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En un planeta que data de más de cuatro mil millones de años, el hombre


es apenas una nueva especie. A través de la evolución, del equilibrio de
bacterias primarias y de la óptima distancia al sol, se han dado las condiciones
para la vida como la conocemos hoyen día. A pesar de esto sigue siendo un mundo
desconocido, un mundo omnipresente pero ignorado por muchos, un mundo que
aún no aprendemos a escuchar…

El hombre, reciente habitante de la tierra, ha superado de manera exponencial los logros de


cualquier otra especie, lamentablemente no siempre para bien. En 200 mil años ha
conseguido cambiar el mundo, ha conquistado territorios completos y dominando su entorno
a través de su mayor fuerza el ingenio.

Estas habilidades intelectuales le permitieron desarrollar la agricultura y así resolver el mayor


y más complejo problema al que se enfrentaría jamás, el Hambre. La agricultura no solo fue
el primer oficio sino la primera revolución humana y gracias a esta se produjeron lo primeros
excedentes alimentarios que a su vez crearon el comercio y posteriormente las grandes
ciudades y poblaciones.

Estas grandes concentraciones de personas, parecen un concepto halagador y digno de


mérito, pero se me desvanece al entender el grave impacto cíclico que sus demandas
implican. En corto tiempo las exigencias, las necesidades y actividades aumentaron,
necesitando de mayor capacidad productiva, más territorio y mejor distribución. Es en este
punto donde energía animal no es suficiente, se recurre a las llamadas Bolsas de sol.

Las Bolsas de sol son un concepto utilizado en el documental, para definir la energía solar
captada por millones de años en la tierra y manifestada en forma de carbón, gas y petróleo.
Con estas inicia la era del hombre que busca a toda costa su ideal de confort. Este ideal en
solo 50 años modifico la naturaleza. Ahora se es capaz de con 1litro de petróleo realizar el
trabajo de 100brazos y de en territorios impensables cultivar verdes vegetales. Tal es el caso
del desierto de Almería el cual a base de agua comprada y trasladada, de pesticidas
cancerígenos y plásticos no degradables se logra satisfacer las demandas de Europa.

En Dubái teniendo mareadas del sol se opta por ignorar las energías limpias y se prefieren las
importaciones de todo producto lujoso, mientras que en India las mujeres deben durar meses
cavando para luego aprovechar las fugaces aguas del Monzón.

El problema mayor está en ¿quienes pagan por esto? La verdad pagamos todos, pero no
equitativamente. Las poblaciones más pobres viven en los países con mayores recursos, pero
siguen siendo los más afectadas que aun pagando con su salud, las manos de sus pequeños,
sus tierras centenarias y hasta su propia cultura, no están recibiendo más que degradación y
suciedad. El 80% de las riquezas mundiales son disfrutadas con una ciega población del 20%.

La agricultura petrolera por así llamarla, ha terminado por reemplazar la biodiversidad del
mundo por la estandarización de productos más comerciales y fácilmente transportables,
llevándose a su paso miles de especies que dependían de la biosfera original.
Como consecuencia de esta locura consumista los bosques se trasforman en sembradíos, los
polos se derriten, Siberia no retendrá más de diez años el metano en su permafrost, ¼ de las
especies estarán en peligro de extinción, el agua se acaba y la esperanza de vida saludable
muere.

Pienso que es un poco tarde y que muchas consecuencias son ya imparables, pero esas
mismas consecuencias serán las que abran los ojos y despierten la responsabilidad dormida.
Mientras se debe seguir concienciando a todos los que podamos, mostrando, hablando y
participando desde nuestros sitios para reducir estos efectos humanos.

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