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En un país como Colombia, en donde su fauna, su flora, sus paisajes, playas y colores
hacen de ella uno de los destinos más paradisiacos, un país reconocido por su gente, sus
bailes, festividades y alegría, un país que, a simple vista seduce, en realidad es también un
país que posee dimensiones de grandes facetas: cautiva y destruye, olvida y mata. De eso
parte el libro ‘’Colombia Amarga’’, donde desde el punto de vista de la clase social margina,
la pobreza y el Estado han sido un causal bastante devastador que esconde una historia detrás
situaciones que ha traído para la población colombiana la falta de competencia del Estado y
económico y social; más allá de esto los grandes cambios que trajo para la evolución y
así lo fuese, diversidad de factores y características quedarían perdidas en las palabras pues
en realidad solo quien vivencia la desdicha puede contarla, pero sobretodo sentirla con todas
y perdidas, manchadas de luto e inocencia como la masacre de Bojayá, entre otros sucesos
de cada día en poblaciones como los Llanos Orientales, el Pacífico y La Guajira, habitantes
que han sido “olvidados de la mano de Dios”, un ‘’Dios’’ que en este caso ha sido elegido
por el hombre, por una población democrática en busca de una mejora de su calidad de vida y
los casos invisible a las poblaciones más lejanas, olvidadas por el tiempo, sus compatriotas y
sus mandatarios.
Estas regiones de Colombia se encuentran en crisis, no hace dos o tres años atrás,
hace más de un siglo tal como se muestra por medio de los múltiples y variados reportajes
respira. Un Estado al que debería caérsele la cara de la vergüenza por mantener territorios de
este país en las condiciones de abandono equiparables a cualquiera de las más miserables
regiones africanas, generaciones han sido criadas en las bases de la desdicha, pobreza y falta
de oportunidades.
y la riqueza en su territorio de “privilegiados del lugar”, en donde ‘’la ley del tener’’, aunque
De este modo es posible afirmar como lo que hace de Colombia un país impresentable
encuesta de calidad de vida realizada de forma anual y continua a partir del año 2010, en
tópicos de educación para el año anterior ‘’el total nacional en 2017, en la edad para cursar
educación básica y media (5 a 16 años) la tasa de asistencia fue 93,5%, en tanto que en la
edad para cursar educación superior (17 a 24 años) la tasa de asistencia fue 38,5%. En el año
2016 para el total nacional la tasa de asistencia fue 94,8% para la población de 5 a 16 años.
En el rango de edad de 17 a 24 años la tasa de asistencia fue 39,2%’’ (Boletín técnico, p. 24),
medida por la cual es posible establecer como casi la totalidad poblacional tiene un acceso
propuesto al plan nacional de gobierno de los mandatarios anteriores y quizás desde estas
cifras sea necesario realizar un cuestionamiento en base a la realidad: ¿Es posible evidenciar
dichas estadísticas en nuestro contexto social colombiano? ¿Son tan reales como lo plasman?
la realidad?
Sin embargo, existe otra cara de dichas poblaciones, una perspectiva de trabajo duro y
en equipo, liderazgo, firmeza, en otras palabras y a lo más patriótico posible, existe una
población olvidada, pero ‘’verraca’’, un llanero que se levanta con el crepúsculo, un maestro
que es leal a su estudiante, un niño que cruza el rio por el mandado para su madre. Aun así,
las secuelas de la desdicha invaden poco a poco la población naciente, pues lo jóvenes
‘’comienzan a alejarse de las redes y las atarrayas; han aparecido pandillas de rateros…’’
(Caycedo, p.104) y por tanto es necesario una formación y exigencia que permita al joven de
la región quebrantar los lazos con la pobreza, pobreza en cuanto a formación mental,
erradicando las marcadas costumbres de ‘’ la mayor parte del dinero se convierte en Ron
De ahí que, es necesario una restructuración que permita implantar una mentalidad de
exigencia y disciplina que destierre la mentalidad de pobreza, pero sobretodo que deje de lado
la historicidad en pro de liberar una población cosificada o denominada por los sucesos del
lagunas, corrupción, evasión y falta de pronunciación por parte de este, pero sobre todo es
necesario una lucha masiva del colombiano que pronuncie su vida en torno a problemáticas
como estas, problemáticas que requieren del cotidiano reflexionar, presionar y accionar
humano.
BIBLIOGRAFIA