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Rotonda Atenas
Clase 33 - 16 / 08 / 06
Guía 30
Literatura: Épica, Tragedia, Comedia, Drama
Está relacionado con la primera cultura que desarrolló una cultura respecto de la palabra escrita:
Los Griegos.
Los griegos son el primer pueblo en perfeccionar sus creaciones narrativas y crear teorías para
explicarlas.
Diferencian varias formas de arte literario, según sus las funciones que cumplían en la sociedad,
estas distinciones con el tiempo se convirtieron en los Géneros Literarios.
ÉPICA
- Representación de costumbres, creencias y valores propios de la cultura griega: dioses, héroes, vida
en la cortes, vida cotidiana, características de todo tipo…
La Iliada:
- Es un poema épico en torno a la legendaria guerra de Troya. Su fondo histórico es innegable hoy
día, sobre todo tras el hallazgo del estrato denominado ”TROYA VIIa“ por el arqueólogo
Schliemann, que se ha identificado con la Troya Homérica, y narra la conquista de esta ciudad por
los griegos.
- El tema inmediato de la obra es el enfrentamiento entre Agamenón y Aquiles -dos héroes griegos- y
sus consecuencias, enmarcado dentro de otra acción más general como es la guerra de Troya.
Ambas están admirablemente entretejidas y mezcladas con todo el aparato divino.
- En la Ilíada, la guerra de Troya, que transcurre en su noveno año, se nos presenta casi con la
novedad del primer día: así la narración de los contingentes de ambos ejércitos, en el Canto II
( Catálogo de las naves ); o el duelo entre Paris, raptor de Helena, y Menelao, esposo enamorado de
ella, en el Canto III; o bien las intervenciones de otros caudillos como Diómedes, Ayax, Ulises,
Idomeneo, etc, cuyas apariciones constituyen auténticas “novelitas” o narraciones aparte.
La Odisea:
- Es un tema típico de relatos populares en muchas literaturas, que en el caso de la Odisea parece que
el personaje de Ulises, como protagonista de la leyenda del héroe que regresa, es muy antiguo,
conocido sin duda antes de la guerra de Troya.
- Este tema se iría ampliando con material folklórico de distintas procedencias, así se han encontrado
semejanzas con la epopeya babilónica, o con las leyendas hititas y egipcias. Esta historia del
retorno y venganza de un héroe y sus aventuras fabulosas se integra dentro del ciclo troyano,
haciendo que su protagonista, Ulises, fuese uno de los héroes aqueos que vuelven a su patria tras la
toma de Troya.
La poesía homérica ha sido redactada en el s. VIII a. C. y tanto por su contenido como por su
temática no pretende ser una poesía contemporánea y sí una poesía histórica. Hay un contraste entre
el mundo contemporáneo y aquello a que el autor quiere referirlo, no obstante este mundo
contemporáneo irrumpe en la poesía homérica aun en contra de la intención del autor.
El poeta quiere referir un pasado que es la Grecia de mediados del II milenio a. C., donde se había
forjado la mayor parte de la mitología griega, pero…
A finales del s. XIX, SCHLIEMANN sostuvo que la poesía homérica comportaba al menos un
fondo de veracidad histórica, y tras diversas excavaciones encontró en la zona de Troya restos
identificables con la Troya homérica.
Tras él BLEGEN concluyó que un estrato arqueológico, llamado VII A, datado en 1200 a. C., fecha
de la destrucción de Troya, coincide con la Troya homérica.
La tragedia es seguramente la más brillante de las invenciones griegas y la que mayor esplendor
alcanzó, contemporánea e históricamente.
La tragedia griega clásica supone el inicio de un género que aún hoy en día pervive y que sigue
tomando como ejemplos indiscutibles de maestría aquéllas obras que la Grecia Clásica produjera
mucho antes del nacimiento de Cristo.
Características:
Mucho antes que Sócrates se preguntara sobre el Bien y el Mal, sobre el destino de la vida y
sobre la realidad de la muerte, muchos otros filósofos y escritores habían indagado acerca de los
secretos de la existencia humana.
En el año 334 a.C. Aristóteles postuló que la tragedia (mediante una serie de circunstancias que
suscitan piedad o terror) es capaz de lograr que el alma se eleve y se purifique de sus pasiones.
Este proceso, que se denomina "catarsis", es la purificación interior que logra el espectador a la
vista de las miserias humanas.
El fondo común de lo trágico será la lucha contra un destino inexorable, que determina la vida
de los mortales; y el conflicto que se abre entre el hombre, el poder, las pasiones y los dioses.
Sus temas, sin duda grandilocuentes, no sólo no han perdido vigencia, sino que además se
resignifican y materializan continuamente, en los distintos sucesos que padece la humanidad.
El nacimiento de la tragedia.
Toda obra trágica de teatro helénico se configura a las denominada "normas clásicas" por haber sido
utilizadas, precisamente, en la Grecia Clásica. Estas normas clásicas son: unidad de tiempo,
unidad de acción y unidad de espacio.
Unidad de Tiempo: La obra no debe sobrepasar un día en los hechos que narra.
Unidad de acción: No debe tener acciones secundarias, sino una sola y principal.
Unidad de Espacio o lugar: El escenario sólo puede representar un espacio físico concreto: un
palacio, o un jardín... pero nunca varios espacios en la misma obra; por ejemplo, no se permite
convertir el escenario de los exteriores de un palacio, a los interiores…
La comedia
Los orígenes de la comedia griega son difíciles de precisar. Según los datos que se tienen parece
ser que la comedia derivaría de las procesiones fálicas, autenticas carnavaladas donde
abundaban las obscenidades y los insultos. De hay viene el origen del nombre "komodía" (canto
del cortejo), que hace referencia a estas procesiones.
En un principio fueron improvisadas y muy posteriormente se estructuraron literariamente.
Muchas regiones se disputan el origen de la comedia, pero su aparición literaria sucede en
Atenas, asociada a Dionisio. Se representaba en las fiestas Leneas dedicadas al dios en enero-
febrero y desde el año 442 a.C. tienen carácter oficial.
Las comedias griegas tienen una serie de rasgos comunes con las comedias actuales, pero otros
rasgos son completamente diferentes. Siempre la acción recae sobre una empresa que debe
llevar a cabo el héroe cómico, empresa que finaliza con el éxito del héroe y la derrota de sus
oponentes.
El coro entra en la acción apoyando o poniéndose en contra del protagonista que gana el
enfrentamiento contra sus enemigos. El coro lo acompaña en el triunfo final aunque haya estado
en contra de él al comienzo de la historia.
Los personajes de la comedia son contemporáneos del poeta o personajes mitológicos o de la
historia griega. También aparecen dioses inventados o personificaciones y los coros pueden ser
reales (caballeros, agricultores…), personificaciones (nubes, ranas, ciudades…) o fantásticos
(sátiros…)
La comedia normalmente exponía y criticaba sin miramientos todo aquello que irritaba al poeta,
dirigiéndose al público en un lenguaje que éste entendía perfectamente.
Así se suceden las críticas a todos los temas que preocupa a la sociedad; se suceden las sátiras
políticas, literarias, la representación grosera del libertinaje, la reflexión sobre los males de la
vida, la degeneración de las costumbres y de la política…
Y todo ello en medio de la burla a las cosas y personas, plagado de chistes y groserías. Como la
tragedia, la comedia comienza con una situación angustiosa que debe ser aliviada, algo que
ocurre al final, siempre a través de la risa y la fantasía.
El Drama
También llamado Tragicomedia: obra dramática en que se combinan el elemento trágico y el factor
cómico, y que presenta personajes populares y aristocráticos, acción que no culmina en catástrofe y
estilo que experimenta altibajos
Lea los siguientes textos dramáticos y responda las preguntas que se le presentan.
Texto 1
Edipo es hijo de Layo y Yocasta, reyes de Tebas. Antes de su nacimiento, el oráculo señala a su padre
que su hijo lo matará y se casará con su madre. En un intento por impedir este destino, Layo
encomienda a un sirviente que lleve a su hijo recién nacido, atado por los tobillos, lo mate y tire en un
monte. Este hombre no puede cumplir con el encargo y se lo entrega a un pastor de los rebaños del rey
de Corintio, en el monte Citerón, quien lo recoge y se lo entrega a Pólibo y Mérope, quienes no podían
tener hijos.
YOCASTA: (...) Una vez le llegó un oráculo a Layo, no diré del propio Febo, pero sí al menos de sus
servidores, diciendo que era su destino morir a manos del hijo que nacería de mí y de él. Pero a él,
según fama, unos hombres extranjeros le dieron muerte en una encrucijada de caminos, y desde el
nacimiento de su hijo no pasaron tres días, cuando Layo, atándole los pies, hizo que le arrojaran a un
monte inaccesible. Así, Apolo no dejó que el niño fuera asesino de su padre ni tampoco que Layo, cual
temiera, muriera a manos de su hijo. (...)
Cuando Edipo crece, acude al oráculo, quien le dice que matará a su padre y se casará con su madre. En
un intento por escapar de este destino infausto, Edipo se aleja de aquellos a quienes cree sus padres,
con la intención de no volver. En el camino, se topa con unos viajeros, entre los cuales se encuentra
Layo, y lo asesina (sin saber quién es).
Llega a Tebas, donde sé casa con Yocasta y se convierte en rey, formando una familia.
Posteriormente, la desgracia asola a la ciudad y el oráculo señala que solo cuando la muerte de Layo
sea vengada, la maldición desaparecerá.
CREONTE: Voy a decir lo que escuché del dios. El rey Febo nos ha ordenado claramente expulsar
del país a la impureza que, según dice, ha arraigado en él y a no dejarla que prospere incurable.
CREONTE: Desterrando al culpable o vengando la muerte con la muerte, porque esta sangre es la
que lleva el temporal a la ciudad.
CREONTE: Era en tiempos, señor, Layo el rey de esta tierra, antes de gobernar tú esta ciudad.
EDIPO: ¿Y dónde están? ¿Dónde se encontrará esta oscura huella de una antigua culpa?
CREONTE: Dijo que aquí. Lo que se busca es posible encontrarlo: en cambio, aquello de que nadie
se preocupa nos pasa inadvertido.
Edipo se esfuerza por encontrar al culpable, sin embargo, lo único que haya es la verdad acerca de él y
descubre que la profecía del oráculo se cumplió: mató a su padre y se casó con su madre.
YOCASTA: (...)yo soy merecedora, rey, de saber la inquietud que hay en ti.
EDIPO: No te he de privar de ello, una, vez que he llegado a este presentimiento. ¿Pues a quién hablaría
mejor que a ti en este trance? Era mi padre Pábilo, el corintio, y Mérope mi madre, de la Dónde. Yo era
considerado como el primero de los ciudadanos hasta que me ocurrió un suceso digno de admiración, si
bien no del calor que puse en él. Un hombre ebrio me dijo en un banquete que yo no era hijo verdadero de
mi padre. Yo vejado, apenas me contuve; y al otro día fui a mis padres y les hice la pregunta; y ellos se
dolieron de la ofensa del que dejó escapar aquella afirmación. Yo me alegré por ellos, pero aquello me
escocía continuamente; pues me llegó a lo vivo. A escondidas de mi padre y de mi madre, me encaminé
hacia Delfos; y Febo, a lo que preguntaba, nada me respondió, mas reveló otras cosas llenas de miserias, de
horror y de dolor: que yo debía unirme con mi madre y haría nacer hijos cuya vista los hombres no podrían
soportar y había de ser el asesino de mi padre. Cuando esto oí, huí de Corinto guiándome por las estrellas,
adonde jamás viera cumplirse la vergüenza de mi oráculo. Andando, llegué a aquellos lugares en que dices
que murió vuestro rey. Voy a decirte la verdad, señora. Cuando llegaba cerca de aquella encrucijada, vi que
hacia mí venían un heraldo y un hombre qué montaba en un coche de potros cual tú dices; y el que venía
delante y el anciano mismo quisieron apartarme por la fuerza del camino. Yo golpeé con ira al que me echaba
fuera, al cochero, y al verlo el viejo, aguardando a que pasara, me clavó desde el coche su aguijón de dos
púas en mitad de la cabeza. No sufrió igual castigo, pues al punto lo golpeé con mi bastón y, rodando del
coche, cayó en el suelo boca arriba. Luego di muerte a los demás. Si aquel extranjero tiene que ver algo con
Layo, ¿ quién es más desdichado que yo ? ¿ Quién más odiado por los hombres? Sea extranjero o sea
ciudadano, nadie puede en su casa recibirme, ni dirigirme la palabra, sino que deben expulsarme de su casa.
Y nadie más que yo fue el que me lancé estas maldiciones. Y el lecho del muerto lo mancho con mis
manos, por las que él murió. ¿No soy un vil y un hombre impuro? Puesto que he de huir y en mi destierro
no he de ver a los míos ni pisar en mi patria o, en otro caso, he de casarme con mi madre y he de matar a
Pólibo, que me engendró y crió. ¿No se podría decir que todo esto ha sido maquinado contra mí por un dios
lleno de crueldad? ¡Que no vea yo, oh dioses puros, venerables, que no vea yo ese día, sino desaparezca de
la vida de los hombres antes de ver que cae sobre mí una tal mancha de infortunio!
En el desenlace, Yocasta, enfrentada a la verdad, se suicida y Edipo se entierra un broche en sus ojosr ara
quedar ciego y se destierra de Tebas.
MENSAJERO 2°: ¡Oh vosotros, los que más honra recibís en esta tierra, qué cosas vais a oír, cuáles a ver, qué
duelo no tendréis si aún, no tebanos, os importa la familia de Lábdaco! Pues yo creo que ni el Istro, ni el
Fasis pueden purificar este palacio de los horrores que ahora guarda ni de los que mostrará a la luz, horrores
voluntarios y no involuntarios. De las desgracias, son las que duelen más las de libre elección.
MENSAJERO 2°: Para decirlo y que te enteres de la forma más breve; ha muerto nuestra reina Yocasta.
EDIPO: Fue Apolo, amigos míos, fue Apolo el que estos males, estos mis males trajo, estos mis
sufrimientos. Mas nadie hirió mis ojos más que yo, el desgraciado. ¿Por qué debía ver yo, que nada
dulce ver podría con mi mirada? CORIFEO: Así era cual tú dices.
EDIPO: ¿A quién podría yo ver o amar u oír con placer cuando me hablara, amigos? Llevadme cuanto
antes de aquí lejos, llevadme, mis amigos, pues soy el gran culpable, el más maldito soy y, además, por
los dioses el más odiado de los hombres.
CORIFEO: Triste de ti, pues que conoces tu infortunio! ¡Cómo hubiera querido no haberte conocido! (...)
EDIPO: Muriera el que quitó la cruel atadura de mis pies en el monte y así desaquella muerte me libró
y me salvó. Favor que no agradezco. Si hubiera muerto entonces, no sería un tal dolor para mí y mis
amigos. (...)
CORO
1. ¿Quién es Edipo?
I. el hijo de Layo y Yocasta.
II. el asesino de su padre y esposo de su madre.
III. el rey de Tebas.
A) Sólo I
B) Sólo II
C) Sólo III
D) Sólo I y II
E) I, II y III
Texto 2
Fragmentos de El Médico a Palos de Moliere
Sganarelle es un leñador, esposo de Martina, quien se queja constantemente de los sufrimientos que le
causa el hombre. En medio de una discusión, Sganarelle le pega con un palo y ella decide vengarse por
lo que le hizo. La oportunidad se presenta cuando Valerio y Lucas, sirvientes de Gerente, andan
buscando a un médico que pueda curar a la hija de su amo (Lucinda) de una extraña enfermedad que la
ha dejado muda. Cuando los hombres se encuentran con Martina, ella les dice que hay un médico muy
bueno capaz de curar las "enfermedades desesperadas", el cual se encuentra en un lugar cercano,
cortando leña. Los sirvientes demuestran extrañeza ante esta actividad, pero ella les dice:
MARTINA: No. Es un hombre extraordinario que se complace en eso, caprichoso, raro, desigual y al
que no tomarías nunca por lo que es. Va vestido de un modo estrafalario. Finge a veces ignorancia,
mantiene su ciencia en secreto y de nada huye tanto de ordinario como de practicar los maravillosos
talentos con que el cielo le ha dotado para la medicina.
VALERIO: Es cosa curiosa que todos los grandes hombres tengan siempre extraños caprichos, algún
granito de locura para sazonar su sabiduría.
MARTINA: La manía de este es mucho mayor de lo que cabe imaginarse, pues llega a veces hasta
querer que lo apaleen para mostrarse de acuerdo con su capacidad; y os aviso que no lograréis nunca
dominarle, que no dirá nunca que es médico como se le antoje, si no cogéis cada uno un palo y le
obligáis, a fuerza de golpes, a que confiese por último lo que os ocultará en un principio. Así lo
usamos nosotros cuando lo necesitamos.
VALERIO (Bajo): Veo que habrá que echar mano del remedio. (Alto) Señor, os ruego una vez más que
reconozcáis lo que sois.
LUCAS: ¡Eh, voto a bríos! No deis más la murga y confesad con franqueza que sois médico.
SGANARELLE (Aparte): ¡Estoy fuera de mis casillas! VALERIO: ¿A qué negar lo que todo el mundo
sabe?
SGANARELLE: No.
VALERIO: Puesto que lo queréis, habrá que decidirse. (Cogen sendos palos y ambos le golpean)
SGANARELLE: Nosotros, los grandes médicos, descubrimos enseguida los males. Un ignorante se
hubiera sentido indeciso y os habría dicho: «es esto», «es aquello»; mas yo suelo dar en el blanco a
la primera y os informo que vuestra hija es muda.
GERONTE: Sí; mas yo quisiera que me dijerais de qué proviene su mudez.
SGANARELLE: No hay nada más fácil. Eso proviene de que ha perdido el habla.
GERONTE: Muy bien; mas, ¿cuál es la causa de que haya perdido el habla, si os place?
SGANARELLE: Todos nuestros mejores autores os dirán que es por impedimento de la acción de la
lengua.
GERONTE: Mas, insistiendo todavía: ¿ Cuál es vuestra opinión sobre este impedimento de la acción de
la lengua?
GERONTE: Lo creo.
SGANARELLE (Alzando el brazo hasta el codo): Gran hombre completo: un hombre tanto así más
grande que yo. Volviendo pues a nuestro razonamiento, sostengo que ese impedimento de la acción de
su lengua está causado por cienos humores, llamados por nosotros los sabios humores pecantes; es
decir... humores pecantes, tanto más cuanto que los humores producidos por las exhalaciones de las
influencias que se elevan a la región de las enfermedades, tienden..., por decirlo así..., a.... ¿entendéis el
latín?
SGANARELLE (Levantándose bruscamente): ¿No entendéis una palabra de latín? GERONTE: No.
SGANARELLE (Con entusiasmo): Cabricias archi thuram, catalamus, singulariter, nominativo haec
musa, la musa; nonus, bona, bonum. Deus santus, estneoratio latinas. Etiam, sí. Quare? ¿Porqué? Quia
substantivo et adjectivum concordat in generi, numerum et casus.
GERONTE: ¡Ah! ¿Por qué no lo habré estudiado?
LEANDRO: Lo único que me agradaría es saber cinco o seis palabras de medicina para adornar mi
discurso y dármelas de hombre experto.
SGANARELLE: Vamos, vamos; no lo creo necesario; sobra con el traje; no creáis que yo sé muchas
más que vos.
LEANDRO: ¡Cómo!
SGANARELLE: No, os repito; me hicieron médico a mi pesar. Nunca había pensado en ser tan sabio,
y todos mis estudios no pasaron de los que hice como párvulo. Aún no sé por qué se les ocurrió
semejante idea; mas cuando me convencí que a toda costa querían que y o fuese médico, me decidía
serlo a expensas de quienes lo decidieron. Sin embargo, no podéis imaginaros cómo ha cundido el error
y de qué modo les ha entrado a todos la manía de considerarme hombre docto... Vienen a buscarme de
todas partes, y si las cosas continúan así, creo que voy a dedicarme durante toda la vida a la medicina.
Encuentro que es el mejor oficio de todos, en el fondo, pues lo haga uno mal o lo haga bien, pagan lo
mismo. Los hechos lamentables no recaen nunca sobre nuestras espaldas y cortamos como queremos la
tela con la que trabajamos. Cuando un zapatero, al hacer unos zapatos, estropea una pieza de cuero,
paga los vidrios rotos; pero el hecho de deteriorar a un hombre importa un rábano. El error no es nunca
del médico: siempre tiene la culpa el que fallece. En fin, lo bueno de esta profesión es que hay, entre
los muertos, una honradez y una discreción únicas en el mundo; al extremo que nunca se los oye
quejarse del médico que los ha matado.
LEANDRO: Es cierto que los muertos son gentes honradísimas en esta materia.
Sganarelle logra entrar a la casa de Geronte con Leandro y que los jóvenes puedan conversar mien-
tras él distrae al padre. En medio de esto, Geronte escucha hablar a Lucinda y piensa que ha sido
curada. Ella reconoce poder hablar y se enfrenta a su padre, diciéndole que ella no se casará con un
hombre al que no quiere.
LUCINDA: Sí, padre mío; he recobrado el habla; mas la he recobrado para deciros que no aceptaré
nunca a otro esposo que no sea Leandro y que intentaréis inútilmente entregarme a Horacio.
GERONTE: Yo...(...)
GERONTE: Pero...
LUCINDA: No hay poder paterno que pueda obligarme a casarme en contra de mi voluntad.
GERONTE: Yo he...
GERONTE: El...
GERONTE: La...
GERONTE: Pero...
LUCINDA (En un tono altísimo): No. De ninguna manera. Nada de negocios. Perdéis el tiempo. No
lo haré. Así lo he resuelto.
GERONTE: ¡Ah, qué borbotón de palabras! No hay manera de resistirlo. (A Sganarelle) Señor, os
suplico que volváis a dejarla muda.
SGANARELLE: Eso es imposible. Todo lo más que puedo hacer en vuestro honor es dejaros sordo, si
queréis...
Mientras esperan a que llegue el comisario, los jóvenes regresan y Leandro le informa a Geronte que
un tío murió, dejándole toda su fortuna. Ante esto, Geronte acepta el matrimonio de Leandro con
Lucinda. Una vez que todo se ha arreglado, Sganarelle decide seguir siendo médico.
LEANDRO: Señor, vengo a poner a Leandro a vuestras órdenes y a dejar nuevamente a Lucinda en
vuestro poder. Teníamos el propósito de huir juntos para casamos; mas tal empresa ha cedido el puesto
a un procedimiento más honrado. No pretendo en modo alguno robaros vuestra hija y sólo pretendo
recibirla de vuestras manos. Lo que sí os digo, señor, es que acabo de recibir unas cartas, por las qué
me informan que mi tío ha muerto y que soy heredero único de todos sus bienes.
GERONTE: Señor, vuestra virtud es para mí grandísima y os entrego a mi hija con la mayor alegría
del mundo.
MARTINA: Como ya no van a ahorcarte, agradéceme el ser médico, puesto que yo he sido la que te
ha proporcionado este honor.
SGANARELLE: Ya, ya; ¡lo que me has proporcionado son no sé cuántos palos!
LEANDRO (A Sganarelle): El resultado de este caso es demasiado hermoso para guardar el menor
resentimiento.
A) Sólo I
B) Sólo II
C) Sólo III
D) Sólo I y II
E) I, II y III
A) Sólo I
B) Sólo II
C) Sólo III
D) Sólo I y II
E) I, II y III
A) Sólo I
B) Sólo II
C) Sólo III
D) Sólo I y II
E) Sólo I, II y III
10. ¿Qué función cumplen las acotaciones presentes en estos fragmentos de El Médico a Palos?