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EN EL BOSQUE NEBULOSO

Eran las tres de la mañana. El olor a pólvora apenas se desvanecía en la penumbra de la


habitación. Cuando el hombre despertó sintió un dolor punzante en la cabeza producto del golpe
que había recibido recientemente. Afuera llovía, por eso tomó apresurado su gabardina gris y
un paraguas, necesitaba pedir ayuda lo más pronto posible antes de que su situación se
agravara. Sabía que estaba herido de bala, pero no podía sentir exactamente el lugar de su
herida. Como anestesiado vagó un buen trecho del camino, no dándose cuenta que se hallaba
ya internado en el bosque, en un bosque nebuloso lleno de lluvia y de dolor.

Al saberse perdido se detuvo, miró sus manos, y tocándose con cuidado la cabeza trató de
rememorar la noche anterior. La lluvia lo estaba mojando y decidió coger nuevamente el
paraguas, iría hasta el final del camino, sin rumbo aún, solo atinaba a continuar su marcha,
aunque apenas recordaba su nombre y su habitación llena del olor a pólvora. Fue cuando una
sombra se desvaneció en la cadencia del tiempo, una efímera existencia encontró su camino a
la desaparición definitiva.

El departamento había sido recientemente remodelado, eso lo notaron los vecinos que
ingresaron preocupados al notar la ausencia de John en el día. Vieron el arma en el suelo con
varios destrozos en la sala y la habitación de John, aunque no encontraron a este último
supusieron que algo terrible le había ocurrido.

Las investigaciones, luego de encontrar al hombre en el bosque, concluyeron en que se había


suicidado, pero nadie comprendía el hecho de haberlo hallado lejos del arma que sirvió para su
condenable accionar. Nadie objetó la versión de la policía. Ni siquiera el hombre que continuaba
buscando ayuda sin saber que se había perdido así mismo.

LUISA CASTELLANOS

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