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PERSONAJES:

 Don quijote
 Aldonza
 Sancho

LOCACIÓN:

Primera Escena: Rio


Segunda Escena: Frente a un molino de viento

En un lugar de La Mancha cuyo nombre no sabemos sucedió esta historia


añeja que pronto recordaremos. Si prestan mucha atención vivirán las
aventuras del Quijote de La Mancha el de la Triste Figura. Rodeado de viejos
libros vivía Alonso Quijano soñando con aventuras, pero, tan solo soñando .
DON QUIJOTE: (Carraspea emocionado)
ALDONZA: (Sobresaltada) Señor...
DON QUIJOTE: Dulcinea del Toboso...
ALDONZA: (Riendo ante esa imagen extraña) ¿Qué? ¿Qué dice, señor?...
DON QUIJOTE: Ante ti se arrodilla tu humilde Caballero, Don Quijote de La Mancha.
ALDONZA: ¿Qué? ¿Caballero de qué?... Pero, señor, yo no lo conozco...
DON QUIJOTE: ¡Oh, Princesa y señora de mis pensamientos! ¿no me reconoces?
ALDONZA: No señor, no lo conozco. Además, no soy ninguna princesa. Mire mis manos,
trabajo desde que nací.
DON QUIJOTE: (Tomándole una mano) Pero señora, sus manos son hermosas. Deme su
bendición, se lo ruego.
ALDONZA: (Ríe confundida. Mira hacia todos lados, extiende su mano y golpea la cabeza
del Quijote que está arrodillado a su lado esperando la bendición con los ojos cerrados).
DON QUIJOTE: (Muy emocionado) Mi dueña...
ALDONZA: (Continúa riendo) ¿Dueña de qué? Si yo no tengo nada...
DON QUIJOTE: ¡Ah, señora! ¿No reconoce a su enamorado esclavo?
ALDONZA: ¡Mire con que se viene el señorico! A hacer burlas de una aldeana...

(De pronto, se escucha la voz de un hombre llamando a Aldonza. Esta, presa de la


desesperación, cruza el río, toma un palo y grita con voz amenazadora)

ALDONZA: ¡Mire, señor! ¡Siga su camino, que va a ser más sano para sus huesos!
DONJ QUIJOTE: (Muy irritado) ¡Voto a tal, Frestón, encantador, que no permites que
sea reconocido por mi dueña y señora! (A ella) Mi señora, soy yo, tu enamorado esclavo...
ALDONZA: (Cada vez más furiosa) ¡Toma que mi abuela! Amiga soy yo de
oír resquebrajos. (Gritando) ¡Apártese, vuestra merced, si no quiere que le parta los huesos!
DON QUIJOTE: Pero, señora...
ALDONZA: (Golpeándolo con un palo) ¡¡¡Fuera, fuera!!!
DON QUIJOTE: (Muy dolorido) ¡Oh, Frestón, maldito encantador! ¿Por qué me persigues?
Has puesto cataratas en sus ojos para que no me reconozca. (Se levanta y se va) ¡Ah!
Muertos están los caminos por donde viniera algún contento a mi alma... ¡Ah! ¡Ah!...
SEGUNDA ESCENA

SANCHO: Mire señor Caballero Andante, espero que no se le olvide que me ha prometido
una ínsula. Le aseguro que yo sabré gobernarla.
DON QUIJOTE: Amigo Sancho Panza: es costumbre de los Caballeros Andantes hacer
Gobernadores a sus escuderos. Pero ¿quién lo duda?
SANCHO: ¡Yo lo dudo! (Se arrepiente de su vehemencia) Pues creo señor, que, si llovieran
reinos sobre la tierra, ninguno le sentaría bien a mi mujer, Teresa Panza, que no vale para
reina, apenas para condesa y con ayuda de Dios.
DON QUIJOTE: (Muy excitado) ¡Oh, amigo Sancho Panza! ¡La ventura guía nuestros pasos!
¿Ves aquellos desaforados gigantes?
SANCHO: (Mirando con atención hacia donde señala Don Quijote) ¿Qué gigantes?
DON QUIJOTE: Aquellos. Los de los brazos largos. Que algunos tienen varias leguas.
SANCHO: Pero señor, aquellos no son gigantes sino molinos de viento.
DON QUIJOTE: (Asombrado por la actitud de Sancho) Me parece, Sancho, que nada sabes
de aventuras. Si tienes miedo apártate, que voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla.

(En el espacio opuesto al que están ubicados Sancho y Don Quijote, aparecen tenuemente
iluminados los molinos de viento que, accionados por dos actores, irán aumentando
progresivamente su movimiento, dando la impresión de que el viento los mueve cada vez más
violentamente)

SANCHO: (Con desesperación) ¡Deténgase señor! Pero ¿qué locura es esta?


DON QUIJOTE: ¡No huyan, cobardes criaturas, que solo yo los ataco!

(Don Quijote llega hasta los molinos y choca con ellos. Con la ayuda de un juego de luces,
vuelan el Caballero y Rocinante por el aire. Sancho se acerca a socorrerlos. Mientras la luz
que iluminaba los molinos se esfuma, Don Quijote asistido por Sancho, se recupera
lentamente)

SANCHO: ¡Por Dios! ¿No le dije señor que eran molinos de viento? ¿Qué le pasa? ¿Ha
perdido el juicio?
DON QUIJOTE: (Muy dolorido) Calla, amigo Sancho. Más bien creo que algún encantador
enemigo mío ha convertido estos gigantes en molinos de viento, para quitarme la gloria de su
vencimiento.
SANCHO: Señor, no delire usted...
DON QUIJOTE: Pero han de poder poco sus magias contra la bondad de mi espada.
SANCHO: (Ayudándolo a levantarse) Vamos señor. Despacio. No sea que se le haya
quebrado algún hueso. (Caminan lentamente)
DON QUIJOTE: ¿Sabes, Sancho? Me ha dicho el Ama que Frestón, el más grande
encantador enemigo mío, montado en una gran serpiente se presentó en mi casa y se llevó
uno a uno todos los libros de mi biblioteca.
SANCHO: (Observando que su amo se encuentra muy débil) Siéntese señor y comamos algo
que aquí traigo una cebolla y unos mendrugos, aunque no sea manjar para un caballero como
vos.
DON QUIJOTE: ¡Qué mal me entiendes, Sancho! Que es honra de los Caballeros Andantes
no comer en un mes y que cuando coman sea de aquello que hallen a mano, frutas y hierbas
del campo.
SANCHO: Bien. De ahora en adelante, proveeré las alforjas de frutas secas para usted que
es Caballero y para mí que no lo soy, las proveeré de cosas más sustanciosas. (Se aleja para
comer)
DON QUIJOTE: ¡Sancho, ven aquí, siéntate a mi lado! Sé conmigo una sola persona, come
en mi plato y bebe en donde yo bebo, porque de la Andante Caballería se dice lo mismo que
del Amor: que todo lo iguala.
SANCHO: Gran favor. Sepa usted que me cae mucho mejor lo que como estando solo,
aunque sea cebolla, pues así no estoy obligado a comer despacio, a limpiarse a menudo y a
no toser ni eructar si tengo ganas.
DON QUIJOTE: (Obligándolo a sentarse al lado de él) ¡Con todo, te has de sentar a mi lado!
Aquí haremos noche, amigo Sancho.
SANCHO: ¡Pero señor, mejor buscar posada que tenga cama y comida, que quien su cuerpo
al cielo deja, aguas lo mojan!
DON QUIJOTE: (Enojado) ¡Calla bellaco y deja de ensartar refranes! ¿No sabes que los
Caballeros Andantes vamos por los campos y dormimos a cielo descubierto?
SANCHO: (También enojado) ¡Sepa mi señor que de no ser por la ínsula que me tiene
prometida, mejor estaría yo en mi casa con mi mujer y mis hijos!

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