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COMUNITARIA
DE LA PALABRA DE DIOS.
Extraído de la Biblia de Nuestro Pueblo, Manual del
Peregrino América Latina.
Lo que sigue es una guía, no una norma,
para la Celebración comunitaria de la
Palabra de Dios en aquellas situaciones,
que por falta de presbíteros, no se pueda
realizar la Celebración dominical o diaria de
la Eucaristía.
1. CANTO INICIAL
Debe ser un canto orientado al tiempo
litúrgico que estamos celebrando, donde
todos los fieles puedan seguir.
2. SEÑAL DE LA CRUZ
3. SALUDO INICIAL
P. La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el
amor del Padre y la comunión del Espíritu
Santo estén con todos nosotros.
T. Amén.
También se puede utilizar uno de estos
saludos, según el tiempo litúrgico:
Tiempo Ordinario.
P. El Señor, que dirige nuestros corazones
para que amemos a Dios, esté con todos
nosotros.
T. Amén.
Adviento.
P. El señor, que alimenta nuestra
esperanza por un mundo nuevo, esté con
todos nosotros. T. Amén.
Navidad.
P. El Señor, que se hizo hombre, hijo de
María, esté con todos nosotros. T. Amén.
Cuaresma.
P. El Señor, que nos llama a la conversión
porque el reino de Dios está cerca, esté con
todos nosotros. T. Amén.
Tiempo Pascual.
P. Jesucristo, nuestro Señor, ha resucitado.
¡Aleluya! A él la gloria y el poder por los
siglos de los siglos. T. Amén.
4. ACTO PENITENCIAL
El que preside la celebración invita al cato
penitencial de esta manera: P. Hermanos y
hermanas, humildemente, con corazón
arrepentido reconozcamos nuestros
pecados y pidamos perdón a Dios.
Tiempo ordinario.
P. Bendito seas, Señor, porque nos
conduces al Padre. Tú dijiste: Yo soy la luz
del mundo, quien me siga no caminará en
tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida;
ilumínanos, pues, con luz de tu Palabra
para que unidos a todos los hombres y
mujeres de buena voluntad trabajemos por
un mundo cada vez más humano. Te lo
pedimos a ti que vives y reinas por los
siglos de los siglos. T. Amén.
Adviento.
P. Bendito seas, Señor, porque viniste al
mundo para salvarnos. Que tu palabra nos
mantenga en vela aguardando tu venido y
salvación, para que con la fuerza de tu
espíritu seamos testigos de tu llegada a
todos los pueblos. Te lo pedimos a ti que
vives y reinas por los siglos de los siglos. T.
Amén.
Navidad.
P. Bendito seas, Señor, porque naciendo de
María asumiste nuestra condición humana,
pusiste tu morada entre nosotros. Que tu
Palabra nos llene siempre de gozo y lo
compartamos con Todos los hombres y
mujeres que luchas por el nacimiento de un
mundo mejor. Te lo pedimos a ti que vives y
reinas por los siglos de los siglos. T. Amén.
Cuaresma.
P. Bendito seas, Señor, porque nos haces
renacer a una vida nueva por el agua y el
Espíritu. Que tu Palabra convierta nuestros
corazones de piedra en corazones de
carne, y junto a los hombres y mujeres de
buena voluntad nos dé la fuerza necesaria
para trabajar por un mundo cada vez más
humano. Te lo pedimos a ti que vives y
reinas por los siglos de los siglos. T. Amén.
Tiempo Pascual.
P. Bendito Seas, Señor, porque con tu
resurrección has destruido el pecado y la
muerte. Tú dijiste: Yo soy la resurrección y
la vida. Quien cree en mí, aunque muera,
vivirá; y quien vive y cree en mí no morirá
para siempre. Que tu Palabra, Señor, nos
mantenga firmes en esta esperanza y nos
fortalezca para alcanzar la vida eterna.
T. Amén.
7. PROCLAMACION DE LA PALABRA.
8. EL CREDO.
Creo en Dios Padre todopoderoso,
creador del cielo y de la tierra. Creo en
Jesucristo, su Único Hijo, Nuestro
Señor; que fue concebido por obra y
gracia del Espíritu Santo, nació de Santa
María Virgen, padeció bajo el poder de
Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y
sepultado; descendió a los infiernos, al
tercer día resucitó de entro los muertos;
subió a los cielos y está sentado a la
derecha de Dios Padre Todopoderoso;
desde allí ha de venir a juzgar a los vivos
y a los muertos. Creo en el Espíritu
Santo; la Santa Iglesia Católica, la
Comunión de los Santos; el perdón de
los pecados; la resurrección de los
muertos y la vida eterna. Amén.
9. ORACION DE LOS FIELES.
11.ORACION FINAL.
P. Señor Jesucristo, tú que nos envías a
anunciar tu Buena Noticia hasta los
confines del mundo, te pedimos que esta
celebración que hemos realizado nos anime
y fortalezca para conseguir lo que nos
hemos propuesto en ella. Te lo pedimos a ti
que vives y reinas por los siglos de los
siglos. Amén.
12.DESPEDIDA.
ORACIÓN:
Dios de amor y de clemencia, que, en los
planes de tu sabiduría, has querido llamar a
ti, desde el mismo umbral de la vida, a este
niño, a quien hiciste hijo tuyo de adopción
en el Bautismo; escucha con bondad
nuestra plegaria y reúnenos un día con él
en tu gloria, donde creemos que vive ya
contigo. Por nuestro Señor.
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
Lectura del profeta Isaías. 25,6a.7-9.
En aquel día preparará el Señor de los
ejércitos, para todos los pueblos, en este
monte, un festín de manjares suculentos. Y
arrancará en este monte el velo que cubre a
todos los pueblos, el paño que tapa a las
naciones. Aniquilará la muerte para
siempre. El Señor Dios enjugará las
lágrimas de todos los rostros, y el oprobio
de su pueblo lo alejará de todo el país. -Lo
ha dicho el Señor. Aquel día se dirá: aquí
está nuestro Dios, de quien esperábamos
que nos salvara; celebremos y gocemos
con su salvación.
Palabra de Dios
Te alabamos, Señor.
SEGUNDA LECTURA:
Lectura de la primera carta del apóstol
San Pablo a los Tesalonicenses. 4,13-
14.17.
Hermanos: No queremos que ignoréis la
suerte de los difuntos, para que no os
aflijáis como los hombres sin esperanza.
Pues, si creemos que Jesús ha muerto y
resucitado, del mismo modo a los que han
muerto en Jesús Dios los llevará con él.
Consolaos, pues, mutuamente con estas
palabras.
-- Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según San
Mateo 11,25-30.
En aquel tiempo, Jesús exclamó: Te doy
gracias, Padre, Señor de cielo y tierra,
porque has escondido estas cosas a los
sabios y entendidos y se las has revelado a
la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha
parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi
Padre, y nadie conoce al Hijo más que el
Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo
y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Venid a mí todos los que estáis cansados y
agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi
yugo y aprended de mí, que soy manso y
humilde de corazón, y encontraréis vuestro
descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi
carga ligera.
Celebrante:
Terminemos nuestra oración repitiendo la
plegaria que el Señor nos enseñó: Padre
nuestro...
Se asperja con agua bendita al niño (a).
Escucha, Señor, las súplicas, con que
imploramos tu misericordia, para que un
día participemos en la vida eterna con
este niño, que ya vive en tu Reino. Por
Jesucristo nuestro Señor.
Todos: Amén.
Creo que mi Redentor vive y que al final
de los tiempos he de resucitar del polvo.
Y en esta carne mía contemplaré a Dios,
mi Salvador. Lo veré yo mismo, no otro;
mis propios ojos lo contemplarán. Y en
esta carne mía contemplaré a Dios, mi
Salvador.
Puede entonarse también otro canto
apropiado. Si no se puede ejecutar ningún
canto, es aconsejable que todos eleven
preces adecuadas, por ejemplo, con
algunas invocaciones.
Otra antífona:
MONICIÓN:
Queridos hermanos, nos reunimos hoy en
este cementerio para recordar a nuestros
hermanos que murieron en la paz de Cristo
y confiarlos con fe y esperanza, al amor de
Dios Padre. Por el bautismo fueron
incorporados a la Iglesia, la familia de Cristo
y, unidos a nuestra comunidad participaron
asiduamente en la mesa del Señor.
Pidamos, pues, ahora a Dios que los creó,
los alegre también en el banquete de su
reino y que puedan gozar con los santos y
elegidos de los premios eternos.
ORACIÓN COLECTA
Autor de la vida, acuérdate de nuestros
hermanos, familiares y bien hechores que,
confiando en ti, ha ido a su descanso
eterno; y, ya que este primer mundo acabó
para ellos, alégralos ahora en tu paraíso,
donde ya no hay llanto ni luto ni dolor, sino
paz y alegría con tu Hijo y el Espíritu Santo
por los siglos de los siglos.
R/. Amén.
PRIMERA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo
a los Romanos.
Hermanos: Los que por el bautismo nos
incorporamos a Cristo fuimos incorporados
a su muerte. Por el bautismo fuimos
sepultados con él en la muerte, para que,
así como Cristo fue resucitado de entre los
muertos por la gloria del Padre, así también
nosotros andemos en una vida nueva.
Porque si nuestra existencia está unida a él
en una muerte como la suya, lo estará
también a una resurrección como la suya.
Comprendamos que nuestra vieja condición
ha sido crucificada con Cristo, quedando
destruida nuestra condición de pecadores, y
nosotros libres de la esclavitud del pecado;
porque el que muere ha sido absuelto del
pecado. Por tanto, si hemos muerto con
Cristo, creemos que también viviremos con
él; pues si sabemos que Cristo, una vez
resucitado de entre los muertos, ya no mue-
re más; la muerte ya no tiene dominio sobre
él.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
R/. Espero en el Señor, espero en su
palabra.
-Desde lo hondo a ti grito, Señor; Señor,
escucha mi voz;
estén tus oídos atentos a la voz de mi
súplica. R/.
-Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón, y así infundes
respeto. R/.
-Mi alma espera en el Señor, espera en su
palabra; mi alma aguarda al Señor más que
el centinela la aurora. R/.
-Aguarde Israel al Señor, como el centinela
la aurora;
porque del Señor viene la misericordia, la
redención copiosa Y él redimirá a Israel de
todos sus delitos. R/.
EVANGELIO
Lectura del Santo Evangelio según san
Lucas.
En aquel tiempo, iba Jesús camino de una
ciudad llamada Naín, e iban con él sus
discípulos y mucho gentío. Cuando se
acercaba a la entra-da de la ciudad, resultó
que sacaban a enterrar a un muerto, hijo
único de su madre, que era viuda; y un
gentío considerable de la ciudad la
acompañaba. Al verla el Señor, le dio
lástima y le dijo: – «No llores». Se acercó al
ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se
pararon) y dijo: – « ¡Muchacho, a ti te lo
digo, levántate!» El muerto se incorporó y
empezó a hablar, Jesús se lo entregó a la
madre. Todos, sobrecogidos, daban gloria a
Dios, diciendo: «Un gran profeta ha surgido
entre nosotros. Dios ha visitado a su
pueblo». La noticia del hecho se divulgó por
toda la comarca y por Judea entera.
Palabra del señor. Gloria a ti, Señor
Jesús.
PADRE NUESTRO
Terminemos nuestra oración con la plegaria
que nos enseñó el mismo Jesucristo,
pidiendo que se haga siempre la voluntad
del Señor: Padre nuestro…
ORACIÓN
Escucha, Señor, nuestras súplicas y haz
que tus siervos, que han salido de este
mundo, perdonados de sus pecados y libres
de toda pena, gocen junto a ti la vida
inmortal; y cuando llegue el gran día de la
resurrección y del premio, colócalos entre
tus santos y elegidos. Por Jesucristo,
nuestro Señor. Amén.
CONCLUSIÓN
El Señor esté con vosotros. R/. Y con tu
espíritu.
*El Dios de todo consuelo, que con amor
inefable creó al hombre y, en la
resurrección de su Hijo, ha dado a os
creyentes la esperanza de resucitar,
derrame sobre vosotros su bendición. R/.
Amén.
*Él conceda el perdón de toda culpa a los
que vivís aún en este mundo, y otorgue a
los que han muerte el lugar de la luz y de la
paz. R/. Amén.
*Y todos os conceda vivir eternamente
felices con Cristo, al que pro-clamamos
resucitado de entre los muertos. R/. Amén.
*Y la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda
sobre vosotros y os acompañe siempre. R/.
Amén.
O bien:
Señor, + dales el descanso eterno.
R/. Y brille sobre ellos la luz eterna.
Descansen en paz.
R/. Amén.
Sus almas y las almas de todos los fieles
difuntos, por la misericordia de Dios,
descansen en paz.
R/. Amén.
Podemos ir en paz.
R/. Demos gracias a Dios.
Oremos:
Escucha, Señor, la oración de tus fieles;
desde el abismo de la muerte, nuestro
hermano N. espera la abundancia de tu
redención; redímelo de todos sus delitos y
haz que en tu reino vea realizada toda su
esperanza. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R/. Amén.
LITURGIA DE LA PALABRA
Evangelio según San Mateo 25,1-13
"En aquel entonces el reino de los cielos
será semejante a diez vírgenes, que
tomaron sus lámparas y salieron al
encuentro del esposo. Cinco de entre ellas
eran necias, y cinco prudentes. Las necias,
al tomar sus lámparas, no tomaron aceite
consigo, mientras que las prudentes
tomaron aceite en sus frascos, además de
sus lámparas. Como el esposo tardaba,
todas sintieron sueño y se durmieron. Más a
medianoche se oyó un grito: ¡He aquí al
esposo! ¡Salid a su encuentro!". Entonces
todas aquellas vírgenes se levantaron y
arreglaron sus lámparas. Mas las necias
dijeron a las prudentes: "Dadnos de vuestro
aceite, porque nuestras lámparas se
apagan".
Replicaron las prudentes y dijeron: "No sea
que no alcance para nosotras y para
vosotras; id más bien a los vendedores y
comprad para vosotras".
Mientras ellas iban a comprar, llegó el
esposo; y las que estaban prontas, entraron
con él a las bodas, y se cerró la puerta.
Después llegaron las otras vírgenes y
dijeron: "¡Señor, señor, ábrenos!"
Pero él respondió y dijo: "En verdad, os
digo, no os conozco". Velad, pues, porque
no sabéis ni el día ni la hora".
Palabra del señor. Gloria a ti, Señor
Jesús.
HOMILÍA:
Aunque tengamos muy sabido que la
muerte tiene que llegar también a la gente
que conocemos y amamos, y aunque
incluso la enfermedad nos lo anuncie, hoy
nos encontramos aquí tristes y
sorprendidos. Tristes porque conocíamos y
apreciábamos y amábamos a este hermano
nuestro que se ha ido, y sorprendidos
porque, por más que lo sepamos, siempre
nos parece que no puede ser, que no es
posible que la vida de este mundo llegue un
momento en que termine. Pero esta es la
realidad, esta es la condición humana: llega
un día en que la vida de este mundo
termina, y los hombres nos hallamos ante la
hora de la verdad, el momento definitivo de
la existencia. Y hoy estamos aquí para decir
adiós a este hermano nuestro que llego a
este momento definitivo, a esta hora de la
verdad. Él no se encuentra ya entre
nosotros, él está ahora ante Dios esperando
que la bondad infinita del Padre que le abra
las puertas de la vida eterna, de la
esperanza eterna, del gozo eterno. Él se ha
presentado ante Dios, ante el Padre,
llevando en sus manos, como las doncellas
del evangelio, la lámpara encendida de su
buena voluntad, la lámpara encendida del
bien que se haya esforzado en realizar en
este mundo. Y nuestra confianza, la
confianza de los cristianos, es ésta: que
Dios va a tomar esta luz, esta pequeña
llama y la va a convertir en la luz eterna del
gozo, de la vida, de la paz. Por eso nos
encontramos aquí Para decirnos
mutuamente que creemos en la bondad
infinita de Dios y para orar todos juntos por
este hermano nuestro, para que
verdaderamente Dios lo acoja para siempre
en su Reino.
Con la esperanza puesta en la resurrección
y en la vida eterna que Cristo nos ha
prometido, profesemos ahora nuestra fe,
diciendo:
Creo en Dios, Padre Todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra; Creo en
Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor,
que fue concebido por obra y gracia del
Espíritu Santo, nació de Santa María
Virgen, padeció bajo el poder de Poncio
Pilato, fue crucificado, muerto y
sepultado, descendió a los infiernos, al
tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos y está sentado a la
derecha de Dios, Padre Todopoderoso;
Desde allí ha de venir a juzgar a los vivos
y a los muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia
católica, la comunión de los santos, el
perdón de los pecados, la resurrección
de la carne y la vida eterna. Amén.
PRECES FINALES
Oremos, hermanos, a Cristo, el Señor,
esperanza de los que vivimos aún en este
mundo, vida y resurrección de los que ya
han muerto; llenos de confianza, digámosle:
R/. Tú que eres la resurrección y la vida,
escúchanos.
*Recuerda, Señor, que tu ternura y tu
misericordia son eternas, y no te acuerdes
de los pecados de nuestro hermano N. R/.
*Por el honor de tu nombre, Señor,
perdónale todas sus culpas y haz que viva
eternamente feliz en tu presencia. R/.
*Que habite en tu casa por días sin término
y goce de tu presencia contemplando tu
rostro. R/.
*No rechaces a tu siervo ni lo olvides en el
reino de la muerte, sino concédele gozar de
tu dicha en el país de la vida. R/.
*Sé tú, Señor, el apoyo y la salvación de
cuantos a ti acudimos; sálvanos y
bendícenos, porque somos tu pueblo y tu
heredad. R/.
Canción:
Oración:
Padre de benevolencia, que por el amor
que tienes a los hombres te dignaste enviar
a tu Hijo haciéndolo hombre por obra del
Espíritu Santo en el seno de María
Santísima, para que viviera entre nosotros,
compartiendo nuestras privaciones y a
través de su pasión y muerte en cruz nos
abriera el camino de la Pascua eterna, te
suplicamos que dirijas con piedad tus ojos
hacia nuestros hermanos difuntos, que
habiendo salido de esta vida, se disponen
para contemplar tu rostro de misericordia.
Acepta pues, oh Dios
de todo consuelo, las súplicas que por ellos
te ofrecemos, para que purificados de todo
pecado, perfeccionados en la caridad y
libres de toda culpa puedan gozar de tu
divina presencia por toda la eternidad. Te
recomendamos particularmente a nuestros
parientes, bienhechores y en especial a
aquellos que por nuestro mal ejemplo hayan
podido tener ocasión de pecado. Que María
Santísima, consuelo de los afligidos, refugio
de los pecadores y auxiliadora de los
cristianos interceda por nuestros hermanos
a fin de que gocen de la gloria que has
preparado para todos tus santos. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
R/. Amén
SALMO 129
R/. Mi alma espera en el Señor.
*Desde lo hondo a ti grito Señor ¡Señor!
Escucha mi voz; estén atentos tus oídos a
la voz de mi súplica. R/.
*Si llevas cuenta de mis delitos, Señor
¿quién podrá resistir? Pero de ti procede el
perdón, y así infundes
respeto. R/.
*Mi alma, espera en el Señor, espera en su
palabra: mi alma aguarda al Señor más que
el centinela la aurora. R/.
*Aguarde Israel al Señor, como el centinela
la aurora; porque del Señor viene la
misericordia, la redención copiosa; y Él
redimirá a Israel de todos sus delitos. R/.
PRECES FINALES
Oremos a Dios nuestro Padre, fuente de
bondad y de misericordia, por medio de
Jesucristo su Hijo, y digámosle.
R/. Tú eres la resurrección y la vida.
*¡Señor! Tú que lloraste en la tumba de
Lázaro, dígnate enjugar nuestras lágrimas.
R/.
*Tú, que resucitaste a los muertos,
concédele la vida eterna a nuestros
hermanos. R/.
*Tú que purificaste a nuestros hermanos
con las aguas del Bautismo, dígnate
admitirlos en el lugar de tus santos y
elegidos. R/.
*Y a nosotros aún peregrinos en esta vida,
dígnate alimentar nuestra fe y nuestra
esperanza en la vida eterna. R/.
Padre nuestro...
Dales Señor el descanso eterno.
R/. Y brille para ellos la luz perpetua
Descansen en paz.
R/. Amén.
Los nuestros y todos los fieles difuntos por
la misericordia
de Dios descansen en paz.
R/. Amén
2. LITURGIA DE LA PALABRA
Luego se lee alguna de las siguientes
lecturas
L/. Lectura del libro de la Sabiduría (3,1-
6.9)
“La vida de los justos está en manos de
Dios y no los tocará el tormento. La gente
insensata pensaba que morían,
consideraba su tránsito como una desgracia
y su partida de entre nosotros como una
destrucción; pero ellos están en paz. La
gente pensaba que cumplían una pena,
pero ellos tenían total esperanza en la
inmortalidad; sufrieron pequeños castigos,
recibirán grandes favores, porque Dios los
puso a prueba y los halló dignos de sí; los
probó como el oro en el crisol, los recibió
como sacrificio de ofrenda. Los que confían
en él comprenderán la verdad, los fieles a
su amor seguirán a su lado; porque Dios
ama a sus devotos, se apiada de ellos y
mira por sus elegidos”.
Palabra de Dios. Gloria a ti señor Jesús.
L/. Lectura de la carta del apóstol san
Pablo a los Romanos (14, 7-9. 10c-12)
Hermanos: “Ninguno de nosotros vive para
sí mismo y
ninguno muere para sí mismo. Si vivimos,
vivimos para el
Señor; si morimos, morimos para el Señor;
en la vida y en
la muerte somos del Señor. Para esto murió
y resucitó
Cristo: para ser Señor de vivos y muertos.
Todos
compareceremos ante el tribunal de Dios,
porque está
escrito: “Por mi vida, dice el Señor, ante mí
se doblará toda rodilla, a mí me alabará
toda lengua”. Por eso, cada uno dará
cuenta a Dios de sí mismo”.
Palabra de Dios. Gloria a ti señor Jesús.
(Si se hacen dos lecturas, entre la primera y la
del Evangelio se puede cantar un canto de
meditación como un salmo (ver más abajo p. 23).
(Salmo 22).
L/.Lectura del Santo Evangelio según
san Juan (11, 17-27)
“En aquel tiempo, cuando Jesús llegó a
Betania, Lázaro
llevaba ya cuatro días enterrado. Betania
está como a tres kilómetros de Jerusalén; y
muchos judíos habían venido a ver a Marta
y a María para darles el pésame por la
muerte de su hermano. Cuando Marta supo
que Jesús venía en camino, salió a su
encuentro mientras que María permaneció
en casa. Y Marta dijo a Jesús: “Señor, si
hubieras estado aquí mi hermano no habría
muerto. Pero yo sé que todo lo que pidas a
Dios, Dios te lo concederá”. Jesús le dijo:
“Tu hermano resucitará”. Marta respondió:
“Yo sé que resucitará en la resurrección de
los muertos en el último día”. Jesús le dijo:
“Yo soy la resurrección y la vida; el que cree
en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que
está vivo y cree en mí no morirá para
siempre. ¿Crees esto? Ella le contestó: “Sí,
Señor, yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo
de Dios, el que tenía que venir al mundo”.
Palabra del Señor. Gloria a ti señor
Jesús.
(Si está presente un sacerdote o diácono, dirige a
los presentes una breve homilía. De lo contrario
alguno de los presentes puede hacer algún
comentario y guardar un momento de silencio.
Luego todos hacen la Profesión de fe).
2. LECTURAS
Lectura del libro de Job. (19, 1. 23-27a).
“Respondió Job a sus amigos: “¡Ojalá se
escribieran mis palabras en cobre, con
cincel de hierro y en plomo se escribieran
para siempre en la roca! Yo sé que está
vivo mi Redentor y que al final se alzará
sobre el polvo: después que me arranquen
la piel, ya sin carne, veré a Dios; yo mismo
lo veré y no otro, mis propios ojos lo verán”.
Lectura del profeta Isaías. (25, 6a. 7-9).
“Aquel día el Señor de los ejércitos
preparará para todos los pueblos en este
monte un banquete de manjares
suculentos... Aniquilará la muerte para
siempre. El Señor enjugará las lágrimas de
todos los rostros; devolverá la honra a su
pueblo y a toda la tierra, lo ha dicho el
Señor. Aquel día se dirá: Aquí está nuestro
Dios, de quien esperábamos que nos
salvara; celebremos y gocemos con su
salvación”.
Otras Lecturas del AT.
Lectura de la primera carta del apóstol
san Pablo a los Corintios. (15, 20-26).
Hermanos: “Cristo resucitó de entre los
muertos, el primero de todos. Si por un
hombre vino la muerte, por un hombre ha
venido la resurrección. Si por Adán
murieron todos, por Cristo todos volverán a
la vida. Pero cada uno en su puesto:
primero Cristo como primicia; después,
cuando él vuelva, todos los que son de
Cristo; después los últimos, cuando Cristo
devuelva a Dios Padre su reino. Cristo tiene
que reinar hasta que Dios haga de sus
enemigos estrado de sus pies. El último
enemigo aniquilado será la muerte”.
Lectura de la segunda carta del apóstol
san Pablo a los Corintios. (5, 1. 6-10).
Hermanos: “Es cosa que ya sabemos: si se
destruye esta nuestra tienda terrena,
tenemos un sólido edificio construido por
Dios, una casa que no ha sido levantada
por mano de hombre y que tiene duración
eterna en los cielos. En consecuencia
siempre tenemos confianza, aunque
sabemos que, mientras el cuerpo sea
nuestro domicilio, estamos desterrados
lejos del Señor. Caminamos sin verlo,
guiados por la fe...Por lo cual en destierro o
en patria nos esforzamos por agradarle.
Porque todos tendremos que comparecer
ante el tribunal de Cristo para recibir premio
o castigo por lo que hayamos hecho en esta
vida mortal”.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo
a los Filipenses. (3, 20-21).
Hermanos: “Nosotros somos ciudadanos
del cielo, de donde aguardamos un
Salvador, el Señor Jesucristo. El
transformará nuestro cuerpo humilde según
el modelo de su cuerpo glorioso, con esa
energía que posee para sometérselo todo”.
Lectura del libro del Apocalipsis. (14, 12-
13).
“Esta es la hora de la paciencia para los
santos, para los que guardan los mandatos
de Dios y la fe en Jesús. Luego oí una voz
que decía desde el cielo: Escribe: Dichosos
los muertos que mueren en el Señor. Sí,
dice el Espíritu, que descansen de sus
fatigas porque sus obras los acompañan”.
Otras Lecturas del NT
Rom 5, 5-11: Justificados por su sangre
seremos salvados por él.
Rom 8, 14-23: Aguardando la redención de
nuestro cuerpo.
1 Cor 15, 51-57: La muerte ha sido
absorbida en la victoria.
2 Cor 4, 14 5, 1: Lo que se ve es transitorio,
lo que no se
ve es eterno.
2 Tim 2. 8-13: Si morimos con él viviremos
con él
Apoc 21, 1-7: Ya no habrá muerte.
3. Salmos responsoriales
Salmo 22
R/. El señor es mi pastor, nada me falta.
*En verdes praderas me hace recostar; / me
conduce
hacia fuentes tranquilas / y repara mis
fuerzas. R/.
*Me guía por el sendero justo, / por el honor
de su nombre. / Aunque camine por
quebradas oscuras, / nada temo porque tú
vas conmigo; / tu vara y tu cayado me
sosiegan. R/.
*Preparas una mesa ante mí / enfrente de
mis enemigos;
/ Me unges la cabeza con perfume / y mi
copa rebosa. R/.
*Tu bondad y tu misericordia me
acompañan / todos los días de mi vida, / y
habitaré en la casa del Señor / por años sin
término. R/.
Salmo 24
R/. A ti, señor, levanto mi alma.
*Recuerda, Señor, que tu ternura / y tu
misericordia son eternas; / acuérdate de mí
con misericordia, / por tu bondad, Señor. R/.
*Ensancha mi corazón oprimido / y sácame
de mis tribulaciones. / Mira mis trabajos y
mis penas / y perdona todos mis pecados.
R/.
*Guarda mi vida y líbrame, / no quede yo
defraudado de haber acudido a ti. / La
inocencia y la rectitud me protegerán /
porque espero en ti. R/.
Salmo 102
R/. El señor es compasivo y
misericordioso.
*El Señor es compasivo y misericordioso, /
lento a la ira y
rico en clemencia; / no nos trata como
merecen nuestros
pecados / ni nos paga según nuestras
culpas. R/.
*Como un padre siente ternura por sus
hijos, / siente el
Señor ternura por sus fieles; / porque él
conoce nuestra
masa, / se acuerda de que somos barro. R/.
*Los días del hombre duran como la hierba,
/ florecen
como flor del campo, / que el viento la roza
y ya no
existe, / su terreno no volverá a verla. R/.
*Pero la misericordia del Señor dura
siempre, / su justicia
pasa de hijos a nietos / para los que
guardan su alianza /
y recitan y cumplen sus mandatos. R/.
Otros salmos: El 113 que evoca el paso de
Israel a la tierra
prometida; y el 117 que da gracias por los
hechos salvadores de Dios con su pueblo.
4. Evangelios
Lectura del santo evangelio según san
Marcos. (15, 33-39).
“Al llegar el mediodía toda la región quedó
en tinieblas hasta la media tarde: Y a la
media tarde Jesús clamó con voz potente:
Dios mío, Dios mío ¿por qué me has
abandonado? Uno echó a correr y
empapando una esponja en vinagre la
sujetó a una caña y le daba de beber... Y
Jesús dando un fuerte grito expiró. El velo
del templo se rasgó en dos de arriba abajo.
El centurión que estaba enfrente, al ver
cómo había expirado, dijo: Realmente este
hombre era Hijo de Dios”. Palabra del
Señor. Gloria a ti señor Jesús.
Lectura del santo evangelio según san
Juan. (5, 24- 29).
“En aquel tiempo dijo Jesús a los judíos.
Les aseguro: el que escucha mi palabra y
cree en el que me envió posee la vida
eterna y no se le llamará a juicio porque ha
pasado de la muerte a la vida. Les aseguro
que llega la hora, y ya estamos en ella, en
que los muertos oirán la voz del Hijo de
Dios y los que hayan oído vivirán. Porque lo
mismo que el Padre dispone de la vida, así
también ha dado al Hijo el disponer de la
vida. Y le ha dado poder de juzgar porque
es el Hijo del hombre. No les sorprenda
porque llega la hora en que los que están
en el sepulcro oirán su voz: los que hayan
hecho el bien resucitarán para la vida y los
que hayan hecho el mal resucitarán para la
condenación”.
Palabra del Señor. Gloria a ti señor
Jesús.
Lectura del santo evangelio según san
Juan. (12, 23- 26).
“En aquel tiempo dijo Jesús a sus
discípulos: Ha llegado la hora de que sea
glorificado el Hijo del hombre. Les aseguro
que si el grano de trigo no cae en tierra y
muere, queda infecundo; pero si muere da
mucho fruto. El que se ama a sí mismo se
pierde y el que se aborrece a sí mismo en
este mundo se guardará para la vida eterna.
El que quiera servirme que me siga y donde
esté yo, allí también estará mi servidor; a
quien me sirva, el Padre lo premiará”.
Palabra del Señor. Gloria a ti señor
Jesús.
Otros Evangelios
Mt 5, 1-12: Las bienaventuranzas.
Mt 11, 25-30: Vengan a mí y yo los aliviaré.
Mt 25, 31-46: El juicio final.
Lc 23, 39-43: Hoy estarás conmigo en el
paraíso.
Lc 24, 13-35: Los discípulos de Emaús.
Jn 14, 1-6: En la casa de mi Padre hay
muchas estancias.
CONSAGRACION A LA SANTÍSIMA
VIRGEN
¡Oh Señora mía! ¡Oh Madre mía! Yo me
ofrezco enteramente a ti y en prueba de
mi filial afecto te consagró en este día y
para siempre: mis ojos, mis oídos, mi
lengua, mi corazón, en una palabra todo
mi ser, ya que soy todo(a) tuyo(a), ¡Oh
Madre de bondad!, guárdame y
defiéndeme como cosa y posesión tuya.
Amén
Señor San José
Ruega por nosotros
DESPEDIDA
Guía: Oh Dios, cuyo Unigénito Hijo, con
su vida, muerte y resurrección, nos
alcanzó el premio de la vida eterna:
concédenos a quienes recordamos estos
misterios del Santo Rosario, imitar lo
que contienen y alcanzar lo que
prometen. Por el mismo Jesucristo
nuestro Señor. Amén.
*Dulce Madre no te alejes, tu vista de
nosotros nunca apartes, ven con
nosotros a todas partes y nunca solos
nos dejes, ya que nos proteges tanto
como verdadera Madre, haz que nos
bendiga el Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo. Amén.
Novenario para difuntos 1er día
Señor nuestro, que eres amor; recibe en tu
presencia a tu hijo (a) N… a quien has
llamado de esta vida. Perdónale todos sus
pecados, bendícelo (a) con tu luz y paz
eternas, levántalo (a) para que viva siempre
con todos tus santos en la gloria de la
resurrección. Por Cristo Nuestro Señor.
V. Hemos venido a rezar por el difunto (a)
N……
R/.En tus manos, Señor, encomiendo su
espíritu.
V. Estamos seguros de haber pasado de la
muerte a la vida, porque amamos a
nuestros hermanos (1 Juan 3,14).
R/. En tus manos, Señor, encomiendo su
espíritu.
V. Aunque camine por lugares oscuros,
nada temo, porque Tú estás conmigo
(Salmo 22,4).
R/. En tus manos, Señor, encomiendo su
espíritu
V. Vengan benditos de mi Padre, tomen
posesión del Reino preparado para ustedes
(Mateo 25,34).
R/. En tus manos, Señor, encomiendo mi
espíritu.
V. Quiero que donde yo esté, estén también
conmigo,
dice Jesucristo (Juan 17,24).
R/. En tus manos, Señor, encomiendo mi
espíritu.
Oremos:
Señor nuestro, que eres amor; recibe en tu
presencia a tu hijo (a) N…. a quien has
llamado de esta vida. Perdónale todos sus
pecados, bendícelo (a) con tu luz y paz
eternas, levántalo (a) para que viva siempre
con todos tus santos en la gloria de la
resurrección. Por Cristo Nuestro Señor.
Amén-
Conclusión:
Oh María, Madre de misericordia: acuérdate
de los hijos que tienes en el purgatorio y,
presentando nuestros sufragios y tus
méritos a tu Hijo, intercede para que les
perdone sus deudas y los saque de
aquellas tinieblas a la admirable luz de su
gloria, donde gocen de tu vista dulcísima y
de la de tu Hijo bendito.
Oh glorioso Patriarca San José, intercede
juntamente con tu Esposa ante tu Hijo por
las almas del purgatorio.
Oremos:
Señor nuestro, que eres amor; recibe en tu
presencia a tu hijo (a) N… a quien has
llamado de esta vida. Perdónale todos sus
pecados, bendícelo (a) con tu luz y paz
eternas, levántalo (a) para que viva siempre
con todos tus santos en la gloria de la
resurrección. Por Cristo Nuestro Señor.
Amén.
¡Señor mío, Jesucristo!, Dios y Hombre
verdadero, Creador, Padre y Redentor
mío; por ser Vos quien sois, Bondad
infinita, y porque os amo sobre todas las
cosas, me pesa de todo corazón haberos
ofendido; también me pesa porque
podéis castigarme con las penas del
infierno. Ayudado de vuestra divina
gracia, propongo firmemente nunca más
pecar, confesarme y cumplir la
penitencia que me fuere impuesta.
Amen.
LECTOR: Señor mío Jesucristo, que a los
que pecan castigas con justicia en esta vida
o en la otra: concédenos la gracia de nunca
pecar y ten misericordia de los que,
habiendo pecado, no pudieron, por falta de
tiempo, o no quisieron, por falta de voluntad
y por amor del regalo, satisfacer en esta
vida y están padeciendo ahora sus penas
en el purgatorio; y a ellos y a todos llévalos
pronto a su descanso...
Conclusión:
Oh María, Madre de misericordia: acuérdate
de los hijos que tienes en el purgatorio y,
presentando nuestros sufragios y tus
méritos a tu Hijo, intercede para que les
perdone sus deudas y los saque de
aquellas tinieblas a la admirable luz de su
gloria, donde gocen de tu vista dulcísima y
de la de tu Hijo bendito.
Oh glorioso Patriarca San José, intercede
juntamente con tu Esposa ante tu Hijo por
las almas del purgatorio.