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LA ALEGORIA DE LA CAVERNA EN EL CONTEXTO CRISTIANO

Todos sin excepción nacemos sin ningún tipo de conocimiento, únicamente con nuestra
propia naturaleza, nuestro propio instinto humano que Dios nos ha otorgado, ese mismo que
permite desde bebes llevar nuestra comida a la boca o a utilizar nuestras manos para agarrar
diferentes objetos. Además, nacemos espiritualmente muertos, desconectados de Dios
gracias a un par que vivieron hace bastante tiempo, sin embargo, esa conexión se puede
restaurar y elevar a los niveles más altos e inimaginables.

La alegoría de la caverna planteada por Platón trata de unos prisioneros que nacieron
cautivos, encerrados en una cueva sometidos a ver únicamente un mínimo porcentaje del
mundo real, ellos solo podían ver sombras de lo que era el mundo real y no tenía una
concepción acertada lo que podía ser una vida fuera de su prisión. Así mismo, interpolando
esta alegoría a un contexto actual, de esta misma manera es como todas las personas nacemos,
atados y condicionados un entorno que no nos permite conocer la realizad y la verdad de las
cosas, más aun en Colombia, donde nuestra personalidad es forjada mayormente por la región
donde vivimos, donde aprendemos costumbres y manías que muchas veces se convierten en
nuestra fe, un ejemplo de esto es la planta de sábila colgada al revés en muchos hogares de
la región, o la lotería que se pone debajo de la estatua de la virgen maría esperando que esta
les conceda el “milagrito”. A lo que quiero llegar es que nuestra sociedad es la caverna en la
que nacemos, que entre mitos y costumbres religiosas vemos sombras de lo que podría ser
una relación con nuestro Dios, pero siguiendo así jamás podríamos conocer verdaderamente
la realidad, recordemos que Jesús es el camino, la verdad y la vida.

En la alegoría uno de estos prisioneros es liberado “por alguna razón” y logra salir al mundo
real, al principio, este no puede ver con claridad pues sus ojos estaban tan acostumbrados a
la oscuridad que no se logran acoplar a las imágenes con color y densidad que hay en la
realidad, sin embargo, tiempo después se logra acostumbrar, viendo ahora todo con claridad,
dándose cuenta de que las sombras no eran más que un 1% de la verdad. En la vida cristiana,
la vida en la caverna es el viejo hombre, nuestra antigua manera de vivir, cegados
completamente de la verdad, al salir de esa condición “por alguna razón” o mas bien por pura
misericordia de Dios nuestra concepción del mundo real cambia, comenzamos a ver las
cosas, personas y situaciones de manera diferente, nuestra vida cambia poco a poco, notando
que hemos vivido en una mentira toda nuestra vida. Personalmente este es mi caso, conocí
de cristo muy tarde, maso menos a los 19 años, sin embargo, toda mi vida había escuchado
de Dios, crecí en un contexto lleno de sincretismo entre unas costumbres católicas romanas
y un cristianismo moderno marcado por mi madre, (gracias a Dios las costumbres católicas
de mis abuelos y mis demás familiares me parecían estúpidas desde un principio y era
totalmente apartado de ellas), esta parte de mi vida era la caverna hasta que fui liberado por
la infinita gracia de Jesús. Asi fue como comencé a ver el panorama de una mejor manera,
sin embargo, no era fácil, recordemos que tenia 19 años, 19! Estaba en la universidad, tenía
amigos totalmente mundanos, sabia lo que es estar untado del mundo, tenía costumbres,
manías, adicciones y no era fácil convertirme y seguir al Nazareno. Comencé a sufrir burlas
y señalamientos de las personas con las que solía hacer cosas que ya no me enorgullecían,
pero de nuevo por la misericordia de Jesús logré salir victorioso, arañado, lastimado y herido
por mis antiguos “amigos” pero victorioso en cristo, pues mis ojos se desacostumbraron a la
oscuridad y se fueron quedando cómodos en la verdad que estaba fuera de mi cueva.

Para terminar, la última parte de la analogía trata sobre como el hombre liberado fue a
contarles a sus amigos sobre cómo era el mundo de verdad y que estaban totalmente
engañados, porque había algo mucho más grande afuera, los prisioneros por su parte
reaccionaron con violencia, diciéndole al hombre libre que estaba totalmente loco y que por
salirse de la cueva había perdido su cordura. Bueno, esta parte es un cliché, pues sucede
mucho, cuando uno conoce de cristo, conoce la verdad y sabe que las personas que no
conocen de Dios están equivocadas, uno se regresa a intentar ayudar a esa pobre gente, pero,
la mayoría no responde de buena manera, es mas es acertada la alegoría cuando dice que
ellos reaccionan con violencia pues es así, a los seguidores de Jesús nos tildan de locos, de
estúpidos y de tontos por desperdiciar nuestra vida y en mi caso mi preciada juventud, pues
ninguno de mis amigos “egipcios” le cabe en la cabeza que no esté embriagándome con
ellos o este revolcándome con alguna niña y en cambio este pasando mis fines de semana
metido en la iglesia mientras el pastor me saca el diezmo del bolsillo, según ellos. Es la
reacción de todo el mundo, pues al ser ignorantes de espíritu, no les queda más que atacar a
las personas que encuentran la verdad, pues las diferencias les causa temor, además hay un
factor muy específico que fomenta estos ataques, quien es el diablo, que no hace sino lanzar
dardos para alimentar la contienda entre los creyentes y no creyentes.
En conclusión, quiero mencionar que la alegoría de la caverna no solamente se puede
comparar con las situaciones que viven los creyentes y no creyentes, sino que también cae
como anillo al dedo para los cristianos fríos o simpatizantes que están cómodos en sus
cuevas, viviendo estancados pensando que únicamente yendo los domingos a la iglesia van
a encontrar la verdad absoluta, ignorantes de que aún siguen viendo solo sombras, pues no
cultivan una verdadera relación con Dios. Aplica perfectamente, pues me he topado con
casos en los que la persona liberada, que conoce la realidad aconseja a este tipo de cristiano
simpatizante para ayudarlo y animarlo a que se esfuerce más por lograr esa conexión con
Dios e intimar con él, pero reaccionan con altanería argumentando que “Yo veré como llevo
mi relación con Dios” o “Así lidero yo, usted tiene una forma distinta” o el clásico “Dios
sabe lo que hago y no hago”. Tristemente esto sucede, sin embargo, debemos estar
dispuestos a seguir siendo portadores de la verdad y ser intencionales en propagarla, pues
no nos ha dicho Jesús que: “Bienaventurados aquellos que han sido perseguidos por causa
de la justicia, pues de ellos es el reino de los cielos”

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