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SEXTO BÁSICO
Instrucciones: Lea con atención y concentradamente, luego encierre con un círculo la alternativa correcta.
En una ocasión, una ñuke (madre mapuche) le dijo a su hijo: “El invierno ha llegado más temprano
que nunca y la tierra ya se encuentra cubierta de nieve. Tu padre aún no ha vuelto de su viaje en busca de
la blanca sal y temo que se haya extraviado. Quiero que vayas a su encuentro para aliviarlo de la carga que
sin duda trae’’.
Entonces el hijo de Chakay, sin decir una palabra, obedeciendo como los hijos obedecen a sus
mayores, partió en busca de su padre. Caminó mucho esperando encontrarlo, pero no lo encontró. Vino una
noche muy fría. Nevaba. El joven, agotado, iba a tenderse en el suelo cuando advirtió a lo lejos un hermoso
pehuén, árbol entonces muy escaso en la cordillera. Fue lentamente acercándose al árbol sagrado para
saludarlo. Por tradición, le era prohibido seguir adelante sin dejarle una ofrenda. Solo tenía los zapatos de
piel de zorro que le había hecho la madre. Se los quitó y los colgó en la rama más baja del pehuén. Una vez
que hizo esto se sintió mejor y continuó su camino, y aunque descalzo y hundiendo sus morenos pies en la
nieve, caminó con renovada fuerza y esperanza.
Andando varias horas llegó a un lugar donde percibió voces humanas y se acercó. Pero sucedió que
aquellos hombres le quitaron todos sus bienes y lo amarraron de piernas y brazos. Así, quedó totalmente
inmovilizado, solo, desamparado y con el peligro de morir de frío o ser presa de los buitres. Entonces, con
una gran ilusión, empezó a llamar a su madre. Sabía que la distancia que los separaba era enorme y que era
imposible que lo oyera. Mientras tanto, el muchacho, sin poder desasirse de las raíces, lloraba de cansancio
de tanto gritar.
Con sorpresa, el joven vio cómo el pehuén empezó a arrancar sus raíces del suelo; una por una las
fue sacando de la tierra y cuando estuvo libre empezó a mover lentamente las raíces como si fueran patas,
en dirección hacia el atemorizado joven mapuche, quien nunca había visto caminar a un árbol.
Cuando estuvo a su lado, el pehuén extendió sobre el muchacho sus ramas, las dobló hacia abajo,
envolviéndolo de tal forma que no pudiera ser visto.
Cuando despertó al amanecer, vio que llegaba su madre, quien soñó que su hijo estaba en peligro y
lo fue a buscar. Ella lo reconoció en el refugio solo por los zapatos colgados en las ramas bajas del pehuén.
Con sus manos hábiles lo desató de sus ligamentos y con gran emoción abrazó a su amado hijo.
b) Compasión al árbol.
c) Amor a su madre.
d) Tradición de su pueblo.
4. ¿Qué actitud representa, mayormente, al joven mapuche?:
a) Amable.
b) Osada.
c) Interesada.
d) Codiciosa.
a) La madre mapuche.
c) El padre extraviado.
d) Los bandidos.
6. ¿Cuál de las siguientes opciones NO corresponde a una acción realizada por el hijo del Chakay?
a) Se ambienta en el pasado.
a) Leyenda.
b) Fábula.
c) Cuento.
d) Mito.
a) Porque el árbol del Pehuen le informó, a través de un sueño que su hijo estaba en peligro.
Desde que Nguenechen (el creador del mundo) los puso en el mundo, los
mapuches adoraron el pehuén (pino), la araucaria patagónica. Pero, en un
principio, los aborígenes que habitaban estas tierras no se atrevían a comer su
fruto por considerarlo venenoso. Sin embargo, debajo de su sombra generosa,
junto al grueso tronco, se reunían los grupos a rezar, con sus ofrendas de carne,
sangre y humo. Hasta hablaban con él, confesándole sus pecados. Luego, antes
de irse, colgaban de sus fuertes ramas regalos de agradecimiento. Los frutos,
llamados piñones, quedaban tirados en el suelo.
Pero hubo un invierno muy crudo que se extendió demasiado tiempo. Tanto, que la tribu se había quedado
sin alimentos, los ríos estaban congelados y los animales habían emigrado. La gran escasez de recursos hacía
pasar mucha hambre. La tierra se encogía debajo de la nieve. Muchos resistían el hambre, pero los chicos y
los viejos se morían. Los cazadores salían a buscar comida pero volvían sin nada. Y algunos se perdían en el
intento. Nguenechen (el creador del mundo) parecía no escuchar las plegarias.
Ante la grave situación, se tomó una decisión desesperada. Se reunieron todos los caciques vecinos y
decidieron que los jóvenes se dispersaran marchando lo más lejos que pudieran hasta encontrar alimentos,
que cada cual buscara por donde le pareciera conveniente. Cualquier cosa sería bien recibida: bulbos, bayas,
hierbas, granos, raíces o carne de animales silvestres. Pero nadie encontraba nada. Las tribus continuaban
muriéndose de hambre.
Sin embargo, hubo un muchacho que - muy alejado de su ruca - recorría una región de montañas arenosas
y áridas. Volvía hambriento y azulado por el frío, con las manos vacías y la vergüenza de no haber encontrado
nada para llevar a casa cuando, después de una loma, un viejo desconocido con una larga barba blanca se le
puso al lado.
Caminaron juntos un buen rato, mientras el muchacho le contaba de su tribu, de sus hermanitos, de los
enfermos y de todos aquellos que tal vez ya no volvería a ver cuando llegara. El joven le contaba del hambre
que estaba sufriendo su pueblo.
El anciano lo miró con extrañeza y le preguntó: -- ¿Acaso no son comestibles todos los piñones que están
bajo los pehuenes?, cuando caen del pehuén ya están maduros. Juntando un poco se podría alimentar a una
familia entera. —
-- Los frutos del árbol sagrado son venenosos y Nguenechen (el creador del mundo) prohíbe comerlos.
Además, son muy duros -- contestó el joven.
Entonces, el viejo le explicó que a los piñones había que hervirlos en mucha agua o tostarlos al fuego, y
que en invierno había que enterrarlos para preservarlos de la helada. Y apenas terminó de darle las
indicaciones, se alejó.
El muchacho siguió su camino pensando en lo que había escuchado. No bien entró en el bosque, buscó los
piñones bajo los árboles. Todos los frutos que encontró, los guardó en su manto. Al llegar a la tribu, contó
las instrucciones del viejo. El cacique escuchó atentamente, se quedó un rato en silencio y finalmente dijo:
“Nguenechen ha bajado a la tierra para salvarnos”.
De inmediato, tostaron o hirvieron y comieron el dulce fruto salvador. Fue una fiesta inolvidable. Se dice
que, desde ese día, los mapuches nunca más pasaron hambre. Es más, inauguraron una tradición: el gran
viaje de recolección de piñones a principios del otoño.
A la hora de rezar (orar), los mapuches se paran frente al Sol naciente, extienden hacia él su mano en la
cual llevan una ramita de pehuén, y dicen:
11. Según que el texto que hacían los mapuches con los pehuenes:
a) Disminuía
b) Escondía
c) Agrandaba
d) Callaba
13. ¿Qué término puede reemplazar la palabra ennegrecida, sin que cambie el significado del texto?:
a) Ayudas
b) Perdones
c) Oraciones
d) Solicitudes
“(…) decidieron que los jóvenes se dispersaran marchando lo más lejos que pudieran hasta encontrar alimentos
(…)”
a) Esparcieran
b) Juntaran
c) Reunieran
d) Irradiaran
15. ¿Cómo era espacio físico dónde el joven se encontró con el anciano?:
a) Húmeda y arenoso
b) Árido y arenoso
c) Arenoso y costero
d) Montañoso y cálido
a) El joven talentoso.
b) El joven y el pehuén.
c) Es un hecho de ficción.
Así como los pueblos tienen una historia que los transforma y los consolida culturalmente, el idioma que
hablan también sufre cambios y modificaciones con el paso del tiempo. El acto de hablar, además de constituir
una herramienta de comunicación fundamental, propia de los seres humanos, es una manifestación de
identidad cultural: cada lengua da cuenta de una manera de percibir el mundo y de expresarlo.
La disciplina que se ocupa de estudiar y describir los cambios que tiene un idioma en relación con la historia
de quienes lo hablan es la lingüística histórica. Y a pesar de que no se ha podido determinar el origen primero
del lenguaje humano, sí ha sido posible describir la evolución y el desarrollo de numerosas lenguas.
El castellano ha transitado –y continúa transitando– procesos de transformación que cada día lo diferencian
más de su lengua madre, el latín. Para comprender el castellano que se habla hoy, es necesario saber qué
pasó en cada etapa de su formación.
Línea de tiempo
b) La disciplina que se ocupa de estudiar y describir los cambios que tiene un idioma en relación con la historia
de quienes lo hablan.
c) Es el producto de los aportes de numerosas culturas, que convivieron pacíficamente o se enfrentaron a través
de los siglos.
21.
20. Marca dos características propias de una fábula.
23. Forma el sustantivo de estos verbos utilizando las terminaciones -sión o -ción, según corresponda.
Concluir: ______________________________
Dispersar: ______________________________
Relacionar: ______________________________
Accionar: _______________________________
24. Forma el sustantivo de estos adjetivos utilizando las terminaciones -ez o -eza, según corresponda.
Noble: ______________________________
Áspero: ______________________________
Rápido: ______________________________