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Introducción
La inmunidad se refiere a la capacidad del organismo de no sufrir daño o enfermedad a
consecuencia de una agresión (los ciudadanos romanos no eran sujetos del pago de
impuestos, eran inmunes). Se considera que hay inmunidad natural o innata e inmunidad
adquirida, la cual puede ser activa o pasiva y, en contraparte, las deficiencias de la
inmunidad pueden ser innatas o congénitas y adquiridas.El organismo humano tiene una
capacidad “natural” de defenderse de agentes externos, pero esta defensa se puede dividir por
las etapas de participación; si el agente es externo y quiere penetrar están las primeras
barreras en el sitio de entrada; la integridad de los epitelios, el tipo de epitelio (los epitelios
con una sola capa de espesor se deben proteger por otros medios diferentes de los epitelios
de varias capas; transicional, epidermoide o queratinizados, los que acumulan una proteína
que impermeabiliza), la capacidad de producir sustancias “protectoras” o antisépticas
(producción de antisépticos en la secreción lacrimal o producción de moco para atrapar a los
microorganismos y después la eliminación mecánica de los gérmenes atrapados usando los
cilios como “barredora” en las vías respiratorias) (cuadro 12-1).
Cuadro 12-1.
Si los gérmenes rebasan esta primera barrera, entonces se encontrarían en la lámina propia
de una mucosa o en la dermis de la piel y ahí podrían encontrar un ambiente propicio para su
proliferación y desarrollo, producir sus secreciones (que pueden ser toxinas), lo que les
permitiría crecer y proliferar. En este momento, el cuerpo tiene la tarea de limitar el
crecimiento de los gérmenes y resarcir el daño de esta invasión.
La destrucción tisular genera productos químicos que activan los mecanismos de defensa,
tanto celulares como humorales. Esto significa que los leucocitos son atraídos hacia el sitio
de entrada y donde haya daño tisular para fagocitar las bacterias y poderlas eliminar. Los
mecanismos humorales promueven la quimiotaxis de todos los participantes (neutrófilos,
monocitos, eosinófilos, etc.), así como cambios vasculares (vasodilatación), incremento en
la permeabilidad de la pared vascular (favoreciendo la salida de los leucocitos y productos
proteicos plasmáticos). Estos mecanismos son englobados en la respuesta inflamatoria, que
incluye la producción de sustancias que congregan a leucocitos y macrófagos que fagocitan,
y la respuesta inmune (linfocitos y sus derivados) propiamente dicha. En este punto, si los
microorganismos logran salirse del sitio de entrada se diseminarán siguiendo las vías
linfáticas (la linfangitis de la esporotricosis o la de la tuberculosis, formando el complejo
primario), pero también pueden alcanzar la sangre y de ahí diseminarse a todo el organismo,
con ello se pueden formar nuevos focos de infección que perpetúen la infección o localizar
un nuevo “santuario” (infección del sistema nervioso central o de las articulaciones o de las
serosas).
La respuesta inflamatoria en sí forma parte inicial de los mecanismos de defensa, por lo que
todos aquellos procesos donde la inflamación y la fagocitosis estén alteradas por una razón
hereditaria o congénita se catalogan como una IDC.
En este nivel es necesario pensar en los factores que pueden alterar la respuesta “normal”,
como la producción de las células, la maduración correcta de las mismas y la adecuada
funcionalidad de los mecanismos de fagocitosis y de producción de lisosomas, las fallas en
estos pasos dan como consecuencia enfermedades consideradas como “poco frecuentes”
(cuadro 12-2).
Cuadro 12-2.
Los niños que padecen este trastorno por lo general se desarrollan de manera adecuada hasta
llegar a los tres años, cuando empiezan a presentar problemas con infecciones por
estafilococo y por hongos, dichas infecciones en otras personas se comportan como procesos
poco agresivos. En estos pacientes los leucocitos granulosos se acumulan en los tejidos
formando masas cuasi tumorales.
También hay una entidad en la cual hay defecto en la adhesión leucocitaria (LAD), en este
caso los leucocitos no funcionan porque son incapaces de dirigirse al sitio de la infección.
Una vez identificado el agente lesivo se obtiene información del tipo de agente del que se
trata y se prepara la respuesta inmune (cuadro 12-3).
Cuadro 12-3.
Los fagocitos han procesado al agente agresor y han seleccionado la porción del agente capaz
de hacer reaccionar a los linfocitos (presentación de antígenos) cuando los macrófagos o las
células presentadoras de antígeno se enfrentan a un linfocito, éste tiene que ser un linfocito
TCD4 virgen (esto quiere decir un linfocito originado o “entrenado” en el timo y que
presenta receptores o marcadores en su superficie tipo CD4 y que nunca ha sido expuesto a
un antígeno); este contacto con el antígeno presentado por el macrófago ya ha sido procesado
y adosado al complejo principal de histocompatibilidad (CMH) de la membrana del
macrófago y sólo así es posible de ser presentado y, por tanto, reconocido por el linfocito
como antígeno.
Tales linfocitos, a su vez, amplifican la respuesta activando a otras células que también
producen sustancias (anticuerpos, citocinas y linfocinas e interleucinas), o se convierten en
células efectoras (linfocitos NK; natural killer o asesinos naturales). Por tanto, cualquier
error o falla en esta cadena de eventos puede ser hereditaria y se nace con ella
(inmunodeficiencias congénitas), o se pueden adquirir en algún momento de la existencia,
dependiendo de las circunstancias ambientales a las que se expone cada individuo
(inmunodeficiencias adquiridas).
Las inmunodeficiencias se han catalogado siguiendo muy diversos criterios, pero la OMS en
1978 propuso la siguiente clasificación atendiendo al tipo de célula efectora de la respuesta
inmune afectada, y las definieron como:
Estas deficiencias pueden ser congénitas (cualesquiera de las cinco categorías anteriores), y
las inmunodeficiencias adquiridas sólo pertenecen a la tercera categoría.
Como los varones reciben una sola copia del cromosoma X, la existencia de una mutación
en estos genes resulta en la presencia de enfermedad. Las mujeres tienen dos copias de
cromosoma X, por lo que muy rara vez expresan las enfermedades recesivas ligadas a X.
Hasta fechas recientes, la IDCS era causa de muerte segura, pero con las investigaciones
sobre los genes involucrados ahora es posible la intervención por medio de terapia génica.
La IDCS a menudo se presenta en la infancia con lesión por pañal, candidiasis oral
(algodoncillo), neumonía y meningitis; sepsis y muchas infecciones virales comunes
amenazan a estos pacientes. El diagnóstico demanda acción médica rápida y un trasplante de
médula ósea, como forma común de tratamiento de la IDCS.
Si lo que el paciente tiene es la forma de IDCS por deficiencia de ADA, se pueden realizar
infusiones de ADA para corregir el déficit enzimático. Hay inmunodeficiencias combinadas
parciales que son formas menos graves de enfermedad, en donde ambas respuestas B y T
están disminuidas pero no abolidas.
Las células T son linfocitos procesados en el timo. Los granulocitos (los leucocitos
granulosos son los neutrófilos, basófilos y eosinófilos, pero en la fagocitosis los que
intervienen son los neutrófilos) son células que consumen (fagocitan) a las bacterias y las
destruyen, es una forma de deficiencia combinada parcial ligada a X que se caracteriza por
infecciones repetidas.
En conclusión, las deficiencias primarias de los mecanismos de defensa son poco frecuentes
y sus manifestaciones se inician desde el nacimiento (si los defectos son graves) o más tarde
(si los defectos son combinados o variables), y se manifiestan por un incremento en las
infecciones y su gravedad, además del tipo de germen causal.
Las inmunodeficiencias adquiridas son secundarias a factores externos, las más frecuentes y
diseminadas se relacionan con trastornos de la nutrición, aparición de enfermedades
sistémicas debilitantes (como cáncer), y en las últimas décadas la aparición de un nuevo
grupo de patógenos virales para el hombre (lentivirus) llamados retrovirus por la forma
inversa que integran al DNA celular infectando a las células TCD4, a los macrófagos y las
células dendríticas, provocando su destrucción paulatina.
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