Вы находитесь на странице: 1из 26

UNIVERSIDAD MILITAR NUEVA GRANADA

LA ACCIÓN DE LESIVIDAD COMO MECANISMO PARA LA DECLARATORIA


DE NULIDAD DE LOS ACTOS ADMINISTRATIVOS

Presentado por:
TYRONE PACHECO GARCIA
JORGE EDUARDO SANTOS ZUÑIGA

Tutor Metodológico:
DRA. JINYOLA BLANCO

UNIVERSIDAD MILITAR NUEVA GRANADA


ESPECIALIZACIÓN EN DERECHO ADMINISTRATIVO
FACULTAD DE DERECHO
BOGOTÁ D.C.
2014

1
LA ACCIÓN DE LESIVIDAD COMO MECANISMO PARA LA DECLARATORIA
DE NULIDAD DE LOS ACTOS ADMINISTRATIVOS1

Jorge Eduardo Santos-Zúñiga2


Tyrone Pacheco-García3

1
Esta investigación se realiza como trabajo de grado para optar al título de especialistas en derecho
administrativo de la Universidad Militar Nueva Granada, Sede Bogotá, D.C.
2
Abogado egresado de la Universidad Surcolombiana, estudiante de la Especialización en Derecho
Administrativo de la Universidad Militar Nueva Granada. Bogotá D.C., Colombia. Correo electrónico:
jorge.santos1009@correo.policia.gov.co.
3
Abogado egresado de la Universidad Simón Bolívar de Barranquilla, estudiante de la Especialización en
Derecho Administrativo de la Universidad Militar Nueva Granada. Bogotá D.C., Colombia. Correo
electrónico: tyronepacheco@hotmail.com.

2
RESUMEN

La normatividad vigente en materia de derecho administrativo consagra la


posibilidad de manera genérica de que las autoridades públicas demanden ante lo
contencioso sus propios actos, a fin de excluirlos del ordenamiento jurídico por ser
contrarios a la Constitución o la Ley, existiendo un vacío respecto de la
reglamentación de tal herramienta, el cual ha sido resuelto por vía jurisprudencial y
doctrinal, motivo por el cual, cualquier intento de abordar el tema necesariamente
deberá hacerse a partir de la recopilación y examen de los pronunciamientos de
las altas cortes y estudiosos del derecho. El análisis de dichos antecedentes
evidencia la necesidad que la acción de lesividad sea instaurada en el
ordenamiento jurídico como una acción contenciosa independiente a las ya
consagradas.

Palabras clave: acto administrativo, acción de lesividad, nulidad, revocatoria.

HARMFULNESS ACTION AS A MECHANISM FOR THE DECLARATION OF


REVOCATION OF ADMINISTRATIVE ACTS

ABSTRACT

The current regulations on administrative law establishes the possibility of generic


way for public authorities to demand their own actions litigation, and thus exempt
from the law as contrary to the Constitution or the law, a gap exists regarding the
regulation of such a tool, which has been settled by jurisprudence and doctrine,
why, any attempt to address the issue necessarily must be made from the
collection and examination of the pronouncements of the high courts and legal
scholars. Analysis of these records shows the need that detrimental action is
introduced in the legal system as an independent adjudicatory action already
consecrated.

3
Key words: administrative act, detrimental action, annulment, revocation.

INTRODUCCIÓN

A lo largo de la historia de la Jurisdicción Contenciosa Administrativa en Colombia


se han expedido diferentes compendios normativos, que han contemplado en
similares términos mecanismos de control a las actuaciones administrativas de las
entidades públicas, a fin de garantizar el cabal cumplimiento de los fines estatales.

Tales mecanismos radican principalmente en la posibilidad que los particulares


puedan demandar en sede judicial la nulidad de aquellos actos administrativos de
carácter general o particulares y concretos, que se presuman hayan sido
expedidos con infracción a las normas en que deberían fundarse, sin competencia,
en forma irregular, con desconocimiento del derecho de audiencia y defensa,
mediante falsa motivación, o con desviación de las atribuciones propias de quien
las profirió, como lo consagra el Código de Procedimiento Administrativo y de lo
Contencioso Administrativo, en su artículo 137.

Es así, como la Ley 130 de 1913, primer Código Contencioso Administrativo, al


crear el Tribunal Supremo de lo Contencioso Administrativo y los Tribunales
Seccionales les atribuyó competencias para revisar los actos expedidos por las
corporaciones o empleados administrativos, a través de las acciones de nulidad.

Posteriormente, la Ley 167 de 1941, segundo Código Contencioso Administrativo,


estructuró de manera más clara las acciones, denominándolas de nulidad y de
plena jurisdicción, las cuales procedían contra los actos de la administración en
sus distintos órdenes territoriales; acciones las cuales fueron reglamentadas más
ampliamente con la expedición Decreto 01 de 1984, tercer Código Contencioso

4
Administrativo, donde se estipuló en su artículo 136 la posibilidad de que las
personas de derecho público demandaran sus propios actos.

Ahora bien, la Ley 1437 del 2011, Código de Procedimiento Administrativo y de lo


Contencioso Administrativo, reglamentación actualmente vigente, reconoce a la
administración la facultad de demandar sus propios actos administrativos de
carácter particular y concreto ante la Jurisdicción Contenciosa cuando no sea
posible hacerlo a través de la revocatoria directa (CPACA, artículo 97), mediante
el mecanismo de la acción de lesividad.

Vale la pena mencionar que a pesar que la legislación Colombiana no consagra


específicamente la acción de lesividad, esta es desarrollada doctrinal y
jurisprudencialmente, determinando la posibilidad para que la Administración
impugne sus propios actos ante la Jurisdicción de lo Contencioso Administrativo,
porque los mismos son ilegales o vulneran el orden jurídico generándoles un daño;
y cuando se pretende el retiro del acto del ordenamiento por contener una decisión
no ajustada a él, sin que sea el único propósito defender la legalidad en abstracto,
sino también el restablecimiento del derecho menoscabado a la misma
Administración con su expedición.

La acción de lesividad viene a ser definida entonces por los diferentes tribunales
judiciales y algunos doctrinantes como la posibilidad legal que tiene el Estado y las
demás entidades públicas de acudir a la jurisdicción contenciosa administrativa
con el propósito de impugnar sus propias decisiones, bien sea porque desconocen
la prevalencia del orden constitucional o porque desatienden el principio de
legalidad frente a determinada materia (Corte Constitucional, Sentencia T-120 del
2012).

De igual forma, la anterior postura se encuentra sustentada por el Consejo de


Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Quinta, en Sentencia de

5
fecha 21 de junio 2012, donde al resolver las pretensiones incoadas por La
Corporación Autónoma Regional para el Desarrollo Sostenible del Chocó –
CODECHOCO, consideró:

Que la misma “necesita restablecer el derecho que considera


conculcado con su propio acto. Le asiste este específico interés
particular, más allá de la sola preservación de la legalidad objetiva, que
tiene que ver con poder designar en el empleo a quien legalmente
corresponda y el derecho a defender su patrimonio, traducido en no
tener que cancelar emolumentos salariales y prestacionales a quien
legalmente no reúne requisitos para desempeñar el cargo.

En los términos del artículo 149 del C.C.A., la Corporación Autónoma


Regional para el Desarrollo Sostenible del Chocó - CODECHOCO está
facultada para accionar, en este caso, en ejercicio de la acción de
lesividad, concebida precisamente para impugnar los propios actos de la
administración cuando ésta los estime transgresores del orden jurídico.
En esta norma se establece que las entidades públicas pueden incoar
todas las acciones previstas en el Código, si las circunstancias lo
ameritan. (CP. Susana Buitrago Valencia).

Evidenciado la existencia de tal vacío normativo frente a la acción de lesividad, se


planteó la necesidad de un estudio del desarrollo jurisprudencial y doctrinal, a fin
de determinar su naturaleza jurídica y la conveniencia de implementarla a
mediano plazo como una acción judicial propiamente dicha, en la cual se
establezca los presupuestos procedimentales y sustanciales que se exigen para
su ejercicio.

El presente trabajo investigativo destaca la relevancia que tiene la referida acción


en la administración pública, el cual aportará aspectos básicos del procedimiento a
aplicar por ésta, para excluir del mundo jurídico aquellos actos administrativos que
no puedan ser objeto de revocatoria, situación que deja entrever la necesidad de
plantear el siguiente interrogante: ¿Cuál ha sido el desarrollo jurisprudencial y
doctrinal de la acción de lesividad como mecanismo para la declaratoria de nulidad
de los actos administrativos de carácter particular y concreto?

6
Tal interrogante lleva a enmarcar el objetivo general de la presente investigación
en identificar la evolución de la acción de lesividad mediante el estudio de los
diferentes pronunciamientos jurisprudenciales y doctrinales que sobre la materia
hayan sido elaborados, que a su vez, permitan dilucidar el estado actual de esta
acción como un mecanismo judicial de la administración para solicitar la
declaratoria de nulidad de sus actos administrativos de carácter particular y
concreto.

A su vez el anterior objetivo general permite estructurar tres objetivos específicos


a desplegar durante la investigación, a saber, uno inicial dirigido a determinar la
naturaleza jurídica de la acción de lesividad; posteriormente, otro encaminado a
verificar la importancia de esta acción en la administración pública; y finalmente,
establecer si existe la necesidad de instaurar la acción de lesividad como un
medio de control, adicional a los establecidos en la Ley 1437 de 2011, que permita
a la administración pública demandar sus propios actos.

ENFOQUE METODOLÓGICO

La investigación frente a la procedencia de la acción de lesividad como


instrumento para que la administración pueda demandar sus actos administrativos
de carácter particular y concreto, de acuerdo con el problema formulado
inicialmente, hizo necesario desarrollar la misma a través del tipo de metodología
descriptiva, atendiendo que este método permite explorar el compendio
jurisprudencial y doctrinal que se haya desarrollado en la materia.

El diseño seguido en la misma fue el bibliográfico, partiendo de datos


secundarios4, enmarcado en la búsqueda, recopilación y análisis de las

4
SABINO, Carlos, El Proceso de Investigación, “Cuando, a diferencia de lo anterior, los datos a emplear han
sido ya recolectados en otras investigaciones y son conocidos mediante los informes correspondientes nos

7
jurisprudencias de las altas cortes y la doctrina existente respecto al objeto de la
investigación, a fin de desarrollar y dar respuesta al interrogante planteado.

El análisis durante el trabajo de investigación correspondió al hermenéutico


jurídico, entendido éste como la actividad dirigida a encontrar la solución del
conflicto o al problema jurídico que se somete a estudio (Corte Constitucional,
Sentencia C-820 de 2006), mediante el análisis de los principios que han sido
elaborados por la jurisprudencia y la doctrina respecto de la acción de lesividad,
en vista del vacío normativo que existe sobre la acción referida, para lo cual el
trabajo investigativo se llevó a cabo en dos etapas así: recopilación y análisis de
las fuentes.

Durante la primera etapa, de recopilación, se realizó la búsqueda sistemática de


los pronunciamientos de la Corte Constitucional y Consejo de Estado,
relacionados con la acción de lesividad, al igual de aquellos escritos doctrinales y
conceptos realizados frente al tema que se investiga por parte de entidades
públicas y distintos estudiosos de la materia, recopilación documental que
fundamentará el consecuente desarrollo de las demás etapas de la investigación.

Posteriormente, recopilada la información y dada la aplicación del método


hermenéutico, en la etapa de análisis de las fuentes se buscó alcanzar los
objetivos planteados, a fin de brindar respuesta al problema jurídico formulado en
la presente investigación.

referimos a datos secundarios, porque han sido obtenidos por otros y nos llegan elaborados y procesados de
acuerdo con los fines de quienes inicialmente los obtuvieron y manipularon. Como estas informaciones
proceden siempre de documentos escritos, pues esa es la forma uniforme en que se emiten los informes
científicos, damos a estos diseños el nombre de bibliográficos”.

8
RESULTADOS OBTENIDOS

A efectos de desarrollar y resolver el interrogante planteado en la presente


investigación, resulta necesario en primer lugar traer a colación algunas
definiciones normativas y doctrinales directamente relacionadas con la
denominada acción de lesividad, así:

Uno los principales tratadistas que se ha preocupado por definir la denominada


acción de le lesividad es AGUSTÍN GORDILLO (2007), respecto de la cual explicó:

La administración puede pedir ante la justicia la anulación de sus


propios actos, a través de lo que en el derecho español, pero
también a veces entre nosotros, se llama la acción de lesividad;
con la salvedad antes referida a la caducidad y prescripción de la
acción. Y es obvio señalar, por otra parte, que la consecuencia
jurídica respecto del acto (su extinción) no varía por que deba ser
perdida por una persona, o pueda serlo por varias.

De igual forma, se encuentran autores como FLAVIO I. LAWENROSEN (1968),


quien en relación a la acción de lesividad, manifestó:

Procede esta acción cuando resulta imposible, en sede


administrativa, revocar un acto administrativo, que se encuentra
firme, y que generó derechos subjetivos, que están en ejecución,
o han sido ejecutados.

Existe tal imposibilidad cuando la irregularidad no deriva del


accionar directo del administrado destinatario del acto. Entonces la
administración, a fin de eliminar del mundo jurídico un acto lesivo,
que importa agravio al Estado de Derecho, debe acudir al órgano
judicial, a fin que éste, disponga o no la revocación del acto. Ese
accionar de la administración, accediendo a sede judicial con el fin
de preservar el imperio de la legitimidad, se denomina acción de
lesividad.

9
Concomitante con el anterior planteamiento, encontramos la postura de AURELIO
GAUITA (1998), quien refiere “que lo decisivo, pues, en el proceso de lesividad, es
que la demanda proceda del mismo sujeto público que dictó el acto impugnado”.

Ahora bien, PATRICIO SECAIRA (1994), en relación con la acción objeto de


investigación, advierte que:

Existen actos administrativos que no pueden ser revocados por el


órgano público que los emitió en razón que sus efectos jurídicos
creó derechos subjetivos a favor de un administrado. De esa
manera, si el acto o resolución benefician al administrado los
efectos de la decisión no están a disposición de la administración
pública la cual no está en capacidad jurídica de ejercer la autotela.
La misma que será aplicable a otros actos administrativos.

En el ámbito de los autores colombianos, LIBARDO RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ


(2004), señaló respecto de la revocatoria de los actos administrativos:

4. Frente a los argumentos anteriores, la primera precisión que


debe hacerse, en mi opinión, consiste en que, efectivamente, la
“ocurrencia por medios ilegales” no puede corresponder
simplemente a la ilegalidad del acto, por la sencilla razón de que,
si así, fuera, los actos administrativos de carácter particular y
concreto que hayan creado o modificado una situación jurídica
individual o reconociendo un derecho de igual categoría, podrían
ser revocados son el consentimiento de su titular por una causal
menos estricta que la prevista para la generalidad de los actos en
el numeral 1 del artículo 69 de C.C.A., que se refiere a la
“manifiesta oposición del acto a la Constitución o a la Ley”, lo cual
dejaría sin sentido alguno la protección especial que quiere
otorgar el principio de intangibilidad consagrado en el inciso
primero del artículo 73 del mismo estatuto, e implicaría que no
habría intangibilidad en ningún caso. Por lo mismo, sobraría la
llamada acción de lesividad prevista en nuestro ordenamiento
jurídico, a semejanza de otros, como el español, como instrumento
para que la misma administración pueda demandar sus propios
actos, cuando considere que fueron expedidos bajo la existencia
de una causal cualquiera de ilegalidad, a fin de que el juez se
pronuncie sobre la misma, pues ante aquella consideración

10
bastaría con que la administración procediera directamente a la
revocación del acto sin necesidad de acudir al juez.

Continuando con las anteriores definiciones, resulta pertinente referenciar algunos


conceptos contenidos en la legislación Colombiana relacionados con la acción de
lesividad, a efectos de aclarar la finalidad que esta persigue.

Acto Administrativo: El artículo 97 de la Ley 1437 de 2011, consagra la posibilidad


que tiene la administración de demandar ante la Jurisdicción Contenciosa aquellos
actos administrativos de carácter particular y concreto que se consideren sean
contrarios a la Constitución o la Ley, o hayan sido expedidos por medios ilegales o
fraudulentos.

En tal sentido, debe entenderse que los actos administrativos corresponden a la


manifestación de la voluntad de la administración, tendientes a producir efectos
jurídicos mediante la creación, modificación o extinción de derechos de los
administrados, ya sea de manera general al conglomerado social o a unos de sus
integrantes de forma particular.

Respecto de los actos administrativos la Corte Constitucional mediante Sentencia


C-1436 de 2000, estableció lo siguiente:

Como expresión del poder estatal y como garantía para los


administrados, en el marco del Estado de Derecho, se exige que
el acto administrativo esté conforme no sólo a las normas de
carácter constitucional sino con aquellas jerárquicamente
inferiores a ésta. Este es el principio de legalidad, fundamento de
las actuaciones administrativas, a través del cual se le garantiza a
los administrados que en ejercicio de sus potestades, la
administración actúa dentro de los parámetros fijados por el
Constituyente y por el legislador, razón que hace obligatorio el
acto desde su expedición, pues se presume su legalidad. (MP.
Alfredo Beltrán Sierra).

11
Significa lo anterior que para la expedición de sus actos administrativos la
administración debe verificar que este cumple con el principio de legalidad, es
decir, que el contenido del mismo es concordante con los mandatos
constitucionales y legales que rigen determinada materia, motivo por el cual, al
evidenciarse que dicho acto no cumple con tal exigencia la autoridad debe
propender por su exclusión del mundo jurídico, haciendo uso del instrumento de
la revocatoria.

Revocatoria directa: De conformidad con lo expuesto en precedencia debe


entenderse que la revocatoria directa es un constructo jurídico mediante el cual la
administración deja sin efectos los actos administrativos por ella misma expedidos,
ya sea a petición de parte o de manera oficiosa, cuando se configure alguna de las
causales taxativas consagradas en el artículo 93 de la Ley 1437 de 2011, a saber
cuando sea manifiesta su oposición a la Constitución Política o a la ley; cuando no
estén conformes con el interés público o social, o atenten contra él; o cuando con
ellos se cause agravio injustificado a una persona.

Sobre este particular el Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo,


Sección Primera, mediante Sentencia de fecha 3 de noviembre de 2011, precisó lo
siguiente:

En nuestro ordenamiento esta figura no tiene una naturaleza


jurídica definida. No obstante, del examen de la normativa positiva
que la regula (artículos 69 a 74 del Código Contencioso
Administrativa) se puede concluir que tiene dos modalidades: de
un lado, como mecanismo de utilización directa por parte del
sujeto pasivo del acto frente a la autoridad que lo produjo o ante
su inmediato superior y, de otro, como medida unilateral de la
Administración para dejar sin efecto decisiones adoptadas por ella
misma.

En el primer caso, se trata de un mecanismo procedimental similar


a los recursos típicos de las actuaciones administrativas, pero con
unas oportunidades y procedimientos diversos, razón por la cual

12
esta modalidad se califica por algunos como un recurso
extraordinario. Su carácter de recurso, en sentido amplio, se da al
ser una forma para procurar que el organismo que expidió el acto
lo revise por las causales que la ley consagra especialmente para
ello. Su condición de extraordinario, se desprende del hecho de
que formal o técnicamente se surte por fuera del procedimiento
administrativo, independientemente de que éste haya concluido o
no, y de forma alternativa e incompatible con los recursos
constitutivos de la vía gubernativa (llamados recursos ordinarios),
con los cuales se diferencia en los aspectos procedimentales
básicos.

En el segundo caso, es un mecanismo ya no alternativo sino


adicional al de la vía gubernativa, del que puede hacer uso la
Administración de manera oficiosa, bajo ciertas circunstancias y
limitaciones, para revisar y corregir la manifiesta antijuridicidad,
inconveniencia, o el agravio injustificado que cause alguno de sus
actos administrativos. Es, en efecto, un mecanismo unilateral de la
administración otorgado por el legislador, con el fin de revisar sus
propias actuaciones y, dentro del contexto de la actuación oficiosa,
sacar del tránsito jurídico decisiones por ella misma adoptadas.
(CP. Rafael E. Ostau de Lafont Pianeta).

Si bien el pronunciamiento del Consejo de Estado se enmarca en el contenido


normativo del Decreto 01 de 1984 (disposición derogada con la entrada en
vigencia de la Ley 1437 de 2011), tiene plena validez y aplicabilidad en la
actualidad, pues diferencia la revocatoria promovida por solicitud de parte y
aquella que tiene su génesis en la voluntad unilateral de la administración.

La diferencia entre una y otra forma de aplicar la revocatoria no es solamente


conceptual, también significa la aplicación de distintos procedimientos para su
ejercicio, pues en el caso de la solicitud de un particular de la revocatoria directa
por las causales antes señaladas de un acto administrativo, el trámite a seguir
será el consagrado en los artículo 93 al 97, de la Ley 1437 de 2011, el cual no
corresponde necesariamente al aplicable en el evento que sea la administración
quien pretenda revocar su propio acto, bajo el entendido que la normatividad exige
para ello la existencia de consentimiento previo, de ser el caso, del particular, sin

13
el cual deberá acudir obligatoriamente a la Jurisdicción de lo Contencioso
Administrativo, según lo consagran los incisos 2 y 3 del artículo 97 de la norma
ibídem, a saber:

Si el titular niega su consentimiento y la autoridad considera que el


acto es contrario a la Constitución o a la ley, deberá demandarlo
ante la Jurisdicción de lo Contencioso Administrativo.

Si la Administración considera que el acto ocurrió por medios


ilegales o fraudulentos lo demandará sin acudir al procedimiento
previo de conciliación y solicitará al juez su suspensión
provisional.

Ahora bien, la norma en cita pese a establecer que se deberá demandar el acto
ante la Jurisdicción de lo Contencioso Administrativo, no establece mediante qué
procedimiento de los consagrados en la Ley 1437 de 2011, deberá realizarse
dicho trámite, situación que plantea la existencia de un vacío jurídico o laguna, la
cual ha venido siendo subsanada por la jurisprudencia tanto del Consejo de
Estado, máximo órgano de lo contencioso, como de la Corte Constitucional.

Como se ha señalado a lo largo del presente ensayo, la jurisprudencia ha


denominado la posibilidad que la administración demande sus propios actos como
la acción de lesividad, la cual encuentra su naturaleza y/o fundamento en los
siguientes pronunciamientos de los altos tribunales referidos, así:

A. Pronunciamientos del Consejo de Estado.

El Consejo de Estado, como máximo órgano de cierre de la Jurisdicción


Contencioso Administrativa, respecto de la aplicación de la acción de lesividad se
ha pronunciado en reiteradas oportunidades definiendo la procedencia del referido
mecanismo para la declaratoria de nulidad de los actos administrativos en los
siguientes términos:

14
Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera,
Sentencia de fecha 4 de diciembre de 2006.

Al abordar el problema jurídico relacionado con la viabilidad de


ejercer la acción de nulidad para la impugnación de actos
administrativos de carácter particular y concreto, esta Corporación
ha sostenido que, para estos efectos, tal acción solamente resulta
procedente: i) en los casos en que expresamente la ley lo ha
señalado y ii) en aquellos eventos en los cuales una eventual
sentencia estimatoria no comporte el restablecimiento automático
de un derecho subjetivo. En el caso que ocupa a la Sala, se
encuentra que el parágrafo impugnado no se enmarca dentro de
los actos particulares referidos, frente a los cuales resulta
procedente la acción de nulidad. Sin embargo, a fin de garantizar
la prevalencia del derecho sustancial y el derecho de acceso a la
Administración de Justicia, se ha de interpretar que realmente la
demanda se instauró en ejercicio de la acción de nulidad y
restablecimiento del derecho y teniendo en cuenta que la
Administración ataca su propio acto, se concluye que
efectivamente se interpuso dentro del término de caducidad
respectivo, toda vez que el acto impugnado se expidió el 4 de
junio de 1.993 y la demanda se presentó el día 12 de octubre de
1.994, esto es, sin haberse agotado el término de dos años
contemplado en el artículo 136 del C.C.A., según la redacción
para entonces vigente. (CP. Mauricio Fajardo Gómez).

Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Primera,


Sentencia de fecha 28 de febrero de 2008.

Tal como sucede en otras legislaciones, en el ordenamiento


colombiano se encuentra expresamente consagrada la posibilidad
de que la Administración acuda ante la Jurisdicción Contencioso
Administrativa, pretendiendo que se declare la nulidad de un acto
administrativo propio, esto es, expedido por la misma persona
jurídica que obra en calidad de demandante y,
consecuencialmente se restablezca el derecho vulnerado.

Este mecanismo judicial, al cual puede recurrir la Administración


cuando resulte jurídicamente improcedente la revocatoria directa
del acto que impugna, tiene en nuestro medio unas características

15
específicas que lo dotan de identidad y permiten distinguirlo de
otras acciones, como a continuación se expone.

En el texto original del Decreto-Ley 01 de 1.984 se preveía


expresamente que las entidades administrativas podían
comparecer al proceso contencioso, no sólo en calidad de
demandadas, como generalmente ocurre, sino también en calidad
de demandantes. En efecto, se establecía que en algunos de
estos eventos la competencia, por razón del territorio, se
determinaba por el domicilio del demandado; que la caducidad de
la acción de nulidad y restablecimiento del derecho sería de dos
años “si el demandante es una entidad pública” y que las
entidades públicas deberían estar representadas por abogado,
tanto “en los procesos que promuevan” como en los que se
adelanten contra ellas.

La Ley 446 de 1998 reguló el tema en forma más directa e


introdujo una clara diferencia entre la acción de nulidad y
restablecimiento del derecho interpuesta por un entidad pública
contra acto administrativo expedido por otra entidad y la misma
acción contra acto administrativo propio, al disponer expresamente
que “Cuando una persona de derecho público demande su propio
acto la caducidad será de dos años, contados a partir del día
siguiente al de su expedición”.

De lo anterior se desprende que, de conformidad con el diseño


normativo actualmente vigente, la acción en comento se
circunscribe, en nuestro medio, a aquellos eventos en los cuales
una entidad de derecho público impugna judicialmente un acto
administrativo que ella misma expidió, pretendiendo que se
declare su nulidad y el restablecimiento -automático o no- del
derecho conculcado con el acto, caso en el cual, desde luego, no
se aplica el requisito de procedibilidad relacionado con el
agotamiento de la vía gubernativa y existe un término especial de
caducidad (dos años), que se empieza a contar no desde la
publicación o notificación del acto sino a partir del día siguiente al
de su expedición.
(…)
Dentro de las principales características de la acción de nulidad y
restablecimiento del derecho contra acto un administrativo propio,
se encuentran las siguientes: i) es una acción contencioso
administrativa, principal, temporal, subjetiva, que no requiere de
previo agotamiento de la vía gubernativa; ii) en su trámite procede
la medida cautelar de suspensión provisional de los actos
impugnados, contemplada en el artículo 238 de la Constitución

16
Política, la cual deberá solicitarse y sustentarse expresamente en
la demanda o en escrito separado presentado antes de su
admisión, demostrando aún en forma sumaria, además de la
manifiesta infracción de las disposiciones invocadas, el perjuicio
que la ejecución del acto demandado causa o podría causar a la
entidad demandante; iii) obra como demandante, mediante
apoderado, la misma persona o entidad que en ejercicio de sus
funciones administrativas expidió el acto impugnado y, como
demandado el destinatario del mismo; iv) el demandante ha de
indicar las normas que considera violadas y expresar el concepto
de la violación, pues a él corresponde la carga de desvirtuar la
presunción de legalidad, de la que, en todo caso, goza el acto
impugnado; v) el demandante ha de individualizar los actos
impugnados con toda precisión, acompañando con la demanda
copia autentica de los mismos, junto con la respectiva constancia
de publicación, notificación o ejecución, según el caso; vi) si el
acto fue recurrido en vía gubernativa, “también deberán
demandarse las decisiones que lo modifiquen o confirmen; pero sí
fue revocado, sólo procede demandar la última decisión”; y vii)
tiene un término especial de caducidad (dos años), que se
empieza a contar no desde la publicación o notificación del acto
sino a partir del día siguiente al de su expedición, establecido en el
numeral 7 del artículo 136 del C.C.A. (CP. Rafael E. Ostau de
Lafont Pianeta).

En similares términos, estos planteamientos han sido referidos por el Consejo de


Estado en múltiples pronunciamientos como en la sentencia de fecha 12 de agosto
de 2010 (Sección Segunda, Subsección B), sentencia de fecha 4 de julio de 2013
(Sección Segunda, Subsección B), sentencia de fecha 4 de marzo de 2003 (Sala
Plena de lo Contencioso Administrativo) y sentencia de fecha 1 de septiembre de
1998 (Sala Plena de lo Contencioso Administrativo), entre otras.

B. Pronunciamientos Corte Constitucional.

De igual forma, la Corte Constitucional se ha referido en varios de sus fallos a la


denominada acción de lesividad como la facultad que tienen las autoridades
administrativas para demandar sus propios actos cuando siendo violatorios de
norma superior no pueden ser revocados por su propia decisión, así:

17
Corte Constitucional, Sentencia T-1131 de 2001.

Por consiguiente, no podía el Alcalde encargado de Puerto


Wilches calificar directamente la ilegalidad que él dice que existió
en los nombramientos en propiedad que la Alcaldía hizo. Este
proceder se aparta de la exigencia señalada en el artículo 73 del
Código Contencioso Administrativo: “Cuando un acto
administrativo haya creado o modificado una situación jurídica de
carácter particular y concreto o reconocido un derecho de igual
categoría, no podrá ser revocado sin el consentimiento expreso y
escrito del respectivo titular”. Como en el presente caso se omitió
cumplir con tal requisito, se afectó el debido proceso
administrativo.

La ilegalidad sólo la podía decretar el funcionario judicial


correspondiente, o sea la jurisdicción contencioso administrativa.
Como ello no ocurrió, se les ha violado el debido proceso a los
tutelantes. La consecuencia es que prosperará la tutela y queda
en firme el nombramiento hecho en propiedad, salvo que el
Tribunal contencioso declare, mediante acción de lesividad, nulos
los decretos de nombramiento. La doctrina ha denominado acción
de lesividad, la facultad que tienen las autoridades administrativas
para demandar sus propios actos cuando siendo violatorios de
norma superior no pueden ser revocados por su propia decisión.
El término de caducidad en este caso es de dos años y no se le
están afectando los derechos al Municipio de Puerto Wilches al
indicársele que si estima ilegales los nombramientos que produjo,
puede acudir a la mencionada acción de lesividad porque aún no
ha operado la caducidad. (MP. Marco Gerardo Monroy Cabra).

Corte Constitucional, Sentencia C-255 de 2012.

5.2.- Ahora bien, los requisitos para la revocación de actos


particulares y concretos buscan preservar la seguridad jurídica y la
confianza legítima de los asociados, como quiera que las
autoridades no pueden disponer de los derechos adquiridos de
buena fe sin que medie una decisión judicial o se cuente con la
autorización expresa del afectado. En palabras de esta
Corporación:

“En cuanto a la revocación que la administración haga de sus


propios actos, la Corte reitera que no puede tener cabida cuando

18
mediante ellos se han creado situaciones jurídicas de carácter
particular y concreto o se han reconocido derechos de la misma
categoría, salvo que medie el consentimiento expreso y escrito del
mismo titular. La decisión unilateral del ente público toma de
sorpresa al afectado, introduce un pernicioso factor de inseguridad
y desconfianza en la actividad administrativa, quebranta el
principio de la buena fe y delata indebido aprovechamiento del
poder que ejerce, sobre la base de la debilidad del administrado”.

Es por ello que, por regla general, el Legislador ha exigido la


autorización expresa y escrita para la revocatoria de actos de
contenido particular y concreto emanados de la administración. En
caso contrario las autoridades están obligadas a acudir ante la
jurisdicción para demandar sus propios actos a través de la
llamada acción de lesividad.
(…)
6.3.- Como primera medida la Corte recuerda que la facultad de
revocatoria directa de actos administrativos no se encuentra per
se constitucionalmente prohibida. Es cierto que por regla general
la administración no puede revocar unilateralmente sus propios
actos, sino que debe acudir ante la jurisdicción de lo contencioso
administrativo a través de la llamada acción de lesividad, entre
otras por razones de seguridad jurídica y confianza legítima. Pero
también es cierto que excepcionalmente el Legislador puede
autorizar la revocatoria unilateral sin que medie la anuencia del
administrado, cuando ello obedezca a razones constitucionales
importantes, existan elementos de juicio acreditados de manera
suficiente y se ofrezcan al ciudadano todas las garantías para
ejercer sus derechos de contradicción y defensa en el marco del
debido proceso. (MP. Jorge Iván Palacio Palacio).

Esta postura de la Corte Constitucional fue reiterada de varios pronunciamientos


de la misma corporación, entre los que se encuentran las sentencias T-347 de
1994, T-246 de 1996, T-336 de 1997, y T-7220 de 1998.

Lo anterior para significar que el actual Código de Procedimiento Administrativo y


de lo Contencioso Administrativo, enuncia genéricamente la posibilidad que la
administración demande sus actos contrarios a la Constitución o a la Ley, pero ha
sido por vía jurisprudencial que se han desarrollado los requisitos y el

19
procedimiento para poner en marcha el aparato judicial. En tal sentido se pueden
extractar los siguientes aspectos relevantes de la denominada acción de lesividad:

 La acción de lesividad es eminentemente contenciosa administrativa,


principal, temporal, subjetiva, que no requiere de previo agotamiento de la vía
gubernativa, lo anterior bajo entendido que es la misma administración que expidió
el acto quien lo demanda.

 La acción de lesividad se tramita por el procedimiento establecido para la


acción de nulidad y restablecimiento del derecho, aplicando el termino de
caducidad de la misma que es de cuatro meses, bajo el entendido que en la
actualidad la Ley 1437 de 2011, no consagró un término especial como si lo hacia
la normatividad anterior.

Sobre este particular resulta preciso traer a colación lo manifestado por JUAN
ÁNGEL PALACIO HINCAPÍE (2013), así:

Sin embargo, aunque el nuevo Código, Ley 1437 de 2011, no se


refiere a la facultad de la entidad para demandar en la
denominada Acción de Lesividad como sí lo hacía el derogado
Decreto 01 de 1984, se tiene expresa referencia a la habilitación
legal para que la Administración demande sus propios actos,
cuando en el artículo 97 se señala que “si la Administración
considera que el acto ocurrió por medios ilegales o fraudulentos lo
demandará sin acudir al procedimiento previsto de conciliación y
solicitará al juez su suspensión provisional”; a través del
procedimiento previsto para la acción de nulidad (Cf. L. 1437/11,
Art. 137).

 En su trámite procede la medida cautelar de suspensión provisional de los


actos demandados, contemplada en el artículo 238 de la Constitución Política y el
inciso 3 del artículo 97 de la Ley 1437 de 2011.

20
 La parte actora necesariamente deberá ser la autoridad administrativa que
expidió el acto, y el accionado deberá ser el particular sobre el cual recaen los
efectos del acto impugnado.

 En el escrito de demanda la administración deberá indicar las normas que


considera violadas y expresar el concepto de la violación.

 De existir pronunciamiento en vía administrativa también deberán


demandarse dichos pronunciamientos, bajo el entendido que se configura la
existencia de un acto complejo.

CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES

De conformidad con los antecedentes expuestos se puede concluir que la acción


de lesividad es una herramienta de las autoridades administrativas para excluir del
mundo jurídico sus propios actos contrarios a la Constitución y a la Ley, la cual
pese a su gran importancia no se encuentra debidamente reglamentada por el
legislador.

En consecuencia, el desarrollo de esta acción ha sido principalmente doctrinal y


jurisprudencial, circunstancia que no da asomos de estabilidad jurídica, bajo el
entendido que las posturas frente a la misma varían dependiendo de la
corporación, e inclusive muchas veces entre las salas que las conforman, al igual
que sucede con los distintos doctrinantes quienes no siempre coinciden en la
naturaleza de la acción en sus obras.

De igual forma se evidencia que la reducción del término de caducidad de dos


años a cuatro meses hace que se imposibilite el ejercicio de la acción de lesividad,

21
pues la inconstitucionalidad o ilegalidad de los actos muchas veces sobreviene
posterior a la notificación del mismo, coartando la finalidad última de la acción.

Así mismo debe considerarse la acción de lesividad como un instrumento de vital


importancia para la administración donde tenga la oportunidad de dar aplicación
inmediata a dicha acción, estableciendo para ello un procedimiento especial que
lleve inmerso el principio de celeridad, a fin de garantizar la estabilidad jurídica y
proteger el patrimonio del Estado en aquellos casos a que hubiere lugar;
atendiendo que el compendio normativo existente en la jurisdicción contenciosa
administrativa no ha desarrollado claramente los presupuestos para que la
administración recurra a tal instrumento, lo que impide su aplicación de manera
eficaz.

Concomitante con lo anterior, muy a pesar de que el Decreto 01 de 1994 y la Ley


1437 de 2011, refieren de manera somera la aplicación de este instrumento frente
a la oportunidad que tiene la administración de revocar sus actos, hacen que la
misma sea desconocida y sea de poco uso en sede judicial, por lo que se haría
necesario que en la actual normatividad se modificara el término de caducidad y
se estableciera un procedimiento especial para ello, a fin de solventar el vacío
jurídico existente sobre el particular, habida consideración que el desarrollo de
este mecanismo jurídico se encuentra reglado principalmente, como se dijo a lo
largo de esta investigación, por los entes judiciales.

Por lo que para la implementación de un procedimiento especial en relación a la


acción de lesividad se deberá tener en cuenta cuáles serían los efectos jurídicos
de la exclusión del acto demandado, bajo el entendido que el derecho del
particular quedaría en suspenso; determinarse la procedencia del desistimiento de
la acción, ya sea de manera tácita o a petición de parte; fijar el trámite de la acción
junto con las causales taxativas de procedencia y requisitos de la demanda, y las
etapas procesales correspondientes, al igual, como se dijo en letras anteriores, de

22
un término de caducidad acorde con la finalidad de salvaguardar el interés general
que se persigue esta acción.

No obstante, los funcionarios y las diferentes entidades administrativas, en el


ejercicio de sus funciones, previo a la expedición de un acto, deben realizar los
controles pertinentes, a efectos de garantizar los derechos de los administrados y
el respeto por el principio de legalidad del mismo.

23
REFERENCIAS

GORDILLO, Agustín. (2007). Tratado de Derecho Administrativo, Edición 9ª,


F.D.A., Capitulo 11, Páginas 12 y 13. Buenos Aires.

LOWENROSEN, Flavio I. (1968). Práctica de Derecho Administrativo, Ediciones


Jurídicas, Página 416, Argentina Buenos Aires.

GUAITA, Aurelio. (1998). El Proceso Administrativo de Lesividad, Ediciones


Bosch, Página 30, Barcelona España.

PALACIO HINCAPIE, Juan Ángel. (2013). Derecho Procesal Administrativo,


Edición 8ª, Librería Jurídica Sánchez R. Ltda., Páginas 149 y 150, Bogotá.

RODRÍGUEZ, Libardo Rodríguez. (2004). La Revocatoria de los Actos


Administrativos, Ponencia presentada Primer Congreso Mundial de Culturas y
Sistemas Jurídicos Comparados, México.

SABINO, Carlos. (1992). El Proceso de Investigación, Editorial Panapo, Página 64


y 65, Caracas.

Asamblea Nacional Constituyente, (1991), Constitución Política de Colombia,


Bogotá.

Presidente de la República, (1984), Decreto 01 de 1984, Código Contencioso


Administrativo, Publicado en el Diario Oficial 36439 de enero 10 de 1984, Bogotá.

Congreso de la República, (1998), Ley 446 de 1998, Por la cual se adoptan como
legislación permanente algunas normas del Decreto 2651 de 1991, se modifican
algunas del Código de Procedimiento Civil, se derogan otras de la Ley 23 de 1991
y del Decreto 2279 de 1989, se modifican y expiden normas del Código

24
Contencioso Administrativo y se dictan otras disposiciones sobre descongestión,
eficiencia y acceso a la justicia, Publicada en el Diario Oficial 43335 del 8 de julio
de 1998, Bogotá.

Congreso de la República, Ley 1437 de 2011, Código de Procedimiento


Administrativo y de lo Contencioso Administrativo, Publicada en el Diario Oficial
47956 de enero 18 de 2011, Bogotá.

Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Quinta,


Sentencia de fecha 21 de junio de 2012, proferida en el proceso con radicación
No. 11001-03-28-000-2012-00017-00, CP. Susana Buitrago Valencia, Bogotá.

Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera,


Sentencia de fecha 4 de diciembre de 2006, proferida en el proceso con radicación
No. 11001 0326 000 1994 1022701, CP. Mauricio Fajardo Gómez, Bogotá.

Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Primera,


Sentencia de fecha 28 de febrero de 2008, proferida en el proceso con radicación
No. 66001 2331 000 2004 00918 01, CP. Rafael E. Ostau de Lafont Pianeta,
Bogotá.

Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Segunda,


Subsección "B", Sentencia de fecha 12 de agosto de 2010, proferida en el proceso
con radicación No. 25000-23-25-000-2004-01080-01(0423-09), CP. Gerardo
Arenas Monsalve, Bogotá.

Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Segunda,


Subsección "B", Sentencia de fecha 4 de Júlio de 2013, proferida en el proceso
con radicación No. 08001-23-31-000-2007-01000-02 (1440-12), CP. Gerardo
Arenas Monsalve, Bogotá.

25
Consejo de Estado, Sala Plena de lo Contencioso Administrativo, Sentencia de
fecha 1 de septiembre de 1998, proferida en el proceso con radicación No. S-405,
CP. Javier Díaz Bueno, Bogotá.

Consejo de Estado, Sala Plena de lo Contencioso Administrativo, Sentencia de


fecha 4 de marzo de 2003, proferida en el proceso con radicación No. 11001-03-
24-000-1999-05683-02(IJ-030), CP. Manuel Santiago Urueta Ayola, Bogotá.

Corte Constitucional, Sentencia T-120 de fecha 21 de febrero de 2012, MP. Luis


Ernesto Vargas Silva, Bogotá.

Corte Constitucional, Sentencia C-820 de fecha 4 de octubre de 2006, MP. Marco


Gerardo Monroy Cabra, Bogotá.

Corte Constitucional, Sentencia T-1131 de fecha 25 de octubre de 2001, MP.


Marco Gerardo Monroy Cabra, Bogotá.

Corte Constitucional, Sentencia C-255 de fecha 29 de marzo de 2012, MP. Jorge


Iván Palacio, Bogotá.

Corte Constitucional, Sentencia T-347/94 de fecha 3 de agosto de 1994, MP.


Antonio Barrera Carbonel, Bogotá.

Corte Constitucional, Sentencia T-246/96 de fecha 3 de junio de 1996, MP. Jose


Gregorio Hernández Galindo, Bogotá.

Corte Constitucional, Sentencia T-336/97 de fecha 15 de julio de 1997, MP. Jose


Gregorio Hernández Galindo, Bogotá.

Corte Constitucional, Sentencia C-426/2002 de fecha 29 de mayo de 2002, MP.


Rodrigo Escobar Gil, Bogotá.

26

Вам также может понравиться