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NOTA DE TAPA> MUHAMMAD ALI

DOMINGO, 12 DE JUNIO DE 2016 EL AGUANTE
ADIÓS A ALI
Por Marcelo Figueras
EL MUDO DIBUJAR ES DESCUBRIR
Por Paula Perez Alonso
ENTREVISTA > STUKA
Por Juan Forn
UN PUNK DE WOODSTOCK
Por Mariano del Mazo
Para algunos será aquella batalla en el Zaire con Foreman (los negritos
MUSICA > LAS PIÑAS
corriendo a la par de él por caminos de tierra gritando: “¡A-lí! ¡Bumba-yé!”).
VACACIONES PERMANENTES
Para otros, más nacionalistas, será la extraordinaria pelea que le hizo Ringo Por Andrea Guzmán
Bonavena. Para los más memoriosos seguro que es su escalofriante doble CINE > RARA
paliza a Sonny Liston. Pero para mí toda su leyenda está contenida en las A LOS 13
tres peleas con Joe Frazier. Por Paula Vazquez Prieto
ARTE > MARCOS LOPEZ
A mi viejo, como a casi todos los progenitores de esa época, no le gustaba FUERA DE CAMPO
Por Claudio Iglesias
Cassius Clay esencialmente por su bocota. Se amparaban en argumentos EL AGUANTE
CINE > PEDRO ALMODOVAR
boxísticos: “¿Qué tiene de atractivo un peso pesado que usa más las piernas SUBNOTAS
DEMASIADO TARDE PARA
que los puños?”, “¡Que pelee como un hombre!”, “¡Que deje de LA CÁMARA QUE LO AMÓ LÁGRIMAS
saltimbanquear!”. Pero era obviamente otra cosa lo que les molestaba: “Que Por Fernando Krapp Por Diego Brodersen
cierre la boca, que alguien le cierre la boca a golpes”, era lo que todos ellos CUANDO EL MUNDO TODAVÍA CASOS > EL LIBRO INFANTIL DE KEITH
CAMBIABA RICHARDS, GUS Y YO, YA SE CONSIGUE EN
deseaban secretamente. Por Rodolfo Rabanal CASTELLANO
EL MUDO UN MUCHACHITO Y UNA GUITARRA
Para ponernos en contexto, Cassius ya se había cambiado para entonces su Por Juan Forn Por Mariana Enriquez
MUHAMMAD ES ARGENTINO
“nombre de esclavo” por el de Moamed Alí (perdonen la grafía, pero voy a FAN UN ESCRITOR ELIGE SU CANCION
Por Angel Berlanga
llamarlo como lo llamamos siempre), ya se había hecho musulmán, ya le FAVORITA: NICOLAS DOMINGUEZ BEDINI Y
habían prohibido pelear y le habían arrebatado el título por negarse a ir a KODAK ‘74 DE MENOS QUE CERO
ENTRE EL SUBURBIO Y LA CIUDAD
Vietnam. Su famosa declaración: “Ningún Vietcong me ha llamado nigger, Por Nicolás Domínguez Bedini
ninguno violó ni linchó a los míos ni nos hizo perseguir por perros. ¿Por qué VALE DECIR
ir a matar gente hambrienta en el barro, en nombre de la todopoderosa LOAS A LAS PRIMITIVAS
América? Métanme en la cárcel, si quieren. Hace cuatrocientos años que los VALE DECIR
míos viven en una cárcel”. EL ELUSIVO ANDY
VALE DECIR
Era 1971. Alí venía volteando muñecos en su raid por recuperar el título (el VIL METAL
último había sido Ringo) y el indestructible Joe Frazier era el campeón. VALE DECIR
Nadie podía con él. Su única sombra era Alí, y quería disolverla de su vida: UNA PLAYA QUE ES UN TOALLÓN
que quedara un único invicto, un único campeón (hoy sabemos que fue INEVITABLES
Inevitables
Frazier el que consiguió que Alí recibiera permiso para volver a boxear:
intercedió ante el mismísimo Nixon, a quien votaba y apoyaba de corazón). SALI
SABORES PATRIOS
En aquella primera pelea entre Alí y Frazier, mi viejo y yo todavía éramos Por Sebastián Laffaye
padre e hijo. Para la tercera pelea, en 1975, ya éramos enemigos: ya F.MERIDES TRUCHAS
estábamos en guerra, su manera de pensar y mi rabiosa adolescencia. Yo EL NUDO INFINITO
era la versión doméstica de Alí, para él; y él era una mezcla de Frazier y Por Daniel Paz
Nixon, para mí.

En el mundo del box es tradición considerar la primera Alí-Frazier como la

pelea del siglo, pero al final todos reconocen que la tercera la supera en
dimensión épica. Ambas tuvieron el mismo planteo: Alí bailoteando y
lastimando (“Floto como una mariposa, pico como una abeja”) y la
locomotora Frazier yendo ciegamente para adelante. Frazier empezaba frío
todas sus peleas y se iba volviendo más bravo con el transcurso de los
rounds, cada vez era más difícil de ver venir sus heterodoxos y mortíferos
cross de izquierda. En la primera, después de que Alí diera una lección de
boxeo y piernas en el penúltimo round, cuando todos lo creían fundido,
Frazier lo volteó en el último de un roscazo que le dejó la cara
completamente deformada, lo mandó a la lona y de ahí al hospital. Hoy
sabemos que Frazier fue a parar al mismo hospital después de la pelea, y
que Alí salió a la semana y él quedó como tres meses, que hizo la segunda
pelea en evidente inferioridad de condiciones y que se preparó como un
demente para dejar la vida en la tercera.

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Hay que ver aquella famosa escena final de la tercera pelea con dos frases
en mente: “Le di tantas trompadas como para derrumbar un edificio” (Frazier)
y “Fuimos a Manila campeones y volvimos acabados los dos” (Alí).
Recordemos la escena: Eddie Futch, el entrenador de Frazier, tirando la
toalla antes del último round (porque ya se le habían muerto siete
boxeadores en el ring, y veía que Joe iba rumbo a ser el octavo), mientras
Alí, en su rincón, le rogaba a Angelo Dundee que le cortara los guantes y se
los arrancara, que no soportaba más el dolor en los brazos y la hinchazón en
sus puños. Frazier, derrotado deambulando como un alma en pena por el
ring lleno de gente, murmurando: “Yo podía seguir, yo quería seguir”,
mientras Alí no podía tenerse en pie cuando el árbitro le alzaba el brazo y lo
declaraba vencedor. Mirando a la distancia la guerra entre mi viejo y yo, sólo
veo estas escenas, y me siento un poco Alí y un poco Frazier al mismo
tiempo, y siento el mismo cansancio que podría asegurar que sentía mi viejo
y que se depositó como una pesada bata sobre los hombros de mi favorito y
de su favorito al final de aquella pelea.

Frazier ya se murió, mi viejo también y ahora fue el turno de Alí. Además de

su magia en el ring, Alí dejó frases para la historia porque se metió con la
Historia tal como se subía al ring. Cuando le vino el Parkinson los imbéciles
dijeron que se lo había provocado su bocaza, no los golpes recibidos: habló
tanto que quedó así. El había dicho, mucho antes: “Mi manera de payasear
es decir la verdad”. Como escribió su biógrafo David Remnick, lo único que
tuvo en común la carrera de Alí con la de los otros boxeadores fue que se
retiró tarde y terminó dañado. Todo lo demás fue único.

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