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Cuarto capítulo
Aún según la autora, el sentimiento que los fotógrafos de guerra intentan evocar en
sus espectadores es de empatía a través de la exposición de cuerpos reales mutilados en
sus fotos. Entre 1975 a 1979 más de 6.000 fotos fueron tomadas en una prisión secreta en
Tuol Sleng, suburbio de Pnhom Penh (capital de Cambodja). Estas fotos fueron tomadas
desde una perspectiva que coloca al espectador en la posición del fotográfo:
En ese caso, la exposición y selección fotográfica, intenta, como apunta Sontag, evocar el
sentimiento de alteridad del espectador. Las fotografías son reales, pero la forma de
divulgación banalizada en periódicos y revistas hace que ese sentimiento se pierda antes
que los espectadores terminan de desayunar. La búsqueda por satisfacción sádica de los
espectadores también es vista en el libro. Las fotos que, según los fotógrafos y también
según la posición de la autora, deberían conmover a los espectadores parece sugerir el
efecto contrario cuando se divulga en los medios.
Nuevas exigencias se presentan a la realidad en la era de las cámaras. La
realidad tal cual quizá no sea lo bastante temible y por lo tanto hace falta
intensificarla; o reconstruirla de un modo más convincente. (Susan Sontag,
2004, p. 29)
Las fotografías marcan, además de las vidas perdidas, el poder que los vencedores de una
guerra tienen sobre los derrotados. Sus cuerpos son objetos duales: muestran más allá de
la devastación de una guerra, también el sufrimiento físico y mental que estos registros
traen.
Otro marco señalado por Susan Sontag (2004) fue la forma en que las fotografías
fueron tomadas en la guerra de Vietnam. Según la autora "en la era de Vietnam, la
fotografía de guerra se ha convertido, como norma, una crítica a la guerra" p. 30). Las fotos
en ese período fueron encaradas como actos pedagógicos, mostraban el horror de la guerra
y cómo ella no perdonaba a mujeres, niños y ancianos. Esto se ve en la foto de 8 de junio
de 1972 que muestra a las muchachas y los muchachos corriendo desnudos poco después
de un bombardeo que ocurrió en la aldea donde ellos vivían.
Quinto capítulo
El quinto capítulo comienza con una nueva visión ética y estética de las guerras. A
diferencia de cómo se veían las guerras en la antigüedad, como la más extrema forma de
expresar la virilidad y el poder ante los cuerpos, ahora la guerra es vista como algo a ser
combatido.
El objetivo de la foto de guerra debería garantizar que lo que se muestra nunca más
se reproduzca. Aunque en la vida real esto pueda ser escuchado, en las películas el ruido
pasa lejos:
Este fenómeno puede ser visto en película recordados por la autora, como el rescate del
soldado Ryan, de 1998.
Aquí hay una diferencia entre la forma de encarar el objetivo de las fotos de Guerra.
En los primeros registros hechos, en la Guerra de Crimea, que ocurrió de 1853 a 1856, las
fotos de guerras eran usadas para diseminar lo que estaba sucediendo en los campos de
batalla - siendo esas fotos montadas o espontáneos. Ahora, las fotos de Guerra se utilizan
como forma de pasar a sus espectadores una evocación de un sentimiento de piedad
Enfar, mostrar algo en lo que tiene de peor, es una función más moderna:
didáctica, ella solicita una reacción enérgica. Para presentar una denuncia, y
tal vez modificar un comportamiento, los fotógrafos deben chocar. (...) Pero,
podemos preguntarnos: ¿por cuánto tiempo? ¿Tendrá el choque un período
de validez? (p. 36-7)
Sontag (2004) también señala que las fotos-noticias pueden convertirse en banales,
teniendo en cuenta la forma en que se divulgan. Esto se puede ver en la forma
sensacionalista de vincular estas imágenes. Estas noticias, después de varias veces que se
repiten en los telediarios se vuelven banales. Se vuelven cada vez más aceptables ver
imágenes y noticias sobre las guerras promovidas a lo largo del globo, lo que ahora no es
aceptable es pasar un día sin ellas en los periódicos. El horror, repetido varias veces, se
vuelve banal, se vuelve normal. "Así como la persona puede habituarse al horror en la vida
real, puede habituarse al horror de ciertas imágenes" (Susan Sontag, 2004, p. 37).
Mismo algunas fotos que se pueden tolerar según la exposición repetida, hay
algunas otras que no dejan de chocar incluso cuando se muestran varias veces. Esas,
según Sontag (2004), tienen la sensibilidad de evocar las fotos más brutales de otras
guerras:
[Hay] fotos que resuenan fotos: era inevitable que las fotos de prisioneros
bosnios escuálidos en Omarska, el campo de exterminio creado por los
serbios en el norte de Bosnia en 1992, no traía a la memoria fotos tomadas
en los campos de exterminio nazis en 1945. (p. 37)
A pesar de señalar por Sontag (2004) que el papel de la foto en la modernidad era el
de chocar a los espectadores, ese efecto también está dividido con las expresiones
estéticas que ellas evocan. En ese sentido, aun siendo fotos que marcan el horror en la
tierra, ellas son adoradas como obras de artes:
En ese mismo sentido, las fotografías de guerra escapan de una comprensión simple. La
foto choca, pero no explica. Evoca sensaciones ambiguas de los espectadores, pero no
evoca la comprensión los autores cree que ellas deben tener. La fotografía es fugitiva.
Referencias
Sontag, S. (2004). Ante el dolor de los demás, trad. Aurelio Major, México, Alfaguara, 71.