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Las direcciones militares latinoamericanas de los años 60 y 70 se fortalecieron en el período de

la guerra fría, como factor inmutable para la organización de las relaciones internacionales.
Esto se explica por las ideas prevalecientes en la época, en donde tenían un enemigo visible,
peligroso y permanente que era “el comunismo internacional en su fase de expansión”

Una vez derrotado el nazismo, enemigo en común de ambas potencias (Estados Unidos y la
Unión Soviética) en la segunda guerra mundial, cada potencia intentó imponer sus intereses
políticos e ideológicos y predominar mundialmente. La guerra fría se caracterizó por la
violación de los derechos humanos por parte de ambos beligerantes, lo que resultó en grandes
consecuencias para la sociedad de aquel entonces. La guerra fría se prolongó por un periodo
aproximado de 42 años quedando por terminada a principios de la década de los 90.

Así en el marco del gran conflicto entre Estados Unidos y la Unión Soviética se provoca una
“dignificación y revalorización” de la función militar en América Latina, que se perfeccionaron
gracias a la relación especial con el departamento de defensa de los EEUU. De este modo,
incluso bajo los gobiernos de orientación democrático-liberal los mandos militares de los
países latinoamericanos disponían de un interlocutor privilegiado en los centros de poder
decisivos del gobierno norteamericano.

Bajo la administración del Presidente Carter, este factor originó un conflicto que tiene
significación por mucho que los márgenes con que se maneja el gobierno de Estados Unidos
excluyan la conformación Global y la aplicación de sanciones políticas o económicas a quienes
no sigan sus recomendaciones.

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