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CAPITULO VIII: LA ACCION, LA PRETENSION,

LA DEFENSA Y LA CONTRAPRETENSION.
I.- INTRODUCCION.
El elemento objetivo del proceso lo constituye el conflicto, cualquiera sea la
naturaleza jurídica que se acepte respecto de aquel.

Se entiende por litigio el conflicto intersubjetivo de intereses jurídicamente


trascendente, reglado o reglable por el derecho objetivo, y caracterizado por la existencia
de una pretensión resistida.(Francisco Hoyos H. Temas Fundamentales de Derecho
Procesal. Página 91).

El proceso está destinado a resolver el litigio, el cual adquiere su existencia sólo en


virtud de la afirmación de su existencia que realiza el actor, puesto que basta su sola
postulación para los efectos que se genere el proceso necesario para los efectos de obtener
su solución.

De acuerdo con ello, es menester para que el proceso se origine que se ejerza una
acción para a poner en movimiento la jurisdicción destinada a obtener la solución del
conflicto promovido.

Debemos tener presente al respecto que respecto de la función jurisdiccional rige el


principio de la pasividad, según el cual los tribunales no pueden ejercer su ministerio sino a
petición de parte, salvo en los casos en que la ley los faculte para proceder de oficio.(Art.
10 C.O.T.). En consecuencia, la acción aparece como un presupuesto para que se ponga en
movimiento el ejercicio de la función jurisdiccional, los que se manifiesta en el aforismo
“nemo iudex sine actore”

Ante la prohibición del ejercicio de la autotutela, y la imposibilidad de auto


componer el conflicto, se dota al ciudadano del derecho de la acción para poner en
movimiento la jurisdicción y obtener en el proceso la solución del conflicto.

De acuerdo con lo anterior, tenemos que la acción “va dirigida al Estado, que es su
destinatario, y no al adversario, respecto de quien el ejercicio de ella opera únicamente la
sujeción, presupuesto lógico para que la decisión del órgano jurisdiccional despliegue su
eficacia con relación al demandado o acusado, creándose así las relaciones jurídicas entre
los diversos sujetos del proceso.

“Si la acción ha de ser entendida en su aspecto dinámico, comparable a un medio de


transporte, en que ella sería el vehículo y la pretensión la carga que éste lleva consigo, la
preposición de que ella se dirige hacia el Estado sería la precisa, porque siguiendo un símil,
un tren no parte de Mapocho “contra”o “frente”a Valparaíso, sino “hacia”ese puerto. No
obstante, por nuestra parte y para adecuar mejor la terminología al derecho positivo
chileno, creemos que sería preferible elegir la preposición “ante”. (Francisco Hoyos H.
Temas Fundamentales de Derecho Procesal. Páginas 92 y 93).

II.- ACEPCIONES.
La voz acción ha sido utilizada a lo largo del campo del derecho en los más variados
significados.

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En Derecho mercantil se utiliza la expresión “acción”para referirse a la parte o cuota
en que se divide el capital de una sociedad anónima. En Derecho penal, ha sido tomada en
el sentido de conducta constitutiva de un tipo penal.

En el orden procesal, la expresión acción se utiliza bajo las siguientes tres


acepciones:

a) Como sinónimo de derecho (así, se suele decir que “el actor carece de
acción”para significar la ausencia del derecho cuya tutela se invoca)

b) Como similar a pretensión, hablándose entonces de “acción fundada o infundada”,


de “acciones reales o personales”, de “acciones mobiliarias o inmobiliarias”, “de acción
triunfante”y de “acción desechada”; y

c) En el sentido de “potencia o posibilidad de provocar la actividad jurisdiccional”,


que es el sentido técnico procesal auténtico de la palabra mencionada, constituyendo la
base para la elaboración dogmática del instituto. (Francisco Hoyos H. Temas
Fundamentales de Derecho Procesal. Páginas 94).

III.- EVOLUCION HISTORICA DEL CONCEPTO DE


ACCION.
Respecto de la acción han existido diversas teorías a través de la evolución histórica,
las que se han clasificado en cuando a la identidad o diversidad existente entre la
concepción de la acción en relación con el derecho material en monistas y dualistas
Respecto de las dualistas se han subclasificado esas teorías en concretas, abstractas y
abstractas atenuadas.

1.- TEORÍA MONISTA DE LA ACCIÓN.


Esta teoría parte de la existencia de una identidad entre la acción y el derecho
material.

De acuerdo con esta teoría, la acción es el derecho sustancial deducido en juicio.

La acción no es sino el derecho de perseguir en juicio lo que nos es debido. La


acción es el derecho en movimiento o el derecho con casco y armado para la guerra.

De acuerdo con esta identidad entre la acción y el derecho sustancial nos


encontraríamos con que no hay acción sin derecho.

Esta teoría no es admisible en la actualidad, puesto que no permite explicar diversas


situaciones que se presentan, como son a saber:

-En primer lugar, no nos explica la existencia en el ordenamiento jurídico de


derechos sin acción, como ocurre en el caso de las obligaciones naturales.

-En segundo lugar, no nos explica los casos en que existe el ejercicio de una acción
sin derecho, como ocurre con todas las demandas que son rechazadas en la sentencia
definitiva por ser ellas infundada.

-En tercer lugar, no nos explica las acciones insatisfechas no obstante haberse
acogido en el proceso, como ocurre en los casos de insolvencia de un deudor.

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-Finalmente, tampoco la acción concedida como el derecho deducido en juicio nos
explica situaciones en las cuales se contempla su ejercicio sin que exista un derecho, sino
que la acción se ejerce para los efectos de proteger un hecho como es la posesión y para
cuyo efecto es posible ejercer la diversas acciones posesorias que dan origen a los
procedimientos de amparo, restitución y restablecimiento de la posesión, denuncia de obra
nueva y denuncia de obra ruinosa que contempla el Libro III del Código de Procedimiento
Civil.

“La unificación del derecho material y la acción procesal, no resulta en absoluto


defendible. La acción y el derecho no coinciden ni en cuanto a los sujetos ni en cuanto al
contenido ni en cuanto a los efectos de una y otro. Ni en cuanto a los sujetos, porque en la
acción aparece el órgano jurisdiccional, que no figura en el derecho material, y en este, en
cambio, el destinatario es el materialmente obligado que procesalmente ocupa sólo el papel
de sujeto pasivo. Ni en cuanto al contenido, que en el derecho es una prestación de carácter
material y en la acción la realización de una cierta conducta por parte de los órganos del
Estado. Ni en cuanto a los efectos, porque en el derecho material pueden obtenerse o no,
mientras que en la acción se logran siempre, normalmente, a través de un posible
mecanismo de sustitución.”(Jaime Guasp Derecho Procesal Civil. Tomo I. Pág.
203.Civitas.4ª edición.1998).

2.- TEORÍAS DUALISTAS DE LA ACCIÓN.

La teoría monista de la acción “aparece hoy universalmente desechada, y son en


cambio, las concepciones pluralistas de la acción, esto es, las que sostienen la diferencia
entre la acción y el derecho material, las que dominan en este terreno, después de una
lenta y progresiva evolución que ha ido poniendo de relieve distintos puntos de vista a este
proceso.

“En efecto, dentro del campo de las doctrinas partidistas de la separación de


conceptos, y supuesto que todas ellas se refieren a la acción como derecho independiente a
obtener un resultado procesal estricto, es decir, una sentencia, no existe unanimidad, ni
mucho menos, en cuanto a la definición ulterior y precisa del concepto. .”(Jaime Guasp
Derecho Procesal Civil. Tomo I. Pág. 203.Civitas.4ª edición.1998).

Las teorías dualistas parten de la escisión o separación en un binomio conceptual de


la acción con el derecho material.

El origen de estas teorías y del derecho procesal científico parte de la polémica


sustentada por Berhard Windschied con Theodor Muther a propósito del concepto de la
actio según los romanos y la asimilación de la actio al concepto de Anspruch del derecho
germánico. Al efecto, en 1856, Windscheid escribió su obra “La acción del Derecho Civil
Romano desde el punto de vista del derecho actual. Dicha obra mereció una respuesta
crítica por parte de Muther en 1857, en su obra “Estudio de la actio romana, de la
Klageracht actual, de la litiscontestacio y de la sucesión singular de las obligaciones”

La polémica Windschied- Muther no obstante no recaer directamente sobre el


concepto de la acción actual, sino que sobre el alcance de la actio romana, aclaró diversos
conceptos que no se referían a los ordenamientos de la época, los que permitieron separar
los conceptos de acción y de derecho.

Respecto de la teoría dualista se han sustentado tres variables, las que son
conocidas como las teorías concretas, abstractas y abstractas atenuadas de la acción.

2.1. TEORÍAS CONCRETAS DE LA ACCIÓN. (CHIOVENDA,


CALAMANDREI, REDENTI)
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Las teorías de la acción como derecho concreto la conciben como “un derecho a
obtener una sentencia de contenido determinado, de carácter favorable para el titular, el
cual tiene derecho a tal contenido, concreto y favorable, precisamente por la titularidad de
la acción que disfruta.”(Jaime Guasp Derecho Procesal Civil. Tomo I. Pág. 203.Civitas.4ª
edición.1998).

Los principales sustentadores de esta teoría han sido los autores italianos Chiovenda,
Calamandrei y Redenti.

a.- Chiovenda.

Para Chiovenda, la acción es el poder jurídico de dar vida a la condición para la


actuación de la ley mediante la intervención de los órganos jurisdiccionales.

Los elementos de la acción según Chiovenda son:

a.- La existencia de sujetos (Actor y Demandado)

b.- La existencia de una causa, la que corresponde a un estado de hecho y de derecho


que es la razón por la cual corresponde el ejercicio de una acción; y

c.- La existencia de un objeto, que no es más que el efecto al cual tiende el poder de
obrar lo que se pide.

La teoría de Chiovenda es concreta, puesto que la acción aparece condicionada a la


existencia de la violación de la ley que garantiza a los justiciables un bien de la vida .La
acción sólo existe en la medida que hubiere sido lesionado un interés jurídicamente
protegido.

La acción se dirige al demandado y se agota con su ejercicio. La acción aparece


concebida como un derecho potestativo, esto es, como un poder jurídico que produce
frente al adversario el efecto jurídico de actuación de la ley, de manera que el adversario
quede sujeto a la sentencia que se ha de dictar. La concepción de la acción por parte de
Chiovenda descansa en la noción de derecho potestativo.

b.- Calamandrei.

Para Calamandrei, la acción es el derecho subjetivo autónomo del derecho subjetivo


material, que tiende a obtener una providencia jurisdiccional favorable al actor.

La acción se dirige hacia el Estado y no se agota con su ejercicio, sino que


permanece vigente a lo largo de todo el proceso hasta la obtención de la dictación de la
sentencia que resuelva el conflicto.

Los requisitos que contempla Calamandrei para el ejercicio de la acción son los
siguientes:

a.- Coincidencia entre el hecho específico real y el hecho específico legal

b.- Legitimación para obrar. Consiste en que las partes del litigio deben encontrarse
frente al hecho específico real en una posición determinada que les permita estar sujetas a
las resultas del juicio.

c.- Interés. La satisfacción del interés debe necesariamente ser logrado en el proceso.
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Se critican estas teorías porque no explican los casos en que el litigante ejerce una
acción sin poseer condiciones necesarias para obtener una sentencia favorable.

2.2. TEORÍAS ABSTRACTAS DE LA ACCIÓN. (CARNELUTTI,


COUTURE, ALCALÁ ZAMORA).

Las teorías de la acción como derecho abstracto “se definen por no concebir la
acción como poder de reclamar un fallo de contenido más o menos concreto, sino un fallo
sin más, ya se subordine o no este derecho a requisitos distintos como el de buena fe del
accionante. Suele replicarse a esta concepción diciendo que la acción así entendida no es
un verdadero derecho, sino una mera facultad, pero la objeción no es atendible porque nada
impide, en efecto, que el poder de actuar ante los Tribunales de Justicia no sea sino una
manifestación secundaria de un derecho más amplio, v.gr., del derecho constitucional de
petición”(Jaime Guasp Derecho Procesal Civil. Tomo I. Pág. 204.Civitas.4ª edición.1998).

a.- Carnelutti.

Para Carnelutti, la acción es un derecho autónomo para que el litigio tenga una justa
composición.

El interés protegido por la acción no es el interés en el litigio. La acción es un


derecho cívico, debiendo entenderse no como un derecho al juicio favorable, sino que
simplemente como un derecho al juicio.

b.- Couture.

Para Couture, la acción es el poder jurídico que tiene todo sujeto de derecho de
acudir a los órganos jurisdiccionales para reclamarles la satisfacción de una pretensión.

La acción para Couture es un derecho cívico, y no es más que una manifestación


específica del derecho de petición garantizado en la Constitución Política, con la
particularidad de ir dirigido a los órganos jurisdiccionales como detentadores específicos
de la función jurisdiccional.

De acuerdo con ello, la acción es un derecho inherente a la personalidad, el que se


posee por el solo hecho de ser persona y no por ser titular de un derecho lesionado.

La acción no es el derecho material del actor ni su pretensión a que su derecho sea


tutelado por la jurisdicción, sino que su poder jurídico de acudir a los órganos
jurisdiccionales.

2.3. TEORÍAS ABSTRACTAS ATENUADAS DE LA ACCIÓN. (GUASP,


BETTI, LIEBMAN).

Guasp ha criticado las dos teorías precedentes, señalando que “la doctrina no ofrece
sino la exasperación de las tesis privatistas con la vuelta a las doctrinas unitarias en su
forma de identificación de derechos o de justificación de derechos o la radicalización de la
tesis publicista hablando, v.gr., de la acción como del ejercicio por un particular de
funciones públicas. Y es que en realidad, a la terminación de este ciclo se descubre el error
de planteamiento que supone erigir la idea de la acción en concepto central de la teoría del
objeto del proceso, pues se observa, en efecto, la relatividad e intrascendencia de tal
concepto para la resolución de los problemas puramente procesales. El derecho de acudir a
los tribunales, ya sea concreto o abstracto, frente al particular o frente al Estado, no es,
evidentemente, un derecho de naturaleza procesal, sino un supuesto del proceso, que
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permanece fuera de él, y que se acantona, bien en el terreno civil, bien en el terreno
político, quizá en ambos, sin poder, por ello, funcionar como clave explicativa de las
cuestiones de orden procesal estricto.”(Jaime Guasp Derecho Procesal Civil. Tomo I.
Páginas. 204 y 205. Civitas.4ª edición.1998).

El derecho de accionar para los partidarios de la teoría abstracta atenuada no exige


ser titular de un derecho, sino que exige sólo afirmar la existencia de un hecho o de
determinados requisitos.

Además, se diferencia del derecho de acción abstracto, en que no basta para accionar
ejercer un derecho de petición, sino que es menester además que a través de él se formule
una pretensión, esto es, un reclamo de un bien de la vida frente a otro sujeto distinto de un
órgano jurisdiccional.

En nuestro derecho, el artículo 254 del Código de Procedimiento Civil nos estaría
demostrando al establecer los requisitos de la demanda, que no basta con el mero accionar
para que se inicie un proceso, sino que es menester que se haga valer una pretensión (parte
petitoria), la que debe encontrarse fundada en los hechos y en el derecho, precisándose
quien la ejerce, respecto de quien se ejerce y el tribunal ante el cual se hace valer. El
incumplimiento de la individualización de las partes de la relación procesal permite al
tribunal de oficio no darle curso (art. 256) , y al demandado pedir la corrección del
procedimiento si no se da cumplimiento a uno o mas de cualquiera de los requisitos del art.
254, mediante la excepción dilatoria de ineptitud de libelo.(Art. 303 Nº 4). Por su parte, el
art.102 del Código de Procedimiento Penal establece que no basta con el mero accionar
para que se inicie un proceso penal, puesto que “si no constituyen un delito los hechos
expuestos en la querella, el juez no le dará curso y dictará al efecto un auto motivado”

Desde este punto de vista, Guasp concibe la acción como el poder concedido por el
Estado de acudir a los Tribunales de Justicia para formular pretensiones. (Jaime Guasp
Derecho Procesal Civil. Tomo I. Página. 205. Civitas.4ª edición.1998).

Mediante la acción una persona ejerce el derecho ante el juez de formular una
pretensión de reclamación de un bien de la vida frente a persona distinta, la que debe
satisfacerla mediante la realización de una conducta determinada. La acción viene a ser el
continente y la pretensión el contenido. Esta teoría se ha criticado por asimilar el concepto
de acción y de pretensión.

IV. CLASIFICACIONES DE LA ACCION.


La acción es un concepto único y común a todas las formas de enjuiciamiento, con
diferencias mínimas entre la acción civil y penal provenientes de la distinta naturaleza de
los conflictos que procesan en uno y otro campo.

Más que hablar de una clasificación de la acción, concebida ella como el derecho de
poner en movimiento el ejercicio de la función jurisdiccional, lo que procedente es
referirse a la clasificación de las pretensiones que se hacen valer mediante el ejercicio de
ésta.

Sin embargo se suele clasificar las acciones desde distintos puntos de vista:

a.- De acuerdo a la pretensión que se hace valer, se suele clasificar en acciones


civiles y penales.

b.- De acuerdo al objeto que se persigue a través de la pretensión civil que se hace
valer, se suelen clasificar en acciones muebles, inmuebles y mixtas.
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c.- De acuerdo con el contenido de la pretensión hecha valer se clasifican en acciones
civiles petitorias, cuando el bien protegido es el dominio de un bien u otro derecho real; y
posesorias, cuando lo que se pretende es la protección de la posesión respecto de
inmuebles. Esta clasificación reviste particular importancia para el procedimiento
aplicable, puesto que se contemplan procedimientos especiales respecto de las acciones
posesorias.

d.- En cuanto al objetivo de la pretensión hecha valer, se clasifican en pretensiones


de cognición, distinguiendo dentro de ellas las meramente declarativas o de certeza,
constitutivas, de condena y cautelares; y pretensiones de ejecución, distinguiéndose dentro
de ellas las acciones ejecutivas de dación y de transformación , debiendo tenerse presente
que respecto de ellas se aplica todo lo que ya señalamos respecto de la clasificación del
procedimiento.

V.- CONCEPTO, REQUISITOS Y EFECTOS DE LA


PRETENSION.
A. CONCEPTO DE PRETENSIÓN.

La pretensión es la manifestación de voluntad destinada a exigir la subordinación


del interés ajeno al interés propio.

La pretensión procesal es una declaración de voluntad por la que se solicita una


actuación de un órgano jurisdiccional frente a persona determinada y distinta del autor de
la declaración. (Jaime Guasp Derecho Procesal Civil. Tomo I. Página. 206. Civitas.4ª
edición.1998).

-La pretensión es una declaración de voluntad.

La pretensión es una declaración de voluntad porque en ella se expone lo que un


sujeto quiere y no lo que sabe o siente. Es una manifestación de voluntad petitoria que se
valida por su referencia que ella contiene respecto al derecho, sosteniendo su autor que lo
reclamado coincide con lo establecido en el ordenamiento jurídico. Para alcanzar fuerza de
derecho le basta a la pretensión con esta referencia, subjetiva y externa, sin necesidad de
que la coincidencia exista o no, o incluso, se crea o no en ella; hay tanto pretensiones
fundadas y sinceras como pretensiones infundadas o insinceras.

La pretensión no es un derecho, sino que un acto, algo que se hace, pero no que se
tiene.
-La pretensión reclama una cierta actuación del órgano jurisdiccional que el actor
especifica.

-La pretensión se interpone siempre frente a una persona determinada distinta del
actor, pues en otro caso, carecería de la dimensión social que el derecho exige para
concederle el tratamiento adecuado.

B. ESTRUCTURA.

La pretensión procesal requiere la concurrencia de elementos subjetivos, los que se


encuentran configurados por:

a)el órgano jurisdiccional, que debe contar con jurisdicción y competencia objetiva
y subjetiva ;
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b) el actor, que es quien formula la pretensión y debe contar con la capacidad para
ser parte, capacidad procesal, ius postulandi y con la legitimación activa para obrar; y

c)el demandado, que es la persona frente a quien se dirige la pretensión y debe


contar con la capacidad para ser parte, capacidad procesal y con la legitimación pasiva para
obrar, sin requerirse para formular la pretensión respecto de éste que se determine quienes
actuarán por el sujeto pasivo dando cumplimiento a los requisitos del ius postulandi.

El elemento objetivo de la pretensión se encuentra configurado por el bien litigioso


que se pretende, el que puede consistir en una cosa corporal o en una conducta de una
persona. El objeto de la pretensión debe ser física y moralmente posible, idóneo en cuanto
se debe hacer valer en un proceso que permita formular de esa pretensión, y con causa, esto
es, con la existencia de un fundamento legal o motivo que la justifica, o cuando hay por lo
menos, un interés personal legítimo y directo en el que la plantea.

C. EFECTOS DE LA PRETENSIÓN.
La pretensión constituye el elemento objetivo del proceso y representa el núcleo
central de éste. La pretensión es la declaración de voluntad del actor cuya existencia
determina que se origine, mantenga y concluya un proceso.

La pretensión procesal engendra un proceso, en el sentido que normalmente esa


manifestación de voluntad ha de constituir su acto primero e inicial. Sin embargo, nada se
opone a que un proceso comience sin pretensión procesal, si lo hace siempre con vistas a
una pretensión futura, como ocurre en el en el proceso civil con la medidas prejudiciales
preparatorias, probatorias y precautorias, en las cuales solo es necesario señalar “la acción
que se propone deducir y someramente sus fundamentos”.(Art. 288 del C.P.C.). Sin
embargo, lo único que exige la función de pretensión en este sentido es que tan pronto
como definitivamente no aparezca o desaparezca la pretensión procesal, el proceso mismo,
por quedar sin razón, sea eliminado.

La pretensión procesal determina el mantenimiento del proceso, hasta que el


mantenimiento que a la pretensión debe darse haya alcanzado su finalidad. La pretensión
procesal mantiene funcionalmente en vida al proceso. Tampoco quiere esto decirse que el
proceso haya de conservar una armadura rígida durante todo su desarrollo, guardando
siempre dentro de sí un núcleo inconmovible que no pueda sufrir la variante más ligera.
Por el contrario, nada se opone a que la pretensión procesal, conservando su existencia,
experimente un cierto desarrollo durante la pendencia procesal, lo que explica las
modificaciones que puede experimentar a lo largo de la pendencia, que permiten hablar
metafóricamente desde luego, de una biología de la pretensión procesal. El cambio de los
sujetos de la pretensión mediante la transmisión de la titularidad de la misma de una a otra
persona, fenómeno que cabe llamar transmisibilidad de la pretensión; el cambio en el bien
de la vida a que la pretensión se refiere; el cambio en la petición o en los acaecimientos de
hecho que le sirven de título, son todas las vicisitudes que pueden, evidentemente,
producirse en el proceso y que no afectan a su existencia en tanto perdure el núcleo
esencial de la pretensión a que debe la vida. Cabe hablar, pues, de un efecto de la
pretensión conservatorio del proceso, sin perjuicio del principio de transformabilidad, que
lleva consigo por la misma razón, una modificación del proceso en que la pretensión se
deduce.

La pretensión procesal determina la conclusión de un proceso, puesto que


cuando esta reclamación de parte deja de existir por algún acaecimiento jurídico que tenga
asignada esa eficacia el proceso debe terminar. Cuando la pretensión desaparece, el
proceso queda eliminado. Si la pretensión se satisface, entonces el proceso ha llegado a su
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fin normal, y concluye mediante la decisión judicial, ya que la decisión judicial no quiere
decir otra cosa que satisfacción de una pretensión o, en palabras más amplias, expresión de
una voluntad que decisoriamente examina y actúa o deniega la actuación de una pretensión
procesal. Si la pretensión procesal, sin llegar a quedar satisfecha, desaparece del mundo del
derecho, v.gr., porque, considerada como objeto de un acto de disposición, se admite la
posibilidad de revocarla íntegramente, entonces el proceso se extingue igualmente, sin que
resulte justificada su ulterior continuación, lo que explica que los actos de disposición de la
pretensión, característicamente, el desistimiento, lleven consigo una verdadera terminación
anormal del proceso, esto es, una extinción en sentido técnico del mismo. (Jaime Guasp
Derecho Procesal Civil. Tomo I. Página. 222 y 223. Civitas.4ª edición.1998).

D..- PARALELO ENTRE LA ACCIÓN, LA PRETENSIÓN Y LA


DEMANDA.

La acción es un concepto previo al proceso, y consiste en la facultad de recurrir a la


jurisdicción para los efectos de formular una pretensión que debe ser resuelta mediante un
proceso.

La pretensión es una petición fundada formulada por el actor y que pretende la


subordinación del interés ajeno al interés propio.

La demanda es el acto material que da nacimiento al proceso. Es una actividad


procedimental de iniciación que marca el comienzo cronológico del proceso y que encierra
dentro de sí a la pretensión procesal.

La demanda es el vehículo para introducir la pretensión al proceso. La acción es una


facultad de poner en movimiento la jurisdicción que se diferencia del derecho material.

E.PRETENSIONES MÚLTIPLES.

Lo normal es que el proceso tenga por objeto la satisfacción de una sola pretensión.

Sin embargo, el legislador por razones de armonía y de economía procesal admite


que dentro de un proceso se pretenda la solución de no una sino que de una pluralidad de
pretensiones. En virtud de la armonía procesal, se impone evitar decisiones contradictorias,
lo que podría ocurrir si, ventilándose cada una de las pretensiones que tienen elementos
comunes en procesos diferentes, llegara el órgano jurisdiccional a resultados distintos y
opuestos entre sí; y la economía procesal, aconseja unificar el tratamiento de dos o más
pretensiones entre las que existe una comunidad de elementos para reducir el coste de
tiempo, esfuerzo y dinero que supondría decidirlas por separado.

Respecto de la pluralidad de pretensiones se distinguen los siguientes tipos:

a.- Por razón de tiempo, se distingue la pluralidad de pretensiones inicial y la


sucesiva.

La pluralidad inicial de pretensiones es la que se produce desde el inicio del


proceso al contenerse en la demanda la formulación de dos o más pretensiones.

La pluralidad sucesiva es aquella que se genera no con motivo de la interposición


de una demanda, sino que con posterioridad y luego de haber comenzado el proceso. Esta
pluralidad sucesiva puede ser por inserción, que se produce cuando la pretensión no se ha
hecho valer procesalmente y ella se añade a otra pretensión que ha originado ya un proceso
que se encuentra pendiente (ampliación de demanda y reconvención) o por acumulación,

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que se produce cuando dos o más pretensiones que se han hecho valer en procesos distintos
se acumulan de forma tal de pasar a formar parte de un solo proceso (acumulación de
autos).

b.- Por razón de forma, hay tres tipos de pluralidad de pretensiones: la simple,
la alternativa y la eventual o subsidiaria.

La pluralidad simple es aquella en que las diversas pretensiones reunidas se


reclaman todas de modo concurrente, o sea que, para satisfacer al titular de la pretensión,
debería el órgano jurisdiccional actuarlas todas frente al sujeto pasivo de la misma.

La pluralidad alternativa es, por el contrario, aquella en que el titular, si bien


reclama dos o más actuaciones distintas, no pide que sean realizadas una y otra, sino que la
verificación de cualquiera de ellas basta para satisfacerle. El Juez o Tribunal no podrá
entonces, por lo tanto, sin incurrir en incongruencia (ultrapetita), condenar al demandado, a
la realización de todas las prestaciones debidas.

La pluralidad eventual o subsidiaria es, finalmente, aquella en que el actor pide al


órgano jurisdiccional, en primer término, una sola actuación; pero en segundo lugar,
subordinadamente, para el caso que la primera petición sea denegada, formula otra
pretensión. Por la aparente contradicción de este planteamiento, ya que es el mismo
pretendiente el que comienza imaginando su propio vencimiento, se comprenden las dudas
abrigadas en torno a este caso de pluralidad. Pero realmente debe ser admitido sin
vacilación, como un correctivo al principio de preclusión procesal, que obliga a formular
dentro de un momento determinado las pretensiones sobre las que haya de decidir el
órgano jurisdiccional, sin posibilidades utilizables de rectificación posterior. (Jaime Guasp
Derecho Procesal Civil. Tomo I. Página. 228. Civitas.4ª edición.1998).

La pluralidad inicial de pretensiones se contempla expresamente en el artículo 17 de


nuestro Código de Procedimiento Civil, al señalarnos que “en un mismo juicio podrán
entablarse dos o más acciones con tal que no sean incompatibles.

Sin embargo, podrá proponerse en una misma demanda dos o más acciones
incompatibles para que sean resueltas una como subsidiaria de la otra”.

El hecho que justifica la acumulación inicial de pretensiones es la sola identidad de


partes entre las dos o más pretensiones formuladas en la demanda, sin que se exija que
exista además una conexión causal entre ellas.

En nuestra legislación, se permite la formulación de diversas pretensiones en una


misma demanda, con la sola limitación que no sean incompatibles entre sí.

Se estima que son incompatibles entre sí todas las pretensiones que no son
contradictorias entre sí, esto es, que pueden ser cumplidas en forma simultánea.

Dos o más pretensiones son materialmente incompatibles cuando los efectos


jurídicos o los simples efectos económicos que tienden a producir no pueden subsistir
simultáneamente, sino que se oponen entre sí. Así son incompatibles las pretensiones en
que un vendedor pide la resolución del contrato y el pago del precio. Pero es evidente que
este supuesto de incompatibilidad se refiere tan sólo a la acumulación simple, no a la
alternativa, ni mucho menos a la eventual o subsidiaria, donde puede existir perfectamente
esta posibilidad de simultanear. (Jaime Guasp Derecho Procesal Civil. Tomo I. Página.
231. Civitas.4ª edición.1998). Si las pretensiones son incompatibles materialmente entre sí,
ella puede ser salvada si la petición se formula respecto de ellas en la demanda en forma
subsidiaria.
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Sin embargo, es menester tener presente que la pluralidad de pretensiones exige para
que puedan hacerse valer simultáneamente en una misma demanda que el tribunal sea
competente para conocer de todas ellas y que las pretensiones deban hacerse valer y
tramitarse de acuerdo a un mismo procedimiento y no una de acuerdo con un
procedimiento y las otras de acuerdo con otro procedimiento.

Si no concurre la competencia del tribunal y la identidad del procedimiento a


aplicarse para la tramitación de todas las pretensiones, ellas no podrán hacerse valer en
forma simultanea, presentándose en este caso una incompatibilidad procesal de carácter
insalvable.

VI.- LA DEFENSA DEL DEMANDADO.


1.- CONCEPTO.
En sentido lato, la defensa del demandado no es más el poder jurídico del
demandado de oponerse a la pretensión que el actor ha formulado frente a él y ante el
órgano jurisdiccional.

Tanto el actor, mediante la acción, como el demandado mediante la excepción o


defensa, tiene un derecho al proceso.

El derecho de excepcionarse o defenderse genéricamente entendido corresponde a un


derecho de acción genéricamente entendido.

2. LA DEFENSA DEL DEMANDADO.


Ante la acción ejercitada por el demandante, formulando una pretensión mediante la
interposición de la demanda, el sujeto pasivo o demandado puede inaccionar o reaccionar.

De acuerdo con ello, el sujeto pasivo frente a la demanda deducida en su contra


haciéndose valer en ella una pretensión, puede adoptar las siguientes actitudes:

1.- REBELDÍA O CONTUMACIA.

La rebeldía o contumacia es aquella situación que se produce en el proceso cuando el


demandado asume una actitud pasiva manteniéndose inactivo sin hacer nada.

La rebeldía no importa una aceptación por parte del demandado de la pretensión


hecha valer por el actor en su demanda, sino que por el contrario, implica una contestación
ficta de la demanda en la que se tienen por negados genéricamente los fundamentos de la
pretensión. De acuerdo con ello, la inactividad del demandado importa que el actor deberá
necesariamente probar los hechos en que funda su pretensión. El artículo 318 del C.P.C.,
reconoce en su inciso primero está situación al señalarnos que “concluidos los trámites que
deben preceder a la prueba, ya se proceda con la contestación expresa del demandado o en
su rebeldía, el tribunal examinará por sí mismo los autos y si estima que hay o puede haber
controversia sobre algún hecho substancial y pertinente en el juicio, recibirá la causa a
prueba y fijará en la misma resolución los hechos substanciales y controvertidos sobre los
cuales debe recaer”.

Además, en la primera instancia el demandado rebelde debe ser considerado respecto


de todos los trámites, notificándole las diversas resoluciones que se dicten, y debe
acusársele las rebeldías respecto de cada trámite cuando ello sea procedente por

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contemplarse plazos no fatales para que realice sus actuaciones.

En cambio, en segunda instancia, el apelado rebelde adquiere esta situación por el


sólo ministerio de la ley si no comparece ante el tribunal de alzada dentro del plazo
contemplado para ese efecto, no siendo necesario notificarle de las resoluciones que se
dicten, las cuales producen sus efectos respecto del apelado rebelde desde que se
pronuncien. Sin perjuicio de ello, el apelado rebelde puede comparecer en cualquier estado
del recurso, pero ya no en forma personal, sino que representado por un procurador del
número o abogado habilitado para el ejercicio de la profesión.(Arts. 202 del C.P.C. y 398
inc.2º del C.O.T.)

2.- REACCIÓN.

En cambio, si el demandado comparece al proceso puede asumir respecto de la


pretensión hecha valer en su contra en la demanda alguna de las siguientes actitudes:

2.1.Allanamiento.

El allanamiento importa una aceptación o adhesión que presta expresamente el


demandado a la pretensión que ha hecho valer el sujeto pasivo en su demanda.

Para que un mandatario judicial se allane a la demanda requiere de contar con un


poder con facultad especial para ese efecto de conformidad con lo establecido en el inciso
2º del art.7º del C.P.C., al señalarnos que “no se entenderán concedidas al procurador, sin
expresa mención, la facultad de aceptar la demanda contraria”.-

El allanamiento, cuando es total, esto es, importa la aceptación de todos los


fundamentos de hecho y de derecho de la pretensión contenida en la demanda, no con lleva
a la terminación del proceso en nuestro derecho, sino que sólo libera al tribunal de la
obligación de recibir la causa a prueba luego de concluido el periodo de discusión del
juicio de conformidad a lo establecido en el art.313 del C.P.P..-Excepcionalmente sin
embargo, en los casos en que se encuentra comprometido en el proceso un interés público
indisponible para las partes, el allanamiento no produce el efecto de generar la omisión de
los trámites de la recepción de la causa a prueba, del término probatorio y de las
observaciones a la prueba, como sucede v.gr. en los juicios de nulidad de matrimonio,
divorcio perpetuo, etc.

Cuando el allanamiento es parcial, sólo se genera la omisión de la prueba respecto de


los fundamentos de hecho y de derecho de la demanda que son aceptados, debiendo
recibirse la causa a prueba respecto del resto de los hechos sobre los cuales no hubiere
recaído el allanamiento del demandado

2.2.-Oposición a la pretensión.

La oposición a la pretensión consiste en la declaración de voluntad del demandado


por la que se reclama del órgano jurisdiccional frente al actor la no actuación de la
pretensión formulada por éste. En la oposición a la pretensión, el demandado solicita la
desestimación por parte del tribunal de la actuación de la pretensión hecha valer por el
actor.

La oposición a la pretensión puede revestir las siguientes formas:

a.- La defensa negativa.

En un sentido estricto, la defensa consiste en la contestación de la pretensión que


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hace el demandado y en la que procede a negar el elemento de hecho o de derecho que
sirve de fundamento a la pretensión. Consiste en una mera negativa que no lleva consigo
ninguna afirmación respecto de un hecho nuevo.

La alegación o defensa se ha definido como los motivos o razonamientos que el


demandado invoca con el objeto de que se le desconozca al actor el derecho que pide sea
declarado, y cuyos motivos o razonamientos puede hacerlos valer durante el progreso del
juicio. (Corte Suprema.18.8.1964.R.D.J. T.61.Sec.1 pág. 252.)

La contestación de la demanda en la que el demandado se limita a formular meras


alegaciones o defensas y no a formular excepciones en relación con la pretensión
formulada en la demanda, implican que la carga de la prueba recaerá en la parte
demandante, puesto que con aquellas el sujeto pasivo no introduce en el proceso un hecho
nuevo que tenga por objeto destruir la pretensión hecha valer.

Además, el tribunal no tiene que hacerse cargo de las alegaciones o defensas para su
resolución en la parte dispositiva del fallo, sino que ellas pueden ser analizadas por parte
del tribunal en la parte considerativa de éste.

b. Las excepciones.

Las excepciones son aquellas peticiones que formula el demandado, basadas en


elementos de hecho y de derecho que tienen eficacia extintiva, impeditiva o invalidativa
del efecto jurídico afirmado como fundamento de la pretensión.

Las excepciones se clasifican en nuestro derecho en:

b.1.- Excepciones dilatorias.

Las excepciones dilatorias son aquellas que se refieren a la corrección del


procedimiento sin afectar el fondo de la acción (pretensión) deducida, de conformidad a lo
prescrito en el Nº 3 del artículo 303 del C.P.C..-

Las excepciones dilatorias son aquellas que versan sobre vicios del procedimiento y
no se refieren a la pretensión que se ha hecho valer por parte del actor.

Las excepciones dilatorias tienen un carácter taxativo, puesto que ellas se encuentran
enumeradas en el art. 303 del C.P.C., pero genérico, atendido a que se pueden comprender
en el número 6 todos los vicios del procedimiento cuya corrección es posible solicitar del
tribunal por esta vía, los cuales no se especifican. Así por ejemplo, es posible solicitar por
esta vía la nulidad del procedimiento por falta o defectuosa notificación de la demanda, la
falta de capacidad del demandado o personería o representación legal de quien ha sido
emplazado en su nombre; etc.

Las excepciones dilatorias deben hacerse valer todas en un mismo escrito, antes de la
contestación de la demanda y dentro del término de emplazamiento. Las excepciones
dilatorias suspenden la tramitación del juicio y deben ser resueltas por el tribunal una vez
concluida la tramitación del incidente que ellas generan.

b.2.- Excepciones perentorias.

Son aquellas que tienen por objeto destruir el fundamento de la pretensión e


importan la introducción al proceso de un hecho nuevo de carácter impeditivo,
modificativo o extintivo de la pretensión del actor.

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Nuestra Jurisprudencia ha definido la excepción perentoria como todo título o
motivo jurídico que el demandado invoca para destruir, enervar y, mas propiamente dicho,
para hacer ineficaz la acción del actor, como por ejemplo, la prescripción, el pago de la
deuda, etc. (Corte Suprema.18.8.1964.R.D.J. T.61.Sec.1 pág. 252.)

Las excepciones perentorias normalmente se confunden con los modos de extinguir


las obligaciones que se nos señalan en el Código Civil, sin perjuicio de tener presente que
nuestra jurisprudencia ha otorgado también ese carácter a excepciones de carácter procesal
como sucede con la falta de jurisdicción, la falta de legitimación para obrar, la cosa
juzgada, etc.

Las excepciones perentorias no suspenden la tramitación del proceso y ellas deben


hacerse valer por parte del demandado en su escrito de contestación de la
demanda.(Art.309 del C.P.C.)

La contestación de la demanda en la que el demandado formula excepciones en


relación con la pretensión formulada en la demanda, implican que la carga de la prueba
recaerá en el demandado y no el demandante (reus in exceptione actor fit), puesto que con
ellas el sujeto pasivo introduce en el proceso un hecho nuevo de carácter impeditivo,
modificativo o extintivo que tiene por objeto destruir la pretensión hecha valer.

Finalmente, el tribunal tiene que pronunciarse acerca de las excepciones hechas valer
por el demandado en la parte dispositiva de la sentencia definitiva, debiendo contener las
consideraciones de hecho y de derecho en las que se basa para emitir ese
pronunciamiento.(Art. 170 Nº 6 del C.P.C.)

b.3.-.- Excepciones mixtas.

Son aquellas excepciones que no obstante tener el carácter de perentorias, el


legislador posibilita al demandado hacerlas valer como excepciones dilatorias antes de la
contestación de la demanda.

Las excepciones de carácter perentorio que el legislador posibilita hacerlas valer


como excepciones dilatorias son las de cosa juzgada y transacción.

Formuladas las excepciones de cosa juzgada y transacción como dilatorias el tribunal


puede fallarlas luego de concluida la tramitación del incidente que ellas generan, o
estimarlas que son de lato conocimiento, en cuyo caso mandará contestar la demanda y se
reservará el fallo de esas excepciones para la sentencia definitiva. (Art. 304 Del C.P.C.).

b.4.- Excepciones anómalas.

Son aquellas excepciones perentorias que el legislador posibilita al demandado para


deducirlas por escrito con posterioridad a la contestación de la demanda durante todo el
curso del juicio, hasta la citación para oír sentencia en primera instancia y hasta la vista de
la causa en segunda instancia. (Art. 309 Del C.P.C.).

Revisten el carácter de excepciones perentorias que anómalamente se pueden hacer


valer durante el curso del juicio con posterioridad a la contestación de la demanda las de:
prescripción (extintiva), cosa juzgada (excepción de), transacción, y pago efectivo de la
deuda, siempre que se funde en un antecedente escrito.

Estas excepciones anómalas si se formulan en primera instancia, después de recibida


la causa a prueba, se tramitarán como incidentes, que pueden recibirse a prueba, si el
tribunal lo estima necesario, y se reservará su resolución para definitiva.
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Si se deducen en segunda, se seguirá igual procedimiento, pero en tal caso el tribunal
de alzada se pronunciará sobre ellas en única instancia.

3.- LA RECONVENCIÓN.

La reconvención es una contrademanda del demandado frente al demandante, que se


deduce utilizando el procedimiento judicial originado por iniciativa de este último.

En términos más simples, se dice que la reconvención es la demanda del demandado


en contra del demandante.

El demandado puede en el proceso no solo adoptar una actitud defensiva para los
efectos de obtener el rechazo de la satisfacción de la pretensión hecha valer frente a él, sino
que además puede adoptar una actitud agresiva haciendo valer el demandado una
pretensión en contra del demandante, quien pasa a ser sujeto pasivo respecto de ella.

Si el demandado deduce una reconvención amplia el ámbito objetivo del proceso,


puesto que introduce en él una nueva pretensión.

La razón por la cual se permite al demandado deducir la reconvención obedece a un


principio de economía procesal, puesto que se permite que mediante un mismo
procedimiento se resuelva tanto la pretensión del demandante hecha valer en su demanda
como la pretensión del demandado hecha valer en su reconvención.-

La oportunidad en la cual el demandado debe deducir su reconvención es en el


escrito de contestación de la demanda.(art. 314 del C.P.C.) De acuerdo con ello, dicho
escrito se sumara: En lo principal : contesta la demanda. En el Primer otrosí: Deduce
demanda reconvencional.

La reconvención se substanciará y fallará conjuntamente con la demanda principal


(art. 316 del C.P.C.), por lo que ella deberá ser notificada al demandante, quien podrá
asumir respecto de la reconvención las mismas actitudes que el demandado respecto de la
demanda.

Los requisitos que se contemplan para que el demandado pueda deducir su


reconvención en contra del demandante en nuestro Código de Procedimiento Civil son:

a.- Que el tribunal tenga competencia para conocer de la reconvención estimada


como demanda.(Art. 315 del C.P.C. y 111 y 124 del C.O.T.)

b.- Que la contrapretensión se encuentre sometida en su tramitación al mismo


procedimiento de la demanda y que se admita la formulación de ella de acuerdo con el
procedimiento según el cual se tramita la demanda.

Para los efectos de deducir la reconvención no se ha contemplado por parte de


nuestro legislador en el Código de Procedimiento Civil un vinculo de conexión entre la
demanda y contestación de la demanda diferente a la conexión subjetiva, en cuanto a que la
reconvención sólo puede ser deducida por el demandado en contra del demandante y no de
un tercero.

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