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Análisis y Critica II

Camila Lewis L-2273/1


Clase practica 5/08/19

En esta clase práctica trabajamos con un prologo de Julio Cortázar titulado


“Carta en mano propia” (1985) para un libro del escritor uruguayo Felisberto
Hernández (1902-1964).

En esta ocasión respondimos en conjunto una serie de preguntas propuestas


por la profesora Julia Musitano para considerar el concepto de autofiguracion.
En clases anteriores habíamos pensado la relación de ese “yo” narrador con
otros, pero lo interesante de este ensayo es que la relación no la establece con
otros sino con Felisberto, y esa es otra forma de figurarse.

Las preguntas fueron: a) ¿Por qué la carta es un ensayo?,b) ¿Cuáles son los
mecanismos de autofiguracion que pone en juego Julio Cortázar en las cartas?,
c) ¿Cuál es el vinculo que Julio Cortázar establece con Felisberto Hernández?
d) ¿Por qué Felisberto Hernández es un cronopio?

En primer lugar, la carta es considerada un ensayo puesto que en ella existe un


interés, un gusto, un agrado que se pone en juego y se transforma por la
práctica misma de la escritura. A su vez, hay una experimentación, ya que opta
por hacer un prologo en forma de carta. Cortázar se desvía del camino
habitual, ya que no hace un análisis crítico de la obra.

Con el uso de la 1ra y 2da persona gramatical en su escritura se logra formar


un vínculo personal, íntimo. Le interesa dar cuenta del vinculo que cree que
tiene con Felisberto en relación a la literatura y la vida, lo que los “une” es que
ambos son escritores, no es el tratamiento que un crítico le da a un escritor,
sino un vinculo uno a uno, escritor a escritor.

En esta exhibición de los sentimientos se puede intuir que este vinculo con
Felisberto no parece tan autentico, ni tan genuino. Trata de traerlo a Felisberto
al presente, a la vida para celebrarse a sí mismo. En este sentido, demuestra
que él es excepcional, “yo soy un escritor como vos”.
En segundo lugar, esta figuración es el espejo con un otro, hay una
identificación con este, es decir, me miro en el espejo de Feliserto, aunque
termina por hacer que Felisberto se mire en su propio espejo.

Esta figuración no puede ser autentica ya que deviene todo el tiempo a la


autocelebracion. Cortázar quiere demostrar que tiene un conocimiento por lo
literario, que es culto, al igual que Felisberto, “somos excepcionales los dos”.

Se figura como transgresor, el viene a transgredir los modos de pensar


occidentales, por eso él es excepcional. Aquí es dónde cobra sentido la
elección de hacer un prologo en forma de carta.

En tercer lugar, Cortázar los coloca culturalmente a ambos en un sector, el de


escritor rioplatense, Felisberto es un par.

Por último, A Cortázar le gusta mostrarse por fuera de las convenciones, ser un
cronopio es estar fuera del tiempo, “a los dos nos gustó siempre transgredir los
tiempos verbales”, fuera de las lógicas convencionales, el cronopio es un raro,
un adolescente incomprendido. Lo interesante es que para Cortázar lo
excepcional es un valor, y en ese mismo momento, cuando la excepción es
valor deja de serlo, no hay necesidad de celebrar lo excepcional como el lo
hace. Todo está sistematizado para mostrarse excepcional, y allí es donde lo
raro termina convirtiéndose en un lugar común, sobrevalora la categoría de
excepcional.

Por el contrario, Felisberto se deja llevar por el recuerdo, va más allá de


cualquier valor, su escritura es abierta, desordenada, desprolija, “arde en la
suspensión”.
Clase teórica 5/08/19

En esta clase teórica dictada por Alberto Giordano nos ocupamos de un ensayo
de Borges titulado “La supersticiosa ética del lector” (1931), en Discusión
(1932).

Por un lado, definimos la ensayística de Borges como heterogénea, allí hay


lugar para ensayos, notas, reseñas, prólogos, debido a que la intervención
borgeana es en sí misma ensayística.

Por otro lado, los temas abordados en sus ensayos son primordialmente temas
filosóficos, metafísicos. Borges es un lector curioso y se interesa por las
literaturas y autores “menores”. En la década del 30’ 40’ elaboraba notas,
reseñas, y ensayos sobre novelas policiales o de aventuras, frente a la novela
psicológica que era mucho más reconocida en el campo literario. En este gesto
se puede apreciar una militancia en favor a las llamadas formas menores. El
mantiene una distancia irónica con la academia puesto que le sospecha
arrogancia, exceso de erudición, exceso de supersticiones.

De acuerdo a los procedimientos ensayísticos usa la conjetura, que tiene valor


en tanto forma, porque parte de una estrategia, no toda conjetura tiene fuerza
ensayística. En este sentido hay que tratar de leer esa estrategia. Asimismo,
otros de sus procedimientos son la ironía y la reducción a lo absurdo. Sin
embargo, estos procedimientos no definen su singularidad, sino que, lo singular
es el ejercicio de una cierta ética de lector.

“La ética del lector inocente” es un valor deseable para Borges, el lector
inocente es una figura de carácter ético. La inocencia parece que ya no se nos
está permitida, la inocencia es la suspensión de valorización, un estado de vida
en el que los valores no ejercen presión, es una utopía cultural.

Borges aboga por esta ética de lector, leer y no sentir el peso de todos los otros
lectores. El lector inocente es el lector desprovisto de supersticiones culturales.
En este gesto de minimizar lo grande, lo mayor, intenta impugnar la
superstición que esto es lo más valioso.
Hay un intento de que “el lector inocente” sienta un gusto, un placer por la
lectura, antes que por la erudición, ya que en este siempre queda inhibido de
algo.

Virginia Woolf en su ensayo “El lector común” (“The common reader”) (1925)
plantea que este tipo de lector “incorrupto por prejuicios literarios” “lee por
placer más que para impartir conocimiento o corregir las opiniones ajenas.” Es
un lector que se guía por el gusto, no aspira a ser reconocido, no le interesa su
condición de lector.
Clase teórica viernes 23/08/2019

Esta clase fue la primera que tuvimos con la profesora adjunta María Inés
Laboranti, para comenzar a tratar la autobiografía.

En primer lugar nos dio a conocer la bibliografía con la que abordaríamos este
tema. Esta bibliografía consta de tres autores que hasta ese momento me eran
desconocidos.

El primero es George Gusdorf, profesor del filosofo Michael Foucault, su texto


es “Condiciones y límites de la autobiografía” [1948] (1991).

El segundo es Philippe Lejeune, y su texto es “El pacto autobiográfico” [1975]


(1991).

El tercer y último autor es Paul de Man, un escritor belga vinculado a Derrida


que hizo su carrera en Estados Unidos. Su texto es “La autobiografía como
desfiguración” [1979] (1984).

Lo primero que nos remarcó la profesora fue que en la década del 70’ la
autobiografía no era un género dominante del canon literario. Era considerada
como un género menor, un genero ambivalente, aunque esto difiera de nuestra
actualidad en la cual las escrituras del “yo” tienen relevancia.

A partir de allí nos planteó los interrogantes principales, ¿dónde es el phatos de


inicio del género?, ¿Por qué alguien quiere contar su propia vida? y la
contraparte, ¿por qué alguien quiere leer la vida de otro?

A su vez surgió la cuestión desde donde inicia esa vida que se cuenta, y en ese
sentido, en comparación con la idea moderna de autorrepresentacion que
tenemos actualmente, que inicia en la infancia, la vida de un hombre medieval,
por ejemplo, empieza con la muerte porque allí es donde se toma contacto con
dios.

Como una aproximación al texto de Gusdorf, trabajamos las condiciones para


el surgimiento de la autobiografía. Estas condiciones son tanto materiales como
espirituales.

Para que un hombre se represente a si mismo primero tiene que verse a sí


mismo, para que esto sea posible se necesita de un espejo.
Esto es un punto de interés puesto que, aunque hoy en día es algo totalmente
cotidiano y naturalizado, no siempre hubo espejo, la imagen de si te la daba el
otro. La construcción de la subjetividad no era la misma que en la modernidad.

El poder “verme” en el espejo, en el campo del psicoanálisis, constituye la


conformación de la propia subjetividad (estadio del espejo), y en el campo de lo
estético, la reproductibilidad del arte.

Para entender mejor esta idea de la subjetividad, imagen de sí,


autorrepresentacion la profesora Laboranti nos mostro una serie de pinturas en
las que se tratan estos temas.

Entre ellas estaba un cuadro del s xvii de Joseph Heintz el Joven llamado
Alegoría del amor. Allí se puede apreciar una calavera que representa la
muerte, el memento mori, la aparición del libro que un instrumento de
conocimiento de sí mismo, el espejo que sirve para reduplicar el efecto de la
calavera en el cuadro así podemos apreciarla por ambos lados. Esta es una
operación óptica, es una forma de ver.

Otro cuadro fue de Vermeer titulado Alegoría de la pintura (1666) En este


destacamos que aparece una persona de espalda reproduciendo que pinta un
cuadro, un interior burgués ya que aparece un planisferio, también entre los
elementos apreciamos una cortina, que juega con lo que se ve y lo que está
oculto. El autor aparece en la pintura, tiene carácter autobiográfico. Lo más
valioso es destacar la idea de subjetividad, y como se va construyendo a lo
largo de los siglos.

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