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El Colegio Teresiano “Nuestra Señora de Coromoto” ubicado en la actualidad

en la Av. Los Laureles de la Urbanización El Paraíso de la ciudad de Caracas, es el


primer colegio fundado en Venezuela por las Hermanas de la Compañía de Santa
Teresa de Jesús.

El espíritu teresiano de una exalumna del Colegio San Gervasio de Barcelona,


España, Berta Colmenares, quien pertenecía a una familia venezolana de gran
influencia en el país y quien después se hizo religiosa teresiana, motivó la llegada de la
Compañía a Venezuela. Contagió ese espíritu a su amiga Modesta Maizo, Directora de
la única escuela normal que había en Caracas (“La Gran Colombia”), y vinculada con
el sector dirigente del país.

Desde muy joven, Modesta sintió vocación a la vida religiosa, pero por
recomendación de su director espiritual, el Padre Agustino Ángel Sáenz, se mantuvo
ejerciendo un intenso apostolado como seglar, una valiosa labor como maestra,
directora y sobre todo, como catequista y formadora de sus alumnas de la normal, en
quienes dejó un hermoso legado de vivencia y espíritu cristiano.

Siendo alumna teresiana en España, Berta venía a pasar las vacaciones a


Venezuela e hizo amistad con Modesta, pues sus familias se conocían. Ambas
conversaban acerca de sus inquietudes vocacionales, por eso recomendó a Modesta,
entrar como ella, en la Compañía de Santa Teresa de Jesús, dedicada especialmente
a la educación de niños y jóvenes, lo que coincidía con sus aspiraciones innatas de
educadora, si se decidía por la vida religiosa.

Modesta pensó en la congregación donde había entrado su amiga Berta, la


Compañía de Santa Teresa de Jesús y decidió ingresar en el noviciado de Montevideo,
Uruguay, aunque tuviera que alejarse de lo que tanto amaba, su patria Venezuela, su
papá y su hermana Carmen, porque su mamá ya había fallecido.

Sólo comunicó sus intenciones al P. Sáenz, su director espiritual, de quien recibió


la autorización. Al Ministerio de Educación le pidió permiso para dejar por un tiempo la
Dirección de la Normal, con el fin de ir a realizar un curso a ese país, lo mismo le dijo a
su familia. Y se fue de Venezuela, tal vez para no volver. Así comenzó su vida religiosa,
entrada en años, como postulante al lado de otras hermanas jóvenes, casi
adolescentes. Pasaron los meses, y escribió a su papá y a su hermana comunicándoles
su decisión; así mismo, envió una carta al Ministerio, renunciando a su cargo.

Pero como el Señor es el que traza nuestros caminos, tenía otros planes para ella.
Su vida religiosa la vivió en su país, como primera religiosa teresiana nacida en
Venezuela y como una de las elegidas para sembrar la semilla del carisma de Teresa
de Jesús y Enrique de Ossó en esta tierra venezolana.

La Madre Modesta hizo sus votos perpetuos en Caracas y vivió 30 años en la


Compañía. Sus antiguas alumnas de la normal la querían mucho. Era una persona muy
conocida y apreciada; recibió varias condecoraciones y reconocimientos. Poseía una
personalidad muy influyente y era atendida con veneración en donde se presentaba,
por eso las obras de la Compañía eran consideradas como de muy buena calidad.
Tenía las cualidades y virtudes propias de los venezolanos: acogedora, generosa,
cercana, afable. Poseía un gran corazón dado a la amistad, que cultivaba con
delicadeza. Quiso mucho a la Compañía y a las hermanas que en su mayoría, habían
dejado su patria para venir a Venezuela.

En los primeros días de junio de 1948, llegaron a Caracas las hermanas Ignacia
Mora y Eugenia Otegui. Ellas venían con la misión de explorar , enviadas por la Madre
Superiora General Enriqueta Sanz, quien ya se había comunicado con el Sr. Obispo,
Monseñor Lucas Guillermo Castillo, en relación a la solicitud de la Sra. Carmen Maizo de
Bello, hermana de la Madre Modesta, sobre la posibilidad de una fundación en
Venezuela.
Al noviciado de la Compañía en la ciudad de Montevideo, capital de Uruguay,
también llegó una carta dirigida a la Madre Modesta, enviada por la Madre Superiora
General, en donde le comunicó la noticia de aceptar la petición realizada por su
hermana Carmen, “aceptando en principio la fundación con miras de llevarlo a cabo
en el verano de 1948”. La Madre General les encargó además, ir buscando “una casa
grande y bien situada en un ensanche de Caracas, en donde se pudiera edificar
después un colegio de planta”. La noticia fue gratísima, aunque angustiosa por la
gran responsabilidad que la misma noticia en si encerraba. Pero como Santa Teresa
de Jesús dice en una de sus máximas: “Cuando Dios quiere, todo es fácil”, la angustia
se transformó en peticiones, planes y alegría.

Las hermanas exploradoras pasaron diez días en Caracas, alojadas en la casa


de las Siervas del Santísimo, por orden de Sr. Obispo, escogidas entre las varias
congregaciones que también se ofrecieron a darles acogida. Estuvieron
acompañadas por el Sr. Jorge Bello y Carmen Maizo de Bello, quienes las llevaron a
varios lugares, en la búsqueda de casa para el futuro colegio. Encontraron una nueva
y muy buena por la Urbanización Guaicaipuro, primero en alquiler, pero al poco
tiempo el señor contratista se negó a continuar el contrato. En aquellos días resultaba
un poco difícil conseguir una casa apropiada; las que existían se demolían para
construir edificios, porque la ciudad se expandía para dar cabida a la creciente
migración de la población desde las zonas rurales a las urbanas. Eran tiempos de
cambio de la Venezuela Agropecuaria a la de Economía Petrolera y de desarrollo de
las inversiones extranjeras. Mucha gente comenzó a trasladarse a la capital y a las
principales ciudades, en busca de mejores condiciones de vida, por el fracaso de las
diferentes políticas agrarias y de los bajos niveles de productividad en el campo.

A medida que pasaban los días, crecían a la par el entusiasmo y las dificultades
propias de una Fundación en un País extraño; pero como para Dios no hay nada
imposible bastaba recurrir a Él y pedirle su protección. Estaban en movimiento: España,
Cuba, Venezuela, Uruguay, Chile y las distintas casas de donde tenían que venir las
Hermanas elegidas para la nueva fundación. Reuniones, diálogos, acuerdos, cables,
radios, cartas, teléfonos, conclusiones, de todo había en abundancia, puesta la vista
en el cielo, fija en el pecho la Cruz.
La Madre Superiora General decidió favorecer la fundación, trayendo a las
hermanas venezolanas pertenecientes a la Compañía: Modesta Maizo Delgado y
Berta Colmenares García, quien había llegado a Uruguay procedente de Chile, para
hacer el viaje juntas. Vinieron en barco hasta Trinidad y desde allí en avión a Maiquetía
y el 20 de septiembre de 1948, pisaron tierra venezolana. Se hospedaron en casa de
Jorge Bello y su esposa Carmen Maizo, donde fueron amablemente recibidas.

El día 2 de octubre de 1948 llegaron a Venezuela, procedentes de Cuba, las


Hermanas Balbina Pidal desde Ciudad Rodrigo (España), una de las fundadoras y
Superiora de la Comunidad; Magdalena Chávez, del Colegio de Roma, Rosa Vizcarro
y María Luz Sánchez de La Habana. Desde Maiquetía subieron a Caracas hasta la
casa de los esposos Bello en la calle de Gobernador a Pinto, ellos las recibieron y
atendieron. Allí las esperaban las hermanas Modesta Maizo y Berta Colmenares.

En horas de la noche, los esposos Bello las llevaron a ver la casa de Petare en el
Estado Miranda, zona un poco alejada de la ciudad. Era una casa con poco espacio,
no tenía mobiliario ni condiciones generales suficientes para iniciar la fundación de una
escuela. Previa consulta a la Madre Provincial y al Sr. Obispo, las hermanas decidieron
no ocupar esta casa.

Al día siguiente, 3 de octubre de 1948, se alojaron en la casa de las Siervas del


Santísimo. La Superiora General, Madre María Guadalupe y Sor Elizabeth, Secretaria
General y Superiora de la casa, las recibieron con cariño y les abrieron sus puertas con
mucha caridad y acogida, por todo el tiempo que fuese necesario, ofreciéndoles a la
vez su apoyo incondicional en todo lo relativo a la fundación. Allí permanecieron casi
dos meses. La Compañía tiene para ellas una deuda de gratitud.

El día 6 de octubre, las hermanas visitaron a la Srta. Carmen Rosalía Sahmkow,


una de las propietarias y Directora del Colegio “Nuestra Señora de Coromoto”, quien
las había contactado para expresarles su deseo de venderlo a la Compañía de Santa
Teresa de Jesús, por mediación de Monseñor Castillo. Este colegio se llamó
inicialmente “Santa Teresa”, hecho muy significativo, que llamándose así, pasara a
manos de las Teresianas. Su dueña inicial fue Doña Teresa Caballero Páez-Pumar; sus
sobrinas, La Nena y Cristina Caballero, hijas de su hermano, lo recibieron en herencia y
decidieron venderlo a una compañía formada por algunas maestras del mismo
colegio: Las Srtas. Carmen Sahmkow, Nora Rubin D´Ampere, Rosa Marquíz, Lila Tapia y
Ligia Gómez, que cambian el nombre por el de “Nuestra Señora de Coromoto”.
Unos días después, el 8 de octubre, en una reunión convocada por la Sra.
Carmen Maizo de Bello y un grupo de señoras que habían formado una junta pro-
fundación, a la que asistieron, además de las hermanas, el Arzobispo Monseñor Castillo,
el Provincial de los Agustinos, P. Ángel Sáenz y el Superior de los Jesuitas de S, Francisco,
P. Aniceto Lagarraga, la Srta. Carmen Rosalía expresó su deseo de vender el Colegio
y que las Teresianas se hicieran cargo de él. La mayoría de los asistentes estuvo de
acuerdo. Con la aprobación del Arzobispo, las hermanas acordaron poner en
conocimiento de la propuesta a la Madre General.

Ya cerca de la Fiesta de la Santa Madre, aún estaba cerrado el horizonte, no se


había recibido respuesta de la Madres Provincial y General. Las hermanas ofrecieron
todo a Dios, hicieron la Novena a Santa Teresa para pedirle su protección y una pronta
solución. La Madre General delas Siervas la animaba y les decía “Santa Teresa de Jesús
les dará una sorpresa”.

El día 15 de octubre, las hermanas celebraron con mucho fervor la fiesta de


Santa Teresa, acompañadas por las Siervas del Santísimo. A media tarde, llegó
Monseñor Castillo, Arzobispo de Caracas a darles ánimo. Ese mismo día, recibieron
carta de la M. Provincial y días después llegó el cable de la Madre General,
aprobando la compra del Colegio Ntra. Señora de Coromoto. Santa Teresa les había
dado la sorpresa.

El día 13 de noviembre de 1948, las hermanas se instalaron en el Colegio Ntra.


Señora de Coromoto, situado de Miseria a Velásquez, nº 24, Parroquia Civil y
Eclesiástica de Santa Rosalía. Al día siguiente, la Srta. Carmen Rosalía Sahmkow, en
nombre de las propietarias, hizo entrega formal del Colegio, en un acto cultural al que
asistieron los padres Plaza S.J. y Luis Ancín, Superior de los Padres Agustinos, las
maestras, alumnas y padres y representantes. Desde este momento pasaba
oficialmente a la Compañía con el nombre de Colegio Teresiano de Ntra. Sra. De
Coromoto. Tenía un alumnado de 185 niñas. La Srta. Carmen Rosalía y dos maestras,
una de ellas, Teresita Castillo, que más tarde entró en la Compañía, se quedaron a
trabajar con las Teresianas.

Realizada la debida inscripción ante el Ministerio de Educación, el Colegio Ntra.


Sra. de Coromoto, la primera obra de la Compañía de Santa Teresa de Jesús en
Venezuela, comenzó a funcionar el 15 de noviembre de 1948, con la aprobación legal
del Sr. Ministro de Educación, Luis Beltrán Prieto Figueroa, quien regaló cátedras,
mapas, bandera, escudo y libros. Atendía el alumnado desde Kinder hasta 6º grado
de Primaria, el cual era mixto hasta 2º Grado. Ya instalada la comunidad en su casita,
llegaron las dos hermanas que faltaban, Francisca Regalado y Jovita Cubillos a formar
parte de las fundadoras.

La fundación en Caracas tenía como fines, extender el conocimiento y amor de


Dios en Venezuela, a través de la oración, enseñanza y sacrificio; también el deseo de
que la Compañía de Santa Teresa de Jesús ampliase su campo de apostolado en
nuestro país.

A los ocho días, el 24 de noviembre de 1948, un acontecimiento histórico marca


la vida de las Hermanas; estalló el movimiento militar que derrocó del poder a
Rómulo Gallegos del partido Acción Democrática. Se suspendieron las clases. Las
hermanas, a pesar del sobresalto propio del momento político que se vivía en el país,
aprovecharon para seguir arreglando la casa y organizar los espacios que pudieron
habilitar como “dormitorios”; sobre todo se esmeraron en acomodar la habitación
destinada a la capilla, para que fuese acogedora y devota. Las actividades de aula se
reanudaron el 3 de diciembre y el día 7, Monseñor Lucas Guillermo Castillo, Arzobispo
de Caracas, celebró la primera Misa, otorgó el permiso oficial para instalar una capilla-
oratorio semipública y bendijo la casa. Felicitó a las hermanas y les manifestó su alegría
por tenerlas en la diócesis.

A partir del mes de enero de 1950, el colegio comenzó a funcionar en el primer


piso del edificio en el que funcionaban los laboratorios PULMOBRONK, que quedaban
en el puente Restaurador, porque hubo orden de derribar la casa de Miseria a
Velásquez, por ampliación vial. En esta nueva sede, el Colegio ya tenía primer año de
Bachillerato y atendía a un grupo de alumnas bajo régimen de internado. En este
lugar funcionó el Colegio hasta concluir el año escolar 1951-52.

Ante la estrechez del lugar y el crecimiento del alumnado, las hermanas


continuaron buscando dónde construir el colegio. Al comenzar el año 1951,
encontraron un buen terreno en “Mata de Coco”, al este de Caracas. Esto les
permitió trazar planes y alegrarse, con el ideal de ampliar la labor de apostolado en
tierras venezolanas y extender su acción educativa. Pero era sólo el terreno faltaba
hacer la construcción; y en esta espera, el Señor les brindó algo mejor.

El historiador, político y diplomático Pedro Manuel Arcaya y su esposa, tenían


una hermosa residencia de estilo Neoclásico-Renacentista, construida en 1929, en la
Avenida Los Laureles de El Paraíso; por problemas políticos había sido confiscada por el
gobierno, cuando se la devolvieron, la pusieron en venta. La Sra. María Teresa Arcaya,
esposa del Sr. Pedro Manuel, conocía a la Madre Modesta, supo del problema de
espacio que estaban padeciendo las hermanas y les ofreció la venta de la casa. El
precio era muy alto pero dieron facilidades de pago y las hermanas aceptaron el
contrato. A partir de este momento, la labor que tuvieron las hermanas entre manos
era mucha en todos los sentidos: subir el nivel cultural y sobre todo, el nivel religioso en
todas esas niñas que tenían grandes deseos de aprender y de que le hablaran de Dios.

En esta casa, convenientemente acondicionada y ampliada, comenzó a


funcionar desde el año escolar 1952-53, el “Colegio Teresiano de Nuestra Señora de
Coromoto” de El Paraíso, con alumnas en régimen de externado e internado. En esta
nueva sede el Colegio siguió creciendo e impartiendo clases en todos los niveles, abrió
nuevas secciones hasta llegar al 5º año del Diversificado en las menciones de Ciencias
y Humanidades.

El nombre del Colegio tiene su origen en el colegio privado “Santa Teresa”, muy
afamado y sobre todo muy católico, cuya dueña y directora era la Sra. Teresa
Caballero. Cuando la Directora se enfermó para morir, rogó a su director espiritual el
padre Ángel Sáez (Agustino Recoleto) que cuando ella falleciera, cambiara el nombre
del Colegio, quitándole el nombre de Teresa. En aquellos días se eligió a “Nuestra
Señora de Coromoto” como Patrona de Venezuela y fue ese el nombre que sustituyó
al anterior. Posteriormente, la Madre Superiora Balbina Pidal trató el asunto con el
Arzobispo y al recordar el primero de “Santa Teresa”, convinieron en llamarlo:
“Teresiano de Nuestra Señora de Coromoto”.

La primera graduación se efectuó en 1954. Fue presidida por el Dr. Rafael


González Rincones, Ministro de Educación. Las otras graduaciones fueron presididas
por los profesores: Víctor Orozco, Hipólito Cisneros, Manuel Rivas, Rvdo. Padre Ángel
Sáez A.R. y los miembros de la Junta Directiva de la Asociación de Padres y Maestros
del Colegio.

El alumnado siguió creciendo, también llegaron más hermanas y se pensó en el


terreno adquirido en el año 1951, para realizar la construcción de otro colegio en la
zona del este. Este proyecto comenzó a ejecutarse en 1954 y comenzó a funcionar en
1955 como Colegio “Teresiano de La Castellana”, ubicado en la calle Santa Teresa de
Jesús.

En los dos centros se impartió una educación integral, en la que además de la


transmisión de conocimientos exigidos por los programas emanados del M.E., se les
enseñó el manejo de la aguja, realizando labores y bordados de alta calidad, que
exhibieron en bonitas exposiciones, donde los padres vieron la destreza de sus hijas y
hasta RCTV lo filmó durante varios años.

La semilla sembrada en el 1948 fructificó en plantas sanas, formando familias con


criterios rectos y cristianos, que proyectaron en nuestra sociedad los valores del carisma
teresiano, impartido en los centros dirigidos por las Hermanas de la Compañía de Santa
Teresa de Jesús.

Transcurridos 70 años de la llegada de las Hermanas de la Compañía a tierras


venezolanas, esta labor continúa creciendo y dando muchos frutos…..

NOTA: Entresacado del archivo de la Comunidad (Cartas, Estadísticas, Registro de las


Hermanas, etc) por la Hna. Natividad Muñoz y la Profesora Nilda Díaz

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