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Institucionalización del poder.

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En las relaciones que se dan en el seno de las bandas y tribus, la ideología y la etiqueta reinantes
impelen hacia la igualdad en las interacciones sociales, no existe jerarquía ni autoridad formal. Los
líderes son efímeros, entran en acción solo de manera esporádica y normalmente solo en el
contexto de sus especiales esferas de competencia. Este tipo de poder es tan limitado y tan
personal en la mayoría de las sociedades primitivas que su mejor denominación es la de influencia.

¿Cómo llega a ocupar un cargo una persona influyente el cargo que pueda ser ocupado por otra
persona? ¿Cómo una sociedad igualitaria, segmentaria, deviene una sociedad jerárquica con
rangos diferenciales de status bajos y altos permanentemente adscritos? ¿De qué manera
podemos explicar “el origen de la desigualdad de las clases de las clases sociales? Cuando una
forma de poder personal consigue finalmente establecerse e institucionalizarse, con el tiempo
aparecerán diversos cargos subsidiarios que formaran una jerarquía. Esta jerarquía de cargos era
hereditaria en términos de sucesión en todas las sociedades de jefatura, y así surgieron los
estratos sociales permanentes.

Jerarquía y autoridad

En algunas sociedades segmentarias encontramos tendencias que, pueden lógicamente llegar a


agrandarse para crear al menos los inicios de una sociedad jerárquica. Una tribu de Nueva Guinea
ejemplifica particularmente bien este punto.

Entre los gahuku-gamas el sistema normal de autoridad es el de la sociedad igualitaria estándar, la


ancianidad entre los varones.

Pero por encima de este nivel de segmentación se consigue la autoridad. Los hombres más
importantes son individuos que atraen seguidores y ejercen influencia porque poseen cualidades
que sus seguidores admiran.

La idea principal de Read es que el carisma siempre gana porque en una sociedad que esta
“gobernada por la tradición” son los individuos “autónomos” los que generalmente triunfan. La
“fortaleza” de un hombre puede manifestarse o probarse en diversos contextos, entre los que la
guerra fue probablemente el más importante,

En algunas tribus de Nueva Guinea el “gran hombre” es denominado “hombre centro”, es un


hombre centro en el sentido de que atrae un enjambre de seguidores. Su grandeza se manifiesta
de diversas maneras, pero más notables son las fiestas de donaciones, que demuestran su
habilidad para captar bienes de sus seguidores. En esto las fiestas se parecen al conocido potlatch
de los indios americanos de la costa del norte del Pacifico.

En un momento dado, un gran hombre y sus seguidores pueden parecerse a una sociedad de
jefatura embrionaria: el liderazgo está centralizado, los status están ordenados jerárquicamente y
hasta cierto punto existe un ethos aristocrático hereditario. Dado que descansa en una forma
puramente personal de poder, tiene una vida corta. Como el poder de un gran hombre reside en
su magnetismo carismático, no dispone de medios formales para imponer su autoridad, y sus
órdenes solo obtienen una respuesta voluntaria por parte de sus seguidores.
¿Cómo puede un gran hombre convertir en real una aparente sociedad de jefatura embrionaria?
La tendencia del pueblo a creer que el carácter de un hombre se transmite a sus hijos, y en
particular a su primogénito. La herencia del status por primogenitura debe ser una característica
casi universal de las sociedades de jefatu8ra.

La redistribución parece también estar íntimamente ligada con el seguimiento y perpetuación del
liderazgo. Y en la medida en que la redistribución este extendida y formalizada, puede estarlo
también el poder del líder, ya que su posición como redistribuidor se hace más útil y necesaria.
Cuanto mejor sea el liderazgo, y cuanto más estable, más instrumental poder en la extensión y
formalización del sistema de trueque o intercambio. Y por supuesto, una vez que la sociedad llega
a depender fuertemente del sistema, depende asimismo de la continuidad de su liderazgo.

Las sociedades de jefatura sedentarias habitan normalmente en áreas de variados recursos


naturales. Algunas están situadas en valles de montañas con acceso a cursos de agua o a lagos,
etc. Otras se encuentran en las regiones costeras, con tierras y recursos marítimos muy variados,
necesitando de una gran coordinación y redistribución. Lo que este tipo de distribución sugiere
con fuerza allí donde se da es que determinadas circunstancias geográficas favorecerán el
desarrollo de la redistribución, y cuando se combinan con liderazgos rudimentarios generan a
promover el liderazgo hacia una jerarquía de status con un sistema institucionalizado de poder
central. (MAPA pág. 95).

ALDEAS A, B Y C. (pág. 96)

El que los primogénitos sean los de rangos más alto parece ser un principio aristocrático universal.
Esta situación se ve inducida por una circunstancia que se encuentra normalmente en las
sociedades de jefatura: la de que los hijos de las líneas aristocráticas altas pero con menores
expectativas de herencia son los que fundan las nuevas aldeas o se casan con mujeres
pertenecientes a estas.

A medida que el poder carismático se perpetúa en una línea familiar de descendencia no solo
puede incrementar la efectividad de la especialización local y de la red de redistribución, sino
también ir asumiendo paulatinamente otras áreas. Es probable que una línea familiar de jefatura
etnológicamente conocidas parecen ser típicamente teocracias. La adoración de los antepasados
es la forma típica que adopta el culto sacerdotal, añadiendo este culto como una especie de capa
cultural al chamanismo y la mitología originales. Tales concepciones fortalecen grandemente la
capacidad de la jerarquía gobernante para hacer mejor algunas tareas adicionales necesarias y
útiles. Un gobierno centralizado puede hacer la guerra de manera más efectiva, puede mantener
la paz de manera más efectiva y puede resolver los problemas internos de gobierno de formas que
no son posibles en una sociedad igualitaria.

Una sociedad de jefatura en expansión transforma sus partes nuevas, en replicas a pequeña escala
de la sociedad central original, simplemente aceptando a sus líderes en la jerarquía dominante. Si
el todo se divide en partes, las partes serán sociedades de jefatura. Este es probablemente el ciclo
de expansión y contracción que produjo la aparición un tanto repentina y la difusión tan rápida de
las sociedades de jefatura en la historia arqueológica.

Los linajes o clanes de las sociedad igualitarias devienen “clanes cónicos”, en los que todas las
líneas colaterales de filiación están alineados en términos del orden de nacimiento de los
fundadores y del orden de cada una de las sucesivas generaciones de los perpetuadores de la línea
y de sus proliferantes líneas segundonas. El uso de Kirchhoff del término “clan” presenta
dificultades semánticas porque normalmente se emplea para el orden de parentesco igualitario de
filiación “común” respecto de un fundador. Raymond Firth denominaba ramage al grupo cónico.
Pero Kirchhoff estaba bastante acertado en su argumentación que “clan cónico” (ramage) puede
desarrollarse hasta un orden más alto, el Estado y la civilización arcaica.

Las sociedades de jefatura y sus estructuras de parentesco en ramage constituyen gobiernos,


diferenciándose de los pueblos en “estado de naturaleza”. Parece que las sociedades de jefatura
se asemejarían a las sociedades de la época feudal histórica de Europa.

Sociedades de jefatura primitivas y feudalismo

El feudalismo europeo combinaba tres características distintas, alguna de las cuales pueden
encontrarse abundantemente en el mundo de las comunidades primitivas y campesinas: 1) la
formación de una jerarquía de relaciones personales de tipo peculiarmente voluntario,
denominada generalmente vasallaje; 2) un régimen de posesión de la tierra de feudos y 3) un
sistema económico de subsistencia local, casi suficiente, que sigue estando descentralizado
después del derrumbamiento del Imperio Romano.

Vasallaje: FRAGMENTO DE BLOCH (pág. 100)

El sistema de posesión basado en los feudos se encontraba estrechamente relacionado con el


vínculo puramente personal del vasallaje. Sin embargo, para algunos escritores el sistema de
posesión de la tierra constituye en mayor medida la esencia del feudalismo porque remite a las
relaciones de producción.

Pero la relación del vasallaje con el feudo y la servidumbre en el feudalismo europeo no es una
relación necesaria en el resto del mundo. El sistema del gran hombre de Nueva Guinea y la
relación patrón-cliente de numerosas áreas de África, recuerdan mucho el “acatamiento”
voluntario del vasallaje feudal, pero no tienen nada que ver con cualquier clase de sistema
dependiente de posesión de la tierra.

La tercera característica del feudalismo es la relativa autosuficiencia de los grandes señoríos. Esta
clase de reconstitución local que sigue a la disolución de una comunidad política de mayor tamaño
se ha dado en la historia muchas veces, con la posibilidad de una consiguiente reconstitución
parcial.

Esta peculiaridad histórica de la degeneración feudal de Europa, comparada con otras


degeneraciones más simples fue consecuencia de una anterior unión imperial de sociedades de
dos tipos diferentes, las sociedades de jefatura de Europa septentrional y las partes más
meridionales de la civilización clásica greco-romana.

El feudalismo europeo fue de una especie muy compleja y quizás única. Solo uno de sus
elementos, el vasallaje voluntario, tiene sus correspondencias esparcidas en el resto del mundo.
El vasallaje parece típicamente un rasgo de las sociedades denominadas sistemas de gran hombre
o de patrón-cliente. Y cuando estos sistemas llegan a institucionalizarse como burocracias se
parecen a las aristocracias hereditarias de la última época feudal o postfeudal europea.
La ley

A las pequeñas sociedades de relacionales presenciales les son propias unas fuerzas de control
social más poderosas; esto es especialmente así en las sociedades primitivas, en las que el
individuo pasa normalmente la vida entera entre sus parientes. Para la supervivencia de un
individuo cualquiera en la sociedad primitiva son totalmente importantes la cooperación, la
alianza, el amor, las reciprocidades de todas las clases.

La ley primitiva de Sidney Hartland expone la idea de que la costumbre no coercitiva es la ley de
los primitivos. Hartland dice que el hombre primitivo “está cercado, sin resquicio alguno, por las
costumbres de su pueblo, esta ceñido por las cadenas de la tradición inmemorial…, el hombre
primitivo acepta estas cadenas como algo normal; nunca intenta hacerlas saltar”.

River, en La organización social, dice: “En pueblos tales como los melanesios existe un sentimiento
de grupo que hace innecesario cualquier tipo de organización social definida para el ejercicio de la
autoridad, exactamente de la misma manera que hace posible el funcionamiento armonioso de
una propiedad comunal y asegura el carácter pacífico de un sistema comunitario de relaciones
sexuales”.

Para Malinowski cuestionaba la idea de que los pueblos primitivos estuvieran tan esclavizados por
la costumbre. Argumentaba que en la “sociedad salvaje” existen sanciones negativas eficaces,
aunque no son sanciones físicas. Hay muchos críticos de Malinowski que negarían que en las
sociedades primitivas, pre-estatales exista la ley.

Hoebel considera que la ley como un compuesto de tres elementos necesarios: el privilegio de la
fuerza, una autoridad oficial, y una regularidad. Redfield declara que “la ley es…reconocible en la
forma: en la exposición formal de las normas y en las formas de asegurar el cumplimiento de las
normas o la satisfacción o el castigo ´para la infracción de las mismas”. Estas definiciones no ponen
de manifiesto explícitamente que la coerción de la “fuerza privilegiada” y el “castigo” llegaran
necesariamente con el advenimiento del Estado.

Goldschmidt dice “un verdadero Estado lleva implícito el monopolio legitimo del poder en manos
de sus gobernantes”, Diamond separaría definitivamente la costumbre de la ley, definiendo con
esta distinción la diferencia entre sociedades primitivas y sociedades civilizadas: “La costumbre es
la modalidad de la sociedad primitiva; la ley es el instrumento de la civilización, de la sociedad
política sancionada por la fuerza organizada. Tanto la ley como la costumbre suponen la
regulación del comportamiento, pero sus caracteres son enteramente distintos.”

Podría parecer que la creencia en la importancia de la costumbre puede estar tomando un nuevo
auge. Simpson y Stone exponen: “…la explicación ortodoxa de la efectividad del control social en
una sociedad organizada por el parentesco parece todavía las más satisfactoria. La presión de un
cuerpo de costumbres santificado por una creencia en su origen sobrenatural apunta a la opinión
social y al temor de los dioses como las dos armas principales en el arsenal del control social
rudimentario”.

Algunos de los problemas relacionados con el argumento de la costumbre versus de la ley son
problemas semánticos. En primer lugar, ¿Qué significa la palabra costumbre? Estas pueden ser de
dos clases distintas. Ginsberg expuso que el termino uso refiere a “aquellas acciones habituales
para los miembros de una comunidad que no posean un carácter normativo o que carezcan de la
sanción de la coerción social”, y el termino costumbre puede significar “no meramente un habito
de acción o conducta predominante, sino…un juicio sobre la acción o la conducta…La costumbre
es el uso sancionado”.

Esta dicotomía sugiere algunas diferencias reales porque puede argüirse que cualquier desviación
de un uso convencional puede ser sancionada en algunas medidas en alguna sociedad por alguna
clase de desaprobación por parte de alguien.

Estas infracciones serian severamente castigadas por la colectiva en una u otra sociedad. Pero
también algunas de esas mil costumbres podían ser ignoradas en su infracción.

Las costumbres sancionadas son formas de control social que están reforzadas de forma positiva o
negativa. Las sanciones primitivas son normalmente algún género de aprobación por el público.
Las negativas son desaprobaciones de una infracción de la costumbre, normalmente de la amistad
y de las esperadas reciprocidades, constituye un castigo social. Las sanciones no son aplicadas por
una autoridad oficial.

La ley implica una permanente autoridad centralizada que se halla por encima de los status
familiares. Vinogradoff expuso: “El Estado monopoliza la elaboración y el cumplimiento de las
leyes mediante la coacción, y esto no existía en los tiempos antiguos”. La fuerza y una estructura
política, el Estado, son generalmente elementos importantes en las definiciones de la ley que
hacen la distinción entre la costumbre sancionada y la ley.

Entre la sociedad igualitaria y el Estado coercitivo se encuentran una etapa de sociedad de


jefatura. En este tipo de sociedad encontramos algo esencial de la verdadera ley, la estructura de
sociedad que puede actuar como tercero sobre el nivel familiar. Para las sociedades de jefatura
carecen de las sanciones físicas coercitivas relacionadas con el monopolio de la fuerza practicado
por los estados.

Parece útil dividir la ley en dos clases, la ley pública y la ley privada. Con la expresión ley pública
nos referimos aquí a los problemas legales que los individuos o los grupos tienen con la estructura
de autoridad.

Pospisil describe como legales casos de resolución de conflictos en que las decisiones poseen
cuatro atributos: autoridad, intensión de aplicación universal, obligativa y sanción.

La autoridad legal requiere un individuo lo suficientemente poderosos como para obligar a cumplir
el veredicto mediante la persuasión o la amenaza de la fuerza. En las disputas media a menudo
una autoridad, que utiliza sus facultades de persuasión para inducir a obedecer su intento de
arbitraje. Tales injerencias parecen más informales y “primitivas”, o familiares, que si la autoridad
fuera a producir una decisión que los litigantes se vieran obligados a aceptar.

Pospisil señala que en cualquiera de los casos el generador de la solución no fueron los
disputantes, sino un “tercero”, una autoridad legal. Parecería, sin embargo, que la
capacidad de la autoridad legal para obligar a cumplir las decisiones más que para actuar
por persuasión constituye una medida del poder de la jerarquía, de su capacidad de
mando.
Pero, una decisión tomada por una autoridad no es necesariamente legal porque lo haya
tomado esta; puede ser política y oportunamente variable de un contexto a otro. La
decisión tendrá una mayor legalidad si incorpora la “intención de una aplicación
universal”.
La obligato, el tercer atributo de la ley, “se refiere a aquella parte de la decisión legal que
define los derechos del reclamante y los deberes de las partes obligadas. La sanción hace
referencia a la resolución del conflicto mediante el restablecimiento de una relación
equitativa.
El atributo obligatio resulta particularmente útil cuando se discute la ley en una
tecnocracia. Buena parte del refuerzo de las normas de una sociedad de este tipo y de sus
ajustes sociales es religioso, y tiene que ver con la moral, la conciencia y especialmente
con los tabúes. Las violaciones de estos últimos son “crímenes sin víctimas”: el castigo es
imaginario y sobrenatural. La obligatio en las teocracias se halla muy apartada de la
sanción, en contraste con la sociedad moderna.
Algunos antropólogos consideran la sanción punitiva como el criterio exclusivo de la ley,
pero parece claro que mientras que tal tipo de sanción puede ser uno de los ingredientes
usuales de la ley moderna, no todos los usos de la sanción se dan en un contexto legal.
Las sanciones no necesitan ser siempre de naturaleza física. Pueden ser económicas; y
especialmente en las sociedades teocracias pueden ser castigos psicológicos o
socialmente negativas. Ni tampoco en la sociedad primitiva los propios casos legales
están necesariamente relacionados con la violencia física. Los delitos privados son “abusos
de confianza” que incumben a las reciprocidades, y los delitos públicos, casos de lesa
majestad. En una teocracia estos últimos delitos pueden ser considerados de dos maneras
distintas: 1) delitos contra la persona del jefe supremo, o contra alguien con autoridad y 2)
un ataque contra cualquier costumbre o creencia tradicional. Tales quebrantamientos de
la ley son algo parecido a expresiones de desprecio, y si quedarían sin castigo debilitarían
en cierto modo el sistema de autoridad.
Si una ley es deseable para la mayoría de los miembros de un grupo y si estos la
consideran de obligado cumplimiento, con el tiempo puede parecerle a un observador
que se trata de una costumbre, en contraste con las leyes cuyo cumplimiento puede que
tenga que ser exigido por el Estado contra la voluntad de buena parte del pueblo. Según
Pospisil una ley consuetudinaria es “interiorizada” de forma que no solo el pueblo la
siente como deseable, sino que cuando se quebranta, el malhechor experimenta un
sentimiento de culpa o de vergüenza.
La diferencia entre las dos de leyes no es cualitativa debemos tener presente que el
origen del Estado puede estar acompañado por un súbito incremento en el número de
leyes represivas, por una represión más severa y, quizás, por nuevas clases de leyes. Y es
muy probable que el nuevo Estado tenga una maquinaria judicial y punitiva más visible,
más formal y más explicita. Tanto los estados como las sociedades de jefatura cuentan con
el elemento más necesario de la ley: una autoridad central que pueda crear reglas de
conducta, obligar a su cumplimiento y juzgar las infracciones de las mismas.
Refuerzo no legal
El desarrollo de un sistema redistributivo contribuye poderosamente al mantenimiento y
refuerzo continuo de la jerarquía de autoridad socio-política. Refuerza la estructura
principalmente de dos formas importantes: 1) la estructura de autoridad es también la
estructura de los redistribuciones grandes y pequeños y por tanto es obviamente
necesaria para toda la sociedad; 2) junto con este aspecto del sistema de abastecimiento
está el hecho de que un redistribuidor puede castigar reteniendo los bienes de cualquier
subjefe o grupo disidente.
Junto con la redistribución, uno de los más fuertes éntrelos nuevos elementos
políticamente integradores es el ideológico: la jerarquía del sistema de autoridad se ha
convertido en algo sobrenaturalmente sancionado en la mitología. El fundador original se
transforma en un antepasado-dios, otros antepasados son dioses menores, el jefe viviente
es cuasi divino.
Dado que seres sobrenaturales apoyan la estructura existente se crea indudablemente
una estabilidad adicional. Todos los castigos y recompensas sobrenaturales están
mediados por los sacerdotes-jefes, y, por consiguiente, la importancia de estos aumenta
considerablemente.
El ceremonialismo tiene un gran efecto de integración social. Esta clase de ceremonia
orgánica en su naturaleza. Pero también tiene importante dimensión socio psicológica en
la medida en que el pueblo colabora en grandes grupos con escasa probabilidad de
fricción en tales circunstancias. Y aparentemente, cuanto mayor sea el grupo mayor es la
embriaguez social de la fusión del individuo en la colectividad. El sacerdocio sostenía la
jerarquía con recursos rituales y ceremoniales.
En las sociedades de jefatura clásicas, las sanciones negativas que servían de refuerzo para
la integridad de la sociedad eran típicamente castigos sobrenaturales tales como
maldiciones o acusaciones por parte de una autoridad sacerdotal. El crimen era
interpretado como un delito de lesa majestad, una ofensa contra la persona del alto jefe
o de los miembros de la jerarquía.
Liderazgo
El liderazgo en acción solo puede ser esporádico en las sociedades de jefatura. En las
sociedades de este tipo la actividad grupal más importante es la de redistribución, la cual
no solo posibilita que un líder llegue a ser un funcionario inamovible, sino que también se
requiere que desempeñe bien su tarea. Debe ser capaz de dirigir el trabajo en la
producción agrícola y artesana, y luego debe decidir de forma equitativa y prudente el
modo de asignación de los bienes producidos.
Entre los usos importantes de estos está el de almacenar algunos de ellos, para
posteriormente subvencionar a la mano de obra y artesanos públicos y como capital para
ser empleado en contingencias.
Tales poderes son económica y socialmente útiles, teniendo un efecto políticamente
integrador. Pero el almacén de un jefe tiene todavía otro efecto político. David Malo
describe: “Estos almacenes fueron ideados por el Kalaimoku como un medio de mantener
contento al pueblo para que no abandonara al rey”.
Un sistema redistributivo bien administrado contribuye a la solidaridad. Lo más obvio es
su cualidad orgánica: las partes especializadas dependen del funcionamiento del todo.
Pero lo que Malo indica es también importante. La “solidaridad orgánica” viene a parar en
lealtades personales hacia la administración.
Los más dramáticos usos administrativos de liderazgo tienen lugar en la guerra.
En cualquier sociedad existen algunos elementos insatisfechos, disidentes, están siempre
actuando unas fuerzas centrifugas. En una sociedad de jefatura de grandes dimensiones,
los elementos constitutivos de la misma son sociedades de jefatura más pequeñas y
suficientes como para tener su propio autogobierno jerárquico. Alguna de ellas pueden
estar regidas por jefes que quieran la independencia sencillamente para realizarse ellos
mismos en una rivalidad afortunada.
Uno de los resultados más visibles de la capacidad de las sociedades de jefatura
teocráticas para la administración es el empleo de mano de obra en la construcción de las
obras públicas. Aparentemente, el liderazgo puede exigir tan fácilmente una cierta
cantidad de hombres-días por comunidad para realizar un proyecto público como una
cierta proporción de una cosecha.
La lava publica de mano de obra deber ser muy parecida al alistamiento de un ejército; en
ambos casos se trata de un reclutamiento. Por lo que respecta a los asuntos militares, las
administraciones centralizadas de las sociedades de jefatura tienden a tener ejércitos
muchos más potentes de los que son posibles en las sociedades igualitarias, que
dependen de una especie de voluntariado. Las sociedades de jefaturas pueden reclutar
una proporción bastante mayor de hombres robustos.
Mediación
Las sociedades de jefatura, al tener una mayor población y estar más centralizadas que las
tribus igualitarias y las bandas, no solo tendrán más ocasiones que estas para la
mediación, sino también una mayor capacidad para hacerlo así. Esto no quiere decir que
creen cuerpos de leyes formales, sino solamente que encontramos en ellas una autoridad
que funciona en el contexto de la finalización de las querellas que amenazan la integridad
de la sociedad. Las sociedades de jefatura parecen contener los inicios de unas
instituciones semejantes a la ley, de forma que incluso la definición más estricta de esta
puede admitir caracterizaciones tales como “ley incipiente” o “ley en bruto”.
Sin embargo, debemos hablar sobre el sistema de mediación tal como realmente es.
Existe el peligro de etnocentrismo cuando nos adherimos demasiado ajustadamente a la
terminología legal moderna al hablar acerca de las sociedades primitivas.
En primer lugar, no debemos esperar encontrar en las sociedades de jefatura una
formalización y claridad extremas en la ley y los procedimientos legales como las que en
las sociedades modernas nos permiten distinguir tan fácilmente entre “ir a los tribunales”
y “me chivaré a tu padre”.
EJEMPLO PAGINA 116. La autoridad no dictó ella misma verdaderamente la sentencia en
la materia, sino que empleo su influencia para conciliar las diferencias entre las dos
partes, e incluso comprometer a la opinión pública. Esta autoridad trato de comprometer
a ambas partes en una solución aceptable.
Sociedades de jefatura más avanzadas fueron teocracias mucho más completas que la
kapauku; las posiciones de autoridad se concebían como mucho más afianzadas por un
poder sobrenatural.
Relaciones exteriores
Las relaciones entre sociedades están mantenidas típicamente por los intercambios de
presentes, de personas y de hospitalidad. Y si los dos grupos pueden intercambiar
especialidades de los que el otro carezca, están aseguradas unas relaciones amables. Todo
lo anterior depende de la capacidad del jefe para ordenar el trabajo y los bienes de su
sociedad.
Una manera importante de hacer la paz es por medio del comercio, de la necesaria
coincidencia de la paz y el comercio surgen algunas veces instituciones bastante extrañas.
Dado que unas relaciones comerciales importantes entre dos sociedades constituyen un
elemento disuasorio de la guerra entre ambas, podemos también suponer
razonablemente que los jefes están muy de ser importante afianzamiento de su
autoridad.
Los límites de la organización política
Los límites de tales sociedades son confusos. Una de las razones más importantes de la
indeterminación en los límites políticos de la sociedad segmentaria usual en la efímera
naturaleza del liderazgo. De ello se sigue que en la medida en que una sociedad de
jefatura llega a tener un cargo permanente de jefe supremo, en la misma media su cargo
será conocido y discernible “sobre el terreno”.
Una de las principales funciones de un sistema de autoridad es la de integrar la sociedad.
La territorialidad no tiene que ser el único criterio que defina a los miembros de una
sociedad, pero es un criterio frecuente, y si no se da, también puede conocer a los
miembros por otros criterios. Existen situaciones en las que, como característicos de una
sociedad de jefatura particular, pueden surgir determinados rasgos culturales nuevos. En
materia de ideología y ritual religiosos, el liderazgo teocrático puede añadir y quitar casi a
discreción determinadas particularidades. Una sociedad puede cambiar en algunos
aspectos determinados elementos de su cultura, e incluso su estructura social, por
razones políticas (Leach).

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