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Necesito volver a ti JESÚS

Cansado. Decepcionado. Triste. Solo. Desbordado. Roto.

Estas son algunas de las sensaciones que nos llaman a volver al lugar de donde nunca
nos deberíamos haber ido.

La buena noticia es que la mesa sigue estando ahí, con dos cafés servidos, uno para El y
otro para mí.

¿Volvemos a casa?
DÍA 1

¿A dónde vas?

Los seguidores de Jesús comenzaban a dispersarse. Habían pasado 3 días de su muerte y


comenzaba el regreso a casa. Algunos de ellos lo habían seguido mucho tiempo, años, y hoy se
encontraban nuevamente, camino a casa. Habían hecho planes, pero en un instante todo había
cambiado. El Rey había sido crucificado. Había muerto, como los planes que ellos tenían con El.

Las cosas no habían salido como ellos esperaban y les tocaba volver.

Emaús es el lugar a donde vamos cuando las cosas no salen como esperábamos. Cuando lo que
teníamos pensado, nuestras expectativas, proyectos, anhelos de golpe, fracasan.

Algunos caminan a la soledad, otros a la bebida, a las drogas, construyen murallas... dejan el
camino hacia donde iban con Jesús y regresan al pasado, vuelven a Emaús.

Quisiera invitarte a ser el tercer discípulo en esa caminata, y que le cuentes a Jesús “las cosas
que pasaron” en tu vida, que te llevaron a Emaús. Después escúchalo. Él sabe cada detalle, pero
ama escucharnos, por eso camina y escucha, y luego se da a conocer. Nos muestra que en medio
de lo que parecía un mal resultado estaba El y que aún ahora, mientras camino a mi Emaús, El
está atento, presente y en control.

Su promesa sigue vigente, “estaré contigo para siempre, del mundo no te preocupes, porque
aunque parezca que puede ganarte, yo lo vencí y esa es tu victoria”.

Estoy seguro que esos discípulos recordarán muchos momentos con Jesús, pero éste, el de Jesús
sacándolos de su tristeza y poniéndolos en marcha, debe ser uno de sus preferidos.

¿Qué tal si dejamos que nos hable? Que nos muestre como se ve desde donde El está, para
descubrir que El está justo acá y que eso es más que suficiente.

Lucas 24:13-16
Ese mismo día, dos de los seguidores de Jesús iban camino al pueblo de Emaús,
a unos once kilómetros de Jerusalén.
Al ir caminando, hablaban acerca de las cosas que habían sucedido.
Mientras conversaban y hablaban, de pronto Jesús mismo se apareció
y comenzó a caminar con ellos; pero Dios impidió que lo reconocieran.

Mateo 28:20
Enseñen a los nuevos discípulos a obedecer todos los mandatos que les he dado.
Y tengan por seguro esto:
que estoy con ustedes siempre, hasta el fin de los tiempos».
DÍA 2

A corazón abierto.

David se presenta ante Dios así, sin excusas, sin justificaciones. Simplemente se abre a una
intimidad sin lugares secretos.

¿Pensaría que Dios no iba a encontrar nada? No, más bien creo que sabía que había cosas por
“encontrar”. Se conocía a sí mismo, y por sobre todo, conocía a Dios, aquel al que lo formó en el
vientre de su madre, al que lo rescató del león y del oso, aquel que lo invitó a su mesa para
disfrutar manjares delante de sus enemigos. No buscaba la aprobación de Dios, buscó ir más allá,
eligió no esconder.

Tiempo atrás había aprendido una dura lección y escribió, “mientras callé envejecieron mis
huesos”, ahora sabía que era mejor abrirse, ir sin dobleces delante del trono de la gracia, para
encontrar el socorro oportuno. El que le corresponde a hoy, el que no solo me perdona, también
puede llevarme más allá, justo del otro lado de mi limitación.

Hoy quiero orar como David, porque sé como él, que Dios ya lo sabe todo de mí, solo necesito
reconocerlo yo y darle permiso para actuar. Yo pongo el límite o genero el espacio para que una
vez más se glorifique en mi limitación y el mundo vea con asombro al igual que yo, que el Dios de
lo imposible sigue actuando hoy, que su gracia no se ha terminado, que su amor sigue vigente y
que donde yo esté dispuesto a reconocer un área de mejora, El encontrará una oportunidad para
desplegar su poder transformador por amor. Está empecinado en cumplir cada uno de los
pensamientos de bien que tiene para mi vida y para la tuya. A veces, nos olvidamos, pero El no.

Salmos 139:23-24
Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón;
pruébame y conoce los pensamientos que me inquietan.
Señálame cualquier cosa en mí que te ofenda
Y guíame por el camino de la vida eterna.

Salmos 32:3-5
Mientras me negué a confesar mi pecado,
mi cuerpo se consumió, y gemía todo el día.
Día y noche tu mano de disciplina pesaba sobre mí;
mi fuerza se evaporó como agua al calor del verano.
Finalmente te confesé todos mis pecados
Y ya no intenté ocultar mi culpa.
Me dije: «Le confesaré mis rebeliones al SEÑOR»,
¡y tú me perdonaste! Toda mi culpa desapareció.
DÍA 3

Está a mi lado, no resbalaré.... mucho.

Un tropezón no es caída dice el dicho, siempre y cuando reaccione!! Caso contrario es un lindo
porrazo!! A veces no podemos evitar resbalar en nuestra fe, en nuestra esperanza, nos
desestabiliza algo en el camino y quizá, por un momento, resbalamos.

Un día una persona que venía caminando de frente a mí, tropezó con algo y comenzó a
tambalear. No cayó enseguida, tambaleó como 3 o 4 pasos hasta caer desparramada. Lo
interesante fue que no eligió levantarse rápido, sino que se sentó en el suelo y comenzó a mirar
contra que se había tropezado. Solo después de que algunos fuimos a ayudarla ella reaccionó.

Quiero aprovechar para ver 3 cosas que podemos aprender de esta situación:
1) Un tropezón puede ser caída y a veces puede durar más que un instante. Eso hace a la caída
más espectacular. Cuidado que no estemos planeando hacia abajo en algún área.

2) Levantarse depende de dejar de mirar con que me tropecé. Quedarme mirando no me despega
del piso, me establece ahí.

3) A veces necesitamos que alguien más nos saque de esa situación, que nos distraiga, nos
vuelva a enfocar, ponga nuestros ojos en lo que sigue del camino y no en el pasado. Presta
atención a los que te rodean, algunos solo sirven para reír, otros en cambio, sabrán qué hacer si
te caes.

Habrá momentos en que resbalar no será optativo, pero sí cuando levantarme. Puede ser algo
simple o pesado, no importa que es, si me mantiene en el suelo.

No importa lo largo de la caída, hay delicias esperando justo después del abrazo de El Padre, ese
que no juzga, ama, porque no lo puede evitar. El piensa en el momento en que te dejas levantar, y
vuelven a caminar juntos. El está listo. ¿tú?

Salmos 16:7-11
Bendeciré al SEÑOR, quien me guía;
aun de noche mi corazón me enseña.
Sé que el SEÑOR siempre está conmigo.
No seré sacudido, porque él está aquí a mi lado.
Con razón mi corazón está contento y yo me alegro;
mi cuerpo descansa seguro.
Pues tú no dejarás mi alma entre los muertos.
ni permitirás que tu santo se pudra en la tumba.
Me mostrarás el camino de la vida,
me concederás la alegría de tu presencia
y el placer de vivir contigo para siempre.
DÍA 4

No hay tormenta más grande que su amor.

¿Te pasó alguna vez de sentir que las cosas se alinearon en tu contra y les viene saliendo
bastante bien?

David sabia de esos momentos. Profundos, lentos, sombríos. Muchos de sus salmos comienzan
con frases que salen de su alma en crisis, y terminan con declaraciones del espíritu acomodando
al alma, del estilo de “alma mía espera en Jehová”.

Es que a veces no se puede negar lo que siente nuestra alma. Está ahí, y es mejor ser sincero
delante de Dios. No sirve de nada aparentar ni negarlo. “Al corazón contrito y humillado no
rechazarás”, ese es su compromiso, y no miente.

El tema es que después de ser sinceros, tenemos que pasar a la siguiente etapa, la del espíritu al
mando. Si fuera por nuestra alma, no llegaríamos muy lejos después de dejar salir lo que
sentimos. Más bien ella pensaría en armar un “espacio de auto compasión” con permiso ilimitado
de permanencia. A eso le agregaría la auto justificación y lo iluminaría con luz tenue, es
importante que todo luzca lo suficientemente “depre” para que ella se sienta cómoda.

Estos pasajes llegan para romper con eso. Para despabilarnos, encender la luz, y levantarnos. Le
hablan a nuestro espíritu de lo que es Dios, y fuerzan a nuestra alma a reconocerlo.

Él es el sustento firme para no resbalar, quien tiene su oído cerca para escuchar cada una de
nuestras palabras, aquel que salva a todos los que nos cobijamos en El, quien me llama la niña de
sus ojos y me esconde bajo sus alas.

No importa cuánto ni que grite tu alma y la mía. El sigue siendo fiel. Sigue aquí. No se da por
vencido. El sigue siendo rey. ¡Mi rey!

Salmos 17:5-8
Mis pasos permanecieron en tu camino; no he vacilado en seguirte.
Oh Dios, a ti dirijo mi oración porque sé que me responderás; inclínate y escucha cuando oro.
Muéstrame tu amor inagotable de maravillosas maneras.
Con tu gran poder rescatas a los que buscan refugiarse de sus enemigos.
Cuídame como cuidarías tus propios ojos; escóndeme bajo la sombra de tus alas.

Salmos 51:17
El sacrificio que sí deseas es un espíritu quebrantado;
tú no rechazarás un corazón arrepentido y quebrantado, oh Dios.

Salmos 17:8
Cuídame como cuidarías tus propios ojos; escóndeme bajo la sombra de tus alas.
DÍA 5

Alguien ya compró un futuro para nosotros.

No fue gratis, y su precio muy alto, pero ya está hecho.

Deberíamos vivir más conscientes de esto y menos de lo que ven nuestros ojos. Eso nos ayudaría
a ver las cosas con la perspectiva correcta.

Hoy leí algo genial, que me hizo repensar el enfoque. Decía algo así: “Ya sea que lo reconozcas o
no, las semillas de tu futuro glorioso ya han sido plantadas. Tus diversas experiencias de vida, tus
relaciones e incluso tus errores han contribuido a fertilizar esas semillas de propósito. La ruta de
Dios a tu futuro glorioso se basa en Su sentido único de la dirección, no en la ruta lógica y directa
que tú puedas imaginar.”

Las semillas ya fueron plantadas, y lo que vivimos es el abono, que va a hacer crecer esas
semillas en la dirección que Dios planificó. Por eso, mi confianza en lo que El es, es clave para
caminar en lo cotidiano sabiendo que afecta lo eterno. Para confiar en que hay alguien que está
atento al crecimiento de las semillas y se ocupa de seguir fertilizándolas y de regarlas cuando
haga falta.

Muchas, pero muchas veces en mi vida pase por cosas que no tenían sentido para mí en ese
momento, y pude ver su propósito tiempo después de haberlas vivido. Ahí también descubrí que
Dios, es un Dios de detalles.

Hoy vuelvo a mirar mi vida y las semillas plantadas en ella. Dios sigue siendo soberano y cuando
dice “yo se los pensamientos que tengo acerca de vosotros, pensamientos de bien y no de mal”
me habla a mí.

El sembró semillas y las cuida. Yo quiero vivir con eso presente, para que lo temporal no
distorsione lo eterno.

El es fiel, siempre fiel.

Efesios 1:11-12
Es más, dado que estamos unidos a Cristo,
hemos recibido una herencia de parte de Dios,
porque él nos eligió de antemano y hace que todas las cosas resulten de acuerdo con su plan.
El propósito de Dios fue que nosotros, los judíos
—que fuimos los primeros en confiar en Cristo—, diéramos gloria y alabanza a Dios.

Jeremías 29:11
Pues yo sé los planes que tengo para ustedes —dice el SEÑOR—.
Son planes para lo bueno y no para lo malo, para darles un futuro y una esperanza.
DÍA 6

Es una orden.

Muchas veces leí este pasaje como si fueran palabras motivadoras. Como si Dios estuviera
motivando a Josué porque en su nuevo rol tendría desafíos que superar y gente que liderar. Pero
no. No es un entrenador motivando a su equipo a entrar y comerse la cancha, a ponerlo todo, a
transpirar la camiseta. Le está dando instrucciones y una orden. Dios le dice “Tu eres el que
estará a cargo ahora y llegaremos a la tierra prometida. Acuérdate de lo que te dijo Moises, no lo
cambies, hace cada cosa y te aseguro te irá bien. Pasa tiempo estudiando lo que dije en este libro.

Es una guía para el usuario, un manual de instrucciones. Ahí está la clave. También voy a estar
contigo, mi promesa sigue intacta. ¿Estamos? Bueno, con esto como base, te ordeno que dejes
todo en la cancha y seas valiente, que no aflojes, que te plantes firme hasta el final. Yo haré mi
parte”.

Josué tenía dos opciones, obedecer o no.

No tenía que sentirse motivado o desafiado. No era un llamado, una sugerencia o la mejor
alternativa para tener éxito, era una orden. Podía elegir cumplirla o no. Como nosotros.

Reconozco que a veces busco la motivación para superar algunas dificultades. Es el alma
metiéndose a tomar decisiones en lugar del Espíritu. Es el enemigo intentando distraernos con
nuestro ombligo.

Hoy quiero obedecer y pararme en esta palabra para caminar. Desde ahí los problemas son los
mismos, pero los vivo desde otro lado.

Tengo alguien que me mira (cuida) y está listo para darme instrucciones, consejos y marcarme el
camino. El es soberano, nada ni nadie puede escapar de su dominio. Mi presente y mi futuro
tampoco. El sigue estando en control. ¿Practicamos?

Josué 1:8-9
Estudia constantemente este libro de instrucción.
Medita en él de día y de noche para asegurarte de obedecer todo lo que allí está escrito.
Solamente entonces prosperarás y te irá bien en todo lo que hagas.
Mi mandato es: “¡Sé fuerte y valiente! No tengas miedo ni te desanimes,
porque el SEÑOR tu Dios está contigo dondequiera que vayas”».

Salmos 32:8-9
El SEÑOR dice: «Te guiaré por el mejor sendero para tu vida;
te aconsejaré y velaré por ti.
No seas como el mulo o el caballo, que no tienen entendimiento,
que necesitan un freno y una brida para mantenerse controlados».
DÍA 7

Depende donde hagas foco.

Es sin duda un hermoso pasaje para momentos en que pensamos que las circunstancias son
difíciles y que no llega lo planeado.

Momentos en que uno se identifica con esas lagrimas y piensa en el futuro alegre y victorioso, con
canastas llenas de resultados, las facturas de luz, gas, teléfono, pagadas y sin esfuerzo, el auto
listo para salir de vacaciones, los exámenes todos con aprobados, el título en la pared enmarcado,
el negocio lleno de gente, el comedor de casa lleno de gente querida…

Cuantas cosas diferentes pueden significar esas “gavillas llenas” ¿no?

Aquello que anhelamos puede que llegue luego de las lágrimas, pero no llega por ellas. Llega
porque sembramos.

Si sembramos, puede que tengamos que llorar porque duele el proceso, o porque cansa, o por
quien sabe cuántas cosas más, pero solo si sembramos, entonces cosecharemos. No es un
proceso mágico, es milagroso.

Dios transforma mi esfuerzo durante la siembra en una cosecha milagrosa. Como los panes y los
peces, como la pesca de Pedro, como la sanidad del amigo al que bajaron por el techo, o como el
milagro del vino en las bodas de Canaán donde Maria les da el mejor consejo posible.

¿Estás en problemas? ¿No sabes cómo solucionarlo? “Hace todo lo que El te diga”

El mismo consejo está vigente para vos y para mí.

Si nos ocupamos de sembrar, entonces El hará el milagro.

Si somos capaces de cargar las vasijas de agua, no importa cuántos viajes sean ni cuanto pese,
entonces El se ocupará de producir el mejor vino para el fin de fiesta.

A veces siento que la vasija nunca se llena. Entonces me acuerdo de este pasaje. No son las
lágrimas.

Es sembrar. Porque del milagro, se encarga El. Sembrar es mi tarea. Del fruto se ocupará El.

Salmos 126:5-6
Los que siembran con lágrimas, cosecharán con gritos de alegría.
Lloran al ir sembrando sus semillas, pero regresan cantando cuando traen la cosecha.
DÍA 8

Nostalgias

La situación del pueblo no era fácil. Demasiado tiempo con necesidades. Al menos eso veían
ellos. Necesitaban llegar, y otro millón de cosas, que se hacían más y más importantes a medida
que no llegaban. Necesitaban saciar alguna de sus frustraciones y le tocó el turno a la comida.
¿Sería frecuente comer manjares en Egipto? No lo creo. Solo mencionaron pescado y algunas
verduras, simples, básicas, nada demasiado sabroso, pero en su mente, ese recuerdo se sentía
un manjar.

Les fue más fácil mirar atrás antes que asumir que estaban así por sus propias decisiones, que el
desierto era consecuencia de su falta de fe, y no un castigo de Dios ni una negligencia de Moises.
Hicieron lo típico, echarle la culpa a otro y recordar lo “genial” que estaban antes. En ese momento
una cebolla era más importante que ser esclavo. En Egipto eran esclavos que comían cebolla. Es
cierto, no estaban aún en la tierra prometida, pero eran libres y Dios estaba con ellos de día y de
noche. La nostalgia del pasado puede confundir nuestro proceso.

La tierra del medio entre ser esclavo y disfrutar la tierra prometida, puede traer escasez, soledad,
angustia, frustración. Cuanto tiempo estemos ahí depende de nosotros. De nadie más. Dónde
miremos y que valoremos nos impulsará a la tierra o nos estancará en las maravillosas, tiernas y
sabrosas cebollas del pasado.

No se puede caminar hacia adelante mirando hacia atrás.

Hoy quiero valorar lo que tengo por sobre lo que tuve, porque no son las cebollas del pasado las
que me llevarán a la tierra prometida, sino la extraordinaria provisión de hoy que me vuelva a
decir, “estamos en camino, confía en mí, el maná no es para siempre, tengo una tierra mejor para
ti. ¿Seguimos?”

Números 11:4-6
Entonces la gentuza extranjera que viajaba con los israelitas comenzó a tener fuertes antojos por
las cosas buenas de Egipto.
Y el pueblo de Israel también comenzó a quejarse:
«¡Oh, si tuviéramos un poco de carne! —exclamaban—.
Cómo nos acordamos del pescado que comíamos gratis en Egipto y teníamos todos los pepinos,
los melones, los puerros, las cebollas y los ajos que queríamos.
¡Pero ahora lo único que vemos es este maná! Hasta hemos perdido el apetito».
DÍA 9

¿Cuánto hace que no lloras?

Mientras que en general buscamos llenar nuestra vida de buenos momentos, de alegría y de risa,
este versículo remarca la importancia del llanto. Tremendo.

Me preguntaba, ¿Está mal reír? Y la respuesta fue, No!! La biblia está llena de pasajes que nos
invitan a hacerlo, inclusive en compañía de nuestros amados.

Pero, entonces, ¿por qué es mejor el llanto?

Es que son esos momentos en que uno reflexiona y valora.

La risa puede volverse la anestesia del alma. Reír mucho no siempre implica ser feliz. Llorar lo
suficiente me garantiza cierto grado de reflexión al menos de las cosas que me importan y por eso
me hacen llorar.

No llorar no me hace más fuerte, me hace más insensible.

Cuanto peor estamos, mejor estamos en nuestra búsqueda de Dios y de su propósito con
nosotros.

Si estamos demasiado bien, corremos el riesgo de volvernos autosuficientes, y ese es un vehículo


de una sola plaza, no hay lugar para Dios ahí, solo para mí.

Quizá como aclaración, para algunos llorar será gastar un rollo de cocina en lágrimas y mocos,
para otros, una pequeña humedad en el ojo.

No importa en qué categoría lagrimal estés, recuerda que justo en ese momento, Dios está listo
para mejorar nuestra vida.

Eclesiastés 7:3
Es mejor el llanto que la risa,
porque la tristeza tiende a pulirnos.
DÍA 10

Una cosa. Una, por encima de todo.

¿Está mal pedirle cosas a Dios? No, en absoluto, por el contrario, es algo que inclusive Jesús nos
invita a hacer.

La diferencia es que hay una cosa, y solo esa, que desencadena todo, que abre las posibilidades,
que cambia nuestra mirada de las circunstancias, que nos coloca por encima de nuestros
enemigos, que desata alegría e inyecta sueños, Su presencia.

Sin eso, es aguantar. Es soportar y sobrevivir.

Solo su presencia completa nuestra vida, más allá del momento en que este. Solo ella puede
hacerme levantar mi cabeza por sobre mis enemigos, aún antes de ver la victoria.

Porque en ella lo temporal se ve como temporal y lo eterno se disfruta desde ahora. Ahí queda
claro quién es mi Padre y quien soy yo.

Queda claro sobre todo para mí, que a veces necesito recordar cual es el orden correcto de las
cosas.

Que es lo importante, y relajarme un poco para vivir que El tiene el control.

Una cosa es la infaltable. ¿El resto? Bien gracias. Ya llegarán. A su debido tiempo.

Pero mientras llegan, Su presencia es irremplazable, no solo para esperar, sino para vivir mientras
espero. Para disfrutar el presente y no solo soñar con el futuro.

Una cosa por sobre todo el resto, eso busco hoy, eso pido, habitar en su presencia. Pegado.
Cubierto. Ese es mi lugar. Mi verdadero hogar. Para eso fui creado.

Salmos 27:4-6
Lo único que le pido al SEÑOR —lo que más anhelo—
es vivir en la casa del SEÑOR todos los días de mi vida,
deleitándome en la perfección del SEÑOR
y meditando dentro de su templo.
Pues él me ocultará allí cuando vengan dificultades; me esconderá en su santuario.
Me pondrá en una roca alta donde nadie me alcanzará.
Entonces mantendré mi cabeza en alto,
por encima de los enemigos que me rodean.
En su santuario ofreceré sacrificios con gritos de alegría,
y con música cantaré y alabaré al SEÑOR.

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