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Derecho procesal I

Sub-eje TEMATICO 1: EL PROCESO JUDICIAL

Derecho procesal

Concepto:

El derecho procesal puede ser definido como el conjunto de principios y normas jurídicas que regulan la
actividad judicial del Estado y de los particulares en la realización indirecta del derecho.

Su estudio no se limita sólo al análisis de normas positivas sino que comprende también los principios y
reglas utilizadas en la aplicación judicial del derecho.

Es decir, que no basta el análisis del derecho objetivo contenido en las normas procesales sino, muy
especialmente, comprende el tratamiento de principios y reglas de trascendencia que serán útiles a la hora
de dictar la ley, de aplicarla e interpretarla o en su caso de integrarla. Estos principios íntimamente
vinculados al sistema procesal, inciden en forma directa en sus formulaciones. Ello también sucede con las
garantías constitucionales que deben asegurarse en la realización jurisdiccional del derecho (juez natural,
debido proceso, inviolabilidad de la defensa en juicio, etcétera).

Palacio: “Desde el punto de vista de la teoría general del derecho, es posible concebir al derecho procesal,
como aquel sector de la ciencia jurídica que se ocupa del proceso en sentido amplio, entendiendo por tal a la
actividad que despliegan los órganos del Estado en la creación y aplicación de las normas jurídicas generales
e individuales”.

Conjunto de normas que regulan el trámite procesal, y a su vez, el proceso como medio o instrumento
tendiente a realizar la jurisdicción – complementariamente se señala que la función jurisdiccional es aquella
mediante la cual el Estado, a través de sus órganos judiciales, garantiza el cumplimiento de las normas
generales de conducta.

Formulación clásica (Alsina): Conjunto de normas que regulan la actividad jurisdiccional del Estado para la
aplicación de las leyes de fondo y su estudio comprende la organización del poder judicial, la determinación
de la competencia de los funcionarios que lo integran y la actuación del juez y las partes en la sustanciación
del proceso.

Elementos a identificar:

- Principios, normas de fondo y normas instrumentales que regulan el proceso, las instancias, la relación
jurídica procesal, las facultades - derechos – deberes – obligaciones y cargas de las partes, el poder Judicial,
su organización y competencia, la actividad del Estado en el ejercicio de la función jurisdiccional para la
aplicación de la ley sustancial.

- La ciencia que estudia la función jurisdiccional, la integración y funcionamiento del poder judicial, los
procedimientos y procesos, la actuación de las partes en estos, las normas y principios que regulan estos
puntos.

El proceso judicial
Concepto:

En una noción descriptiva definimos al proceso judicial como una serie gradual, progresiva y concatenada de
actos cumplidos por órganos públicos predispuestos por particulares interesados y que persigue
determinados fines: su fin inmediato es la fijación de hechos y la aplicación del derecho y el mediato está
dado.

Desde el punto de vista de valores públicos colectivos en la obtención de la paz social o el restablecimiento
del orden jurídico alterado. También ha sido conceptualizado como una sucesión de actos interdependientes
coordinados para la obtención de un fin común (el dictado de la sentencia que ponga fin al conflicto,
resolviendo la cuestión debatida).

Por eso, el concepto genérico de proceso supone una estructura y una finalidad propia y también la
actuación de sujetos ante los tribunales como: partes, abogados, procuradores y jueces.

En una concepción semejante se lo ha definido como “el conjunto de actos recíprocamente coordinados
entre sí de acuerdo con reglas preestablecidas, que conducen a la creación de una norma individual
destinada a regir un determinado aspecto de la conducta del sujeto o sujetos, ajenos al órgano, que ha
requerido la intervención”.

En otra acepción, se ha dicho que el proceso es el medio idóneo que tiene el Estado para resolver un
conflicto reglado por el derecho procesal, que establece el orden de los actos (procedimiento para una
correcta –legal- prestación de la actividad jurisdiccional), que se pone en marcha normalmente cuando una
de las partes ejerce su derecho (poder) de acción.

El proceso se presenta así como una unidad que hace no sólo que los actos que lo componen estén
coordinados y concurran armoniosamente al fin que persigue sino también que el valor que la ley otorga a
cada uno de tales actos, dependa de ser partes de ese todo y de la influencia que tienen sobre el fin común.
Existe por consiguiente, «una dependencia íntima entre ellos, y por esto unos producen a los otros, los
determinan, los complementan o los limitan, y la nulidad de uno, vicia también de nulidad a otros que
dependan de aquél. Así, prestigiosa doctrina estima que la delimitación del proceso se integra por el
concepto del «género proceso y la especificación correspondiente al proceso jurisdiccional-

Deben distinguirse los vocablos proceso y procedimiento:

El proceso, representa el conjunto de actos necesarios, para obtener la decisión de un caso concreto por
parte de determinados órganos. En decisión de un caso concreto por parte de determinados órganos.

En cambio, los procedimientos, tienen otro alcance. Así se ha dicho que constituyen cada una de las fases o
etapas que el proceso puede comprender. Otros señalan que los procedimientos son las diversas formas o
caminos que toma el proceso en la realización jurisdiccional del derecho. Por ejemplo, tenemos, entre otros,
procedimientos penales, civiles, de familia, etcétera. A su vez, ellos se diversifican en diferentes vías para la
mejor realización jurisdiccional del derecho. El derecho positivo se manifiesta en forma múltiple según sus
distintas ramas y teniendo en cuenta la naturaleza de las relaciones que regula, Ello hace que la tutela
jurídica no siempre pueda realizarse por los mismos caminos. Esta diversidad también se proyecta en el rito,
en los denominados procedimientos. De allí la existencia de distintas formas procedimentales que son
clasificadas por la doctrina atendiendo a diferentes criterios.
Para lograr una idea completa del fenómeno jurídico denominado proceso judicial, debe analizárselo desde
un punto de vista externo y desde un punto de vista interno.

En el enfoque externo de una manera simplemente descriptiva se tienen en cuenta sus elementos (objetivo,
subjetivo y teleológico).

Pero para completar esta visión es menester, además determinar cómo es, cuál es su sustancia, desentrañar
cuál es su esencia o naturaleza jurídica (punto de vista interno).

Enfoque externo. Elementos

Puede advertirse a partir de una visión externa tres elementos esenciales, a los que la doctrina denomina:
objetivos, subjetivos y teleológicos.

El elemento objetivo se manifiesta en el concepto dado cuando se expresa «serie gradual progresiva y
concatenada de actos…»

- Está configurado por un “conjunto de actos”.

- Es complejo y se presenta como una “sucesión ininterrumpida” que se cumple en forma escalonada.

- Se dice que es gradual, porque los actos se realizan conforme a un orden determinado previamente por la
ley, y es progresiva porque estos actos se van cumpliendo en forma paulatina ya que se manifiestan por
grados

- Concatenados en cuanto que cada acto es antecedente del posterior y consecuente del anterior.

- y tienden a un fin.

La culminación de un acto supone el comienzo de otro y además estos actos están estructurados en etapas
cuyo comienzo y fin está eslabonados es decir, concatenados. El proceso debe entonces avanzar y
desarrollarse en base a impulsos que provienen del actor, demandado y hasta del propio tribunal, tendiendo
a un fin, que es precisamente la resolución definitiva del juicio a través de la sentencia.

Este acto conclusivo de la instancia constituye la norma individual.

El elemento subjetivo está representado por las personas que intervienen en el trámite procesal.

Ellas pueden ser clasificadas en sujetos necesarios y eventuales. Los necesarios son aquellos que
indefectiblemente deben estar presentes en la relación jurídico-procesal y son los protagonistas de ella. Así
actor, demandado y juez son sujetos esenciales en el proceso civil por actuar como titulares de los poderes
de acción (inicio y mantenimiento del trámite) excepción (defensa) y jurisdicción (decisión). En el proceso
penal también se advierte como indispensable un órgano requirente (ministerio público fiscal), un órgano
judicial y el sujeto pasivo que es el imputado. En el proceso civil estos sujetos pueden actuar en forma
singular (un actor y un demandado) o plural por la integración de uno de los polos de la relación procesal con
varios sujetos, que actúan conjunta o separadamente, lo cual se denomina «partes con sujetos múltiples»
litis consorcio.

Por otra parte estos sujetos ejercen poderes de raigambre o jerarquía constitucional. Así el actor lo hace por
ser el titular del poder de acción y tiene a su cargo el poner en movimiento (instar el proceso) como
expresión del derecho constitucional de peticionar ante las autoridades. Por su parte, el juez ejerce el poder
de jurisdicción, en virtud del cual debe dirigir el proceso con ecuanimidad hasta la decisión final (sentencia).
El demandado completa este triángulo ejerciendo su poder de defensa en sentido amplio, cabe señalar que
este último (demandado) es sujeto esencial aunque como se sabe pueda no estar presente en forma efectiva
en el juicio. Ello se manifiesta así, porque la garantía de defensa en juicio, para ejercerla con independencia
de que efectivamente lo haga. Piénsese, en este sentido, que el accionado puede ser declarado rebelde en
juicio (art. 110 C.C.R).

En cambio, en el ámbito del proceso penal, se advierten ciertas diferencias ya que en algunos casos la
presencia del imputado se torna indispensable e impide la continuidad del trámite, puesto que escucharle
hace a su derecho de defensa.

Cada uno de estos sujetos están previstos en la ley que precisa sus condiciones subjetivas de actuación y
cumplen diversas actividades signadas por los poderes de realización del derecho procesal: - acción
(requerimiento de la jurisdicción), - excepción (ejercicio del derecho de defensa lato sensu) y - jurisdicción
como actividad decisoria en general o como conclusión de un procedimiento regularmente cumplido
(sentencia).

Así el tribunal en sentido amplio (juez e integrantes del ministerio público) debe estar constituido en la forma
que establece la ley; es decir, designados conforme a los preceptos constitucionales Y estructurados de
acuerdo a las leyes orgánicas. Esto significa, jueces con jurisdicción y competencia predeterminada
legalmente, como garantía para los justiciables. Además, ellos deben ser designados según las formas y
procedimientos establecidos en la Constitución (art. 157 Const. Pcial., y art. N114 C.N.)

En similar sentido, los particulares que actúan en juicio deben contar con capacidad y legitimación
reconocida, dado que intervienen ejercitando los poderes de acción y excepción. Ellos asumen la calidad de
partes (actor y demandado) y también podrán intervenir a través de sus apoderados y representantes. Los
sujetos eventuales se identifican de diferentes maneras, así por ejemplo por auxiliares del tribunal por
personal subalterno que jerárquico establecen las leyes orgánicas. Se trata de funcionarios que colaboran con
el oficio judicial en calidad de secretarios letrados, prosecretarios, jefes de despachos y demás auxiliares;
también ostentan ese carácter otros sujetos que intervienen como patrocinantes, terceros, peritos, testigos,
etcétera.

Por último, debe incluirse a los denominados «participantes» que pueden ser los funcionarios integrantes del
ministerio público o los abogados apoderados de las partes. A estos sujetos se les denomina participantes,
distinguiéndolos de las partes en sentido técnico procesal. En efecto, las partes procesales son los titulares
de las pretensiones esgrimidas en juicio; dicho de otra manera, son aquellos sujetos que demandan o en
cuyo nombre se demanda una actuación de la ley y aquellos frente al cual esa actuación es demandada. Se
colige, entonces que las partes presentan respecto de la controversia la defensa de un interés propio que es
lo que los caracteriza; en tanto que los integrantes del ministerio público, los patrocinantes o los apoderados
actúan por si en juicio, pero representando un derecho ajeno a ellos mismos ya que pertenece a la sociedad
o, en su caso, a quien representan o asisten. También son sujetos eventuales otras personas que actúan en
calidad de órganos de prueba (testigos, peritos, intérpretes, etcétera).

El elemento teleológico se configura teniendo en cuenta los intereses o expectativas colectivas de la


sociedad o en su caso los individuales de las partes. En el primer enfoque el fin se identifica con la obtención
de una sentencia justa, ya que al dictarla se logra restablecer el orden jurídico alterado y la realización del
valor justicia. Es que la idea de proceso es necesariamente teleológica, por cuanto lo que la caracteriza
especialmente es su fin, “la decisión del conflicto mediante un fallo que adquiere autoridad de cosa juzgada”
por ello, se ha expresado acertadamente que aunque su origen es social cumple una función jurídica. Desde
otra perspectiva, esto es, teniendo en cuenta los intereses individuales o personales de las partes, el fin
consiste en la obtención de una sentencia favorable o desestimatoria.

Desde otra posición se ha dicho que el verdadero fin del proceso puede inducirse considerando la actuación
del juez y de las partes. Indudablemente, el juez desarrolla una función pública y ésta procura el
restablecimiento del orden jurídico mediante la actuación de la ley, su misión, consiste en declarar si una
voluntad abstracta de la ley ampara una situación concreta y en su caso, hacer efectiva su realización por
todos los medios posibles, incluso por la fuerza pública. No cabe duda, entonces, que el fin principal de
cualquier proceso, sea de naturaleza civil, penal, de familia está dado por la tutela general en la realización
del derecho objetivo sustancial en casos concretos y con el fin de obtener la armonía y la paz social.

Destacamos que la doctrina acepta sin discusión la existencia de estos tres elementos para completar la idea
de proceso. Sin embargo, a veces se los compone de forma diferente o se les otorga otro alcance a algunos
de sus elementos. Por ejemplo, Palacio señala como elementos: el objetivo, el subjetivo y la actividad, y para
este autor, el fin está dado por “la creación de una norma individual”. Es decir, agrega como otro componente
del proceso da noción de actividad que se corresponde con el conjunto de actos que deben real izar los
sujetos procesales desde el comienzo del trámite hasta la decisión que le pone término.

Caracteres: (apuntes del canvas)

Los más distintivos son: es público, realizador, secundario y autónomo.

 Público, en virtud de la regla de la oficialidad. Es ejercido por el Poder Judicial y persigue fines públicos.
Esto resulta inmutable aunque se esté resolviendo sobre derechos disponibles de interés exclusivo de las
partes.

 Realizador, porque está dirigido a la efectiva realización del derecho de fondo. Por regla general, el derecho
procesal positivo se encuentra en los códigos procesales pero en algunos casos está contenido en la ley
sustancial. Ej. el trámite de separación personal o de divorcio por presentación conjunta se regula en los art.
215 y 236 C.C.

 Secundario, por cuanto el derecho sustancial o de fondo preexiste cronológicamente al procesal, aunque es
claro que ambos sirven recíprocamente y que uno no puede existir sin el otro.

 Autónomo porque vive con independencia del derecho sustantivo y se rige por sus propias reglas
fundamentales. Son normas medio porque sirven para la aplicación o realización de las normas 3 objetivas
materiales; también son normas instrumentales porque mediante ellas se realiza el derecho objetivo en los
casos concretos.

Caracteres: (bibliografía)

*Público: ya que sus fines responden a un interés que excede del privado y su trámite debe llevarse a cabo
conforme a los mandatos de la ley adjetiva procesal que es de esta misma naturaleza. Por otra parte, puede
agregarse que el carácter público se reafirma en la idea de que el proceso debe sustanciarse ante los órganos
jurisdiccionales del Estado.
*Complejo: esta nota se manifiesta porque en su desarrollo actúan diferentes sujetos procesales con
diversas atribuciones de actuación susceptibles de generar múltiples relaciones jurídicos procesales.
(También porque se llevan a cabo numerosos actos, cada uno con sus respectivos fines específicos, así como
también el hecho de que existan numerosas etapas dentro del proceso, cada una con su respectiva finalidad
dentro de la cadena de actos).

*Autónomo: La autonomía como carácter tiene su raíz en la doble relación que se suscita en el proceso: la
sustancial y la procesal. Recordando que es posible la existencia de esta última, aunque resulte desestimada
la primera.

*Teleológico: Se explica en la idea de que el proceso se dirige al cumplimiento de fines individuales o


sociales. (También se aplica a cuestión de que todo el proceso está dirigido un fin que es el dictado de la
sentencia que resuelva la cuestión planteada)

Objeto del proceso:

No existe uniformidad en la doctrina acerca de cuál es el objeto del proceso. Sin duda que para determinarlo
es necesario tener en cuenta el contenido de los poderes de acción y excepción (pretensiones) a la luz de los
fines inmediatos y mediatos, tal como se explicitaran, esto es: «fijación de los hechos, aplicación del derecho
y restablecimiento del orden jurídico alterado».

Por ello, puede decirse que ante la pretensión del actor y la contrapretensión del demandado la
jurisdicción las resuelve transformando la res iudicanda en res iudicata. Esta actividad constituye el objeto
del proceso y el juez llega a la solución aplicando reglas de la sana crítica y de la lógica formal, para lo cual
analiza los hechos con relevancia jurídica afirmados por el actor y contradichos por el demandado a la luz de
las pruebas rendidas. El objeto así determinado es válido también para el proceso penal. Destacando en este
aspecto los diferentes roles o posicionamientos que tienen los sujetos esenciales. Tienen los sujetos
esenciales.

Contenido del proceso:

En el trámite de un procedimiento judicial el actor y demandado, se vinculan por una doble relación, por la
supuesta relación sustancial y por la efectiva relación jurídico procesal.

Esta última se concreta a través del juez (oficialidad), y ello sucede ni bien se otorga al demandado la
oportunidad de comparecer y defenderse. Adviértase entonces que la relación sustancial resulta hipotética
ya que se trata de una pretensión solamente esgrimida o invocada por el actor (afirmación de hechos
índicamente relevantes) y una orden del juez que vincula al demandado. Pero es de destacar que la relación
sustancial sólo ha sido invocada por las partes, y podría resultar denegada en oportunidad del dictado de la
sentencia ya sea por considerar el juez que no existió el hecho invocado o que fue probado deficientemente.
Por ejemplo, ante un reclamo de resarcimiento por daños se concluye que ellos no se produjeron o que no
fueron acreditados por pruebas.

Por otra parte, la vinculación entre los sujetos procesales y el desarrollo de los procedimientos se realiza en
base a impulsos que en su actividad realizan los sujetos esenciales según sea su posición o interés procesal.

Estos movimientos nos llevan a analizar lo que Clariá define como el contenido del proceso y lo resume en lo
que llama “categorías procesales”. Dicho autor delimita en ellas, situaciones activas y pasivas que surgen y se
generan en virtud del ejercicio de poderes de realización del derecho procesal (acción, jurisdicción y
excepción) y además en la necesidad de garantizar para el éxito del proceso la intervención de otros sujetos.
Estas categorías pueden resumirse en a) atribución facultativa; b) atribución impuesta; c) sujeción facultativa;
y d) sujeción impuesta.

La atribución facultativa se manifiesta como una «mera facultad» como una simple facultad y se gráfica en el
reconocimiento al actor del poder de accionar en el campo del proceso civil. Producida la violación de una
norma de corte sustancial, la ley reconoce al perjudicado la «simple» facultad de solicitar su reparación. Se
trata de una opción que tiene este sujeto de demandar ante los tribunales judiciales para obtener una
satisfacción, piénsese, por ejemplo, en un accidente de tránsito en el que el afectado demanda la reparación
de los daños en virtud de los arts, I 109yl 113 C.C.; sin embargo, podría suceder que el damnificado no
deduzca demanda o renuncie a hacerlo.

La segunda categoría es denominada como atribución impuesta y se manifiesta como una exigencia legal.
Ello se representa en la posición del juez frente al proceso, ya que dicho funcionario tiene obligación de
pronunciarse ante el simple requerimiento de la parte. La atribución impuesta al juez se presenta como un
poder-deber de ejercicio obligatorio, por cuanto no puede dejar de resolver so pretexto de silencio u
oscuridad de la ley. Si el actor o demandado efectúan una petición, el juez debe proveer necesariamente a
ella aunque sea para expresar que no se ajusta a derecho o que debe ser desestimada o corregida. Por
ejemplo, interpuesta la demanda, el art. 176 C.P.C., otorga al juez la facultad de inadmitirla o de requerir la
subsanación del defecto que ella exhibe, En rigor, esta facultad constituye una obligación inherente al poder
de jurisdicción y al que denominamos «potestad». En el campo del proceso penal esta atribución impuesta
funciona como categoría dirigida también a otro funcionario, tal es el caso del ministerio público fiscal.

La sujeción impuesta implica una situación diferente puesto que se requiere la actuación del sujeto por
razones que atienden al interés público. Por ejemplo, se manifiesta en la situación del testigo que tiene una
carga pública, consistente en el «deber de comparecer, de declarar y de decir la verdad» (arts. 287, 297 C.RC,
y 1 3 i C.P.R) y tan es así que si no lo hiciera estos sujetos pueden ser detenidos y obligados a concurrir por la
fuerza pública o sometidos a proceso penal por faltar a la veracidad.

Por último, la sujeción facultativa tiene como significación satisfacerse a sí mismo para prevenir un perjuicio
futuro. Al respecto se ha dicho que gran parte de la doctrina se ha preocupado por precisar el concepto de
carga procesal y hacer un correcto deslinde de otros conceptos, tales como los de deberes procesales,
obligaciones procesales, facultades procesales o derechos subjetivos procesales. Con relación al deber y a la
obligación algunos autores entienden, siguiendo sustancial mente la opinión de Goldschmidt, que mientras
que aquellos constituyen imperativos o vínculos de la voluntad instituidos a favor de un tercero o de la
comunidad, la carga es un imperativo del propio interés. Así la carga procesal se configura como una
situación jurídica instituida en la ley consistente en el requerimiento de una conducta de realización
facultativa, normalmente establecida en interés del propio sujeto y cuya omisión trae aparejada una
consecuencia desfavorable para él. Como se advierte, es característica de la carga que no existe en el
ordenamiento procesal sanción ante su incumplimiento, sino tan sólo importará para el remiso posicionarse
en un plano desfavorable. Es decir, no existe compulsión para su cumplimiento. Por ejemplo la carga procesal
impuesta por el art. 192 C.P.C, que impone al demandado el deber de contestar la demanda bajo
apercibimiento de que si así no lo hiciera podrán ser tenidos por ciertos los hechos consignados en el escrito
introductivo. Es así que el incumplimiento de ciertas conductas jurídicas verbigracia, incontestación de la
demanda, falta de ofrecimiento de prueba, no tienen una sanción jurídica, pero modernamente las leyes
procesales le adjudican un valor probatorio que puede equipararse al de un indicio o presunción, según sea.

La llamada carga procesal tiene presencia en todas las etapas del proceso. Así se establecen la «carga de
comparecer” «carga de contestar”, «carga de ofrecer prueba», etcétera. En rigor, se trata de un imperativo
del propio interés. Si ella no es cumplida, el sujeto se posiciona en una situación desfavorable a sus intereses.
Adviértase acá la diferencia entre carga pública y carga procesal; la primera implica la posibilidad de ejercer
coacción en el sujeto en tanto que en la segunda, sólo se realiza una conminación o advertencia de que se
puede perjudicar.

Para completar el pensamiento, cuadra destacar que tanto el actor como el demandado frente a la carga
están en situación de actuar pero no pueden ser competidos a cumplirla. Así, por ejemplo, el demandado
debe comparecer y defenderse (arts. 189 y 110 C.P.C.); ambos, actor o demandado deben absolver
posiciones (art. 219 C.RC.) etcétera. En rigor, no tiene obligación de hacerlo, pero es claro que su silencio o
respuestas evasivas pueden ser tomados como confesión.

Por último, señalamos que significando la carga procesal un derecho de los sujetos referido a los poderes de
acción, excepción e impugnación, esto es, cualquier acto destinado a defender sus posibles derechos, es
posible también que se planteen cargas en ciertos momentos y oportunidades del proceso penal aunque
esto no sea tan frecuente, La existencia y rigor de la carga se diluye o atenúa en procesos con rasgos
inquisitivos y más aún en los que rige el impulso procesal de oficio, ya que la carga procesal sería una forma
de manifestación sui generis emparentada con el instituto de la negligencia.

Presupuestos procesales y senténciales: Concepto.

En doctrina se distingue entre los presupuestos procesales y los denominados presupuestos sentenciales.

Pueden definirse a los primeros (procesales) como aquellos requisitos necesarios o indispensables para la
constitución de una relación jurídico procesal válida. Ellos fueron advertidos por la escuela científica
alemana que estableció una distinción entre la relación jurídico procesal necesaria para la tramitación de un
juicio y la relación sustancial subyacente e hipotética y con fundamento en el derecho de fondo. Es preciso
destacar que la calidad de parte es independiente de la efectiva titularidad (activa o pasiva) de una relación
jurídica sustancial. Así puede ser parte aun aquel que desde el punto de vista del derecho sustantivo carece
de resguardo legal.

Los «presupuestos» procesales configuran supuestos previos al proceso, sin los cuales no puede pensarse
en su existencia; se señala la necesidad de distinguirlos de los denominados presupuestos sentenciales esto
es, aquellos requisitos cuya concurrencia es necesaria para que pueda ser pronunciada una sentencia válida
sobre el fondo del asunto, se trata entonces de presupuestos de la decisión sobre el mérito del juicio.

Los presupuestos procesales se refieren a:

- La competencia del juez, (órgano jurisdiccional)

- a la capacidad de las partes (legitimado ad procesum) y

- la acreditación de los requisitos formales para entablar la demanda o formular la acusación («cuestión
propuesta»).
Su no concurrencia obsta al nacimiento del proceso procesal y en su caso la admisión de las pretensiones
formuladas por las partes, las leyes formales por regla general contienen disposiciones autorizando al juez a
relevarlos de oficio. Tal sucede con lo dispuesto por el art. 176 C.P.C, que otorga facultades expresas al
órgano jurisdiccional a efecto de inadmitir la demanda u ordenar que se subsanen los defectos que contenga.
Ello configura el otorgamiento de una potestad judicial de saneamiento (despacho saneador) que se concede
a veces en forma específica y en otras en forma genérica para depurar el trámite en cualquier oportunidad y
a lo largo de todo el proceso (art. 34 inc. 1 bis. C.RN-). En ambos casos, se posterga la admisibilidad formal de
la pretensión; sin perjuicio de ello se reconoce también a las partes la posibilidad de denunciar la ausencia de
un presupuesto procesal en caso de que el tribunal no lo haya advertido a través del planteo de excepciones
dilatorias: incompetencia falta de personalidad o defecto legal en el modo de proponer la demanda (art. 184
C.RC). En el proceso penal, también se regulan las excepciones dilatorias, en lo atinente a sus efectos (art. 23
C.pp).

- El juez debe ser competente (aptitud de un órgano del Estado para ejercer su función dentro de un ámbito
delimitado). La competencia se da en dos niveles:

subjetivamente, es la aptitud o capacidad que la ley reconoce a los órganos judiciales para administrar
justicia en un caso dado (refiere a las cuestiones que hacen a la recusación y excusación) y

objetivamente, es la órbita jurídica dentro de la cual el tribunal ejerce su jurisdicción. La falta de competencia
también puede ser relevada de oficio por el juez cuando es absoluta; caso contrario, si se trata de
incompetencia relativa deberá ser alegada por el demandado a través de excepción

- La capacidad procesal (legitimatio ad procesum) constituye una capacidad de hecho o de obrar. Por tal
motivo, si el sujeto carece de capacidad debe concurrir a juicio con sus representantes. Así si se trata de un
menor o incapaz, su personería se integra con la comparecencia a juicio del representante necesario y, en su
caso, el promiscuo. Son aplicables relación a la capacidad procesal las disposiciones del Código CivíI y rige, en
consecuencia, el axioma que expresa que la «capacidad es regla y la incapacidad la excepción».

- El último presupuesto procesal está dado por el planteo en forma de una cuestión concreta planteada con
las formalidades establecidas por la ley a tal efecto (art. 175 C.P.C.; arts. 303 y 355 C.P.P).

Presupuestos sentenciales son aquellas condiciones indispensables para que el juez pueda dictar
válidamente la sentencia sobre el fondo del asunto. En tal sentido, se requiere…

La realización de un debido proceso, previo y completo, por su forma y grado, para permitir el
pronunciamiento de la resolución final (procedimiento regular y legal). Esto es, que el procedimiento además
de haberse cumplido regularmente y en forma completa no debe encontrarse impedido por obstáculos a su
promoción: así, por ejemplo, la existencia de privilegios constitucionales, la omisión de acusación o de
denuncia en delitos de instancia privada, la ausencia de dictamen del asesor de menores e incapaces cuando
éste ha sido impuesto por la ley, etcétera.

Además el trámite debe haberse desarrollado con sujeción a las formas esenciales establecidas en la ley
(idioma, documentación) y hallarse en un estado tal que permita el pronunciamiento de una sentencia válida
por haberse cumplido las etapas que son inevitablemente previas y necesarias (introducción de tas
cuestiones, prueba y discusión en el para escrito- debate en el pro oral).
Desde un enfoque diferente se identifica a los presupuestos sentenciales vinculándolos a las pretensiones
de actor, demandado o imputado de contenido sustancial. Los presupuestos sentenciales así estarían
configurados por aquellos requisitos necesarios para que el juez pueda, en la sentencia, proveer al fondo o
mérito de la cuestión; es decir, resolver si el demandante tiene o no el derecho pretendido y el demandado
la obligación correlativa o si el imputado tiene o no la responsabilidad que se le imputa. La falta de estos
presupuestos hace que la sentencia sea inhibitoria. Estas condiciones, entonces, se refieren no al
procedimiento sino a la pretensión.

Cabe señalar, que desde este punto de vista se distingue entre los presupuestos sentenciales referidos a la
pretensión del actor y los presupuestos sentenciales da la oposición del demandado.

Los presupuestos materiales de una sentencia favorable al actor son:

I ) La existencia real de la relación Jurídica sustancial pretendida;

2) La prueba en legal forma de la situación del hecho jurídicamente relevante invocado, es decir, de los
hechos o actos jurídicos que le sirven de causa;

3) La exigibilidad del derecho, por no estar sometido a plazo o condición suspensiva;

4) La petición adecuada al derecho que se tenga, porque puede tenerse el derecho y haberse probado pero si
se ha pedido cosa distinta se obtendrá sentencia desfavorable;

5) Haber enunciado en la demanda los hechos esenciales que sirven de causa jurídica a las pretensiones, ya
que su falta ocasiona el fracaso en la sentencia, aunque se tenga el derecho ya que el juez debe basar su
decisión en tales hechos.

Constituyen presupuestos de la sentencia favorable al demandado:

1) alegar las excepciones, cuando así lo exija la ley (prescripción, compensación etcétera) y acreditarlas,

2) también podría esgrimirse la simple ausencia de alguno de los presupuestos del éxito de la demanda.

Esta postura que vincula a los presupuestos materiales o sentenciales con la cuestión de fondo y atacan a las
pretensiones sustanciales esgrimidas por actor o demandado. Por ello, su existencia o inexistencia
determinarían la admisión o rechazo de la pretensión en la decisión final.

En este orden de ideas se los vincula con: la legitimación en la causa, es decir con la calidad o idoneidad para
actuar como actor o demandado en un determinado proceso. En tal sentido, el actor debe ser la persona
habilitada por ley para formular la pretensión y el demandado el autorizado o contradecirla pero esta
legitimación debe además ser calificada por otros elementos. Así debe exhibirse, además, un interés
sustancial tención de la sentencia y una petición presentada en forma clara concreta y que no haya sido
impugnada por objeciones como por ejemplo, pío, aducida la cosa juzgada o la o la Litis pendencia.

También se requiere la necesidad de existencia de un planteo correcto de la relación sustancial pretendida-


prueba de los hechos y exigibilidad del derecho.

Debe señalarse que la inexistencia de un presupuesto sentencial puede determinar el dictado de una
sentencia inhibitoria o, en su caso, el rechazo de las pretensiones. El primer caso –sentencia inhibitoria-
significa que el juzgador advertido sobre la ausencia de un presupuesto sentencial se abstiene de dictar la
decisión de fondo y resuelve solamente sobre esta ausencia. En tanto, que la segunda posición importa la
admisión sobre la procedencia de una excepción, que releva al juez de la cuestión.

Se señala, asimismo, la existencia de presupuestos materiales que se refieren a las sentencias penales, tales
son: 1) una adecuada imputación en la acusación fiscal al iniciar el enjuiciamiento; 2) la prueba diligenciada
en legal forma y referida a la existencia de los hechos delictuosos que se investigan; 3) que esos hechos sean
precisamente los imputados al momento de la promoción de la acción; 4) también la prueba de que le
incumbe la responsabilidad por tales hechos; 5) que no aparezca probada una circunstancia de
inimputabilidad o exhonerante de responsabilidad penal.

Como se ve, desde esta óptica los presupuestos sentenciales en general, materia civil o penal, se dirigen al
fondo de la cuestión debatida e impiden u obstan al dictado de una sentencia favorable a las pretensiones de
los sujetos.

(Por ello, se señala, que mientras la ausencia de presupuestos procesales impide que el juicio pueda
tramitarse válidamente, los requisitos sentenciales atacan a la pretensión e impiden que las partes
requisitos sentenciales atacan a la pretensión e impiden que las partes obtengan una resolución favorable
o sus pretensiones).

Etapas en el procedimiento civil, penal, familia y laboral. Concepto.

El proceso judicial se presenta como un fenómeno único; sin embargo, en la vida jurisdiccional se manifiesta
a través de diversos procedimientos que son estructurados en forma diferente teniendo en cuenta distintas
circunstancias el derecho de fondo que se pretende realizar, el sistema procesal elegido la necesidad de
imponer determinada forma organizativa a los tribunales, etcétera. En el proceso civil las etapas están
estructuradas en forma nítida y determinada ya que se rige por el sistema dispositivo y tiene un orden
preclusívo; por lo que no se da mayor movilidad o diferenciación en la actividad. En tanto, que en los
procedimientos que han optado por la oralidad en la instancia única encontramos en forma menos precisa
etapas que identifican o presentan particularidades que definen la forma procesal elegida. Tal sucede en el
procedimiento penal, laboral y familiar.

Etapas del proceso civil.

Palacio, define al proceso de conocimiento u ordinario como aquél que tiene por objeto una pretensión
tendiente a que el órgano judicial dilucide y declare, mediante la aplicación de las normas pertinentes a los
hechos planteados y (eventualmente) discutidos, el contenido y alcance de la situación jurídica existente
entre las partes.

El juicio ordinario es aquel que tiene como objeto una pretensión inicialmente incierta tendiente a lograr que
el tribunal que entiende en la causa conozca a fondo el problema, reciba la prueba y dicte sentencia de
mérito, decidiendo en forma definitiva la cuestión. Por lo general, este juicio consta de cuatro etapas
esenciales, y otras que se denominan eventuales.

El proceso tipo por excelencia es el juicio declarativo ordinario, que se manifiesta como la vía de mayor
amplitud para esclarecer las contiendas o conflictos. Se caracteriza por estar estructurado con plazos amplios
para contestar la demanda (art, 493 C.P.C.); para ofrecer, recepcionar y merituar la prueba (art, 498 C.RC.) y
correlativamente también para dictar sentencia (art. 121 C.RC.). Por último, lo caracteriza el efecto de cosa
juzgada material que suscita la resolución final. El juicio ordinario por regla general y sin perjuicio de algunas
excepciones consta de cuatro etapas esenciales: la introductoria, la probatoria, la discusoria y la decisoria.

1- Etapa introductoria (también llamada de postulación):

El acto procesal propio o típico de esta etapa es la demanda, mediante la cual se opera la definitiva e integral
introducción de las cuestiones que serán objeto de la decisión final. En esta oportunidad el actor efectuará
las afirmaciones de hechos jurídicamente relevantes en base a las cuales solicitará la tutela del derecho que
invoca, adjuntara la prueba documental que este en su poder y ofrecerá la prueba restante necesaria para
acreditar la existencia de los hechos que alega.

Con respecto al demandado, éste deberá contestar la demanda, ejerciendo de esta forma su derecho de
defensa en el plazo que estipula la norma (art. 493 C.P.C.). Su contestación deberá referirse a los hechos que
han sido expuestos en la demanda, pues tiene la carga procesal de responder sobre cada uno de ellos. La ley
ritual impone al accionado la carga de pronunciarse sobre cada uno de ellos ya sea negando o
reconociéndolos. Ello debe realizarse con <claridad> ya que si adopta una modalidad ambigua corre el riesgo
que tal actitud pueda constituir una presunción de reconocimiento de los hechos afirmados en demanda
(art. 192C.P.C) En esta oportunidad, podrá oponer excepciones dilatorias en forma de previo y especial
pronunciamiento, siendo este tipo de trámite el único que admite esta forma particular de articulación.

Además, en ocasión de contestar la demanda, el accionado puede reconvenir, siendo ésta la única
oportunidad para hacerlo.

Con estos actos procesales se cierra el momento introductorio de las cuestiones y se fijan las respectivas
posiciones de actor y demandado, quedando delimitado el thema decidendum o plataforma fáctica del juicio
o cuestión litigiosa.

En las regulaciones procesales modernas, una vez integrada la Litis (es decir presentadas todas las partes de
la relación jurídica procesal, y resueltas las cuestiones de previo y especial pronunciamiento), se lleva a cabo
una audiencia (audiencia preliminar) donde se le da a las partes la posibilidad de conciliar y, para el caso en
que se desista de ello, se determina en el mismo acto:

- Se resolverá si la causa es de puro derecho o no.

- Cuales son los hechos controvertidos sobre los cuales deberá producirse prueba.

- Proveerá la prueba admisible y conducente para su producción.

- Desechara la prueba que no cumpla con dichos recaudos.

2- Etapa probatoria:

Es el momento u oportunidad en que las partes deben realizar el esfuerzo para arrimar al juez o tribunal los
elementos probatorios que acrediten sus pretensiones. En esta actividad las partes deberán prestar la
máxima colaboración para obtener el elemento probatorio fundamental.

Esta segunda etapa puede presentarse excepcionalmente como no esencial, por cuanto presupone la
existencia de hechos controvertidos.
La etapa probatoria, se inicia con el decreto que ordena la apertura a prueba de la causa. Se configura como
un momento de plena actividad que se resume en recepción de audiencias, notificaciones, peritajes,
inspecciones oculares, diligenciamiento de oficios, etcétera. Participan en ella todos los sujetos procesales y,
en especial, los órganos de prueba (por ejemplo: testigos peritos, etcétera).

Esta fase probatoria se encuentra dominada por plazos perentorios fatales (art. 49, inc. 4 C.P.C).

La duración del período probatorio es determinado por la norma procesal aplicable, siendo los casos de los
procesos de conocimiento ordinarios los que tienen plazos más amplios (en misiones son 40 dias).

3- Etapa discusoria:

Los actos procesales que objetivan esta etapa son los alegatos, cuya finalidad es proporcionar al juez
argumentaciones favorables al fundamento de las respectivas pretensiones planteadas. Implica, además,
discusión crítica de la prueba producida. Es el momento en que las partes incorporan al juicio elementos
doctrinarios y jurisprudenciales útiles para fundar una sentencia que les sea favorable. Es así, que actor y
demandado a través de estos escritos tratarán de evidenciar cómo han sido acreditados los hechos
fundamentadores de sus pretensiones; también destacarán en su caso la ausencia de elementos probatorios
corroborantes de los hechos afirmados por la contraría. En otras palabras: manifestarán lo que ha
permanecido improbado. De esto se infiere que la función del alegato no se agota con la meritación de la
prueba sino que va más allá.

En el juicio ordinario los alegatos se realizan en forma de traslados de ley por su orden. Esto es, primero se
corre traslado al actor y luego al demandado (art. 505 C.RC). Así, por ejemplo, en el juicio ordinario se
confiere un plazo de seis días perentorio no fatal y su cómputo es individual. El plazo comenzará a correr
desde que la providencia que ordena los traslados para alegar sea notificada a la parte. Esta etapa asume una
característica especial la de reservada, en el sentido de «no pública» con el fin de garantizar igualdad de las
partes. Así los alegatos presentados se reservan en secretaría hasta que se ordene el llamamiento de autos
para definitiva. Es decir, que al momento de su presentación sólo se deja constancia de ello en el expediente
mediante una certificación puesta por el secretario.

Al momento de alegar, las partes pueden retirar el expediente en préstamo, de la manera que lo regule la
norma procesal, generalmente de manera sucesiva empezando por la parte actora, por un plazo
determinado.

4- Etapa decisoria:

Es la última y esencial etapa del proceso ce mérito, para el pronunciamiento de la sentencia definitiva.

La actividad de las partes cesa y el juzgador que, hasta ese entonces llevaba una tarea mayoritariamente de
atestiguador del desarrollo procesal, ahora pasa al estudio de los hechos alegados conforme las constancias
probatorias obrantes, determinara cuales han sido debidamente acreditados así como también imputara las
omisiones probatorias conforme las correspondientes reglas de la carga de prueba. Una vez determinada la
cuestión fáctica, subsumirá la misma en la norma abstracta y dictará así la regla que dará certeza y regirá el
caso concreto. Toda esa labor queda materializada a través de la sentencia definitiva.

Esta etapa se inicia con el llamamiento de autos para definitiva (arts. 506 y 121 inc. 3 C?.C.¡. Este es el
proveído que señala el comienzo del plazo que tiene el juez para dictar sentencia. Asimismo, tiene el efecto
de hacer cesar para las partes la carga de impulso del trámite, y por consiguiente, cesa también la carga de
notificación.

Pero antes de la sentencia puede ocurrir que el juzgador disponga dictar lo que se denomina «medidas para
mejor proveer”. Ellas son providencias probatorias que limitadamente puede disponer el tribunal conforme a
las condiciones y los requisitos establecidos por la ley. El dictado de dicha providencia corresponde a una de
las facultades del juzgador como director del proceso.

La sentencia es el modo normal de conclusión del proceso. Constituye un acto estrictamente formal, esto es,
de características documentales y que es propio de la jurisdicción. El juez en la sentencia fija lo fáctico y lo
subsume en el derecho positivo vigente. De este modo la sentencia es el acto que pone fin al proceso
decidiendo en forma definitiva sobre las pretensiones de las partes.

La decisión final debe responder al principio de congruencia, plenitud y vastedad. Esto significa que el juez
resolverá conforme hechos fijados en los escritos de la etapa introductiva (principio de congruencia). Tendrá
que hacerlo de acuerdo a los que efectivamente han sido acreditados por las partes. Además, deberá
contener decisión expresa sobre cada uno de los puntos sometidos a decisión del juez.

Además de estas etapas denominadas esenciales pueden presentarse otras, llamadas «etapas eventuales»,
ya que pueden o no realizarse. Tales son:

1) Etapa de medidas preparatorias;

2) Etapas de cautelares anteriores a la demanda;

3) Etapa de ejecución de sentencia; y

4) Etapa impugnativa.

La etapa de medidas preparatorias están previstas en la ley adjetiva con el fin de obtener datos que resultan
de conocimiento indispensables para que el actor en un futuro pueda plantear correctamente su demanda.
Conforme lo dispone el art. 485 C.RC, podrá el actor solicitar que la contraria preste declaraciones sobre
hechos relativos a su personalidad, que exhiba la cosa mueble que haya de ser objeto del pleito, que se
exhiba algún testamento, etcétera. Configuran casos de excepción, por lo que se ha dicho que son de
interpretación restrictiva y su solicitud implican para quien las propone, la carga de demandar o de concretar
la pretensión dentro de los plazos que determine la norma bajo apercibimiento de caducidad.

Emparentadas con las medidas preparatorias se encuentran las medidas de prueba anticipada que permiten
recepcionarlas con antelación a la interposición de la demanda. Su finalidad es la de preservar elementos
como el caso de declaración de testigos de avanzada edad, gravemente enfermos o próximos a ausentarse
del país, etcétera.

Por otra parte, también en forma excepcional, el código autoriza la posibilidad de ordenar medidas
cautelares antes de la promoción de la demanda (art. 466 C.P.C) y art. 231 C.C). Estas medidas son
instrumentales (no tienen fin en si mismo) en procura de impedir la frustración de la realización de lo que se
resuelva en la sentencia (impedir la frustración de la realización derecho que se declaren en la sentencia).

También constituye etapa eventual del proceso civil la ejecución de sentencia que tiene lugar a solicitud de
parte interesada y cuando el demandado no se hubiere avenido a cumplirla voluntariamente.
Por último, mencionamos la etapa impugnativa, que tendrá lugar cuando algunas de las partes o ambas se
sientan perjudicadas (agraviadas) por lo resuelto en la sentencia interponiendo recursos ordinarios o
extraordinarios ante la instancia pertinente.

Etapas del proceso penal

El proceso penal cordobés presenta también una construcción lógica con fases o etapas, algunas esenciales y
otras eventuales. Ello es consecuencia del sistema procesal adoptado por el Código Procesal Penal, que
guarda analogía con el sistema mixto pro acusatorio. Es así que se detectan dos momentos bien
diferenciados: la investigación fiscal o jurisdiccional preparatoria y la del juicio plenario.

Se ha conceptualizado a la investigación penal preparatoria como la fase eventual y preparatoria del juicio,
que cumple un órgano judicial en virtud de excitación oficial (de la policía o del ministerio público) y en forma
pública, y contradictoria, para investigar la verdad acerca de los extremos de la imputación penal, con el fin
de dar base a la acusación o determinar el sobreseimiento.

Ocurrida, entonces, la noticia criminis (sea por denuncia, sea por constatación policial, etc) se inicia la -
investigación fiscal preparatoria en los procesos acusatorios o mixto acusatorios – instrucción penal en los
procesos inquisitivos o mixto inquisitivos, que tiene por fin reunir elementos de prueba suficientes para dar
andamiaje a la acusación. Se trata de las actividades que se desarrollan para la preparación del ejercicio de la
acción penal pública. Es que, para imputar a una persona como supuesto autor de un delito, deben existir
emotivos bastantes para sospechar su participación en el hecho punible (art. 358 C.P.P).

La investigación es llevada a cabo por - el Fiscal de instrucción (acusatorio) – el Juez de instrucción


(inquisitivo), que detenta la titularidad de la acción penal pública (en Misiones, el Fiscal tiene la titularidad de
la acción penal publica pero es el Juez es que investiga). Este funcionario carece de potestades
jurisdiccionales, por ello, ante la necesidad de ejercicio alguna de ellas ( vgr.-. intervención de las
comunicaciones, intercepción de correspondencia, establecer el secreto de las actuaciones, disponer
embargos, etcétera), debe requerir necesariamente la orden del juez de instrucción.

Este momento configura un procedimiento previo ya que emplaza dentro del proceso estrictamente
jurisdiccional, aunque es eventual, porque el proceso puede llevarse a cabo sin sin que se desarrolle la
investigación, tal sucede, por ejemplo, en los casos de delitos de instancia privada y en los de faltas
contravencionales.

Esta investigación penal puede presentar dos modalidades: la fiscal o la jurisdiccional, la primera, resulta
impuesta por la ley adjetiva como regla para investigar un supuesto de hecho delictivo cometido por
cualquier sujeto y como se dijo para formular la acusación. En cambio, la investigación jurisdiccional se
despliega el imputado goza de algún privilegio constitucional y es llevada a cabo por el juez de Instrucción
(art. 301 C.P.P).

La segunda etapa constituye la fase esencial e importa la proyección instrumental en el proceso penal, de las
garantías consagradas en el art. 18. Esta etapa es el epicentro del proceso penal que tiene por fin establecer
si se acreditaron o no total o parcialmente, los extremos argumentados fáctica y jurídicamente en la
acusación (o del auto de elevación a juicio o querella, en su caso) con certeza positiva fundada en la prueba
examinada y contraexaminada por las partes y recibida por el tribunal que declara por sentencia la relación
jurídica sustantiva basada en el debate oralizado, en forma oral, pública, continua y contradictoria.
El proceso penal moderno se ha dicho que esgrime entre sus principales propuestas la de jerarquizar el juicio
plenario reduciendo la investigación previa, otorgando un rol meramente preparatorio de la acusación. En
este sentido, se ha señalado, que la investigación preparatoria debe ser verdaderamente preparatoria, es
decir, no definitiva para que el juicio oral y público sea, como corresponden por sus conocidas ventajas y
virtudes la estrella de primera magnitud del proceso penal. Es decir, para que la sentencia definitiva se
asiente solamente en las pruebas recibidas mediante un sistema de escrupuloso respeto al derecho de
defensa y de cara a la sociedad.

Esta fase es esencial, plenamente contradictoria, pública y puede subdividirse en tres momentos:

a) el preparatorio del debate: es escrito y en él se ofrecen las pruebas, se interponen las excepciones a que
hubiera lugar y se establece la fecha de la primera audiencia de debate.

b) el debate propiamente dicho: se desarrolla oralmente, se produce la prueba (recepción de testimonios,


prueba pericial, etc.) y las partes intervinientes alegan, también en forma verbal.

c) la sentencia: fase culminante en la cual el tribunal de juicio aplicando los principios de la sana crítica
racional resuelve las cuestiones planteadas y aplica la ley penal sustantiva.

El juicio común se desarrolla ante tribunales colegiados o en salas unipersonales si se tratare de cuestiones
que no resulten complejas y siempre que el imputado no requiera la constitución íntegra del tribunal.

EI juicio común constituye el proceso tipo por lo que sus normas se aplican a los demás, salvo que existan
previsiones específicas para determinados juicios.

La tercera etapa es la denominada intermedia y tiene por finalidad ejercer un control de la legalidad de la
acusación. Ella se desencadena mediante la oposición que puede ejercer la defensa del sujeto sindicado
como autor del delito: consiste en una instancia crítica que recae sobre la acusación. La resolución que se
dicte es pasible de recurso de apelación ante la Cámara del Crimen.

Las etapas eventuales se presentan ante la deducción de las impugnaciones extraordinarias o ante la
necesidad de ejecutar la sentencia.

La etapa impugnativa se abre con la interposición del recurso de casación, medio impugnativo extraordinario,
por el cual se ejerce principalmente el control de la quaestío juris, puesto que las cuestiones fácticas no
resultan susceptibles de conocimiento en dicha sede (en la actualidad, conforme el leading case Casal, el
recurso casatorio abarca tanto la cuestión juridica como la fáctica).

La etapa de ejecución de sentencia, es aquella en la cual el juez competente para la ejecución (art, 35 Bis
C.P.R), controla la observancia de las garantías constitucionales durante el tiempo en que el condenado
permanece en los establecimientos penitenciarios cumpliendo su condena. Asimismo, en esta fase, el juez
ordena los despachos necesarios en orcen a la condena impuesta.

Etapas del proceso laboral.

El proceso laboral, tal como ha sido regalado presenta dos fases esenciales y bien definidas-, la de instrucción
conciliación y la de juicio.
La primera etapa, se lleva a cabo por ante el juez de conciliación que cumple las funciones de un juez
instructor, ya que ante él se traba la Litis, en la audiencia de conciliación. Asimismo, recibe y despacha la
prueba, con excepción de la testimonial, confesional e inspección ocular, las que deben ser diligenciadas por
ante el tribunal de sentencia, esto es, la Cámara del Trabajo.

El juez de conciliación tiene competencia para resolver las cuestiones incidentales que se planteen durante el
desarrollo de la etapa de instrucción y opera como tribunal de alzada, la Cámara del Trabajo para conocer de
las apelaciones ordinarias deducidas.

Cabe señalar, que el juez de conciliación tiene competencia para ordenar medidas cautelares.

El trámite del proceso se lleva adelante con impulso procesal de oficio, esto es, promovida la demanda por el
actor, el trámite continúa sin requerimiento de parte.

La segunda y trascendental etapa, es la de juicio oral público y continuo que se desarrolla ante la Cámara del
Trabajo, que presenta una estructura colegiada, aunque puede conocer en salas unipersonales, en los casos
dispuestos por Acordada el Tribunal Superior de Justicia.

Esta fase comprende, fundamentalmente la denominada «audiencia de vista de causa» en la que se


recepcionan las pruebas oralizadas y los alegatos. Por último, el tribunal resuelve en forma definitiva sobre
las pretensiones vertidas por las partes.

Las etapas eventuales que pueden señalarse en el proceso laboral son la de ejecución de sentencia y la
impugnativa.

Cabe señalar, que para ciertos casos excepcionales, se impone una etapa prejurisdiccional administrativa.

La etapa de ejecución de sentencia, se desarrolla a instancia de parte y esto marca un cambio importante en
el procedimiento que hasta este momento obedecía al impulso oficioso y comprenderá la realización de
actividades necesarias para hacer cumplir lo decidido. Se sustancia por ante el juez de conciliación, y el
procedimiento se rige por las normas del C.P.C. que actúa como ley supletoria. .

La etapa impugnativa extraordinaria, se abre con la admisión del recurso de casación, el que debe ser
interpuesto por ante el tribunal que dictó la sentencia.

Etapas en el proceso de familia.

El proceso de conocimiento en el fuero de familia, instrumentado en la ciudad de Córdoba, por la ley


provincial 7676, prevé una etapa prejurisdicciorial previa y de tránsito obligatorio para cierto tipo de asuntos.

Ella tiene lugar ante un funcionario especial, el asesor de Familia, cuya función primordial es la de avenir a las
partes para lograr un acuerdo. Esta etapa previa, puede también ser cumplida en los centros de mediación
públicos o privados por tal motivo los sujetos involucrados en el conflicto familiar, podrán acudir a la
utilización de esta técnica. Si optan por esa alternativa, la ley les tiene por cumplida la etapa
prejurisdiccional.

Juicio común presenta dos grandes momentos que se cumplen ante diferentes órganos: juez y Cámara de
Familia.
Es así que fracasada la secuencia prejurisdiccional se abre una etapa intrajurisdiccional conciliatoria que se
desarrolla por ante el juez de Familia.

Ella abarca los actos de demanda, reconvención y sus respectivas contestaciones, actividad que se cumple en
un solo acto, conocido como la audiencia establecida por el art. 60 de la ley del fuero. También comprende el
ofrecimiento y diligenciamiento de la prueba, salvo la oralizada que resulta recibida por la Cámara de Familia.

La segunda etapa, se visualiza en la denominada «audiencia de vista de causa» acto de suma trascendencia y
de conclusión de la instancia que se desarrolla ante la Cámara de Familia. Se trata de un acto oralizado en la
que se reciben las pruebas de testigos, se interrogan a las partes y es posible además requerir a los peritos
aclaraciones o ampliaciones de sus informes. Luego se pasa al momento crítico del material probatorio que
se cumple a través de los alegatos. Así se escucha primero al actor y después aí demandado y demás
participantes (ministerio fiscal o pupilar, en su caso) quienes en forma ordenada expondrán los argumentos
lógicos y críticos de las pruebas arrimadas al proceso. Finalizados los alegatos, el tribunal pasa a deliberar y
dicta sentencia.

Cabe apuntar que en otros sistemas adjetivos la etapa de instrucción, se reúne en un solo acto, que es la
audiencia preliminar, tal como sucede en la provincia de Buenos Aires. En esta provincia la etapa de juicio
también se lleva a cabo ante un tribunal colegiado, aunque admite su división en salas unipersonales para la
decisión de ciertos asuntos.

Tipos o sistemas procesales. Concepto y caracteres. Dispositivo o inquisitivo, acusatorio y mixto, oral o
escrito, de instancia única o plural.

Sistemas procesales:

Un sistema es una estructura orgánica diseñada por la ley, teniendo en cuenta, ciertos principios o ideas
rectoras que le imprimen caracteres que lo definen. Se trata de formas metódicas y estructurales aptas para
el desarrollo de los presupuestos políticos-jurídicos del derecho procesal.

Los cuerpos adjetivos se han organizado en base a diferentes sistemas procesales: dispositivo-inquisitivo
acusatorio, con procedimiento oral o escrito, de instancia única o plural, etcétera.

Tradicionalmente, los sistemas procesales se presentan en forma prevalente (mixta) y no pura. Ello así, se
han conformado en base a ideas fundamentales y a cuestiones que hacen a determinaciones de política
procesal. En rigor, los diversos sistemas jurídicos procesales, se corresponden con realidades sociales,
económicas, políticas, religiosas y con otros factores tales como geográficos, históricos, etcétera.

Estas formas metódicas, dan fisonomía y personalidad a nuestra de expresión y comunicación (sistema oral o
escrito), en la organización de expresión y comunicación (sistema oral o escrito) en la organización de los
tribunales (única o doble instancia) y, por último, en lo que atañe a los poderes y deberes recíprocos de las
partes y del juez (dispositivo-inquisitivo).

Cabe apuntar, que el propósito de trazar los rasgos básicos de los sistemas procesales en una visión pura, nos
permite conocer cuáles han sido sus instituciones, su operatividad y así determinar cómo se ensamblaron
unas y otras, dando paso a las instituciones modernas.

Los sistemas procesales están íntimamente vinculados con los denominados principios formativos del
proceso y también con la teoría de los actos jurídicos procesales. Por ello, su exposición, necesariamente, va
a comprender nociones relativas al desarrollo externo del proceso que constituirán un anticipo y una premisa
de los demás temas.

Sistemas dispositivo e inquisitivo:

El tipo dispositivo es aquél sistema que asigna a los particulares tanto la iniciativa del proceso, como el del
impulso subsiguiente; también les confiere a las partes, la facultad de fijar la cuestión fáctica y el poder de
renunciar a ciertos actos del proceso. Es característica fundamental de este sistema que sean las partes, las
que deben aportar los elementos corroborantes de sus pretensiones, esto es, los elementos probatorios.

En cambio, en el inquisitivo «es al juez o tribunal a quien competen esos poderes y los que deben actuar por
sí e investigar (inquiriré)» Como se advierte, se trata de dos tipos fundamentales, que responden a
concepciones distintas, teniendo en cuenta la posición que en el proceso se le asigne al juez y a las partes.

Lo dispositivo se verifica cuando las partes son dueñas absolutas del impulso procesal y son las que fijan los
términos exactos del litigio a resolver. Ello funciona como un límite y un deber para el juez, puesto que,
deberá circunscribir su decisión a las peticiones formuladas por el acto y a la oposición del demandado
(principio de congruencia). También son las partes las que aportan el material necesario para acreditar sus
afirmaciones, y cuentan, además, con facultades para decidir el momento en que le ponen fin al proceso
(facultades dispositivas). En otras palabras, por regla general pueden disponer del contenido de la relación
sustancial y también del de la procesal. Este sistema se visualiza a través de reglas y principios que lo
consagran expresamente y que importan un punto de partida para su estudio y análisis. En rigor, la mayor o
menor facultad de disposición de la relación sustancial y formal, como los poderes otorgados al órgano
jurisdiccional son los elementos que definen a un sistema como prevalentemente dispositivo o inquisitivo.

- Se substancian pretensiones que no comprometen el orden público, sino sólo el interés particular. Lo que
implica que las partes son las que disponen del contenido de la relación sustancial y también de la procesal.

- Las partes son protagonistas.

- El impulso del proceso queda en manos de las partes, que tienen la facultad de fijar la cuestión fáctica y el
poder de renunciar a ciertos actos del proceso.

- Las partes fijan los términos exactos del litigio a resolver (la petición deducida por el actor marca el límite de
lo que el juez puede otorgar en la sentencia).

- Las partes son quienes aportan el material necesario para acreditar los extremos fácticos que hacen al caso.

- El juez es mero espectador hasta el momento de la decisión.

El sistema inquisitivo se caracteriza porque es el juez u otro funcionario quien tiene la facultad o poder de
investigar con el fin de arribar a la verdad material con prescindencia de la actividad de las partes y podrá
proponer elementos probatorios sin otro límite que la ley. En general, se dirige a la búsqueda de la verdad
material o histórica. Por ello, es que se ha dicho que rige en este sistema, el principio de investigación
judicial.

- Está involucrado el orden público.

- El juez es protagonista desde el principio.


- El juez tiene los poderes de actuar por si e investigar.

- Una vez que nació el proceso, el tribunal debe seguirlo de oficio.

- Los hechos son todos aquellos que el juez considere útiles.

- El juez puede ordenar de oficio la producción e investigación de las pruebas.

Ninguna de estas formas metódicas se manifiestan en el tipo puro, sino que presentan combinaciones que
marcan una mayor o menor tendencia a lo dispositivo o inquisitivo. En una vista hacia el pasado se advierte
que los procesos han manifestado el predominio de uno u otro según el momento histórico la tendencia
política e idiosincrasia de los pueblos. Ese devenir reconoce causas en las formas de organización, en los
vaivenes políticos de los pueblos y en la evolución sociocultural. Pero, pueden señalarse caminos que han
significado un avance.

Los países latinoamericanos en el ámbito del proceso civil, han adoptado el sistema prevalentemente
dispositivo que encuentra fundamento en la legislación española que es su antecedente directo, como
sucede en nuestro país. En tanto, que para los asuntos de corte penal, el tipo adoptado se aproxima al
inquisitivo. Cabe señalar, que con el transcurso del tiempo esto ha ido cambiando, morigerado en algunos
casos y, en definitiva, se han producido mudanzas, en ambas tendencias. Tan es así que por influencia de los
sistemas y principios en su interrelation se hace referencia a la llamada publicización del proceso civil y a la
correlativa privatización del proceso penal.

Sistema acusatorio:

El sistema acusatorio encuentra sus orígenes en el derecho griego y se caracteriza porque se les asigna a los
ciudadanos una participación directa en el ejercicio de la acusación y de la jurisdicción. El juicio se realiza en
forma oral y pública y pueden realizarse actos preliminares.

En el derecho romano, el sistema acusatorio, se manifiesta con mayor vigor durante la época de la República,
después decae y prácticamente muere cuando se afirma el imperio. Sin embargo, el inquisitivo, en este
período se manifiesta en algunos gérmenes que más tarde se desarrollan y se trasladan a! derecho español
antiguo y del Alto Medioevo.

El sistema acusatorio se presenta como un “proceso dominado por las partes, lo que significa el imperio de
una concepción individualista, mientras que la jurisdicción aparece con la única función pública de resolver
un conflicto intersubjetivo”.

El sistema acusatorio parte de la relación Estado-persona la que plantea el límite que se manifiesta en lo que
se está dispuesto a resignar en el campo de los derechos individuales para realizar la pretensión punitiva.
Esta última cuestión es la que influye en decisiones de política procesal que se inclinan en forma pendular a
uno u otro sistema. Es así, que sí se quiere aumentar la eficacia del sistema punitivo, se recortan las garantías
de los imputados y, por el contrario si se pretende un proceso garantizados pareciera que aumenta la
impunidad- La tensión entre ambas ideas es la que define a un sistema como prevalente en uno u otro
sentido.

Lo que caracteriza al sistema acusatorio consiste en separar las funciones que el Estado desarrolla en materia
penal mediante el simple expediente ritual de instituir dos organizaciones diferenciadas de funcionarios -el
ministerio público y los tribunales- otorgando a los dictámenes de uno significados jurídicos requirente y a
los otros, valor de decisión, impidiendo que esta última tarea se ponga en movimiento sin un requerimiento
previo de los funcionarios del ministerio público.

La vigencia del acusatorio implica fundamentalmente, que el juez o tribunal deja de ser un protagonista
activo de la búsqueda de la verdad y deriva esta responsabilidad al ministerio público (órgano requirente).

El sistema acusatorio entonces pone su acento en el aspecto garantizador en cambio, el inquisitivo, centra su
atención más en la investigación, represión y en el castigo. Como se advierte, se trata de sistemas opuestos,
pero ello no impide que se tienda a una suerte de equilibrio, a fin de obtener un modelo respetuoso de los
derechos individuales mediante la imposición de un sistema mixto.

El sistema acusatorio se basa, fundamentalmente, en tres ideas que refieren: a la situación de las partes, al
método del debate y al rol del órgano jurisdiccional. Así las partes se posicionan en un plano de igualdad,
diferenciándose entre ellas y el juez, el que debe ser imparcial. Impartial e independiente.

El debate se limita en el tiempo, se rige por pautas éticas y comprende las etapas de afirmación, reacción,
confirmación y alegación.

El órgano jurisdiccional no puede impulsar la acción, sólo la proyecta y le está vedado suplir la inactividad de
los contendientes, ni siquiera en el aspecto probatorio, ello sin perjuicio de sus facultades como director del
proceso. La separación del juez y el acusador constituye el más importante de todos los elementos
integrativos del modelo teórico acusatorio, como presupuesto estructural y lógico de todos los demás.

- Separa las funciones del Estado en materia penal e instituye junto al juez al ministerio público.

- El juez deja de ser el protagonista de la búsqueda de la verdad y deriva esa responsabilidad al ministerio
público (órgano requirente).

- Las partes se posicionan en un plano de igualdad y se diferencian del juez, quien debe ser imparcial e
independiente.

- El debate se realiza en forma pública y oral, regido por pautas éticas y comprende las etapas de afirmación,
reacción, confirmación y alegación.

- El órgano jurisdiccional no puede impulsar la acción, sólo la proyecta y le está vedado suplir la inactividad
de los contendientes, ni siquiera en el aspecto probatorio.

- La separación entre el juez (imparcial) y el acusador (investigador) es el elemento más importante.

En el nuevo sistema penal cordobés se han introducido ingredientes del acusatorio que han morigerado el
sesgo inquisitivo del viejo sistema y advirtiéndose a poco tiempo de su vigencia grandes beneficios con el
cambio. Esta última modificación ha sido resistida por los operadores judiciales y de ella daremos cuenta en
la oportunidad pertinente. La reforma consiste brevitatis causae que el trámite del procedimiento penal en
el nuevo sistema es impulsado, inicialmente, por el ministerio fiscal quien tiene por regla general a su cargo
el desarrollo de la investigación penal preparatoria destinada a reunir pruebas que resulten suficientes al solo
efecto de fundar la acusación. La función del juez de Instrucción queda relegada al control las tareas de este
funcionario en la etapa de investigación. En la segunda etapa del trámite penal, es decir, la etapa del «juicio»,
el fiscal (de Cámara) es el funcionario que tendrá a su cargo proponer elementos probatorios para el
descubrimiento de la verdad; el tribunal de juicio unipersonal o colegiado carece de facultades al respecto.
Se procura, de este modo, un perfil adecuado para la actuación de los jueces que se compadezca mejor coa
la esencia de sus funciones, que es la de juzgar. Así se ha expresado que quien investiga no debe juzgar en
crítica evidente al sistema procesal penal anterior vigente en Córdoba. Ello así, la tarea que actualmente
realiza el fiscal –investigación preparatoria-en el sistema anterior era cumplida por el juez de Instrucción. En
orden a las atribuciones probatorias en el nuevo procedimiento penal, el fiscal debe ser el dueño de la
estrategia de la investigación y está facultado para recibir toda la prueba aun las definitivas e irreproducibles
siempre que, en este caso se garantice la intervención de la defensa.

En la etapa de juicio, la Cámara del Crimen actúa decidiendo inicialmente sobre la observancia de las
garantías del fundamento probatorio de la acusación (durante la investigación); también, en forma definitiva,
sobre la responsabilidad penal del acusado en base a las pruebas aportadas en el juicio, evitándose en todo
caso que deba carias, primero y juzgar sobre su eficacia después .Pero, este tribunal de juicio, tiene
facultades restringidas por cuanto no puede ordenar oficiosamente la producción de pruebas.

En Misiones el proceso penal consiste en un sistema de tipo mixto inquisitivo acusatorio, estas son sus notas
caracterizantes:

- El Ministerio publico fiscal es el destinatario de la notitia crimini.

- De considerar que prima facie surge la posibilidad de que haya acaecido un delito, ordena la apertura de la
instrucción.

- La instrucción es la etapa investigativa, donde se recolectan los medios probatorios que fundamentaran la
acusación o determinaran el sobreseimiento. Es llevada a cabo por el Juez de Instrucción.

- Una vez que el Juez de instrucción considera que la actividad investigativa se encuentra concluida, pasa los
actuados al Fiscal para que este: - disponga la elevacion de la causa a juicio, - solicite nuevas pruebas si lo
considera, - disponga el sobreseimiento o la falta de merito.

- La etapa instructoria es en mayor inquisitiva pero morigenada por la cuestion de que la titularidad de la
accion se encuentra en manos del Ministerio publico fiscal.

- Elevada la causa a juicio, el sistema pasa a ser eminentemente acusatorio, la acusación es continuada por el
Fiscal del Tribunal (que es miembro del Ministerio publico).

- Los jueces en el juicio estan constituidos en tribunal.

- El trámite es en principio oral, contiene las etapas de afirmación, reacción, confirmación y alegación.

- En principio la prueba que se tiene en cuenta es la que se produce EN EL JUICIO y no la que es recolectada
en la instrucción.

- Sin embargo, como esta reglado el juicio en la provincia, hay pruebas que en lugar de ser producidas en la
etapa de juicio, son simplemente introducidas mediante lectura de lo que ya ha sido agregado en el
expediente en la etapa instructoria, lo que implicaria que la supuesta “produccion de la prueba en la etapa
de juicio” es enrealidad una mera formalidad que se suple con la simple lectura de las constancias del
expediente.

Oral o Escrito:
El sistema oral se caracteriza por la prevalencia del uso de la palabra sobre la escritura.

Vale decir, de acuerdo a la forma en que se habrá de verter el pensamiento en el proceso ya sea por la
expresión verbal o escrita, se originan dos sistemas contrapuestos: el oral y escrito.

De tal modo, estaremos frente al modo oral, si el tribunal solamente puede tener en cuenta el material
procesal (actos de postulación, de obtención, participaciones de conocimientos y declaraciones de voluntad,
etcétera) que haya sido enunciado oralmente en la audiencia, sin recurrir a escritos o memorias.

La oralidad requiere substancialmente, que la sentencia se funde tan sólo en aquellas alegaciones que hayan
sido verbalmente expresadas por las partes ante el tribunal de la causa.

En cambio, el trámite será escrito, cuando el tribunal solamente pueda tener en cuenta el material procesal
suministrado bajo la formalidad o recogido en actas -quod no est in actis, non est in mundo-. El tipo escrito,
entonces, supone que toda la actividad procesal sea trasladada, sin excepción, a la expresión gráfica de la
«escritura», que sirve además de vehículo de expresión, de medio de conservación y comunicación de la
material procesal.

Es difícil concebir un sistema oral que no admita algún grado de escritura, como tampoco uno escrito que no
admita algún grado de oralidad. Por ello es posible afirmar que no existen tipos orales o escritos puros, dado
que manifiestan en una u otra secuencia el dominio de la palabra o de la escritura, por cuanto no puede
prescindirse en el desarrollo del procedimiento de la escritura ni de la palabra.

Es así que, en el sistema oral, existen algunas aplicaciones del escrito, como por ejemplo, en todo lo atinente
a la actividad de documentación que debe realizarse de las declaraciones formuladas en la instrucción y de
las pruebas recibidas en la audiencia. De otro lado aun cuando se adhiera sistema escrito, no se descarta que
ciertos actos procesales, necesariamente, adopten la forma oral, aunque ellas deban ser absolutamente
documentadas por ejemplo, cuando se reciben las declaraciones de los testigos, la confesión de las partes,
etcétera.

Es claro, entonces, que sólo puede hablarse de predominio oral, o de prevalencia oral u escrita, lo cual no
excluye la existencia de actos escritos u orales en uno u otro sistema.

El sistema escrito es utilizado para el procedimiento civil. Tal sucede en Córdoba, en donde además se
imponen reglas absolutamente formales por lo que se ha expresado que es «desesperadamente escrito».

En tanto que la oralidad es propia de otras materias y, generalmente, el procedimiento se organiza bajo el
sistema de instancia única así sucede en el trámite penal, laboral y familiar, etcétera.

La oralidad ofrece ventajas las que no se extraen a partir de la oralidad misma, sino de la forma en que
operan ciertas reglas procesales que encuentran su óptimo desarrollo en este tipo. Es así que el tipo «oral»
propicia la vigencia del principio de inmediación, entendida como la comunicación directa del juez con las
partes y órganos de prueba. Favorece, sin duda, una estrecha vinculación entre el tribunal las personas y el
material de conocimiento. La inmediación, requiere que la persona que emite el juicio de apreciación de la
prueba coincida con la persona que la recibe (identidad de juzgador).

También favorece la recepción de la concentración procesal en la unidad del debate oral. La concentración
supone la reunión de la mayor cantidad de actividad procesal, en el menor número de actos posibles. Es
gráfico, a tal efecto, señalar que en el acto producen los alegatos y se dicta la sentencia. Producen los
alegatos y se dicta la sentencia.

Se ha dicho que el sistema oral permite acelerar los trámites judiciales, el acortamiento de los tiempos del
proceso.

Por su parte, los partidarios de la escritura, sostienen que este tipo procesal facilita el estudio y la reflexión
de los jueces, aleja los peligros la improvisación y la ligereza y que la inmediación, la publicidad, la celeridad,
etcétera, pueden obtenerse también en el proceso escrito.

Por ello, el sistema escrito tiene a su favor la mayor seguridad que proporciona, ya que las declaraciones
quedan fijas y permanentes, de suerte tal que en cualquier momento pueden ser reconstruidas y
examinadas.

El interés social reclama soluciones inmediatas, o por lo menos rápidas y oportunas, el establecimiento de
una de justicia de puertas abiertas, garantía de su acceso, la economía de tiempo, esfuerzo y dinero, ya que
la pronta y justa composición de la Litis, más que la satisfacción del derecho individual, es una exigencia de la
tranquilidad colectiva. Ello implica, al decir de Chiovenda, se requiere una racional contemporización de los
medios de expresión del pensamiento.

Así no puede ab initio optarse, exclusivamente, por uno u otro sistema; en ellos deberá conjugarse la
oralidad y la escritura y así extraer de uno y otro aquellos elementos valiosos para que sean aprovechados en
la actividad procesal.

Se señala que, como se ha dicho, los sistemas no se dan en forma pura sino que en la realidad se manifiestan
mixturados. Además, cierto tipo de causas en donde se debaten cuestiones personales o de hecho resultan
más adecuadas para el trámite oral (por ejemplo, accidente tránsito, divorcio etcétera); en tanto, que otros
asuntos que conllevan necesidad de revisar documentos, escritos, por su naturaleza, pueden mas idóneos
para su tratamiento con el tipo escrito.

Ventajas del sistema oral:

- Economía procesal.

- Inmediación: comunicación directa entre el juez, las partes ylos órganos de prueba.

-Favorece la recepción de la concentración procesal en la unidad del debate oral.

-La concentración supone la reunión de la mayor cantidad de actividad procesal en el menor número de actos
posibles.

-Acelera los trámites judiciales al dotarlos de sencillez en las formas procesales y favorece el acortamiento de
los tiempos delproceso.

Ventajas del sistema escrito:

- Seguridad jurídica.

- Facilita el estudio y la reflexión de los jueces.


- Aleja peligros de la improvisación y la ligereza.

- Favorece la publicidad y la permanencia porque las actuaciones quedan fijas y permanentes, por ello en
cualquier momento pueden ser reconstruidas y examinadas.

Sistema de instancia única o doble instancia:

La doble instancia supone:

- La existencia de dos órganos jurisdiccionales actúan con un orden de prelación y jerárquico en momentos
diferentes del proceso.

- Conferir a un órgano de jerarquía superior el poder-deber de revisar, por vía de recursos ordinarios, la
apreciación de los hechos y la aplicación del derecho efectuada por un juez de primer grado en su
resolución.

- Generalmente un juez unipersonal, inferior de trámite y sentencia y un órgano superior generalmente


colegiado, con competencia para revisar la resolución del inferior dentro de los límites impuestos por el
sistema adjetivo de impugnaciones.

- La existencia de un juez inferior a quo y un órgano superior de grado ad quem.

Alsina, señala que la doble instancia, encuentra orígenes remotos en el Bajo Imperio Romano cuando el
príncipe delegó en presidentes gobernadores la facultad de administrar justicia. Así se utilizó como un medio
para controlar el ejercicio de la jurisdicción y que en la época feudal alcanzó gran importancia política.

La doble instancia es propia de la organización de los tribunales civiles; en tanto, que la instancia única se
identifica más con el trámite oral y es aplicada en los fueros penal, familiar y laboral; en estos casos, la
sentencia dictada sólo puede ser impugnada por vía de recursos extraordinarios. (SIN EMBARGO NO ES ASI
EN EL SISTEMA ARGENTINO, ELLO POR CUANTO QUE LA DOBLE INSTANCIA EN EL PROCESO CIVIL NO ES
OBLIGATORIA SINO QUE ES DISPUESTA POR LEY - y por lo tanto, por Ley, puede dejarse de lado mencionado
sistema de doble instancia -, SIN EMBARGO EN LOS PROCESOS PENALES LA DOBLE INSTANCIA SE ENCUENTRA
GARANTIZADA CONSTITUCIONALMENTE - Tratados internacionales, se lo denomina “garantía del doble
conforme” - Y POR LO TANTO SE PODRIA DECIR QUE EN REALIDAD LA DOBLE INSTANCIA ES PROPIA DEL
SISTEMA PROCESAL PENAL Y NO DEL CIVIL. Tener en cuenta.)

Los sostenedores de la doble instancia invocan que los tribunales de alzada ofrecen mayores garantías por el
número de sus componentes y por el superior criterio y experiencia de éstos. A más de ello aluden que la
revisión brinda la posibilidad de que las partes aporten nuevos elementos de defensa o de prueba, en las
condiciones que la ley procesal lo permita, supliendo omisiones incurridas en la primera instancia, y así
obtener una nueva decisión del conflicto. En tanto, que los partidarios del sistema de instancia única,
fundamentan sus ventajas, especialmente, en su agilidad y en la vigencia de la inmediación.

Principios que gobiernan el proceso. Publicidad, Inmediación, Bilateralidad, Economía procesal.


Adquisición.

Los principios del proceso son los presupuestos políticos que determinan la existencia funcional de un
ordenamiento procesal cualquiera. Es así, que ellos concretan o mediatizan algunas de las garantías
constitucionales y en cada uno puede encontrarse una relación directa con las normas fundamentales
contempladas en la Constitución Nacional. La cientificidad del derecho procesal y la homogeneidad de su
contenido, gira en torno a instituciones se complementan e integran recíprocamente e induce a concebir a
esta disciplina jurídica como dominada por principios fundamentales.

Palacio, por su parte, confirma estas ideas señalando que se denominan principios procesales a las directivas
u orientaciones generales en que se funda/asienta/estructura cada ordenamiento jurídico procesal.

La ley presenta en su texto la sistematización de principios que tienen una recepción diferenciada en orden a
su extensión. Debido al diferente predicamento entre uno u otro principio, merece especial atención
individualizar a cada uno de ellos y definir su contenido de tal modo que conformación surgirá cada sistema
procesal.

La adopción de un principio y el descarte de otros por parte del legislador, responde a razones de política
procesal. La doctrina ha señalado que cada código procesal puede ser definido en virtud de sus directivas y
orientaciones fundamentales las cuales se concretan en los principios procesales. Sin embargo, no existe
consenso entre los autores, sobre la forma de denominarles, aunque se proclama, sin duda, su existencia e
importancia.

Los principios procesales auxilian al legislador para estructurar las instituciones del proceso en uno u otro
sentido, y facilitan el estudio comparativo de los diversos ordenamientos procesales vigentes, cuanto de los
que rigieron en otras épocas. Además, constituyen instrumentos interpretativos de gran valor para los
operadores jurídicos ya que contribuyen a integrar los vacíos que puede presentar el orden normativo.

Para cierta doctrina, sólo configuran principios procesales los de bilateralidad de la audiencia, formalismo,
autoridad, economía y moralidad, y estudia otras manifestaciones bajo la denominación de reglas o máximas
procesales, cuyo alcance desarrollaremos infra.

En conclusión puede sostenerse que los principios procesales son las líneas directrices u orientadoras que
rigen el proceso plasmándose de este modo una determinada politica procesal en un ordenamiento
jurídico determinado y en un momento histórico dado. Cabe expresar, por último, que modernamente van
formulándose nuevos principios o reglas que quizás no son tan nuevos sino que tan sólo son reformulaciones
o adaptaciones a las necesidades actuales de los clásicamente reconocidos. Tal sucede, por ejemplo, con las
modernas formulaciones de la reglas de la solidaridad, de la personalidad, de las nuevas formas de buena fe
y lealtad procesal, etcétera.

Publicidad:

El principio de publicidad implica que los actos que se cumplen en el proceso deben ser conocidos en forma
irrestricta tanto por parte de la sociedad, como por los intervinientes, a fin de permitir un control adecuado
de la actividad procesal y, en definitiva de los actos de los jueces. Este principio es una derivación logica de
los fines del proceso.

Hoy no se discute que en el trámite judicial, existe un interés eminentemente público, porque funciona como
un instrumento que contribuye a garantizar la armonía y la paz social.

Los autores, han enfatizado que este principio significa que no debe haber justicia secreta, ni procedimientos
ocultos, ni fallos sin antecedentes ni motivaciones.
La excelencia de la publicidad resulta indiscutida, puesto que el contralor de la comunidad redunda en su
propio beneficio, dada la función docente que cumple. Además favorece a obtener una mayor transparencia
en la administración de justicia al fiscalizarse la actividad de los jueces y de los abogados. Couture,
puntualiza, que el principio de publicidad es de la esencia del sistema democrático de gobiernos.

Los cuerpos formales, cuando adscriben a este principio lo consagran en términos generales así por ejemplo,
se prevé que «las actuaciones del proceso y sus resoluciones serán públicas». A su vez, a modo de excepción,
es posible limitar la publicidad; ello sucede cuando existe un interés justificado de las partes o cuando
concurren razones que hacen al orden público o de moralidad. Es que pueden los magistrados restringir la
publicidad de las audiencias y aun de los fallos, si con la publicidad pudiera afectarse la moral o el orden
público u ocasionarse perjuicios materiales o morales a los interesados. En definitiva, lo que
fundamentalmente se procura es la protección del derecho de intimidad de las personas.

El principio de publicidad se manifiesta en los distintos actos del proceso: así en las audiencias y, por regla
durante toda la actividad de prueba y también se verifica en la decisoria a través de la motivación de los
fallos.

La vigencia de este principio presenta connotaciones particulares que se definen a partir del derecho de
fondo que se realiza a través del proceso. Así, por ejemplo, en el proceso penal la publicidad podrá verse
restringida en ciertas secuencias de la investigación penal preparatoria, llevada a cabo por el Fiscal cuando
estableced secreto de sumario por un plazo restringido (art. 312 C.P.P.). Es que en materia penal se justifica el
secreto en los primeros momentos de la instrucción porque el delincuente tiene especial cuidado cuidado en
no dejar huellas de delito. También rige para los delitos de acción privada en los cuales impera la
confidencialidad del trámite.

En el procedimiento de familia el principio de publicidad se presenta en su antítesis, bajo la denominación


del llamado «principio de reserva».

Es que frente al principio de publicidad se presenta el de «reserva secreto o de confidencialidad» que


encuentra sustento en preceptos constitucionales, como los vinculados a la protección de la acciones
privadas de los hombres, a la intimidad que dispensa la Constitución Provincial y también la tutela privatista
consagrada en el art. 1071 C.C.

La publicidad a la que se pueden someter los actos procesales cumplidos en el procedimiento de familia está
limitada al consagrarse la tutela procesal del principio de reserva. Así lo ha prescripto el legislador cordobés
al establecer el carácter de «secreto», «reservado» «privado» del procedimiento de familia, de sus
actuaciones y de su sentencia, de acuerdo a lo normado por la ley 7676.

Inmediación:

El principio de inmediación, tal como surge de su sentido literal, significa que el juez debe encontrarse en un
estado de relación directa las partes y recibir personalmente las pruebas. Devis Echandía, puntualiza que la
comunicación inmediata alude a la del juez y las personas que actúan en el proceso, con los hechos que en él
deban hacerse constar y con los medios de prueba que se utilicen.

Este principio se manifiesta con mayor vigor, en los procesos orales que en los escritos. Sin embargo, en las
formas modernas de procedimiento oral o escrito, existen instancias oralizadas, que presuponen la vigencia
de este principio parcialmente. Tal sucede, por ejemplo, en el proceso civil nacional o de algunas provincias
que han adoptado el trámite del proceso por audiencia; en estos casos, luego de la etapa escrita de las
postulaciones, se realizan dos audiencias (audiencia preliminar y de vista de causa) con vigencia sólo en su
trámite de la regla de inmediación.

Por su parte, en el proceso penal, la vigencia plena de la inmediación se manifiesta en la oportunidad de la


audiencia de debate en la que los integrantes del tribunal, del ministerio público, imputados y sus defensores
y órganos de prueba están en contacto directo.

Los rasgos fundamentales de la inmediación, están dados por la presencia de los sujetos procesales ante el
órgano jurisdiccional, por la falta de un intermediario judicial entre las cosas y personas del proceso y el juez
y también, por la necesidad de la identidad física del juez que tuvo contacto con las partes y del que dictará
sentencia.

En el ordenamiento procesal penal la regla de la inmediación adquiere jerarquía sustancial al incorporarse al


Código Penal, de este modo se prevé que «el juez deberá tomar conocimiento directo y de visu del sujeto, de
la víctima y de las circunstancias del hecho en la medida requerida para cada caso» (art. 41 in fine). Es que en
materia penal y también en el procedimiento laboral el interés público en la realización del derecho, impone
la inmediación como una directriz insoslayable. Esto significa, la ausencia de intermediarios entre la prueba
recibida y el órgano jurisdiccional de la recepción y se lo extiende también, como se apuntó, a la idea de la
identidad física del juzgador. Así se ha sostenido que el juez que ha de dictar sentencia debe ser el mismo
que en el debate oral, público y continuo, reciba inmediatamente, la prueba producida con el control público
y de los otros sujetos del proceso.

Los rasgos fundamentales de la inmediación, están dados por:

1- la presencia de los sujetos procesales ante el órgano jurisdiccional,

2- por la falta de un intermediario judicial entre las cosas y las personas del proceso y el ,

3- por la necesidad de la identidad física del juez que tuvo contacto con las partes y del que dictara sentencia.

Bilateralidad:

El debate procesal debe ser ordenado a fin de preservar la igualdad de los contendientes al momento de
hacer valer sus derechos. La regla la bilateralidad es denominada también, como principio de contradicción.
Este principio, posee raíz netamente constitucional y su efectiva vigencia es lo que otorga legitimidad a los
procesos-, de allí que domina todos los estadios secuenciales. La contradicción o bilateralidad compendia la
idea de que toda decisión judicial debe ser tomada previo que se haya dado igual oportunidad, a todas las
partes de ser oídas. Implica, necesariamente la posibilidad de alegar y probar; es decir, otorgar a las parte
la oportunidad de ejercer las defensas que tuviere y de arrimar al proceso los elementos de juicio
conducentes a la demostración de sus alegaciones. Este principio, se resume en el aforismo latino audiatur
et litera pars. No interesa al derecho que la parte, efectivamente se pronuncie, sino que se le haya otorgado
una razonable oportunidad de defenderse o cumplir con la carga procesal de expresarse, de ofrecer, producir
y controlar la prueba {art. 210 C.P.C-ley 8465-).

Palacio, advierte que la realización de ciertas medidas, como las cautelares pueden ordenarse inaudita parte,
pero ello no implica derogación del principio de bilateralidad sino que tan sólo significa que difiere/posterga
el contradictorio por la especial naturaleza del acto. Esto quiere decir, que si bien no se notifica previamente
el despacho de la medida, embargo, sí debe ser comunicada al afectado inmediatamente después de haber
sido trabada.

Este principio se manifiesta en la obligación impuesta por las leyes formales de hacer conocer a las partes las
resoluciones de los jueces para su validez. A ese fin, el Código Procesal Civil establece, respecto de
comunicación externa, la regla de que las providencias y resoluciones judiciales no obligan a las partes si no
son notificadas con arreglo a la ley. También, se ha regulado la comunicación intraprocesal a través recurso
técnico de los traslados vistas y notificaciones.

Por último, el sistema se garantiza por las normas que establecen sanciones para la violación de este
principio, a cuyo fin se imponen nulidades específicas para el caso de las notificaciones o se utiliza las reglas
atinentes a la teoría general de las nulidades, hechas valer a través de los poderes genéricos de impugnación.

Características esenciales del principio:

- La bilateralidad es la quintaesencia del debido proceso en cuanto que garantiza la igualdad de las partes en
el ámbito del proceso.

- Ambas partes tienen idéntica posibilidad de alegar y defenderse, requerir prueba y producirla.

- El juez es garante de la bilateralidad, en cuanto que su funcion debe ser desempeñada de manera imparcial
e impartial.

- La bilateralidad postergada (cuestiones en las que se resuelve previa darsele la posibilidad a la contra parte
de alegar y defenderse) es excepcional a cuestiones en las cuales su tratamiento es requerido de urgencia por
riesgo a un daño irreparable.

Economía procesal:

El principio de economía procesal importa la aplicación de un criterio utilitario en la realización del proceso y
se resume en dos ideas fundamentales: economía de gastos y economía de esfuerzos o de actividad. La
incorporación de este principio supone procedimientos que no resulten onerosos, por lo cual, es necesario,
además, que no se extiendan excesivamente en el tiempo. Alberdi, sintetiza el objeto político del principio de
economía al expresar que cuando la justicia es cara, nadie la busca y todo se entrega al dominio de la
iniquidad. Entre la injusticia barata y la justicia cara no hay término que elegirlo. Es decir, la implantación del
principio exige adoptar criterios razonables en relación no sólo a costos económicos sino al tiempo de
duración ya que, como dijo Couture, ten materia de procedimiento el tiempo es algo más que oro, es justicia.

Por eso se ha dicho que un aspecto importante para calificar a la justicia es el de la duración de los procesos.
La eficacia del proceso depende de su tempestividad, ello significa que debe desarrollarse en tiempo
razonable. Ahora bien, ¿qué debe entenderse como razonabilidad? Para fijar pautas referenciales puede
acudirse a un «módulo» que está dado por la «duración de la vida humana” general o circunstancial.

La circunstancialidad está dada por la condición de las partes; ello es lo que permite distinguir ciertas
prestaciones a las que por ello adjetivamos de «asistenciales»: alimentos, jubilaciones, reparación de
infortunios del trabajo, etcétera; verbigracia, no se puede rechazar un amparo a un jubilado de 80 años
aduciendo que hay vías administrativas idóneas a tal efecto. En suma, lo que determina la admisión de la
acción extraordinaria, son sus necesidades extraordinarias.
La economía de gastos pone su acento en el aspecto financiero del proceso. Ello implica que el costo del
juicio no sea un obstáculo que impida a las partes su inicio. Los procedimientos generan gastos y ellos no
pueden evitarse. Pero sí pueden ser postergados atendiendo a ciertas circunstancias o aun, por razones de
política procesal, resolverse su eximición por el contenido social de la cuestión que se presenta. Lo que el
legislador debe procurar es que los gastos que demande el juicio transformen en un obstáculo para el acceso
a la justicia de las personas menos pudientes.

Contribuye a la economía en el tiempo y a la celeridad en el trámite la regla de la concentración de los actos


y la de la eventualidad afirmaciones. Inciden también en este aspecto, los plazos procesales fijados por la ley
adjetiva como tiempos ideales.

La concentración postula reunir toda la actividad procesal posible en uno o pocos actos procesales; con su
vigencia, se evita la dispersión de actividad y. consecuentemente, la fragmentación del proceso. Advertimos
que se refiere al elemento objetivo del proceso tratando de reducir toda la actividad o al menos parte de
ellos en su mayor cantidad. Sin embargo, ello no implica la eliminación de las etapas procesales
anárquicamente, sino que la reducción debe operarse dentro de sus límites a fin de lograr concentración sin
afectar el contradictorio. Este principio puede verificarse tanto en el sistema oral como en el escrito. No
obstante ciertos autores se pronuncian en el sentido de que la concentración se verifica, fundamentalmente
en el proceso por audiencia procurando reunir en un solo acto, el debate oral toda la prueba, y hasta la
propia sentencia.

La eventualidad supone que las alegaciones, ya sean fácticas o defensivas, deban ser realizadas
simultáneamente. La consagración de este prius, redunda en el acortamiento de los tiempos del proceso,
para procurar evitar sucesivas y dosificadas, alegaciones defensivas. El sentido esta denominación deriva del
planteo ad eventum de las excepciones y defensas. Ello significa que la parte deberá deducir todas las
defensas en una sola oportunidad, a fin de que si no se admite una, sean Inmediatamente consideradas las
otras.

La regulación de los tiempos procesales en la ley debe ser meditada con un criterio de razonabilidad, que se
concreta en el establecimiento de plazos, que sean susceptibles de poder cumplirse, para que el patrón ideal
no sea superado por la realidad. Vale decir, que el legislador debe abordar el tópico con un criterio realista y
fijar los tiempos del proceso en un sentido objetivo dotado de elasticidad. Esto significa que en la ley se
determine el plazo, y a su vez la flexibilidad implica otorgar facultades al para que lo amplíe o disminuya,
según las circunstancias fácticas del y en procura de la averiguación de la verdad «real> sin suplir por cierto la
negligencia de las partes que es lo que Peyrano fustiga como vicio de parcialidad.

SUB-EJE TEMATICO 2: JURISDICCIÓN Y COMPENTENCIA.

Jurisdicción: concepto. Caracteres. Límites.

Jurisdicción. Concepto

El vocablo «jurisdicción» es utilizado en el ámbito jurídico procesal con distintos significados y, pocas veces,
con el acertado. Así equivocadamente, es empleado para designar: el ámbito geográfico en el cual el Estado
ejerce su soberanía- el territorio en el que un órgano judicial administra justicia; también como el conjunto
de poderes o autoridad de ciertos órganos públicos y, por último, otorgándole el sentido técnico adecuado
de función pública de hacer justicia.

Etimológicamente, proviene de la raíz latina juris dictio que significa «decir el derecho», noción que no se
compadece con la moderna doctrina que le asigna, además, la función de ejecutar lo decidido.

El concepto de jurisdicción impone el estudio de los elementos que lo integran, la puntualización de sus
caracteres y de sus límites y la identificación de las demás condiciones que le tipifican como tal.

En una concepción clásica, Chiovenda expresa que la jurisdicción es una función del Estado porque es una
función de la soberanía del Estado, como poder inherente a él, ordenando la organización de todos los
ciudadanos para el cumplimiento de fines de interés general.

También se la ha conceptualizado como la potestad –atribuida por la Constitución a un órgano específico del
Estado y disciplinada por el derecho procesal- de investigar la verdad y actuar en concreto la ley sustantiva,
que se ejerce, definitivamente, cuando el Tribunal decide el caso singular sometido a proceso y ejecuta la
sentencia firme.

La función jurisdiccional en sentido amplio comprende, la creación y constitución de los órganos encargados
de administrar justicia, la determinación de sus facultades y la fijación de las reglas para la tramitación de los
juicios.

En un sentido restringido se refiere concretamente, al poder o facultad conferido a ciertos órganos para
administrar justicia en los casos que les son presentados. –Así, el Estado otorga a estos órganos una
capacidad abstracta integrada por elementos propios, que permiten diferenciarla de otras actividades
ejercidas también por el mismo órgano pero que no les son estrictamente propias. (Tal sucede, por ejemplo,
con las funciones de superintendencia, de designación de empleados, del dictado de acordadas, etcétera.)

La actividad jurisdiccional ha sido delimitada como un poder-deber del Estado político moderno, emanado de
su soberanía, para dirimir mediante organismos adecuados, los conflictos de intereses que se susciten entre
los particulares y entre éstos y el Estado, con la finalidad de proteger el orden jurídico.

Entonces la jurisdicción es: un poder-deber de ejercicio obligatorio, ejercido por el Estado a través de órganos
específicos a fin de dirimir mediante resoluciones fundadas las cuestiones litigiosas que Ies son sometidas
por los justiciables.

Afirmamos que se trata de un «poder-deber” como potestad y además, porque su ejercicio es obligatorio.
Participa de la categoría procesal denominada «atribución impuesta”, ya que los jueces no pueden dejar de
resolver cuestiones so pretexto de silencio u oscuridad de la ley. Es que está prohibido el non liquet.

Alvarado Velloso:

Se acepta mayoritariamente que la jurisdicción es la facultad que tiene el Estado para administrar justicia en
un caso concreto por medio de los órganos judiciales instituidos al efecto.

Para definir la esencia de la actividad jurisdiccional habra de ternerse en cuenta que ella es la que cumple
siempre la autoridad con motivo de un proceso, sustituyendo intelectivamente a las partes en el
conocimiento de los hechos y volitivamente al ejecutar lo sentenciado.
Elementos de la jurisdiccion:

Notio: facultad de conocer en determinada cuestion litigiosa.

Vocatio: facultad para compeler a las partes para que comparezcan al proceso.

Coertio: facultad de emplear la fuerza publica para el cumplimiento de las medidas ordenadas dentro del
proceso, a fin de hacer posible su desenvolvimiento.

Judicium: facultad de resolver el litigio con el efecto propio de cosa juzgada

Executio: facultad de ejercer, mediante el uso de la fuerza publica, la sentencia no acatada esponateamente
por las partes.

Caracteres:

La jurisdicción es pública, es única, es exclusiva y excluyente es indelegable y, por último, también es


inderogable.

La jurisdicción es pública porque la ejercen órganos del Estado de ese carácter que instruyen el proceso
mediante requerimientos. Este acto promotor inicial puede ser efectuado por particulares en el proceso civil.
Familiar, a través del acto promotor propio: la demanda. En cambio, en el proceso penal el acto promotor es
efectuado por un funcionario del Estado, generalmente, el ministerio público fiscal.

La función jurisdiccional se manifiesta como una potestad que deriva de la soberanía del Estado, quien
delega en organismos especialmente investidos a tal efecto la función primordial de administrar justicia
resolviendo el caso concreto. Por otra parte, el carácter público de la función se manifiesta por los fines
públicos de pacificación social que ella persigue.

La función jurisdiccional es única. Esta unicidad de la jurisdicción ha sido consagrada en forma explícita en la
Constitución de la provincia de Córdoba. En efecto, en el art. 153, se dispone que el ejercicio de la función
judicial corresponde exclusivamente al Poder Judicial de la provincia». Ello implica que se trata de un poder
único sin perjuicio que esté integrado por un conjunto de facultades que se manifiestan en distintas
oportunidades en el trámite procesal. Por eso, no es posible fraccionar la función jurisdiccional desde el
punto de vista dogmático. Sin embargo, señalamos que por aspectos prácticos vinculados con la eficiencia o
de razonabilidad de la función se efectúa distribución de la jurisdiccion con fundamento en la naturaleza de
las cuestiones, el orden institucional establecido, la extensión del territorio, la necesidad de institucional
establecido, la extensión del territorio, la necesidad de especialización, etcétera. Estos criterios fijados por el
legislador tienen como sustento una mejor distribución del trabado y permite la coexistencia de diferentes
órganos jurisdiccionales en un mismo ámbito, que generan las denominadas reglas de competencia.

La jurisdicción es exclusiva y excluyente- la exclusividad está dada ya que solamente el Estado es quien está
habilitado legítimamente para administrarla a través del tribunal como representante del órgano
jurisdiccional. Es excluyente ya que repele toda interferencia que pueda realizarse respecto del ejercicio de la
función jurisdiccional. La limitación opera tanto para los particulares, como para los otros poderes (ejecutivo
y legislativo). Existe una ausencia de subordinación de poderes y está prohibida la intromisión en el actuar
del órgano jurisdiccional.
La jurisdicción es indelegable. Esto es así porque aunque cuando el Estado designa a un juez, ejecuta
inicialmente una delegación reglada en este sujeto de la facultad de administrar justicia hasta su total
agotamiento. Esta delegación resulta absolutamente intransferible para el juez al cual ha sido otorgada. Sin
embargo, ello no impide que en ciertos casos, la ley autorice la delegación, en otros órganos jurisdiccionales,
la comisión de medidas específicas por diferentes razones.

La jurisdicción es inderogable lo que supone la no disponibilidad de su atribución en otros órganos. Ello es


así ya que se trata de un poder-deber que proviene de la soberanía del Estado y, por ende, no puede ser
modificado por voluntad de los justiciables. Pero puede señalarse, sin embargo que en casos especiales la ley
otorga a los particulares un reducido ámbito para elegir otros métodos para la resolución de su conflicto. Ello
sucede, por ejemplo, con la institución del arbitraje y la regulación de otros medios alternativos de
resolución de conflictos, por ejemplo, de la mediación, conciliación y negociación, etcétera. Es dable advertir
que en estos casos la elección que realizan las partes tiene basamento en el consenso y sólo será posible si el
asunto versa sobre derechos disponibles esto es que no afecten el orden público. En caso contrario, los
conflictos necesariamente deberán ser presentados y resueltos por la jurisdicción oficial correspondiente.

Límites:

La función jurisdiccional se pone en movimiento cuando se verifican ciertas condiciones que legitiman su
intervención y delimitan, consecuentemente, su extensión. Ello implica que se trata de una potestad reglada
cuya actuación supone la existencia de presupuestos.

Los límites de la jurisdicción señalan el ámbito geográfico, fáctico y jurídico en que la jurisdicción puede
ejercerse válidamente.

La primera delimitación que presenta la jurisdicción está referida al aspecto geográfico. Atento que la
jurisdicción es una potestad que emana de la soberanía del Estado, solamente puede ser ejercida dentro de
su límite territorial. Ello sin perjuicio de lo que se disponga en las reglas de competencia. Es así que por
norma se encuentran sometidas a la función judicial del Estado todas las personas físicas o jurídicas,
nacionales o extranjeras, que habiten o se hallen instaladas en nuestro territorio. También, comprende todas
las cosas muebles o inmuebles que se encuentren situadas dentro del país.

El segundo limite se configura con la presentación del «caso concreto» al tribunal. El <caso> se compone de
un conflicto de intereses que se afirma como existente por un sujeto investido del poder de acción y que
luego del despliegue de la función jurisdiccional a través del proceso obtiene solución por la actuación del
derecho, previa fijación de los hechos. Ello es así ya que a los tribunales les está vedado resolver cuestiones
abstractas, académicas o doctrinarias. Una cuestión es abstracta cuando lo reclamado no tiene fundamento
jurídico o carece de interés actual para la persona que reclama; por ejemplo, en el primer caso no se podría
demandar a una persona porque no saludó; tampoco se podría reclamar el divorcio de concubinos y, por fin,
y en relación al último supuesto apuntado citamos a modo de ejemplo cuando en un proceso se reclama la
remoción de un administrador y durante la Litis éste cesa en el cargo.

En el conflicto de intereses en el proceso civil el caso concreto está delimitado por las cuestiones esgrimidas
por una parte y contradichas por la contraria; ellas configuran las pretensiones que se deduce en el proceso y
que debe tener fundamento jurídico. En materia penal, se exhibe en la investigación de hechos
supuestamente delictuosos.
Puesta en marcha la jurisdicción encaminada al pronunciamiento final, su ejercicio es ineludible y finaliza con
su agotamiento ya sea por el dictado de la sentencia, de primera o ulterior instancia o con la eventual
ejecución.

El tercer límite se verifica en la denominada «excitación extraña». Nuestro sistema procesal civil de carácter
dispositivo requiere para la actuación del órgano jurisdiccional de la excitación extraña (es decir que el
proceso no puede iniciar de oficio), que se manifiesta habitualmente la presentación de la demanda o
también por otros requerimientos, por ejemplo, la solicitud de medidas preparatorias o cautelares. Ello se
reafirma en el viejo principio romano ne procedat iudex a. officio y nemo iudex sine actore.

El requerimiento se efectúa por el ejercicio de otro poder que es el de acción y que le compete a otro sujeto
procesal distinto del órgano, esto es, a los particulares. En el proceso penal la excitación extraña por regla
general está a cargo del ministerio público fiscal.

El cuarto límite es la ley que predetermina el accionar del juez tanto en el gobierno del proceso (aspecto
instrumental) como en el contenido de la decisión del pleito (aspecto sustancial). Planteado el litigio, el juez
debe resolverlo aplicando el derecho precreado. Por cierto que la situación que se afirma debe ser al menos
inicial e hipotéticamente reconocer amparo legal para provocar el ejercicio. Por ejemplo, para iniciar un
juicio de expropiación directa, es menester previamente que el Ejecutivo haya declarado de utilidad pública,
el bien expropiado (art. 17 C.N-)-

En sintesis: La Jurisdicción se encuentra condicionada a la existencia de presupuestos que legitiman su


ejercicio: el sometimiento del diferendo por particulares al órgano específico, el <caso>, que determina el
ámbito material del pronunciamiento y su adecuación a los límites fijados por la ley, in abstracto, para ese
caso a lo que nosotros agregamos el ámbito geográfico en que ella puede ser ejercida.

Competencia: concepto. Determinación de la competencia en materia civil, penal, laboral y familiar.


Competencia provincial: Criterios para su determinación. Prorroga. Fuero de atracción. Competencia
Federal: concepto. Criterios para su determinación.

Competencia. Concepto.

Concepto Alvarado Velloso:

Competencia judicial es la aptitud dada por la ley que tiene una autoridad para procesar, juzgar y, en su caso,
ejecutar la decision que resuelva un litigio concreto.

La competencia responde a exigencias técnico-jurídicas de política procesal, a cuestiones de orden práctico


tendientes a delimitar la actuación de un determinado tribunal, que no es más que el resultante de un
fraccionamiento del órgano jurisdiccional.

La competencia es susceptible de ser definida en un doble enfoque: subjetivo y objetivo. El primero tiene en
cuenta el órgano que entenderá en el caso planteado y en este sentido se ha dicho que es la aptitud del juez
para ejercer su jurisdicción en un asunto determinado. La competencia es, por lo tanto, la facultad de cada
juez o magistrado de una rama jurisdiccional para ejercer la jurisdicción en determinados asuntos y dentro
de cierto territorio.
En sentido objetivo consiste en la órbita jurídica dentro de la cual el juez administra justicia. En rigor, el
criterio objetivo se manifiesta en reglas jurídicas cuya aplicación permite distribuir la competencia entre los
diversos órganos jurisdiccionales coexistentes, asignándoles una específica.

Es principio recibido en las compilaciones formales que toda actividad procesal debe ser cumplida ante un
juez munido de aptitudes suficientes para entender en el caso planteado.

La competencia del tribunal es un presupuesto procesal o, como la denomina Palacio, un requisito extrínseco
de admisibilidad de toda petición o pretensión extracontenciosa de forma tal que si, en un caso concreto, el
órgano ante quien se ha acudido carece de competencia así deberá declararlo. Sí el juez carece
absolutamente de competencia no puede constituirse una relación jurídico procesal válida por ausencia de
un presupuesto procesal.

La regla general en materia de competencia es que toda gestión judicial deberá hacerse ante tribunal
competente (art. 1 C.P.C)- Aunque esta regla no esté incorporada expresamente en los otros cuerpos legales,
es evidente que rige implícitamente para todas las materias, ya que es un axioma inderogable en el tema.

La competencia, respondiendo a las reglas constitucionales, presenta caracteres que la distinguen de otros
conceptos jurídicos y que se han reseñado. Ellos son: debe estar prevista legalmente; es de orden público; es
indelegable y es improrrogable.

 Estar fijada previamente por la ley. Esto es así, por cuanto este carácter refleja una garantía constitucional,
en el sentido de que el justiciable debe saber de antemano que existe un órgano jurisdiccional con
competencia atribuida en la ley para conocer del asunto que le aqueja. La regla general, entonces, es que el
legislador fija en el derecho objetivo, normas específicas que asignan el conocimiento de ciertas causas a un
juez determinado.

 Es de orden público. Ello significa que, en principio los particulares no pueden disponer de la regla de la
competencia, ni modificarla en cuanto a su distribución, salvo supuestos especiales que la misma ley
autoriza. Tal sucede como se dijo, para la materia civil en el caso de la competencia territorial y también en el
desplazamiento a la jurisdicción arbitral, cuando queda librada a la voluntad de las partes.

 Es indelegable. Esto importa que los actos atribuidos al juez deben ser cumplidos indefectiblemente por él
mismo. Sin embargo, ello no impide que por razones de auxilio judicial pueda encomendarse la comisión de
cierta actividad procesal a otros órganos. En este caso, se trata de una delegación de función; vale decir, el
tribunal puede encomendar el cumplimiento de una determinada actividad a un órgano judicial diferente.
Técnicamente, importa que la facultad que se le confiere está limitada a diligencias especificas. Así, por
ejemplo, si ha de producirse una prueba pericial de un inmueble emplazado en otra jurisdicción, será
menester encomendar esta diligencia probatoria al juez Que tenga competencia en dicha sede por medio de
un exhorto u oficio.

 Es improrrogable. Existe consenso doctrinario en el sentido de que la competencia por regla general no es
prorrogable. La atribución de competencias a los diferentes órganos jurisdiccionales se fundamenta en
razones de política procesal, que procuran asegurar un servicio de justicia eficiente. La decisión en la
distribución pertenece a la ley, de modo que las partes no podrán conferir otras competencias ya sea por
razón de la materia, del grado y del valor a un órgano jurisdiccional diferente al asignado por la ley. Es así que
los jueces tienen el deber de controlar de oficio su observancia, dentro del marco legal adjetivo y el
ministerio público es parte necesaria en estas cuestiones ya que le corresponde velar por su custodia.

Determinación de la competencia en materia civil, penal, laboral y familiar.


El legislador ha considerado diferentes factores para fundamentar el reparto de la competencia, entre ellos
podemos mencionar a los siguientes:

a)Criterio institucional: existe un doble orden judicial fijado por la Constitución. Ello da lugar a la justicia
ordinaria de cada provincia y a la justicia nacional, federal de excepción distribuida en todo el país. La
primera existe en virtud de la reserva efectuada por las provincias de organizar su Poder Judicial (art. 1
y 5 C.N.). La federal de excepción se fundamenta en los artículos 116, 117 y 75, inciso 12 de la C.N.

b)Especialización y naturaleza de las causas: las diversas ramas del derecho se hacen cada día más
complejas por la mayor cantidad de situaciones que el ordenamiento jurídico tiende a resolver y por las
modificaciones sociales, económicas o laborales, ello permite concluir que sería inconcebible que un
magistrado tuviera que conocer todas las ramas del derecho y resolver con serenidad y justicia en cada
una de ellas. A través de la competencia, a cada magistrado se facilita la tarea de comprender cuál es
la naturaleza de la cuestión a resolver, el objeto del litigio, el estado civil de las personas, el valor
económico de la pretensión. Esto es lo que se denomina competencia material y permite dividir la
jurisdicción en civil, comercial, familia, penal, laboral,etc.

c)Territorio: tampoco es posible que un mismo tribunal atienda los conflictos suscitados en un
extenso ámbito territorial o densamente poblado. Surge la competencia territorial por la que se
distribuyen zonalmente las causas de una misma materia entre diversos tribunales. Esta distribución
persigue la aproximación del tribunal a la persona, cosa o hecho que debe considerarse como el
centro del despliegue jurisdiccional en la correspondiente causa. En razón del territorio, la competencia
puede distribuirsepor el lugar de la cosa, el domicilio del demandado, el lugar de cumplimiento del
contrato o el lugar delcontrato.

d)Funcional: este criterio se funda en la conveniencia de establecer la diversificación del órgano


jurisdiccional para el ejercicio de la función cognoscitiva y la ejecutiva. En los sistemas que admiten más
de una instancia, el criterio funcional se manifiesta en la existencia de tribunales de mérito y tribunales de
alzada. Se trata de la competencia por razón del grado y en el fuero de familia permite distinguir entre
los jueces de familia y la Cámara de juicio; en el fuero laboral entre el juez de conciliación y la Cámara
de juicio; en el fuero civil entre el juez de primera instancia y la Cámara en lo Civil.

e)Turno: entre jueces de una misma circunscripción judicial que atienden la misma materia y dentro del
mismo grado, existe además otra división del trabajo en virtud de la cual se distribuyen las causas
que ingresan. Existen dos métodos: la recepción de causas dentro de un período limitado de tiempo
(utilizado en materia penal, cada fiscalía de instrucción se encuentra de turno una semana); y la recepción de
un número determinado de causas (se utiliza en materiacivil).

De acuerdo al régimen de Estado Federal instituido en los artículos 5 y 75, inciso 12 de la C.N., nuestro
Estado se caracteriza por la coexistencia de dos órbitas judiciales: la de las provincias y la de la Nación. El
Poder Judicial provincial se encarga de todas las cuestiones relacionadas con el derecho común ocurridas
dentro de sus respectivos territorios, a excepción de las materias expresamente delegas a la Nación, cuyo
conocimiento compete a la Justicia Nacional.

La competencia material es el límite que la ley impone al juez para que pueda resolver sólo ciertos asuntos
relacionados con la rama del derecho aplicable. Divide en razón de la diversas naturaleza de las causas y por
el criterio de especialización.En la Provincia de Misiones en razón de la materia, la competencia se divide en
los siguientes fueros:

Civil y Comercial: La competencia civil y comercial importa la adjudicación a jueces de primera instancia del
conocimiento y decisión de asuntos que tengan por objeto un conflicto preeminentemente patrimonial
(declarativo, ejecutivos, cautelares, etcétera).

Familia y Violencia Familiar: Los Juzgados de familia entienden en los conflictos originados en el seno de la
familia. Se trata de una competencia especial, excluyente y de carácter extrapatrimonial. Estos tribunales son
competentes en cuestiones relativas a: la celebración u oposición del matrimonio, venias supletorias que
debe otorgar el juez, en procesos de divorcio, separación personal o nulidad del matrimonio, en casos de
disolución y liquidación de la sociedad conyugal, en todo lo relativo a cuestiones alimentarias en los asuntos
de patria potestad, guarda de menores, régimen de visita, tutela u la patria potestad, guarda de menores,
régimen de visitas, tutela u autorización para disponer o gravar bienes de los menores. Esta enumeración es
de carácter enunciativo en cuanto que estos juzgados entenderán en toda otra cuestión derivadas de las
relaciones de familia.

Laboral: La competencia material, en los conflictos laborales, está enunciada en el Código Procesal Laboral
para la provincia de Misiones (ley xiii 1) que en su art. 2 establece que estos tribunales conocerán en los
conflictos individuales derivados de la relación Laboral- en las acciones emergentes de accidentes y
enfermedades de trabajo; en los juicios por cobros de aportes y contribuciones de fondos sindicales
establecidos por ley o por convenciones colectivas, etc.

Contencioso Administrativo: La competencencia sobre causas contencioso administrativas la tiene de


manera originaria el Superior Tribunal de Justicia conforme Ley i 95art 1

Penal: La competencia material en el fuero penal se extenderá al conocimiento de los hechos delictuosos
cometidos en el territorio de la provincia, exceptuando la jurisdicción federal y militar.

Prórroga:

La prórroga suscita un desplazamiento de la competencia hacia un juez que en principio resultaba


incompetente.

La competencia o su contracara, la incompetencia, puede ser absoluta o relativa. Puede calificarse, como
competencia de carácter absoluto, la competencia por materia o grado. Así, por ejemplo, no podría iniciarse
un juicio por cumplimiento de contrato ante el juez penal; ni tampoco podría plantearse esta acción ante la
Cámara de Apelaciones.

En cambio, es relativa y. por lo tanto prorrogable la competencia establecida para cuestiones de corte
netamente patrimonial y en relación al territorio. Así, en el marco de disponibilidad de los particulares acerca
de las reglas procesales de competencia, es aceptado que pueden convencionalmente atribuir la territorial a
un órgano judicial que legalmente carecía de ella. Ello es posible sólo en el campo de los derechos
disponibles por lo que el presente desarrollo es válido solamente para el ámbito del derecho procesal civil.

La prórroga de competencia por voluntad de las partes puede operar en dos formas: la expresa y la tácita.

- Se resuelve en forma expresa, cuando los sujetos exponen claramente su voluntad de atribuir competencia
a un tribunal determinado exteriorizándola de antemano en forma documentada. Tal sucede, por ejemplo,
cuando partes contratantes determinan que en caso de conflictos sobre su inteligencia, atribuyen su
conocimiento a un juez diferente.

- En cambio, las prórroga es tácita, si el desplazamiento se opera por actitudes procesales asumidas por las
partes en el curso del juicio. Por ejemplo, cuando el actor presenta su demanda ante un tribunal diferente al
que legalmente le correspondía, y el demandado responde, sin cuestionar la competencia. Como se advierte,
en ambos casos, se verifica un supuesto negativo, que no implica el ejercicio de facultades procesales y que
deviene de una inferencia legal de la voluntad concreta de las partes acerca de la competencia.

Fuero de atracción:

Constituyen otro supuesto de desplazamiento de competencia, las disposiciones que consagran el fuero de
atracción ejercido en los procesos universales, v.gr., sucesiones, concursos y quiebras. En estos casos, se
justifica el desplazamiento, en la necesidad de tratar en forma conjunta y simultánea todas las pretensiones
deducidas contra el caudal conjunta común. De esta forma se otorga certeza al derecho que se declara en
acciones independientes pero que se encuentran vinculadas.

En consecuencia la particular situación de los procesos denominados «universales» ocasionan el


desplazamiento hacia el juez de la sucesión, concurso o quiebra. Claro está que ello sucederá solamente
respecto de todas las pretensiones de contenido económico deducidas contra el patrimonio del causante,
concursado o quebrado; sin embargo, pueden presentarse excepciones como por ejemplo, fuera del
conocimiento del juez de la sucesión, la acción personal de filiación la que deberá ser tramitada por ante el
juez de Familia por tratarse de un fuero especial.

La via atractiva que exhibe el fuero de atracción se sostiene tanto en razones jurídicas como prácticas esto
es, que el patrimonio del deudor prenda común de los acreedores y en la conveniencia de que sea un mismo
juez quien intervenga en su liquidación.

También está impuesto por razones que atienden al orden público ya que en los procesos universales pueden
verse afectados intereses de muchos sujetos que casi siempre están indeterminados; resulta, por lo tanto,
improrrogable e irrenunciable y, en consecuencia, debe ser aplicado de oficio por el Tribunal.

El efecto del fuero de atracción, es transitorio. Puesto que está destinado a finalizar en el tiempo, cuando
culmina el juicio sucesorio, es decir luego de efectuada la partición judicial en su caso, finiquitada la quiebra
o el concurso.

Competencia federal: concepto. Criterios para su determinación.

Competencia federal-, receptando las enseñanzas de Alsina, conceptualizaremos a la competencia federal


como facultad reconocida a los órganos que integran el Poder Judicial de la Nación para ejercer sus funciones
en los casos, respecto de las personas y en los lugares especialmente determinados por la Constitución
Nacional.

Se establece especialmente en las provincias respecto de las materias que estas delegaron a la Nación.

Los artículos 116 y 117 de la Constitución Nacional establecen los asuntos que incumben a la competencia
federal.

Caracteres:
Según la doctrina, la competencia federal presenta los siguientes caracteres:

Es de naturaleza púbica y tiene origen constitucional: la actividad del Estado de decir el derecho aplicable al
caso concreto, es de naturaleza pública. Con respecto al origen constitucional la misma se basa en las
disposiciones de los arts, i 16 y l 17,75 inc. 12 y 121. C.N..

Es taxativa: es decir, no puede ser ampliada ni disminuida, ya sea que se pretenda hacerlo mediante la ley. Ya
que sea que lo haga mediante la interpretación jurisprudencial. Siempre se deben respetar los lineamientos
trazados por la Carta Magna.

Es limitada y de excepción: surge de los poderes delegados al gobierno federal, en tanto, que los no
delegados continúan en cabeza de las provincias. Por lo tanto, debe interpretarse restrictivamente,
entendiéndose que si no surge claramente, cabe excluirla. Así lo ha entendido pacíficamente el máximo
Tribunal de la República.

Contenciosa: el art. 2º de la ley 27 establece que la judicatura federal nunca procede de oficio y sólo ejerce
jurisdicción en los casos contenciosos en que es requerida a instancia de parto. Este criterio fue sostenido
por la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos en 1773, la que estableció que al Poder Judicial no le
competía decidir en consultas, evacuar opiniones o pronunciarse en propuestas que requerían la expresión
de un mero criterio. Esta doctrina fue adoptada por el constituyente de 1 853. Por lo tanto, implica la
existencia de un Iitigio –esto es una controversia sostenida en el plano judicial- entre las partes que esgriman
posiciones antagónicas y excluyentes con respecto a un mismo objeto o derecho, para que surta la
competencia federal. Ello determina que no procede en supuestos de procesos universales, como por
ejemplo, declaratoria de herederos o concursos y quiebras, u otro tipo de procesos voluntarios como los que
deriven de las relaciones de familia. Así lo establece el art. 12 ley 48. Incluso a pesar de que un litigante sea
extranjero o pudiere ser parte de la Nación. Ello, en virtud de que al no existir contienda, la sentencia que se
dicte no causa estado y por ello no adquiere el valor de cosa juzgada en sentido material.

Según la doctrina, no constituyen casos o cuestiones judiciables: las consultas; las sentencias que pretendan
efectuar declaraciones generales y abstractas; los pronunciamientos declarativos que resuelven cuestiones
hipotéticas o en donde no existe perjuicio ni controversia concreta; las cuestiones políticas referidas a la
órbita de acción exclusiva de los otros poderes del Estado; las cuestiones privadas de los hombres que
protege el art. 19 C.N..

Es privativa y excluyente: cuando está establecida en razón de la materia, ello implica que no pueda ser
prorrogada a favor de la justicia provincial, pero sí a la inversa. Igualmente, cuando lo es en razón del grado.
Pero, sin embargo, puede ser prorrogada cuando está establecida en razón de las personas, ya sea en forma
expresa o tácita. También se ha admitido su prórroga en supuestos de escasa significación o entidad
económica. En estos casos, en donde se admite la prórroga, la doctrina habla de competencia concurrente.

Criterios para su determinación:

Estos criterios se derivan de lo establecido por la Constitución Nacional y de las leyes que en uso de la
facultad reglamentaria dicta el Congreso, siempre respetando los lineamientos establecidos por la Carta
Magna, la forma federal de Estado y la autonomía de las provincias.

Sí una cuestión corresponde sea resuelta por los tribunales locales de las provincias o si por el contrario su
conocimiento compete a los órganos que integran el Poder Judicial de la Nación, es menester tener en
cuenta los siguientes criterios:
1) Territorio: debe verificarse si existe afectación de los derechos federales o de intereses nacionales en
aquellos lugares que sean de propiedad del Estado Nacional, adquiridos a las provincias por compra o cesión
con el objeto de instalar allí establecimientos de utilidad nacional, o se encuentren sujetos a su legislación,
como por ejemplo en las dependencias de la aduana, los aeropuertos. Así lo establece el art. 75, inc. 30 C.N.,
el cual viene a consagrar constitucionalmente el criterio sostenido históricamente por la Corte Suprema, en
el sentido de que la adquisición, por el gobierno federal de lugares en las provincias con destino a
establecimientos de utilidad nacional, no implica la federalización de esos territorios al extremo de que la
Nación atraiga, por ese solo hecho, toda la potestad legislativa, administrativa y judicial, en forma exclusiva y
excluyente, de manera que la jurisdicción provincial sólo debe quedar excluida en la medida en que su
ejercicio interfiera, directa o indirectamente, en la satisfacción del servicio de interés público que requiere el
establecimiento nacional. Tal sería el caso de las facultades que conservan las provincias y los municipios, a
fin de controlar la observancia de normas de tránsito, dentro de la órbita territorial de su competencia, sobre
rutas nacionales.

2) Materia: la competencia federal en razón de la materia está relacionada al conocimiento de los litigios que
impliquen aplicación de la legislación federal. Al respecto, es preciso distinguir las distintas clases de leyes
que existen en el país, en virtud de la forma de Estado mencionada: a) ley federal; b) ley común; c) ley
provincial.

a) La legislación federal está conformada por la Constitución Nacional, los tratados con las naciones
extranjeras o con los organismos internacionales de carácter público y las leyes dictadas por el Congreso que
regulan la actividad propia de la Nación y sus organismos centralizados o descentralizados m. como, v.gr la
Declaración Universal de Derechos Humanos de la O.N-U,, la Convención Americana sobre Derechos
Humanos, «Pacto de San losé de Costa Rica”, los decretos del Ministerio de Economía de la Nación, las
resoluciones del Banco Central de la República Argentina, etcétera.

b) La legislación común es aquella dictada por el Congreso de la Nación, haciendo uso de las facultades que
las provincias le delegaron en virtud del art. 75, inc. 12 C.N., y comprende las materias sustantivas o de fondo
de nuestro ordenamiento jurídico, tales como los códigos Civil, Comercial, Penal, de Minería, etcétera, e
importa la posibilidad de ser aplicado tanto por los tribunales federales como por los tribunales ordinarios de
las provincias. Así tenemos los códigos de fondo, Código Civil. Penal, de Comercio, etcétera.

c) la legislación provincial es la dictada por cada provincia, con validez espacial circunscripta al ámbito
territorial de la provincia que la dictó. Y comprende todas aquellas facultades no delegadas a la Nación, como
por ejemplo, los códigos de Procedimiento Civil, Comercial, Penal, del Trabajo, etcétera. También es
legislación local la dictada por los municipios haciendo uso de las facultades que la Constitución, ya sea
Nacional o provincial les reconoce, y la dictada por la Ciudad de Buenos Aires.

3) Personas: teniendo especial consideración por la cualidad especial de las personas que son parte en la
controversia. Así por ejemplo, surte la competencia federal si en el pleito intervienen ministros,
embajadores, o representantes de países extranjeros-, también, representantes de organismos
internacionales como la O.N.U., la O.E.A., la O.I.T., que posean rango diplomático; cuando actúe un
extranjero-fuero de extranjería-, o vecinos de distintas provincias –fuero de vecindado por la presencia en
juicio del Estado Nacional si existiere un interés federal en disputa.

Competencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación:

Competencia originaria y exclusiva:


1- Asuntos que se susciten entre dos o más provincias; entre una provincia y los vecinos de otra; entre los
vecinos de diferentes provincias; y entre una provincia o sus vecinos, contra un Estado o ciudadano
extranjero.

2- Causas concernientes a embajadores y otros ministros diplomáticos extranjeros, personas que compongan
la delegación e individuos de sus familias.

3- Causas que versen sobre privilegios y exenciones de los cónsules extranjeros en su carácter público, es
decir, por hechos o actos cumplidos en el ejercicio de sus funciones propias, siempre que en ellas cuestione
su responsabilidad civil o penal.

Competencia derivada:

1- Competencia por apelación extraordinaria: prevista por ley 48, artículo 14, ley 4.055, artículo 6 y recursos
directos deducidos con motivo de la denegatoria del recurso extraordinario. Esta vía permite elevar a la Corte
Suprema un litigio sobre el cual haya recaído sentencia definitiva emanada de un tribunal superior de justicia
de la provincia donde se tramitó el pleito. Esta competencia atiende al control judicial de la
constitucionalidad de las normas para el cual la Corte Suprema es el máximo y último tribunal que puede
decidir acerca de ella en el caso concreto. No obstante ello, todos los tribunales pueden ejercer el control de
constitucionalidad en el caso concreto. Esta vía del recurso extraordinario tiene como finalidad mantener la
supremacía de los preceptos constitucionales asegurando una uniforme interpretación de ellos.

2- Competencia por apelación ordinaria: Se trata de un recurso contra las sentencias definitivas de las
Cámaras Nacionales de Apelaciones, pronunciadas en los siguientes casos:

- Causas en que la Nación es parte, en la medida que superen un monto determinado

- Causas por extradición de criminales reclamados por países extranjeros.

- Causas suscitadas por apresamiento o embargos marítimos en tiempos de guerra, sobre salvamento militar
y sobre nacionalidad del buque, legitimidad de su patente o regularidad de sus papeles.

- Recurso de apelación que prevé el artículo 4 de la ley 4055 contra las sentencias dictadas en material
federal por la Cámara de Casación penal en los recursos de revisión deducidos con arreglo a lo dispuesto por
el artículo 479 del C.P.P. de la Nación.

- Recursos contra sentencias definitivas de la Cámara Federal de la Seguridad Social.

- Recursos directos que sean consecuencia de la denegatoria de los recursos mencionados precedentemente.

Juez o tribunal: inhibición y recusación.

La función jurisdiccional se ejerce por personas a quienes el Estado inviste con la dignidad de magistrados y
cuyo conjunto constituye la administración de justicia.

El tribunal es el órgano público que integra la relación procesal y es establecido institucionalmente, por lo
que resulta determinado, previamente por la ley; su función primordial es la de impartir justicia y se
personifica en la figura del juez.
EJ órgano jurisdiccional se manifiesta ya sea en forma unipersonal o plural, en este último caso,
generalmente, está integrado por un conjunto impar de jueces. El tribunal es la materialización concreta del
órgano decisor.

En el ejercicio de la función jurisdiccional el Tribunal ejerce actividades denominadas de instrucción,


ordenación y de decisión; ellas se desenvuelven dentro de un régimen de autonomía funcional, que
constituye uno de los soportes de la garantía de imparcialidad.

El juez posee la calidad de magistrado y por ello se le exigen ciertas condiciones para asumir esta función
sumamente delicada. En este orden de ideas es que se resguarda el ejercicio de su potestad, estableciendo
condiciones para su designación y a través de garantías que hacen a su independencia a la inamovilidad en
sus funciones y a la intangibilidad de sus remuneraciones. Por ello, se ha dicho que «su misión no puede ser
ni más augusta ni más delicada, puesto que a él le está confiada la protección, la vida y los bienes de sus
conciudadanos.

Los poderes otorgados al juez son los de dirección formal y material del proceso, disciplinarios y
ordenatorios, de iniciativa probatoria y de decisión. Su deber fundamental consiste en administrar justicia
legalmente, no pudiendo dejar de juzgar bajo pretexto de silencio, oscuridad o insuficiencia de las leyes.

El órgano jurisdiccional actúa en diferentes materias: en lo civil, en lo penal, en lo familiar, en lo laboral,


etcétera. Y según sean los intereses que se tutelan y el derecho de fondo que se pretende realizar, serán
diferentes las formas de organización de los tribunales y aun podrían resultar cambiantes la elección de los
sistemas procesales elegidos según las circunstancias. Así, se le otorgarán mayores o menores poderes o
facultades de injerencia en el trámite según la decisión de la política legislativa tomada por el operador
jurídico, en consonancia, con la Constitución Nacional y Provincial.

Caracteres:

En virtud del emplazamiento del Tribunal, esto es como integrante de un poder, reviste, indudablemente, el
carácter de ser público. Se trata de un órgano creado para la administración de justicia y se visualiza en la
persona de un magistrado o funcionario del Estado.

También se le asigna como particularidad la de ser un órgano permanente que consulta el principio axil del
juez natural. Esto es así en virtud de lo normado por el art. I 8 C.N., que prohíbe la formación de comisiones
especiales, para resolver jurisdiccionalmente un caso determinado. Este pensamiento se completa con lo
fijado por el art. 96 C.N” Que asegura la permanencia de los Jueces en sus cargos mientras dure su buena
conducta.

Lo caracteriza, también, el carácter de sedentariedad que significa que cada Tribunal desempeña sus
funciones en un ámbito geográfico determinado por la ley y establecido como sede.

En relación a las calidades personales exigidas para el ejercicio de la magistratura, tanto en la Constitución
Nacional, cuanto en la Provincial, completado el sistema por las leyes que las reglamentan se requieren
condiciones de idoneidad especiales para el ejercicio de la magistratura. Así, se impone que se trate de una
persona que posea versación jurídica, es decir, que ostente el título de abogado, con cierta antigüedad en el
ejercicio profesional o en su defecto en la magistratura. Además, el texto constitucional, requiere un mínimo
de edad para el desempeño del cargo que varía según sea el que se trate.
a) Público: el tribunal es un órgano público creado para la administración de justicia. Su representación física
es un magistrado o funcionario del Estado.

b) Permanente: en virtud del artículo 18 de la C.N. el tribunal reviste el carácter de permanente,


prohibiéndose la constitución de comisiones especiales designadas para resolver jurisdiccionalmente un caso
determinado. Los jueces no son permanentes sino inamovibles en el cargo salvo renuncia, fallecimiento,
jubilación o remoción.

c) Sedentario: no existen los tribunales ambulantes. Cada uno desempeña sus funciones en un ámbito
territorial determinado establecido como sede.

d) Letrado: el juez debe tener título de abogado, además de otros requisitos que la Constitución establece.
Los jueces de paz no necesitan ser abogados.

e) Normativo: Solamente la ley puede crear, modificar o extinguir un ordenamiento jurisdiccional. Fuera de la
ley no puede haber organización judicial

Poderes y atribuciones:

El poder característico de la función judicial es el estrictamente jurisdiccional. La exteriorización de ésta, por


excelencia, es la atribución decisoria que se realiza por medio del dictado de decretos, autos interlocutorios y
sentencias. La sentencia es el acto jurisdiccional de mayor trascendencia y condensa la potestad del juez de
resolver en forma definitiva sobre las pretensiones esgrimidas por las partes. Además pueden corregir
errores materiales, aclarar conceptos oscuros o suplir cualquier omisión en que hubieren incurrido en su
sentencia. Tienen facultades ordenatorias que se ejercen a lo largo del juicio y que se manifiestan por el
proveimiento que efectúan los tribunales a las peticiones de las partes o a las necesidades en el trámite o en
casos excepcionales, oficiosamente.

También tienen facultades instructorias con el fin de facilitar su tarea tendiente a esclarecer la verdad y ella
solo puede ejercerse en la medida que no se quiebre la igualdad de las partes.

Por último, tienen facultades disciplinarias que pueden ejercer a lo largo del trámite y que, generalmente, se
manifiestan con la imposición de multas u otras sanciones a los litigantes que violenten las reglas de la
lealtad y buena fe procesal.

Deberes y garantías:

Es deber fundamental y primario de los jueces el de administrar justicia cada vez que tal actividad les sea
requerida en un caso concreto. Se trata de un poder-deber propio de la jurisdicción que impone al juez
pronunciarse sobre las pretensiones hechas valer en juicio.

Por otra parte, entre los deberes formales, cabe destacar que los magistrados y funcionarios judiciales tienen
el deber de prestar juramento antes de asumir sus funciones, están obligados a concurrir a sus despachos en
los horarios de atención al público y deben resolver las causas dentro de los plazos fatales que las leyes
procesales establezcan con fundamentación lógica y legal.
En cuanto a las garantías funcionales, vale destacar la inamovilidad de sus cargos mientras dure su buena
conducta y la intangibilidad de sus remuneraciones.

Inhibición y recusación:

La imparcialidad del juez es el pilar básico y fundamental del sistema judicial; a tal fin, el legislador ha
previsto un medio eficaz para garantizar su neutralidad, cuando se encuentre sospechado y, por ende exista
una inhabilidad subjetiva.

El ordenamiento jurídico garantiza a través de sus normas la imparcialidad del juez al momento de resolver. A
tal efecto, los códigos contienen prescripciones tendientes a sustraer al juez del conocimiento de una causa
cuando pueda verse comprometida su objetividad. Así, se prevé el apartamiento de los tribunales cuando los
magistrados tengan vínculos de afecto, de enemistad o de interés respecto de las partes, imputados o sus
letrados que puedan influir en su imparcialidad.

A tal fin la ley acuerda a los litigantes el instituto de la recusación. Este instrumento permite eliminar de la
relación procesal al juez sospechado de falta de objetividad, imparcialidad, impartialidad e independencia,
en el caso concreto.

En correlato, la ley le reconoce a los jueces de los distintos tribunales la posibilidad de apartarse del
conocimiento de la causa cuando se encuentren comprendidos en alguna causal de recusación. Esto es lo
que sea ha dado en llamar la «excusación de los magistrados». Por eso se ha dicho que la excusación se
presenta como la contrapartida o reverso de la recusación que es un derecho de los litigantes, al paso que la
excusación configura un deber del juez.

Algunos sostienen que la recusación y excusación desplazan la competencia del juez o tribunal que está
entendiendo o debe entender hacia otro juez, fundándola en circunstancias subjetivas relacionadas con los
sujetos que intervienen en ese proceso.

La recusación, por lo tanto, es el medio acordado por la ley procesal a las partes a fin de apartar a un juez del
conocimiento de una causa, cuando por algún motivo existan dudas sobre su imparcialidad.

La institución de la recusación se vincula con el fin mismo al que aspira la justicia, es decir, trata de impedir
que los sujetos a cuyo cargo está la misión de juzgar actúen favoreciendo a alguna de las partes en desmedro
de la contraria; alcanza no sólo a los jueces de los distintos tribunales, sino también a todos los que de alguna
manera puedan influir en la suerte del proceso. La ley ha extendido los efectos y funciones de la recusación a
otros funcionarios y auxiliares. Así pueden también ser sujetos pasivos de recusación los árbitros, peritos,
conjueces, secretarios y los miembros del ministerio público. Esta extensión a otros funcionarios, se sustenta
en que si bien no ejercen la función de resolver, su intervención es cercana a ella y puede tener incidencia en
las resultas del pleito. Por ello, también es indispensable que tengan aptitud subjetiva, esto es, sean
imparciales.

La recusación asegura la idoneidad subjetiva del órgano, resguarda el derecho de defensa en juicio de las
partes, y contribuye a generar la confianza del justiciable en sus jueces.

Modalidades:

Tradicionalmente, la doctrina ha distinguido dos formas para efectuar la recusación: con expresión de causa y
la conocida como sin expresión de causa. En verdad, tanto en una como en otra existen motivos para recusar,
sin embargo, el legislador ha dispensado a la parte recusante, en el último caso, de expresar y de probar la
causal en que ella se sustenta.

La recusación sin causa importa un instituto valioso, y constituye una garantía para los litigantes. Sin
embargo, su empleo abusivo, genera entorpecimiento en el trámite y, en definitiva, contribuye a generar los
«tiempos muertos del proceso». Por tal razón, es que la Jurisprudencia ha limitado su admisión resolviendo
que les de carácter excepcional y de interpretación restrictiva.

Recusación sin causa:

En eí ámbito del proceso civil, el Código en su art. 19 establece una Iimitación para las partes que sólo
pueden recusar sin expresión de causa al juez, en ciertas y determinadas oportunidades: al entablar o
contestar la demanda y al momento de oponer excepciones. Le asiste también este derecho, al finalizar la
tramitación del pleito; así las partes podrán hacerlo dentro de los tres días de notificado el llamamiento de
autos para definitiva o del decreto de avocamiento. El límite se impone también al establecer la ley que esta
posibilidad de recusación sin causa sea utilizada en una única oportunidad en toda la tramitación del pleito;
esto significa que podrá deducirse contra el juez de primera instancia, contra uno de los jueces de cámara o
respecto de alguno de los miembros del Tribunal Superior de Justicia en forma excluyente.

Por otra parte, objetivamente, también se limita este instituto en procesos concúrsales, en las diligencias
preparatorias de los juicios, en las que tienen por objeto asegurar el resultado del juicio en la ejecución de
diligencias comisionadas, a menos que fuesen probatorias, y en las diligencias para la ejecución de la
sentencia, a no ser por causas nacidas con posterioridad a ella.

En el ámbito del proceso penal rigen las disposiciones que habilitan el ejercicio de esta facultad, pero
acotado en el aspecto subjetivo ya que sólo podrá ejercitarla el imputado o su defensor en una única
oportunidad y referida a algunos de los jueces integrantes del tribunal de juicio (art. 66 C.P.P). En la provincia
de Misiones, en el ámbito del proceso penal, no puede recusarse sin causa.

Recusación con causa:

La recusación con causa ha sido recibida en forma uniforme ordenamientos adjetivos y su fundamento está
dado por una extensión de la regla constitucional de la independencia del Poder Judicial dirigida a la persona
del juez. Si el juez se encuentra relacionado con alguna de las partes por razones de amistad íntima,
enemistad manifiesta, por tener sociedad o comunidad de intereses o relación de parentesco, debe
apartarse del conocimiento de la causa. Los códigos diferencian la hipótesis de si la causa fue anterior a la
iniciación del pleito o nació con posterioridad, esto es, durante su transcurso. Se establecen por razones de
seguridad jurídica y de economía, límites temporales para deducir el incidente de recusación con causa.

La interposición del planteo de recusación o del correspondiente pedido de excusación por parte del juez
puede suscitar una incidencia que, en definitiva, si sucede, deberá ser resuelta por el superior común.

Causales de recusación:

Realizaremos un análisis genérico de las distintas causas que enumera el art. 17 C.P.C. y que se reiteran con
ligeras diferencias en el C.P.P. y. en los demás ordenamientos procesales.
El tratamiento pormenorizado de causales se hará con vinculación directa al Código Procesal Civil de la
Provincia de Córdoba, pero las razones y sus argumentos son válidos también para los otros ordenamientos
legales.

En primer lugar, abordamos los motivos de recusación que se fundan en las causales vinculadas al afecto que
puede existir entre el juez vy algunos de los sujetos intervinientes en el juicio. La locución afecto es
comprensiva de un estado de ánimo del juzgador referido, particularmente, con el amor. Ello es natural
cuando el juez se encuentra relacionado con alguna de las partes o sus letrados por vínculos parentales, el
que debe ser interpretado a la luz de lo prescripto por el art. 345 C.C. De tal modo, que la parte contraria de
la que tenga el parentesco podrá deducir recusación fundada en estas causales, la ley ha precisado el grado
que se requiere para que opere la relación parental como impedimento para juzgar. En la línea ascendente
alcanza a los padres, abuelos, bisabuelos y tatarabuelo- en la línea descendente a hijos, nietos, bisnietos y
tataranieto- en tanto, que entre los colaterales comprenden a los hermanos, tíos, sobrinos y primos; y en lo
referente al parentesco por afinidad alcanza a los suegros, yernos y cuñados.

También constituye causal de recusación la amistad que es definida, como afecto personal, puro y
desinteresado que une a dos personas y, por regla general, es recíproco. Cabe advertir, que la hipótesis legal
exige que la amistad sea manifiesta, habiendo la jurisprudencia precisado el concepto por acotaciones que
exteriorizan gran familiaridad, y habitualidad en ese íntima o por comensalidad.

Se considera razón suficiente para la recusación o excusación el «interés» que vincula al juez con algunas de
las partes. Estas causales suponen que el juez podrá recibir un provecho económico patrimonial o moral por
causa de la decisión del pleito. Este interés puede ser directo o indirecto. El interés directo se manifiesta
cuando el juez o alguno de sus parientes en los grados especificados, podría obtener un beneficio material
por la resolución del pleito. En cambio, el interés resultará indirecto, cuando la decisión de ese pleito influya
de una manera eficaz o sea considerada eficaz, en el resultado de otro pleito semejante, en el que el juez o
consanguíneos o afines resulten beneficiados materialmente.

Como sostiene Palacio, el interés indirecto se configura cuando el juez o sus parientes, tienen interés directo
en “pleito semejante”; se comprende como tal aquél en el que se discuten pretensiones o cuestiones
parecidas o idénticas que en el proceso en el que resulta recusado.

También sobreviene esta causal cuando el juez, o sus parientes en los grados explicitados tengan comunidad
de intereses con las partes, con sus apoderados o representantes. Se le asigna a esta circunstancia el valor de
en el ánimo del juzgador. Es importante destacar que la relación invalidante en el ánimo del juzgador. Es
importante destacar que la relación invalidante o motivo de la recusación debe estar fundada en vínculos
estrictamente personales. Por ello, la causal no es procedente cuando se refiere a la vinculación que tiene el
juez con las partes por la participación conjunta en sociedades anónimas ya que se trata de empresas de
carácter impersonal.

La ley también alude a la posibilidad de que el juez tenga «pleito pendiente» con la parte, letrados, o
mandatarios, aunque se trata de un motivo que linda con la causal de animadversión. La voz pleito equivale a
la de juicio, el que por cierto debe haberse iniciado con anterioridad al que suscita la recusación. De otro
modo, podría suceder que se inicie un pleito con la sola finalidad de lograr el apartamiento del juzgador. Esto
es así ya que la circunstancia de estar enfrentados en un juicio resulta susceptible de generar un estado
anímico especial que, lógicamente, puede comprometer la ecuanimidad del juez, siendo conveniente en
consecuencia su apartamiento. Por cierto que esta causal sólo puede ser invocada por quien es parte pleito
pendiente. Es aceptado asimismo, que el involucrado puede ratificar la confianza en el juzgador y pedir que
continúe conociendo.

También constituye causal de recusación la calidad de acreedor, deudor o fiador que detente el juez respecto
de una de las partes.

De otro lado, configura este motivo de recusación la circunstancia de haber recibido el juez o sus parientes
beneficios de importancia, que autorizarían a pensar que se, encuentra comprometida su equidad por una
deuda de gratitud. Como señala la doctrina, el haber incluido en la norma el standard jurídico «beneficios de
importancia», produce una sensación de vaguedad que, sin embargo, estimamos debe ser valorado
conforme las líneas jurisprudenciales fijadas por la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

La animadversión por parte del juez significa el apasionamiento adverso u odio del juez hacia la parte y que
produce un estado mental que altera su ecuanimidad. Esta disposición o actitud debe ser manifestada por
actos inequívocos. Cabe señalar, que la enemistad debe ser cierta y debe haber sido exteriorizada por hechos
graves, no siendo suficiente para configurar la causal hechos simples o baladíes.

Por último, la doctrina y la jurisprudencia aborda la temática que tiene fundamento en lo que se denomina el
amor propio del Juez. La circunstancia que se categoriza de este modo se manifiesta por ejemplo, en los
casos en que el juez ha emitido opinión sobre el punto concreto a decidir (prejuzgamiento) o bien cuando ha
dado consejos a algunas de las partes respecto de la causa sometida a su conocimiento. El vocablo
«prejuzgan» implica emitir un juicio de mérito sobre algún punto antes del tiempo señalado por la ley. Es así,
que la opinión vertida por el juez debe traslucir el sentido de la decisión que tomará sobre la cuestión.

También significa prejuzgamiento, cuando el juez de Cámara se ha pronunciado con anterioridad por haberse
desempeñado en la primera instancia.

Es importante destacar, por último, la causal de recusación fundada en el hecho de haber producido el juez la
nulidad en el pronunciamiento de la sentencia. No es suficiente, en consecuencia, para la procedencia de
esta causal, que se haya declarado sólo la nulidad de ciertos actos procesales, sino que es necesario que el
vicio o defecto se presente en el mismo acto resolutorio.

Las causales enunciadas están contenidas con diferente sistematización tanto en el Código Procesal Civil (art.
17), como en el Código Procesal Penal (art. 60); respecto del fuero de familia y laboral rige ordenamiento
civil.

Legitimación para recusar:

Es regla recibida que están legitimados para deducir recusación las partes; pero en este instituto el concepto
de parte es tomado lato sensu por cuanto también podrán plantearla otros sujetos. En efecto, el art. 20 C.P.C.
delimita quiénes podrán deducir recusación alegando causal, de este modo la ley indica como legitimados a
los titulares de las pretensiones hechas valer en juicio, a sus representantes, mandatarios y también a los
terceros que ingresen al proceso y que se ubiquen al lado de las partes.

En lo atinente a la recusación sin expresión de causa también esta facultad es concedida a las partes quienes
podrán deducirlas por sí mismas o a través de sus representantes quienes deben estar munidos de la
documentación que les habilite- quedan por lo tanto, excluidos los letrados patrocinantes y las partes
incidentales.
En síntesis, se encuentran habilitados para el ejercicio activo de este derecho, el actor y el demandado, y
todo otro sujeto que asuma el carácter de partes en el proceso v.gr., el caso del tercero coadyuvante y del
tercerista, etcétera.

Desde el punto de vista pasivo de la relación puede decirse que en principio son recusables sin expresión de
causa, tanto los jueces de primera como de segunda instancia y también los integrantes del Tribunal Superior
de Justicia. Sin embargo, alguna duda presenta la hipótesis de los conjueces y de los que actúan
esporádicamente durante la feria judicial.

SUB-EJE TEMATICO 3: PODER DE ACCIÓN-EXEPCIÓN PROCESAL.

Acción procesal: concepto. Caracteres. La Pretensión: elementos. El Ejercicio de la Acción en el


procedimiento civil, penal, laboral y de familia: Requisitos. Efectos.

Concepto y caracteres de la acción procesal.

AIsina, desde un punto de vista privatista, caracteriza a la acción como el derecho del acreedor a obtener
mediante el órgano judicial un bien jurídico que la ley le reconoce y que le es negado o desconocido por su
deudor.

Desde otro punto de vista, Couture señala que la acción es el poder jurídico que tiene todo sujeto de
derecho de acudir a los órganos Jurisdiccionales para reclamarles la satisfacción de una pretensión.

En un concepto más completo y con el que coincidimos, la acción procesal se presenta como el poder de
presentar y mantener ante el órgano jurisdiccional una pretensión fundada en hechos jurídicamente
relevantes con el fin de obtener una decisión concreta y en su caso conseguir la ejecución de la misma hasta
su agotamiento.

Efectuando un análisis de este último concepto debe señalarse en primer lugar que como poder se
manifiesta con la solicitud de actuación dirigida a los órganos jurisdiccionales mediante la utilización de
instrumentos técnicos adecuados (demanda, requisitoria fiscal); pero no se agota en un mero peticionar sino
que además se requiere su mantenimiento hasta la finalización del trámite por el dictado de la sentencia y su
ejecución. También el trámite puede concluir por el truncamiento del proceso a través de cualquiera de los
modos previstos en la ley (transacción, desistimento, sobreseimiento, allanamiento, etcétera).

Así en el trámite civil de carácter prevalentemente dispositivo es indispensable el impulso inicial y también el
posterior o de mantenimiento por parte del interesado; en cambio en otros sistemas de realización del
derecho con rasgos más inquisitivos se impone en algunos caos con limitaciones el impulso procesal oficioso.
Tal sucede, por ejemplo, en el proceso laboral y de familia, en donde el impulso inicial es formulado por el
actor (demanda laboral o de familia) pero posteriormente, es el juez quien mantiene vivo y da impulso al
procedimiento hasta su efectiva finalización. En efecto, en estos fueros el impulso procesal es de oficio
(véanse arts. 41 ley 7676 y 15 ley 7987)

En cambio en el ámbito penal por el interés público que éste involucra se exige que la acción sea ejercitada
por órganos del Estado.
Este trámite es puesto en marcha por un funcionario público, quien no sólo promueve las actuaciones sino
que además ordena las medidas necesarias de investigación y de prueba tendientes a la acusación. Como se
ve, en este sector tanto el impulso inicial como el posterior es ejercitado por el Ministerio Público Fiscal.

Cabe señalar al respecto que el órgano estatal de la jurisdicción no permite en materia penal sustitutivo de
ninguna clase (no puede derivarse una cuestión para que sea resuelta por árbitros o amigables
componedores). Sin embargo, el órgano estatal de la acción puede ser sustituido excepcionalmente cuando
dicho poder se atribuye a los particulares ofendidos sin perjuicio de que éstos puedan actuar al lado del
órgano oficial. Es el caso del querellante exclusivo art. 424 CPP. Y del querellante particular arts. 91 y 7º C.PP..

Los órganos estatales sólo tienen atribuido el ejercicio del poder, y actuarán conforme a las leyes procesales
en calidad de funcionarios del Estado en su actividad judicial. Es claro que al poder en sí lo tiene el Estado
mismo, como ente soberano y este no de confundirse con sus órganos, aun cuando sólo por ellos pueda
manifestarse la función »>

Lo expresado nos hace concluir en que la acción procesal se presenta en primer lugar como un poder general
con fundamento en la Constitucional Nacional.

Se trata de un poder de carácter abstracto pero no es mero derecho cartular desprovisto de contenido. A tal
efecto se hace necesario atribuirle un contenido (pretensión) y a la vez efectuar un deslinde en relación a
otros institutos procesales que resultan correlativos y complementarios: la pretensión y la demanda que
representan respectivamente su contenido y su vía de realización.

Ello es así ya que la acción procesal se manifiesta como un poder de origen constitucional que se vincula con
el orden sustancial a través de su contenido (pretensión). La pretensión se manifiesta por la invocación o
afirmación de hechos jurídicamente relevantes conforme el derecho de fondo. Por último, los actos
promotores tales como la demanda o la requisitoria fiscal constituyen los instrumentos técnicos procesales
previstos en los códigos.

Se manifiestan materialmente en actuaciones formales cuyos límites y condiciones han sido cuidadosamente
precisados en los cuerpos adjetivos, tanto por la importancia que ellos tienen como acto de iniciación del
proceso, como por la trascendencia que se les otorga en el sentido de que deben posibilitar el ejercicio de la
defensa del demandado, y por cuanto la sentencia debe referirse a la planteada (congruencia).

Así, “acción, pretensión y demanda” son instituciones correlativas y que se vinculan en forma recíproca para
explicar el fenómeno judicial. Que no puede ser entendido de modo integral sino con la conjunción tales
conceptos: adviértase que la demanda consiste materialmente en un acto procesal formal y documental
cuya presentación al juez implica el ejercicio de la acción y que resulta ser el continente de un contenido
necesario: la pretensión.

Los cuerpos legislativos imponen de manera uniforme los requisitos que debe reunir la demanda, que por su
trascendencia ella deben ser suficiente e idónea para operar como acto promotor del trámite. Nuestro C.P.C
exige que en la demanda se individualice clara y precisamente a los sujetos de la relación procesal (activo y
pasivo); la enunciación de los hechos y el derecho en que se funda; la delimitación de la cosa que se reclama
y la formulación definitiva de la petición (art. 175 C.PC).

En el trámite penal, en cambio, el acto de promoción efectiva se configura en principio con el requirimiento
que formula el Ministerio Público Fiscal quien ejercita en nombre del Estado una pretensión penal. También
en este caso la ley requiere que se identifiquen y determinen las condiciones personales del imputado, la
relación circunstanciada de los hechos y del derecho y la indicación de las diligencias que puedan resultar
útiles a la investigación (arts. 341 y 355 C.P.P.).

La acción penal así no es diferente de ia civil en cuanto a su naturaleza y origen sino en cuanto a su contenido
ya que según derecho de fondo se plantearan “pretensiones’ de distinta naturaleza con fundamento en el
Código Penal.

Alvarado Velloso:

Acción es el derecho subjetivo, público, autónomo y abstracto de requerir tutela jurisdiccional del estado.

Única instancia necesariamente bilateral y por la cual se da inicio a un procedimiento donde se conformarán
tantos procesos como pretensiones se introduzcan.

Caracteres:

Puede decirse que es autónoma; ello significa que este poder existe con independencia del derecho material
invocado que sirve de fundamento a la pretensión planteada. Tanto es así que puede promoverse
efectivamente el poder de acción, tramitarse íntegramente un juicio y la sentencia resultar en definitiva
desestimatoria de la pretensión deducida en juicio.

Puede decirse que es abstracto respecto de la cuestión de hecho que se alega; es decir, su ejercicio no está
supeditado a que prima facie se acrediten circunstancias fácticas del caso que se plantea. (La excepción a
esto se da cuando se tratan de cuestiones que de manera manifiesta impidan su ejercicio, por ejemplo
demandar por divorcio si no estoy casado)

También debe señalarse que la acción procesal es de carácter pública, pues se dirige a un órgano público y
persigue fines de idéntica naturaleza con independencia del fundamento sustancial, que sirve de base a la
pretensión esgrimida. Es así que puede tener basamento en pretensiones públicas de derecho penal o
privadas que hacen realizadora del derecho de fondo.

El derecho subjetivo son las facultades y potestades jurídicas inherentes de las personas por razón de la
naturaleza, contrato y otra causa admisible en derecho. Un poder reconocido por el ordenamiento y jurídico
a la persona para que, dentro de su ámbito de libertad actúe de la manera que estima más conveniente a fin
de satisfacer sus necesidades e intereses junto a una correspondiente protección o tutela en su defensa

La pretensión:

La pretensión puede ser conceptualizada como “la afirmación por parte de actor o demandado de hechos
jurídicamente relevantes” que se exponen en la demanda o contestación.

Se presenta entonces la acción como continente y la pretensión como contenido de una situación litigiosa
determinada. Así, la pretensión se caracteriza como una declaración de voluntad que formula el requirente
ante el órgano jurisdiccional en la que se afirma la violación de un derecho sustancial.

La pretensión así, está configurada por una afirmación que realiza un sujeto y no constituye una declaración
de ciencia, o de conocimiento, ya que en ella sólo se expone lo que un sujeto quiere, y no lo que sabe o
siente. De allí que se señale que el nombre adjudicado a la pretensión resulte preferible a otros, muchas
veces empleados por la doctrina, tales como “afirmación” o “razón”

Palacio concibe a la pretensión como el “objeto del proceso” y advierte que la acción no debe ser confundida
con la pretensión y que tampoco cabe identificara la pretensión con la demanda, por cuanto esta última,
lejos de constituir el objeto del proceso, no es más que un medio de promoverlo o. en otras palabras, un
mero acto de iniciación procesal. Luego señala que acaso el motivo que principalmente ha impedido percibir
la diferencia existente entre ambos conceptos deriva de la circunstancia de que, en la gran mayoría de los
casos, la pretensión procesal se encuentra contenida en la demanda.

Así para este autor la pretensión procesal constituye el objeto del proceso contencioso y no su contenido y la
define como el acto en cuya virtud se reclama ante un órgano judicial (o eventuaimente arbitral) y frente a
una persona distinta la resolución de un conflicto suscitado entre dicha persona y el autor de la reclamación.

Elementos:

Elemento subjetivo: La pretensión consta de tres sujetos:

-El actor que la formula

-El demandado frente a quien se formula y

-La persona ante quien se formula

Los dos primeros son los sujetos activos y pasivos de la pretensión y el tercer sujeto es el órgano destinatario
de esa pretensión que tiene el deber de satisfacerla.

Elemento objetivo: El objeto de la pretensión está constituido por el determinado efecto jurídico que con
ella se persigue y que puede ser visto desde dos aspectos: inmediato, esto es la clase de pronunciamiento
que se reclama (condena, declaración, ejecución, etc.); o mediato, es decir el bien sobre el cual debe recaer
el pronunciamiento (cosa mueble o inmueble cuya restitución se solicita, suma de dinero, relación jurídica
cuya existencia o inexistencia debe declararse, etc.)

La causa, fundamento, título o razón: es la concreta situación de hecho a la cual el actor asigna una
determinada consecuencia jurídica. La pretensión está individualizada por los hechos afirmados, no por el
derecho que se invoca en la demanda. Se trata del conjunto de hechos que constituyen el relato histórico de
las circunstancias de donde se cree deducir lo que se pretende y a la afirmación de su conformidad con el
derecho en virtud de determinadas normas subjetivas. Se trata de la causa pretendi de la demanda, es la
razón aparente que sirve de fundamento a la pretensión.

El ejercicio de la acción en el procedimiento civil, penal, laboral y de familia. Requisitos, Contenido,


Efectos.

Alsina define a la demanda, en su acepción estricta, como “el acto procesal por el cual el actor ejercita la
acción solicitando al tribuna la protección, la declaración o la constitución de una situación jurídica”.

Palacio, define a la demanda como un acto que se funde con la pretensión del actor, de modo simultáneo,
“es la petición encaminada a lograr la iniciación de un proceso, a cuyo efecto quien la formula ejerce y agota
el derecho de acción que le compete”. En definitiva, es un acto procesal, un acto jurídico voluntario. A la vez
es un acto formal que debe cumplir una serie de requisitos mínimos establecidos por las leyes procesales: ser
escrito y firmado, idioma, etc. De esta manera constituye un documento que tiene la siguiente importancia:

Es el acto jurídico procesal por medio del cual se efectiviza el ejercicio de la acción procesal. Es inicial ya que
da origen a la relación procesal e influye en su desarrollo. Abre la instancia y a partir de su admisión se
cuenta el plazo para la perención de la instancia. Pone en ejercicio a la jurisdicción y, con ella, a los poderes
del juez, pero al mismo tiempo los limita en tanto aquél no puede pronunciarse sobre peticiones que no
estén deducidas en la demanda.

Contenido y requisitos:

Contiene las afirmaciones de hechos jurídicamente relevantes que justifiquen la pretensión del actor. En su
esencia la demanda constituye un silogismo: la premisa mayor es la norma jurídica invocada, la menor, la
relación de los hechos y la conclusión, es el resultado al que arriba el actor entre ambas premisas y se
exterioriza en la petición.

Posee un elemento subjetivo (actor y demandado), objeto (que conste en la petición), causa (fundamento de
la pretensión expuesta) y finalidad (fin perseguido por el actor).

El contenido de la demanda es la petición-pretension, de allí que cuando la pretensión no existe, es


imposible, ilícita o inmoral, la demanda debe ser rechazada in limine, de oficio por el tribunal.

Nuestro CPCCba establece en su artículo 175 que la demanda se deducirá por escrito y expresará: El nombre,
domicilio real, edad, estado civil del demandante; tipo número de documento de identidad. El nombre y
domicilio del demandado La cosa que se demande designada con exactitud. Si se reclamase el pago de una
suma de dinero, deberá establecerse el importe pretendido, cuando lo fuese posible, inclusive respecto de
aquellas obligaciones cuyo monto depende del prudente arbitrio judicial. Los hechos y el derecho en que se
funde la acción. La petición en términos claros y precisos.

Efectos de la demanda:

Sustanciales: aquellos que se relacionan con la validez y vigencia de las normas positivas de fondo:

- Interrupción de la prescripción: la presentación de la demanda tiene por efecto la interrupción del curso de
la prescripción adquisitiva contra el poseedor y de la prescripción liberatoria contra el deudor.

- Caducidad de ciertos derechos: son casos especiales regulados por el derecho de fondo, y que implican
caducidad de derechos, casos relacionados con el derecho de familia (acción de nulidad de matrimonio).

- Extinción de las opciones del actor: la presentación de la demanda produce efectos respecto de diversas
opciones que puede realizar el actor desde que, elegida una, ya no le es posible solicitar la otra prevista en la
misma norma. Se trata de obligaciones alternativas, en las cuales el sujeto se encuentra obligado a optar.

- Incapacidad de derecho para la compra de cosas litigiosas: la interposición de la demanda produce el efecto
que establece la prohibición expresa para los abogados, jueces, fiscales, defensor de menores, procurador,
escribanos y tasadores de adquirir, aun en remate, los bienes mencionados en la demanda, los que
adquieren la calidad de litigiosos.

Procesales: se relacionan con normas establecidas en la ley procesal específica que regula el proceso:
- Apertura de instancia: la demanda es el acto mediante el cual se pone en ejercicio el poder de acción,
medio por el cual queda abierto el juicio pues provoca la excitación de la jurisdicción, referida al acceso al
primer grado de instrucción del proceso y de conocimiento de sus actos por el juez. Para el actor aparece la
carga procesal del impulso procesal para evitar la perención de la instancia.

- Estado de litispendencia: con la interposición de la demanda, aun antes de su notificación, se produce el


estado de litispendencia, el que será perfeccionado con la respectiva notificación.

- Competencia del juez respecto del actor: el actor al interponer la demanda, hace una elección que puede
implicar una prórroga de competencia en razón del territorio.

- Objeto litigioso: salvo excepciones, el actor no podrá modificar el objeto de la demanda. El demandado,
mientras no reconvenga, deberá limitarse a contestar sobre el objeto litigioso, sin poder variarlo. Además
establece un límite a los poderes del juez en la sentencia, quien deberá pronunciarse sobre éste,
manteniendo el principio de congruencia.

- Confesión: interpuesta la demanda, los hechos expuestos por el actor pueden implicar confesión de su
parte, respecto de aquellos acontecimientos lícitos no contrapuestos a la prueba rendida.

Excepción procesal

Definición. Contenido. Caracteres. Ejercicio.

Se identifica con el derecho de defensa atribuido a toda persona que es demandada o sindicada como autor
de un delito y se ejerce en las oportunidades fijadas por la ley ritual. Se presenta, precisamente, como una
facultad o atribución de concurrir ante el juez para contradecir la acción, en sentido amplio. El poder de
excepción como tal corresponde exclusivamente al demandado o al perseguido penalmente y se ejerce en el
ámbito del proceso. Por ello, cierta parte de la doctrina entiende ver en el poder de excepción “un diverso
aspecto del derecho de acción”. Según Clariá Olmedo, en una acepción genérica, la excepción “es un poder,
es toda defensa que el demandado opone a la pretensión del actor esgrimiendo hechos modificativos,
impeditivos o extintivos”. Por su parte, Couture atribuye a la excepción un significado más amplio,
expresando que “es el poder jurídico de que se halla investido el demandado para oponerse a la acción
promovida en su contra”.

Este poder genérico de defensa también se manifiesta en el proceso penal y le asiste muy especialmente al
imputado. En efecto, el sujeto perseguido penalmente como consecuencia del ejercicio de la acción y aún
antes, esto es durante la investigación fiscal preparatoria, se encuentra mundo del poder de plantear
pretensiones con fundamento opuesto o diverso al de la imputación, postulando se lo absuelva o se dé una
declaración de menor responsabilidad. También puede pretenderse la eliminación, la paralización o el cierre
de proceso, por no ser viable el ejercicio de la acción o mediar algún impedimento para resolver sobre el
fondo. Por ello se nos presenta la acción con el poder de atacar y la excepción como la expresión del derecho
a oponerse.

La excepción encuentra fundamento específico en el art. 18 CN que expresa “es inviolable la defensa en juicio
de la persona y de los derechos”, abarcando dicho derecho la garantía del debido proceso, que no se agota
con el mero ejercicio de la jurisdicción sino que, además, requiere de otros aditamentos que se actúan
durante el trámite, comprensivo del derecho de audiencia y de prueba. En este sentido, la doctrina ha
señalado que “la garantía de defensa en juicio consiste, en último término, en no ser privado de la vida,
libertad o propiedad sin la garantía que supone la tramitación de un proceso desenvuelto en la forma que
establece la ley”.

El poder de excepción, al igual que la acción, constituye un poder de carácter abstracto pero con contenido
determinado que denominamos “pretensión”. Es así que el contenido del poder de excepción está
constituido por la afirmación de hechos con relevancia jurídica opuestos a la pretensión del actor, que
respecto de aquel presentan similitudes y diferencias.

De tal modo, la acción o la postulación del actor debe ser ineludiblemente formulada: en cambio, la
pretensión del demandado, puede consistir en afirmaciones de hechos opuestos con relevancia jurídica o
estos hechos pueden esta representados por simples actitudes omisivas. Estas situaciones también
configuran la pretensión del demandado y establecen el vínculo entre el poder de excepción y las normas del
derecho sustancial. Es así que quien se defiende y ejerce el derecho de excepción en sentido amplio, lo hace
conforme al plexo jurídico sustancial, que regulan los códigos de fondo, v.gr. el Civil, Penal, de Comercial,
etcétera.

Determinado el origen constitucional del poder de excepción, como su necesaria vinculación con el derecho
sustancial, cabe señalar, las vías procesales para su ejercicio que se especifican en los códigos formales.
Técnicamente y utilizando un acepción restringida, el vocablo “excepción” se refiere a ciertos tipos de
defensas regladas por la ley procesal y en otros casos, por la sustancial. Nos estamos refiriendo al concepto
de excepción en sentido estricto que reconocen identidad conceptual y nominación expresa en el sistema
jurídico. La oposición de excepciones, en sentido estricto, importa para

El demandado una posibilidad de introducir objeciones fundadas en la falta de algún presupuesto procesal o
dirigidas a poner de manifiesto alguna obstancia sustancial. Tal sucede con las posibilidades previstas en los
códigos de fondo, para resistir la pretensión jurídica contra él ejercida que se viabiliza a través de modos
reglados por la ley sustancial (v.gr. los medios extintivos de las obligaciones consagrados en el art. 724 C.C., la
prescripción liberatoria, etc.). Así podrá el demandado alegar ante un reclamo de carácter patrimonial, el
haber pagado o que la obligación se encuentra prescripta. Por otro lado, se señala que el ejercicio del poder
de excepción en sentido estricto se manifiesta en diferentes oportunidades, ya sea que se ejercite en el
proceso civil o en el proceso penal. Sin embargo, en forma coincidente, sea cual fuere el tipo de proceso, la
ley señala la secuencia o tiempo en que debe ser puesto en acto.

En cuanto al órgano a quien corresponde este poder, se identifica con el sujeto posicionado en la faz pasiva
de la relación jurídica procesal. La realización o desenvolvimiento del poder de excepción, exige de su titular
que ostente capacidad procesal. En el proceso penal, en cambio, el titular del poder de excepción es
cualquier persona que debe soportar la persecución penal.

Oposición a la pretensión.

Contestación de la demanda:

Notificada la demanda, nace para el demandado la “carga” de contestarla.

El demandado debe realizar este acto procesal dentro del plazo legal según el tipo de procedimiento de que
se trate si no desea ser declarado rebelde; se trata de un plazo improrrogable, su ejercicio fuera de término
impide tenérselo ejercido de manera regular. La no comparecencia del demandado a la causa permite al
actor plantear acuse rebeldía y el juez la declare, a partir de esa declaración firme de rebeldía, el demandado
se lo tendrá por notificado de todas las providencias al momento de su salida a despacho.

La doctrina mayoritariamente entiende que la contestación de la demanda constituye un acto jurídico


procesal que importa el ejercicio del derecho de defensa. Palacio define a la contestación de la demanda
como “el acto mediante el cual el demandado alega, en el proceso ordinario, aquellas defensas que no deban
ser opuestas como de previo y especial pronunciamiento, y en los procesos sumario y sumarísimo (se refiere
al CPC de la nación), toda clase de defensas que intente hacer valer contra la pretensión procesal”.

La contestación de la demanda, consiste en un acto que exterioriza el ejercicio del derecho de excepción
procesal y, como tal, se dirige al juzgador, al estado, de allí que se entienda al traslado de la demanda como
una interrogación que el juez hace al demandado acerca de su deseo de ejercer su respectivo poder de
excepción, y con él, su derecho de defensa.

Se la ha definido como un “acto procesal mediante el cual quien ha sido demandado (convenido) opone a la
pretensión del actor la propia pretensión de sentencia declarativa de certeza negativa: desestimación de la
demanda”. Ante la notificación de la demanda, el demandado puede: No comparecer, por lo que a pedido
del actor puede incurrir en rebeldía. Comparecer, pudiendo luego de ello:

a- Oponer excepciones previas.

b- No contestar el traslado de la demanda o hacerlo de modo no correcto.

c- Allanarse, lo que implica aceptar la demanda en todos sus términos; el allanamiento también puede ser
parcial, es decir, acepta alguno de los hechos.

d- Niega cada uno de los hechos.

e- Reconoce algunos hechos y niega otros.

f- Reconoce hechos pero les niega trascendencia en el derecho pretendido.

g- Reconoce hechos pero alega otros impeditivos o extintivos de la relación jurídica como la prescripción o el
pago.

h- Responde con afirmaciones que se oponen o resultan negativas a las efectuadas por el actor.

i- Reconviene, es decir, contrademanda.

Deberá también reconocer o negar categóricamente la autenticidad de los documentos acompañados que se
le atribuyan y la recepción de las cartas y telegramas a él dirigidos que se acompañen, bajo pena de tenerlos
por reconocidos o recibidos, según el caso”.

Manifestación sobre los hechos. Confesión o negación categórica: El demandado debe efectuar sus
manifestaciones sobre cada uno de los hechos expresados en la demanda, de una manera rotunda y
terminante, sin vacilaciones ni reservas. Esas manifestaciones pueden consistir en afirmaciones, aserciones o
confesión. Reconocido un hecho por el demandado se excluye respecto de él la prueba, puesto que
desaparece respecto de ese hecho el carácter controvertido.
Si la manifestación consiste en una negación u oposición estamos ante la expresión amplia de la defensa, que
se exterioriza como la oposición al progreso de la pretensión del actor. La negación debe serlo de cada uno
de los hechos en particular, o de un conjunto de hechos que constituyan una unidad.

La negativa general no satisface la exigencia y produce al demandado el perjuicio señalado para el caso de
silencio o respuestas evasivas. El perjuicio consiste en la posibilidad que tiene el juez de tener por confesos
los hechos sobre los que guardó silencio, vaciló o incluyó en una negación genérica.

Estas situaciones pueden ser tomadas por el juez como confesión, lo que dependerá de los demás elementos
de valoración en el momento de dictar sentencia. Ahora bien, es distinta esta situación de la que se presenta
en el caso de reconocimiento de firma o absolución de posiciones, para los cuales la ley establece, de manera
definitiva, que si el demandado no comparece o contesta evasivamente, se lo tendrá por confeso.
Manifestación sobre los documentos: el demandado tiene la carga de manifestar acerca de ellos, debiendo
distinguirse entre documentos privados y públicos.

Respecto a los primeros, si se le atribuyen deberá expresar si son auténticos; en cuanto a la firma y al
contenido. El código prevé la pericial caligráfica e subsidio en caso de no reconocimiento del documento.
Respecto a los públicos; habrá que distinguir si se trata de falsedad material, en cuyo caso habrá que plantear
el incidente de redargución de falsedad, lo que implica un ataque directo al oficial público interviniente; si se
trata de falsedad ideológica (respecto de los dichos de los intervinientes acerca de los hechos no
presenciados por el oficial público) bastará el procedimiento seguido para los instrumentos privados.

Defensas y excepciones no previas:

El demandado puede reconocer el hecho y el derecho invocados, pero alegar un hecho impeditivo o
extintivo de la relación sustancial. Es con la contestación de la demanda cuando el demandado puede oponer
todas aquellas excepciones que no han sido calificadas por la ley procesal como de previo y especial
pronunciamiento, debido que para su constatación se requiere la apertura a prueba de la causa. Dentro de
estas llamadas defensas están la de espera, compensación, falsedad o inhabilidad de título, nulidad,
inconstitucionalidad, pago, novación, remisión de deuda, etc. De tal modo, queda trabada la litis, es decir, se
integra y perfecciona la relación jurídica procesal. Se pierde el derecho a oponer la prescripción y se
establece de modo definitivo el aspecto fáctico del debate, respecto del cual recaerá la prueba y la sentencia;
es decir, fija las pautas del objeto litigioso.

Reconvención:

Alsina dice que se trata de “una demanda que introduce el demandado en su contestación, y constituye un
caso de pluralidad de litis en un proceso entre las mismas partes”.

Pluralidad de litis en tanto se trata de pretensiones distintas, la reconvenida puede o no tener relación con la
planteada por el actor. Es una contestación, que además de negar los hechos, el demandado asume una
posición de ataque hacia el actor. Es una acción que puede ejercerse de modo independiente, pero que se
admite en el presente proceso por cuestiones de economía procesal, y por la cual el demandado asume el
carácter de sujeto activo. Produce los mismos efectos procesales y sustanciales que la demanda. Se traba una
nueva litis a resolverse en la sentencia definitiva, conjuntamente con la demanda, pero en forma
independiente al resultado de ésta.
SUB EJE TEMATICO 4:

SUJETOS PROCESALES:

El proceso es un método de debate dialéctico entre dos, iguales, en contradicción ante un tercero imparcial,
imparcial e independiente. Aquellos dos que intervienen en el debate son las partes, es decir, los titulares de
las pretensiones y de los poderes de acción y de excepción. Son el elemento subjetivo del proceso.

Sujetos en el proceso civil:

Por parte se entiende el elemento subjetivo condicionante del proceso. Ese sujeto puede ser un individuo
físico o una persona jurídica. Estos sujetos a los cuales la ley procesal dota de carácter de partes, no son
necesariamente, los mismos sujetos entre los cuales existió o existe el conflicto jurídico en el plano de la
realidad; que el concepto de parte viene, entonces, determinado por la titularidad de las pretensiones y
prestaciones conflictivas que, faltando a la realidad del conflicto, se reducen a la pretensión estrictamente
procesal.

El concepto de partes debe ser esencialmente de carácter formal, con total independencia de la relación
material debatida. Parte es el que demanda en nombre propio (o en cuyo nombre se demanda) una
actuación de la ley y aquél frente al cual ésta es demandada. El concepto de parte deviene consustancial
con el concepto de titularidad de la pretensión.

Caracteres de las partes: Duales, antagónicas e iguales.

Duales: En todo fenómeno proceso, como método de debate que es, las partes siempre son dos: actor y
demandado; lógicamente, no puede darse la relación de otra manera, siempre hay alguien quien pretende
(actor) y alguien contra quien se pretende (demandado). Se trata de una posición lógica y estructural del
proceso, por ello las partes siempre son dos, por más que en cada uno de los polos exista más de una
persona.

Antagónicas: Las partes siempre se encuentran enfrentadas de lo contrario no habría proceso si las partes
inicialmente están de acuerdo entre ellas.

Iguales: La igualdad de la partes deriva de la manda constitucional de declaración de igualdad ante la ley.
Pero este carácter que constituye también un principio procesal, significa que las partes deben encontrarse
en igualdad de armas, pues esta igualdad provoca también otro de los elementos indispensables en el
proceso como es el carácter de imparcialidad del juzgador.

Legitimación procesal y sustancial: Concepto. Diferencias

Existe una confusión entre los conceptos de legitimación y de capacidad, denominándose generalmente a la
capacidad procesal como legitimatio ad processum. En cuanto a la legitimatio ad causam, surge del derecho
sustantivo, planteándonos el interrogante de si su estudio es propio de la materia procesal.

Que esta última afirmación es consecuencia de que el concepto de parte es un concepto eminentemente
formal, y ello por su íntima vinculación con el ejercicio del poder de acción de allí, que la legitimatio ad
causam sea presupuesto del acto del sentenciar, pues sabemos que el ejercicio de la acción es
independiente de la titularidad del derecho. Se puede ser parte en el proceso quien no lo sea en la relación
sustancial, ello así porque puede demandarse sin derecho o sin legitimación en la causa. El interés sustancial
influye en la suerte de las pretensiones y en el contenido de la sentencia, pero no en los presupuestos de la
acción ni de la calidad de parte.

La legitimación es, en realidad, un presupuesto de la sentencia que acogerá o no la pretensión, en cuanto se


haya confirmado dicha titularidad, lo cual no significa que si quien pretendió no tuvo derecho y, por ende,
se le rechazó en sentencia su pretensión, no haya sido “parte”, calidad que revistió durante todo el proceso.
Por ello, es que la legitimación se resuelve en el sentenciar, salvo que sea evidente ab initio.

Se denomina legitimatio ad processum a la capacidad para comparecer en juicio, o sea para realizar actos
procesales con efectos jurídicos en nombre propio o representando a otro.

Legitimatio ad causam resulta de la imputación normativa sustancial mediante la cual se establece si


cualquiera de las partes, o ambas, son quienes hubieron de demandar o ser demandadas útilmente. La
legitimación ad causam debe ser vinculada a la titularidad efectiva del derecho, es decir, la coincidencia
entre las partes en litigio con los sujetos que intervinieron en el conflicto existente en el plano de la
realidad.

Sustitución y sucesión procesal:

Existe la posibilidad de que en el transcurso del proceso, alguna o ambas partes se vean reemplazadas por
otros sujetos, ocupando, en consecuencia, la misma posición que aquélla que es reemplazada.

La sucesión procesal: Se dice que existe sucesión procesal cuando el sujeto que ocupa efectivamente una de
las posiciones procesales originarias es reemplazado por otro u otros, a consecuencia de un acto entre vivos
o por causa de muerte que transmite los derechos litigiosos -con consiguiente pérdida de legitimación- y
convierte al reemplazante en el nuevo legitimado para obtener una sentencia de mérito. Lo que caracteriza
o legitima la sucesión procesal es un acto de transmisión de derechos litigiosos.

La sustitución procesal: El fenómeno que se produce cuando la parte procesal es reemplazada por un
tercero al cual la ley legitima a intervenir en el proceso a los fines de ejercitar un derecho o asumir una
obligación de garantía o contractual. De lo que se trata es de un reemplazo mediante la sustitución (no
continúa a la parte, sino que la sustituye), como ocurre en el caso de la acción subrogatoria o en la citación
en garantía, en los cuales el tercero se trata en rigor de un nuevo legitimado, con poderes propios en el
proceso.

Cargas procesales: “Imperativos del propio Interés” (Chiovenda).

Las partes en el proceso desenvuelven todo su actuar en relación a expectativas, posibilidades y cargas, con
el fin de obtener una sentencia favorable a su pretensión.

“Imperativos del propio Interés”. En efecto, en el marco del sistema dispositivo nadie puede exigir o
compeler a las partes la realización de actividad procedimental. Sólo existen cargas en el proceso, es decir
situaciones de necesidad de realizar determinado acto para evitar que sobrevenga un perjuicio procesal. En
otras palabras, se trata de imperativos del propio interés.

Las cargas procesales se hallan en una estrecha relación con las posibilidades procesales, puesto que toda
posibilidad impone a las partes la carga de ser diligente para evitar su pérdida. El que puede, debe; la ocasión
obliga (la más grave culpa frente a sí mismo, es la de haber perdido la ocasión). En efecto, el proceso es un
método de debate (sólo ello) y no un método de búsqueda de verdad, pues de ser ésta (la búsqueda de la
verdad) el norte del proceso, no cabría el concepto de carga como imperativo del propio interés en la lógica
del proceso, pues a la verdad como meta no debiera hacérsela depender del mero interés de la parte.

Las partes ingresan al proceso a los fines de debatir. Radica en cada una de ellas el propio interés, mediante
el cual se las manda al cumplimiento de determinada actividad procedimental, a fines de la obtención de
sentencia favorable.

Cada norma procesal en su estructura dinámica prevé el supuesto en el cual el acto ordenado lógicamente
sea incumplido. Y aquí surge la categorización de la carga. Su omisión no es sancionable. Así a la parte le
corresponde realizar el acto de comparecer; si no lo hace, se lo tiene por rebelde.

Y nadie puede compelirla a que la cumpla, ergo, no se trata de una obligación, pues la obligación supone que
otro sujeto tiene un derecho correlativo con esa obligación y que por ende puede exigir su cumplimiento. En
la carga como imperativo del propio interés tampoco radica un deber, pues ante un deber, la conducta
omisiva o contraria es sancionable.

En cambio, el incumplimiento de la carga no genera una sanción, sino la consecuencialidad preclusiva y un


efecto contrario a su situación procesal.

Siempre que la autoridad efectúa actos de conexión (ejemplo: traslado), lo hace a fin de dar oportunidad a
una de las partes para que haga o diga lo que quiera respecto de la instancia ejercida por la otra. A este fin,
emite una orden que debe ser cumplida en un plazo previamente determinado por la ley o por la propia
autoridad, en su defecto, con el apercibimiento (advertencia) del efecto contrario al interés de su
destinatario, para el caso de que no la cumpla en el tiempo dado.

Partes con pluralidad de sujetos:

Las partes son sólo dos (actor y demandado), y nada más que dos, pero en cada una de las partes (polo
activo y pasivo) pueden existir más de una persona (sujeto) pretendiendo o reaccionando. A este fenómeno,
es decir cuando en una, otra u ambas partes existe más de un sujeto, el derecho procesal lo denomina
partes con pluralidad de sujetos. Y ello es permitido conforme la regla procesal de economía procesal y el
principio de eficacia procesal, mediante un instituto denominado acumulación subjetiva de pretensiones.
Parte con pluralidad de sujetos es el género, mientras que la segunda (Litisconsorcio) es la especie.

Litisconsorcio: Existe litisconsorcio cuando entre varios sujetos que ocupan una misma posición procesal se
presenta un vínculo de conexidad causal o de afinidad. Como debemos advertir, es necesaria la conexidad
causal a los fines de que esa parte con pluralidad de sujetos se constituya en un litisconsorcio. Una
comunidad de suerte en el resultado del litigio.

Clases: litisconsorcio activo, pasivo o mixto.

El litisconsorcio es activo cuando la relación Iitisconsorcial se manifiesta en el polo actor. El litisconsorcio es


pasivo cuando la relación litisconsorcial se manifiesta en el polo demandado, y por último, el litisconsorcio
es mixto cuando la relación litisconsorcial se manifiesta en el polo actor y en el polo demandado.

Otro criterio de clasificación es el de la oportunidad o momento en que se produce la relación litisconsorcial,


y así se distingue en litisconsorcio originario o sucesivo. El litisconsorcio es originario cuando la relación
litisconsorcial se manifiesta al comienzo del proceso, en cambio el litisconsorcio es sucesivo cuando la
relación litisconsorcial se produce durante el desarrollo posterior del proceso, produciéndose el fenómeno
de integración de la relación procesal.

Por último, conforme la posibilidad de integración de la relación litisconsorcial, sea emanado de la voluntad
de las partes o de un mandato legal, el litis consorcio se denomina facultativo o necesario. El litisconsorcio
es facultativo cuando su formación obedece a la libre voluntad de las partes, y El litsconsorcio es necesario
cuando lo impone la ley o la característica de inescindibilidad de la relación o situación jurídica que
constituye la causa de la pretensión, es decir, cuando se está frente a una relación causal inescindible.

La relación Iitisconsorcial facultativa se observa que de cada Iitisconsorte son independientes en sus efectos
de los demás sin beneficiar ni perjudicar al litisconsorte.

- Es consecuencia de la unidad de procedimiento que los términos procesales sean comunes o corran
imultáneamente cuando se han unificado la personería.

- Cada litisconsorte puede adoptar una actitud defensiva distinta a la de los demás. - La rebeldía de uno no
perjudica a los otros.

- La sentencia que se dicte sobre los procesos acumulados puede ser distinta respecto de los litisconsortes
en orden a las diversas defensas personales que hayan opuesto. Unos pueden recurrir la sentencia, mientras
que otro la consienta, es decir, gozan de poderes impugnativos autónomos.

Estos efectos se dan por tratarse en realidad de relaciones jurídicas escindibles (divisibles) y en realidad nos
encontramos ante procesos acumulados.

Estos efectos obviamente difieren en el litisconsorcio necesario, pues en él rige la necesaria inescindibilidad
(indivisibilidad) de la relación.

- Los actos procedimentales de uno de los litisconsortes benefician o perjudican a los otros;

- La prueba, acreditación o confirmación de un hecho, se analiza y valora para todos.

- La confesión de uno de los litisconsortes no perjudica a los otros, y se la tiene tan sólo con valor de
testimonio, para el caso de que haya sido prestada bajo juramento. De lo afirmado surge que si la sentencia
debe vincular en idéntica forma a los litisconsortes necesarios, la confesión de uno de los litisconsortes,
cuando no se da en forma unánime, tampoco perjudica al confesante.

- La caducidad de la instancia no puede oponerse si no lo es contra todos los litisconsortes, la sentencia que
se dicte tiene los mismos efectos para todos los litisconsortes.

- La interposición de un recurso, significa que los efectos de éste se transmiten a los otros litisconsortes.

- Los métodos autocompositivos de allanamiento, desistimiento, transacción deben ser efectuados por todos
los litisconsortes en forma unánime.

Intervención de terceros:

La intervención de terceros es un instituto que permite que quien es tercero al momento inicial del proceso
se incorpore a éste adquiriendo la calidad de parte. Como puede advertirse; se trata de otorgar el derecho
de defensa en sentido amplio a aquella persona que siendo tercero acredita determinado interés a los fines
de que se le otorgue la participación de ley. Esta intervención puede darse en forma voluntaria o en forma
provocada. Queda claro pues que declarada admisible la intervención del tercero, éste asume la calidad de
parte,.

En concreto, este instituto supone la acumulación de pretensiones por vía inserción procesal mediante una
relación de conexidad objetiva, o de conexidad mixta objetivo causal o de afinidad.

Clases:

1.- Intervención espontánea o voluntaria: Cuando el tercero se incorpora al proceso por su propia, libre y
espontánea voluntad.

2.- Adhesiva autónoma o Litisconsorcial: Este tipo de intervención voluntaria, implica que el tercero que
ingresa al proceso lo hace asumiendo la calidad de parte y se coloca en la misma posición de la parte con la
cual interviene conformando un litisconsorcio.

Al intervenir adquiere las mismas facultades de la parte y posee independencia de estrategia y actividad
procedimental respecto del sujeto con el cual conforma el litisconsorcio.

3.- Intervención coadyuvante: A diferencia de la intervención anterior, este tercero al solicitar su


intervención no lo hace en forma principal, pues no se encuentra vinculado por la relación sustancial que se
debate en el proceso, sino que su intervención se debe a hacer valer un interés que puede verse perjudicado
por el dictado de una sentencia contraria a una de las partes. Por ello, por este interés que tiende a proteger,
no adquiere una calidad de parte plena en las mismas condiciones, sino que su intervención es a los fines de
ayudar o coadyuvar a la parte en su relación procesal.

4.- Intervención excludendum: Este tipo de intervención es una intervención principal, mediante el cual el
tercero opone una pretensión en contra de ambas partes. Su intervención es una intervención autónoma
respecto de ambas partes, pues sus intereses son contrarios a los intereses de ambas partes. El caso típico
de este tipo de intervención se produce cuando las partes discuten su derecho posesorio sobre un
determinado inmueble. En ese marco de debate el tercero interviene interponiendo su derecho de
propiedad, que excluye para un segundo plano la discusión entre las partes para el momento posterior a la
determinación de la pretensión del tercero principal o ad excludendum.

5.- Provocada o coactiva: Esta intervención se deriva de la citación que realiza el tribunal a este tercero a los
fines de que integre la relación procesal adquiriendo la calidad de parte.

6.- Citación de evicción: La citación de evicción es la que produce una acción petitoria sobre la cosa
transmitida, cuando dicha cosa ha quedado perdida por la parte que la adquirió o disminuida en su valor. La
citación al tercero se hace en carácter de garante ante el vicio de evicción.

7.- Laudatio actoris: Es el llamado que hace el poseedor que es demandado de aquella persona por quien
posee, a los fines de que la sentencia que se dicte en el proceso le vincule en forma plena al poseedor
principal o al titular dominial.

8.- Llamamiento de tercero pretendiente: Es el llamado que hace al proceso el demandado de un tercero que
también invoca el derecho por el cual se ha demandado en el principal, a los fines de que el deudor conozca
quién es su acreedor.
9.- Citación en garantía: Este instituto tiene lugar cuando la parte que cita al tercero se encuentra en juicio
por una obligación de la que debe responder el tercero citado.

Tercerías:

El concepto de tercería es un concepto que es tratado desde la faz subjetiva, es decir, teniendo en cuenta a
un sujeto que siendo tercero se ve perjudicado en un derecho e intenta hacerlo valer en el proceso o
incidente en el cual ese derecho se ha visto afectado por la misma actividad procedimental. Por ello, se
denomina en doctrina como tercería a la pretensión deducida por un tercero en un determinado proceso, en
el cual afectado el dominio de un bien de su propiedad o hace valer un derecho privilegiado a los fines de su
cancelación mediante el producido de la venta de un determinado bien en subasta.

En concreto, el tercerista es un tercero, pero se debe dejar en claro que su incorporación al proceso se
realiza mediante la forma accidental, siendo que el tercerista no adquiere la calidad de parte, como
acontece con la denominada intervención de terceros.

Clases:

Tercería de dominio: La pretensión deducida en proceso por un tercero que, en virtud de haberse afectado
un bien de su propiedad por una medida cautelar dictada en proceso, solicita el levantamiento de dicha
medida.

Tercería de mejor derecho: Procede cuando un tercero al proceso, hace valer un privilegio o un derecho de
preferencia sobre el bien o patrimonio del ejecutado. La finalidad de la tercería de mejor derecho no es el
levantamiento de la medida cautelar, sino que con el producido de la subasta se le pague preferentemente
el crédito que aduce con privilegio.

Los sujetos en el proceso penal:

Advertimos que el sistema acusatorio es denominado sistema dispositivo en civil, y advertimos que el
impulso del proceso es poder de las partes, estando limitada la actividad del órgano jurisdiccional a la
conexión de instancias de los sujetos partes, respondiendo en concreto a una idea lógica del proceso, pues
cuando ingresemos al análisis de cada uno de los sujetos se advertirá que cumplen la misma actividad pues
cumplen una función lógica en el debate, quien acusa cumple la misma función que quien demanda en un
juicio civil, y quien se defiende por estar imputado en un juicio penal cumple el mismo y lógico papel que
quien es demandado y se defiende en un juicio civil. Esta construcción y adopción de lo acusatorio en
materia penal sirve hoy para profundizar una vez más la idea de una teoría unitaria del derecho procesal.

Los denominados sujetos esenciales o necesarios y los eventuales: En este sentido son necesarios la
existencia de quien acusa -acusador-, de aquél contra quien se acusa imputado y ante quien se acusa y
dirime la cuestión –tribunal-. Es decir son esenciales estos tres sujetos, con quienes se podría llevar adelante
un sistema de juzgamiento lógico y conforme constitución. También encontramos en el escenario procesal
otros sujetos que intervienen, y así en el mismo juicio se puede hacer ingresar una pretensión de tipo civil y
en ese caso nos encontramos ante un actor civil en sede penal, con figura de querellante, y también
podemos encontrar la figura de la víctima.

Sujetos necesarios:

1.- El tribunal:
En el sistema de corte inquisitiva, será el juez de instrucción el titular de la acción penal y también quien lleva
a cabo la actividad investigativa.

En el sistema acusatorio, durante la etapa de la investigación penal preparatoria (a cargo del Fiscal) el juez
será el encargada del control de las garantías en el proceso. En el momento del juicio será el tribunal quien,
ante los medios de prueba que se produzcan en el juicio, resolverá respecto de la acusación.

2.- El acusador: Fiscal.

Comprender la función procesal del Ministerio Público en el proceso penal significa recordar que la acción
penal fue asumida por el Estado en forma exclusiva.

El Ministerio Público Fiscal tiene a su cargo el ejercicio de la acción penal y para ello, la Fiscalía ejerce dos
grandes actividades por un lado, la investigación preparatoria y, por el otro, el ejercicio de la acción penal
mediante la acusación.

Fiscalía es el órgano estatal competente para la persecución penal. Promovida la acción penal, ya en el juicio
la Fiscalía queda en posición de parte actora, es decir acusadora en contra del imputado parte acusada, en
un perfecto pie de igualdad entre ambas, en contradicción y duales.

3.- Imputado:

Cuando nos referimos al imputado, estamos hablando del polo pasivo de la pretensión penal, es decir, de
quien es acusado de un delito. Recordemos que el imputado es un acusado de delito y que se mantiene en
estado de inocencia hasta el momento en que se dicte sentencia declarándolo culpable del delito del cual se
le imputa, y del cual se le ha otorgado el derecho de defensa. Con la figura del imputado encontramos
conformado el esquema lógico del proceso, es decir quien pretende, contra quien se pretende y quien
dirige el debate para luego heterocomponer el litigio controvertido.

Es que el imputado es sobre quien recaerá la pretensión punitiva, y es una persona, por ello deben
extremarse todas las garantías consagradas en salvaguarda de los derechos del hombre y el recorte
correspondiente a los poderes estaduales. En el ejercicio de su defensa, el imputado tiene derechos activos
de intervención, pudiendo hacer valer sus derechos desde el primer momento de la persecución penal
dirigida en su contra, pudiendo incluso formular sus instancias defensivas ante el funcionario encargado de
las custodia.

Sujetos eventuales:

Hacemos con referencia a sujetos que pueden ingresar en el proceso, pero que éste se puede desplegar sin
su presencia.

1.- El querellante particular: Ejerce la instancia para propiciar que se aplique una sanción al querellado. Lo
importante en la querella es la índole y posición de los sujetos. Querellante y querellado, ante la ley tienen
igual calidad. La querella viene generalmente contra un particular, pero también cabe enderezarla contra
una autoridad. El querellado, al igual que el denunciado, no recibe la instancia del querellante. Es la
autoridad quien resulta destinataria de la querella y a la misma corresponde actuar conforme lo disponga la
ley común.
2.- El actor civil: Puede acontecer que, con motivo de la afirmación de la existencia de hecho delictivo, pueda
generar la afirmación de una persona de ser titular de un derecho resarcitorio derivado de la responsabilidad
del hecho delictivo investigado. Surge así, por la regla de concentración, que se pueda acumular dos
procesos mediante la acumulación pretensional de una pretensión civil de resarcimiento en el marco de un
proceso donde se debate la pretensión punitiva del Estado. En concreto se está frente a una demanda que
contiene una pretensión civil, la que ha sido definida como la formulación, por la víctima del delito o sus
herederos, de la pretensión indemnizatoria contra el responsable de aquel. En concreto, el actor civil es
quien despliega esta pretensión indemnizatoria en el proceso penal. La instancia debe contener todos los
requisitos formales de una demanda civil.

ACTOS PROCESALES:

Los actos procesales conforman el elemento objetivo del proceso. Este se desenvuelve en una serie gradual,
progresiva y concatenada de actos que cumplen las personas intervinientes para obtener sus fines.

Los actos procesales son los actos jurídicos del proceso. Este se compone de una serie de actos tendientes a
un fin, que no es otro que el de lograr la culminación del proceso a los efectos de asegurar la justicia en el
caso concreto y la paz social. Los actos procesales son los actos jurídicos del proceso. Este se compone de
una serie de actos tendientes a un fin, que no es otro que el de lograr la culminación del proceso a los
efectos de asegurar la justicia en el caso concreto y la paz social. Estos actos que se cumplen en el trámite
judicial están de tal modo concatenados entre sí, que cada uno de ellos es una consecuencia del anterior y
antecedente del posterior. Son cumplidos por los sujetos procesales y demás intervinientes que los actos
procesales.

Son los actos jurídicos del proceso. En atención a ello se debe partir de la Teoría general de los actos
jurídicos, sus conceptos fundamentales y adaptarlos al derecho procesal. El Código Civil define a los actos
jurídicos como “actos voluntarios lícitos, que tengan por fin inmediato establecer entre las personas
relaciones jurídicas, crear, modificar, transferir, conservar y aniquilar derechos”.

El acto procesal es una categoría especial de acto jurídico al que se podría caracterizar como el acto jurídico
emanado de las partes, de los órganos jurisdiccionales y de los terceros intervinientes en el proceso judicial,
destinado a crear, modificar o extinguir efectos procesales. Al ser una especie de acto jurídico, para su
validez debe ser realizado con discernimiento, intención y libertad. Quien realice un acto procesal, debe
tener "capacidad" para efectuar dicha actividad, siendo su ausencia, causal de nulidad del acto. Los actos
procesales deben ser realizados con intención. Serán reputados sin intención, cuando fueran hechos por
ignorancia, error o dolo. Por último, para la eficacia del acto procesal se requiere que el agente que lo
ejecute no esté privado de su libertad por un acto de fuerza o intimidación.

Elementos de los actos procesales:

Tres son los elementos del acto procesal: los sujetos, el objeto y la actividad que involucra. Este último
elemento se descompone, a su vez, en tres dimensiones: la forma, el lugar y el tiempo.

1.- El sujeto que ejecuta el acto procesal: Conforme ya se ha manifestado, los actos procesales pueden
provenir del órgano jurisdiccional (tribunal y sus auxiliares), de las partes (o peticionarios), sus letrados,
procuradores o auxiliares, de los funcionarios del ministerio público y de los terceros directamente
vinculados al proceso. Para que el acto procesal produzca su efectos normales es necesario que el sujeto
que lo realiza tenga aptitud para ello.
2.- El objeto sobre el cual el acto procesal recae: El acto procesal puede versar sobre una cosa; sobre una
persona o sobre un hecho. Dicho objeto debe ser idóneo, o sea apto para lograr la finalidad pretendida por
quien realiza el acto y jurídicamente posible, es decir, no prohibida por la ley.

3.- La actividad que involucra el acto procesal: Se refiere a las tres dimensiones en que dicha actividad debe
ser analizada: la forma, el lugar y el tiempo.

- La forma de los actos procesales: La forma constituye el elemento externo de la estructura del acto
procesal. Es la disposición mediante la cual el acto procesal se exterioriza, saliendo del dominio puramente
intelectual de quien lo cumple para penetrar en el ámbito de la realidad objetiva . No por el formalismo en
sí, sino como manera de expresión de voluntad, del contenido del acto, las formas adquieren en esta rama
del derecho una importancia fundamental. Es que sólo mediante el respeto a las formas establecidas
legalmente, es como puede obtenerse la verdadera garantía del debido proceso.

La doctrina distingue entre: a) Formas esenciales: aquellas cuya observancia no puede prescindirse al
cumplir la actividad prevista. b) Formas secundarias: las que no obstante interesar su acatamiento, ésta no
está impuesta, a pesar de establecerse como un método de regularidad y de equilibrio en la actuación de los
sujetos procesales. c) Formas residuales: que son las conservadas por el hábito o apego a la tradición, pero
que éstas sólo se acatan excepcionalmente, al carecer de fines prácticos.

La concepción de Clariá Olmedo

1) Actos con formalidad imperativa, para los cuales resulta inevitable la observancia a lo previsto por la ley:
actos estrictamente formales;

2) Actos con formalidad no imperativa, respecto de los cuales la previsión legal puede no ser observada:
actos meramente formales;

3) y Actos no formales, es decir, sin previsión alguna de formalidad: libre actividad. Cuando la realización del
acto se prevé sin establecerse formalidad alguna para la expresión de voluntad o de ciencia, nos hallamos
dentro del campo de la libre elección de formalidades.

Como regla general, podemos señalar como formalidades de los actos procesales las siguientes:

- Idioma nacional.

- Publicidad o reserva de las actuaciones: Con respecto a las partes, en el proceso civil, a diferencia de lo que
ocurre en el proceso penal o en materia de familia, la regla es la no reserva de las actuaciones. También las
sentencias deben ser de conocimiento público. La ley o el tribunal, puede disponer el secreto o reserva de
determinadas actuaciones cuando estén involucradas cuestiones de orden público o de seguridad o
protección de algunas de las partes.

- Forma de los escritos judiciales. Aquellas dispuestas en el Reglamento del Poder Judicial.

- Constitución de domicilio. Otra de las formalidades relativas a las actuaciones en general dentro del
proceso judicial es el relacionado con la constitución en la primera oportunidad que se presente al juicio de
un domicilio procesal dentro del radio.
- Función documental. Toda la actividad que se cumple en el proceso judicial debe quedar documentada en
folios los que unidos en legajo, constituyen lo que se denomina "expediente judicial"

- El lugar donde se desarrollan los actos procesales . Como regla, la actividad debe cumplirse en la sede del
tribunal donde está radicado el proceso y en los ambientes destinados a esos fines. Como excepción, puede
el juez cumplir actos por sí, o por delegación en personal subalterno en otro lugar dentro de la
circunscripción territorial de su asiento Por su parte, las actuaciones, que como se ha manifestado, se
encuentran reunidas en el expediente judicial y los demás efectos correspondientes a la causa, deben
permanecer en las oficinas del tribunal, bajo la custodia de la secretaría.

- El tiempo en el proceso. La eficacia de los actos procesales depende de su realización en el momento


oportuno. De allí que la ley haya debido reglamentar cuidadosamente la incidencia del tiempo en el
desenvolvimiento del proceso, sea estableciendo períodos genéricamente aptos para realizar actos
procesales, sea fijando lapsos específicos dentro de los cuales es menester cumplir cada acto procesal en
particular o Los actos procesales, en general, deben ser cumplidos en días y horas hábiles, bajo pena de
nulidad. Sin embargo, los días y horas inhábiles pueden ser habilitados a esos fines conforme lo establezca la
ley .

Clasificación de los actos procesales:

Por el sujeto que lo realiza:

- ACTOS DEL TRIBUNAL:

Son ACTOS DE DECISION: 1.- SENTENCIAS 2.-AUTOS 3.-DECRETOS; ACTOS DE GOBIERNO: 1.-ACTOS DE
DIRECCION 2.-ACTOS DE COMUNICACION 3.-ACTOS DE DOCUMENTACION

- ACTOS DE LAS PARTES

- ACTOS DE TERCEROS

Actos de decisión:

Son aquellos que tienden a resolver el proceso. La sentencia es la decisión del juez que se produce cuando se
pone fin al proceso de conocimiento después de su integral tramitación, decidiendo sobre el fundamento
de las pretensiones hechas valer por las partes. La sentencia es el principal acto decisorio del tribunal y
constituye, generalmente, el último eslabón de la cadena.

Los autos interlocutorios resuelven cuestiones que guardan vinculación con la tramitación que se suscita
durante el curso del procedimiento y cuya resolución previa es menester. Resuelven cuestiones que
requieren sustanciación, planteadas durante el curso del proceso. El auto interlocutorio, a diferencia de la
sentencia judicial, se caracteriza porque se produce sin referirse al proceso en su integral tramitación.

Los decretos o providencias son resoluciones judiciales de mero trámite que sirven para impulsar el
procedimiento. Tienden al desarrollo del proceso y permiten su avance hacia la decisión final. A través de
estas providencias el juez va conduciendo el proceso.
Esta clase de resoluciones admite, a su vez, una subclasificación, fundada en el hecho de que causen o no
gravamen irreparable. Una providencia causa gravamen irreparable cuando, una vez consentida, sus efectos
no pueden subsanarse o enmendarse en el curso ulterior del procedimiento. En esta categoría cabe incluir,
por ejemplo, a la resolución que dispone aplicar una sanción.

Actos de gobierno:

son aquellos que tienden a la impulsión y conducción del proceso, se subclasifican en actos de dirección, de
comunicación y de documentación.

1.- Son actos de dirección aquellas atribuciones que tiene el juez (o el fiscal en su caso) para llevar adelante la
actividad que se cumple en el proceso con orden y corrección. Se manifiesta, asimismo, en la facultad
conferida por la ley al juzgador para imponer sanciones a todos los sujetos que con su conducta
obstaculicen la tarea de administrar justicia y en la potestad de emplear la fuerza pública para el
cumplimiento de las resoluciones judiciales.

2.- Los actos de comunicación son aquellos por los que se comunica de una manera auténtica una resolución
u otra actuación jurisdiccional. Son todos los actos tendientes a dar noticias de las resoluciones
jurisdiccionales. Entre ellos, podemos mencionar a los oficios, exhortos, rogatorias, notificaciones, traslados,
vistas, etcétera.

3.- Son actos de documentación aquellos que tienen por finalidad la formación material de los expedientes
con la incorporación de todas las actuaciones que se realicen con intervención del tribunal y la de otorgarles
el carácter de instrumentos públicos, así como también la de custodiar y conservar las resoluciones
jurisdiccionales (protocolo de sentencias y autos).

Actos de las parte :

En cuanto emanados de cualquiera de los otros sujetos procesales: actores, demandados, peticionantes y
terceros intervinientes en el proceso civil; también incluimos los actos realizados por el acusador, el
imputado, el querellante y el ministerio público en el proceso penal. Se incluyen los actos que están
destinados, fundamentalmente, a la afirmación de los hechos y a la aportación de pruebas.

Actos de terceros:

Hacen referencia a la actividad que cumplen aquellos sujetos que sin ser parte, ni integrar el órgano
jurisdiccional, participan (facultativa o imperativamente) en el proceso.

Por el objeto:
Comunicación procesal:

Se puede caracterizar la comunicación que se lleva a cabo en el proceso judicial como el acto procesal
mediante el cual se hace conocer de una manera auténtica una resolución jurisdiccional.

La regla general es que todos los actos procesales deben ser comunicados a las partes. La comunicación
procesal es necesaria por múltiples motivos:

En primer lugar, es esencial para las partes en razón del principio del contradictorio "inviolable la defensa en
juicio de la persona y de los derechos". Es a través de la comunicación, esto es, del conocimiento que las
partes tengan del desarrollo del proceso, que les permitirá ejercer funciones de control o fiscalización de
éste

En segundo lugar, es necesaria esta función para los terceros que son llamados a intervenir en el proceso,
como los testigos, peritos, intérpretes.
La actividad "comunicante" se desarrolla a través de distintos medios: oficios, exhortos, notificaciones,
etcétera.

Clases de comunicación:

a) Comunicaciones internas del tribunal (dentro de la oficina), que se desarrollan durante el curso del
procedimiento. Abarca todo lo que se vincula de manera directa con los sujetos procesales que actúan
dentro del proceso y que tienen un interés comprometido.

b) Comunicaciones externas (fuera del tribunal) que pueden dirigirse a órganos del ámbito nacional o del
extranjero; estas últimas son las internacionales, que se materializan por vía de exhortos o cartas rogatorias.

Medios de comunicación:

-Traslados: Son los modos por los cuales se comunica a una de las partes las pretensiones o alegatos de la
contraria, a fin de que aquella emita una opinión al respecto. “Principio de contradicción”; aquellas
providencias mediante las cuales los jueces o tribunales deciden poner en conocimiento de las partes o de
los terceros las peticiones encaminadas a obtener una resolución capaz de afectarlos, concediéndoles de tal
manera la oportunidad de formular alegaciones o producir pruebas en apoyo de los derechos que estiman
asistirles. En general, las vistas tienen la misma finalidad que los traslados.

-Audiencias: Son los medios de comunicación no sólo entre partes sino entre éstas y el tribunal,
designándose a tal fin un determinado día y hora para su recepción. En cualquier estado de la causa los
tribunales podrán decretar audiencias para aclarar puntos dudosos o procurar avenimientos o transacciones
entre las partes. También se designan audiencias en el proceso a los fines de diligenciar prueba oralizada
par-a designar peritos, etcétera.

De lo ocurrido en la audiencia se labra un acta: que debe contener el nombre y la firma de los que hubieran
intervenido.

-Oficios: Se denomina oficios a las comunicaciones escritas dirigidas a los órganos judiciales, a los
funcionarios de otros poderes del Estado, a particulares y a entidades privadas y suscriptas, según los casos.
En efecto, los oficios son los medios de comunicación que, en general los jueces pueden cursar a otro órgano
jurisdiccional u otra autoridad a fin de encomendarles el cumplimiento de alguna diligencia (recepción de
prueba, embargo de bienes, etcétera), de requerirles informes sobre el estado de una causa, o la remisión
de algún expediente, etcétera.

-Exhortos: Son los medios de comunicación de un órgano jurisdiccional a otro de igual jerarquía de la misma
jurisdicción o de otra distinta, con el objeto de requerirles el cumplimiento de determinadas diligencias
(notificaciones, recepción de pruebas, medidas cautelares, etcétera), o para hacerles conocer resoluciones
adoptadas con motivo de una cuestión de competencia planteada por vía de inhibitoria.

Toda comunicación dirigida a otra autoridad judicial fuera de [a provincia pero dentro de la República, se
hará por oficio en la forma que establece la ley convenio sobre comunicaciones entre tribunales de distinta
competencia territorial (ley 22.172).

-Mandamientos: Se denomina mandamiento al medio de comunicación de un órgano jurisdiccional a otro de


inferior jerarquía, con el objeto requerirle el cumplimiento de determinadas diligencias.
-Suplicatorias: Tradicionalmente se conoce como suplicatoria al medio de comunicación de un órgano
jurisdiccional a otro de mayor jerarquía, sea de la misma jurisdicción o de otra distinta.

La notificación procesal:

Los actos mediante los cuales se pone en conocimiento de las partes, o de terceros, el contenido de una
resolución judicial. Complemento ineludible de los traslados y las vistas, pues sólo a partir de la notificación
de las resoluciones que los confieren nace, para su destinatario, la carga de contestarlos.

Para que comiencen a producir efectos las resoluciones judiciales, deben ser notificadas con arreglo a lo que
disponen las leyes procesales.

Doble finalidad que persiguen: Por un lado, tienden a asegurar la efectiva vigencia del principio de
contradicción. Por el otro, determinan el punto de partida para computar los plazos dentro de los cuales
corresponde cumplir el acto o actos procesales ordenados o bien deducir las impugnaciones admisibles
respecto de la resolución judicial de que se trate

Sistemas de notificación:

a) La notificación personal, que es la que se lleva a cabo en la sede del tribunal donde está radicado el
proceso y que obliga a las partes a concurrir a la oficina del tribunal los días específicamente determinados
por la ley.

b) La notificación en el domicilio, que es la que se hace fuera de la sede del tribunal. Se puede mencionar
dentro de esta categoría a la notificación por cédula, por carta documento, por edictos, etcétera.

Tipos de notificaciones:

a) Notificación expresa, cuando existe un efectivo acto de transmisión de conocimiento a través del acto
procesal de que se trata.

b) Notificación tácita, cuando el acto de transmisión se repute verificado por disposición de la ley o a raíz de
actitudes asumidas por las partes o sus auxiliares.

En cuanto al lugar en que la notificación llega al conocimiento real o presunto del destinatario, podemos
distinguir entre las notificaciones que se realizan en la sede del órgano jurisdiccional (por diligencia en el
expediente, por retiro del expediente y por ministerio de la ley), en el domicilio de aquél (notificaciones por
cédula, telegrama o carta certificada) y cuando se ignora el domicilio del destinatario, la notificación puede
ser realizada por edictos.

Nulidad de las notificaciones:

Como se explicó precedentemente, cada una de las distintas formas de notificación está sujeta al
cumplimiento de determinados recaudos. El incumplimiento de los requisitos que en cada caso se exigen,
puede traer aparejada la nulidad de la notificación. En el ámbito de la provincia, el planteo de la nulidad de
la notificación se hace mediante incidente.

El tiempo en el proceso:

El tiempo tiene particular importancia para la realización del derecho. El proceso como actividad dinámica se
desarrolla en un espacio de tiempo y en ese lapso deben cumplirse los diversos actos procesales que
constituyen todo ese proceso desde el principio hasta el fin.

Se define al tiempo en el proceso como aquellos lapsos dentro de los cuales puede ser eficazmente realizado
cualquier tipo de actos procesales. Desde el punto de vista específico, el tiempo aparece como el conjunto
de lapsos destinados al cumplimiento de cada acto procesal en particular. Tales lapsos se denominan plazos
y su institución obedece a obvias razones de seguridad y certeza, pues de no existir las partes carecerían de
toda certidumbre acerca de las exactas oportunidades en que les corresponden hacer valer las alegaciones y
pruebas que sustenten sus respectivas pretensiones.

La doctrina distingue entre la expresión plazo procesal y termino:

Se llaman plazos en el proceso a los lapsos preestablecidos para la realización de los actos procesales,
individualmente o en conjunto, o para el cumplimiento de una actividad integrante de un momento procesal
o aun de todo el proceso. Por su parte, la expresión "término" queda limitada al momento fijo del
cumplimiento de la actividad (audiencia), o al momento final del plazo.

Días y horas hábiles: La aptitud genérica del tiempo se vincula con la determinación de los días y horas
dentro de los cuales admisible la ejecución o cumplimiento de cada acto procesal en particular. Son hábiles
los aptos para realizar válidamente los actos procesales, por consiguiente, los que se efectúen fuera de ellos
(esto es, en días y horas inhábiles), serán inválidos.

Sanciones procesales:

Los actos jurídicos procesales se ordenan al principio de legalidad, a través de ordenamiento pertinente que
los regla a través del preestablecimiento de formas.

La ley describe a priori los elementos y patrones que se deben cumplir y a los que se deben ordenar los actos
procesales. El acatamiento de estas directivas dan lugar a la regularidad del acto, caso contrario estaríamos
ante un supuesto de irregularidad.

Esta irregularidad tiene como consecuencia una sanción procesal (nulidad) mediante la cual se le priva al
acto de sus efectos pretendidos.

La cuestión con el sistema de nulidades procesales radica en que se trata de un sistema que difiere del
sistema general del ordenamiento civil. En este ultimo encontramos categorías y clasificaciones como ser la
nulidad absoluta – nulidad relativa – inoponibilidad del acto, etc. Mencionada subdivisión no puede ser
aplicada en el ordenamiento procesal.

La doctrina entiende que las nulidades en el proceso son estrictamente relativas y, por lo tanto, en caso de
no configurarse ciertos parámetros, el acto viciado se tendrá como válido.
Presupuestos para la declaración de nulidad:

Se deben configurar:

1- Debe mediar petición de parte. Afirmación, por una parte del proceso, de la existencia de una
irregularidad procesal.

2- Existencia de sanción prevista especificamente por la ley.

3- Que el acto irregular no haya obtenido o logrado su finalidad.

4- Trascendencia del acto. Debe existir un interés jurídico protegible con fundamente en que el acto ocasiona
perjuicio a alguna de las partes.

No se deben configurar:

1- Protección del acto: No puede ser alegada la nulidad por aquella parte que la ha causado.

2- Subsanación del acto. Implica la posibilidad de remediar o reparar el defecto que vicia el acto. Supuestos
en que procede:

 El interesado actua de conformidad con el acto viciado.

 El interesado produce un nuevo acto que confirma o ratifica el anulable.

 El acto irregular cumple con su finalidad.

 Indiferencia de la declaracion de nulidad para los fines del proceso

 Sustitución del acto vicioso. Esto es repetir el acto pero cumplimentandose con los carateres de
regularidad.

 Revalidacion del acto. Cuando el interesado sabedor de la extistencia de la irregularidad, lo consiente


expresa o tacitamente.

Ademas de estos presupuestos, se debe tener en cuenta:

Regla de conservación del acto: ante la duda de que si el acto es regular o irregular, se debe estar por la
regularidad y subsistencia del mismo.

SUB EJE TEMATICO 5:

LA PRUEBA:

Toda norma jurídica representa un mandato hipotético; supone determinada situación o conflicto de
intereses y manda respecto de ella. Para individualizarla hace falta comprobar una situación idéntica a la
situación supuesta y corresponde entonces mandar de idéntico modo respecto a ella. El mandato hipotético
se convierte así en mandato real. La comprobación es la identidad (o la diferencia) de la situación supuesta
por la norma y de la situación exhibida en el pleito (causa) que es el fin del proceso y el objeto del juicio.
El proceso Judicial persigue como finalidad específica e inmediata la fijación de los hechos fundantes de las
pretensiones de los sujetos procesales mediante la búsqueda de la verdad. Las afirmaciones de hechos
vertidas por las partes deben ser probadas ya sea positiva o negativamente; su encuadramiento en las
normas juridicas debe realizarse mediante la confrontación de la materialidad fijada con el supuesto de
hecho normativamente descrito. El juez habrá de estarse a las afirmaciones de las partes, que en algunos
casos se ajustará a la realidad.

Se señala que el contacto con la realidad de la vida se obtiene mediante la prueba, único camino para que el
juez conozca los hechos que le permitan adoptar la decisión legal y justa para cada caso concreto.

La afirmación de un hecho es la proposición de éste como presupuesto de la demanda dirigida al juez; se


trata en rigor de la afirmación de su existencia material. La tarea posterior del sujeto que pretende se verá
dirigida a la acreditación de ese hecho, lo cual nos introduce de lleno en el tema de la prueba.

La noción de prueba es común y de uso diario en la vida de relación. El concepto de prueba se presenta y
tiene significación en todas las manifestaciones de la conducta humana, pero cobra especial relevancia en el
campo del derecho; en efecto, la noción de prueba no es privativa del derecho procesal sino que campea en
casi todas las ramas. La palabra prueba es usada tanto por el derecho de fondo, como por el derecho de
forma. Sin embargo, al tratar de precisar el concepto de prueba necesariamente debemos centrarlo en el
ámbito jurídico y, conforme nuestra organización política, dentro del principio de legalidad teniendo como
destinatario el conocimiento jurídico de un hombre de derecho.

Los códigos formales regulan, valga la redundancia, las condiciones de admisibilidad de las pruebas, esto es
lo relativo a los requisitos de lugar, tiempo y modo. En tanto que las leyes sustanciales, en general, son las
que nos dan las directrices a seguir en torno al valor que se les debe adjudicar. El juez es el sujeto pasivo de
la prueba; toda la actividad desplegada por las partes y demás intervinientes está dirigida a convencer al
magistrado de la razón de sus respectivas afirmaciones.

Concepto:

En sentido jurídico procesal, la prueba es considerada como un método de averiguación y un método de


comprobación de la verdad de los hechos afirmados. A la prueba penal tradicionalmente se le atribuía el
carácter de ser un método de averiguación, de búsqueda, de procura de algo aparentemente sin límites para
el juez. En cambio, a la prueba civil por las limitaciones impuestas por el sistema dispositivo se le adjudicaba
el carácter de comprobación, de demostración, de corroboración de la verdad o falsedad de las
proposiciones formuladas en el juicio. En este orden de ideas en el proceso civil, la prueba es la
comprobación judicial por los medios que la ley establece de la verdad de un hecho controvertido del cual
depende el derecho que se pretende.
En otras palabras, probar es la actividad que deben cumplir los sujetos procesales -actor y demandado- a fin
de aportar al proceso los motivos o razones que sustentan sus respectivas pretensiones, probar es, en
definitiva, confrontar las pretensiones de las partes con los medios de prueba producidos. En el proceso
penal, por el contrario, se alude a la averiguación que realizan los sujetos en búsqueda de la denominada
verdad real. Así la prueba penal ha sido conceptualizada como el conjunto de actos procesales, cumplidos
con el auxilio de los medios previstos o implícitamente autorizados por la ley y encaminados a generar la
convicción judicial acerca de la existencia o inexistencia, la veracidad o falsedad, de los hechos sobre los
cuales versa la imputación. Es bueno aclarar que todo el tema de la prueba se encuentra vinculado
íntimamente vinculado con el modelo de proceso penal que se acepte.
Inicialmente, la prueba en el proceso civil sólo pretendía el logro de la verdad formal por oposición a la real,
material o histórica perseguida en otros campos (penal, laboral y familiar). Esta distinción tradicional no se
ajusta a la realidad actual del derecho procesal ya que se han ido produciendo modificaciones no sólo en las
leyes sino en los sistemas procesales que han influido significativamente en la teoría jurídica de la prueba,
así, resulta de relevancia para abordar estos temas el análisis de los poderes y facultades que las leyes
conceden en cada caso a los sujetos procesales en el procedimiento probatorio.

Es relevante clarecer la diferencia que presentan la denominada verdad real, material e histórica y su opuesta
verdad formal, falsa o ficticia. La verdad como tal sin aditamentos es un concepto que pertenece al campo de
la filosofía jurídica, responde a una noción ontológica o gnoseologica que significa adecuación de una idea
con la realidad; este tipo de verdad solamente es accesible en el el área del conocimiento de las ciencias
matemáticas, físicas o naturales.

En la actualidad los conceptos de verdad real o formal han sido superados y sustituidos por el de verdad
jurisdiccional objetiva. En tal sentido la Corte Suprema de justicia de la Nación a partir del caso 'Colalíllo", va
precisando esta noción y la de exceso de rigor formal o exceso ritual manifiesto.

Debe tenerse en cuenta, por último, que la prueba tiene como fin la de formar la convicción del juez,
respecto de lo hechos que son presupuesto de la norma que tutela la pretensión ejercida; en tal sentido,
debe señalarse que el conocimiento del juez no se logra habitualmente por un solo medio de prueba, sino
que inciden en él el conjunto de los elementos aportados y que son valorados coordinada y
armónicamente. ,

A modo de conclusión podemos conceptualizar a la actividad probatoria como el esfuerzo que realizan todos
los sujetos procesales tendientes a lograr la comprobación de la verdad jurídicamente objetiva o la llamada
verdad procesal.

Objeto de prueba:

Aquello que "debe" probarse, esto es los hechos que sirven de base a las pretensiones de los sujetos
procesales.

El objeto de prueba es aquello susceptible de ser probado; aquello sobre lo que puede o debe recaer la
prueba.

El tema puede ser considerado desde un doble enfoque abstracto o concreto. El primero alude a los hechos
que deben ser probado en cualquier proceso hipotético y el segundo se refiere a la prueba de los hechos en
un proceso determinado.

Desde el punto de vista abstracto, la prueba comprende en general todo hecho material o inmaterial físico o
psíquico que se exhibe como dato del mundo exterior. Hechos de la prueba son todos los acontecimientos,
circunstancias, situaciones o datos a los que se les atribuyen la característica de ser jurídicamente
relevantes. Puede tratarse de hechos del hombre o de la naturaleza las cosas materiales o cualquier otra
manifestación sensible.

En cambio desde el punto de vista concreto, el campo de los hechos que pueden ser probados, se
circunscribe a aquellos que son de interés para un proceso determinado; en tal sentido, la prueba se reduce
a la pertinente y utilidad en cuanto signifique tema de prueba. Es decir, se trata de hechos vinculados a la
cuestión debatida, sean relevantes, útiles y conducentes para el esclarecimiento de la verdad.

El conjunto de hechos materiales o síquicos, que en sentido amplio, sirven de presupuesto a las normas
jurídicas aplicables en cada proceso, en vista de la peticiones o excepciones de las partes o del efecto
jurídico perseguido y que la ley exige probar por medios autorizados.

Debe señalarse que no todos los hechos deben ser acreditados:

En el proceso civil no deben probarse los hechos aceptados, reconocidos o admitidos por la contraria, los
notorios, evidentes y normales y tampoco los hechos presumidos legalmente. Estas reglas resultan
aplicables sólo en el campo de los derechos patrimoniales por lo que presentan diferencias en otros sectores
jurídicos. En efecto, en algunos casos aunque los hechos hayan sido admitidos, deben ser demostrados por
otra fuente probatoria independiente. Así sucede cuando se invocan circunstancias fácticas de naturaleza
indisponible (algunos autores lo denominan hechos de comprobación necesaria), que aunque sean
aceptadas por el perjudicado, su verificación debe ser completada por el tribunal. Al respecto, no existen en
materia penal las causas denominadas como de puro derecho.

El derecho nacional no necesita ser probado por cuanto se presume conocido (por el principio de que el Juez
es quien conoce y aplica el derecho), sin embargo, cuando se invoque y se pretenda la aplicación del
derecho extranjero, este sí debe ser acreditado ya que se asimila a un hecho.

Respecto de los hechos notorios: la notoriedad consiste en la certeza del juez compartida por cierta
generalidad de personas o adquirida de determinados modos, es decir, mediante una certeza calificada.

Cuando se trata de hechos presumidos: la exención de prueba se refiere sólo al hecho o hechos sobre los
cuales recae la presunción legal; en consecuencia, será menester probar la existencia del hecho que sirve de
base o fundamento a la presunción* para"que ella resulte operativa.

En lo atinente a los hechos evidentes o los normales, no necesitan ser probados porque ellos forman parte
del saber privado o del común conocimiento que tiene todo sujeto.

Distinción entre medio, órgano y elemento de prueba:

Elemento probatorio es el dato objetivo que se incorpora al proceso, capaz producir un conocimiento cierto
o probable los hechos invocados por las partes.

Los medios son las vías o caminos legalmente regulados tendientes a lograr el ingreso del elemento de
prueba en el trámite judicial.

El órgano de prueba es el sujeto que proporciona el elemento probatorio y podrá realizarlo a través cualquier
medio de prueba.

Ejemplos:

Testimonio - Audiencia testimonial - Testigo

Informe técnico (dictamen pericial) - Peritaje - Perito

Acta de constatación - Constatación judicial - Oficial de justicia designado


Informe - Oficio informativo (o de requerimento de informe) - Autoridad/órgano/empresa/persona
requerida de informe

Medios de prueba

Hemos conceptualizado los medios de prueba como las vías o trámites legislados a través de los cuales se
introduce en el proceso el elemento probatorio. Es el camino que han de recorrer las partes para incorporar
el elemento de prueba.
los medios son los modos regulados por la ley procesal como vehículo de prueba. ellos se manifiestan a
través de la actividad que realizan el juez y las partes tendientes a la comprobación de los hechos
controvertidos que sirven de fundamento a las pretensiones esgrimidas por los contendientes.

Clasificación de los medios de prueba: Existen diferentes criterios diferentes criterios según su objeto, al
resultado que conducen y al tiempo de producción.

La primera distinción divide a los medios en directos o indirectos según que su objeto se halle constituido por
el hecho mismo a probar o por uno distinto de él. Es decir, serán directos o indirectos según sea el contacto
que tenga el magistrado con el objeto de la prueba o, dicho de otra manera, por la forma de conocer que
tenga el juez de los hechos. Serán directos cuando el juzgador perciba el hecho objeto de prueba sin
intermediarios, por la simple percepción de sus sentidos; en los indirectos lo que percibe el juzgador es un
hecho diferente que le sirve de antecedente para deducir el hecho que se trata de probar, es decir le
suministra razones.

El segundo criterio tiene en cuenta el resultado del procedimiento probatorio, es decir se atiende al grado de
convicción logrado por el juez con la información obtenida con la prueba. En tal sentido puede suceder que
un solo medio de prueba sea capaz de lograr el convencimiento total del juzgador. En este caso estamos en
presencia de lo que se llama prueba plena, perfecta o completa. Ella es la que da certeza por sí sola sobre la
existencia o inexistencia del hecho a probar. Lo común es que la convicción se logre por varios medios que se
complementan entre si, estaremos en este caso en presencia de pruebas imperfectas, incompletas o
compuestas. Del conjunto de ellas el juzgador puede inferir como probable la existencia del hecho o al
menos como verosímil.

El último criterio atiende al momento en que la prueba es adquirida para el proceso. La Regla general es que
los elementos probatorios deben incorporarse a la litis dentro del período de prueba. Pero hay casos
específicos en que las partes pueden proponer medidas de prueba antes de entablar la demanda o después
de clausurado el término probatorio.

Principios de la prueba

La institución de la prueba judicial presenta unidad en lo referido a sus lineamientos generales y los
principios que la organizan.

Principio de unidad de prueba:

La regla de la unidad significa que el conjunto probatorio del juicio forma un todo y que, como tal, debe ser
examinado y apreciado por el juez para confrontar las diversas pruebas, su puntualidad, concordancia o
discordancia y concluir sobre el convencimiento que de ellas globalmente se forme. La convicción del
juzgador no se logra por un solo medio de prueba, se forma por la interacción de diversos medios
probatorios.

Principio de adquisición o de comunidad de prueba:

Toda prueba introducida en un proceso, admitida y producida la probanza beneficia o perjudica a cualquiera
de las partes. El juez puede y debe utilizar el material probatorio prescindiendo de la persona que lo
incorporó, pues pertenece al juicio y no a las partes.

Principio de igualdad y de contradicción:

La igualdad y contradicción encuentran fundamento en las garantías constitucionales de igualdad ante la ley
y del derecho de defensa en juicio. Deben garantizarse idénticas oportunidades para ofrecer y diligenciar las
pruebas, y de probar sus pretensiones en las mismas condiciones. La parte contra quien se opone una
prueba debe gozar de oportunidad procesal para conocerla y discutirla. Comprende el derecho de
contraprobar, esto es entendido como la posibilidad enervar la eficacia convictiva de la prueba producida
por la contraria. En definitiva debe garantizarse a los sujetos procesales la posibilidad ofrecer y diligenciar la
prueba, así como de controlar la introducción y producción de las mismas.

Principio de inmediación:

Es un principio reconocido que la regla de inmediación que significa contacto directo entre el juez, parte y
órgano de prueba, hace o influye en la mejor calidad de su recepción. Esta regla contribuye a la autenticidad,
la seriedad, la oportunidad, la pertinencia y la validez de la prueba.

El sistema oral es el que más favorece la vigencia efectiva de la inmediación. Este principio impera durante la
recepción de toda la prueba por lo que no queda reservado sólo para las declaraciones, sino que rige
también para la realización de otras medidas. La inmediación supone también que el juez desempeñe un
papel activo en la conducción de la prueba y a tal fin, la prueba es tanto más segura cuanto más próxima a
los sentidos del juez se halle.

Principio de libertad probatoria:

Como la prueba debe ser idónea para cumplir con los fines del proceso, se ha sostenido que es indispensable
otorgar libertad para que las partes puedan producir todas las que creyeran convenientes a sus respectivas
pretensiones. Todo objeto de prueba puede ser introducido al proceso y puede serlo por cualquier medio.
El principio de libertad encuentra fundamento en garantizar el ejercicio del derecho de defensa.

EL que el tema presenta dos perspectivas: libertad de medios y libertad de objeto.

Libertad de medios:

Los códigos formales regulan el procedimiento que deben cumplir las partes para introducir el elemento
probatorio al proceso y en este sentido contempla específicamente cuáles son los medios probatorios.
Comúnmente se prevén los medios clásicos de prueba, pero también se admite la posibilidad de utilizar otros
medios de prueba no previstos, es decir no limitarse a los taxativamente establecidos en la ley. Se propicia
su regulación en forma amplia y con carácter enunciativo a fin de que se puedan utilizar otros medios no
contemplados.
¿Qué sucede cuando se ofrece una prueba que no ha sido expresamente regulada por el código?

- Por principio se la debe receptar junto con el resto de las pruebas ofrecidas.

- Siempre y cuando no se traten de medios ilegales o prohibidos o contrarios a la buena fe y las costumbres.

- Será regida por las normas procesales del medio probatorio regulado con el que tenga mas semejanza,
debiendo realizarse la correspondiente adaptación integración para lograr su efectiva producción.

Libertad de objeto:

EL objeto de la prueba en el proceso civil son los hechos alegados por las partes o que se encuentren
plasmados en la norma aplicable al caso y que fueren conducentes para resolver el tema central del proceso.
Para el proceso penal, el objeto de la actividad probatoria son todos aquellos hechos provistos de relevancia
para determinar la comisión o la imposibilidad de la comisión de un hecho reputado punible, la concurrencia
de circunstancias eximentes, atenuante o agravantes susceptibles de modificar la supuesta responsabilidad
penal generados por la comisión del delito.

Admisibilidad procesal: significa eficacia de la prueba o atendibilidad de la prueba para acreditar la


materialidad que es su objeto, supone un juicio sobre el mérito de ella. Esta evaluación recién será efectuada
por el tribunal en oportunidad del dictado de la sentencia.

También deben distinguirse los conceptos de pertinencia y relevancia de la prueba:

La pertinencia refiere a la relación o vinculación de la prueba ofrecida con los hechos que con ella quieren
acreditarse. La prueba será pertinente cuando se refiere a los hechos controvertidos, sin formular juicio de
valor sobre su conducencia o eficacia.

La relevancia denominada también conducencia, es aquella que tiene en cuenta la utilidad del elemento
probatorio: su resultado; esto es, hace a la aptitud del medio o elemento de prueba o a su idoneidad o falta
de idoneidad para acreditar los hechos y, en última instancia, la solución definitiva del conflicto.

Principio de buena fe y lealtad procesal:

Esta regla no es privativa del momento de la prueba ya que campea en todo el desarrollo y vida de proceso.
Pero en lo referido a la prueba, su establecimiento importará prever normativamente consecuencias
probatorias adversas o perjudiciales para la parte que lo transgrede. Su formulación positiva se postula en
la subregla de colaboración que se traduce en la colaboración de las partes para obtener el elemento
probatorio para el proceso; que la conducta no sea evasiva, obstruccionista, o en su caso impeditiva.

Principio del favor probationes:

Esta regla postula que en casos de objetivas dudas o dificultades probatorias (difficilioris probatione) deberá
estarse a favor de la admisibilidad, conducencia o eficacia de la prueba, flexibilizando en particular el criterio
que gobierna el régimen de admisibilidad y eficacia de la prueba indiciaría.

Admisibilidad de la prueba

Se trata de un juicio formal en donde el órgano jurisdiccional se limita a verificar si los proponentes se
encuentran legitimados y si han cumplido a verificar si han cumplido con los elementos modales para su
admisión. Así el juez admitirá o no la prueba cuando ella no reúna las condiciones de lugar tiempo y modo
establecidas en la ley y esta inadmisión alcanzará a los diferentes sujetos procesales según sea el sistema en
que se efectúa.

La admisibilidad del elemento probatorio consiste en un análisis formal con base en el derecho procesal
sobre las circunstancias de tiempo, de modo y de lugar; esto es si se han cumplido con los requisitos
impuestos por la ley para cada medio. También el el órgano jurisdiccional deberá analizar si el sujeto que
ofrece la prueba está legitimado para ello.

La admisión es el acto procesal por el cual el juez accede a que un medio de prueba determinado sea
considerado como elemento de convicción en ese proceso y ordena agregarlo o practicarlo según el caso. La
admisibilidad de la prueba se vincula al principio de legalidad, esto es posibilidad jurídica del medio ofrecido
o dispuesto para practicarla, o a la circunstancia del tiempo y la forma de su ofrecimiento o agregación.

Configuran supuestos especiales los casos de pruebas prohibidas o excluídas. La regla de la exclusión
probatoria determina que aun cuando la prueba reúna los requisitos relatívos a su pertinencia, utilidad y
admisibilidad, los órganos judiciales deben desecharla como fundamento de sus resoluciones frente al caso
de que aquéllas hayan sido incorporadas al proceso como consecuencia de un acto reñido con la vigencia de
garantías constitucionales (v.gr. allanamiento sin orden del juez, interferencia ilegitima del teléfono,
etcétera)

Eficacia de la prueba

Mientras que la admisibilidad consiste en un análisis del cumplimiento de los requisitos de forma que la ley
de rito exige para la introducción regular de medio de prueba, el juicio de eficacia es aquel que atiende a la
circunstancia de si el medio probatorio ofrecido tiene aptitud para aportar o proveer al cumplimiento de los
fines del proceso, a saber la determinación de la realidad de los hechos y en ultima instancia la solución
definitiva del conflicto.

Se trata del análisis de pertinencia y conducencia de los medios de prueba; el primero es aquel que analiza
teniendo en cuenta los hechos que son requeridos de probanza, si el medio ofrecido refiere a aquellos
hechos será pertinente. Por otro lado la conducencia refiere a la circunstancia de que si mencionado medio
aportará o no datos que servirán a la oportuna determinación de los hechos y su consecuente solución.

Procedimiento probatorio:

La ley procesal regula la actividad probatoria como un procedimiento complejo que gira alrededor de los
medios de prueba y en función de los elementos de convicción que por dichos medios se habrá de obtener.

El procedimiento probatorio comprende entonces, la totalidad de las actividades procesales relacionadas


con la prueba en sus diversas etapas y fases. Se reconocen diferentes momentos: el de la introducción, el de
la admisión, el de su recepción y diligenciamiento, y por último, la valoración que es efectuada primero por
las partes (en el alegato) y luego por el juez (sentencia).

La actividad probatoria se muestra fraccionada en secuencias que configuran momentos; se trata de


oportunidades procesales que la ley establece para introducir, diligenciar y valorarla prueba en los
procedimientos estructurados. Así pueden señalar en el proceso civil tres grandes segmentos en la etapa
probatoria. El primero de ellos es llamado introductivo o de ofrecimiento de prueba, el segundo es conocido
como el del diligenciamiento o producción de pruebas y por último denominado de valoración o apreciación
de la prueba.

Momento introductivo:

El ofrecimiento de prueba es un acto de carácter formal que contiene la solicitud de admisión de uno o varios
medios de prueba, que se formula por escrito y que va dirigido al juez.

El juez deberá analizar si las pruebas fueron ofrecidas en tiempo oportuno y podrá rechazar in limine las
peticiones formuladas en forma extemporánea. También deberá analizar la regularidad del procedimiento
probatorio, es decir, que los medios hayan sido ofrecidos con las formalidades exigidas por la ley.

En el proceso civil, eminentemente dispositivo, el ofrecimiento de dfsfsfsdfsdfdsf procesal de arrimar los


elementos de juicio que comprueben la veracidad de sus respectivas pretensiones. En otros sistemas
procesales el ofrecimiento de los elementos probatorios es facultad prevalente de las partes, pero en ella
participa también el tribunal, tal sucede en el fuero de familia.

Momento del diligenciamiento:

Este momento comprende los actos de recepción que cumplen las partes y el tribunal conforme a los
procedimientos previstos por la ley, según cual sea el medio de prueba ofrecido. Se trata de una fase
eminentemente práctica en la que participan todos los sujetos procesales en un esfuerzo mancomunado.
Participan el juez, las partes y miembros del Ministerio público, en su caso. Su característica principal es la
plena actividad tendiente a la acreditación de elementos fácticos necesarios para fundar una sentencia.

En el sistema civil son las partes quienes deben proponer las pruebas y también ellas son las que deben
instar su diligenciamiento o recepción. Esto es, deben ser diligentes en su producción. En caso de que las
pruebas no hayan sido ofrecidas, producidas y diligenciadas en modo y término, puede operarse la caducidad
o pérdida del derecho.

Toda medida probatoria deberá ser ofrecida, ordenada y practicada dentro del plazo de prueba. A los
interesados les incumbe urgirla para que sea practicada oportunamente. (El concepto de negligencia
probatoria tiene estricta relevancia en el campo del proceso civil, no rigiendo para el proceso penal ya que
impera el impulso procesal de oficio.)

Refiriéndonos a las condiciones de modo de la actividad probatoria, el lugar de su realización es por regla
general la sede del tribunal; su oportunidad es que debe realizarse en principio en días y horas hábiles.

Momento de valoración de la prueba:

La valoración de la prueba es el análisis crítico e integral del conjunto de elementos de convicción reunidos y
definitivamente introducidos en el proceso con la actividad práctica anteriormente cumplida; análisis que
persigue la obtención, como resultado, de un juicio final de certeza o probabilidad con respecto al
fundamento práctico de las pretensiones hechas valer.

La valoración consiste en un análisis lógico, técnico y jurídico de los elementos de convicción que significa
una tarea intelectual que realizan las partes y el juez. La valoración de la prueba es efectuada por las partes
en la etapa discusoria (a través de sus alegatos); en tanto que el juez o tribunal lo hará en la etapa decisoria.
En esta oportunidad la partes realizaran el análisis de los elementos de prueba introducidos en el proceso
tratando de demostrar el éxito de sus probanzas, apreciándolas en su conjunto, elaborando informes en los
que verterán argumentaciones favorables al fundamento de sus respectivas pretensiones, con el propósito
de convencer al tribunal. El juez mantiene en esta secuencia un actitud pasiva.

La valoración por parte del tribunal se realiza en oportunidad de resolver; en este momento realiza una
tarea de selección de los elementos aportados en relación con lo que ha sido motivo de controversia por las
partes a fin de fijar definitivamente los hechos para luego aplicar el derecho. Fijados los hechos por el juez,
comienza una tarea de selección de los elementos probatorios, así cada prueba es susceptible de una
valoración individual.

El proceso de valoración de la prueba no es único sino que por el contrario varía según sea el caso de que se
trate. Ciertos medios de prueba tienen carácter de directos por cuanto suponen un contacto inmediato del
magistrado con directos por cuanto suponen un contacto inmediato del magistrado con los motivos de
prueba y que otros, a falta de contacto directo, acuden a una especie de reconstrucción o representación de
los motivos de prueba; y que otros, a falta de comprobación directa o representación se apoyan en un
sistema lógico de deducciones e inducciones.

Es claro que el razonamiento del juez tiene que contar con el apoyo de las disposiciones legales
correspondientes, sean éstas de carácter sustancial o procesal. Fijados y acreditados los hechos de la causa,
la última tarea del tribunal será la subsunción de éstos dentro de las normas positivas vigentes.

Verdad formal, verdad material, verdad jurídica objetiva

Verdad material es aquella que se configura cuando existe una coincidencia total entre lo afirmado –
manifestado – probado – valorado – sentenciado con la realidad de los hechos.

?Que presupone el concepto de verdad material? Que los hechos pueden ser reconstruidos a posteriori de
manera exacta y fidedigna, sin distinción ni diferencia con lo acontecido en su respectivo tiempo.

?Que problemas desliza este criterio de verdad?

- ?Es posible para una persona alcanzar a conocer la “verdad material” o realidad de los hechos, a posteriori
de su acaecimiento y sin haber estado presente al momento en que ocurrieron? Entendamos como se
desarrolla el proceso, hay dos partes las cuales cada una relata el acontecimiento según sus posturas y
ofrecen la producción de medios de prueba para sostener sus relatos respectivamente, estos medios
ofrecidos y producidos pueden que no sean los suficientes como para tener un conocimiento suficiente de
las circunstancias fácticas, pero eso no excusa al juez de su deber de sentenciar. El juez, al momento de
sentenciar, debe sopesar cual postura que se adecua a derecho, pero tendrá medios de prueba que sirvan
tanto a un relato como al otro, en cierto punto de dicho análisis el juez deberá dejarse convencer por una u
otra postura. ?Se puede decir que de esta manera el juez a alcanzado la verdad material?

- La verdad material puede presentarse como excusa para que, en el ámbito del proceso (mas propio en el
proceso penal) el juez se incline por optar cualquiera sea el medio de prueba que le permita alcanzarla,
produciéndolo de la manera que mas le convenga, desconociendo el derecho de control a la contraparte en
razón de tratarse de un medio que proveerá a la verdad. Da pie a un proceso netamente inquisitivo y propio
del autoritarismo.
“En primer lugar, la verdad absoluta es un tipo de verdad ajena al mundo de las cosas humanas; no es
asequible, lo que la hace intrascendente para el derecho, porque la verdad humana –aquella que es buscada
y pronunciada por el ser humano– es y será siempre relativa,aunque no dejará nunca de existir en el ser
humano la pretensión de alcanzarla con el mayor grado de objetividad posible, de tal manera que se
minimicen los efectos derivados de la subjetividad o de las limitaciones humanas.”

Verdad formal es aquella que se configura cuando se determinan los hechos del caso a partir de los medios
de prueba ofrecidos e introducidos regularmente por las partes. No se busca la coincidencia, sino que los
hechos son determinados en base a los elementos de prueba obrantes.

?Que problemas desliza este criterio de verdad?

- Abstracción del proceso respecto de las circunstancias fácticas de la realidad.

- La forma protagoniza el proceso, la determinación de los hechos se deja librada a sus circunstancias.

- Puede presentarse circunstancias en que, por ejemplo, una prueba de importancia tal para la solución del
pleito a favor de una u otra parte, no se haya ofrecido en tiempo y forma, o que la persona a la que le
correspondía producirla haya caído en negligencia y por lo tanto no se introduzca el elemento al proceso. El
juez en tal caso determinará los hechos y sentenciará sin tener en cuenta el dato que le podría haber
proporcionado mencionado medio de prueba.

Verdad Jurídica Objetiva

Es un principio reconocido y esencial a nuestro orden jurídico que no puede tenerse por válida la
aplicación mecánica de los principios procesales cuando de ello se sigue un daño a la justicia o
conduce a situaciones burdamente discordantes con la verdad objetiva, siendo que el “norte” del
debido proceso resulta el establecimiento de dicha verdad objetiva. Ello, a fin de no caer en situaciones de
“frustración ritual de la aplicación del derecho”, ya que “la renuncia consciente a la verdad es
incompatible con el servicio de justicia”.

Es por ello que el ejercicio de la función judicial no puede resignar la búsqueda de la justicia, pues su
pérdida es caer en una pura estructuralidad del proceso, en la que la única preocupación y ocupación reside
en haberse cumplido con una secuencia de formas externas.

En cambio de ello, en el desarrollo procesal se debe “acordar primacía a la verdad jurídica objetiva e
impedir su ocultamiento ritual, como exigencia del adecuado servicio de la justicia, que garantiza el
artículo 18 de la Constitución Nacional”, siendo dicha verdad objetiva aquellos “hechos concretos,
evidentes e indiscutibles”.

La verdad jurídica objetiva es una doctrina establecida por la CSJN, a grandes rasgos, no desconoce la verdad
formal como tal en cuanto que ella es una consecuencia propia del Estado de derecho, pero pone como
principio – guía - meta a la verdad objetiva, de manera tal que se salvaguarde la finalidad del proceso al
poner un límite al rigorismo formal infundado.

El proceso no puede ser conducido mecánicamente, puesto que de esa manera, se logra ocultar la obtención
de la verdad jurídica objetiva. Renunciar a la verdad jurídica objetiva resultará incompatible con el adecuado
servicio de la justicia que garantiza la defensa en juicio consagrada en el artículo 18 de la Constitución
Nacional (CS, fallos, Dig. XIV, nº15,p.732).
El ocultar aquella verdad jurídica objetiva ( referido aquella relacionada con los datos reales) por exceso
ritual lleva al proceso a la frustración del Derecho para su aplicación, porque no se logra adecuar la
finalidad para la que se han establecido . Esa irregularidad lo ha destacado reiteradamente la jurisprudencia,
porque causa un daño a los administradores de justicia como también a los propios justiciables debido al
ejercicio antifuncional de la jurisdicción y que constituyen base esencial de la certeza en el juicio que el fallo
contiene.

En definitiva, no se trata de un nuevo concepto de verdad, sino de un nuevo enfoque y forma de abordar la
tarea judicial en lo que a ello respecta.

Sistemas de valoración de la prueba

La doctrina distingue tres sistemas fundamentales de valoración: el de las pruebas legales (o prueba tasada),
el de la sana crítica racional y el de la libre convicción.

Pruebas legales: El sistema de las pruebas legales es aquel en el cual la ley fija reglas abstractas
preestablecidas que le señalan al juez la conclusión que forzosamente debe aceptar en presencia o por la
ausencia de determinados medios de prueba. El fundamento de este sistema valorativo está dado por una
construcción artificial y técnica adjudicada por la ley; el legislador impone al juez moldes de elaboración
prefabricados para integrar criterios de certeza atendiendo a la seguridad jurídica. Entre nosotros se impone
el sistema de las pruebas legales, referido al valor de los instrumentos públicos, a la forma de acreditar el
nacimiento, la defunción o el cambio de estado de las personas y también a la fuerza probatoria que tiene la
confesión expresa, etcétera. señalamos que el sistema de pruebas legales pone un límite a las facultades del
juez en la búsqueda de la verdad.

Sistema de la sana crítica racional: Los principios de la sana crítica se traducen en reglas del correcto
entendimiento humano. Así, el juez utilizará para la valoración de la prueba las reglas del pensamiento
humano (reglas de la lógica) y las combinará necesariamente con las reglas de la experiencia

Las reglas de la lógica son permanentes y únicas; siempre son las mismas, porque la lógica supone
estructuras vacías que valen para todos los contenidos. Estos postulados funcionan a priori e
independientemente de la experiencia y se presentan en el raciocinio como necesarias, evidentes e
indiscutibles . Las reglas de la lógica nos brindan los instrumentos (métodos y principios) para distinguir el
buen -correcto- razonamiento del malo (incorrecto) Los principios de la lógica clásica son: el principio de
identidad, el de no contradicción, de razón suficiente y del tercero excluido.

Identidad: Se presenta cuando en un juicio el concepto sujeto es idéntico, total o parcialmente, al concepto
predicado; entonces el juicio se considera necesariamente verdadero. El hecho predicado en la norma es
igual al hecho acreditado

Contradicción: Postula que dos juicios opuestos entre sí, en una posición contradictoria no pueden ser
ambos verdaderos.

Tercero excluido: El tercero excluido enseña que dos juicios opuestos entre sí contradictoriamente no pueden
ambos ser falsos, por lo tanto uno es verdadero y no hay posibilidad de otro juicio distinto
Razón suficiente: Demuestra que todo juicio para ser realmente verdadero necesita una razón suficiente que
justifique lo que en el juicio se afirma o niega con pretensión de verdad. La suficiencia de la razón supone,
además, observar las leyes de la psicología y las normas de la experiencia común.

La sentencia está formada por una serie elaborada de argumentos, razonamientos y decisiones que
culminan en la conclusión final que constituye el dispositivo en el cual se expresa el concreto mandato
jurisdiccional, para ello, como dijimos, el juez utilizará las reglas de la sana crítica racional para luego aplicar
el derecho.

Sistema de libre convicción: Este criterio de valoración tiene sentido histórico y escasa vigencia; sin
embargo, es el que utilizan los jueces de paz legos o no letrados. La libre convicción importa que el juez no
debe imperativamente basarse en las pruebas aportadas, ni en los medios de información que pueden ser
fiscalizados por las partes; hasta podría el juzgador utilizar conocimientos de su saber privado. Se trata de un
criterio de conciencia, propio de los jueces legos, basta en estos casos con que el magistrado afirme que
tiene la convicción moral que los hechos han ocurrido de tal manera sin necesidad de desarrollar
lógicamente las razones que le conducen a la conclusión establecida.

Carga de la prueba: ¿A quién corresponde probar los hechos generadores de las pretensiones deducidas?

La carga de la prueba en sentido estrictamente procesal es la conducta impuesta a uno o ambos litigantes
para que acrediten la verdad de los hechos enunciados por ellos . La teoría de la carga de la prueba se
ocupa de establecer reglas para distribución entre las partes de un proceso. No existe una regla única para
atribuir la para atribuir la carga de la prueba ni un principio general y absoluto que permita resolver todas
las cuestiones que se presentan vinculadas al esfuerzo probatorio. (Cada código procesal establece su
articulado respecto de la carga de la prueba).

A cada una de las partes le corresponde producir las pruebas de sus respectivas afirmaciones
pero esta regla no resulta suficiente por sí sola y ante ciertas situaciones es necesario acudir a otras
complementarias. Es a cargo de quien lo alegue la prueba de la existencia del hecho en que se funde el
derecho cuyo reconocimiento se pretende o que impida su constitución o modifique o extinga un derecho
existente. Cada parte deberá probar los presupuestos de hecho contenidos en la norma cuya aplicación
solicita o que se invoca como fundamento de su pretensión estimatoria o desestimatoria.
Cabe señalar que en caso de que existan elementos probatorios suficientes no será relevante para el juez
determinar quién los aportó; en cambio ante la falencia en el aporte de pruebas, el juez sí deberá
determinar quien ha sido negligente pues su actitud omisiva le producirá consecuencias adversas.

El tema de la carga de la prueba se presenta en diferentes momentos y con un doble enfoque. En primer
lugar funciona como una regla de conducta a priori para las partes, quienes tienen la carga de aportar las
pruebas en que basan sus pretensiones. En cambio, para el juez la carga de la prueba se plantea a posteriori;
es decir el órgano jurisdiccional analizará a quién correspondía probar recién al momento de dictar
sentencia y sólo ante ausencia o insuficiencia de prueba.

Por su parte, las leyes de fondo establecen lo que se ha denominado inversión de la carga probatoria, esto
significa que atendiendo a particularidades descriptas en una norma legal, se adjudican determinadas
consecuencias jurídicas si se acredita el hecho que es su antecedente. Ello ocurre siempre que en la ley se
establece una presunción iuris tantum, que consiste en dar por existente o inexistente un hecho si concurre
con otro antecedente. La inversión de la carga de la prueba encuentra su fundamento en presunciones
legales consagradas a priori que imponen a la parte contraria y no a quien afirma el hecho (constitutivo,
impeditivo, modificativo o extintivo) el realizar el esfuerzo de arrimar prueba al proceso.

Teoría de las cargas probatorias dinámicas:

Presenta planteos diferenciados de la formulación clásica. Estas innovaciones apuntan a obtener un


pronunciamiento justo, equitativo y razonable dadas ciertas circunstancias.

El derecho procesal clásico, como se ha expresado, elaboró reglas que especificaron a quien le correspondía
el onus prodandi. Esta nueva formulación es conocida como "la teoría de cargas probatorias dinámicas" que
se basa en una visión solidarista de la carga de la prueba.

La praxis ilustra que existen controversias en las que hay disparidades en lo que se refiere a la posibilidad de
las partes para acercar el elemento en lo que se refiere a la posibilidad de las partes para acercar el
elemento probatorio; se traduce en dificultades para uno de los contendientes, correlativamente, se
advierte la facilidad para proporcionarla a quien no le correspondía. Ello ocurre, o por especiales
conocimientos de las circunstancias del hecho, o por razones de habitualidad, o por el menor costo en la
tarea de aportar la prueba. Atento a estas circunstancias se impone un desplazamiento de la carga de la
prueba en cabeza del sujeto que conforme las reglas tradicionales no le correspondía probar. Asi en estas
cuestiones sucede que aunque regularmente quien debería realizar el esfuerzo probatorio sería el actor, se
ha entendido que debe hacerlo el demandado porque se encuentra en mejores condiciones para ello.

Carga de la prueba en las distintas ramas del derecho:

Proceso Civil:

CPCCFyVF ARTÍCULO 379. Carga de la prueba. Incumbe la carga de la prueba a la parte que afirmala
existencia de un hecho controvertido o de un precepto jurídico que el Juez o el Tribunal no tiene el deber de
conocer.

Cada una de las partes debe probar el presupuesto de hecho de la norma o normas que invoca como
fundamento de su pretensión, defensa o excepción.

Si la ley extranjera invocada por alguna de las partes no es probada, el Juez puede investigar su
existencia, y aplicarla a la relación jurídica materia del litigio.

A los fines de la aplicación de lo dispuesto en los párrafos anteriores, el Juez debe tener en cuenta la
disponibilidad probatoria que corresponde a cada parte del litigio, teniendo en cuenta el deber de
colaboración en la búsqueda de la verdad objetiva que les resulta inherente.

Código Procesal Civil y Comercial de la Nación. Art. 377. - Incumbirá la carga de la prueba a la parte que
afirme la existencia de un hecho controvertido o de un precepto jurídico que el juez o el tribunal no tenga el
deber de conocer.
Cada una de las partes deberá probar el presupuesto de hecho de la norma o normas que invocare como
fundamento de su pretensión, defensa o excepción.
Si la ley extranjera invocada por alguna de las partes no hubiere sido probada, el juez podrá investigar su
existencia, y aplicarla a la relación jurídica materia del litigio.

El principio dispositivo dispone que son las partes quienes cargan con el interés de la acreditación de sus
posturas y relatos. El juez será árbitro del proceso y espectador de las pruebas que le han acercado, cuando
dichos elementos no sean suficientes para dar cuenta de los hechos, recurrirá a la regla de la carga de la
prueba que establezca el código de rito que se aplica a efectos de imputar la omisión probatoria a la parte
que le correspondía la acreditación.

Proceso Laboral:

CPL de Misiones. ARTÍCULO 96.Carga de la prueba. Incumbe la carga de la prueba a la parte que afirmala
existencia de un hecho controvertido o de un precepto jurídico que el Juez o Tribunal no tiene el deber de
conocer. Cada una de las partes debe probar el presupuesto de hecho de la norma o normas que invoca como
fundamento de su pretensión, defensa o excepción. Si la Ley extranjera invocada por alguna delas partes no
es probada, el Juez puede investigar su existencia, y aplicarla a la relación jurídica materia del litigio.

ARTÍCULO 97. Carga probatoria dinámica. A los fines de la aplicación de lo dispuesto en el Artículo 96,
el Juez debe tener en cuenta la disponibilidad probatoria que corresponda a cada parte del litigio, teniendo
en cuenta el deber de colaboración en la búsqueda de la verdad objetiva que les resulte inherente.

ARTÍCULO 98. Inversión de la carga de la prueba. En los juicios donde se controvierten el monto o el
cobro de las remuneraciones, la prueba contraria a la reclamación corresponde a la parte patronal.

En el derecho laboral de fondo rigen principios protectorios respecto de la parte débil de la relación laboral,
el trabajador. Este principio sustancial tiene claras connotaciones en lo que respecta al proceso y
específicamente en lo que refiere a la carga de la prueba.

Si bien el principio de la carga es similar al de los procesos de tipo dispositivo, son numerosas las reglas que
refieren a la inversión de la carga probatoria a favor del trabajador y en contra de la patronal. Esto responde
a la circunstancia, como hemos dicho, de la situación de debilidad del trabajador en la relación laboral.

LCT. Art. 9° — El principio de la norma más favorable para el trabajador. En caso de duda sobre la aplicación
de normas legales o convencionales prevalecerá la más favorable al trabajador, considerándose la norma o
conjuntos de normas que rija cada una de las instituciones del derecho del trabajo.

Si la duda recayese en la interpretación o alcance de la ley, o en apreciación de la prueba en los casos


concretos, los jueces o encargados de aplicarla se decidirán en el sentido más favorable al trabajador.

“In dubio pro operario”, es un principio sustancial que en este caso tiene una expresa connotación procesal.

También debemos tener en cuenta que, dentro del ámbito del proceso laboral, se aplican de manera mas
extensa las cargas dinámicas de la prueba. Entendamos el contexto de fondo, en la relación laboral es la
patronal quien tiene 1) deber legal, 2) capacidad técnica, 3) aptitud económica para llevar los libros donde se
asientan los registros respectivos datos que refieren al trabajador, su jornada, su categoria, aportes, etc.

Proceso de familia:
En la materia que aquí refiere, la actividad probatoria no se deja librada en su totalidad a las partes, en tanto
y en cuanto estamos hablando de cuestiones que refieren en parte al interés público. En los procesos de
familia, gran parte de las cuestiones que se ventilan son extremos de comprobación necesaria, es decir, que
no la causa no puede ser resuelta sin que se hayan incorporado los elementos de prueba específicos que lo
acrediten. Ej: Divorcio exige la presentación de acta de matrimonio certificada, procesos referentes a
alimentos – tenencia – comunicación y contacto exigen las correspondientes partidas de nacimiento
certificadas, proceso de filiación exige se arbitren los medios para llevar a cabo la prueba de ADN, procesos
que refieran a tenencia y en los casos en que el menor supere los 12 años se debe llevar a cabo una
audiencia personal de este con el juez de la causa, entre otros.

El juez mantiene ciertas facultades instructorias en lo que respecta a los puntos cuya comprobación no
puede ser omitida, sin embargo dichas facultades no excluyen necesariamente que, al momento de
sentenciar, en caso de que faltasen datos o se configurase una omisión probatoria, se aplique la
correspondiente norma que refiera a la carga de la prueba. Ej: En el proceso de divorcio, la parte que exige
compensación económica a causa de la disolución del vínculo debe probar la situación de desequilibrio
económico que le haya significado. En la liquidación de los bienes conyugales, la parte que alega que un bien
es de carácter propio y no ganancial debe acreditar tal extremo. Etc.

Proceso penal:

Dependiendo del tipo de sistema que se adopte, la prueba estará a cargo de:

Sistema inquisitivo: Juez de Instrucción.

Sistema acusatorio: Ministerio Público Fiscal.

Misiones: Sistema mixto, tenemos Juez de instrucción encargado de la investigación, pero es el Ministerio
Publico Fiscal el que insta el inicio de la investigación y oportunamente su elevación a juicio.

En este tipo de procesos, la carga de la prueba recae originalmente en la parte que imputa/acusa, en razón
del principio constitucional “in dubio pro reo”. Si existe duda razonable respecto de la existencia, tipicidad,
antijuridicidad, culpabilidad, autoría de un delito, SE DEBE FALLAR a favor del sobreseimiento del imputado.

Por parte del imputado, su actividad probatoria estaría encaminada a ratificar y asegurar su inocencia, así
como también desacreditar la imputación y las constancias de las que esta se valga.

Medios de prueba en particular

Prueba de confesión: Es entendida como la declaración que hace una de las partes sobre la verdad de los
hechos afirmados por la contraria. La confesión es la declaración de voluntad y de ciencia efectuada por una
de las partes en juicio, respecto de la verdad de hechos pasados, que sean de su actuación personal,
desfavorables para el confesante, beneficiosos para la contraria y susceptibles de producir consecuencias
jurídicas.

Prueba documental: Esta prueba en sentido lato comprende el estudio de los documentos o de todo otro
objeto susceptible de representar una manifestación del pensamiento, con prescindencia del modo que esa
representación aparezca exteriorizada.
En este medio de prueba debe distinguirse el documento en sentido amplío del instrumento. Documento en
sentido lato es todo elemento externo capaz de dar señales de algo sucedido con anterioridad. En tal
sentido, se consideran tales los planos, mojones, señales, etcétera. Los instrumentos, en cambio, son una
especies de documentos en sentido amplio y se caracterizan por ser literales y escritos; pueden ser públicos
o privados, según sea el sujeto de quien emanen.

La verificacion de un documento consiste en la actividad desarrollada a fin de comprobar la genuinidad de


aquél en orden a la realidad de su autoría y a la posible alteración de las declaraciones que contiene. La
confrontación de los documentos se realiza mediante cotejo a cargo de un perito quien se expedirá sobre su
autenticidad.

Prueba testimonial: Consiste en la declaración representativa que una persona, que no es parte en el proceso
en que se aduce, hace ante un juez con fines procesales, sobre lo que sabe respecto de un hecho de
cualquier naturaleza. El testimonio es un acto procesal mediante el cual una persona informa a un juez sobre
lo que sabe acerca de ciertos hechos.

Prueba pericial: Es un medio de prueba que se concreta por medio de una actividad procesal desarrollada, en
virtud de encargo judicial, por personas distintas de las partes del juicio, especialmente calificadas sus
conocimientos técnicos, artísticos o científicos, mediante la cual suministran al juez argumentos o razones
para la formación de su convencimiento respecto de ciertos hechos cuya percepción o cuyo entendimiento
escapa a las aptitudes del común de las gentes.

A través de este medio de prueba puede obtenerse un conocimiento adecuado de los hechos, cuando éstos
tienen connotaciones especiales. El perito es una persona calificada especialmente por su experiencia o
conocimiento técnicos o científicos, en relación con hechos también especiales, que exigen esa capacidad
particular para su adecuada percepción y para la correcta verificación de sus relaciones con otros hechos, de
sus causas o efectos o simplemente para su apreciación o interpretación.

Prueba informativa: Es el medio de prueba por el que se incorporan al proceso datos concretos acerca de
actos o hechos resultantes de la documentación obrante en archivos o registros contables de terceros, a
condición de que tales datos no provengan del conocimiento personal del informante.

Prueba de inspección o reconocimiento judicial: Consiste en la diligencia procesal practicada por un


funcionario del tribunal para obtener argumentos de prueba para la formación de su convicción, mediante el
examen y la observación con sus propios sentidos, de hechos ocurridos durante la diligencia o antes, pero
que subsisten, en base a rastros o huellas de hechos pasados, y en ocasiones de su reconstrucción.

Pruebas mixtas, combinadas o complementarias: Ubicamos en esta categoría diversos medios de prueba
como el reconocimiento de personas y de cosas, los careos y también otros medios que genéricamente
denominamos como innominados. Se las conoce como mixtas porque mediante la incorporación de nuevos
datos al proceso integran un acto probatorio cumplido con anterioridad o se llevan a cabo mediante la
confrontación del resultado obtenido a raíz de la intervención de varios o diferentes órganos de prueba.

El reconocimiento de personas es un medio de prueba por el cual e intenta reconocer la identidad de una
personas (identificarla) mediante la intervención de otra que al verla entre varias afirma (o niega) conocerla o
haberla vista en determinada circunstancia.
Por su parte el reconocimiento de cosas es el acto mediante el cual, a fin de identificar una cosa relacionada
con el delito investigado, ésta te es exhibida a una persona, sea como único objeto o juntamente con otras
semejantes para que afirme o niegue haberla visto con anterioridad, y en determinadas circunstancias.

El careo es un enfrentamiento directo e inmediata (cara a cara) entre personas que han prestado
declaraciones contradictorias sobre un hecho relevante del proceso tendiente a descubrir cuál de ellas puede
respetar la verdad. Se trata de una medida que es considerada más como una técnica que como un medio de
prueba, sin embargo a través de su realización se incorpora otro dato susceptible de valoración.

SUB EJE TEMATICO 6:

ALEGATO:

El alegato consiste en una exposición escrita u oral que se limita al análisis de la prueba aportada a la causa.

Se trata de una tarea intelectual, en la que cada parte se expide con argumentos favorables a sus respectivas
pretensiones. Se persigue con ello, convencer al tribunal de una determinada posición, y obtener de esa
manera una decisión que satisfaga sus intereses.

Consiste en el análisis crítico integral del conjunto de elementos de convicción reunidos y definitivamente
introducidos con la actividad práctica anteriormente cumplida; análisis que persigue la obtención, como
resultado, de un juicio final de certeza o de probabilidad con respecto al fundamento práctico de las
pretensiones hechas valer.

El contenido del alegato es el análisis de los elementos de convicción introducidos al proceso, frente a la
prueba recibida, cada parte se preocupa en demostrar el éxito de su pretensión como consecuencia del
favorable resultado probatorio y la deficiencia o ineficacia de los elementos que puedan perjudicar ese
éxito.

SENTENCIA:

El proceso judicial en su consideración externa y teleológica es la actividad compleja, progresiva y continua


que se realiza mediante actos concatenados entre sí, cumplidos por órganos públicos predispuestos y por
particulares que intervienen voluntaria o coactivamente, para la actuación concreta del derecho sustantivo
con respecto a los hechos de la causa.

El proceso se cumple a través de distintas etapas: La primera de ellas, la fase de introducción; la segunda.es
la etapa probatoria; la tercera es la discusoria; y la última, es la etapa decisoria en la que el tribunal emite el
acto jurisdiccional denominado sentencia.

La sentencia es dictada como acto culminatorio del proceso, pero ello no importa desconocer que el tribunal
dicte otras resoluciones judiciales con anterioridad a la sentencia. En efecto, desde la primera etapa se
pueden suscitar controversias acerca de si debe o no cumplirse un determinado acto y, en tal caso, ésta debe
decidirse por el tribunal. De allí entonces, la actividad decisoria del órgano jurisdiccional puede tener lugar
en cualquier etapa del proceso, respecto a aspectos que no se refieren al fondo de la cuestión, y tal actividad
se cumple mediante el dictado de decretos y autos.

Concepto:

La palabra sentencia proviene de la voz latina sentiendo, que equivale en castellano a sintiendo; es decir,
juzgando, opinando, porque el juez declara u opina con arreglo a los autos.

La sentencia es un acto jurídico procesal, mediante el cual el órgano jurisdiccional decide los puntos
sometidos a su consideración.

Acepción amplia de sentencia: Toda actividad mediante la cual el juez resuelve las peticiones de las partes o
dispone cautelas procesales.

Acepción restringida: La actividad del juez cuando –de acuerdo al contenido de la decisión- resuelve una
cuestión incidental planteada durante la tramitación del proceso (sentencia interlocutoria) o resuelve el
litigio presentado a su conocimiento, poniéndole fin (sentencia definitiva).

Sentencia en sentido propio o estricto es la resolución jurisdiccional que pone fin al proceso de
conocimiento normalmente desarrollado, decidiendo sobre el fundamento de las pretensiones hechas valer
por las partes, sin perjuicio del tratamiento de cuestiones previas que no pudieron ser resueltas como
artículos de especial pronunciamiento.

El acto revista ciertos caracteres: 1) Debe ser dictada por un juez cuya jurisdicción emane de la ley; por eso
las resoluciones de los arbitros no se llaman sentencias, sino laudos; 2) Debe referirse a un caso concreto
controvertido; 3) La controversia debe ser judicial;

La sentencia es el acto por el cual el Estado resuelve con carácter definitivo una controversia entre partes.
Para ello, está investido de cosa juzgada y fuerza ejecutoria. Cosa juzgada porque la cuestión decidida no
puede ser discutida nuevamente a través de otro juicio. Fuerza ejecutoria, se da a los fines de poder lograr el
cumplimiento de la sentencia.

Por medio de la sentencia, la voluntad abstracta de la ley se hace real y operante en concreto. El juez es la
voz del Estado, que dice la justicia en el caso en particular. La sentencia es el juicio y como tal, un acto de
inteligencia y voluntad.

Naturaleza jurídica:

Distintas corrientes al respecto

La doctrina clásica, consideraba a la sentencia como única forma de actuación de la ley.

Desde una concepción tradicional y teniendo en cuenta la estructura de la sentencia, se consideró que ésta
constituía un silogismo, cuya premisa mayor está dada por la norma abstracta, la menor por el caso
concreto y la conclusión por la parte dispositiva. El juicio lógico se realiza a través de la subsunción de un
hecho concreto en la norma abstracta, teniendo así lugar el enlace lógico.
Alsina determina que la naturaleza jurídica de la sentencia es la convicción formada en la mente del juez por
la comparación entre la pretensión de la parte y la norma jurídica o derecho objetivo.

Claría Olmedo: la sentencia es un acto por el cual el órgano jurisdiccional declara una voluntad de ley
(voluntad jurídica del Estado) conforme el juzgador la considera aplicable, fundándose en consideraciones de
hecho y de derecho como camino intelectual de naturaleza compleja que le permite determinarse frente a
las cuestiones planteadas en el proceso.

Formalidades:

La sentencia en cuanto acto procesal conclusivo que se materializa en un instrumento público, debe respetar
las formas establecidas por la ley, a fin de dar al justiciable seguridad jurídica. Tales formalidades pueden
reunirse en dos grupos, según sean: extrínsecas e intrínsecas.

Formalidades extrínsecas:

Estas formalidades regulan el cómo, dónde y cuándo debe realizar el juez el acto sentencial, la verificación
de dichos recaudos condiciona la eficacia del acto. La ineficacia es la consecuencia, consiste en la falta de
aptitud del acto para poder generar efectos jurídicos, en este caso sería la pérdida de validez como norma
jurídica que resuelva el litigio acerca del cual recae.

Por un lado tenemos las formalidades extrínsecas de carácter externo: Son aquellos que refieren a la
legitimidad constitucional y legal del acto.

- ¿Quién debe sentenciar? El juez natural de la causa.

- ¿Qué debe resolver en al sentenciar? La cuestión litigiosa.

- ¿Cuándo debe emitir la sentencia? Debe ser dictada dentro del plazo legal contado desde la fecha en que
las partes consienten el llamamiento de autos para sentencia.

Por otro lado tenemos las formalidades extrínsecas de carácter interno: Son aquellas que refieren al
documento donde se hace constar la sentencia.

- Fecha: La sentencia debe ser dictada consignando la fecha, es decir, día, mes y año, Debe ser completa,
clara y exacta. Debe corresponderse con el día en que se firmó la sentencia. Esta forma es útil a los fines de
precisar si ha sido pronunciada en día y hora hábil

- Idioma: La redacción de la sentencia debe ser realizada en idioma nacional.

- Escritura: La sentencia debe dictarse en doble ejemplar incorporándose uno al protocolo del tribunal y el
otro al expediente.

- Firma: El juez o miembros del tribunal deberán suscribir las sentencias

Formalidades intrínsecas:

Estas formalidades son las que refieren a la utilidad (no eficacia) de la sentencia como norma jurídica
individual para terminar el litigio con legitimidad y justicia.
¿Cuál es la cuestión fáctica que debe considerar?

¿Cuáles elementos de prueba debe considerar?

¿Cómo debe subsumir la cuestión de hecho determinada –thema decidendum- en la norma general y
abstracta?

¿Cuál debe ser la consecuencia de la subsunción, en orden a las pretensiones introducidas?

El incumplimiento de estas formalidades acarrea la consecuencia de que la supuesta sentencia no pueda ser
tenida como un acto de jurisdicción. El juez incumplidor incurre en vicio de arbitrariedad.

La sentencia conforma una unidad lógico jurídico conforme a la cual se encuentran integrados su parte
dispositiva con los fundamentos que la sustentan. Sus formalidades intrínsecas se exponen de la siguiente
manera:

- Vistos: En este segmento, de la sentencia, se consigna, en primer lugar la carátula del expediente. En
segundo lugar, debe contener la individualización de las partes intervinientes, la pretensión y la oposición y
los trámites cumplidos durante el desarrollo del proceso.

En relación a las partes, es importante que queden precisamente indicadas, ello reviste importancia para
establecer los eventuales alcances de la cosa juzgada en su faceta subjetiva. A continuación, esta parte debe
contener una descripción o relato de la actividad desarrollada durante el proceso conforme a las constancias
de la causa. Se trata de un desarrollo meramente descriptivo relativo a la pretensión del actor, a los hechos y
derecho en que se funda; como así también, en su caso, a la defensa esgrimida por el accionado. Esta
relación de causa es esencial para que a través de ésta pueda conocerse qué pretensiones se esgrimen en el
proceso. Se debe mencionar la prueba incorporada a la causa, como así también una referencia a la
producción de los alegatos.

En definitiva, los vistos debe contener: a) Determinación de las partes intervinientes. b) Hechos alegados
por las partes en sus escritos respectivos. c) Objeto de la demanda. d) Causa de la demanda. e) Enunciación
de los trámites sustanciales cumplidos en él expediente.

Los requisitos mencionados, como se dijo, no son un capricho del legislador, por el contrario, ellos son
necesarios a los fines de poder determinar los eventuales alcances de la cosa juzgada.

- Considerandos: Esta parte constituye la esencia de la decisión, pues en ella el juez debe exponer los
motivos que lo determinan a adoptar una solución para resolver la causa. Aquí el juez efectúa la valoración
de la prueba incorporada al proceso a fin de determinar la plataforma fáctica que luego subsumirá en la
norma jurídica que considere aplicable al caso.

Esta parte de la sentencia debe contener una explicación de los motivos por los que el juez entiende que los
hechos han quedado fijados de una manera determinada, y que a éstos se les aplica una norma jurídica y no
otra. El juez debe exponer los motivos o fundamentos que lo determinan a adoptar una u otra solución para
resolver la causa.

La motivación de la sentencia constituye un elemento intelectual, de contenido crítico, valorativo y lógico,


que consiste en el conjunto de razonamientos de hecho y de derecho en que el juez apoya su decisión. La
fundamentación de la sentencia es la justificación de la parte dispositiva, a través de la cual el juez trata de
demostrar que la decisión del caso se ajusta a derecho. Fundar es justificar, es apoyar una cosa con motivo y
razones eficaces. La fundamentación aparecerá estructurada como una concatenación de puntos decisivos,
justificados todos y cada uno de ellos con argumentos de forma lógica, que presentan la decisión final de la
sentencia como el resultado de un razonamiento ordenado tendiente a demostrar su validez.

La sentencia debe estar motivada, a efecto de:

1) Asegurar la publicidad de la conducta de los jueces y el control popular sobre el desempeño de sus
funciones, esencial en un régimen republicano.

2) Conocer los interesados, las razones que justifican el fallo y decidir su aceptación o su impugnación.

3) Facilitar la labor del tribunal ante un eventual recurso que deba conocer la motivación los principales
elementos para ejercer su control.

4) La jurisprudencia.

Ahora bien, para que la fundamentación sea válida, es indispensable que sea:

a) Expresa: El juez tiene el deber de consignar las razones que lo deciden, expresando sus propios
argumentos con relación al caso juzgado.

b) Clara: El pensamiento del juzgador debe ser aprehensible comprensible y examinable y no dejar lugar a
dudas sobre las ideas que expresa. Para ello, debe utilizar un lenguaje llano.

c) Completa: Debe abarcar los hechos y el derecho.

Respecto de los hechos, el juez, en primer lugar, fija los hechos, dando las razones que llevan a una
conclusión afirmativa o negativa sobre la existencia de esos hechos de la vida a la cual las partes le han
atribuido relevancia jurídica. Para ello, confronta los hechos con la prueba. Emplea las pruebas incorporadas
al proceso, mencionándolas y sometiéndolas a valoración crítica. El juez analiza sólo los hechos alegados por
las partes, y sólo la prueba rendida en autos. La descripción fáctica es el presupuesto de la aplicación de la
ley. Luego el juez determina la norma aplicable.

Establecidos los hechos, el juez procede a valorar su significación jurídica. Aplica al caso concreto la
voluntad abstracta del legislador. Se procede a lo que se denomina la subsunción, esto es, una operación que
consiste en un enlace lógico de una situación particular, específica, con la previsión abstracta genérica e
hipotética, contenida en la ley. Establecidos los hechos, el juez procede a valorar su significación jurídica,
determina la norma que rige la cuestión en litigio, Y resuelve sobre la procedencia o improcedencia de la
acción deducida.

La sentencia deberá fundarse en el texto expreso de la ley, y a falta de éste en los principios jurídicos de la
legislación vigente en la materia respectiva, y en defecto de éstos, en los principios generales del derecho,
teniendo en consideración las circunstancias del caso. El juez debe justificar en el texto de la ley la
conclusión jurídica. Se deben mencionar los artículos de la ley que se aplica y que justifica la decisión.

d) Legítima: Debe estar basada en pruebas legales y válidas.

e) Lógica: El juez debe observar en la sentencia las reglas del recto entendimiento humano que presiden la
elaboración racional de los pensamientos. Esta regla nos conduce al descubrimiento de la verdad por los
medios que aconsejan la recta razón y la lógica, vale decir, el criterio racional puesto en ejercicio, ya que en
la estructura esencial del fallo, deben respetarse tanto los principios fundamentales del ordenamiento
lógico, las leyes de la coherencia y la derivación; como las reglas empíricas de la experiencia, el sentido
común y la sicología; todos ellos considerados como instrumentos del intelecto humano que permiten la
aproximación a la certeza.

La sentencia debe contener la consideración por separado de las cuestiones que constituyen el objeto del
juicio más los fundamentos y la aplicación de la ley.

Esto incluye:

1) La reflexión selectiva y, por separado, sobre los hechos indicados en los vistos, ordenados por su
relevancia igual que la prueba.

2) La comprobación de los hechos por medio de la mentación de la prueba, a fin de determinar cuáles de los
(hechos) invocados por las partes serán tomados por válidos.

3) Aplicación del derecho al caso concreto.

La sentencia es una unidad lógica-jurídica cuya parte dispositiva es la conclusión necesaria del análisis de los
presupuestos fácticos y normativos efectuado en sus fundamentos, por cuya razón tanto aquella como éstos
deben ser tomados en cuenta para su interpretación.

Conclusión: el juez debe partir de los hechos estableciendo cuáles son conducentes, cuáles han sido
reconocidos y cuáles resultan probados mediante el conocimiento y la meritación de la prueba. En la
comprobación y muy especialmente, en la calificación de los hechos, no intervienen solamente deducciones
lógicas, sino también juicios de valor del propio juez. Luego de la fijación de los hechos, el sentenciante
aplica el derecho.

La descripción –determinación- fáctica es el presupuesto de la aplicación de la ley. Luego el juez determina la


norma que le es aplicable

- Resuelvo:

Es la decisión expresa, positiva y precisa, de conformidad con las pretensiones deducidas en el juicio,
calificadas según correspondiere por ley declarando el derecho de los litigantes y condenando o absolviendo
de la demanda y reconvención en su caso, en todo o en parte.

La ley exige una estricta correspondencia entre el contenido de la sentencia y las cuestiones oportunamente
planteadas por las partes, lo que supone, como es obvio, la adecuación del pronunciamiento a los
elementos de la pretensión deducida en el juicio (sujeto, objeto y causa).

Efectos jurídicos de la sentencia:

1) Mediante la sentencia, el juez crea una norma individual que constituye una nueva fuente reguladora de
la situación jurídica controvertida en el proceso, y que, como manifestación trascendente que es del
ejercicio de la función jurisdiccional, debe ser acatada por las partes y respetada por los terceros.
2) Un efecto natural es la obligatoriedad o imperatividad, pues si así no fuese, es obvio, que ella carecería de
objeto y de razón de ser.

3) Queda eliminada la incertidumbre sobre la existencia, eficacia, modalidad o interpretación de una


relación o estado jurídico si se trata de una sentencia meramente declarativa.

4) Queda integrada la correspondiente relación jurídica si se trata de una sentencia constitutiva.

5) Concluye la competencia del juez respecto a la cuestión planteada. Lo cual, no obsta a que pueda
interpretar su propia sentencia en cualquier tiempo, ejecutarla, ordenar medidas cautelares, etcétera.

Clasificación de la sentencia:

A)Según la naturaleza de la pretensión; B) según el éxito obtenido en juicio; C) según se admitan recursos o
no en contra de ellas; D) según la instancia en que se dicta, y E) según los efectos de la sentencia.

A)Sentencias de conocimiento y ejecución: Teniendo en cuenta la naturaleza de la pretensión esgrimida, el


objeto del proceso.

Las sentencias de conocimiento, a su vez comprenden tres tipos distintos de sentencia: declarativas,
constitutivas y de condena.

1. Sentencias declarativas: Son aquellas que eliminan la falta de certeza acerca de la existencia, eficacia,
modalidad o interpretación o estado jurídico.

2. Sentencias constitutivas: Esta categoría de sentencias crean un estado jurídico nuevo ya sea haciendo
cesar el existente, modificándolo o extinguiéndolo por otro. En otros términos cabe hablar de sentencia
constitutiva siempre que la ley condicione insustituiblemente a una declaración judicial la eliminación de la
incertidumbre respecto de la existencia, validez, etc., de una declaración o estado jurídico.

3. Sentencias de condena: Estas establecen el cumplimiento de una prestación, ya sea de dar, hacer o no
hacer.

Sentencias ejecutivas o de ejecución: Son las que establecen el cumplimiento de una condena o las que
ordenan la efectivización de un título ejecutivo que trae aparejada ejecución. Son propias del procedimiento
de ejecución de sentencia y de los juicios ejecutivos.

B) Estimatorias o desestimatorias: Esta segunda especie tiene en cuenta el resultado obtenido en el proceso
respecto a la pretensión principal. Es decir, que son estimatorias aquellas que satisfacen la pretensión del
actor y desestimatorias las que lo deniegan.

C)Firmes y no firmes: En esta división se hace hincapié en la admisión o no de interposición de recurso en


contra de la sentencia. Las sentencias firmes no los admiten y las no firmes pueden ser impugnadas.

D)Primera instancia y segunda o ulterior instancia: Esta clasificación toma en cuenta el grado jurisdiccional en
que se dictan, por cuanto los ordenamientos procesales rodean de distintos recaudos y solemnidades para
dicho acto, según sea la instancia en que se dicten.

E) Según los efectos de la sentencia: Pueden clasificarse en aquellas susceptibles de adquirir fuerza de cosa
juzgada formal o cosa juzgada material.
Principio de congruencia:

Es el principio normativo que delimita el contenido de las resoluciones judiciales que deben proferirse, de
acuerdo con el sentido y alcance de las peticiones formuladas por las partes (en lo civil, laboral) o de los
cargos o imputaciones penales formulados contra el imputado, sea de oficio o por instancia del ministerio
público o del denunciante o querellante en el proceso penal; mencionada delimitación se da el efecto de
que exista identidad jurídica entre lo resuelto y las pretensiones o imputaciones y excepciones o defensas
oportunamente aducidas, a menos que la ley otorgue facultades especiales para separarse de ellas. Al
momento de resolver, el judicante, debe pronunciarse sobre el thema decidendum, el cual se encuentra
conformado por la plataforma que surge de las pretensiones deducidas por las partes.

La congruencia se cumple en la medida en que la sentencia o resolución judicial se pronuncie en relación a lo


que ha sido objeto de pretensión y resistencia a esta. En otras palabras, sólo es congruente el fallo que se
expide de conformidad a la pretensión del actor y la defensa esgrimida por el demandado; o a la acusación si
se trata de un proceso penal.

La técnica legislativa tenida en cuenta para regular el principio de congruencia exige una rigurosa
conformidad entre la sentencia (definitiva o interlocutoria) y los sujetos, objeto y la causa que individualizan
a la pretensión y a la oposición o, en su caso, a la demanda incidental y a su contestación. Si se trata de un
proceso penal, de una estricta correspondencia entre la acusación y la sentencia.

El principio de congruencia se expresa como la necesaria identidad entre el hecho delictivo sobre el que se
dicta la sentencia, el contenido en la acusación (tanto en la originaria, como en su eventual ampliación), el
intimado al imputado al recibírsele declaración, y el expresado en la requisitoria fiscal de Instrucción (si
existiere). Entre ellos, debe existir una correlación fáctica esencial, en resguardo del derecho de defensa. El
aludido principio impedirá dar por válidamente incorporada en la acusación un hecho que no estaba
comprendido ni descrito en ella.

Fundamentos del instituto:

La observancia de la directriz bajo examen procura por un lado asegurar a las partes el respeto irrestricto al
principio de igualdad ante la ley, toda vez que al constreñir la potestad decisoria del tribunal a acción
deducida les garantiza paridad de trato en lo que respecta al contenido de la decisión jurisdiccional. En
consecuencia, el principio tiende a colocar a las partes en iguales condiciones frente a la resolución judicial,
a fin de que ésta se dicte respecto a la pretensión -o acusación si se trata de un proceso penal- y oposición, y
no fuera de ella.

Al propio tiempo, el acatamiento del mentado principio, afianza el de la inviolabilidad de la defensa en juicio,
pues le asegura al ajusticiado -en cualquier clase de proceso- que no podrá ser condenado en base a hechos
o pretensiones respecto de las cuales no tuvo la posibilidad de audiencia y prueba

Por su parte, y toda vez que el instituto en estudio, recepta el principio de identidad que es uno de los
principios lógicos clásicos que deben regir la correcta construcción de la resolución judicial puede
establecerse que es también fundamento del principio de congruencia el que impone a los magistrados
fundar lógica y legalmente las sentencias. Sobre el particular, cabe tener presente que el acatamiento del
principio de congruencia coadyuva a la correcta fundamentación de las resoluciones. Finalmente, se debe
resaltar que la observancia del principio de congruencia y del imperativo de fundar lógica y legalmente las
sentencias, tienden, en definitiva, a concretar el objetivo de afianzar la justicia.

Clases de incongruencia:

1) Incongruencia subjetiva: Resulta incongruente la sentencia que condena a una persona que no ha sido
demandada o acusada si se trata de un proceso penal.

2) Incongruencia objetiva: Desde el punto de vista objetivo, la congruencia refiere a que la sentencia debe
emitir pronunciamiento positivo o negativo sobre todas las pretensiones y oposiciones introducidas. En
efecto, el resolutorio debe respetar el objeto de la pretensión considerado desde el punto de vista
cuantitativo y desde el aspecto cualitativo.

Por su parte, en materia penal, la congruencia contemplada desde el andarivel del objeto, refiere a los
hechos y circunstancias que conforman la materia de la acusación, respecto de los que deberá
corresponderse la sentencia de condena o absolución.

a) Sentencia ultra petita:

El fallo en materia civil, laboral, y de familia, no debe exceder lo que es objeto de pretensión de las partes.
Ne eat iudex ultra petita partium.

Lesiona tal principio, la sentencia que concede cuantitativamente más de lo que ha sido objeto de reclamo
en la demanda. Así, el resolutorio es ultra petita cuando condena a pagar una suma mayor a la reclamada en
el libelo inicial.

En materia penal no opera esta clase de incongruencia por el hecho de que la cuantía de la pena es regulada
por la ley. Siendo deber del juez aplicarla de oficio. De tal modo, entonces, si el juez la excede se tendrá un
error de fondo y violación directa de aquella -vicio en la aplicación de la ley sustancial-, pero no hay
incongruencia.

b) Sentencia citra petita:

La sentencia civil, laboral y de familia debe pronunciarse sobre todas las pretensiones formuladas por las
partes. Ne eat íudex citra petita partium.

Infringe este principio, la sentencia que omite expedirse sobre alguna de las pretensiones u oposiciones que
fueron oportunamente introducidas al debate, o respecto a alguna de las cuestiones comprendidas en ellas,
y que sean conducentes para la solución del pleito. En materia penal se configura esta categoría de
incongruencia cuando la sentencia deja de resolver sobre alguna de las imputaciones formuladas al
imputado.

c) Sentencia extra petita:

La sentencia civil, laboral y de familia, no deben expedirse sobre un objeto diferente al peticionado por las
partes. Ne eat iudex extra petita partium.

Este aspecto de la congruencia alude a la correspondencia cualitativa entre lo que se peticiona y se resuelve.
En esta línea, se entiende que hay desarmonía cualitativa cuando se otorga un derecho diferente al pedido,
aunque verse sobre el mismo bien, o se declara una relación jurídica diferente, o se otorga lo pedido pero
por una causa petendi distinta a la invocada en la demanda, ya que siendo aquella uno de los elementos que
estructuran la pretensión, si varía se habrá concedido algo diferente de lo pedido en la demanda.

Se inobserva tal regla cuando el resolutorio se pronuncia sobre una materia distinta de la que fue objeto de
pretensión. Por su parte, en materia penal esta clase de congruencia se traduce en que la sentencia debe
circunscribirse a resolver sobre las imputaciones hechas al imputado.

3) Incongruencia causal:

Desde el punto de mira de la causa petendi, considerada ésta como los hechos o antecedentes fácticos
invocados por las partes como fundantes de su pretensión u oposición, también puede mediar
incongruencia. Así, adolece de tal vicio la sentencia que condena al demandado a circunstancias de hecho
ajenas a las invocadas por el actor, o la que rechaza la demanda acogiendo una oposición haciendo mérito
de cuestiones de hecho extrañas a las invocadas por el accionado.

El principio iura novit curia: el juzgador en la etapa de los considerandos de la sentencia, procede a aplicar el
derecho, lo que implica, esencialmente, la reconstrucción de hechos o fijación de la plataforma fáctica en
base a la prueba acompañada, y la elección de la norma aplicable. En cuanto a la primera de las labores
enunciadas, el juez actúa -al decir de Calamandrei- como un historiador, pues examina los documentos, las
declaraciones de los testigos, estudia los dictámenes periciales, etcétera, a fin de tener por comprobada la
existencia o inexistencia de los hechos alegados, estableciendo si son conducentes a los efectos de la Litis.

Una vez determinados los hechos, el sentenciante procede a efectuarla denominada subsunción legal que
consiste en el encuadramiento del material fáctico en una categoría o concepto jurídico, para determinar las
consecuencias que la ley hace derivar de esos hechos. En tal operación, el juez es soberano conforme al
principio iura novit curia; al judicante le corresponde la delicada misión de aplicar a los hechos expuestos, el
derecho que corresponda, con prescindencia de que éste haya sido o no invocado por las partes. Por lo
mismo, podrá asignar otra norma jurídica que la que las partes de común acuerdo pretendan que rige en el
caso. De tal modo, entonces, el principio de congruencia en cuanto importa un valladar que en la quaestio
facti el tribunal no puede trasponer, no rige en el plano de la cuestión de derecho, en virtud del iura novit
curia.

Cosa juzgada:

Es el carácter que adquiere una sentencia cuando ésta no puede ser recurrida y ni modificada. Es el atributo
que la ley le asigna a la sentencia firme para que el caso concreto resuelto por ella se mantenga inmutable
para el futuro como garantía de seguridad jurídica.

La inmutabilidad es la imposibilidad de alterar el contenido de lo resuelto. Es decir, que tal carácter impide
que la sentencia sea revocada, modificada o anulada, salvo los supuestos de excepción expresamente
contemplados por la ley. La inmutabilidad se adquiere cuando la sentencia no puede ser recurrida o por
haberse agotado la instancia recursiva.

Inmutabilidad importa la estabilidad de lo resuelto en la sentencia. Es lo que le da firmeza a la resolución, lo


cual tiene jerarquía constitucional en cuanto garantía de seguridad jurídica basada en la imposibilidad de
que por otro proceso posterior se altere el contenido de lo resuelto.
Fundamento de la cosa juzgada, son dos:

a) La extinción de la acción con su ejercicio, lo que impide su renovación en otro juicio, salvo cuando la ley lo
autorice expresamente.

b) La necesidad de seguridad jurídica a fin de dar estabilidad a las relaciones de derecho, y que alcanza
tanto al derecho substancial como al derecho procesal .

Los elementos de la cosa juzgada son sujeto, objeto y causa. Para que sea procedente la excepción de cosa
juzgada se debe, necesariamente, dar entre los procesos discutidos esta triple identidad.

Distinción entre cosa juzgada formal y cosa juzgada material:

La cosa juzgada formal es la imposibilidad de reabrir la discusión en el mismo proceso, sea porque las partes
han consentido con la resolución dictada, o por haberse agotado los recursos, pero sin que obste a su
revisión en otro juicio posterior.

Es decir, que la cosa juzgada formal está indicando que la resolución es irrecurrible, pero aún no se le agrega
el carácter de inmutabilidad. Esa inestabilidad persiste mientras lo resuelto pueda ser discutido en otro
proceso.

En cambio, en la cosa juzgada material, se produce no sólo la irrecurribilldad, sino también la inmutabilidad
de lo decidido.

IMPUGNACIÓN PROCESAL:

La actividad impugnativa generalmente se la encara como la etapa eventual del proceso que tiene lugar
luego del dictado de la sentencia. Es necesario aclarar que la posibilidad de deducir impugnaciones es
amplia y no se limita solamente a la refutación de las sentencias sino que esta actividad se realiza a lo largo
de todo el trámite judicial con diferentes características y por diferentes medios.

Frente a la posibilidad de actividad irregular la ley prevé mecanismos de saneamiento, que pueden actuar a
priori, en forma preventiva con el fin de expurgar vicios y defectos, o a posteriori en forma de
impugnaciones; es decir que se procura efectuar un control de la actuación judicial después de producida la
irregularidad, esto funciona como un remedio ex post de la actividad indebida.

Los actos del proceso persiguen un objetivo (fines) y se desarrollan conforme a reglas predeterminadas
(formas). El incumplimiento de las formas da origen a la actividad impugnativa que tiene por objetivo
corregir esos errores o defectos. Si los actos son irregulares o injustos (es decir, anormales) se habrá
desviado la finalidad común, mostrando un vicio que se traducirá en ilegalidad o injusticia. Nace así la
necesidad de pedir un nuevo análisis de la situación sea por el mismo tribunal que resolvió o por otro de
superior jerarquía. La impugnación procesal se manifiesta como un poder de naturaleza procesal, se prevé
su ejercicio a través de diversos medios.

De las previsiones procesales surgen para los interesados en la legalidad y la justicia de los actos que se
cumplen en el proceso, poderes tendientes a perseguir la eliminación del vicio: de lo injusto o de lo
defectuoso. Se trata de poderes y actos que derivan directamente de las garantías constitucionales del juicio
previo y de la inviolabilidad de la defensa en juicio.
La palabra impugnación deriva del latín y significa o da la idea de quebrar, romper, contradecir, o refutar".
Así es definido como "combatir, atacar o impugnar un argumento"

Couture, en una concepción muy amplia, considera que el concepto impugnación abarca a toda actividad
invalidativa, cualquiera sea su naturaleza, en tanto se efectúe dentro del proceso;

Coopto y condiciones a la impugnación procesal como el poder concedido a las partes y excepcionalmente a
terceros tendiente a lograr la modificación, revocación, anulación o sustitución de un acto procesal que se
considera ilegal o injusto. Los actos del proceso se realizan con un objetivo determinado (fines) y se
desarrollan conforme a reglas también predeterminadas (formas) ante la existencia de un trámite irregular o
viciado se abre paso la actividad impugnativa que tiene por objeto corregir errores y defectos. El análisis del
poder de impugnación conduce a considerar el tema con un doble enfoque: uno referente al sujeto a quien
se le atribuye el poder, y otro, referido al objeto sobre el cual recae el poder de impugnación.
"Impugnabílidad subjetiva" e "impugnabilidad objetiva".

Una primera característica de la impugnación ampliamente considerada, se manifiesta como el poder y


actividad reconocido a las partes del proceso y excepcionalmente también a terceros interesados,
tendientes a conseguir la revocación, anulación, sustitución o modificación de un concreto acto de
procedimiento que se afirma incorrecto o defectuoso (injusto o ilegal), siendo ello la causa del agravio que
el acto produce al interesado.

Esta actividad puede dirigirse tanto contra los actos del tribunal (resoluciones) cumplidos de oficio o a
petición de parte, como actos de colaboradores del tribunal (notificaciones), y también respecto de actos de
las partes, comprendiendo entre estos últimos de sus representantes legales, mandatarios y defensores en
general.

El poder de impugnación como tal se ejercita dentro del proceso y tiende a obtener la modificación
revocación anulación sustitución de un acto procesal ilegal o injusto: se exhibe como una prolongación de
los poderes de acción y excepción.

El ejercicio del "poder" de impugnar está supeditado a la concurrencia de determinados presupuestos: 1)


legitimación del sujeto que impugna; 2) un acto procesal o un procedimiento irregularmente cumplido; 3)
que se invoquen vicios y se exhiba un agravio.

Desde el punto de vista subjetivo, la impugnación se manifiesta como el poder o facultad que la ley confiere
a las partes y, excepcionalmente, a los terceros interesados para obtener que el mismo juez u otro de
superior jerarquía, revoque o anule un acto procesal irregularmente cumplido o invalide una resolución
jurisdiccional ilegal o injusta. Constituye un requisito indispensable la existencia de un agravio.

Error en materia procesal, visto desde el punto de vista de la decisión del juez, puede referirse un doble
orden de intereses: puede tratarse de un error en la apreciación de la norma jurídica aplicable al caso, o un
error en el trámite del proceso.

En el primer caso, el error se manifiesta relacionado con la justicia del fallo; esto es, por defectuosa
valoración de la prueba o por indebida aplicación del derecho sustantivo se trata de un "error in iudicando"
e importa que se ha conculcado la justicia del fallo.
En el segundo caso, cuando el error se muestra en el apartamiento o quebramiento de las formas procesales
establecidas como garantía para el justiciable, se trata de un "error in procedendo" y su medio de
impugnación más típico es la nulidad (incidente, recurso o acción impugnativa).

Por ello se hace necesario determinar si el error recae sobre el aspecto sustancial o procesal.

La consecuencia de la admisión de estos medios impugnativos es que privan de eficacia al acto.

En síntesis, mediante el poder de impugnación se procura que los actos procesales (resoluciones judiciales,
actos de partes y de terceros intervinientes en el proceso) sean justos, como condición indispensable para
obtener la paz social; pero, además de justos, que respeten las disposiciones establecidas por las leyes de
procedimiento, como medio de salvaguardar en última instancia, los derechos y garantías constitucionales

Principios que rigen el sistema impugnativo:

1) Congruencia: El principio de congruencia se enlaza con el sistema dispositivo y configura en el proceso


una doble garantía, al establecer los límites que debe someterse el juzgador evitando arbitrariedades, y
otorga seguridad de que las partes saben de qué deben defenderse. La regla de la congruencia limita el
campo de las impugnaciones subjetiva y objetivamente.

Desde el punto de vista subjetivo solo puede impugnar una parte que se encuentre legitimada al efecto; en
principio, por regla general, la impugnación sólo beneficia a quien la dedujo; excepcionalmente, la decisión
del órgano revisor pueda alcanzar a otro sujeto con carácter de parte que no la ejercito

Desde el punto de vista objetivo la regla de la congruencia limita la facultad cognoscitiva del órgano superior,
quien puede revisar solamente los derechos (agravios) invocados por la parte peticionante. Sin embargo,
ante ciertas circunstancias los límites impuestos por esta regla ceden

2) Taxatividad legal: La regla taxatividad legal significa que sólo los actos señalados en forma expresa por la
ley, genérica o específicamente, pueden ser impugnados. Esto implica que sólo podrá deducirse
impugnación contra un acto procesal si ello está autorizado por la ley sea referido a un solo acto o a un
conjunto de ellos.

3) Bilateralidad: La regla de la bilateralidad cobra especial importancia en el trámite impugnativo a los fines
de garantizar el contradictorio por la trascendencia y las características del trámite. Respalda, asimismo, la
vigencia de la regla de la igualdad ante la ley que se concreta en el proceso, cuando se otorga a ambas
partes la oportunidad legal de considerar y defender, con las garantías consiguientes, cada una de las
razones y fundamentos que sostiene las respectivas pretensiones.

4) Simplificación: Este principio alude a la tendencia actual de intentar limitar las impugnaciones y también
de lograr sencillez, brevedad y concentración en su trámite, limitando de esta manera el formalismo
innecesario.

Sujetos de la actividad impugnativa:

Pueden deducir impugnaciones todos los sujetos que se hallen afectados por un acto procesal viciado y que
en consecuencia tengan un interés concreto en la reparación. Este interés debe ser propio y directo del
impugnante y encuentra íntima vinculación con la entidad o forma del agravio.
Objeto de las impugnaciones:

El objeto impugnativo es comprensivo de las resoluciones emanadas del tribunal, de los actos de parte o de
terceros o pueden referirse a todo un procedimiento.

Los motivos de impugnación son los denominados "vicios in procedendo y vicios in tudicando". Se trata de
errores que pueden existir en el procedimiento o en "el juicio" que constituyela decisión (vicios de la
actividad y vicios del juicio del tribunal). También se los distingue como infracción en el fondo o en la forma.

Los errores in procedendo: vicios en la actividad, y los errores in iudicando: vicios en el juicio o en el
razonamiento que puede referirse deficiente valoración de la prueba o a la inadecuada aplicación del
derecho. El vicio in procedendo se configura por la desviación de los sujetos trámites o en los
procedimientos y dan lugar a nulidad. En cambio, los errores in iudicando ocurren por mala o equivocada
aplicación de la ley sustancial o por incorrecta reconstrucción de los hechos; son errores en el fondo (en el
contenido del fallo) y ocurren por la aplicación de una ley inaplicable o por la no aplicación de la que fuera
aplicable. El vicio en el procedimiento provoca la nulidad, que invalida el acto viciado y produce
generalmente el efecto secundario de retrogradar el procedimiento para rehacerlo desde que se cometió el
error.

Procedimiento impugnativo:

La ley prevé el camino procesal que ha de seguirse en el procedimiento impugnativo. En este trámite, en
general, deben distinguirse dos momentos que representan las actividades que puede realizar el agraviado:
una primera etapa, de simple actividad que tiene lugar con el único fin de instar el trámite; y un segundo
momento, previsto para fundar la petición.

Por ende, el acto impugnativo consta de dos elementos o momentos diferenciables, que se expresan como
actividades realizadas por las partes y enlazadas por actos del tribunal: 1) el acto de voluntad, de instancia
de parte o grito de protesta y 2) la expresión de agravios que implica la instancia en que se desarrollan los
fundamentos o razones. Esta última constituye el elemento lógico intelectual del acto y es cuando se explícita
el interés y se especifica el agravio.

El primer momento, constituye la manifestación de voluntad de impugnar. El segundo, se concreta en la


expresión de los agravios, es decir, el acto de postulación en el que se indican las razones por las cuales el
interesado considera afectado (perjudicado) su derecho.

La expresión de agravios consiste en la crítica concreta, precisa y circunstanciada de la sentencia o actividad


atacada señalando claramente la existencia del error que se imputa al acto procesal, en virtud del cual se
sufre el "agravio", proponiendo además el impugnante, fundadamente la solución que estime correcta. No
basta al efecto la simple manifestación de disconformidad con la resolución atacada. Debe tratarse de un
desarrollo argumental concreto en el que se describen en forma precisa los errores de procedimiento o de
derecho sustancial de que adolece y los motivos por los que solicita la modificación, revocación, o anulación.

Formulada la expresión de agravios se da oportunidad a la contraria para que ejercite su derecho de defensa
o manifieste sus razones; hecho lo cual quedan los autos en condiciones de ser resueltos

Cabe indicar que el acto impugnativo para ser admisible debe respetar las condiciones formales previstas
por la ley, a más de las que surjan de los principios generales. Así es menester que el acto en cuestión sea
impugnable (impugnabilidad objetiva), que el recurrente esté legitimado al efecto (impugnabilidad
subjetiva) y que el acto se realice con regularidad y en forma completa. Estas condiciones de admisibilidad
varían de un medio impugnativo a otro.

Efectos:

El efecto pretendido con la instancia de impugnación es la subsanación de los errores y la invalidación de la


injusticia.

El análisis de los efectos de las impugnaciones nos lleva a determinar cuáles son las consecuencias que
suscita la deducción de un medio impugnativo determinando; el tema abarca las consecuencias procesales
inmediatas de la instancia impugnativa. Lo efectos difieren sustancialmente entre sí y en algunas
impugnaciones se manifiestan como una característica específica del tipo de que se trata. Cada uno de los
efectos se presentan en pares contrapuestos, lo cual significa que frente a un efecto determinado existe
otro, que es con sentido diametralmente opuesto.

El efecto devolutivo: La doctrina tradicionalmente distingue el efecto devolutivo o no devolutivo teniendo en


cuenta el tribunal que habrá de dirimirla impugnación. Técnicamente la palabra devolutivo supone
desplazamiento de la jurisdicción a un tribunal de alzada, doble instancia, la existencia de un juez a quo y
otro ad quem, esto es, un juez de primera instancia y un tribunal colegiado de segunda instancia que debe
intervenir y resolver la impugnación. Una vez dictada la sentencia, el conflicto puede quedar
definitivamente resuelto o en su caso constituir la base para ejercer los poderes de impugnación, que
generan el inicio de otra instancia, denominada comúnmente "alzada". El efecto devolutivo, conlleva ínsita la
idea de doble instancia; pronunciada la sentencia por la alzada, ésta junto con la de primera instancia,
constituyen una unidad jurídica inescindíble, sea que reforme, revoque o confirme.

El efecto suspensivo: Si se pondera la oportunidad del cumplimiento de lo decidido en la resolución


impugnada, el efecto será suspensivo (de imposible cumplimiento) o no suspensivo (susceptible de
ejecución). Es suspensivo, cuando se produce un enervamiento provisional de los efectos de la sentencia,
una vez admitido el recurso, hasta tanto el mismo sea resuelto.

Otro efecto se advierte teniendo en cuenta las consecuencias que produce en relación al sujeto de la
interposición del acto impugnativo; esto es, si es personal, viéndose beneficiado o perjudicado
exclusivamente el sujeto impugnante, o si alcanza a otros que no han impugnado, en cuyo caso es extensivo
o comunicante. El sujeto que no ha impugnado demuestra con esta actitud que está conforme con el acto
en cuestión. De tal modo, el efecto se limita a la persona que impugna no pudiendo favorecer a los litigantes
que no han ejercido tal actividad para quienes se configura la cosa juzgada. Las limitaciones al principio de
personalidad hacen que en determinados casos el efecto deba extenderse a otros sujetos por razones de
orden sustancial, que impiden la escindibilidad del pronunciamiento.

¿Cómo trata nuestro código lo referente a los efectos de los recursos?

1) Efecto suspensivo: Aquel que enerva la eficacia de la resolución recurrida hasta tanto sea resuelta la
impugnación. En principio se aplica ese efecto.

En contraposición está el efecto devolutivo: La resolución puede ser ejecutada pero sus efectos quedan
sujetos a las resultas de lo que se resuelva en la impugnación, en caso de resolverse a favor de la
impugnación, los actos llevados a cabo en ejecución de la resolución en yerro, deberán ser devueltos al
estado anterior al momento del dictado de mencionada resolución. Este efecto se aplica de manera
excepcional.

2) Modo de concesión libre: La impugnación permite la discusión de nuevos hechos (lo que incluye
producción de prueba al respecto), así como también la revisión de aquellas medida de prueba denegadas de
producir en su etapa.

Modo de concesión en relación: La revisión solo versara en lo referente al objeto de agravio y nada mas.

Medios impugnativos en particular:

El tratamiento de los medios es variado dentro de la doctrina.

De la Rua:

Las vías que la ley prevé para poner en ejercicio el poder de impugnación genéricamente son: el incidente, el
recurso en sentido estricto y la demanda impugnativa.

El incidente impugnativo es la vía con que cuentan las partes para instar al mismo tribunal que dictó la
resolución su revocación o anulación por contrario imperio. Esta forma de impugnación no tiene efecto
devolutivo y generalmente se dirige contra resoluciones de naturaleza procesal y pronunciadas sin
sustanciación (v.gr. reposición) o sustanciadas.

Las demandas impugnativas, importan el ejercicio del poder de acción procesal cuyo contenido es una
pretensión de naturaleza impugnativa dirigida contra una sentencia que posee la autoridad y eficacia de
cosa juzgada. Queda comprendido en esta categoría el denominado recurso de revisión.

Los recursos constituyen medios impugnativos que atacan una resolución judicial. Se denomina recurso al
acto procesal en cuya virtud la parte que se considera agraviada por una resolución judicial pide su reforma
o anulación, total o parcial.

Alvarado Velloso:

La doctrina pensante se enseña desde antaño que son cuatro los medios de impugnación que aceptan las
leyes para que puedan operar procesalmente:

1) la acción en el sentido de demanda principal, usada por una parte (actor) ante un juez para atacar a otra
parte en ambos casos particular o autoridad;

2) la excepción (dilatoria o perentoria) usada por el demandado ante el juez que ya conoce en la causa para
atacar al actor que inició la acción;

3) el incidente (o acción o demanda incidental) usado por cualquiera de las partes en litigio ante el juez de la
causa para atacar algún acto producido en el proceso por un tercero que no se haya convertido en parte
procesal y contra actos de las propias partes procesales. Nunca procede contra las resoluciones judiciales

4) el recurso, usado por el afectado por una resolución del juez de la causa para atacarla.

DEMANDA PRINCIPAL: En principio, se puede Impugnar por esta vía a todo acto jurídico que no sea una
resolución judicial ni una actuación procesal. Se trata, simplemente, de la presentación ante un juez de una
demanda iniciadora de un proceso a base de una pretensión declarativa referida a; - cualquier acto de
particular (contrato, negocio, testamento, etc.) que el demandante afirme ilegítimo; - cualquier acto de
autoridad administrativa, con la condición de que sea una resolución final obtenida después de transitar
todas las vías de impugnación propias de la respectiva sede; - cualquier acto legislativo contenido en ley en
sentido formal, con la condición de que el impugnante pretenda su declaración de inconstitucionalidad
frente a alguien que intenta o puede intentar beneficiarse con su mandato.

LA DEMANDA INCIDENTAL: Se puede impugnar por esta vía a:

a) toda pretensión deducida por una parte contra su contraria dentro de un proceso pendiente (incoado
mediante una demanda principal) con los alcances que he dado a las cuestiones incidentales.

c) toda pretensión de cualquiera de las partes procesales contra la actúación ilegítima cumplida dentro de un
proceso ya pendiente por un tercero que no ostenta el carácter de parte procesal.

EL RECURSO: Se puede impugnar por esta vía a toda resolución judicial. En esta amplitud recursiva quedan
comprendidos los decretos, las provIdencias (o proveídos) de trámite y las sentencias principales e
incidentales-interlocutorias. No obstante esta afirmación, razones de política recursiva limitan a veces su
alcance.

Vías recursivas ordinarias y extraordinarias:

Son ordinarios los que se conceden ante el mismo juez o ante el tribunal de apelación (caso de doble o triple
instancia) para reparar todo tipo de omisión, error o vicios de procedimiento o de juicio. Constituyen
trámites comunes o medios de impugnación normales en contra de las decisiones judiciales. A través de los
denominados ordinarios, puede introducirse y debatirse ampliamente cualquier tipo de vicio u error que
exhiba el pronunciamiento.

Las impugnaciones ordinarias son las que la ley prevé con el objeto de reparar genéricamente, la extensa
gama de defectos que pueden exhibir las resoluciones judiciales y que, fundamentalmente, consisten en
errores de juzgamiento derivados de una desacertada aplicación de la ley o de la valoración de la prueba
(errores in iudicando), o en vicios producidos por la inobservancia de los requisitos procesales que
condicionan la validez de la correspondiente resolución y en irregularidades concernientes al procedimiento
que precedió a su dictado (errores in procedendo).

En cambio, los extraordinarios, constituyen modos particulares y limitados de impugnación; sólo proceden
ante motivos concretos y preestablecidos por la ley y el órgano jurisdiccional no puede pronunciarse sobre
la totalidad de la cuestión litigiosa, sino solamente sobre sectores acotados de ésta, que la índole del recurso
establezca. En los recursos extraordinarios no cabe la revisión de las conclusiones relativas a las cuestiones
de hecho o fácticas; por tradición estos medios extraordinarios permiten controlar tan sólo la quaestio iuris y
queda excluido de su conocimiento todo lo relativo a la fijación de los hechos y a la valoración de las
pruebas, que integran la denominada quaestio facti.

Recursos en particular:

Recurso de revocatoria o de reposición: este medio impugnativo tiene como finalidad que el tribunal
revoque, por contrario imperio lo por el decidido; es decir, que en ejercicio de la misma facultad de decidir
ínsita en la jurisdicción deje sin efecto, modifique o confirme una resolución.
CPCCFyVF. ARTÍCULO 244.- Procedencia. El recurso de reposición procede únicamente contra las providencias
simples, causen o no gravamen irreparable, a fin de que el Juez o Tribunal que las dicto las revoque por
contrario imperio. Se plantea ante el órgano que dicto la providencia que se impugna, de manera fundada. Lo
resuelve el mismo tribunal.

Recurso de apelación: es el medio concedido a un litigante que ha sufrido agravio por la sentencia del juez
inferior, para reclamar de ella y obtener su revocación por el juez superior.

CPCCFyVF. ARTÍCULO 249.- Procedencia. El recurso de apelación, salvo disposición en contrario, procede
solamente respecto de:
1) las sentencias definitivas;
2) las sentencias interlocutorias;
3) las providencias simples que causan un gravamen que no puede ser reparado por la sentencia definitiva.

ARTÍCULO 250.- Formas y Efectos. El recurso de apelación es concedido libremente o en relación; y en uno u
otro caso, en efecto suspensivo o devolutivo.
El recurso contra la sentencia definitiva en el juicio ordinario es concedido libremente. En los demás casos,
solo en relación. Procede siempre en efecto suspensivo, a menos que la Ley disponga que lo sea en el
devolutivo.
Los recursos concedidos en relación lo son, asimismo, en efecto diferido, cuando la Ley así lo dispone.

ARTÍCULO 252.- Formas de Interposición del Recurso. El recurso de apelación se interpone por escrito. Solo se
admite su interposición verbal cuando se plantea en el curso de una audiencia. Cuando corresponde la
concesión del recurso en relación sin efecto diferido el apelante debe fundar el recurso en el mismo escrito de
interposición. En los demás casos el apelante debe limitarse a la mera interposición del recurso y si esta regla
es infringida se manda devolver el escrito, previa anotación que el secretario o el oficial primero debe poner
en el expediente con indicación de la fecha de interposición del recurso y del domicilio constituido en su caso.
La fundamentación debe observar lo establecido en el Articulo 267 del presente Código en lo pertinente.

ARTÍCULO 255.- Apelación Subsidiaria. Cuando el recurso de apelación se interpone subsidiariamente con el
de reposición, no se admite ningún escrito para fundar la apelación.

ARTÍCULO 260.- Nulidad. El recurso de apelación comprende el de nulidad por defectos de la sentencia.
Si el procedimiento esta ajustado a derecho y el tribunal de alzada declara la nulidad de la sentencia por
cualquier otra causa, resuelve también sobre el fondo del litigio.

Se plantea ante el órgano que dicto la providencia que se impugna.

Se plantea de manera fundada cuando se tratare de supuestos de: apelación subsidiaria a una revocatoria,
apelación a la que le corresponda la concesión en relación. Se fundamenta una vez elevado a Cámara en los
casos de apelación concedida libremente.

Lo resuelve el tribunal de alzada.

Las apelaciones concedidas libremente, admiten la posibilidad de introducirse hechos nuevos y producirse
pruebas sobre estos, en el trámite ante la alzada. Deben tratarse de hechos nuevos acaecidos entre después
del quinto día de habérsele notificado a la parte de la audiencia del 362 y el momento del planteamiento del
recurso.

También se pueden tratar en las apelaciones concedidas libremente aquellos medios de prueba que fueron
denegados de producción, la alzada determinara si dicha denegación fue o no contrario a derecho y en su
caso mandara a producirlos.

Recurso de aclaratoria: esta forma constituye el remedio procesal con que cuentan las partes para peticionar
que el mismo juez mediante su modificación parcial o su integración, adecúe la resolución judicial a los
hechos y al derecho aplicable. No se trata propiamente de un recurso sino de una instancia que de este
modo subsana o procura enmendar deficiencias de orden material o conceptual que la afecten, o bien
pretende la integración en conformidad con las cuestiones involucradas en el proceso supliendo las
omisiones de que adolezca el pronunciamiento siempre que, en cualquiera de estas hipótesis no se altere lo
esencial.

ARTÍCULO 274.- Sentencia. Concluido el acuerdo, es redactado en el libro correspondiente suscripto por los
jueces del Tribunal y autorizado por el Secretario.
Inmediatamente se pronuncia la sentencia en el expediente, precedida de copia integra del acuerdo,
autorizada también por el Secretario.
Puede pedirse aclaratoria en el plazo de cinco (5) días.

¿Contra que tipo de errores procede?


Errores materiales (ej se confunden los nombres de las partes)
Conceptos oscuros (aquellos que según el contexto puedan admitir 2 o mas significados)
Errores numéricos (se consignan sumas en letras y difieren de las consignadas en números, o se suman mal
los conceptos de liquidación)
Siempre y cuando su modificación no implique una alteración en lo sustancial de la decisión.

Otra modalidad se manifiesta en la interpretatoria que puede dictar de oficio el juez cuando resultare juicio
contradictorio de la resolución para llevar adelante su ejecución.

ARTÍCULO 36.- Facultades Ordenatorias e Instructorias. Aun sin requerimiento de parte, los jueces y
tribunales pueden:... 5) corregir, en la oportunidad establecida en el Articulo 167, Incisos 1 y 2 del presente
código, errores materiales, aclarar conceptos oscuros, suplir cualquier omisión de la sentencia acerca de las
pretensiones discutidas en el litigio, siempre que la enmienda, aclaración o agregado no altere lo sustancial
de la decisión.

Recurso directo o de queja: es el remedio procesal encaminado a lograr la sustitución de una resolución
judicial por otra cuyo contenido satisfaga el interés del recurrente. Por su parte, tradicionalmente la queja ha
sido definida como la instancia que se interpone cuando el juez deniega la admisión de una apelación u otro
recurso ordinario, que procede con arreglo a derecho, o cuando éste comete faltas o abusos en la
administración de justicia, denegando las peticiones justas de las partes para ante su superior, haciendo
presentes las arbitrariedades del inferior a fin de que las evite obligándole a proceder conforme a la ley, lo
que importa un pedido de revisión del juicio de admisibilidad del tribunal a quo a la luz de los motivos
aducidos por éste para denegar el recurso interpuesto, siendo el apuntalador del recurso denegado, y el que
posibilita -ad eventum- un nuevo examen de la denegatoria o del juicio de admisibilidad.
ARTÍCULO 283.- Denegación de la Apelación. Si el Juez deniega la apelación, la parte que se considera
agraviada puede recurrir directamente en queja ante la Cámara, pidiendo que se le otorgue el recurso
denegado y se ordene la remisión del expediente.

ARTÍCULO 284.- Admisibilidad. Tramite. Son requisitos de admisibilidad de la queja:

1) acompañar copia simple suscripta por el letrado del recurrente:

a) del escrito que dio lugar a la resolución recurrida y de los correspondientes a la sustanciación, si esta tuvo
lugar;

b) de la resolución recurrida;

c) del escrito de interposición del recurso y, en su caso, de la del recurso de revocatoria si la apelación fue
interpuesta en forma subsidiaria;

d) de la providencia que denegó la apelación;

2) indicar la fecha en que:

a) quedo notificada la resolución recurrida;

b) se interpuso la apelación;

c) quedo notificada la denegatoria del recurso.

La Cámara puede requerir copia de otras piezas que considera necesarias y, si es indispensable, la remisión
del expediente.

Presentada la queja en forma, la Cámara decide, sin sustanciación alguna, si el recurso fue bien o mal
denegado; en este último caso, dispone que se tramite.

Mientras la Cámara no concede la apelación no se suspende el curso del proceso.

La Queja debe ser autosuficiente, esto quiere decir que en ella, además de fundamentarse por qué
corresponde la admisión del recurso incorrectamente denegado, debe reproducir la apelación.

MEDIDAS CAUTELARES :

Las medidas cautelares se manifiestan como instrumentos idóneos ante la necesidad de otorgar una tutela
adecuada que puede recaer sobre personas, bienes o elementos probatorios durante el tiempo que
transcurre entre la iniciación del trámite y el dictado de la sentencia; y en otros casos se pretende asegurar
la consecución de los fines del proceso.

En el ámbito civil han sido definidas como aquellas que tienden a impedir que el derecho cuya actuación se
pretende, pierda virtualidad o eficacia durante el tiempo que transcurre entre demanda y sentencia.

Con mayor amplitud conceptual se ha señalado que son resoluciones jurisdiccionales provisionales, que se
dictan in audita parte o con trámite sumario o de conocimiento limitado, con el fin de evitar el menoscabo
inminente de derechos personales o patrimoniales. Generalmente se despachan in audita parte. Lo cual
significa sin previa posibilidad de escuchar al afectado.
Su objeto, genéricamente, consiste en asegurar la eficacia de la sentencia a dictar y los fines del proceso
judicial; significa una garantía para los efectos de la función jurisdiccional.

Pueden recaer sobre personas, bienes o elementos probatorios y, en general, encuentran fundamento en el
riesgo de verse privado de tales elementos en el momento que resulten necesarios.

En el proceso penal en cambio, son denominadas como medidas de coerción e implican en general
restricción al ejercicio de derechos personales o patrimoniales del imputado o de terceras personas. Se
imponen durante el curso del proceso y tiende a garantizar el logro de sus fines, esto es el descubrimiento de
la verdad y la actuación de la ley sustantiva en el caso concreto.

La finalidad de las cautelares en este ámbito puede sintetizarse en:

1) evitar que el imputado obstaculice la investigación de la verdad aprovechando su libertad para borrar las
distintas huellas del delito, sobornar o intimidar a testigos, o concertarse con sus cómplices;

2) asegurar la intervención personal del imputado en proceso penal y evitar su fuga o ocultación de su
persona que impediría el normal desarrollo del juicio y

3) también asegurar el efectivo cumplimiento de la posible condena de prisión o reclusión que se puede
imponer

En el procedimiento familiar las cautelares procuren la protección de la familia en su integridad. Pueden ser
de carácter pecuniario también, y muy especialmente personales. Ello permite distinguir entre cautelares
que resguardan personas y aquellas que protegen bienes. Las primeras tienden a asegurar no sólo al
individuo, integrante del grupo familiar; sino también a la comunidad familiar; en tal sentido tutelan sus
relaciones internas y en algunos casos las referidas a terceros .

Requisitos de admisibilidad:

Está condicionada a la concurrencia de ciertos recaudos.

- Que se exprese el derecho que se pretende asegurar, la medida que se pide, la disposición legal en que se
funda y el cumplimiento de los requisitos que correspondan en particular a la medida requerida
presupuestos que hacen a la fundabilidad de la pretensión;

- la verosimilitud del derecho (fumus bonis juris), el peligro en la demora (periculum in mora) y el
otorgamiento de contracautela.

La verosimilitud en este caso debe referirse a la posibilidad de que el derecho exista y no como una realidad
efectiva la que sólo se alcanzará al concluir el trámite principal.

Debe acreditar también el peligro en la demora. Este último puede concretarse mediante manifestación
ante el tribunal de "el estado de peligro en que se encuentra el derecho principal", o de la urgencia esto es
la posibilidad de que la actuación normal del derecho llegará tarde. Las pretensiones cautelares son la
respuesta ha mencionado peligro, tiende a impedir que la tutela jurídica definitiva que el actor aguarda de la
sentencia a pronunciarse en el proceso principal pueda frustrarse.
El otorgamiento de la contracautela que se requiere con el fin de garantizar la igualdad entre las partes. Esta
se materializa con el otorgamiento de caución real personal o juratoria que garantiza a la parte contraria el
eventual resarcimiento por los daños y perjuicios que la medida le pudiere ocasionar.

La probabilidad de existencia del derecho podrá acreditarse en forma sumaria o puede resultar prima facie
de la simple afirmación de la parte solicitante. Por ejemplo, en la fijación de alimentos provisorios.

En el ámbito del proceso penal se requieren para el despacho de las denominadas medidas de coerción, los
mismos requisitos de fundabilidad aunque su alcance y operatividad funcionan en forma diferente. La
verosimilitud del derecho es requerido e impone la necesidad de un mínimo de pruebas acerca de la
sospecha de la existencia de un hecho delictuoso y de la participación punible del imputado. La idea central
es que el imputado permanezca libre durante el trámite del juicio cuando se estime que en caso de ser
condenado ésta será de ejecución condicional ya que es indudable que la libertad locomotiva es un derecho
individual que garantiza la C.N. Solo puede privarse de la libertad a una persona como sanción cumpliéndose
la condición esencial de "juicio previo fundado en ley anterior al hecho del proceso".

Estas medidas se muestran con diferenciada intensidad, y generalmente proporcionales a la gravedad del
peligro. Para su imposición se consultan tanto pautas objetivas, vinculadas a la gravedad de la posible pena
a imponer y a las modalidades de su ejecución, como subjetivas relacionadas a la personalidad del imputado
y el riesgo procesal. Se justifica la privación de la libertad cuando existan motivos para temer, por las
características del hecho, conducta precedente o la personalidad del sospechoso, que éste intentará
entorpecer la investigación o darse a la fuga.

La propia ley procesal penal establece en cada caso el diverso grado de exigencia. Así, por ejemplo, la
aprehensión policial se autoriza sólo en casos de flagrancia o cuasiflagrancia, es decir, cuando una persona
intente cometer un delito, y es sorprendida en ese momento o inmediatamente después; o cuando tengan
en su poder objetos que hagan presumir vehementemente que acaba de participar en un hecho delictuoso.
Estas hipótesis coercitivas especiales se autorizan sólo frente al caso de sospechas fundadas de la
participación delictiva, del imputado y se requieren vehementes indicios de culpabilidad o flagrancia.
Respecto de la detención, la ley expresamente condiciona esta medida de coerción a la existencia de
"sospechas suficientemente motivadas", sobre la participación delictiva punible apoyadas en alguna prueba.

Caracteres:

Los caracteres comunes de las medidas cautelares son la accesoriedad, la provisionalidad y la mutabilidad,
sin perjuicio de otros específicos que se advierten como complementarios o subsidiarios en casos concretos
y que serán oportunamente señalados.

La accesoriedad significa que el proceso cautelar carece de autonomía ya que está al servicio de otro
principal. Los procesos cautelares constituyen un accesorio, un instrumento o elemento de otro proceso. El
trámite cautelar no constituye un fin en sí mismo, ni se agota con su despacho, sino que está
ineludiblemente preordenado y teniendo en mira una ulterior resolución definitiva, cuyo resultado práctico
asegura preventivamente.

La provisoriedad significa que el mantenimiento de la medidas precautorias está condicionado por la


vigencia del trámite principal y si desaparecen las circunstancias fácticas y jurídicas que le dieron origen
deben cesar también las que fueron ordenadas en base a ellas.
Mutabilidad. En general, se admite que puedan ser modificadas por pedido de cualquiera de las partes.

La proporcionalidad tiende a evitar la injusticia del ejercicio de la coerción personal más allá de la amenaza o
de la sanción penal que concretamente correspondiera.

Por otra parte se señala su excepcionalidad, ya que la coerción personal no constituye la regla y procede
dentro de los límites absolutamente indispensables para conseguir su objetivo.

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