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Elizabeth Martínez
09/11/2019
Si, efectivamente nuestra "Turofilia" por el queso fresco es efímera, dura muy poco por lo que hay
que consumirlo en el corto plazo, pero mientras esté en casa hay que brindarle un medio de
conservación adecuado a su fragilidad.
AL QUESO DALE SU ESPACIO
En el caso de los quesos duro llanero y añejo como el solemne “Queso de Año”; mejor conocido en
sus buenos tiempo como "El parmesano de Venezuela"; este tipo de empaque permite mantener su
nivel de humedad que en un 40% para el primero y un 20% para el segundo, a menor humectabilidad
más seco ha de ser el queso.
Los quesos blandos son: el Fresco del día, “Matera” o "Palmita " según se conoce en Caracas y el
Palmito más conocido como "Palmizulia" que no es su nombre original, si no el de la marca que lo
comercializó a nivel industrial), también el Santa Bárbara originarios del estado Zulia.
La única forma de extender la vida útil de estos queso por más de un mes, es empacados al vacío
puesto que la total ausencia de aire, detiene o retarda el desarrollo de los lactobacilos, que son
bacterias aeróbicas, claro está manteniendo el producto siempre en refrigeración.
Efectivamente el queso bien conservado no se daña, solo sigue su proceso de evolución o mejor
dicho “Maduración”; cuando observamos que se empieza a tornarse amarillento y endurecer, es
parte de su proceso natural, es el mismo que se le aplica a los quesos como el parmesano,
emmenthal y muchos otros, claro está bajo condiciones controladas para que el producto sea apto
para el consumo humano.
Estas indicaciones y además saber cómo elaborarlos de forma segura en otras latitudes fuera del país,
las podrá encontrar en mi libro “MI QUESO” en versión digital.