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La virtud es una disposición habitual y firme para hacer el bien. Permite a la persona no sólo realizar actos buenos, sino dar
lo mejor de sí misma.
TERCERA PARTE
La virtud, es una disposición habitual y firme para hacer el bien. Permite a la persona no sólo realizar actos buenos,
sino dar lo mejor de sí misma.
Hay dos clases de virtudes: Las virtudes humanas o morales y las virtudes teologales.
Las virtudes humanas, son disposiciones estables del entendimiento y de la voluntad que regulan nuestros actos,
ordenan nuestras pasiones y guían nuestra conducta según la razón y la fe. Pueden agruparse en torno a cuatro
virtudes cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza.
La prudencia, es la virtud que dispone la razón práctica para discernir, en toda circunstancia, nuestro verdadero bien, y
elegir los medios justos para realizarlo.
La justicia, es la virtud que consiste en la constante y firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que les es debido.
La fortaleza, es la virtud que asegura, en las dificultades, la firmeza y la constancia en la práctica del bien.
La templanza, es la virtud que modera la atracción hacia los placeres sensibles y procura la moderación en el uso de los
bienes creados.
Las virtudes morales, crecen mediante la educación, actos deliberados y con el esfuerzo perseverante. La gracia divina
las purifica y eleva.
Las virtudes teologales son aquellas virtudes que disponen a los cristianos a vivir en relación con la Santísima Trinidad.
Tienen como origen, motivo y objeto a Dios conocido por la fe, esperado y amado por Él mismo.
Las virtudes teologales son tres: la fe, la esperanza y la caridad. Informan y vivifican todas las virtudes morales.
La fe, es la virtud teologal por la cual creemos en Dios y creemos en todo lo que Él nos ha revelado y la Santa Iglesia
nos propone como objeto de fe.
La esperanza, es la virtud teologal por la cual aspiramos al Reino de los Cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra,
poniendo nuestra confianza en las promesas de Cristo y apoyándonos no en nuestras fuerzas, sino en los auxilios de la
gracia del Espíritu Santo.
La caridad, es la virtud teologal por la cual amamos a Dios sobre todas las cosas y a nuestro prójimo como a nosotros
mismos por amor de Dios. Es el vínculo de la perfección y la forma de todas las virtudes.
EL PECADO
238. ¿Quién comete pecado?
Comete pecado el que piensa, desea, dice o hace algo contra la ley de Dios o de la Iglesia, y también el que omite
algo, que debía haber hecho.
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Comete pecado mortal el que peca en materia grave con plena advertencia y consentimiento perfecto.
El pecado mortal nos quita la vida de la Gracia y nos hace merecedores de la eterna condenación en el infierno.
241. ¿Qué debemos hacer si hemos tenido la desgracia de cometer un pecado mortal?
Debemos pedir perdón a Dios de corazón y reconciliarnos con Él cuanto antes, haciendo una buena Confesión.
El que peca contra la ley de Dios o de la Iglesia en materia leve o también en materia grave, pero sin plena advertencia
y sin consentimiento perfecto.
El pecado venial debilita la caridad, impide el progreso del alma en el ejercicio de las virtudes, merece penas
temporales y nos dispone poco a poco a cometer el pecado mortal. Pero no quita la gracia santificante.
Debemos aborrecer el pecado, porque es una ofensa a Dios, un daño a la Iglesia y una desgracia para el hombre.
La reiteración de pecados, incluso de veniales, engendra vicios, entre los cuales se distinguen los pecados capitales.
Estos siete pecados se llaman capitales porque son cabezas y como fuentes y raíces de otros vicios que de ellos nacen.
247. ¿Cuáles son las siete virtudes que hay contra los pecados capitales?
No hay límites a la Misericordia Divina; pero quien se niega deliberadamente a acogerla y rechaza el perdón ofrecido
por el Espíritu Santo, se endurece y puede condenarse definitivamente (Mc. 3,29).Tal ocurre cuando se cae en:
- desesperar de la Misericordia Divina.
- presumir de salvarse sin ningún mérito.
- impugnar la verdad de la Religión.
- envidiar las gracias dadas a otros por Dios.
- obstinarse en los propios pecados.
- la impenitencia final.
Las obras de la carne son: fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, hechicería, odios, discordia, celos, iras, rencillas,
divisiones, disensiones, envidias, embriagueces, orgías y cosas semejantes. Quienes hacen tales cosas no heredarán el
Reino de Dios (Cf. Gal. 5, 19-21)
252. ¿Cuándo tenemos una responsabilidad en los pecados cometidos por otros?
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253. ¿Basta creer para salvarnos?
No basta creer para salvarse, pues dice Jesucristo: “Si quieres salvarte, cumple los Mandamientos”. (Cf. Mt. 19,17).
Estos mandamientos los dio el mismo Dios en la Ley antigua, por medio de Moisés, y Jesucristo los confirmó en la Ley
nueva (Cf. Ex. 20; Dt. 5)
La Iglesia nos da leyes y preceptos para ayudarnos a cumplir la ley de Dios y así conseguir nuestra salvación eterna.
Las Solemnidades de: La Epifanía (6 de enero), Ascensión del Señor, Corpus Christi y de la Asunción de la Virgen María
(15 de agosto) se celebran en Colombia el domingo más cercano.
El segundo mandamiento de la Iglesia obliga a todos los que han llegado al uso de razón, independientemente de si
tienen o no siete años; puede ser incluso antes, pues llegado al uso de razón el niño es consciente de hacer una cosa
mala, y entonces debe arrepentirse y confesarse de ella.
El ayuno consiste en hacer sólo una comida, aunque se permita un poco de alimento más durante el día.
La ley de la abstinencia obliga a los que han cumplido catorce años; la del ayuno, a todos los mayores de edad (18
años), hasta que hayan cumplido cincuenta y nueve años.
El ayuno y la abstinencia podrán ser sustituidos, según la libre conciencia de cada fiel cristiano, por la lectura de la
Sagrada Escritura, limosna según las propias posibilidades, ejercicio de las obras de caridad, obras de piedad (Santa
Misa, rezo del Rosario, etc.), mortificaciones corporales, abstención del alcohol, tabaco, espectáculos, etc.
El quinto Mandamiento de la Iglesia manda que los fieles tienen el deber de ayudar a la iglesia en sus necesidades, de
modo que disponga de lo necesario para el culto divino, las obras apostólicas y de caridad y el conveniente sustento de
los ministros de la iglesia.
PRIMER MANDAMIENTO
Ex. 20,2-5; Mt. 4,10; Lc. 4,8
264. ¿Qué nos manda el primer mandamiento?
El primer mandamiento nos manda que creamos en Dios, esperemos en Él y le amemos sobre todas las cosas.
El primer mandamiento nos manda además de adorar a Dios, orar a Él, ofrecerle el culto que le corresponde, y cumplir
las promesas y los votos que se le han hecho.
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La fe es necesaria para la salvación. El Señor mismo lo afirmó: “El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea,
se condenará" (Mc.16,16).
El acto más importante del culto público, es el santo sacrificio de la Misa, porque es ofrecido a Dios por el mismo
Jesucristo por medio del ministerio del sacerdocio.
Debemos dar a los ángeles y santos culto de veneración, porque ya viven con Dios eternamente en el Cielo e
interceden por nosotros ante Dios.
SEGUNDO MANDAMIENTO
Ex. 20,7;Dt. 5.11
271. ¿Qué nos manda el segundo mandamiento?
El segundo mandamiento nos manda respetar el nombre del Señor, porque el nombre del Señor es santo.
El segundo mandamiento nos prohíbe: Pronunciar el nombre de Dios sin respeto; blasfemar contra Dios, contra la
Santísima Virgen y contra los santos; jurar sin verdad, sin justicia o sin necesidad; prohíbe también el uso mágico del
nombre divino.
La blasfemia, consiste en usar de una manera injuriosa el nombre de Dios, de Jesucristo, de la Virgen María y de los
Santos.
El juramento en falso o perjurio, consiste en invocar a Dios como testigo de una mentira. El perjurio es una falta grave
contra el Señor, que es siempre fiel a sus promesas.
TERCER MANDAMIENTO
Ex. 20,8-10; Mc. 2,27-28; 16.2; Mt. 28,1; Jn. 20,21
275. ¿Qué nos manda el tercer mandamiento?
El tercer mandamiento, nos manda participar en la Santa Misa los domingos o Sábados por la tarde y las demás fiestas
de precepto o en la Víspera, personalmente y no por Radio o TV; y también abstenernos de aquellos trabajos y
actividades que impidan dar culto a Dios, gozar de la alegría propia del día del Señor o disfrutar del debido descanso de
la mente y del cuerpo.
Dedicando a su familia el tiempo y los cuidados difíciles de prestar en los otros días de la semana. El domingo es un
tiempo de reflexión, de silencio, de cultura y de meditación, que favorecen el crecimiento de la vida interior y cristiana.
277. ¿Qué causas dispensan de asistir a la Santa Misa los días de precepto?
Las causas, son: la imposibilidad física (p. Ej. una enfermedad grave, distancia mayor de la que uno suele recorrer para
ir al trabajo, colegio, etc.), una grave necesidad privada o pública y el grave daño que se pueda seguir para sí mismo o
para el prójimo (imposibilidad moral).
278. ¿Qué causas excusan del cumplimiento del descanso mandado por este precepto?
Las causas que excusan del cumplimiento total o parcial del descanso mandado por este precepto son el grave
incómodo propio (por ejemplo: la necesidad de percibir el sueldo para mantener a la familia) o ajeno (por ejemplo: la
urgencia de atender a un enfermo al que no se puede dejar solo), o la naturaleza peculiar del trabajo (por ejemplo: la
realización de un trabajo público necesario para el bien común, como los médicos, enfermeras, conductores, etc., o
tienen una faena comunal).
279. ¿Qué pecado comete el que falta a la Santa Misa voluntariamente y sin causa grave los domingos y fiestas de guardar?
El que falta a la Santa Misa voluntariamente y sin causa grave los domingos y fiestas de guardar, comete pecado grave.
280. ¿Por qué los católicos santificamos el domingo en vez del sábado?
Los católicos santificamos el domingo en vez del sábado, porque así lo establecieron los Apóstoles con plena autoridad,
en memoria de la Resurrección del Señor y de la venida del Espíritu Santo (Hech. 20.7).
CUARTO MANDAMIENTO
Ex.20,12 Lc.2,51; Mc.7,8-13
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281. ¿Qué nos manda el cuarto mandamiento?
El cuarto mandamiento nos manda honrar a nuestros padres, porque, después de Dios, a ellos debemos la vida, y
porque ellos representan a Dios.
282. ¿Qué obligaciones tienen los hijos para con los padres?
Los hijos para con sus padres tienen el deber de guardarles respeto, gratitud, justa obediencia y ayuda. El respeto filial
favorece la armonía de toda la familia. (Col. 3,20).
283. ¿Qué obligaciones tienen los padres para con los hijos?
Los padres son los primeros responsables de la educación de los hijos en la fe, la oración y todas las virtudes. El papel
de los padres en la educación tiene tanto peso, que cuando falta el perdón, el respeto, la fidelidad y el servicio
desinteresado, queda un vacío irremplazable. Los padres deben comenzar la educación en la fe desde la más tierna
infancia.
Nuestros deberes para con la patria son: amarla, defenderla, cumplir con sus leyes y contribuir al bien común.
No debemos obedecer a la autoridad, cuando manda algo contra la ley de Dios o del Magisterio de la Iglesia: porque
antes hay que obedecer a Dios que a los hombres. (Cf. Hech. 4,19).
QUINTO MANDAMIENTO
Ex. 20,13; Gn. 4,8-12; Mt. 5,21-22 Donum Vitae 1,1; CIC. 1398
286. ¿Qué enseña el quinto mandamiento?
El quinto mandamiento enseña que toda vida humana, desde el momento de la concepción hasta la muerte, es
sagrada, pues la persona humana ha sido creada a imagen y semejanza del Dios vivo y santo.
El que se quita la vida (suicidio) o se mutila; o la pone en peligro sin necesidad, se embriaga (droga); o el que por
desesperación se desea la muerte.
Peca contra el prójimo en el quinto mandamiento el que le da la muerte (homicidio, aborto) o lo hiere, el que le odia o
está enemistado con él, el que le desea mal o le insulta, y el que le escandaliza (Mt. 5,21 ss).
Con pena canónica de excomunión, no sólo a la madre y al médico, sino a todos los que ayudaron a realizar este
horrible crimen contra la vida humana.
Escándalo es toda palabra, obra u omisión que induce a otros a pecar (Cf. Mt. 18,6).
Es la acción de defenderse, y entraña un doble efecto: Uno es la conservación de la propia vida, y otro, la muerte del
agresor... Solamente es querido lo primero; lo segundo no (Sto. Tomas de Aquino).
Que todo ciudadano y todo gobernante deben empeñarse en evitarla.Los que se dedican al servicio de la patria en la
vida militar son servidores de la seguridad y de la libertad de los pueblos. Es mejor ser constructores de la paz.
SEXTO MANDAMIENTO
Ex.20,14;Dt.5,17 Mt.5,27-28
293. ¿Qué nos manda el sexto mandamiento?
El sexto mandamiento nos manda vivir la castidad, la virtud moral que regula rectamente toda voluntaria expresión de
placer sexual dentro del matrimonio y la excluye totalmente fuera del estado matrimonial. Es también un don de Dios,
una gracia, un fruto del trabajo espiritual.
El sexto mandamiento prohíbe toda acción, mirada o conversación contrarias a la castidad y también a la dignidad del
matrimonio.
Los pecados contrarios a la castidad son la masturbación, la fornicación (relaciones sexuales entre solteros), las
actividades pornográficas, la prostitución, la violación y las prácticas homosexuales.
Cuando la voluntad se complace en ellos, aunque no se realice el acto impuro, pero no son pecado, si la voluntad no lo
consiente y procura rechazarlos.
Los pecados contra la pureza, cometidos con pleno conocimiento y consentimiento, son siempre graves.
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Causa enemistad con Dios, ciega y entorpece el entendimiento para lo espiritual, produce un tedio profundo por la
vida, arrastra a toda clase de pecados y desgracias, ocasiona desgaste mental y físico, y produce una falta de carácter
y personalidad, intranquilidad y falta de alegría.
Las ofensas graves a la dignidad del Matrimonio son: el adulterio y el divorcio, la poligamia y la unión libre.
SÉPTIMO MANDAMIENTO
Ex.20, 15;Dt.5, 19 Mt. 19,18 lCo.6,10
300. ¿Qué prescribe el séptimo mandamiento?
El séptimo mandamiento prescribe la justicia y la caridad en la gestión de los bienes terrenos y de los frutos del trabajo
de los hombres.
301. ¿Cuáles son los pecados contra el séptimo mandamiento de la ley de Dios?
El que tiene en su poder bienes ajenos debe, además de confesar su pecado, restituirlos a su dueño, y reparar en lo
posible y cuanto antes el daño ocasionado.
Las obras de misericordia son catorce: siete corporales y siete espirituales ( Ver más adelante).
OCTAVO MANDAMIENTO
Ex.20,16 Mt.5,33; Ef. 4,24-25
304. ¿Qué manda el octavo mandamiento?
Prohíbe falsear la verdad en las relaciones con el prójimo. Las ofensas a la verdad expresan, mediante palabras o
acciones, un rechazo a comprometerse con la rectitud moral.
En decir algo falso con intención de engañar al prójimo que tiene derecho a la verdad (Mt. 5,37).
NOVENO MANDAMIENTO
Ex.20,17; Sab.15,5 Mt.5,28
307. ¿Qué nos manda el noveno mandamiento?
Ponernos en guardia contra el desorden o concupiscencia de la carne; nos manda ser puros y castos aun en nuestros
pensamientos y deseos.
308. ¿Cuáles son los medios principales para guardar la santa pureza?
Los medios principales para guardar la santa pureza son: la Confesión y la Comunión frecuentes, la devoción a la
Santísima Virgen, el pudor (que es prudencia, modestia y discreción y preserva la intimidad de la persona), la guarda
de los sentidos y la huida de las ocasiones peligrosas como conversaciones, miradas, lecturas, amistades y espectáculos
deshonestos (Mt. 5, 28ss).
DÉCIMO MANDAMIENTO
Ex.20,17; Dt.5,21; Mt.6,21; 5,3; Lc.6,20; 14,33, LG.42
309. ¿Qué nos manda el décimo Mandamiento?
El décimo Mandamiento nos manda vivir desprendidos de los bienes materiales y, al mismo tiempo, trabajar con
diligencia para mejorar nuestra situación actual, con el corazón abierto a las necesidades de los demás.
El décimo mandamiento prohíbe el deseo desordenado, nacido de la pasión inmoderada, de las riquezas y del poder.
La envidia es la tristeza que se experimenta ante el bien del prójimo y el deseo desordenado de apropiárselo. Es un
pecado capital.
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