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La falta de plantas de tratamiento para las aguas residuales en las ciudades y en las
industrias, hoteles y explotaciones mineras, agrícolas y ganaderas, ocasiona grandes
desechos de aguas contaminadas que hacen mucho daño al medio ambiente. La
mayoría de esas aguas es descargada en los ríos, lagos, mares, en los suelos a cielo
abierto o en el subsuelo, a través de los llamados pozos sépticos y rellenos sanitarios.
La primera prioridad que demanda una comunidad es el suministro del agua, con
calidad adecuada y cantidad suficiente. Ya logrado este objetivo, surge otro no menos
importante que consiste en la adecuada eliminación de las aguas ya utilizadas que se
convierten en potenciales vehículos de muchas enfermedades y trastorno del
medioambiente.
Las fuentes de agua (ríos, acuíferos, lagos, mar), han sido incapaces por sí mismas para
absorber y neutralizar esta carga contaminante, y por ello estas masas de agua han
perdido sus condiciones naturales de apariencia física y su capacidad para sustentar
una vida acuática adecuada, que responda al equilibrio ecológico que de ellas se espera
para preservar los cuerpos de agua. Como resultado, pierden aquellas condiciones
mínimas que les son exigidas para su racional y adecuado aprovechamiento como
fuentes de abastecimiento de agua, como vías de transporte o fuentes de energía.
Las aguas de desecho dispuestas en una corriente superficial (lagos, ríos, mar) sin
ningún tratamiento, ocasionan graves inconvenientes de contaminación que afectan la
flora y la fauna. Estas aguas residuales, antes de ser vertidas en las masas receptoras,
deben recibir un tratamiento adecuado, capaz de modificar sus condiciones físicas,
químicas y microbiológicas, para evitar que su disposición cause los problemas antes
mencionados. El grado de tratamiento requerido en cada caso para las aguas residuales
deberá responder a las condiciones que acusen los receptores en los cuales se haya
producido su vertimiento.
Efecto mundial
Más de 1000 millones de toneladas de aguas residuales son vertidas anualmente al
agua subterránea, a ríos, lagos y océanos del mundo, contaminándolos con metales
pesados, disolventes, aceites, grasas, detergentes, ácidos, sustancias radioactivas,
fertilizantes, pesticidas y otros productos químicos. Esta contaminación química del
medioambiente se ha convertido en uno de los problemas globales más urgentes de la
humanidad.