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COHORTE: 2018
1- ¿Por qué Ansaldi y Giordano (2012) le asignan a las cuatro grandes formas de organización de la
producción agraria en América Latina instituidas por la colonización europea, el carácter fundante
de las matrices societales y qué implicancias posee dicha afirmación?
Las tres grandes unidades económicas de producción que consideran Ansaldi y Giordano, la
encomienda, la hacienda y la estancia, y por otro lado las comunidades indígenas1, devinieron en
matrices societales en sí mismas porque se convirtieron en un espacio de control social, político y
cultural. Y a diferencia de lo que otros autores aseguran, las relaciones que hubo no sólo fueron
económicas o productivas, perdurando su impronta más allá de la dominación colonial hasta
nuestros días.
El sistema colonial hispánico, según la hipótesis de Hugo Burgos Guevara (1995:12, citado por
Ansaldi y Giordano, 2012:97), “no destruyó de un plumazo la organización básica y cultura
aborigen, no trataron de destruir la instituciones que mantenían a la población organizada para los
trabajos básicos”. Es decir, desmembraron los mecanismos de poder pero no las estructuras
señoriales originarias o étnicas y se protegieron las formas comunales de tenencia de la tierra
adaptándola a los sistemas españoles. Por lo que no se transplantaron sus estructuras dominantes al
espacio dominando “sino que se impuso una economía de circulación y el tipo de relaciones de
producción como estructura de la sociedad que convalidase su dominación” (Assadourian,
1973:74-75, citado por Ansaldi et. al., 2012:104).
1 En una clase del seminario “La formación de América Latina en el mundo Moderno” durante abril de 2018 para la Maestría en
Estudios Sociales Latinoamericanos (MESLA), el mismo Waldo Ansaldi comentaba sus dudas acerca de incluir a las comunidades
indígenas como matriz societal en sí misma aislada de otras formaciones de producción.
2Entendido como lo hizo el Equipo sociohistórico de CENDES, Centro de Estudios del Desarrollo de la Universidad Central de
Venezuela. CENDES, 1982. Nota de los autores p.95.
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La hacienda latinoamericana, a su vez, no se entiende sin la presencia indígena ya que los vínculos
no eran únicamente de trabajo y producción sino también constituían una compleja diversidad
cultural de la que los indígenas eran portadores. Se mantuvo un patrón cultural singular con
elementos de las cosmovisiones indígenas, espacios de resistencia para mantener su identidad, que
ya no era originaria porque había sido permeada por la intromisión europea. La dominación colonial
no pudo eliminar ni física ni culturalmente a la sociedad colonizada, lo que llevó a una coexistencia
de ambas y como resultado nos encontramos el “juego dialéctico entre los intereses de los
conquistadores y la resistencia de los conquistados” (Matos Mar, 1976: 182-183, citado en Ansaldi
et. al., 2012:124)3 .
Entre las principales características de la plantación, según O. Nigel Bolland (1993:25 citado en
Ansaldi et. al., 2012:116), estaban una fuerte estratificación social con una intensa correlación entre
las distinciones de clase y raciales. Por ello, y a pesar de la abolición de la esclavitud, la persistencia
del pasado plantoesclavista es todavía hoy observable. Germán Carrera Damas (1987:35-36 citado
en Ansaldi et. al.,2012:117) apuntaba en la misma dirección que Ansaldi y Giordano: “la esclavitud
no termina con la abolición legal sino que es un proceso dinámico, complejo y dilatado de efectiva
disolución de la institución en los órdenes socio/económico e ideológico/político”. Las estancias,
aunque con relaciones de trabajo asalariado, también fueron aleccionadoras de la sociedad
pampeana-rioplatense. La fuerza de trabajo fue constituida por gauchos libres, errantes y molestos
3 Esto permitió la organización de la población originaria en unidades manejables como fuerza de trabajo, leales a la Corona por el
miedo al posible poder feudal de los conquistadores y racionalizar la conquista mediante la difusión de la religión católica.
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Ambas corrientes identifican la disparidad de base de la que parte América Latina como el resultado
de un intercambio desigual en el comercio internacional centro-periferia basada en la explotación y
exportación a través del predominio del capital transnacional de los recursos naturales: poco
diversificados y sometidos a cambios muy bruscos de oferta y demanda (Basualdo et. al., 2006:19).
Cuando se producen retrocesos en la economía internacional, los efectos negativos se amplifican
por la retracción o reversión de los flujos de capital en las economías latinoamericanas: crisis de
deuda externa, balanza de pagos y bancarias (Bértola et. al., 2013:29). Derivada de este intercambio
desigual, que la teoría de la dependencia denomina, valga la redundancia, “dependencia de las
periferias hacia el centro”, está la volatilidad económica.
4 El origen de esta volatilidad está asociado a los ciclos de carácter internacional, a las crisis producidas por bloqueos repentinos a las
exportaciones en medio de situaciones críticas internacionales: el auge de financiamiento externo después de las independencia, el
anterior a la crisis internacional de 1873, la Gran Depresión de los años 30, la crisis de la deuda latinoamericana de los años 1980 y la
nueva secuencia de crisis que comienza en Asia Oriental en 1997 y culmina con la crisis financiera-inmobiliaria de 2008. Esta última
fue la más prolongada por la caída de los precios de los productos básicos durante dos décadas y la elevación de las tasas de interés
de los organismos financieros internacionales que, por primera vez, no contaron con el mecanismo de la suspensión del servicio de
deuda que se había usado en el pasado (Bértola y Ocampo, 2013:274-276).
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desarrollo” porque implica una apertura unilateral de los países periféricos, lo que se traduce en un
crecimiento empobrecedor y el deterioro de las condiciones de vida y de trabajo de la mayoría de la
población (Basualdo et. al., 2006:24). Los dependentistas también añaden al diagnóstico
estructuralista los conceptos de imperialismo y subimperislismo que siguen operando a día de hoy,
lo que complejiza la bipolaridad de los estructuralistas de centro-periferia y aporta ciertos “rasgos
triangulares” (Katz, 2018) al añadir países intermedios a la cuestión, subpotencias regionales con
capacidad de acción militar. Aporte muy interesante para pensar las comparaciones neoliberales de
América Latina que no terminan de poder replicar el aparente éxito económico del sudeste asiático.
Los teóricos de la dependencia comparten con el estructuralismo la modalidad externa de las crisis
latinoamericanas, sin embargo también incluyen la debilidad del mercado interno ante la ausencia
de una norma estructural de consumo masivo, lo que conforma un ciclo sin fin con la informalidad
laboral, los bajos salarios y la estrechez de la clase media. Que el dependentismo haya producido un
legado que empalma teoría económica, acción política y compromiso social, resulta decisivo para
entender las complejidades latinoamericanas —entre ellas las resistencias sociales.
La principal deficiencia del modelo, según Bértola y Ocampo, fue la incapacidad de crear una base
tecnológica sólida. Esto tiene sus raíces en el rezago industrial, educativo y de base científica-
tecnológica acumulados como fenómenos estructurales en toda la región. La crítica dependentista se
centra en el sesgo modernista de la industrialización y de la incapacidad de eliminar la tradicional
dependencia de la región con respecto del centro. A partir de los años 70, hubo grandes
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Por lo que ni la industrialización ni la estrategia más liberal que vino después, ofreció la solución a
estas limitaciones y obstáculos de las economías de América Latina. Y no es si no en las propuestas
para la resolución de los obstáculos de dicha convergencia trunca donde ambos modelos de la teoría
crítica económica latinoamericana difieren sustancialmente: el estructuralismo concibe el desarrollo
como “un proceso de acumulación de capital, ligado al proceso tecnológico, que permite una
elevación gradual de la densidad de capital, el aumento de la productividad del trabajo y del nivel
medio de vida de la población” (Sztulwark, 2003:29); mientras que para la teoría de la dependencia
ninguna modalidad del capitalismo de Estado resuelve los desequilibrios del capitalismo privado.
Las mismas contradicciones que generan la competencia, el beneficio y la explotación afectan a
ambas variantes y la superación de la tradicional dependencia de la región sólo viene dada por una
“renovada batalla por el socialismo” (Katz, 2018).
3- ¿Cuáles son los principales desafíos que enfrentan los procesos de integración económica en
América Latina en la actualidad?
La integración latinoamericana había sido propuesta como uno de los principios efectivos e
indispensables para competir en el mercado internacional, tanto contra los países centrales como a
nivel regional, y superar las tendencias del intercambio desigual y la dependencia que caracterizan a
América Latina. El modelo de integración regional neoliberal basado en la supremacía de la agenda
económica se desarrolló desde fines de la década de 1980 hasta comienzos de los años 2000 y tuvo
dos tendencias, por un lado el MERCOSUR inspirado en el regionalismo abierto y por otro, los
basados en el los tratados de libre comercio.
El TLCAN (Estados Unidos, Canadá y México) basado en la cuestión del intercambio comercial y
de inversiones subordinando a todas las demás cuestiones sociales y políticas, fue el ejemplo
elogiado por la CEPAL en 1994, sin advertir, como más tarde haría el uruguayo Eduardo Gudynas,
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“que se convertiría en un instrumento de relación asimétrica entre sus miembros, […] donde los
intereses de las corporaciones estadounidense saldrían ampliamente favorecidos” (Gudynas, 2005).
Algo similar hubiese sucedido con el inconcluso ALCA, el Acuerdo de Libre Comercio que
englobaba desde Alaska hasta Tierra del Fuego, cuando potenciaba una “vinculación estrictamente
comercial entre países dispares económicamente y también lejanos en el territorio” (Kan, 2018:29).
La década de los años 2000, se caracterizó por el contrapeso al neoliberalismo que supuso el
ascenso de gobiernos y sectores subalternos que en materia integracionista “privilegiaron lazos de
cooperación política y promovieron una agenda caracterizada, principalmente, por temas de
soberanía y autonomía regionales” (Kan, 2018:14). Los nefastos resultados del TLCAN, el
estancamiento del ALCA y la crisis de MERCOSUR supusieron un cuestionamiento integral al
modelo de integración construido bajo el neoliberalismo, dando lugar a una reconfiguración de la
política regional y al desarrollo de nuevas instancias como la UNASUR.
En la actualidad, según el autor Julián Kan, el nuevo viraje de la región hacia climas más liberales
que la década pasada confluyen hacia una nueva ofensiva del capitalismo con la aparente
consolidación de la Alianza del Pacífico (AP), la aparición de los BRICS (entre los que está Brasil)
y la necesidad de los países centrales de frenar su avance mediante proteccionismo, lo que a su vez
obliga a los países latinoamericanos a una creciente liberalización comercial como ventaja
comparativa. Esto se evidenció en 2017 con MERCOSUR al profundizar en el Acuerdo de Libre
Comercio (TLC) con la UE, que finalmente se firmó este año 2019 después de 20 años de
negociaciones.
Ahora bien, nos encontramos por tanto en medio de una “parálisis del MERCOSUR” (Kan,
2018:14) con los TLC acechando al modelo integracionista de la región y haciendo plausible que
finalmente MERCOSUR se convierta en una Zona de Libre Comercio eliminando la política
arancelaria común (Kan, 2018:38). El “predominio de la agenda comercialista por encima de
cualquier otra agenda” (Porta, 2013:85) que vive actualmente MERCOSUR, debilita su
institucionalidad, la fiabilidad de sus acuerdo, fomenta su no operatividad porque no se ha llevado a
cabo una integración productiva entre los diferentes países, ni se ha trabajado en una cooperación
económica horizontal ni estrategias que contemplen la cuestión de las asimetrías entre los países
miembros.
complementación productiva más allá de los acuerdos entre filiales porque “es dudoso que alguien
sepa hoy a ciencia cierta cual es la escala de MERCOSUR” (Porta, 2013:86)5 .
Por otro lado, con una visión más holística y global, Julián Kan abre varios interrogantes sobre los
desafíos que tendrán que afrontar los procesos integracionistas latinoamericanos empezando por
cómo será la relación entre Estados Unidos y América Latina, que ocurrirá por lo tanto con el
TLCAN, cómo será la relación con China y si iniciativas que vayan más allá de la integración
económica —como UNASUR o CELAC— tienen cabida en las maniobras geopolíticas y
económicas actuales.
5 Como ejemplo ilustrativo del resultado de los programas de liberalización, los contenciosos comerciales permanentes y las
violaciones unilaterales de reglas y acuerdos, tenemos el caso del FOCEM (Fondo de Convergencia Estructural del MERCOSUR) que
está siendo erróneamente utilizado para financiar infraestructura en lugar de estructura.
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trabajadores urbanos y rurales que consiguió instaurar un gobierno popular durante diez años. El
levantamiento estudiantil en Ciudad de Guatemala de 1962 simboliza la búsqueda de una solución
política revolucionaria a través del Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT) como plataforma de la
acción colectiva, para luego optar por las armas mediante distintos movimientos revolucionarios6 .
El documental desarrolla los primeros grandes logros de la Revolución Cubana: la erradicación del
analfabetismo y formas de resistencia frente a las agresiones contrarrevolucionarias de EEUU.
El politólogo cubano Roberto Regalado señala que “el mal llamado proceso de democratización de
los años 80 fue sustituir a las dictaduras militares por estados neoliberales8”. Estos años son, según
la socióloga Maristella Svampa, de ajuste estructural, descolectivización, aumento de las
desigualdades, profunda transformación de los sectores populares y pérdida de las identidades
sociales tradicionales.
Otro punto de inflexión fue la Guerra del Agua en Cochabamba ante el intento de la privatización
de agua: “La gente del campo no entendió jamás que el agua pueda ser propiedad de alguien”, dice
Oscar Olivera, Coordinadora del Agua. Se organizaron sectores del campo y la ciudad de una forma
6 El Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP), la Organización del Pueblo en Armas (ORPA), el Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT) y
las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR).
7 Un barrido rápido por la coyuntura de las décadas de los 60 y 70 en América Latina nos lleva al régimen militar en Argentina
(1976-83), en el Uruguay (1973-85), en el Paraguay (1954-89), en Bolivia (1971-82), Brasil (1964-85), Ecuador, Panamá (1968-89),
Guatemala (1954-86), Perú (1968-1980), Chile (1973-1990). El documental deja entrever la participación y apoyo de los Estados
Unidos en los golpes militares.
8 Las experiencias de implantación del neoliberalismo en todo América Latina fueron similares: Fernando Collor de Mello (Presidente
de Brasil 1990-1992), Carlos Menem (Presidente de Argentina, 1989-1999), Carlos Andrés Pérez (Presidente de Venezuela,
1989-1993), Carlos Salinas de Gortari (Presidente de México, 1988-1994) y Alberto Fujimori (Presidente de Perú, 1988-1994).
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horizontal y participativa que supuso una fuerza que culminó con la ascensión de Evo Morales a la
presidencia de Bolivia.
“Vida digna es una acción social colectiva. Es el tiempo del gran despertar. Por eso las luchas
deben de continuar. El árbol debe tener las raíces muy profundas. Aunque nos quieran aplastar
seguiremos como un gran árbol que da semillas”
La idea fuerza que atraviesa la serie documental “Semillas quedan” refiere a los legados de los
procesos de organización popular que han emergido durante el último siglo en América Latina.
Inspiración, ejemplo, apertura de lo imaginable o guía como lazos sociales, derechos, instituciones,
formas de Estado o de comunidad; las distintas formas de organización y resistencia colectiva que
los pueblos latinoamericanos han adoptado a lo largo de la historia han repercutido en otros
procesos de la región y del mundo. Las semillas que quedan son la multiplicidad infinita de
creatividad popular para resistir a la muerte y crear espacios para la vida; como así también las
semillas que aún son promesa y esperanza.
Ejemplo de estas semillas perennes que nacen y renacen, son las experiencias de organización y
resistencia popular guatemaltecas. La participación popular fue crucial para sostener el primer
gobierno de la Revolución de Octubre (1944) y legitimar luego a Árbenz en la presidencia, cuya
postura más radical y contundente a favor de la expropiación de los grandes latifundios de la UFCO
le valió una gran cantidad de amenazas y atentados9 . Las reformas en favor de campesinos, de la
clase obrera urbana, las campañas de alfabetización, los nuevos derechos de ciudadanía para
indígenas, resultaron intolerables para los sectores reaccionarios y los fuertes intereses de la UFCO.
Sin embargo, la Revolución guatemalteca tuvo un gran eco en países vecinos y en generaciones
9 Tanto de enemigos internos (los sectores conservadores tradicionales que lo acusaban de agente soviético) como externos (Estados
Unidos con Dwight Eisenhower en la presidencia y la actuación de los hermanos Alan y John Foster Dulles, titular de la CÍA el primero
y Secretario de Estado y socio de la UFCO, el segundo).
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10 Desde el proyecto proponen participar, equivocarse, hablar para romper la cultura de silencio. Conciben al arte como medio de
expresión y de liberación que permite generar la propia voz. Y apuestan a enseñar a les niñes la verdadera historia de América Latina.
11 “En Guatemala hallé el entronque entre problemática indígena-lucha armada-organización social” dice Álvaro García Linera,
vicepresidente de Bolivia
12 Mientras que “el poder punitivo jerarquiza relaciones de poder y de autoridad, las soluciones comunitarias fortalecen una relación
de horizontalidad. La mayor parte de la historia de la humanidad no existía poder punitivo. Hay que recuperar para la sociedad
moderna soluciones de tipo comunitario” (Zaffaroni)
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complejo debido el acoso imperialista, en el cual los pueblos van arrancando derechos democráticos
según una relación de fuerzas variable.
"Cada muerto que vuelve a la tierra es parte de nuestra fuerza ancestral. Cada muerto que se ha
ido creyendo en un mundo más digno, más libre, más solidario, nos va a apoyar del otro lado para
que construyamos eso para quienes van a seguir. Sangre derramada no deja de ser buena semilla
que va a seguir cuidándonos también”
Bibliografía
Basualdo, E. y Arceo, E. (comps.) (2006): “Neoliberalismo y sectores dominantes. Tendencias globales y experiencias
nacionales”. CLACSO, Buenos Aires. (pp. 15-65)
Bértola, L. y Ocampo, J. A. (2013): “Desarrollo, vaivenes y desigualdad. Una historia económica de América Latina
desde la Independencia”. Capítulo 4: Industrialización dirigida por el Estado (pp. 151-212) y Conclusión (pp. 271-216).
Secretaría General Iberoamericana.
Katz, C. (2018): "América Latina desde la teoría de la dependencia". Revista Herramienta Web No 24, Diciembre 2018.
Porta, F. (2013), "Retos y Desafíos para un nuevo Mercosur", Revista Argentina de Economía Internacional N°1, Febrero
2013. http://www.cei.gob.ar/userfiles/nota_retos.pdf
Kan J. (2018), “El Modelo de Integración Regional asociado a las Reformas Neoliberales. Un Análisis de las Iniciativas
Regionales de los Años Noventa y de la Coyuntura Actual” (pág.33-38), en Silva Flores C., A. Noyola Rodríguez y J. Kan
(coord.), América Latina: Una Integración Regional Fragmentada y sin Rumbo”, Colección Grupos de Trabajo, CLACSO,
Buenos Aires, 2018.
Gudynas, E. (2005) “El ‘regionalismo abierto’ de la CEPAL: insuficiente y confuso” Observatorio Hemisférico.
Serie documental “Semillas quedan” (2015) producida por la Red Nacional Audiovisual Universitaria MOUNDOU-
CIN y la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires