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CUADERNILLO DE TEXTOS
Unidad 1
Alvarado, Maite. Paratexto. (Selección p.p 13-20 y 27-79) Buenos Aires, Editorial Eudeba,
2006………………………………………………………………………………………………..2
Arnoux, Elvira. “La Polifonía” en Romero Daniel (Comp.) Elementos básicos para el
análisis del discurso. Buenos Aires, Libros del Riel, 1997…………………………………...16
Galeano, Eduardo. “La función del lector/I”, en El libro de los abrazos, Siglo XXI,
España, 1993…………………………………………………………………………………….. 30
Galeano, Eduardo. “Ventana sobre la palabra”, en Las palabras andantes, Siglo XXI,
España, 1998……………………………………………………………………………………. 30
Klein, Irene. “Prólogo”, en El taller del escritor universitario. Buenos Aires, Prometeo
Libros, 2007………………………………………………………………………………………. 31
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Producción de textos- Cátedra B 2016
PARATEXTO
Maite Alvarado
Lo que llamamos texto es, en primera instancia, una superficie escrita en la que, a
simple vista, se distinguen zonas o bloques diferenciados. Los títulos se destacan por su ubicación,
por la distancia que los separa del resto del texto y por otras marcas gráficas, como tipo de letra
distinto o subrayado. La disposición en párrafos, que pueden estar separados por un interlineado
más amplio o empezar con sangría, es otra de las primeras informaciones que el lector obtiene,
antes incluso de emprender la lectura propiamente dicha, junto con lo escrito en los márgenes, las
notas o anotaciones que no pertenecen al texto sino que son agregados o aclaraciones hechas en
un momento posterior. A estos primeros datos, presentes en casi todos los textos, impresos o
manuscritos, pueden sumarse variaciones de tipo y cuerpo de letra, asteriscos o números insertados
sobre o al nivel de la línea, comillas, paréntesis, guiones, signos todos que son captados por
contraste con la grafía dominante. Algunos de ellos son signos de puntuación, es decir, forman parte
del código escrito en su dimensión ideográfica. Los signos de puntuación, en su conjunto, integran
un sistema de señalización del texto escrito cuya finalidad principal es organizar la información que
este aporta, jerarquizar las ideas e indicar la distancia o el grado de compromiso que tiene el que
escribe con las palabras que usa. Los signos de puntuación, por lo mismo, son parte del texto; sin
ellos, este sería una masa indiscriminada de palabras casi imposible de descifrar; es decir, no sería
texto.
Pero no todos los signos que se relevan en este “barrido” inicial, previo a la lectura,
pertenecen al texto del mismo modo que la puntuación. Las variaciones tipográficas y de
diagramación o disposición de texto y gráfica (cuadros, gráficos, ilustraciones, etc.) en la página, son
cuestiones morfológicas, que hacen a la forma en que el texto se presenta a la vista. Un mismo
texto puede asumir “formas” (diseños) distintos, sin que el contenido del mismo se modifique
sustancialmente. Estos aspectos morfológicos constituyen un “plus” que se agrega al texto para
facilitar la lectura o para favorecer un tipo de lectura que interesa al autor propiciar. Se trata,
entonces, de elementos paratextuales, auxiliares para la comprensión del texto.
2. Un aparato de recepción
Del mismo modo, son paratextuales los textos subsidiarios, como notas, referencias
bibliográficas, índices, epígrafes...
“Antes de ser un texto, el libro es, para el lector, una cubierta, un título, una puesta en
página, una división en párrafos y en capítulos, una sucesión de subtítulos eventualmente
jerarquizados, una tabla de materias, un índice, etc., y, desde luego, un conjunto de letras
separadas por blancos. En síntesis, un libro es ante todo un proceso multiforme de espacialización
del mensaje que se propone a la actividad de sus lectores.” (Hébrard, 1983:70)
Si bien el paratexto no es privativo del material impreso, es allí donde se manifiesta en
todo su esplendor. Por una parte, porque a mayor tecnología se multiplican los recursos destinados
a facilitar la lectura. Por otra, porque los textos impresos, por lo general, van destinados a un
receptor plural -a un público lector- y a un mercado. La mayoría de los textos impresos -no todos,
desde luego- son, además, mercancías, y, para competir en el mercado específico, requieren de un
aparato paratextual cada vez más sofisticado. Proliferan, entonces, en el caso de los libros, fundas,
bandas, tapas de colores llamativos, destinadas a captar la atención del lector con un mensaje corto
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Producción de textos- Cátedra B 2016
y directo, que se añade al más clásico de solapas y contratapas. Los medios de prensa, por su
parte, compiten en el diseño de sus tapas y en la ingeniosidad de sus titulares y copetes que
anticipan el contenido de las notas.
Rito de iniciación del texto que ingresa a la vida pública, el paratexto se define como un
aparato montado en función de la recepción (Genette, 1987). Umbral del texto, primer contacto del
lector con el material impreso, el paratexto es un instructivo, una guía de lectura. En este sentido,
los géneros escritos1 cuentan entre sus marcas aspectos paratextuales que permiten anticipar, en
cierta medida, el carácter de la información y la modalidad que esta asumirá en el texto. Esto es
particularmente evidente en el caso de la prensa, donde la sola presencia de un recuadro rodeando
un texto firmado indica que se trata de una opinión sobre los sucesos referidos en la página; pero
también los géneros literarios, científicos o de divulgación ofrecen al lector, desde su formato,
elementos de reconocimiento y la oportunidad de formular primeras hipótesis sobre el contenido del
texto, que la lectura, a posteriori, confirmará o refutará. Una ojeada rápida a una mesa de librería,
sin ir más lejos, permite discriminar, a partir del diseño de tapa, literatura, ciencia, ensayo, libros
técnicos, de auto-ayuda, etc.
Gérard Genette define el paratexto como lo que hace que el texto se transforme en
libro y se proponga como tal a sus lectores y al público en general (Genette, 1987). Además de los
elementos verbales (prefacios, epígrafes, notas, etc.), Genette incluye manifestaciones icónicas
(ilustraciones), materiales (tipografía, diseño) y puramente factuales (hechos que pesan sobre la
recepción, información que circula por distintos medios acerca de un autor, por ejemplo. Es el caso
del físico Stephen Hawkins, cuya Historia del tiempo fue best-seller en 1991, en parte debido a la
coincidencia, en la persona del autor, de una extraordinaria capacidad intelectual y una notoria
discapacidad física).
Etimológicamente, “paratexto” sería lo que rodea o acompaña al texto (para = junto a,
al lado de), aunque no sea evidente cuál es la frontera que separa texto de entorno. El texto puede
ser pensado como objeto de la lectura, a la que preexiste, o como producto de ella: se lee un texto
ya escrito o se construye el texto al leer. Pero ya se considere que el texto existe para ser leído o
porque es leído, la lectura es su razón de ser, y el paratexto contribuye a concretarla. Dispositivo
pragmático, que, por una parte, predispone -o condiciona- para la lectura y, por otra, acompaña en
el trayecto, cooperando con el lector en su trabajo de construcción -o reconstrucción- del sentido.
Desde una perspectiva pragmática, se podría decir que es el objetivo de la lectura el
que decide el recorte y, por lo tanto, define el carácter paratextual o textual de algunos elementos.
Un prólogo puede perder su carácter de tal al ser desvinculado del corpus que prologa y analizado
en sí mismo como texto. Pero ese cambio de perspectiva implica su exclusión del paratexto. Lo que
relativiza la definición puramente pragmática y obliga a indagar en lo discursivo si hay rasgos
distintivos que diferencien texto de paratexto.
El propio Genette se encarga de precisar que el paratexto es, básicamente, “un
discurso auxiliar, al servicio del texto, que es su razón de ser” (Genette, 1987:16). En esta misma
línea, Daniel Jacobi lo define como el “conjunto de elementos del cotexto a los que el propio texto
1
Los géneros discursivos, para Mijaíl Bajtín, son tipos relativamente estables de enunciados que comparten
características temáticas, estilísticas y de estructura. Las distintas esferas de la actividad se organizan
alrededor de géneros discursivos más o menos específicos. Ver Mijaíl Bajtín, “El problema de los géneros
discursivos”, en Bajtín, M., Estética de la creación verbal, México, Siglo XXI, 1982.
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puede remitir por un sistema de referencias señalizadas como “ver fig.” o “Cf.” ”2. Claro que
escritores como Rodolfo Walsh, en su cuento “Nota al pie", y Vladimir Nabokov, en Pálido fuego3,
han cuestionado la extraterritorialidad de lo paratextual y su carácter subsidiario, trasladando a las
notas el cuerpo central del texto. Pero la literatura, es sabido, gusta de la transgresión.
Lindando con el texto por los márgenes o fundiéndose con él para darle forma,
recurriendo al lenguaje de la imagen o privilegiando el código lingüístico, el paratexto pone su
naturaleza polimorfa a disposición del texto y de su recepción.
Antes de emprender una lectura minuciosa del parágrafo 4, haga una lectura por
barrido (recorra la superficie del texto recogiendo la información que salte a la vista). ¿Cuál es el
tema del parágrafo 4? ¿Qué sé dice, a grandes rasgos, sobre ese tema?
4. 1. El estatuto de la escritura.
Para Ferdinand de Saussure, la escritura era un código segundo, cuya función no era
otra que reproducir el habla (Saussure, 1965:72). Cuando define el signo lingüístico, unidad mínima
del código, Saussure describe el significante como la huella psíquica del sonido, la imagen acústica
que acompaña al significado6. De esta manera, los sonidos se incorporan al código como forma (“La
2
Se trata de una nota al pie en la que Daniel Jacobi hace referencia a Martins-Balbar. Está en Daniel Jacobi,
“Figures et figurabilité de la science dans des revues de vulgarisation”, Langages Nro 75 (Lettres et icone),
setiembre 1984, p.25.
3
El cuento de R. Walsh está estructurado en dos niveles: texto principal y nota al pie; esta última se continúa
de página a página y va ocupando cada vez más lugar, hasta desplazar al supuesto texto principal. En el
caso de la novela de Nabokov, en cambio, se trata de notas a un poema en las que el editor ficticio va
construyendo una historia.
4
La cultura electrónica sustituye la noción de texto por la de “hipertexto”: en el hipertexto no existe adentro ni
afuera, principal ni accesorio, ya que se borran las fronteras que separan el centro de la periferia. “(...) El
diseño del hipertexto permite al lector agregar o borrar fragmentos y definir como creación propia el tipo de red
articulatoria que configurará la lectura a efectuar (...)” (Saccomano, 1993: 57-58).
5
La coherencia, para algunos autores, es una propiedad de los textos, cuyas proposiciones se organizan en
torno a un tema común o macroestructura. Para otros autores, en cambio, es una construcción del lector, que
asigna significado a la información que brinda el texto.
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Saussure define el signo lingüístico como una entidad de dos caras: significado o concepto y significante o
imagen acústica.
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lengua es forma pura”). A la escritura, por lo tanto, no le queda otro destino que la transcripción de
esos sonidos. Pero ¿es justo ese destino de mero registro?
El habla se completa con los datos de la situación de enunciación, que llena los
sobreentendidos: el hecho de que emisor y receptor compartan un mismo escenario y el tiempo de
la enunciación, autoriza a valerse de índices lingüísticos como los demostrativos, que señalan al
contexto, así como de gestos y ademanes que, sumados a la entonación y a las pausas, completan
el sentido de las palabras. En el enunciado escrito, en cambio, el valor semántico de los términos
dependerá más del entorno verbal que del contexto. Esta mayor independencia se explica porque la
comunicación escrita es diferida, recepción y emisión no son simultáneas sino que media tiempo
entre ellas, lo que vuelve indispensable el llenado de los sobreentendidos a fin de reducir la
ambigüedad, dado que tampoco existe el feed-back que en la comunicación oral funciona como
reaseguro de que el mensaje ha sido correctamente decodificado.
7
“El habla es irreversible, así es: no se puede retomar una palabra salvo aclarando con precisión que se la
retoma. Aquí, borrar significa añadir; si quiero borrar aquello que acabo de enunciar, no puedo hacerlo sino
mostrando la goma (debo decir “o más bien”, “me expresé mal”)...”dice Roland Barthes en “Escritores,
intelectuales, profesores”, en: Roland Barthes, El proceso de la escritura, Buenos Aires, Ediciones Caldén,
1974, pp.11-12.
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el texto: subrayados, flechas, cruces, notas, signos diversos salpicando los márgenes u ocupando el
interlineado. De esta forma se señaliza el texto, escribiéndolo, como una forma de apropiación8 .
Los elementos que integran el paratexto dependen del carácter espacial y autónomo
de la escritura: bibliografías, índices, serían impensables en forma oral; así como la objetivación del
mensaje, la distancia que supone la escritura, hace posibles notas y prólogos, en los que el propio
autor analiza, critica, amplía o sintetiza su discurso. Además, los elementos del paratexto cumplen,
en buena medida, una función de refuerzo, que tiende a compensar la ausencia del contexto
compartido por emisor y receptor. Es el caso de muchas ilustraciones, y en particular de la gráfica
(representación visual de la información en la superficie de la página).
La comunicación escrita exige la puesta en funcionamiento de un dispositivo que
asegure o refuerce la interpretación del texto que el autor quiere privilegiar. Ese dispositivo actúa, en
buena parte, sobre el componente gráfico del texto, sobre su carácter espacial, reforzando
visualmente el sentido, o bien superponiéndole un segundo mensaje, de naturaleza instruccional:
lea A antes que B, lea C con más atención que B, lea X junto con Y. El texto escrito -impreso o
manuscrito- busca evitar, por los medios a su alcance, los efectos del diferimiento de la
comunicación.
Pero no es esta, desde luego, la única función del paratexto.
Según Marshall McLuhan, “el libro Impreso creó el mundo moderno, ya que prolongó la
voz y la mente del hombre y puso fin, psíquica y socialmente, al parroquialismo y al tribalismo en el
espacio y en el tiempo” (McLuhan, 1985).
Un libro es básicamente un formato, una disposición de palabras sobre papel, con una
tipografía determinada. La propia palabra “libro”, en distintas lenguas, designa al soporte:
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No es otra la función de la firma, atribución de un discurso a un sujeto con carácter probatorio.
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sectores de la sociedad implicó un aumento en la demanda de libros que la antigua técnica no podía
satisfacer, condiciones que hicieron posible el salto tecnológico hacia la imprenta.
A su vez, la enorme demanda de lectura por parte de una clase para la que no estaba
pensado el libro fue una de las causas del desarrollo de los diarios. Evidentemente, el universo del
texto impreso no se agota en el libro: desde antiguo, bandos y proclamas, hojas volantes (literatura
de buhoneros), literatura “de cordel” (folletines), circulan, por distintos canales, más masivamente
que el libro. Este es el destino de los periódicos, que irán capturando paulatinamente las apetencias
lectoras de un público más extendido cada vez, independientemente de los vaivenes de la industria
del libro.
Instituto de Lingüística
Facultad de Filosofía y Letras
Cátedra de Semiología y Oficina de Publicaciones
Ciclo Básico Común - Universidad de Buenos Aires
UNLP – FBA
Taller de Producción de Textos – Cátedra B
Apunte de Cátedra: ¿Qué es un texto?
“El texto es una unidad lingüística formada por un conjunto de enunciados que tienen una
intención comunicativa y que están internamente estructurados. Dicho de otro modo, un
texto es un conjunto de enunciados internamente estructurado, producido por un emisor
que actúa movido por una intención comunicativa en un determinado contexto.
Para que un conjunto de enunciados pueda ser considerado como un texto es necesario
una serie de relaciones semánticas y gramaticales entre sus elementos de manera que el
destinatario pueda interpretarlo como una unidad”.
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La palabra texto deriva del verbo latino tejer (texere, textui, textum). Entonces,
podemos pensar el concepto de texto a partir de su etimología. Si texto deriva del verbo
tejer, una imagen posible es la de imaginar un texto como un tejido en el cual los hilos,
los nudos, las costuras, no están formados por lana o algodón sino por palabras,
oraciones, signos de puntuación, párrafos. Es decir, un texto es un tejido formado por
oraciones que se entrelazan, se cruzan, se anudan entre sí y hacen referencia a
personas, situaciones, acontecimientos, u objetos del mundo real o de mundos
imaginarios. Estas oraciones no están dispuestas en la página de cualquier manera sino
que el enunciador del texto ata y conecta los enunciados según su intención. La
intención del enunciador es la que determina el dibujo del tejido, es decir el formato y
la estructura del texto. Por ejemplo, si comparamos el formato de un cuento con el
formato de cualquier publicidad (o también el de una carta y un graffiti), enseguida nos
daremos cuenta de que el formato del texto varía según los fines que se persiga. En
cambio, si confrontamos un texto científico con una novela, no notaremos ninguna
diferencia desde el punto de vista del formato; sin embargo, la divergencia entre ellos
reside en la estructura interna del texto. Para notar el formato no es necesario leer el
texto, pero para distinguir estructuras sí, porque éstas siempre son internas.
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FORMAL DESCRIPTIVA
INFORMAL
EL TEXTO ¿DIALOGAL
DÓNDE SE
ENCUENTRA EL
EXPLICATIVA
TEXTO? EN UN
PROGRESIÓN
TEMÁTICA:
(CORRECTA SOPORTE TEXTUAL:
DISTRIBUCIÓN DE DIARIOS, REVISTAS,
LA INFORMACIÓN) DICCIONARIOS,
ES UNA UNIDAD DE
LIBROS DE FICCIÓN,
SENTIDO, NO ES UNA
E-BOOKS, BLOGS,
ACUMULACIÖN DE
COHERENCIA PÁGINAS-NET, ETC.
ORACIONES, PORQUE
Y TIENE:
COHESIÓN
PROCEDIMIENTOS UN FORMATO
TÍTULO
COHESIVOS
SUBTÍTULOS
ELIPSIS
(ASPECTO
PÁRRAFOS
CONECTORES EXTERIOR)
(DELIMITADOS
SINONIMIA
POR SANGRÍAS Y
REFERENCIA PUNTO Y APARTE)
PRONOMINAL
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Son muchos los autores (Beaugrande, Dressler9 y otros) que señalan que las
características que debe poseer todo texto bien elaborado son las siguientes:
1. En primer lugar, debe ser coherente, es decir, centrarse en un solo tema, de manera
tal que las diversas ideas desarrolladas contribuyan a la creación de una idea global.
3. En tercer lugar, deberá saber a qué enunciatario se dirige para poder utilizar un
lenguaje comprensible, además de ofrecer toda la información necesaria (y el mínimo de
información innecesaria) para un mejor desarrollo.
4. Este texto -coherente, cohesivo, que se amolda a su enunciatario- contará con una
intención comunicativa. Esta última puede ser describir, narrar, explicar, persuadir, etc.
La intención del texto determinará las secuencias a utilizar en el mismo y el predominio de
alguna de ellas.
Cuando decimos que un texto debe ser coherente nos referimos a una correcta
progresión temática y distribución de la información.
9
de Beaugrande, Robert A. y Dressler; Introducción a la lingüística del texto. Barcelona, Ariel, 1997.
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conocida de una oración tiene que haber sido presentada como nueva en la oración
anterior, a esta información ahora conocida se le agrega una nueva que se convertirá
en conocida en la oración posterior. Quien escribe debe explotar el formato que le
otorga cada texto para organizar la progresión y la distribución de la información conocida
y nueva que se reproducirá en el texto.
Para poder relacionar todas las secuencias que integran un texto y lograr la
cohesión se deben aplicar los procedimientos cohesivos.
Uno de los problemas que se generan en los textos de registro escrito consiste en
incurrir en repeticiones innecesarias (de una o más palabras). Es un inconveniente
porque confunde, cansa al lector y -en términos generales- desmerece al texto (no ocurre
lo mismo en la oralidad, donde las repeticiones son, a veces, útiles o necesarias para
quien escucha). Para evitar este error frecuente se pueden utilizar los procedimientos
antes mencionados:
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Por eso decimos que el formato constituye un aspecto externo del texto. Puede presentar
también elementos paratextuales como imágenes, gráficos, esquemas, etc.
El título del texto por lo general es un indicador del tema macro (grande,
macrotema) que lo recorre y atraviesa en su totalidad. En cambio, cada uno de los
párrafos aporta a un aspecto específico del tema postulado en el título, contienen
microtemas (temas pequeños) que confluyen todos en el tema macro y por eso deben
permanecer vinculados entre sí. Por lo tanto, cada párrafo es una unidad de sentido del
texto conformado por oraciones relacionadas unas con otras.
Se puede definir al autor del texto como el individuo real que habla, que pronuncia
o escribe el texto. Pero también se lo puede concebir como el principio de agrupación del
discurso, la unidad y el origen de sus significaciones, el foco de su coherencia.
El filósofo Michel Foucault habla del autor como una función organizadora del texto
y de su inserción en los diversos discursos que nos rodean. Esta función no actúa de
manera uniforme sino que es variable: alrededor nuestro circulan discursos sin que su
sentido o eficacia tengan que venir avalados por un autor preciso al cual se le atribuyen,
es el caso por ejemplo, de las conversaciones cotidianas, o cualquier otro discurso que
transita en un “anonimato” relativo.
Pero en otro tipo de géneros discursivos como la literatura, las ciencias, la filosofía,
la política o el periodismo la atribución a un autor es indispensable como indicadora de
propiedad intelectual. La función autor en estos casos se refuerza. Varía también de
acuerdo a la época: por ejemplo, durante la Edad Media, los poemas, comedias y otros
textos literarios subsistían de forma anónima, la función autor no era tan importante.
Actualmente en cambio, es necesario saber de dónde proceden los textos, quién los
escribe, y cuáles son los sentidos que lo recorren.
Entonces, podemos afirmar que el autor es la persona que crea el texto (ya sea
oral o escrito) y se sitúa por fuera de él, en lo que podemos llamar situación extratextual
(aquella que se produce por fuera del texto)
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4.1.-
4.2.-
10
Carolina Seoane, Carolina Zunino y Marcelo Muschietti, “La situación enunciativa” en: El taller del escritor
universitario. Irene Klein (Comp.) Buenos Aires, Prometeo Libros, 2007.
11
Para una mejor comprensión del concepto véase Elvira Arnoux, “La Polifonía” en: Romero Daniel (Comp.)
Elementos básicos para el análisis del discurso. Buenos Aires, Libros del Riel, 1997.
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Se llaman competencias a las capacidades que tienen los hablantes de hacer uso
de su lengua. Las mismas intervienen tanto en la generación de un texto, como en su
recepción El concepto de competencias ha sido desarrollado y trabajado por distintos
teóricos como el lingüista Noam Chomsky y el filósofo Jürgen Habermas.
4.3.-
4.4.-
Siempre habrá una secuencia predominante porque ello responde a la intención que
persigue el texto; por ejemplo, si se pretende narrar un cuento sería extraño encontrar
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predominancia de secuencias argumentativas, puesto que estas poseen otro fin. Sin
embargo, a lo largo del año veremos que las distintas tramas no se componen de una
forma tan pura como pretenden ciertas tipologías y que las distintas combinaciones
producen textos difíciles de clasificar.
oral / escrito
formal / informal
Todo texto se caracteriza por adoptar un término de cada uno de estos grupos.
Por eso el autor debe tener en cuenta a quién se dirige y hacer la selección de términos y
expresiones pertinentes, de lo contrario no habrá eficacia en la comunicación.
De los grupos que figuran anteriormente el enunciador toma uno de los términos y
lo armoniza con otro par de otro grupo, sin embargo, no todas las combinaciones son
posibles: por ejemplo, una respuesta de examen puede ser oral o escrita pero no puede
ser informal, ni vulgar. La situación enunciativa en la que se inscribe el texto o discurso es
la que determina cuáles serán los modos correspondientes.
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parecido al libro) que permite, por ejemplo, la relectura, cuestión que en el papiro era muy
complicada.
Sin embargo, el texto impreso no aparece sólo en libros: diarios, hojas volantes, folletines,
folletos, revistas y demás impresos circulan tan masivamente en la actualidad como el
libro.
Por supuesto que el soporte virtual desarrollado en los últimos tiempos para
muchos implica una nueva revolución: e-book, blogs, páginas web, pantallas de celulares
y cualquier otro dispositivo tecnológico continúa provocando cambios en la escritura, la
lectura y los hábitos de ejercitarlas. Es decir, el soporte material es un elemento que
también determina la esencia del texto.
Polifonía
Elvira Arnoux
El término polifonía recubre las variadas formas que adopta la interacción de voces
dentro de una secuencia discursiva o de un enunciado. La situación de diálogo que toda
producción verbal supone, su orientación hacia el otro, aparece siempre con mayor o
menor grado de explicitación en el tejido textual. Pero también en éste, y de múltiples
maneras, está presente lo ya dicho, los otros textos, así como las diversas voces sociales
con sus peculiares registros.
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términos en inglés reactiva las connotaciones asociadas a las dos lenguas: “aquí están los
que piden Bread and butter/ y coffee an milk. / Aquí está lo mejor de Port-au-Prince, / lo
más puro de Kingston, la high life de la Habana.../ Pero aquí están también los que reman
en lágrimas / galeotes dramáticos, galeotes dramáticos...¨
Los efectos específicos de estas rupturas, cuyas marcas pueden ser rasgos
fónicos, prosódicos, gráficos, sintácticos o léxicos, dependerán del funcionamiento global
del texto considerado, del entorno verbal en el que aparecen. En algunos textos narrativos
apuntará a caracterizar al personaje, en otros una situación, en algunos discursos
argumentativos funcionará como símbolo de prestigio o como índice de una pertenencia
cultural. Pero siempre el contraste patentizará a partir del juego connotativo que se
instaurará la aprehensión ideológica de una u otra lengua o variedad.
En muchos casos la ruptura de la isotopía estilística se debe a la presencia de
unidades que remiten a distintos estados de lengua, a sincronías diferentes (presencia de
arcaísmos, por ejemplo). En otros casos estos desajustes evocan no la comunidad
lingüística como totalidad sino grupos diferenciados geográficamente (dialectos),
socialmente (sociolectos), por edad (cronolectos), o según su actividad, profesión o
pertenencia política. Es importante señalar que la “norma” textual no coincide
necesariamente con la norma social. En el tango Cambalache, por ejemplo, la ruptura de
la homogeneidad discursiva la producen términos como “problemático” y “febril”: “siglo
veinte cambalache, problemático y febril/ el que no llora no mama y el que no afana es un
gil /Dale nomás...”
También el contraste puede darse entre registros situacionales diferentes (lo
coloquial en un texto formal, rasgos de la oralidad en la escritura) o entre distintos tipos de
discurso. En el siguiente fragmento del Libro de Manuel de Julio Cortázar la isotopía,
sostenida por las alusiones a las letras de tango, es quebrada por la presencia de una
canción infantil:
“... copetín del recuerdo, mezcla rara de Museta y de Mimí / salud Delfino,
camarada de infancia / ser argentino en un suburbio de París / Caracol col col saca los
cuernos al sol”.
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algunos textos, como el de Cortázar, al que nos hemos referido, la integración de otros
tipos de discursos se realizan conservando la materialidad que les es propia: las crónicas
y comentarios periodísticos aparecen en forma de recortes con lo que se refuerza el valor
documental que el narrador les adjudica.
Intertextualidad
Con el nombre de intertextualidad se designa, en sentido restringido, la relación
que se establece entre dos textos (que pueden ser o no isótopos estilísticamente) a partir
de la inclusión de uno en otro en forma de cita o de alusión. Este juego intertextual apela,
particularmente en sus formas menos explícitas, a la competencia cultural e ideológica de
los receptores. Su decodificación es más fácil cuanto más estereotipado y “universal” es el
enunciado aludido o citado. Así muchos textos contemporáneos, integran mensajes
publicitarios o consignas políticas difundidos por los medios de comunicación de masas.
Cambalache 1982, por ejemplo, de Osvaldo Rosslex se va armando a partir de los títulos
de programas televisivos y de los “slogans” más comunes en la Argentina de la guerra de
las Malvinas:
“Argentina en video, en caos, en salsa / se perdió una batalla, no la guerra. / pero
eso sí, con muchos asesores / con mundial campeonato por el medio / con Minutos de
noticias / con ´Argentinos a vencer´ en coro...”
En los casos en los que la alusión remite universos culturales más restringidos la
“recuperación” del enunciado puede plantear dificultades, e incluso se puede llegar a no
percibir la alusión como tal. El diálogo intertextual que propone el título del cuento de
García Márquez Muerte constante más allá del amor al evocar, permutando sus términos,
el soneto de Quevedo, sólo puede ser percibido por un lector más o menos informado
acerca de la literatura española. En algunas obras estas dificultades se resuelven con al
aparición, en forma de cita, del enunciado aludido en otro momento del texto. Así en el
mismo cuento de García Márquez el protagonista pronuncia un discurso electoral
(“estamos aquí para derrotar a la naturaleza. Ya no seremos más los expósitos de la
patria...”) “por oposición a una sentencia fatalista del libro cuarto de los Recuerdos de
Marco Aurelio”. Y la sentencia aludida aparece en la parte final del cuento:
“Recuerda que seas tú u otro cualquiera, estaréis muerto dentro de un tiempo muy breve
y que poco después no quedará de vosotros ni siquiera el nombre”.
Enunciados referidos
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secuestradores: “qué pescado gordo es usted. ¿sabe el bolonqui que hay en el mundo
entero con esto?” Más adelante, en el mismo texto recuerda el episodio en estos
términos: “presté atención cuando me dijo que había un revuelo mundial por mi asunto y
que no se imaginaban que yo era un pez tan gordo”. Las modalidades de enunciación
exclamativa e interrogativa del D.D. desaparecen en el D.I. que sólo posee la modalidad
del discurso citante, en este caso declarativa. La exclamación es interpretada como “no se
imaginaban que...”; “¡Qué pescado gordo es usted!” se transforma en “que yo era una pez
tan gordo” donde a los cambios de pronombre personal y tiempo verbal, y al reemplazo de
“qué” por “tan” al alterarse el orden de las palabras por el cambio de modalidad, se agrega
la sustitución de “pescado” por “pez”. Este último parece ser para el locutor el término no
marcado estilísticamente o tal vez, en la medida en que el sujeto del discurso citado
coincide con el sujeto de enunciación del discurso citante, el término connotado
axiológicamente en forma más positiva que “pescado”. Manifestación de un proceso
similar es el cambio de “bolonqui” por “revuelo”. En la sustitución de “esto” por “mi
asunto” parecen haber intervenido otras razones: al cambiar la situación de enunciación el
demostrativo “eso” resultaría insuficiente, además el locutor quiere señalar que la
importancia acordada al hecho se debe a que él era el afectado.
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Producción de textos- Cátedra B 2016
Los verbos, que remiten al dominio semántico del habla, no sólo introducen el enunciado
referido sino que también orientan respecto de cómo deben ser entendidas las palabras
del otro. Aportan así informaciones diversas: pueden explicitar la fuerza ilocutoria
(“aconsejó que no se dejaran provocar”); presuponer la verdad o falsedad de lo que el
discurso citado afirma (“reveló que el ministro había renunciado”); especificar el modo de
realización fónica del enunciado (“gritó que estaba harto”); caracterizarlo a partir de una
tipología de los discursos (“lo que pasa –argumentó- ...”); situarlo dentro de una
cronología discursiva (“eso dependerá –replicó- de las posibilidades...”). Respecto del
discurso directo pueden ubicarse en distintas posiciones: inicial (“Dijo: ´Es necesario
superar la discusión estéril´” ); intercalado (“los argentinos –señaló- vamos a estar a la
altura de las circunstancias”); o pospuesto (“Tenemos que ser protagonistas, recalcó”).
Estas posibilidades de articulación entre el discurso citante y el citado no dejan de tener
incidencia semántica ya que implican modalidades de mensaje distintas.
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“Aquel pobre diablo que yacía bien muerto era el sacristán de la iglesia. Pero: tonto!... la
culpa ha sido suya... ¿pues a quién se le ocurre, señor, vestir pantalón, chaqueta y
gorrita?”
(Mariano Azuela, Los de abajo)
Pero también el discurso citante puede penetrar en el citado bajo la forma de una
construcción incidental. La presencia de un verbo de decir intercalado permite al discurso
indirecto, por ejemplo, articularse sin subordinación sintáctica previa pero al mismo tiempo
no perder su carácter de referido:
“... su suegro le daba lecciones esquemáticas. Los liberales, le decía; eran masones,
gente de mala índole, partidaria de ahorcar a los curas.... Los conservadores, en cambio,
que habían recibido el poder directamente de Dios, propugnaban por la estabilidad del
orden público y la moral familiar”.
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pertenece: el conflicto entre las dos voces es el que éste vive al enfrentarse con su propia
norma. En algunos casos las dos voces tienen el mismo estatus; el conflicto, no resuelto
todavía por la historia, entre dos clases sociales se manifiesta en el discurso interior por
una polémica en la que no hay voz dominante. Finalmente, cuando esa segunda voz no
ocupa ninguna posición estable, cuando se manifiesta en una serie incoherente de
reacciones determinadas para las circunstancias del momento “se asiste entonces a una
escisión de naturaleza ideológica de la individualidad con su medio social”.
En muchos de los textos argumentativos que “reflejan” el discurso interior, la segunda voz,
la de la “conciencia”, delimita el lugar del lector, instala a éste en el seno mismo de la
norma y lo lleva a través de deslizamientos sucesivos a aceptar las tesis propuestas.
Dentro de las estrategias de persuasión es tal vez una de las más eficaces ya que utiliza
la retórica de lo cotidiano. En un texto de Unamuno, Sobre la europeización de España
(Ensayos, I), el paso de lo íntimo del cuestionamiento a lo impersonal de la norma se
muestra particularmente en el cambio de las personas gramaticales (de la primera a la
segunda del singular, luego el “nosotros” inclusivo y finalmente el “se” impersonal):
La presencia del otro es particularmente evidente en las formas más públicas del
discurso político como la arenga, la proclama o el discurso electoral. El alocutario aparece
designado de una determinada manera y este apelativo lo constituye en sujeto de la
interacción verbal que el discurso postula. En la Proclama al Ejército del Norte, por
ejemplo, San Martín, al llamar a sus soldados “Hijos valientes de la Patria” y “Vencedores
en Tupiza, Piedras, Tucumán y Salta”, les ofrece una imagen positiva donde puedan
reconocerse y fijarse.
Pero es tal vez en las interrogaciones y negaciones donde el diálogo con el otro
aparece con mayor claridad. En su Manifiesto de 1810 Miguel Hidalgo se expresa en
estos términos:
“¿Creéis que al atravesar (los gachupines) inmensos mares, exponerse al hambre, a la
desnudez, a los peligros de la vida inseparables de la navegación, lo han emprendido por
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Producción de textos- Cátedra B 2016
Las citas
El discurso argumentativo no sólo presenta las huellas del diálogo con el otro y
“consigo mismo” sino que también muestra el trabajo con los otros textos. Los fragmentos
que se insertan pueden cumplir diversas funciones. Las citas epígrafes señalan la
pertenencia a un determinado universo discursivo o las grandes orientaciones del texto.
Así, si un trabajo de lingüística comienza con esta frase de Nietzsche:
“Temo que no nos desembaracemos nunca de Dios, ya que seguimos creyendo en la
gramática”, posiblemente el lector tendrá tendencia a esperar un cuestionamiento de las
líneas institucionalmente aceptadas de la disciplina. En algunos casos la cita tiene como
función primera “santificar” el texto: Raúl Alfonsín terminaba sus discursos electorales
confundiendo su voz con la de los constituyentes de 1853 al introducir fragmentos del
Preámbulo de la Constitución. Otras citas, reconocidas como evidencias en una cultura y
que por lo tanto están al alcance de todos, permiten establecer acuerdos fáciles que
estimulen adhesiones futuras: “Recordando aquello de ´por sus frutos los conoceréis´ no
es difícil admitir que...” En ciertos textos las citas funcionan como “pruebas” dentro de un
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“La única forma de tratar que se remedien ciertos males ciudadanos es ´volver sobre ellos
oportuna e inoportunamente´, como dice San Pablo en sus Epístolas”.
“Quienes intentan la defensa de la figura del tirano no ignoran, porque ellos mismos lo han
señalado, que ´la interpretación histórica se hace desde la actuación política presente´.
¿Qué puede entonces esperar la democracia de tales ideólogos?”
Transtextualidad
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3- Metatextualidad: relación de “comentario” que une un texto a otro del cual habla
y al cual incluso puede llegar a no citar. La crítica es la expresión más acabada de
esta relación metatextual.
4- Hipertextualidad: relación de un texto con otro anterior del cual deriva por
transformación (el Ulises de Joyce respecto de La Odisea) o por imitación (la
Eneida respecto de La Odisea, el Guzmán de Alfarache respecto de El Lazarillo de
Tormes)
Imitación:
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REGIMEN
“ ´Pero el generoso león más comedido que arrogante, no haciendo caso de niñerías
ni de bravatas, después de haber mirado a una y otra parte, como se ha dicho, volvió
las espaldas y enseñó sus partes traseras a Don Quijote, y con gran flema y remanso
se volvió a echar en al jaula!
¡Ah condenado Cide Hamete Benengeli o quienquiera que fuese el que escribió tal
hazaña, y cuán menguadamente la entendiste!... No, no fue así, sino lo que en verdad
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pasó es que el león se espantó o se avergonzó más bien al ver la fiereza de nuestro
caballero, pues Dios permite que las fieras sientan más al vivo que los hombres la
presencia del poder incontrastable de la fe...
No, el león no podía ni debía burlarse de Don Quijote, pues no era hombre sino león, y
las fieras naturales, como no tienen estragada la voluntad por pecado original alguno,
jamás se burlan. Los animales son enteramente serios y enteramente sinceros, sin
que en ellos quepa socarronería ni malicia”.
Arnoux, Elvira. Polifonía, en Romero Daniel (Comp.) Elementos básicos para el análisis del
discurso. Buenos Aires, Libros del Riel, 1997.
Cuando Lucía Peláez era muy niña, leyó una novela a escondidas. La leyó a pedacitos,
noche tras noche, ocultándola bajo la almohada. Ella la había robado de la biblioteca de
cedro donde el tío guardaba sus libros preferidos.
Mucho caminó Lucía, después, mientras pasaban los años. En busca de fantasmas
caminó por los farallones sobre el río Antioquia, y en busca de gente caminó por las calles
de las ciudades violentas.
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Mucho caminó Lucía, y a lo largo de su viaje iba siempre acompañada por los ecos de los
ecos de aquellas lejanas voces que ella había escuchado, con sus ojos, en la infancia.
Lucía no ha vuelto a leer ese libro. Ya no lo reconocería. Tanto le ha crecido adentro que
ahora es otro, ahora es suyo.
Magda recorta palabras de los diarios, palabras de todos los tamaños, y las guarda en
cajas. En cajas rojas guarda las palabras furiosas. En caja verde, las palabras amantes.
En caja azul, las neutrales. En caja amarilla, las tristes. Y en caja transparente guarda las
palabras que tienen magia. A veces, ella abre las cajas y las pone boca abajo sobre la
mesa, para que las palabras se mezclen como quieran. Entonces, las palabras le cuentan
lo que ocurre y le anuncian lo que ocurrirá.
Prólogo
Irene Klein
Escribir
Escribir, señala el novelista Don de Lillo (2005), “es una forma concentrada de pensar. A
través del lenguaje se puede llegar a ideas a las que de otra manera no hubiéramos
tenido acceso”.
“Escribo”, afirma la ensayista Beatriz Sarlo (2001), “porque quiero saber cómo es eso que
estoy pensando y que no lograré saber si no lo escribo. Se piensa porque se escribe”.
Tanto un escritor de ficción como una escritora de ensayos críticos asumen una posición
coincidente: considerar a la escritura no como un medio para “expresar” lo que se piensa
sino como un proceso por el que se descubre y transforma el conocimiento.
El sujeto que escribe produce un objeto, un trazo material (Barré-De Miniac, 2003): esa
producción fuera de sí mismo le permite tomar distancia en relación al contenido escrito y
observar y cuestionarlo. Es así que, al tiempo que moviliza los saberes que el sujeto tiene
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Utilizamos la lengua para organizar nuestra experiencia, categorizar el mundo, dar sentido
a nuestras actividades cotidianas, relacionarnos con quienes nos rodean y construirnos
como seres sociales. En el lenguaje el sujeto construye su identidad social y cultural: el
modo como organizamos con palabras nuestra relación con el mundo define lo que el
mundo es para nosotros. Las diversas disciplinas académicas que conforman las carreras
universitarias se presentan como distintas formas de pensar y comprender al mundo, de
darle sentido y de representarlo. De ahí que sea sobre todo en las Ciencias Sociales y en
las Humanidades donde surgen en mayor medida los problemas específicos de la
transmisión e interpretación de los discursos de otros.
Ayudar a desarrollar una capacidad estratégica tanto para producir como para
comprender los textos, es decir, tanto para adecuar el texto que se escribe a un
determinado propósito como para reconocer el objetivo textual en el que se lee, es, por lo
tanto, el objetivo esencial de la enseñanza de la escritura.
La escritura en la universidad
La escritura es una tarea habitual tanto para los estudiantes universitarios- que escriben
parciales, monografías, tesinas, reseñas, informes- como para los profesionales, que
elaboran artículos, papers, trabajos de investigación. Unos como otros no desconocen
que escribir constituye una tarea intelectual de enorme complejidad que exige analizar lo
que otros han dicho sobre un tema, establecer relaciones semánticas en el interior de su
propio texto como así también entre diversos textos; constituirse en un observador agudo
y analítico que pueda tomar distancia de su postura personal, considerar el tema dentro
de un marco o sistema conceptual más amplio y fundamentar sus aserciones.
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saber sino sobre todo configurarlo. A lo sumo, entonces, frente a esa posibilidad de
escribir un texto, se reclaman técnicas desde el anhelo de que, a través de ellas y de
manera instantánea, tal como opera el pensamiento mágico, se logre plasmar en la hoja
el saber que se tiene sobre determinada disciplina. Pero basta comenzar a producir un
texto para darse cuenta de que no es tan fácil trasladar a la escritura lo que uno sabe y
quiere decir; la escritura es más que un sistema de convenciones al que se debe
responder. De modo similar, aun la descripción más precisa sobre las técnicas de
modelado le resultarán insuficientes a un artesano cuando quiera dar forma a la masa de
arcilla: solo hundiendo una y otra vez las propias manos en ella logrará que adopte la
forma del jarrón que tiene en mente.
Así, por ejemplo, tener conocimiento del paradigma verbal lingüístico para escribir un
texto narrativo no garantiza que se lo pueda utilizar de manera eficaz: el escritor debe
atender a los efectos de lectura que desee provocar, ya que no es lo mismo narrar, por
ejemplo, en presente, a fin de acercar al lector al acontecimiento narrado, que en pretérito
perfecto, que lo distancia.
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Producción de textos- Cátedra B 2016
Los textos son productos de la actividad humana; por lo tanto, están articulados en base a
las necesidades, intereses y condiciones de funcionamiento de las formaciones sociales
en el seno de las cuales son producidos.
En nuestro siglo, y sobre todo a partir de Bajtín, la noción de géneros discursivos fue
aplicada progresivamente a un conjunto de producciones verbales organizadas bajo la
modalidad de la escritura o la oralidad.
Son las secuencias que entran en la composición de los géneros las que pueden ser
identificadas porque presentan ciertas regularidades de estructuración lingüística.
Escribir en el taller*
El libro*
Sus autores*
Bibliografía*
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*Los apartados correspondientes a los títulos señalados con un asterisco que integran el
prólogo han sido suprimidos en la presente versión.
UNLP – FBA
Taller de Producción de Textos – Cátedra B
Apunte de Cátedra: La situación enunciativa
El presente material de estudio para los alumnos fue confeccionado por la cátedra a
partir de los aportes de distintos autores y tiene como objetivo precisar los
elementos que se presentan en la situación enunciativa. 12
La situación enunciativa
Para Carolina Seoane, Carolina Zunino y Marcelo Muschietti13 “Cada vez que un hablante
o escritor utiliza la lengua para comunicarse con otros produce un hecho de habla. Es
decir, un acto de apropiación de la lengua. Una instancia en la que cada sujeto utiliza el
sistema formal de la lengua (elige algunas entre las diversas formas lingüísticas
disponible en el sistema) y se instaura como eje de las referencias personales, temporales
y espaciales presentes en los enunciados proferidos. En ese uso el hablante - escritor
(enunciador) construye discursivamente una versión de sí mismo, del mundo
(referente) y de aquel o aquellos a quienes se dirige (enunciatarios)”.14
De esta manera, los autores, definen una cuestión capital en los procesos de leer y
escribir, que no es otra cosa que afirmar algo que muchas veces se quiere ocultar, “que
todos los discursos son proferidos desde determinado lugar, desde el lugar que el
enunciador se sitúa y que implica un punto de vista sobre el mundo”15.
12
Todos los destacados en “negrita” nos pertenecen, como así también las “cursivas” con las cuales
transcribimos a los distintos autores.
13
Seoane, Carolina; Zunino, Carolina y Muschietti, Marcelo. “La situación enunciativa” en El taller del escritor
universitario. Irene Klein (coordinadora). Buenos Aires, Prometeo libros, 2007.
14
“Según Filinich, el sujeto enunciador no es no el autor empírico del enunciado sino la cristalización
en el discurso de una voz que es a la vez causa y efecto del enunciado. Causa, ya que no puede haber
enunciado sin el acto de apropiación de la lengua que realiza un sujeto para dirigirse a otro; y efecto porque
dicho sujeto no está constituido de antemano sino que se configura en el enunciado mismo. Lo mismo ocurre
con el enunciatario, al que no deberemos confundir con el receptor real del enunciado. Es también un
sujeto discursivo, es la imagen de destinatario que el enunciador necesita formarse para construir el
enunciado”.
15
Carolina Seoane, Carolina Zunino y Marcelo Muschietti, op.cit. pág. 26.
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Producción de textos- Cátedra B 2016
Motivo por el cuál se espera que tanto en la interpretación como en la producción textual
no dejen de tenerse en cuenta los rasgos que se transcriben a continuación:
Siguiendo a los autores y antes de abordar los distintos tipos discursivos se definirá qué
se entiende por discurso: “Según Bajtín “cada esfera de uso de la lengua elabora sus
tipos relativamente estables de enunciados, a los que denominamos géneros discursivos”.
Un discurso es un conjunto de enunciados que posee un contenido temático, estilo
y composición determinados por la actividad humana que lo genera. Dichos
componentes permiten clasificar a los discursos como pertenecientes a diversos géneros
discursivos”.16
En este sentido, conviene no olvidar que para producir un texto o pronunciar un discurso
es necesario tener en cuenta ciertas características a las que deberá ajustarse o
adecuarse la verbalización del enunciador, a los efectos de lograr una clara receptividad
por parte del enunciatario y de que el texto escrito o el discurso oral cumplan con su
objetivo. Las características que presenta cualquier producción, sea oral o escrita, son
las que “permiten al lector identificar el género discursivo de un texto y evidenciar el
ámbito social de su producción y, por ende, su función social”17. Reconocerlas en la
escritura de otro nos posibilitará entender desde qué lugar se está diciendo aquello que se
expresa.
16
Op cit. pág. 27.
17
Op. cit. pág. 28.
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UNLP – FBA
Taller de Producción de Textos – Cátedra B
Apunte de cátedra
La Palabra. Su dimensión estética
18
Op. cit. pág. 43-44.
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inadecuadas. Por último, cabría referirse a los otros términos, los que se
creen intrínsecamente poéticos.
19
DI Marco, Marcelo. Hacer el verso. Editorial De Bolsillo, Buenos Aires, 2009.
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No habrá ser humano completo, es decir, que se conozca y se dé a conocer, sin un grado
avanzado de posesión de su lengua. Porque el individuo se posee a sí mismo, se conoce,
expresando lo que lleva dentro, y esa expresión sólo se cumple por medio del lenguaje.
¿No nos causa pena, a veces, oír hablar a alguien que pugna, en vano, por dar con las
palabras, que al querer explicarse, es decir, expresarse, vivirse, ante nosotros, avanza a
trompicones, dándose golpazos, de impropiedad en impropiedad y sólo entrega al fin una
deforme semejanza de lo que hubiera [nótese el subjuntivo] querido decirnos? Esa
persona sufre como de una rebaja de la dignidad humana. No nos hiere su deficiencia por
vanas razones de bien hablar, por ausencia de formas bellas, por torpeza técnica, no. Nos
duele mucho más adentro, nos duele en lo humano; porque ese hombre denota con sus
tanteos, sus empujones a ciegas por las nieblas de su oscura conciencia de la lengua,
que no llega a ser completamente, que no sabremos nosotros encontrarlo.
Hay muchos, muchísimos inválidos del habla, hay muchos cojos, mancos, tullidos de la
expresión. Una de las mayores penas que conozco es la de encontrarme con un mozo
joven, fuerte, ágil, curtido en los ejercicios gimnásticos, dueño de su cuerpo, pero que
cuando llega el instante de contar algo, de explicar algo, se transforma, de pronto, en un
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baldado espiritual, incapaz casi de moverse entre sus pensamientos; ser precisamente lo
contrario, en el ejercicio de las potencias de su alma, a lo que es en el uso de las fuerzas
de su cuerpo.
Podrán, aquí, salirme al camino los defensores de lo inefable, con su cuento de que lo
más hermoso del alma se expresa sin palabras. No lo sé. Me aconsejo a mí mismo una
cierta precaución ante eso de lo inefable. ¿Puede existir lo más hermoso de un alma sin
palabras, acaso? Pero no llegará a tomar forma humana completa, es decir, convivida,
consentida, comprendida por los demás. Recuerdo unos versos de Shakespeare, en The
Merchant of Venice20 (El mercader de Venecia), que ilustran esa paradoja de lo inefable:
El alma humana es misteriosa y en todos nosotros una parte de ella, es decir, parte de
nosotros, se recata entre sombras. Es lo que Unamuno ha llamado «el secreto de la
vida», de nuestra propia vida. Y el lenguaje nos sirve de método de exploración interior,
ya hablemos con nosotros mismos o con los demás, de luz con la que vamos iluminando
nuestros senos oscuros, aclarándonos más y más, esto es, cumpliendo ese deber de
nuestro destino de conocer lo mejor que somos, tantas veces callado en escondrijos aún
sin habla de la persona.
20
El mercader de Venecia (Anotación de la Cátedra)
21
Señora, usted me ha despojado de todas las palabras, solamente mi sangre habla a usted de mis venas.
(Traducción de la Cátedra).
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del lenguaje, los que lo recrean, los poetas, pueden definirse como los seres que saben
decir mejor que nadie dónde les duele.
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