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A RODRIGO VILLALBA
Senador de la república de Colombia
DE JOHANA CAROLINA PUENTES N.
Asistente III
ASUNTO Deforestación en Colombia
FECHA Septiembre de 2019
Colombia cuenta con 114 millones de hectáreas, de las cuales 60 millones están
representadas en superficie de bosque natural. Esto representa una gran diversidad
en flora y fauna, por lo tanto, nos convierte en uno de los países con mayor riqueza
natural.
Colombia, pese a ser uno de los países que cuenta con mayores extensiones de
ecosistemas naturales, cada hora, el país pierde 20 hectáreas de bosques,
principalmente en Chocó, Antioquia, Caquetá, Guaviare, Meta y Norte de
Santander, lo que representa la tasa de pérdida de recursos forestales más alta de
los últimos 25 años.
Causas de la Deforestación
Para el departamento del Caquetá desafortunadamente los dos años que duro las
negociaciones de La Paz en la Habana, Cuba la deforestación creció de una forma
desmesurada. La situación en la región no es menos alarmante si se tiene en cuenta
que de cada cinco hectáreas que se arrasan en Colombia una está en el Caquetá.
Tal vez algunos no lo sepan, pero talar la Amazonia no solo es perjudicial para el
Caquetá, sino para la humanidad entera. Cortar esos árboles tiene implicaciones en
el cambio del clima del planeta. Ahora bien, lo peligroso es que, si esta parte del
país se sigue talando a ese ritmo, el bosque amazónico podría terminar de
exterminarse completamente en 50 o 70 años.
La deforestación en la Amazonía está asociada principalmente a praderización,
especulación sobre la tierra, ganadería extensiva, cultivos ilícitos e infraestructura
vial. El IDEAM calcula que 53% del territorio nacional está cubierto de bosques. Ahí
vive buena parte de las 55.000 especies animales y vegetales que tiene Colombia
y de ellos dependen cientos de miles de personas.
Postconflicto y la deforestación
El medio ambiente tiene todo que ver con el postconflicto. Por una parte, los
conflictos en Colombia se han dado, en gran medida, como consecuencia de las
desiguales relaciones en el acceso, tenencia y uso de la tierra y no se puede obviar
que la tierra es también un recurso natural y que su uso conforme a la vocación que
tiene viene dado, en parte, por disposiciones ambientales.
En Cartagena del Chairá y en San Vicente del Caguán, dos municipios que fueron
escenarios de los momentos más duros del conflicto, la tala se disparó en
proporciones no vistas en Colombia. Solo en esas dos jurisdicciones se concentró
en 2017 el 22 por ciento de la deforestación total del país. El dato es impresionante
si se tiene en cuenta que estos territorios representan muchísimo menos que el 1
por ciento de la superficie del suelo colombiano.
Parece paradójico pero la presencia de los grupos armados al margen de la ley y
su control en diferentes zonas del país garantizaban la permanencia y conservación
de nuestros bosques. En tiempos de la guerra, las FARC redactaron un manual de
convivencia en el que, existían normas ambientales de obligatorio cumplimiento,
pues la selva era el refugio perfecto y la garantía para controlar el territorio.
El posconflicto no dimensionó el impacto de la dejación de los territorios por las
FARC-EP. Esto se evidencia con la falta de preparación y alcance de las
autoridades ambientales para llegar a aquellos territorios que controlaba este grupo
armado en el país. Ahora han llegado grandes terratenientes y tumban selva a
mayor escala.
CONCLUSION
Por otra parte, se hace necesario fuertes sanciones para quienes talan los bosques,
practican la minería ilegal y realizan quemas no controladas.
El refuerzo de alternativas brindadas a los campesinos para sustituir la siembra de
coca erradicada por parte del Programa de Sustitución de Cultivos ya que
reconocen que siguen tumbando árboles para hacer sembrados o poner ganado por
falta de opciones de sustento. Hay demasiados productos secundarios del bosque
que se pueden aprovechar. Hay unos proyectos agroforestales como el cacao bajo
sombra que pueden funcionar muy bien.
La paz nos tomó distraídos, sin estrategias claras, sin trabajar con la gente, sin
implementar alternativas productivas sostenibles, sin organizar el turismo. Era
previsible que hacia las áreas que antes estaban restringidas por ser espacios de la
guerrilla, se movilizaran los que han sido desplazados por la inequidad de las
ciudades. Se sabía que allí iban a llegar aquellos que no tienen tierra y buscan
alternativas de vida o quienes simplemente han querido explorar territorios hermosos
que antes estaban vedados por el conflicto.