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En el siglo XVII, en la visión avanzada por Francisco Suárez (autor del tratado
De Legibus ac Deo Legislatore, 1612), el derecho de gentes revela la unidad y
universalidad del género humano, y reglamenta los Estados en sus relaciones
como miembros de la sociedad universal. Poco después, la concepción
elaborada por Hugo Grotius (De Jure Belli ac Pacis, 1625) sostenía que la
societas gentium abarca toda la humanidad, y la comunidad internacional no
puede pretender basarse en la voluntas de cada Estado individualmente; los
seres humanos —ocupando posición central en las relaciones
internacionales— tienen derechos vis-à-vis el Estado soberano, que no puede
exigir obediencia de sus ciudadanos de forma absoluta (imperativo del bien
común), pues la llamada “razón de Estado” tiene límites, y no puede prescindir
del derecho. En esta línea de razonamiento, en el siglo XVIII, también Samuel
Pufendorf (De Jure Naturae et Gentium, 1672) sostuvo la sujeción del
legislador a la razón, mientras que Christian Wolff (Jus Gentium Methodo
Scientifica Pertractatum, 1749) ponderó que, así como los individuos deben —
en su asociación en el Estado— promover el bien común, a su vez el Estado
tiene el deber correlativo de buscar su perfección.
La titularidad jurídica internacional del ser humano, tal como la antevieron los
llamados “fundadores” del derecho internacional, es hoy día una realidad. En el
ámbito del derecho internacional de los derechos humanos, en los sistemas
europeo e interamericano de protección —dotados de tribunales
internacionales en operación— hoy se reconoce, a la par de su personalidad
jurídica, también la capacidad procesal internacional (locus standi in judicio) de
los individuos. Es éste un desarrollo lógico, por cuanto no parece razonable
concebir derechos en el plano internacional sin la correspondiente capacidad
procesal de vindicarlos; los individuos son efectivamente la verdadera parte
demandante en el contencioso internacional de los derechos humanos. Sobre
el derecho de petición individual internacional (cf. infra) se erige el mecanismo
jurídico de emancipación del ser humano vis-à-vis el propio Estado para la
protección de sus derechos en el ámbito del derecho internacional de los
derechos humanos.
Dimensión Individual
Dimensión Colectiva
Según Heidegger (1999) El hombre tiene por naturaleza y desde sus inicios
una vida social y política. Una sociedad es el “hombre con otro”, quienes
comparten acciones y un mundo, al igual que preocupaciones.
Dimensión Comunitaria
Fuentes Formales
Teorías Jurídicas
Monismo:
Los principales exponentes de esta teoría son Hansel Kelsen y Welsen. Según
(Ariza, 2013), Sostiene que hay un sistema normativo universal o en
consecuencia un único sistema jurídico. Esta Teoría según la cual el derecho
interno y el derecho internacional forman un solo sistema jurídico, admite dos
variantes esenciales, por tanto se entiende que el derecho interno e
internacional deben aplicarse conjuntivamente para el tratamiento de
faticidades que se presentan.
Dualismo:
Hoy en día sin lugar a dudas puede considerarse un avance en el tema de los
Derechos Humanos, el que la mayor parte de los Estados del mundo hayan
incluido ya en sus Constituciones y leyes nacionales catálogos de Derechos
Humanos y también el que una buena parte de ellos hayan establecido medios
de protección de tales derechos.
Interdependencia e Indivisibilidad
Los derechos humanos son interdependientes, es decir están vinculados entre
ellos y son indivisibles, que no pueden separarse o fragmentarse unos de otros.
Todos los derechos humanos, civiles, políticos, económicos, sociales y
culturales deben comprenderse como un conjunto. Lo anterior, también implica
que el goce y ejercicio de un derecho está vinculado a que se garantice el resto
de derechos; así como la violación de un derecho pone también en riesgo los
demás derechos. Como quedó precisado en uno de los dictámenes que realizó
esta incorporación constitucional “se está mar- 11 cando una orientación clara
para las autoridades, que al proteger un derecho deben observar los efectos
que se causan sobre otros, a la vez que se obliga, en labor de promoción de
los mismos, a mantener siempre una visión integral” (Revista no. 17: p. 114).
Los principios de interdependencia e indivisibilidad generan la obligación de
otorgar igual importancia a todos los derechos humanos, cualquiera del que se
trate, sean civiles, políticos, económicos, sociales o culturales.
Referencias Bibliográficas