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Bueno comenzare con la frase “A estas alturas de mi vida” pero no para alardear mi edad, pues al igual que ustedes

aun
soy joven, hago referencia a esta frase, porque como ustedes eh recorrido un camino para estar aquí, la diferencia es
que mi camino pudo ser abrupto que el vuestros o caso contrario.

Habido muchas ocasiones en las que rendirse era la opción más fácil, pero no lo hicimos y tampoco lo haremos, ¡cierto?

El triunfo verdadero es producto del trabajo duro, nadie gana por casualidad cada hombre exitoso posee una filosofía
de la vida que lo lleva a tomar decisiones correctas en momentos precisos. Esto podría sintetizar la esencia del éxito.
Vencer a los que te critican no garantiza que hayas triunfado recuerda que ellos son resentidos que solos echan su
veneno, pero el veneno no mata si te la tomas.

Si te igualas con los… los mediocres se asocian y son tontos, que parasen todos. Nadie triunfa por buscar suerte, al final
cada, persona esta exactamente donde debe estar, todos somos la suma de nuestros actos. Lucha por tus anhelos y
aguantando los moros de los frustrados es parte del precio que hay que pagar para ser alguien.

Es muy común que hoy en día estemos más ocupados en otras decisiones como aceptación, amigos…

Pues miles de jóvenes gastan gran cantidad de tiempo y dinero en buscar aceptación, gastan en ropas cirugías y otros.

Peor son estupideces, tu eres valioso así como eres ya seas alto bajo gordo delgado no existe otro ser humano igual a
ti. Deja de desperdiciar tu tiempo, dinero valioso buscando aceptación y ponte a sembrar, mañana solo vas a cosechar
aquello por lo que te pusiste el ala hoy nada es gratis en la vida.

Pues tanto tu como yo tenemos derecho a no caerle bien a todos nunca te amara nadie, sino eres capaz de correr el
riesgo de que algunos te aborrezcan.

Todos queremos mejorar, llegar a ser personas exitosos pero primero comencemos con el pasado, es necesario buenos
cimientos poco para hacer una buena construcción y una de las reglas para rehabilitarse de cualquier mala racha es
restaurar tu pasado y restituye los daños, sólo así podrás hacer borrón y cuenta nueva en tu vida.

Tener humildad verdadera, reconocer los errores, saber pedir perdón, investigar, encacha con interés, aprender de
todos, ser paciente, bien que la paciencia es virtud, sencillo, comprensivo, reflexionar y seguir caminando sin responder
nunca a las críticas, te hará un hombre exitoso

Y si te equivocas acéptalo, no te defiendas, no busques justificación tienes derecho a cometer errores, El golpe duele
pero es el precio de tu error, págalo con gusto y aprende de tu lección.

Tienes inteligencia, voluntad, conciencia, cuerpo, todos los elementos para triunfar, si no logras tus anhelos es porque
no te esforzaste por ellos, no pongas más escusas invierte en tu mente, aprende, prepárate, tu no vales lo que valen las
facturas de tus bienes materiales, vales lo que tienes en la cabeza.

La base de todo es pensar que hoy es el día que morirás. Eso da sentido a la vida. No hay más.

Y cuando al día siguiente despiertes, tendrás la mayor de las alegrías al darte cuenta de que te han regalado veinticuatro
horas más.

Pero recuerda que cada día lo has de vivir a tu manera. ¿De qué sirve vivir con sus reglas?

Con las normas de los que desean que pienses que vivirás mil años para que no te centres.

No, no viviremos mil años, viviremos un día. Y luego otro y otro más… Si piensas así, conseguirás que no te atrapen con
sus trucos para que hipoteques tu vida.

Piénsalo bien, si sólo te quedara un día: ¿trabajarías ese día?, ¿pagarías tus facturas?, ¿te interesarían las noticias?

¿O, en cambio, intentarías enamorarte? ¿Jugar? ¿Reír? ¿Amar? ¿Gritar? ¿Cantar? ¿Qué harías?

¿Lo comprendes? No tienes que hacer nada que no desees. No te obligues a nada que no necesites. Tan sólo vive el
segundo, disfruta el minuto.
Y sobre todo olvida las obligaciones: son un círculo vicioso. Si entras en su rueda, siempre habrá obligaciones. Siempre.

Y si vives con sus normas, tu ciudad te impedirá ver tu alma. Esos edificios altos fueron puestos allí para no dejarte ver
nada más excepto otros edificios gigantescos.

Y recuerda que cuando expliques esta teoría sobre la libertad, sobre no tener obligaciones, todo el mundo te dirá: «Si
todos lo hiciéramos, si todos fuéramos libres de elegir, de obligaciones, de deseos… ¿Qué sería de este mundo?».

Tú sólo respóndeles: «Y haciendo todo lo que se supone que debemos hacer… ¿Qué es de este mundo?».

El problema no es que sólo usemos el diez por ciento de nuestro cerebro, sino que no utilizamos ni el dos por ciento de
las emociones de nuestro corazón.

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