Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
Los Juegos Olímpicos actuales se inspiraron en los eventos organizados por los
antiguos griegos en la ciudad de Olimpia, entre los años 776 a.n.e.. y el 393 n. e. En
el siglo XIX, surgió la idea de realizar unos eventos similares a los organizados en la
Antigüedad, los que se concretarían principalmente gracias a las gestiones del noble
francés Pierre Frèdy, Barón de Coubertin. La primera edición de los llamados Juegos
Olímpicos de la Era Moderna se realizó en Atenas, capital de Grecia en Juegos
Olímpicos de Atenas 1896. Desde aquella oportunidad, los Juegos Olímpicos de
Verano han sido realizados cada cuatro años en diversas partes del planeta, siendo
las únicas excepciones las ediciones de 1916, 1940 y 1944, debido al estallido de
la Primera y Segunda Guerra Mundial.
El símbolo olímpico consiste en cinco anillos que representan los cinco continentes
del mundo: África, América (del norte y del sur), Asia, Europa y Oceanía. Están
entrelazados para simbolizar la amistad deportiva de todos los pueblos.
De alguna manera tiene que haber incidido también las condiciones de guerra entre
las ciudades, si se tiene en cuenta que los Juegos detenían las confrontaciones. En el
mismo sentido no se podría descartar la incidencia de los atributos físicos que fueron
curtiéndose, tanto por la importancia de la cultura física, como en el mismo fragor de
las batallas.
Pero lo cierto es que los griegos llegaron a unos Juegos, que para la época
alcanzaron un alto rigor, pues en su reglamento de 12 acápites, se recoge hasta la
exigencia de un certificado de 10 meses de entrenamiento previo, algo así como lo
que sería hoy un requisito de clasificación o una marca mínima para acceder a la final.
La conquista de Grecia por los romanos en el siglo II antes de nuestra era trajo una
paulatina flagelación de los Juegos, pues los romanos, aunque comenzaron dándole a
los Juegos también un carácter religioso, poco a poco lo fue perdiendo, por la
exaltación por encima de aquellos de la persona del Emperador. De la misma forma,
fueron perdiendo también en rigor hasta llegar a degradarse convirtiendo los
escenarios de competencias en campos de muertes.
Ya con una situación insostenible, que también tocó al poderoso Imperio, en el año
393, el Emperador Teodosio abolió los Juegos Olímpicos[2].
Llega entonces el 10 de abril del año 1894 y el francés logra crear el Comité Olímpico
Internacional, con solo 13 miembros, Australia, Bohemia, Gran
Bretaña, Hungría, Francia, Rusia, Grecia, Bélgica, España, Estados
Unidos, Holanda, Italia y Suecia. Ya desde entonces se llegan a varias definiciones
como: suspensión, descalificación, calificación y otras.
Ese primer Comité Olímpico Internacional fue presidido por el griego Demetrius
Vikelas, quedando Coubertín en el cargo de Secretario General. El organismo rector
fija para el 6 de abril de 1896 la primera edición de los Juegos Olímpicos de la Era
Moderna. En el Estadio Panathinaiko donde alrededor de 80 000 personas asistieron
a la apertura de la fiesta deportiva mundial, el rey Jorge I de Grecia, realizó la
inauguración oficial al expresar:
“Proclamo la apertura de los primeros Juegos Olímpicos internacionales en Atenas. Larga vida
a la Nación. Larga vida al pueblo griego"
Si bien el norteamericano Robert Garret, dejó atónito y frustrado a los griegos por su
triunfo en el lanzamiento del disco, prueba pionera de los Juegos Olímpicos Antiguos,
y en la que Garret fue el único concursante extranjero, los anfitriones si desbordaron
de alegría cuando Spridiom Luis tendió un puente con sus antepasado al coronarse
campeón de la carrera de la maratón, modalidad que Coubertín incluye en los Juegos
como homenaje justamente a Grecia y en honor al guerrero Filípides quien recorrió 40
kilómetros para transmitir las noticias de la batalla de la maratón e indicar que los
persas habían invadido. Estados Unidos mayoreó en la natación, Francia en el
ciclismo y Alemania en la gimnasia.
París 1900
Todo vino a complicarse al incluir a la cita deportiva dentro de una exposición mundial,
por el, advenimiento del siglo XX, la cual dejó en los oscuro a los atletas. Sin
embargo, la celebración de los II Juegos Olímpicos reafirmó la vitalidad de la idea de
Coubertín. Y pese a los escollos, la urbe parisina fue testigo de grandes marcas y de
las faenas de grandes deportistas. El germano-estadounidense Alvin Kraenzlein,
representando a Estados Unidos, se alza como la figura descollante de esta versión al
coronarse en cuatro pruebas del atletismo: 60 metros planos. 110 con vallas, 200 con
vallas y salto largo con impulso. Otro grande, sin dudas, fue el esgrimista
cubano Ramón Fonst, que dio a Cuba y a Latinoamérica la primera victoria en Juegos
Olímpicos.
Sin embargo, su rival siguió empeñado en albergar los III Juegos de la era moderna
para respaldar la exposición por el centenario de la cesión de Louisiana. El COI cedió
ante esta urbe, pues si no lo hacía, los sanluiseños harían pruebas atléticas paralelas,
otorgando jugosos premios.
En medio de tanto caos y con el desafío de cruzar el Atlántico a inicios del siglo XX,
496 atletas, de ellos solo 46 extranjeros inician las competencias. Doce países optan
por engrosar sus arcas en el medallero olímpico. Compiten seis mujeres, por lo que
todavía no se puede calificar como oficial la participación femenina.
Pero surgen nuevos astros y hubo quien hasta repitió sus éxitos de la edición anterior.
El estadounidense Ray Ewry, volvió a conquistar tres preseas doradas, en salto largo,
alto y triple, en tanto que su compatriota Archie Hahn es considerado como el
deportista más destacado al vencer en las pruebas de velocidad de 60, 100 y 200
metros planos. De los héroes repetidores de hazañas, uno se destacó de manera
singular. El cubano Ramón Fonst se alzó con tres medallas de oro en las
competencias individuales de esgrima y con dos triunfos más en las lides por equipos.
Londres 1908
Regresan a Europa los Juegos, y la capital británica acoge a 2 059 atletas, asciende a
26 la representación femenina. Sin embargo, la fiesta deportiva sigue por causes
encrespados. En París 1900 y San Luis 1904, las exposiciones opacan las lides
deportivas, también la urbe inglesa la hizo coincidir con un evento similar, la
Exposición Franco-Británica, conmemorativa de la "Entendente Cordiale", firmada
en 1904.
Por ejemplo, la final de los 400 metros tuvo que repetirse, pues aunque el
estadounidense Carpenter entró primero a la meta, el británico Halswell fue
aguantado por los coequiperos de Carpenter. Lo asombroso es que descalifican al
ganador y no a los infractores. La protesta no se hizo esperar y todos los
concursantes, menos Halswell, renunciaron a presentarse a una segunda salida. Sin
embargo, el inglés corrió solo y se le otorgó la presea dorada.
Mas, Coubertín, pese a todos los problemas deja para la historia en esta cita su frase:
"Lo importante no es ganar, sino competir".
Un sudafricano irrumpe como campeón de los 100 metros, Reginald Walker se llevó la
victoria con un tiempo de 10.8. Lo interesante es que el joven de 19 años, no había
sido elegido para el equipo de su país, solo la enfermedad de quien debía asistir le
abrió las puertas a la gloria.
Como dato curioso, John Taylor se convierte en el primer negro que compite en un
equipo de Estados Unidos en las pruebas de relevo de 1 600 metros.
Pero quizás ninguna historia de los IV Juegos alcanzó tanto dramatismo como lo que
le sucedió al italiano Dorando Petri, casi a punto de vencer en la carrera de la
maratón. Fue devorando kilómetros hasta entrar primero al estadio, pero el ritmo que
le había impuesto a su anatomía durante toda la trayectoria fue muy fuerte y ya no
encontró el aliento, cuando apenas a unos metros de la raya de sentencia. Incluso fue
ayudado por algunos jueces, pero al no estar permitido esa ayuda, el estadounidense
Hayes se proclama campeón.
Estocolmo 1912
La primera vez que los Juegos Olímpicos fueron vistos como un acontecimiento de
expresión mundial fue durante su celebración en Estocolmo, capital sueca. Los
suecos, para evitar el desorden ocurrido en la edición pasada en Londres,
establecieron reglamentos uniformes.
Sin embargo, un suceso dejaría marcada esta edición para la historia. El nombre
de Jim Thorpe recorrió el mundo. Sucedió que Thorpe, un indio norteamericano, pagó
cara su procedencia. Venció indiscutiblemente en las pruebas de decatlón y pentatlón,
dejando tras cada salida al estadio una estela de admiración que llegó hasta el propio
Rey Gustavo V, quien le expresó: "usted es el más maravilloso atleta que han visto los
siglos".[3] Un comentarista de la época narró: "que un mortal haga tantas pruebas y tan
bien es increíble. Ha dejado a los expertos con la boca abierta. Torpe es el más
destacado de los Juegos, sin dudas".
Thorpe, del colegio indio de Carlisle, Pensilvania, también fue presa del odio entre las
razas. Su propia delegación, por vía de la Unión Atlética Amateur nunca estuvo
contenta con aquella victoria. Indagó sobre él y encontró que había jugado béisbol por
70 dólares en Carolina del Norte entre 1909 y 1910. Lo vetaron por ser un atleta
profesional, y tuvo que entregar sus medallas, devueltas después al entrar
profesionales millonarios a los Juegos. Al indio le fueron devuelta sus preseas en
1984. Sus familiares la recibieron, pero Thorpe se fue de este mundo en 1953 sin
ellas.
Un monumento levantado por los pieles rojas deja leer en su base la sentencia: A
James Thorpe, el más extraordinario atleta del mundo y al que más injustamente le
negaron las glorias de su triunfo.[4]