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Documento 1

Evolución histórica de la idea de democracia.


"Digo que opinar es hablar, y la opinión un discurso explícitamente hablado."
PLATÓN, Teeteto 190a
La idea de que sólo en el conjunto de la comunidad se encuentra el fundamento de la
autoridad soberana, es tan antigua como la tradición política de la humanidad. Las
primeras formas de democracia conocidas son las que se desarrollaron en algunas
ciudades-estado de la Grecia clásica. Con antecedentes en practicas comunales, el
verdadero creador del sistema democrático fue Solón que derroco el sistema aristocrático
e impuso una democracia, es decir un gobierno del pueblo. El pueblo era una entidad muy
diferente al actual, no era ni mucho menos el conjunto de la población como la
entendemos hoy día, sino el conjunto de ciudadanos del que quedaban excluidos los
esclavos, los extranjeros residentes y aquellos que no tenían padres atenienses. La
práctica democrática se materializaba en la reunión periódica de la asamblea general de
ciudadanos que adoptaba las medidas más importantes y elegía a los magistrados
encargados de llevarlas a cabo y de adoptar decisiones; pero la democracia no solo eran
prácticas e instituciones sino que gran parte de su éxito radico en el espíritu que presidía
su funcionamiento, esa voluntad de libertad ciudadana que Pericles exaltó en su Oración
fúnebre para cuya defensa los atenienses estaban dispuestos a sacrificar su vida; y fue
precisamente bajo el gobierno de Pericles (V a. C) cuando se produjo la culminación
democrática ateniense. En ese periodo no sólo se aplicaron hasta el limite las prácticas y
virtudes democráticas, sino que se sentaron las bases del pensamiento político y del
estado de derecho, Platón en su obra La República fundamento las bases del estudio
político; dividió las formas de gobierno en cinco grupos: aristocracia, timocracia,
oligarquía, democracia y tiranía, mostrando poco entusiasmo por el gobierno del pueblo y
ensalzando el gobierno de los mejores por su capacidad intelectual y moral, la aristocracia
(que para él no tenía ninguna connotación económica, hereditaria o de privilegio).
Aristóteles aporto a la historia la clásica división de las tres formas de gobierno:
monarquía, aristocracia y política (gobierno de la mayoría cuya forma radical es la
democracia), pero además de evidenciar la convivencia del poder político, señalo la
necesidad de que éste estuviera sometido a las leyes, fundamentando por primera vez la
teoría del estado de derecho, base esencial y pilar del sistema democrático a lo largo de la
historia.
Sin embargo, la caída de la monarquía etrusca supuso el triunfo de los romanos y el
consiguiente advenimiento de la República, esto hizo que se extendieran las ideas
democráticas en un intento de aplicar el sistema griego de democracia, no obstante por
las características propias de Roma hicieron imposible de sostener. La idea de democracia
directa ateniense, con un número de ciudadanos limitado en un ámbito espacial reducido,
era imposible de llevar a cabo en un sistema en expansión como el romano. Roma nunca
tuvo una democracia al estilo ateniense, puesto que el derecho de gens o de ciudadanía
impuso una aristocracia de hecho de una minoría sobre un conjunto de población mucho
mayor la plebe, sin embargo durante los largos siglos de hegemonía romana se hicieron
grandes aportaciones jurídicas a los principios democráticos, en especial el desarrollo de la
idea de igualdad ante la ley y el principio de delegación del poder, base de la democracia
representativa; incluso durante la época imperial el sistema mantuvo la ficción
democrática, exigiendo la aprobación ciudadana de los gobernante. En el plano social es
importante destacar las luchas que la plebe llevó a cabo para recortar los derechos y
privilegios de los patricios y para acceder a la ciudadanía, luchas que encuentran un
paralelismo notable con las revoluciones liberales que eliminaron los derechos y
privilegios de la aristocracia.
La Edad Media es el periodo de la monarquía de derecho divino, la teoría paulina del
origen divino del poder fue completada por Santo Tomás de Aquino, cuya concepción
teológica del mundo y la justificación trascendente del poder político basaron la unión del
trono y el altar, y tendieron a fundamentar autocracias centralistas y anatematizaron toda
pretensión de basar en la libre determinación del individuo al gobierno de la comunidad.
Los ideales democráticos sucumbieron ante el empuje del dogmatismo religioso y la
fuerza de la monarquía, aunque persistieron algunas instituciones que presentaban
algunas reminiscencias democráticas: cortes, parlamentos, estados generales etc. Sin
embargo, a partir del siglo XII una doble evolución comenzó a hacer retroceder la
indiscutible hegemonía del sistema de monárquico; por una parte; en Inglaterra, los
nobles obligaron al monarca Juan Sin Tierra a conceder la Carta Magna (1215), que
independiza el poder político de la corona del reconocimiento de la iglesia, al tiempo que
reconocía y garantizaba los derechos y libertades de los ciudadanos libres. En el
continente Europeo, no hubo una alianza entre el pueblo y la nobleza para recortar los
poderes reales, lo que de hecho fortaleció la monarquía y sentó las bases de los reinos
modernos y del absolutismo. Ahora bien, la descomposición del sistema feudal con base
agraria favoreció que florecieran algunas ciudades-estado de base comercial, cuyos
semejantes marcos geográficos reavivaron las reminiscencias históricas e hicieron
retornar los ideales democráticos; siendo estos más formales que efectivos y las grandes
ciudades comerciales de Flandes o Italia fueron gobernadas de hecho con regímenes
aristocráticos, donde los órganos dirigentes de la república estaban dominados por las
familias burguesas más pudientes.
Durante los siglos XVI y XVIII la evolución del pensamiento político fue progresivamente
sumando argumentos en favor de la idea de democracia. La revolución del pensamiento
renacentista y la Reforma luterana se sitúan en el origen de esta evolución; el erasmismo
volvió a situar al hombre en el centro del universo, el espíritu individualista y la libertad de
pensamiento que respaldaba la Reforma y el culto a la razón que suscribían los
pensadores, provocaron el cuestionamiento definitivo de la idea medieval del poder al
mismo tiempo que esta revolución intelectual se desarrollaba, el ascenso económico de
una nueva clase social, la burguesía, encontraba en las limitaciones del sistema
monárquico tradicional un motivo para luchar por su reforma; ambos fenómenos se
complementaron, y aunque también fueron instrumentalizados para elevar a la
monarquía a su máxima depuración con el absolutismo (y posteriormente con el
despotismo ilustrado), lentamente se fue extendiendo el deseo de participación política
(las "ansias de libertad" que proclamaban sus precursores) y generalizando la idea de que
el poder de la Corona se basaba más en el ejercicio de la fuerza que en ningún derecho
sobrenatural.
Desde mediados del siglo XVII y sobre todo durante el siglo XVIII se sucedieron nuevas
formulaciones filosóficas, que incidieron en el sistema político. Hobbes, Hume y de modo
destacado Locke sentaron los principios de individualismo y del liberalismo; Locke afianzó
su reflexión sobre la doctrina de los derechos naturales -para él, la libertad y la propiedad-
, que siendo anteriores y superiores al Estado se manifestaban intangibles e inalterables;
al residir en la conciencia individual del hombre el criterio fundado sobre la justicia y la
corrección, el medio más seguro de preservar el bien público era sacar a la discusión
razonable del pueblo los principales asuntos. Estas ideas se vieron complementadas por
otro grupo fundamental de pensadores del siglo XVIII: Montesquieu, Rousseau y Voltaire;
el primero evidenció la necesidad de repartir el poder entre estructuras estatales que se
contrapusieran para evitar los abusos de poder y la tiranía, diseñando la clásica división de
los tres poderes: legislativo, ejecutivo y judicial. Voltaire consolidó este edificio teórico
basándolo en el principio de la soberanía popular y Rousseau acabó vinculando la
legitimidad de todo poder a la voluntad general de los ciudadanos libremente expresada,
base del sistema democrático.
La burguesía ascendente -en ocasiones emparentada o vinculada a la aristocracia- utilizó
todo este conjunto de filosofía política para acometer el definitivo asalto a la dirección de
los asuntos públicos. El enfrentamiento entre el Antiguo Régimen y el Tercer estado
(burguesía) no fue sencillo ni pacífico, y fue ratificado en todos los lugares con
revoluciones que evidenciaron una "solidaridad de destino", tanto por parte aristocrático-
monárquica como por parte liberal-democrática. Gran Bretaña fue el escenario de la
primera revolución liberal (1688-89), que deparó el derrocamiento de una dinastía, la
proclamación de la República, la primera declaración de derecho (Bill of Rights) y la
restauración en una nueva dinastía que, aunque en aparente oposición a los hechos
inmediatamente anteriores, respetó la labor legislativa republicana; ésta había recortado
los derechos reales, reducido los privilegios de la aristocracia y abierto definitivamente la
participación en los asuntos públicos a la ciudadanía, que vio garantizadas sus libertades
públicas. Las otras dos grandes revoluciones se produjeron un siglo después en las Doce
Colonias británicas en América del Norte y en Francia; la independencia de los Estados
Unidos y la agitada vida de la República Francesa a pesar de sus diferencias externas,
estaban asentadas sobre las mismas bases teóricas y depararon dos logros semejantes:
establecer sobre el principio de soberanía nacional toda legitimidad del poder político y
desarrollar los mecanismos que posibilitaron la fundación de la democracia
representativa. Tras ambas se encontraba además la actuación política de la burguesía,
cuyo poder económico era ya incuestionable; las transformaciones económicas del siglo
XVIII (de modo destacado la incipiente revolución industrial, pero todavía entonces más
importante su hegemonía económica y mercantil), permitieron a la burguesía acometer el
control del poder político y eliminar los privilegios nobiliarios que coartaban y entorpecían
la propia dinámica de acumulación de capital. No obstante, para llevar a cabo esta tarea
no solo se valió de la utilización de la nueva filosofía política, si no que accedió a los títulos
aristocráticos, hizo préstamos colosales a los nobles para tener hipotecada su actuación,
atacó el considerable poder del clero y, cuando la mera existencia de los estamentos
privilegiados se evidenció como el último reducto del Antiguo Régimen, los eliminó
políticamente a través de revoluciones en las que contaron con el apoyo de las clases
populares.

http://www.ub.edu/ciudadania/hipertexto/europa/trabajos/ub02/3/1.htm

Documento 2

Origen y evolución histórica de la democracia


Actualmente la Democracia no es directa, sino representativa o indirecta, porque el
pueblo no ejerce el gobierno, sino que elige a sus representantes para que ellos
administren los asuntos públicos en su nombre.
Abraham Lincoln, presidente de los Estados Unidos de Norte América nos dio en julio de
1863, una opinión que podemos considerar como la definición más exacta de lo que es

Democracia, cuando nos dice que hay que hacer que la Nación, con la ayuda de Dios
reciba un nuevo bautismo de libertad, y que el gobierno del pueblo, por el pueblo y para
el pueblo, no desaparezca de la tierra.
ORIGEN Y EVOLUCIÓN HISTORICA
El concepto de democracia se originó, se desarrolló y evolucionó en la ciudad de Atenas.
Esta surgió, en sus inicios como un organización tribal con reyes tribales, que gobernaban
sus comunidades rurales llegadas del norte.
El poder de los reyes tribales se debilitó, cuando al arrigarse las comunidades tribales
surgen una clase rica, permitiendo que el gobierno pasará a manos de la oligarquía. Estos
eran una minoría que se había enriquecido a base de la tierra y el comercio, la cual
dominaba las asambleas y magistraturas de la ciudad.
Los oligarcas se vuelven déspotas y prepotentes ganándose el odio y desprecio de las
masas. Entonces surgen líderes populares defensores de los intereses mayoritarios y
enemigos de la oligarquía a quienes destronaron y asumen ellos el poder con el
beneplácito popular bajo la denominación de tirano.
El vocabo tirano no tenía entonces, para los griegos ningún sentido discriminatorio,
porque significaba simplemente “Señor”. Los populares tiranos, pronto abusaron de su
poder omnímodo y se convirtieron también en déspotas. Así empezó la expresión tirano a
adquirir el significado reprochable que hoy se le da; de talo manera que en la actualidad
tiranía y despotismo han venido a ser prácticamente sinónimos.
Los tiranos a su vez, fueron derrocados por el pueblo ateniense y éste resulto a impedir el
regreso de aquellos se organizó de la manera mas democrática posible, obedeciendo al
temor latente de que se entronizara nuevamente al gobierno de la ciudad algún tirano.
EDAD ANTIGUA
GRECIA
Se ha denominado a la forma de gobierno ateniense democracia directa, algunos la llaman
democracia pura. Con el calificativo “pura” no se quiere decir inmaculada e impecable, se
trata de dar a entender, que era una forma de gobierno que se acercaba más al concepto
puro o auténtico de democracia.
En Atenas la democracia era directa, porque en vez de elegirse una asamblea legislativa o
congreso para que legislara a nombre del pueblo, era este mismo el que se reunía en el
ágora (plaza pública) para acordar directamente las leyes. Al ágora sólo iban los
ciudadanos o sea los atenienses de nacimientos, varones y mayores de diez y ocho años.
No asistían las mujeres, ni los extranjeros ni los esclavos.
Según algunos autores, lo que verdaderamente constituía la realidad democrática griega,
era su acendrados ideales de libertad política y su profundo sentimiento de igualdad de la
misma. Se ha citado tantas veces el famoso discurso de Pericles, que describe
maravillosamente los ideales de la democracia ateniense. Requerido para pronunciar una
oración fúnebre con motivo de los guerreros muertos por la patria, el orador declaró que
“sin renunciar el elogio de que todos los que en el pasado y en el presente han labrado la
grandeza de Atenas, va a examinar las instituciones y costumbre que son la causa esencial
de su poderío y prosperidad”.
Atenas de la época de Pericles contaba aproximadamente con 150 mil habitantes,
incluyendo niños. Mujeres, extranjeros libertos, esclavos y ciudadanos. Los últimos, según
algunos llegados a 30,000 o otros consideraban 42,000. Desde luego no todos estos
30,000 o 40,000 ciudadanos se reunían cada vez que había asamblea del pueblo.
Muchos estaban prestado servicio en la marina, otros en la milicia, otros estaban de viaje,
otros no vivían en la misma ciudad sino en la campiña y aún cuando tenían tanto derecho
a asistir como los ciudadanos urbanos, no frecuentaban la asamblea a menos que se
tratara de algo que les atañera directamente. Pero asistiera el número que fuera a las
Asambleas del pueblo, lo cierto era que todos los ciudadanos podían hacerlo en igualdad
de circunstancias. La Asamblea del Pueblo no se reunía todos los días, lo hacía sólo para
acordar las medidas generales, las normas y decisiones fundamentales de la ciudad. Al
principio dicha Asamblea se reunía dos veces por años, posteriormente, vino a reunirse
hasta ocho y diez veces anuales. Los atenienses llamaban a esta Asamblea Popular,
Ecclesia. La Ecclecia, órgano máximo y legalmente soberano del gobierno ateniense, se
reunía en el Ágora. Generalmente sólo se celebraban en el Ágora reuniones
extraordinarias.
En principio, la soberanía de la Asamblea no tenía límite, pero en la práctica ella misma se
había autolimitado mediante una serie de medidas sabias. Sólo deliberaba sobre los
proyectos de leyes que le sometiera el concejo y dentro de un riguroso orden del día,
elaborando también por éste. Carecía Atenas de organismos burocráticos permanentes y
de la tiranía de la costumbre y la rutina. Era una sociedad dinámica, en sonde las leyes y
las normas cambiaban cada vez que era necesaria. Sólo era constante el principio de la
soberanía del número y del respeto a las normas fundamentales del gobierno de la
ciudad.
Aunque las instituciones libres de Atenas fueron de breve duración, su experiencia y su
espíritu, transmitido a través de sus grandes pensadores, sirven de fuente de eterna
inspiración para todos los investigadores y políticos amantes del ideal democrático.
EDAD MEDIA
La desintegración del Estado Romano facilitó la invasión de los pueblos bárbaros. En el
siglo V de nuestra era el imperio occidental romano sólo consistía en una multitud de
dispersas tribus teutónicas. El Estado desapareció para ser reconstruido paulatinamente
partiendo de la sociedad primitiva. Comenzó así el largo período de fusión de la
civilización romana con las costumbres teutónicas. Durante ese largo período de
integración existió la sociedad política que se ha llamado Feudal, que terminó en los
albores del Renacimiento, el cual marcó los comienzos de la política y el Estado Moderno.
Los teutones eran pueblos nórdicos y antes de entrar en contacto con Roma, sólo
conocieron la organización tribal. Sus sociedades rurales no llegaron nunca a la categoría
de Estado-Ciudades. Eran, sin embargo, individualistas; sus rudos sistemas políticas
exaltan la importancia del individuo frente a la potestad del Estado. Eran “demócrata” en
el sentido que no tenían entre sí diferencias sociales, sus líderes eran elegidos por los
pueblos, cada tribu celebraba sus asambleas populares, y todos los hombre libres de las
tribus, tenían voz en los negocios de la comunidad. Sus ideas rústicamente individualistas,
se resistían al Estado todopoderosos y favorecían el gobierno popular local. Esto estaba
en oposición abierta al ideal romano de centralización, autoridad y disciplina. El resultado
de este conflicto de ideas e instituciones fue la desaparición de la vida política organizada
y la formación del sistema feudal.
EDAD MODERNA
El resurgimiento del comercio, la aparición de ciudades libres y los intereses comunes de
determinada regiones que destruyeron el régimen feudal, dieron así mismo origen a un
nuevo tipo de Estado en cuyo contornos se van a desarrollar el concepto de democracia.
Las ciudades libres, que surgieron en Alemania y al Norte de Italia (Génova, Venecia,
Florencia) revivieron las instituciones republicanas. Este renacer de Estado-Ciudad resultó
efímero, porque estos fueron absorbidos por el nuevo tipo de Estado, el Estado-Nación
que caracterización a la Edad Moderna.
EDAD CONTEMPORANEA
En la época Contemporánea caracterizada por el desarrollo técnico científico que nos
proporciona el siglo XX existe ante todo una tendencia de aplicación de los métodos que
caracterizan la llamada democracia-Semidirecta con sus instituciones más caracterizadas,
la iniciativa popular, el plebiscito y la renovación popular. Es por ello que para poder
entender el alcance de este tipo de democracia que predomina en los tiempos actuales se
hace necesario referirnos brevemente a ellas.

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