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Desde muy joven, Modesta sintió vocación a la vida religiosa, pero por
recomendación de su director espiritual, el Padre Agustino Ángel Sáenz, se mantuvo
ejerciendo un intenso apostolado como seglar, una valiosa labor como maestra,
directora y sobre todo, como catequista y formadora de sus alumnas de la normal, en
quienes dejó un hermoso legado de vivencia y espíritu cristiano.
Pero como el Señor es el que traza nuestros caminos, tenía otros planes para ella.
Su vida religiosa la vivió en su país, como primera religiosa teresiana nacida en
Venezuela y como una de las elegidas para sembrar la semilla del carisma de Teresa
de Jesús y Enrique de Ossó en esta tierra venezolana.
En los primeros días de junio de 1948, llegaron a Caracas las hermanas Ignacia
Mora y Eugenia Otegui. Ellas venían con la misión de explorar , enviadas por la Madre
Superiora General Enriqueta Sanz, quien ya se había comunicado con el Sr. Obispo,
Monseñor Lucas Guillermo Castillo, en relación a la solicitud de la Sra. Carmen Maizo de
Bello, hermana de la Madre Modesta, sobre la posibilidad de una fundación en
Venezuela.
Al noviciado de la Compañía en la ciudad de Montevideo, capital de Uruguay,
también llegó una carta dirigida a la Madre Modesta, enviada por la Madre Superiora
General, en donde le comunicó la noticia de aceptar la petición realizada por su
hermana Carmen, “aceptando en principio la fundación con miras de llevarlo a cabo
en el verano de 1948”. La Madre General les encargó además, ir buscando “una casa
grande y bien situada en un ensanche de Caracas, en donde se pudiera edificar
después un colegio de planta”. La noticia fue gratísima, aunque angustiosa por la
gran responsabilidad que la misma noticia en si encerraba. Pero como Santa Teresa
de Jesús dice en una de sus máximas: “Cuando Dios quiere, todo es fácil”, la angustia
se transformó en peticiones, planes y alegría.
A medida que pasaban los días, crecían a la par el entusiasmo y las dificultades
propias de una Fundación en un País extraño; pero como para Dios no hay nada
imposible bastaba recurrir a Él y pedirle su protección. Estaban en movimiento: España,
Cuba, Venezuela, Uruguay, Chile y las distintas casas de donde tenían que venir las
Hermanas elegidas para la nueva fundación. Reuniones, diálogos, acuerdos, cables,
radios, cartas, teléfonos, conclusiones, de todo había en abundancia, puesta la vista
en el cielo, fija en el pecho la Cruz.
La Madre Superiora General decidió favorecer la fundación, trayendo a las
hermanas venezolanas pertenecientes a la Compañía: Modesta Maizo Delgado y
Berta Colmenares García, quien había llegado a Uruguay procedente de Chile, para
hacer el viaje juntas. Vinieron en barco hasta Trinidad y desde allí en avión a Maiquetía
y el 20 de septiembre de 1948, pisaron tierra venezolana. Se hospedaron en casa de
Jorge Bello y su esposa Carmen Maizo, donde fueron amablemente recibidas.
En horas de la noche, los esposos Bello las llevaron a ver la casa de Petare en el
Estado Miranda, zona un poco alejada de la ciudad. Era una casa con poco espacio,
no tenía mobiliario ni condiciones generales suficientes para iniciar la fundación de una
escuela. Previa consulta a la Madre Provincial y al Sr. Obispo, las hermanas decidieron
no ocupar esta casa.
El nombre del Colegio tiene su origen en el colegio privado “Santa Teresa”, muy
afamado y sobre todo muy católico, cuya dueña y directora era la Sra. Teresa
Caballero. Cuando la Directora se enfermó para morir, rogó a su director espiritual el
padre Ángel Sáez (Agustino Recoleto) que cuando ella falleciera, cambiara el nombre
del Colegio, quitándole el nombre de Teresa. En aquellos días se eligió a “Nuestra
Señora de Coromoto” como Patrona de Venezuela y fue ese el nombre que sustituyó
al anterior. Posteriormente, la Madre Superiora Balbina Pidal trató el asunto con el
Arzobispo y al recordar el primero de “Santa Teresa”, convinieron en llamarlo:
“Teresiano de Nuestra Señora de Coromoto”.