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A lo largo de la evolución humana han ocurrido tantos cambios que a veces nos resultan

sorprendentes.

En el libro "La especie elegida", el profesor Arsuaga nos cuenta cómo nuestros antepasados
homínidos, así cómo el resto de los mamíferos, podían respirar mientras bebían y no se atragantaban
nunca.
La razón de ésta ventaja se encuentra en que la laringe, que precede a las vías respiratorias, estaba
más adelantada o elevada y conectaba con las fosas nasales, de manera que podían tragar y respirar
a la vez.
Ésta capacidad de nuestros parientes lejanos sigue siendo posible en nuestros lactantes; éstos pueden
mamar y respirar sin ningún problema. Pero éste inconveniente, que aparece en nuestra especie
adulta, nos ha proporcionado una riqueza fonética mayor, ya que con el desplazamiento de la laringe,
se ha ampliado la faringe que actúa enriqueciendo la variedad de sonidos, y ésto ha hecho posible el
desarrollo del lenguaje, que, como sabemos, es lo que nos hace humanos.

También, la ventaja de ir erguidos o bipedismo, cosa que posibilitó el desarrollo del cerebro, nos trajo
las dificultades del parto. Así, el niño, en el momento de nacer, después de sacar a duras penas la
cabeza por un conducto que no es recto, tiene que ser girado por otra persona para que la espalda se
situe en la posición correcta.

Bien, pues con tanto cambio y movimiento de ciertas estructuras, otro órgano, que también se ha
desplazado en relación al resto de mamíferos, es el clítoris femenino, que, como sabemos, es el
verdadero órgano sexual de la mujer y el único con el que puede alcanzar realmente el orgasmo.

En el caso de las hembras de mamíferos, el clítoris parece que se situa a la entrada misma de la
vagina, que no es un órgano sexual, sino reproductor. Pero en la especie humana, junto con el
desplazamiento de la uretra, se desplazó el clítoris hacia una posición superior y alejada de la entrada
de la vagina. Con este cambio es imposible su estimulación mediante el coito normal y, por tanto, esta
actividad hace muy difícil en la mujer alcanzar el orgasmo, si no se complementa con la estimulación
clitoriana.

En este caso, el cambio evolutivo no ha supuesto un beneficio o contraprestación, sino que el


resultado ha originado la creación del concepto de frigidez femenina, que ha hecho que muchas
mujeres erróneamente lo creyeran.

Ahora, afortunadamente, aunque digan que la sexualidad sigue siendo una asignatura pendiente, la
verdad es que ya no es tabú el disfrute femenino, y las mujeres ya exigen su parte del pastel al que
tienen perfecto derecho.

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