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REPENSAR LA TEO-PASTORAL DESDE EL PAPA FRANCISCO

CEBITEPAL, 5-9 junio 2017


Bogotá, Col.

A. Ernesto Palafox, UPM, México

Introducción
1. La actualización
1.1. La teología pastoral en constante evolución
1.2.Pautas para actualizar la teología pastoral
1.2.1. Desde la relevancia
1.2.2. Desde la pertinencia
1.2.3. Desde la coyuntura
1.2.4. Desde los intereses del sujeto
2. El papa Francisco
3. Los Fundamentos
3.1.La teología pastoral subyacente
3.2.Principios vinculantes
3.2.1. El tiempo es superior al espacio
3.2.2. La unidad prevalece sobre el conflicto
3.2.3. La realidad es más importante que la idea
3.2.4. El todo es mayor que la parte
3.3.Criterios para actuar pastoralmente
3.3.1. Racionalidad
3.3.2. Funcionalidad
3.3.3. Actualización
3.3.4. Sobriedad
3.3.5. Sinodalidad
3.3.6. Catolicidad
3.3.7. Profesionalidad
3.3.8. Gradualidad
3.4.Modelo pastoral poliédrico
3.4.1. La esfera
3.4.2. El poliedro
3.5.Elementos para un discernimiento pastoral
3.5.1. Una disposición principal
3.5.2. Puntos a considerar
3.5.3. Guía de evaluación
4. Perfil de pastor
4.1.El bautismo base de la ministerialidad
4.2.El mediador, no el intermediario

1
4.3. El que saborea el gusto espiritual de ser pueblo
4.4.El que se integra a fondo en la sociedad
4.5.El que considera el poder como servicio
5. Ámbitos donde se cultiva la acción pastoral
5.1.Pastoral de Mantenimiento
5.2.Pastoral de Encuadramiento
5.3.Pastoral de Engendramiento
6. Espiritualidad pastoral
6.1.El factor miedo
6.2. Recuperar la Parresía
6.3.Re-centrarse en Jesús
6.4.La acción misteriosa del Resucitado
6.5.El estilo mariano
6.6.La religiosidad popular
7. De la conversión pastoral a la pastoral en conversión
7.1.Un juego de preposiciones
7.2.Santo Domingo 30
7.3.Conversión ecológica
8. Resistencias
8.1.La guerra entre nosotros
8.2.El «habriaqueismo»
8.3.La acedia espiritual
8.4.El neopelagianismo autorreferencial
8.5.El gnosticismo, una fe encerrada en nosotros
8.6.La pretensión de dominar el espacio eclesial
Conclusiones finales

2
1.Razones de la actualización de la teología pastoral

1.1. La teología pastoral en constante evolución


Juan Luis Segundo, al final del segundo tomo de su obra Teología Abierta,1 elabora una nota
complementaria a propósito de la concepción evolutiva que toda pastoral debe incluir. En
ella afirma que, si todo evoluciona, la teología pastoral no tendría por qué permanecer
inmóvil, como válida para todos los sectores, en todos los tiempos. Ya el mismo Vaticano II
advierte sobre el sentido evolutivo de la Iglesia, pues ésta “avanza juntamente con toda la
humanidad y experimenta la suerte terrena del mundo” (GS 40). Más aún, “en sus
sacramentos e instituciones, que pertenecen a este tiempo, lleva consigo la imagen de este
mundo que pasa” (LG 48).
Sería una aberración hacer de la pastoral cristiana una actividad atemporal,
impenetrable ante las vicisitudes históricas, una especie de local de la eternidad en medio del
tiempo. En efecto, la pastoral y su reflexión teológica, no puede ignorar, gracias a la
revelación, la evolución, propiamente teológica, que debe tener lugar tanto ontogenética
(individuos) como filogéneticamente (especies), esto es, tanto en cada individuo como en lo
que toca a la humanidad.2
Además, podemos decir que la pastoral es una tarea creadora, y desde la teología
pastoral, se dice que “no hay una teología pastoral perennis”. No es, pues, suficiente tener las
pruebas de que esa evolución existió, y debe existir aun en lo que dice respecto a las
relaciones entre Dios y el hombre. No se trata únicamente de que la realidad esté en
evolución, es preciso que el pensamiento mismo que se enfrenta con esa realidad, se vuelva,
él también evolutivo. O, dicho en otras palabras, que el pensamiento que orienta la praxis, y
es orientado por ella adquiera la característica de pensar, proyectar, evaluar en términos
evolutivos.
La acción pastoral, como toda acción consciente de su base y de su marco evolutivo,
tendría que tener como criterio básico la regla, simple y obvia, que formula Teilhard de
Chardin: “Nada se construye sino pagando el precio de una destrucción equivalente”3. Lo
que significa que manteniéndose constante la energía, toda “construcción”, es un
desplazamiento, una distribución nueva de la misma energía. Antiguas posibilidades quedan
así indefensas en favor de otras, consideradas de mayor valor. Lo que ciertamente es
imposible, es mantener simultáneamente ambas. Así pues, toda pastoral desplaza energías,
en favor de nuevas construcciones. Una pastoral evolutiva, se identifica con una pastoral
realista que tiene en cuenta las necesidades concretas del hombre y edifique sobre ellas lo

1
J. L. SEGUNDO, Hacia una pastoral evolutiva, en Teología abierta, t.II, Cristiandad, Madrid, 1983, 468.
2
La ontogenética, es el estudio de la evolución de ciertas características de un individuo, o de una misma
especie; ej. ¿cómo evolucionó el instinto en los seres humanos? La filogenética, es el estudio de la evolución
de ciertas características, ej el instinto, en distintas especies: aves, mamíferos, reptiles…
3
T. De CHARDIN, El fenómeno humano, 66.

3
que Pablo llamó, con una palabra muy exacta, “la economía de los misterios de Dios” (I Cor
4,1; Ef 1,9-10 y 3,2-3), no puede hacer del cristianismo ese bloque indistinto e invariable.

1.2. Criterios para elegir un tema de actualidad en la teología pastoral


Atendiendo el llamado anterior, y teniendo claro este dinamismo evolutivo de la teología
pastoral, cabe la pregunta sobre ¿Cómo o desde dónde percibir este dinamismo? ¿Con qué
criterio elegir las cuestiones que identifican esta evolución? ¿Desde dónde se da esta
destrucción equivalente? ¿Hacia dónde distribuir tal energía para recrear y actualizar la
teología pastoral en nuestros tiempos, y desde nuestros contextos particulares?
Podemos adentrarnos a ensayar algunas propuestas o criterios indicadores de por dónde
percibir cuestiones y propuestas nuevas. Esto tiene que ver de alguna manera con la
coherencia de la investigación y de la acción pastoral. Digamos con una ética pastoral.
A. Desde la relevancia
Por relevancia se entiende la preocupación del pastoralista por problemas que caracterizan el
momento actual donde ejerce su investigación-acción pastoral: pobreza, violencia, muertes
prematuras, corrupción, deterioro ecológico, secularización en aumento, sujetos
emergentes… Se entiende pues la relevancia puede entenderse la actualidad del resultado de
la búsqueda teológico-pastoral. Entonces una teología pastoral relevante, es aquella cuyo
resultado toca y proporciona elementos para discernir los problemas del momento actual, la
situación de ahora. Un buen ejercicio sería darnos una vuelta por las revistas más cercanas a
la teología pastoral y ver los títulos, ahí clarificaríamos inmediatamente las revistas que son
más pertinentes. Relevante significa entonces: tocante a la actualidad, hablando,
reflexionando y presentando pistas pastorales encaminados a los problemas actuales.4
Un tema o una cuestión es significante, cuanto significa algo, cuando tiene significación,
cuando significa algo para los demás, para la actualidad. Habrá que distinguir entre relevancia
e importancia. Un tema pueda ser importante, pero no necesariamente relevante. La
relevancia dice más dirección con la historia presente, con los condicionamientos y
requerimientos del presente. La importancia puede ser ahistórica, no necesariamente guardar
relación con el presente histórico. Un tema importante puede ser el de los ángeles en la
teología o su repercusión pastoral teológica, pero no necesariamente ser relevante. La
relevancia por otro lado, tiene relación con el tiempo, la historia de cada comunidad, y con
el espacio, el lugar donde se dé la reflexión. Esta noción ciertamente se aplica a temas o
cuestiones del campo teórico, pero viendo en dirección a la praxis. Se dice que una cuestión
es relevante, cuando «viene a propósito», esto es, cuando se coloca a partir de la percepción
de una situación dada. Cuestiones relevantes son las que hace presión sobre el presente. Son
de alguna manera las interrogaciones que se imponen en un momento dado y que el Vaticano
II llamó «signos de los tiempos» (GS 4 y 11).
El lugar que ocupa el teólogo pastoralista desde la relevancia es el lugar social.

4
Cf. CL. BOFF, Teología e Prática. Teologia do Político e suas mediacões, Vozes, Petrópolis, 1978, 309-320.

4
B. Desde la pertinencia
La pertinencia indica la relación de una cuestión con una problemática teórica definida, a la
cual justamente aquella cuestión pertenece (pertinencia). La idea de pertinencia hace relación
a la Epistemología de la ciencia a tratar, es decir al régimen interno de una disciplina. La
relevancia hace relación al régimen externo, es decir a la práctica.
La pertinencia, se refiere sobre todo como se ha dicho al régimen interno en este caso de la
teología pastoral, es decir que se respeten sus leyes internas, sus métodos, su epistemología,
la posibilidad de presentar y desarrollar un discurso serio, crítico, con sentido científico. En
este sentido, no basta que un tema sea relevante, es decir histórico, anclado en la realidad y
las condiciones actuales, es necesario que sea tratado con pertinencia, es decir con seriedad
teológica, respetando las leyes internas. La finalidad de la pertinencia es ir avanzando en
profundidad científica el discurso teológico, que sea coherente, consistente y en continuidad
con la ciencia teológica.
En este sentido, una temática actual en teología pastoral debe rendir cuentas a la comunidad
histórica-local en donde se elabora, pero al mismo tiempo a la comunidad científica, es decir
a la civitas disputantium, la comunidad de los colegas. Es en diálogo con ellos que se juzga
la pertinencia del resultado teológico-pastoral, son ellos los que medirán si el resultado
teológico-pastoral es nuevo y novedoso, innovador, controlable, obtenido por la vía correcta,
respetando métodos internos. Son dos comunidades con intereses y discursos diferentes. El
lugar que ocupa el pastoralista es el lugar epistémico.
El ideal una teología contemporánea es que sea a la vez relevante y pertinente. O como decía
Bualaird, «la teología verdadera es la contemporánea».
C. Desde la coyuntura
La coyuntura es un corte en el tiempo, en la historia. Es cuando el tiempo se condensa en un
momento y llega a ser tan importante que no se puede pasar por alto. Un tema lo puede
proponer la coyuntura histórica que se presente. Es de algún modo, la demanda de la realidad
histórica la que va determinando el enfoque temático, por decirlo de algún modo.
Al tocar el tema de las coyunturas como criterio de discernimiento para atender lo
evolutivo de la teología pastoral, se entra en la dinámica de un tiempo que se dilata y se
condensa, provocando que, en ciertos momentos de la vida, parece que no ocurre nada, en
tanto que en otros se concentra un sinnúmero de acontecimientos5. Desde el ángulo teológico
en palabras de M.D. Chenu es “es la conmoción que hace aflorar una nueva conciencia en el
movimiento de la historia. Es un sobresalto, una ruptura en la continuidad del tiempo que se
ha ido condensando y cargando, preñando hasta ponerse "en estado de esperanza"6”.

5
Cf. J. OSORIO, Fundamentos del análisis social. La realidad social y su conocimiento, AUAM-FCE, México,
2002, 70-81. Ver también J.J. LEGORRETA (coord), Las ciencias sociales en la teología latinoamericana:
Balance y Perspectivas, Dabar-Ibero, México, 2010, p.32-56.
6
M.D. CHENU, Les signes des temps, en Nouvelle Revue Theologique 87 (1963), p.29-39. Un resumen de este
artículo aparece también en Selecciones de Teología.

5
En estos momentos especiales que se nombran coyunturales, es donde emergen
situaciones clave, procesos profundos irrumpen, y aparece una nueva oportunidad para el
Evangelio y el compromiso cristiano. No se trata pues de un simple y frívolo “oportunismo
pastoral”.
Se habla de coyuntura cuando se hace referencia al nivel más inmediato de la realidad
en la que vivimos, a un segmento de tiempo corto específico. La coyuntura, por tanto, es un
cruce, una condensación particular de un tiempo y un lugar, en la que los procesos profundos
y de larga duración están presentes más intensamente en la superficie de la realidad y en el
tiempo. Es donde aparecen de manera más visible, más evidente, más manejable ciertos
aspectos de la vida social y eclesial.
Cuando no se ve más allá de los límites y los intereses personales, cuando la
percepción de lo que está ocurriendo está desarticulada, se produce una atomización que sólo
permite percepciones de la realidad en su aspecto superficial y dificulta las visiones globales,
esto entorpece y no permite ver las coyunturas presentes en nuestro tiempo. El esfuerzo
central de un acercamiento coyuntural a la realidad permite establecer una síntesis y una
visión más completa de la compleja gama de situaciones por las que estamos pasando a nivel,
económico, político, cultural y eclesial. De ahí que en teología pastoral es necesario buscar
ofrecer una visión más o menos global en donde “los árboles nos permitan ver también el
bosque”.
Los momentos coyunturales son oportunidades que no se pueden dejar pasar por alto
y que no esperan un retraso en el actuar sobre la realidad. Si se dejan pasar estos momentos
se pierde una gran oportunidad para mejorar en las prácticas y para crecer en compromiso.
La coyuntura es un momento particular de esta historia heterogénea y discontinua, en donde
el ritmo se acelera y es posible un cambio en muchos aspectos de la vida eclesial, en la
reflexión teológica, en la vida pastoral. Se ha de reconocer también que los tiempos
coyunturales, son los tiempos propicios en donde los actores individuales adquieren no sólo
visibilidad, sino que pasan a ocupar un papel destacado dentro del entramado de la
comunidad y en los procesos eclesiales o pastorales.
En los momentos normales, cuando todo se mueve con tranquilidad, con su ritmo
normal de lo cotidiano, de lo previsible de un día para otro, se tiende a organizar la vida en
torno a rutinas dentro de espacios acotados y predeterminados. La situación es distinta frente
a una coyuntura, aquí los sujetos muestran toda su capacidad de hacer historia, de abrir una
rendija para por ahí adentrarse y recrear esta historia. Frente los tiempos extraordinarios de
una coyuntura, los sujetos se vuelven creativos, y desarrollan capacidades que les permiten
pasar de simples repetidores de acciones o estructuras, a creadores y protagonistas de
transformaciones.
Al conocer y atender las coyunturas, estamos en condiciones de orientar adecuadamente
nuestro comportamiento cristiano y elaborar un juicio teológico más pertinente y apropiado.
De aquí la importancia de proponer las coyunturas actuales tanto en lo social como en lo
eclesial, como un criterio para actualizar nuestras acciones pastorales y nuestra reflexión
teológica.
6
E. Desde los intereses del sujeto
Es un hecho que ni en la investigación, ni en la acción pastoral podemos cubrir toda la
realidad que nos circunda, de ahí que se tiene que los valores del investigador, del pastor son
los que permiten privilegiar un determinado aspecto de la realidad en este caso pastoral, y
llegar a definir una parcela de conocimiento y de la realidad que se debe intervenir. «El
relativismo en materia de conocimiento alcanza así su fundamentación teórica: no hay
posibilidad de conocimientos de la totalidad y son los valores de los investigadores los que
establecen las franjas que se privilegian». 7 Así, se puede decir que, desde el ángulo de la
sociología y la intervención pastoral, «conocer, por tanto, no es poder explicarlo todo ni
aprehenderlo todo, ya que el conocimiento se encuentra limitado ante una realidad sin límites
que se recrea día tras día. Conocer es un esfuerzo que se encamina a desentrañar aquellos
elementos que se estructuran y organizan la realidad social y que permiten explicarla como
totalidad.»8
Por su parte I Ellacuría nos dice, que es importante en teología, pensar quiénes son los
beneficiados con determinados temas. A quién le sientan bien, y quien salen beneficiados
con estos temas. Pues no se trata de reflexionar sin tener en cuenta los sujetos que intervienen
en estas reflexiones. Cf. Lc. 9, 23-26.9

2. El Papa Francisco
No todo personaje o acontecimiento tiene la capacidad y condiciones de alterar
significativamente un panorama eclesial. Uno de estos personajes de indiscutible carisma
persona y capacidad de gobierno, es el papa Francisco, que, con su testimonio de vida, la
confiere autoridad y credibilidad con un impacto muy positivo en la Iglesia y en la sociedad,
diría que a veces más en la sociedad. Con Francisco podemos decir que se retoma en gran
medida el dinamismo desencadenado por el Concilio Vaticano II y por la tradición
latinoamericana desde Medellín, hasta Aparecida. Una resistencia silenciosa, pero muy
operante., especialmente en la Curia Romana, en las instancias de gobierno (obispos,
clérigos), o entre los candidatos al ministerio presbiteral y en muchos otros grupos que no
están de acuerdo en la perspectiva de Francisco. Lo que se suele llamar como “cisma blanco”.
Es un “silencio indiferente, sin protestas”, muy parecido al que se dio en las últimas décadas,
sobre todo en temas de moral y en orientaciones del magisterio de la Iglesia y la práctica
común de los cristianos.
No sería exagerado afirmar que Francisco realiza una síntesis peculiar de las intuiciones
y orientaciones teológico-pastorales del Concilio Vaticano II y de la Iglesia latinoamericana.
Síntesis, porque se trata, en verdad, de retomar y rearticular las intuiciones y orientaciones
fundamentales del Concilio Vaticano II, y de los procesos pastorales y magisterio
latinoamericano , Y peculiar, por el modo propio como es retomado esta articulación , aquí
le imprime el sello y el carácter muy suyo, muy peculiar, fruto en buena medida de su

7
J. OSORIO, Fundamentos del análisis social. La realidad social y su conocimiento, FCE, México 2001, 24.
8
Ibíd. 24.
9
I. ELLACURÍA,

7
experiencia pastoral, de su tradición teológica argentina en la línea de la “teología del
pueblo”, matizadas, en el lenguaje, en los acentos, en los giros….
Una muestra de esta síntesis peculiar es su Exhortación Apostólica La Alegría del
Evangelio, con la que pretende “indicar caminos para el curso de las Iglesias en los próximos
años (EG1).
¿Cuáles son sus principales imperativos e interpelaciones?
Estas interpelaciones de Francisco sobre la Iglesia en el mundo actual, parecen estar
estructuradas a partir de tres ejes fundamentales: la renovación, la reforma, y la conversión:
El vaticano II distingue en varias ocasiones entre una “renovación” que apunta a una
fidelidad cada vez mayor al Evangelio y una “reforma” que se aplica a transformar
estructuras de la vida eclesial. 10 En cuanto a la conversión pastoral, el n.30 de DSD
(Documento de Santo Domingo), se concentra a mi modo de ver, sus alcances mayores como
luego veremos. Estos dos elementos, tanto el n. 6 de este decreto sobre el ecumenismo, como
la pastoral en proceso de conversión serán citados expresamente por el papa Francisco en la
Evangelii Nuntiandi.

2.1. Renovación- Misión


El papa Francisco viene repitiendo muchas veces que la Iglesia no existe par si misma
ni puede estar centrada en sí misma. Ella existe para la misión, y su misión fundamental
consiste en “hacer presente el Reino de Dios en el mundo” (EG 176), particularmente en las
“periferias” sociales, existenciales de nuestro mundo. De ahí su alerta constante contra esa
“acedia espiritual” que es el “autorreferencialidad” de la Iglesia (EG 93-97), y su insistencia
constante en la centralidad de los pobres y de todas las personas que sufren en la Iglesia, y
que esta debe ser “pobre para los pobres” (EG 198):
“Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que
una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades. No
quiero una Iglesia preocupada por ser el centro y que termine clausurada en una maraña de
obsesiones y procedimientos.” (EG 49) En la misión de la Iglesia, ocurre también un cambio

10
UR, Decreto sobre el ecumenismo “Toda la renovación de la Iglesia consiste esencialmente en un crecimiento
de la fidelidad a su vocación; ésta es sin duda la razón de por qué el movimiento tiende hacia la unidad. La
Iglesia, peregrina en camino, es llamada por Cristo a esta reforma permanente de la que ella, como institución
terrena y humana, siempre necesita; de tal manera que si algunas cosas, por circunstancias de lugar y tiempo,
hubiesen sido observadas menos cuidadosamente, en las costumbres, en la disciplina eclesiástica o incluso en
el modelo de exponer la doctrina -que debe distinguirse con sumo cuidado del mismo depósito de la fe-, deben
restaurarse en el momento oportuno y debidamente. Esta renovación tiene, por tanto, extraordinaria importancia
ecuménica. Los diferentes aspectos de la vida de la Iglesia, por los que ya se está llevando a cabo esta renovación
-como son los movimientos bíblico y litúrgico, la predicación de la palabra de Dios y la catequesis, el apostolado
de los laicos, las nuevas formas de vida religiosa, la espiritualidad matrimonial, la doctrina y la actividad de la
Iglesia en el campo social-, se han de considerar como garantías y augurios que anticipan felizmente el progreso
futuro del ecumenismo.” N. 6. El siguiente número habla de la conversión, n, 7. El papa trae a cuentas esta cita
de Vaticano II también.

8
de agenda, pues la pastoral en clave de misión pretende abandonar el cómodo criterio
pastoral del “siempre se ha hecho así” (EG 33).
Lo primero que hay que tener claro es que la organización debe estar subordinada a
la misión de la Iglesia y no al revés, e incluso debe ser de alguna manera señal y mediación
de la vida nueva en Jesucristo. En este sentido, las estructuras organizativas no solo son
medio, sino al mismo tiempo son mensaje.
Veamos pues, los desafíos en torno a la misión de la Iglesia. Los desafíos van en la
línea de hablar de procesos más que de sucesos, hablar de dinamismos permanentes de salida/
éxodo hacia las periferias sociales y existenciales de nuestro mundo. Aquí se entiende la
insistencia de Francisco de buscar un proceso radical de descentramiento de la Iglesia. Es lo
que se ha venido formulando como “Iglesia en salida” (EG 20ss 48s) hacia las periferias del
mundo (EG 20).
Es preciso salir, pero no para cualquier lugar, ni a partir de cualquier lugar. En primer
lugar, no se sale para discutir, ni hacer apologética de la Iglesia con las otras iglesias o
religiones, al estilo sábados por la mañana de los testigos de Jehová. Ni tampoco para llenar
templos o grupos parroquiales. Al estilo de una misión centrípeta, de llevarlos todos al centro.
Es necesario salir hacia los lugares donde hay dolor, donde hay miseria, opresión e injusticias
y salir para transformar las realidades en la Buena Noticia del Reino de Dios. “Cada cristiano
y cada comunidad discernirá cuál es el camino que el Señor le pide, pero todos somos
invitados a aceptar este llamado: salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las
periferias que necesitan la luz del Evangelio” (EG 20). Este camino hay que buscarlo sin
prohibiciones ni miedos, contando siempre con la guía de los hermanos, entre ellos los
obispos y un sabio y realista discernimiento pastoral. (EG 33)
El desafío pastoral en torno a la misión de la Iglesia, implica de alguna manera un
cambio en la agenda de la Iglesia que debe ser dinamizada y estructurada no a partir de sí
misma, sino a partir y en función de su misión que es ser señal e instrumento del misericordia,
fuente de misericordia, para que esta actúe como principio estructurante de la misma iglesia,
y no como un ejercicio de obras de misericordia son ningún contacto con la realidad, y con
las consecuencias y casusas que producen esas obras de misericordia. La salida debe ser
entonces hacia las “periferias”, esto debe dinamizar y ser fuente estructurante de todas las
instancias pastorales y organizativas de la iglesia: la catequesis, la liturgia, la pastoral social,
el conjunto de acciones evangelizadoras en sus sentidos más clásicos. Si no cala hondo este
llamado del papa Francisco que es cuestión de recepción, tal como lo ha venido proponiendo
el tema desde Vaticano II, una recepción creativa y procesual.11

2.2. Reforma- Organización


Sabemos que hay una gran diferencia en los elementos eclesiales que son
estructurantes y los que forman parte de la organización histórica y que por lo tanto pueden
11
A. E. PALAFOX, Recepción pastoral de los discursos del papa Francisco en su visita a México. De un suceso
a un proceso, A. ANGUIANO GARCÍA (ed.), Mirar con ilusión el futuro de México. La visita del papa Francisco
y su legado. UPM-Paulinas, México, 2016, 303-319.

9
cambiar12. Sobre este punto el papa reafirma constantemente que la Iglesia es ante todo
“pueblo de Dios”, y que todos somos en consecuencia “discípulos misioneros” de Jesús, que
deben juntos asumir la tarea evangelizadora. En este contexto, Francisco retoma una serie de
temas y cuestionamientos que emergieron del Concilio y que hacen relación a la organización
histórica de la Iglesia; temas o cuestiones que no sólo no fueron resueltas y normalizadas
(con normas), sino que fueron en muchos momentos hasta sofocadas: la cuestión de la
colegialidad episcopal, el estatuto teológico y jurídico de las conferencias episcopales, el
primado del obispo de Roma, la función y funcionamiento de la Curia romana; el lugar de la
participación de la mujer en la Iglesia; la estructura parroquial, las instancias de participación
en la Iglesia entre otros.
He aquí unas pistas concretas de reforma.
-Continuar con procesos que evidencien la dimensión comunitaria de la fe
Frente a tendencias subjetivistas e individualistas de la fe (yo y mi Dios), hay que
seguir insistiendo en la vivencia de la fe (cree como Iglesia y en Iglesia). Y frente a tendencias
devocionales eclesiocéntricas de la fe hay que insistir en la dimensión misionera de la fe.
Dinamizada por la caridad: la fe que actúa por la caridad (Gal. 6,4) (compasión, misericordia,
justicias. Todo esto implica en la práctica, priorizar el fortalecimiento de las acciones de
pequeñas comunidades y dinamizar la vida e estas pequeñas comunidades a partir y en
función de los pobres y las necesidades de la humanidad que sufre (Cf EG 36-37, 78; DA).
-La descentralización de la Iglesia a nivel de organización, mediante estructuras que
posibiliten y favorezcan la comunión y participación de todos. “siento la necesidad de
proceder a una saludable descentralización” (EG 16). El propio Francisco indica una serie de
mecanismos que deben ser dinamizados y perfeccionados en vista de una mayor participación
y corresponsabilidad en la vida de la Iglesia. Se trata de “estimular y buscar la madurez de

12
Cf. J.A. ESTRADA, Para comprender como surgió la Iglesia, Verbo Divino, Navarra 2000. «Hay que mantener
la distinción entre una institución necesaria, como la ministerial, y sus realizaciones históricas. La confusión
entre validez teológica de una estructura o institución, por ejemplo, el ministerio sacerdotal, y su concreción
empírica en cada época histórica es muy frecuente y favorece un espiritualismo de claras connotaciones
ideológicas, es decir, encubridoras de los desfases que existen. […] Querer mantener una estructura fundada,
de hecho, sobre el derecho y el dominio, la propia de la sociedad romana, y revestirla de un lenguaje teológico
ministerial y comunitario, como ocurre a veces en la actualidad, lleva a un vaciamiento del significado cristiano
de los ministerios, a una creciente pérdida de credibilidad de la autoridad en la Iglesia, y a potenciar las
tendencias centrífugas de los que se identifican con los valores cristianos y se distancian de la Iglesia como
institución. […] Se ha pasado de los principios teológicos a la realidad empírica institucional, como si fueran
equivalentes; de la legítima autoridad a un ejercicio autoritario del cargo.» 211. Ver igualmente J. M. CASTILLO,
Para comprender los ministerios de la Iglesia, Verbo Divino, Navarra 1998, «Entendemos por estructura lo
que hay de divino e inmutable en la Iglesia, desde el punto de vista de la presencia de los ministerios en ella.
Por el contrario, entendemos por organización lo que hay de humano y cambiable en la misma Iglesia, desde
ese mismo punto de vista. Por tanto, la estructura es el elemento que viene “de arriba”, mientras que la
organización es lo que proviene “de abajo”. En consecuencia, la estructura es lo que en la Iglesia debe
permanecer intacto a través de los siglos, precisamente porque procede “de arriba”, mientras que la organización
puede, y a veces debe, ser cambiada, porque es una realidad humana, es decir, una realidad que proviene “de
abajo”. » 33.

10
los organismos de participación… (EG 31). Dentro de estos organismos y mecanismos de
participación, se puedan destacar:
-Los consejos de pastoral y de asuntos económicos como “espacios reales para la
participación laical en la consulta, organización y planeación pastoral”13.

3. Los Fundamentos

3.1. La teología pastoral subyacente


¿Hay en el papa actual una teología que esté a la base o forme parte de su modo de
proceder, y de sus declaraciones o escritos? A primera vista se podría pensar que no
necesariamente, pues parece que lo suyo, como es más pastoral, no requiere tanto de reflexión
teológica, sobre todo si lo ponemos en relación con su antecesor quien cuenta con un perfil
y un camino claramente académico.
Sin embargo, al detenerse y analizar con calma sus intervenciones dominicales, de
miércoles al medio día o de las misas diarias en Santa Marta; sus entrevistas y discursos, y
sobre todo su exhortación apostólica Evangelii Gaudium, se cae en la cuenta que su
pensamiento está sostenido, fundamentado, y ubicado en gran parte en la zona geográfica
que lo vio nacer, y que ha producido una corriente propia de reflexión teológica identificada
y en armonía con la gran tradición latinoamericana.
Por lo tanto, es posible descubrir y explicitar en las ideas básicas de Francisco unos
rasgos teológicos propios que lo ubican muy de cerca con lo que en su patria se viene
produciendo. Este es el propósito del presente artículo, delinear en algunos puntos la corriente
teológica argentina llamada teología de la praxis popular, y presentar las principales
convergencias entre esta teología y el pensamiento del papa Francisco. Abordaremos este
intento desde cuatro momentos. Se hará en primer lugar una exposición breve de las fuentes
originales que han conformado esta corriente argentina, antecedentes que tiene que ver con
la presencia de diferentes figuras teológicas. En un segundo momento se presentan los
elementos centrales que componen esta corriente argentina. En un tercer momento se
explicitan los principales puntos de encuentro de esta teología con en el pensamiento de
Francisco. Finalmente, en un cuarto momento se describen los rasgos particulares de este
papa en su manera de proceder y en su modo de percibir. Se cierra con una conclusión.
A. La teología de la praxis popular

La teología Latinoamérica presenta una variedad en expresiones y corrientes que


indican además de la enorme riqueza, los múltiples caminos y rostros que esta teología toma
en nuestro continente. Aunque guardando elementos comunes como el método, los
interlocutores, las opciones, la espiritualidad, etc., toma diversos itinerarios que la conducen

13
FRANCISCO. Encuentro con la comisión de coordinación del CELAM, en el centro de Estudios de Sumaré.
Cf. Discurso en el Saludo de Navidad del 2016 a la Curia Romana.

11
a tratar estos puntos bajo diferentes enfoques14. Juan Carlos Scannone, teólogo y filósofo
argentino elaboró hace algunos años una tipología de las corrientes latinoamericanas de la
teología. Presenta cuatro:
Teología desde la praxis pastoral de la Iglesia, representada por el cardenal Eduardo
Pironio; teología desde la praxis de los grupos revolucionarios, representada por Hugo
Hassmann y reflejada en el movimiento “Cristianos por el socialismo”; teología desde la
praxis histórica, cuyo máximo representante es Gustavo Gutiérrez; y la teología desde la
praxis de los pueblos latinoamericanos, representada por el teólogo argentino Lucio Gera.15
Esta última corriente es la que define propiamente una teología con rostro argentino. Estuvo
precedida por cuatro figuras que en el inmediato posconcilio se fueron perfilando.16
La primera figura corresponde a una teología de la cultura católica, cultivada por
pensadores y militantes del nacionalismo católico, fue sobresaliente en los años 30s y 40s.
En esta teología “todo debe funcionar católicamente y hay una propuesta católica para cada
situación, desafío y disputa de ideas. Por lo tanto, el teólogo es quien da la postura católica
verdadera frente a la política, la economía, el sindicalismo, etc.”17 Es una manera muy
peculiar de relacionar teología, ascética, mística, política, militancia, aristocracia de los
virtuosos, defensa de lo popular, visceral antiliberalismo y anticomunismo, cultura e
identidad nacional.
La segunda figura corresponde a una teología de la “renovación”. En esta figura
concurren varios personajes entre ellos obispos, teólogos, laicos que buscan la renovación de
las estructuras eclesiales, la revalorización y redefinición de la identidad de los laicos en la
Iglesia y en el mundo. Aquí la relación entre la Iglesia y el mundo se plantea básicamente
desde la cuestión de la modernidad. “Por lo tanto, un pensamiento teológico inculturado en
Argentina será aquel que reciba toda esta renovación y que asuma la lógica de la modernidad,
discerniéndola desde el Evangelio.”18 El pluralismo y el diálogo serán las mediaciones
decisivas en un pensamiento inculturado. ¿Qué significa esto desde una realidad argentina?
“Una seria actitud de recepción y de diálogo pluralista, con lo mejor de la teología de cada
momento. Una apertura constante a los debates y propuestas intelectuales, estéticas y éticas
de los centros culturales más avanzados; lo que llevará al teólogo/a un trabajo interdisciplinar

14
LIBANIO Juan Bautista / MURAD Alfonso, Introducción a la teología. Perfiles, enfoques, tareas, Dabar,
México, 2000, 241-273.
15
SCANNONE Juan Carlos, La teología de la liberación. Características, corrientes, etapas, en Stromata 48
(1982), 3-40.
16
En la construcción de estas figuras Marcelo González ha tenido en cuenta ciertos elementos: -la relación entre
la Iglesia y el mundo, lo sagrado y lo profano; -la compresión eclesiológica; -la función, el lugar y el perfil del
teólogo académico “profesional” en la Iglesia y en el mundo; la plausibilidad para entender procesos de mediano
y largo plazo. Cf. GONZÁLEZ Marcelo, Aportes argentinos a un pensamiento teológico latinoamericano
inculturado. Memoria, presente y perspectivas de un cause teológico, en Stromata 58 (2002), p.39-205, aquí
61.
17
GONZÁLEZ Marcelo, Aportes argentinos…, 64.
18
GONZÁLEZ Marcelo, Aportes argentinos…, 67.

12
respetuoso de las competencias y un esfuerzo de aplicación y adaptación a nuestras propias
circunstancias culturales.”19
La tercera figura hace referencia a una teología de la revolución. La revista
Cristianismo y revolución, será el foco de irradiación de esta propuesta de la teología de la
revolución inculturada en Argentina. Una de sus fuentes de inspiración fue el sacerdote y
sociólogo colombiano Camilo Torres, visto como una inculturación viviente y muriente del
cristianismo en la revolución y como una expresión revolucionaria del cristianismo. Para esta
teología, una reflexión sobre la situación no puede ya conducir a una inteligencia de la fe,
sino a un compromiso con la revolución. De ahí que pensar teológicamente en una situación
injusta es hacer realidad la teología con la vida. La revolución no es ya objeto de discusión,
pensamiento o crítica, sino de práctica. Sus bases teológicas son: la ascética y la mística de
dar la vida por el pueblo para que venga el hombre nuevo. Un modo de plantear el amor al
prójimo, y de aplicar la teoría de la legítima insurrección (cf. Populorum progressio 31) y la
validez moral de una violencia justa. Esta figura teológica implicaba un cuestionamiento, una
toma de postura, con una radicalidad igualmente crítica para con la sociedad opresora como
para con la mayor parte de la Iglesia Católica.20
La cuarta figura está representada por una teología de la postcristiandad y la
posmodernidad, siendo Enrique Dussel quien formula esta figura y traza un conjunto de
características del pensar inculturado en la realidad argentina.
“Ha de ser creativo, no imitativo. Histórico, de raigambre latinoamericana y
argentina. No abstracto sino buscador de mediaciones entre los fundamentos últimos
y las acciones históricas concretas. Abierto y sin intención de sistema. Se trata de un
pensar desde la cercanía y la realidad al pueblo argentino concreto, de lo que se sigue
que ha de reconocer la situación de opresión y comprometerse contra ella, pero de
una manera que no traicione su misión de pensar. Será un pensar en y desde el
subdesarrollo y la pobreza, desde la vida de la mayoría de los argentinos en su
situación vital; próximo a la vida y a la miseria. Por lo demás deberá ser un
pensamiento profético, que va corriendo delante de los acontecimientos, capaz de
decir el sentido del presente y de detectar el advenimiento del “ser”. […] será un
pensamiento angustiado, errante, con su destino encubierto y en lucha por su
desvelamiento21.
Después de casi sólo mencionar estas cuatro figuras teológicas postconciliares por
donde transitó el pensamiento teológico argentino, se configura la teología del pueblo o
teología desde la praxis de los pueblos latinoamericanos. Juan Carlos Scannone es quien la
ha hecho “visible”,22 identificándola como una corriente unida “con simpatía crítica” a la

19
GONZÁLEZ Marcelo, Aportes argentinos…, p.69.
20
Cf. GONZÁLEZ Marcelo, Aportes argentinos…, p.71.
21
GONZÁLEZ Marcelo, Aportes argentinos…, p.78.
22
SCANNONE Juan Carlos, Teología de la liberación y praxis popular, Sígueme, Salamanca, 1976. En esta
obra el autor recoge los trabajos realizados a la fecha en la línea de la cultura popular como aporte crítico a la
teología de la liberación.

13
teología latinoamericana de la liberación. La teología de la praxis popular es una inteligencia
en y desde el pueblo peregrino, es una manera de hacer memoria, captar presencias y
compartir destinos. En palabras de M. González “la teología del pueblo, no nació como una
escuela teológica, ni fue producto de una decisión consciente de fundación. Surgió como un
cauce de reflexión, como el aliento de acallar una ausencia, de desentrañar una identidad
viviendo una experiencia de creación compartida”.23
Se trata de una reflexión que busca arraigarse y configurarse en contacto directo con
una serie de “mundos”, en un intento de encuentro, mestizaje y mediación entre ellos: -el
mundo de la vida cotidiana; -el mundo del tejido pastoral de la Iglesia en Argentina; -el
mundo de los acontecimientos, movimientos, organizaciones, militancias, y luchar que
fueran brotando de la vida del pueblo argentino; -el mundo académico y el pensamiento
científico; y el mundo latinoamericano donde se enmarca el pueblo argentino plenamente
latinoamericano, pero de manera peculiar, como todos los demás pueblos.
B. Principales ejes temáticos

a. La categoría-símbolo de Pueblo

La categoría de “pueblo” se entiende desde una perspectiva histórico-cultural. Se trata


de “una especie de categoría símbolo que designa a todos los que –sea cual fuere el lugar que
ocupan en el proceso productivo- comulgan con el proyecto histórico de liberación”.24 El
pueblo es el sujeto de una historia, es decir, tiene una conciencia colectiva y un proyecto
común, y el sujeto de una cultura, lo que equivale a decir que tiene un estilo común de vida,
unos símbolos, unas estructuras, unas organizaciones (ethos cultural).
“Pueblo nación es una comunidad de hombres reunidos en base de participación en
una misma cultura y que, históricamente, concretan su cultura en una determinada
voluntad o decisión política… Por cultura entendemos básicamente el ‘ethos
cultural’, esto es, el modo como un grupo humano tiene organizada su propia
conciencia y jerarquía de valores, y, por consiguiente, su propia conciencia y su
jerarquía de aspiraciones”25.
El sujeto de la praxis histórica son los pueblos latinoamericanos, en los que se
incultura el pueblo de Dios; y no sólo los grupos más concientizados, “vanguardistas”; el
sujeto de la inteligencia de la fe es el pueblo, y no únicamente los cristianos comprometidos.
De aquí se desprende una concepción muy amplia de la práctica pastoral vista como la acción
del Pueblo de Dios en la historia en cuanto que crea historia. Los cristianos y sus
comunidades producen historia, no sólo la padecen o la cuentan través de nuevos impulsos,
propuestas, compromisos desde el horizonte de la fe.

23
GONZÁLEZ Marcelo, Aportes argentinos…, 81.
24
SCANNONE Juan Carlos, Teología de la liberación y praxis popular… 69.
25
GERA Lucio, Pueblo, Religión del Pueblo e Iglesia, en Teología 13 n.27-28 (1976) 99-123, 104-105; citado
en GONZÁLEZ Marcelo, Aportes argentinos…, 113.

14
“Hay un catolicismo popular, de fe implícita, que es el no alienado, el de los
‘mersas’,26 el de los no selectos, el de los bárbaros; catolicismo popular, verdadero
catolicismo, pero es propio de los bárbaros; con un núcleo elemental sencillo, pero
sumamente profundo; tiene sentido de la trascendencia de la vida, de la destinación
del hombre a lo absoluto, de su valor y dignidad…”27.
Con todo, es necesaria una precisión importante: aun cuando el pueblo es toda la
comunidad organizada, la base de la misma está formada por los “pobres y sencillos” (DP
446) donde se reflejan con más claridad los valores históricos de la comunidad, donde “se
conservan mejor los valores de la cultura criolla –históricamente impregnados de evangelio-
y donde se viven más fácilmente la apertura a Dios, la solidaridad comunitaria, la esperanza
y la alegría –aun en situaciones muy duras-, el sentido hondo de su propia dignidad y la de
los demás, y la valoración de la justicia como estructurante de su ethos cultural”28.
Sin descartar la filosofía y el análisis socio-estructural, la teología popular, utiliza
preferentemente en su análisis, la historia y la antropología cultural y social. El lugar
hermenéutico de esta teología es la cultura popular, la sabiduría popular, la historia nacional
y popular. La historia es pensada más desde la dialéctica escatológica del “ya, pero todavía
no” que desde la dialéctica de las oposiciones. Las categorías venidas de la historia y la
cultura latinoamericana, como pueblo, anti-pueblo, etc., resultan, a juicio de Scannone, más
acordes con el mensaje cristiano y son más adecuadas para interpretar la realidad
latinoamericana que las categorías marxistas.
b. La sabiduría popular

Juan Carlos Scannone quien pertenece a la segunda generación de esta corriente, ha


desarrollado lo que se viene llamando una gnoseología popular o lógica sapiencial. Este
teólogo hace ver que los pueblos latinoamericanos saben, tienen conciencia y ejercitan una
praxis; son sujetos de una sabiduría que es fruto del mestizaje cultural y la fecundación del
Evangelio desde su misma constitución. Se trata, por tanto, de un estilo cognoscitivo, de una
forma mentis, que tiene sus ejes en la intuición, el corazón, el símbolo y los vínculos
interpersonales solidarios. Sus expresiones simbólicas son artísticas (canto, baile) y religiosas
(religiosidad popular). Los estilos modernos y postmodernos, al entrar en choque y contacto
con esta gnoseología provocan nuevas síntesis vitales y muestran su capacidad de elaboración
y resistencia. En palabras de este autor:
“Nuestra hipótesis es que la cultura latinoamericana tiene capacidad de reubicar
sapiencialmente la racionalidad científico-tecnológica, respetando su autonomía y
especificidad. Pues esta cultura es fruto de un fecundo mestizaje cultural (y, por tanto,

26
Adjetivo despectivo coloquial utilizado en Argentina y Uruguay que se refiere a una persona que tiene gustos
y costumbres vulgares. De baja condición social.
27
Intervención de Rafael Tello en Equipo de Peritos, Reunión de San Isidro 28/5/68, 27. Citado en GONZÁLEZ
Marcelo, Aportes argentinos…, 100.
28
SCANNONE Juan Carlos, Teología de la liberación y doctrina social de la Iglesia…, p.64.

15
abierta a ulteriores mestizajes) y se ha mostrado ya capaz de creadoras síntesis vitales
en la unidad de las diferencias”29.
Esta sabiduría popular, además, ha de ser considerada como un lugar hermenéutico.
Es decir, como el lugar vital, el “desde donde” ético, cultural y social a partir del que un
pueblo piensa, comprende, discierne y actúa. Es al mismo tiempo un horizonte y una
perspectiva. Se trata de una sabiduría cristiana porque está presente el Evangelio en sus
valores centrales, con un instinto evangélico de discernimiento. Por ello Scannone la propone
como un lugar hermenéutico de una teología inculturada, como lugar de reflexión y
conocimiento crítico del anuncio cristiano. Es una especie de matriz sapiencial/teologal que
permite un estilo de profundización y reflexión sobre la revelación cristiana. 30 Para
Scannone, el pueblo hace también teología, es decir teologiza:
“El sujeto de la sabiduría popular es un nosotros, un sujeto comunitario: el pueblo, ya
sea que hablemos de un pueblo histórico determinado, ya sea que hablemos del pueblo
de Dios inculturado en una determinada cultura, que con su sabiduría cristiana sabe
de Dios, y de las verdades de la fe y de la vida… Es preciso distinguir niveles en la
tarea de teologización de la sabiduría popular… Existen roles específicamente
distintos entre los que se encuentra el teólogo. Pero su función no sólo está al servicio
de la comunidad entera, sino que es participada de alguna manera por toda ella,
también por el pueblo fiel pobre y sencillo en su sentido de fe”31.

3.2. Principios vinculantes


Los principios son elementos que permiten establecer una plataforma conceptual sólida en
donde se asienta la reflexión. Son los puntos de apoyo y las razones fundamentales que
ayudan o permiten reflexionar sobre algún tema. Estos principios o verdades rigen el
pensamiento, las opciones, las visiones e incluso las conductas. Pues bien, ya casi al final de
su exhortación apostólica el papa Francisco despliega cuatro principios básicos con la
finalidad de “orientar específicamente el desarrollo de la convivencia social y la construcción
de un pueblo donde las diferencias se armonicen en un proyecto común” (EG 221). Estos
cuatro criterios son enunciados a partir de una correlación bipolar asimétrica de superioridad,
de prevalencia, de importancia.32
3.2.1. El tiempo es superior al espacio. Procesualidad

29
SCANNONE Juan Carlos, Nuevo punto de partida en la filosofía latinoamericana, Guadalupe, Buenos Aires,
1990, 11.
30
Cf. GONZÁLEZ Marcelo, Aportes argentinos…, 132.
31
SCANNONE Juan Carlos, Evangelización, cultura y teología, Guadalupe, Buenos Aires, 1990, p.229-230.
32
Según Scannone, desde que Jorge Bergoglio era Provincial de los jesuitas, y luego como arzobispo de Buenos
Aires, ya manejaba en sus discursos estos cuatro principios. En la Congregación Provincial XIV (de la Provincia
Argentina S.J., el 18 de febrero, 1974) habla, como Provincial, de tres de esos criterios, sin hacerlo
explícitamente de la superioridad de la realidad sobre la idea. Ver la obra citada: Meditaciones para religiosos,
pp.49-50; la presentación y el desarrollo de los cuatro lo ofrece en su Conferencia como Arzobispo de Buenos
Aires en la XIII Jornada Arquidiocesana de Pastoral Social (2010): “Hacia un bicentenario en justicia y
solidaridad 2010-2016. Nosotros como ciudadanos, nosotros como pueblo”. Cf. SCANNONE Juan Carlos,
Papa Francesco e la teología del popolo, en La Civiltà Cattolica 571-590 (2014), 582.

16
En este primer principio hay una correlación bipolar de subordinación, en el que un
elemento está subordinado a otro, hay un criterio de superioridad en relación a otro de
inferioridad. En esta correlación hay un elemento que excede al otro en virtud, en vigor, en
sentido.
Este principio da la ideal de procesualidad, evitando el activismo ansioso y se
favorecen procesos de formación, con una mirada de largo alcance y no inmediatista. EL
PGP no busca proponer actividades que caducan con el tiempo, sino aprovechar el tiempo
para hacerlo punto de partida para procesos de formación que trasciendan las urgencias del
aquí y del ahora.
El papa Francisco concretiza este principio en dos figuras complementarias: la utopía
como “luz del tiempo” y la “coyuntura del momento”. Este principio hace tomar conciencia
de que no se puede lograr todo en un tiempo determinado, ni implantar visiblemente todos
los cambios en un instante. Esto no excluye ni mengua en nada el compromiso cotidiano en
el camino de la utopía.33 Caminar en la tensión entre el tiempo y el espacio, sabiendo que el
tiempo excede al espacio y permite apreciar mejor la superioridad de la utopía en relación a
la “coyuntura del momento”. Darse cuenta, que siempre habrá posibilidades de seguir
mejorando las cosas, que siempre habrá oportunidad de avanzar sin caer en la desesperación.
“Darle prioridad al tiempo es ocuparse de iniciar procesos más que de poseer espacios de
poder” (EG 223). Y no cualquier tipo de procesos, sino fundamentalmente aquellos “que
construyan pueblo” (EG 233), por eso hay que “asumir los procesos posibles y el camino
largo” (EG 225). Este principio “permite trabajar a largo plazo, sin obsesionarse por
resultados inmediatos. Ayuda a soportar con paciencia situaciones difíciles y adversas, o los
cambios de planes que impone el dinamismo de la realidad” (EG 223).
Pastoralmente hablando, es más fácil trabajar en sucesos que en procesos, porque
éstos últimos son mucho más lentos, menos redituables en muchos sentidos, menos
espectaculares y vistosos, pero a final de cuentas mucho más aleccionadores,
conscientizadores y con una fuerte aportación pedagógica para quienes se involucran en ellos.
El papa hace un llamado a “no enloquecerse para tener todo resuelto en el presente, para
intentar tomar posesión de todos los espacios de poder y autoafirmación” (EG 223). ¿No es
esta una tentación muy recurrente en las prácticas pastorales y en los objetivos eclesiales?
3.2.2. La unidad prevalece sobre el conflicto
Se habla de prevalencia, es decir de lo que sobresale, lo que tiene ventaja sobre otros
elementos con los que está en relación. Da la idea de lo que perdura, lo que permanece. Con
este segundo principio el papa advierte sobre la ventaja de la unidad en relación al conflicto.
Como en el principio anterior, el papa pone dos elementos en correlación asimétrica, “la
unidad profunda de la realidad” frente a la “coyuntura del conflicto” (EG 226). Visualiza tres
actitudes que normalmente se toman de cara al conflicto: -ignorarlo o disimularlo; -quedar

33
Para Eduardo Galeano, “La utopía está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino
diez pasos y el horizonte se desplaza diez pasos más allá. Por mucho que camine, nunca la alcanzaré. Entonces,
¿Para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar”.

17
atrapados en él y por lo tanto no avanzar en nada; y –aceptarlo, resolverlo y “transformarlo
en eslabón de un nuevo proceso que establezca la comunión en las diferencias” (EG 228).
Esta tercera postura conecta directamente con el contenido de este principio, en donde “los
conflictos, las tensiones y los opuestos pueden alcanzar una unidad pluriforme que engendra
nueva vida” (EG 228).
Sin esconder, o ignorar los conflictos, sino más bien asumirlos y manejarlos para que
se conviertan en una oportunidad para avanzar, reconciliando siempre las diferencias (EG).
En cuanto a sus agentes, la Iglesia no puede gastar sus fuerzas y recursos resolviendo
conflictos y divisiones internas; más bien su fortaleza es la unidad de visión y de actuación.
La unidad de la Iglesia es un gran potencial. Unidad en torno y desde las diferencias. La
sinergia y transversalidad se hacen presentes. Al manejar los conflictos aparece más
nítidamente la transversalidad y la sinergia.
No se trata de anular las diferencias o de borrar la diversidad, absorbiendo al otro para
que sea como nosotros. Sino darle prevalencia a la unidad, “pues la diversidad es bella cuando
acepta entrar constantemente en un proceso de reconciliación, hasta sellar una especie de
pacto cultural, que haga emerger una “diversidad reconciliada” (EG 230). Supone que el
habitante pase a ser ciudadano y se haga cargo del conflicto, sin lavarse las manos,
procurando que la comunión prevalezca sobre las diferencias.
3.2.3. La realidad es más importante que las ideas. Flexibilidad y apertura
Una primera diferencia entre la realidad y las ideas es el tema de la importancia de
uno sobre el otro. Aquí la realidad tiene prioridad sobre la idea, tiene más influencia en
entidad y consecuencias. La realidad en relación a la idea produce más efectos y ejerce
predominio sobre ésta, contribuyendo, inspirando y comunicando en grado mayor.
Este principio hace un llamado al cambio, a la flexibilidad y apertura al cambio de
ideas, no sólo un cambio de mentalidad, sino una mentalidad de cambio, de modo que los
proyectos pastorales, no es una horma para uniformar o estandarizar el trabajo pastoral
diocesano, ni mucho menos para considerar la realidad eclesial mexicana como algo
homogéneo, independiente de la circunstancia geográfica, cultural e histórica.
A diferencia de lo que piensan algunos sociólogos, Francisco afirma que “la realidad
simplemente es, la idea se elabora” (EG 231). Hay una tensión bipolar o relación dialéctica
casi tan antigua como la humanidad, entre la realidad y la idea. Esta relación hace avanzar a
los dos elementos en identidad y diferencia. Por esto el papa insiste en mantener estos dos
polos en un “diálogo constante, evitando que la idea termine separándose de la realidad”.
Advierte sobre el peligro de ocultar la influencia y la importancia de la realidad sobre la idea
con serias consecuencias desastrosas, peligro tan real y cotidiano entre acciones pastorales y
posturas teológicas traducidas en “los purismos angélicos, los totalitarismos de lo relativo,
los nominalismos declaracionistas, los proyectos más formales que reales, los
fundamentalismos ahistóricos, los eticismos sin bondad, los intelectualismos sin sabiduría”
(EG 231).

18
Para Francisco la realidad predomina sobre la idea, fundamentalmente porque la idea
como elaboración conceptual “está en función de la captación, la comprensión y la
conducción de la realidad” (EG 232). Destaca la realidad tal como es para evitar los sofismas
intelectuales que fácilmente la distorsionan.
El papa Francisco tiene muy claro el valor y el propósito de los conceptos doctrinales
en relación con la realidad. Claramente establece la correlación crítica que debe mantenerse
en estos dos ámbitos desde el ejercicio de la hermenéutica eclesial. Alerta sobre el peligro de
preocuparse sólo por no incurrir en errores doctrinales, sin tener en cuenta las situaciones
socio-eclesiales reales, lo que puede conducir a la pasividad, la indulgencia o en el peor de
los casos la complicidad. “Los aparatos conceptuales están para favorecer el contacto con la
realidad que pretenden explicar, y no para alejarnos de ella. […] No nos preocupemos sólo
por no caer en errores doctrinales, sino también por ser fieles a este camino luminoso de vida
y de sabiduría. Porque a los defensores de la ortodoxia se dirige a veces el reproche de
pasividad, de indulgencia o de complicidad culpables respecto a situaciones de injusticia
intolerables y a los regímenes políticos que las mantienen” (EG 194).
Para Francisco la realidad predomina sobre la idea, fundamentalmente porque la idea
como elaboración conceptual “está en función de la captación, la comprensión y la
conducción de la realidad” (EG 232). Captar la realidad es percibir los elementos más
decisivos que se asoman en la realidad que se vive. Es afinar todos los sentidos para recoger
y percibir más ampliamente la realidad en sus variadas expresiones. Es percatarse de que algo
está sucediendo en torno a una situación, a una institución, y de los efectos que en ellas se
producen. Es detectar los aspectos clave que configuran determinada realidad.
La comprensión de la realidad es un esfuerzo de interpretación, donde se busca
investigar, interrelacionar los diferentes elementos que conforman y dinamizan una realidad.
Esta comprensión requiere de conceptos, de teorías y de métodos. Pero no se trata sólo de
comprender la realidad, es necesario propiciar su transformación, volviendo a ella como
criterio de verificación. Este es el tema conducción. Guiarla a otra conformación a partir de
prácticas renovadas y cualitativamente mejores.
El papa Francisco busca a partir de estas tres líneas de acción (captar, comprender y
conducir) conectar la idea con la realidad, para no caer en “idealismos y nominalismos
ineficaces, que a lo sumo clasifican o definen, pero no convocan” (EG 232) o en propuestas
que manipulan y suplantan la verdad. Desconectar el concepto de la realidad nos lleva a
instalarnos en el reino de la pura idea reduciendo lo más elemental de nuestro cristianismo
como es la fe a la pura retórica. (cf. EG 232).
3.2.4. El todo es superior a las partes
En este cuarto principio se habla nuevamente de un elemento superior, lo que obliga
a pensar en un correlativo de inferior. Las partes están supeditadas al todo y éste tiene
prioridad sobre las partes. La tensión bipolar es ahora entre lo global y lo local. De entrada,
Francisco lanza una afirmación contundente: “Hace falta prestar atención a lo global para no

19
caer en una mezquindad cotidiana. Al mismo tiempo, no conviene perder de vista lo local,
que nos hace caminar con los pies sobre la tierra” (EG 234).
Mantener esta sana tensión nos libra de caer en un doble riesgo: vivir atrapados en un
universalismo abstracto y globalizante, o convertirse en un museo folklórico de ermitaños
localistas (cf.EG 234).
¿Qué significa entonces que el todo esté por encima de las partes? Significa no caer
en la obsesión de las cuestiones limitadas o particulares, no encerrarse en la estrechez de
planteamientos en todos los temas, sino abrir horizontes de interpretación y discernimiento
“para reconocer un bien mayor que nos beneficiará a todos” (EG 235). No quedarse en
miopías que impiden mirar más allá de lo propio, de lo local. Lo urgente y prioritario desde
este principio es trabajar en lo pequeño, en lo cercano, pero con una perspectiva más amplia.
Es lo que se viene proponiendo desde hace tiempo: “pensar globalmente y actuar
localmente”. La clave está en armonizar esta tensión entre lo global y lo local, entre el todo
y la parte, pues la solución no está “ni en la esfera global que anula ni en la parcialidad aislada
que esteriliza” (EG 235).
Está presente el principio de subsidiariedad, de modo que las partes, es decir, ordenan
su trabajo pastoral (acciones y recursos) hacia el todo de objetivos comunes en la Iglesia de
México. Así, la parte no se absolutiza, ni el todo se radicaliza. El PGP no busca suplir el
trabajo diocesano, sino contribuir a su eficaz operación, dentro de un marco nacional de
desafíos pastorales.
Lo que también hay que tener claro en este principio, es que la totalidad pastoral es
de por sí una unidad compleja. La relación entre lo general o global y lo particular o lo loca,
se ha presentado como opciones irreconciliables en muchos momentos. En la acción y
planeación pastoral, debemos superar sin soslayar ni negar esta dicotomía. Ofreciendo o
proponiendo soluciones que, sin renunciar al interés por lo particular, no se niega a buscar
regularidades y legalidades.
El planteamiento va en la línea, no va en la línea de la anulación o descalificación
mutua, sino por la diversa función de un plano sobre el otro. Lo general y lo particular en
este sentido constituyen momentos en el proceso pastoral, en el modo de aprehender la
realidad, en el modo de tratar los pasos metodológicos. Además de momentos, son espacios
de actuación pastoral. Hay que repetirlo, no son polos que se repelan o compiten
irreductiblemente, sino momentos en el camino del conocimiento. Su imbricación parece
constituir un requisito para la marcha de un plan global diocesano o general.
¿Qué se entiende entonces por totalidad? En una primera instancia es la suma de todos
los fenómenos pastorales, la suma de todos los agentes y las acciones para intervenir
positivamente en ellos. Es la suma de todos los elementos con lo cual es asimilada la
complejidad de la acción pastoral. Tener claro que siempre habrá limitaciones en la
comprensión de fenómenos, en los análisis de la realidad, en las propuestas, nunca
agotaremos el todo en ninguno de sus aspectos. K Popper afirma que «si queremos estudiar
una cosa, nos vemos obligados a seleccionar ciertos aspectos de ella. No nos es posible

20
observar o describir un trozo entero del mundo o un trozo entero de la naturaleza».
Totalidades así concebidas «no pueden nunca ser objeto de ninguna actividad científica». 34
Aquí vale la pena hacer una distinción ente totalidad y «completud». La totalidad es
lo que organiza una realidad infinita. El conocimiento puede, por tanto, formular una
explicación de la totalidad, pero nunca alcanzará la completud.
Siguiendo este punto, la totalidad es una unidad e partes integradas e
interrelacionadas. Pero esta afirmación es el primer peldaño en la comprensión de los
problemas heurísticos que ofrece la noción de totalidad. Quedarse en ese peldaño es
permanecer en un “holismo” simplificante y reduccionista (es quedarse en la idea de que
“todo tiene que ver con todo”). Es necesario responder por el tipo de interrelaciones entre las
partes y su papel diferenciado en la organización y estructuración de la totalidad. Porque la
totalidad es una unidad jerarquizada y estructurada y organizada, por lo cual su
comprensión rebasa la simpe suma de las partes. Es necesario pues establecer siempre su
jerarquía y el modo de interconexión. Es importante aquí establecer la importancia de la
vinculación de los hechos, la de la historia, la de la realidad.
«Mientras se considera la totalidad como un todo estructurado (en contra de la idea
de totalidad desorganizada) y jerarquizada (en contra de la idea de totalidad indiferenciada),
estaremos mejor armados para comprender no sólo la propia totalidad en las diócesis,
recreada de manera permanente en su dimensión histórica y espacial, sino también sus
elementos constitutivos. Porque el conocimiento de los fragmentos estudiados
sucesivamente, cada uno por sí, no dará jamás el del conjunto, no dará siquiera el de los
fragmentos.35
Frente a la «ceguera reduccionista», que cree conocer el todo por el conocimiento de
las partes, se contrapone «la ceguera holística», que cree conocer considerando sólo la
totalidad y que «no ves que el todo». La reconstrucción de la totalidad ordena el conocimiento
de las partes, pero nunca resuelve ni nos absuelve de la necesidad del conocimiento de éstas.
Más aún, inscritas dentro de la visión de una totalidad, las partes muchas veces deben ceder
sus propósitos y sus acciones a las lógicas del todo. Por ello según E Morin, «el todo es más
que la suma de las partes, pero también es sin duda menos»36.
En suma, el todo es una unidad compleja que rechaza por igual «la explicación del
todo a las propiedades de las partes conocidas aisladamente», así como las explicaciones que
reducen «las propiedades de las partes a las propiedades del todo, concebido igualmente en
aislado. Su conocimiento hace suya la afirmación de Pascal: «Tengo por imposible conocer
las partes sin conocer el todo, y también conocer el todo sin conocer cada una de las partes»37.

34
K. POPPER, La miseria del historicismo, Alianza-Taurus, Madrid, 1973, 91.
35
Cf. J. OSORIO, Fundamentos del análisis social. 30.
36
Ibíd, 30.
37
E. MORIN, El método, t. I, La naturaleza de la naturaleza, Cátedra, Madrid, 150.

21
De esta forma, el movimiento y la dinámica que fluye entre las partes y el todo deber
ser permanente, y es un camino indispensable en el conocimiento, ya que, como se ha venido
mencionando, ninguno de los términos es reductible al otro.
Se ha de tener en cuenta que la totalidad es una unidad compleja, y desde E Morin,
sólo un pensamiento complejo, es decir aquel que aspira al conocimiento multudimensional,
que está siempre animado por una tensión permanente entre la aspiración a un saber no
parcial, no cerrado ni reductor, tiene siempre la conciencia de inacabamiento y de
incompletud.38 Sólo este tipo de conocimiento puede percibir y manejar su dinámica, por el
contrario, un pensamiento simple o simplificante es incapaz de concebir la conjunción de lo
uno y lo múltiple (unitas multiplex). Y agrega que este pensamiento «o unifica
abstractamente anulando la diversidad o, por el contrario, yuxtapone la diversidad sin
concebir la unidad»39. De modo resumido se está planteando aquí uno de los problemas
recurrentes en la acción pastoral: cómo actuar, o hacer análisis o planteamientos globales, o
cómo manejar la totalidad de una pastoral a nivel diocesano, provincial, general. De entrada,
cabe la pregunta, ¿es posible pensar pastoralmente en una totalidad, sin aplastar o anular las
unidades menores, lo micro, lo regional, lo local, lo individual? Pero a la vez ¿Cómo
considerar estos elementos en el análisis y planteamientos pastorales, cómo mantener la
unidad global, diocesana, la unidad en lo diverso, el mapa en el que la dispersión alcanza
sentido, ¿es este el cometido de un plan global de pastoral?
Dos Peligros en los que se puede caer:
Holismo. Este peligro es más de academia, en el que las partes de la totalidad pierden
relevancia, con lo cual desaparecen lo diverso y lo heterogéneo, predominando la
homogeneidad. Puede darse el peligro de construir una totalidad artificial, sólo nominal y
completamente vacía, donde los discursos globales o generales nada tienen que ver con las
partes. Este discurso holístico, está sostenido por el principio de interdependencia, su fórmula
se sintetiza así: todos dependemos de todos, ocultándose o relegándose a lugares secundarios
los problemas de jerarquizaciones y organizaciones.
Conocimiento y la acción parcelaria. Este peligro termina provocando los mismos
resultados: oscurece la realidad, aunque por otros medios. En este caso, la consideración de
lo diverso, de lo particular, es lo que importa, borrando del escenario lo que organiza
justamente esta diversidad y particularidad. De este modo, nunca es posible una
recomposición de las unidades mayores, o sólo es posible como realidad-calidoscopio: piezas
sueltas que conforman tantas unidades como vueltas se dan al instrumento.
Desgraciadamente esto es lo que tenemos en muchos procesos y análisis, una realidad
calidoscópica, es decir completamente fragmentada, por la falta del criterio de jerarquización
y organización. En otras palabras, tendríamos lo que se puede llamar valga la expresión una
«pedacería pastoral», con discursos y motivaciones que se recrearán detallando

38
E. MORIN, Intriduction à la pensée complexe, Éditions du Seuil, Paris, 2005, 11.
39
E. MORIN, Intriduction à la pensée complexe, Éditions du Seuil, Paris, 2005, 19: «la pensée simplifiante est
incapable de concevoir la conjontion de l’un et du multiple (unitas multiplex). Ou bien, elle unifie abstraitement
en annulant la diversité. Ou, au contraire, elle juxtapose la diversité sans concevoir l’unité».

22
exhaustivamente algún trozo de realidad, pero olvidando el interrogante por el lugar en un
todo mayor, o bien, construyendo realidades-mosaicos por la vía de la suma de la pedacería,
pero con ausencia de una visión holística.
El holismo y el análisis y la intervención pastoral fragmentaria, provocan en
definitiva que lo uno y lo múltiple no terminen nunca de conjugarse. Lo que importa es la
unidad, la totalidad, dirán algunos (lo diocesano, los proyectos globales, lo que propone el
papa, el último documento del CELAM, las comisiones diocesanas…), en tanto que otros
recalcarán que lo que importa es lo múltiple, lo diverso, lo local, lo particular (lo que acontece
en las parroquias, en los decanatos, la realidad local, con expresiones: “estos están en las
nubes, no conocen la realidad de las parroquias…, que vaya allá para que ven la realidad”)
derivando en porciones extremas que tienden a señalar una parte de la verdad, pero al hacerla
absoluta la trastocan en su contrario, empañando lo que pretenden aclarar. Por tanto, el
hincapié en uno u otro aspecto conduce a reduccionismos que impiden articular lo general y
lo particular. Volviendo a E Morin, nos ilustra su pensamiento en este momento:
La idea de unidad compleja va a tomar densidad si presentimos que no podemos reducir el
todo a las partes, ni las partes al todo, ni lo uno a lo múltiple, ni lo múltiple a lo uno, sino que
es preciso que intentemos concebir juntas, de forma a la vez complementaria y antagonista,
las nociones de todo y partes, de uno y de diverso.40

Más aún, aceptar la totalidad como unidad compleja implica concebirla como una
unidad contradictoria, que organiza y desorganiza, que ordena y desordena. Hay por decirlo
así órdenes que terminan desordenando y desórdenes que terminan ordenando. Pensemos por
ejemplo en el Año de…, estas «ordenes», llamémosle así, muchas veces pueden llegar a
desordenar proyectos o procesos locales, pero a la vez, en la diversidad de movimientos y
realidades e inquietudes locales (por decirlo «desordenadas») llegan a ordenar lo más general,
dándole rumbo. Aquí se introducen dos elementos que ayudan a comprender lo anterior: la
ruptura y la continuidad como elementos intrínsecos a los movimientos de la totalidad, en
lucha constante, en los que alguno tiene a predominar, que no a anular a su complemento, en
situaciones históricas específicas.
Después de este discurso, si se quiere un poco abstracto, vamos a colocar
concretamente la problemática pastoral, a partir de las tres instancias clásicas o estructuras
pastorales que entran en juego en un proceso: la diócesis-decanato-parroquia. Estos tres
niveles se pueden transportar a otras instancias: Iglesia Universal-CEM-Diócesis-Provincias.
Un elemento clave en la planeación pastoral, es cómo se vinculan en participación los tres
grandes actores o sujetos colectivos de la pastoral: la parroquia, el decanato, la diócesis. Una
propuesta41:

40
E. MORIN, El método, t. I, La naturaleza de la naturaleza, Cátedra, Madrid, 128.
41
Esta manera de vinculación pastoral, es la que más o menos en éstos términos propone la diócesis de Baja
California. Fruto de una charla informal con el obispo Mons. Miguel Ángel Alba, Casa del Lago, Cuautitlán
Izcalli, abril 2017, en el marco de la CII Asamblea General de la CEM.

23
La parroquia es el sujeto principal y de alguna forma la caja de resonancia de toda la
acción pastoral, y de las necesidades más sentidas de la realidad, es en la instancia parroquial
donde se concretiza toda la acción pastoral, En ella descansan y se expresan vivamente las
preocupaciones, las aspiraciones, los retos pastorales. Aquí se identifican los retos concretos
y en esto radica su autonomía. La parroquia es pues el sujeto propio o por antonomasia de la
acción pastoral. Esto exige que la parroquia misma como estructura pastoral se actualice y se
adecúa a los tiempos actuales, atendiendo y aprovechando toda su potencialidad y su
«plasticidad» (EG).
El decanato. Ejerce una tarea de solidaridad con la parroquia, brindándole lo
necesario para los retos y problemáticas detectadas y asumidas. Esta vinculación es la
expresión concreta de la comunión de bienes.
La diócesis, se vincula a las parroquias y a los decanatos, mediante el ejercicio de la
subsidiariedad. Lo que significa que, en lo que las instancias intermedias no puedan
satisfacerse, la instancia más amplia, como la diócesis deben proveer y en esto se ejercita
propia y específicamente la subsidiariedad. La diócesis, es las instancias que asegura de algún
modo el aspecto organizativo, jerárquico, ordenado de la totalidad. Desde ella, en el obispo
se conjuga lo jerárquico, lo organizado. La instancia diocesana, aglutina o articula espacios
celebrativos masivos, grandes problemáticas globales las asume como suyas, causas
diocesanas las toma como propias y les da visibilidad, organicidad, jerarquización. De alguna
manera la diócesis es la instancia mayor en donde se asumen las causas, alegrías, pequeños
logros, grandes problemáticas de las instancias menores. Por lo tanto, además de ser
subsidiaria de las instancias menores, la diócesis es motivadora, alentadora de los procesos
en los niveles micros. Es de alguna manera también la que en determinados momentos ordena
y digámoslo, desordena. Pues también a nivel global se ve desordenada, por órdenes mayores.

Se concluye entonces, que las necesidades pastorales vienen de abajo y las respuestas
a éstas se dan mediante la solidaridad decanal y la subsidiariedad diocesana. Es cierto, que
en ocasiones la diócesis puede también, proponer algunas necesidades diocesanas, pero serán
siempre vinculadas y emanadas a partir de las parroquias mismas.

Un ejemplo ilustrativo: En las parroquias se llega a la conclusión que hace falta formación
de agentes. Aquí está la necesidad sentida, constatada. Ante esta necesidad, el decanato
deberá atender en solidaridad esta necesidad, ¿qué le puede ofrecer el decanato? ¿en qué
puede ser solidario? Se propondrá la creación de una escuela decanal, por ejemplo. O verá si
una parroquia tiene suficientes laicos formados, éstos pueden ser solidarios al ofrecer cursos,
talleres… La diócesis frente a esta necesidad sentida, cuenta con sus dimensiones, sus
coordinadores diocesanos de formación de agentes, o pastoral profética. En ejercicio de
subsidiariedad podrá ofrecer programas, itinerarios de formación, incluso recursos materiales
para subsanar esta necesidad. La diócesis también promueve celebraciones masivas en ese
sentido, inaugura ciclos de formación, se hace presente a través del obispo, o delegados.

A partir de la concepción de estos cuatro principios es posible entonces desde


Francisco tocar los temas tan determinantes como el diálogo ecuménico (EG 244-246), las

24
relaciones con el judaísmo (EG 247-249), el diálogo interreligioso (EG 250-254) y el diálogo
social en un contexto de libertad religiosa (EG 225-258).

3.3. Criterios-guía franciscanos para una reforma pastoral


El 22 de diciembre del 2016, el papa Francisco envió un saludo de felicitaciones a los
integrantes de la Curia Romana. Ahí propuso dos clases de significados sobre la Reforma que
en realidad se extiende a tres.
 Hacerla con-forme a «la Buena Nueva que debe ser proclamada a todos con valor y
alegría, especialmente a los pobres, a los últimos y a los descartados»-
 Hacerla con-forme a los Signos de nuestro tiempo y de todo lo bueno que el hombre
ha logrado.
 Hacerla con-forme al fin de cada sujeto, de cada estructura, nivel de Iglesia,
institución. Es decir con-forme a su naturaleza, para la que fueron creadas.
Hablándole a la Curia, pero aquí podemos pensar en cada una de las estructuras pastorales
de parroquias, de diócesis, decanatos, zonas pastorales, movimientos… curias diocesanas:
«Es necesario repetir aquí con fuerza que la reforma no es un fin en sí misma, sino que es un
proceso de crecimiento y sobre todo de conversión. La reforma no tiene una finalidad
estética, […] ni puede entenderse como una especie de lifting, de maquillaje o un cosmético
para embellecer el viejo cuerpo de la Curia, y ni siquiera como una operación de cirugía
plástica para quitarle las arrugas. Queridos hermanos, no son las arrugas lo que hay que temer
en la Iglesia, sino las manchas.»
Y prosigue de un modo más intenso hablando ahora de los sujetos: «cabe señalar que la
reforma sólo y únicamente será eficaz si se realiza con hombres «renovados» y no
simplemente con hombres «nuevos». No basta sólo cambiar el personal, sino que hay que
llevar a los miembros […] a renovarse espiritual, personal y profesionalmente. La reforma
[…] no se lleva a cabo de ningún modo con el cambio de las personas ―que sin duda sucede
y sucederá―sino con la conversión de las personas. En realidad, no es suficiente una
«formación permanente», se necesita también y, sobre todo, «una conversión y una
purificación permanente». Sin un «cambio de mentalidad» el esfuerzo funcional sería inútil.
Concretamente habla doce: individualidad; pastoralidad; misionariedad; racionalidad;
funcionalidad; modernidad; sobriedad; subsidiariedad; sinodalidad; catolicidad;
profesionalidad; gradualidad. Por cuestión de que los tres primeros se comentarán en otro
especio, los omitimos por el momento.
3.3.1. Racionalidad
Análogamente a los dicasterios romanos, se pone de relieve que cada organismo, nivel
pastoral tiene sus propias competencias. Dichas competencias deben ser respetadas y,
también, distribuidas de forma racional, eficaz y eficiente. Ningún organismo ni estructura,
institución se puede atribuir la competencia de otro.
3.3.2. Funcionalidad

25
La funcionalidad requiere también la revisión continua de las funciones y de la relevancia de
las competencias y de la responsabilidad del personal y, por lo tanto, la realización de
traslados, incorporaciones, interrupciones e incluso promociones.
3.3.3. Actualización
Es la capacidad de saber leer y escuchar los «signos de los tiempos». Capacidad de
adaptabilidad a los tiempos de ahora. Para esto se requiere obviamente un camino de
discernimiento, de «analizar todo y quedarse con lo mejor». Una actualización en
continuidad. Una capacidad de reorganización según las necesidades de los tiempos y una
adaptación a los diferentes contextos.
3.3.4. Sobriedad
En esta perspectiva es necesaria una simplificación y agilización de las estructuras y
organismos pastorales. Si es necesario hay que fusionar, simplificar interna, eventual
supresión que ya no respondan más a las necesidades contingentes, la inclusión de otros o
reducción de comisiones, organismos. En pastoral casi todo muere por inanición, casi no se
suprime nada. Todo con vistas a la indispensable sobriedad necesaria para un testimonio más
correcto y auténtico. La sobriedad en los recursos, en las propuestas y procesos pastorales.
3.3.5. Sinodalidad
El trabajo pastoral tiene que ser sinodal: reuniones periódicas de coordinadores, e
interpastorales.
La sinodalidad también debe vivirse dentro de cada pastoral. Dentro de cada Dicasterio se
debe evitar la fragmentación que puede ser causada por varios factores, como la proliferación
de sectores especializados, que pueden tender a ser autoreferenciales.
3.3.6. Catolicidad
Entre los colaboradores, además de sacerdotes y personas consagradas, la pastoral debe
reflejar la catolicidad de la Iglesia a través de la participación de lo más variado de los lugares
y geografías de la diócesis, de las parroquias. Es oportuno proporcionar el acceso a un mayor
número de fieles laicos, sobre todo en aquellos pastorales en los que pueden ser más
competentes que los clérigos o los consagrados. De gran importancia es también la
valorización del papel de la mujer y de los laicos en la vida de la Iglesia, y su integración en
puestos de responsabilidad en los dicasterios, con particular atención al multiculturalismo.
3.3.7. Profesionalidad
Es esencial que cada Dicasterio adopte una política de formación permanente del personal,
para evitar el anquilosamiento y la caída en la rutina del funcionalismo. Por otra parte, es
esencial archivar definitivamente la práctica del promoveatur ut amoveatur. Esto es un
cáncer.
3.3.8. Gradualidad (discernimiento)

26
La gradualidad es el resultado del indispensable discernimiento que implica un proceso
histórico, plazo de tiempo y de etapas, verificación, correcciones, pruebas, aprobaciones ad
experimentum. En estos casos, por lo tanto, no se trata de indecisión sino de flexibilidad
necesaria para lograr una verdadera reforma.

3.4. Modelo pastoral poliédrico


Desde los antiguos griegos, la esfera es considerada la forma perfecta por excelencia.
Esta consideración filosófica sirvió de base a la escolástica para interesantes construcciones
teológicas sobre el concepto de Dios y de Iglesia. El papa Francisco, sin embargo, considera
más perfecta la figura del poliedro42, como símbolo de “la unidad en la diversidad” que
anhela su idea de ecumenismo. Es el modelo a partir del cual percibe la realidad histórica de
la sociedad y de la Iglesia, y a partir del cual hay que actuar y organizarse. Este modelo
“refleja la confluencia de todas las parcialidades que en él conservan su originalidad”, a
diferencia de la esfera, “donde cada punto es equidistante del centro y no hay diferencia entre
unos y otros” (EG 236). El modelo de la esfera, por el contrario, lleva a homologarlo todo,
ella, es lisa, sin caras diferentes, igual en todas sus partes. El poliedro, en cambio presenta
muchos rostros, siempre desiguales, disparejos, que al expresarse constituyen los elementos
que componen, en la pluralidad la unidad.
Creo que es bajo el modelo del poliedro, que se puede recoger y unir lo mejor que hay en
cada uno de sus miembros sin anular las diferencias. Es desde una óptica enriquecida con
esta visión de poliedro que confluyen todas las partes en un todo, en un proyecto común, bajo
una unidad que guarda las diferencias, que no esconde los conflictos, pero que privilegia la
unidad.

El Evangelio, dice Francisco tiene un criterio de totalidad que le es inherente: no termina


de ser Buena Nueva hasta que no es anunciado a todos, hasta que no fecunda y sana todas las
dimensiones el hombre, y hasta que no integra a todos los hombres en la mesa del Reino”
(EG 237).

El papa Francisco no tiene pues una visión esférica sobre lo que pase en el mundo y en
la Iglesia, donde los puntos son equidistantes del centro, sino de poliedro, que representa más
bien una concepción donde en la unión de todas las partes mantiene cada una su originalidad.
Por lo tanto, la relación estrecha entre diócesis y parroquias, movimientos, comisiones, y sus
exigencias creo que no tiene que ser desde el modelo esférico, donde los puntos son
equidistantes, y a todas las familias en las diversas circunstancias, se les pide que su relación
con la normatividad de la Iglesia, sea necesariamente equidistante. El modelo del poliedro,
respeta límites, sin maltratarlos. Es en definitiva más acorde con el dinamismo histórico, más
realista. No es relativismo, es la exigencia de tender hacia el centro, las exigencias del
Evangelio no se anulan, pero son multiformes las maneras y los tiempos para responder. Este

42
Un poliedro es, en el sentido dado por la geometría clásica al término, un cuerpo geométrico cuyas caras
son planas y encierran un volumen finito. La palabra poliedro viene del griego clásico πολύεδρον (polyedron),
de la raíz πολύς (polys), "muchas" y de έδρα (edra), "base", "asiento", "cara".

27
modelo de poliedro, “abre la puerta a una pastoral positiva, acogedora, que posibilita una
profundización gradual de las exigencias del Evangelio” (AL 38).

He aquí varias ocasiones en las que el papa menciona este modelo poliédrico:

“Sé que entre ustedes hay personas de distintas religiones, oficios, ideas, culturas, países,
continentes. Hoy están practicando aquí la cultura del encuentro, tan distinta a la xenofobia,
la discriminación y la intolerancia que tantas veces vemos. Entre los excluidos se da ese
encuentro de culturas donde el conjunto no anula la particularidad. Por eso a mí me gusta la
imagen del poliedro, una figura geométrica con muchas caras distintas. El poliedro refleja
la confluencia de todas las parcialidades que en él conservan la originalidad. Nada se
disuelve, nada se destruye, nada se domina, todo se integra.”43

“Nosotros estamos en la época de la globalización, y pensamos en qué es la globalización y


qué sería la unidad en la Iglesia: ¿tal vez una esfera, donde todos los puntos son equidistantes
desde el centro, todos iguales? ¡No! Esto es uniformidad. Y el Espíritu Santo no construye
uniformidad. ¿Qué figura podemos encontrar? Pensemos en el poliedro: el poliedro es una
unidad, pero con todas las partes distintas; cada una tiene su peculiaridad, su carisma. Esta es
la unidad en la diversidad. Es por este camino que nosotros cristianos realizamos lo que
llamamos con el nombre teológico de ecumenismo.” (Discurso visita a Pastor Protestante en
Caserta, 28 de agosto de 2014).
“Sé que entre ustedes hay personas de distintas religiones, oficios, ideas, culturas, países,
continentes. Hoy están practicando aquí la cultura del encuentro, tan distinta a la xenofobia,
la discriminación y la intolerancia que tantas veces vemos. Entre los excluidos se da ese
encuentro de culturas donde el conjunto no anula la particularidad, el conjunto no anula la
particularidad. Por eso a mí me gusta la imagen del poliedro, una figura geométrica con
muchas caras distintas. El poliedro refleja la confluencia de todas las parcialidades que en él
conservan la originalidad. Nada se disuelve, nada se destruye, nada se domina, todo se
integra, todo se integra.” (Discurso en el Encuentro Mundial de Movimientos Populares, 28-
X-2014)
“El modelo no es la esfera, que no es superior a las partes, donde cada punto es equidistante
del centro y no hay diferencias entre unos y otros. El modelo es el poliedro, que refleja la
confluencia de todas las parcialidades que en él conservan su originalidad. Tanto la acción
pastoral como la acción política procuran recoger en ese poliedro lo mejor de cada uno. Allí
entran los pobres con su cultura, sus proyectos y sus propias potencialidades. Aun las
personas que puedan ser cuestionadas por sus errores, tienen algo que aportar que no debe
perderse. Es la conjunción de los pueblos que, en el orden universal, conservan su propia
peculiaridad; es la totalidad de las personas en una sociedad que busca un bien común que
verdaderamente incorpora a todos.” (Evangelii Gaudium, n. 236)
“La uniformidad no es católica, no es cristiana. La unidad en la diversidad. La unidad católica
es diversa, pero es una. ¡Es curioso! El mismo que hace la diversidad, es el mismo que
después hace la unidad: el Espíritu Santo. Hace las dos cosas: unidad en la diversidad. La
unidad no es uniformidad, no es hacer obligatoriamente todo junto, ni pensar del mismo

43
Discurso del papa Francisco a los participantes en el encuentro mundial de Movimientos Populares. Aula
Vieja del Sínodo, martes 28 de octubre de 2014.

28
modo, ni mucho menos perder la identidad. La unidad en la diversidad es precisamente lo
contrario, es reconocer y aceptar con alegría los diferentes dones que el Espíritu Santo da a
cada uno, y ponerlos al servicio de todos en la Iglesia.
Hoy, en el pasaje del Evangelio que hemos leído en la misa, estaba esta uniformidad de esos
hombres apegados a la letra: «No se debe hacer así…», hasta tal punto que el Señor tuvo que
preguntar: «Dime, ¿se puede hacer el bien el sábado, o no?». Este es el peligro de la
uniformidad. La unidad es saber escuchar, aceptar las diferencias, tener la libertad de pensar
diversamente, y manifestarlo. Con todo respeto hacia el otro, que es mi hermano. ¡No tengáis
miedo de las diferencias! Como dije en la exhortación Evangelii Gaudium: «El modelo no es
la esfera, que no es superior a las partes, donde cada punto es equidistante del centro y no hay
diferencias entre unos y otros. El modelo es el poliedro, que refleja la confluencia de todas
las parcialidades que en él conservan su originalidad» (n. 236) pero construyen la unidad.”
(A los miembros de Asociaciones Carismáticas de Alianza, 31-X-2014)

3.5. Elementos para un discernimiento pastoral

El papa Francisco en su exhortación apostólica Evangelii Gaudium nos previene de un


“exceso de diagnóstico”, frente a los análisis de la realidad en nuestros procesos pastorales
“que no siempre están acompañados de propuestas superadoras y realmente aplicables” (EG
50). Nos estimula a ir más allá de “una mirada puramente sociológica” y adentrarnos en un
“discernimiento evangélico”, una evaluación.

Este discernimiento evangélico, según el mismo papa Francisco, tiene unos


requerimientos e implicaciones concretas, que creo nos sirve de luz para llevar a cabo esta
evaluación diocesana. Esos son los elementos (EG 51):

3.5.1. Disposiciones principales:


A. La capacidad de vigilante estudio de los signos de los tiempos
La disposición es la actitud adecuada para lograr un objetivo, para conseguir un fin.
Es el esfuerzo de poner los medios que se requieran o que se tengan al alcance para ejecutar
bien un propósito o para evitar o atenuar algún mal. Es hallarse apto y listo para un fin, estar
dispuesto para hacer algo, desde una actitud de libertad. Pues bien, el primer requerimiento
de este discernimiento evangélico (evaluación), de parte del agente de pastoral, es estar
dispuesto a permanecer en constante actitud de estudio y análisis, de los signos de los
tiempos. Afinar constantemente el ojo y el corazón, para ver por dónde Dios está actuando
en la historia. Para sentir la presencia histórica de Dios que nos habla en los acontecimientos
cotidianos. Esta es pues la disposición fundamental para adentrarnos en un trabajo de
evaluación en todos los niveles.
B. Nunca solos, ni en lugar de la gente
En la carta al cardenal Eullet, dice el papa: «Es imposible pensar que nosotros como pastores
tendríamos que tener el monopolio de las soluciones para los múltiples desafíos que la vida

29
contemporánea nos presenta. Al contrario, tenemos que estar al lado de nuestra gente,
acompañándolos en sus búsquedas y estimulando esta imaginación capaz de responder a la
problemática actual. Y esto discerniendo con nuestra gente y nunca por nuestra gente o sin
nuestra gente. Como diría San Ignacio, “según los lugares, tiempos y personas”. Es decir, no
uniformizando. No se pueden dar directivas generales para una organización del pueblo de
Dios al interno de su vida pública».44
3.5.2. Elementos centrales a considerar

Una vez adquirida esta capacidad vigilante de estudio de los signos de los tiempos, la
cuestión es ¿Qué aspectos vamos a evaluar? En este ejercicio de discernimiento, el papa
Francisco pone unos elementos centrales que nos ayudan a dar respuesta a esta cuestión.

A. El proyecto del Reino de Dios como referente mayor

Es para nosotros muy sabido que el proyecto del Reino de Dios, fue lo definitivo y lo
primero para Jesús, el eje central de toda su actividad ministerial. En el proyecto del Reino
se concentran todos los elementos de la oferta de la salvación que trae Jesucristo en unidad
con el Padre y el Espíritu Santo. Es para nosotros el elemento central de la continuación de
su obra, pues lo que nos define como cristianos y cristianas es el seguimiento de Jesús,
prosiguiendo su causa del Reino, causa es que la del Padre. Por tanto, el primer elemento que
el papa pone en primer lugar es justamente el Reino de Dios. Nuestra evaluación diocesana
tendrá como el referente mayor el proyecto del Reino de Dios que se hace realidad en nuestra
historia personal y comunitaria. En otras palabras, los elementos a evaluar, podrán ser
discernidos en relación primordial al Reino de Dios.

B. Los dinamismos de renovación misionera de la Iglesia


A lo largo y ancho de la historia de la Iglesia, se han dado múltiples esfuerzos de
renovación eclesial en su labor misionera. Renovación implica la reforma y la conversión,
como elementos que completan y conjugan este esfuerzo renovador. A propósito de esto, el
Vaticano II, distingue claramente entre renovación y reforma. 45 En un segundo momento,
nuestra evaluación, tocan directamente estos dinamismos de renovación que como Iglesia se
están llevando a cabo en nuestra diócesis. De este modo, se podrá analizar y discernir si estos
esfuerzos renovadores y reformadores están respondiendo a los desafíos que hoy se nos

44
El 19 de marzo del 2016, el Papa Francisco envió una carta al cardenal Marc Eullet, presidente de la Pontificia
Comisión para América Latina.
45
La UR Unitatis Redintegratio en el n.6 afirma que la renovación va en una línea interna de la Iglesia en su
esfuerzo por mantenerse fiel al Evangelio, mientras que la reforma, está más en el camino de reestructurarse
externamente para caminar en armonía con los requerimientos del mundo actual. En cuanto a la conversión, y
en este caso conversión pastoral, el n.30 de DSD (Documento de Santo Domingo), se concentra a mi modo de
ver, los alcances de esta conversión pastoral. “tal conversión debe ser coherente con el Concilio. Lo toca todo
y a todos: en la conciencia y en la praxis personal y comunitaria, en las relaciones de igualdad y de autoridad;
con estructuras y dinamismos que hagan presente cada vez con más claridad a la Iglesia, en cuanto signo
eficaz, sacramento de salvación universal”.

30
plantea y a los requerimientos y propuestas de Vaticano II, o simplemente responden a
intereses muy particulares y a concepciones de una Iglesia enmarcada en seguridades pasadas
y en concepciones autorreferenciales.
a. Los sujetos de pastoral
La pastoral, no hace referencia solamente a acciones, o prácticas organizadas y
transformadoras, sino que se refiere principalmente a las personas. En la persona está su
centro de acción y de preocupación. Son importantes las prácticas, los dinamismos
renovadores, pero mucho más las personas que las realizan, aunque no podamos disociarlas,
pues como se sabe no hay práctica sin sujeto, pero tampoco sujeto sin práctica. Es un hecho
que la llamada a la conversión pastora como dice el DSD, toca a todos y a todo (DSD30). En
este caso, nuestra evaluación debe hacer referencia también a los sujetos, a las personas que
realizamos las prácticas pastorales. Todos y todas somos partícipes de este entramado
pastoral de nuestra diócesis, en este sentido nadie es “intocable” en la evaluación. Toda
evaluación toca directamente los sujetos de la acción pastoral, pues en gran parte
dependiendo del talante del sujeto, depende mucho la acción pastoral que de éste se
desprende. Es importante tener en cuenta los condicionamientos (sociales, afectivos,
económicos, educativos…) que afectan a los sujetos, a los agentes de pastoral.
b. Las instituciones eclesiales
El papa Francisco no duda en poner como un elemento central en el discernimiento y
confrontarlos con los desafíos actuales a las instituciones eclesiales. Es importante también
discernir, evaluar nuestras instituciones eclesiales, a nivel diocesano, decanal, parroquial. La
manera de cómo la Iglesia en sus distintos niveles, se posesione como institución de cara al
mundo, será decisivo para su evaluación, reajuste y discernimiento. Una institución eclesial
humilde, modesta, que además de ser madre y maestra es también y primeramente discípula.
c. Las tareas evangelizadoras
Finalmente hay que evaluar, es decir confrontar con los objetivos propuestos y los
desafíos de ahora, las tareas evangelizadoras, los esfuerzos puntuales que se están llevando
a cabo en orden a la Evangelización entendida íntegramente, es decir unida a la promoción
humana (EN). Evaluar nuestras prácticas evangelizadoras es una necesidad impostergable.
Aquí caben pues, algunas cuestiones puntuales: ¿Nuestras prácticas pastorales, son realmente
evangelizadoras?, ¿Cómo hemos venido fortaleciendo nuestras prioridades pastorales
diocesanas? ¿Qué tanto ha calado y se ha hecho realidad del Plan Diocesano en nuestras
parroquias?
Conclusión: como vemos, este número 51 de Evangelii Gaudium, refleja en forma general
los aspectos a evaluar en sus tres dimensiones: a nivel de personas, de estructuras o
instituciones, y de prácticas, enmarcadas desde el proyecto del Reino de Dios, como objetivo
central.

31
3.5.3. Guías de evaluación

 L que afecte
 Lo promueva
 Lo que detenga
 Lo haga avanzar
 Lo que debilite
 Lo fortalezca
Una vez que se han evidenciado los elementos a evaluar, el papa nos propone en el mismo
número 51 de esta Exhortación Apostólica, unos criterios a la vez sencillos y profundos.
Estos criterios son la norma, el parámetro desde el cual se hace la evaluación.
El primer criterio es preguntarnos, o analizar aquello (circunstancias, personas,
medios…) que afecte y promueva en este caso cada uno de los elementos antes mencionados.
De tal suerte que, al evaluar por ejemplo la institución parroquial, nos preguntamos ¿qué
elementos afectan directamente a la renovación de las parroquias? ¿Qué elementos la
promueven?
El segundo criterio es tener en cuenta lo que detenga o haga avanzar. En esta misma
línea, este criterio nos invita a cuestionarnos seriamente, en qué medida nuestras prácticas,
instituciones, agentes de pastoral, detienen el establecimiento del Reino; y en qué medida lo
hacen avanzar. Si esto se dice del Reino de Dios, se puede decir de la misma manera de cada
uno de los anteriores elementos señalados.
El tercer criterio se detiene a analizar aquellos elementos o aspectos que debiliten o
fortalezcan estos elementos.

4. El perfil de pastor

4.1. El bautismo, base de la ministerialidad eclesial: «A nadie han


bautizado cura ni obispo»
El 19 de marzo del 2016, el Papa Francisco envió una carta al cardenal Marc Eullet,
presidente de la Pontificia Comisión para América Latina. En esta carta breve, se condensa
el pensamiento del Papa Francisco sobre bautismo, y sobre un tema que es recurrente en su
pensamiento el clericalismo como un cáncer que corrompe y enferma la vida pastoral y
eclesial. Quiero destacar algunas ideas principales de esta carta, que tiene como centro la
frase «a nadie bautizaron presbítero u obispo».

a. El punto de partida es la participación pública de los laicos en la vida del pueblo,


dentro del contexto latinoamericano.

b. Pueblo de Dios contenido en los laicos, del que se es parte. Hay una invitación a
mirar-proteger-acompañar-sostener y servir.

32
c. Insiste lo que ya ha mencionado en EG 3146 sobre la labor de acompañamiento del
obispo con su pueblo «el pastor, es pastor de un pueblo, y al pueblo se lo sirve desde dentro.
Muchas veces se va adelante marcando el camino, otras detrás para que ninguno quede
rezagado, y no pocas veces se está en el medio para sentir bien el palpitar de la gente».

d. Hace un llamado claro a sentirse parte integrante de este pueblo. Esto ayuda a no
caer en reflexiones que simplemente funcionalizan y matan la acción por tanta teorización.
O un nefasto nominalismo declaracionista (slogans) «que son bellas frases, pero no logran
sostener la vida de nuestras comunidades. Por ejemplo: “es la hora de los laicos” pero
pareciera que el reloj se ha parado», o simplemente no se le da cuerda, ni se le pone pila.

e. Y luego viene el discurso central de esta carta: «todos ingresamos a la Iglesia como
laicos». Esto mediante el sacramento del bautismo, que es justamente el que nos da la plena
identidad. «Nuestra primera y fundamental consagración hunde sus raíces en nuestro
bautismo. A nadie han bautizado cura, ni obispo. Nos han bautizado laicos y es el signo
indeleble que nunca nadie podrá eliminar». Esta frase es el centro de esta reflexión teológico-
pastoral. Enseguida el papa insiste y recuerda que «la Iglesia no es una elite de los sacerdotes,
de los consagrados, de los obispos». Si se olvida esto se deforma la Iglesia, es decir le quita
su forma. Está deformada, es decir es un monstro, diríamos.

f. Y una de estas deformaciones, que es muy propia de América Latina es justo el


clericalismo, a lo que el Papa pide especial atención. Esto lo ha venido repitiendo en muchas
ocasiones. ¿Qué sucede cuando se da el clericalismo, según Francisco?

 Anula la personalidad de los cristianos


 Disminuye y desvaloriza la gracia bautismal
 Lleva a la funcionalización del laicado; tratándolo como «mandaderos»
 Coarta las distintas iniciativas, esfuerzos, osadías necesarias para poder llevar
la Buena Nueva del Evangelio a todos los ámbitos del quehacer social
especialmente político
 Apaga el fuego profético de la Iglesia
 Se olvida que la visibilidad y la sacramentalidad de la Iglesia pertenece a todo
el Pueblo de Dios y no sólo a unos pocos elegidos e iluminados.

g. Frente a este clericalismo digamos latinoamericano, la pastoral popular es la que ha


permanecido al margen de esta negativa influencia. Afirma el papa que «ha sido de los pocos
espacios donde el pueblo (incluyendo a sus pastores) y el espíritu santo se han podido

46
En este número 31, dice: «A veces estará delante para indicar el camino y cuidar la esperanza del pueblo,
otras veces estará simplemente en medio de todos con su cercanía sencilla y misericordiosa, y en ocasiones
deberá caminar detrás del pueblo para ayudar a los rezagados y, sobre todo, porque el rebaño mismo tiene su
olfato para encontrar nuevos caminos».

33
encontrar sin el clericalismo que busca controlar y frenar la unción de Dios sobre los suyos».
El papa Francisco identifica pastoral popular con Religiosidad popular, trae a cuentas EN 48.
La considera como una clave hermenéutica «que puede ayudar a comprender mejor la acción
que se genera cuando el Santo Pueblo fiel de Dios reza y actúa».

h. De ahí que hace un llamado a confiar en esas expresiones de nuestro pueblo:


«Confiemos en nuestro Pueblo, en su memoria y en su “olfato”, confiemos que el Espíritu
santo actúa en y con ellos, y que este Espíritu no es solo “propiedad” de la jerarquía eclesial».

i. Un paso hacia adelante en la participación de los laicos en la vida pública, hace


referencia a la tarea que se tiene frente a ellos y lo que ya están logrando: alentar-acompañar-
y estimular todos los intentos, esfuerzos que ellos hacen por mantener la esperanza frente a
tantas contradicciones. «Abriendo puertas, trabajando con ellos, soñando con ellos,
reflexionando y especialmente rezando con ellos».

j. Enseguida el papa apunta hacia un examen de conciencia de clérigos: «No es nunca


el pastor el que le dice al laico lo que tiene que hacer o decir, ellos lo saben tanto o mejor que
nosotros. No es el pastor el que tiene que determinar lo que tiene que decir en los distintos
ámbitos los fieles. Como pastores, unidos a nuestro pueblo, nos hace bien preguntarnos cómo
estamos estimulando y promoviendo la caridad y la fraternidad, el deseo del bien, de la
verdad y la justicia. Cómo hacemos para que la corrupción no anide en nuestros corazones».

k. Advierte también de una cierta elite laical, esa que trabaja sólo en las cosas
intraeclesiales e inmediatamente pensamos en éstos como los laicos ideales, o laicos
comprometidos. «Sin darnos cuenta, hemos generado una elite laical creyendo que son laicos
comprometidos solo aquellos que trabajan en cosas “de los curas” y hemos olvidado,
descuidado al creyente que muchas veces quema su esperanza en la lucha cotidiana por vivir
la fe. Estas son las situaciones que el clericalismo no puede ver, ya que está muy preocupado
por dominar espacios más que por generar procesos. Por eso, debemos reconocer que el laico
por su propia realidad, por su propia identidad, por estar inmerso en el corazón de la vida
social, pública y política, por estar en medio de nuevas formas culturales que se gestan
continuamente tiene exigencias de nuevas formas de organización y de celebración de la fe».

l. Finaliza con un llamado al servicio en favor de los laicos «no por una concesión
nuestra de buena voluntad, sino por propio derecho y estatuto. Los laicos son parte del Santo
Pueblo fiel de Dios y, por lo tanto, los protagonistas de la Iglesia y del mundo; a los que
nosotros estamos llamados a servir y no de los cueles tenemos que servirnos».

4.2. Mediadores, no intermediarios


El viernes 9 de diciembre del año pasado, en una de sus homilías ya clásicas en Santa
Marta, el papa Francisco, hizo una distinción interesante entre el intermediario y el mediador.
34
Hoy podríamos alargar el horizonte de significación y desbordarlo un poco, para ubicar esta
diferencia no sólo en los sacerdotes, sino en todos los y las evangelizadores. ¿Cuál es
entonces la distinción entre estas dos maneras de ejercer, una actividad comunicativa y por
tanto evangelizadora?
Por un lado, el intermediario, es una especie de funcionario, rígido y mundano,
pendiente sólo de sus propios intereses y por lo mismo siempre insatisfecho. El intermediario
en nuestro lenguaje más cercano es digamos el coyote. El que busca siempre sacar ventaja de
un negocio, está en medio para ganar siempre: prestigio, aplauso, favores… «El intermediario
hace su trabajo y cobra su paga: quieres vender esta casa, quieres comprar una casa, yo hago
de intermediario y me quedo con un porcentaje; es justo, ha sido mi trabajo». En definitiva y
una distinción clave, es que el intermediario nunca pierde, siempre sale ganando, es,
volvemos a decir en términos muy nuestros «una pastoral del coyotaje», o «una
evangelización del coyotaje». Aún más, el intermediario «es aquel que es un funcionario:
hace su trabajo, hace las cosas más o menos bien y luego termina ese trabajo y hace otro, y
otros, pero siempre como funcionario, el intermediario dice Francisco «no sabe lo que
significa ensuciarse las manos». Para hacerse «los importantes, los intermediarios siguen el
camino de la rigidez: muchas veces, distantes de la gente, no saben qué es el dolor humano;
pierden lo que habían aprendido en su casa, con el trabajo del papá, de la mamá, del abuelo,
de la abuela, de los hermanos». Perdiendo «estas cosas son rígidos, esos rígidos que cargan
sobre los fieles muchas cosas que ellos no cargan, como decía Jesús a los intermediarios de
su tiempo». Finalmente, el intermediario se custodia a sí mismo, se busca a sí mismo, su
comodidad, su orden…, todo lo que lo conduce a la mundanidad.
En cambio, en la figura del mediador, tenemos la persona de Jesús «el mediador entre
Dios y nosotros; y nosotros tenemos que seguir este camino de mediadores y no el otro
modelo que se parece mucho pero no es el mismo: intermediarios». El mediador, dice el papa
Francisco «se olvida de él mismo para unir las partes, desaparece cuando es necesario, da la
vida, se entrega a sí mismo, el precio es ese: la propia vida, paga con la propia vida
precisamente «para unir al rebaño, para unir a la gente, para llevarla a Jesús», no a los
intereses propios. Por lo tanto, la lógica del mediador, es una lógica del vaciamiento, del
despojarse de sí mismo, a ejemplo de Jesús. El mediador en palabras de Francisco, «siempre
tiene la puerta abierta» y sonríe: «incluso con muchas dificultades, el mediador sonríe, es
tierno, el mediador tiene ternura». El mediador es «un pedazo de pan para sus fieles».
Vemos pues, que, para el ejercicio comunicativo de la Buena Nueva del Evangelio,
es necesario ubicarse como mediadores/as del Evangelio y nunca como intermediarios (los
malos pastores del profeta Ez)

4.3. El que saborea el gusto espiritual de ser pueblo


En la ordenación a los presbíteros nos deberían de decir: recuerda que eres pueblo y
siempre serás y permanecerás con el pueblo. De nuevo en palabras del papa Francisco
«Somos pueblo […] Para ser evangelizadores de almas también hace falta desarrollar el gusto
espiritual de estar cercad de la vida de la gente, hasta el punto de descubrir que eso es fuente

35
de un gozo superior. La misión es una pasión por Jesús, pero, al mismo tiempo, es una pasión
por su pueblo. […] Él nos quiere tomar como instrumentos para llegar cada vez más cerca de
su pueblo amado. Nos toma de en medio del pueblo y nos envía al pueblo, de tal modo que
nuestra identidad no se entiende sin esta pertenencia». (EG 268). Jesús mismo nos da ejemplo
de esto. (Cf. EG 269)
Como ya se dijo, la categoría de pueblo, entendido básicamente como un grupo
humano que forma comunidad al participar de una misma cultura (ethos cultural) y una
historia, es una categoría clave en la teología de la praxis popular. Esta categoría-símbolo,
está muy presente en el pensamiento del papa Francisco y es quizás el punto de convergencia
más claro con la corriente teológica argentina que venimos reflexionando.

Francisco identifica al pueblo como una nación, esto es, no sólo un conjunto de
habitantes sino de ciudadanos, con una conciencia de pertenencia bien identificada, a
diferencia de la masa anónima y desarticulada. Cada ciudadano tiene una responsabilidad
ante la historia de este pueblo concreto. Por eso Francisco invita constantemente a
“convertirse en pueblo”, esta conversión es parte de un proceso, lento pero constante, que
requiere el involucramiento con la suerte del pueblo, con su historia y su cultura, en un
constante aprendizaje. Esta “conversión al pueblo” pide adentrarse en una cultura del
encuentro (cf. EG 220).

Ubica la misión justamente en el corazón del pueblo (cf. EG 273), y más


específicamente “en el corazón cultural del pueblo” (EG 139). “La misión es una pasión por
Jesús, pero, al mismo tiempo, una pasión por su pueblo” (EG 268). Esta misión implica toda
la persona de modo existencial, y exige una entrega total, integra, lo que en la tradición
argentina se llama “arraigo”. Si llega a faltar este ingrediente fundamental se “dejará de ser
pueblo”. Jesús es el modelo de esta entrega total al pueblo, de este “arraigo” total y definitivo.
Muchas son las muestras de este cariño y acercamiento de Jesús al pueblo: su mirada
compasiva y misericordiosa especialmente a los pecadores y enfermos; su acercamiento
físico y su atrevimiento de “tocar” a los impuros, a los pecadores, y la disponibilidad para
dejarse tocar y para recibir al necesitado a cualquier hora como a Nicodemo de noche. (cf.
EG 269).

“Cautivados por ese modelo, deseamos integrarnos a fondo en la sociedad,


compartimos la vida con todos, escuchamos sus inquietudes, colaboramos material y
espiritualmente con ellos en sus necesidades, nos alegramos con los que están alegres,
lloramos con los que lloran y nos comprometemos en la construcción de un mundo
nuevo, codo a codo con los demás. Pero no por obligación, no como un peso que nos
desgasta, sino como una opción personal que nos llena de alegría y nos otorga
identidad” (EG 269)

No olvidar, dice Francisco que se es pueblo, esta es la identidad colectiva del


cristianismo, pues el encuentro con Jesús, lanza al encuentro con el pueblo. La cercanía a
Jesús, pone en movimiento para caminar con la suerte del pueblo. “Nos toma de en medio

36
del pueblo y nos envía al pueblo, de tal modo que nuestra identidad no se entiende sin esta
pertenencia.” (EG 268).
La misión y pertenencia al pueblo desde el encuentro y seguimiento de Jesús, implica
estar atentos y prestar un oído al pueblo concreto y otro a la Palabra. Ser contemplativos de
la Palabra y contemplativos del pueblo (cf. EG 154). En otra ocasión el papa Francisco afirma
que hay que “escuchar a Dios, hasta escuchar con Él el clamor del pueblo; escuchar al pueblo,
hasta respirar en él la voluntad a la que Dios nos llama.” (Mensaje en la Preparación al Sínodo
de la Familia, 4 octubre de 2014).
Distingue como lo hace la teología de la praxis popular, la categoría del Pueblo de
Dios, tal como la presenta el Vaticano II en la LG, y el pueblo fiel. El Pueblo de Dios desde
la lectura conciliar es evidentemente la imagen bíblica de la Iglesia, mientras que el pueblo
fiel, es la concepción del pueblo como nación, conformado por su historia y su cultura propia.
Así lo expresa Francisco en esta frase: “El Espíritu, que inspiró los Evangelios y que actúa
en el Pueblo de Dios, inspira también cómo hay que escuchar la fe del pueblo” (EG 139, 96).
En otra ocasión dice que “este Pueblo de Dios se encarna en los pueblos de la tierra” (EG
115).
Para Juan Carlos Scannone, la experiencia cultural del pueblo argentino posibilitó una
lectura original de la eclesiología del Pueblo de Dios de la Lumen Gentium:

“Le facilitó la captación profunda de la enseñanza conciliar sobre la Iglesia como


pueblo de Dios y preparó el ambiente para una reflexión eclesiológica que, fiel a la
revelación, no opusiese ‘comunión’ e institución’, sino que, respondiendo a la síntesis
vital entre ellas que vive la sabiduría popular, las comprendiera en unidad… Posibilitó
superar una eclesiología preconciliar, demasiado juridicista, sin caer en el escollo de
algunas eclesiologías posconciliares, tanto las demasiado centradas en la pequeña
comunidad intimista o carismática, como las que suponen una idea clasista de
pueblo”47

La categoría de Pueblo de Dios en LG, fue asumida e “inculturada” en la teología


popular de una manera muy específica, así lo señala Lucio Gera:

“El Concilio Vaticano II y toda una eclesiología que vemos volcada hacia la categoría
de Pueblo de Dios, que en nosotros no jugó sólo como emergencia de un laicado
dentro de la Iglesia, sino en la inserción de la Iglesia en el transcurrir histórico de los
pueblos. Nosotros captamos de Lumen Gentium más el Pueblo de Dios como el que
se insertó en la historia y caminó con los pueblos en la historia, que no el resurgir del
laicado”.48

47
SCANNONE Juan Carlos, Evangelización, cultura y teología, Guadalupe, Buenos Aires, 1990, p.235.
48
CAMPANA O., “San Miguel, una promesa escondida: reportaje de Lucio Gera” Nuevo Mundo 55 (1998),
p.84. citado en GONZALEZ M, Aportes argentinos…, p.112.

37
Finalmente, el identificarse y convertirse al pueblo, conduce a actuar en consecuencia
como hombres y mujeres del pueblo, que dejan atrás posturas opulentas o arrogantes frente
a los demás. “Queda claro que Jesucristo no nos quiere príncipes que miren despectivamente,
sino hombres y mujeres de pueblo” (EG 271). Todos y todas los y las bautizadas forman
parte del Pueblo de Dios, nadie está fuera o por encima de este Pueblo. Así también, desde
este plano de distinción todos somos pueblo perteneciente a una determinada historia y
cultura. En esta correlación entre Pueblo de Dios y pueblo fiel, surge el principio calcedónico
al que tantas veces recurre Scannone, “unión sin confusión y distinción sin separación”.
Después de lo dicho se puede sostener con el papa Francisco que “es lindo ser pueblo fiel de
Dios” (EG 274).

4.4. El que se integra a fondo en la sociedad


A partir del ejemplo de Jesús, como modelo de entrega y de perfecta comunicación
con Dios Padre y el pueblo, cautivados por ese modelo, es necesario integrarse a fondo en la
sociedad, para lograr una auténtica comunicación, esta integración se da cuando
«compartimos la vida con todos, escuchamos sus inquietudes, colaboramos material y
espiritualmente con ellos en sus necesidades, nos alegramos con los que están alegres,
lloramos con los que lloran y nos comprometemos en la construcción de un mundo nuevo,
codo a codo con los demás. […] Pero no por obligación, sino como opción personal que llena
de alegría y nos otorga identidad» (269). Los seminarios y casas de formación como tanto se
repite son semilleros en todo caso, pero nunca invernaderos, protegidos de toda adversidad y
siempre en un micro-clima que permita se desarrollen para luego ser trasplantados en otra
realidad.

4.5. El que considera el poder como servicio

5. Ámbitos donde se cultiva la acción pastoral que configuran modelos

El cardenal emérito de Bélgica Mons. Dannels decía en una ocasión, “La iglesia es como un
jardín, y en ese jardín crecen tres papas y todo el mundo se aferra alrededor de esas papas.
Pero ¿quién se ocupa del resto del jardín? La cuestión aquí es clara, ¿qué pasa con el resto
del jardín? ¿Qué pasa con todos los que no frecuentan los sacramentos? ¿Los que asisten
solo a misa los domingos? ¿O los que van en momentos sociales? Es importante cuidar las
tres papas, alimentar los cristianos que frecuentan los sacramentos, Dios continúa
engendrándolos a su vida por la pastoral sacramental. En cierto sentido se le da la vuelta a
la parábola de la oveja perdida: mucho cuidado y atención a la única oveja que queda en el
redil y descuido de las noventa y nueve que están lejos.

Tres ámbitos de la pastoral actualmente: Cf. EG 14, que responden o dan forma a tres
modelos:

38
5.1. Pastoral de mantenimiento. Los cercanos
La conforman «los fieles que regularmente frecuentan la comunidad y que se reúnen en el
día del Señor para nutrirse de su Palabra y del Pan de la vida eterna. También se incluyen en
este ámbito los fieles que conservan una fe católica intensa y sincera, expresándola de
diversas maneras, aunque no participen frecuentemente del culto. Son los menos y donde
todos los esfuerzos y recursos están concentrados. Este tipo de pastoral repite los mismos
modelos y esquemas en diferentes contextos. Según EG 14 está pastoral «se orienta al
crecimiento de los creyentes, de manera que respondan cada vez mejor y con toda su vida al
amor de Dios».
Medellín la llama de conservación (DM VI, 1) y la retoma Aparecida (DA 370). Es
un modelo de pastoral todavía vigente en la Iglesia desde hace por lo menos dos mil años, a
pesar de haber sido radicalmente superada por el Vaticano II. Funciona centralizado en el
sacerdote y en la parroquia. El retorno del clericalismo, actualmente, es una apología de este
modelo, que se reproduce también por medio de laicos clericalizados.
La pastoral de mantenimiento (¿¿ mantengo y miento??) o conservación está al
margen de lo que pasa en la sociedad actual, funcionando como inmune a la renovación del
Vaticano II, desconociendo la modernidad, bien como la crisis de la modernidad y el proceso
de cambios en curso. En su configuración pre-tridentina, la práctica de la fe es de un talante
devocional centrada únicamente en el culto, el clérigo, la capilla.
Esta pastoral ha estado presente y ha configurado durante siglos la vida de las
parroquias. Tiene como objetivo principal ante todo “transmitir” la fe como una herencia
recibida, en una época en que ésta se comunicaba de generación en generación, siguiendo
unos “procedimientos casi automáticos”. La gente se hacía cristiana como por osmosis, - es
decir, sin ningún esfuerzo extra- simplemente adoptando los modos de pensar, los
comportamientos y las prácticas del modelo creyente al que pertenecía. Las cosas de la fe
caían por su propio peso y se identificaban con las prácticas: ser cristiano consistía en haber
sido bautizado y en ser practicante. En este marco, la pastoral consistía en transmitir
fielmente la doctrina, la moral, los sacramentos y la disciplina canónica de la iglesia.
“Hay muchos sectores de la Iglesia que sienten una gran nostalgia de la época de Cristiandad,
añoran la sociedad masivamente cristiana, la unión entre el trono y el altar, el arte cristiano,
el ritmo del tiempo marcado por las celebraciones litúrgicas cristianas, la educación cristiana
obligatoria para todos, las leyes y la moral de la Iglesia como normas sancionadas por el
Estado, privilegios legales y económicos para la jerarquía eclesiástica, el rol mediador de la
Iglesia en los conflictos sociales, los signos cristianos en las instituciones públicas, el Tedeum
en las celebraciones cívicas y patrias, la mención de las raíces cristianas de la civilización
occidental y de los aportes que la Iglesia ha hecho a la sociedad, sin críticas a la institución
eclesial y menos aún a sus dirigentes, etc.” 49

Este tipo de pastoral está centrado fundamentalmente en el culto, capilla (templo),


clérigo. La noción de territorio es, en efecto, central en este paradigma. ¿A qué ideal apunta?

49
V. CODINA, Fin de la cristiandad

39
A una Iglesia por pueblo y por parroquia y a un párroco residente junto a esa iglesia. Este
modelo de pastoral, busca “encuadrar”, “mantener” la vida de los creyentes o de los futuros
creyentes desde su nacimiento hasta su muerte, apoyándose en los tres pilares centrales, culto
(sacramentos), capilla (templo) y párroco (clérigo).
“El bautismo, la confirmación, el matrimonio, el sacerdocio, la unción de los
enfermos marcan las grandes etapas de la existencia. La misa dominical y el sacramento de
la reconciliación que acompaña la vida cotidiana. El párroco, por su parte es garante de la
unidad de la parroquia: reúne a los fieles y celebra la liturgia para ellos; les ensena y vela
para que respeten las normas canónicas de la iglesia, que garantizan en gran parte la unidad
del cuerpo eclesial.”
Sin embargo, este paradigma, hoy está puesto cada vez más frecuentemente en tela
de juicio, fue elaborado y responde a una época en la que la sociedad era homogénea, dado
que la mayoría de los ciudadanos eran creyentes y practicantes, y este no es el caso de hoy.
Este modelo de pastoral que viene desde siglos está fundamentado en dos
presupuestos que cada día son más falsos en nuestra sociedad.50
A. Una fe hereditaria. Todos tenemos una misma fe
Casi inconscientemente, seguimos pensando que la fe es entre nosotros un dato
hereditario, algo que es transmitido al individuo por el grupo social (familia, escuela,
ambiente social). Por lo general, se sigue actuando como si todos los miembros de la sociedad
tuvieran fe. Entonces, es normal que la principal preocupación de nuestra pastoral sea instruir
esa fe que se supone en todo individuo, y que se atienda mucho menos a una acción pastoral
orientada preferentemente a suscitar la fe como conversión y decisión personal.
Por otra parte, si se presupone la fe, lo importante es conservarla por la práctica
sacramental. De esta manera la iglesia organiza la vida religiosa de sus fieles, ofreciéndoles
un personal, unos lugares, y unos servicios necesarios para conservar su vida religiosa.
B. Pertenencia universal a la iglesia. Todos estamos dentro de la iglesia católica
Hemos vivido en una sociedad en la que todos eran “cristianos” y todo era “cristiano”
o, al menos, todo quedaba, de alguna manera, bajo el control de la Iglesia. “En tiempos de la
cristiandad nacer y ser cristiano eran una misma cosa. La fe se transmitía a través del
ambiente cultural, formaba parte de las evidencias comunes. La doctrina se transmitía bajo
el régimen de un triple “hay que”: lo que hay que creer, los mandamientos que hay que
cumplir y los sacramentos que hay que recibir.” 51
Este estado de cosas ha tenido y tiene unas consecuencias concretas en nuestra acción
pastoral. El punto de partida casi inconsciente de nuestra acción pastoral es el presupuesto de
que todos los ciudadanos de nuestra sociedad pertenecer a la iglesia. Por otra parte, nuestros

50
J.-A. PAGOLA Acción pastoral para una nueva evangelización, Sal Terrae, Santander, 1991, 22-24.
51
A. FOSSION, «El anuncio y la propuesta de la fe hoy. Retos y posibilidades», en Catequética, marzo-abril
2013, n. 2 Vol. 54-2, 74.

40
planteamientos pastorales no tienen suficientemente en cuenta el pluralismo existente en
nuestra sociedad y los diversos niveles de fe de las personas. Dice JM Castillo que “la iglesia
ha dejado de ser la comunidad de los convertidos al mensaje de Jesús y se ha configurado
como la gran masa de bautizados.” Esta actitud refleja “los vestigios de una sociedad
teocrática y sentada sobre el denominado “substrato católico” de una cultura rural estática.”52
“En este modelo de pastoral de conservación, lo administrativo prevalece sobre lo
pastoral, la sacramentalización sobre la evangelización; la cantidad o el número de adeptos
sobre la calidad; el obispo sobre el párroco; el sacerdote sobre el laico; lo rural sobre lo
urbano; el pre-moderno sobre el moderno; la masa sobre la comunidad. Todos estos
elementos que caracterizan un viejo y caduco modelo de evangelización, pero todavía muy
presente en un mundo que no es más aquel mundo medieval, pre-científico y teocrático.”53

5.2. Pastoral encuadramiento. Los alejados


Se piensa en las personas «bautizadas que no viven las exigencias del bautismo, no tienen
una pertenencia cordial a la Iglesia y ya no experimentan el consuelo de la fe».
¿Qué se busca hacer normalmente? «empeñarse para que vivan una conversión que les
devuelva la alegría de la fe y el deseo de comprometerse con el Evangelio». Se busca
encuadrar en unas coordenadas predeterminadas la vida de los creyentes o de los futuros
creyentes desde su nacimiento hasta su muerte, apoyándose en los tres pilares centrales, culto
(sacramentos), capilla (templo) y párroco (clérigo). Son los más, y donde menos se
concentran los esfuerzos, la creatividad, los recursos…, no se tiene tan presente en los planes,
programas u objetivos pastorales.
Algunas causas de esta situación: Cf. EG 63: «es necesario que reconozcamos que, si parte
de nuestro pueblo bautizado no experimenta su pertenencia a la Iglesia, se debe también a la
existencia de unas estructuras y a un clima poco acogedores en algunas de nuestras parroquias
y comunidades, o a una actitud burocrática para dar respuesta a los problemas complejos, de
la vida de nuestros pueblos. En muchas partes hay un predominio de lo administrativo sobre
lo pastoral, así como una sacramentalización sin otras formas de evangelización»
Es un modelo de pastoral y de evangelización que tuvo su auge en el siglo XIX,
cuando la Iglesia pre-moderna lanzó sus últimas cartas contra la modernidad. Poco tiempo
después, ella sería desautorizada en sus bases por el Vaticano II, que insertó a la Iglesia en el
mundo, en una actitud de “diálogo y servicio”54
En nuestros días, con la famosa crisis de la modernidad y la falta de referenciales
monolíticos seguros, la pastoral apologista vuelve con fuerza, con aires de “revancha de

52
A. BRIGHENTI, «Nueva y antigua evangelización. El imperativo de una conversión pastoral», en Efemérides
Mexicana, 31, n.91 (2013), 67-101, aquí 77.
53
Ibíd. p.78.
54
Cf. A. TORRES QUEIRUGA, Fin del cristianismo premoderno, Sal Terrae, Santander 2000; J.-M. VELASCO, La
transmisión de la fe en la sociedad contemporánea, Sal Terrae, Santander, 2002.

41
Dios”, con mucho dinero y poder, triunfalismo y visibilidad, guardián de la ortodoxia, de la
moral católica, de la sagrada tradición. Ella se constituye, hoy, en la más acabada expresión
de una “antigua evangelización”, sin embargo, se presenta falsamente como “nueva”, la única
capaz de mantener vivos en un mundo secularizado, los ideales evangélicos.
Como estrategia de evangelización, la pastoral apologista asume la defensa de la
institución católica frente a una sociedad supuestamente anticlerical, así como se presenta
como la poseedora de las verdades de la fe frente a una razón secularizante, que no reconoce
nada que no pueda ser comprobado por las ciencias. Al descontruccionismo de los
metarelatos y al relativismo reinante que engendran vacío, incertidumbres y miedo, la
pastoral apologista contrapone el “puerto de certezas” de la “sagrada tradición católica y un
elenco de verdades apoyas en una racionalidad metafísica. Si la pastoral de conservación es
pre-moderna, la pastoral apologista es anti-moderna.
Este modelo de Iglesia y de pastoral, en contra del Vaticano II, que supuestamente se
rindió a la modernidad, a una “revolución jacobina”, antropocentrista, que, en su esencia
atenta contra Dios, promociona la “vuelta al fundamento” guardando celosamente por la
tradición anti-moderna, que acertadamente excomulgó en bloque la modernidad.
En la acción evangelizadora, la pastoral apologista se apoya en una “misión
centrípeta”, a ser llevada a cabo por la milicia de los cristianos, soldados de Cristo, la “legión”
de los laicos y laicas “bajo el mandato” del clero. La misión consiste en una actitud
apologética y proselitista, en salir afuera de la Iglesia, con el fin de traer a las “ovejas
descarriladas” dentro de ella. En una actitud hostil frente al mundo, crea su propio mundo,
una especia de “sub-cultura eclesiástica”, en el seno de la cual poco a poco se sentirá la
necesidad de vestirse diferente, habitar diferente, evitar a los diferentes, convivir entre
iguales, en típica mentalidad de secta o gueto. La redogmatización de la religión y el
atrincheramiento pre-moderna, teológicamente, agustiniana y tomista.55
Como está en estado de guerra, ninguna crítica es tolerada, pues debilita la resistencia.
Frente a la duda, la certeza de la tradición y la obediencia a la autoridad monárquica, ícono
de la divinidad en la tierra. La misa tridentina alimenta el imaginario de los nuevos cruzados
en el rescate de la pre-modernidad perdida. En lugar de la Biblia, se poni en manos del pueblo
el Catecismo de la Iglesia; en lugar de teología para formar cristianos adultos, se encuadra a
los feligreses en la doctrina y en los dogmas de la tradición católica.
Con mucha naturalidad, se habla de la urgencia de “rehacer el tejido cristiano de la
sociedad”, de mantener su “sustrato católico”, en “adoptar el método apologético” en la
evangelización, ignorando un mundo autónomo de la Iglesia, pluralista, tanto en el campo en
lo cultural como en lo religioso.

55
Un ejemplo claro de esta pastoral apologista podría ser los llamados Heraldos del Evangelio. Los Heraldos
del Evangelio conocidos también como Caballeros de la Virgen son una asociación privada de fieles de derecho
pontificio fundada en 1999 por monseñor Juan Clá Días tras su marcha del grupo Tradición, Familia y Propiedad
fundada por el Dr. Plinio Corrêa de Oliveira y fallecido años antes. La asociación Heraldos del Evangelio, fue
reconocida formalmente el 22 de febrero de 2001 por el Papa Juan Pablo II.

42
5.3. Pastoral de engendramiento o Líquida. Los lejanos
La conforman «aquellos/as que buscan a Dios secretamente, movidos por la nostalgia de su
rostro. […] “Todos tienen derecho de recibir el Evangelio».
¿Qué se busca hacer normalmente? Anunciar el Evangelio «sin excluir a nadie, no
como quien impone una nueva obligación, sino como quien comparte una alegría, señala un
horizonte bello, ofrece un banquete deseable. La Iglesia no crece por proselitismo sino ¿por
atracción».
La pastoral de engendramiento, no «es un nuevo modelo de pastoral que pretende ser
más eficaz, es más bien una actitud que esta al origen de todos los modelos de pastoral, se
trata de nuevas actitudes más que de otro modelo pastoral. Es una manera de estar en relación
y una manera de actuar inspirados por el Evangelio que permite a Dios engendrar personas a
su propia vida.56 Algunas características de esta pastoral:

Además, según dicen los autores que proponen esta pastoral, «nadie puede pretender
poseer el modelo pastoral adaptado a los desafíos de la época contemporánea. Lo que puede
tener éxito con unos, puede ser un fracaso con otros. La coyuntura actual, lejos de ser un
obstáculo a la evangelización ofrece una nueva oportunidad al Evangelio. La pastoral de
engendramiento no sustituye a los otros modelos de pastoral puesto que no pretende ser uno
más. Se sitúa en otro plano. Implica aspectos de transmisión, de acogida, de propuesta, de
iniciación, pero los integra en un estilo evangélico que le es propio y que le confiere un modo
específico»57.
En la pastoral de engendramiento, la cuestión central no es ya tanto ¿qué hacer para
suscitar nuevos cristianos? Sino más bien ¿qué pasa entre Dios y los hombres de hoy, ¿cómo
se relacionan? ¿Qué tenemos que hacer como Iglesia, pastoralmente hablando para suscitar
este encuentro? ¿Qué espacios tendremos que abrir para este propósito? ¿Qué tenemos que
cambiar para no entorpecer esta acción del Espíritu Santo?
A. La Práctica de los sacramentos insustituible e insuficiente

B. La persona de Jesús engendra a la Vida

a. Su manera de actuar

56
“On pourrait qualifier la pastorale d’engendrement comme ceci: elle est une manière d’être en relation et une
manière d’agir inspires par l’Evangile qui permettent à Dieu d’engendrer des personnes à sa propie vie. Le
mot engendrement trouve tout son sens: il évoque la manière dont Dieu lui-même engendre les persones à sa
prope vie lorsqu’une relation pastorale est vécue à la manière du Christ”, P. BACQ, Passeurs d’Évangile.
Autour d’une pastorale d’engendrement, P. BACQ- C. THEOBALD, (dir.), Lumen Vitae- Novalis, Québec-
Bruxelles 2008 7.
57
P. BACQ, «Hacia una pastoral de engendramiento», Misión junio (2007). El autor es profesor del Centro
Internacional Lumen Vitae, en Bruselas, Bélgica.

43
- Mc 1, 41 En la curación del leproso
- Lc. 7,13 La viuda de Nahím
- Mc. 6, 34 Primera multiplicación de panes

b. Su manera de enseñar
-Mc. 6, 34, “Y al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos,
pues estaban como ovejas que no tienen pastor, y se puso a enseñarles
cosas”
- En las Bienaventuranzas Mt. 5, 9
-En las llamadas Obras de Misericordia Mt 25, 31-43

C. Características que la identifican

a. Suscitar la Vida, objetivo principal


-Sab. 11, 24. “Amas a todos los seres y nada de lo que hiciste aborreces,
pues, si algo odiases, no lo habrías hecho”.
-Jn 10,10. “He venido para que tengan vida y vida en abundancia”

b. Mantiene relaciones primarias de reciprocidad


Esta pastoral se desarrolla fundamentalmente en un ambiente comunitario donde las
personas establecen relaciones primarias, relaciones de proximidad, reconociendo
plenamente los carismas en todos y en cada uno. Y busca estructuralmente establecer células
eclesiales a escala humana como nos lo pide Aparecida. En esta pastoral las relaciones de
proximidad son claves para llevar a cabo este esfuerzo de engendramiento.
c. Propicia el aporte armonioso de lo femenino y lo masculino
“La pastoral de engendramiento remite, en primer lugar, a cada uno y a cada una a
una manera de ser, compuesta de acogida y de don. Invita a reconocer plenamente los
carismas de cada uno. Convida más en particular a los hombres a desprenderse de una manera
excesivamente masculina de pensar la Iglesia y de modelarla a su imagen, sobre todo en una
situación cultural en la que una gran mayoría de los católicos son mujeres.” 58
d. Nos hace nacer juntos a una nueva identidad
La dinámica de esta pastoral no es atraer al otro a su terreno, tratando de seducirlo y
dominándolo para que cambie inmediatamente de parecer o de práctica; sino busca remitirlo
a él mismo, mostrándose respetuoso con su ritmo y su propio itinerario. Ya nos lo recuerda
en estos días Francisco nuestro actual Papa a propósito de primeriar (EG 6). La pastoral es
“el arte de encontrarse con alguien en el ámbito de su conciencia… Es el arte de suscitar en
el otro, por medio de nuestra propia presencia, lo que tiene de más singular… Podríamos

58
BACQ PHILIPPE, Hacia una pastoral de engendramiento, p. 26.

44
utilizar otra fórmula: la pastoral es el arte de engendrar conciencias.”59 La pastoral de
engendramiento reconoce que cada uno es único y única, y busca promoverle en lo que tiene
de más personal.
Diferentes maneras de seguir a Jesús y de asumir la filiación

a. Hombres y mujeres del Reino


Son los hombres y mujeres que sin estar necesariamente bautizados o pertenecer a
nuestra Iglesia viven y promueven los valores del Reino: paz, justicia, fraternidad,
solidaridad, tolerancia, respeto, equidad… “Estas personas llevan una vida de la que ya
podríamos decir que es sacramental en sí misma, porque significa y realiza a diario el estilo
de vida del mismo Dios. Son personas signos del Reino. Desde el punto de vista del
Evangelio, no existen, pues, ‘relaciones simplemente horizontales’ cortadas de una auténtica
relación con Dios. Todo comportamiento verdaderamente humano posee ya la riqueza de la
misma vida de Dios. ” 60
b. Los discípulos
Hombres y mujeres que han escuchado al Maestro que habla con autoridad y quieren
seguir sus pasos. “Estos hombres y estas mujeres, siguiendo a Jesús, lo engendran
progresivamente a una identidad progresivamente a una identidad nueva: llega a ser, gracias
a ellos, el iniciador y el pastor de una comunidad cristiana.” 61
c. Los apóstoles
Son precisamente los enviados a anunciar su palabra. Lo característico aquí es el envío,
son enviados por Jesús, tenemos el grupo de los 12 apóstoles (Lc. 6,12-16) con una tarea
específica (Lc 9, 1-6); pero también son enviados el grupo de 72 discípulos “… designó el
Señor a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos delante de sí, a todas las ciudades y
sitios a donde él había de ir” (Lc 10, 1-12).
Esta pastoral de engendramiento es una especie de pastoral líquida o secularista (de
post-modernidad)62 Mimetiza el cambio
Este es un modelo que se hace pasar por “nuevo” para ayudar a la “Nueva
evangelización”, como consecuencia de una sociedad post-moderna, post-humanista, post-
social, post-cristiana. Se propone responder a las necesidades inmediatas de las personas en
el contexto actual, en su gran mayoría, huérfanas de sociedad y de la Iglesia. Es integrada
por personas desencantadas con las promesas de la modernidad, por “post-modernos” en

59
Cf. CHRISTOPHE THEOBALD, Le récit et la pratique de la relecture pastorale, en Aumônerie des hôpitaux,
cliniques, maisons de retreaite et de cure (A.H.), n. 168, oct, 2000, pp. 13-14.
60
Cf., BACQ PHILIPPE Relire les évolutions actuelles à la limiére de l’Évangile, en Lumen Vitae, LIX, 2004/1,
pp17-34.
61
BACQ PHILIPPE, Hacia una pastoral de engendramiento, p.35.
62
Cf. A. BRIGHENTI A Pastoral na vida da Igreja. Repensando a missão evangelizadora em tempos de mudança,
124-125.

45
crisis de identidad, personas heridas, desesperadas, frustradas, depresivas, sufrientes, en
busca de auto-ayuda y habitadas por un sentimiento de impotencia frente a los innumerables
obstáculos por vencer, tanto en el campo material como en el plano físico y afectivo.
En sus filas están personas que quieren ser felices hoy, aquí y ahora, buscando
solución a sus problemas concretos y apostando en salidas providencialistas e inmediatas. En
estos medios, hay un encogimiento de la utopía en lo momentáneo.
En medio de las turbulencias de nuestro tiempo, dado que el pasado perdió relevancia
y el futuro es incierto, el cuerpo es la única referencia de la realidad presente, dejándose llevar
por las sensaciones y profesando una especia de “religión del cuerpo”. En la medida en que
Dios quiere la salvación a partir del cuerpo, esta religiosidad colada a la materialidad de la
vida, puede ser puerta de entrada para la religión, pero, en caso de que se reduzca a eso, es
ciertamente puerta de salida.
La pastoral secularista o líquida63 confluye con la perspectiva de una religión
ecléctica y difusa, una especie de neopaganismo inmanentista, que confunde salvación con
prosperidad material, salud física y realización afectiva. Es la religión a la curte: Dios como
objeto de deseos personales, solo fértil para los mercadores de la buena fe, en el seno del
actual próspero y rentable mercado religioso. Hoy, la religión ya es el producto más rentable
del capitalismo.
En el seno de la pastoral líquida hay un desplazamiento de la militancia a la mística
en la esfera de la subjetividad individual, de la profético a lo terapéutico y de lo ético a lo
estético (el paso de opciones orientadas por parámetros éticos a decisiones pautadas por
sensibilidades estéticas), contribuyendo al surgimiento de “comunidades invisibles”,
compuesta por “cristianos sin Iglesia”, sin vínculos comunitarios.64

63
El término liquida, hace mención al pensamiento del sociólogo polaco Z. Bauman, que propone una sociedad
líquida en la que no se dan relaciones sólidas, sino momentáneas, en contraposición a lo seguro, a lo establecido.
Hoy se habla también incluso de una iglesia líquida. Z. BAUMAN, Tiempos líquidos. Vivir en una época de
incertidumbre, Ensayo Tusquets, México, 2007. Según este autor, estamos viviendo «el paso de la fase “sólida”
de la modernidad a la ¨líquida”: es decir, a una condición en la que las formas sociales (las estructurad que
limitan las elecciones individuales, las instituciones que salvaguardan la continuidad de los hábitos, los modelos
de comportamiento aceptables) ya no pueden (ni se espera que puedan) mantener su forma por más tiempo,
porque se descomponen y se derriten antes de que se cuente con el tiempo necesario para asumirlas y, una vez
asumidas, ocupar el lugar que se les ha asignado. Resulta improbable que las formas, presentes o sólo esbozadas,
cuenten con el tiempo suficiente para solidificarse y, dada su brece esperanza de vida, no pueden servir como
marcos de referencia para las acciones humanas y para las estrategias a largo plazo; de hecho, se trata de una
esperanza de vida más breve que el tiempo necesario para desarrollar una estrategia coherente y consistente, e
incluso más breve que el tiempo requerido para llevar a término un “proyecto de vida” individual. » 7
64
Cf. L.G.C. SANTABÁRBARA, «cristianos en Iglesia», en Concilium 340/3 (2011), 98-104; F. D. DAGMANG,
«Gratificación y liberación instantáneas», Concilium 282 (1999) 6717-627; M. BONGARDT, «Existencia estética
e identidad cristiana. Sobre la posible forma de cristianismo en la sociedad de la vivencia», Concilium 282
(1999) 639-651; H. KESSLER, «La satisfacción. ¿experimentada un instante y echada de menos dolorosamente?
», Concilium 282 (1999) 677-691. G. LIPOVETSKY, El imperio de lo efímero, Anagrama, Barcelona 1995, 5ª ed.

46
Hay una internalización de las decisiones en la esfera de la subjetividad individual,
vaciando las instituciones, incluida la Iglesia, que también pasa a ser constituida por
miembros sin espíritu de pertenencia.65
En este contexto, los medios masivos de comunicación contribuyen a la banalización
de la religión, no sólo reduciéndola a la esfera privada, como un espectáculo para entretener
al público. Se trata de una “estetización presentista”, propiciadora de sensaciones,
“intrascendentes”, espejo de las imágenes de la inmanencia. Una mezcla de profesión de fe
y afirmación narcisista, típicas de un sujeto amenazado. También la religión pasa a ser
consumista, centrada en el individuo y en la degustación de lo sagrado, entre la magia y el
esoterismo. ¿Qué hay de “nueva evangelización”, de “nueva” pastoral, sino la vieja práctica
providencialista y milagrera, que mereció la crítica por parte de los filósofos de la praxis de
la “religión como alienación”, escapismo de la historia concreta o de la trasferencia a Dios
de nuestras propias responsabilidades?
¿Hacia una pastoral “líquida”?
Los cambios anteriormente señalados por Z Baumann y otros pensadores sobre la realidad,
ponen en cuestión nuestra concepción tradicional sobre pastoral y sus estructuras e
instituciones como la parroquia, especialmente. Incluso hay ya en la actualidad intentos de
nuevos modelos de parroquias son presentados, más allá de los que el CIC estableces.
Pensemos en Europa de habla de las “unidades pastorales”, como instancias intermedias entra
las parroquias y los decanatos.
La hipótesis detrás de esta reflexión sobre la pastoral líquida, es que se puede aplicar
así a una pastoral con rasgos propios para establecer lazos más estrechos entre las
comunidades cristianas y el conjunto de la sociedad. Si caminamos por el camino contrario,
como se han hecho desde algunos otros artículos. Pensar antes esa realidad “líquida”, pensar
en una pastoral sólida, o en una catequesis sólida66, desde mi punto de vista estaríamos
atacando desde fuera este fenómeno y nos posesionaríamos desde una postura sectorial sobre
la realidad líquida de la que se habla y no desde una postura más englobante o madura.
Al tomar esta postura no es de complicidad o complacencia con los tiempos de ahora,
ajustarse a la medida de lo que la sociedad nos pide, sino de ajustarse a los signos de los
tiempos sin negociar lo innegociable del Evangelio. Desde esta hipótesis, se piensa que es un
buen momento, la sociedad líquida para despojarnos de elementos “sólidos”, que nos dan
seguridad, pero una seguridad falsa, o al menos alejada del Evangelio. ¿No será que los
tiempos líquidos, nos piden una Iglesia, una pastoral más líquida, que nos permita responder
a los requerimientos de la sociedad actual?67 ¿Bajo qué parámetros entonces pensar en una
pastoral “líquida”? ¿Al hablar de pastoral “líquida”, estamos hablando de pastoral “débil”,
sin consistencia, sin forma, acomodaticia? No, pensamos sobre todo en una pastoral más

65
Cf. Z. BAUTMAN,
66
Poner cita de artículo
67
En esta línea más crítico-positiva, que no complaciente está el profesor de la Universidad de Lovaina, A.
JOIN-LAMBERT, «Vers une Église “líquide” », Études, Février 2015, 67-78, igualmente P. WARD, Liquid
Church, Eugene OR, Wipf & Stock, 2013 (1 ed. 2002).

47
maleable, más manejable, más flexible, cambiable, adaptable, en contraposición a una
pastoral de encuadramiento en unos deberes en unos quereres, como lo fue en la época de la
edad media, de tres hay que: los mandamientos que hay que cumplir, los sacramentos que
hay que recibir, y la doctrina que hay que saber contenida en el catecismo que había que
recitar de memoria. La fe no había que suscitarla, pues se transmitía casi automáticamente, o
por el proceso químico del osmosis, en donde no interviene ningún agente externo para que
se de ese cambio. De esta manera el trabajo de la pastoral no era como se dijo suscitar la fe,
sino cuidarla acrecentarla, alimentarla. Estamos lejos de esa realidad, y ahora las aguas están
demasiado movedizas. Esto no es malo, es diferente y por lo tanto requiere un tratamiento y
un posicionamiento diferentes desde otra pastoral.
Lo primero que hay que afirmar es que el fin de la cristiandad ha sido anunciado y
ahora constatado por muchos acontecimientos y numerosos autores desde hace ya más de
cincuenta años. El vaticano II, es una muestra de que la Iglesia ya no quieres ser la de la
época de la cristiandad, existen grandes aspectos de cambios que operó el Vaticano II.68
Un rasgo entre otros para hablar de que la época de la cristiandad quedó atrás y se
inauguró una época de secularización o era líquida son los cambios que hay entre la Iglesia
y la sociedad. Pensemos por ejemplo en la parroquia, esta institución insuficiente e
insustituible a la vez, que era la base de la cristiandad desde el s. XI. Esta estructura es
confrontada cada vez más por esta época líquida, cuando se pretende que permanezca sólida
inmóvil, la condición canónica, ni administrativa le pueden otorgar ya esa solidez por más
que se quiera.69
La realidad de la Iglesia, aun en los países donde numéricamente son católicos, tiende
a ir a la baja la cifra70, los modelos antiguos de evangelización tocan sus límites, pensemos
en los jóvenes, en los procesos evangelizadores…, tocan sus límites no solamente en los
procesos sino muchas veces también en los agentes de pastoral, en los hombres y mujeres
comprometidos. A nivel de lenguaje nos estamos quedando cada vez más con nuestras
fórmulas que nadie entiende, y por lo mismo cada vez más solos, dando respuestas a
preguntas que nadie se hace. Pensemos en “atrio”, “presbiterio”.
En este contexto y hasta lo que aquí llevamos dicho, resuenan muy atinadamente las
palabras del papa Francisco, cuando dice que “no debemos tener miedo a revisar nuestros
métodos pastorales….” (EG).
Para lo que sigue en la cuestión propositiva, se utiliza la palabra “liquida”, propuesta
por Z Bauman en cuanto a la sociedad y por Pete Ward, respecto a la Iglesia, nosotros
haremos una acomodación a la pastoral, entendida como la práctica transformadora desde el
Evangelio de los creyentes en un mundo actual.

68
Cf. El Concilio Vaticano II, ¿Batalla perdida o esperanza renovada?; Brighenti…
69
Actualmente hay muchos artículos sobre la parroquia que cada vez más están en la línea de una urgente
remodelación de esta institución. La paroisse, et au-delà… en Études, juin 2005, p. 783-793.
70
Cf. Encuesta Creer en México, IMDOSOC 2013.

48
En cuanto a la concepción de Bauman ya dijimos anteriormente lo que se entiende
por sociedad liquida en contraposición a la sociedad sólida en visiones, opciones, caminos,
relaciones, experiencias, proyectos. Con dos figuras prototípicas: el paso del nómada y
peregrino, al vagabundo y turista.
En cuanto a la concepción eclesial, diremos sólo una palabra desde este autor Pete
Ward. Al hablar de la Iglesia líquida estamos retornando al origen del movimiento de Jesús,
y al primitivo cristianismo, en donde todavía no se configuraba sólidamente un cristianismo
que se ha venido petrificando, lo sólido puede ser también sinónimo de petrificado,
inamovible.
No olvidemos que estamos utilizando una metáfora, y hay que entender desde P
Ricoeur, lo que esto significa, con su concepción de metáfora viva. Si seguimos con la
metáfora el agua (agua corriente, como fuente no como cisterna), entonces tenemos en
términos de este autor tendremos una Iglesia “flexible, fluida, cambiable”. Este es el futuro
de la Iglesia para este autor. La Iglesia líquida ya no se moldea a partir de los templos, ni de
los clérigos, ni del culto. Está moldeada por la calle, por lo imprevisto, por lo no moldeable.
Para este autor, Iglesia no es ya un lugar hacia donde vallas, sino Iglesia es lo que hagas, y
desde dónde lo hagas. Así, Iglesia es lo que acontece, pero fuera del templo, no es un lugar,
sino una acción. Church Happens- vs Church Building
En contraposición está la Iglesia Sólida. La idea más inmediata al pensar en una
Iglesia Sólida, remite a la fidelidad, a lo seguro de la doctrina al fundamento más a la fuente
que dice más con el agua que se deja correr y no se atrapa en una cisterna. Para este autor la
Iglesia Sólida es “la que está en un solo lugar, hacen las mismas cosas las mismas personas
para las mismas personas en el mismo lugar”, en la misma hora, bajo unas mismas
circunstancias, no tiene en cuanta el cambio, ni los nuevos desafíos. “getting together in one
place to do the same thing together. Despite the evident interest in developing new ways of
church, the basic assumption that we must form a congregation has not really been
challenged.”
Por el contrario en la Iglesia Líquida, el significado es descentralizado del mismo
lugar, de la misma gente, de las mismas acciones. Llega al punto de decir que la Iglesia
Líquida no necesita ninguna reunion semanal, ninguna concregación para existir. Aquí hay
una crítica fuerte, ¿Y el sentido comunitario? ¿Y el encuentro fraterno de las primeras
comunidades y de lo que Jesús propuso? La respuesta viene también de configurarse unas
nuevos estilos comunidad, propuesto por Legorreta y algunos otros autores.71
“Liquid Church is beyond gathering.” La Iglesia líquida está más allá de las
reuniones. Según este autor, la tarea de la Iglesia Líquida es ayudar a comunicarse con Jesús,
pero sin ser o formar parte de una Iglesia.

71
J.J LEGORRETA, Hacia otros modelos de comunidad cristiana. Ser y hacer comunidad en sociedades de
cambio, Universidad Iberoamericana, México, D.F., 2015.

49
A New Mindset. Una nueva mentalidad, es necesaria según este autor para
comprender una Iglesia Líquida. Y afirma que este no es un programa a seguir o a construir,
sino un camino a seguir, a andar, a experimentar. El tipo de relaciones es ya la Iglesia.

6. Espiritualidad pastoral

6.1. El factor miedo en la acción evangelizadora


Un factor, se sabe que es un elemento clave o una circunstancia específica que
contribuye, junto con otras causas, a producir o evitar un resultado. Es un elemento que tiene
gran influencia sobre las acciones o decisiones. En varias ocasiones el actual papa hace un
llamado constante a dejar a un lado los miedos que impiden avanzar en el proceso y
compromiso evangelizador. El temor llega a considerarse como un factor que, aunque no
determina, sí por lo menos condiciona la labor evangelizadora.
Al definir quiénes son justamente los evangelizadores Francisco dice que son
“quienes se abren sin temor a la acción del Espíritu Santo”, quienes se atreven a salir de sí
mismos, como los Apóstoles el día de Pentecostés. ¿Cuáles considera Francisco los
principales temores o miedos?
-Miedo a salir de sí mismos. Hay un llamado constante a renunciar a buscar “esos
cobertizos personales o comunitarios que nos permiten mantenernos a distancia del nudo de
la tormenta humana, para que aceptemos de verdad entrar en contacto con la existencia
concreta de los otros y conozcamos la fuerza de la ternura” (EG 270). “salir de la propia
comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio” (EG
20).
-Miedo a tocar la carne, o la miseria humana. “A veces sentimos la tentación de ser
cristianos manteniendo una prudente distancia de las llagas del Señor. Pero Jesús quiere que
toquemos la miseria humana, que toquemos la carne sufriente de los demás” (EG 270).
-Miedo a equivocarnos. “Más que temor a equivocarnos, espero que nos mueva el
temor a encerrarnos en las estructuras que nos dan una falsa contención, en las normas que
nos vuelven jueces implacables, mientras afuera hay una multitud hambrienta y Jesús nos
repite sin cansarse: “¡dadles vosotros de comer!” (EG 49).
-Miedo a revisar nuestras costumbres, objetivos, normas, preceptos eclesiales,
estrategias pastorales no “directamente ligadas al núcleo del Evangelio”. A propósito, se
señala que “pueden ser bellas, pero ahora no prestan el mismo servicio en orden a la
transmisión del Evangelio. No tengamos miedo de revisarlas. Del mismo modo, hay normas
o preceptos eclesiales que pueden haber sido muy eficaces en otras épocas pero que ya no
tiene la misma fuerza educativa como cauces de vida” (EG 42). “Invito a todos a ser audaces
y creativos, en esta tarea de repensar los objetivos, las estructuras, el estilo y los métodos
evangelizadores” (EG 33).
¿Qué consecuencias traen estos temores? ¿Qué trae como consecuencia el factor miedo?

50
“El mensaje correrá el riesgo de perder su frescura y dejará de tener “olor a
Evangelio” (EG 39). En otras palabras, lo que se anuncia ya no es el Evangelio sino “algunos
acentos doctrinales o morales que proceden de determinadas opciones ideológicas” (EG 39)
-El desánimo se hace presente en nuestros procesos pastorales. Se traduce en algunas
expresiones y cuestionamientos: “¿Para qué me voy a privar de mis comodidades y placeres
si no voy a ver ningún resultado importante? Con esta actitud se vuelve imposible ser
misioneros. Tal actitud es precisamente una excusa maligna para quedarse encerrados en la
comodidad, la flojera, la tristeza insatisfecha, el vacío egoísta. Se trata de una actitud
autodestructiva porque ‘el hombre no puede vivir sin esperanza: su vida, condenada a la
insignificancia, se volvería insoportable’” (EG 275).
Es verdad continúa el documento “que muchas veces parece que Dios no existiera:
vemos injusticias, maldades, indiferencias y crueldades que no ceden” (GE 276), “aparecen
constantemente nuevas dificultades, la experiencia del fracaso, las pequeñeces humanas que
tanto duelen. Todos sabemos por experiencia que a veces una tarea no brinda las
satisfacciones que desearíamos, los frutos son reducidos y los cambios lentos, y uno tiene la
tentación de cansarse. […] Puede suceder que el corazón se canse de luchar porque en
definitiva se busca a sí mismo en un carrerismo sediento de reconocimientos, aplausos,
premios, puestos; entonces, uno no bajo los brazos, pero ya no tiene garra.” (EG 127).
“Hay quienes se consuelan diciendo que hoy es más difícil” (EG 263), y después de
esta afirmación, el documento trae a cuentas episodios de la historia del cristianismo en que
los tiempos eran también difíciles, como en el tiempo del Imperio romano, entro otros. Y
termina diciendo: “Entonces, no digamos que hoy es más difícil; es distinto” (Ibíd.).
“También aparecen constantemente nuevas dificultades, la experiencia del fracaso,
las pequeñeces humanas que tanto duelen. Todos sabemos por experiencia que a veces una
tarea no brinda las satisfacciones que desearíamos, los frutos son reducidos y los cambios
son lentos, y uno tiene la tentación de cansarse. Sin embargo, no es lo mismo cuando uno,
por cansancio, baja momentáneamente los brazos que cuando los baja definitivamente
dominado por un descontento crónico, por una acedia que le seca el alma” (EG 277).

6.2. Recuperar la «parresía»


Los evangelizadores con Espíritu son como se ha dicho aquellos “que se abren sin
temor a la acción del Espíritu Santo”, y se dejan tocar por este Espíritu que además de
hacerlos salir de sí mismos, como a los apóstoles en Pentecostés, “infunde la fuerza para
anunciar la novedad del Evangelio con audacia (parresía), en voz alta y en todo tiempo y
lugar, incluso a contracorriente” (EG 259).
Hoy más que nunca es urgente volver y recuperar esa audacia de los primeros
apóstoles, esa parresía para anunciar y proponer los valores del Reino presentes en los
Evangelios, con las características que propone el documento: en voz alta, en todo lugar, en
todo tiempo y aun contracorriente.

51
El significado fundamental de la parresía es el de “libertad para decirlo todo”, se
deriva de dos raíces griegas pan (todo) y rhêsis (discurso). De aquí las diversas variaciones
de su significado: franqueza, valentía, libertad confiada, audacia.
Desde luego la figura de Jesús con esa audacia y valentía conque anuncia y propone
su proyecto del Reino, igualmente podemos decir de los apóstoles, principalmente después
de la experiencia de Pentecostés. En la experiencia cristiana la fuente primera y la raíz última
de la parresía que como lo ha dicho el papa Francisco, es don del Espíritu Santo: “invoco
una vez más al Espíritu santo; le ruego que venga a renovar, a sacudir, a impulsar a la Iglesia
a una audaz salida fuera de sí para evangelizar a todos los pueblos” (EG 261).
Se puede afirmar que la parresía es una actividad verbal en la cual un hablante
expresa su relación personal a la verdad, y corre peligro porque reconoce que decir la verdad
es un deber para mejorar o ayudar a otras personas (tanto como a sí mismo). En parresia, el
hablante usa su libertad y elige la franqueza en vez de la persuasión, la verdad en vez de la
falsedad o el silencio, el riesgo de muerte en vez de la vida y la seguridad, la crítica en vez
de la adulación y el deber moral en vez del auto-interés y la apatía moral72.
De esta forma, “fiel al modelo del Maestro, es vital que hoy la Iglesia salga a anunciar
el Evangelio a todos, en todos los lugares, en todas las ocasiones, sin demoras, sin asco y sin
miedo” (EG 23. En otro momento el papa insiste que “si dejamos que las dudas y temores
sofoquen toda audacia (parresía), es posible que, en lugar de ser creativos, simplemente nos
quedemos cómodos y no provoquemos avance alguno y, en ese caso, no seremos partícipes
de procesos históricos con nuestra cooperación, sino simplemente espectadores de un
estancamiento infecundo de la Iglesia” (EG 129).
Hablándoles a los obispos de Latinoamérica, representados por el CELAM, en el
Salvador, el pasado 8 de mayo del 2017, les decía en el mensaje enviado, que había que mirar
al pueblo fiel de Dios para continuar con la misión, y en sus propias palabras, «esta mirada,
este diálogo con el Pueblo fiel de Dios, ofrece al pastor dos actitudes muy lindas a cultivar:
coraje [diríamos parresía] para anunciar el evangelio y aguante para sobrellevar las
dificultades y los sinsabores que la misma predicación provoca. En la medida en que nos
involucremos con la vida de nuestro pueblo fiel y sintamos el hondón de sus heridas,
podremos mirar sin “filtros clericales” el rostro de Cristo, ir a su Evangelio para rezar, pensar,
discernir y dejarnos transformar, desde Su rostro, en pastores de esperanza.»73
a. En voz alta
En voz alta no para acallar otras voces, ni para sobreponerse autoritariamente alzando
la voz, sino como un signo de firmeza, de seguridad, de valentía. Combinar desde la
propuesta de Francisco la delicadez y sencillez con la firmeza y seguridad. En voz alta, no
significa gritar para no escuchar las otras voces que construyen y dan sentido a la historia,
sino de nuevo la valentía para no permanecer callados cuando hay que decir y proponer los

72
Cf. M. FOUCAULT, ver igualmente OLVERA DELGADILLO J, “Parresía”: dimensión existencial
imprescindible de la evangelización, en Efemérides Mexicana, 32 n.96 (2014), 379-439.
73
Papa Francisco a los Obispos del CELAM reunidos en El Salvador, Ciudad del Vaticano, 8 mayo 2017.

52
valores del Evangelio. “Es verdad que, en nuestra relación con el mundo, se nos invita a dar
razón de nuestra esperanza, pero no como enemigos que señalan y condenan. Se nos advierte
muy claramente: “Hacedlo con dulzura y respeto” (I Pe 3.16)” (EG 271).
b. En todo tiempo
“A tiempo y a destiempo”, no esperar los “días soleados” y agradables para anunciar
el Evangelio trabajar por la evangelización, sino aun en medio de los tiempos difíciles, en los
días agrios y nublados el mensaje de la salvación y la liberación tiene que resonar.
Considerando el tiempo de ahora como el tiempo propicio para trabajar por la
Evangelización. Considerar todo tiempo, como el nuestro como un tiempo especial de gracia,
como una oportunidad para proponer el mensaje del Señor Jesús. Concebir este tiempo, aun
en medio de los cambios tan acelerados, como un tiempo más que terminal, un tiempo
germinal, más que como crisis, como kairós. Sobre todo, tratar de coincidir con los tiempos
de ahora, con los tiempos del hombre de hoy. Además de los llamados “tiempos fuertes”,
tiempos litúrgicos, tenemos que ensanchar nuestra concepción del tiempo y abrirnos y
aprovechar los tiempos “seculares”, ahí donde el hombre de ahora se mueve y se entretiene.
c. En todo lugar
Abrirnos a más lugares para la proclamación del mensaje de Jesús, además de los
lugares “típicos” como templos, anexos, salones. Abrir igualmente el horizonte a nuevos
lugares, esos nuevos ambientes, areópagos donde el mensaje evangelizador se tiene que hacer
presente. “Salgamos, salgamos a ofrecer a toda la vida de Jesucristo. Prefiero una Iglesia
accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el
encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades. No quiero una Iglesia
preocupada por ser el centro y que termine clausurada en una maraña de obsesiones y
procedimientos” (EG 49).
d. A contracorriente
Es necesario aun contracorriente, “abandonar el cómodo criterio pastoral del “siempre
se ha hecho así”. Invito a todos a ser audaces y creativos en esta tarea de repensar los
objetivos, las estructuras, el estilo y los métodos evangelizadores” (EG 33).

6.3. Re-centrarse en Jesús


En una de sus homilías, el papa Francisco afirmaba: “La Iglesia ha de llevar a Jesús:
este es el centro de la Iglesia, llevar a Jesús. Si alguna vez sucediera que la Iglesia no lleva a
Jesús, esa sería una Iglesia muerta”.74 En la EG deja claro la necesidad de volver a Jesús. Él
puede desencadenar en la Iglesia esa “nueva etapa evangelizadora” de la que habla Francisco:
“Él puede romper los esquemas aburridos en los cuales pretendemos encerrarlo y
sorprendernos con su constante creatividad divina” (EG 11).

74
Homilía en Santa Marta, 23 de octubre de 2013.

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En el fondo de los gestos y llamadas del papa (es el papa de los gestos 75) descubre
una convicción primordial: el giro que necesita el cristianismo actual, la conversión radical
y decisiva consiste sencillamente en volver a Jesús para arraigar a la Iglesia con más verdad
y más fidelidad en su persona, su mensaje, su proyecto del reino de Dios y su destino de
muerte y resurrección.

En el mensaje a los obispos del CELAM, reunidos en El Salvador, les llamaba a re-centranos
en Jesús, para recuperar y ofrecer esperanza. Después de mirar y dejarse mirar por el pueblo.

«Re-centrarnos con Cristo en su Pueblo es tener el coraje de ir hacia las periferias del
presente y del futuro confiados en la esperanza de que el Señor sigue presente y Su presencia
será fuente de Vida abundante. De aquí vendrá la creatividad y la fuerza para llegar a donde
se gestan los nuevos paradigmas que están pautando la vida de nuestros países y poder
alcanzar, con la Palabra de Jesús, los núcleos más hondos del alma de las ciudades donde,
cada día más, crece la experiencia de no sentirse ciudadanos sino más bien “ciudadanos a
medias” o “sobrantes urbanos” (Cfr. EG 74)76.

Re-centrarnos en Jesús es recuperar la frescura original del Evangelio significa volver


al único que es la fuente y el origen de la Iglesia; el único que justifica su presencia en el
mundo y en la historia. La única verdad de la que nos está permitido vivir para caminar
creativamente hacia el futuro. Sólo desde esta convicción será posible un verdadero
aggiornamento o puesta al día de la Iglesia.

Re-centrarnos en Jesús, es mucho más que introducir algunos cambios o innovaciones de


carácter pastoral o de gobierno. Necesitamos volver a las raíces, convertirnos a lo esencial,
actualizar hoy de alguna manera la experiencia fundante que se vivió al inicio con Jesús. No
basta con poner orden en la Iglesia ni con introducir algunas mejoras en el funcionamiento
de nuestras parroquias o diócesis.

Hemos de tener muy claro que “volver a Jesús” o volver a centrarnos en él. no es
solo introducir reformas religiosas, sino convertirnos al espíritu de Jesús. Esta conversión
(cf. DSD30) nos está exigiendo a todos/as movilizarnos para crear en nuestras parroquias y
comunidades un clima nuevo de búsqueda humilde, pero incansable. Convertirnos a Jesús
significa más en concreto vivir una calidad nueva en nuestra relación con él. Una Iglesia
formad por comunidades que se relacionan con un Jesús mal conocido, confesando solo de
manera abstracta, un Jesús mudo del que no se escucha nada especial para el mundo de hoy,
un Jesús apagado, que no seduce, que no llama ni toca los corazones… es una Iglesia que
corre el riesgo de irse apagando y extinguiendo.

Volver a Jesús es reavivar nuestra relación con él. Dejarnos alcanzar por su persona.
Dejarnos seducir no solo por una causa, un ideal, una misión, una religión, sino por la persona
de Jesús, por el Dios vivo encarnado en él. Dejarnos transformar poco a poco por ese Dios
apasionado por una vida más digna, más humana y dichosa para todos/as, empezando por los
últimos, los más pequeños, indefensos y excluidos.

75
76
Papa Francisco a los Obispos del CELAM reunidos en El Salvador, Ciudad del Vaticano, 8 mayo 2017.

54
Lo primero que necesitamos en las parroquias y comunidades es poner en marcha
procesos sencillos para conocer mejor a Jesús. Si ignoramos a Jesús, no podremos conocer
lo más esencial y decisivo de nuestra fe y de nuestra tarea evangelizadora. Si no sabemos
mirar el mundo, la vida, las personas, con la compasión con que Jesús miraba, seremos
comunidades ciegas. Si no sabemos escuchar el sufrimiento de los pobres como Jesús,
seremos comunidades sordas. Si no sintonizamos con amor, el perdón y la ternura de Jesús,
no conoceremos lo mejor, lo más valioso, lo más atractivo de nuestra fe: Jesús, nuestro único
Maestro y Señor.

Necesitamos que nuestras parroquias y comunidades se pueda vivir una experiencia


nueva de Jesús. Se trata, en concreto, de caminar en los años venideros hacia un nivel nuevo
de vida evangélica: ir pasando a una nueva fase de cristianismo más inspirado y motivado
por Jesús, y mejor estructurado para anunciar su Buena Nueva, y colaborar con él en abrir
caminos al reino de Dios.

Entre nosotros puede haber cristianos buenos que viven instalados en una adhesión
doctrinal y una práctica religiosa tranquila, pero no buscan una relación vital con Jesús;
cristianos que conocen el cumplimiento de sus obligaciones religiosas, pero no la experiencia
viva de seguir a Jesús; cristianos que buscan instintivamente seguridad y viven de lo que
encuentran a su alcance para nutrir sus necesidades religiosas, pero permanecen ajenos al
proyecto del reino de Dios. La inmensa mayoría de estos cristianos no son culpables de este
estado de cosas, sino víctimas. Nadie les ha ayudado a encontrarse vitalmente con Jesús.

Tal vez lo primero es dar pasos hacia mayores niveles de verdad en nuestras vidas,
en nuestras comunidades y parroquias. Hemos de sondear la verdad de nuestro cristianismo.
Descubrir positivamente ese núcleo básico de seguimiento fiel a Jesús que hay en muchos
cristianos más allá del pecado que puede haber en las instituciones y tradiciones del pasado.
Pero hemos de detectar también con honradez y humildad las desviaciones y adulteraciones
del cristianismo actual.

Hemos de atrevernos a discernir qué hay de verdad y qué hay de mentira en nuestro
cristianismo: qué hay de verdad y de mentira en nuestros templos y en nuestras curias,
oficinas parroquiales, en nuestras celebraciones y en nuestras actividades pastorales; en
nuestros objetivos, proyectos y estratégicas. No hemos de tener miedo a poner nombre a
nuestros pecados.

Pero, además, poner verdad en la Iglesia significa también revisar falsas seguridades
que nos impiden escuchar la llamada a la conversión. Purificar esa peligrosa conciencia de
sentirnos la “Iglesia santa de Jesús” sin revisar mínimamente si le estamos siendo fieles o no.
Esa convicción de que tenemos una misión única en el mundo sin escuchar a qué nos envía
hoy realmente el Espíritu de Jesús. Esa seguridad inconsciente de que estamos proclamando
a Jesús sin ser tal vez una Iglesia “oyente de la Palabra” o que podemos ser “maestros de
humanidad” sin ser seguidores fieles de su Evangelio.

Hemos de ser sinceros y confesar que muchas veces nuestro trabajo pastoral está
concebido y desarrollado de tal forma que tendemos a estructurar la fe de los cristianos no
55
desde la experiencia del encuentro personal con Jesús, sino desde la aceptación de unas
creencias, la docilidad a unas pautas de comportamiento moral y la celebración fiel de una
liturgia sacramental.

Gran parte de nuestro trabajo pastoral se limita entonces a alimentar y sostener un


cristianismo convencional que se ajusta a lo que amplios sectores esperan y demandan a la
Iglesia: respeto a una tradición religiosa empobrecida y cada vez más anacrónica;
observancia de una práctica litúrgica inamovible que tranquiliza, aunque no alimente la
comunión vital con Cristo; insistencia en ciertas verdades doctrinales, aunque no abran los
corazones a la experiencia del Dios amigo de la vida encarnado en Jesús.

Por tanto, necesitamos poner en marcha procesos de conversión a Jesús para que
nuestras parroquias y comunidades se sientan atraídas por él y todos experimentemos en el
interior de nuestros corazones su llamada, la misma que escucharon los primeros que se
convirtieron en sus discípulos y discípulas y le siguieron. No es el momento de inventar
recetas fáciles no de vender falsas seguridades, sino la hora de impulsar la conversión a Jesús
como talante, fundamento y principio de una nueva fase en la Iglesia. Se nos pide replantearlo
todo desde una nueva fidelidad a Jesús. Dios es siempre nuevo e insondable, siempre mejor
de lo esperado. A la Iglesia le esperan todavía grandes sorpresas. Estamos en un tiempo
germinal, más que terminal. En estos momentos no hay recetas concretas, pero puede haber
caminos de búsqueda.

Estamos viviendo tiempos de gracia y conversión que exigen un estilo de vida


cristiana y unas actitudes adecuadas. Se pueden señalar dos: -Aprender a vivir cambiando.
Esto significa aprender a “despedir” lo que no evangeliza ni abre caminos al reino de Dios,
como tal vez lo hizo en otros tiempos, y aprender a tantear y abrir caminos nuevos al
Evangelio de Jesús. No tener miedo a despedir lo que está muriendo, sino promover lo que
está germinando. Se nos pide además darle forma concreta al cambio.

6.4. Tener presente la acción misteriosa del Resucitado


Esta motivación central de nuestro cristianismo va directamente contra esa
consecuencia del desánimo, descrita de muchas maneras en el documento. “Si pensamos que
las cosas no van a cambiar, recordemos que Jesucristo ha triunfado sobre el pecado y la
muerte. […] Cristo resucitado y glorioso es la fuente profunda de nuestra esperanza, y no nos
faltará su ayuda para cumplir la misión que nos encomienda” (EG 275).
“Donde parece que todo ha muerto, por todas partes vuelven a aparecer los brotes de
la resurrección. Es una fuerza imparable” (EG 276). Qué importante es estar abierto a estos
brotes del resucitado, brotes que no necesariamente surgen a partir de nuestros proyectos o
planes pastorales, pero que tenemos que acompañar y hacer que crezcan. “Habrá muchas
cosas negras, pero el bien siempre tiende a volver a brotar y a difundirse” (Ibíd.).
En este punto se percibe un realismo-positivo del tiempo de hoy, no es una visión
catastrófica del fin de la historia que algún tiempo se anunció, sino es la visión positiva a
partir de la fe en el resucitado: “Cada día en el mundo renace la belleza, que resucita
transformada a través de las tormentas de la historia. Los valores tienden siempre a reaparecer
56
de nuevas maneras, y de hecho el ser humano ha renacido muchas veces de lo que parecía
irreversible. Esta es la fuerza de la resurrección y cada evangelizador es un instrumento de
ese dinamismo” (Ibíd.). Estamos de nuevo ante la idea de un tiempo germinal, en donde “la
resurrección de Cristo provoca por todas partes gérmenes de ese mundo nuevo; y aunque se
los corte, vuelven a surgir, porque la resurrección del señor ya ha penetrado la trama oculta
de esta historia” (EG278).
Tener una clara convicción de que “Dios puede actuar en cualquier circunstancia”,
aun en medio de los aparentes fracasos. Esta convicción o certeza es “el sentido del misterio”,
de que Dios actúa más allá de nuestras visiones, de nuestros proyectos y objetivos pastorales,
por eso hay un llamado a “renunciar a calcularlo y controlarlo todo, y permitir que Él nos
ilumine, nos guíe, nos oriente, nos impulse hacia donde Él quiera. Él sabe bien lo que hace
falta en cada época y en cada momento. ¡Esto se llama ser misteriosamente fecundos!” (EG
280).

6.5. Aprender del estilo mariano en la evangelización


Sin la presencia de María “no terminamos de comprender el espíritu de la nueva
evangelización” (284), nos dice el papa. Ella es “el icono femenino de la Iglesia” que quiere
ser “casa para muchos y madre para todos (EG 288); “la esclavita del Padre que se estremece
en la alabanza”; “signo de esperanza para los pueblos que sufren dolores de parto hasta que
brote la justicia” (EG 286); “Madre del Evangelio viviente; Señora de la prontitud.” La
manera como se ha hecho presente en nuestro continente, y de modo especial en nuestra
patria, es ya en sí mismo, un camino pedagógico evangelizador. Un estilo mariano de
evangelizar.
¿Cuál es ese estilo? Podemos descubrir algunos rasgos presentes en estas palabras del papa:
- “Señora de la prontitud”: sale de su pueblo para auxiliar a los demás “sin demora” (Lc 1,39).
-Conjuga en su persona la dinámica de justicia, humildad y ternura “que no son virtudes de
los débiles sino de los fuertes, que no necesitan maltratar a otros para sentirse importantes”
(EG 288).
- “Sabe reconocer las huellas del espíritu de Dios en los grandes acontecimientos y también
en aquellos que parecen imperceptibles” (EG Ibíd.).
-Contemplativa del misterio de Dios en el mundo; mujer orante y trabajadora.

6.6. La Religiosidad Popular, fuente y expresión de espiritualidad

La RP, ha pasado por periodos difíciles dentro de la reflexión teológica y la aceptación


eclesial “en algún tiempo mirada con desconfianza, ha sido objeto de revalorización en las
décadas posteriores al Concilio” (EG 122). En un tiempo fue vista con desconfianza por
considerarla muy en cercanía con la idolatría, la superficialidad, ignorancia, luego fue
tolerada, pidiendo incesantemente que se purificara, aunque no estuvieran muy claros los
criterios de purificación. Luego tuvo una aceptación relativa al ver todo el potencial y la

57
fuerza que tiene principalmente en el “pueblo pobre y sencillo” como lo llama DP (446). Y
en nuestros días asistimos a una novedosa valorización de la RP en varios aspectos. Como
fuerza evangelizadora, como lugar teológico y como fuente de espiritualidad, que es la que
nos interesa en este momento.

Especialmente en el pueblo pobre y sencillo es donde la RP es introducida como un


medio de expresión de la fe. Se le ha llamado también desde Aparecida “espiritualidad
popular” o “mística popular”77. Esta experiencia que se vive sobre todo en Latinoamérica, se
expresa principalmente en la Religiosidad Popular, es al ámbito apto para descubrir los signos
de la vida mística. Es el catolicismo popular la vertiente donde se manifiesta más
explícitamente esta mística popular. El documento de Puebla (1979), pone de manifiesto la
importancia de esta mística con sus características primordiales, y lo define como “el
conjunto de hondas creencias selladas por Dios, de las actitudes básicas que de esas
convicciones se derivan las expresiones que las manifiestan”. (DP 444) Esta Religiosidad
Popular abarca a todos los sectores sociales, pero son de nuevo los “pobres y sencillos” (DP
446), los que la viven de manera más auténtica y profunda.

“No se trata de mitificar al pueblo, convirtiéndolo en el nuevo mesías, ni caer en un


populismo romántico, ni de negar la necesidad de una crítica ilustrada y evangélica
de lo popular: se trata simplemente de constatar la connaturalidad entre los valores
más hondos del pueblo pobre y sencillo y los valores del reino anunciados por el
evangelio”.78

Se trata finalmente de una “verdadera espiritualidad encarnada en la cultura de los


sencillos”, y como para dar respuesta a tantos prejuicios, se afirma que “no está vacía de
contenidos, sino que los descubre y expresa más por la vía simbólica que por el uso de la
razón instrumental” (EG 124). Un llamado final: “¡No coartemos ni pretendamos controlar
esa fuerza misionera!” (ibíd.). Más bien estamos llamados a alentarla y fortalecerla. (EG 126)

7. De la conversión pastoral a la pastoral en conversión DSD 30- EG

7.1. Un juego de preposiciones79

La conversión se hace en la pastoral, para la pastoral, por la pastoral, a partir de la pastoral,


y por ella motivada. Este juego de proposiciones nos permite entender mejor el alcance
práctico de la conversión pastoral.

Conversión en la pastoral

77
SEIBOLD Jorge R., La mística popular, Buena Prensa, México, 2006, p.168.
78
CODINA Víctor, Espiritualidad popular: de acusada a interpelante, en Sal Terrae, 68 (1980), p.791-798;
aquí p.194.
79
J. B., LIBANIO, «Conversão pastoral e Estruturas Eclesiais», Medellín, (2009)

58
El Concilio Vaticano II, por medio de la GS provocó una verdadera revolución en la
concepción de la Iglesia como en sus múltiples órganos, ministerios, instituciones. Invierte
la manera de considerar el movimiento entre la Iglesia y el Mundo. La visión tradicional
entendía una Iglesia completamente alejada de todas las verdades, de los medios de
evangelización, de las enseñanzas. Y de esta forma la Iglesia se aproximaba al mundo para
convertirlo.

El Concilio entendió que, en el contacto con el mundo, la Iglesia se hace de nuevo, se


recrea, se modifica, se convierte, aprende. En la pastoral también se da una conversión. Al
interactuar con el mundo, con las realidades terrestres, la Iglesia procesa en su interior una
nueva interpretación de sí misma, y de lo que tienen que comunicar al mundo. Ya hemos
visto como Aparecida nos impulsa a dar ese paso.

Al dirigir su mirada al mundo, a las realidades sociales del Continente, ella se


pregunta, ¿qué cambios internos tenemos que hacer para responder a los desafíos actuales?
La conversión pastoral pide que se vuelva al método de ver-juzgar-actuar. Pues al ver que la
realidad repercute hacia dentro de la Iglesia y la obliga a repensarse en vista de la
evangelización y de la misión.

Conversión para la pastoral

Esta conversión rompe el intimismo de una conversión pensada únicamente en


términos individuales. Muestra que la fe cristiana compromete necesariamente al cristiano
con la comunidad y con el mundo. Ahí aparecen las dos dimensiones de la pastoral. Pastoral
en relación a las prácticas internas de la Iglesia que constituyen los lugares clásicos:
catequesis, litúrgica, homilética, sacramentos, sacramentales, etc. Implica también una
dimensión social, que lleva a la Iglesia a insertarse en el corazón del mundo. La conversión
para la pastoral exige que el católico se entienda como alguien que consagre los propios
talentos en las acciones de la vida interna de la Iglesia, pero también se compromete sin su
presencia en el mundo.

Conversión por, y en (motivada por) la Pastoral

Muchas veces la pastoral es en una instancia que critica y purifica la fe del cristiano.
Tiene una dimensión crítica o profética al considerar que el Evangelio es el que nos debe
poner en alerta para darnos cuenta si las prácticas eclesiales a nivel comunidad o personal
están en el camino del Evangelio. Al adentrarnos a la pastoral se va confrontando con la
dureza de la realidad, con los desafíos más sentidos. La realidad y su contacto real con ella
tiene una fuerza transformadora, muchos santos y pastores después de un contacto pastoral
real se han convertido.

Por otro lado, la pastoral ofrece criterios para examinar o verificar la autenticidad de
la fe. En el lenguaje bíblico de Santiago, las obras salvan la fe, o en san Pablo, la fe opera
por la caridad (Gal 6). La acción pastoral salva la conversión del cristiano de permanecer en

59
un nivel estrictamente individual. Ella inserta en la reflexión teológica los problemas nuevos
que la realidad despierta y obliga a la fe a reformularse constantemente.

La fe carece de alimento. Lo principal viene de la Revelación que nos llega por medio
de la Sagrada Escritura insertada en la larga Tradición de la Iglesia. Para que tales verdades
no queden en el nivel puramente abstracto, y desciendan al campo de la vida, de la existencia,
de la práctica del cristiano, la pastoral apunta a las cuestiones bien concretas. Estas se
convierten en el propio material de reflexión de la fe.

La conversión nace naturalmente de la acción de Dios. Sólo Dios convierte a alguien.


La transformación se da en grado profundo sólo verificable por Dios. Al sentirse tocado para
cambiar de vida, el fiel experimenta en ese momento la gracia de Dios infinito. En tanto, Él
actúa en las criaturas. Los acontecimientos, a primera vista ajenos a cualquier sentido
religioso, de repente, avalan a alguien y este se vuelve a Dios. En el corazón de los
acontecimientos estaba ya Dios actuando. Ahora bien, la pastoral tiene entre otros, el lugar
privilegiado del encuentro transformador con Dios. Motivados por ella, muchos modifican
radicalmente y se comprometen con la acción pastoral en el interior de la Iglesia en el mundo.

7.2. Santo Domingo 30


La conferencia de Santo Domingo en el n.30, contiene en buena parte todo el
programa de una conversión pastoral que Aparecida viene a fortalecer y a dar dinamismo.
Este número programático afirma que «tal conversión debe ser coherente con el Concilio.
Lo toca todo y a todos: en la conciencia y en la praxis personal y comunitaria, en las
relaciones de igualdad y de autoridad; con estructuras y dinamismo que hagan presente
cada vez con más claridad a la Iglesia, en cuanto signo eficaz, sacramento de salvación
universal».
Comentemos un poco este interesante número.
A. En la línea de Vaticano II
¿Cuál es la dirección hacia la que debe apuntar la conversión pastoral? La dirección
es el Concilio Vaticano II. Hacia este horizonte conduce tal conversión pastoral. Entonces
cabe preguntarse si las acciones pastorales están o no en sintonía con las propuestas e
inspiraciones de Vaticano II. Si los modelos pastorales antes descritos están o no en la línea
de Vaticano II, con todas las propuestas reformadoras que trajo consigo. El papa Francisco
En consecuencia, con Vaticano II, recuerda también lo que para este concilio significa
conversión, al unirla justamente con la renovación y la reforma. Presenta la conversión
eclesial como “la apertura a una permanente reforma de sí por la fidelidad a Jesucristo: “Toda
renovación de la Iglesia consiste esencialmente en el aumento de la fidelidad a su vocación
[…] Cristo llama a la Iglesia peregrinante hacia una perenne reforma de la que la Iglesia
misma, en cuento institución humana y terrena, tiene siempre necesidad”. (Unitatis
redintegratio 6) (EG 26 b).

60
En segundo lugar. En la conversión pastoral no hay intocables, nadie, absolutamente
nadie queda excluido de entrar en este proceso de conversión. Se habla de todo, es decir,
métodos, estructuras, instancias pastorales, recursos, técnicas. Ningún ámbito o estructura, o
institución parroquial o diocesana que da al margen de este llamado a la conversión. Ninguna
estructura educativa, administrativa, de consejo, de ejecución o de consulta quedan excluidas.
Toca a todos/as. Como sujetos de la acción pastoral, todos los agentes están
implicados en este proceso de conversión. Nadie queda excluido de una revisión a fondo de
sus maneras de proceder pastoralmente, de sus actitudes pastorales. Todos estamos llamados
a revisar, analizar cómo estamos llevando históricamente nuestro ministerio.
B. Lo toca todo y a todos
El sueño del papa Francisco, es un sueño que no es ilusión, pues es sueño de muchos,
porque “sueño que se sueña solo, es pura ilusión, sueño que se sueña juntos, es señal de
solución: soñemos juntos”. Su sueño es una iglesia misionera en donde esta acción misionera
toque varios aspectos: «costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje.” (EG 27).
Toca también los objetivos, métodos, personas. Revisar todo y quedarse con lo mejor.
“La pastoral en clave de misión pretende abandonar el cómodo criterio pastoral del “siempre
se ha hecho así”. Invito a todos a ser audaces y creativos en esta tarea de repensar los
objetivos, las estructuras, el estilo y los métodos evangelizadores de las propias comunidades.
[…] Con generosidad y valentía. Sin prohibiciones y sin miedos” (EG 33)
Muchos sujetos se pueden sentir intocables, como si a ellos no les llegara el
requerimiento de la conversión. El mismo papa nos da ejemplo de esta sencillez para sentirse
interpelado, no solamente en su persona como papa, sino también el ministerio que
desempeña, es decir el papado, que muchas veces es el verdadero problema. “Dado que estoy
llamado a vivir lo que pido a los demás, también debo pensar en una conversión del papado.
[…] También el papado y las estructuras centrales de la Iglesia universal necesitan escuchar
el llamado a una conversión pastoral” (EG 32).
Luego presenta cuatro ámbitos en donde acontece o se verifica esta conversión: -a. en la
conciencia de la comunidad eclesial; b. en la praxis pastoral, personal y comunitaria; -c. en
las relaciones de igualdad y autoridad; - d. y en las estructuras de la Iglesia. Veamos una por
una.
C. En la conciencia de la comunidad eclesial
El papa Francisco, trae a cuentas sobre esta nueva conciencia eclesial, unas palabras
clave del papa Pablo VI “la iglesia debe profundizar en la conciencia de sí misma, debe
meditar sobre el misterio que le es propio […] De esta iluminada y operante conciencia brota
un espontáneo deseo de comparar la imagen ideal de la Iglesia y el rostro real que hoy la
Iglesia presenta.” (cf. Ecclesiam suam 3) (EG 26a).
En esta nueva conciencia eclesial, está a la base la idea de salida. “Cada cristiano y cada
comunidad discernirá cuál es el camino que el Señor le pide, pero todos somos invitados a

61
aceptar este llamado: salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias
que necesitan la luz del Evangelio” (EG20, Cf. EG 33). Más aún “fiel al modelo del Maestro,
es vital que hoy la Iglesia salga a anunciar el Evangelio a todos, en todos los lugares, en todas
las ocasiones, sin demoras, sin asco y sin miedo”. (EG 23). En este número están referidos
los modos, las formas que hay que adoptar en la salida, las actitudes básicas en esta toma de
conciencie eclesial: -a todos, -en todos los lugares, -en todas las ocasiones, -sin demoras, -
sin asco, -sin miedo.
D. En las prácticas pastorales
El origen de toda práctica eclesial, la fuente renovadora de las prácticas eclesiales a
nivel persona o comunitario es el encuentro con la persona de Jesús. “Jesucristo también
puede romper los esquemas aburridos en los cuales pretendemos encerrarlo y nos sorprende
con su constante creatividad divina. Cada vez que intentamos volver a la fuente y recuperar
la frescura original del Evangelio, brotan nuevos caminos métodos creativos, otras formar de
expresión, signos más elocuentes, palabras cargadas de renovado significado para el mundo
actual” (EG 11). En definitiva, es el mismo llamado de Aparecida a recomenzar desde Jesús.
Tomar conciencia de que “la salida misionera es el paradigma de toda la obra de la
Iglesia” (EG 15). Hay tres ámbitos en esta labor misionera (EG 14): - lo que el papa llama la
pastoral ordinaria, es la acción para seguir alimentando la fe de los que se han
comprometido. Hay que orientar y alentar estos esfuerzos; -pero están “las personas
bautizadas que no viven las exigencias del Bautizo”, sin una real pertenencia cordial a la
Iglesia, ni experimentan su consuelo, confianza en ella. Serían los alejados. O los que la
Iglesia ha dejado solos, al no acercarse a sus penas y tristezas, sus gozos y esperanzas; -y los
que no conocen a Jesús o lo han rechazado. Recordando una vez más con Aparecida, “que
la Iglesia no crece por proselitismo sino por “atracción”.» (EG14). En realidad, toda la acción
y los esfuerzos pastorales están en el primer y tercer ámbito. En la pastoral ordinaria o típica
de cualquier parroquia: sacramentos, ritos, rifas, kermesse, primeras comuniones,
quinceañeras… Y el último con todo el esfuerzo que se hace desde las misiones Ad Gentes.
Queda, sin embargo, muy debilitado y desamparado el segundo ámbito, que es justamente el
más numeroso y el que tiende a aumentar.80
E. En las relaciones de igualdad y de autoridad
Se insiste también en las relaciones entre el clérigo y el laico, ese binomio del que no
hemos logrado salir después de siglos y que nada o poco tiene que ver con el bautismo como
la plataforma ministerial de la vivencia del cristianismo. En relación a los laicos y su papel
dentro de la Iglesia, se dice, que existe un “excesivo clericalismo que los mantiene al margen
de las decisiones” (EG 102).
Y en relación al trato y participación de la mujer se insiste en su dignidad y trato fraterno
e igualitario. Aun cuando se advierten los avances en relación a la mujer y su participación
en la vida eclesial y pastoral, el papa reconoce que “todavía es necesario ampliar los espacios

80
Cf. Ver por ejemplo la encuesta del IMDOSOC 2011, sobre Creer en México.

62
para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia. (EG 103). Y se toma en serio el tema
del sacerdocio reservado a los varones al decir “el sacerdocio reservado a los varones, […]
es una cuestión que no se pone en discusión, pero puedo volverse particularmente conflictiva
si se identifica demasiado la potestad sacramental con el poder. […] La configuración del
sacerdote con Cristo Cabeza no implica una exaltación que lo coloque por encima del resto.
En la Iglesia las funciones “no dan lugar a la superioridad de los unos sobre los otros. De
hecho, una mujer, María, es más importante que los obispos. (EG 104). Este número vale la
pena leerlo y reflexionarlo entero, pues está cargado de una profunda teología con
repercusiones pastorales por demás interesantes y actuales.
F. En las estructuras
Tienen que tener como criterios para permanecer o distinguirlas de las caducas estos
pueden ser: -que tengan un dinamismo evangelizador; -cuando hay una vida que las anima,
las sostiene y las juzga (EG 26c.), sino se corrompen.
Para Francisco, las estructuras son esencialmente misioneras. (EG27). «La reforma
de estructuras que exige la conversión pastoral sólo puede entenderse en este sentido:
procurar que todas ellas se vuelvan más misioneras, que la pastoral ordinaria en todas sus
instancias sea más expansiva y abierta, que coloque a los agentes pastorales en constante
actitud de salida y favorezca así la respuesta positiva de todos aquellos a quienes Jesús
convocaba con su amistad.”
Tener en cuenta la plasticidad de la parroquia, en sus múltiples formas que puede adoptar
de acuerdo a las circunstancias. “Puede tener formas muy diversas que requieren la docilidad
y la creatividad misionera” (EG 28). Esta plasticidad histórica, es la que la puede librar de la
caducidad. Esta institución insustituible e insuficiente a la vez. ¿En qué lo uno, en qué lo
otro? (EG 28).

7.3. Conversión ecológica

8. Resistencias y obstáculos
En el documento ya citado sobre el saludo navideño a la Curia Romana en diciembre del
2016, el papa Francisco les hacía mención de las resistencias que se dan a la hora de
emprender el camino de las reformas. Las ver como normales y saludables, pues a ausencia
de reacción es un signo de muerte. Así que las resistencias buenas ―e incluso las menos
buenas― son necesarias y merecen ser escuchadas, atendidas y alentadas a que se expresen,
porque es un signo que el cuerpo esté vivo.
Hace una tipología breve de las resistencias:
 las resistencias abiertas, que a menudo provienen de la buena voluntad y del diálogo
sincero;

63
 las resistencias ocultas, que surgen de los corazones amedrentados o petrificados que
se alimentan de las palabras vacías del gatopardismo espiritual de quien de palabra
está decidido al cambio, pero desea que todo permanezca como antes;
 las resistencias maliciosas, que germinan en mentes deformadas y se producen
cuando el demonio inspira malas intenciones (a menudo disfrazadas de corderos).
Este último tipo de resistencia se esconde detrás de las palabras justificadoras y, en
muchos casos, acusatorias, refugiándose en las tradiciones, en las apariencias, en la
formalidad, en lo conocido, o en su deseo de llevar todo al terreno personal, sin
distinguir entre el acto, el actor y la acción.
En la misma EG se señalan algunos obstáculos para emprender las reformas, las
renovaciones y para empeñarse en un camino de conversión pastoral tal como lo señala SD
y como es asumido desde DA y el papa Francisco.

8.1. La guerra entre nosotros (EG 98)


Este es el primer obstáculo que se señala, al decir: “dentro del Pueblo de Dios y en las
distintas comunidades, ¡cuántas guerras! En el barrio, en el puesto de trabajo, ¡cuántas
guerras por envidias y celos, también entre cristianos! Si de por sí es inaceptable todo tiempo
de guerra, de enfrentamiento, con cuanta mayor razón debe ser rechazadas las guerras
internas dentro de la Iglesia por luchas de poder, de prestigio, de placer o seguridad
económica.
Esas luchas, no hay que confundirlas con los “conflictos” que son connaturales a los
procesos pastorales y a las relaciones humanas como unos de los condicionamientos más
claros en los procesos de pastoral81. No es lo mismo hacerse la guerra “internamente”, que
manejar y enfrentar los conflictos inherentes al género humano y a los procesos humanos.
“más que perteneces a la Iglesia toda, con su rica diversidad, pertenece a tal o cual grupo que
se siente diferente o especial”. Hace poco, el papa enviaba una carta al encargado de los
laicos, donde señalaba tanto el clericalismo, como el grupo de laicos que se sienten los
selectos, los más ilustrados o como pertenecientes a una casta privilegiada por su instrucción,
o por estas “más cerca” de la estructura eclesial.82 O esos llamados “celos pastorales” o
rivalidades entre los agentes de pastoral.
En el número siguiente, el papa lanza una invitación que haga frente a este mundo que se
debate en medio de guerras y rivalidades: “A los cristianos de todas las comunidades del
mundo, quiero pedirles especialmente un testimonio de comunión fraterna que se vuelva
atractivo y resplandeciente” (EG 99).

8.2. El “habriaqueismo” (EG 96)


Es la vanidad de “entretenerse hablando sobre “lo que habría que hacer” como maestros
espirituales y sabios pastorales que señalan desde fuera. Cultivamos nuestra imaginación sin
límites y perdemos contacto con la realidad sufrida de nuestro pueblo fiel”. Cuántas veces
81
Cf. F. MERLOS ARROYO, Conflictos humanos en la Pastoral ¿Crecimiento o fracaso?, Palabra, México, 2006.
82
Poner nota sobre esa carta….

64
las reuniones de pastoral, en los diferentes niveles, de parroquias, decanatos, diócesis,
perdemos el tiempo o nos dedicamos a hablar horas y horas de lo que deberíamos hacer, de
“lo que habría que hacer”, es decir idealizamos la práctica y nos entretenemos en cuestiones
de ideal y no del real. Aquí estamos yendo en contra del principio básico de que la realidad
es más importante que la idea. Muchas veces somos pastoralistas más de ideas, de discursos
que de atender la realidad desafiante.
El “habriaqueismo” es una tentación que está más presente de lo que pensamos en todos
nuestros procesos de pastoral. Nos quedamos con slogans sobre lo que debe ser la pastoral,
repetimos frases que con el afán de tanto repetirlas las vamos vaciando de contenido, pues
nuca se confrontan con la realidad. Hay que saber, que la verdadera novedad está cuando se
ponen en práctica las ideas.

8.3. La “acedia espiritual” (EG 97)


Es lo mismo que la mundanidad. Quien se deja llevar por esto, dice el papa que “mira
desde arriba y de lejos, rechaza la profecía de los hermanos, descalifica a quien lo cuestione,
destaca constantemente los errores ajenos y se obsesiona por la apariencia. Ha replegado la
referencia del corazón al horizonte cerrado de su inmanencia y sus intereses. […] Es una
tremenda corrupción con apariencia de bien. […] Dios nos libre de una Iglesia mundana bajo
ropajes espirituales o pastorales”. “Ya no hay fervor evangélico, sino el disfrute espurio de
una autocomplacencia egocéntrica” (EG95)
No sólo la señala, sino que da unas pistas para evitarla:
-poniendo a la Iglesia en movimiento de salida de sí
-de misión centrada en Jesucristo
-de entrega a los pobres
-tomándole el gusto al aire puro del Espíritu Santo

8.4. El neopelagianismo autorreferencial (EG 94)


Es la actitud de quienes en el fondo sólo confían en sus propias fuerzas y se sienten
superiores a otros por cumplir determinadas normas o por ser inquebrantablemente fieles a
cierto estrilo católico propio del pasado. Es una supuesta seguridad doctrinal o disciplinaria
que da lugar a un elitismo narcisista y autoritario, donde en ligar de evangelizar lo que se
hace es analizar y clasificar a los demás, y en lugar de facilitar el acceso a la gracia se gastan
las energías en controlar.

8.5. El gnosticismo, una fe encerrada en nosotros mismos (EG 94)


En esta actitud el obstáculo está en el interés desmedido por una determinada experiencia
o una serie de razonamientos y conocimiento que supuestamente reconfortan e iluminan, pero
en definitiva el sujeto queda clausurado en la inmanencia de su propia razón o de sus
sentimientos. Es el llamado “inmanentismo antropocéntrico”.

65
8.6. La pretensión de dominar el espacio de la Iglesia (EG 95)
Esta actitud va en contra del principio de que el tiempo es superior al espacio. Al
pretender “dominar el espacio de la Iglesia”. Se manifiesta en el “cuidado ostentoso de la
liturgia, de la doctrina y del prestigio de la Iglesia, pero son preocuparse que el Evangelio
tenga una real inserción en el Pueblo fiel de Dios y en las necesidades concretas de la historia.
Es el afán y la fascinación de mostrar las “conquistas sociales y políticas de la Iglesia. O en
una vanagloria ligada a la gestión de asuntos prácticos, o en un embeleso por las dinámicas
de autoayuda y de realización autorreferencial.

Consideraciones finales
1. Las propuestas que dan vida y que contribuyen a los desencadenar procesos de vida
para las comunidades y las personas, han de ser apoyadas, fortalecidas, secundadas.
Las interpelaciones del papa Francisco por sí mismas no producen el cambio, este no
viene por decretos, sino desde la dinámica de una recepción creativa y diferenciada,
que por cierto no se ordena, sino se constata.

2. Es necesario hacer un serio discernimiento y dejar a un lado ciertos modelos inviables


histórica y pastoralmente, para atender y secundar las propuestas eclesiales y
pastorales del papa Francisco. Pues éstas permiten vislumbrar esperanzas frente a este
mundo tan difícil que se nos presenta. Sus claras opciones evangélicas que se traducen
en proyectos pastorales, nos confirman la convicción de que este tiempo, es el
“tiempo favorable” (kairos), para hacer presente el Reino de Dios (Mc 1, 14ss).

3. Hay todo un conjunto de desafíos que se desprenden de estos estos imperativos y


demandas del papa. Estos desafíos exigen compromiso, osadía y creatividad de cada
organismo, de cada comunidad y movimiento eclesial. Algunos esfuerzos serán de
orden pastoral otros quizás de orden más teológico. Estos dos elementos deberán
siempre estar interconectados.

4. Ante este panorama difícil, viene la perplejidad (esa actitud de confusión ante lo
inesperado), pero no la resignación, tal como nos invitó el papa Francisco en su
venida a México.83 Convencidos de que más que tiempos terminales vivimos tiempos
germinales, tiempos de aurora más que de crepúsculo, sabiendo que la esperanza no
defrauda (Rm.5, 5.)

83
«Frente a esta realidad nos puede ganar una de las armas preferidas del demonio, la resignación. ¿Y qué le
vas a hacer?, la vida es así. Una resignación que no sólo nos atemoriza, sino que nos atrinchera en nuestras
“sacristías” y aparentes seguridades; una resignación que no sólo nos impide anunciar, sino que nos impide
alabar. Nos quita la alegría, el gozo de la alabanza. Una resignación que no sólo nos impide proyectar, sino que
nos frena para arriesgar y transformar. » FRANCISCO, «Homilía en la santa misa con sacerdotes, religiosos,
religiosas, consagrados y seminaristas», Primer viaje Pastoral a México. Martes 16 de febrero 2016, San Pablo,
México 2016, 81. Ver igualmente: S. HESSEL, Indignez vous!, Indigène éditions, Montpellier, 2001.

66
5. Saber que “los desafíos están para superarlos: Seamos realistas, pero sin perder la
alegría, la audacia y la entrega esperanzada. ¡No nos dejemos robar la fuerza
misionera!” (EG 109). “Vivir a fondo lo humano e introducirse en el corazón de los
desafíos como fermento testimonial, en cualquier cultura, en cualquier ciudad, mejora
al cristianismo y lo fecunda” (EG 75).

6. “Más que como expertos en diagnósticos apocalípticos u oscuros jueces que se ufanan
en detectar todo peligro o desviación, es bueno que puedan vernos como alegres
mensajeros de propuestas superadoras, custodios del bien y la belleza que
resplandecen en una vida fiel al Evangelio” (EG 168).

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