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EL PERÚ OCULTO SE MOSTRÓ TAL CUAL ES EN LA GUERRA CON CHILE

En plena guerra con Chile el presidente Mariano Ignacio Prado se fugó a Europa con el pretexto
de comprar armas y nunca volvió, se quedó con una gigantesca cantidad de dinero y joyas
recolectadas que llenaron dos barcos completos; abandonó su cargo en plena guerra, le interesó
más sus grandes negocios que tenía en Chile y tenía el temor que se los expropiaran.
El vicepresidente Luis La Puerta asumió la Presidencia de la República, decidió enfrentar con
todo lo que se podía al ejército chileno, fue derrocado por militares cobardes que se oponían ir
al frente de batalla y por Nicolás de Piérola que regresaba de su destierro en Chile (y creía que
Luis La Puerta le restaba protagonismo).
Nicolás de Piérola Organizó la defensa de Lima, creando dos líneas defensivas al sur de la
capital, de una forma tan deficiente que sufrió las derrotas de San Juan y Miraflores (la mayor
parte de los soldados fueron retirados por sus familiares que temían que murieran en el
combate, dejando solamente a unos pocos indígenas que ni sandalias portaban y con un fusil
para cada dos soldados), las tropas chilenas los masacraron, literalmente, y ocuparon Lima
(enero de 1881).
Los historiadores afirman que Nicolás de Piérola envió el buque independencia para entregar a
nuestros defensores del sur 2 ametralladoras viejas y abundantes telas blancas para usarlos
como vendajes en la heridas, pero nada, absolutamente nada de logística; ni municiones, ni
medicinas para sostener la guerra.
El comandante francés Petit Thouars envía una carta al presidente francés, explicándole que los
políticos y líderes peruanos son egoístas, traidores, cobardes, indolentes entre ellos mismos y
sólo buscan su interés personal y que con ese tipo de personas el Perú no tenía ninguna
posibilidad de ganar la guerra. Pide autorización para intervenir y evitar que chilenos destruyan
Lima. La solicitud le fue negada.
Consumada la toma de Lima por los chilenos, Chorrillos y Barranco fueron incendiados. Gran
parte de la tropa chilena se entregó a la embriaguez y a las reyertas. Esa misma noche Cáceres y
César Canevaro insistieron en avanzar hacia Chorrillos con cinco mil soldados peruanos para
realizar un ataque sorpresa y liquidar a los chilenos. Piérola se negó a autorizar esta operación
por considerarla muy "riesgosa" para su seguridad personal ya que los chilenos podrían ir en su
captura.
Nicolás de Piérola después de dañar enormemente al Perú, huye del país tras la captura de
Lima, luego de malversar y saquear los fondos destinados a la defensa nacional. Jamás se
presentó cuenta o registro oficial alguno para justificar los retiros y el gasto de entre 95 y 130
millones de soles durante el año de dictadura de Piérola: una investigación oficial llevada a cabo
años más tarde encontró que hubo irregularidades extremas en el manejo de los fondos y gastos
públicos por parte de Piérola, quien se enriqueció fabulosamente con la guerra.
En 1881 fue ungida Arequipa como nueva capital del Perú. El enemigo chileno decidió
entonces tomar la ciudad blanca defendida por Lizardo Montero, que había establecido su
gobierno en la ciudad. Pero este marino realiza acciones a favor de los chilenos; como ordenar
el desarme de la guardia nacional, el retiro de las tropas asentadas en Moquegua, otorgarles
comida y pertrechos alimenticios al ejército invasor, lo que permitió el avance de los chilenos
hacia territorio mistiano. Luego huyó junto a su tropa a Puno saqueando el erario de la Ciudad
Blanca.
En el Norte Miguel Iglesias firma la paz con Chile, sin esperanzas y con las condiciones
impuestas por el enemigo.
En la sierra central Andrés Avelino Cáceres organiza la resistencia con gente humilde, un
ejército de indígenas, comuneros y restos de tropas contra el organizado ejército chileno, aún así
obtuvo el triple triunfo de Pucará, Marcavalle y Concepción, y aunque fue derrotado en
Huamachuco, no se rindió y continuó organizando la resistencia, pero tuvo que aceptar los
hechos consumados tras la firma del tratado de Ancón.
En el sur, Luego de la traición de Lizardo Montero, los arequipeños no tuvieron otra opción que
dejar entrar a los chilenos, sus representantes pusieron la ciudad a disposición del jefe del
Ejército Chileno que lo utilizaron como base de operaciones para tomar todo el Perú.
Finalmente, el Coronel Manuel Leiva Velasco, jefe de la segunda línea defensiva del sur,
abandonó a Bolognesi, pues estando con su tropa en Arequipa nunca llegó a la batalla de Arica
a pesar de los desesperados mensajes de pedidos de ayuda por parte Bolognesi. Su participación
pudo haber cambiado los resultados de la guerra, pero no tuvo el valor de combatir.
El Perú en los momentos más cruciales de su historia se mostró desunido, indiferente, cobarde y
cubierto de traidores, salvo honrosas excepciones.
Perú luchó solo, su aliado Bolivia huyó de la guerra abandonando a los peruanos a su suerte.
Chile devastó Perú por responsabilidad de nosotros mismos.
La verdadera historia del Perú es muy extraña, donde los traidores aparecen como héroes,
incluso las calles de Lima llevan sus nombres.
Cómo pasó esto?: en realidad esa tendencia viene desde la época incaica; Huáscar traicionó a su
hermano Atahualpa entregándolo a los españoles y poner a su ejército a disposición de los
extranjeros para destruir a la otra mitad del Imperio Incaico y poder apoderarse de todo. Los
españoles luego lo liquidaron, por traicionar a su propio pueblo y por lo mismo no confiaban en
él.
Túpac Amaru fue traicionado, capturado y liquidado por los mismos indígenas que pretendía
liberar. Lo hicieron para cobrar recompensa.
Y lo peor es que el Perú no ha cambiado nada.
Como el pueblo peruano castiga a sus héroes y venera a sus traidores, Nicolás de Piérola volvió
a ser elegido como Presidente de la República por segunda vez en 1895 y gobernó hasta 1899.
Nuestra historia lo registra como el presidente peruano más importante del siglo XIX, junto a
Ramón Castilla.
¡DEBEMOS CAMBIAR!

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