soy el único testigo, se
hace a la vista de todo el mundo; mi propósito al comer y beber será
satisfacer los deseos de la naturaleza, no llenar y vaciar mi estómago; seré
agradable con mis amigos, amable y afable con mis enemigos; seré
apaciguado antes de que me pregunten, cumpliré con más de la mitad
de las solicitudes razonables; sabré que el mundo es mi país y Dios es su
gobernante; que él está por encima de mí y sobre mí como censor de mis
obras y mis palabras; y cuando la naturaleza exija mi espíritu o la razón lo
libere, iré después de dar testimonio de que amaba una buena
conciencia, actividades honorables, que no perjudicaba la libertad de
nadie. . . . El que proponga, desee, intente hacer estas cosas, hará su viaje
hacia Dios; en verdad, tal hombre, incluso si no sigue su curso, "cae en una
empresa audaz y grandiosa". De hecho, ustedes que odian la virtud y el
que la práctica no hacen nada nuevo. Para los ojos débiles temer al sol y. .
. animales nocturnos. . . están aturdidos por su ascenso y en todas partes
buscan sus lugares al acecho. . . gemido, emplea tu miserable lengua
abusando de lo bueno. . . antes que lo hundas te romperás los dientes".

"¿Por qué el que se dedica a la filosofía vive en la opulencia? ¿Por qué


dice que las riquezas deben ser despreciadas y aun así las conserva? ¿Por
qué piensa que la vida debe ser despreciada y aun así vive? ¿Por qué
piensa que la salud debería ser despreciada y, sin embargo, la protege
con el mayor cuidado? ... Y piensa y dice que el exilio es solo un nombre
vacío, ¿qué daño hay en los países cambiantes, y sin embargo. . . está
envejeciendo en su tierra natal? "
Responde a esta pregunta mostrando cómo el sabio puede ser bueno si
desea tener riquezas y no desea ser pobre, al establecer una distinción
entre el uso que se hace de las riquezas por el sabio y por el necio, muestra
cómo debe considerar el sabio riqueza. Tanto el sabio como el hombre de
hábitos malvados requieren las necesidades de la vida, y de la
abundancia que le corresponde a los recursos del mundo, él desea tener
lo que es necesario para sí mismo y para los demás, para poder ayudar a
los indigentes y manejar el problema del negocio del estado. Y así, dado
que posee sus riquezas para un propósito honorable y útil, no perderá su
virtud, que el hombre malvado tirará por su abuso de riquezas. Por lo tanto,
dice que "el sabio debe despreciar estas cosas, no que no las posea, sino
que no las debe poseer con inquietud mental. No las aleja de sí mismo, sino
que las atiende a su partida sin arrepentimiento. ¿Dónde, de hecho, la
fortuna depositará sus riquezas con mayor seguridad que con él, de quien
las recibirá nuevamente sin quejarse?. . .El sabio no ama las riquezas sino
que las prefiere. Las recibe en su hogar, no en su corazón. . . "

Y le dice al hombre necio: "Si las riquezas me abandonan, no se llevarán


nada más que a sí mismos; te sorprenderás y pensarás que te has quedado
sin ti, si se van de ti. Conmigo, las riquezas tienen un lugar, contigo ocupan
el lugar más alto. . . Las riquezas me pertenecen, tú perteneces a las
riquezas ".

"El filósofo tendrá abundantes riquezas, no robadas a nadie ni manchadas


con la sangre de otro, aseguradas sin dañar a nadie, libres de ganancias
sórdidas, riquezas que pasan tan honorablemente como entran y que
nadie se queja de ellas a menos que sea envidioso. . . Tal hombre no se
jactará de su patrimonio obtenido por medios honestos ni se sonrojará por
eso. Tendrá. . . razones para sentirse orgulloso si, al abrir su casa y admitir
que el público vea sus posesiones, podrá decir: "Que cada uno tome lo
que reconoce como suyo. ¡Oh, gran hombre, rico de la manera más
excelente!. . . Que vengan las riquezas, que disfruten de su hospitalidad. No
será pródigo con ellas; ni los esconderá; el primero es el acto de una
mente tonta, el último el de una persona tímida y mezquina. . . Poseerá su
riqueza pero la considerará voluble y probablemente desaparecerá; ni
sufrirá por su riqueza para pesar sobre sí mismo u otro. . . Él dará al bien. . . o
a aquellos que podrán hacer bien. Dará con la mayor discreción eligiendo
a los más dignos. . . Él dará por motivos rectos y loables. Porque un regalo
indigno otorgado debe clasificarse entre pérdidas vergonzosas. Su bolso se
abrirá fácilmente, pero no tendrá un agujero, un bolso del que sale mucho
y no se cae nada".

"Y tenga en cuenta esto primero; hay una diferencia entre el que está
interesado en la sabiduría y el hombre que realmente la ha adquirido. El
primero le dirá: 'Hablo excelentemente, pero todavía estoy involucrado en
muchos males. Hay no hay razón por la que deba juzgarme de acuerdo
con la regla que he establecido para mí. . . Todavía estoy trabajando en
mí mismo y preparándome e intentando alcanzar un alto estándar. Si
avanzo tanto como lo propongo, entonces requieren que mis actos se
correspondan con mis palabras. Pero el segundo hombre, habiendo
alcanzado la altura de la sabiduría humana, le hablará de una manera
diferente y le dirá al hombre tonto: 'Primero, no debes permitirte juzgar a tus
mejores; ya poseo una prueba de rectitud en desagradar a los hombres
malvados. . . Niego que las riquezas sean buenas, porque si lo fueran,
harían a los hombres buenos. Ahora, dado que se encuentran en posesión
de hombres malvados, las riquezas no pueden llamarse buenas; me niego
ellos este nombre. . . "

"Colócame en la casa más lujosa con oro y plata a mis órdenes. . . No me


respetaré por esas cosas que, aunque están en mi poder, todavía no son
parte de mí. . . . entre los mendigos. Sin embargo, no me despreciaré por
este motivo, porque me encuentro entre aquellos que ofrecen la mano por
limosna. ¿Por qué importa la falta de un bocado de pan cuando todavía
tenemos la oportunidad de morir? No me consideraré un poco más feliz
porque tengo una capa suave y porque mis invitados se reclinan en
púrpura. . . No seré más infeliz si mi cabeza cansada encuentra reposo en
un bulto de paja. . . No hay hora sin queja alguna; por esta razón no me
llamaré miserable en medio de estas adversidades. . . Porque he dispuesto
que ningún día sea siniestro para mí. . . Por lo tanto, declara el sabio, "mi
vida no está en desacuerdo con mi enseñanza. Pero no escuchas bien. El
sonido de mis palabras llega a tus oídos, tú no busques su significado".

"¿Cuál es entonces la diferencia entre mí con mi necedad y tú con tu


sabiduría, si ambos deseamos tener riquezas? Una diferencia muy grande.
Porque las riquezas en posesión del sabio están en servidumbre, en
posesión del tonto están al mando. El sabio no confía nada en las riquezas;
las riquezas lo son todo para ti. Te acostumbras a ellas y te aferras a ellas
como si alguien te hubiera prometido su posesión eterna: el sabio nunca
medita tanto en la pobreza como cuando está en medio de riqueza. . . Te
desperdicias en medio de tus propias posesiones ni crees cuántas
oportunidades amenazan cada momento de llevarte tu precioso botín. El
que priva al sabio de su riqueza le deja todas las cosas que son realmente
suyas. Porque el sabio vive complacido con el presente y sin ansiedad por
el futuro. De ninguna manera Sócrates me ha convencido con tanta
firmeza que no debería regular la conducta de mi vida de acuerdo con sus
opiniones. Mariscal de todos los lados su variedad habitual de trabajo,
consideraré que no estás pronunciando insultos sino lamentos como niños
muy infelices. . . . Sus alucinaciones las soporté, al igual que Júpiter, lo
absurdo de los poetas, uno de los cuales le ha echado alas, otros cuernos,
y otro más lo ha presentado como adúltero. . . . "

"¡Sócrates!, de esa prisión que limpió su entrada y se hizo más augusta que
cualquier casa del senado, proclama:" ¿Qué locura es esta tuya, qué
naturaleza hostil a Dios y al hombre que te incita a denunciar las virtudes? y
¿Violas todo lo sagrado con tus declaraciones malvadas? Elogie el bien si
puede; si no sigue su camino. Pero si encuentra placer en ejercer esa
libertad suya, diríjase a atacarse unos a otros. Porque cuando delira contra
el cielo, no digo que cometa sacrilegio, sino que pierde tus dolores. . . Es
una ventaja que la virtud sea presentada y puesta a prueba, y nadie
percibe su grandeza mejor que aquellos que han sentido su poder al
atacarla. Es solo golpeando un trozo de sílex ese se da cuenta de su
dureza. Me ofrezco a sus ataques como una roca solitaria en un mar
inquieto, que las olas azotan incesantemente por todos lados y, sin
embargo, no lo mueven de su lugar ni lo desgastan a través de tantas
edades y ataque incesante. Salta sobre mí, haz tu asalto. Por mi resistencia
te venceré. Todo lo que se apresura sobre lo que es firme e invencible
gasta su fuerza en su propio dolor. Por lo tanto, busca una sustancia suave
y cedente para conducir tus lanzas. ¿Tienes tiempo para examinar las
faltas de otros y juzgar a cualquier hombre? ¿Por qué, usted pregunta, este
filósofo vive demasiado bien alojado, por qué cena demasiado
suntuosamente? ¿Estás observando las pequeñas imperfecciones en los
demás cuando estás cubierto de muchas úlceras? Tal conducta es como
la del que se ríe de los topos o las verrugas de las personas más bellas
cuando él mismo es devorado por una terrible enfermedad de la piel.
Reprocha a Platón porque exigió dinero, Aristóteles porque lo aceptó,
Demócrito porque lo descuidó, Epicuro porque lo gastó. Echa en mis
dientes mi herencia. Qué feliz se sentirá tan pronto como esté en
condiciones de imitar nuestros defectos. No, considera más bien tus propios
vicios, que te enredan en todas partes, algunos enfurecidos externamente
mientras que otros queman tus signos vitales. ¿Qué debo decir más? ¿No
es una especie de torbellino, aunque apenas lo percibas, girando y
envolviendo tus mentes mientras huyen y persiguen los mismos objetos?

CAPITULO XIX

"Entre nuestros otros males, lo peor es que cambiamos nuestros vicios. . . y


esto también nos atormenta, ya que nuestros juicios no solo son malos sino
también volubles. Nos movemos de aquí para allá, nos aferramos a una
cosa tras otra, abandonamos lo que hemos estado buscando, buscamos
nuevamente lo que hemos abandonado. Nuestra vida es simplemente una
alternativa entre nuestros deseos y nuestros remordimientos. Porque
dependemos totalmente de los juicios de los demás, y consideramos lo
mejor que es alabado y buscado por los multitud, no lo que es digno de
elogio y deseable en sí mismo. Juzgamos que un camino es bueno o malo
solo por la cantidad de huellas entre las cuales no hay ninguno de los que
regresan".

"El hombre es demasiado mortal para la comprensión de las cosas


inmortales". Y dado que la búsqueda de la sabiduría y la virtud todavía es
desaprobada por muchos porque implica el abandono de los deberes
cívicos, por lo tanto, cita este cargo contra el ocio del sabio, dice, "La
naturaleza me ha destinado a dos cosas, acción y contemplación".

"La virtud desterrada a un ocio sin acción es un bien imperfecto y lánguido


y nunca muestra lo que ha aprendido. . . No solo debe pensar en lo que
debe hacer, sino también tomar una mano a veces para realizar sus
meditaciones. El sabio se retira a la reclusión, para que pueda estar seguro
de la oportunidad de hacer lo que beneficiará a la posteridad.
Seguramente estamos listos para admitir que Zeno y Crisipo lograron
mejores resultados que si hubieran liderado ejércitos, desempeñado
cargos, promulgando leyes; en efecto, promulgó leyes, no para un solo
estado, sino para toda la raza humana. ¿Cree usted, entonces, que tal
ocio no es digno de un buen hombre, un ocio en el que forme las edades
por venir, y se dirija no a un pequeño número de sus compañeros, pero si a
los hombres de todas las naciones presentes y futuras?. . . Han encontrado
los medios para hacer que su tiempo libre sea más útil para los hombres
que la actividad y el sudor de los demás. Por lo tanto, lograron mucho
aunque no participaron en los asuntos públicos. . . "

"¿A qué estado se retirará el sabio? A Atenas, en la que se condena a un


Sócrates, del cual huye un Aristóteles para escapar de la condena ¿buena
gente? ... Si quisiera pasar por revisión a todos los gobiernos, no encontraré
uno que pueda soportar al sabio".

CAPITULO XX

Ahora, finalmente, presentaré algunas citas del trabajo de Séneca dirigido


a Serenus sobre la paz mental, porque esto acompaña la vida feliz; y es
seguro que la felicidad no puede ser posible en esta vida sin tranquilidad.
Tampoco la vida en verdadera felicidad en el futuro estará completa sin
ella. Todas las adversidades pueden ser soportadas fácilmente si poseemos
esta tranquilidad. Pero dado que somos tan propensos a halagarnos a
nosotros mismos como a los demás, y al paliar nuestros vicios que miden
nuestra felicidad mental con un estándar falso, Seneca dice con excelente
punto: "Observamos familiarmente las imperfecciones en nuestro propio
hogar y en nuestro propio ser", el amor ciega nuestro juicio. Creo que
muchos podrían haber alcanzado la sabiduría si no hubieran creído que ya
eran sabios, si no hubieran ocultado ciertos vicios en sí mismos, si no
hubieran saltado a otros con los ojos cerrados. Porque no hay ninguna
razón por la que pienses que estamos más arruinados por los halagos
ajenos que por los nuestros. ¿Quién se ha aventurado a decirse la verdad?
¿Quién se puso en medio de la manada de aduladores y cortesanos no ha
sido su adulador más ansioso?

"Lo que deseas, Serenus, es permanecer inquebrantable, un estado mental


perfecto parecido al de Dios mismo. Los griegos llaman a esta estabilidad
mental ενθνμια, en la que hay un excelente tratado de Demócrito: yo lo
llamo tranquilidad. Estamos buscando descubrir cómo la mente,
disfrutando siempre de una igualdad perfecta, puede seguir un curso
uniforme, vivir en paz consigo misma, contemplar su suerte con
satisfacción, experimentar esta alegría sin interrupción y mantenerse en un
estado de calma; la calma nunca sufre elevación o depresión indebida,
esto será tranquilidad". Y primero toca los vicios que destruyen nuestra paz
mental, para que podamos saber cómo evitarlos y volver a nuestro estado
mental anterior.

Él dice en consecuencia: "Algunos hombres están plagados de una


mentalidad inconstante y un sentimiento de irritación e inconstancia
habitual de propósito, los hombres que siempre prefieren el plan que han
rechazado. . . son débiles e indolentes. Agregue aquellos que se parecen a
las víctimas de insomnio, dando vueltas y probando esta posición y eso
hasta que la fatiga finalmente los detenga. Tales hombres, que cambian
constantemente su forma de vida, finalmente permanecen en ese estado
en el que no les disgusta el cambio, sino que la vejez es demasiado lenta
para hacer que uno los encuentre. Agregue también a aquellos a quienes
el vicio de la pereza en lugar de la razón preserva de la inconstancia; viven
no como desean sino como han comenzado. El vicio tiene innumerables
formas, pero un efecto general, a saber, el descontento con uno mismo";
por lo cual rompe la paz mental. "Esto surge de la falta de equilibrio mental
y de deseos que son tímidos o que son coronados con poco éxito, donde
su audacia no es acorde con sus deseos o no obtienen lo que desean y
viven completamente de la esperanza". Tales hombres están siempre en un
estado de agitación y suspenso, el resultado inevitable de depender de sus
propios deseos. . . Esos hombres están poseídos por el arrepentimiento por
lo que han comenzado y por miedo a comenzar de nuevo; y esa agitación
de una mente que no encuentra salida se arrastra sobre ellos, ya que no
pueden controlar sus deseos ni satisfacerlos. De este modo, su vida
detenida, por así decirlo, se arrastra lentamente y dolorosamente, y la
mente languidece en medio de su desilusión, esperanzas. Todos estos
males se agravan cuando, en su resentimiento ante una mala fortuna que
es tan onerosa, se han refugiado en el ocio y los estudios privados, que no
pueden ser soportados por la mente interesada en los asuntos públicos,
ansiosos por acción, inquieta por naturaleza, y que posee en sí misma
pocas fuentes de consuelo.

Por esta razón, cuando se retiran las delicias que proporcionan sus
ocupaciones, no pueden soportar el hogar, la soledad y los muros de
contención. La mente dejada en sí misma no le importa ver su propia
imagen. Esta es la causa del cansancio y la auto repugnancia, de la
agitación de una mente que nunca descansa, y del dolor y la amargura
con que soporta su propia inacción. . . . Los deseos reprimidos sin salir se
ahogan: luego vienen el dolor y la languidez y las miles de fluctuaciones de
una mente inconstante mantenida en un sombrío y deplorable estado de
suspenso por las esperanzas que ha entretenido. Luego sigue la condición
mental del hombre que detesta su propio ocio y se queja de que no tiene
nada que hacer, y que ve con envidia el éxito de otro. Porque la pereza
que causa infelicidad genera envidia, y los hombres desean la caída de los
demás, porque no han podido avanzar. . . . Porque la mente del hombre es
naturalmente activa y propensa al movimiento. Cada ocasión de
excitación y diversión es agradable a la mente; aún más agradable para
los peores personajes que se desperdician voluntariamente en sus
actividades. A medida que ciertas úlceras anhelan el toque dañino de la
mano y encuentran placer en ellas, y todo lo que irrita da placer a una
picazón en el cuerpo, solo puedo decir que estas mentes en las que han
surgido deseos como úlceras malignas encuentran su placer en el trabajo
de parto y en la vejación del espíritu. Porque hay ciertas cosas que
también dan placer a nuestros cuerpos, como por ejemplo dar la vuelta en
la cama y cambiar un lado que aún no está cansado, y exponernos al aire
en una primera posición y luego en otra. . . Es característica de un hombre
enfermo no soportar nada durante mucho tiempo y emplear los cambios
como un medio de alivio. . . . Somos débiles en nuestra resistencia, no
podemos soportar el trabajo o el placer por mucho tiempo, y nos
cansamos de nuestros propios intereses y de todos los demás. Algunos se
han suicidado cuando se dieron cuenta de que, con cambios frecuentes,
habían llegado nuevamente al punto de partida y se habían privado de la
posibilidad de un cambio adicional. La vida y el mundo mismo se
convirtieron en una fuente de disgusto para ellos".

Seneca luego introduce remedios para estos vicios. Y primero los toca,
citando la opinión de otro escritor. Él dice: "Usted pregunta qué remedio, a
mi juicio, debería usarse contra este sentimiento de disgusto. Lo mejor sería,
como dice Athenodorus, mantenerse siempre alerta en la gestión de los
asuntos, en la administración del estado y en deberes cívicos, ya que
algunos pasan el día a la luz del sol haciendo ejercicio y cuidando el
cuerpo, y a los atletas les resulta más útil pasar la mayor parte de su tiempo
ejercitando sus brazos y cuidando su fuerza, a lo que solo se han dedicado;
así que es más apropiado para nosotros preparar nuestra mente para que
el ámbito de la vida pública esté siempre en el trabajo, ya que, como ha
decidido hacerse útil a sus conciudadanos y a la humanidad, está
ocupado y al servicio de la misma manera momento en que se ha puesto
en medio de los asuntos y administra asuntos públicos y privados lo mejor
que puede".

Séneca, sin embargo, no está de acuerdo con él en esto, pero


recomienda la búsqueda de la sabiduría. Por lo tanto, dice: "Pero dado
que en esta carrera loca de ambición, con tantos detractores que ponen
la construcción equivocada en una conducta recta, la integridad tiene
una protección insuficiente, y dado que siempre habrá más para
obstaculizar que para promover el éxito, debemos retirarnos del foro y
asuntos públicos. Pero una gran mente tiene la oportunidad de
desarrollarse libremente en la vida privada. El poder de los leones y de
otros animales es controlado por las jaulas que los restringen; no así con el
hombre, cuyas acciones más grandes se realizan en la jubilación. Deje que
el sabio se oculte, pero con la intención de servir en su soledad intereses
públicos y privados con su talento, su voz y su consejo. Porque el que
defiende al acusado y vota sobre cuestiones de paz y guerra es no es el
único que beneficia a su país. El hombre que instruye a los jóvenes, que en
tan gran escasez de buenos maestros infunde virtud en la mente juvenil,
que atrae a aquellos que están ansiosamente buscando dinero y los
calma, y retrasa al menos por un tiempo su ruina, tal hombre, digo, incluso
en su posición privada está trabajando para el público. Es el magistrado
que juzga entre ciudadanos y extraños, o el pretor de la ciudad que
pronuncia sobre los litigantes las sentencias dictadas por su asesor, más útil
que el que enseña qué es la justicia, qué es la lealtad, la paciencia, la
fortaleza, el desprecio a la muerte, el conocimiento de Dios, y el gran
beneficio de una buena conciencia. Por lo tanto, si debe dedicarse a
estudiar el tiempo que le toma a sus empleos activos, no habrá
abandonado su puesto ni incumplido su deber. Porque él no es el único
que realiza el servicio militar que se coloca en la línea de batalla y
defiende el ala derecha o la izquierda, sino que también sirve a los que
protegen las puertas y ocupa un puesto menos peligroso, pero no, sin
embargo, uno inactivo, haciendo guardia y supervisando la armería. Estas
tareas, aunque se realizan sin riesgo para la vida, se clasifican como
servicios militares.

Al dedicarte al estudio escaparás de todo el tedio de la vida, ni desearás


el regreso de la noche debido a lo irritante del día. No serás gravoso ni inútil
para los demás. Ganarás la amistad de muchos, y todos los hombres
buenos se sentirán atraídos por ti. Porque la virtud, aunque oculta, nunca
permanece oculta, sino que envía indicaciones de su existencia. Quien sea
digno la encontrará por sus pasos. Porque si rompemos toda relación y
renunciamos a la raza humana, y vivimos ocupados solo con nosotros
mismos, esta vida solitaria privada de todo tipo de estudio liberal será
seguida por una total falta de ocupación. Comenzaremos a erigir edificios
en un lugar y derribarlos en otro. . . y para hacer un mal uso de nuestro
tiempo. . . una falla muy grave. A menudo, un hombre de edad avanzada
no tiene otra prueba que ofrecer para establecer el hecho de que ha
vivido durante mucho tiempo, excepto su edad".

"Déjelo estar en privado, en público, en la mesa, un buen compañero, un


amigo fiel, un compañero de mesa templado. Si ya no cumple con los
deberes de un ciudadano, que cumpla con los de un hombre".

No hemos encerrado nuestras mentes dentro de los muros de una sola


ciudad, sino que los hemos enviado a tener relaciones con todas las tierras
y hemos reclamado el mundo como nuestro país, para que podamos darle
a nuestra virtud un campo más amplio. . . . El trabajo de un buen
ciudadano nunca es inútil. Ha sido escuchado, ha sido visto; su mirada, su
asentimiento. . . incluso sus pasos son de utilidad. Como ciertos
medicamentos son eficaces por su olor, aparte de su sabor y contacto, la
virtud, aunque a distancia y sin ser percibida, se extiende al exterior en una
atmósfera de ayuda; ya sea que la virtud vaya al extranjero a voluntad. . .
o disfrute solo de una libertad precaria a este respecto. . . o inactiva,
silenciosa, estrechamente circunscrita. . . en cualquier apariencia que
haga aparecer, es beneficiosa. ¿Qué hay de esto? ¿Consideras de poco
momento el ejemplo de un hombre que sabe descansar? Es una cosa muy
excelente, entonces, mezclar el ocio con la acción cuando una vida
adversa es impedida por una fortuna adversa o por el estado de la
república.

Porque nunca se han cerrado todas las vías de acercamiento, ese esfuerzo
honorable encontró su paso completamente bloqueado".

"¿Puedes encontrar una ciudad más miserable que la de los atenienses


cuando fue distraída por los treinta tiranos? Los treinta habían matado a mil
trescientos ciudadanos, ni habían llegado de ninguna manera al final de
sus atrocidades, pero su barbarie estaba aumentando bajo su propio
estímulo. . . Sócrates, sin embargo, continuó viviendo en medio de ellos,
consolando a los padres desconsolados, alentando a los que estaban
desesperados por el estado, reprochando a los ricos que temblaban por su
riqueza. . . y exhibiendo un alto ejemplo para aquellos quienes estaban
dispuestos a imitarlo entrando audazmente en la presencia de los treinta.
Sin embargo, la misma Atenas ejecutó a este hombre en prisión, e incluso
la libertad no soportó al hombre que como ciudadano libre había
desafiado a una multitud de tiranos".

"Pero ahora debemos considerar en primer lugar a nosotros mismos; luego,


los asuntos en los que estamos comprometidos; finalmente, las personas
para quienes o con quienes debemos actuar. Antes que nada, es
necesario hacer una estimación de nosotros mismos, porque
frecuentemente sobreestimamos nuestros poderes. Un hombre fracasará
debido al exceso de confianza en su propia elocuencia, otro ha agotado
demasiado su patrimonio, otro ha impuesto a su cuerpo débil con un
trabajo demasiado extenuante. Algunos tienen una timidez que los hace
incapaces para los asuntos cívicos que requieren resolución, la
inflexibilidad de los demás no tiene éxito en la corte. Algunos no mantienen
su ira bajo control, y bajo cualquier provocación son indiscretos en su
idioma. Otros no saben cómo restringir sus ataques, "en sus reprimendas", y
no se abstienen de ingeniosidad peligrosa. Para todas estas clases de
personas, una vida tranquila es mejor que una de acción. . . Entonces
debemos estimar los asuntos que estamos emprendiendo, y debemos
comparar nuestros poderes, con los proyectos que proponemos intentar.
Porque el poder siempre debe ser mayor que la resistencia.
Necesariamente debe ser aplastado quien lleva una carga demasiado
grande para su fuerza. Además, hay ciertos asuntos que no son tan
importantes en sí mismos, pero que llevan la semilla de muchos otros.
Debemos evitar las actividades de las cuales surgen otras ocupaciones de
naturaleza nueva y compleja. No debemos viajar a un punto desde el cual
no podamos regresar a voluntad; vamos a encargarnos de asuntos que
podemos terminar o al menos esperamos hacerlo. Abandonemos los
proyectos que van demasiado lejos y no terminan en el punto que hemos
establecido".

"En nuestra elección, entonces, de los individuos debemos examinar si son


dignos de aquellos a quienes les estamos otorgando una parte de nuestra
vida; si el gasto de nuestro tiempo tiene algún efecto positivo en ellos. Para
algunas personas llegan a acusar en contra nosotros los favores que les
hacemos. Athenodorus dice que ni siquiera cenaría con un hombre que no
se sintiera obligado a él por este favor. . . Debe considerar si su naturaleza
es más adecuada para una vida de acción o para un ocio dedicado al
estudio y la contemplación, y debes seguir tu inclinación natural. . . Para las
naturalezas que se ven obligadas a responder mal. . . Pero nada deleita
tanto el corazón como una amistad dulce y fiel. Qué bendición tan grande
es cuando hay corazones listos en los que se puede confiar seguridad a
cada secreto, cuya conciencia temes menos que la tuya, cuya
conversación alivia tu solicitud, cuya opinión ayuda a tu juicio, cuya
alegría disipa tu tristeza, la mera visión de quién es un placer. Nosotros
elegirá, para estar seguros, aquellos que estén libres lo más posible de las
pasiones. Los vicios se arrastran y pasan a todos los que están expuestos a
ellos y a los daños por contacto. Por lo tanto, como tenemos cuidado en
tiempos de pestilencia de no sentarnos cerca de personas ya infectadas e
inflamadas con la enfermedad, porque incurriremos en peligro y sufriremos
incluso de su aliento, por lo que en nuestra elección de amigos haremos
todo lo posible para seleccionar tales como son los menos corruptos. La
asociación de personas sanas con gente enferma es el comienzo de la
enfermedad. Tampoco debería darte este consejo para no seguir o atraer
a nadie más que al sabio. ¿Dónde lo encontrarás a quien hemos estado
buscando tantas edades? Lo mejor es lo menos malo. . . . Ahora, de
hecho, en una escasez de buenos hombres, nuestra elección debería ser
menos exigente. Sin embargo, evite en particular a aquellos individuos
tristes y tristes cuyo placer es quejarse de todas las cosas en general.
Aunque puede ser de un corazón amable y leal, un compañero sombrío
con un suspiro perpetuo en sus labios es un enemigo para su tranquilidad".

"Pasemos a la riqueza, la mayor fuente de ansiedades humanas. Porque si


compara todas nuestras otras preocupaciones, como la muerte, la
enfermedad, el miedo, el deseo, la resistencia del dolor y el trabajo, con los
males causados por nuestro dinero, encontrará que este último nos
presiona mucho más. Por lo tanto, debemos considerar cuánto menos
doloroso es no tener que perder lo que hemos tenido, y percibiremos que
cuanto menos tenemos que perder, menos es la pobreza capaz de
atormentarnos. Está equivocado si cree que los ricos soportan pérdidas
con mayor fortaleza, los cuerpos más grandes y más pequeños sufren el
mismo dolor de una herida. Bion dice hábilmente: arrancarse el pelo es tan
doloroso para las cabezas que son calvas como para aquellas cubiertas
de pelo. . . Es más soportable. . . no adquirir que perder, y por esta razón
verás a aquellos más felices a quienes la fortuna nunca ha sonreído que a
los que ha abandonado. Diógenes, un hombre noble espíritu, percibió esta
verdad, y tuve cuidado de no tener nada que podría ser quitado de él.
Llame a esta condición pobreza, necesidad, indigencia, dele a este
estado de seguridad cualquier nombre desproporcionado que desee;
Dejaré de creer en su felicidad solo cuando me encuentres a alguien más
garantizado contra la pérdida. O estoy engañado, o es una señal de
realeza, que hay un hombre que no puede ser dañado entre los
codiciosos, los ladrones. . . . El que duda de la felicidad de Diógenes puede
dudar si la condición del Dios inmortal no es deficiente en felicidad, ya que
no tiene propiedades, ni jardines, ni granjas enriquecidas por el trabajo de
los esclavos, ni un gran ingreso de dinero en el banco ¿No te avergüenzas,
tú que estás embelesado con riquezas? Solo mira el mundo; ¿No verás a
Dios dando todo, sin retener nada? ¿Consideras al hombre que se ha
despojado de todas las cosas fortuitas como pobre o como el Dios
inmortal? ¿Es tu idea que un hombre rico es más feliz? El único esclavo de
Diógenes se escapó de él, y Diógenes consideró que valía la pena que lo
trajeran de regreso cuando se le informó de su paradero. "Es vergonzoso",
dijo, "que Manes pueda vivir sin Diógenes, pero Diógenes no puede vivir sin
Manes". Me parece que dijo: 'Atiende tus propios asuntos; ya no tienes
ningún reclamo sobre Diógenes. ¿Se ha escapado mi esclavo? No, es un
hombre libre que se ha ido'. . . Pero dado que no poseemos tanta fuerza
de carácter, al menos deberíamos reducir nuestra riqueza, para que
podamos estar menos expuestos a lesiones a manos de la fortuna. Esos son
más adecuados para la guerra, cuyos cuerpos pueden estar contenidos
dentro de su armadura, que aquellos de gran volumen, cuyo tamaño los
expone a heridas. La mejor medida de la riqueza es no estar ni muy cerca
de la pobreza ni muy lejos de ella".

"Estaremos complacidos con esta medida, si comenzamos disfrutando de


la frugalidad, sin la cual no son suficientes las riquezas. . . especialmente
porque el remedio está a la mano, y la pobreza misma puede convertirse
en riqueza por medio de la frugalidad. Permítanos acostumbrarnos a
prescindir de la pompa y estimar las cosas de acuerdo con su utilidad y no
de acuerdo con su embellecimiento. Nuestra comida y bebida deberían
ser suficientes para eliminar el hambre y la sed. . . aprendamos a andar
con nuestras propias piernas, y no regular nuestra vestimenta y modo de
vida después de nuevas modas . . . aprendamos a aumentar nuestra
continencia, refrenar nuestro lujo, moderar nuestro orgullo, suavizar nuestra
ira, mirar la pobreza con la luz adecuada, cultivar la frugalidad, incluso si la
mayoría se avergüenza de solicitar alivio a los anhelos naturales
asegurados a un bajo costo, aprendamos a contenerlo como si estuviera
encadenado a esperanzas y pensamientos desenfrenados que se elevan
hacia el futuro, y a esforzarnos en buscar riquezas en nosotros mismos en
lugar de en la fortuna . . . . Acostumbrémonos, entonces, a cenar sin un
número de invitados, para requerir el servicio de menos esclavos, para
obtener nuestras prendas para el propósito para el que fueron destinadas,
y para morar en confines más estrechos".

Seneca habla de la ayuda que obtenemos del estudio de la siguiente


manera: "Nuestro gasto en estudios es loable, siempre y cuando se
mantenga dentro de límites razonables. ¿Con qué fin tales libros y
bibliotecas innumerables, cuyo dueño en el curso de su vida apenas lee a
través de los títulos? Una multitud de libros pesa, no instruye, al alumno; y es
mucho mejor dedicarse a unos pocos autores que perderse en una gran
cantidad de ellos. Cuarenta mil de los libros en Alejandría fueron destruidos
por fuego. El alarde de este magnífico monumento de magnificencia real
lo dejo a otro, como Livy, por ejemplo, quien dice que fue una obra
maestra del gusto y el cuidado por parte del poder soberano. De hecho,
no fue un ejemplo de gusto y cuidado, pero de la extravagancia del
estudio, no, ni siquiera del estudio, ya que no tenían el estudio a la vista,
sino meramente ostentación. . . En todo exceso hay vicio. ¿Por qué debería
perdonar al hombre que ansiosamente adquiere estanterías cargadas con
las obras de cualquiera? autores desconocidos o desacreditados y
bostezos en medio de tantos miles de libros, ¿un hombre cuyo principal
placer se deriva de sus títulos y frontispicios? . . . ciertamente podría
perdonar esta locura si tuviera su origen en un celo excesivo por estudiar.
De hecho, buscan con tanto cuidado las obras y los bustos de venerados
hombres geniales para poder usarlos como decoraciones murales".

"Has caído en un tipo de vida difícil, y tu fortuna pública o tu propia fortuna


particular te ha atado a un nudo sin tu conocimiento, que no puedes soltar
ni romper. Considera cómo los prisioneros al principio soportan con
dificultad las cadenas y los grilletes sobre sus piernas; luego, cuando han
tomado la decisión de no preocuparse sino de soportarlos, se les enseña
por necesidad a soportar sus grilletes con fortaleza y familiaridad con
facilidad. Encontrarás todo tipo de delicias, relajaciones, y placeres, si lo
deseas. . .

En ningún otro aspecto la naturaleza ha merecido más gratitud de nuestra


parte que por su descubrimiento del hábito como un alivio de los
problemas, familiarizándonos rápidamente con los males más graves,
plenamente conscientes de que ella es consciente de nuestra herencia de
preocupaciones. Nadie podría resistir si la adversidad que se repite con
frecuencia tiene el mismo impacto que su primer golpe. Todos hemos
estado vinculados con la fortuna, en algunos la cadena es dorada, en
otros laxa, en otros, apretada y sucia. ¿Pero qué diferencia hace? Todos
somos prisioneros juntos, y los que han atado a otros también están atados.
. . uno está obligado por los honores, otro por la riqueza. Algunos son los
esclavos de su alto nacimiento, otros de su oscuridad. Algunos están sujetos
a un yugo extraño, otros están sujetos a un yugo propio. Estos se mantienen
en un lugar por el exilio, los de su oficio sacerdotal. Toda vida es
servidumbre. Por lo tanto, uno debe acostumbrarse a su suerte y quejarse
de ella lo menos posible. . . . No hay nada tan amargo que una mente
tranquila no encuentre consuelo en ella. . . Aplicar la razón a las
dificultades; las cosas duras pueden suavizarse y los lugares estrechos
pueden ensancharse. . . . Además, no debemos permitir que nuestros
deseos vayan lejos, sino que debemos limitar sus excursiones al vecindario
inmediato. . . . Renunciando a objetos que no podemos obtener, al menos
sin dificultad, busquemos las cosas que están a la mano y alentemos
nuestras esperanzas; y nos damos cuenta de que todas las cosas son
igualmente inútiles, exteriormente diferentes en apariencia, pero
interiormente vanas.

Y no envidiemos a los que están por encima de nosotros. Esta elevación


aparente no es más que el borde de un precipicio. . . . Hay muchos. . . en
un elevado pináculo desde el cual pueden descender solo cayendo; pero
este hecho es evidencia de que su carga es muy grande, porque están
obligados a ser gravosos para los demás, y que no solo han sido elevados
a su alta posición sino que han sido ridiculizados allí. Que la justicia, la
bondad humana, la liberalidad, preparen recursos para el lote que les
espera, con la esperanza de que puedan estar al borde del abismo con
mayor seguridad. Sin embargo, nada servirá mejor para emancipar a estos
hombres de estos trastornos mentales que siempre para fijar algún límite al
aumento de su grandeza, y no dejar la decisión de su retiro a la fortuna,
sino detener lejos este lado del conjunto de límites. . De esta manera, la
mente sentirá el aguijón de los deseos, y no será llevada a una
incertidumbre ilimitada, ya que sus deseos son limitados".

"Este discurso mío no está dirigido al sabio, sino a aquellos que son
imperfectos y cuya salud no está asegurada. El sabio no debe avanzar
tímidamente ni paso a paso. Porque es tan grande su confianza en sí
mismo que nunca duda en encontrarse con él. La fortuna nunca le
cederán terreno. . . ya que no solo sus esclavos, posesiones y rango, sino
también su cuerpo, ojos y manos, y lo que sea que le haga la vida más
querida, no, él mismo reconoce entre las cosas comprometidas
simplemente con a su cuidado, y vive como si se prestara a sí mismo y está
dispuesto a devolverlos a pedido sin arrepentirse. Tampoco es barato a sus
propios ojos porque sabe que no se pertenece a sí mismo; por el contrario,
hará todas las cosas con todo el cuidado y la precaución con la que un
hombre escrupulosamente honesto guarda todo lo que se le confía, pero
cada vez que se le pide que devuelva el préstamo, no presenta ninguna
queja a la fortuna, pero dice: "Gracias por lo que he poseído y tenido. Es
cierto que he cuidado su propiedad a un gran costo, pero a su demanda
doy, la cedo con gratitud y de buena gana. . . . Mis tesoros, mi hogar, mi
familia, los devuelvo, los restauro. Si es la naturaleza la que nos ha
convocado para restaurar lo que antes nos había confiado, también le
diremos: recupera un alma mejor de la que diste. No me niego ni busco
huir. Te devuelvo voluntariamente lo que me diste sin mi conocimiento. . . .
Tendrá una mala vida sin saber cómo morir adecuadamente.

Por lo tanto, el primer valor establecido sobre la vida debe ser revisado y el
espíritu debe ser considerado entre las cosas de poco valor. . . . El miedo a
morir es a menudo la causa de la muerte. Fortuna, que presenta
espectáculos para su propia diversión, dice: '¿Por qué debería reservarte,
criatura malvada y cobarde? Serás herido y apuñalado más, porque no
sabes cómo presentar tu garganta; pero vivirás más y morirás más
fácilmente si no retiras tu cuello del hierro ni te resistes con las manos, sino
que lo recibes con coraje. . . . Pero si sabemos que desde el instante incluso
de nuestra concepción el veredicto nos ha sido transmitido, viviremos
siguiendo el orden de la naturaleza; y la misma fortaleza mental evitará
que consideremos cualquier evento como inesperado.
Al prever las posibilidades que nos depara el futuro, aliviaremos la fuerza
de todos los males que no sorprendan a quienes estén preparados para
ellos. Las desgracias llegan a aquellos que se creen seguros y se
preocupan solo por su propia felicidad. Porque la enfermedad, el
cautiverio, la ruina, el fuego, de ninguna manera son inesperados. Sabía
que la naturaleza me había encerrado en un alojamiento problemático.
He escuchado tantas veces las lamentaciones funerarias en mi vecindario,
he visto pasar tantas veces ante mi puerta las antorchas y los cirios de cera
que asistieron a las procesiones fúnebres de los que murieron jóvenes. A
menudo, el estrépito de un edificio en caída ha llegado a mi oído. Una sola
noche se ha llevado a muchos de aquellos con quienes la conversación, la
casa del senado, la conversación me habían puesto en contacto y las
manos cortadas se unieron en amistad; ¿Debería sorprenderme que por fin
me hayan llegado los peligros que siempre han estado rondando en mi
vecindad? . . . Publio, un escritor más contundente que los autores de
tragedias y comedias, ha dicho: “Lo que puede sucederle a un hombre
individual puede sucederle a todos. Si alguien ha comprendido el
significado completo de esta máxima y ha visto todos los percances
innumerables y cotidianos de los demás al darse cuenta de que él mismo
está igualmente expuesto a sus asaltos, lo hará armarse mucho antes de
ser atacado. Demasiado tarde es que la mente este entrenada para
soportar los peligros después de haber sido expuesta a ellos. No pensé que
esto sucedería. . . . ¿Qué riquezas hay que no sean seguidas por la
indigencia, el hambre y la mendicidad? . . . ¿Qué reino hay para el cual el
derrocamiento y la ruina no acechan? . . . Estos cambios tampoco están
separados por largos intervalos, pero el corto espacio de una hora reduce
a un monarca a un suplicante. Sepa entonces que cada condición está
sujeta a cambios, y lo que le puede pasar a otro también le puede pasar a
usted. Tu eres rico; no más rico que Ptolomeo; ¿Supongo? . . . Rogó por las
gotas de lluvia: pereció de hambre y sed. ... El mismo día en que el Senado
escoltó a Sejanus, la población desgarró su cuerpo en pedazos. . . . Por lo
tanto, en esas constantes vicisitudes de la fortuna en ascenso y en
descenso, si no considera las posibilidades que le depara el futuro, está
prestando fuerza a su propia adversidad, una fuerza que ya ha roto y que
lo ha previsto "; debe reducir la actividad inquieta, como involucrar a la
mayoría de los hombres mientras deambulan por sus casas, los teatros y los
foros. Se ocupan de los asuntos de los demás siempre con un aire asiduo. Si
le preguntas a uno de estos hombres cuando sale de su casa, '¿A dónde
vas? ¿Qué tienes en mente? Él te responderá: 'No lo sé; pero veré a
algunas personas, haré una cosa u otra. Sin ningún objetivo definido, van y
vienen buscando cosas que hacer. . . su curso desconsiderado e inútil es
como el de las hormigas que se arrastran en los árboles que se montan en
la cima y luego descienden sin llevar nada.

. . . Por lo tanto, cada trabajo debe tener un propósito definido, un fin


definido a la vista. . . . No una verdadera diligencia, sino falsas visiones de
la vida activan a estos locos inquietos. . . . De la misma manera, cada uno
de los que vanos y triviales motivos conducen de aquí para allá a través de
la ciudad y que salen para engrosar a la multitud. . . algunos corren hacia
el fuego o para saludar a alguien que no les devolverá el saludo, o para
escoltar el cadáver de un hombre desconocido para ellos. . . . De este mal
depende ese vicio desprevenido de entrometerse en secretos de estado y
de aprender muchas cosas que ni se cuentan ni se escuchan con
seguridad".

"Es esta consideración, supongo, lo que llevó a Demócrito a comenzar de


la siguiente manera, para vivir en tranquilidad uno debe abstenerse de
muchos asuntos públicos y privados". Se refería a cosas superfluas. . .
Porque el que se dedica a muchas empresas con frecuencia le da la
fortuna un control, con quien es el curso más seguro no tener tratos, sino
siempre tenerla en cuenta y no confiar en su lealtad. . . Es por eso que
decimos que nada puede sucederle inesperadamente al sabio. No lo
estamos eximiendo de los accidentes a la humanidad, sino de los errores
de la humanidad; ni todas las cosas resultan para él como él deseaba, o
como pensaba. Pero antes que nada, percibió que sus proyectos podrían
encontrar obstáculos. Pero la falta de éxito en un plan preciado es
necesariamente menos doloroso cuando uno no se ha prometido a sí
mismo su realización".

"Deberíamos cultivar una disposición complaciente, de que no podemos


complacer demasiado nuestras ideas y proyectos fijos, y podemos
acomodarnos a las condiciones cambiantes, aceptando sin temor los
dictados por nuestra posición o por la sabiduría, sin llegar a ser, sin
embargo, víctimas de la inconstancia, un vicio más hostil a la tranquilidad
de la mente. Pero la obstinación, necesariamente, es una condición
mental ansiosa y miserable. . . la inconstancia es mucho peor, ya que de
ninguna manera se pone freno a sí misma. Hay dos excesos igualmente
letales para la tranquilidad, la imposibilidad de cambiar y la imposibilidad
de soportar cualquier cosa.

Indudablemente, la mente debe retirarse de todos los intereses externos; la


mente debe confiar en sí misma, ser agradable a sí misma, tener en cuenta
sus propios intereses, alejarse lo más posible de las preocupaciones de los
demás y aferrarse a sí misma; no debería sentir pérdidas, y debería poner
una interpretación amable incluso ante la adversidad. Zenón, el filósofo al
enterarse de un naufragio en el que perdió todo, simplemente dijo: "La
fortuna me pide que emprenda la filosofía con menos gravámenes". Un
tirano estaba ocultando la amenaza de muerte y la pérdida del sepulcro
al filósofo Theodorus. «Puedes complacerte», dijo el filósofo, «tengo un
poco de sangre a tu disposición; En cuanto a mi entierro, eres un tonto si
crees que me importa si me pudro por encima o por debajo del suelo.
Canus Julius, un hombre. . . de verdadera grandeza. . . al ser condenado a
muerte después de una larga disputa con Cayo César, dijo: "Te lo
agradezco, excelente príncipe". . . . Estaba jugando ajedrez cuando el
centurión que estaba llevando a la ejecución a una banda de otras
víctimas le ordenó que lo convocaran también. A esta orden, contó sus
piezas y le dijo a su compañero: "Mira que después de mi muerte, no lo
hagas falsamente que ganaste". Luego, señalando al centurión, dijo: "Serás
mi testigo de que estoy un punto por delante de él". . . . Sus amigos
estaban tristes ante la idea de perder a un hombre así. '¿Por qué estás
desanimado?' él dijo. "Usted pregunta si el alma es inmortal: pronto lo
sabré". No dejó de buscar la verdad incluso al final, y de hacer de su
propia muerte un tema de investigación. . . . Y por fin la eminencia estaba
al alcance de la mano en la que se ofrecía un sacrificio diario al César. Un
amigo le dijo: '¿En qué estás pensando ahora, Canus? ¿O qué idea tienes
en mente? "He determinado", dijo Canus, observar en ese fugaz momento
de la muerte si el alma es consciente de su propia partida. Prometió que, si
descubría algo, iría y daría a conocer el estado de los difuntos. Una calma
en medio de una tormenta. Un alma digna de la eternidad, un alma que
convoca su propia condición para dar testimonio de la verdad, y al final
de la vida hace una investigación sobre su propia partida, continuando
aprendiendo no solo hasta el momento de la muerte, sino incluso de la
muerte misma ganando información''.

"Pero es en vano deshacernos de las causas de la infelicidad personal" a


menos que superemos las que son generales. "Porque a veces el odio a la
raza humana se apodera de nosotros, y la multitud de tantos errores que
prosperan pasa a revisión. . . La honestidad es rara. . . y la inocencia es
desconocida. . . Debemos acostumbrarnos, por lo tanto, mirar los vicios de
la multitud no tan odiosos sino ridículos, e imitar a Demócrito en lugar de
Heráclito. Este solía llorar, el primero reía, cada vez que aparecían en
público. Todas nuestras acciones parecían trágicas para uno y cómicas
para el otro. . . Existe el hecho adicional de que él es más útil para la raza
humana que se ríe de él que el que llora por eso; el primero deja algo al
menos para esperar amablemente, mientras que el último llora tontamente
por lo que lo considera como sin esperanza de corrección.

Y después de una encuesta general, posee una mente más grande que no
frena su risa que la que no se abstiene de llorar. . . . Que cada uno de
nosotros represente para sí mismo todas aquellas cosas que lo vuelven triste
o alegre, y percibirá la verdad de lo que Bion ha dicho: 'Todas las acciones
de los hombres son como simples comienzos, y su vida no es más venerada
ni un asunto más serio que su concepción ". Pero es mejor ver sin emoción
la moral pública y los vicios humanos y abstenerse de reír y llorar. Porque
torturarse con los males de los demás es una miseria interminable, y
deleitarse con sus males es un placer inhumano".

"Pasaremos al caso que habitualmente y con razón nos deprime. . . me


refiero al final infeliz de algunos buenos hombres. Sócrates, por ejemplo, se
ve obligado a morir en prisión. . . Cicerón para ofrecer su cuello a sus
propios clientes, Catón. . . la imagen viva de las virtudes, al caer sobre su
espada para poner fin a su propia vida y también a la república. . . .
Considera cómo cada uno de ellos llevó su destino y desea el coraje de
aquellos que se mostraron valientes. Si perecieron como débiles y
poltrones, no se sufrió ninguna pérdida. . . . No lloraré por ningún hombre
que se regocije "al enfrentar peligros", no lloraré por ningún hombre que
llore cuando se enfrente al peligro; el primero se ha limpiado las lágrimas, el
segundo por sus lágrimas se ha vuelto indigno de cualquier".

CAPITULO XXI

Dado que según las Escrituras, el cuerpo que está corrompido carga el
alma, y nuestra habitación terrenal es deprimente al sentido que es
consciente de muchas cosas, por lo tanto, para la tranquilidad mental, la
fragilidad humana necesariamente debe relajar la mente a veces a través
de las comodidades y recreaciones, necesarias para el cuerpo.

De lo contrario, el espíritu se vuelve ansioso, aburrido, inquieto y más


sombrío de lo que debería ser, lánguido con el tedio de la bondad,
quejándose y propenso a ataques frecuentes de impaciencia y enojo. Por
esta razón, los hombres más piadosos buscarían alivio a veces de sus
preocupaciones espirituales, suavizarían a veces el rigor de su abstinencia
y moderarían sus vigilias excesivas. El más bendecido Juan Evangelista,
como alivio a su fragilidad humana, solía divertirse con una perdiz, como
aprendemos de las Colaciones de Casiano; y del bendito Benedicto,
cuando fue reprendido por un viajero que pasaba por desviar a sus monjes
con placer físico, respondió pidiéndole al extraño que estirara una
reverencia cada vez más. Ante la respuesta del extraño: "No lo haré,
porque debería romper el cordón", Benedicto hizo el paralelismo de que
podía obligar a sus monjes al rigor de la penitencia a tal punto que no
pudieran soportarlo, pero se romperían en tensión. Y por esta razón, el
Patriarca Jacob se excusó de acompañar a Esaú, temiendo que, si
intentaba seguirle el paso, morirían sus hijos, sus esposas y su ganado.

De ahí que Séneca, el hombre más sabio, a quien se le concedió una


revelación dada por Dios a pocos, como dice el Apóstol, al darse cuenta
del peso de la fragilidad humana, abordó la cuestión de la relajación y la
recreación del cuerpo al final de su ensayo sobre Tranquilidad, para que al
introducir remedios de este tipo nuestro vigor pueda ser restaurado más
fuertemente. Porque incluso Cato dice: "Entremezcla a veces y se alegra
con tus preocupaciones", para que podamos decirle a Dios con el salmista:
"Te atribuiré mi fuerza". En consecuencia, Séneca tocando las soledades
de este tipo dice lo siguiente: "El mundo y el retiro son dos cosas que
deberían entremezclarse y una sucederá a la otra. Esta última nos hará
añorar a nuestros semejantes, la primera a nosotros mismos y la otra, será
un remedio para el otro. La soledad aliviará la irritabilidad de la multitud y
la multitud de la soledad. La mente no debe mantenerse en la misma
tensión, sino que debe aliviarse con ingeniosidades y recreaciones para el
cuerpo." Sócrates no creía que fuera de su dignidad jugar con niños. Cato
solía refrescar su mente con vino cuando estaba cansado de los asuntos
de estado. Escipión, después de tantos triunfos, no desdeñó mover su
cuerpo marcial al ritmo de la danza, sin afectar, como es costumbre hoy,
esas actitudes suaves y movimientos desenfrenados que le dan a nuestro
baile un aire afeminado, sino bailar en esa moda masculina que
caracterizaba a los héroes de antaño en días festivos, y que no provocaría
críticas desfavorables incluso si fueran vistos por los enemigos de su país.
Debemos relajar nuestras mentes; son mejores y más activas después de un
descanso. Del mismo modo que no debemos forzar constantemente los
campos fértiles, ya que una productividad ininterrumpida los agotará
pronto, el trabajo incesante romperá nuestro vigor mental.

Reposa por un período corto y la relajación restaurará nuestros poderes


mentales. El esfuerzo mental incesante produce cierto embotamiento y
languidez. Si el juego y la broma no poseen alguna atracción natural, los
hombres no se sentirían tan atraídos por ellos. Sin embargo, la indulgencia
frecuente en ellos robará a la mente su fuerza y gravedad. Para dormir es
necesario refrescar el cuerpo, pero si continúa día y noche se convertirá en
muerte. Hay una gran diferencia entre relajar una cosa y descomponerla.
Nuestros legisladores designaron días festivos, para que los hombres,
reunidos para entretenimientos públicos, pudieran encontrar algunos
intervalos de relajación necesarios para su trabajo; y los hombres ilustres
tenían la costumbre de observar cada mes ciertas vacaciones. De hecho,
algunos de ellos se dividirían cada día entre ocio y negocios, a quienes no
importaban los negocios detenidos más allá de la décima hora. Ni siquiera
leerían una carta después de esta hora por temor a que pudiera ser la
fuente de nuevas preocupaciones, pero durante las dos horas restantes se
refrescarían de la fatiga de todo el día.

. . . Nuestros antepasados prohibieron cualquier movimiento nuevo en el


Senado después de la décima hora. La mente requiere indulgencia y
descanso de vez en cuando para servir en la naturaleza de la nutrición y la
renovación de sus poderes. También es esencial hacer caminatas en
campo abierto; un aire libre y abundante le da al espíritu un nuevo tono. A
veces, un paseo, un viaje, un cambio de escena, un banquete y una gran
indulgencia en la bebida nos darán un vigor renovado. . . porque el vino
ahoga las preocupaciones, saca al alma de su depresión y es una cura
para la tristeza y también para ciertos males del cuerpo. Liber, que es
Baco, ha sido llamado el inventor del vino, no debido a la libertad de
expresión que imparte, sino porque libera la mente de la servidumbre para
cuidar y la hace más atrevida en todos sus esfuerzos. . . . En general, se
cree que Solón, uno de los siete sabios, y el filósofo Arcesilao eran
aficionados al vino. Cato ha sido acusado de embriaguez. Al que arroje
este reproche le resultará más fácil demostrar que el vicio de la
embriaguez es honorable que probar la base de Cato. Pero la moderación
tanto en la libertad como en el vino es beneficiosa; No debemos repetir el
remedio con demasiada frecuencia, para que la mente no adquiera un
mal hábito. Y, sin embargo, hay momentos en que la mente debe
despertarse a un estado de exultación y libertad y se le debe permitir
arrojar durante una temporada su gravedad y sobriedad. Porque si
creemos a un poeta griego, "A veces es agradable incluso perder la razón",
o Platón, "En vano tiene un hombre en sus sentidos llamado a la puerta de
las Musas", o Aristóteles, nunca ha habido un gran genio sin una tensión de
locura". La mente, a menos que se agite, no puede pronunciar nada
sublime, superando el discurso de los demás. Solo cuando ha rechazado
todo lo que es común y ordinario y se ha elevado con inspiración divina,
ha pronunciado algo demasiado sublime para los labios humanos. La
mente no puede alcanzar los reinos de lo sublime mientras permanece
sana. Debe abandonar el camino trillado, lanzarse hacia adelante, morder
la mordida y llevar a su jinete a donde habría temido montarse".

Séneca termina su discurso en este punto, afirmando que a veces


fortaleció el vigor de su mente mediante la relajación adecuada, y que
haría mayores esfuerzos que si se dedicara constantemente a actividades
espirituales y mentales. El profeta Elías ordenó que se trajera el laúd para
que su alma, agitada por el deleite de la armonía física, pudiera ser
atrapada para contemplar las cosas divinas.

Parte IV
CAPÍTULO I

Me he aferrado a esta tercera parte de la Filosofía Moral con mayor


extensión de lo que se me exigía, debido a la belleza y la utilidad de los
sentimientos morales, y porque los libros son raros de los que he recogido
estas raíces, por así decirlo, flores y frutos de la moral. Ahora deseo retomar
la cuarta parte de esta ciencia, que aunque no es tan rica y abundante
en material como la tercera parte, es, sin embargo, más maravillosa y más
excelsa no solo de esta tercera parte, sino también que de todas las
demás partes del tema, ya que consiste en una súplica por creer en la
religión que la raza humana debería aceptar, por lealtad a ella y por la
confirmación de ella por nuestros actos.

No hay nada más dentro del rango de filosofía más necesario para el
hombre o de tanta utilidad y valor. Por esta parte del tema es
especialmente cierto que todas las demás ciencias están subordinadas a
la filosofía moral. Porque toda la sabiduría está constituida con vistas al
descubrimiento de la salvación para la raza humana; y esta salvación
consiste en la percepción de aquellas cosas que guían al hombre a la
felicidad de la otra vida. Avicena dice que esta felicidad es tal como el ojo
no ha visto ni el oído escuchado, como dije anteriormente. Y como esta
cuarta parte de la filosofía tiene como objeto la investigación de esta
salvación y la atracción de la humanidad, todas las ciencias, artes y
actividades están vinculadas a esta parte tan noble de la ciencia civil; y
este es el final de toda consideración humana. Por esta razón, es más
rentable considerar el propósito de esta parte del tema; y es apropiado
que cada cristiano lo haga para confirmar su propia profesión, y para el fin
que pueda tener los medios para corregir a los que están en error. En
verdad, Dios nunca puede negar a la raza humana el conocimiento del
camino de salvación, ya que desea que todos los hombres sean salvos,
según el Apóstol. Y su bondad es infinita, por lo que siempre ha dejado a
los hombres los medios por los cuales pueden iluminarse para obtener un
conocimiento de los caminos de la verdad. Aristóteles en su Política
aborda los diferentes tipos de sectas, y dice que desea considerar fuera de
las sectas y leyes de los estados cuatro o cinco de las simples, y ver qué
leyes corrompen estados y reinos y cuáles no. También dice que las cuatro
o cinco simples son sectas corruptas, lo que significa que una secta o ley se
llama simple porque solo tiene un extremo a la vista, y se llama complejo
cuando el fin a la vista es complejo, ya que cada secta varía de acuerdo
con el final tiene a la vista, como Alpharabius nos enseña en su libro En las
ciencias, exponiendo la opinión de Aristóteles sobre las sectas. Según
Alpharabius, y aún más claramente según Boecio en el tercer libro del
Consuelo de la filosofía, estos objetivos simples son placer, riqueza, honor,
poder, fama o gloria de nombre.

Ahora declararé las principales naciones en las que se encuentran las


diversas sectas que ahora existen en todo el mundo, a saber, sarracenos,
tártaros, paganos, idólatras [budistas], judíos, cristianos. Las sectas
principales no exceden este número ni pueden hacerlo hasta que
aparezca la secta del Anticristo. Además, hay sectas formadas a partir de
todas estas, o de cuatro, tres o dos de ellas, de acuerdo con varias
combinaciones.

Pero además de estos objetivos hay otro, a saber, la felicidad de la otra


vida, que se busca y se persigue de diferentes maneras. Porque algunos
creen que consiste en las delicias del cuerpo, algunas en las delicias del
alma y otras en las delicias de ambos. Además, hay sectas que incluyen
esta felicidad y todos los demás objetivos, o al menos muchos de ellos, y
eso también de varias maneras. Porque aunque todos tienen en vista una
felicidad futura, muchos hombres se abandonan a los placeres, y otros
ansían riquezas, y algunos aspiran a los honores, mientras que otros desean
el poder soberano, y otros anhelan la gloria y la fama. Primero tocaré las
tres divisiones de las sectas, para que el fin a la vista pueda quedar claro.

Luego me ocuparé de la elección de la secta de los fieles, que es la única


que debería extenderse por todo el mundo.

Algunos desean limitar esos objetivos a la vida presente, sin considerar que
están perdiendo la felicidad futura, abusando de la bendición temporal y
cediendo a los atractivos de los placeres, como, por ejemplo, los
sarracenos, quienes, de acuerdo con su ley, tomar tantas esposas como
deseen.

Algunos están inflamados por la lujuria por el dominio, como los tártaros,
cuyo emperador dice que debería haber un solo gobernante en la tierra
así como solo hay un Dios en el cielo, y que él mismo debería constituirse
en ese gobernante, como vemos en la carta que le envió al señor Louis,
rey de Francia, en la que le exige tributo. Esto está registrado en el libro de
Fray William sobre los modales de los tártaros, que escribió al rey de Francia
que acaba de mencionar. De sus acciones queda claro de qué manera
ya se han apoderado de los reinos de Oriente. No les importan los
refinamientos de la vida, pero son bastante bárbaros a este respecto.
Utilizan la leche de yeguas para beber y practican el consumo de
alimentos inmundos, como aprendemos del libro que acabamos de
mencionar y del de Fray John sobre la vida de los tártaros, y también de la
cosmografía del filósofo Ethicus. Para ese filósofo y esos libros sobre los
modales de los tártaros se describe esta raza como malvada, como dijimos
en la sección de Matemáticas que describe las razas y localidades de este
mundo.
Los verdaderos paganos, como los Praceni y las naciones que los bordean,
viven de acuerdo con las costumbres y no de acuerdo con las leyes
basadas en la razón. Sus intereses se centran en las delicias, las riquezas y el
honor de esta vida, y creen que la vida por venir es similar en todos los
sentidos. Por lo tanto, al morir, se han quemado públicamente, junto con
sus piedras preciosas, oro, plata, equipo, familia, amigos y toda su riqueza y
bienes, con la esperanza de disfrutar de todas estas cosas después de la
muerte.

Del mismo modo, los idólatras esperan poseer un futuro en el disfrute de


todas las bendiciones que tuvieron en este mundo. Sin embargo, sus
sacerdotes hacen un voto de castidad y se regocijan en la abstinencia de
los placeres del lujo, como aprendimos con respecto a las regiones del Este
que se encuentran hacia el norte en la sección de este trabajo que trata
sobre las localidades del mundo. Todos estos esperan bendiciones
corporales en la vida venidera, y no tienen discernimiento con respecto a
las bendiciones espirituales. No es contrario a sus leyes buscar los bienes de
este mundo de ninguna manera posible, ni creen que, en cualquier caso,
se vean privados de la vida futura.

Pero los judíos esperaban bendiciones tanto temporales como eternas; Sin
embargo, de una manera diferente, ya que con discernimiento espiritual
en virtud de su ley aspiraban a recibir bendiciones no solo del cuerpo, sino
también del alma. Pero interpretando su ley en su sentido literal, creían que
las bendiciones de la ley solo eran corpóreas. De manera similar, de
acuerdo con su ley, buscan posesiones temporales no como una cuestión
de bien o mal, sino bajo la autoridad de Dios y de acuerdo con sus leyes.
Porque aunque saquearon muchas naciones y las sometieron, tenían el
derecho justo de hacer esto. Porque la Tierra Prometida se los debía por
derecho hereditario, porque descendían de un hijo de Noé; y los hijos de
Cam invadieron esas tierras sin ningún derecho, ya que no cayeron en su
suerte al principio. Para Egipto, África y Etiopía fueron entregados a los hijos
de Cam, como aprendemos de las Escrituras, los escritores sagrados y las
historias. Hemos tocado este tema también en una sección anterior. Los
cristianos, asegurando las bendiciones espirituales por medios espirituales,
de acuerdo con su ley, pueden tener bendiciones temporales, debido a su
fragilidad humana, a fin de que puedan practicar las cosas del espíritu en
esta vida, hasta el final que puedan por fin alcanzar la vida eterna tanto
en cuerpo como en espíritu. Y, sin embargo, en esa vida vivirán sin las
cosas extrínsecas que los hombres emplean en esta vida actual. Porque el
cuerpo animal se volverá espiritual, y todo el hombre será glorificado, y
vivirá con Dios y los ángeles.

Estas son las sectas principales. El primero es el de los paganos, que tienen
menos conocimiento de Dios y no tienen un sacerdocio, pero cada
hombre crea un dios a su gusto y adora todo lo que quiere y sacrifica a
voluntad. Luego vienen los idólatras, que tienen sacerdotes y sinagogas y
grandes campanas como las de los cristianos, con los cuales son
convocados a su oficio y a ciertas oraciones y sacrificios regulares; y
sostienen que hay muchos dioses, pero que ninguno de ellos es
omnipotente. Los tártaros son terceros, que adoran y adoran a un Dios
como omnipotente. Pero, sin embargo, veneran el fuego y el umbral de la
casa. Porque hacen que todas las cosas pasen por el fuego; Por esta
razón, hacen que los efectos de los muertos y los regalos y mensajeros
pasen a través de las llamas y otras cosas, para que puedan ser
purificados. Porque su ley declara que todas las cosas son purificadas por
el fuego. Además, el que pisa el umbral de la casa está condenado a
muerte.

Tanto en estos dos asuntos como en algunos otros son bastante bárbaros.
En la cuarta clase están los judíos, que deberían haber tenido un mejor
conocimiento de Dios de acuerdo con su ley, y deberían haber deseado
verdaderamente al Mesías, que es Cristo. Y aquellos que realmente lo han
hecho que conocían la ley espiritualmente, como los santos Patriarcas y
Profetas. En quinto lugar están los cristianos, que aceptan la ley de los
judíos espiritualmente y la completan agregando los hechos de Cristo. Por
último, vendrá la ley del Anticristo, quien subvertirá las otras leyes por un
tiempo, excepto que los elegidos en la fe cristiana permanecerán firmes,
aunque con dificultad, debido a la furia de la persecución.

Hay, entonces, seis leyes según esta división, y seis según la primera, cada
una con su objetivo especial, placer, riqueza, honor, poder, fama y
felicidad de la vida para separarse de estas bendiciones temporales.

En la relación de las Matemáticas con la Iglesia discutida en una sección


anterior, las sectas se consideraron con referencia a las influencias
planetarias y se encontraron seis, a saber, la ley de Saturno, la ley de
Marte, la ley del Sol, la ley de Venus, la ley de Mercurio, la ley de la Luna.
De cualquier manera, entonces, podemos distinguir las sectas,
encontraremos que siempre son seis. Porque la primera y principal
distinción es esta con respecto a los planetas; sobre eso siguen las otras
distinciones, ya que la influencia celestial inclina a un hombre a recibir las
leyes, ya sea como una influencia controladora, como una influencia
importante, o como una que hace que la recepción sea más fácil. Porque
aunque el alma racional no se ve obligada a nada, sin embargo, como
probamos anteriormente, el hábito de pensamiento de un hombre está
muy alterado con respecto a las ciencias, la moral y las leyes. Por estos
cambios, el alma es estimulada en lo que concierne a la acción del
cuerpo, y es influenciada a actos tanto públicos como privados, con total
libertad de voluntad, sin embargo, en todos los asuntos. Y, por lo tanto,
sucede que, de acuerdo con las conjunciones de Júpiter con los otros
planetas, aparecen seis cambios en las leyes y hábitos en los corazones de
los hombres, como señalamos anteriormente. No puede haber más de las
seis sectas; y, a veces, los seguidores de una secta se inclinan a otra,
debido a la fuerte influencia de la constelación, y a veces cambian su
propia secta por completo, o en gran parte, o la modifican con los
principios de otra secta de acuerdo con la ocurrencia de las varias
constelaciones. Es de esta manera que las sectas se componen de las
partes de varios otros. Para los sarracenos, aunque siguen principalmente
la ley de Venus, derivan mucho de la ley judía y de la ley cristiana, ya que
emplean varios bautismos y sacrificios bastante similares en parte. Dicen,
además, que Cristo es el Hijo de la Virgen y el mayor de los profetas, y
retienen muchas palabras de los evangelistas en su ley, y todos desean
morir por la muerte de los cristianos. Hicieron esta declaración en la disputa
que sostuvieron con cristianos e idólatras en presencia del gran emperador
de los tártaros, como aprendemos en el libro sobre los modales de los
tártaros.

Pero los tártaros profesan principalmente la ley de Marte. Porque veneran


el fuego, están ansiosos por la guerra y dedican su tiempo libre a los
principios de la filosofía, como los antiguos caldeos, a quienes se atribuye
la ley de Marte. Sin embargo, están modificados por la ley de Mercurio.
Porque permiten que sus hijos sean instruidos en el Evangelio y en la vida
de los Padres. Cuando se enferman, piden sacerdotes cristianos y la cruz y
el agua bendita, como aprendemos en el libro de Fray William, y como la
experiencia de los hombres dignos de nuestra creencia nos da seguridad
en este asunto. La ley de los judíos es la de Saturno; y la ley de los cristianos
es llamada la de Mercurio por los astrónomos por ciertas razones
mencionadas anteriormente. Las sectas de los paganos e idólatras se
reducen a la secta de Marte y la de los egipcios, una secta que adora al
sol, que es el líder de la hueste celestial. Para estas dos sectas adoran a la
criatura en lugar del creador, ya que los idólatras adoran imágenes hechas
a mano y los cuerpos celestes. Y por lo tanto, en la medida en que adoran
las naturalezas celestiales, están de acuerdo con los egipcios. En la medida
en que adoran estos objetos aquí abajo, están de acuerdo con la ley de
Marte. Pero los paganos adoran las cosas terrestres y celestiales. Por lo que
sea que se encuentren con un personaje útil, como el sol, la luna, un
animal, un bosque, agua, fuego o cualquier otra cosa que adoren por
afecto. Pero todo lo que encuentran terrible lo adoran por miedo.

Después de la declaración de estas sectas principales con respecto a lo


siguiente que tienen entre las naciones, la influencia de los planetas sobre
ellos y la diversidad de sus objetivos, se sigue la consideración de los
medios necesarios para convencer a los hombres de la verdad de una
secta. Dije anteriormente, en la sección de Matemáticas, con respecto a
la conversión de los incrédulos, que la persuasión de la verdad contenida
en la religión cristiana es una cuestión doble, ya que podemos recurrir a los
milagros que están más allá de nosotros y más allá de los no creyentes, un
método con respecto al cual ningún hombre puede presumir; o podemos
emplear un método familiar para ellos y para nosotros, que se encuentra
dentro de nuestro poder y que no pueden negar, porque el enfoque sigue
los caminos de la razón humana y los de la filosofía. La filosofía pertenece
en un sentido especial a los no creyentes, ya que hemos derivado toda
nuestra filosofía de ellos, y no sin la razón más importante, para el fin de
que podamos tener en nuestro nombre una confirmación de nuestra fe, y
que podamos ser capaces de hablar convincentemente en nombre de la
salvación de los incrédulos. Tampoco se debe instar a la declaración de
Gregorio como una objeción de que la fe no tiene lugar donde la razón
proporciona la prueba. Porque esta declaración debe entenderse del
cristiano que se basa única o principalmente en la razón humana. Pero
esto no debería ser, no, debemos poner nuestra fe principalmente en la
Iglesia y las Escrituras y los Escritores Sagrados y los doctores católicos.

Pero como consuelo para la fragilidad humana, para que pueda evitar los
ataques de error, es útil que el cristiano tenga razones efectivas para
aquellas cosas en las que cree, y debe tener una razón para su fe en cada
caso que lo requiriera, como el beato Pedro en su primera epístola nos
enseña, diciendo: "Pero santifica en tus corazones a Cristo como Señor; y
prepárate siempre para dar una respuesta a cada hombre que te pida
una razón de la fe y la esperanza que hay en ti." Pero no podemos
argumentar en este asunto citando nuestra ley ni a las autoridades de los
Escritores Sagrados, porque los incrédulos niegan a Cristo el Señor y su ley y
los Escritores Sagrados. Por lo tanto, debemos buscar razones de otra
manera que sea común para nosotros y para los no creyentes, a saber, la
filosofía. Pero el poder de la filosofía en este particular está en perfecto
acuerdo con la sabiduría divina, más aún, es un vestigio de la sabiduría
divina dada por Dios al hombre, para que este vestigio pueda ser
estimulado a comprender las verdades divinas. Estas cosas tampoco
pertenecen exclusivamente a la filosofía, sino que son comunes a la
teología y la filosofía, a los creyentes y no creyentes, dados por Dios y
revelados a los filósofos, hasta el fin de que la raza humana pueda estar
preparada para verdades divinas particulares. Y las razones de las que
hablo no son ajenas a la fe ni están fuera de sus principios, sino que se
extraen de sus raíces, como se verá a partir de lo que se ha de decir.

De hecho, podría presentar estos métodos de una manera simple y cruda


al alcance de la multitud no creyente de creyentes, pero esto no es
conveniente. Porque la multitud es demasiado imperfecta, y por esta razón
una súplica por la fe que está a su alcance es cruda, no digerida e indigna
de lo aprendido. Deseo, por lo tanto, proceder en un terreno más elevado
y presentar una súplica sobre la cual los sabios puedan juzgar. Porque en
cada nación hay algunos individuos activos que están preparados para
recibir sabiduría que pueden ser persuadidos por la fuerza de la razón; de
modo que cuando estos hombres se iluminan, la persuasión a través de
ellos de la multitud es mucho más fácil.

Asumo que en el primer lugar que hay tres tipos de conocimiento; uno
proviene del estudio de nuestro propio diseño a lo largo del camino de la
experiencia. El segundo es lo que se aprende de los demás. El tercero
precede a estos y es el camino hacia ellos, y se llama conocimiento
natural, siendo llamado así porque es común a todos. Porque eso es
natural, compartido por todos los miembros de la misma especie, como,
por ejemplo, la quema es natural para el fuego, como explica Aristóteles
en el quinto libro de Ética; y Cicerón hace esta misma declaración en el
primer libro de Disputas tusculanas, y lo vemos ejemplificado de
innumerables maneras. Porque decimos que los gritos de los animales
tienen un significado natural porque son comunes a los individuos de su
especie; y cosas de este tipo son naturalmente conocidas por nosotros en
las cuales todos estamos de acuerdo, como, por ejemplo, que cada todo
es mayor que su parte, y similares, tanto simples como complejos. Porque
sabemos que el alma racional está formada para aprender la verdad y
amarla, y la prueba de este amor se muestra en nuestros actos, según
Gregory y todos los escritores y filósofos sagrados.

Ciertos, sin embargo, piensan que hay dos divisiones distintas en el alma
racional, o dos facultades; que por uno de estos el alma aprende la
verdad, y por el otro desea escuchar la verdad cuando se aprende. Pero
algunos creen que hay una sustancia del alma que realiza ambas
funciones, porque estos actos están relacionados entre sí, ya que el
conocimiento de la verdad se debe al amor por ella; porque es una y la
misma facultad. Según estos pensadores, la mente primero percibe la
verdad, y luego la ama cuando se la conoce y la lleva a la práctica. Por lo
tanto, Aristóteles sostiene en el tercer libro sobre el Alma que el intelecto
especulativo a través de la extensión de la verdad al amor de ella se
convierte en el intelecto activo. Tampoco hace una diferencia específica
entre el intelecto especulativo y el activo, como lo hace entre el intelecto
y el sentido y el alma vegetativa.

Porque él prueba en el segundo libro sobre el Alma que estos tres son
diferentes en especies, porque sus acciones son diferentes en especies, a
saber, inteligencia, sentimiento y crecimiento; ni están relacionados el uno
con el otro. Pero el conocimiento de la verdad está relacionado con su
amor y es por eso; y por esta razón hay una facultad, o naturaleza, o
sustancia del alma racional que aprende la verdad y la ama. Por lo tanto,
en el tercer libro sobre el Alma, Aristóteles comienza así: "En cuanto a la
parte del alma con la que aprende y comprende, ahora debo hablar";
manteniendo que es la misma parte que tiene ambas funciones; tal como
es en el alma sensible; porque es la misma facultad que percibe y desea,
como es evidente en todos los sentidos. Porque el tacto percibe calor y lo
busca, y así saborea con sabor, y lo mismo es cierto para los otros sentidos.

Pero con respecto a estos asuntos, no es de gran importancia cómo


definimos la facultad. Porque sabemos que el alma racional está formada
para aprender la verdad y amarla. Pero la verdad de una religión se
percibe solo en la medida en que el conocimiento de Dios abunda en el
individuo, porque cada religión se refiere a Dios; y por lo tanto, el que
desea llegar a un conocimiento definitivo de una religión debe comenzar
con Dios. Pero el conocimiento de Dios, en lo que respecta a la cuestión
de su existencia, es conocido por todos de forma natural, como lo muestra
Cicerón en su libro sobre la Inmortalidad del Alma. Y lo demuestra con esta
afirmación: "Ninguna nación es tan salvaje y bárbara como para no tener
una concepción de Dios, ni hay una nación sin alguna forma de adoración
divina". Pero si Avicena dice en el primer libro de la Metafísica que esta
ciencia busca demostrar la existencia de Dios, debemos responder que
esto es cierto con respecto a la certeza total. Porque el conocimiento
natural que posee el individuo con respecto a Dios es débil y está
debilitado por los pecados que son numerosos en cada uno. Porque el
pecado oscurece el alma, y especialmente esto es cierto con respecto a
las cosas divinas.

Por lo tanto, este conocimiento necesita el apoyo del argumento y la fe.


Pero el conocimiento de la unidad de Dios y de sus otros atributos no se
conoce por naturaleza. Porque en estos detalles los hombres nunca
estuvieron de acuerdo, algunos sostienen que hay muchos dioses, otros
creen que las estrellas son dioses y otros que las cosas aquí abajo son
deidades, como, por ejemplo, los paganos y los idólatras. Y por lo tanto,
deben estar errados en su religión.

Todos los demás que dicen que hay un solo Dios no entienden otras
verdades con respecto a él. Y por lo tanto, el defensor de una religión en
primer lugar debe saber cómo responder las preguntas que se hacen
sobre Dios en general. Sin embargo, no debe entrar en una discusión de
todas las verdades particulares a la vez, sino que debe proceder
gradualmente y comenzar con los temas más fáciles de esta manera.
Como el geómetra da sus definiciones en orden, para que se conozcan los
símbolos y términos que emplea, también debemos proceder en la

-instrucción religiosa; a menos que sepamos el significado de los términos


utilizados, no llegaremos a ninguna prueba.

Dios, entonces, es la primera causa antecedente a la que no hay otra, una


causa que no surgió ni será posible que deje de ser, de poder infinito,
sabiduría y bondad, el Creador de todo y el director de cada hombre
según la susceptibilidad de los individuos a tal orientación. Y en esta
definición, los tártaros, sarracenos, judíos y cristianos están de acuerdo. Lo
aprendido también entre los idólatras y los paganos no puede
contradecirse cuando se ha entendido la razón de esto, ni tampoco la
multitud, como consecuencia, a quien los aprendidos dirigen como
gobernantes y guías. Porque habrá un doble método de prueba sobre este
punto, uno es el consentimiento de todas las demás naciones y religiones y
del resto de la raza humana. Pero la minoría debe conformarse con la
mayoría; y la parte está en desgracia cuando no está de acuerdo con el
todo. En general, se acepta que los hombres más sabios se encuentran
entre las otras sectas, y los paganos y los idólatras no ignoran este hecho.
Porque cuando los conocemos, se convencen fácilmente y perciben
claramente su propia ignorancia; como lo demostró el emperador de los
tártaros, que convocó ante él a cristianos, sarracenos e idólatras para
conferir sobre la verdad de sus religiones; e inmediatamente los idólatras
quedaron confundidos y convencidos. Este hecho se afirma en el libro
sobre los modales de los tártaros, dirigido al actual señor rey de Francia. Y
cuando los cristianos consultan con los paganos, como los Praceni y las
otras naciones vecinas, estos últimos se convencen fácilmente y perciben
que están en un error. La prueba de esto se encuentra en el hecho de que
se convertirían en cristianos con mucho gusto si la Iglesia estuviera
dispuesta a permitirles conservar su libertad y disfrutar de sus posesiones en
paz. Pero los príncipes cristianos que trabajan por su conversión, y
especialmente los hermanos de la orden teutónica, desean reducirlos a la
esclavitud; como saben los dominicanos y franciscanos y otros hombres
buenos en toda Alemania y Polonia. Por esta razón, ofrecen oposición, por
lo tanto, están resistiendo la opresión, no los argumentos de una religión
superior.

Entonces, el defensor de la religión de los fieles tiene, por parte de la


Metafísica y esta Ciencia Moral, otro método de procedimiento para dar
sus pruebas, que simplemente deseo insinuar, hasta que se termine el
tratado que Su Alteza ha solicitado.

Y, de hecho, podemos presentar al hombre asiduo que es susceptible a la


fuerza de la razón lo siguiente como una proposición aceptable. Las
causas no retroceden sin cesar, ya que no pueden ser infinitas en número
ni concebidas de esa manera. Para todas las cosas que existen y que se
perciben se incluyen dentro de algún número, como dice Aristóteles en el
tercer libro de la Física. Por lo tanto, no hay una causa que preceda una
causa sin fin. Por lo tanto, debemos detenernos en una primera causa, que
no tiene una causa antecedente, y el número entero se reduce a una sola.
Y en cada clase uno debe ser el primero al que se reducen todos los
demás. Pero si esta fuera la primera causa sin ninguna otra causa
antecedente, es evidente que no surgió por alguna causa; ni otra cosa es
la causa de su ser, ni se hace existir después de la no existencia, ya que en
ese caso, mientras no existiera, tendría existencia, para hacerse ser. Para
todo lo que hace que otra cosa sea después de la no existencia, tiene que
ser mientras realiza este acto; por lo tanto, nada es la causa de su propio
ser. Por lo tanto, esta primera causa nunca tuvo inexistencia, y por lo tanto
siempre ha existido. Pero si esto se concede, siempre existirá, ya que hay
muchas cosas que siempre existirán, y sin embargo no siempre existieron,
como ángeles, almas, cielos, tierra y cosas por el estilo; y por esta razón, lo
que nunca tuvo inexistencia preservará mucho más fácilmente su
existencia eternamente. Además, lo que nunca tuvo inexistencia se elimina
infinitamente de la inexistencia y, por lo tanto, es imposible que pase a la
inexistencia.

Porque algunas cosas que han surgido pueden dejar de existir, porque no
se eliminan infinitamente de la inexistencia. Por un tiempo no existieron, por
lo tanto, dado que la inexistencia se elimina infinitamente de lo que
siempre ha existido, no existe una relación comparativa entre ellos. Y por lo
tanto, tal cosa no podrá dejar de ser; y esta declaración es más fácilmente
aceptada que cualquiera de las otras declaraciones aquí hechas, y por
esta razón es más una cuestión de percepción que una que necesita una
prueba.

Pero es evidente que lo que siempre ha existido y existirá es de poder


infinito. Porque si es de poder finito, entonces su poder es imperfecto, ya
que en cada cosa finita se puede agregar algo, y cada cosa imperfecta
está naturalmente sujeta a cambios; pero no es posible asumir algún
cambio a menos que se asuma uno primero. Porque lo que es primero
precede naturalmente a lo que viene después. Y, por lo tanto, dado que el
primer cambio se refiere a la existencia y la no existencia, este cambio
debe ser posible en lo que tiene un poder finito. Pero este cambio no
ocurre en lo que siempre ha sido y siempre será, por lo tanto, no hay límite
para su poder.
Del mismo modo, la filosofía argumenta en el tercer libro sobre la
consolación de esta manera. En cada clase donde se encuentra lo
imperfecto, es natural que se encuentre lo perfecto. Y por lo tanto, en el
género del poder debemos encontrar un poder perfecto, ya que
encontramos uno imperfecto. Pero eso es perfecto de lo que no falta nada
ni se puede agregar algo, según Aristóteles en el tercer libro de la Física y el
quinto de la Metafísica.

Y aquello a lo que no se puede agregar nada es infinito; porque para todo


lo finito en cuanto es tal, se puede hacer una adición, y se puede entender
algo más más allá de eso. Por lo tanto, el poder perfecto debe ser infinito.
Pero en cosas aparte de esta causa que estamos buscando no hay un
poder que sea perfecto e infinito, por lo tanto, en esta causa habrá tal
poder. Pero si su poder es infinito, entonces su esencia es infinita, ya que el
poder no excede la esencia. Porque la esencia es igual al poder o mayor.
Las pruebas sobre este punto ya se han indicado en la discusión de la
materia. Es manifiesto, por lo tanto, que la esencia de la primera causa es
infinita.

Y seguramente si su esencia y poder son infinitos, su bondad debe ser


infinita, ya que una cosa cuya esencia es finita tiene bondad finita. Por lo
tanto, la esencia infinita tendrá bondad infinita; y de lo contrario no hay
una relación comparativa de bondad con esencia en esta causa; que no
puede estar en una majestad tan grande. Y si su bondad fuera finita, sería
imperfecta, y se le podría agregar algo, y se podría disminuir, y por lo tanto
podría estar sujeta a cambios; y por esta razón es natural que no tenga
existencia, tal como lo demostramos anteriormente con respecto al poder.
Pero lo que tiene una majestad infinita en esencia, poder y bondad,
posiblemente no puede carecer de conocimiento, ya que una cosa de tal
naturaleza tiene utilidad, ni puede referirse a la majestad infinita como los
elementos, las piedras y la vegetación.

Entonces vemos que las cosas que carecen de poder infinito, como
animales, hombres y ángeles, tienen conocimiento, debido a la nobleza de
su naturaleza, por lo tanto, dado que la naturaleza de la causa que ahora
se busca es infinitamente más noble que cualquier cosa de este tipo,
tendrá el poder del conocimiento. Pero como todas las otras cosas que se
encuentran en él son infinitas, esta causa tiene una sabiduría infinita.
Además, si fuera finito, sería imperfecto y estaría sujeto naturalmente a un
aumento y disminución, como vemos en el caso de otros seres inteligentes,
y como es cierto en toda imperfección. Y por lo tanto, el primer cambio
que se refiere a la existencia y la no existencia podría encontrarse aquí,
como hemos argumentado anteriormente. Por lo tanto, la sabiduría en
esta causa debe ser infinita; pero si su poder es infinito, puede crear este
mundo, y su sabiduría infinita sabe cómo hacer el mejor arreglo posible
con respecto a él, porque es característico de lo mejor hacer lo mejor y
comunicar su bondad a los demás, como hasta donde les sea posible
recibirlo. Por lo tanto, esta causa necesariamente ha producido el mundo.
A menos que un objetor pueda decir que el mundo nunca surgió y no tuvo
una no existencia. Pero en ese caso sería de poder infinito, al igual que
esta causa, y por lo tanto sería igual a él y sería Dios, una conclusión que
nadie considera digna de ser escuchada y que ninguna religión mantiene.
Porque si el mundo siempre ha sido, y nunca tuvo una no existencia antes
de la existencia, entonces no surgió después de la no existencia. Al mismo
tiempo, tampoco tenía existencia e inexistencia, porque las
contradicciones no son ciertas ni al mismo tiempo ni por naturaleza. Por lo
tanto, el mundo fue creado, pero por ninguna agencia, excepto por esta
primera causa. A menos que diga que hay más causas que una de este
tipo, lo que no puede ser cierto, ya que ninguna de ellas sería de poder
infinito. Porque si uno tiene un poder infinito, puede hacer lo que quiera y,
por lo tanto, puede actuar en contra de la voluntad de otro; por lo tanto,
este otro no tiene un poder infinito ya que su voluntad puede ser frustrada.
Y, en cualquier caso, en un mundo habrá un solo Dios. Porque un Dios es
suficiente para un mundo. Y Aristóteles en el octavo libro de Física dice que
es mejor suponer que hay uno que más, ya que uno es suficiente; pero no
pueden coexistir más mundos, como mostramos en el capítulo sobre la
Unidad del mundo. Es manifiesto, por lo tanto, que solo hay un Dios. Del
mismo modo, si hubiera más mundos, un solo Dios sería suficiente, porque
tiene un poder infinito, por lo tanto, podría producir y gobernar todos esos
mundos, ya que todos, sin importar cuántos en número, no harían algo
infinito.

Pero Aristóteles en el octavo libro de la Física y en el undécimo de la


Metafísica concluye que hay un primer motor, o una primera causa, ya
que hay un primer movimiento, a saber, el diario, y un mundo. Y que no
puede haber más mundos que él mismo pruebe en el primer libro de los
Cielos y el Mundo, porque la tierra de este mundo sería similar en
naturaleza y especie a la tierra de otro mundo. Pero las cosas de la misma
naturaleza tienen un movimiento natural hacia el mismo lugar, así como
todos los cuerpos pesados tienden naturalmente a moverse al mismo
punto a continuación. Por lo tanto, la tierra de otro mundo tenderá a
moverse al mismo lugar al que se mueve naturalmente la tierra de este
mundo, ya que es de la misma naturaleza específica. Pero la tierra de otro
mundo no podría moverse al centro de este mundo a menos que pasara a
través de la circunferencia del otro mundo para penetrarlo y finalmente
caer al centro de este mundo. Como, por lo tanto, esto es imposible, no es
posible que haya dos tierras o dos mundos. Por lo tanto, hay un Dios, que es
la primera causa de todas las causas, que siempre ha existido y siempre
existirá, que posee majestad, poder, sabiduría y bondad infinita, el Creador
y Gobernante de todas las cosas. Tampoco puede haber más de aquel
que Dios bendijo por los siglos de los siglos, Amén.

Después de que el defensor cristiano haya verificado suficientemente este


principio fundamental de la religión, debería argumentar que el hombre
está obligado a hacer la voluntad de Dios y servirle con toda reverencia.
Porque su majestad es infinita, como hemos demostrado. Por lo tanto, se le
debe una reverencia ilimitada. Pero la bendición de la creación no tiene
límites en esto, ya que no puede llevarse a cabo excepto por un poder
infinito. Porque ningún poder finito es capaz de crear, porque hay una
distancia infinita entre la no existencia y la existencia. Por lo tanto, la
transición de la no existencia a la existencia debe ser a través del poder
infinito de un agente. Por lo tanto, la criatura le debe al Creador una
reverencia ilimitada.

Por lo tanto, Avicena dice en los Elementos de la moral que es un derecho


de Dios que obedezcamos sus preceptos. La criatura debe obedecer las
órdenes de su Creador.

Pero una tercera razón se encuentra en la felicidad infinita que otorgará a


quienes lo obedecen y el castigo sin fin que infligirá a quienes le
desobedecen. Por lo tanto, Avicena expresa estas razones por las cuales
debemos servir a Dios en la declaración de que él ha preparado una
felicidad prometida que el ojo no ha visto ni oído para los que le
obedecen, y para los que son desobedientes, ha preparado un terrible
castigo futuro. Esto también se hace evidente por la Metafísica y la primera
parte de esta Ciencia Moral. Porque el alma es inmortal, como dicen
Aristóteles, Avicena y todos los nobles filósofos; y Cicerón ha compuesto un
libro sobre esta inmortalidad. Séneca, además, declara esta verdad en
todas partes, y todas las sectas aspiran a esta otra vida. Incluso los
paganos simples creen que vivirán después de la muerte en cuerpo y
alma, como expliqué antes; y por lo tanto sostienen que hay una
resurrección de los muertos. Por lo tanto, los sarracenos sostienen esta
creencia también. Pero solo tienen en mente los placeres físicos de esta
vida presente. Porque Avicena dice en los Elementos de la Moraleja que
Mahoma ofreció solo una glorificación de nuestros cuerpos, no de nuestras
almas, excepto en la medida en que el alma comparte el disfrute del
cuerpo. Los judíos también sostienen que hay una resurrección, y los
cristianos también. Y si el primero y el último, es decir, paganos y cristianos,
están de acuerdo con esta creencia, todas las sectas intermedias
necesariamente deben creer en ella; y por esta razón los idólatras como
los demás deben reconocerlo.

Y los filósofos en particular enseñan este principio, como mostré


anteriormente en la primera parte de esta Ciencia Moral.

Pero no puede ser que un hombre que agrada a Dios en esta vida tenga
después de la resurrección una vida como la que tenemos ahora, porque
esta vida está llena de todas las miserias y no está de acuerdo con la
bondad de la naturaleza humana. Y por lo tanto, cuando la resurrección
nos conceda un estado inmortal, necesariamente debemos estar libres de
estas miserias. Tampoco aquellos que sirven a Dios se encontrarán con
ninguna miseria, porque es solo que se les dará una recompensa de
acuerdo con la generosidad de la bondad divina. Y en segundo lugar, el
bien, por regla general, tiene más desgracias aquí que el mal. Por lo tanto,
si Dios es un juez justo, no asigna en esta vida presente sus recompensas al
bien, ni, en consecuencia, serán similares en la otra vida a las bendiciones
en esto. Por lo tanto, necesariamente el justo debe estar libre de toda
miseria; y dado que ese estado es perfecto, debe haber una gloria tanto
del cuerpo como del alma. Pero el deseo del alma racional trasciende
todo bien finito. Y por lo tanto, su deseo no puede ser satisfecho excepto
por un bien infinito, y este es Dios; y por lo tanto nuestra gloria humana
participará en la bondad de la Deidad; y de esto se deduce el corolario
más noble de la filosofía, que se encuentra en el tercer libro de las
Consolaciones, a saber, que al participar en la Deidad los hombres se
convertirán en dioses, aunque Dios es uno por naturaleza.
De manera similar, dado que el mal aquí ofende a la bondad divina, que
es infinita, y cae en el crimen de traición contra Dios, su castigo de
necesidad en la otra vida debe ser inexpresable y de duración infinita.
Dado que estos son los hechos, un hombre debe desear agradar a Dios
haciendo su voluntad, hasta el fin de que pueda servir a Dios de tal
manera que escape el castigo intolerable y obtenga la beatitud infinita.

Pero si corresponde a un hombre hacer la voluntad de Dios por las razones


dadas, a saber, la dignidad de una majestad infinita, y por el beneficio de
la creación en la existencia de la naturaleza y la preservación de la misma,
y por la retribución por venir, él debe aprender la voluntad divina, y las
cosas que le pertenecen a Dios, y el estado de felicidad y miseria futuras.
Pero el hombre no puede por sí mismo saber estas cosas, como es
evidente debido a los errores, herejías y diferencias, es decir, las
contradicciones de las sectas principales, y no solo de estas, sino también
debido a los artículos de la misma secta principal, veo tantas diferencias,
ya que algunos son herejes, algunos cismáticos, algunos cristianos
verdaderos. La diferencia entre los herejes no tiene límites. Similarmente
entre los judíos; porque algunos eran fariseos, algunos saduceos y otros que
diferían de ambos, como nos enseñan los Evangelios, y Josefo deja claro
en sus libros de Antigüedades. Del mismo modo, los sarracenos, porque
Avicena y otros filósofos contradicen el rango y los sacerdotes. Porque
demuestran que la gloria no solo pertenece a nuestros cuerpos, sino
también, y en mayor medida, a nuestras almas; y deciden que esa secta
pronto será destruida. Así también los idólatras tienen sectas diferentes.
Para aquellos llamados Ingures, cuya literatura es poseída por los tártaros,
sostienen que solo hay un Dios, una creencia que no comparten muchos
otros idólatras, como aprendemos en el libro sobre los modales de los
tártaros. Pero los tártaros también están en serio desacuerdo. Algunos de
ellos se inclinan por el rito cristiano, algunos por el de los sarracenos y otros
por el de los idólatras, aunque son miembros de la misma secta principal.
Entre los paganos todavía hay una mayor diversidad y error, porque el
individuo crea un Dios según su gusto y adora lo que le agrada.

Pero el poder del conocimiento en el hombre no es suficiente para las


cosas materiales de este mundo y los objetos de los sentidos, como es
obvio para todos. Porque ningún hombre conoce con certeza y suficiencia
la naturaleza de la cosa más pequeña, como, por ejemplo, una planta
pequeña, una mosca o cualquier otra cosa. Y vemos el mayor desacuerdo
por parte de los eruditos con respecto a la naturaleza de las cosas
materiales. Mucho más, entonces, el hombre se equivocará con respecto
a las cosas inmateriales, como sustancias espirituales, y el estado de la otra
vida, y especialmente con respecto a las cosas que pertenecen a Dios y a
la voluntad de Dios. Por lo tanto, el hombre debe tener revelación.

Esto está de acuerdo con la declaración de Aristóteles en el segundo libro


de la Metafísica, de que el intelecto humano está tan relacionado con las
cosas más manifiestas de este tipo en su propia naturaleza como el ojo del
murciélago y del búho a la luz del sol. Y Avicena dice en el primer libro de
la Metafísica que la relación del hombre con aquellas cosas que
pertenecen al Señor de los siglos en su reino es como la de un hombre
sordo desde su nacimiento al deleite de la armonía musical o de un
paralítico a las delicias de comida. Por lo tanto, el hombre no podrá
alcanzar certeza en estos asuntos en mayor grado que el búho, el sordo o
el paralítico en los temas mencionados. Además, Alpharabius dice sobre
este tema en su Moraleja que el niño no enseñado tiene la misma relación
con el hombre más aprendido en la sabiduría humana que un hombre tan
aprendido con las verdades divinas: y, por lo tanto, no podrá avanzar
excepto a través de la instrucción y la revelación.

Y agrega que si el hombre pudiera alcanzar las verdades de la religión


sagrada, el mundo no requeriría revelación y profecía. Pero ambos, como
él dice, han sido otorgados al mundo y son necesarios. Por lo tanto, el
hombre no puede conocer sin ayuda verdades de este tipo. Avicena
aclara esto en sus Elementos de filosofía moral en su afirmación de que la
religión requiere una revelación de Dios; y ese hombre mortal no puede
pasar a estas cosas inmortales. Esto concuerda con la declaración de
Séneca en su libro sobre la paz mental, que el hombre es demasiado
mortal para las cosas inmortales.

Entonces, como el hombre no puede alcanzar estas cosas sin ayuda,


tampoco debería presumir de sí mismo decidir sobre estas preguntas sin
revelación e instrucción, por dos razones. Una razón se encuentra en el
hecho de que aquellas cosas que pertenecen al otro mundo, y en
particular la voluntad de Dios y los asuntos relacionados con Dios, son de
infinita grandeza. Por lo tanto, trascienden nuestra miserable humanidad; ni
el hombre es digno de tratar de descubrir y comprender estos asuntos por
sus propios poderes; por lo que le basta creer en el que lo instruye.
Tampoco es digno de creer esas verdades debido a sus pecados y su
estado miserable. Que se regocije, entonces, de que otro le enseñe, pero
no a menos que Dios o los ángeles le enseñen la autoridad de Dios. Por lo
tanto, es obvio que el hombre no debe intentar indagar sobre estas
verdades divinas antes de que se le enseñe y crea. Además, Dios mismo
tiene un conocimiento infinitamente mejor y más seguro de todo lo que le
preocupa que la criatura puede tener. La autoridad y la sabiduría de Dios
son infinitas, con respecto a las cuales ninguna autoridad humana tiene
comparación o sabiduría, y especialmente con respecto a aquellas cosas
que son divinas.

Queda, entonces, que solo se debe buscar la autoridad de Dios, ya que su


bondad es infinita y desea revelar a la raza humana lo que es necesario
para la salvación. Y sin duda vemos claramente en las sectas que todos
creen que sus religiones poseen una revelación. Porque esto es evidente
en el caso de cristianos y judíos. Los sarracenos también creen que
Mahoma tuvo una revelación, y él mismo hace tal afirmación; de lo
contrario no lo hubieran creído. Además, si no tenía una revelación de
Dios, la tenía de los demonios. Los tártaros dicen de manera similar que
Dios reveló su religión, como encontramos escrito en el libro mencionado y
de eso estamos seguros. Los idólatras y los paganos de la misma manera
creen que Dios revela todo lo relacionado con las religiones de este tipo;
porque el hombre no le creería al hombre de otra manera en este asunto.
Por cada persona que establece una secta atribuye la autoridad a Dios
para que pueda obtener mayor credibilidad.

Desde entonces, estas sectas están tan constituidas que deberíamos estar
más plenamente convencidos de que la revelación debe hacerse a un
solo legislador perfecto, y que Dios debe dar una sola ley perfecta. Y esto
es evidente debido a las divisiones y herejías. Porque si hubiera más
cabezas, la raza humana no podría unirse, ya que cada hombre se
esfuerza por defender su propio punto de vista. Además, dado que hay un
Dios y hay una raza humana a ser regulada de acuerdo con la sabiduría
de Dios, necesariamente esta sabiduría debe elegir la unidad de la doble
unidad que acabamos de mencionar, o de lo contrario no se conformaría
con un Dios o una raza humana. . . Porque si hubiera más dioses y más
mundos, y, por así decirlo, más razas humanas, entonces podría haber más
de una sabiduría divina. Pero la existencia de muchos dioses y muchos
mundos no es posible. Por lo tanto, la sabiduría de Dios no puede ser plural.
Además, dado que la religión perfecta debe mostrarle al hombre lo que
debe saber sobre Dios y todo lo que es útil para el individuo, otra religión
será superflua si trata de los mismos temas o errónea si promulga doctrinas
opuestas. Por lo tanto, solo puede haber una secta perfecta de los fieles, y
del mismo modo solo un legislador que recibe esta revelación de Dios;
porque si solo hay una religión, también hay un solo legislador; y lo
contrario también sería cierto. Esta es también la enseñanza de Avicena en
los elementos de la moral, y de Alfarabio en la moral. Porque, como dice
Avicena, debe haber un mediador de Dios y los hombres, y un vicario de
Dios en la tierra para recibir la ley de Dios y promulgarla. De este legislador,
Alpharabius dice: "Cuando se ha demostrado que viene a nosotros por
inspiración de Dios, no puede ser falso. Y cuando hemos establecido una
verdad de este tipo, su palabra debe permanecer incuestionable.
Tampoco es un escrutinio adicional de su declaraciones permitidas, ni
debe haber más consideración si vamos a poner fe implícita en él".

Una vez resuelto este punto, debemos preguntar quién debería ser
proclamado legislador y qué secta debería extenderse por todo el mundo.
Los ritos principales son primero los de los paganos, que viven según la
costumbre y no tienen sacerdotes, pero cada hombre es su propio
maestro. El segundo rito es el de los idólatras, que tienen un sacerdocio,
acuerdan ciertas regulaciones y se reúnen en un lugar a las horas
requeridas para celebrar sus ritos. Porque tienen grandes campanas como
las de los cristianos, como dije anteriormente. Los idólatras también difieren
de los paganos. Para los idólatras, las imágenes de adoración, mientras
que los paganos adoran los objetos naturales como bosques, aguas y
similares en infinidad.

El tercer rito es el de los tártaros, que persiguen con entusiasmo la filosofía y


las artes de la magia. El cuarto es el de los sarracenos.

El quinto es el de los judíos. El sexto es el de los cristianos. Porque no hay


más sectas principales en este mundo, ni las habrá hasta que aparezca la
secta del Anticristo.

Dado que los paganos y los idólatras sostienen que la criatura es Dios y
reconocen que hay una multitud de dioses, y dado que ambos principios
son imposibles por las razones dadas, es evidente que sus ritos son erróneos.
Por lo tanto, el Emperador de los Tártaros, que se llama Mangu Khan, de
quien se hizo mención anteriormente en lo que se dijo sobre Lugares en el
Mundo, reunió a Fray William con sus cristianos, y sarracenos e idólatras,
para que pudieran disputar respecto a sus religiones. Tanto los cristianos
como los sarracenos demostraron a la vez que los idólatras estaban
equivocados y este último dejó de defender su religión, como afirma Fray
William en su libro mencionado anteriormente, dirigido al Señor Luis, ilustre
Rey de Francia. Y dado que el mal estado de los paganos y los idólatras es
evidente, no los consideraremos más en este momento.

Aunque los tártaros adoran al único Dios verdadero, sin embargo, se


inclinan a la idolatría. Porque adoran el fuego, creyendo que todas las
cosas se purgan y expiran a través de él. Por lo tanto, hacen que sus hijos,
mensajeros y regalos pasen por el fuego.

Del mismo modo honran el umbral de la casa; porque el que pisa el umbral
está condenado a muerte. Por lo tanto, el Azotii tampoco pisó el umbral
del templo de Dagón, como se registra en el quinto capítulo del primer
libro de los Reyes. Además, no tienen ningún sacerdote, excepto filósofos
que también se inclinan por las artes mágicas y emplean las respuestas de
los demonios, como aprendemos en el libro sobre sus modales y como
sabemos a ciencia cierta. Por lo tanto, no pasan más allá de la filosofía, ya
sea verdadera o mágica. Pero mostré anteriormente que la filosofía está
relacionada con la religión.

Para el que es perfecto en la sabiduría de la filosofía tiene la misma


relación con la religión revelada que el niño no enseñado al sabio antes
mencionado, como expliqué anteriormente. Es evidente, entonces, que la
religión de los tártaros no es lo que estamos buscando, y los mismos tártaros
lo reconocen. El emperador de los tártaros mencionado anteriormente
reconoce que la religión de los cristianos es dada por Dios al hombre y es
la mejor. Además, los tártaros tienen a sus hijos instruidos en el Evangelio y
en la vida de los Padres, y aceptan agua bendita y la cruz y los sacerdotes
cristianos cuando están enfermos y recurren a ellos como un último refugio,
como aprendemos en el libro sobre sus modales, y como lo comprobamos
a través de la experiencia. Para la emperatriz, la esposa de ese emperador
convocó a fray William y a los sacerdotes cristianos, junto con su agua
bendita y su cruz, buscando su consejo, cuando ella se enfermó. Es fácil,
por lo tanto, para alguien que considera los hechos percibir que estas
religiones deberían ser eliminadas. Pero los otros tres son más racionales, a
saber, la religión de los judíos, de los sarracenos y de los cristianos.
Pero para que se prefiera solo la religión cristiana, podemos decidir de las
siguientes maneras: primero, desde los puntos de vista de los filósofos
mencionados anteriormente en la relación de las matemáticas con la
Iglesia, y en la primera parte de la Filosofía Moral. Porque en esa sección se
presentan sus nobles testimonios con respecto a los artículos de la fe
cristiana, a saber, con respecto a la Santísima Trinidad, Cristo y la Santísima
Virgen, creación del mundo, ángeles, almas, juicio venidero, vida eterna,
resurrección de los cuerpo, castigo en el purgatorio, castigo en el infierno, y
similares, que están contenidos en la religión de los cristianos.

Sin embargo, la filosofía no está en conformidad con la religión de los judíos


y con la de los sarracenos; ni los filósofos dan testimonio a su favor. Es
evidente entonces que, dado que la filosofía es la precursora de la religión
y dispone a los hombres, la religión cristiana es la única a la que debe
adherirse. Además, los filósofos no solo dan paso a la religión cristiana, sino
que destruyen las otras dos. Dado que Séneca, en el libro que compuso
contra la religión de los judíos, muestra de muchas maneras que es más
irracional y erróneo, en la medida en que los judíos carnales están
obligados solo a la carta, de acuerdo con su creencia de que es suficiente
para la salvación. Los filósofos sarracenos, además, encuentran fallas en su
propia ley y deciden que pronto llegará a su fin. Porque Avicena en el
noveno libro de su Metafísica prueba que Mahoma está equivocado
porque solo ha presentado delicias físicas y no espirituales. Albumazar,
también, en el primer libro de Conjunctions enseña que esa secta no
durará más de 693 años, y que ya han pasado 665, y sostiene que puede
cesar en menos tiempo, como señalé anteriormente en la sección de
Matemáticas.

Y es evidente que los tártaros han destruido casi todo el dominio de los
sarracenos en el norte, este y sur hasta Egipto y África. Así sucede que su
Califa, que ocupa el cargo de Papa entre ellos, fue destruido hace trece
años, y Baldach, una ciudad perteneciente a ese Califa, fue capturada
con un gran número de sarracenos.

Pero podemos ver esta misma cosa de otra manera a través del testimonio
de las Sibilas. Porque, como se muestra arriba, proclamaron que Cristo es
Dios y dieron a conocer todos los artículos principales de la fe cristiana.
Pero no dan testimonio de las otras religiones, no, han dicho que solo esta
religión posee la salvación.
Pero también hay otra forma de considerar estos asuntos revisando las
características peculiares del legislador y de las religiones. La religión de los
judíos en realidad no termina con Moisés, sino que espera un Mesías que es
Cristo; aunque los judíos no esperan al Cristo que es la cabeza de la Iglesia
cristiana, sino otro, que, imaginan, aún está por venir. Por lo tanto, es
evidente que su ley no es suficiente, ya que esperan un legislador más
perfecto que Moisés. Pero que este es Cristo, el Señor del cristiano, puede
ser probado por su ley y por sus autoridades. Porque la profecía de Daniel
por un cómputo de años evidentemente se extiende hasta Cristo; porque
vino después de ese tiempo. Además, con el advenimiento de Cristo, el
sacerdocio de los judíos cesó y también el poder real entre ellos, ya que
ellos mismos no pueden negarlo. Pero esto se cumplió en el tiempo de
Cristo. Porque el reino de los judíos pasó primero a Herodes y luego al
imperio romano, como nos enseñan las historias de los judíos. Esta
información está contenida en los libros de Josefo, un judío que narró la
destrucción de los judíos por Tito y Vespasiano.

Pero Josefo dice en la misma obra que en su tiempo "Jesucristo, un hombre


santísimo, apareció, si es correcto llamarlo hombre, con respecto a quién
se cumplieron todas las cosas, lo que nuestros profetas dijeron sobre él,
como él mismo gloriosamente dar testimonio." Del mismo modo, él mismo
dice que, cuando el Señor fue crucificado, se escuchó la voz de los
poderes celestiales en Jerusalén: "Abandonemos nuestra morada". Como
Josefo es la principal autoridad en la historia entre judíos, griegos y latinos,
como todos los sabios y los escritores sagrados reconocen, él establece el
hecho de que el Mesías prometido por la ley judía es el Señor Jesucristo a
quien los cristianos adoran. Esto lo vemos claramente en el cuarto libro de
Esdras. Porque él dice que Dios el Padre habló así: "Porque mi hijo Jesús
será revelado con aquellos que se regocijarán con él y que permanecerán
cuatrocientos años; y después de cuatrocientos años, mi hijo Cristo morirá,
y el mundo será cambiado. " Pero pasaron tantos años de Esdras a Cristo.
Del mismo modo, en el libro de los doce Patriarcas se enseña la naturaleza
más clara con respecto a Cristo. Para cada patriarca dio su tribu prueba
definitiva con respecto a Cristo, y hubo cumplimiento correspondiente.

Y si se dice que estos libros pertenecen a los apócrifos, es decir, de autor


desconocido, este hecho no destruye su veracidad, ya que estos libros son
aceptados por griegos, latinos y judíos. Porque el bendito Ambrosio en su
homilía sobre el Evangelio de Lucas cita la autoridad de Esdras. Y la Iglesia
en su oficina emplea muchos otros pasajes de ese libro. Porque hay
muchos libros actuales entre latinos, hebreos y griegos, cuya autoría es
incierta; no, los latinos estamos seguros de la autoría de solo unos pocos
libros, y en muchos casos estamos en un error. Porque cuando pensamos
que Avicena compuso el libro sobre los cielos y el mundo que
comúnmente se le atribuye, estamos en un error. Y se piensa que muchos
comentarios son obra de Averroes, pero deben considerarse más bien los
de Alpharabius, como, por ejemplo, el comentario sobre la Física de
Aristóteles. Y en teología los autores de Ecclesiasticus y de Sabiduría son
desconocidos, algunos los consideran obras de Salomón, otros de Filón,
mientras que otros creen que son obras de alguien más. Por lo tanto, no
podemos instar como objeción que un libro sea de autor desconocido,
siempre que el libro cuente con la aprobación de la mayoría de los
hombres eruditos.

Además, si consideramos la religión judía literalmente como se presenta, es


abominable, irracional e intolerable. Es abominable porque la matanza de
los carneros, terneros, toros y cabras por parte de los sacerdotes en el
templo es horrible y muy inmunda; y es totalmente irracional porque
contiene abusos sin fin, como es evidente para todos; y es intolerable
porque su carga es ilimitada; ni los judíos pudieron llevar a cabo
completamente los ceremoniales de esa ley; como dice el bendito Pedro:
"Ni nosotros ni nuestros padres". Y esto es evidente a partir de la serie de
Escrituras relacionadas con la ley; debido a las intolerables cargas,
recurrieron a la idolatría y a dioses extraños de era en era. Y Dios mismo da
testimonio de que las ceremonias de este tipo no le agradaron, como
aprendemos de muchos salmos, donde el salmista dice: "Sacrificio y
oblación que no has deseado, pero has abierto mis oídos". Y en otro Salmo,
"No aceptaré de tu casa terneros ni machos cabríos de tus rebaños". Y en
el primer capítulo de Isaías y en otros lugares se aclara el mismo hecho. Por
lo tanto, para que no se vuelvan totalmente idólatras, Dios los mantuvo
ocupados en ceremonias de este tipo. En segundo lugar, la ley promete
solo bendiciones temporales y físicas; pero la religión perfecta promete
bendiciones eternas y espirituales, como es evidente por lo que precede.

Del mismo modo, podemos considerar la religión de los sarracenos y sus


legisladores. De hecho, Mahoma mismo en el Corán, que es el libro de su
ley, dice que Cristo nació de la Virgen María por la influencia del Espíritu
Santo sin un padre humano, y que él es el mayor profeta de Dios. Por lo
tanto, Cristo tiene prioridad sobre Mahoma, y por esta razón la ley de Cristo
debe tener prioridad. Como, por lo tanto, debería haber una sola ley en el
mundo, como hemos demostrado, será la que sea mejor y más digna; y
esta es la religión de Cristo. Además, los filósofos de los sarracenos
encuentran defectos en su propia religión. Pero la religión de la verdad,
aunque está por encima de la filosofía, no es, sin embargo, contraria a ella,
ni es cuestionada por la filosofía sino aprobada por ella, como he
demostrado con respecto a la religión de Cristo en la sección sobre
Matemáticas y en la primera parte de la filosofía moral.

Asimismo, señalan que esta secta será destruida y se dará a conocer el


momento de su destrucción. Pero la religión de la vida eterna siempre
continuará, incluso hasta la vida eterna, porque conduce a la vida eterna;
Por lo tanto, esta religión no es la de Mahoma. Además, el legislador de
esta secta fue más depravado en su vida; porque él era un adúltero muy
malvado, como encontramos registrado en el Corán. Por cada mujer
hermosa que tomó por la fuerza de su marido y la violó. Pero el adulterio es
contrario a todas las leyes y religiones, porque esto es lo que introduce
discordia entre los ciudadanos; y del mismo modo hace que aparezcan
falsos herederos, y por lo tanto destruye las leyes del estado.

Pero si examinamos más de cerca estas tres sectas, podemos ver con
mayor claridad cuáles de ellas deberían preservarse. Debemos asumir
como un principio fundamental en esta consideración que las historias de
todas las naciones deben ser aceptadas en pie de igualdad cuando
adoptemos la forma en que debe continuar la disputa.

Porque si los cristianos se negaran a aceptar las historias de los sarracenos y


de los judíos, con igual derecho rechazarán las historias de los cristianos.
Mantengamos por razones de argumento las historias de estas sectas, para
que podamos ver qué secta debe prevalecer en este asunto. Se dice
entonces en la historia del Evangelio que entre los nacidos de mujeres,
ninguno ha surgido más que Juan el Bautista; pero este mismo Juan dice
que no es digno de desatar el pestillo del zapato de Jesucristo: y, por lo
tanto, ni Mahoma ni Moisés son dignos, ya que no hay comparación de
ellos con Cristo, ni sus leyes son comparables con las suyas. Además,
Alpharabius en su libro sobre Ciencias muestra las formas en que se
prueban las religiones, y presenta dos de ellas como más notables que las
demás. Una prueba es que debe haber un legislador perfecto a quien los
profetas que preceden y siguen den testimonio. Pero los profetas que
preceden y siguen no dan testimonio de Moisés ni de Mahoma. Por lo
tanto, solo Cristo es el legislador a quien buscamos.

Que los primeros profetas dan testimonio de Cristo, él mismo testifica,


diciendo en el último capítulo de Lucas: "Como está escrito en la ley de
Moisés y en los Profetas y en los Salmos acerca de mí". También en el
segundo capítulo de Juan, "Porque Moisés escribió de mí"; y tenemos más
evidencia en la profecía de Daniel mencionada anteriormente; también
en Isaías que dice: "Lo que una virgen concebirá y dará a luz un hijo"; y
Mahoma está de acuerdo con Isaías cuando dice que Cristo es el hijo de
la Virgen. Josefo también testifica que todas las cosas se cumplieron en
Cristo que los profetas dijeron de él. Pero el hecho se hace evidente no
solo de esta manera, sino también a través de los profetas que lo siguieron,
es decir, los numerosos Escritores Sagrados, que no solo dieron testimonio
de Cristo, sino que también testificaron que los profetas anteriores hablaron
todas las cosas relacionadas con él.

Pero estos santos profetas posteriores se deben creer por seis razones. La
primera y más importante razón para creerles es su perfecta santidad, ya
que Cicerón en los Temas, en el que considera la cuestión de la autoridad,
asigna correctamente esto primero y per se a la virtud; porque un hombre
bueno y santo no desea mentir. La segunda condición es una sabiduría
inefable por la cual han sabido cómo evitar todo error. Porque tienen
conocimiento no solo de las cosas presentes a su vista, sino también de las
cosas que están ausentes; y no solo de cosas físicas, sino también de cosas
espirituales que afectan las conciencias de los hombres. Lleno del espíritu
profético estos hombres tenían conocimiento del presente, pasado y
futuro, como nos informan las historias de los cristianos en innumerables
casos. La tercera condición era el poder indescriptible de los milagros con
los que estos escritores sagrados estaban dotados.

Pero Alfarabio dice que los hombres deberían creer por los milagros. Para
este es el segundo método ofrecido por Alpharabius de probar una
religión, a saber, por medio de milagros.

La cuarta condición encontrada en estos escritores sagrados era su


constancia incluso hasta la muerte en defensa de su doctrina, una
cualidad que no habrían exhibido si no hubieran sabido que había una
verdad suprema en sus enseñanzas. La quinta condición se encuentra en
el hecho de que, mientras vivían en diferentes partes del mundo,
promulgaban el mismo sentimiento, aunque ninguno de ellos recibió la
doctrina de otro. Por lo tanto, deben haber hablado por la inspiración de
Dios y, por lo tanto, sin error. El sexto motivo se encuentra en el hecho de
que eran ciudadanos privados y laicos, como Peter y otros, y hombres
pobres, humildes y oprimidos: y sin embargo, su punto de vista prevaleció
sobre sus emperadores, filósofos y pontífices. Es evidente, por lo tanto, por
estas razones, que esos hombres son dignos de creer. Pero esos hombres
dicen que los primeros profetas dan testimonio de Cristo; por lo tanto, esto
es cierto. Además, ellos mismos dan testimonio de Cristo en innumerables
casos: no, toda su vida, no solo su doctrina, fue una confirmación de la ley
cristiana.

Dado que, por lo tanto, los profetas anteriores y posteriores en


innumerables números han dado testimonio de Cristo, al igual que Moisés y
Mahoma, a pesar de que carecen de tal testimonio, como es evidente en
las historias de los judíos y los sarracenos, Cristo debe, por lo tanto, ser el
legislador perfecto.

Este mismo hecho es probado por el segundo método de Alpharabius con


respecto a probar religiones, es decir, por milagros. Porque aunque Moisés
hizo grandes maravillas de hecho, y Mahoma solo en apariencia y por
fraude, sin embargo, no deben compararse con los milagros de Cristo. Por
reconocer todos sus milagros y todas las historias, encontraremos en la
historia del Evangelio de Juan en el último capítulo de esta declaración:
"Pero hay muchas otras cosas que hizo Jesús, las cuales, si se escribieran
cada una, supongo que incluso el mundo mismo no podría contener los
libros que deberían escribirse". Debido al número y la grandeza de los
milagros, una declaración que no puede aceptarse con respecto a las
historias de Moisés y Mahoma. También dice: "Pero para que sepáis que el
Hijo del hombre tiene poder para perdonar pecados (dice a los enfermos
de la parálisis), yo te digo, levántate". Pero perdonar pecados y sanar el
alma es un milagro ilimitado en su naturaleza, y mayor que la realización
de un número infinito de milagros físicos. Y sobre este hecho descansa un
argumento muy fuerte a favor de Cristo. Porque nadie puede perdonar el
pecado a menos que sea Dios; por lo tanto, Cristo era Dios.

Además, todas las historias confiesan que él es Dios, y estas historias fueron
dadas al mundo por escritores sagrados cuya calificación de seis veces se
mencionó anteriormente, que no podían mentir. Por lo tanto, el hecho
declarado debe ser cierto. Los profetas anteriores además confiesan que
él es Dios. Por lo tanto, Isaías dice: "Se llamará Emanuel, es decir, Dios con
nosotros". Y David dice: "Tu asiento, oh Dios, es por los siglos de los siglos". Y
hay muchos otros pasajes de importancia similar según la exposición de las
profecías hechas por los Escritores Sagrados posteriores que no pueden
errar. Desde entonces, Cristo es Dios, lo cual no es cierto para Mahoma y
Moisés según el testimonio de incluso judíos y sarracenos, es evidente que
él y solo él es el legislador perfecto, y que no debería haber comparación
de Moisés y Mahoma o de alguien más con él.

Además, este mismo hecho es obvio a partir de una comparación de las


leyes. Porque toda la santidad y la perfección de la vida se enseñan en la
ley cristiana, y la impureza del pecado no está permitida. Pero con
Mahoma se permiten muchos pecados, como es evidente en el Corán, y
no se observa la perfección de la vida, ya que están absortos en placeres
sensuales debido a su poligamia. Del mismo modo, los judíos, por encima
de todo, estaban ansiosos por tener descendencia. Porque la mujer estéril
yacía bajo la maldición de la ley, y la virginidad no era recomendada por
ellas, ni la pobreza voluntaria, ni la sumisión de la voluntad de uno a la de
otro, tres cosas indicativas de la máxima perfección. Porque nadie puede
dudar de que la virginidad sea el estado más puro y santo, y la pobreza
voluntaria es aprobada por todos los filósofos, como aprendemos más
arriba claramente de la tercera parte de la Filosofía Moral. Pero someterse
por completo a la voluntad de otro es la prueba suprema y la más difícil de
todas, como todos saben. Y por lo tanto, dado que estas virtudes se
enseñan en la ley de Cristo, y no en la ley de Mahoma ni en la de Moisés,
es evidente que la ley de Cristo es completamente superior. Además, por
la ley de Cristo estamos asegurados con referencia a Dios y la vida futura
del bien y del mal, y también con referencia a la Santísima Trinidad y otras
verdades espirituales. Pero estas verdades no se presentan en la ley de
Moisés ni en la de Mahoma, como es evidente. Por lo tanto, la ley de Cristo
debería preferirse a las demás. Pero es una ley que debería publicarse en
todo el mundo, como hemos demostrado anteriormente. Por lo tanto, esta
ley debe ser la ley cristiana.

Como hemos demostrado que la fe cristiana debe ser aceptada, todos sus
artículos deben ser evidentemente aceptados también. Porque si se
aprueba el todo, cada parte también debe ser concedido. Sin embargo,
dado que cierto artículo parece gravoso para la fragilidad humana, por
esta razón algunos lo niegan, otros dudan de él, otros lo aceptan con
dificultad, algunos lo consideran difícil, otros lo entienden de manera
imperfecta, algunos lo entienden fácilmente con total paz y dulzura de
mente. Me refiero al Sacramento del Altar, en relación con el cual, según el
Apóstol, muchos son débiles y enfermos entre ustedes y muchos duermen.
Por lo tanto, con respecto a esto, he considerado apropiado emprender
demostrar que este sacramento es el más verdadero y cierto, que debe ser
deseado con fervor y la mayor fervor, que debemos esperar
fervientemente, con toda adoración de reverencia, con alegría y
devoción retener, con la más segura fe contemplar. Si este sacramento no
existiera, deberíamos buscar obtenerlo de Dios con la mayor diligencia, y
comprarlo no con oro y plata corruptible sino con vida y muerte.

Si debe existir y ser desconocido, debe recibirse tan pronto como se


ofrezca, no, debe ser arrebatado de la boca del que lo ofrece, no, sin un
maestro debería ser conocido y amado por encima de todas las cosas,
para que el que es fiel se regocije en saber y no poseer nada más; desde
que esto se sabe, se conocen todas las cosas que pertenecen a la
salvación; siendo esto desconocido, todas las cosas son desconocidas;
Estando poseído, todas las cosas están poseídas, y el que carece de esto
no posee nada.

Dado que, por lo tanto, es necesario que todos entiendan esto, aunque
muchos ignoran este sacramento, mientras que otros al convertirse a la fe
están más perturbados por esta doctrina en particular que por cualquier
otra, y muchos cristianos, que se esfuerzan por juzgue con su sentido
humano con respecto a las cosas divinas, vacile o sea imperfecto; Es mejor
considerar cómo los incrédulos y los cristianos pueden estar convencidos
de esta verdad. Por lo tanto, daré los puntos principales de este
razonamiento persuasivo de acuerdo con la gracia que me fue dada.

Por lo tanto, este hecho es más seguro, es decir, que el Señor Jesús está
presente en este sacramento como verdadero Dios y verdadero hombre,
se muestra primero por el asentimiento de toda la Iglesia Cristiana; y dado
que se ha demostrado que Cristo es el verdadero, y dado que este
sacramento es uno que profesa esta Iglesia, es evidente que contendrá la
verdad. Además, además de las pruebas generales aplicables a toda la
religión, esta bendita verdad posee sus propios modos particulares de
prueba al igual que toda la religión. Pues este sacramento es claramente
enseñado por la Sagrada Escritura en los Evangelios y por el Apóstol;
"Vuestros padres comieron el maná y están muertos; el que me come vive
por mí; y yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno come de
este pan, vivirá para siempre". Y en el capítulo dieciséis del libro de
Sabiduría, "Alimentas a tu pueblo con comida de ángel"; y más abajo: "Por
tu sustancia y el amor que tienes por tus hijos, muestras". Este es el pan que
los ángeles desean mirar, según el apóstol Pedro. Y por lo tanto no es ese
maná de los pueblos antiguos, ya que ese no es el alimento de los ángeles;
cuando dice: "Tu sustancia, etc.", evidentemente no debemos entender
esto del antiguo maná. Y el Apóstol que primero persiguió la verdad de
Cristo luego confiesa que recibió este sacrificio del Señor. Además, esta
verdad se manifiesta no solo por la Sagrada Escritura, sino por todos los
Escritores Sagrados, que dan testimonio de este artículo, que no podían
mentir debido a las condiciones que he enumerado anteriormente con
respecto a ellos. Pero esto es evidente de común acuerdo y definición de
todos los médicos, maestros y lectores católicos en la ley de Dios. Todos
están de acuerdo en su testimonio de que Cristo está presente en este
sacramento.

En el siguiente lugar, hay una innumerable cantidad de milagros que se


encuentran en los Escritores Sagrados y en las historias. Pero aquí registraré
dos, que aún no se han registrado, de indudable autenticidad y sin lugar a
dudas. Para cierta matrona devota que deseaba tener descendencia, un
obispo herético, que le prometió un hijo, despertó sus esperanzas.
Invocando a un nigromante que sabía cómo evocar demonios, la mujer, el
obispo y el nigromante se encontraron en un lugar secreto. Después de
que el nigromante había realizado todos los ritos a su satisfacción en
materia de círculos y encantamientos, apareció un demonio disfrazado de
un niño con una corona, que les preguntó qué querían. Tanto el
nigromante como el obispo le preguntaron a la mujer qué deseaba. Pero
mientras ella se aterrorizaba y se apoderó del temor de que Dios no
respondiera, el demonio se retiró a cierta pared cercana y, quitándose la
corona de la cabeza, adoró e inclinó la rodilla. Después de hacer esto,
regresó a ellos y nuevamente les preguntó qué querían. Y cuando los
hombres malvados siguieron preguntando a la mujer, y ella no se atrevió a
hablar por miedo, el diablo regresó al lugar donde había adorado por
primera vez, e inclinó la cabeza, pero no dejó a un lado su corona ni su
genuflexión. A su regreso a ellos, le preguntaron por qué había actuado
como lo hizo en la primera y en la segunda ocasión. Él respondió que un
hombre yacía enfermo en una casa más allá de la pared, y un sacerdote
le trajo el cuerpo de Cristo; y "me vi obligado". Dijo el demonio, "dejar a un
lado la corona de mi cabeza y adorar y hacer una genuflexión, porque
está escrito: En el nombre de Jesús, toda rodilla debe doblarse de cosas en
el cielo, y cosas en la tierra, y cosas debajo de la tierra. Y cuando volví la
segunda vez, el sacerdote había entregado el cuerpo de Cristo al
enfermo, y llevaba el vaso vacío, y por lo tanto no dejé a un lado mi
corona ni mi genuflexión, sino que simplemente incliné la cabeza y adoré
por respeto al sacerdote que lleva el cuerpo de Cristo y para la vasija
sagrada. "Entonces el obispo herético se convirtió en un verdadero
cristiano, e inmediatamente comenzó a predicar la fe de Cristo, y a
confundir el mal herético Oh, cuán verdadera prueba y cuán noble es
esta, alabanzas adecuadas de las cuales no se pueden expresar Además,
muchos están vivos que saben con certeza la verdad de este milagro.

Sucedió, además, que en la orden franciscana había un hermano que


durante muchos años no pudo participar de este sacramento, ni se habría
parado ante el altar con sus hermanos cuando recibieron el sacramento, si
alguien le hubiera ofrecido el mundo entero; y, sin embargo, él mismo
ignoraba la razón de su propia incapacidad para recibir el sacramento. Y
como le agradó a Dios, cierto hermano sabio y santo le dijo que estaba en
cruel pecado mortal o que no estaba bautizado. El hombre mismo, ya que
después de un cuidadoso autoexamen no tenía conciencia del pecado
mortal, comenzó a tener dudas con respecto a su bautismo. Al preguntarle
a sus padres sobre la forma de su bautismo, se enteró de que él y otro niño
fueron presentados al sacerdote al mismo tiempo, quien bautizó al otro
niño e inocentemente descuidó bautizarlo. Después de enterarse de este
hecho, él mismo se bautizó correctamente, y luego recibió el Sacramento
del Altar como cualquier otro hombre.

De esto es evidente que la verdad de este sacramento es probada por el


bautismo, y la verdad del bautismo por este sacramento. Y, por lo tanto,
dado que la Iglesia sostiene que el bautismo debe realizarse primero para
que el resto pueda seguir, es evidente por este milagro que lo que la Iglesia
cree con respecto a este sacramento tan noble es cierto.
Pero además de estos métodos de prueba hay razones de la siguiente
naturaleza. Porque así como el Creador está relacionado con la criatura y
en la medida en que está relacionado con el ser de la naturaleza, también
lo está el Redentor con los redimidos o con los que están en estado de
gracia, y más abundantemente. Porque es más recrear que crear; pero
está de acuerdo con la ley de la majestad del Creador que él sea
omnipresente con la criatura, ni hay ninguna criatura que no comparta su
presencia. Por lo tanto, de acuerdo con el poder del recreador infinito,
estará presente para todos los que han sido recreados y están en estado
de gracia. Pero su presencia no se nos otorga excepto en este
sacramento. Por lo tanto, necesariamente este sacramento debe existir.

Del mismo modo, la necesidad ilimitada de la criatura requiere la


presencia del Creador. De lo contrario, la criatura fallaría, porque tendería
a un estado de inexistencia, a menos que esté respaldada por la presencia
de majestad; como filosofía y teología de acuerdo. Pero tan grande, no,
mayor, es la necesidad del recreado para el Redentor; por lo tanto, el Re-
creador debe estar en la recreación y estar presente para él, si debe
permanecer en el estado de recreación, es decir, en el estado de gracia.
Porque como el estado de la naturaleza está relacionado con el Creador,
también lo es el estado de gracia para el Re-creador. Y, por lo tanto, así
como la criatura caería en un estado natural de inexistencia sin la
presencia del Creador, así lo recreado caería en un estado opuesto a la
gracia a menos que sea apoyado por la presencia del Redentor. Además,
el poder de Cristo es infinito, ya que él es Dios, y su sabiduría es infinita, y su
bondad también. Por lo tanto, si desde el infinito de su poder es capaz de
hacer esto, y desde el infinito de su sabiduría sabe cómo hacerlo, por lo
tanto, desde el infinito de su bondad desea hacer esto; porque es
característico de los mejores hacer lo mejor. Y por lo tanto, dado que
posee una bondad infinita, debe hacer un bien infinito, y en la medida de
lo posible, esto debe ser recibido de él. Pero este bien puede ser recibido
por el recreado, es decir, uno en estado de gracia; por lo tanto,
necesariamente le debe pasar a él.

Y una vez más, esto es evidente por una comparación. Porque cualquier
criatura en el estado de naturaleza recibe del Creador tanto como puede
recibir en su condición, como dice Cicerón en su libro sobre la Naturaleza
de los Dioses: "Todas las partes del mundo están tan constituidas que no
pueden ser sobresalientes en su utilidad, ni pueden ser más hermosas en
apariencia". Por lo tanto, de manera similar, todo lo que se recrea, estando
en estado de gracia, recibirá de la bondad del Re-creador todo lo que es
capaz de recibir. Pero puede recibir la bendición de su sustancia; por lo
tanto, recibirá esta bendición, como dice el libro de Sabiduría: "Tu
sustancia les has dado". Y por lo tanto, cada hombre en estado de gracia
debe recibir a su Salvador como la Iglesia lo ha designado.

Por lo demás, el pecado original no puede eliminarse sin ofrecer este


sacrificio a Dios. Pero los pecados mortales se multiplican diariamente. Por
lo tanto, es necesario que este sacrificio satisfaga a Dios Padre por los
pecados del mundo. Del mismo modo, Dios asumió esta humanidad para
permitir que su sangre sea derramada muriendo por nosotros, y así nos
redimió. Pero esto es más que alimentarnos con esta carne y esta sangre.
Por lo tanto, si ha deseado que su bondad haga lo que es más, más bien
deseará hacer lo que es menos, ya que es útil, conveniente y necesario
para nosotros. Estos argumentos y similares pueden proporcionar pruebas
concluyentes de que este sacramento es verdadero, de modo que nadie
puede ni debe negarlo. Pero el mero asentimiento no es el único requisito;
deberíamos aceptar esta verdad con la mayor facilidad, es más,
deberíamos aceptarla más fácilmente, más voluntariamente, más
devotamente que cualquier otra verdad que se nos pueda presentar en
esta vida; no, debemos aceptarlo de tal manera que en esta vida
podamos estar en paz así como en la dulzura de la vida eterna; que no
debemos desear nada excepto esto; y si estuviéramos sin él, deberíamos
considerar que no sabíamos ni poseíamos nada con respecto a esta
gloriosa verdad por la cual somos deificados y llevados a la vida eterna. En
cuanto a la facilidad con la que podemos aceptarlo, existen varios modos
de enfoque. El primer método es la consideración de lo que contiene este
sacramento; el segundo es el modo de existencia; el tercero es la manera
en que está disponible; y hay ciertos otros modos, como señalaré. En este
sacramento están contenidos la culminación de la majestad y la gloria y la
plenitud de la salvación y la perfección de la belleza; verdades que son
evidentes ya que Dios y el Hombre, glorificado y uno, existen aquí en una
persona. Porque Dios, de acuerdo con su propia naturaleza, posee infinita
majestad, bondad y belleza, como vemos en los temas discutidos
anteriormente. Porque todo lo que hay en él es infinito. Del mismo modo, el
hombre, recibido en la gloria, la bondad y la belleza de Dios, comparte la
triple infinitud en razón de la unión de una persona indivisible. Por lo tanto,
hay una infinidad completa de gloria, salvación y belleza en el contenido
de este sacramento.

Lo mismo es cierto en el modo de su existencia. Ya que esta Persona en su


naturaleza divina y humana de la misma majestad está presente de
manera similar aquí y en el cielo, así en cada iglesia, y en cada una en el
estado de gracia, es recibido de manera similar y al mismo tiempo. Esta es
una marca de poder infinito, porque no está limitado a esto ni a aquello, y
esto atestigua su majestad infinita.

Del mismo modo, el hecho de que Cristo como un todo esté presente en
cada parte de la Hostia es una marca de poder infinito; porque no está
limitado a una parte, ni sus partes están divididas en las partes de la Hostia.
Por lo tanto, hay una razón triple para su majestad en el modo de su
existencia. Además, hay una cuarta razón para su majestad evidente en
este sacramento. Para su humanidad, aunque en sí misma es una criatura,
sin embargo, trasciende las leyes que rigen a la criatura, ni tiene el modo
de existencia requerido de la criatura, a saber, que se limita dentro de los
límites del espacio y la localidad física, pero es libre en estos aspectos
como la Deidad; y por lo tanto, en lo que respecta a su modo de
existencia, se eleva al modo divino de existencia, para trascender todas las
leyes de la existencia que pisotean a la criatura.

Y esto puede ser efectuado por el poder infinito de Dios, tal como la
asunción de la humanidad en una unión de personas fue efectuada por
este mismo poder.

Del mismo modo, en este sacramento, la infinitud de nuestra salvación


procede de la bondad infinita. Porque al conferirnos el poder a voluntad a
través de nuestro ministerio de hacer que el Salvador esté presente de
manera milagrosa en este sacramento, Dios nos concede más que si nos
concediera a cualquiera de nosotros el poder de hacer un universo de sí
mismo, no, más que si le concediera el poder de hacer un número infinito
de universos.

Porque la ventaja de un número infinito de universos para nosotros no es


nada en comparación con la de este sacramento. No necesitamos decir,
por lo tanto, con el Profeta: "Si se demora, aguarde". Ni con ese otro
profeta, ¿”Ojalá fueras atravesando las nubes y descendiendo"?; porque
Dios ha puesto en nuestras manos el poder de hacer que él esté presente
entre nosotros cuando lo deseamos, de acuerdo con la dispensación de su
bondad divina por la cual decimos: "Haz esto en memoria mía".

Porque él ordenó las nubes, y abrió las puertas del cielo, y nos hace llover
el maná de la vida eterna cuando deseamos pronunciar cinco palabras.
Maravillosa bondad de Dios que, dado que nada es más fácil para
nosotros que formar una palabra, nos ha otorgado el poder con solo una
palabra para hacer que el Señor nuestro Salvador esté con nosotros a
nuestra voluntad, ya que no estamos obligados a ascender al cielo, a
cruzar los mares , ni arar ni cosechar este pan, ni plantar viñas ni pisar el
vino para esta bebida, pero estamos obligados a pronunciar con facilidad
cinco palabras, para que nuestro Dios y Señor puedan estar con nosotros,
quien es bendecido por Cada vez más.

Por esta razón se dice en el trigésimo capítulo de Deuteronomio: "Por este


mandamiento que te mando hoy, no está oculto para ti, ni está lejos. No es
en el cielo, que debes decir: Quién sube por nosotros al cielo, y tráenoslo
para que lo escuchemos y lo hagamos. Tampoco es más allá del mar, que
debes decir: ¿Quién nos cruzará el mar y nos lo traerá? para que podamos
escucharlo y hacerlo. Pero la palabra está muy cerca de ti, en tu boca y
en tu corazón, para que puedas hacerlo "Por lo tanto, para que podamos
tener vida eterna, solo necesitamos creer en nuestro corazón, y pronuncia
una breve oración comprimida en el número de cinco palabras. Para este
número, en su clara comprensión de varias cosas, es mejor que todos los
demás números, según Aristóteles en su libro de los Secretos.

Además, que esto está velado por nuestro sentido se debe a nuestra
incapacidad para comprenderlo. Porque no podríamos sostener con
nuestros sentidos la majestad de Dios, pero deberíamos fallar
completamente, debido a nuestra reverencia, devoción y asombro; así
como los apóstoles después de la resurrección no pudieron soportar la
presencia sensible del Señor. Incluso el bendito Dionisio Areopagita no
pudo soportar la presencia de la Virgen María después de la ascensión del
Señor. No, cuando cruzó de Grecia a Tierra Santa, para poder ver a la
madre del Señor, al entrar en el lugar donde rezaba la bendita y gloriosa
Virgen, cayó como muerto, clamando que debería ser conducido
libremente, confesando que ningún creyente debe mirar a la gloriosa
Virgen por reverencia a ella. Por lo tanto, mucho menos capaz sería
alguien para soportar la presencia sensible del Señor; y esto lo probamos
por experiencia. Para aquellos que se ejercitan diligentemente en la fe y
en el amor de este sacramento, son incapaces de sostener la devoción
que brota de la fe pura, pero dan paso a un torrente de lágrimas y la
mente se disuelve por completo en la dulzura de la devoción, elevada
sobre sí misma, sin saber dónde está o su propia condición. Por lo tanto,
sería imposible para un creyente sostener la presencia sensible, y por lo
tanto, Dios ha dispuesto con la mayor bondad para nosotros que la visión
sensible nos sea velada.

Además, no pudimos sostenerlo del horror y el odio. Porque el corazón


humano no podía soportar masticarse y devorar carne cruda y viva y
beber sangre fresca. Y por lo tanto, la infinita bondad de Dios se muestra al
velar este sacramento.

Pero su ventaja en otros aspectos es muy grande, por lo que puede


aprender a aspirar a verdaderas bendiciones. Porque todas nuestras
principales bendiciones y males son invisibles; a saber, Dios, los ángeles y los
santos, la vida eterna, la virtud y la gracia, los demonios, el purgatorio y el
infierno. Y esto no podría pertenecer a la clase de nuestras principales
bendiciones a menos que fuera velado por nuestros sentidos, por lo cual el
Señor dice: "A menos que me vaya, el Consolador no vendrá a ti": hasta el
final para que sepamos que debemos unirnos a bendiciones invisibles que
no aparecen; Según el Apóstol, "Esas cosas que existen, es decir, son
aparentes, consideremos que no existen, y aquellas que no aparecen
consideremos que existen y que son buenas". También era necesario para
nosotros para nuestra ventaja infinita, que este bien infinito se ocultara de
nuestros sentidos, y que supiéramos este medio de salvación solo por la
intuición de nuestra mente.

En tercer lugar, ganamos facilidad para creer mediante el uso de este


sacramento. Porque si el modo de su existencia posee una infinidad de
salvación, majestad y belleza, mucho más se usa este sacramento en el
que estamos unidos a Dios.

Tres cosas están aquí para ser consideradas. Porque el cuerpo glorioso nos
alimenta y se nos permite beber de su sangre glorificada, no, somos
renovados por todo el Cristo, Dios y el Hombre. Pero esta es la vida eterna y
la salvación infinita en la medida en que esta mortalidad pueda sostenerla.
Porque Dios no está satisfecho de alimentarnos sensiblemente con sus
criaturas y de darnos de beber, sino que nos aprecia espiritualmente
consigo mismo y con su carne y sangre. Luego, por la participación en Dios
y en Cristo, nos convertimos en uno con él y uno con Cristo y somos dioses,
como concluye la Filosofía en el tercer libro de las Consolaciones, porque
de la participación en la Deidad, muchos se convierten en dioses, aunque
él es uno por naturaleza. Y por lo tanto, al participar en Cristo nos
convertimos en Cristo.

Y por esta razón la Escritura dice: "He dicho que sois dioses"; y en otra parte,
"No toques mis cristos". ¿Y qué más puede buscar un hombre en esta vida?

Aquí el manuscrito se rompe abruptamente.

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