Mireya Vanegas fue una insigne educadora que nació en Caracas
el 21 de Agosto de 1918.Hija de una maestra, quien le inculcó desde pequeña el amor a los niños y al trabajo de la docencia. Estudió su primaria en las escuelas “Villavicencio”, “Guzmán Blanco” y “República Argentina”. Continuó estudios en la escuela normal de maestros y se graduó en 1934 de maestra normalista. Siguió estudiando en 1937, obteniendo el título de maestra “Kindergarterina”. Sus anhelos de superación le permitieron inscribirse en un concurso para lograr una beca, la cual obtuvo a fuerza de talento y sacrificio y que le permitió seguir estudios en el Instituto Pedagógico de Caracas, desempeñándose, a la vez, como estudiante y como docente.
En el año 1940 obtuvo el título de profesora en la especialidad de
Física y Matemática en 1942.También se desempeñó en el campo laboral como profesora de Metodología, Prácticas Docentes, Física, Matemática, Química, Radio y Cine Educativo.
Mireya Vanegas dedicó su vida a formar juventudes no solo en los
días laborales, sino también en días de asueto, contribuyendo así con el desarrollo físico e intelectual de sus alumnos. Es por ello que siendo Subdirectora del Liceo “Luis Razzetti” de Caracas, les llegó una invitación a los profesores y alumnos para participar en un intercambio cultural y deportivo, durante los días de Semana Santa del año 1947 en el estado Sucre, específicamente en la Ciudad de Cumaná, donde sus colegas del Liceo Antonio José de Sucre serían los anfitriones.
Mireya Vanegas venció todos los obstáculos. El viaje se realizó con
18 alumnos pertenecientes a los cursos de tercero y cuarto año de bachillerato y acompañados por seis (6) profesores. Al regreso, el día 8 de abril, viajaban en la línea aérea venezolana Aeropostal, en el avión “Douglas YVC-ALO”, el cual se estrelló a las 8:20 am entre la población de Guatire y Caucagua, en el sitio denominado “La Colonia de Cerro”. Allí murieron trágicamente la educadora, acompañantes y tripulantes de la aeronave.
El legado dejado por esta ilustre profesora, a las generaciones que
han pasado por la institución que detentan su epónimo, se convierte en un baluarte digno de imitar a través de sus valores. Mostrando con entusiasmo, la noble y hermosa tarea de formar hombres y mujeres aptos para hacer frente a las necesidades de la patria venezolana con una mente bien equilibrada, con carácter, buen trato y alegre sonrisa.