Вы находитесь на странице: 1из 21

UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO

DE HIDALGO

ESCUELA SUPERIOR DE ZIMAPÁN

Derecho Internacional Público

RESUMEN: LAS RELACIONES PACÍFICAS


INTERNACIONALES (INSTRUMENTOS
JURÍDICOS)

 José Oswaldo Alvarado Reyes


 Brisa Maciel Coello Santiago
 Angélica González Castillo

6° Semestre

L.D. GUADALUPE CHÁVEZ TREJO

JULIO – DICIEMBRE 2016


LAS RELACIONES PACIFICAS INTERNACIONALES LOS INSTRUMENTOS
JURÍDICOS (

1.- CONGRESOS Y CONFERENCIAS


1.1 DEFINICIÓN
De modo general pueden definirse como reuniones de representantes de Estados,
cuya finalidad es llegar a la conclusión de un acuerdo internacional sobre uno o
varios asuntos: establecimiento de reglas generales, solución de problemas
concretos, creación de organizaciones internacionales, etc.
Aunque no puede establecerse una distinción muy categórica, se reserva en
principio el nombre de congreso para aquellas reuniones en las que participan los
Jefes de Estado, quedando el de conferencias para aquellas en que participan otras
representantes cualesquiera de los Estados
1.2 ORGANIZACIÓN
En conversaciones previas, o mediante intercambio de notas, comunicaciones,
cartas, se fija lugar y fecha del congreso o conferencias, siendo enviadas después,
por el Estado o Estados que toman la iniciativa, la convocatoria a los Estados
invitados, cuyo número dependerá de la índole de las materias por tratarse.
Últimamente se ha expedido la práctica de invitar a algunos Estados, y sobre todo
a algunas organizaciones internacionales, para que envíen representantes suyos
en calidad de observadores y sin derecho a voto.
Aceptada la convocatoria, los Estados envían sus delegaciones, que proceden a un
intercambio de credenciales entre ellas. Cada delegación está dirigida por un jefe
designado por su propio Estado; y es cada vez más corriente que al lado de los
funcionarios diplomáticos que constituyen la delegación, vaya consejeros técnicos
que puedan asesorarlos en las materias objeto de su especialidad.
Después de elegir a un presidente del congreso o conferencia, comienzan los
trabajos, para cuyo más fácil realización a menudo se constituyen comisiones
especiales que van a tratar, cada una de ellas, un aspecto particular del problema
en discusión, con el fin de emitir las recomendaciones correspondientes.
Preparados los informes, se somete a debate en sesión plenaria, en la cual pueden
presentarse enmiendas a los mismos. Después de la discusión se somete a
votación, tanto los informes como las encomiendas propuestas. Priva la regla de la
unanimidad, pero si esta no es alcanzada, las partes que asientan pueden ponerse
de acuerdo para considerar que, entre ellas exclusivamente, cobre vigencia la
propuesta a la cual han dado su aprobación.
Terminando el debate y la votación, suelen hacerse constar los resultados obtenidos
en un documento firmado por todas las delegaciones, en el Acta Final. Cuando hay
algún punto en que el acuerdo no fue completo se redacta otro u otros documentos,
llamados “protocolos adicionales”, que pueden firmar aquellos Estados participantes
en el Congreso que así lo deseen.
2. LOS ACTOS UNILATERALES
Son manifestaciones de voluntad de una sola parte, y su propósito es producir, o
impedir que se produzcan, determinados afectos jurídicos.
La creación de obligaciones para terceros, a través de los actos unilaterales es
posible, pero solo en circunstancias muy particulares, que deben ser examinadas
cuidadosamente. En cambio, no hay duda alguna de la validez de las obligaciones
asumidas por los Estados en virtud de sus propios actos unilaterales.
Los más importantes son: la notificación, el reconocimiento, la protesta, y la
renuncia.
2.1 Notificación
Es un acto unilateral por el cual un Estado pone en conocimiento de los otros,
hechos o actos que tienen consecuencias jurídicas.
Las notificaciones pueden ser voluntarias u obligatorias. En el primer caso el Estado
procede a la notificación, porque si no lo hiciera no podría exigir de los otros una
determinada actuación positiva o negativa. La notificación obligatoria esta prevista
a menudo en ciertos tratados:
a) La declaración de guerra
b) La declaración de neutralidad
c) La declaración de bloqueo
2.2 Reconocimiento
Es el acto unilateral por el cual un Estado admite un determinado hecho o una
determinada conducta de otro u otros Estados, y las consecuencias jurídicas que
de ese hecho o actos se derivan.
En derecho internacional el reconocimiento desempeña un papel muy importante,
porque permite terminar con la provisionalidad de ciertas situaciones jurídicas.
El campo de aplicación del reconocimiento es sumamente variado, y de ahí que sus
efectos varíen también en grado sumo: reconocimiento de fronteras, de gobierno,
de estados, etc.
2.3 Protesta
Es el acto unilateral por el cual un Estado declara su oposición a una situación
jurídica determinada, una conducta o un propósito de otro u otros Estados.
El efecto fundamental de la protesta es que impide la perdida de los derechos que
pudiera tener el Estado que la formula. Si no hay protesta, la situación se consolida.
Por ejemplo, en el famoso asunto llamado de las “pesquerías noruegas”, la Corte
Internacional de Justicia (sentencia del 18 de diciembre de 1951) fundo su decisión
en el hecho de que la Gran Bretaña, durante largo tiempo (desde 1869), no había
protestado contra la delimitación de aguas a que había procedido Noruega.
2.4 Renuncia
Es el acto unilateral por el cual un estado abandona, de modo voluntario, un
derecho.
Respecto al órgano que puede proceder a una renuncia no hay duda alguna de que
solo la puede hacer el órgano competente para ligar internacionalmente al Estado.
Tradicionalmente se distingue entre renuncia expresa y tacita, pero esta última no
viene a ser más que la ausencia de protesta allí donde era necesario para poder
conservar un derecho.

3. LOS ACTOS CONCERTADOS: DERECHO DE LOS TRABAJADORES


Del concepto, clasificación y principios del derecho de los tratados, hemos hablado
cuando nos referimos a las fuentes del Derecho internacional, y a esa parte nos
remitimos.
El derecho de los tratados ha sido objeto de reglamentación en la Convención
concluida en Viena el 23 de mayo de 1969, recogiendo en ella los frutos de los
trabajos realizados, durante largos años, por la Comisión de Derechos
Internacionales de las Naciones Unidas. Como hemos mencionado ya, esta
Convención entro en vigor el 27 de enero de 1980
3.1. Procedimiento de conclusión de los tratados
Podemos distinguir tres fases: negociación, firma y ratificación.
3.1.1 Negociación
Conjunto de operaciones encaminadas a establecer el texto del tratado. Tales
negociaciones pueden tener lugar en el marco de discusiones celebradas entre los
agentes diplomáticos de un Estado y los representantes de otros, que son
normalmente funcionarios del Ministerio de Asuntos Exteriores. Este es el
procedimiento normal de negociación para los tratados bilaterales. Para los
multilaterales el procedimiento normal es establecer el texto por discusiones
celebradas dentro de una conferencia o congreso internacional; aunque
últimamente también se ha seguido el método de discutirlo en las organizaciones
internacionales. Los órganos que pueden encargarse de la negociación de los
tratados son aquellos órganos estatales que tienen la competencia de las relaciones
internacionales tal como lo establezcan las normas internas (constitucionales) de
cada país.
Para considerar que una persona representa al Estado en la adopción de un tratado,
la autentificación del texto de ese tratado o la manifestación del consentimiento del
Estado para aceptar las obligaciones derivadas de ese tratado, se requiere que:
a) Presente plenos poderes otorgados por los Órganos competentes de su
Estado, o
b) Quede clara la intención del Estado de dar a las personas en cuestión las
funciones de representación sin el otorgamiento de los plenos poderes.
Como criterios para conocer la voluntad del Estado puede recurrirse a su
práctica anterior, o cualesquiera “otras circunstancias”.
Hay casos en los que la representación va implícita en los cargos de las personas
a) caso de los Jefes de Estado, o de gobierno o de los ministros de Relaciones
Exteriores; b) los Jefes de misión diplomática tienen representación para los
tratados entre su Estado y el Estado receptor; c) los representantes de los Estados
ante una organización internacional o en una conferencia internacional pueden
comprometer a su Estado para los tratados que se concluyan en esa organización
o resulten de esa conferencia (Art. 7 de la Conv. De Viena).
Para proteger los intereses de los Estados, no estarán obligados por tratados
concluidos por personas que no reúnan los requisitos antes mencionados, si no hay
una confirmación posterior por el Estado (Art. 8 de la Conv. De Viena)
Lo que son plenos poderes, lo explica la Convención de Viena de 1960, en su
artículo 2, párrafo c: “se entiende por plenos poderes un documento que emana de
la autoridad competente de un Estado y por el que se designa a una o varias
personas para representar al Estado en la negociación, la adopción o la
autentificación del texto de un tratado, para expresar el consentimiento del estado
en obligarse por un tratado, o para ejecutar cualquier otro acto con respecto a un
tratado”
Independientemente del contenido, que es el objeto de las discusiones, y en cuya
determinación los representantes de los diversos Estados deben atenerse a las
instrucciones recibidas de sus respectivos gobiernos, hay una serie de problemas
que se dan siempre en la elaboración de los textos de los tratados.
3.1.1.1. Determinación del idioma que se va a utilizar
En un principio se utilizaba como único idioma el latín, lo cual tenía la ventaja de
establecer un idioma común, posteriormente, a partir del siglo XVIII principalmente,
comenzó a utilizarse el francés, y la versión francesa era la única considerada
autentica en los tratados multilaterales. Desde comienzos del siglo XIX el inglés
adquirió también rango de lengua diplomática, y a menudo se utilizaron dos idiomas
en la redacción de un tratado, teniendo igual valor ambos, con lo cual se diferentes
lengua. A pesar de los inconvenientes que ello significaba, la evolución actual tiende
a considerar como auténticos los textos redactados en un número de idiomas cada
vez mayor. Por ejemplo los cinco textos de la Carta de las Naciones redactados en
otros tantos idiomas (español, inglés, francés, ruso y chino) tiene el mismo valor. En
la práctica y sin añadir reformas alguna a la Carta se ha añadido el árabe, pero el
español, francés e inglés siguen siendo los “idiomas de trabajo”
La causa de esta tendencia hay que buscarla en consideraciones de prestigio, que
privan sobre la seguridad en la interpretación.
3.1.1.2. El texto de los tratados
A) Preámbulo
La práctica de comenzar los tratados invocando a la divinidad, antes seguida por
casi todos los países, queda ahora limitada a los concluidos por la Santa Sede y los
países islámicos.
Se señalan también las partes contratantes, ya sea enumerando los Estados, los
órganos estatales o los gobiernos. Una excepción la constituye la Carta de las
Naciones Unidas, que comienza con la frase “Nosotros, los pueblos de las Naciones
Unidas…”, pero la conclusión de los tratados en nombre de los pueblos es algo que,
aparte del ejemplo anterior, no se da en la práctica internacional.
MODELO DE TRATADO
EL TRATADO DE LA SANTA ALIANZA (26/9/1815)
INVOCA En el nombre de la Muy Santa e Indivisible Trinidad
CIONES
LIMINA
RES
P
R Sus Majestades, el Emperador de Austria, el Rey de Prusia y el Emperador de
E PARTE Rusia, habiendo adquirido, como consecuencia de los grandes acontecimientos
Á S que han marcado el curso de los tres últimos años en Europa, y especialmente de
M las bendiciones que la divina providencia ha tenido a bien derramar sobre aquellos
B Estados que depositan su confianza y su esperanza solamente en ella, la íntima
U convicción de la necesidad de fijar los pasos que deben dar de las Potencias en
L sus relaciones recíprocas, de acuerdo con las sublimes verdades que la Santa
O Religión de nuestro Salvador enseña.
Solamente declaran que la presente Acta no tiene otro propósito que el de
publicar ante la faz de todo el mundo, su firme resolución, tanto en la
administración de sus respectivos Estados, como en sus relaciones políticas con
cada uno de los otros Gobiernos, de adoptar cono única guía los preceptos de
aquella sagrada Religión, concretamente los preceptos de Justicia, Cristiana
Caridad y Paz, que lejos de ser aplicables sólo a empresas, deben tener una
influencia inmediata en el consejo de los Príncipes, y guiar todos sus pasos, por
ser los únicos medios para consolidar las instituciones humanas y remediar sus
imperfecciones. En consecuencia, sus majestades se han puesto de acuerdo en
los siguientes artículos:
C A A r t í c u l o 1 . Conforme a las palabras de las Santas Escrituras, que ordenan a todos los
U R hombres mirarse como hermanos, los tres
E T monarcascontratantes permanecerán unidos por los lazos de una verdadera eindisoluble
R I fraternidad y se considerarán como patriotas, se prestarán en toda ocasión y en todo lugar
P C asistencia, ayuda y socorro; se comportarán con sus súbditos y ejércitos
O U como padre de familia; les dirigirán en el mismo espíritu de fraternidad del que están
L animados para proteger la religión, la paz y la justicia.
D A
E D
L O ARTÍCULO 2…

T
R ARTÍCULO 3…
A
T
A
D
O

LUGAR Hecho por triplicado, y firmado en París, al año de Grecia de 1815, 12 – 26 de


FECHA Septiembre

FIRMAS FRANCISCO ALEJANDRO


FEDERICO GUILLERMO

B) Exposición de motivos
Aunque no siempre, suele terminar el preámbulo con una exposición de motivos, de
gran utilidad a veces, porque permite conocer los propósitos de las partes
contratantes, y puede ayudar a la interpretación del texto cuando este ofrece
algunas dudas.
C) el cuerpo de los tratados
Casi siempre el texto de los tratados está dividido en artículos, y a menudo también
en partes o capítulos, conservando la numeración general de los artículos. A veces
se añade uno o varios anexos para la cuestión técnica, que son redactadas por
expertos en la materia. La práctica actual tiende a dedicar los primeros artículos a
explicar el significado de ciertos términos que se utilizaran a lo largo del texto del
tratado; por ejemplo, en la “Convención de Viena sobre Relaciones e Inmunidades
Diplomáticas” (18 de abril de 1961), el Art. 1° está destinado a explicar la
significación de los términos “jefe de misión”, “miembros de la misión”, “miembros
del personal de la misión”, etc.
D) Adopción del texto
Según dispone la Convención de Viena (Art. 9), el texto de un tratado será adoptado
por consentimiento de los Estados participantes en su elaboración, pero cuando se
trataría de dos tercios de los Estados presentes y votantes, a menos que por esa
misma mayoría se decida otras cosa.
3.1.2. La manifestación del consentimiento
Una vez concluidas las negociaciones, el texto se considera ya “establecido como
autentico y definitivo”, mediante la firma “ad referéndum”, o la rúbrica de los
representantes de los Estados, en el texto del tratado o en el acta final de la
conferencia en la que se haya adoptado el tratado. Los Estados parte pueden, sin
embargo, acordar cualquier otra fórmula para establecer como definitivo y auténtico
el texto del tratado (Art. 10 Conv. De Viena)
A la cuestión del consentimiento como requisito de la validez de los tratados ya nos
habíamos referido antes, pero debemos explicar los modos de la manifestación del
consentimiento que, según la Convención de Viena de 1969 (Art. 11), pueden ser
los siguientes; firma, canje de los instrumentos que constituyen el tratado,
ratificación, aceptación, aprobación, adhesión o “cualquiera otra forma que se
hubiere convenido”.
3.1.2.1. La firma
Tiene la doble función de reconocer por parte de los representantes de los Estados,
el contenido del tratado, y fijar el final del periodo de la negociación, y por otro lado,
también significa la expresión del consentimiento del Estado, para obligarse por el
tratado.
La firma se considera como manifestación del consentimiento del Estado si lo
establece el tratado, si los Estados negociadores así lo han determinado, si puede
deducirse tal cosa de la forma en que han sido redactados los plenos poderes o, si
los representantes de los Estados así lo han manifestado durante la negociación.
En relación con la firma deben examinar dos operaciones, que pueden tener efectos
equivalentes:
a) La rúbrica, que consiste en que el representante de un Estado coloca al final
del texto sus iniciales. Tienen efectos equivalentes a la firma “cuando conste
que los Estados negociadores así lo han convenido” (Art. 12,2 de la Conv.
De Viena).
b) La firma “ad referéndum” implica la necesidad de someterla a aprobación
definitiva por parte del Estado correspondiente, y cuando sea confirmada por
el Estado, equivalente a la firma definitiva.
La firma de un tratado no implica la obligación de ratificarlo.
3.1.2.2. El canje
Otros de los medios de manifestación del consentimiento de los Estados es el canje
de los instrumentos que constituyen el Tratado, cuando en los mismos instrumentos
consta la voluntad del Estado en ese sentido, o cuando de cualquier otra forma los
Estados han decidido darle a dichos instrumentos ese efecto (Arts. 11 y 13 de la
Conv. De Viena)
3.1.2.3 La ratificación
Es la Convención de Viena de 1969 se observa un cambio de postura en lo relativo
a la ratificación, porque anteriormente, esa era considerada la última fase en el
procedimiento de conclusión de los tratados y se partía del supuesto normal de que
un tratado debía ser ratificado para adquirir carácter obligatorio, a menos que se
dispusiera lo contrario. Esta postura había sido primeramente asumida por la
Convención de Derecho Internacional, al elaborar el proyecto de Convención de
Viena, pero fue modificada después, de tal modo que actualmente no se supone la
ratificación, sino que la manifestación de consentimiento mediante la ratificación
solo se entenderá si:
a) El tratado así lo dispone
b) Los Estados partes han acordado que se someta a ratificación
c) El representante del Estado firma a reserva de ratificación
d) La intención, del Estado de someter al tratado a ratificación se deduce de los
plenos poderes o se haya expresado en este sentido durante la negociación
(Art. 14 de la Conv. De la Viena)
Conviene recordad que por ratificación en realidad se entienden dos cosas, distintas
aunque relacionadas:
A) Por una parte, la operación mediante la cual el Estado establece, en su
derecho interno, los requisitos para obligarse internacionalmente. Cada país
tiene sus propias normas constitucionales para determinar cuál es el órgano
competente para obligar internacionalmente al Estado. Algunas
constituciones reservan esa función al Ejecutivo, pero esa posición que era
propia de las monarquías absolutas, va desapareciendo, Hoy, los principales
sistemas constitucionales reservan ese poder, o al órgano Legislativo o al
Legislativo y el Ejecutivo, actuando de concierto. En México, según la
constitución de 1917, en vigor, “son facultades exclusivas del Senado: “1)
Aprobar los tratados y convenciones diplomáticas que celebre el Presidente
de la Republica con las potencias extranjeras…” (Art. 76, 1).
En España, según la Constitución de 1978, “al Rey corresponde manifestar
el consentimiento del Estado para obligarse internacionalmente por medios
de tratados “(Art.63). Cuando se trata de asuntos particularmente
importantes, la constitución exige que el consentimiento del Estado revista la
forma de una decisión de las Cortes, sin perjuicio de la comunicación que
hacia afuera haga el Rey A ello se refieren los artículos 94 y 94. El primero
impone el requisito de una ley orgánica, para “autorizar la celebración de
tratados por los que se atribuya a una organización o institución internacional
el ejercicio de competencias derivadas de la Constitución”. El articulo 94
condiciona a la “previa autorización” de las Cortes Generales, “la prestación
del Consentimiento del Estado para obligarse por medio de tratados o
convenios políticos, militares” o “que afecten a la integridad territorial del
Estado o a los derechos y deberes fundamentales” enumerados en la
Constitución; también cuando los tratados implican obligaciones financieras
o si supone “modificación o derogación de alguna ley”, o exijan “medidas
legislativas para su ejecución”. Los demás acuerdos no necesitan previa
autorización, pero las Cortes deben ser informadas inmediatamente de su
conclusión.
El requisito de la previa autorización no parece que tenga que asimilar al
consejo (“advise”), que es distinto del consentimiento (“consent”) en la
práctica constitucional norteamericana, y refleja más bien el deseo del
legislador de controlar la ratificación, sin introducir el control parlamentario en
la fase de la negociación. Como se pensaba que iba a suceder cuando se
elaboraba el texto constitucional español.
Hay que señalar un tipo especial de tratados que no necesitan ratificación;
los llamados pactos ejecutivos o “executive agreements”, en los Estados
Unidos. En principio, tales “agreements”, que se diferencian de los “treaties”,
no es necesario que sean sometidos a la aprobación del Senado, y pueden
distinguirse dos modalidades: los “ presidential executive agreements” y los
“ congressional executive agreements”, los primeros simplemente aprobados
por el presidente, y los segundos sometidos al Congreso, en vez de al
Senado; por medio de ellos se han concluido a veces acuerdos de gran
importancia política, como los de Yalta, que fueron muy criticados por no
haber sido sometidos al procedimiento normal de los “treaties”.
En México, la Constitución del 17 no prevé la posibilidad de los pactos
ejecutivos; sin embargo, en la práctica se podía observar la conclusión de
tratados que (según señala, por ejemplo, la “Memoria de la Secretaría de
Relaciones Exteriores, 1968-1969, p. 40) “no requieren la aprobación del
Senado y que entraran en vigor en la fecha de firma o la señalada en el canje
de Notas”. Tales tratados, en el sistema Constitucional mexicano, son
ilegales, y además, en su momento políticamente inútiles, pues e dominio del
Senado por el entonces partido gubernamental hacía difícil que se pudiera
presentar el caso de la negativa a ratificar, como ocurre con cierta frecuencia
en Estados Unidos, lo cual explica el interés del presidente de aquel país, en
ampliar el ámbito de los pactos ejecutivos, para escapar al control del
Senado, que a menudo está en manos de la oposición. Esto no quiere decir
que el Senado de México se limitara a ratificar todo lo que el Ejecutivo le
envía; sino que no había una actitud negativa por razones políticas, y en
algunas ocasiones los tratados sometidos a su aprobación han sido
rechazados, como sucedió durante varios años, con el tratado sobre la
imprescriptibilidad de los crímenes de guerra, primeramente rechazado por
considerársele inconstitucional.
B) El otro sentido en el que se entiende la ratificación, es la operación que se
realiza en el ámbito internacional, para darle al tratado su fuerza obligatoria,
procediendo a un intercambio de los instrumentos de ratificación o su
depósito, procedimiento este en el que hay que distinguir:
a) Para los tratados bilaterales lo normal es que un Estado proceda a
comunicar al otro los instrumentos de ratificación, o bien, y es el
procedimiento más utilizado, se realiza un intercambio de las cartas de
ratificación, levantándose un proceso verbal de intercambio.
b) En lo que se refiere a los tratados multilaterales, la práctica actual ha
impuesto el llamado depósito de los instrumentos de ratificación, es decir,
en el tratado se designa que Estados va a ser el depositario, y este será
el que reciba los instrumentos de ratificaciones recibidas. En los tratados
concluidos bajo los auspicios de las Naciones Unidas se ha desarrollado
la práctica de designar como depositaria a la Secretaria de la
Organización
c) También puede ser suficiente la notificación a los Estados contratantes o
al depositario, cuando haya quedado establecido eso.
A este significado internacional de la ratificación es al que se refiere la Constitución
Española de 1978 en el mencionado artículo 63. En México, el Presidente de la
Republica es el que procede a la comunicación o depósito de los instrumentos de
ratificación, a través de la Secretaría de Relaciones Exteriores.
Un problema que ha dado lugar a una gran controversia entre los juristas es el de
las notificaciones irregulares, que no han seguido el procedimiento constitucional
valido. Las posiciones a este respecto son muy varias, pero puede señalarse que la
opinión más general considera que tales tratados obligan a los Estados que los que
han concluido; no podían ser otra cosa, en interés de la seguridad de las relaciones
internacionales que, de otra forma estarían sujetas a las objeciones que en el ámbito
interno pudiera elevarse. Los Estados deben limitarse a exigir cierta apariencia de
legalidad, y no entrar en el examen de las normas constitucionales para ver si el
Estado co-contratante las ha respetado, lo cual sería además, inadmisible, por
constituir una invasión de las competencias exclusivas de otro sujeto de Derecho
internacional.
3.1.2.4. La aceptación y la aprobación
En la práctica relativamente reciente se han introducido los términos de aceptación
y de aprobación como modos de expresar el consentimiento de los Estados para
ligarse por un tratado.
La convención de Viena de 1969 hace a estos términos una referencia general (Arts.
2, 1, b; 1 1; y 14, 2), sin dar una definición que los explique. El articulo 14 habla de
“La aceptación o la aprobación en condiciones semejantes a las que rigen para la
ratificación”, y la verdad es que la inclusión de una frase similar a que la firma de los
tratados queda condicionada a su aprobación o aceptación, lo que realmente
significa es que se someterá a ratificación.
3.1.2.5. La adhesión
Es el acto mediante el cual, un Estado que no ha firmado un tratado puede entrar a
formar parte de él. A veces, cuando se habla de aceptación o aprobación, lo que se
quiere decir es que existe la posibilidad de adhesión a un tratado.
La posibilidad de adhesión requiere que los Estados partes la hayan aceptado de
algún modo en el tratado o de otra forma, o que se pongan de acuerdo sobre ello
con posterioridad.
Para prestar la adhesión no es necesario que el tratado haya entrado en vigor ya, y
puede prestarse en cualquier momento, después de la firma de los Estados
originarios. Hay un caso interesante te tratados, en que no hay signatarios, sino que
todas las partes prestan su adhesión; eso es lo que sucede con los proyectos de
tratados aprobados en la Asamblea General de Naciones Unidas, que quedan
abiertos a la adhesión de los Estados; un ejemplo, entre otros, es la Convención
sobre privilegios e inmunidad de la Organización de Naciones Unidas.
Una parte de la doctrina trata de establecer una distinción entre accesión y
adhesión. La primera seria la entrada pura y simple en el tratado, aceptando todas
las obligaciones y beneficiándose de todos los derechos; la segunda seria la entrada
en un tratado, limitada únicamente a algunas se las disposiciones del trabajo.
Esa distinción, sin duda alguna podría ser útil desde el punto de vista de la técnica
jurídica, pero la práctica internacional utiliza indistintamente ambos términos, por lo
cual es más conveniente considerar que son equivalentes. La convención de Viena
no menciona el término de accesión. La adhesión es un acto voluntario,
voluntariedad que debe entenderse de la siguiente forma:
A) Respecto a los Estados que forman parte del tratado. Pueden limitar la
entrada a los otros en la forma que crean conveniente, reduciéndola a los
Estados que se encuentran en determinada zona geográfica, o excluyendo
expresamente algunos o permitiéndoles únicamente la adhesión a ciertas
disposiciones convencionales y no a todas;
B) Respecto a los terceros Estados. Son libres de entrar o no y de aceptar todas
o partes de las disposiciones convencionales, a reserva, claro está, de la
facultad que las partes primitivas en el tratado tienen de aceptar o rechazar
sus condiciones.
En principio, la adhesión tiene como consecuencia inmediata el que Estado
que la presta entre a formar parte automáticamente del sistema convencional
en cuestión, en su totalidad o en parte como hemos señalado. Sin embargo,
una práctica reciente ha hecho aparecer la llamada adhesión bajo reserva de
ratificación, condicionando entonces la entrada en vigor de régimen
convencional a su aprobación por los órganos internos competentes para
ratificar.
3.2. Las reservas
Es el acto por el acto jurídico unilateral por el cual un Estado parte en un tratado
declara que rechaza la aplicación de ciertas disposiciones, o que les atribuye
determinado sentido.
Las reservas no son admisibles, no tendrían sentido, para los tratados bilaterales,
puesto que en realidad a lo que equivaldría seria a limitar al alcance del tratado, es
decir, sería una manera de mostrar inconformidad con el texto del tratado
negociado, y si se admitiese la reserva ya no sería el mismo tratado el que se va a
poner en vigor sino otro diferente.
Por el contrario, si son licitas en los tratados multilaterales a menos que, según se
acordó Viena, “la reserva este prohibida en el tratado”, el tratado especifique que
solo se pueden formular otras reservas, y que cuando la reserva no se mencione
expresamente, aparezca como “ incompatible” con el objeto y el fin del tratado” (Art.
19).
Si la reserva no está expresamente autorizada en el tratado, los demás contratantes
podrán oponerse a que el tratado entre en vigor con dicha reserva respecto a cada
uno de ellos; pero el tratado tendrá validez con los que no hayan opuesto
expresamente. Un caso particular se plantea “cuando del número reducido de
Estados negociadores y del objeto y del fin del tratado se desprende que la
aplicación del tratado en su integridad entre todas las partes es condición esencial
del consentimiento de cada una de ellas en obligarse por el tratado”; entonces se
requiere la aceptación de todas las partes (Art. 20). Algo similar ocurre con los
tratados constitutivos de organismos internacionales, en que, si en el texto no se
dice otra cosa, las reservas que se formulen, para ser validas, deberán tener la
aceptación del órgano competente de la organización (Art. 20).
Es obvio saber que, al hacer una reserva, el Estado quedaría desligado de
determinada obligación objeto de ella, pero tampoco podrá exigir de los otros su
cumplimiento.
Las reservas pueden formularse en el momento de la firma, la ratificación, la
aprobación o aceptación, y en el momento de la adhesión, y el Estado que ha sido
depositado (o el organismo internacional) deberá ponerlas en conocimiento de las
demás partes contratantes, para que estas puedan hacer saber su opinión al
respecto.
3.3. Registro y publicación de los tratados
El Art. 18 del Pacto de la Sociedad de las Naciones introdujo una invasión en el
Derecho de los tratados: “todo tratado o compromiso internacional que se celebre
en lo sucesivo por cualquier miembro de la Sociedad, deberá ser inmediatamente
registrado por la Secretaria y publicado por ella lo antes posible. Ninguno de estos
tratados o compromisos internacionales será obligatorio antes de haber sido
registrado”.
Tomando el pie de la letra este artículo, condicionada la validez de los tratados
internacionales a su registro y publicación. La práctica se encargó, sin embargo, de
moderar un poco el alcance de esa disposición, en el sentido de entender que el
efecto del no registro y publicación se limitaba a que no podría ser utilizado ante la
SDN, ni ante la CPJI.
El Art. 102 de la Carta de las Naciones Unidas reproduce la misma disposición, pero
recogiendo en su segunda parte lo que la práctica internacional había elaborado:
“Ninguna de las partes en un tratado o acuerdo internacional que no haya sido
registrado conforme a las disposiciones del párrafo 1 de este artículo, podrá invocar
dicho tratado o acuerdo ante órgano alguno de las Naciones Unidas”
La Convención de Viena ratifica la obligación de registro, en su artículo 8,
encargándolo al depositario.
3.4. La interpretación de los tratados
El problema de la interpretación de los tratados surge cuando los diversos
contratantes adoptan posiciones distintas en cuando al alcance que hasta que dar
a determinadas disposiciones contenidas en esos tratados.
La solución puede buscarse de diferentes modos:
a) Las partes han concluido en el texto del tratado ciertas cláusulas señalando
el sentido que dan a los términos en cuestión. En ese caso habrá que aplicar
el criterio adoptado en el tratado, o en los anexos que se hubiesen concedido
para ese fin.
b) A veces, en ausencia de toda disposición convencional, cuando el conflicto
ya se presentó, las partes concluyen un nuevo tratado sobre ese punto
concreto; lo que se llama un acuerdo de interpretación.
Pero puede ocurrir que no haya disposición convencional previa, ni conclusiones de
un acuerdo posterior. Entonces se acude a ciertas normas que la práctica
internacional ha ido consagrando, y que el instrumento de Viena recogió en su Art.
31 a 33.
El primer criterio es el del sentido literal y ordinario de los términos entendidos según
la buena fe “ y teniendo en cuenta su objeto y fin”, pero los términos no deben
interpretarse aisladamente, sino que cobran todo su sentido en el contexto en el que
están inmersos, y el Convenio de Viena explica también que es lo que ha de
entenderse por el contexto a) antes que nada , una disposición debe relacionarse
con las demás del mismo tratado; b) el tratado se interpretara teniendo en cuenta
“todo acuerdo que se refiera el tratado y haya sido concertado entre todas las partes
con motivo de la celebración del tratado”, así como los instrumentos formulados en
la misma ocasión del tratado y aceptados por los demás.
La práctica ulterior de los Estados, en cuanto a la aplicación del tratado, servirá
como criterio adicional de interpretación, pudiéndose recurrir igualmente a las
normas del Derecho Internacional que resulten aplicables “en las relaciones del
entre las partes”
Como medios complementarios de interpretación, se enumeran en Viena: a) los
trabajos preparatorios; b) las circunstancias de celebración de un tratado.
Los conflictos relativos a la interpretación de un tratado figuran entre aquellos que,
en virtud del Art. 36,2, del Estatuto de la Corte Internacional de Justicia, pueden ser
objeto de la cláusula facultativa de jurisdicción obligatoria, por ser considerada
conflictos de orden jurídico.
3.5. Los efectos de los tratados
Debe establecerse una diferencia entre los efectos respecto a las partes y los
efectos respecto a terceros
3.5.1. Efectos de los tratados respecto a las partes
El efecto fundamental es el de crear entre los Estados parte una obligación
internacional que les impone determinar conductas, positivas o negativa.
Esta determinada conducta puede referirse al ámbito internacional (tratados de
alianza, de comercio, etc.), o puede consistir en una obligación para el Estado, de
actuar en el ámbito interno en un determinado sentido (convenciones de
establecimiento, etc), imponiendo a sus órganos Ejecutivo, Legislativo o Judicial la
acción necesaria para la ejecución del tratado
3.5.2. Efecto de los tratados respecto a los Estados terceros
En principio los tratados no pueden producir efectos efectos más que entre los
Estados parte en dicho sistema convencional, en virtud de la máxima “res inter alios
acta nec nocere nec prodere potest”.
Según eso, los tratados concluidos entre determinados sujetos no pueden ser fuente
de obligaciones ni derechos para los otros sujetos, que no han dado su
consentimiento a las disposiciones del tratado.
Sin embargo, hay ciertas excepciones a esta regla, tanto en lo que se refiere a la
posible creación de derechos como de obligaciones.
Para lo primero, es suficiente que en un tratado las partes decidan otorgar derechos
a otro sujeto, y que este de su asentimiento, que no es necesario que se manifiesten
en forma expresa, sino que se presume “mientras no haya indicación en contrario”,
a menos que el tratado disponga otra cosa. Se ha mencionado a veces la cláusula
de la nación más favorecida como un mecanismo mediante el cual se conceden
derechos a terceros Estados, pero bien pensado, pueden emitirse serias dudas en
cuanto a ello. En virtud de esa cláusula, el Estado en cuyo favor se emite (en un
tratado por el concluido) va a beneficiarse automáticamente de las ventajas que el
otro Estado concede a terceros Estados, en acuerdos posteriores. Ahora bien, en
estricto sentido, el Estado beneficiario de la cláusula no podría considerarse Estado
tercero respecto a los tratados posteriores, puesto que su co-contratante se ha
obligaron con el anticipadamente a conocer ciertos derechos (los que otorguen a
otros Estados en los tratados posteriores); así que, en realidad, esos derechos
(hipotéticamente como tercer Estado) tienen su origen en el consentimiento previo
del Estado que concede los beneficios de la c.n.f. por otro lado, la cláusula es solo
un mecanismo para asegurar la igualdad del beneficiario frente a los acuerdos que
el que la concede otorga a otros países en el futuro, y no constituye derechos
permanentes, sino que estos se extinguen cuando terminan las obligaciones que el
otro Estado ha concedido a terceros.
Mucho más controvertida es la posibilidad de que un tratado cree obligaciones para
terceros Estados; pero el Derecho internacional consuetudinario, lo mismo que la
convención de Viena, lo consideran posible. Hay, sin embargo, una diferencia
importante entre los que establece el documento de Viena (art.35) para que un
tratado crea obligaciones respecto a terceros no basta que el tratado lo disponga,
sino que es necesario que los terceros afectados otorguen su consentimiento “por
escrito”, lo que en realidad llevaría a no considerarlos como los terceros, ya que de
un modo oblicuo se convierten en partes, mediante ese consentimiento escrito dado
a las obligaciones concretas que les concierne.
En la práctica internacional se han aceptado posibilidades auténticas de tratados
que producen efectos frente a terceros, sin necesitar su consentimiento: es el caso
de lo que se denomina como “situaciones jurídicas objetivas”, derivadas, por
ejemplo, de los tratados sobre neutralidad perpetua a los acuerdos de neutralización
(islas Aland), y los tratados sobre vías de aguas internacionales. También podría
considerarse que la Carta de las Naciones Unidas produce efectos contra terceros,
con las disipaciones relativas al mantenimiento de la paz y seguridad
internacionales, obligatorias incluso para los Estados que no son miembros.
3.6. Extinción de los tratados
Las causas de extinción de los tratados pueden ser de índole muy varia:
3.6.1. Ejecución
Para los tratados que no tienen por objeto establecer una regla jurídica general sino
la realización de un negocio jurídico concreto, una vez que este se ha realizado y
cubierto el objeto de esos tratados, es natural que se extingan, porque ya no hay
razón para que continúe en vigor.
3.6.2. Perdida de la calidad estatal de una de las partes
Cuando un Estado desaparece por cualquier causa (guerra, integración de su
territorio al de otro Estado, etc.), los tratados que habían concluido se extinguen,
aunque en algunos casos puedan subsistir determinadas obligaciones y derechos,
como los derivados de tratados relativos a la situación territorial. Diferente es el caso
del cambio de gobierno, que no influye en la existencia de los tratados, el Estado
seguirá ligado por los tratados que hubiesen sido concluidos en su nombre,
cualquiera que sea el gobierno que ostente el poder.
3.6.3. Acuerdo entre las partes.
Los Estados partes en un tratado pueden en un tratado pueden declararlo si vigor
por un nuevo acuerdo, ya sea de manera expresa mediante la inclusión de una
cláusula dirigida a ese fin, ya sea de manera tacita cuando el nuevo tratado es
incompartible con el anterior.
3.6.4. Termino
Muy a menudo los tratados son concluidos para un periodo determinado, a cuyo fin
cualquiera de los Estados contratantes puede declarar sin vigor unilateralmente.
Frecuentemente también, tales tratados incluyen una “cláusula de tacita
reconducción”, es decir, que se supone que si un Estado no hace uso de la facultad
de terminarlo en el plazo previsto va a mantenerse en vigor por otro periodo fijado.
Además, suele señalarse un plazo anterior a la fecha límite para que los Estados
expresen su deseo de terminarlo.
3.6.5. Denuncia
Es el acto jurídico por el cual un Estado parte en un tratado declara su voluntad de
retirarse, basándose en las condiciones a ese respecto establecidas anteriormente
en él. La denuncia de un tratado bilateral significa su extinción; en un tratado
multilateral el sistema convencional seguirá en vigor entre los otros contratantes,
teniendo la denuncia, como único resultado, el fin de los efectos del tratado respecto
al Estado denunciante. Se diferencia la denuncia de la extinción por mutuo
consentimiento, en que aquella tiene lugar mediante el uso de un derecho que el
tratado le concedía, mientras que la segunda no requiere la existencia de tal
derecho, sino que se trata de un acuerdo “a posteriori”.
3.6.6. Renuncia
Es el acto unilateral por el que un Estado declara su voluntad de considerar
extinguido un tratado que le concede ciertos derechos sin contrapartida de
obligaciones. Para la extinción de tales tratados no es necesaria la aceptación de la
renuncia. Para la extinción de tales tratados no es necesaria la aceptación de la
renuncia. Pero si sería necesaria cuando la renuncia de los derechos pudiese
implicar rechazos de las obligaciones correlativas. En realidad el nombre de
renuncia debe reservarse para el primer caso, puesto que el segundo entra en lo
que hemos considerado como extinción de los tratados por acuerdo entre las partes.
3.6.7. Cuestión de la violación de un tratado por una de las partes
Generalmente esta admitido que cuando unas de las partes viola una disposición
esencial de un tratado, la otra o las otras partes pueden declarar su extinción; el
problema es determinar cuando existe violación de una disposición esencial.
Desde luego que dicha violación no significa la extinción automática de un tratado,
porque ello equivaldría a otorgar el premio de la extinción a la parte que, por no
desear su mantenimiento, lo viola. Además, hay que señalar que cuando un Estado
falta a las obligaciones que le impone un tratado, no podrá al mismo tiempo
prevalecer de él.
3.7. El cambio de circunstancias y la extinción de los tratados
Debemos examinar aquí dos problemas fundamentales:
3.7.1. El problema de la cláusula “rebus sic stantibus”
Se supone que los tratados han sido concluidos debido a la existencia de ciertas
circunstancias, y que permanecerán validos mientras tales circunstancias
continúen. En principio, la opinión general reconoce que un cambio esencial en las
circunstancias bajo las cuales un tratado ha sido concluido es causa suficiente para
que la parte perjudicada pueda demandar su revisión; la cuestión es ver si el cambio
de circunstancias es suficientemente grave como para justificar la inaplicabilidad del
tratado. Reconociendo la gravedad de las situaciones que tal cosa podía crear, en
el Paco de Sociedad de Naciones se había dedicado un artículo a esa cuestión:
“la Asamblea puede, de vez en cuando, invitar a los miembros de la Sociedad a
proceder a un nuevo examen de los tratados que se hubieran hecho inaplicables,
así como de las situaciones internacionales cuyo mantenimiento podría poner en
peligro la paz del mundo” (Art. 19)
Esta disposición del Pacto no ha sido recogida en la Carta de la ONU; quizá pudiera
considerarse semejante otra, de carácter mucho más general, contenida en el
artículo 14 de la Carta:
“…Asamblea general podrá recomendar medidas para el arreglo pacífico de
cualesquiera situación, sea cual fuere su origen que a juicio de la Asamblea puedan
perjudicar el bienestar general o las relaciones amistosas entre naciones…”
Así como lo previsto en el Art. 34 de la Carta y relativa al arreglo pacífico de
controversia, donde se señale que:
“el Consejo de Seguridad podrá investigar toda controversia o toda situación
susceptible de conducir a fricción internacional o dar origen a una controversia, a fin
de determinar si la prolongación de tal controversia o situación puede poner en
peligro el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales.”
Normalmente el problema ofrece dificultades, porque mientras una parte se verá
perjudicada por el cambio de circunstancias, habrá otra que esté interesada en
mantener el tratado.
Según la Convención de Viena (Art. 62), para que el cambio de circunstancias
pueda aceptarse como causa de terminación de un tratado, es necesario que dichas
circunstancias sean base esencial del consentimiento y que le cambio en ellas
modifique radicalmente la amplitud de las obligaciones que todavía deben
cumplirse.
Por otro lado, la Convención (mismo artículo 62) excluye de la posibilidad de
terminación por causa de cambio de las circunstancias, los tratados relativos a
delimitación fronteriza y también la hipótesis en que el cambio hubiere resultado de
una violación de obligaciones relacionada con el tratado, por la parte que alega el
cambio para pedir la terminación.
3.7.2. Efectos de la guerra sobre los tratados
En el fondo, la guerra puede considerarse como un cambio esencial de las
circunstancias. La doctrina ha sostenido una larga discusión acerca del efecto que
la guerra puede tener sobre los tratados, y la controversia está lejos de haber
encontrado una solución. Sin embargo. Con arreglo a la práctica, mas seguida,
podemos sacar ciertas conclusiones:
a) Los tratados concluidos especialmente para la guerra se mantiene, lo cual es
lógico, puesto que si han sido concebidos para reglamentar una situación
determinada, no van a extinguirse cuando esa situación se presenta.
b) Respecto a los tratados multilaterales de otro tipo, se suspende su aplicación
entre los beligerantes pero se mantiene entre estos y los Estados neutrales,
y entre los neutrales.
c) Los tratados bilaterales entre beligerante, como reglas general, se extinguen;
sin embargo, en ciertos casos se han mantenido algunos.
d) Los tratados bilaterales entre beligerantes y neutros se mantiene,
normalmente, pero pueden suspenderse aquellos cuya aplicación se revela
imposible o difícil a causa dela guerra.
3.8. La codificación del Derecho de los tratados
Siendo los tratados una fuente fundamental del Derecho internacional, interesaba
fijar las normas que rigen su conclusión. En 1928, la Sexta Conferencia
Panoamericana adopto una convención, codificando los principios del Derecho de
los tratados, en veintiún artículos. Los esfuerzos en este sentido se prosiguieron en
el terreno privado, cuando la Universidad de Harvard encargo un proyecto sobre el
Derecho de los tratados, que fue publicado en 1938. Pero el esfuerzo más serio fue
emprendido por la Comisión de Derechos Internacional, de las Naciones Unidas,
que inició los trabajos al respecto en 1949, designando como relatores,
sucesivamente a Briely, Lauterpacht, Fitzmaurice y Waldock. Un proyecto final, de
setenta y cinco artículos fue aprobado por la Comisión en su reunión de Ginebra,
del 4 de mayo al 19 de julio de 1967, para someterlo a la consideración de una
conferencia de plenipotenciarios, cuya celebración se decidió que tendría lugar en
dos etapas, una de ellas a principios de 1968, y la otra en los primeros meses de
1969.
La “Convención sobre el Derecho de los Tratados”, fue firmada en Viena 22 de mayo
de 1969, junto con el Acta Final, a la que se anexaron diversas resoluciones y
declaraciones, entre las que debemos señalar la “Declaración sobre la prohibición
de ejercer coerción militar, política o económica en la conclusión de tratados”.
La Convención consta de 85 artículos agrupados del modo siguiente:
Parte I “introducción”
Parte II “conclusión y entrada en vigor de los tratados”
Parte III “Cumplimiento, aplicación e interpretación de los tratados”
Parte IV “Enmienda y modificación de los tratados”
Parte V “Anulación, terminación y suspensión de la vigencia de los tratados”
Parte VI “Disposiciones diversas”
Parte VII “Depositarios, notificaciones, correcciones y registros”
Parte VIII “Disposiciones finales”
También en Viena, y como resultado de trabajos de la Comisión del Derecho
Internacional, se adoptaron, el 23 de agosto de 1978, la “Convención sobre la
sucesión de los Estados en lo que respecta a los tratados”. Y el 21 de marzo de
1986, la “Convención sobre el derecho de los tratados celebrados entre Estados y
organizaciones internacionales o entre organizaciones internacionales”.
BIBLIOGRAFÍA

• Seara Vázquez, M. (2012). Derecho Internacional Público. México: PORRÚA.

Вам также может понравиться