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Lucio Ruiz Nivardo Esteban.

Trabajo final. Historiografía de México.

Percepción de los efectivos militares mexicas por parte de los españoles. De la Noche

Triste a la batalla de Otumba. Análisis en “historia verdadera de la conquista de la Nueva

España” de Bernal Díaz del castillo.

El presente estudio, pretende revelar la percepción de las fuerzas militares mexicas en torno

a uno de los acontecimientos militares que desencadenaron una de las más grandes batallas

y asedios que han tenido lugar en territorio mexicano, si no es que la primera de ellas. Se

pondrá especial atención en las descripciones que Bernal Díaz del Castillo retoma en su obra:

“Historia verdadera de la conquista de la Nueva España”, como es de bien esperar se

retomaran los antecedentes directos a la “Noche Triste”, las escaramuzas que se registraron

durante la persecución de mexicas a españoles y desembocaremos en la batalla de Otumba.

Estos momentos históricos serán analizados bajo las descripciones, directas e

indirectas que se realizaron a los contingentes mexicas por el conquistador antes nombrado,

serán comparadas con descripciones de contemporáneos suyos para dar pie a una descripción

de los contingentes mexicas por la lupa de un igual, un militar castellano.

-Contexto del autor (Bernal).

Originario de Medina del Campo, Castilla, viajo con sus escasos 20 años a la expedición de

Pedro Arias de Ávila, efectuando prácticamente desde su “madures” como participe de las

conquistas en América. Contribuyó en algunas expediciones a tierra firme cuando Cuba ya

había sido conquistada, y destacaría en estas después de dos años inactivo, a falta de

indígenas nativos de Cuba se enviaban dichas expediciones para capturar y posteriormente

revender a indígenas. En estas viajó bajo las órdenes del Capitán Francisco Hernández de

Córdoba (1517) descubriendo con ellos Yucatán, en la expedición de Juan de Grijalva (1518)

y finalmente bajo las órdenes del Capitán Hernán Cortes (1519) donde, dicha expedición le

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llevaría a vivir y apreciar el conflictivo mundo indígena y participaría en la conquista de la

ciudad mexica de Tenochtitlan. En años posteriores se aventuraría en expediciones y

conquistas al sur; en la actual Guatemala y Honduras.

Vuelto de la expedición a Honduras (1526), Bernal permanece varios años en la Ciudad

de México, pero haciendo frecuentes salidas a Coatzacoalcos, donde más tarde obtuvo el

cargo de corregidor. Como recompensa a sus méritos en la conquista de México, se le otorgan

indios en encomienda; aunque por diversas razones no se conformó con lo que había recibido

y a causa de esto comienza a realizar diversas gestiones ante altos funcionarios de la Nueva

España esperando obtener una mejor recompensa. Los primeros frutos de ello fueron las

encomiendas que se le otorgaron en Cintla y Cimatlán.

En su afán de conseguir que sus esfuerzos en la Conquista fuesen recompensados,

Bernal promueve una probanza de méritos el 7 de septiembre de 1539 en la Ciudad de

México. Entre los testigos figura su antiguo capitán Luis Marín. Continuando esta búsqueda

de retribución, Díaz del Castillo hizo varios viajes a España en demanda de mercedes. En el

primero de ellos llevó consigo sendas cartas escritas por el virrey Antonio de

Mendoza y Hernán Cortés recomendándole. No obstante, Bernal no logró ser atendido por

el Consejo de Indias; sin embargo, en un segundo intento logró que se le expidiesen cédulas

a su favor que le regresaban las encomiendas en Chiapas y Tabasco que le habían quitado

mientras estuvo en la expedición en Honduras.

Nuevos problemas que le fueron consiguiendo a la falta de recompensa, a como el

mismo Bernal observaba, para obtener las encomiendas, se ve obligado a casarse (1544) con

doña Teresa Becerra, hija del conquistador y alcalde ordinario de Guatemala Bartolomé

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Becerra. De los nueve hijos del matrimonio, Francisco sería el encargado de poner en limpio

uno de los manuscritos de la Historia verdadera que ha llegado hasta nuestros días.

-Motivos y conclusiones del autor

En su búsqueda para comprobar sus méritos obtenidos por la conquista en favor a la corona,

Bernal no ve otra salida que empezar a escribir sus memorias, La Historia Verdadera de la

Conquista de la Nueva España, la cual, “Se cree que […] la comenzó a escribir con más de

ochenta y cuatro años”1, bajo un motivo, en cierto punto desolador para el conquistador, pero

que debemos agradecer pues, sus acontecimientos no hubieran tenido este curso su popular

obra y valiosa información no existiría.

Esta obra, comprende los acontecimientos de exploración y conquista, donde los

hechos que mayormente se acentúan son los referidos a la conquista de México. Sus

principales protagonistas, los españoles y su grande fe en la providencia le guían en torno a

los contactos entre ellos con los mexicas, tlaxcaltecas, mayas, tlatelolcas, texcocanos, etc. Se

considera que Bernal, concluiría su obra “en 1569, como generalmente se acepta 2” se sabe

que la primera copia en limpio, sería enviada a España. Circuló manuscrita hasta que una

copia fue publicada póstuma en 1632; de ella existen dos ediciones diferentes en la que consta

el año 1632 en portada, se cree que solo una es "verdadera", aunque con dos variantes de

estado; la segunda se cree es una falsificación o edición contrahecha que imita la primera

1
Wikipedia; Bernal Díaz del Castillo;
https://es.wikipedia.org/wiki/Bernal_D%C3%ADaz_del_Castillo#Relaciones_de_los_dem%C3%A1s_conquist
adores
2
Bernal Díaz del Castillo, Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España, vigesimoséptima
impresión, “Sepan Cuantos…” Núm.5, Introducción y notas Joaquín Ramírez Cabañas, Ciudad de México,
Porrúa, 2017, Pág. X.

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variante de estado y fue hecha a finales del siglo XVII o principios del XVIII, aunque muchos

siguen considerándola primera edición.

“Fuego en el polvorín”. La matanza del templo mayor.

Cortés, después de grandes problemas y suplicas para que este evitara legar a la ciudad de

Tenochtitlán, logro ser recibido por Moctezuma el 8 de noviembre de 1519, siendo este bien

recibido y fue finamente alojado en la ciudad de Tenochtitlán, dentro de lo que había sido el

palacio de Axayácatl, la pretensión de disfrutar la acogida dentro de esta grandiosa ciudad se

vería frustrada por un problema proveniente del Este, igual que ellos, de la isla de Cuba,

Pánfilo de Narváez.

Gracias a esta situación, Cortes se vio en la necesidad de dejar la ciudad en manos

de Pedro de Alvarado con ochenta soldados, y uno de sus mejores capitanes, una vez

concedida la capitanía de la ciudad Cortes marcho a Veracruz con miras a un enfrentamiento

diplomático con Narváez, aunque posteriormente fuera con acción militar, mientras, en

Tenochtitlán se llevaban a cabo los preparativos para una de las fiestas más importantes para

los mexicas, fiesta que sin duda, terminaría en circunstancias muy desfavorables para Cortes.

Previamente enterado de la festividad y a los pocos días de haberse retirado Cortes,

los indígenas pidieron permiso a Alvarado para celebrar “la fiesta Tóxcatl […] la cual caía

a 20 de mayo3”, por lo cual, el comandante dio respuesta afirmativa a la celebración, bajo las

consignas, con claro origen cristiano y segura intención de atacar a los desprevenidos

indígenas, de “que en el sacrificio no interviniese muerte de hombres ni llevasen armas4”. Lo

3
Ibidem, Bernal Díaz del castillo, pág. 35.
4
Francisco López de Gómara, Historia de la Conquista de México, Prologo y bibliografía por Jorge Gurria
Lacroix; Actualización, cronología y bibliografía por Mirla Alcibíades, Caracas Venezuela, Biblioteca
Ayacucho, 2007, Págs. 197.

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cierto es que Alvarado, al igual que todos sus compañeros, y con el conocimiento sobre las

insignias y las joyas con las que festejaban los danzantes, los sacerdotes y los miembros de

la nobleza, Alvarado ordena un ataque “preventivo” según unos para evitar un alzamiento,

que irónicamente provoca, lo cierto es que “dejo la mitad de su fuerza en el cuartel, y que

con la otra mitad se dirigió al templo mayor5”. La ironía se haría presente al ser fieramente

perseguidos por los soldados mexicas, pues, aun cuando Alvarado y sus hombres tuvieron

mucho esmero en recoger las joyas que estos hombres portaban “Pero no tuvo tiempo para

más. Los mexicas, al saber la matanza del templo, alzáronse en toda la ciudad, y se lanzaron

sobre los castellanos hasta encerrarlos en su cuartel.6”

Con base en la cita anterior, aunque se trate de un estudio actual, se pude entender

acerca de un sistema de alarmas que existía entre los pobladores que, sumada a la creciente

incomodidad de acoger a los españoles en la ciudad, logro gestar un importante ambiente de

tensión entre los ciudadanos, aunque sobre este priorizaron la festividad del Tóxcatl. Por lo

que se nota el fervor religioso de los mexicas, pero también se puede resaltar la capacidad

militar que, junto con la inconformidad caracterizaron los momentos anteriores a la Noche

triste, pero en su momento se hablará de ellos. La noticia llegada a Cortes fue de la peor

sazón pues, terminando la entrega de armas a los soldados de Narváez, llegando ante él cuatro

principales enviados por Moctezuma, estos quejándose de Pedro de Alvarado dieron a Cortes

descripción de la atroz masacre que esta había efectuado dentro del templo mayor cuando se

celebraban el Tóxcatl.

5
Alfredo Chavero, Explicación del Lienzo de Tlaxcala, (PDF), Ciudad de México, Editorial Cosmos, 1970., pág.
35.
6
Ibidem, Alfredo Chavero, pág. 35.

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Con la desafortunada noticia, Cortes partió a Tenochtitlan, cancelando las empresas

que habría nombrado para poblar Panuco y Coatzacoalcos. Una vez llegados a Tenochtitlan7

y sabedores de la muerte de siete españoles, aunque no tienen mención sobre los efectivos

Tlaxcaltecas muertos que debía de cuadruplicar la cifra, Cortes entraba con un gran

contingente aproximado de “mil trecientos soldados [entre los de Cortes y Narváez] […] y

sobre noventa y seis caballos y ochenta ballesteros, y otros tantos escopeteros […] [más] dos

mil hombres indios de guerra.8”, con los cuales quiso sentir que podría poner en orden la

situación.

La Noche Triste / La Última Victoria.

El curso de los acontecimientos se fue dando, hasta el punto de llegado Cortes al cuartel en

el antiguo palacio de Axayácatl, donde se guarnecían Alvarado y sus hombres, depurando la

conversación que llevaron entre camaradas, los hombres de Cortes y Narváez con los de

Alvarado, se pueden destacar valiosamente la consideración militar acerca de sus sitiadores

en tales circunstancias; primeramente Cortes investigó con Alvarado las causas de este

levantamiento, a lo que este capitán justificaría, como se ha dicho, un ataque provisorio a un

ataque, al que aseguraba por lengua de un sacerdote, les darían terminando los canticos y

danza.

Aunque el enojo de Cortes fuese grande, se destacan elementos característicos; pues

por un cañonazo contra los indios de guerra, pero en esa acción le llevaron dos soldados

(seguramente españoles, pues de las bajas Tlaxcaltecas no se hablan), a lo que puede

entenderse que es a causa de las “los indios atacaron el cuartel; y aunque fueron rechazados,

7
Según Bernal, llegan a la ciudad el 1 Julio de 1519; Óp. cit. Bernal Díaz del Castillo, Pág. 245. Aunque se
8
Ibidem, Bernal Díaz del Castillo, pág. 245.

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volvieron al asalto, que después en cerco convirtieron9” es interesante observar, en la lámina

Decimocuarta; “En el centro se ve el cuartel de los españoles; y en el patio están en son de

defensa, dos caballeros, un soldado de espada y rodela y dos indios tlaxcaltecas. […] Y en el

interior caen las flechas y piedras de los asaltantes10”.

Se denota cierta fiereza en los ataques, el querer acabar con los extraños que profanaron

su ciudad, y por encima de todo trayendo consigo a enemigos, tributarios a los mexicas, que

se les han sublevado. Pero regresando a los acontecimientos que tuvieron lugar poco después

de la llegada de Cortes; este se encontraba enojado por supuestas alianzas entre Moctezuma

y Narváez, más la falta de comida por parte de los mexicas a los soldados del mismo Cortes,

pero sus capitanes le hicieron entrar en razón. Para su mala suerte le llegarían noticas de un

soldado, herido y proveniente del poblado de Tacuba, las nuevas consistían en la captura

mujeres indias y de la hija de Moctezuma, prestas a sacrificar agregando la destrucción de

una de las tres grandes calzadas. Al oír esto la moral española bajo, pero ¿Por qué?, la

respuesta fascinante aunque fácil de intuir

bien entendido teníamos, los que solíamos batallar con los indios, la mucha multitud que de ellos se
suelen juntar, y que por bien que peleásemos, y aunque más soldados trajésemos ahora que habíamos de
pasar gran riesgo de nuestras vidas y hambres y trabajos especialmente estando en tan fuerte ciudad. 11

De toda la temporalidad analizada, este momento es crucial, pues aquí Bernal hablando por

sus compañeros, que en plena conciencia tienen los riesgos a los que se enfrentan, en especial

sus compañeros de armas que vienen al mando de Cortes desde Cuba, no logran ver muchas

esperanzas y menos con los refuerzos conseguidos de Narváez. Entiéndase por esta cita, que

los españoles tienen grande conciencia de los hombres a los que se enfrentan, más aparte de

9
Óp. Cit, Alfredo Chavero, pág. 35
10
Ibidem, Alfredo Chavero, pág. 35.
11
Óp. Cit. Bernal Díaz del Castillo, pág. 248.

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su situación de inferioridad y vulgarmente dicho estando ellos como jugadores en calidad de

visitantes en eta ciudad, pues como le habían contado a Cortes la calzada había sido destruida,

esta era la más cercana a tierra firme, por ende su salida conveniente.

Cortes quiso asegurar la información que este soldado le decía, por lo que mando al

capitán Diego de Ordaz con cuatrocientos hombres (en su mayoría escopeteros y ballesteros),

pero a sorpresa del capitán, los mexicas les emboscaron a media calle “le salen tantos

escuadrones de guerra, y otros muchos que estaban en las azoteas12” por lo cual no tuvieron

más que replegarse al cuartel dejando atrás a diez y nueve españoles muertos, mientras los

sobrevivientes eran perseguidos y el cuartel asediado con constantes arremetidas mexicas

con tantas flechas y piedras como les era posible, hiriendo a cuarenta y seis soldados,

muriendo de esas mismas heridas doce hombres.

Esta emboscada deja al descubierto un tipo de guerra, que hoy podríamos interpretar

de güerillas, pero con una variante importante pues toda la población atacaba a los españoles

y aliados que estaban atrincherados dejándose ir en masa contra estos y su desgastado cuartel.

Otra característica importante denota la persistencia de los ataques con armas arrojadizas

pues aprovechado las brechas abiertas en los muros y las características arquitectónicas del

tomado palacio de Axayácatl, podían herir a cualquier persona resguardada cerca del patio

central. Cuando los soldados de Ordaz se encontraban en el cuartel, los soldados mexicas no

dejaban de atacar cuerpo a cuerpo en contra de las brechas y puertas n algunos casos estas

hordas llegaban a prender fuego en contra de los españoles, su fin tratar de quemarlos vivos,

aunque la respuesta fue arrojar tierra al fuego y a todo aquel elemento que se pudiera quemar,

logrando asfixiar el fuego. Bernal confiesa que estas arremetidas escaramuzas a puertas del

12
Óp. Cit., Bernal Díaz del Castillo, Pág. 248.

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cuartel se dieron de día y de noche, los escuadrones mexicas “tiraban varas y piedras y flechas

a bulto y piedra perdida13” peligrosa situación en que se encontraban los hispanos, generada

por la constancia de los enemigos mexicas.

Bernal asegura que estos ataques se mantuvieron constantes, aunque, el orgullo del

militar hispano logro inspirar a los soldados a salir todos los soldados a pelear y demostrar

mayor esfuerzo defendiéndose entre ellos y a su cuartel, pero la desventaja numérica

mermaba los esfuerzos de estos, lográndoles reconocer la superioridad mexicana, por lo cual

se recurrió a pedir las paces para salir de la ciudad, aunque al hablar Moctezuma desde una

azotea para pedir que cesasen las guerras, este fue apedreado por creer, los mexicas, que

estaba en favor de los españoles.

Este lamentable suceso desembocaría en una salida desesperada de los soldados

hispanos, planeando minuciosamente el convoy, se apresurarían a salir en la noche del 30 de

Junio de 1520, “cuando viésemos que los escuadrones de guerreros estaban más descuidados

[…] habíamos de salir e ir aquella noche a las puentes, y como hacía y había niebla y

lloviznaba”14, los problemas parecían no acabarse pues, gracias a la alerta de una anciana el

lago y el puente por el que cruzaban los españoles se llenó de guerreros lo que culmino en

una masacre, enemigos muertos, tanto españoles como mexicas y sus aliados. En este

momento es muy importante reconocer la rapidez con que, según Bernal, respondieron los

mexicas ante este intento de huida, pues entre ellos se “suenan voces y cornetas y gritas y

13
Ibidem, Bernal Díaz del Castillo, Pág. 249.
14
Ibidem, Bernal Díaz del Castillo, Pág. 354

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silbidos de los mexicanos y decían en su lengua a los de tlatelulco: “Salid presto con vuestras

canoas, que se van los teules y tajadlos que no quede ninguno con vida”15.

Esta empresa terminaría con grandes bajas para los soldados hispanos, el 1 de Julio de

1520, así como la perdida de grandes cantidades de oro, entre estas piezas las dedicadas a

formar parte del diezmo real. Hasta la perdida de “escopetas y ballestas todas quedaban en el

puente, y siendo de noche”, gracias a estas desgracias los españoles acordaron salir lo antes

posible de Tacuba, pues ya se encontraban cerca más escuadrones de aliados mexicas.

Entendiéndose que la superioridad mexica no solo radicaba de tener la ventaja de “local”,

sino que también estuvieron alerta con sus movimientos y eran constantes n los ataques, más

no dejaron nunca que estos saliera bien librados de esta ciudad, por lo cual habían llegado

refuerzos de otros señoríos para aplastar a los españoles y sus aliados.

La Batalla de Otumba

Los destrozados españoles no solo serían diezmados en su salida de Tenochtitlan, sino que,

se les daría caza a lo largo de su camino hacia Tlaxcala, donde estarían a salvo entre sus

aliados Tlaxcaltecas, entre el cobijo de las estrellas y el calor del sol se recorrían a marchas

forzadas y con los mexicas junto a sus aliados atacando y matando constantemente con

piedras y palos. Desde el amanecer, la sangre se esfumaba entre las aguas del lago, mientras

las calzadas se hallaban encharcadas en sangre y cuerpos, por lo que se dice que Cortes

lloraría ante la pérdida de sus aliados y del oro que habían guardado para el quinto real, se

dio a la fuga hacia Tlaxcala, donde constantemente tuvo arremetidas de sus aliados peleando

15
Ibiedem, Bernal Díaz del Castillo, Pág. 256

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“hasta llegar a un cerro alto, donde estaba una torre y templo”16 donde la mataron a gran cantidad

de aliados y españoles, pero lograron resguardarse entre los muros del templo.

Logro quitarse de encima, temporalmente, a sus enemigos le costó grande esfuerzo

pues ya todos sus aliados estaban en condiciones pésimas y se debía a las heridas sufridas en

sus veinticuatro caballos y se sentían cansados y hambrientos por la continua casería que les

tenían encima y el poco o nulo descanso que alcanzaron, hasta la llegada de aquel templo que

fortalecieron para poder a duras penas beber algo y sin más curar sus heridas. A media noche

partirían con guía a Tlaxcala por sus aliados. Cortes en una última formación se trasladó con

su contingente con los heridos en medio de la formación y repartió apresto en dos en

vanguardia y retaguardia.

Tras una incesante persecución con perpetuos descansos, el día 7 de Julio de 1520 las

diezmadas fuerzas españolas muy de mañana cerca de un llano, buscando tomar el camino a

Tlaxcala, del que habían sido desviados en una escaramuza anterior, pero después de caminar

legua y media en camino seguro se toparon con gran cantidad de escuadrones de indios

tendidos “los cuales daban espantosos alaridos y saltos, blandiendo las macanas y arrojando

muchas varas y piedras”17, aunque la respuesta española fue romper con caballería de a cinco

en cinco las filas de escuadrones que atacaban en su contra, “no parasen a lancear, sino

[llevando] las lanzas por los rostros hasta romper sus escuadrones”18. Si nos detenemos a

analizar esto, los mexicas aguardaban a los soldados españoles y Tlaxcaltecas después de

haber sido hostigados frecuentemente por aliados mexicanos y soldados mexicas, la

emboscada debía de haber tenido como finalidad acabar en medida de lo posible con la

16
Óp cit, Francisco López de Gómara, Pág. 211.
17
Lienzo de Tlaxcala, Pág 50.
18
Óp. Cit, Bernal Díaz, Pág. 259.

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mayoría de estos hombres tomando prisioneros y por ende, tratando de vengar la muerte de

su querido Tlatoani. Sobre aquella batalla, describe Bernal:

¡Oh que cosa era de ver esta tan temerosa y rota batalla; cómo andábamos tan revueltos con ellos, pie
con pie, y qué cuchilladas y estocadas les dábamos, y con qué furia los perros peleaban, y qué herir y
matar hacían en nosotros con sus lanzas y macanas y espadas de dos manos, y los de a caballo, cómo era
el campo llano, cómo lanceaban a su placer entrando y saliendo, y aunque estaban heridos ellos y sus
caballos, no dejaban de batallar muy como varones esforzados! 19

La batalla sería muy reñida, por lo que el conocimiento sobre las costumbres guerreras de los

mexicanos le daría a cortes la oportunidad de salir bien librados, de la batalla que

posiblemente habrían perdido, debido a su condición física y moral por las continuas

arremetidas que tuvieron en su contra estos españoles, pues Cortes mientras se dedicaba a

romper los escuadrones enemigos con los hombres de a caballo; daría la orden de concentrar

sus esfuerzos; estocadas, tiros y lanzas fuese en contra de los principales hombres de guerra,

podría decirse que matasen a los comandantes y capitanes, pues estos eran fácilmente

distinguidos, pues entre ellos se destacaban al llevar entre doscientos y cuatrocientos

hombres, más sus armaduras, como describe El Conquistador Anónimo, son “de diversos

colores, que hacen de muy buena vista20” y de igual forma menciona que estos hombres

portan: “la bandera en su asta, de tal manera atada en la espalda, que no le molesta nada para

pelear, ni para hacer todo cuanto quiera21”.

Esta pequeña ventaja, bien encaminada, llevo a un encuentro heroico entre Héctor y

Aquiles, pues Cortes se topó junto con los hombres de a caballo al capitán general de los

mexicanos y a otros tantos nobles que le rodeaban, de inmediato le identifico por “su bandera

19
Ibidem, Bernal Díaz, Pág. 259.
20
Joaquín García Icazbalceta, Conquistador anónimo, Pág 3.
21
ibidem, Joaquín García Icazbalceta, Pág. 2.

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tendida, con ricas armas de oro y grandes penachos de argentería”22. Dándole carga de

caballería sobre estos desprevenidos hombres separándoles, por lo cual el mando principal

de los mexicanos seria seguido por Juan de Salamanca, el cual le daría muerte con su lanza

y se apodero del tocado de plumas y del estandarte de guerra, gracias a esto los combatientes

mexicanos perdieron las ganas de batallar y terminaron dándose la retirada dejando que los

españoles y sus aliados llegasen a Tlaxcala, donde finalmente se darían reposo y planearía su

nueva estrategia, que culminaría con el sitio a la ciudad de Tenochtitlan y su posterior

conquista.

-Conclusión

Retornando a estos precisos momentos históricos, gracias a las fuentes podemos concluir

sobre las percepciones militares mexicanas por parte del ojo español dos características muy

importantes:

Primera, que la organización militar mexicana se basó en la fuerza numérica, donde la

estrategia principal consiste en arremeter constantemente con armas de largo alcance, como

son; dardos, flechas, piedras, y donde el combate cuerpo a cuerpo es rudo, fluido y con arto

estruendo por los gritos y silbidos rituales. En Bernal es muy recurrente, durante las batallas

antes tratadas que los mexicanos le den lugar al factor psicológico en la guerra y en sus

estrategias de combate que giran en torno al choque de masas desorganizadas, al menos en

comparación con la organización que traían lo españoles de su unidad favorita; Los Tercios

Españoles.

22
Óp. Cit, Bernal Díaz, Pág. 259.

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En segunda, es posible denotar, durante el sitio al cuartel español en el antiguo Palacio

de Axayácatl, que la ciudad misma, tenia características defensivas que les daba la ventaja

de los naturales de la misma para arremeter en contra de los posibles invasores, pues como

se ha explicado; podían ser emboscados a media calle sin avanzar mucho ya sea por las

alarmas sonoras que se daban como por las características de la traza urbana mexica. Cabe

resaltar que estas características les darían enormes problemas a los españoles durante el

largo asedio a Tenochtitlan.

Finalmente podemos concluir que; los españoles desde la perspectiva de Bernal Díaz,

veían con admiractimar, al contrario los tenían en cuidado por ser primeramente inferiores,

los españoles en comparación con los indios y en segunda por serles buenos guerreros que

ya sin superstición divina les atacaban y mataban como a cualquier hombre al que se hubieran

enfrentado. Por lo tanto, los españoles veían en los mexicanos dignos oponentes que fueron

para ellos más que una piedra en la calza, sino que un digno rival que hubiera sido mucho

mejor aliado que enemigo, pero finalmente arremetieron contra ellos por no dejarles opción.

-Referencias:

-Biografía.

- Del Castillo Bernal, Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España,

vigesimoséptima impresión, “Sepan Cuantos…” Núm.5, Introducción y notas Joaquín

Ramírez Cabañas, Ciudad de México, Porrúa, 2017, Págs. 701.

- López de Gómara Francisco, Historia de la Conquista de México, Prologo y

bibliografía por Jorge Gurria Lacroix; Actualización, cronología y bibliografía por Mirla

Alcibíades, Caracas Venezuela, Biblioteca Ayacucho, 2007, Págs. 484.

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Cibergrafia:

- Chavero Alfredo, Explicación del Lienzo de Tlaxcala, (PDF), Ciudad de México,

Editorial Cosmos, 1970.

- García Icazbalceta Joaquín, El conquistador anónimo, (PDF), biblioteca Virtual

Universal, http://www.biblioteca.org.ar/libros/154048.pdf

mese@unam.mx

yaldamariana@gmail.com

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