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BOSQUEJO DE SERMÓN

Texto Bíblico: 1 Tesalonicenses 5.16-18

“La oración ¿sirve de algo?”

“Estén siempre alegres, oren sin cesar, den gracias a Dios en toda situación, porque
esta es su voluntad para ustedes en Cristo Jesús”.

Auditorio: Iglesia (culto vespertino)


Propósito: Pastoral
Tema: La oración

Proposición: (Poder/deber/valor) Motivar a la iglesia a la práctica de la oración de


manera constante y eficaz como un medio para fortalecer nuestra vida y llenarnos
de la presencia de Dios en nuestro cotidiano vivir. Y como una herramienta
poderosa para obrar milagros.

Introducción.

La pregunta es capciosa, no hay duda, pero válida si tenemos en cuenta que


vivimos en una época donde impera lo funcional y pragmático. Hoy no hay tiempo
para lo incierto e intangible. El misterio de lo divino ha sido ocultado por nuestro
racionalismo funcional. Por eso se nos pregunta a los* creyentes: ¿Por qué creer
en lo celestial como solución para los enormes problemas terrenales? ¿No habrá
medios más eficaces y decisivos para acabar con las situaciones indignas del ser
humano? En otras palabras: ¿Podemos orar y estar seguros de que sirve de algo?
Estas son inquietudes honestas que surgen, sobre todo, al ver la realidad
abrumadora de nuestro mundo. El hambre, la pobreza, la corrupción, la violencia y
la exclusión social, entre otros males, nos desesperan y nos conducen a buscar
soluciones prácticas, en las que a la oración no se le concede lugar alguno.
Incluso, este escepticismo se percibe en muchas ocasiones entre cristianos que
trabajan a favor de la transformación humana y del bienestar integral de los
demás. Un escepticismo que, en algunos casos, transforma la fe en activismo y la
esperanza en mesianismo humano.

Desarrollo.

El texto bíblico citado nos invita a re-pensar el lugar protagonista que debiera tener
la práctica de la oración en la vida del creyente, éstos testimonios junto a millones
y millones más sobre lo que produce la oración tanto a nivel personal como
comunitario nos invita a plantearnos como un desafío para nuestra época tan anti-
oración. – o – o-

La oración es parte vital de la experiencia de todo cristiano, Dios construye


nuestra fe a través de la oración. Cuando decidimos hablar con Dios, estamos
construyendo y alimentando nuestra relación con Él. Estamos llegando a
conocerle–quién es Él y cómo Él opera-. Él quiere que usted le conozca. Y usted
puede conocer más de Dios y su poder, a través de la oración. – o – o-o-

La vida y las enseñanzas de Jesús nos recuerdan la centralidad de la oración.


Para él, la oración era la forma de mantenerse en contacto permanente con el
Padre, de someterse al escrutinio de Su voluntad y de recibir la inspiración para
continuar anunciando y haciendo presente la realidad del Reino de Dios y su
justicia.

Vemos más adelante también que la oración ha sido un elemento central en la


vida de la nueva comunidad de creyentes seguidores de Jesús, el libro de los
Hechos dándonos una semblanza de la iglesia primitiva nos dice en su capítulo 2
verso 42 42 Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión
unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones. Dándonos más
que un dato histórico enseñándonos una actitud de vida en la comunidad primitiva.

En la era de los Padres de la Iglesia tenemos el ejemplo de Juan Crisostomo: «La


oración no es el efecto de una actitud exterior, sino que procede del corazón. No
se reduce a unas horas o momentos determinados, sino que está en continua
actividad, lo mismo de día que de noche. No hay que contentarse con orientar a
Dios el pensamiento cuando se dedica exclusivamente a la oración; sino que, aun
cuando se encuentre absorbida por otras preocupaciones (...) hay que sembrarlas
del deseo y el recuerdo de Dios»(Padre de la Iglesia de Oriente del Siglo IV)
Homilía 6, sobre la oración
En la edad media, la práctica de la oración se hizo cada vez más asidua y una
regla de vida, quizá los más representantes eran los monjes que caracterizaron
tanto ésa época: su vida se centraba en la oración y en la meditación de la
palabra, desde el primer servicio del día (2:00 a.m.) hasta las últimos servicios de
la noche la oración era constante en todos estos momentos, esto era todos los
días y todo el día.

Sin duda otra época donde la oración tomo un lugar importante en la vida de
personajes que cambiarían para siempre el rumbo del mundo, fue en la época de
la Reforma, comparto un fragmento de una oración de Martin Lutero la cual refleja
en mucho la condición y la fe de éste monje Agustino: ¡Dios mío, Dios mío!, ¿No
me oyes? ¿Estás muerto? No, no estás muerto, más te escondes. Dios mío,
¿dónde estás? Ven, ven. Yo sé que me has escogido para esta obra. ¡Levántate,
pues, y ayúdame! Por amor de tu amado Hijo Jesucristo, que es mi defensor, mi
escudo y mi fortaleza, ponte de mi lado. Estoy listo, dispuesto a ofrecer mi vida,
tan obediente como un cordero, en testimonio de la verdad. Aun cuando el mundo
estuviera lleno de diablos; aunque mi cuerpo fuera descoyuntado en el ‘potro’,
despedazado y reducido a cenizas, mi alma es tuya: tú Sagrada Escritura me lo
dice. Amén. ¡Dios mío, ampárame! Amén.”

Solo por citar algunos ejemplos y momentos de la vida de la fe cristiana donde


manifiestan la pertinencia de la oración. Sin duda en cada momento histórico la
oración a respondido a situaciones muy concretos y que ha servido de una
herramienta poderosa para que Dios manifieste su poder en ése momento. – o – o

Sin duda también para nuestra época la práctica de la oración nos permitirá sentir
la presencia de Dios de la manera que lo necesitamos:

Lo primero que la oración aporta en nuestro tiempo para nuestras vidas es:
darnos un tiempo de sosiego y paz. Rompiendo de alguna manera ésta
dinámica de aceleración que el sistema económico e ideológico nos impone. En su
ensayo titulado “contra el tiempo” Luciano Concheiro dice: “Si me viera obligado
a señalar un rasgo que describiera la época actual en su totalidad, no lo
duraría un segundo: elegiría la aceleración. Este fenómeno explica en buena
medida como funcionan hoy en día la economía, la política, las relaciones
sociales, nuestros cuerpos y nuestra psique”. Hay una relación estrecha entre
la aceleración de la vida con éste sistema en que estamos inmersos, ya que es
conveniente que sea así: las cosas se producen para ser desechadas (la cultura
de lo desechable) y para que se compren más y más rápido los productos
fabricados y por eso es necesario generar una hiper aceleración en las personas,
correr, comprar, producir, gastar y desechar, y una vez más iniciar un circulo
vicioso infinito, no solo en las cosas que consumimos sino en nuestras relaciones
y en nuestras personas, no hay tiempo para descansar porque eso significa
pérdida de tiempo (y es el tiempo el valor más grande en éste momento), por eso
siempre hay que estar al 100% no hay tiempo para descansar, para tener un
tiempo ocioso, parte de la idea de producción capitalista es de usar todo el tiempo
disponible que se pueda tener, y así con esa aceleración la vida se nos va, la
salud, la alegría, el disfrute. En éste panorama la oración se constituye en el poder
de Dios para hacer un alto a toda ésta dinámica de muerte, la oración se
constituye en una forma de ir contra el tiempo, pero a la vez también como una
oportunidad para redimirlo, un tiempo de calidad, un tiempo de vida, donde lo
temporal y material queda en segundo término y lo divino y espiritual toma la
relevancia que tiene, es pues entonces la oración un don de Dios para nuestra
vida agitad y convulsa en esta época.

Lo segundo que la práctica de la oración puede aportar a nuestros días es la


oportunidad de evocar, de recordar, de no pasar por alto la presencia
providencial de Dios en nuestras vidas (la memoria). Una de los tema
importantes en la biblia (sobre todo en la perspectiva del antiguo testamento) tiene
que ver con evocar las grandes proezas que Dios ha hecho con su pueblo: “``Y
acuérdate que fuiste esclavo en la tierra de Egipto, y que el SEÑOR tu Dios te
sacó de allí con mano fuerte y brazo extendido; por lo tanto, el SEÑOR tu
Dios te ha ordenado que guardes el día de reposo.”.(Deuteronomio 5.15), así
como tener en la memoria los mandamientos y preceptos de Dios frescos y
presentes en las nuevas generaciones: “Y estas palabras que yo te mando hoy,
estarán sobre tu corazón;7 y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas
estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te
levantes”. (Deuteronomio 6.6-7)
Una de las formas de alienar a las personas en nuestro sistema es evitar que
tengan memoria, después de la aceleración, el olvido es una de las condiciones en
las que se vale el sistema que nos gobierne para individualizar cada vez más a las
personas y manipular más fácilmente, Ocupar el cuerpo y vaciar el Espíritu es la
estrategia habitual del explotador (Se vacía el Espíritu vaciando la mente) un
ejemplo de ello es nuestro sistema político que apuesta a la no memoria del
pueblo mexicano, ya que recordar es generalmente un acto comunitario donde
evocamos experiencias y vivencias que pueden generar ideas que no sean tan
convenientes para los que ostentan el poder. Por eso la oración se vuelve un
espacio que nos invita a recordar, ya que es un remanente de evocaciones de lo
que Dios ha hecho en nuestras vidas, nos conecta con los millones de cristianos
que antes que nosotros han transitado el mismo camino en su peregrinar hacia la
tierra celestial; pero también es un evocar que somos parte de un todo mayor, que
es el cuerpo de Cristo, desde ésta manera nos solo en la historia nos unimos, sino
que también tenemos memoria de los que sufren y luchan día a día con
situaciones como las nuestras oh mayores. Sin duda la memoria es esencial a la
hora de orar, ya que solo no olvidando es que podremos reconocer y del
reconocimiento viene la gratitud, actitud esencial a la hora de entrar en dialogo con
Dios.

Lo último que la práctica de la oración puede aportarnos es la posibilidad de


nuestra vulnerabilidad y fragilidad, y transformarlo como oportunidad de
trascender esto físico por medio de nuestra necesidad y fragilidad. El apóstol
pablo dice: “9 Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se
perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien
en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo” (2 Corintios
12.9). Dios usa nuestra fragilidad para llevar a cabo sus planes en el mundo (ejem.
los personajes bíblicos) Contrario a esta postura de fe se encuentra la sensación
de que todo lo podemos lograr, oh como dijera un sociólogo, el síndrome de:
Super Man, es también parte de la idea que desde la modernidad ha dejado en la
mentalidad del ser humano, con ésta idea se refleja la mística de éste tiempo, todo
lo que no genera no sirve para éste sistema, todo lo estático hay que desecharlo,
no es casualidad que después de los 35 años sea muy difícil encontrar un trabajo
estable en nuestro país, todo si no entra en ésta lógica de ser útil y fuerte
entonces es desechado, atentando con el principio universal del valor intrínseco
de dignidad de los seres humanos y se reduce a una utilización vulgar, donde la
persona vale por lo que hace y no por lo que es. Por eso la oración es un espacio
donde reconozco mi vulnerabilidad y debilidad y al hacerlo me libero de una carga
impuesta que no se vuelve muy pesada con el correr de la vida, la oración me
recuerda que necesito de Dios para sostener mi vida, que son pocas cosas las
que realmente puedo hacer por mi mismo y si muchas con su ayuda, me permite
verme por medio de sus ojos y experimentar una vez más su mirada calidad de
amor y reconfortante que me hace sentir que no depende de mi la mayoría de las
cosas más importantes y significativas de la existencia; y me invita a descansar en
su regazo amoroso y permitirme saber que él me ama tal y como soy y por lo que
el ha hecho en mi y no tanto por lo que yo haga por él, se vuelve tan revitalizante
el estar en oración con Dios, que el salmista dice: Como el ciervo anhela las
corrientes de agua, así suspira por ti, oh Dios, el alma mía. (Salmo 42.1). La
vida no radica en la grandeza que podamos mostrar en el ejercicio de la vida, sino
en la fragilidad con que nos presentamos en el tiempo de oración ante de Dios.

Aplicación.

Los últimos meses como congregación hemos experimentado una serie de


acontecimientos dignos de testificar donde la oración ha sido el medio para
experimentar la intervención de Dios de manera sobre natural.

Iniciare citando el caso de nuestra hna. Rosita Regalado quien después de sufrir
un derrame cerebral y de caer por las escaleras cuando se disponía un sábado

Por mencionar otro caso el asunto de nuestra hna. Martita Trujillo.

Por mencionar otros 2 casos muy significativos el caso de nuestra hna. Yoka y
nuestra hermana Ester.

Sé que la oración tiene poder y en cada uno de estos casos mencionado hemos
visto lo que la iglesia puede hacer cuando se pone en oración. Y si sabemos que
Dios oye todas nuestras oraciones, podemos estar seguros de que ya
tenemos lo que le hemos pedido. 1 Juan 5:15 | NVI

Por tal situación quiero invitarnos a retomar la oración en nuestras vidas, sabiendo
lo mucho que puede aportar hoy en nuestras vidas y siendo testigos de las
maravillas que Dios hace por medio de ella en nuestra congregación, hoy más que
nunca tenemos que ejercitarnos constantemente como una iglesia vibrante en la
práctica de la oración.

Le invito a que si hasta éste momento solo ora para comer y dormir (o ni eso) hoy
empiece a dedicar otros tiempos y nuevos espacios (trabajo, hobis, etc.) para
practicar la oración y dispóngase a experimentar la fuerza de Dios en su vida y a
ser testigo de lo que Dios hará en ésta congregación, nuestra iglesia.

Conclusión.

“si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y


buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo
oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.” (2
Cronicas 7.14) Sin duda creo que lo más importante que Dios puede hacer en su
iglesia a través de la oración es que nos volvamos a él de todo corazón y que
experimentemos un nuevo avivamiento en su pueblo. Así que empecemos a orar
rogando por su manifestación total y plena en nuestra vidas y en nuestra
congregación. Amén.

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