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201810011125
Al sol de hoy las sociedades con sus múltiples características de índole política, económica
y moral, son el resultado de un proceso de transición, el cual inicia desde tiempos remotos
en los cuales el género humano vivía en buena medida similarmente a las demás especies
existentes en la naturaleza, cuyo único fin era la supervivencia que se basaba en disponer de
todos los medios posibles que le brindara la naturaleza para suplir sus necesidades; los
medios dados por la naturaleza fueron transformados por el hombre de modo tal que estos
le pertenecieran a él, convirtiéndolos así en su propiedad; de esta transformación se hablará
con más precisión unas líneas más adelante. Retomando, el género humano en esa época
primitiva se diferenciaba de las demás especies por su capacidad de razonar y discernir
sobre sus acciones como también sobre su entorno; en esa etapa la relación entre todo el
género humano era horizontal y no había una autoridad material que emitiera ordenes, a la
cual se le rindiese tributo u obediencia; por esto se creería que el hombre vivía en un estado
de total anarquía donde el género humano no tenía límites y era libre de actuar sin que
apareciera sanción alguna, ya fuera externa o interna.
Empero la ley natural estaba inmersa en el estado de naturaleza, y era ésta esa especie de
juez que lindaba las acciones buenas y malas, el cual sancionaba el fuero interno del género
humano. Así pues, esa ley natural es intuida por la razón, en consecuencia, se requiere de
un esfuerzo para percatarla y no todos los hombres tienen la misma capacidad de
discernirla. La ley natural regula las acciones que son exacerbadas por las pasiones de los
hombres, en esa medida, la ley natural es la raíz de toda norma que pueda imponerse al
género humano; como afirma Francisco Cortés “La ley natural define el marco general que
limita las acciones de los individuos y circunscribe así el sentido que deban tener las demás
leyes” (Cortés, 2010: 103).
Así pues, con lo dicho anteriormente, se da un acercamiento breve a lo que es el estado de
naturaleza, sin acotársele todavía una distinción entre Hobbes o Locke, los cuales discrepan
a la hora de darle una caracterización al estado de naturaleza. Por un lado Thomas Hobbes
lo define como un estado en el cual los hombres tienen derecho a todo sin límites, donde
pueden seguir libremente lo que dicte sus pasiones, en el cual no importan los medios para
conseguir lo que se desea aunque haya que atentar contra la vida y la tranquilidad del otro.
Además lo define como un estado en el que el hombre es brutal, soez y su vida es breve,
donde no hay mediación externa; por estas condiciones es más susceptible que se de una
guerra de todos contra todos, y que por lo tanto sería para todos un estado insoportable.
(Cortés, 2010: 103).
Por otra parte John Locke es menos pesimista que Hobbes, para Locke el estado de
naturaleza no significa la guerra total de todos contra todos como en el caso de Hobbes. Él
define el estado de naturaleza como un estado en el cual los hombres viven en total libertad
para ordenarse y mesurar sus acciones, donde además tienen ciertas características
inalienables que son derechos que le corresponden por naturaleza, estos son la vida, la
libertad y la propiedad, los cuales puede defender por todos los medios cuando alguien
intenta transgredírselos, incluso puede cometer homicidio contra quién amenace esos
derechos naturales, en efecto, la defensa se convierte en otro derecho natural.
Por un lado, como ya se mencionó, la ley natural al ser intuida por la razón requiere un
esfuerzo para ser discernida y no todos los hombres tienen esa capacidad, por lo tanto, al no
conocer la ley no la pueden cumplir. Por otra parte, ¿quién asegura que el hombre va ser
ecuánime a la hora de aplicar la ley? Pues indiscutiblemente, el bienestar particular está por
encima del otro, en consecuencia el hombre no es tan severo al juzgarse a sí mismo como
cuando juzga al otro. Además, la ley natural carece de una entidad que la ejecute, por esto
todos los hombres son susceptibles a sufrir el daño de quién no haya percatado la ley. A
raíz de esto se vive en un estado de incertidumbre donde la tranquilidad y la paz pueden
perturbarse fácilmente.
Debido a lo difícil que era asegurar los derechos naturales por el escenario ya planteado, los
hombres crean el pacto de asociación, que es la conformación de un cuerpo político, “todo
gobierno surge de un pacto o contrato revocable entre individuos, con el propósito de
proteger la vida, la libertad y la propiedad de las personas” (Várnagy, 2000: 42), además el
pacto se da con el fin de vivir bajo una misma ley, esa disposición entre los hombres es la
que da origen a las instituciones políticas y al soberano que es la representación del pueblo;
dado esto los hombres renuncian al derecho a la defensa, el cual se le otorga al soberano
para que mediante las leyes promulgadas, asegure la vida, libertad y propiedad de todos los
ciudadanos. Entonces como afirma Wolin “Podía decirse, en consecuencia, que lo político
residía en la suma de ordenamientos protectores que permitían a los hombres «obtener lo
adicional que desean »” (Wolin, 2001: 324), Así pues, la protección de los ciudadanos va
depender de que las instituciones políticas cumplan conformemente la ley establecida, la
cual está por encima de esas instituciones, por lo tanto los delegados a ser jueces y árbitros
sociales deben cumplir con lo que les fue otorgado para que sean un cuerpo legítimo. Dado
el caso en que las instituciones se pongan por encima de la ley y se extralimiten en sus
funciones, el pueblo puede rebelarse contra ellas y revocarlas. Ya que el pueblo al haber
consolidado el pacto social, está unificado y sujeto a una ley.
En efecto, el pueblo al rebelarse, no revoca la ley ni el pacto realizado, sino que revoca los
representantes que están por debajo de las leyes.