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Las aguas residuales y sus efectos contaminantes

La falta de plantas de tratamiento para las aguas residuales en las ciudades y en las
industrias, hoteles y explotaciones mineras, agrícolas y ganaderas, ocasiona grandes
desechos de aguas contaminadas que hacen mucho daño al medio ambiente. La
mayoría de esas aguas es descargada en los ríos, lagos, mares, en los suelos a cielo
abierto o en el subsuelo, a través de los llamados pozos sépticos y rellenos sanitarios.

En las últimas décadas el mundo ha venido mostrando preocupación y está tratando de


resolver los problemas relacionados con la disposición de los efluentes líquidos
provenientes del uso doméstico, comercial e industrial de las aguas de abastecimiento.

La primera prioridad que demanda una comunidad es el suministro del agua, con
calidad adecuada y cantidad suficiente. Ya logrado este objetivo, surge otro no menos
importante que consiste en la adecuada eliminación de las aguas ya utilizadas que se
convierten en potenciales vehículos de muchas enfermedades y trastorno del
medioambiente.

Las fuentes de agua (ríos, acuíferos, lagos, mar), han sido incapaces por sí mismas para
absorber y neutralizar esta carga contaminante, y por ello estas masas de agua han
perdido sus condiciones naturales de apariencia física y su capacidad para sustentar
una vida acuática adecuada, que responda al equilibrio ecológico que de ellas se espera
para preservar los cuerpos de agua. Como resultado, pierden aquellas condiciones
mínimas que les son exigidas para su racional y adecuado aprovechamiento como
fuentes de abastecimiento de agua, como vías de transporte o fuentes de energía.

Las aguas de desecho dispuestas en una corriente superficial (lagos, ríos, mar) sin
ningún tratamiento, ocasionan graves inconvenientes de contaminación que afectan la
flora y la fauna. Estas aguas residuales, antes de ser vertidas en las masas receptoras,
deben recibir un tratamiento adecuado, capaz de modificar sus condiciones físicas,
químicas y microbiológicas, para evitar que su disposición cause los problemas antes
mencionados. El grado de tratamiento requerido en cada caso para las aguas residuales
deberá responder a las condiciones que acusen los receptores en los cuales se haya
producido su vertimiento.

Las plantas de tratamiento de aguas residuales deben ser diseñadas, construidas y


operadas con el objetivo de convertir el líquido cloacal proveniente del uso de las aguas
de abastecimiento, en un efluente final aceptable, y para disponer adecuadamente de
los sólidos ofensivos que necesariamente son separados durante el proceso. Esto obliga
a satisfacer ciertas normas o reglas capaces de garantizar la preservación de las aguas
tratadas al límite de que su uso posterior no sea descartado.
Características de las aguas residuales
Las sustancias residuales que aparecen formando parte de los líquidos cloacales
pueden estar presentes como disueltas, suspendidas o en estado intermedio
denominado coloidal. Estas sustancias pueden ser de naturaleza mineral u orgánica.
En el caso de las minerales, estas sustancias provienen de los mismos minerales que
formaron parte integral de las aguas abastecidas; en el caso de sustancias orgánicas, le
comunican propiedades indeseables al líquido residual cuando los microorganismos
asociados con estas aguas, alimentándose sobre materia orgánica muerta, atacan esos
complejos orgánicos destruyéndolos o estabilizándolos parcialmente a través de una
serie de descomposiciones, con la aparición de malos olores y apariencia física
objetable.

Las sustancias minerales y orgánicas suspendidas en estas aguas, arenas, aceites,


grasas y sólidos de variada procedencia, interfieren con los sistemas de recolección y
transporte de estas aguas que los contienen, además de la apariencia de los sitios de
descarga. La materia orgánica será descompuesta por la acción bacteriana, dando esta
descomposición origen a continuos cambios en las características del agua. Entre las
sustancias biodegradables presentes en las aguas residuales se encuentran los
compuestos nitrogenados tales como proteínas, urea, aminoácidos, aminas en un 40%;
compuestos no nitrogenados como grasas y jabones en un 10%, y carbohidratos en un
50%. Las proteínas son extremadamente complejas y se encuentran en toda materia
viviente animal o vegetal, los hidratos de carbono se encuentran formando azúcar,
almidón, algodón, celulosas y fibras vegetales; los hidratos de carbono en el papel
higiénico y el algodón son altamente resistentes a la descomposición, las grasas
también son difícil de descomponer.

Bacterias en las aguas residuales


La presencia de organismos patógenos, provenientes en su mayoría del tracto
intestinal, hace que estas aguas sean consideradas como extremadamente peligrosas,
sobre todo al ser descargadas en la superficie de la tierra, subsuelo o en cuerpos de
agua. Es el caso con la presencia de bacterias del grupo entérico que producen
enfermedades de origen hídrico como: fiebre tifoidea, paratifoidea, disentería, cólera,
entre otras. Entre las principales enfermedades causadas por virus presentes en las
aguas residuales están: poliomielitis, hepatitis infecciosa, entre otras, y la presencia de
microorganismos producen enfermedades como disentería amebiana, bilharziasis,
entre otras.

Elementos dañinos de las aguas residuales


 Malos olores: Consecuencia de las sustancias extrañas que contiene y los compuestos
provenientes de estas materias, con el desdoblamiento anaeróbico de sus complejos
orgánicos que generan gases resultados de la descomposición.
 Acción tóxica: Que muchos de los compuestos minerales y orgánicos que contienen
esas aguas residuales provoca sobre la flora y la fauna natural de los cuerpos receptores
y sobre los consumidores que utilizan estas aguas.
 Potencialidad infectiva: Contenida en las aguas receptoras y que permite transmitir
enfermedades y se convierten en peligro para las comunidades expuestas. El riego de
plantas alimenticias con estas aguas ha motivado epidemias de amebiasis, y su vertido
al mar contaminación en criaderos de ostras y de peces.
 Modificación de la apariencia física: La modificación estética en áreas recreativas
donde se descargan efluentes contaminados.
 Polución térmica: Generada por ciertos residuos líquidos industriales que poseen altas
temperaturas.
La materia orgánica presente en las aguas residuales está sometida a cambios por
acción química y bacterias para llegar a su oxidación y reducción de la materia
orgánica en un porcentaje del 25 al 50% en pocas horas; el resto requiere de días o
semanas.

Las aguas residuales normalmente en su origen, cuando están frescas, no presentan


olores desagradables a temperaturas entre 20 y 25 grados centígrados. La
descomposición inicia al cabo de dos horas, cuando comienzan a enturbiarse y a
cambian de color, transformándose en aguas color marrón y al cabo de 6 a 8 horas se
produce el desprendimiento de gases, luego tomarán color más obscuro, con
producción de malos olores, y se convierten en aguas ácidas, se produce la
estabilización y se convierten nuevamente en aguas sin olor, color ni sabor,
obteniéndose materia estable como dióxido de carbono (CO2), óxido de nitrógeno
(N03), y sulfatos (SO4).

Tipos de bacterias según su acción bacteriológica


 Aerobias (requieren oxígeno para subsistir).
 Anaerobias (viven en ausencia de oxígeno).
 Facultativas (subsisten en presencia o ausencia de oxígeno)
Con 2 a 5 mg/ lts de oxígeno disuelto se inicia el proceso de oxidación de la materia
orgánica por acción bacteriana; este oxí- geno disuelto se consume rápidamente y
cuando esto ocurre solo las bacterias anaeróbicas y facultativas actuarán sobre la
materia orgánica, dando origen a su putrefacción y a gases mal olientes, luego ocurre la
oxidación, etapa final en el tratamiento de aguas residuales.

Efecto mundial
Más de 1000 millones de toneladas de aguas residuales son vertidas anualmente al
agua subterránea, a ríos, lagos y océanos del mundo, contaminándolos con metales
pesados, disolventes, aceites, grasas, detergentes, ácidos, sustancias radioactivas,
fertilizantes, pesticidas y otros productos químicos. Esta contaminación química del
medioambiente se ha convertido en uno de los problemas globales más urgentes de la
humanidad.

Esta contaminación se manifiesta con mayor intensidad en los países industrializados


y con una explotación intensiva de la agricultura. China, por ejemplo, ha tenido que
admitir que más del 80% de sus ríos están tan contaminados, que ya no son aptos para
agua potable ni para lavar. En Estados Unidos, dos de cada cinco ríos, incluyendo casi
todos los más grandes, están tan contaminados, que las autoridades sanitarias han
tenido que advertir a los habitantes que no se bañen ni pesquen en ellos. La esperanza
de antaño de que el ciclo del agua actuaría como planta purificadora a nivel global y
que los océanos servirían como vertederos universales de basura para la moderna
civilización hace ya tiempo que se ha revelado como una falacia y los sistemas de
tratamiento de las aguas y la disposición final de los desperdicios para evitar que
contaminen, se han tornado más que costosos, inasequibles hasta para las economías
más privilegiadas.

En República Dominicana la situación es aún más crítica, al no existir una política


nacional de saneamiento que establezca las estrategias a seguir en ese sentido.

Están aún pendientes las tareas de avanzar en la superación de problemas vinculados


con la higiene del hogar, del entorno urbano y rural y de las cuencas de los ríos;
mejorar la recolección y disposición final de los desechos sólidos, drenaje pluvial, dar
tratamiento adecuado a las aguas residuales para la remoción de patógenos humanos y
disponer la construcción obligatoria de plantas de tratamiento en industrias, hoteles,
de aguas cloacales urbanas y otros, para poder reutilizar esas aguas residuales en
labores productivas.

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