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En este texto, Francesco Carnelutti expone en un primer momento las principales ideas y
momentos que motivaron la creación y conformación del derecho tal y como le conocemos
hoy en día, haciendo un recorrido histórico ubicándonos así en un contexto que permite a la
vez una correcta interpretación de los postulados tratados a continuación en el libro. Para
comenzar plantea como definición, una universalmente aceptada por el mundo del derecho.
A saber; un “conjunto de leyes que regulan la conducta de los hombres” y a los Juristas
definidos como “obreros del derecho”, que serían los jueces , fiscales, abogados, entre otros
(Carnelutti, 2017, pág. 8).
Lo anterior teniendo como fin último conseguir la paz entre los ciudadanos, para lo cual se
debe tener un conjunto de normas que le permitan al Estado hacer que se cumplan con las
mismas.
De manera contigua, el autor nos enlaza con un pilar fundamental dentro de las dinámicas de
nuestras sociedades modernas: un pilar que marco una diferencia abismal en como nos
leemos como individuos en sociedades como las nuestras. Es increíble como los dos capítulos
siguientes se armonizan y complementan de forma casi perfecta puesto que, qué sería del uno
sin el otro, pues, ¿qué sería de la propiedad privada sin el delito?, ¿sin que esa conducta que
le transgrede no deba por ello ser “condenada” y “castigada”?
En el capitulo III EL DELITO, el autor ávidamente nos muestra como el fin del derecho es
hacer que la guerra desaparezca, entonces la guerra ha pasado a ser un delito. Hemos dicho
que la guerra es la invasión del dominio ajeno, por eso las formas primordiales del delito son
el homicidio y el hurto, agresión directa al dominio en sus formas elementales: el cuerpo
humano y las cosas. El no matar y no robar; a estas dos sanciones se les da el nombre de
sanción penal y sanción civil, en su origen el delito es un hecho inmoral, que por su gravedad
se castiga con la pena, la pena es un dolor, su función es hacer sufrir pues es un mal que se
sufre por un mal que se ha hecho sufrir. En otras palabras la pena es un objeto de una
concepción física no espiritual (Carnelutti, 2017).
En capitulo IV LA PROPIEDAD, el autor nos reitera una vez más los postulados del
capítulo inmediatamente anterior, que, como ya se mencionó, guarda una íntima relación con
este; afirmando así que:
El castigo del hurto implica el reconocimiento de la propiedad. En esta simple
proposición se expresa el nexo y hasta la correlación entre el derecho penal y el derecho
civil, los cuales son anverso y reverso de una misma medalla. Hemos dicho, en la lección
segunda, que la propiedad nace, en el terreno de la economía, antes que en el del derecho.
Pero en este terreno, su tutela se encomien- da exclusivamente a las fuerzas del
propietario; si él no llega a defenderla, se le escapa la propiedad (Carnelutti, 2017, pág.
35).
Así las cosas, podemos ver como ahora el que se apodera de las cosas de otro es castigado,
por tanto, la propiedad se convierte en un derecho. La propiedad garantiza al individuo el
goce de las cosas que son objeto de ellas y, por tanto, se llama cosa propia o suya; “la
propiedad es el primero de los derechos subjetivos; el derecho subjetivo nace como
propiedad” (Carnelutti, 2017, pág. 38).
Finalmente, de la lectura de estos cuatro primeros capítulos podemos concluir que la idea
primaria de este libro de explicarnos de una forma muy básica por qué se necesita que exista
el derecho se cumple de forma clara y expresa. Adicionalmente nos invita a cuestionarnos y
pensar que las leyes, normas, y demás elementos si bien hacen parte del derecho como lo
concebimos hoy, nunca será suficiente para regular completamente la necesidad de la
sociedad, y mucho menos si los aplicadores de la misma olvidan la justicia, viviendo de las
formas y los procedimientos, más que del derecho mismo.
Referencias