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1.

CONCEPTO DE MATRIMONIO
En el Derecho Romano el matrimonio era considerado como la “unión del
hombre y la mujer, consorcio para toda la vida, comunidad de derecho divino y
humano” (Digesto XXIII, 2,1) o sino también como “la unión del hombre y de la
mujer que implica identidad de condición en la vida” (Institutas de Justiniano I, 9,
1).
Para JOSE ARIAS el matrimonio ”es la unión permanente, exclusiva y lícita (lo
que implica afirmar que se han respetado las exigencias legales de forma y
fondo) del hombre y la mujer” .
Para nuestro Código Civil (artículo 234°) el matrimonio “es la unión voluntaria
concertada por un varón y una mujer legalmente aptos para ella y formalizada
con sujeción a las disposiciones de este Código, a fin de hacer vida en común…”
El matrimonio representa el acuerdo libre de voluntades de un hombre y una
mujer; sin este acuerdo no hay matrimonio.

2. NATURALEZA JURÍDICA
Sobre naturaleza jurídica del matrimonio hay diversas teorías, pero son dos las
que encontraron mayor eco: la que cataloga al matrimonio como un contrato, y
la que lo considera como una institución.

2.1. EL MATRIMONIO COMO CONTRATO

LEHMANN dice que “el matrimonio es una unión contractual entre marido y
mujer jurídicamente reconocida y reglamentada, en orden a la comunidad de
vida indivisa y duradera” (LEHMANN, 1953, Tomo IV: 43).

El contrato es “el acuerdo de dos o más partes para crear, regular, modificar o
extinguir una relación jurídica patrimonial” (artículo 1352° del Código Civil).
Podrían, en consecuencia, las partes dejar sin efecto lo acordado por mutuo
disenso o por incumplimiento e, inclusive, imponer términos o condiciones a los
deberes recíprocos contraídos, con el único límite del orden público y las buenas
costumbres.

La concepción del contrato debe aplicarse a la del matrimonio por lo siguiente:

a). A pesar que el matrimonio exige un acuerdo de voluntades, este acuerdo


genera, más que relaciones de orden patrimonial, relaciones de carácter
personal, de naturaleza ética, moral y espiritual, que no pueden valorarse en
dinero ni en forma directa de manera indirecta.
b). El matrimonio, a diferencia de los contratos en que sí se puede, no admite
que se deje sin efecto sino por causales que originan el término del vínculo se
establecen legal y no convencionalmente.

c). No se pueden imponer sí los contrayentes términos o condiciones.

No es posible equiparar el acuerdo de voluntades, básico para el matrimonio,


con el acuerdo de voluntades que presupone cualquier contrato.

BOSSERT y ZANNONI dicen sobre el particular que “como acto jurídico, como
acto humano y voluntario, el matrimonio es un acto libre y personalísimo de los
contrayentes”. (BOSSERT y ZANNONI, 1989: 52).

En definitiva, cuando se afirma que le matrimonio es un contrato se hace como


queriendo expresar que es indispensable para su perfeccionamiento el
consentimiento de los contrayentes.

2.2. EL MATRIMONIO COMO INSTITUCIÓN

Si tomamos en consideración a la fuente del matrimonio, podría decirse que es


un acuerdo de voluntades; pero si se le analiza más detenidamente, por el lado
de sus efectos, no queda sino admitir que representa mucho más. Así es,
quienes celebran pactos o convenciones indican por lo general los efectos o
resultados que sean de generar; en cambio, en el acuerdo matrimonial no
sucede igual, porque los contrayentes no están en la posibilidad de determinar
los resultados o fines que se deriven de aquél; primero, porque no pueden
preverlos todos; segundo, porque tales efectos sino entre las partes que los
celebran; matrimonio, sin embargo, tiene un radio de acción mucho más extenso
puesto que abarca a personas distintas de las cónyuges, como es el caso de
los hijos matrimoniales, quienes quedan protegidos por el estado matrimonial
de sus progenitores aunque éstos no lo deseen.

En la actualidad se considera al matrimonio como un acuerdo de voluntades por


su fuente, y por sus efectos, estado, en razón de su naturaleza institucional. Una
institución representa algo mucho más grande que un simple acuerdo de
voluntades tanto por los efectos que genera como por su duración.

El matrimonio será una institución por las consecuencias jurídicas que genera,
que no dependen de la exclusiva voluntad de los contrayentes, quienes
generalmente las ignoran al momento del acto matrimonial; y también por su
duración, porque a pesar de que el matrimonio se extinga (por muerte de uno o
ambos cónyuges, divorcio, invalidez), sus efectos de perpetúan en los hijos
habidos en él.

3. MATRIMONIO EN EL PERÚ
El Derecho Indiano no legisló mayormente sobre el matrimonio; el cual se rigió
por las leyes españolas y canónicas, salvo algunas disposiciones aisladas en
materia de impedimentos y domicilio conyugal.
Con la promulgación del Código Civil de 1852 el matrimonio que gozaba de
validez -el único existente- era el religioso, celebrado conforme a las
formalidades establecidas por el Concilio de Trento. Se explicaba esto porque
el pueblo peruano era eminentemente católico (y lo sigue siendo hasta ahora).
El 23 de diciembre de 1897, a través de una ley, pierde exclusividad el
matrimonio canónico, al establecerse dos formas de matrimonio: el religioso
para los que profesaban la religión católica, y el matrimonio civil para lo que no
profesaban dicha religión.
El 23 de noviembre de 1903 una ley ratificó el matrimonio civil, sirviendo de base
a la Comisión que preparaba el Código Civil de 1936.
El 23 de octubre de 1930 empieza a regir una ley por la cual se prohibía a la
Iglesia celebrar el matrimonio religioso en tanto los interesados no acreditasen
haber contraído matrimonio civil.
El Código Civil de 1936 derogó tal disposición, pero, estableció claramente que
el único matrimonio válido era el civil. No se pronunció sobre si el matrimonio de
urgencia celebrado ante funcionario eclesiástico producía efectos civiles,
constituyendo la excepción a la regla general (como lo hace el Código Civil de
1984 en su artículo 268°, según el cual, para que surta efecto el matrimonio
religioso celebrado in articulo mortis, debe inscribirse la partida parroquial en el
Registro del Estado Civil dentro del año de su celebración).
Cabe señalar que como la mayoría de peruanos son de religión católica,
consideran el matrimonio civil como un paso previo al matrimonio religioso, es
decir, le restan importancia al primero. Tan es así que, si bien en gran número
de los casos se celebran ambos matrimonios, en otros únicamente es celebrado
el religioso. Los que optaron por el matrimonio religioso solamente, a pesar de
ser éste mucho más consistente que el civil (por los principios de los
contrayentes), serán catalogados por la ley como concubinos que, como
sabemos, no están en un plano de igualdad con relación al matrimonio
legalmente válido.
Se pensó en corregir el texto del Código Civil de 1936 como el del vigente; se
consideró que no era dable otorgarle efectos civiles al matrimonio religioso por
lo siguiente.
a). Son diferentes los requisitos o condiciones indispensables para contraer
matrimonio válido y lícito que exige un matrimonio religioso de los que se exigen
en un matrimonio civil.
b). Entre el matrimonio religioso y el matrimonio civil se notan marcadas
diferencias en cuanto a los impedimentos matrimoniales y en lo concerniente a
la disolución del vínculo.
c). Los registros parroquiales no están sujetos al control del Estado.
d). Que de reconocerse valor legal al matrimonio religioso católico, habría que
hacer lo propio con el matrimonio celebrado de acuerdo a otros, impediría o
haría difícil la homogeneidad de los requisitos matrimoniales para todos los
sujetos.
Vemos pues, que no se trata de un problema que radica en la persona ante
quien se celebra (sacerdote, funcionario público, etc.), sido de la complejidad de
cada forma matrimonial, que se traduce en la diversidad de condiciones para
contraer matrimonio existente entre una y otra clase de matrimonio.
Para evitar esto es que se instituyó definitivamente el matrimonio civil con
carácter de obligatoriedad (si se quiere que la unión matrimonial surta efectos
civiles). Tal posición adoptada por el Código Civil de 1936 fue seguida por el de
1984, vidente en la actualidad, y parece ser que va a seguir manteniéndose
dicho criterio por mucho más tiempo. En suma, el casamiento será civil y su
celebración, gratuita. 8Así es, ninguno de los funcionarios que intervienen en su
tramitación y celebración cobrará derecho alguno: artículo 266° del C.C.)

4. CARACTERES DEL MATRIMONIO

El matrimonio como institución se caracteriza por lo siguiente: es de orden


público, es una unión exclusiva y permanente, representa una comunidad de
vida.

a). Es de orden público: La regla es que la legislación matrimonial –que se


encuentre inmersa dentro del Derecho de Familia- no puede ser modificada ni
mucho menos dejada sin efecto por los particulares; es decir, los contrayentes
o los cónyuges no pueden hacer sino observar las normas referidas al
matrimonio, las cuales son de orden público: fundamentales para la
organización social y de estricto cumplimiento.

b). Es una unión exclusiva: De allí se deriva el deber de fidelidad, ya que cada
cónyuge debe respeto y consideración al otro. No se admite que los casados
puedan mantener relaciones afectivas –de carácter sexual- con persona distinta
a su respectivo consorte. Hacerlo implicaría cometer adulterio, que constituye
causal de divorcio. Además, esta característica de exclusividad del matrimonio
no permite un matrimonio doble –simultáneo-, o sea, descarta la bigamia; es el
matrimonio uno solo y exclusivo (sistema matrimonial monogámico).

c). Es una unión permanente: Tiene carácter de permanencia, de estabilidad (a


diferencia de otras clases de uniones como el concubinato, que son por lo
general inestables, variables). Salvo los casos de divorcio, se podría decir que
el matrimonio es a perpetuidad (“hasta que la muerte los separe”, como se
expresa en el matrimonio religioso).

d). Representa una comunidad de vida. Por cuanto los cónyuges hacen vida en
común para amarse, procrear sus hijos, educarlos, formarlos, apoyarse,
respetarse, comprenderse, etc.; no solamente implica el hecho de la
cohabitación sino mucho más.

Es pues, precisamente de este carácter –comunidad de vida- así como del de


la exclusividad a que nos refiriéramos líneas arriba, que surge un carácter
general, global: la unidad del matrimonio 8unidad biológica, unidad social y
unidad jurídica).

5. FINES DEL MATRIMONIO

FERNANDEZ CLERICO dice del matrimonio que “se dirige a tres fines
sustanciales: procreación y perfección de la especie, mutuo auxilio y mejor
cumplimiento de los fines de la vida”. (FERNANDEZ CLERICO, 1947).
Los fines normales del matrimonio son la satisfacción de necesidades
espirituales que implican sentimientos de amor, respeto y compañía mutuos, y
asistencia común entre los cónyuges; además de necesidades naturales (pero
de innegable contenido afectivo) como son la procreación de los hijos, de la que
derivan su educación y formación. Se dicen que son fines normales porque no
siempre se dan en todo matrimonio, como en los casos de matrimonios de
urgencia 8º in articulo mortis) o entre personas de avanzad edad, en donde
estaría ausente la procreación de los hijos.
A decir de la doctrina canónica, la finalidad general del matrimonio puede
dividirse en tres objetivos o fines específicos:
1). El principal o primario es la procreación y la formación laboral y educacional
de los hijos.
2). Uno secundario, consistente en la ayuda mutua;
3). También secundario, el remedio a la concupiscencia, teniéndose la idea que
es mejor el matrimonio que las pasiones insanas.

Manifiesta MIGUELEZ DOMINGUES que el Código Canónico establece que “a


la procreación y educación de los hijos estarían subordinados los fines
secundarios de la ayuda mutua y el remedio a la concupiscencia”. (MINGUELEZ
DOMINGUEZ citado por ZANNONI, 1989, Tomo 1: 121).
Desde el punto de vista sociológico el matrimonio persigue la satisfacción del
instinto sexual; el bienestar de los hijos; y el mutuo auxilio entre el marido y la
mujer.
Jurídicamente, se tiene como finalidad del matrimonio la sexualidad entre los
cónyuges y la ayuda mutua entre ellos mediante una plena comunidad de vida.
Por ello, cuando se afirma que la razón de ser del matrimonio es la formación
de la familia, no se está aludiendo sino a la unión sexual legalmente reconocida,
ya que la procreación de los hijos hace nacer una serie de deberes y
obligaciones recíprocas entre los padres.
Se cree que los fines del matrimonio son justamente:
a). El reconocimiento legal de la unión sexual que tiende a la procreación de los
hijos 8de donde derivan deberes de educación y formación plena de estos).
b). Sentar la base de la organización familiar (al ser el matrimonio su fuente más
importante.
c). La ayuda mutua entre los cónyuges producto de la vida en común.

6. INCUMPLIMIENTO Y EXTINCIÓN DE LA PROMESA DE MATRIMONIO

En lo que respecta al incumplimiento de la promesa matrimonial, pareciera que


por tratarse de una promesa recíproca su incumplimiento justificaría una acción
judicial tendiente el perfeccionamiento del matrimonio, pero, ello es rechazado
porque la voluntad de los contrayentes no puede ser impuesta, sino que debe
ser libre.
El Código Civil en el artículo 239| que señala lo siguiente: “la promesa recíproca
de matrimonio no genera obligación legal de contraerlo, ni de ajustarse a lo
estipulado para el caso de incumplimiento de la misma”.
Se observa que los esponsales carecen de todo efecto obligatorio destinado a
la culminación del acto del matrimonio, sin embargo, como su configuración es
lícita, pueden generar consecuencias jurídicas como las siguientes:
a). Implica una responsabilidad que se concreta en la indemnización por daños
y perjuicios que debe sufrir quien injustamente deja de cumplir la promesa
matrimonial.
b). Representan un indicio que puede conducir a establecer la paternidad del
promitente por haber hecho uso de la promesa matrimonial a efecto de seducir
a la madre.
c). Generan una obligación táctica en la que puede basarse la pretensión de
indemnización en caso de incumplimiento de la promesa matrimonial. Esto
puede dar lugar a una imposición materializada en la “necesidad” de continuar
con el proyecto matrimonial so pena de hacerse merecedor el promitente a una
sanción pecuniaria. Incide en su voluntad inevitablemente.
La acción de indemnización por daños y perjuicios derivada del incumplimiento
malicioso, abusivo y culpable de la promesa matrimonial, más que castigar a
quien la incumple, busca evitar un daño moral y económico, y resarcir éste,
protegiendo de esta manera a quien lo sufre.

El artículo 240° del Código Civil establece lo siguiente:


“Si la promesa de matrimonio se formaliza indubitablemente entre
personas legalmente aptas para casarse y se deja de cumplir por culpa
exclusiva de uno de los promitentes, ocasionando con ello daños y
perjuicios al otro o a terceros, aquél estará obligado a indemnizarlos.
La acción debe de interponerse dentro del plazo de un año a partir de la
ruptura de la promesa.
Dentro del mismo plazo, cada uno de los prometidos puede revocar las
donaciones que haya hecho en favor del otro por razón del matrimonio
proyectado. Cuando no sea posible la restitución, se observa lo prescrito
en el artículo 1635”.
En el artículo se exige que los esponsales sean formalizados para que proceda
la indemnización derivada del incumplimiento culpable de uno de los
promitentes. Dicho requisito de solemnidad obedece a la necesidad de probar
fehacientemente la promesa matrimonial, caso contrario, cualquier promesa
vaga de matrimonio daría pie a innumerables acciones indemnizatorias, que es
lo que se quiere evitar.

Respecto a la carga de la prueba en la acción indemnizatoria, corresponde al


demandado demostrar su culpabilidad, ya que el incumplimiento de la promesa
matrimonial representa un acto ilícito para omisión.

Si el matrimonio se invalida, los esponsales nuevamente adquieren vigencia,


siempre que aquél sea susceptible de subsanación o mejor dicho que se
contraigan nuevas nupcias, esta vez dentro del marco legal.

Además, puede extinguirse la promesa matrimonial con convenio entre los


promitentes en ese sentido; por decisión unilateral, con los efectos
correspondientes, o por imposibilidad inculpable sobreviniente a los esponsales
que no permita la realización del matrimonio: en ese caso de fallecer uno de los
promitentes, o por ocurrirle a alguno una enfermedad mental o física impidiente,
etc.

7. IMPEDIMENTOS PARA CONTRAER MATRIMONIO

Para que un matrimonio sea válido debe cumplirse con los requisitos que
establece la legislación civil, Al no dar este presupuesto no se configura el
matrimonio civil.

El impedimento es la ausencia de uno o más requisitos indispensables para que


la institución matrimonial goce de validez, Habrá impedimento matrimonial
cuando no se da una condición indispensable para la verificación de un
matrimonio arreglado a derecho.

Los impedimentos pueden clasificarse:

A). Según su extinción:

a) Absolutos: Cuando se refieren a prohibiciones para contraer


matrimonio con cualquier persona.
b). Relativos: Si el impedimento está referido en relación a una persona
determinada, como en el caso del parentesco –consanguíneo o no-, por
ejemplo. Se le llama relativo porque está referido a un vínculo o relación
de hecho existente entre los contrayentes, no porque su trascendencia
como prohibición sea menor que el impedimento absoluto.

B). Según su duración:

a). Temporales: Cuando el matrimonio es prohibido por un determinado


lapso de tiempo. Por ejemplo, tratándose de menores, que podrán
contraerlo una vez que alcancen la mayoría de edad.

b). Perpetuos: Cuando la prohibición no tiene fin. Por ejemplo, cuando se


prohíbe el matrimonio dos personas que tienen una relación de
parentesco consanguíneo.

C). Según su eficacia:

a). Impedimento Jus Privaci (Derecho Privado): Cuando se está ante


causal de anulabilidad a petición de parte por un error hecho o de
derecho. En este caso el cónyuge inocente –no el culpable- está facultado
para anular el matrimonio.

b). Impedimentos Jus Publice (Derecho Público): Cuando se está ante


una causal de anulabilidad de oficio, como en el caso de una situación de
bigamia.

D). Según sus efectos:

a). Impedimentos dirimentes: Es decir el impedimento que estorba que


contraiga matrimonio entre ciertas personas y trae como consecuencia
su anulación o nulidad de haberse llevado a cabo. Es el caso del
matrimonio entre casados, entre personas con relación consanguínea en
línea recta, y que dan lugar a la invalidez del matrimonio del mismo modo
que ocurre con los impedimentos absolutos.

b). Impedimentos impidientes: Son aquellos que suspenden la realización


del matrimonio en tanto finaliza el impedimento, del mismo modo que los
impedimentos temporales: minoría de edad, el estado de rapto, etc.

8. NULIDAD DEL MATRIMONIO


Cuando se sufre la ausencia de un elemento esencial para la configuración de
un matrimonio, se dice que es nulo. El impedimento para su celebración está
determinado por el derecho positivo, pero, si a pesar de éste se lleva a cabo el
matrimonio, se lesiona además del interés de los contrayentes (interés privado),
el interés de la colectividad, el interés general (de orden público). La
consecuencia de celebrar un matrimonio pasando por alto normas de orden
público (que contienen los supuestos materia de impedimento) es la invalidez
del matrimonio.
Las causas por las cuales un matrimonio es nulo se encuentran indicados en
forma expresa por el Código Civil en su artículo 274°. Así, será nulo el
matrimonio:

Es nulo el matrimonio:

1.- Del enfermo mental, aun cuando la enfermedad se manifieste después


de celebrado el acto o aquél tenga intervalos lúcidos. No obstante,
cuando el enfermo ha recobrado la plenitud de sus facultades, la acción
corresponde exclusivamente al cónyuge perjudicado y caduca si no se
ejercita dentro del plazo de un año a partir del día en que cesó la
incapacidad.

2. Del sordomudo, del ciegosordo y del ciegomudo que no sepan


expresar su voluntad de manera indubitable.

Empero, si aprenden a expresarse sin lugar a duda, es de aplicación lo


dispuesto en el inciso 1.

3. Del casado. No obstante, si el primer cónyuge del bígamo ha muerto o


si el primer matrimonio ha sido invalidado o disuelto por divorcio, sólo el
segundo cónyuge del bígamo puede demandar la invalidación, siempre
que hubiese actuado de buena fe. La acción caduca si no se interpone
dentro del plazo de un año desde el día en que tuvo conocimiento del
matrimonio anterior.

Tratándose del nuevo matrimonio contraído por el cónyuge de un


desaparecido sin que se hubiera declarado la muerte presunta de éste,
sólo puede ser impugnado, mientras dure el estado de ausencia, por el
nuevo cónyuge y siempre que hubiera procedido de buena fe.
En el caso del matrimonio contraído por el cónyuge de quien fue
declarado presuntamente muerto, es de aplicación el artículo 68.

4. De los consanguíneos o afines en línea recta.

5. De los consanguíneos en segundo y tercer grado de la línea colateral.

Sin embargo, tratándose del tercer grado, el matrimonio se convalida si


se obtiene dispensa judicial del parentesco.

6. De los afines en segundo grado de la línea colateral cuando el


matrimonio anterior se disolvió por divorcio y el ex-cónyuge vive.

7. Del condenado por homicidio doloso de uno de los cónyuges con el


sobreviviente a que se refiere el artículo 242, inciso 6.

8. De quienes lo celebren con prescindencia de los trámites establecidos


en los artículos 248 a 268. No obstante, queda convalidado si los
contrayentes han actuado de buena fe y se subsana la omisión.

9. De los contrayentes que, actuando ambos de mala fe, lo celebren ante


funcionario incompetente, sin perjuicio de la responsabilidad
administrativa, civil o penal de éste. La acción no puede ser planteada
por los cónyuges. (*)

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