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Juegos Olímpicos

Juegos Olímpicos. Son eventos deportivos multidisciplinarios en los que participan


atletas de diversas partes del mundo, en la antigua Grecia eran dedicados
al dios Zeus. Existen tres tipos de Juegos Olímpicos: los Juegos Olímpicos de Verano,
los Juegos Olímpicos de Invierno, y los Juegos Olímpicos de la Juventud que por
primera vez se desarrollaron del 14 al 26 de agosto del 2010. Los dos primeros se
realizan con un intervalo, de dos años desde 1992. La organización encargada de la
realización de los mismos es el Comité Olímpico Internacional (por su abreviatura,
COI).

Los Juegos Olímpicos actuales se inspiraron en los eventos organizados por los
antiguos griegos en la ciudad de Olimpia, entre los años 776 a.n.e.. y el 393 n. e. En
el siglo XIX, surgió la idea de realizar unos eventos similares a los organizados en la
Antigüedad, los que se concretarían principalmente gracias a las gestiones del noble
francés Pierre Frèdy, Barón de Coubertin. La primera edición de los llamados Juegos
Olímpicos de la Era Moderna se realizó en Atenas, capital de Grecia en Juegos
Olímpicos de Atenas 1896. Desde aquella oportunidad, los Juegos Olímpicos de
Verano han sido realizados cada cuatro años en diversas partes del planeta, siendo
las únicas excepciones las ediciones de 1916, 1940 y 1944, debido al estallido de
la Primera y Segunda Guerra Mundial.

El símbolo olímpico consiste en cinco anillos que representan los cinco continentes
del mundo: África, América (del norte y del sur), Asia, Europa y Oceanía. Están
entrelazados para simbolizar la amistad deportiva de todos los pueblos.

Los Juegos Olímpicos de Invierno se realizaron por primera vez en 1924, en la


localidad francesa de Chamonix. Originalmente realizados como parte del evento de
verano, el COI los consideró como un evento separado retroactivamente, y desde esa
fecha comenzaron a realizarse en el mismo año que los Juegos originales.
Posteriormente, con el fin de potenciar el desarrollo de los eventos invernales, el COI
decidió desfasar la realización de los Juegos Olímpicos de Invierno a partir de
Lillehammer 1994. Desde esa fecha, los Juegos Olímpicos Invernales se realizan en
los años pares entre dos Juegos de Verano.

En 2007, el COI gracias a la idea de su presidente, el belga Jacques Rogge, decidió


incorporar un nuevo tipo de evento: los Juegos Olímpicos de la Juventud, que
comenzarán a celebrarse a partir de 2010 y 2012 en sus ediciones de verano e
invierno, respectivamente.

La última edición de los Juegos Olímpicos se desarrolló en la ciudad de Londres,


capital del Reino Unido, entre julio y agosto de 2012[1], la próxima edición tendrá lugar
en Río de Janeiro en 2016. Mientras que los Juegos Olímpicos de Invierno se
celebrarán en la ciudad rusa de Sochi en 2014.
Los Juegos en la Era Antigua
En la Grecia antigua, los más prestigiosos militares, literatos, intelectuales o
escultores pasaban el atardecer cultivando sus músculos en aquellos gimnasios, que
de hecho por su composición tenían un carácter clasista, pues solo admitía a los
ciudadanos puros, es decir, los Jonios, en Atenas, y los Dorios, en Esparta, por
ejemplo. Ni siquiera la llamada clase media, Periecos o Metecos, tenían acceso a
esas instalaciones.

De alguna manera tiene que haber incidido también las condiciones de guerra entre
las ciudades, si se tiene en cuenta que los Juegos detenían las confrontaciones. En el
mismo sentido no se podría descartar la incidencia de los atributos físicos que fueron
curtiéndose, tanto por la importancia de la cultura física, como en el mismo fragor de
las batallas.

Pero lo cierto es que los griegos llegaron a unos Juegos, que para la época
alcanzaron un alto rigor, pues en su reglamento de 12 acápites, se recoge hasta la
exigencia de un certificado de 10 meses de entrenamiento previo, algo así como lo
que sería hoy un requisito de clasificación o una marca mínima para acceder a la final.

El nombre de Olímpicos se debe a que los Juegos se celebraban en el Santuario de


Olimpia, en el Peloponeso, en honor de Zeus, y comenzaban con una ceremonia y un
sacrificio a esa deidad. La primera edición consistió únicamente en una carrera de 185
o 190 metros (un largo de la pista de atletismo) por 32 de ancho y el vencedor fue
Coraebo de Élide. Posteriormente se fueron añadiendo carreras más largas, luchas y
el pentatlón, que comprendía lanzamientos de disco y jabalina, carreras a campo
traviesa, salto de longitud y lucha libre. Después se agregaron el boxeo, las carreras
de carros, la forma de lucha violenta conocida como pancracio, y otros deportes.

La conquista de Grecia por los romanos en el siglo II antes de nuestra era trajo una
paulatina flagelación de los Juegos, pues los romanos, aunque comenzaron dándole a
los Juegos también un carácter religioso, poco a poco lo fue perdiendo, por la
exaltación por encima de aquellos de la persona del Emperador. De la misma forma,
fueron perdiendo también en rigor hasta llegar a degradarse convirtiendo los
escenarios de competencias en campos de muertes.

Ya con una situación insostenible, que también tocó al poderoso Imperio, en el año
393, el Emperador Teodosio abolió los Juegos Olímpicos[2].

Los Juegos en la Era Moderna


Tuvieron que pasar 1 503 para que la humanidad recibiera otra vez a los Juegos
Olímpicos. Gracias a la obra y la tenacidad del francés Pierre de Coubertin el excelso
momento de la gloria volvió a reinar en los estadios.
El Barón Pierre de Coubertin, impulsor de los Juegos Olímpicos de la Era Moderna
La restauración de los Juegos Olímpicos en consonancia con las exigencias de la vida
contemporánea, permitirá reunir cada cuatro años a representantes de todas las naciones del
mundo, y creemos que esta lucha pacífica y etica creará el mejor internacionalismo
Pierre de Coubertin

La filosofía olímpica de Coubertin se basa en un profundo estudio sobre el mundo


griego y más que todo en que se da cuenta que el deporte podría convertirse en un
elemento esencial en la formación del hombre. Por supuesto, además, de su pasión
por el mundo helénico, Pierre de Fredi (nombre de Pila), recibe una gran influencia de
varios pensadores, sobre todo del inglés Thomas Arnold, considerado por muchos
estudiosos como el padre de la Cultura Física Moderna.

Profesor de la prestigiosa Universidad francesa de Sorbona, Coubertin desarrolla allí


su idea sobre la restauración de los Juegos Olímpicos y en ese mismo escenario
recibe las primeras críticas.

Llega entonces el 10 de abril del año 1894 y el francés logra crear el Comité Olímpico
Internacional, con solo 13 miembros, Australia, Bohemia, Gran
Bretaña, Hungría, Francia, Rusia, Grecia, Bélgica, España, Estados
Unidos, Holanda, Italia y Suecia. Ya desde entonces se llegan a varias definiciones
como: suspensión, descalificación, calificación y otras.

Ese primer Comité Olímpico Internacional fue presidido por el griego Demetrius
Vikelas, quedando Coubertín en el cargo de Secretario General. El organismo rector
fija para el 6 de abril de 1896 la primera edición de los Juegos Olímpicos de la Era
Moderna. En el Estadio Panathinaiko donde alrededor de 80 000 personas asistieron
a la apertura de la fiesta deportiva mundial, el rey Jorge I de Grecia, realizó la
inauguración oficial al expresar:
“Proclamo la apertura de los primeros Juegos Olímpicos internacionales en Atenas. Larga vida
a la Nación. Larga vida al pueblo griego"

El lanzador de disco norteamericano Robert Garret, primer campeón de los Juegos


Olímpicos modernos en lanzamiento del disco y lanzamiento de peso.

El estadounidense John Conolly, abrió el casillero de medallas de oro de estas citas al


estirarse hasta los 13 metros y 71 centímetros en la competencia de salto triple. Un
total de 245 atletas, todos hombres, pues la herencia helénica de Coubertín también
incluyó la exclusión de las mujeres de los Juegos, participaron en las lides de nueve
disciplinas: atletismo, Lucha
Grecorromana, pesas, tiro, esgrima, tenis, natación, gimnasia artística y ciclismo. El
estadio Pericles, construido para la ocasión, fue el anfitrión principal de la fiesta
deportiva.

Fueron 14 las naciones que respondieron a esta primera


convocatoria. Alemania, Australia, Bulgaria, Chile, Dinamarca, Estados
Unidos, Francia, Gran Bretaña, Grecia, Hungría, Suecia y Suiza, son los pabellones
fundadores de los Juegos.

Si bien el norteamericano Robert Garret, dejó atónito y frustrado a los griegos por su
triunfo en el lanzamiento del disco, prueba pionera de los Juegos Olímpicos Antiguos,
y en la que Garret fue el único concursante extranjero, los anfitriones si desbordaron
de alegría cuando Spridiom Luis tendió un puente con sus antepasado al coronarse
campeón de la carrera de la maratón, modalidad que Coubertín incluye en los Juegos
como homenaje justamente a Grecia y en honor al guerrero Filípides quien recorrió 40
kilómetros para transmitir las noticias de la batalla de la maratón e indicar que los
persas habían invadido. Estados Unidos mayoreó en la natación, Francia en el
ciclismo y Alemania en la gimnasia.
París 1900

El esgrimista cubano Ramón Fonst, primer latinoamericano en conquistar una medalla


olímpica

La segunda cita de los Juegos resultó, desde el punto de vista organizativo un


fracaso. La indiferencia de París por ellos los sumió en un verdadero chasco. Cinco
meses duraron las competencias, desde el 20 de mayo hasta el 28 de octubre de
1900. Ni siquiera hubo ceremonia inaugural, tampoco medallas para los vencedores, y
pocos sabían donde quedaban los escenarios competitivos. Los propios atletas
tuvieron que costearse los gastos de hospedaje en la capital francesa.

Todo vino a complicarse al incluir a la cita deportiva dentro de una exposición mundial,
por el, advenimiento del siglo XX, la cual dejó en los oscuro a los atletas. Sin
embargo, la celebración de los II Juegos Olímpicos reafirmó la vitalidad de la idea de
Coubertín. Y pese a los escollos, la urbe parisina fue testigo de grandes marcas y de
las faenas de grandes deportistas. El germano-estadounidense Alvin Kraenzlein,
representando a Estados Unidos, se alza como la figura descollante de esta versión al
coronarse en cuatro pruebas del atletismo: 60 metros planos. 110 con vallas, 200 con
vallas y salto largo con impulso. Otro grande, sin dudas, fue el esgrimista
cubano Ramón Fonst, que dio a Cuba y a Latinoamérica la primera victoria en Juegos
Olímpicos.

También sobresaliente fue la actuación de otro representante de Estados Unidos. Ray


Ewry, quien cuando niño estuvo a punto de la invalidez, asombró al mundo con sus
tres éxitos en salto largo sin impulso, en alto y en triple. A pesar de la posición de
Coubertín llega la primera presencia femenina en los Juegos, aunque muy discreta,
pues solo fueron seis tensitas y una golfista. En total participaron 1 066 deportistas de
20 naciones, en 17 deportes.

San Luis 1904


El fracaso de París, en 1900, hizo que una ciudad norteamericana fuera sede del
evento. Los americanos pretendían despertar la envidia de los franceses, pero esta
edición llegó a los límites de la desorganización.
Estuvo precedida por un enfrentamiento, a la americana, entre dos ciudades
de Estados Unidos: Chicago y San Luis. En la cuarta sesión del Comité Olímpico
Internacional, la primera aseguró tener 120 000 dólares para el anhelado deseo
anfitrión y garantizaba más de 200 000 taquillas, argumentos que inclinaron la balanza
a su favor.

Sin embargo, su rival siguió empeñado en albergar los III Juegos de la era moderna
para respaldar la exposición por el centenario de la cesión de Louisiana. El COI cedió
ante esta urbe, pues si no lo hacía, los sanluiseños harían pruebas atléticas paralelas,
otorgando jugosos premios.

En medio de tanto caos y con el desafío de cruzar el Atlántico a inicios del siglo XX,
496 atletas, de ellos solo 46 extranjeros inician las competencias. Doce países optan
por engrosar sus arcas en el medallero olímpico. Compiten seis mujeres, por lo que
todavía no se puede calificar como oficial la participación femenina.

Pero surgen nuevos astros y hubo quien hasta repitió sus éxitos de la edición anterior.
El estadounidense Ray Ewry, volvió a conquistar tres preseas doradas, en salto largo,
alto y triple, en tanto que su compatriota Archie Hahn es considerado como el
deportista más destacado al vencer en las pruebas de velocidad de 60, 100 y 200
metros planos. De los héroes repetidores de hazañas, uno se destacó de manera
singular. El cubano Ramón Fonst se alzó con tres medallas de oro en las
competencias individuales de esgrima y con dos triunfos más en las lides por equipos.

El absurdo de los Juegos resultó la organización de competencias paralelas para


negros, indios y orientales. Según los organizadores de los III Juegos, los negros,
indios, filipinos, turcos, sirios, judíos, nacidos o naturalizados en Estados Unidos, pero
no reconocidos como estadounidenses verdaderos, no podían actuar en la batalla
real. Periódicos de la época en los propios Estados Unidos, calificaron la versión
sanluiseña como una auténtica juerga deportiva. Los norteamericanos no
convencieron a los europeos de que valdría la pena cruzar el Atlántico para participar
de la competición. Hasta el mismísimo Pierre de Coubertin, que prestigió tanto la
tradición del evento, no asistió a los Juegos.

Londres 1908
Regresan a Europa los Juegos, y la capital británica acoge a 2 059 atletas, asciende a
26 la representación femenina. Sin embargo, la fiesta deportiva sigue por causes
encrespados. En París 1900 y San Luis 1904, las exposiciones opacan las lides
deportivas, también la urbe inglesa la hizo coincidir con un evento similar, la
Exposición Franco-Británica, conmemorativa de la "Entendente Cordiale", firmada
en 1904.

Pero lo que más empaña a la cita londinense, en 21 deportes y con 22 naciones, es la


ausencia de deportividad. Pierre de Coubertín, de vuelta a las sedes, pues no asistió a
San Luis, tiene que recurrir a toda su paciencia por lo ocurrido.
Bastaría solo con relatar que los organizadores no aceptaron jueces extranjeros para
las competencias, lo que significó un atentado a la necesaria imparcialidad. Un
reportero francés expresó entonces:
"Los Juegos han dado el golpe de gracia a la reputación del sportmanship inglés"

Por ejemplo, la final de los 400 metros tuvo que repetirse, pues aunque el
estadounidense Carpenter entró primero a la meta, el británico Halswell fue
aguantado por los coequiperos de Carpenter. Lo asombroso es que descalifican al
ganador y no a los infractores. La protesta no se hizo esperar y todos los
concursantes, menos Halswell, renunciaron a presentarse a una segunda salida. Sin
embargo, el inglés corrió solo y se le otorgó la presea dorada.

Mas, Coubertín, pese a todos los problemas deja para la historia en esta cita su frase:
"Lo importante no es ganar, sino competir".

Un sudafricano irrumpe como campeón de los 100 metros, Reginald Walker se llevó la
victoria con un tiempo de 10.8. Lo interesante es que el joven de 19 años, no había
sido elegido para el equipo de su país, solo la enfermedad de quien debía asistir le
abrió las puertas a la gloria.

Como dato curioso, John Taylor se convierte en el primer negro que compite en un
equipo de Estados Unidos en las pruebas de relevo de 1 600 metros.

Pero quizás ninguna historia de los IV Juegos alcanzó tanto dramatismo como lo que
le sucedió al italiano Dorando Petri, casi a punto de vencer en la carrera de la
maratón. Fue devorando kilómetros hasta entrar primero al estadio, pero el ritmo que
le había impuesto a su anatomía durante toda la trayectoria fue muy fuerte y ya no
encontró el aliento, cuando apenas a unos metros de la raya de sentencia. Incluso fue
ayudado por algunos jueces, pero al no estar permitido esa ayuda, el estadounidense
Hayes se proclama campeón.

La reina Alejandra le expresó posteriormente:


"No tengo ni diploma, ni medalla, ni laurel que entregar, señor Dorando, pero he aquí una
copa de oro para premiar vuestro esfuerzo y espero que no os llevaréis solamente malos
recuerdo de nuestro país"

Estocolmo 1912
La primera vez que los Juegos Olímpicos fueron vistos como un acontecimiento de
expresión mundial fue durante su celebración en Estocolmo, capital sueca. Los
suecos, para evitar el desorden ocurrido en la edición pasada en Londres,
establecieron reglamentos uniformes.

Los organizadores construyeron estadios, pistas y prefectos gimnasios. Fue creado


por primera vez un afiche del evento y este fue distribuido mundialmente. También se
usó por primera vez el cronometro y la fotografía para la confirmación de los
resultados en el atletismo. Las atracciones no fueron limitadas a los deportes, hubo
varias en el orden cultural durante las pruebas.
Jim Thorpe

Sin embargo, un suceso dejaría marcada esta edición para la historia. El nombre
de Jim Thorpe recorrió el mundo. Sucedió que Thorpe, un indio norteamericano, pagó
cara su procedencia. Venció indiscutiblemente en las pruebas de decatlón y pentatlón,
dejando tras cada salida al estadio una estela de admiración que llegó hasta el propio
Rey Gustavo V, quien le expresó: "usted es el más maravilloso atleta que han visto los
siglos".[3] Un comentarista de la época narró: "que un mortal haga tantas pruebas y tan
bien es increíble. Ha dejado a los expertos con la boca abierta. Torpe es el más
destacado de los Juegos, sin dudas".

Pero ya la delegación estadounidense en la capital sueca había dado muestra de su


viseral racismo. Drew, un negro norteamericano había quedado en el cuarto, porque
su propio entrenador lo encerró para que no tomará su posición en la final de los 100
metros planos. "Casi prefiero a un extranjero que a un negro como vencedor", dijo el
instructor. Y Drew no pudo correr.

Thorpe, del colegio indio de Carlisle, Pensilvania, también fue presa del odio entre las
razas. Su propia delegación, por vía de la Unión Atlética Amateur nunca estuvo
contenta con aquella victoria. Indagó sobre él y encontró que había jugado béisbol por
70 dólares en Carolina del Norte entre 1909 y 1910. Lo vetaron por ser un atleta
profesional, y tuvo que entregar sus medallas, devueltas después al entrar
profesionales millonarios a los Juegos. Al indio le fueron devuelta sus preseas en
1984. Sus familiares la recibieron, pero Thorpe se fue de este mundo en 1953 sin
ellas.

Un monumento levantado por los pieles rojas deja leer en su base la sentencia: A
James Thorpe, el más extraordinario atleta del mundo y al que más injustamente le
negaron las glorias de su triunfo.[4]

En Estocolmo hubo una significativa participación femenina y es oficial el torneo de


natación entre 57 damas. No hay boxeo, porque el deporte de los puños Suecia lo
prohíbe.
Los suecos quisieron eliminar la prueba de la maratón pero el Comité Olímpico
Internacional se negó, aduciendo que era la prueba atlética más emblemática. Pero
los temores de los organizadores sobre la ruda prueba no eran infundados, y aunque
exigieron a los corredores un certificado médico para poder participar, ocurrió la
desgracia. El portugués Francisco Lázaro, murió en plena carrera debido al intenso
calor.

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