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intersubjetiva (1) con el hombre. Esta relación hace posible un diálogo emocional y cognitivo
en el cual, tanto el hombre como el perro pueden variar su forma de actuar y su estado
emocional como consecuencia de lo que haga y sienta el otro.
La relación entre perro y sujeto de terapia se da en lo que definimos como contexto cerrado: el
animal no se influye por la actuación del sujeto fuera de su presencia, la relación no se
contamina por el historial del ST ni por el concepto que este tenga de sí mismo. Por ello, el ST
percibe la relación con el perro como sincera y sin interferencias por prejuicios, lo que facilita
que el ST no se muestre defensivo ni reacio a la comunicación. Este apoyo emocional sin juicios
es fundamental en situaciones de vulnerabilidad (depresión, soledad, perdida de un ser
querido.) o en aquellas consideradas por el sujeto como socialmente vergonzantes
(delincuencia, enfermedades psíquicas, pobreza, discapacidades evidentes.).
Las áreas de mejora terapéutica son aquellos puntos concretos sobre los que podemos actuar
a través de la terapia. Es importante conocerlos para definir objetivos, así podremos
facilitarnos el diseño de la terapia y su evaluación.
1. Empatía
2. Comunicación interemocional
El uso de perros en colectivos con retraso cognitivo es delicado, sin embargo es posible a
través del cuidado o adiestramiento (siempre en positivo) del perro ayudar a estas personas a
interesarse en una terapia ocupacional. La relación con los perros actúa como enganche. Debe
medirse bien el número de sesiones y el programa de trabajo para no generar efectos
negativos.
4. Entrenamiento atencional
El asumir tareas de cuidado de los perros, ya sea individual o colectivamente, puede ayudar a
aumentar la capacidad de atención de los ST.
5. Motricidad
Mejora de la capacidad de movimiento, ya sea por estimular zonas atróficas, ya por aumentar
la cantidad o variedad de ejercicio realizado por el sujeto.
6. Integración social
Aumento de salidas sociales, interacciones con otras personas... El perro tiene un cuádruple
efecto benéfico para esto: aumenta el número de salidas, desvía el foco de atención de
aspectos problemáticos del sujeto, aporta la sensación de no enfrentarnos solos a la situación
y es un "lubricante social" que facilita la interacción con otras personas.
7. Efecto normalizador
Como el perro no puede valorar la problemática del individuo emite mensajes de tranquilidad
en momentos de crisis y la interacción con él es un paréntesis en situaciones percibidas como
graves permitiéndonos, por empatía, relajarnos.
8. Introspección
9. Compañía
Disminución de la sensación de soledad del individuo, el perro es un interlocutor que nos
responde emocionalmente en momentos de soledad. Es importante tener en cuenta los
efectos negativos de interrumpir este tipo de terapia (se conocen casos de suicidio).
10. Autoestima
La inmediatez del cuidado y atención del perro, así como su planificación a corto plazo desvía
la atención del individuo de otros problemas irresolubles: vejez, enfermedades incurables... o
propios de su patología: miedo a resultados médicos, sensación de acabamiento.
(2) Cuando se interactúa emocionalmente con animales es más fácil iniciar interacciones
emocionales con otras personas (Mugford y M´Cominsky, 1975 y Holcomb et al., 1997). volver